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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 10 Jul 2013, 16:18
por Sg91
Capítulo 9

Nueva línea

Como el otro día, Twilight fue la primera en despertarse, dejando a Spike durmiendo plácidamente; desayunó algo rápido y después se dirigió a la gasolinera, buscando un mapa y una guía de carreteras para encontrar el cine más cercano. Esa noche apenas había podido dormir, pensando en todo lo que oyó en aquella cinta. En Central High dudara de que hubiera cines, siendo un pueblo tan pequeño y disperso, por lo que prefirió ir sobre seguro; tomó todo lo necesario en la tienda de la gasolinera y luego se volvió a la biblioteca para mirarlo con más calma. Para entonces, Spike ya se había levantado.

-¿A qué viene eso de no despertarme? Sé que hay cosas por hacer…

-No pasa nada, Spike, eres un bebé dragón, necesitas tus horas de sueño, ayer nos quedamos hasta tarde viendo la peli-le recordó ella, sosteniendo el mapa y la guía con su magia.

-¿Estás buscando el cine? Deja que te ayude…

Spike se encargó de comprobar el mapa, mientras que Twilight ojeaba la guía de carreteras, buscando en la parte de ocio y tiempo libre; tras varios minutos, la unicornio lavanda encontró algo.

-¡Ah, aquí, hay cinco cines en total en esta ciudad llamada Oklahoma City! Entre ellos este, el AMC Penn Square 10… ¿puedes mirarlo, Spike?

-Estoy en ello…-murmuró el dragón, recorriendo el mapa de la zona con sus ojos.

No tardó mucho en encontrar lo que buscaba.

-Aquí, a pocos minutos del centro de Oklahoma City…

-Vale ¿y dónde está Oklahoma City?

-No muy lejos, en coche se llegaría enseguida, no obstante…

Spike la mostró la distancia entre Central High y Oklahoma City, la unicornio frunció el ceño, pensativa.

-No estamos muy lejos, aunque… teniendo en cuenta que nosotros no podemos usar coches, tardaríamos un poco más. Además, tendríamos que llevar provisiones con nosotros y prepararnos para un viaje de al menos dos horas y media… no sé yo… tampoco podemos estar cien por cien seguros de que la siguiente grabadora esté allí…

-¿Qué hacemos entonces?-inquirió Spike.

Twilight se quedó rumiando la situación, dándose toquecitos bajo la barbilla con su casco.

-En cualquier caso, necesitaríamos ir más allá tarde o temprano, nos convendría también tener localizadas más gasolineras y otros puntos de abastecimiento… iremos, aunque por ahora tendremos que esperar y prepararnos bien para el viaje.

-Sí, señora… y mientras tanto ¿Qué hacemos?-inquirió Spike.

-Seguir investigando, tenemos una extensa cultura que descubrir.

Y sin decir nada más, siguieron descubriendo más cosas sobre el mundo humano, con la idea de partir a Oklahoma flotando en el ambiente.


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-Unos últimos toques en los bajos, y estará terminado…

Una semana daba para mucho, y para alguien como Rarity quedarse sentada sin hacer nada era imposible; desde que se asentó en la tienda de ropa, su gusto por la moda humana no hizo más que aumentar, por lo que enseguida comenzó rumiar el hacer un modelo ella misma. Partiendo de uno de los tantos diseños de su querido Balmain, comenzó a confeccionar un vestido de seda con estampados florales y motivos redondeados que simbolizaban la naturaleza y que a ella le gustó mucho; encontró bastantes materiales en el almacén de la tienda, pero se les acabó en menos tiempo del que ella esperaba y tuvo que salir más allá para encontrar algo con lo que poder hacer el vestido. Prácticamente inspeccionó todo el barrio donde se encontraba, buscando algo que pudiera usar, cualquier tela la valía, ya que podía replicarla con su magia y copiar las características de la original en la misma, para no desentonar. Casi se podía decir que se conocía bien la ciudad, al menos la parte en la que estaba.

Y tras muchas vueltas e inspecciones por todas las casas y edificios aledaños, paciencia y trabajo constante, consiguió terminar la pieza, maravillándose ante su técnica; le había quedado idéntica a la original que vio en una foto en el libro.

-Oh, es simplemente magnífico… si pudieras verlo, Pierre… oh ¿Qué me diría?-se preguntó entonces, imaginándose el momento.

Ella, rodeada de tantos diseñadores humanos, contemplando su trabajo, en lo más alto de la torre Devon, el edificio más alto de la ciudad; todos ellos alabándola y felicitándola por el buen trabajo realizado. En ese momento, el mismísimo Pierre Balmain se abría paso entre el público, sin aportar los ojos de su propio obra, echa por la unicornio; llegando a su lado, contemplando los acabados, recreándose en los detalles y admirando los contornos. El diseñador francés alzaría la mirada, la miraría por un momento y musitaría.

-Señorita Rarity… jamás he visto tanta belleza, tanto en el vestido como en usted.

-Oh…

-Es usted realmente fabulosa… ¿me haría el honor de ser mi socia y, de paso, invitarla a tomar una copa esta noche?

-Oh, señor Balmain, eso sería absolutamente…

En ese momento algo la despertó de su trance y sacudió la cabeza, volviendo a la realidad.

-Demonios, que me evado… pues claro que no, Pierre murió hace ya tiempo… mucho antes de la desaparición de los humanos…

El recordarlo la dejó un tanto triste, ya que no habría ninguna mujer humana que se pudiera probar el vestido; tan solo se quedaría ahí, solitario, ensutado ad eternum en la sombra humana que era el maniquí. Suspiró, un tanto desanimada, pero enseguida se repuso; si no podría usarlo, la serviría de modelo para crear uno adecuado a los ponis.

-¡Ya lo tengo, haré un nuevo modelo que lo pueda lucir la élite más refinada de Canterlot! Tan solo he de hacer un nuevo maniquí y salir en busca de más materiales.

Por lo que no perdió más tiempo y se puso a la búsqueda de más material con el que poder trabajar; lo primero que realizó fue el maniquí, había un montón guardados en la trastienda, y no fue nada que su magia pudiera hacer, cambiándolo de forma.

Reunió todo lo que tenia a mano y que aun quedaba en la tienda, pero se quedaba demasiado corto para realizar la base.

-No me queda tela blanca… quizás pueda cambiarle el color, un rojo satén le quedaría bastante bien. Veamos que puedo encontrar por aquí.

Antes de partir, cogió una pequeña carretilla de cuatro ruedas con la que poder transportar todo lo que encontrara y se puso en marcha; esa parte de la ciudad ya la tenia bastante comprobada, por lo que se decantó por seguir todo recto por North Pennsylvania Avenue para ver con lo que encontraba.

North Pennsylvania Avenue se caracterizaba por ser una larga avenida residencial, con un diseño muy lineal y por la cual se agolpaban muchas casas, por las que estuvo rondando y registrando, en busca de telas, sedas o de cualquier otra cosa que le pudiera servir, así como de provisiones o recursos varios. Cruzarla andando llevaría al menos como dos horas y media debido a lo larga que era, pero Rarity había inventado un método que paliaba ese problema; al igual que harían los coches que se encontraban aparcados por toda la ciudad, Rarity se subía a la carretilla y, usando su magia, encantaba las ruedas para que giraran a la velocidad que ella requiriera. De esa forma, se ahorraba una tediosa caminata y recorrer la ciudad era más descansado y rápido.

Ésa vez quería ir más allá, ya había encontrado un montón de cosas que la podían servir para confeccionar el nuevo vestido, pero nunca estaba de más explorar y ver cómo era la ciudad. Siguió todo recto, esquivando los coches mal aparcados y algunos que estaban en medio de la carretera; una vez trató de apartar uno con su magia, pero jamás había levantado algo tan pesado y lo dejó correr, puesto que la dejó agotada. Aceleró un poco más, viendo que aún quedaba avenida por delante, hasta llegar a la intersección con la Interestatal 44, una de las autopistas que cortaban perpendicularmente a la ciudad. Pasó por debajo del túnel y siguió adelante, dejando atrás más casas, algún que otro comercio, una gasolinera y un paisaje urbano de lo más cuco; Rarity tenía que admitir que, al contrario que el centro, esa parte de Oklahoma poseía cierto encanto que no la pasaba desapercibido. Quizás fuera porque hacia un muy buen día, con un sol radiante y sin apenas nubes a la vista; podía oír de vez en cuando el piar de los pájaros y las ramas de los árboles de las aceras meciéndose con un suave viento proveniente del este.

Mientras seguía adelante, iba haciendo recuento de todo lo que había encontrado.

-Vale, tengo varias latas de comida, sedas de colores varios, velas, un par de libros sobre la ciudad, un catálogo de bisutería, y varios montones de telas para confeccionar… no está mal, pero a ver qué más puedo encontrar…

En ese momento pasaba al lado de lo que parecía un gran centro comercial y paró de golpe, sin creerse lo que veía.

-Oh, cielo santo… ¿eso es lo que yo creo que es?-masculló ella.

Se bajó de la carretilla y leyó el cartel que sostenía un gran poste de tres patas.

-Penn Square Mall, número 10… espera, me suena de algo…

Tomó por un momento la guía y confirmó lo que estaba pensando; era uno de los tantos centros comerciales que había en la ciudad, con un montón de tiendas de todo tipo en su interior, incluyendo una zona de ocio con cafeterías, tiendas de comida, ropa y cines.

-¡Oh, pero es perfecto! ¡Nos vamos de compras!-masculló ella, echando a correr hacia su interior.

Una vez allí, se maravilló ante todo lo que había, aparte de su inmenso tamaño; los suelos eran de cerámica, muy brillantes, dos pisos coronaban las alturas del centro comercial y vio auténticas minas de telas, con los nombres de Dillard's, Victoria's Secret o Macy's.

-Es maravilloso… es fantástico, es sensacional… oh, tengo que venir aquí más a menudo. Si no estuviera tan lejos…

Cargó su carretilla con más material del que hubiera podido imaginar, pero de entre todas las cosas que allí había, no encontró nada con rojo satén, cosa que la molestó bastante.

-Agh, miles de cosas para elegir y no hay lo que busco…-masculló, frustrada.

Se sentó en un banco de madera de uno de los tantos pasillos para descansar un poco de sus "compras"; no sabía exactamente qué hora era, pero viendo que el sol ya estaba en lo más alto del cielo, ya debía de ser mediodía. Desde hacía un buen rato notaba algo de hambre, por lo que mató el gusanillo comiendo algo de lo que pudo encontrar en las casas de más abajo, mientras ojeaba un panfleto del centro comercial, en el cual había un mapa del mismo con descripciones de todos los servicios disponibles en él e imágenes de cada uno. Pero una de las fotos de las salas de los cines la llamó la atención, ya que se podía ver en ella unas frondosas cortinas de color rojo satén, justamente lo que andaba buscando.

-¡Rojo satén! ¡Y qué rojo satén, es fabuloso! ¿¡Dónde están esas cortinas?!

Buscó en el mapa donde caían los cines y fue inmediatamente para allá, entrando en ellos rápidamente; había en total unas siete salas, entró en la primera que vio, en la cual un cartel promocional anunciaba una película de nombre Django desencadenado, pero apenas le prestó atención. Tuvo que alumbrarse con su cuerno, puesto que la sala estaba a oscuras e intimidaba bastante, pero por esas cortinas de rojo satén era capaz de confrontar hasta la más oscura noche. Usando su magia, descolgó las del lado derecho y las dobló cuidadosamente, para que ocupasen lo menos posible.

-Con esto tengo más que de sobra… puedo dejar las del otro lado para otra ocasión-pensó ella, contentísima con su descubrimiento.

Fue a abandonar la sala, cuando oyó algo cayéndose de la parte más alta de la barra que sujetaba las cortinas.

-¿Qué ha sido eso?-inquirió ella.

Alumbró la parte alta de la sala, buscando el origen de ese ruido, para luego enfocar al suelo; se agachó un momento, mirando debajo de las butacas, llegando a verlo. Una especie de caja negra pequeña, con una pequeña carcasa transparente y una serie de botones en la parte superior.

-¿Qué es esto?-se preguntó la unicornio blanca, cogiéndolo con su magia.

Lo miró más de cerca, tratando de adivinar lo que podría ser, pero no sacaba nada en claro; aun así se lo llevó, puesto que la había abierto la curiosidad.

Una vez que tuvo todo bien guardado y asegurado, regresó al centro, bastante cargada y muy satisfecha de su pequeña expedición; no quería quedarse hasta tan tarde tan lejos de la tienda, por lo que lo dejó para otra ocasión. Después de todo, tenía todo el tiempo del mundo.


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Mientras tanto, en otro momento y en otro lugar, Pinkie Pie trataba por todos los medios de no hacer demasiado caso a Pinkamena, pero no estaba dando demasiado resultado.

-Vaya, este sitio es mucho mas grande de lo que cabria esperar ¿no te parece? Aunque quizás haya que cambiar el pertinente cartelito de bienvenida… Bienvenido a Tulsa; población: 2.

-Querrás decir una…

-No, digo bien, tontita, estamos tú y yo…

Pinkie contuvo un suspiro, tratando de no llevarla la contraria, ya que seria peor; había sido una semana de lo más movidita, apenas había tenido un minuto de respiro y Pinkamena la había estado hablando a todas horas. Por un lado era un tanto insufrible, aunque por otro tampoco se sentía tan malo. De alguna forma, su presencia la hacia compañía y al menos tenia a alguien con quien hablar; ignorando el hecho de que era una parte de su ser, podía hacer la vista gorda. Otros creerían que estaría loca.

-¿No podrías estar callada aunque solo fuera por unos pocos minutos? Me estás dando dolor de cabeza…-la espetó ella, mientras exploraba el centro de la ciudad.

-Ah, y así es como la señorita agradece la compañía de una servidora… muy bonito…

-No es eso, sólo que… quiero un poco de tranquilidad, eso es todo…-murmuró Pinkie rápidamente.

-Ah, ya decía yo… ¿lo ves? Poco a poco empezamos a entendernos…

Tulsa era una ciudad bastante grande, al menos para ella; el centro se la antojó bastante denso, con muchos altos edificios comerciales, a diferencia del barrio residencial donde ella paraba de un tiempo a esa parte. Durante todo ese tiempo había podido investigar un poco lo que la rodeaba, leyendo libros, explorando las calles y curioseando todo, aunque Pinkamena casi siempre tenía algo que decir. Había veces que le gustaría saber más cosas, unas más que otras. Todo la llamaba poderosamente la atención, aunque también notaba que empezaba a cambiar con respecto a la última vez que soltó una carcajada; su pelo seguía tan liso como cuando abrió los ojos a la nueva y dura realidad que la rodeaba, y no había vuelto a sonreír desde entonces. Hasta ella notaba que se encontraba fuera de lugar.

-Ay, hija, siempre estás con esa cara de ajo, alégrate un poco…-la dijo Pinkamena.

-Y precisamente me lo dices tú… desde que volviste no he vuelto a sonreír ¿Por qué será?

-Pues cosa tuya, porque yo soy encantadora…

-Sí, claro, encantadora-recalcó ella, colocando unas cajas de pie para subirse a ellas.

Había visto algo tras una ventana y ésta se encontraba abierta, por lo que las servirían para colarse en el interior de la casa.

-Pues claro que sí.

-Vale, lo que tú digas…

Se encaramó a la primera caja y luego a la siguiente, llegando hasta la cornisa de la ventana, entrando de un salto por ella; se encontró entonces en una habitación de juegos, quizás el lugar favorito de algún niño humano. Había muchos dibujos colgados en las paredes, las cuales también estaban algo pintarrajeadas, con pequeñas manos en ellas. Esto le llamó bastante la atención y se acercó para verlas mejor, eran tan pequeñas que su solo casco las tapaba por completo. En ese momento sintió una extraña opresión en el pecho, recordando a ciertos potrillos inquietos.

-Pound… Pumpkin…

Alzó la vista y vio una foto encima de un escritorio cercano, se acercó para verla mejor; en ella aparecía una mujer humana de pelo castaño y ojos oscuros con dos niños humanos a sus lados. Los tres aparecían sonrientes, despreocupados y felices. En cambio, la realidad era muy distinta. Y eso para ella ya fue suficiente motivo como para derramar algunas lágrimas.

-¿Y eso? Por favor, si ni siquiera los conoces… sólo son sombras de lo que fueron alguna vez…-la espetó Pinkamena.

-¡Pues por eso mismo! Lo pienso y una tristeza enorme me invade… mírales que felices se les ven… y ahora… no están. Ni siquiera esta habitación desprende el mismo sentimiento…

Y era cierto, a pesar de todos los juguetes que la coronaban, no se sentía como una habitación de juegos, impregnada de alegría y diversión; ahora estaba desolada, vacía, sin ningún sentimiento flotando en el ambiente.

-Pues claro que no, melona, han desaparecido ¿cómo quieres que esté después de todo este tiempo?

-Pero aun así no parece haber pasado mucho tiempo… tiene que haber pasado algo raro para que hubieran desaparecido así…

-Elemental, querida Pinkie… y ahora déjate de chorradas y salgamos de aquí, éste sitio me pone de los nervios.

Pinkie no la dijo ni recriminó nada, tan solo la hizo caso y salió de allí por donde había venido, volviendo a la calle. Al parecer ya estaba atardeciendo y ella no se había dado ni cuenta. Tulsa se veía un poco más clara, o al menos esa era la sensación que a ella la daba; quizás fuera por el perpetuo silencio que habitaba con ella, o quizás fuera otra cosa que no tuviera nada que ver. En cualquier caso, se puso en movimiento, regresando a la pastelería casi al otro lado de la ciudad.


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Para cuando el sol estaba cerca a ponerse, Rarity ya había vuelto a la tienda, donde estuvo trabajando arduamente para empezar con la base del vestido, aprovechando las últimas horas de luz que incidían sobre Oklahoma; siempre pensó que el arte de coser requería de paciencia, mucha disciplina y luz natural con la que poder ver bien lo que se cosía. Y, por supuesto, era una regla general que cumplía a rajatabla. En cuanto la intensidad de la luz comenzó a decrecer y en la tienda comenzó a verse menos, dejó de trabajar y recogió las cosas. Antes de subirse al apartamento, cerró las puertas de cristal y se aseguró de ello; quizás fuera un tanto tonto, estando ella sola en la ciudad. Pero su instinto la instigaba a cerrarlas, a pesar de las circunstancias.

Una vez arriba, cenó algo acompañada de un buen libro, teniendo que alumbrarse con su cuerno enseguida; en cuanto el sueño comenzó a hacerla mella, se dirigió a la habitación, donde había dejado la gran mayoría de cosas que había encontrado estando fuera, entre ellas el extraño objeto negro con la tapa transparente. Lo cogió con su magia, mirándolo de hito en hito y tratando de darle algo de sentido.

-Parece como una cajita de maquillaje, pero mucho más pequeña… estos de aquí parecen ser botones…

Los estuvo oprimiendo uno por uno, para ver si pasaba algo, pero cuando llegó a apretar uno en el que se podía ver un triángulo ladeado, comenzó a oírse un extraño ruido por unos pequeños orificios en la parte más inferior.

-¿Qué es eso que suena?

Se acercó el aparato a la oreja, pero prefirió no haberlo hecho; en el momento menos pensado, una voz fuerte y joven comenzó a oírse.

-20 de enero de 2013, cuarta entrada; aún recuerdo la entrevista de trabajo que me dio acceso al proyecto. Buscaban sobre todo a jóvenes emprendedores que supieran hacer bien su trabajo. Siempre he sido un chico aplicado, por lo que daba el perfil tranquilamente, aunque parecieron un poco más reservados en ese aspecto. No sé qué les hizo cambiar de opinión, pero aun así, eso no termina de convencerme de si entrar hubiera sido una buena idea. Después de todo, ya nos habían avisado de qué iba a tratar el asunto, más o menos. Bueno, casi más o menos. Apenas entraron en detalles. Supongo que fueron esos mismos detalles los que me hicieron dudar. En fin, una vez que firmé el contrato ya no había vuelta de hoja, claro, y una serie de condiciones en la letra pequeña me obligaban a no abrir la boca bajo riesgo de; es del todo entendible, por supuesto, aunque ha habido veces en las que me he preguntado qué tipo de riesgo era ese. Quizás hubiera sido más sencillo de evitar que la que me ha caído ahora. Hablaría del proyecto un poco más, pero se me acaba la cinta, lo siento Katherine, estas cintas de los chinos son una mierda. Ah, y no te olvides de probar esas tartas tan buenas en Ann's. Jim Collins, corto y cierro.

En cuanto la voz cesó, Rarity se quedó tan anonadada que cuando la oyó por primera vez; ¿Qué había sido todo eso? Algo de un tal Jim Collins, un proyecto y unas tartas. No tenía sentido, al menos para ella, pero no podía negar que la había despertado la curiosidad hasta extremos insospechados. Parecía una especie de testimonio grabado, aunque el hecho en sí tampoco es que la dijera demasiadas cosas. La última frase antes de cortar también la había llamado la atención; algo de unas tartas y Ann's. No tenía ni la más minina idea de lo que podría significar.

Trató de conciliar el sueño, pero apenas lo consiguió hasta bien entrada la madrugada; la luz de una luna decreciente la ayudó a desconectar después de todo lo que había pasado. Antes de lo previsto, ya se había dormido.


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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 16 Jul 2013, 15:50
por Sg91
Capítulo 10

Hospitalidad sureña

-¡Venga sopla las velas!

-¡No olvides pedir un deseo!

-¡Que sea un muchacho excelente, que sea un muchacho excelente!

El niño de seis años sopló con fuerza y las velas sobre una tarta de chocolate se apagaron todas a la vez; todos los adultos le aplaudieron y le felicitaron, mientras el niño esbozaba una sincera sonrisa de felicidad.

-¡Seis años ya, eres todo un niño mayor!

-¿Quieres abrir los regalos?

-¡Sí, regalos, regalos!-exclamó el niño, echando a correr.

La cara de Twilight era un poema en esos momentos, no sabía cómo sentirse; esa mañana estaba siendo muy tranquila, Spike había salido de avanzadilla para conseguir más combustible para el generador. Encontró una serie de DVDs etiquetados con acontecimientos especiales, entre ellos uno en el que leyó: "Cumpleaños de Michael". Al parecer, la bibliotecaria del pueblo tenía un sobrino de seis años y llegó a grabar su último cumpleaños. En éste, aparecía toda su familia y amigos, felicitándole e inundando al niño de regalos. Era una estampa preciosa, llena de felicidad y ternura, muy distinta a lo que la rodeaba en ese momento; pudo percibir todos esos recuerdos, tratando de luchar contra el silencio y el olvido que impregnaba al pueblo de Central High. Y sin venir a cuento, la unicornio lavanda no pudo evitar llorar como una potrilla.

-No puedo seguir viendo esto…-pensó ella, parando la grabación.

Retiró el disco y lo guardó con los demás. Supuso que era normal sentirse de esa forma, ya que el contraste era tan fuerte que conseguía emocionarla; después de todo, sentir empatía era algo corriente.

Trató de olvidarse de eso y se puso algo de música; había descubierto tantas cosas que le gustaban que apenas podía decidirse, el pop americano la ponía de muy buen humor, pero le gustó especialmente la música de Owl City, con unos ritmos muy relajantes y unas canciones muy bonitas. Se puso un disco suyo, Ocean Eyes, y estuvo leyendo mientras tanto, dejándose llevar. En ese momento sonó una de sus canciones favoritas, y no porque llevara su nombre además, Vanilla Twilight, sino porque conseguía hacerla sentir de forma diferente.

The stars lean down to kiss you

And I lie awake and miss you

Pour me a heavy dose of atmosphere

'Cause I'll doze off safe and soundly

But I'll miss your arms around me

I'd send a postcard to you, dear

'Cause I wish you were here


La canción la transmitía muchas cosas a la vez cada vez que la escuchaba, era una sensación reconfortante, a la par que esperanzadora; también la ayudaba a recordar a sus amigas, casi pensaba que se la estaba cantando a ellas. Porque realmente las echaba de menos, y deseaba con todas sus fuerzas que estuvieran allí con ella.

And I'll forget the world that I knew

But I swear I won't forget you

Oh, if my voice could reach

Back through the past

I'd whisper in your ear

Oh darling, I wish you were here


En menos de cinco segundos, casi se arrepintió de su decisión.

-Basta…-pensó, parando la cadena con el mando.

Se secó las lágrimas rápidamente y se centró en lo que estaba leyendo, ya que la había llamado bastante la atención. Ya había leído otras cosas sobre ordenadores antes, incluso se estaba planteando intentar algunas cosas con el que tenían abajo, pero no estaba del todo segura. Aun así, el concepto de Internet la llamaba poderosamente la atención, y no por nada; la idea de una red automatizada e inmediata, con la que comunicarse en menos de un segundo era posible, la dejaba simplemente anonada. Hasta la daba la imperiosa necesidad de usarla de nuevo, ya que recordaba que sus sistemas de comunicación en Ecuestria no eran, precisamente, punteros en ese aspecto. Salvo usando la magia, un mensaje común por carta tardaba lo suyo en atravesar todo el reino; y si se quería mandar una orden general por parte de la Guardia Real, por ejemplo, se tardaba más de tres horas, incluso llevando el mensaje en tren y a máxima prioridad.

-Sí, en las comunicaciones fallábamos bastante… con Internet haríamos unos progresos colosales… pero claro, según esto habría que reactivar la red entera de nuevo. Y sin electricidad, claro lo llevamos-pensó ella, un tanto molesta.

Conforme más cosas iba descubriendo, mayor era su necesidad del uso de la electricidad; pero la única fuente que en ese momento poseían, era efímera y pequeña. Se hacía necesaria una mayor y continua fuente, pero no sabía ni por dónde empezar.

-Maldita sea… es un problema muy grave…

En ese momento llegó Spike de su incursión, con dos garrafas de gasolina consigo.

-Después de patearme toda una calle entera, es lo único que he podido encontrar-masculló, jadeante.

-Bueno, es mejor que nada… buen trabajo, Spike.

-Maldita sea su estampa, qué calor… ¿todavía pretendes irte de viaje a Oklahoma? Andando no, desde luego…

-Pues claro que sí… ¿y cómo quieres que vayamos sino? ¿Volando?-ironizó ella.

-Mira, sería una buena idea…

-Spike, no soy un pegaso…

-¡Pues deberías! ¡En estos momentos, deberías! ¿Tú sabes el calor que hace ahí fuera?

-Sí, la temperatura ha estado aumentando mucho de un tiempo a esta parte… aun así opino que deberíamos salir a Oklahoma pronto, reunir todo lo necesario y partir un día de estos… necesito encontrar esa grabadora, Spike…

-Sí, sí, ya sé…

Spike se sentó a su lado, descansando de la caminata, y pensando en sus cosas; Twilight regresó al libro que hablaba de internet, pero al poco rato, el dragón habló de nuevo.

-Twilight…

-¿Si, Spike?

-¿Crees que tus amigas estarán bien? No pasa ni un solo día sin que me acuerde de Rarity…

Frente a eso, la unicornio lavanda bajó el libro y murmuró en voz alta.

-Yo solo espero que estén bien… las conozco a todas bien, y sé que podrán afrontar esta situación de alguna u otra manera. Puede que con suerte nos volvamos a reencontrar en algún momento… aunque si te soy sincera, la que más me preocupa es Pinkie. La conozco, y sé que la soledad no es su fuerte… solo espero que consiga sobrellevarla…




Mientras tanto, en Tulsa, la situación era ligeramente diferente conforme a lo que Twilight se esperaba; la poni rosa de crin lacia y mirada perdida se encontraba vagando por las calles de la ciudad, buscando un poco de agua. El sol era abrasador y podía notar su garganta bastante seca.

-Agua… por favor, un poco de agua… quien sea…-masculló Pinkie, exhausta.

-Nadie te va a oír… y menos aún con ese hilillo de voz-la espetó Pinkamena, con desdén.

La poni de tierra contuvo un suspiro desesperado, tratando de no enfadarla.

-Diablos, sí que hace calor… y si vas a buscar agua te aconsejo que te des prisa, yo también comienzo a notarlo… ¿no había agua en esa despensa?

-Se acabó… debí de racionarla… soy una tonta…-musitó Pinkie, esbozando una triste mirada.

-Es posible… después de todo, hablamos de ti, querida…

Pinkie dibujó una mueca de furia que apenas pudo disimular.

-¿¡Acaso te crees mejor?! ¿¡Es eso, eh?! ¿¡Crees que puedes burlarte de mí y mangoneare e irte de rositas?!-chilló entonces, furiosa.

-Eh… sí, creo que sí. Después de todo, puedo hacerlo…

Pinkie contuvo un grito de desesperación, pensado en posibilidades; hasta ahora la había aguantado con la esperanza de que la dejara en paz tarde o temprano, pero estaba claro que no iba a hacer nada de eso. Quería librarse de ella, pero no sabia como… hasta que la vio; una alta torre cerca de allí, con una serie de campanas en lo mas alto. No se lo pensó dos veces y corrió hasta allí, buscando una entrada. Encontró una gran puerta doble en uno de los laterales de un enorme edificio y entró por ella, acabando dentro de un espacio muy fresco y espacioso; incluso suspiro aliviada.

-¿Qué vas a hacer, tonta? ¿Rezar?-se burló Pinkamena en ese momento.

Desde donde estaba se fijó en una balaustrada no muy lejos de allí, a mano izquierda, y con unas estrechas escaleras de caracol que subían hacia lo más alto; buscó una forma de subir a esa balaustrada, sin fijarse en nada más, hasta encontrar una pequeña puerta que daba a unas escaleras de piedra que también subían. Siguió el camino hasta llegar a lo alto de la balaustrada, pasando directamente hacia las escaleras de caracol; una serie de cuerdas colgaban desde varios agujeros del techo, pero apenas prestó atención. Subió y subió, sin pensar en nada más.

Finalmente llegó a lo más alto, viendo una serie de campanas colgadas del techo; las mismas cuerdas que antes vio se encontraban atadas a una parte del travesaño que las sostenía. Las vistas eran impresionantes y se podía ver casi todo el barrio.

-Muy bien ¿me vas a decir que hacemos aquí?-inquirió en ese momento Pinkamena.

Pinkie se acercó hasta el borde de uno de los ventanucos y en ese momento anunció.

-Voy a saltar... si no me dejas en paz, saltaré.

Por un momento hubo un denso silencio en lo alto del campanario; pero justo después, Pinkamena se rio como la lunática que era.

-¿Qué vas a saltar? ¿Dices que vas a saltar? ¡Ja! ¡Ay, que risa! ¡Que va a saltar, dice!

Sus risotadas no hacían mas que encender a Pinkie, la cual se enfadó aun más.

-¡Lo digo en serio! ¡Voy a saltar y no vas a poder hacer nada por impedírmelo!

-¡Sí claro, y yo soy la princesa Celestia!

-¡Voy a hacerlo, ya lo creo que voy a hacerlo! ¡Si salto se acabó la fiesta, para las dos! ¡Y si con eso consigo librarme de ti, que así sea!-masculló Pinkie.

En ese momento, Pinkamena se calló de golpe y masculló.

-¡Pero mira que eres tonta, niña! ¡Siempre fuiste una tonta, antes y ahora! ¡No vas a saltar! ¿¡Y sabes por qué?! ¡Porque no quieres morir, claro está! ¡Por mucho que me odies, matarte no servirá de nada!

-¡Mentira, seguro que consigo deshacerme de ti!

-¡Sigue soñando, jamás me separaré de ti, por mucho que mueras!

-¡Sigues mintiendo! ¡Voy a saltar, estoy harta de ti, estoy harta de toda esta mierda, quiero acabar con todo, se acabó!-chilló Pinkie.

-¡No vas a saltar! ¡No lo vas a hacer!

-¡Sí lo haré!

-¡No, no lo harás!

-¡Cállate, sí lo haré, lo haré ahora mismo!

-¡No lo harás, solo quieres hacerme creer que saltarás, pero no lo harás! ¡Potrilla tonta, jamás saltarás!

-¡Sí lo haré, aunque sea por llevarte la contraria!

Pinkie se acercó un poco más al borde y su casco sobresalió por éste; tenia que hacerlo, debía hacerlo, quería hacerlo... era ella o ella misma. Y no aguantaba ni un minuto más en esa espiral de locura y conversaciones solitarias que no llevaban a ninguna parte.

-¡No vas a saltar, simplemente no vas a saltar!

Pinkie la ignoró, dando un pequeño paso más hacia delante; apenas miró hacia abajo, tan solo fijó la vista hacia delante e ignorándola a ella.

-¡No lo vas a hacer, no puedes, no puedes hacerlo, simplemente no puedes!

Respiró hondo, notando como el abismo ante ella cedía.

-¡No lo harás, no, no!

Pinkie contó hasta tres y, tras llegar a tres, saltó.

-¡No!-chilló Pinkamena.

El aire fresco que sintió calmó el calor que notaba desde que subió allí arriba; por un momento le dio la sensación de que estaba volando y se dejó llevar. El paisaje daba vueltas y se difuminaba ante sus ojos. No fijó la vista en nada en concreto, tan solo se dejó llevar; vio entonces un fondo blanco, sobre el que se recortaban una serie de siluetas que ella conocía muy bien. Sus amigas la sonrieron, mirándola como solo ellas lo harían. Y no pudo evitar sentirse triste.

-Lo siento, chicas... soy una cobarde...

La caída duró una eternidad, o esa fue la sensación; no vio ni el suelo, ni el cielo, ni nada de nada. Tan solo sintió como botaba sobre algo blando y mullido.

-Así se deben sentir las nubes del cielo... debo de estar en el cielo, entonces...

Cerró los ojos, notando como el mundo dentro de ellos seguía dando vueltas; en cuanto los abrió, vio la calle por donde había venido y un gran manto de hojas verdes y frescas.

-Espera... respiro... ¿estoy muerta?-pensó entonces.

Notó su mente despejada y aliviada, no oyó a Pinkamena decir nada; se reincorporó por un momento y vio que estaba en la copa de un frondoso árbol, tan grande y tupido era que parecía un colchón. Alzó la vista y vio el ventanuco desde donde se había tirado. Bajó la vista y vio que apenas estaba a menos de un metro del suelo. En ese momento abrió mucho los ojos, comprendiéndolo; no pudo evitar llorar como una potrilla, mientras bajaba del árbol.

-Lo siento... lo siento tanto, chicas, soy una tonta, una tonta...

Entró de nuevo en el edificio para resguardarse del calor y, una vez dentro, se dejó caer al suelo, al final de un angosto pasillo entre una serie de bancos muy largos y que parecía no acabar. Siguió llorando desconsoladamente, dándose cuenta de lo que acababa de hacer.

-¡Tonta! ¡Tonta, imbécil, idiota! ¡Soy tonta!-sollozó, dándose pequeños cabezazos contra el suelo.

Sus quejidos y lamentos rebotaban por toda la cavernosa estancia, haciendo eco en sus paredes; en cuanto se calmó alzó la vista y vio una especie de cruz colgante, sobre la cual había un hombre de cera clavado, con los brazos abiertos y las piernas dobladas. Tenia la cabeza echada hacia abajo y apenas se le podía ver la cara, pero se notaba que estaba sufriendo; una corona de pinchos decoraba su sangrante cabeza, y en el pecho tenia una herida abierta. Pinkie lo miró un tanto extrañada; ¿Qué haría ahí colgado, de una forma tan cruel y barbárica? ¿Por qué lo tendrían en un lugar tan grande como ese? ¿Y para que? Miles de preguntas, y ninguna sola respuesta.

Se levantó pesadamente y estuvo explorando un poco el lugar, pasando por otra puerta que no comprobó; llevaba hasta una pequeña sala, donde no había nada relevante. Pero vio entonces un armario pequeño debajo de un banco, lo abrió y se quedó helada.

-¡Agua!

Una serie de garrafas de agua se encontraban delante de sus ojos, cogió una, la abrió con mucha dificultad, y bebió rápidamente, calmando su enorme sed. Una vez que estuvo satisfecha, la dejó donde estaba, aunque vio que había cinco más que la vendrían muy bien. Buscó algo con el que llevárselas y encontró una carretilla de cuatro ruedas roja, donde las cargó todas; salió de allí, sintiéndose mucho mejor y con los ánimos más levantados. Incluso hacia un buen rato que no oía a Pinkamena, lo que la tranquilizó aun mas. Antes de irse vio un libro muy grande y muy gordo, cerca de allí; ya se había leído todos los libros que había en la pastelería, por lo que no vio por qué no llevárselo. Se titulaba Sagrada Biblia.

-Extraño título para un libro... a ver de qué trata-pensó ella, dejándolo con las demás cosas.

Y así, un poco más renovada, se puso en marcha para volver a la pastelería; incluso Pinkamena no volvió a molestarla, lo que la dio más motivos para tranquilizarse.






-Agh, maldito calor… ¿de dónde ha salido? Antes de ayer hacia hasta fresco…

Applejack sabía lo que era el trabajo duro, y más de una vez había tenido que recolectar manzanas bajo un sol abrasador; sin embargo, nada la había preparado para soportar temperaturas tan altas, o al menos las que estaba teniendo en ese momento. El calor de Ecuestria no se sentía igual que el calor de ese lugar. O quizás solo era su imaginación.

-Cuestión de acostumbrarse, supongo…-murmuró la poni de tierra, pasando un casco por el tronco del manzano.

Tras ese gesto, se dio la vuelta y coceó con fuerza el tronco, cayendo varias manzanas al suelo; aún seguían sin madurar, lo que la dejaba bastante extrañada. Sus manzanos no tardaban tanto en crecer y madurar, por lo que la cosecha era casi constante, salvo algunas excepciones como con las manzanas zap. Por un lado se esperaba algo así, pero por otro… se sentía extraño.

-Este calor es matador… será mejor que me retire.

Volvió al cortijo, refugiándose en la sombra que el porche proporcionaba y observando el paisaje; esa semana había pasado bastante rápido, mucho más de lo que Applejack hubiera esperado. Al igual que en Sweet Apple Acres había encontrado algo con lo que distraerse, por lo que mataba el tiempo de la mejor manera; reordenó todo lo que pudo los graneros y encontró una serie de semillas de todo tipo, por lo que decidió intentar cultivar cositas varias. Desde girasoles, pasando por calabazas y hasta tomates y lechugas, quería intentar un poco de todo. Abrió un amplio y largo surco donde poder plantarlos y luego lo cubrió bien de tierra; cerca de allí había una bomba de agua eólica, por lo que no tuvo problemas de regadío, aunque lo malo era que solo contaba con varios cubos y no podía llevarlos todos a la vez. Una vez más, se lamentó por no ser un unicornio, para poder llevar más de uno consigo; incluso llegó a pensar en los humanos, con sus dos largos brazos no tendrían problemas para llevarlos de dos en dos. Desde entonces había estado esperando a que los primeros brotes germinaran enseguida, pero su desilusión había sido mayor al comprobar que nada era como en Ecuestria; las manzanas no maduraban todavía, y los brotes tardaban en salir. Todo era mucho más lento, cosa que ponía nerviosa a Applejack.

Aun así nada de eso dejó que la desanimara y trató de relajarse, mordisqueando una larga hierba, mientras se recostaba en el porche de entrada; la poni de tierra dejó escapar un lánguido suspiro, mirando al horizonte. Siempre pensaba que, tal vez, vería una serie de ponis recortándose en el horizonte y dirigiéndose hacia donde ella estaba; prefería conservar la esperanza de que fueran sus amigas, viniendo a por ella. O tal vez, su familia.

-Ojalá estuvierais aquí… es lo único que pido.

Cerró los ojos, pensando en improbabilidades, y dejó pasar el tiempo, mientras caía en brazos de Morfeo; para entonces, el sol comenzaba a descender.





Pinkie agradeció su decisión de haber saltado, por muy loco que sonara; cierto fue que el árbol la salvó de la muerte, pero el hecho en sí había hecho que Pinkamena no volviese a molestarla durante el resto del día. Creía que no lo haría… pero se equivocó. Y un árbol la llevó la contraria. Quién lo diría.

-Quizás fue cosa de este tal Dios… que historia más enrevesada, no hacen más que engendrar hijos, parece una novela de folletín-murmuró Pinkie, mientras leía su nuevo libro en compañía de una austera cena.

-Je, folletín… que atrevida puedo llegar a ser sin proponérmelo…-se dijo a sí misma, esbozando una sonrisita socarrona.

Jamás hubiera creído que volvería a sonreír de alguna u otra forma, cosa que la animó un poco más; Pinkamena no estaba, ella sonreía y podía respirar tranquila.

Estuvo leyendo un poco más, pero con tantos hijos de padre, y de hijos, y de nietos acabó con la cabeza como un bombo.

-Tienen una familia demasiado grande en el antiguo testamento este… imposible conocerlos a todos-murmuró la poni, cerrando de golpe el libro.

Aprovechando las últimas horas de luz, estuvo dando un paseo rápido por el barrio, pero luego volvió enseguida, entrando en el recibidor; aún no había colocado bien las mesas y las sillas, las cuales seguían apelotonadas en una esquina. Por hacer algo, decidió poner un poco de orden, comenzando con las sillas, al ser éstas las que menos pesaban. Moviendo unas pocas, le pareció ver algo escondido entre estas y sacó una especie de cajita negra con carcasa transparente y una serie de botones en la parte superior.

-¿Qué es esto?-se preguntó ella.

Como no supo contestarse inmediatamente después, lo dejó para luego y siguió ordenando un poco el sitio; una vez que lo tuvo todo un poco mejor, cogió el aparato que encontró y se lo llevó a la cama, donde lo miró con más detenimiento. Pudo paliar el problema de la luz por las noches gracias a unas velas que llegó a encontrar en una casa cerca de allí, aunque encenderlas era toda una odisea. Una vez que tuvo al menos una encendida, se puso a investigar el extraño objeto.

-Qué raro es… parece una cajita sorpresa, aunque… ¿Qué serán estos botones?

Con sus cascos apenas podía hacer gran cosa, de hecho estuvo pulsando todos a la vez; pero de golpe y porrazo, uno de ellos saltó de golpe como un resorte, haciendo que otro hiciese lo mismo y luego el botón central se oprimió solo. El hecho en si la dejó bastante chocada, y más aún cuando una voz extraña comenzó a salir de la cajita.

-25 de enero de 2013, séptima entrada; el proyecto se lleva a cabo en el más estricto de los secretos, todo es controlado con milimétrico detalle y cada cosa que es cambiada es notificada como si fuera de prioridad uno. Por un lado es más que evidente, aunque por otro lado me asaltan dudas. Incluso hasta mis acciones en éste son del todo ajenas; hace poco que he empezado y hasta ahora, todo lo que hecho poco o nada tiene que ver entre sí. Un día me mandan reconfigurar unos sistemas electrónicos, mientras que al otro me piden que desmonte una CPU o a la semana siguiente me ordenan que me mezcle con un biólogo para tratar de combinar genética e informática. Ya ves tú que lio. Aunque te mentiría si te dijera que nada de eso me llamaba la atención. ¿Para qué querrían que trabajásemos en encargos que apenas estaban relacionados entre sí? ¿Y con qué propósito? De lo poco que me acuerdo es de una de las tantas localizaciones que alternábamos, ya que ni con eso nos estábamos quietos; la última que visité fue una base militar que hay cerca de Phoenix, en Arizona, pero apenas me acuerdo de todos los detalles. Mis recuerdos son difusos, y ni siquiera sé bien por qué. Sólo espero salir entero de ésta. Ojalá pudieras perdonarme, Katherine, me distancie de ti por mi propia decisión. Y es ahora cuando más me arrepiento de haberlo hecho. Jim Collins, corto y cierro.

Pinkie se quedó de piedra, sin poder creérselo del todo; finalmente se desató y exclamó.

-¡Hola Jim Collins, soy Pinkie Pie! ¡Oh, qué bien, hacía tiempo que no me sentía tan feliz! ¡Por fin conozco a alguien con el que puedo hablar! ¡Porque puedo hablar contigo! ¿No? ¡Dime más cosas Jim, no te cortes!

Pero lo que en un principio pensó como un nuevo compañero, pronto pudo ver que no podría interactuar con él de la misma forma con la que interactuaba con sus amigas. Eso la dejó un tanto confundida. Podía oír su voz, hablándola, pero no podía responderle ni hablarle, tan solo escucharle.

-Qué raro… y yo que creí que podía hablar contigo…-murmuró ella, algo desanimada.

A pesar de eso, ella se sentía contenta; por fin escuchaba algo más que no fuera ella misma. Y eso la dio más motivos para seguir sonriendo y olvidarse de Pinkamena. Esa noche durmió mejor que nunca.

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 29 Jul 2013, 09:43
por Sg91
Capítulo 11

No es lo que crees


-A ver, espera, volvamos a empezar, nos estamos liando…

-Desde luego… a ver, ponlo como estaba.

-Se cerraba aquí ¿no? ah, ya está.

-Veamos, tan solo tenemos que seguir al pie de la letra el manual, no es tan complicado…

-Vale, en ese caso guíame y empecemos de nuevo.

-Está bien. Empezamos dando clic a Inicio.

-Inicio…

-Todos los programas.

-Todos los programas…

-Microsoft Office 2000.

-Office 2000…

En esos momentos, Twilight se sentía capaz de escribir un tratado titulado: "El ordenador, ese gran desconocido"; y es que esa mañana prometía bastante, ya que la idea fue suya. Desde que leyó acerca de internet, quiso saber más de los ordenadores en sí y decidió intentar algo sencillo con el que tenían en la sala de lectura. Tras una profunda investigación usando el manual de instrucciones del aparato y un manual de uso para ordenadores, intentaron dar el siguiente paso, encendiendo el ordenador y trabajando con él, resultando ser aún más complicado de lo que en un principio pensaron.

Spike era la piedra angular del experimento, puesto que con sus garras podía teclear rápidamente, casi como lo haría un humano; Twilight lo había intentado con su magia, pero temía que ésta entrara en contacto con el ordenador. Hasta ese momento, sus investigaciones acerca de las diferencias y similitudes entre la magia y la electricidad habían avanzado poco a poco, descubriendo más cosas, aunque no tantas como a ella la hubiera gustado. Descubrió que ambas corrientes, la mágica y la eléctrica, llegan a complementarse, pero también a oponerse si su carga es demasiado alta. Debía de profundizar más en ese aspecto y tratar de desentrañar una forma de combinar las dos, para así poder replicar la electricidad por sí misma.

-Vale, ya se ha abierto ¿ahora qué?-inquirió Spike en ese momento.

-Ah, bien, quería empezar con esto del procesador de textos, así que vamos a hacer algo sencillo. Vamos a transcribir algunas de mis notas que tengo escritas en papel y luego a guardarlas en una carpeta de Mis documentos.

El manual de instrucciones flotaba junto al manual de informática, y una serie de papeles llenos de notas y apuntes de la unicornio lavanda; los papeles se reordenaron solos, mientras que ella la iba indicando a Spike el formato a usar.

-Cambia la fuente a Times New Roman en la pestaña superior izquierda, al lado de archivo; auméntala a 14 y luego justifícala.

Siguiendo sus indicaciones, el dragón configuró correctamente la fuente; cuando no entendía algo, Twilight le acercaba el manual para que viera las ilustraciones y se guiara mejor.

-¿Estás ya?

-Cuando quieras.

Twilight comenzó a dictar sus anotaciones y Spike las fue escribiendo en el ordenador; todas ellas eran informes y reportes, explicando todo lo que había aprendido acerca de la cultura humana desde que vivían allí. La unicornio los había escrito como si fueran reportes para mandar a la princesa, de hecho había estado rumiando el mandárselos a la misma para así tratar de localizarla, pero tenía sus dudas; EEUU era un país muy grande, con casi diez millones de kilómetros cuadrados. De toda esa superficie, ella se encontraba en una mínima parte; además, no sabía dónde podía estar la princesa. Y tampoco sabía si ella también estaba allí. Las posibilidades eran infinitas. Y eso mismo era lo que la hacía dudar.

-¿Twilight? ¿Sigo o qué? ¡Twilight!-exclamó Spike.

La unicornio lavanda despertó de golpe, reubicándose enseguida.

-Ah, sí, sí… ¿por dónde iba?

-Atributos de la electricidad…

Echó un vistazo a todo lo que llevaba escrito, ocupando casi veinte páginas; de fondo, podía oír el traqueteo del generador en el hall.

-Vale, vamos a dejarlo aquí por hoy, no quiero gastar más de lo necesario. Para guardar lo escrito hay que ir a Archivo y seleccionar Guardar como.

Siguiendo los pasos apropiadamente, no tuvieron problemas para ubicar la carpeta de Mis documentos y guardar el archivo en ella; una vez que terminaron, apagaron el ordenador.

-Vaya, ha sido muy interesante… con algo así no hace ni falta escribir a mano-observó Spike.

-No, e incluso se puede tener toda la información ordenada y lista para ser consultada. La verdad es que es muy útil, quizás los humanos no tuvieran una magia como la nuestra, pero no hay duda que ésta era su propia magia. Los humanos fueron increíbles…

Y es que con cada cosa que iba descubriendo, no hacía más que aumentar su admiración para con ellos; a lo largo de toda su historia, fueron descubriendo una serie de adelantos tecnológicos que iban supliendo todas sus carencias. En ese aspecto, los ponis no eran tan diferentes de los humanos, pero éstos se desmarcaban mediante las técnicas que emplearon para desarrollar todos sus aparatos y máquinas que tan a diario usaban en su vida cotidiana.

-Entonces… ¿para cuándo iremos a Oklahoma? Pregunto para ir preparando las cosas para el viaje…-inquirió en ese momento Spike.

-Pues… dado que las investigaciones van bien y no quiero gastar demasiado combustible… quizás salgamos pasado mañana. Habría que levantarse pronto para aprovechar las horas de viaje, eso sí.

-Muy bien, sólo espero que el tiempo nos dé un respiro…

El dragón y la unicornio regresaron de nuevo a sus tareas de investigación, en la sala de lectura; afuera, el sol calentaba las vacías calles de Central High.





Mientras tanto, en lo alto del Kitt Peak, la bóveda del telescopio Mayall se movía lentamente, mientras que un aura de color azul cobalto la envolvía durante el proceso. Al otro lado de la cima de la montaña, el objetivo del telescopio solar McMath-Pierce hacia lo mismo, sólo que ésta vez un aura de color dorada lo rodeaba. Para las dos princesas, la semana se había pasado en un suspiro; quizás fuera por el continuo trabajo que habían estado realizando con los dos únicos telescopios que tocaban, puesto que se habían acostumbrado a ellos rápidamente. Un rápido repaso previo a los manuales de los mismos las había ayudado a comprender mejor su funcionamiento, y la falta de energía no había sido un problema en absoluto; su magia podía suplirla perfectamente, sobre todo a la hora de mover los objetivos.

Celestia eligió el McMath-Pierce sobre todo por su curiosa forma, aunque su funcionamiento también la llamó la atención; siendo el sol su principal elemento, la convenía estudiarlo en profundidad usando el que era la mayor y mejor herramienta para ello, al menos en el mundo humano. Se centraba, sobre todo, en explicar el extraño fenómeno que las transportó hacia allí; tenía la firme convicción de que éste había tenido algo que ver en el inusitado teletransporte que habían sufrido hace poco. Además, no todos los días tenía la oportunidad de observar al astro rey sin sufrir ningún tipo de lesiones oculares. Eso era lo que más la fascinaba del telescopio, el poder contemplar el gran espectáculo que el sol la ofrecía sin nada que temer.

En cuanto a Luna, eligió el Mayall por obvias razones, según ella; estaba situado en el punto más alto del monte y era el más alto de todos los telescopios, por lo que el rango de visión era único. Al contrario que su hermana, ella se centraba en estudiar todo lo que se la ponía a tiro, tratando de descubrir los misterios y entresijos del nuevo universo que se abría ante ella. Planetas, estrellas, nebulosas, meteoros, cúmulos, constelaciones… todo era relevante para la princesa de la noche, la cual se esforzaba por estudiarlo todo y saber más.

Desde que llegaron al observatorio, su nuevo ritmo de vida era constante y rutinario; se levantaban pronto para ver el amanecer mientras desayunaban, luego se metían en sus respectivos telescopios y trabajaban hasta la hora de comer. Se reunían en las oficinas centrales para descansar y luego seguían trabajando hasta bien entrada la noche. Durante el día, Celestia solo enfocaba al sol, mientras que Luna siempre enfocaba hacia el lado contrario, para evitar que la radiación la dañara los ojos; en cuanto este se ponía, Luna podía moverse hacia todos los lados, mientras que Celestia seguía de cerca al astro rey hasta que éste desaparecía. Durante la noche, Luna se podía mover libremente, mientras que Celestia enfocaba otros puntos más concretos, buscando radiaciones solares perdidas. Luego se reunían de nuevo en las oficinas para cenar juntas y poner en común todo lo que habían aprendido.

Ese día, Celestia estaba especialmente absorta observando la superficie del sol; en lo que llevaba de mañana había tenido la suerte de contemplar varias erupciones solares moderadas y el espectáculo era fascinante. Largas lenguas de fuego se desprendían de la candente superficie del sol para elevarse hacia el espacio y desaparecer al poco rato. Según lo que había estado investigando, el sol estaba compuesto en su gran mayoría por hidrógeno, el cual lo quemaba transformándolo en helio en su núcleo y liberaba el calor hacia todas las direcciones. De vez en cuando, debido a una combustión mayor, llamaradas solares más largas y potentes escapaban de la enorme estrella, dejando un rastro de plasma aún mayor. Nunca antes había podido observar el sol con tanto detalle y nitidez, por lo que el espectáculo la dejaba hipnotizada en todos los sentidos.

-Es… hermoso…-masculló, despegándose por un momento para tomar notas.

A parte de eso, también había podido observar una serie de manchas solares alrededor de la parte superior de ese lado de su superficie; desde hacía unos pocos días, buscaba otras manchas similares que estuviesen más o menos dispersas y cercanas a las que ella había visto al principio. Algo la decía que esas manchas podían ser la respuesta que andaba buscando, o al menos algo aproximado y una posible pista.

-Sexto día de observación solar, sin cambios aparentes alrededor de las manchas detectadas; el flujo de helio y plasma alrededor de la superficie es constante y a veces se realiza de forma cónica o en espiral. Tres últimas erupciones solares en lo que va de mañana. No me canso de verlas.

En cuanto de terminó de anotar sus impresiones, consultó algo rápido en sus libros y volvió a pegarse al ocular; de vez en cuando movía un poco el objetivo para enfocar a otros puntos del sol, pero cuando se centraba en un área específica se quedaba en esa para observar con más detenimiento. Y la de esa mañana no era ninguna excepción.

-Antes me pareció ver una perturbación en el flujo del helio… ¿dónde está?-se preguntó ella, frunciendo el ceño.

Giró un poco el objetivo con su magia, en busca de ese fenómeno; normalmente, cuando el helio se arremolinaba sobre un solo punto, solía ser el preludio para una llamarada solar leve o un pequeño escape de plasma. En ese momento vio un ligero halo rojizo rodeando una de las manchas que antes vio y un enorme chorro de helio y fuego salió de golpe del sol, alzándose sobre la superficie; hilos de plasma se alzaron hacia la oscuridad del espacio y el resto volvió a caer sobre la ardiente estrella.

-Uuah…-murmuró ella, sin quitar ojo del ocular.

Quiso observar un poco más, pero en ese momento recordó algo y se dirigió al pequeño despacho que allí había y donde apareció por primera vez; una estrecha estantería contenía libros de todo tipo, pero ella solo cogió uno de los tantos que allí había, consultando algo rápido.

-Me pregunto si esas manchas pueden tener relación con la radiación mágica… se muestran de una forma muy similar, aunque…

Era en momentos como esos en los que Celestia lamentaba no haber podido traerse consigo ningún manual o tomo sobre magia genérica; tenia que partir sobre todos sus conocimientos previos, pero hasta ella sabía que éstos no siempre eran del todo exactos. A pesar de sus años y su sabiduría, había cosas que se la escapaban. Y en ningún momento tuvo tiempo de hacer las maletas, por así decirlo.

Un gran reloj de arena sobre la mesa, que encontró en las oficinas centrales, terminó de dejar caer los últimos granos de arena; Celestia cerró el libro con su magia y lo dejó donde estaba. Regresó un momento hasta donde se encontraba el ocular y lo cerró, al igual que el objetivo en lo alto del telescopio. Ya era la hora de comer y, con toda seguridad, su hermana la debía de estar esperando en las oficinas centrales.

Salió afuera y voló hacia éstos rápidamente, dejando que la luz del sol bañara las plumas de sus alas; aterrizó justo al lado de la puerta y se internó rápidamente, resguardándose del calor. Descubrió entonces la cafetería vacía y frunció el ceño, extrañada.

-¿Luna?-la llamó en voz alta, retumbando su voz por todas las oficinas.

-¡Estoy aquí arriba!-oyó entonces la apagada voz de su hermana.

Sin perder tiempo, se dirigió al primer piso y encontró a su hermana pequeña trasteando junto al televisor del salón audiovisual.

-¿Qué haces, Luna?

-Oh, te estaba esperando antes, pero como tardabas me subí un momento-explicó ella, mientras sostenía con su magia una pequeña caja negra.

-Ah, perdona, pero es que me quedé absorta investigando el sol… ¿Qué es eso, que haces?

-Oh, no es gran cosa, desde que llegamos aquí me quedé extrañada sobre qué podría ser y lo he estado investigando a fondo; gracias a un manual que he podido encontrar sé que es una PlayStation 3 y que sirve para jugar, aunque aún no comprendo tal cosa. Creo que se conecta al televisor, pero no estoy segura…-explicó Luna.

Celestia echó un vistazo a las estanterías que allí había y le pareció ver una serie de títulos con el mismo nombre que su hermana nombró; sacó entonces una serie de cajas pequeñas y finas, con el nombre de PlayStation 3 arriba del todo y con títulos extraños en ellas.

-Mira, estas cajas también tienen el mismo nombre ¿era esto lo que buscabas?

Le tendió las cajas con su magia y Luna echó un vistazo a los títulos.

-DmC, Anarchy Reigns, Ni no Kuni: la ira de la Bruja Blanca, Tomb Raider, Bioshock Infinite… extraños títulos, y no parecen ser libros…

Abrió la caja titulada Bioshock Infinite y mayor fue su sorpresa al encontrar lo que parecía un disco encajado en una base con la misma forma. Si antes había llegado a comprender algo acerca de la PlayStation 3, ahora volvía a estar en las mismas.

-Bof, esto me va a llevar su tiempo entenderlo… vamos a comer, lo dejaré para otra ocasión-murmuró Luna, dejándolo todo en la mesa.

Bajaron a la cafetería y, mientras comían, hablaron de sus descubrimientos como venia siendo costumbre.

-¿Has descubierto algo nuevo acerca del sol?

-No gran cosa, aunque algo me dice que las manchas solares pueden estar relacionadas con la radiación mágica… ya sabes, por la influencia de las ondas hertzianas y demás, estoy convencida de que el sol tuvo algo que ver. ¿Y tú?

-He estado explorando El Joyero.

-¿El Joyero?

-Sí, un cúmulo estelar precioso compuesto por un montón de estrellas de muchos colores, tendrías que verlo, brillan como joyas, de ahí su nombre.

-Anda…

-Fue descubierto por Nicolas Louis de Lacaille, un astrónomo francés, pero el nombre se lo dio Sir John Herschel, un astrónomo inglés. Me he pasado toda la mañana enfocando a las diferentes estrellas que tiene, he llegado a contar hasta cien.

-¿Y ya sabias distinguirlas?

-¡Pues claro! ¡Todas brillan de forma distinta, es muy fácil diferenciarlas! ¡Tienes que verlo, es impresionante!

-Bueno, si eso dame las coordenadas y lo enfocaré esta tarde… aunque ahora que lo comentas, también tendrías que ver las erupciones solares, son asombrosas, ni el fuego del tártaro se compara, incluso es mucho más bonito a la vista.

-¿De veras? me pasaré entonces mañana a echarle un vistazo…

A lo largo de toda esa semana habían estado racionando sabiamente todo lo que tenían para que les durara el mayor tiempo posible, pero aun así la poca comida que tenían iba menguando poco a poco.

-No nos quedan muchas provisiones… tenemos para unos cuantos días más, pero me temo que se nos acaban-anunció Celestia, echando un vistazo a la pequeña despensa.

-En ese caso tendremos que salir de expedición un día de estos ¿no?-obvió Luna.

-Sí… he estado consultando el mapa de esta zona y las ciudades más grandes que mas cerca nos quedan son Tucson y Phoenix, respectivamente. Si quieres, pasado mañana nos acercamos a Tucson y buscamos algo de comida-sugirió su hermana mayor.

-Me parece bien… aunque supongo que la que peor lo está pasando aquí eres tú ¿verdad, Tia?-inquirió entonces ella, con una sonrisita mordaz.

-¿Y eso a que viene?-quiso saber ésta, extrañada.

-Bueno, es evidente… ¿Cuánto hace que no hemos vuelto a comer tarta?

En ese momento, la princesa del sol contuvo una exasperación y murmuró.

-¿Sabes? a veces pienso que debería haberte encerrado más tiempo en la luna…

A pesar de eso, Luna la miró divertida y la sacó la lengua, de forma algo infantil; aun así, Celestia esbozó una pequeña sonrisa. Si no hubiera sido por su hermana, la estancia en Kitt Peak habría sido muy dura y difícil. Agradecía a los cielos que estaban juntas en ese extraño pero atractivo e interesante mundo.





El desierto de Mojave se dejaba sentir más seco y cálido que nunca; a pesar de que empezaba a atardecer, el calor presente amedrentaría a cualquiera de trabajar duramente con trabajos pesados. Pero Rainbow Dash no era una cualquiera, por supuesto. La semana había pasado volando, sobre todo cuando había estado ocupada ensamblando de nuevo el Supermarine Spitfire; la cola había sido lo último y todas las partes estaban unidas de nuevo, de forma completamente apañada. Muchos metros de cuerda y una serie de barras metálicas habían conseguido que el caza volviera a tener forma de caza. Ahora se encontraba repintando el aparato, con pintura que pudo encontrar en el mismo hangar; no tenía todos los colores, por lo que tuvo que mezclar los que tenía a mano para conseguir la gama que ella quería.

-Unos cuantos brochazos más y esta ala estará terminada-murmuró ella, por lo bajo.

Quizás la parte que menos le gustaba a la hora de pintar era el tener que sujetar la brocha con los dientes; lo había intentado usando los cascos, pero se la había caído demasiadas veces. Por ahora había tenido la suerte de no haber tragado pintura, pero aun así tocaba madera. El morro dejaba a la vista una mezcla de naranja y amarillo oscuro alrededor de éste y la cabina, mientras que el resto del fuselaje presentaba una tonalidad más clara de amarillo. Algunas partes no estaban del todo pintadas y se notaba que aún le faltaban varias capas más con la brocha.

Acabó con esa ala dando unos últimos repasos a la punta de la misma y devolvió la brocha al bote de pintura mezclada.

-Bof, qué calor… necesito un trago.

Cogió con sus patas una larga botella de agua casi vacía y la apuró de un solo trago.

-Mierda, creo que ésta era la penúltima…-recordó ella, preocupada.

Y es que los suministros comenzaban a acabarse, siendo el agua el más acuciante de todos; ya había explorado todas las áreas colindantes en busca de más agua, pero no había encontrado nada. Comenzaba a pensar en ir más allá, ya que sin agua no podría sobrevivir; y eso mismo le recordó su idea de ir a ver lo que podría ser ese brillo que venía observando desde lo alto del cerro de un tiempo a esa parte. Todas las noches se quedaba un buen rato en lo alto del mismo, divagando y pensando en lo que podría ser ese punto de luz en la lejanía. Y ese día no fue menos.

En cuanto el sol comenzó a despuntar, voló hacia el cerro y se quedó allí, admirando la nueva noche que se cernía sobre ella; esta vez, la luna menguante apenas llegaba a iluminar el valle, por lo que el punto de luz se veía mejor. Rainbow especulaba mucho sobre qué podría tratarse.

-Quizás sea una especie de luz mágica… o puede que solo se trate de algún efecto óptico… no sé, es muy misterioso…

No podía negar que su curiosidad iba cada vez en aumento; y si tenía que moverse en busca de suministros, no sería mala idea hacerlo en dirección hacia ese extraño fenómeno. Así mataría dos pájaros de un tiro.

-Sí, en el caso de que me vaya será también para descubrir lo que es esa luz. Aunque antes prefiero terminar de pintar el avión, yo creo que si me tiro mañana todo el día podré acabarlo; así que pasado mañana puedo irme…

Aunque en realidad estaba divagando, supo enseguida que cumpliría con la fecha prevista; cuanto antes saliera, mejor, pero el avión era lo primero. Dio entonces por concluidas sus divagaciones y echó a volar de nuevo, de vuelta hacia el cementerio de aviones; debía que acostarse pronto para levantarse temprano y terminar con el trabajo que tenía entre cascos. Por lo que no se lo pensó más, cenó algo rápido y se metió en la cama a no más tardar.






Las estrellas coronaban el monte de Kitt Peak, junto con la estrecha luna por corona; ambos telescopios estaban ya cerrados y las dos princesas se encontraban contemplando el espectáculo, maravillándose ante la inmensidad del firmamento.

-¿Pudiste ver el joyero?

-Sí, la verdad es que es precioso… es una pena que esta no sea tu noche, Luna… ni siquiera en Ecuestria teníamos un cielo así…

-Sí, es verdad… aun así se disfruta igual ¿no crees?

-Desde luego…

Las dos se quedaron en silencio por un momento, prestando especial atención a los detalles; un rastro blanquecino recorría el cielo verticalmente, siendo una de las cosas más destacables del mismo. El sonido de los grillos y el ligero brillo de las luciérnagas las acompañaba.

-Ésa es la Vía Láctea, una porción de la galaxia en la que nos encontramos que lleva el mismo nombre-reveló Luna.

-¿De veras?

-Sí, cruza de este a oeste toda la esfera celeste y se puede ver fácilmente, como puedes ver. Según leí, recibe el nombre de una antigua leyenda griega.

-¿Y qué leyenda es esa?

-Una que cuenta que Hermes, el mensajero de los dioses, puso a Heracles en el seno de Hera, mientras ella dormía, para que mamara la leche divina. Pero, al despertar y darse cuenta, lo separó bruscamente y se derramó la leche, formando la Vía Láctea.

-Vaya, qué interesante…

-¿Verdad? He de reconocer que los humanos tenían buena imaginación… fueron increíbles…

Las dos se quedaron en silencio por un momento, escuchando los sonidos de la noche; Celestia frunció el ceño, pensativa, y luego habló.

-Luna… ¿puedo hacerte una pregunta?

-Claro, dispara…

Su hermana mayor tomó aire y entonces inquirió.

-¿Te gusta este mundo, Luna?

La aludida la miró, un tanto extrañada por la pregunta.

-Bueno, he de admitir que desde que llegamos he estado descubriendo un montón de cosas nuevas… por un lado todo se siente extraño y distante, pero por otro es algo interesante y que merece la pena ser descubierto…

-Entonces te gusta…

Luna se quedó en silencio brevemente, pero no tardó en contestar.

-Pues… sí, se podría decir que sí. ¿A ti no te gusta?

-Bueno, no me disgusta, aunque…

Fue entonces cuando la princesa de la noche quiso decir algo, pero prefirió quedarse callada; su hermana vio su momento de duda, aun así no dijo nada más. Extendió su ala derecha y arropó con ella a su hermanita. Luna apoyó su cabeza en el hombro de Celestia y, sin decir nada más, siguieron contemplando la bóveda celeste.

Poco después, una estrella fugaz la cruzó rápidamente, siendo vista por las princesas, las cuales no dijeron nada y formularon su deseo en voz baja.

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Bueno, nos acercamos al primer punto de inflexión en la historia, comenzarán a encontrarse unos cuantos, pero no todos a la vez, aun quedan muchos capítulos por delante.

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 01 Ago 2013, 19:58
por Sg91
Capítulo 12

La familia unida nunca se olvida


Unos densos y compactos nubarrones grisáceos se arremolinaban sobre Central High desde esa mañana, amenazando lluvia; para mediodía comenzaron a descargar con fuerza y las calles del pueblo se convirtieron en auténticas riadas. Twilight tuvo que sellar las puertas principales con su magia para que el agua no se colara en el interior de la biblioteca. Mientras afuera llovía, dentro se ultimaban los preparativos para el viaje de mañana.

-Muy bien, las provisiones ya están listas… ¿ya has pensando en cómo las vamos a llevar?-inquirió Spike, observando el montón de comida que racionarían.

-La verdad es que no, pensaba en salir fuera para ver si nos encontrábamos con algo que pudiéramos usar, pero… llueve lo indecible.

Los dos se acercaron a la ventana de la cocina, viendo como el agua caía son fuerza y borboteaba por las calles.

-Bueno, es la típica tormenta de verano, no es tan raro. Seguro que escampa enseguida-supuso el dragón.

-Ya, pero aun así sigo sin entender cómo puede el clima comportarse de forma tan aleatoria… por ahora comprendo cómo funciona la atmosfera, pero aun así sigue sin tener sentido para mi-reveló la unicornio, con el ceño fruncido.

-Cuestión de acostumbrarse, supongo… al menos refresca el ambiente, el calor ha sido insoportable de un tiempo a esta parte.

-Sí, ahí llevas razón…

A parte de las provisiones, también llevarían unos cuantos libros para leer por el camino, una linterna por si no consiguieran llegar antes de que oscureciese y algunas mantas y almohadones por si seguía lloviendo o refrescaba. Aunque debido al gran numero de cosas que llevaban, se hacia indispensable algún tipo de contenedor para poder llevárselas con ellos.

Mientras esperaban a que dejase de llover, Twilight mató el rato leyendo un poco, mientras que Spike se puso un disco de Armin van Buuren, su Dj humano favorito; al contrario que Twilight, el dragón tenia gustos algo más específicos, y aunque el rock y el metal le gustaron bastante, el trance de Armin llegó a convertirse en uno de sus géneros preferidos, para desgracia de la unicornio lavanda.

-¡Spike, estoy leyendo, baja ese volumen!-exclamó ella, molesta.

-¡Oh, venga ya, está sonando J'ai envie de toi, uno de sus mejores temas!

-¡Me da igual, sabes que tanto ruido me molesta y no me puedo concentrar, o lo bajas ahora o lo bajo yo!

-¡Si te molesta tanto, entonces ve a leer abajo!

-¡Ahora mismo no me apetece bajar! ¡Además, la bóveda de la biblioteca amplifica la música y lo sabes!

Spike dejó escapar un respingo y se vio obligado a bajar el volumen, quitándole encanto al tema

-Aguafiestas…-masculló por lo bajo.

-Te he oído… además, te recuerdo que tenemos que ahorrar combustible para el generador-argumentó ella, sin inmutarse.

Como la música de Armin no se disfrutaba igual con el volumen bajo, optó por retirar el disco y apagó la cadena, un tanto molesto. Como no se le ocurrió hacer nada más, simplemente se sentó en una silla y estuvo viendo llover, mientras Twilight leía tumbada en el sofá. Ésta le lanzó un par de miradas inquisitivas, esperando algún comentario por su parte, pero él no dijo nada. El repiqueteo de la lluvia al caer sobre el suelo era lo único que se oía, siendo de hecho un tanto relajante.

-Twilight…

-¿Sí?

-¿Crees que podremos encontrar a alguien por ahí? si nosotros estamos aquí, no veo por qué no haya mas ponis a nuestro alrededor…

La unicornio lavanda se quedó pensativa durante unos pocos segundos antes de contestarle.

-Bueno, supongo que sí, aunque lo veo un tanto difícil… este país es muy grande, y si nos pusiéramos a buscar por todos los lados, no sacaríamos nada en claro. Comprendo que te sientas solo… en ocasiones yo también. Pero creo que por ahora es mejor seguir investigando a fondo el mundo que nos rodea para luego ponernos a hacer una búsqueda más intensa.

-Ya, pero aún así… ¿Por qué no pruebas a mandarle una carta a la princesa? Quizás te responda esté donde esté y nos diga donde se encuentra…

-Ya lo he pensado, y más de una vez he escrito alguna que otra con intención de que se la mandaras… pero creo que sería contraproducente ¿y si está a miles de kilómetros de aquí? ¿Y si ha aparecido en Canadá, o en Alaska, o en la otra punta del mundo? no lo puedo saber, o quizás sí, pero no quiero que la distancia que haya entre nosotros sea una traba. Prefiero esperar-explicó ella.

-¡Pero eso no lo sabrás hasta que lo intentes! ¡Escríbela algo, dila donde estamos, yo se lo mandaré!-insistió el dragón.

-No Spike, prefiero esperar…

-¡Pero eso es ridículo! ¡Tienes la oportunidad de comunicarte con ella gracias a mí, aprovéchala!

-¡He dicho que no!-exclamó entonces Twilight, de forma cortante.

Los dos se quedaron en silencio, devolviéndose la mirada; Spike no entendía a que venia tantas reticencias por su parte, si hasta lo podría hacer él mismo. La unicornio lavanda bajó la vista, tratando de ocultar una mirada llena de incertidumbre y algo de miedo. Aun así prefirió obedecerla y no volvió a hablar del tema.

-Es como de nuestra familia, casi como una segunda madre… ¿Por qué querría distanciarse de ella?-pensó el dragón, extrañado.

Como si lo hubiera hecho a propósito, la lluvia se llevó cualquier rastro de respuesta y Twilight permaneció callada, volviendo a su lectura; afuera, seguía sin escampar.







El rastro de nubes era bastante grande y se extendía hasta donde la vista alcanzaba, pasando por Oklahoma y terminando sobre Tulsa. Pinkie permanecía en la pastelería, viendo como la lluvia limpiaba las calles y se llevaba todo rastro de suciedad de ésta. Los últimos trazos negruzcos se diluían hacia el norte, mezclándose con el azul del cielo, pero sobre el barrio en el que ella se encontraba la lluvia permanecía.

-Es un día oscuro y gris… es muy triste…-pensó ella, con un deje nostálgico en su mirada.

Un paisaje como ese le recordaba a su antiguo hogar, aunque la lluvia era un factor que no se daba muy a menudo por esas secas tierras; el terreno desigual, el suelo agrietado y los campos yermos no contrastaban demasiado con la interminable hilera de rocas que coronaba el horizonte que siempre veía desde la ventana de su habitación. Era un lugar gris, vacío y deprimente. Y aun así, era su hogar, por mucho que la pesara. Allí vivía ella con su familia. Su padre siempre se había dedicado a cultivo de rocas, puesto que era el único material en kilómetros a la redonda; nadie en su sano juicio cultivaría rocas, pero ellos si. Y sin embargo, a pesar de lo ridículo que pudiera parecer, conseguían salir a delante. Aunque para Pinkie, a un precio muy alto.

Desde el primer momento que adquirió uso de razón, supo que debía sonreír; ser feliz siempre es el fin último de un poni, y ella sentía eso como su propio propósito en lo mas hondo de su corazón. Pero ella sabia bien que incluso la felicidad no podía legar a buen termino en un lugar como lo era su hogar. Y fue por eso que se fue tras ver aquel arcoíris, porque sabía que en un lugar así seria imposible ser feliz, por mucho que su familia la apoyase. Quizás fuera por eso que su madre quedara tan decepcionada al saber que se iba; o bien puede que su padre tuviera razón cuando la gritó algo sobre la deshonra. Solo sus hermanas entendieron su marcha. Incluso la más pequeña, Inkie, la llegó a pedir que la llevara con ella, pero no pudo. Sus palabras aun resonaban en lo más profundo de su cabeza.

-Debes quedarte con mamá y papá, intenta hacerles felices. Y a Blinkie también. Ellos te necesitan, Inkie.

Fue mucho mas duro de lo que en un principio pensó, sobre todo a la hora de la despedida, pero aun así su madre demostró que la quería. La recomendó a los Cake, recordándola que se presentara como la hija de Sue Pie.

A parte del triste paisaje que Tulsa la estaba ofreciendo ese día, descubrió que incluso Pinkamena tenía su punto; nunca antes hubiera pensado que en algún momento diría algo semejante, pero la echaba de menos. Puede que fuese del todo insoportable, demencial y neurótica, pero no podía negar que al menos la hacía compañía. Y desde que se había ido, se notaba un poco más sola de lo que ya estaba en medio de la pequeña ciudad de Tulsa.

-¿Cuándo dejé que Pinkamena me robara la sonrisa? Mi destino siempre ha sido sonreír, hacer reír a la gente, reírme con ellos… es esta soledad la que no me deja vivir tranquila. Y esas nubes de ahí me recuerdan tanto a mi hogar…

Y por primera vez desde que llegó a la ciudad, tuvo una iluminación; ella no tenía por qué sentirse triste si no quería. No podía negar que la soledad no era el mejor factor para una poni como ella, pero podía luchar contra ésta si pusiera empeño. Recordó entonces el milagro acaecido después de que saltara y todo lo que vio cuando caía. A pesar de que se encontraba lejos de ellas, sabía perfectamente que seguían siendo amigas, pasase lo que pasase. Daba igual cuanta distancia hubiera entre ellas, siempre iban a estar en su corazón.

-Claro… ¿Cómo pude olvidarme de algo así? Si algo me han enseñado mis amigas es a no rendirme y a creer en mi misma… en ese caso, haré que estén orgullosas de mí. ¡Las buscaré por todos los lados, aunque tenga que patearme toda América para ello!-exclamó Pinkie, del todo decidida.

-En cuanto deje de llover, claro-añadió justo después, observando como el agua caía.

Aunque la verdad era que no sabía cuándo iba a escampar, por lo que pensó que podía dejar la salida para el día siguiente. La lluvia no la dejaría viajar con facilidad y avanzar sería muy complicado. No necesitó mucho tiempo para decidirlo, al poco rato de pensarlo supo que se iría mañana mismo. Por lo que se separó de la ventana y comenzó a recoger sus cosas para partir mañana por la mañana. Porque nadie la pararía hasta encontrar a sus amigas.








Ese día estaba resultando ser tan caluroso como los anteriores, o puede que más; alguna que otra nube decoraba el azul del cielo, pero salvo eso, éste se encontraba completamente limpio. Era un calor húmedo, que se quedaba pegado a su pelaje y apenas la dejaba transpirar. Applejack jamás había experimentando un calor semejante. Trató de cultivar un poco y regar sus plantaciones, pero entre el calor bochornoso y el dolor de mandíbula que la daba al tener que coger el asa del cubo de agua con los dientes, resultaba del todo imposible. Lo intentó volcándose uno de los cubos sobre ella misma, refrescándola un poco, pero el calor imperante secó su pelaje enseguida. Desde donde estaba y en dirección oeste, se podía ver densos nubarrones coronando el horizonte, pero al casi no haber aire éstos no se movían.

-Ya podrían moverse esas malditas nubes hasta aquí… me vendría bien que lloviera un poco, la mandíbula me cruje. Mi granja por un pegaso…-pensó la poni granjera, sudando la gota gorda.

No pudo evitarlo e irremediablemente se acordó de Rainbow Dash; si estuviera ahí, traería esas nubes enseguida y las obligaría a descargar agua. Pero estaba ella sola. Y tan solo era un simple poni de tierra.

Siempre pensó en como seria ser un pegaso, tener alas y poder volar; sentir el aire en la cara, experimentar esa sensación de libertad, dejarse llevar por el viento… Nunca se lo había dicho a nadie, pero muchas veces desearía ser una pegaso, al menos por un día. Pero incluso ella sabia que eso no era posible. Recordaba aquel hechizo de Twilight que logró replicar sobre Rarity, pero no se comparaba. En ese momento, una ligera brisa que apenas duró unos segundos la ayudó a volver a la realidad.

-Diablos, qué calor… será mejor que me tumbe a la sombra un rato…

Sin pensárselo mucho más, se dirigió hacia el porche de la casa y se tumbó un rato; a pesar de permanecer a la sombra, el calor la envolvía por completo y su pelaje apenas ayudaba a estar más fresca. Trató de relajarse y dormir un poco, pero ni eso podía. Fijó la vista en la distancia, sin apenas pestañear, y dejando la mente en blanco; el calor hacia curiosos efectos visuales y la línea del horizonte se movía como si fuera una serpiente. El azul del cielo se fundía con el marrón del suelo, dando lugar a un color apagado y un tanto feo. Formas abstractas e inconclusas pasaron delante de Applejack, confundiéndola y desorientándola.

-Veo sombras en la lejanía… se mueven como espirales… parezca que me llaman…-pensó Applejack.

En menos de cinco minutos, sintió como el calor se desvanecía y dejaba de ahogarla; el tiempo se detuvo de golpe, o al menos le dio esa sensación. Los sonidos se volvieron etéreos y vacios, casi tanto como su alrededor. Sintió como si se abriera un pozo insondable bajo sus patas y por un momento pensó que caía.

-¡Applejack! ¡Applejack!

Levantó la vista y vio una serie de formas que le resultaban familiares, acercándose a ella; por un momento pudo distinguirlas y le pareció ver dos ponis frente a ella, llamándola por su nombre. Sus caras se le antojaban familiares.

-Son… mi familia… han venido…-susurró ella, a punto de colapsar.

-¡Applejack!

Al segundo siguiente, no vio nada más y todo fundió a negro.

No supo bien cuanto tiempo llevaba ausente y por qué, pero el olor a sabanas limpias y una sensación refrescante sobre su frente consiguió despertarla; abrió los ojos lentamente, como si los parpados la pesaran un quintal, y alzó un poco la vista. Se encontraba tumbada en la cama de la habitación principal, con un paño mojado en su frente y el pelaje levemente mojado con agua fresca.

-¡Applejack, prima, por fin has despertado!-oyó entonces una voz que le era familiar.

Giró la cabeza y se encontró con un poni de pelaje amarillento, crin verdosa y recogida en dos coletas con trenzas rojas y ojos verdes claros.

-Ah… ¿Apple Fritter? ¿Prima?-masculló ella, algo desubicada.

-¡Si, soy yo! ¡Menos mal, creíamos que no despertarías!-exclamó su prima, dándola un gran abrazo.

La poni de tierra aun no se creía lo que estaba pasando, por un momento pensó que todo era un sueño, pero el abrazo de su prima eran tan real como ella misma.

-Eres… ¿eres tú de verdad? ¿No estoy soñando?

-No, soy de verdad, mira…-insistió Apple Fritter, pasando su casco por su cara.

Parecía mentira, pero era cierto, una de sus tantas primas estaba ahí, con ella. Tras poco más de una semana completamente sola, volvía a ver a alguien.

-Oh, prima… gracias al cielo… gracias al cielo…-masculló Applejack, devolviéndola el abrazo y llorando de alegría.

Las dos se quedaron en esa pose tras varios segundos que parecieron horas; en cuanto se separaron, Applejack inquirió.

-¿Qué pasó?

-Te vimos a lo lejos en el porche, apenas podía creérmelo, pero distinguiría ese sombrero desde kilómetros. En cuanto nos acercamos te desmayaste, estabas muy caliente, por lo que supusimos que te había dado un golpe de calor. Te llevamos dentro y tratamos de refrescarte lo antes posible-explicó ella.

-¿Llevamos? un momento, ¿quieres decir…?

-Sí, somos más…-anunció ella.

-¡Prima!

Ese grito las hizo reaccionar y vieron entonces a un segundo poni en el umbral de la puerta, mirando a Applejack fijamente.

-Apple Cobbler… prima…

Una poni de tierra de pelaje marrón oscuro, crin y cola de color crema y ojos azules la devolvía la mirada con una gran sonrisa en su cara.

-¡Despertaste! ¡Oh, menos mal que estás bien!-exclamó ella, echándose sobre su prima para abrazarla.

Applejack la recibió con las patas abiertas, dejándose llevar por ese embriagador y cálido sentimiento que solo la familia llegaba a transmitir. Se encontró entonces abrazando a sus dos primas y llorando de alegría.

-¿Sabéis vosotras el tiempo que llevaba aquí, yo sola, y sin nadie con quien hablar? Menos mal que estáis aquí…-masculló.

-Lo sabemos prima, nosotras también estuvimos solas al principio… bueno, en realidad nos encontramos enseguida, pero fueron unos días muy angustiosos-explicó Apple Fritter.

-¿Dónde estabais, de donde venís?-inquirió ella.

-Pues mira, llevábamos viajando durante todo este tiempo desde Corpus Christi, una ciudad costera al sur de Texas.

-¿De veras?

-Sí, aunque a mi me llegó a recoger en San Antonio, donde estaba yo; luego, por el camino, nos encontramos con los demás-añadió Apple Cobbler.

-¿Los demás? ¿Cuántos sois?-quiso saber Applejack.

-En total somos seis, con nosotras están Caramel, Lucky Clover, Blossomforth y Sparkler-reveló Fritter.

-Vaya, cuanta gente… voy a saludarlos…

Todos los demás se encontraban abajo en el salón, curioseando todo lo que había a su alrededor; recibieron a Applejack con mucha alegría y la arroparon entre todos, mientras la contaban sus historias de cómo habían acabado todos juntos. Apple Fritter partió desde Corpus Christi hace ya una semana debido a que un huracán se encontraba azotando esa parte de la costa de Texas, por lo que se vio obligada a moverse para encontrar un lugar seguro. Como los Apple se caracterizaban por ser unos ponis de tierra persistentes y muy fuertes, no paró hasta llegar a San Antonio, donde se encontró con Apple Cobbler y Caramel. Apenas pasaron un par de días, cuando los restos del huracán que azotaba la costa llegaron hasta allí, acompañados de unas muy fuertes rachas de viento que les obligaron a seguir hacia el norte, llevándose todas las provisiones que pudieron. El viaje continuó hacia el norte, pasando al lado de un pueblo de nombre Kerrville, donde encontraron a Blossomforth y Sparkler. Se quedaron unos cuantos días más allí, con intenciones de quedarse durante un tiempo. Pero por petición de Sparkler, ya que quería encontrar a su hermana pequeña y su madre, partieron hacia el norte de nuevo. En otro pueblo, ésta vez de nombre Brady, se toparon con Lucky Clover, uniéndose al grupo también.

-Y esa es la historia. Estando en Brady, a Lucky se le ocurrió acercarnos a Brownwood, ya que había leído en un panfleto que es una ciudad de muchos recursos. Se nos acababa la comida, por lo que decidimos venirnos para acá. Pasando al lado de tu granja, Fritter te vio y el resto, ya es historia-explicó Caramel.

-Vaya, menudo periplo… ¿y ya podíais con este calor?-inquirió Applejack.

-Los primeros días eran pasables debido al huracán y las bajas temperaturas, pero en cuanto más al norte nos adentrábamos, más calor hacía, sí…-asintió Fritter.

-Applejack, una pregunta ¿has visto a Dinky o a mi madre? Las llevo buscando desde que llegamos a este mundo…-murmuró Sparkler, con gesto desesperado.

-Lo siento, dulzura, pero sois los primeros ponis que veo en todo este tiempo…-anunció ella.

-Tranquila, Sparkler, ya verás cómo las encontraremos, seguro que están más cerca de lo que piensas-la consoló Blossomforth.

A partir de ese momento, la vida se simplificó, al menos para los siete ponis; Applejack recordaría ese día especialmente, el día en el que dejó de estar sola en el mundo de los humanos. Todo mejoró de golpe, incluso el calor dejó de molestarla. Les estuvo enseñando toda la granja, evitando el corral con las reses muertas y la parte donde se encontraban sus cultvos, todo ellos con la luz del atardecer alumbrándoles; al oeste, las nubes seguían estancadas al fondo, llegando a ver algún que otro rayo cruzándolas horizontalmente.








Había intentado apartar esas molestas y feas nubes del cielo, pero para su eterna sorpresa, la fue imposible; cada vez que trataba de empujarlas con sus cascos, éstas se deshacían entre ellos. Al principio se había dado un buen susto, pero enseguida pudo notar que esas nubes no eran como las de Ecuestria.

-Ni siquiera se sienten como nubes… este mundo es tan raro…

Fluttershy no estaba del todo acostumbrada a volar, pero una de las cosas que solían convencerla eran las nubes; su tacto único y su comodidad eran un buen aliciente para despegar los cascos del suelo de vez en cuando. Pero ésta vez no sería tal cosa, al no poder ni ponerse de patas sobre éstas.

Aunque viendo como éstas habían estado oscureciéndose durante casi toda la mañana y parte de la tarde, se le había quitado las ganas de nada.

-No me gustan las tormentas… será mejor que me quede en casa… otra vez.

Esa semana había sido de lo más agitada, al menos para ella; había estado explorando sus alrededores y parte del parque, llegando hasta el lago y bordeándolo cerca de donde ella se encontraba, aunque sin alejarse demasiado. Desde que la manada de lobos la atacó, salía más bien poco, a vece acompañado por Ángel, el cual ya se había recuperado de sus heridas.

Todos los animales con los que se había encontrado hasta el momento no la habían hablado a pesar de sus intentos de comunicarse con ellos, pero al menos llegaban a captar sus buenas intenciones, sobre todo los más pequeños, y no la atacaban. Algunos venados, un gato montés, un zorro, varias ardillas e incluso un topo se mostraban mansos con ella y se dejaban mimar por la pegaso, lo que la reconfortaba siempre un poco.

Cerca de donde ella paraba, había una pequeña urbanización de chaletitos dispersos, justo al lado de una de las orillas del lago; muchas veces había ido a explorar acompañado de sus amigos animales, en busca de comida y suministros varios, encontrando cosas de todo tipo, desde comida, hasta medicinas, libros y revistas. Le gustaba leer sobre todo cosas de medicina y veterinaria, pero las revistas la habían gustado especialmente, ya que mostraban de forma gráfica y muy colorida, cosas varias y curiosas acerca de los humanos y el mundo que la rodeaba. Le gustaba sobre todo la National Geographic, aunque también leía otras como la People, la Cosmopolitan o la Life&Style.

Aunque debido a las fortuitas nubes oscuras, prefería quedarse en casa hasta que pasase la tormenta. Sin embargo, Ángel no estaba por la labor. Miraba todo el rato por la ventana, moviendo continuamente su pata derecha de forma impaciente.

-¿Qué pasa Ángel, que miras tanto?-inquirió ella.

El conejo se dio la vuelta y soltó varios chillidos ahogados, señalando afuera.

-Oh, pero no es buena idea salir ahora, la tormenta puede arreciar en cualquier momento… además, oscurecerá dentro de poco, es mejor que nos quedemos.

A pesar de sus argumentos, el conejo no estaba de acuerdo y dio una patada en el suelo.

-¡Ángel, para ya, he dicho que no y es que no!-insistió ella.

Aun así eso no amilanó al animal, el cual saltó de la mesa donde estaba subido y se dirigió hacia la puerta, la cual tenía una gatera por donde cabía sin problemas.

-¡No, Ángel, detente!-exclamó ella.

Se vio entonces obligada a salir afuera, a pesar de las circunstancias, y fue tras el conejo evadido; en ese momento, un rayo cayó desde las nubes e impactó en lo alto de la torre de vigilancia, electrificándola al instante y saltando chispas de la punta. Fluttershy gimió de puro miedo y se quedó congelada, pero Ángel corría peligro, por lo que hizo un esfuerzo antagónico para salir tras él.

-¡Ángel! ¡Ángel, vuelve aquí!

En cuestión de minutos, el cielo se terminó de enrarecer del todo y múltiples rayos comenzaron a coronar las nubes, mientras que muchos otros caían en distintas direcciones; las nubes adquirieron un tono amarronado muy oscuro y desangelado, debido a la luz del crepúsculo, pero los destellos de los rayos combinaban los colores de forma fugaz. Fluttershy estaba aterrorizada, llamaba a verdaderos gritos a su conejo, el cual no aparecía. En ningún momento cayó una sola gota de agua, pero conforme pasaban los segundos, los rayos se intensificaban tanto en número como en intensidad.

-¡Ángel, vuelve, por favor, esto es horrible! ¡Ángel, por lo que más quieras, regresa!-musitaba ella, llorando a moco tendido.

Unos cuantos cayeron cerca de donde se encontraba ella, saltando una serie de chispas que prendieron los árboles más cercanos, comenzando a arder con intensidad y asustando a los pájaros que se refugiaban en ellos; Fluttershy observó aterrada como el fuego comenzaba a extenderse con fuerza, al tiempo que los rayos coronaban los cielos.

-¡Ángel, aparece! ¡Ángel!-gritó entonces con todas sus fuerzas.

Tuvo miedo de volar, por lo que siguió corriendo despavoridamente, aunque un poco más adelante encontró al conejo, junto a un nido de zorros.

-¡Oh, Ángel, por eso saliste corriendo!-exclamó ella entonces, comprendiéndolo.

Justo después, otro rayo rasgó el aire e impactó justo delante de ellos, prendiendo aún más los secos árboles; Ángel saltó a la grupa de Fluttershy, la cual temblaba de puro miedo. Miró hacia todos los lados, sin saber bien que hacer, pero en cuanto vio las asustadas miradas de los zorros se envalentonó y exclamó.

-¡Muy bien, que todo el mundo se pegue a mí y no se separe!

Por alguna extraña razón, los animales se movieron inmediatamente, como si la hubieran entendido perfectamente, lo que la animó aún más. Se dirigieron todos juntos en dirección al lago, esquivando los puntos más calientes; durante el camino, se encontraron con los animales que normalmente solía mimar, entre ellos un venado, el gato montés de cola rayada y un par de ardillas.

-¡Seguidme pequeños, yo os sacaré de aquí, no tengáis miedo!

No sabía con certeza de donde sacaba tanto valor, pero cuando pensaba en los animales que la acompañaban sentía que debía de hacer frente a la situación, por mucho que la asustara; desde siempre había temido a las tormentas, y aunque nunca había visto una tormenta de esas proporciones, de alguna forma supo que debía de luchar contra sus miedos. No alzó el vuelo en ningún momento, debía de permanecer junto a sus animales.

-¡No temáis, solo son rayos, no les prestéis atención!-exclamaba ella, para alentarlos a continuar.

Pero no solo los rayos eran los enemigos, sino que el fuego también empezaba a extenderse por esa parte del bosque; parecía que las llamas eran avivadas por los relámpagos que caían del cielo, saltando de árbol en árbol y prendiendo cualquier matojo seco que encontraban en su camino. Atravesó todo el camino que antes recorrió hasta volver a la casa, pero al llegar descubrió horrorizada y apenada que estaba siendo consumida por el fuego; las llamas se deslizaban por el suelo como serpientes y rodearon la estructura de metal de la torre de vigilancia, encendiéndola rápidamente.

Por un momento se vio rodeada por las llamas y no supo por dónde huir, pero Ángel la picó en el cuello y señaló hacia el este, hacia un pequeño hueco entre el fuego.

-¡Corred, detrás de mí!

Una barrera de fuego comenzó a brotar entre las briznas, pero Fluttershy saltó con todas sus fuerzas y consiguió salvar el incipiente obstáculo; las ardillas se subieron al lomo del venado, el cual imitó a la pegaso, al igual que los zorros. El gato montés hizo gala de su velocidad y agilidad, pegando un lustroso salto que mejoró incluso al del venado.

-¡Por aquí, no os paréis!-exclamó Fluttershy, sin mirar atrás.

Los rayos seguían presentes, aunque ya no caían tantos hacia tierra, consiguiendo huir del foco caliente rápidamente; aun así siguieron corriendo, alejándose de una zona que, probablemente, acabaría completamente calcinada.

-¡Iremos hacia la urbanización! ¡Hay un cortafuegos junto a la carretera principal, estaremos a salvo!-exclamó ella, bastante cansada, pero sin dejar de correr.

Había leído de estos cortafuegos en una de sus revistas, que ahora eran pasto de las llamas; consistían en una porción ancha de bosque, en la cual se talaba todo árbol y se limpiaba la zona de elementos que pudieran prender fácilmente. De esta forma, en caso de incendio, el fuego no pasaría de un lado a otro y no seguiría ardiendo la zona.

Para cuando llegaron a la urbanización ya había anochecido y apenas se veía nada, el destello del fuego se podía ver desde donde estaban, y los rayos comenzaban a remitir.

-Estamos a salvo…-suspiró la pegaso, muerta de cansancio.

Descansó un poco de la carrera que se había pegado, y en cuanto estuvo mejor se puso en patas otra vez, pero fue entonces cuando se dio cuenta de la oscuridad.

-Oh, cielos, está muy oscuro… no se ve nada…-musitó entonces, con miedo.

En ese momento, el gato montés se adelantó un poco y lideró el camino, soltando un maullido.

-¡Claro, tu puedes ver en la oscuridad! Guíanos, minino…

Sin dejar de maullar, el gato les guio hasta la casa más cercana, donde se colaron; se encontraba demasiado exhausta como para buscar una fuente de luz, por lo que fue a tientas, buscando una cama. El resto de animales se quedaron fuera, en el jardín, acomodándose en la hierba; Ángel iba con Fluttershy, tratando de guiarla para que no se diera de bruces contra las paredes. Finalmente encontraron una cama y la pegaso se echó sobre ella, comenzando a sollozar en silencio.

-Ha sido espantoso… no sé cómo he conseguido salir de ahí…-susurró ella a la nada.

La visión de las llamas aun corría por su retina, asustándola incluso ahora; el ruido del fuego ardiendo y los chasquidos del mismo seguían resonando en su cabeza. El conejo trató de animarla, acariciándola la crin y mascullando algo que solo ella entendía.

-Gracias, Ángel… pero no siempre soy así de fuerte, y lo sabes… ha sido todo muy repentino, yo…

El conejo no pareció admitir un no por respuesta, reprendiéndola.

-Yo no soy valiente… solo ha sido ese momento, nada más…

Debido a la oscuridad que les rodeaba, Fluttershy fue incapaz de ver la mirada de soslayo que el conejo la echaba.

-Aun así, ya no podemos quedarnos aquí… todo lo que conocimos ahora es pasto de las llamas. Será mejor que mañana nos vayamos a buscar otro lugar…-murmuró ella, durmiéndose poco a poco.

Antes de lo previsto, la pegaso amarilla se sumió en un profundo sueño debido al cansancio y el conejo la siguió al poco rato. Un poco más norte, el parque estatal de San Angelo seguía ardiendo en la noche.









Al contrario que en otros estados, en Arizona la noche era limpia e incluso fresca; quizás fuera por la altitud del Kitt Peak, con sus 2097 metros de altura. O quizás fuera por el aire frio de las cuotas altas de la atmosfera, que bajaba hasta la cima. Fuera lo que fuera, a Luna no parecía importarla, estaba ocupada moviendo el domo del Mayall varios grados hacia el noroeste, siguiendo el rastro de un asteroide que había visto hace poco.

-He estado consultando una guía y creo que es el Millosevich… ¿dónde andas, Millosevich?-inquirió Luna entre dientes.

Lo vio de casualidad, dando un repaso por todo el cinturón de asteroides que acababa de localizar minutos atrás; antes había estado buscando nebulosas, localizando algunas de lo más vistosas como la nebulosa del Águila o la del Casco de Thor, aunque le gustó especialmente la del Águila. Los Pilares de la Creación eran sencillamente magníficos, y se veían mucho mejor por uno mismo que en las fotos de los libros que consultaba.

-El universo es tan bello como infinito…-murmuró Luna, perdiéndose en su inmensidad.

Estuvo un rato más sin despegarse del ocular, pero en un momento dado se apartó y echó un vistazo a un reloj de arena que ya había acabado de soltar arena desde hacía rato.

-Agh, mierda, ya hago tarde-masculló ella.

Con su magia, tapó tanto el ocular como el objetivo y cerró el domo, todo a la vez. Tras eso salió afuera y cerró la puerta del telescopio, saliendo al mundo exterior. Sin perder más tiempo alzó el vuelo para dirigirse a las oficinas centrales.

-Tia debe de haber terminado de recoger las cosas para mañana…-obvió ella.

En cuanto llegó allí, se encontró con su hermana echando un vistazo a su equipaje.

-Ah, hola Luna… ¿mucho lio en la quinta galaxia?

-En realidad no, es que me quedé absorta, eso es todo.

-¿Lo tienes todo listo?

-No, déjame que lo prepare…

Celestia había improvisado un par de alforjas con varias bolsas de lana que encontró y le pasó la otra a su hermana; ella se encargaría de llevar las provisiones, así como de algunos libros y un diario en el que iba anotando tanto el día a día como sus descubrimientos hasta ese momento. Por su lado, Luna empacó algunos libros de astronomía, algunas linternas de mano por si encontraban pilas con las que hacerlas funcionar, un par de brújulas y los mapas de la zona, los cuales los estuvieron consultando entre las dos.

-Estamos aquí, en Kitt Peak. Tucson se encuentra al este de aquí, teniendo en cuenta la escala de este mapa calculo que habrá como unas 55 millas desde aquí, más o menos, por lo que el viaje será rápido. He pensando que, si nos da tiempo, podemos pasarnos por Phoenix también, se encuentra un poco más al norte y tampoco hay mucha distancia desde Tucson, tan solo unas cincuenta y pocas millas más-comentó Celestia.

-Me parece bien, cuantos mas recursos podamos encontrar, mejor… si volamos rápido puede que incluso lleguemos mucho antes-añadió Luna.

-Buscamos principalmente provisiones, pero también nos puede venir bien explorar un poco y descubrir más cosas. Como bien dices, más recursos nos beneficiarían bastante…

Una vez que el asunto del viaje quedó zanjado, estuvieron cenando en el tejado de las oficinas mientras contemplaban la noche.

-Se hace costumbre ¿no crees?-inquirió Celestia, en un momento dado.

-Desde luego… hasta el cielo ya me es familiar, mira, la osa mayor es la más fácil de localizar-apuntó Luna, mirando a la susodicha.

-Sí… y esa es la menor ¿no?-quiso cerciorarse ella, mirando un poco más arriba.

-Sí, la estrella polar acaba la punta… y un poco más abajo tienes el dragón, con esa curiosa curva que parece un interrogante.

-Vaya, realmente te sabes bien este firmamento…

-Hombre, te diré, llevo una semana estudiándolo…

Las dos se quedaron en silencio, dejando pasar el tiempo y las estrellas.

-Tia…

-¿Sí, Luna?

La princesa de la noche hizo una pausa breve y finalmente contestó.

-¿Crees que los demás miembros de nuestra familia estarán bien? Cadance, Shining Armor, Blueblood… no los hemos vuelto a ver…

Celestia se tomó su tiempo antes de hablar.

-Bueno, si te soy sincera, Cadance no me preocupa; ha crecido mucho de un tiempo a esta parte y ahora lleva su propio imperio. Además, tiene a Shining con ella, por lo que me preocupa menos aún. Aunque… el mentecato de mi sobrino es otra historia.

-Desde luego, es por eso que me preocupa… conociéndole estará llorando a moco tendido en medio de la calle.

-A veces me pregunto qué hice mal con él… nunca mostró el suficiente respeto a aquellos ponis que no fueran como él. Es como un potrillo encerrado en el cuerpo de un semental.

-Sí… aunque Rarity le dio una buena lección aquella vez-recordó entonces Luna.

-Uy, sí, lo recuerdo, sin embargo no pareció afectarle demasiado.

Otro silencio se hizo hueco entre las dos alicornios, cada una pensando en algo distinto; Luna frunció el ceño, algo extrañada.

-Aunque he estado pensando ¿Por qué no le mandamos una carta a Twilight Sparkle? esté donde esté seguro que la recibe y nos diga donde está, incluso mantendríamos el contacto…

A pesar de eso, Celestia apartó la mirada, un tanto insegura.

-Yo también lo he pensado. Pero por eso mismo no lo hice…

-¿Por qué?

-Piénsalo, Luna, EEUU es muy grande, podría estar en cualquier parte, incluso en otro país. Además, ¿y si Spike no está con ella? prefiero no correr ese riesgo…-murmuró Celestia, sin decir nada más.

-Pero eso no lo sabrás hasta que lo intentes… y en ese caso, le llegaría a Spike igualmente, por lo que estaríamos en contacto con él…

-No, mejor no…

Aun así, Luna no quedó satisfecha con su contestación.

-¡Venga ya, eso no es propio de ti! ¿Qué pasa, Tia?

La alicornio blanca se había dado la vuelta, evitando su mirada.

-Puedes contármelo… después de todo soy tu hermana, estamos juntas en esto.

Las palabras de Luna parecieron funcionar, pero en cuanto se dio la vuelta, la princesa del día mostró su cara bañada en lágrimas.

-No se trata de eso, Luna…

-¿Entonces qué es?-inquirió ella, confortándola.

Celestia bajó la mirada y finalmente habló.

-Quise mandarla una carta en cuanto llegamos aquí. Pero enseguida me di cuenta de algo que me echó atrás por una buena razón. Durante el primer día no sabía cómo sucedió lo que había pasado, ni si el mismo fenómeno había ocurrido en otras partes de Ecuestria; incluso hoy no tengo una respuesta satisfactoria para esas dos cuestiones que todavía me siguen rondando la cabeza. No sé si está ahí fuera, Luna. Es por eso…

-Pero tienes la oportunidad de averiguarlo si envías esa carta…

-Lo sé, pero… me da miedo, Luna. Tengo miedo de que no me responda. Porque en tal caso, sabré que no está ahí. Y yo estoy aquí. ¿Comprendes? Quiero a Twilight como a una hija… no me perdonaría el haberla abandonado de esa forma. Y sé que ella tampoco.

La princesa del día no pudo más y lloró débilmente sobre el hombro de su hermana pequeña, la cual la trató de consolar arropándola entre sus alas.

-Ya, ya está… seguro que la encontraremos, ya lo verás…

No quiso insistirla más sobre la carta, por lo que dejó estar el tema. Una vez que estuvo mejor, murmuró.

-Vamos ya a la cama, mañana hemos de madrugar.

Sin decirla nada más, siguió a su hermana mayor hasta el piso de abajo, pensando en la expedición de mañana. Se durmieron mucho antes de lo esperado entrando así en el mundo de los sueños, donde Luna se movía con soltura y delicadeza; encontró a su hermana sumida en un sueño normal y corriente, pero con dudas e incertidumbres flotando por encima de su cabeza. Luna sopló con fuerza y éstas se disiparon, liberando a Celestia. Ésta sonrió a su hermana y, sin decir nada, se recostaron juntas, admirando en silencio su propio sueño.

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Bueno, y ya entramos en el primer ecuador de la historia; como habéis visto, ya se han dado los primeros cambios, y muchos mas se irán dando a lo largo de los siguientes capítulos. En el siguiente trataré, de forma conjunta, los viajes de todos los ponis que vayan a moverse; después de ese, haré una serie de capítulos en los que trataré, de forma separada, lo que cada uno de ellos vio al final de cada viaje. Entre ellos, los próximos documentos acerca de Jim Collins y el misterioso proyecto que provocó la desaparición de los humanos, por supuesto; tranquilos, no me olvido del hilo conductor ;) En cuanto al tema de Armin que he usado, os lo dejo para que le echéis un vistazo, yo creo que merece la pena, es muy bueno, seguro que os gustará aunque el trance no sea lo vuestro.
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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 14 Ago 2013, 15:53
por Sg91
Capítulo 13

Carretera y manta


Los primeros rayos de sol despuntaron sobre Central High, sirviendo de despertador para Twilight, la cual se puso en movimiento enseguida.

-Ya ha amanecido… arriba Spike, nos tenemos que ir-le recordó ella.

-Mmmh… cinco minutos más…-masculló el pequeño dragón.

-Vamos, que el viaje va a ser largo…

Spike no dijo nada más y se quedó repantigado en la cama; Twilight se dirigió a la cocina y sacó fruta para desayunar. Melocotón, albaricoque, pera y manzana se mezclaron en un solo plato, todo ello en su jugo.

-¡Vamos Spike, no te lo pienso repetir!-le llamó ella de nuevo, asegurándose que no se dejaban nada.

En cuanto dejó de llover ayer, salieron afuera buscando algo con lo que llevarse sus cosas para el viaje, encontrando una carreta de mano roja lo suficientemente grande y con un asa para empujarla. Ésta se encontraba totalmente cargada y lista para el viaje, en el recibidor; pero Spike no estaba por la labor, por lo que Twilight tuvo que levantarlo ella misma.

-Esto es lo que pasa cuando te quedas hasta tarde escuchando música, mira que te dije que te fueras pronto a la cama…

-Encima que encuentro esos cascos para no molestarte… gracias por nada…-murmuró él, molesto y medio dormido.

Twilight no dijo nada más y le azuzó para que terminara su ración del desayuno; una vez que estuvieron listos, se dirigieron hacia abajo y abrieron las dobles puertas para que la carreta pudiera pasar. Con el mapa en la mano y listos para salir, comenzaron a andar hacia el oeste para salir hacia la carretera principal; encontraron el desvió rápidamente siguiendo las indicaciones y en un cuarto de hora salieron a la Interestatal 44, tomando dirección hacia Oklahoma City.

-¡Oklahoma, allá vamos! ¿No estás emocionado, Spike? Este va a ser nuestro primer viaje estando aquí en el mundo humano, ¿cómo será Oklahoma?-se preguntó ella, imaginándosela.

-Bueno, es una ciudad, por lo que será mucho más grande que el pueblo… vete a saber.

-Seguro que tiene un montón de rascacielos que llegan hasta las nubes, como todos esos que vimos en los libros… ¿te imaginas vivir en uno de esos gigantes? Levantarse cada mañana y ver el suelo desde lo más alto… tiene que ser impresionante.

-Seguro, aunque no sé yo si sería recomendable… ¿y si se caen?

-Oh, no creo que eso pase, los humanos sabían lo que hacían cuando construyeron sus ciudades… seguro que pasará mucho tiempo hasta que éstos caigan.

-Yo no me fiaría demasiado…

-¿Después de todo lo que hemos visto y descubierto no te fías de los humanos? Que poca fe tienes en ellos…

-No puedo tener fe de algo que ya no existe… después de todo, seguimos sin saber cuánto tiempo ha pasado desde que desaparecieron hasta ahora-apunto Spike.

-Cierto, y medir el tiempo sin una hora en la que basarme se me sigue haciendo complicado… todos los relojes que hemos encontrado hasta ahora funcionaban a pilas, por lo que cada uno mostraba una hora diferente. Así es imposible hacer una aproximación-afirmó ella.

-Bueno, siempre tendremos el sol…-murmuró Spike, echando un vistazo hacia el cielo.

Como se habían levantado muy temprano, hacia fresco y se estaba bien; algunas nubes blancas decoraban el azul del cielo, recordando la fugaz tormenta del otro día. El asfalto de la Interestatal 44 aún se encontraba algo mojado, por lo que caminar por él no era ningún problema; la carretera lucia desierta en todo ese tramo, aunque llegaron a ver algún que otro coche tirado en el arcén o en el carril contrario.

-Oye Twilight ¿crees que alguna vez podremos llegar a usar los coches?-inquirió en ese momento Spike, al pasar al lado de un Honda rojo abandonado.

-Buena pregunta, no estoy muy segura. Por lo que hemos leído, los humanos usaban un motor de inyección y gasolina para hacerlos funcionar, y usaban tanto sus brazos como sus piernas para dirigirlos. Nosotros los ponis, al no tener nada de eso, no podríamos usarlos por mucho que quisiéramos, al menos no de la forma que los humanos los usaban.

-Pero yo quizás sí que pueda…

-Para eso tendrías que crecer lo suficiente como para que tus patas llegaran a los pedales y tus brazos al volante… y no estoy del todo segura de si tu hipotético tamaño te permitiera entrar dentro del habitáculo-añadió ella, cavilando.

-Oye ¿Qué has querido decir con eso?-inquirió Spike, algo molesto.

-Tranquilo grandullón, no te estoy llamando gordo ni nada de eso… simplemente, no sé qué tamaño adquirirás cuando crezcas, eso es todo.

Desde donde estaban, se podía ver al fondo los altos edificios de Oklahoma, e incluso llegaron a un punto de la carretera en el que se encontraron un cartel con fondo verde que anunciaba: "Oklahoma City 83 millas".

-Así que ochenta y tres millas… desde aquí se ve bastante lejos ¿crees que podremos llegar antes de que anochezca?-inquirió Spike.

Twilight entrecerró los ojos, pensando en todas las posibilidades.

-Pues si vamos a paso ligero, quizás consigamos llegar esta tarde… aunque tendremos que parar para descansar y comer, más o menos tendríamos todo un día para llegar.

-Entonces es posible que tengamos que acampar…-obvió Spike.

-Sí, es posible… tratemos de ir lo más rápido que podamos-sugirió ella, aligerando el paso.

El sonido de sus cascos resonando en el asfalto resaltaba bastante sobre el imperante silencio que embargaba el ambiente, pero la conversación entre el unicornio y el dragón lo ahogaba un poco más. El viaje iba a ser largo, sin duda alguna, pero la emoción del mismo y las ganas de descubrir Oklahoma los animaba a seguir. Mientras tanto, el sol se alzaba en el cielo, alumbrando el camino.









Rainbow Dash se había comprometido a despertarse pronto para salir cuanto antes, pero una cosa eran las palabras y otra muy distinta, los hechos. Siempre se había considerado una pegaso con sueño pesado, aunque cayese a su lado un piano, ni eso la conseguiría hacer despertar. Y fue en ese momento cuando más lamentaba ser perezosa.

-¡Agh, me he dormido! ¡Se me echa el día encima!-masculló ella, dando un bote de la cama.

Había preparado todas sus cosas el día de ayer, justo después de terminar de pintar el avión, por lo que en ese aspecto no se preocupaba; todos las provisiones que la quedaba, algunos libros, entre ellos el de la historia de la aviación, varias velas, mentas y poco más conformaban unas improvisadas alforjas gracias a una mochila que llegó a encontrar en el armario de su habitación. Hizo mano de éstas, poniéndoselas en el lomo, y tras comprobar que no se dejaba nada más, despegó del suelo; antes de partir, echó una última mirada al cementerio de aviones, contemplando los restos que durante todo ese tiempo la habían acompañado. La dolía separarse de lo que ya era su nueva pasión, pero los recursos no eran eternos, y necesitaba esa agua tanto como los aviones necesitaban combustible para poder volar. Quizás no hubiera podido contemplarlos volar de verdad, pero su imaginación era infinita, por lo que suplía perfectamente esa carencia.

-Algún día volveré aquí para ocuparme de todos vosotros. No dejaré que caigáis en el olvido; os restauraré y os haré brillar de nuevo. Porque realmente os lo merecéis.

Y tras esas silenciosas palabras, Rainbow echó a volar hacia el norte, como lo haría el jet más rápido del mundo. Pasó sobre el cerro en el que descansaba todas las tardes y siguió todo recto, mirando hacia el horizonte y en busca de esa luz. Ante ella se extendían extensiones y extensiones del vasto desierto de Mojave, con sus terrenos áridos, su escasa vegetación y sus altas temperaturas incidiendo sobre su pelaje y reflejándose en su crin multicolor. Nada la pararía, en esos momentos se sentía imbatible y con fuerzas como para paliar las millas necesarias y así llegar hasta su objetivo.









-Lo sé, Ángel, lo sé, pero no me pidas que vaya más alto, por favor…

La partida de Fluttershy a primera hora de la mañana se dio rápidamente, sin apenas dar tiempo a nada más; trató de desayunar algo, pero apenas encontró nada comestible en la casa donde habían pasado la noche. Los animales que salvó del incendio se fueron enseguida y se quedó sola, por lo que optó por salir ya, pensando en comer algo después. Nada más alzar el vuelo, pudo ver que el incendio de anoche ya se había extinguido gracias a la acción de los cortafuegos, pero el humo y las cenizas se extendían por toda el área; una buena parte del parque estatal de San Angelo había quedado reducida a una masa negruzca sin vida, lo que dejó a la pegaso bastante apenada. A pesar de las malas experiencias con esa salvaje naturaleza, había sido una semana interesante, y ahora no quedaba nada de eso, tan solo ruina y desolación, lo que la dio más motivos para irse de allí.

El viaje comenzó con una buena sesión de vuelo, atravesando la ciudad de San Angelo, pero apenas se paró, puesto que los edificios tan concentrados y apiñados la intimidaban bastante; pensó en parar un momento para comer algo, pero desde el aire la ciudad se veía tan aglutinada, que su sola vista la producía agobio. Tampoco se trataba de un núcleo poblacional tan grande y denso, pero prefirió seguir adelante.

Fluttershy no era muy de volar, sabia que incluso volando se tardaba mucho menos que andando; pero apenas subía demasiado alto y no iba tan rápido como otros pegasos normalmente vuelan. Ángel la azuzaba para que subiera un poco más y poder ver mejor el paisaje a vista de pájaro, ya que pocas veces solía tener ese privilegio.

-¿Aún más? estamos muy alto, Ángel, podría ser arriesgado…

El conejo en su grupa la instigó a pesar de todo.

-Pero no estoy tan acostumbrada a volar… me duelen las alas…

Por alguna razón, el conejo reconsideró su petición y decidieron parar momentáneamente en un lago cercano a la ciudad, para beber agua y refrescarse un poco, ya que hacia bastante calor; trataron de encontrar algo para comer, pero no vieron nada por las inmediaciones. Tras el breve descanso, Fluttershy volvió a alzar el vuelo tras la insistencia de Ángel, el cual no la daba ni un solo respiro.









-Y aquí estoy de nuevo, pateándome los caminos… podría escribir un poema-pensó Pinkie, en voz alta.

Podría intentarlo, aunque tampoco estaba del todo segura de si la saldría bien; hacia ya un buen rato desde que había abandonado Tulsa con unas escasas alforjas con ella, llevándose todo lo que había podido reunir allí. El libro llamado biblia, algo de provisiones, agua, la cajita de Jim Collins y todas las ganas del mundo por encontrar a sus amigas. En ese momento se encontraba cruzando la Interestatal 44 en dirección hacia Oklahoma City, como bien pudo comprobar en un cartelón poco después de comenzar el viaje. No sabia ni por donde empezar a realizar su búsqueda, pero parecía un buen lugar a donde dirigirse. Después de todo, lo estaba echando todo a la suerte. Quería encontrar a sus amigas a toda costa, por lo que no se anduvo trazando planes previos y se echó a la aventura, como ella normalmente lo haría.

-Ah, algo me dice que va a ser un viaje largo… ¿Cómo podría matar el tiempo? no puedo ni jugar al veo veo…

Era en esos momentos cuando más echaba de menos la compañía de Pinkamena, por muy raro que eso sonara; por un lado agradecía que no la volviera a molestar con sus constantes parloteos y opiniones referentes a cualquier cosa que viera, pero por otro lado no podía evitar que ella fue lo más parecido a compañía que tuvo durante su larga y deprimente estancia en Tulsa. Siempre le daba algo por lo que hablar, y evitaba que cayera presa de su propio aburrimiento. Trató de entretenerse a ella misma, pero no daba resultado.

-Veamos ¿Qué sería un cupacke en la bandeja de plata de un comensal en un local medio vacio? evidentemente, no en el Sugarcube Corner…

Lo había intentado, eso sí. Se quedó callada por un momento y echó un vistazo a su alrededor; la carretera discurría en dos carriles que se extendían más allá de donde alcanzaba la vista. A ambos lados de la misma, largas extensiones de campos verdes y relucientes, salpicados de abundante vegetación, decoraban las inmediaciones. El cartel más próximo con el que se encontró, señalaba la distancia desde donde estaba hasta su destino: "Oklahoma City 107 millas".

-Vaya, eso es una distancia considerable… quizás no llegue antes del anochecer, pero aún así, ni las millas más largas me detendrán. ¡No pararé hasta encontrar a todas y cada una de mis amigas!-exclamó Pinkie con fuerza, resonando su voz por todo el lugar.

Después de todo, tenia todo el tiempo del mundo.










-¡Mira, Tia, champiñones!

-¿Son conservados?

-Pues claro que son conservados, si no, estarían podridos…

-Val, vale, solo quería que estuvieras segura. Ponlos con el resto.

El viaje hasta Tucson resultó ser mucho más rápido de lo que en un principio Luna y Celestia pensaron; partieron a primerísima hora de la mañana, en cuanto el sol comenzó a despuntar, y echando a volar desde lo alto de Kitt Peak. El paisaje desde la alta montaña destacaba por ser principalmente montañoso, pero vieron eras, vaguadas y un arroyo cruzando el camino principal. Las princesas no eran ningunas expertas voladoras, pero su técnica era lo suficientemente buena como para volar a una velocidad promedio que podría alcanzar al más avezado de los Wonderbolts. Quizás fuera por eso por lo que llegaron a la ciudad mucho antes de lo esperado.

Tucson era una ciudad pequeña, o al menos esa fue la sensación que les dio cuando la vieron desde el aire; quizás fuera por todo lo que habían leído acerca de rascacielos y torres, pero se esperaban algo mucho más grande, impresionante y del todo vistoso. La ciudad entera ocupaba sus buenos kilómetros cuadrados, y su extensión era bastante grande, pero no llegó a asombrar a las princesas.

En ese mismo momento se encontraban en el interior de un supermercado de nombre Walmart, buscando algo que fuera comestible; aunque la gran parte del establecimiento se encontraba vacio, eso no las desanimó y estuvieron registrando a conciencia el lugar, esperando encontrar algo que los humanos se hubieran dejado olvidado antes de desaparecer. Las pisadas de sus cascos engalanados resonaban por todo el lugar.

-Es curioso…-murmuró en ese momento Celestia.

-¿El qué es curioso, hermana?-inquirió Luna.

-Parece que asaltaron hace tiempo este supermercado, ya que apenas queda algo. Aunque eso mismo me extraña, si los humanos desaparecieron ¿cómo pudieron tener tiempo material para arramblar con todo lo que hay aquí? si ellos supieran, de algún modo, que iban a desaparecer, la teoría es más o menos plausible. Pero fíjate bien en el lugar, se ve como si hubiera sido asaltado en diferentes periodos de tiempo, y sólo se llevaron las conservas… la frutería está intacta, así como la pescadería y la carnicería. Si hubieran sabido de alguna forma que iban a desaparecer, se lo habrían llevado todo de una sentada-explicó la princesa del sol.

Luna miró a su alrededor, pensando en el planteamiento de su hermana.

-Es posible, aunque también sería del todo considerable. En el caso de que supieran de antemano que iban a desaparecer, entonces si que lo hubieran cogido todo. Quizás no lo hicieron de golpe…

-¿A que re refieres?

-Ya sé que eres tú la que anda investigando el fenómeno, pero imagínate por un momento que la desaparición de los humanos se hubiera dado de forma escalonada.

Celestia alzó las cejas, pensando en lo que su hermana acababa de decir.

-En tal caso sí que les hubiera dado tiempo a coger todo… incluso a consumir los alimentos más inmediatos.

Las dos se quedaron en silencio, sumiéndose de nuevo en sus pensamientos; aun así, volvieron al trabajo, buscando más cosas que se pudieran llevar.

Esa mañana se pasó enseguida, antes de lo que ellas se esperaban incluso; para entonces habían podido reunir bastante comida, entre otras cosas que les podían ser de utilidad, como libros genéricos que no pudieron encontrar en el observatorio, pilas, más mapas o herramientas, por si alguna vez requerían realizar alguna reparación de emergencia. Comieron en la azotea del edificio más alto de la ciudad, desde donde se podía ver la mayor parte de la misma.

-¿Crees que así está bien o deberíamos ir a echar un vistazo a Phoenix?-inquirió en ese momento Luna, mirando el montón que habían reunido.

-Bueno, calculo que con lo que hemos podido encontrar tendremos para un par de semanas. Aunque, después de todo, nos vendría bien explorar un poco más nuestros alrededores. ¿Nos acercamos a echar un vistazo?-inquirió entonces Celestia, abriendo sus alas.

-Por mi, vale-asintió Luna.

Dejaron el botín allí, tomaron carrerilla y saltaron desde el borde del edificio, echando a volar hacia el noroeste; desde las alturas localizaron la Interestatal 10 y volaron sobre ella.

-¡Recuerdo esta carretera en el mapa, nos llevará directamente hasta Phoenix!-exclamó Celestia.

De hecho pudieron llegar a confirmarlo al ver un cartelón informativo en el que pudieron leer: "Phoenix 116 millas". Se encontraba un poco más lejos que Tucson, pero nada que un rápido vuelo no pudiera hacer. Tan solo debían a seguir la carretera.










A esas horas de la tarde, el calor apretaba más que nunca, al menos en esa parte de Oklahoma; habían estado toda la mañana andando, a ritmo constante y sin apenas parar. Aun así, Oklahoma City se veía más lejana que nunca y el asfalto quemaba una barbaridad.

-Twilight, paremos un momento… se me están cociendo las escamas…-musitó Spike, muerto de calor.

-Aguanta un poco más, Spike… queda poco para llegar a Chickasha-le animó ella, sosteniendo el mapa con su magia.

Chickasha era una pequeña ciudad que se encontraba poco antes de entrar en Oklahoma, pero se estaba haciendo una eternidad llegar hasta allí; habían estado toda la mañana y parte de la tarde viajando casi sin parar, solo para comer brevemente y seguir adelante, pero las distancias eran mucho más grandes de lo que en un principio pensaron.

-Por favor, Twilight… es imposible viajar así…-masculló el pequeño dragón.

-Sólo un poco más, en cuanto lleguemos a Chickasha descansaremos todo lo que quieras, pero tenemos que seguir si queremos llegar antes de que anochezca-insistió la unicornio lavanda.

No sabían cuanto tiempo había pasado desde que salieron de Central High ni que hora era, pero teniendo en cuenta la posición del sol, Twilight calculó que serían las cuatro o las cinco de la tarde, aproximadamente. Precisamente, las horas centrales del día más calurosas, sobre todo en verano. Por sugerencia de Spike, llegaron a paliar unas cuantas millas usando hechizos de teletransporte encadenados uno tras otro, pero para el quinto o el sexto, Twilight se vio obligada a parar debido al mareo que la provocaba usar su magia tan de seguido. Incluso llegó a vomitar un poco de la comida, aunque el calor también contribuyó.

-¿Estás bien, Twilight? ¿Quieres un poco de agua, te mojo la nuca?-inquirió Spike.

-No, estoy bien, tenemos que conservar esa agua para consumo, no para otra cosa. Chickasha, tenemos que llegar a Chickasha, cuanto antes-masculló ella.

Cerraron enseguida ese corto paréntesis y continuaron el viaje siguiendo la carretera; estaba resultando mucho más duro de lo que en un principio pensaron que sería, el calor tampoco ayudaba a verlo con otros ojos y ni una sola sombra llegaba hasta la carretera. El cielo se encontraba despejado, por lo que el calor incidía aún más, intensificando la sensación de bochorno. Más de una vez tuvieron que recurrir a la botella de agua que abrieron hace poco, tenían tres más, pero no querían acabar con las únicas reservas de agua que poseían. El viaje se complicaba por momentos y no veían el instante de llegar a Oklahoma y descansar por lo menos varias horas antes de ponerse a explorar la ciudad. Eso por descontado.









Las horas pasaron lentamente, incidiendo sobre la tierra al igual que los rayos del sol; para Fluttershy la sensación era aún peor. Parecía que llevaba horas volando, pero en realidad solo le había tomado unos pocos minutos desde el último descanso. Sus alas aleteaban débilmente, el sudor la recorría el pelaje y apenas se podía mantener en el aire; tampoco avanzaba, parecía una débil cometa dejándose llevar por el viento, aunque esta vez, apenas hacia viento. Incluso Ángel en su grupa se sentía vacío y sin ganas de azuzar a su dueña a volar más rápido. Emitió un ahogado resuello, inaudible para todos aquellos que no fueran la tímida pegaso.

-No puedo más, Ángel… hace demasiado calor… siento como si mis alas pesaran un quintal.

Dejó que su peso comenzara a obligarla a bajar, manteniéndose en el aire por puro instinto; volando de forma errática, planeó hacia abajo, sin aguantarlo ni un minuto más. Rozó las ramas de un manzanar cercano, arañándose un poco, pero con sus reflejos mermados por el calor, apenas pudo evitarlo. Trató de aterrizar suavemente, pero tropezó con una raíz y cayó al suelo de morros. El conejo bajó de su grupa y se apoyó en el árbol más cercano; por su parte, Fluttershy notó como todo a su alrededor daba vueltas y los colores se difuminaban. Los sonidos se apagaron y sus sentidos no las respondieron. Varias formas extrañas, negras e inconclusas, se acercaron a ella desde el otro lado del manzanar; los ojos de la pegaso se pusieron en blanco, antes de desmayarse.

-¿Cómo está?

-Aún no despierta, lleva un par de horas KO… la fiebre ya la ha remitido.

-Menos mal, empezaba a preocuparme… este calor es insoportable…

-Dímelo a mí, prima… ¿seguro que Blossomforth no puede hacer nada para traer esas nubes del sur?

-No, lo intentó, pero no pudo ni cogerlas… dice que jamás había visto unas nubes así…

-Eso es porque no son como las de Ecuestria…-murmuró entonces Fluttershy, recobrando el sentido de golpe.

Abrió los ojos y vio a una sorprendida Applejack junto a una poni de pelaje amarillo pálido y crin verdosa.

-Fluttershy… ¡Fluttershy, estás bien!-exclamó la poni naranja, abrazándola de golpe.

-Applejack… me alegro tanto de volver a verte…-masculló la pegaso, comenzando a llorar de alegría.

-Y yo también, dulzura, eres la primera de todo el grupo a la que veo, sólo espero que nos reencontremos todas pronto…

-Eso espero… ¿y Ángel? ¿Dónde está Ángel?-inquirió ella, angustiada.

-Tranquila, está durmiendo abajo, los dos os veíais agotados y deshidratados… ¿dónde habéis estado durante todo este tiempo?

Fluttershy comenzó a contarle todo su periplo desde que apareció en el parque hasta ese momento, sin apenas omitir casi nada; Applejack escuchó atentamente toda su historia, quedándose bastante sorprendida por todo lo que había pasado su tímida amiga.

-Vaya… ¿en serio rescataste a todos esos animales de un bosque en llamas? Fuiste muy valiente, dulzura…

-Fue un momento de fortaleza muy breve… aun así, pasé bastante miedo…-murmuró ella, ocultándose tras las sabanas de la cama.

-Pero lo que cuenta es que conseguiste sobreponerte y enfrentar tus miedos… estoy orgullosa de ti, dulzura.

Las dos se miraron por un momento, compartiendo una misma sonrisa. Applejack comprobó su temperatura rápidamente y murmuró.

-Ya no tienes fiebre… ¿quieres bajar a saludar a los demás? Somos unos cuantos por aquí…

-Oh, me encantaría…

Fluttershy se levantó de la cama y Applejack la llevó al salón, donde todos los demás se encontraban; la tímida pegaso se quedó incluso aun más tranquila al ver que se trataban de ponis que conocía y con los que solía cruzarse de vez en cuando allá por la ahora lejana Ecuestria, por lo que no tuvo problemas para integrarse y abrirse a los demás. Por primera vez desde que llegó allí, sintió una absoluta calma y una posible oportunidad para volver a ser feliz de nuevo.









El vuelo hacia Phoenix duró un poco más que el anterior, aunque quizás fuera por el calor que incidía sobre ellas de forma bochornosa; pudieron ver la ciudad a lo lejos conforme se acercaban, pero en ese momento Luna masculló.

-Tia, no puedo más, necesito beber agua…

-Sí, yo también, el calor es sofocante… bajemos a ver si encontramos algún rio o lago-asintió Celestia.

Los dos alicornios planearon a pocos metros de altura del suelo, mientras se acercaban cada vez más a la ciudad; cerca de allí, tras varias alambradas que mantenían separada una extensa pradera, había un sólido edificio de granito, el cual tenía un gran boquete en una de sus gruesas paredes.

-Vaya, mira eso…-observó Luna.

-¿El que?

-Esa pared de hormigón tan gruesa de ahí… parezca que un hechizo inflamatorio haya estallado justo al lado.

-O simplemente se ha caído… tengo sed, Luna…-se quejó Celestia, sin apenas fijarse.

-Venga ya ¿Cómo va a caerse una pared tan sólida así sin más? debió de pasar algo ahí abajo, voy a echar un vistazo-anunció Luna, cada vez más curiosa.

-Muy bien, pues allá vamos…-murmuró su hermana mayor, rodando los ojos.

Las dos aterrizaron justo al lado y Luna se acercó al boquete, observándolo con atención; la piedra se veía totalmente rota y agrietada, con cascotes bien grandes por todos los lados y una negra mancha en el suelo, justo al lado de donde estuvo ese tramo de pared.

-No hay duda, aquí estalló algo… y fue la explosión la que abrió este boquete-obvió Luna.

-Muy bien… ¿podemos seguir, por favor?-pidió Celestia, con tono cansado.

-Espera, quizás encontremos algo dentro…-murmuró su hermana pequeña, encendiendo su cuerno y adentrándose a través del boquete.

El edificio era bastante grande, al menos aparentemente, un largo y oscuro pasillo las llevó directamente hasta un extenso recibidor iluminado por la luz del día que entraba a raudales por las puertas acristaladas. En la pared superior, había una gran bandera de los EEUU colgada y justo debajo, se podía leer: "Base militar de Country Yard, Phoenix".

-¿Una base militar?-repitió Celestia, frunciendo el ceño.

-Oh, leí acerca de esto, creo que es como un gran destacamento preparado para servir al gobierno, o algo así… que suerte, quizás podamos descubrir más cosas acerca del país aquí. Debe de haber un montón de información clasificada…-explicó Luna, todo emocionada.

-No hay tiempo, Luna, tenemos una ciudad que registrar…

-Pero también podemos registrar este sitio… seguro que encontraremos un montón de cosas que no conocemos, incluso algo que nos ayude a encontrar a los demás. Podemos intentarlo, hermana…

Celestia se quedó pensativa por un momento, rumiando la situación; finalmente murmuró.

-Está bien, pero el viaje nos ha tomado bastante tiempo… el lugar parece más grande de lo que parece, y ya que lo hemos descubierto, podemos volver en cualquier momento enseguida si nos teletransportamos. Sugiero que lo dejemos para mañana, mientras tanto podemos seguir buscando más provisiones.

-Ya, pero luego querrás trabajar también… pero bueno, como tu veas.

-Tenemos todo el tiempo del mundo para seguir investigando, Luna, creo que esto es más importante…-opinó Celestia, elevando una ceja.

-Sí, sí, no he dicho nada, tranquila, salgamos fuera…

Las dos alicornios regresaron por donde vinieron, Celestia apenas le daba crédito al lugar, pero Luna tenía una gran corazonada; en cuanto lo vio, supo inmediatamente que podía haber algo grande en él, y era en ese mismo momento en el que se iba cuando más lo notaba. Aun así sabía que volverían igualmente, por lo que aparcó esa extraña sensación y siguieron el viaje, cada vez más cerca de su destino.










-Tenemos que buscar un lugar donde pasar la noche… no llegamos hoy a Oklahoma ni aunque queramos…

-Sí, ya lo veo, aunque al menos hemos llegado a Chickasha…

Había parecido una eternidad, pero por fin habían llegado a la pequeña ciudad, la cual se caracterizaba sobre todo por ser un pequeño núcleo industrial donde se hacinaban, sobre todo, almacenes y fábricas ahora abandonadas. Poseía una pequeña área residencial por donde Twilight y Spike se encontraban buscando un lugar donde quedarse, cualquier portal parecía suficiente, pero era incluso mejor poder acceder a algún piso donde poder descansar de la caminata que habían recorrido durante todo el día entero. El sol comenzaba a ponerse y un tono anaranjado teñía Chickasha lentamente.

-Esa cerradura parece oxidada, probaré a ver-murmuró Spike, acercándose al portal.

Usando sus garras, le propinó un golpe a ésta, la cual cedió y se desencajó, abriéndose la puerta.

-¡Vía libre!

-Genial, a ver si alguna puerta está abierta…

Subieron al primer piso y comprobaron las primeras puertas, pero las dos estaban cerradas; estuvieron probando el resto de puertas en los otros pisos, pero sólo una se abrió, la última del tercer piso. El apartamento era bastante más grande que en el que ellos paraban en Central High, con un total de tres habitaciones, dos baños, una cocina, salón-comedor y un pequeño cuarto trastero. Estuvieron registrando primero el lugar, para ver si podían encontrar algo más de comida aparte de la que ellos llevaban, pero todo lo que llegaron a descubrir se encontraba podrido o en mal estado. No se molestaron ni en abrir la nevera.

-Bueno, al menos tenemos nuestras provisiones… aunque estamos sin luz…-murmuró Spike, desanimado.

-¿A ti que te parece? No podríamos habernos llevado ese armatoste ni aunque quisiéramos… por hoy estamos desconectados-asintió Twilight, poniéndose cómoda.

-Sí, es una pena, ya que me estaba acostumbrando…

Cenaron los dos tranquilamente, mientras hablaban acerca del viaje y haciendo estimaciones para mañana.

-Entonces mañana llegamos ¿no?

-Sí, claro, apenas quedarán unas pocas millas para Oklahoma… aunque vamos a tener que organizarnos bien, ya que hay que encontrar ese cine para ver si podemos recuperar la próxima grabación de Jim Collins-añadió ella.

-Cierto, ya casi se me había olvidado…

-Es mi única pista para descubrir lo que les pasó a los humanos. Sigo pensando que tuvimos una suerte inmensa al encontrar esa grabadora… y eso mismo me hace pensar que quizás no fuera del todo casualidad… ¿Qué haría en ese colegio la grabadora?-se preguntó Twilight, en voz alta.

-Bueno, en la anterior grabación comentaba que fue destinado allí…

-Ya, pero lo que quiero decir es que… podría haber pasado en cualquier sitio, con lo grande que es este país… con la cantidad de ciudades y pueblos que hay aquí, tenía que acabar en Central High. Y nosotros también.

-¿Qué quieres decir?-inquirió Spike, extrañado.

-Pues que no creo que nada de esto haya sido una coincidencia. Ni nuestra llegada aquí, ni lo que hicimos después…

-Creo que estás suponiendo demasiado, Twilight-opinó el pequeño dragón.

La unicornio lavanda dejó escapar un suspiro, pensando en lo mismo.

-Sí, lo sé… perdona Spike, ya sabes como soy, en cuanto empiezo no paro…

Terminaron de cenar enseguida, para entonces los últimos rayos de sol comenzaron a esconderse detrás del horizonte, dejando paso a un enorme manto de estrellas arropando al firmamento.










Al otro lado del país, hacía rato que ya había anochecido, lo que era aun peor para Rainbow Dash; justo ayer la luna se encontraba en cuarto creciente, y esa noche apenas cambió nada. Aunque por un lado lo agradeció, ya que había pasado un calor horrible durante todo el día, por otro no supo a qué atenerse a la hora de volar, y temía acabar dando vueltas como una tonta. Estaba del todo segura que de alguna forma se había acabado desviando del rumbo, ya que el calor amodorrante la había obligado a parar más de una vez; incluso alguna que otra vez se encontró a si misma dando vueltas constantemente alrededor del mismo cactus.

-Al menos ahora hace fresco, pero la sed sigue siendo la misma…-pensó ella, con la boca seca.

Y es que su última botella se la había acabado de camino, terminando a los pies de una roca, la cual había confundido con una charca debido al calor. Nunca antes había experimentado un espejismo, por lo que el efecto fue instantáneo y se dio un golpe de impresión. Al menos la había servido para volver a la realidad.

Ahora, el aire fresco la golpeaba al volar y la ayudaba a sentirse mejor, pero no veía por donde iba.

-Maldición, me vendría bien volver a ver esa luz… espera, a ver si puedo encender la linterna-murmuró en voz alta, rebuscando en sus alforjas.

Una de las cosas que se había llevado con ella, era una linterna que había llegado a encontrar una vez en un motel de carretera hacia ya unos cuantos días atrás; aún no estaba del todo acostumbrada a manejar las cosas con sus cascos, trató de encenderla con los dientes, pero en ese momento se le resbaló y se le cayó.

-¡Oh, no, no, no, mierda!-masculló ella, tratando de alcanzarla.

Estuvo a punto de cogerla, pero en ese momento notó como se zambullía en un agua helada y agitó las patas hacia arriba; vio que el foco de la linterna lucia, pero ésta comenzó a hundirse hacia el fondo hasta desaparecer tras una densa negrura submarina. En ese momento se acordó de sus otras cosas, entre ellas sus libros, y trató de salir del agua rápidamente, agitando sus alas con fuerza; una bocanada de aire la ayudó a respirar en cuanto alcanzó la superficie y agitó sus patas con fuerza, tratado de mantenerse a flote.

-¡Oh no, no puedo volar ahora!-masculló ella, asustada.

Vio la delgada luna en lo alto del cielo y justo después le pareció ver un extraño resplandor reflejándose cerca de allí, incluso creyó oír una música a lo lejos. Nadó hasta llegar a una pequeña orilla, se quitó sus empapadas alforjas y trató de secarlas rápidamente, así como sus pesadas y empapadas alas; sacó las cosas, incluyendo el libro de historia de la aviación, pero todo había acabado calado.

-¡No, no, no te despegues, por favor! ¡Mierda!-gritó ella, impotente.

Dejó el libro sobre una roca y fue entonces cuando lo pudo ver; ni siquiera había prestado la suficiente atención, pero era en ese momento cuando más se dio cuenta, ya que llegó a ver la roca. Una débil pero visible luz se llegaba a extender desde lo alto de la colina y conseguía iluminar lo que parecía un extensísimo pantano, soportado por una enorme y muy gruesa pared de hormigón que se podía ver desde donde ella estaba. Se acordó entonces de su sed y se acercó a la orilla, bebiendo constantemente durante unos dos o tres minutos aproximadamente. Una vez que calmó su sed, se sacudió a sí misma, tratando de secarse lo antes posible.

Estuvo esperando un buen rato para que se secaran sus cosas y poder proseguir con el viaje, para entonces sus ojos ya se habían acostumbrado a la nueva visibilidad y podía ver con más nitidez lo que la rodeaba; la luz era bastante potente a pesar de lo débil que se veía desde donde ella se encontraba, por lo que pudo deducir que la fuente de la misma se encontraba cerca. Una vez que las alforjas se secaron, aunque el libro seguía empapado, alzó el vuelo para poder ver mejor sus alrededores, y en cuanto fijó la vista hacia delante, no pudo evitar que su mandíbula se cayese de golpe.

Delante de ella se encontraba lo que parecía una gran ciudad, pero eso no era lo que más destacaba de ella, ya que ésta brillaba por si sola; una potentísima luz se extendía hacia todas las direcciones y un par de haces de luz blanca se movían hacia los lados, enfocando hacia el cielo. Jamás había visto antes nada parecido y su sola visión la dejó totalmente alucinada. Altísimas torres igual de brillantes decoraban el conjunto, haciéndola ver aún más resplandeciente y luminoso.

Atraída por las luces de colores, Rainbow voló en dirección hacia la ciudad, viéndola mejor conforme más se acercaba; desde arriba, todo se veía como enormes focos de luz que alumbraban con una fuerza sin igual, incluso dejándola bastante deslumbrada. Una enorme y ancha calle cortaba perpendicularmente al brillante núcleo de población, y al final de la misma, creyó ver una especie de cartel, pero desde donde ella estaba no conseguía ver lo que ponía; voló hasta llegar al otro lado y se acercó para ver mejor lo que éste decía. En cuanto sus ojos se acostumbraron al brillo, pudo leer una curiosa inscripción: "Bienvenido a la fabulosa Las Vegas".

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 25 Ago 2013, 18:22
por Sg91
Capítulo 13

Lo que pasa en Las Vegas…


-¿Las Vegas? ¿¡Las Vegas?! Me tomas el pelo…

Y no lo decía por el nombre en sí, sino por lo que la recordaba; allá por la lejana Ecuestria, una de sus tantas ciudades recibía el nombre de Las Pegasus y destacaba por ser una ciudad muy colorida y brillante, donde el juego estaba a la orden del día. Las diferencias y similitudes para entonces eran más que inevitables. Aunque para el caso de Las Vegas, apenas había similitudes salvo por el nombre.

-Trataré de no hacerle demasiado caso… aun así, el misterio de la luz nocturna está resuelto-pensó Rainbow, mirando de reojo las luces blancas que se elevaban hacia el oscuro cielo.

Como la curiosidad la mataba, no esperó más y encaró la ancha avenida, volando bajo y mirando atentamente todo lo que la rodeaba; todos los edificios, desde el más alto hasta el más bajo, eran del todo destacables gracias a las brillantes luces. Todos los elementos se fundían en uno solo y la era casi imposible fijarse en una sola cosa, puesto que todas las demás también destacaban con fuerza, atrayendo poderosamente su atención. Incluso hasta la más austera y simple farola se volvía interesante por el hecho de que alumbraba sin necesidad de una llama o algo parecido. Llegó al primer cruce y se quedó flotando justo en el medio, sin estar del todo segura en qué fijarse primero.

-Son tantas cosas y todas ellas tan brillantes… ¿a dónde voy ahora?-se preguntó la pegaso, más confusa que nunca.

Se quedó estática y batiendo sus alas, como si esperara algún tipo de respuesta por parte de alguien en concreto; como si el cielo hubiera escuchado sus suplicas, en ese preciso momento le pareció oír una voz conocida exclamar.

-¡Rainbow Dash!

La aludida se dio la vuelta y, por un momento, no se creyó lo que veía; una pegaso a quien conocía bien desde hace mucho, la miraba igual de desconcertada que ella, desde el otro lado de la calle.

-¡Rainbow Dash! ¿¡De verdad eres tú?!-inquirió la pegaso, avanzando un poco.

La pegaso multicolor finalmente reaccionó y murmuró.

-Sí… ¿Cloudchaser? ¿Eres tú?

-¡Pues claro que soy yo! ¡Que alegría, me alegro de verte!-exclamó ella, echándose sobre Rainbow.

Normalmente Rainbow no era de esos ponis que se emocionaban hasta el punto de llorar de alegría, aunque no pudo negar que la dio un poco de emoción volver a encontrarse con un poni que ella conocía después de todo ese tiempo sola. Dejó que su vieja amiga la revolviera el pelo y justo después la apartó como buenamente pudo, ya que no la gustaba demasiado que la sobaran.

-Yo también me alegro de verte, Cloudchaser… ¿Qué haces aquí, estás de paso?

-¡Qué va, ya llevamos una semana viviendo aquí!-anunció ella.

-¿Llevamos?

-¡Oh, sí, somos un buen montón! Al principio tan solo éramos unos pocos, pero luego comenzaron a venir muchos más ponis atraídos por la luz, ya que la ciudad brilla con fuerza por las noches. ¡Qué bien que estés aquí, se van a poner de contentos!-exclamó Cloudchaser, todo feliz.

-Qué bien… ¿y donde estáis, exactamente? Este sitio es tan… colorido.

-¿Verdad que sí? Tardamos un buen tiempo en acostumbrarnos, sobre todo con esto de la electricidad. Pero ahora lo llevamos como lo haría un humano. Pero bueno, antes que nada… ¡bienvenida a Las Vegas!-añadió la pegaso, alegremente.

-Sí, el cartel ya me dio la bienvenida antes… ¿por qué el sitio se parece tanto a Las Pegasus?-inquirió en ese momento Rainbow, mientras echaban a volar.

-Todos los que llegaron aquí por primera vez se hicieron la misma pregunta. Pero luego te acostumbras, así que no te preocupes. No te fijes en eso, disfruta del momento, esta ciudad es única, aprovéchala.

-Sí, eso ya lo veo… ¿dónde paráis, por cierto?

-En uno de los tantos hotel-casino que hay aquí, había tantos y tan variados que nos fue complicado decidirnos al principio, pero al final nos decantamos por el palacio del César. ¡Vamos, te llevaré hasta allí!

Siguiendo The Strip todo recto, según llamó Cloudchaser a la avenida, llegaron directamente a un vistoso y suntuoso edificio de más de diez plantas de altura, con aspecto de palacio antiguo y con una preciosa y larga fuente junto a la entrada; el recibidor del hotel era tan suntuoso y brillante como el exterior, o incluso más, rezumando lujo por todos los costados. Cloudchaser la iba explicando de todo un poco según lo que iban viendo; los suelos eran de mármol y brillaban como si tuvieran luz propia. En la recepción había una gran estatua blanca justo en medio de la amplísima estancia, de tres mujeres humanas desnudas de pecho para arriba.

Fueron primero a las habitaciones, las habían estado ocupando en orden y a Rainbow la tocó la treinta y cinco, en el primer piso en el edificio principal; dejó sus escasas pertenencias en la habitación, pero salió de allí con su libro de la aviación aun empapado.

-Mierda, es mi libro más preciado… ¿tenéis algo que pueda secarlo rápidamente?-inquirió ella, preocupada.

Cloudchaser estuvo pensando brevemente y luego anunció.

-¡Sí, conozco un buen lugar! Sígueme.

Las dos regresaron a la planta baja y se dirigieron a la parte de las oficinas del hotel; una vez allí, entraron en un pequeño cuartito donde había un enorme armario de metal, el cual mostraba un montón de lucecitas de colores parpadeantes tras una delgada puerta de cristal, junto con un montón de cables interconectados a lo largo de todo el armario. Todo en su conjunto producía un calor achicharrante, varios ventiladores soplaban aire a su alrededor constantemente.

-Puedes dejarlo aquí, aún no sabemos exactamente lo que es este armario, pero hemos preferido no tocar nada por si las moscas. Seguro que se te seca enseguida-explicó Cloudchaser.

-Está bien…

Dejó el libro abierto por la mitad, justo al lado del armario. Mientras tanto, volvieron por donde habían venido y la pegaso la siguió enseñando tanto el hotel como la parte del casino, asombrándose cada vez más con todo lo que veía. Luego pasaron a la zona de tiendas y después al jardín, donde la piscina se encontraba iluminada. Eran tantas cosas y todas a la vez, que Rainbow fue incapaz de procesarlo todo en su conjunto.

-No te preocupes, te harás al hotel enseguida, y a la ciudad también. Vamos al bar, ahora mismo los demás deben de estar allí tomando una copa.

Desde el recibidor anduvieron todo recto a mano derecha, pasando por varios pasillos, hasta llegar a un espacioso salón donde un montón de mesas y sillas de diseño clásico antiguo se repartían por toda la enorme estancia; tras la barra, un montón de botellas se sostenían sobre estanterías de cristal engalanadas. Un pegaso de pelaje negro y crin blanquecina se encontraba limpiando un vaso cuando las vio llegar.

-Hola, Cloud… buenas Dash, bienvenida.

-¿Thunderlane?

-El mismo, en carne y en hueso… ¿acabas de llegar?

-Sí, aunque por lo que veo no te alegras demasiado de verme…

-No, no es eso, me alegro de verte, es sólo que ya estamos acostumbrados… a los pocos días de llegar aparecían tantos ponis que nos hicimos a la idea de que llegarían muchos más. Y por mí, que lo hagan, aquí hay sitio para todo Ponyville.

-¡Eh, Thunderlane! ¿¡Qué pasa con esas copas?!-exclamó en ese momento una voz masculina.

-¡Ya van! En serio, qué impaciente es este chico…

Llevó consigo entre sus cascos una bandeja con al menos seis copas y se dirigieron a una de las mesas; para sorpresa de Dash, vio a un montón de ponis que conocía y con los que solía hablar habitualmente. Llegó a ver a Comet Tail, que era el que había apremiado antes a Thunderlane, Flitter, la hermana de Cloudchaser, Ace, un poni tenista del pueblo, Berry Punch, Cherry Berry, Davenport, el dueño de Quill's n Sofa's, Flashy Pony, Lily Valley, Raindrops, Sassaflash, Minuette, Sea Swirl, Crescent Moon… y muchos otros a los que apenas conocía.

-Madre mía, sois muchísimos…-masculló ella, alucinada.

-Sí, ya te digo que en todo este tiempo nos hemos reunido un montón… ¡ey, atención todo el mundo, mirad quien ha llegado!-exclamó en ese momento ella, llamando la atención a los ponis presentes.

Al verla, casi todos la saludaron al unísono, mientras se unía al grupo para hablar; a Rainbow no la hacían demasiada gracia los grupos tan grandes de ponis, pero era lo que había, por lo que tuvo que lidiar con ello. La conversación se fue yendo por otros derroteros, llegando incluso a tocar el tema de cómo llegaron hasta allí; todos se fijaron en Las Vegas por obvias razones, ya que por las noches su brillo se veía desde todas las direcciones. Las distancias eran mucho más largas de lo que parecían, y muchos de ellos se tuvieron que tragar muchos kilómetros y polvo para llegar hasta allí. Pero la mayoría de los viajes valieron la pena, ya que muy pocas ciudades aún seguían tan provistas como Las Vegas; con electricidad indefinida, agua y provisiones, era quizás la mejor ciudad en la que poder estar en kilómetros a la redonda. Incluso otras como Los Ángeles o San Francisco no eran las más apropiadas, debido a la falta de recursos en ellas.

-Fue toda una suerte encontrar una ciudad así… sigo pensando que en otras lo hubiéramos tenido más complicado-comentó Lily.

-¿Quién apareció aquí primero?-quiso saber Dash.

-Pues mira, los primeros en empezar a vivir aquí fueron Vinyl y Octavia-reveló Thunderlane.

-¿También están aquí? ¿Y dónde se encuentran ahora?

-Vinyl debe de estar ahora mismo en la discoteca, preparándolo todo para la fiesta, todas las noches montamos una. Y Octavia andará practicando en el coliseo, se vino con el violonchelo incluido-comentó Flitter.

-Luego fuimos viniendo todos los demás… mi hermana y yo fuimos las siguientes, Tunderlane nos siguió a los pocos días-siguió Cloudchaser.

-El resto fuimos viniendo en grupo y con periodos de tiempo ajustados… casi todos vinimos desde el sur, aunque yo vine desde el oeste, partiendo de un pueblo de nombre Bishop-reveló Davenport.

-Nosotras vinimos desde Barstow, al norte de Los Ángeles, nos encontramos con Ace y Cherry Berry, que venían de allí-contó Minuette, con Sea Swirl a su lado.

-Esa ciudad está bastante muerta, apenas había recursos y vivir se hacía bastante cuesta arriba. Una noche subimos hasta lo alto de la US Bank Tower y pudimos ver el resplandor de Las Vegas, por lo que decidimos ir a echar un vistazo. Por el camino nos encontramos con ellas y aquí estamos- retomó Ace la historia.

Estuvieron hablando un buen rato más, pero al cabo de unos pocos minutos, una voz que Rainbow conocía bien se oyó por todo el recinto.

-¡Yeguas y sementales, todo esto ya está listo para la gran fiesta… pasaos cuando queráis! ¡Oh, sí!

-¿Esa no era Vinyl?-inquirió Rainbow.

-La misma, vamos para allá, seguro que nos vuelve a sorprender otra noche.

Dash se dejó guiar por los demás, los cuales la llevaron por el hotel; salieron del bar y torcieron a la derecha, cruzando un largo pasillo hasta subir por unas escaleras. Subieron un par de pisos para luego dirigirse hacia un pasillo que desembocó en una puerta que entraba a un amplio y suntuoso interior, de suelos brillantes, sofás, mesas bajitas y, sobre todo, muchas cortinas. La palabra Pure se repetía tanto en las paredes como en las cortinas, y una larga terraza daba a unas vistas preciosas a The Strip y el resto de los casinos. Vinyl se encontraba dando los últimos toques tras la mesa de mezclas, en cuanto vio a la pegaso multicolor, la saludó con la vistosidad que la caracterizaba.

-¡Hombre, pero si es Rainbow Dash! ¡Bienvenida tía, ponte cómoda!

Thunderlane, Crescent Moon y Comet Tail se colaron tras la barra y comenzaron a hacer cócteles, mientras los demás se acomodaban y la música comenzaba a sonar. Como la noche era fresca y se estaba muy bien, la mayoría de los ponis se pusieron cómodos en la terraza; desde donde estaban se podían ver otros casinos y hoteles, Cloudchaser la estuvo explicando.

-Ése con la torre picuda tan alta y brillante es el París; ese con forma de U tan amplia es el Palazzo. El del fondo que parece un castillo es el Excalibur. Y el que tiene forma de equis es el Mirage.

-Te los conoces bien…

-Hombre, llevamos viviendo una semana y media aquí, normal que ya tenga un idea de la ciudad. Aunque el norte sigue inexplorado, solo conocemos la parte del Strip hasta el aeropuerto.

En cuanto nombró la palabra, la mente de Rainbow se reactivó de seguido.

-¿¡Aeropuerto, hay un aeropuerto aquí?! ¿¡Con aviones?!

-Eh… sí, la pista está llena, y los hangares también-asintió Cloudchaser.

-¡Genial! ¡Me gustaría que me llevaras mañana, quiero ver qué modelos hay aquí!

-Está bien, después de todo iba a comentarte que si quieres te puedo hacer un tour introductorio por la ciudad… ¿y cómo es que te interesan tanto esos trastos? Para volar ya tenemos nuestras alas…-argumentó la pegaso, alzando las susodichas.

-Tú no lo entiendes, me gustan porque simbolizan el deseo de volar que los humanos han tenido desde siempre. Quizás ellos no podían volar como lo hacemos nosotros, pero usando su ingenio consiguieron lo que para los pegasos es tan natural como caminar. Es por eso que me gustan tanto-reveló Rainbow.

Era la primera vez que se abría de esa forma ante alguien que no fuera de sus cinco amigas más cercanas, y el mismo hecho la había dado un poco más de confianza, tanto para ella misma como con los demás. Siempre la había costado un poco más relacionarse con otros ponis fuera de su círculo íntimo de amigas; salvo Fluttershy, tanto Flitter como Cloudchaser tan solo eran conocidas de la academia de vuelo y del trabajo, nada más.

-Ya veo… me alegro de que nos hubieras encontrado, Dash, siempre es bueno volver a ver una cara conocida.

-Sí, yo también empezaba a echar en falta un poco de compañía. La soledad del desierto no es el mejor factor para sobrellevar algo así…

-Debió de ser duro… incluso a nosotras nos costó atravesarlo siguiendo la carretera desde Los Ángeles.

-Sí, el calor era horrible y el agua se me acabó enseguida. De hecho fue por eso por lo que decidí dejar el cementerio de aviones, porque se me acababan los recursos. Vi la luz de la ciudad a lo lejos hace pocos días y justo ayer me decidí a viajar para encontrarla.

La conversación siguió su curso, yéndose por otros derroteros y dejando pasar la noche; Comet Tail vino en un momento dado con varios cócteles ya servidos y ellas cogieron uno para cada uno. Al poco rato, Octavia también se presentó y saludó a Rainbow, sumándose al grupo del interior y tomándose una copa. La música de Vinyl se oía diferente a lo que ella estaba acostumbrada, según la Dj había estado trabajando toda la tarde remezclando temas variados que encontró en el ordenador; después de toda esa semana de convivencia en el hotel, le había cogido el tranquillo a esa nueva forma de componer y ya tenía varias sesiones montadas.

Todos y cada uno de los ponis que allí había se había adaptado de igual manera a la nueva situación, casi sin problemas incluso; elementos como la electricidad, el agua o la comida no había sido ningún impedimento para ellos, permitiéndoles asentarse sin problemas en el hotel y llevar una vida del todo normal, aunque un poco más nueva, por así decirlo.

Algunos ponis como Raven, una estudiosa unicornio de crin morena y pelaje grisáceo, habían aprovechado su estancia en la ciudad para estudiar todo lo que les rodeaba y aprender a cómo manejar todas las cosas nuevas que iban descubriendo poco a poco; entender cómo funcionaba la electricidad fue la parte más complicada de todas, pero tras varias expediciones a los alrededores de la ciudad pudieron descubrir el misterio. La presa Hoover, a apenas pocos kilómetros de la ciudad saliendo por el oeste, abastecía de electricidad a toda la ciudad y parte de las zonas colindantes, aunque un accidente en uno de los transformadores al sur de la ciudad impedía que la corriente llegara hasta Los Ángeles. Ninguno de los ponis supo cómo reparar una torre de alta tensión caída, por lo que optaron por cortar la corriente, ya que los cables pelados latigaban continuamente, lazando chispas por doquier y aumentando el riesgo de incendio.

Por otro lado, el uso de la electricidad también les hizo concienciar que no sería algo eterno, por lo que entre todos se coordinaron para apagar las luces en el resto de los casinos que todavía no tenían intención de ocupar; una tercera parte de The Strip ya estaba apagada, pero dejaron encendidas las luces exteriores, ya que por la noche despuntaban bastante. El resto de Las Vegas seguía luciendo de forma eterna.

-Necesitamos a alguien rápido que consiga recorrer la ciudad y apague todas las cajas eléctricas que estén consumiendo más de la cuenta. La idea es consumir sólo lo que nosotros necesitemos, cuando lo necesitemos y encender al menos The Strip por las noches, de forma que sirva como "faro" para futuros ponis que vengan-explicó Raven, consultando sus notas.

-Vale, ya lo pillo… en ese caso contad conmigo, yo soy lo suficientemente veloz como para rodear la ciudad entera en menos de cinco minutos, por lo que tendré todos los puntos cubiertos-aseguró la pegaso multicolor.

-Aún faltan algunos casinos por apagar, pero de esos nos podemos ocupar los demás. El norte es nuestra prioridad, aún seguimos sin saber cómo es la ciudad por allí, he pensado en enviar una expedición para que reconozcan el terreno y, de paso, ir apagando todas las cajas eléctricas que vayan encontrando. He conseguido entender cómo funciona el ordenador de la oficina y he podido acceder a la base de datos de la compañía eléctrica local, la cifra de consumo general en toda la ciudad es una exageración, por lo que nos urge hacer esto-explicó Raven con todo detalle, mirando un mapa de la ciudad.

-¡Muy bien, en ese caso yo me encargaré de liderar la expedición e iré por el aire, reconociendo posibles puntos donde hayan cajas eléctricas!-anunció Rainbow, organizándose rápidamente.

-Te lo agradezco, Dash, tu velocidad nos servirá de mucho.

-¡No lo digas dos veces!-exclamó ella, guiñándola un ojo.

Puede que aún no hubiese encontrado a sus amigas y estuviese lejos de ellas, pero al menos tenía una nueva compañía y motivación necesaria como para seguir adelante; siguieron planificando un poco más para mañana por la mañana hasta que el sueño los venció y la fiesta se acabó. Vinyl recogió todo y apagó la cabina, mientras los demás iban vaciando el sitio. Raven esperaba en la puerta para apagar las luces.

-El último que apague la luz…-murmuró Vinyl, divertida.

-Mismamente-asintió ella, con una sonrisa.

Una vez que la discoteca se quedó vacía, Raven oprimió todos los interruptores con su magia, sumiendo a la misma en una repentina oscuridad.

El grupo de ponis regresó al vestíbulo del hotel, mientras iban apagando luces a su paso; el bar fue el siguiente en apagarse y las oficinas vinieron después, aprovechando Rainbow para recoger su libro, el cual y estaba del todo seco. A pesar de que las luces allí se apagaron, el armario siguió activo, con sus lucecitas de colores intermitentes luciendo en la oscuridad.

-Debe de estar conectado a otra toma porque nunca he conseguido apagarlo… aún no sabemos lo que es, por lo que prefiero dejarlo estar-especificó Raven.

Las luces del vestíbulo también se apagaron, junto con todos los pisos del hotel excepto las del primero, las cuales las dejaban siempre dadas en caso de emergencia; el casino también se vio a oscuras en menos de cinco minutos, así como la zona de ocio y las tiendas del Foro. El teatro El Coliseo ya había sido apagado antes por Octavia, por lo que no se preocuparon. Las luces del jardín y las de la piscina permanecieron encendidas, ya que daban muy buen ambiente al sitio, aparte de que más de una vez alguien había bajado debido a que no podía dormir por el calor, e incluso alguna que otra vez habían aprovechado para darse un bañito nocturno.

Todos los ponis se metieron de cabeza en sus habitaciones, mientras se daban entre todos las buenas noches; Rainbow entró en la suya y contempló el sitio, ya que antes apenas había reparado en él. La habitación era bastante amplia, con una cama de matrimonio bastante ancha, un escritorio justo al lado, con un pequeño mini bar justo debajo; una pequeña y delgada televisión colgaba de la pared frontal, junto a un ancho espejo. Justo al lado, la puerta corredera que daba a la terraza se encontraba abierta. El baño estaba a mano izquierda nada más entrar, con un plato de ducha pequeño, un inodoro, un lavabo y un bidé; dio gracias a los panfletos que Raven la dio antes por lo que llegó a identificar los elementos, todos nuevos para ella. Se aseó un poco y luego se asomó por un momento a la terraza, la cual era más bien pequeña y estrecha; desde el primer piso se podía ver The Strip brillando ante ella, siendo una estampa del todo distinta. Ni siquiera Las Pegasus era tan glamurosa y vistosa como esa ciudad.

-Supongo que me acabaré acostumbrando-pensó ella, disfrutando de una leve brisa fresca.

Dejó la puerta abierta para que entrara aire fresco y se metió en la cama antes de apagar la luz. En cuanto apoyó su cabeza en la almohada, se durmió casi al instante.

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 26 Oct 2013, 23:22
por Sg91
Capítulo 14

Con cuentos ganan reencuentros


Una vez más, Spike fue el último en levantarse, aunque esta vez no hizo falta que Twilight le apurara. Un tanto somnoliento y algo desubicado, se dirigió a la cocina para ir a desayunar algo, pero la disposición de puertas que tenia en su cabeza variaba considerablemente frente a la que él veía.

-Ay, es verdad, que estamos en Chickasha…

Recordó entonces las horas previas a la llegada al pueblo y se estremeció; aun así, una ligera brisa mañanera bastante fresca le calmó un poco. Twilight se presentó al poco rato.

-Buenos días, dormilón…

-Podrías haberme despertado… aún no hemos llegado…-murmuró él, masticando un poco de melocotón en almíbar.

-Tranquilo, sólo quedan unas pocas millas… para mediodía estaremos allí.

Spike apuró el desayuno rápidamente, recogieron las cosas y, una vez listos, retomaron el viaje saliendo de nuevo hacia la Interestatal 44.

El paisaje a lo largo de todo el camino apenas varió del que vieron desde que salieron de Central High; páramos extensos, rodeados de vegetación, matorrales y zarzas, con algún que otro núcleo arbóreo disperso. El cielo estaba despejado y alguna que otra nube solitaria coronaba el azul imperante. Durante todo el tiempo que duró el viaje, los dos iban conversando animadamente, incluso llegaron a jugar al veo-veo un par de veces.

-Venga, empiezo yo está vez… veo, veo… algo rojo y blanco…

-¿Es grande?

-Sí…

-¿Es muy alto?

-Más o menos…

-¿Está cerca de la carretera?

-Entre medias…

Spike echó un vistazo a su alrededor, llegando a ver el objeto.

-¡Ah! El granero…

-Eso es…-asintió ella.

-Ésa era fácil…

-Lo sé, tampoco hay mucho donde elegir…

Las distancias eran mucho más largas que como aparecían en el mapa, eso lo sabían, pero tampoco esperaban que fueran tan largas; incluso en Ecuestria se llegaba mucho antes a sitios que estuviesen cercanos a Ponyville. En tren se tardaba como una media hora, volando un poco menos y andando tres cuartos de hora. Aquí todo parecía alargarse como un chicle mascado. Y la carretera no parecía acabar.

Mientras viajaban y para matar el rato, Twilight ojeaba un libro que a Spike no le sonaba de otras veces.

-¿Qué estás leyendo, Twilight?

-Un manual de conducción, estaba en el piso en el que estuvimos ayer… es bastante interesante, había leído otras cosas antes sobre los coches, pero es la primera vez que leo algo tan gráfico y especifico. Hay hasta teoría que enseña a conducir.

-¿Ah, sí? ¿Y cómo se conduce?

-El libro lo hace ver fácil, aunque debe ser un tanto complicado. Primero hay que arrancar el motor con una llave de contacto, haciendo un pequeño movimiento circular. Una vez que el motor está encendido, se debe de meter la marcha antes de comenzar a acelerar; para ello hay que mantener presionado un pedal que se llama embrague, mientras que se mete la primera marcha con una palanca. Tras eso se va acelerando con el acelerador, otro pedal contiguo al embrague, y luego se va subiendo de marcha conforme se acelera, teniendo que mantener presionado el embrague cada vez. Parece un poco lioso, pero quizás pueda intentarlo si uso mi magia…

-¿De veras? Porque yo me he perdido a partir de motor…

-Sí, veo posibilidades… podría intentarlo…-murmuró Twilight, ojeando el resto de páginas.

La mañana pasó rápidamente y el paisaje fue cambiando conforme se iban acercando a la ciudad, habiendo campos verdes, con más vegetación y con granjas y almacenes cercanos a la carretera. Pasaron también a través de un peaje, encontrando las barreras alzadas y las máquinas apagadas; justo al lado de uno de los accesos, vieron un gran montón de monedas, cosa que les llamó la atención.

-Mira esto… ¿de dónde habrán salido?-inquirió Spike.

-He leído acerca de los peajes, se pagaba cierta cantidad monetaria para pasar, era un tipo de impuesto de circulación. Estas monedas debieron de caerse de la máquina cuando dejó de funcionar-obvió la unicornio, observando la situación.

Aunque hasta el momento no habían visto mucho dinero de un tiempo a esa parte, por lo que cogieron varias de ellas para su estudio; la mayoría eran de veinticinco y cincuenta centavos.

Pasaron el peaje sin detenerse mucho más y continuaron todo recto; varias millas más adelante atravesaron un ancho cruce que conectaba con otra carretera, pero para ir a Oklahoma había que ir todo recto. Más adelante cruzaron un no muy largo puente que salvaba esa parte del camino del río Canadiano, lo que les dio a entender que estaban cada vez más cerca. Para casi pasado el mediodía pudieron ver a lo lejos la ciudad de Oklahoma, con sus altos edificios recortándose en la distancia.

-Vale, estamos justo al lado de South Oklahoma City, éste es un barrio residencial; debemos de coger la próxima salida para entrar en el barrio, una vez allí buscaremos un mapa de la ciudad para orientarnos mejor-murmuró Twilight, echando un vistazo al mapa estatal.

Encontraron la siguiente salida pocas millas más adelante y se adentraron en esa parte residencial; la disposición de las casas les recordaba bastante a las de Central High, aunque la zona no era tan verde y colorida como en el pequeño pueblo. Buscaron una tienda donde poder encontrar un mapa de la ciudad, aunque no había muchos servicios por allí cerca. Finalmente encontraron una tienda veinticuatro horas en la que consiguieron un mapa de la ciudad, entre algunos víveres que se veían más o menos comestibles.

-Muy bien, vamos a situarnos, estamos aquí, en South Oklahoma City. Si vamos todo recto por South Western Avenue llegaremos directamente hasta el centro, cerca de estos jardines botánicos de aquí, así que técnicamente no hay pérdida-comentó Spike, ojeando el mapa.

-Vale ¿y qué hay del cine que estamos buscando?-inquirió Twilight.

-Espera, déjame ver…

Spike se tomó su tiempo para buscar el centro de ocio hasta que finalmente consiguió ubicarlo.

-¡Aquí, 1901 de Northwest Expressway, esquina con North Pennsylvania Avenue! Aunque…

-¿Qué pasa?

-Hay una larga caminata, primero tendríamos que llegar al centro y luego dirigirnos a North Pensylannia Avenue pasando por West Reno Avenue… es una vuelta un tanto larga, pero la más rápida.

Twilight se quedó pensativa por unos momentos hasta que finalmente habló.

-¡En ese caso no podemos perder más tiempo! ¡Vamos Spike, tenemos una ciudad que atravesar!

El dragón sonrió con confianza; de alguna manera se esperaba esa tipo de contestación por parte de la unicornio lavanda. Siempre dispuesta a enfrentar cualquier reto, sin dejarse achantar por la adversidad y sin mirar atrás. Eso era lo que más le gustaba de ella; y era por esa constancia por lo que estaban en Oklahoma City. Sin pensarlo ni un solo instante, recogió el mapa y montó en su grupa, mientras salían de la tienda en busca de South Western Avenue.

Esa parte de Oklahoma era bastante amplia y verde, ya que vieron un montón de parques y terrenos varios conforme avanzaban por la larga avenida; algunos de ellos como el Sky Ranch, Lightning Creek o el Lippert fueron varios de los tantos que llegaron a ver a lo largo de su camino, e incluso llegaron a ver un par de cementerios y una gran reserva natural de agua. Pararon un momento al encontrarse con el centro médico Integris, ya que Twilight quería ver un par de cosas; desde que llegaron allí ninguno de los dos había enfermado, por suerte. Aun así no querían tentar a la suerte y estuvieron comprobando algunos medicamentos de los que habían llegado a leer; a pesar de que no habían cogido nada grave después de todo el tiempo que habían pasado en Central High, de vez en cuando habían experimentado dolores de cabeza o ligeros mareos debido al calor que empezaba a hacer de un tiempo a esa parte. No estaban del todo seguros de si los medicamentos humanos podrían ayudarlos a salvar estas molestias, tampoco querían arriesgarse demasiado, pero eso no lo podrían saber hasta probarlo. Por ello se llevaron unas cuantas cajas de analgésicos como Espidifen y de Dimedrin, para el mareo.

-¿Crees que servirán para nosotros, Twilight? Después de todo, estos medicamentos han sido creados por humanos y para humanos, no para ponis o dragones…

-Lo sé Spike, pero necesito comprobar si podemos consumirlos sin peligro hasta encontrar algo mejor o parecido, que nosotros podamos consumir por nuestra cuenta. Además, no caducan hasta el 2015, por lo que puedo descartar que sean tóxicos o algo parecido.

-Está bien, confío en tu criterio.

Tras ese corto paréntesis siguieron atravesando toda la avenida en dirección hacia el centro; desde el centro médico tardaron unos cuantos minutos más hasta llegar a un puente sobre el río Oklahoma, que separaba el centro de South Oklahoma City. Desde ese lado del río se podía ver en todo su esplendor el centro de la ciudad, con sus altos rascacielos recortando las alturas y definiendo en sí mismo a la ciudad. La vista era magnífica y a Twilight llegó a sobrecogerla la visión de las altísimas torres.

-Vaya, mira eso Spike… es pensar que los humanos han sido los que han levantado esos gigantes y me estremezco de la emoción. Incluso reflejan la genialidad y la grandeza de su especie… ni siquiera nosotros hubiéramos podido construir algo así-murmuró Twilight, mientras cruzaban el puente.

-Sí, he de admitir que los humanos fueron bastante impresionantes…

-¿Sólo impresionantes? ¡Fueron fabulosos! ¡Mira todo lo que llegaron a hacer, y con sus propias manos! Es una pena que ya no estén aquí… me hubiera encantado saber mucho más y que ellos nos hubieran explicado muchas más cosas…

En cuanto terminaron de cruzar el puente, vieron desde allí una de las entradas a otro extenso parque de nombre Wheeler; el sol se encontraba en su punto más alto, indicando que ya era mediodía, y sus rayos incidían sobre ellos con fuerza.

-¿Podemos parar un momento para descansar, Twilight?

-Sí, ha sido una buena caminata…

Buscaron un buen sitio donde parar y encontraron un banco junto a una gran explanada cerca de un campo de beisbol; el día había amanecido bastante despejado y se había mantenido así desde que llegaron a la ciudad, hacía muy buen tiempo a pesar del calor, incluso la cercanía del río refrescaba un poco más el ambiente.

Twilight siguió leyendo el manual de conducción mientras que Spike estuvo picando un poco, ya que empezaba a tener hambre. Sin que apenas se dieran cuenta, el tiempo pasó en un suspiro y se quedaron allí más tiempo de lo esperado.

-Se está muy bien aquí…-comentó Spike.

-Sí, la verdad es que sí…-asintió Twilight.

-La ciudad es bastante grande, aunque yo me esperaba algo más… quiero decir, no es como las fotos de las grandes ciudades que hay en esa Guía ilustrada para el turista empedernido…

-Hombre Spike, es que tampoco puedes ponerte a comparar Oklahoma con Washington o Nueva York… y mucho menos con Nueva York.

-Jo, ésa sí que es impresionante… si tuviéramos que vivir aquí, elegiría vivir en Nueva York…

Twilight levantó la vista del manual y miró de reojo al dragón.

-Lo dices como si dieras por sentado que nos quedaríamos a vivir aquí…

-¿Qué quieres decir?

La unicornio lavanda quiso contestar, pero por un momento se quedó callada; lo curioso era que no lo había pensado así hasta ese momento. La sola idea comenzó a resonar por su cabeza y a repetirse una y otra vez. Quedarse aquí…

-No, no es nada, olvídalo, es sólo que… echo de menos Ecuestria, eso es todo…

-Oh, yo también, desde que llegamos aquí no he vuelto a comer ni una sola gema… añoro su rico sabor…-suspiró Spike.

Twilight no hizo ningún comentario y trató de seguir leyendo la diferencia entre ciclomotores y motocicletas, pero no pudo concentrarse por más que lo intentaba; respondiendo a la pregunta de Spike, ella también se veía viviendo en Nueva York. Pero no pudo evitar pensar que el dragón lo había dicho de otra forma. Hasta ahora no sabían cómo ni por qué estaban en el mundo humano, pero allí estaban, lejos de su hogar y en un mundo vasto y extraño para ellos. Twilight albergaba en lo más hondo de su corazón la esperanza de volver a ver a sus amigas y regresar todas juntas a Ecuestria, para seguir viviendo sus vidas. Pero ¿y si eso no era así? ¿Y si por la razón que fuera no conseguían volver? El mundo humano se la antojaba fascinante y atractivo, pero Ecuestria era su hogar, de donde era y donde pertenecía. Su mayor anhelo en esos momentos era regresar a casa, pero no sabía cómo. Era por eso por lo que la posibilidad de no poder volver también estaba ahí, contemplándola como un depredador contempla a su presa, esperando a la oportunidad de echarse sobre ella y devorarla. Y la simple idea en sí la daba auténtico pavor.

-No, por favor… quiero volver… quiero ver a mis amigas, quiero tener un futuro como maga estatal, quiero… quiero Ecuestria.

Por un momento su magia flaqueó y el aura que sostenía el manual de conducción parpadeó; trató por todos los medios de no dejar que las lágrimas se la escapasen y mantuvo la compostura, para no alarmar a Spike. Trató de retomar la lectura y pensar en otra cosa, pero en ese momento el pequeño dragón pronunció una sola palabra.

-Rarity.

Normalmente la hubiera dicho acompañado de algún que otro suspiro amoroso o un tono enamorado, pero la unicornio lavanda detectó un deje de sorpresa e incredulidad en ella. Levantó la vista y ésta vez dejó caer el manual.

-Rarity…-musitó ella.

Por un momento creyó que el calor la había afectado o la estaba dando una bajada de tensión, pero no. Allí estaba la unicornio blanca, a pocos metros de donde ellos estaban y sin haber dado cuenta de su presencia; llevaba consigo un montón de material costurero e incluso un par de maniquíes. Se había tumbado en la explanada y se encontraba cosiendo tranquilamente.

Tanto Twilight como Spike tardaron un poco en reaccionar, siendo la poni la que se bajó del banco primero.

-Rarity…

Quiso gritar su nombre, pero tan solo la salió un susurro dejado y sin voz.

-Rarity… Rarity…

Se aclaró la garganta, mientras echaba a correr; con cada paso que daba notaba cómo una fuerza invisible se apoderaba de ella, haciéndola volar en vez de correr. Las lágrimas comenzaron a agolparse y parpadeó, llegando a soltar un sollozo. Finalmente consiguió gritar con todas sus fuerzas.

-¡Rarity!

La aludida dio un bote tremendo en cuanto oyó su nombre y alzó la vista, alarmada; pero en cuanto vio quien se acercaba al galope hasta ella se la abrió la boca completamente. Sin creérselo siquiera, echó a correr al encuentro de esa aparición súbita, tratando de creer que era Twilight de verdad. No tardó nada en soltar las primeras lágrimas conforme comenzaba a acercarse. Las distancias se volvieron kilómetros durante todo el tiempo que tardaron en alcanzarse; el abrazo posterior sirvió para cerciorarse de que no era un espejismo debido al calor y comenzaron a llorar de verdad. Ninguna de las dos habló, tan solo permanecieron abrazadas y llorando de pura alegría, tratando de decir algo entre jadeos y sollozos. Las dos se tocaran las mejillas con sus cascos, sintiendo mutuamente su suave pelaje. La modista consiguió pronunciar las primeras palabras.

-¿Eres real?

-Casi tanto como tú…

-¡Oh, Twilight!

-¡Rarity!

Era tal la felicidad que sentían que llegaba a desbordarse a través de sus ojos, volviendo a fundirse en un abrazo que las pareció eterno. En ese momento llegó Spike, también llorando.

-Rarity…

-¡Spikey-wikey!-exclamó Rarity al verle.

El pequeño dragón se echó sobre ella y la abrazó con todas sus fuerzas, como si no la quisiera dejar ir nunca más.

-Te he echado mucho de menos, Rarity…-lloró el pequeño.

-Oh, mi pequeño Spike…

Los tres se fundieron en un gran abrazo que mantuvieron durante todo el tiempo que pudieron; la primera en romper el abrazo fue Twilight, la cual se dirigió a Rarity de seguido.

-Rarity, no sabes tú bien lo contenta que estoy de verte…

-Qué me vas a contar querida, eres la primera que veo… creía que no podría soportarlo… gracias por aparecer…

-Igualmente…

Las dos se rieron tontamente, con las mejillas surcadas de lágrimas; mientras recogían sus cosas fueron hablando para situarse.

-¿Y has estado en esta ciudad durante todo este tiempo?

-Sí, desde que llegué, vivo en una tienda de ropa no muy lejos de aquí, cerca del centro… que bien que hayáis aparecido ¿dónde estabais?

-Nosotros aparecimos en un pueblo no muy lejos de aquí llamado Central High, concretamente en su biblioteca. Hemos descubierto un montón de cosas desde entonces, incluso llegamos a obtener electricidad.

-¿Electri… qué?

-Ya lo verás, es impresionante, se puede hacer un montón de cosas con ella… los humanos fueron increíbles.

-Oh, ya lo creo que sí, querida, tienes que ver mis nuevos diseños basados en la línea francesa, me han salido exquisitos.

-Ya sabía yo que no podrías estarte quieta…

-Oh, cómo me conoces…

Las dos ponis se guiñaron un ojo con complicidad; Rarity levitó todas sus cosas y se dirigieron hacia el banco donde Twilight y Spike se encontraban.

-Los nuevos diseños me calmaban un poco y me daban algo que hacer, pero la soledad ha sido dura… el silencio era abrumador, imagínate que hablaba conmigo misma a todas horas, incluso más de lo normal…

-Bueno, pero eso es algo normal, todos lo hacemos… yo también.

-Lo sé, pero aun así… tendrías que haberme visto, los primeros días era un manojo de nervios.

-Entiendo lo que dices, tanto a Spike como yo nos costó adaptarnos un poco al nuevo ambiente, pero al final nos terminamos acostumbrando sin problemas.

Entre ella y Spike recogieron las cosas y, a partir de ahí, se dejaron guiar por Rarity para poder llegar hasta la tienda donde vivía.

-¿Y cómo es que estabas en el parque trabajando?

-Oh, desde que llegué siempre trabajaba en la tienda, pero como había estado haciendo tanto calor últimamente, preferí trabajar fuera. Además, es mejor, porque hay más luz que en el interior y se cose mejor.

-Ya veo… lo del calor es cierto, lo pasamos canutas viniendo para acá.

-¿Y cómo es que os dio por venir hasta aquí, querida? Agradezco enormemente que lo hayáis hecho, aunque también me llama la atención…

-Para conseguir más provisiones, principalmente. El generador consume mucho combustible y tenemos intención de comprobar las gasolineras de aquí y llevarnos todo el que podamos; sigo estudiando cómo crear electricidad a partir de la ya existente, pero no es sencillo.

-Querida, no te ofendas, pero parezca que me estés hablando en chino…

-Ya lo verás cuando regresemos al pueblo, tienes mucho que descubrir…

-Oh, eso sin duda…

-También hemos venido buscando una grabadora que nos ayude a desentrañar el misterio de la desaparición de los humanos, fue toda una suerte, Spike encontró una en la que había una especie de testimonio grabado que aseguraba que sabía lo que había pasado con los humanos. Es de un tal Jim Collins.

Al oír el nombre, Rarity se quedó helada y se detuvo de golpe, como si no hubiera oído bien.

-¿Has dicho Jim Collins?

-Sí… espera ¿te suena de algo?

-¡Ya lo creo que me suena! ¡Tengo ese testimonio, me lo encontré hace ya una semana cuando fui de expedición al centro comercial!

-¡Eso es fantástico! ¿¡Dónde lo tienes?!

-¡En la tienda, lo guardé!

-¡Llévanos enseguida, quiero oírla!

Los ponis apretaron el paso para llegar cuanto antes; las esperanzas de Twilight se renovaron de golpe y no podía sentirse más feliz, todo mejoraba por momentos. Sin duda alguna, el viaje había merecido la pena.

Para sorpresa de Twilight, la tienda se encontraba justo enfrente de uno de los altos rascacielos del centro, los cuales reflejaban la luz del sol hacia todas las direcciones. También observó que había unos cuantos coches aparcados a lo largo de toda la calle, pero en ese momento tenía la grabación en mente y no pensaba en otra cosa, por lo que los dejó estar.

El interior de la tienda se encontraba parcialmente vacío, aunque vio un exquisito vestido de mujer ensutado en un maniquí humano; nada más verlo supo que lo había confeccionado Rarity, la cual vio que lo estaba observando.

-¿Te gusta? ¡Me llevó una semana entera elaborarlo, es mi primer vestido humano, ahora estoy confeccionando la versión poni! ¡En vez de usar el blanco ahora estoy usando un rojo satén precioso que conjunta divinamente con...!

-¡Rarity, sé que te encanta esto, pero te agradecería que me enseñaras la grabación primero!-la cortó Twilight de la forma más suave posible.

-¡Ay, sí, la grabación, por aquí!

Subieron unas escaleras situadas justo detrás del mostrador hasta llegar a un apartamento bastante amplio y suntuoso; Rarity se dirigió directamente a su habitación y abrió uno de los cajones de la mesita de noche del lado derecho, sacando de éste la grabadora. Un aura morada lo cogió en el aire y Twilight se la pasó a Spike.

-¡Dale al play, Spike!

-¡Espera, hay que rebobinarla primero!

Tras una rápida rebobinación, Spike no perdió más tiempo y oprimió el botón del play; la voz de Jim Collins sonó de nuevo por el altavoz y Twilight escuchó con mucha atención, desconectando del mundo exterior y poniendo los cinco sentidos en la nueva información que se abría ante ella. Una vez que el testimonio enmudeció de nuevo, la unicornio lavanda se quedó en el sitio, mirando a la nada y procesando la información muy lejos del mundo real. Spike y Rarity no dijeron nada para no romper su concentración, hasta que en un momento dado, Twilight reaccionó.

-Tartas… la siguiente está en una pastelería… Rarity ¿conoces de alguna pastelería en esta ciudad?

-He visto un par cerca de aquí, pero ninguna se llama Ann's.

-Puede que esté en otro barrio… o puede que esté en otra ciudad, en ese caso tendríamos que volver a viajar de nuevo. Agh, es todo tan revelador y escaso a la vez… ojalá pudiera viajar más rápido y mejor, sería toda una ventaja…-masculló ella, frotando su frente con un casco.

-Bueno ¿no decías que tenías intención de probar a conducir? Afuera hay varios coches, podrías practicar con ellos-sugirió Spike.

-Sí, pero sin la llave de contacto no puedo arrancarlos… además, a saber dónde estará esa llave, aparte de cómo se encontrará el motor también, así como de su combustible y…

-Tranquila Twilight, no te pongas nerviosa, tenemos todo el tiempo del mundo y más. Tienes que relajarte, querida, los nervios son malísimos para el pelaje.

-Es que son tantas cosas nuevas seguidas… tan cerca y tan lejos…

-No te preocupes Twilight, estudiaré el mapa de la ciudad para encontrar todas las pastelerías posibles, tú solo relájate y déjamelo a mí-trató de calmarla Spike.

-Yo tengo una guía muy completa sobre la ciudad, quizás pueda servirte-comentó Rarity.

-¡Eso es aún mejor! Déjame verla.

Rarity le pasó la guía y Spike no perdió más tiempo, poniéndose a estudiarla de seguido; mientras tanto, las dos yeguas se dirigieron a la tienda y estuvieron hablando allí, relajándose un poco.

-¿Tienes alguna idea de donde pueden estar las demás?

-No, ninguna… EEUU es muy grande Rarity, podría tomarnos mucho tiempo recorrerla entera.

-Bueno, puede, pero mira lo cerca que estábamos la una de la otra, puede que con suerte las demás también estén cerca.

-Es una posibilidad… de entre muchas otras tantas. No podemos estar cien por cien seguras. Sé que las echas de menos, yo también, pero por ahora lo mejor que podemos hacer es esperar y seguir investigando. Si consigo hacer arrancar un coche y aprender a conducir, puede que tengamos más probabilidades en un futuro no muy lejano.

-¿Entonces a que estamos esperando? Afuera tenemos unos cuantos, probemos-la animó Rarity.

Las dos ponis salieron a la calle y se acercaron al coche que más cerca tenían, un Hyundai i30 blanco bastante bonito.

-Qué nombres más raros tienen…-comentó Rarity.

-Marcas comerciales… hay un montón, llegué a ver más de veinte en un catálogo de concesionario. Aunque en realidad eso no importa, lo importante es que el motor arranque… y poder entrar, sin la llave no podré arrancarlo.

Twilight trató de abrir la puerta del conductor con su magia, pero el coche estaba cerrado.

-Nada, sin la llave es imposible…

-Bueno, busquemos otro que esté abierto.

Estuvieron comprobando el resto en esa calle, la mayoría se encontraban cerrados excepto un par de ellos, pero sin la llave de contacto arrancarlos era imposible. Estuvo examinando el interior de los coches abiertos por si había alguna pista que les pudiera conducir al lugar donde podría estar la llave, pero no encontraron nada.

-Así es imposible… ¿viste alguna llave durante todo este tiempo viviendo en el apartamento?

-No, nada de nada…

-¡Ugh, es un contratiempo tras otro!-musitó Twilight, frotándose las sienes con sus cascos.

-Tranquila Twilight, no nos urge, podemos verlo en los próximos días…

-Sí, pero prefiero ir quitándome cosas por hacer… Demos una vuelta por aquí, a ver con qué nos encontramos.

La unicornio lavanda salió del coche y las dos se pusieron a caminar por el barrio; Rarity se lo conocía bien después de tanto tiempo viviendo en él, por lo que estuvo guiando a su amiga y contestando algunas de sus preguntas acerca de la ciudad. Dieron la vuelta a la manzana y recorrieron varias calles colindantes, viendo muchos más coches, algunos abiertos, otros cerrados, todos sin la llave. Twilight comenzaba a desesperarse por momentos, pensando que nunca lograría llegar a conducir. Pero un poco más adelante se encontró con algo que la iluminó la cara.

-¡Ah, mira eso, una estación de autobuses! ¡Es nuestro día de suerte!

-¿Autobuses?-repitió Rarity, extrañada.

La poni lavanda echó a correr sin avisar y la blanca la siguió no muy convencida; la estación de autobuses era un gran edificio que ocupaba toda una manzana, bastante grande, de color hormigón y con un reloj parado en lo más alto. Su interior era diáfano, con un montón de autobuses interlineales dispuestos en fila en cada plataforma de salida; los ojos de Twilight hicieron chiribitas, mientras que Rarity miraba a los mastodontes no muy convencida.

-No sé yo, Twilight, son muy grandes para nosotras…

-¡Son perfectos! ¡Podremos transportar a un montón de ponis en ellos, imagínate las posibilidades, podríamos llevar a todo Ponyville con una flota como esta!

-Pero tendríamos que arrancarlos según tú, y sin la llave es…

-¡No, porque en las estaciones de autobuses las llaves se guardan dentro de las oficinas de las mismas, por lo que podríamos arrancarlos todos si quisiéramos! ¡Genial, es genial, mereció la pena leer todos esos libros turísticos!-exclamó Twilight, tan emocionada como una potrilla y saltando alrededor de Rarity.

La unicornio blanca miró a su amiga con una ceja levantada y no muy segura acerca de todo esto; aun así, Twilight estaba más animada que nunca, por lo que la acompañó al interior de la estación para recoger las llaves. Como bien aseguró ella, encontraron las llaves colgadas en un corcho numerado, Twilight tan sólo cogió las del número uno.

-¿Y cómo sabremos cual es el número uno?

-Por la plataforma de salida, está todo señalizado.

Nada más salir por la sala de espera, se encontraban dichas plataformas dispuestas a lo largo de todo el interior de la estación; los autobuses se encontraban aparcados en batería, junto con su señal correspondiente y el número de los mismos dispuestos tras el cristal de la luna. Encontraron el número uno rápidamente, el cual era un Mercedes Benz de color gris y destellos rojos, Twilight abrió la puerta manualmente usando su magia.

-Por lo que he leído, estas puertas se abren con aire comprimido mediante un sistema mecánico que se puede accionar desde el interior, pero en caso de emergencia se pueden manipular desde fuera. Ayúdame a tirar, Rarity.

-Caramba querida, pues sí que has leído desde que llegamos aquí…

-Huy, si tú supieras… y aun no he leído lo suficiente-aseguró ella.

Las dos hicieron fuerza con sus cuernos brillando y, tras unos pocos segundos tirando, la puerta se abrió, dejando escapar el aire comprimido y terminando de abrirse sola. Twilight subió las escaleras y se sentó en el asiento del conductor, mirando el amplio volante.

-Vale, es todo un poco más grande que un coche, pero la esencia es la misma. Creo que podré hacerlo.

-¿Estás segura de esto, querida? No lo veo muy… seguro-murmuró Rarity, mirando hacia el interior.

-Por intentarlo no pierdo nada. Si lo consigo, podremos volver a Central High rápidamente.

La llave de contacto levitó hasta ponerse a la altura de la ranura y Twilight la introdujo, emitiendo un seco clac; la unicornio lavanda suspiró levemente y justo después la giró. Una serie de lucecitas se encendieron en el salpicadero y alumbraron todos los botones.

-Oh, genial, la batería sigue teniendo energía… espero que sirva para arrancar.

Realizó un segundo giro y el motor situado detrás del todo renqueó, dando un susto de muerte a Rarity.

-¿¡Qué es ese horrible sonido?!

-El motor… vamos, arranca, por favor…-musitó Twilight, intentándolo de nuevo.

El ruido emitido por el motor era seco y resonaba por toda la estación, colándose en la sala de espera, las oficinas, e incluso resonando afuera. Por las calles colindantes se podía oír los vagos intentos de la máquina por funcionar de nuevo tras tanto tiempo inactiva. Twilight se fijó en los indicadores del salpicadero, la temperatura era mínima y la flecha que señalaba el combustible estaba cercana a la reserva.

-Le queda poco combustible… quizás sea por eso…-pensó ella, mientras seguía intentándolo.

Pero por lo que había estado leyendo hasta ahora, sabía perfectamente que podría ser por otros factores ajenos al combustible; quizás el motor se encontraba aletargado tras tanto tiempo, hubiera algún problema con el motor de arranque o no quedara aceite suficiente. Todo lo relacionado con el motor se le escapaba a su comprensión, por lo que sólo podría confiar en la suerte. Después de todo, tenía otros veinte intentos más.

Siguió girando la llave, confiando en que lo conseguiría, pero el motor no hacía más que renquear todo el rato, y comenzaba a oler a goma quemada. Incluso las luces del salpicadero parpadearon.

-Twilight, querida, déjalo, no arranca.

-Puedo seguir intentándolo, hay una posibilidad, si renquea es que le llega el combustible…

-¡Pero no es seguro! ¡Además, empieza a oler a quemado!

-¡Si conseguí arrancar ese generador en el pueblo, podré arrancar este motor!-exclamó entonces, intentándolo por enésima vez.

Volvió a girar la llave de forma seguida, echándolo todo a la suerte. Las luces parpadearon de nuevo y, de golpe y porrazo, el motor se silenció. Twilight suspiró, sosteniendo la llave con su magia.

-Está bien. Tú ganas.

Fue a retirar la llave, pero decidió hacer una última intentona. La giró de golpe y el motor volvió a renquear durante unos pocos segundos; tras eso se oyó un profundo rugido similar al que hizo aquella vez el generador y las luces del salpicadero brillaron un poco más. El ruido del motor al ralentí se estableció por toda la estación, permaneciendo en el lugar y saliendo a la calle.

-¡Lo conseguí! ¡Lo conseguí!-exclamó Twilight.

-¡Oh, querida, lo has hecho!

-¡Genial, es genial Rarity!

Las dos ponis se abrazaron victoriosas y celebraron el momento.

-¡Estupendo! ¿Y ahora qué?

-Vamos a dejarlo al ralentí un rato para que recargue un poco la batería. He visto que le queda poco combustible, vamos a sacar más del resto de autobuses y llenarle el depósito a éste.

La técnica la había inventado ella y era la misma que usaba para drenar los depósitos de las gasolineras; usando su magia, y con mucho cuidado para que ésta no entrar en contacto con el preciado líquido, lo hacía levitar desde donde éste se encontraba y luego lo vertía en garrafas o en otro cualquier recipiente que sirviera para transportarla. Ésta vez creó un canal con su magia que funcionaba igual que una bomba hidráulica y llevó toda la gasolina de los demás autobuses al suyo; entre todos, consiguió volver a llenar casi del todo el depósito, aunque aún tenía espacio para unos pocos litros más.

-Con esto será suficiente para practicar y movernos por la ciudad. Aun así necesitamos muchos litros más, para eso es necesario tener localizadas todas las gasolineras de la ciudad, por lo que necesitaremos a Spike.

-Lo hemos dejado en la tienda, estará asustado, no le avisamos…

-Tranquila, debe de estar ocupado con la guía, estará bien.

Una vez que estuvieron listas para partir, subieron dentro y Twilight cerró la puerta oprimiendo el botón correspondiente.

-Vale, pues allá vamos. Estamos aparcados en batería, por lo que habrá que salir marcha atrás. Vale… embrague.

Usando su magia, hundió el embrague todo lo que pudo.

-Ahora… marcha atrás…

Asió la palanca de cambios con su magia y la movió perpendicularmente siguiendo las indicaciones grabadas en su extremo.

-Y ahora… acelero suavemente…

Comenzó a hacer presión sobre el acelerador, pero con los nervios se olvidó de soltar el embrague; como resultado, el motor se paró de golpe y el bandazo posterior hizo moverse el autobús hacia atrás.

-¡Páralo, haz que pare!-exclamó Rarity, asustada

-¡Sí, el freno, el freno!

Twilight hundió el freno y el mastodonte se quedó clavado en el sitio.

-Vale, al menos los discos de freno están bien…-suspiró la unicornio lavanda.

-¿Qué ha pasado?

-Pues que se me ha calado, eso ha pasado… me olvidé de soltar el embrague.

-No te ofendas, querida, pero no entiendo nada.

-Tranquila, es cuestión de volverlo a arrancar.

Ésta vez el motor no tuvo tantos problemas para arrancar y volvió a estar a tope enseguida; Twilight lo intentó de nuevo y esta vez fue soltando el embrague poco a poco, recordando las indicaciones del manual. El autobús se movió hacia atrás, mientras que ella iba girando el volante para enderezarlo.

-Eso es, poco a poco…sin acelerar mucho…

Bastó con un par de minutos para sacarlo del todo y encararlo hacia la salida.

-Vale, no ha sido tan malo. Ahora, adelante.

-No estoy convencida de esto, querida-masculló Rarity, con el miedo en el cuerpo.

-Tranquila, confía en mí, sé lo que hago… más o menos.

Repitiendo el mismo esquema, introdujo la primera marcha y fue acelerando; las revoluciones aumentaron rápidamente, obligándola a introducir la segunda marcha antes de llegar a la salida. Giró a la izquierda y siguió acelerando, encarando la calle por donde vinieron. Llegó a los cincuenta kilómetros por hora rápidamente, el autobús avanzaba a una velocidad considerable.

-¡No tan rápido, querida, no tan rápido!-exclamó Rarity, sintiendo una extraña sensación recorriéndola su cuerpo.

-¡Tranquila, en ciudad no se puede superar los cincuenta kilómetros por hora, no voy a acelerar más!

-¡Se siente raro! ¡Creo… creo que voy a vomitar!

-¡Lo sé, yo también, aguanta un poco!

Comprobaron por ellas mismas lo rápido que podían ir y en menos de cinco minutos paliaron todo el trayecto que ellas paliaron andando en, por lo menos, quince minutos. Llegaron a la calle de la tienda rápidamente, Spike estaba fuera cuando aparecieron, el cual miraba al enorme autobús sorprendidísimo. Twilight frenó y abrió la puerta rápidamente, saliendo Rarity disparada y del todo mareada; la unicornio lavanda apagó el motor y salió igual de mareada o más.

-¡Twilight, eso ha sido increíble, menuda entrada, tu primera vez conduciendo no se te ha dado nada mal!

-Sí, la verdad es que sí… pero… necesito ir al baño…-masculló ella, echando a correr.

Las dos ponis fueron derechas al baño para aliviarse, aunque al final no acabaron echando nada, la experiencia fue un tanto opresiva.

Para entonces ya era la hora de comer pasadas, por lo que estuvieron comiendo algo mientras iban organizando un poco la tarde; además de las pastelerías, Spike había conseguido ubicar todas las gasolineras de la ciudad, siendo un total de quince. Los ojos de Twilight se iluminaron por completo; si los depósitos no estaban muy vacíos, a lo sumo podrían sacar más de cincuenta litros, o puede que más, teniendo más que suficiente tanto para el autobús como para el generador, asegurando un suministro constante para unas cuantas semanas.

En cuanto a las pastelerías había unas cuantas repartidas por toda la ciudad, pero ninguna se llamaba Ann's, por lo que descartaron por completo que se encontrara en Oklahoma.

Una vez que terminaron de comer, se prepararon de nuevo y subieron al autobús para dirigirse a las gasolineras; Spike era el que tenía el mapa e indicaba el camino a Twilight mientras conducía. Su primera vez conduciendo la fue bastante bien, aunque no pudo evitar que se le calara de vez en cuando al no ser muy rápida con el embrague, teniendo que arrancar de nuevo varias veces. Comenzaron con las gasolineras cercanas al centro para luego pasar a las del extrarradio; en todas hicieron lo mismo, vaciaron los tanques subterráneos y fueron llenando diferentes garrafas y botellas que fueron encontrando en cada estación, llevándose también las que se vendían en las tiendas. Les llevó prácticamente toda la tarde, pero el tiempo invertido mereció la pena; más de cincuenta garrafas y botellas llenas del preciado líquido lo atestiguaban. También aprovecharon para hacerse con más suministros y provisiones, algo de comida, objetos varios como pilas, libros y otros complementos que les podrían ser útiles. Rarity arrambló con todo material que le pudiera servir para sus diseños también.

Tras una larga tarde, terminaron la ruta de las gasolineras en una cercana a la salida noreste de la ciudad por la interestatal 44, en dirección hacia Tulsa; el sol ya comenzaba a ponerse desde el otro lado y la luz anaranjada incidía sobre la superficie de cristal de la torre Devon, la más alta de la ciudad.

-Ya pronto oscurecerá… será mejor que volvamos ya, no me atrevo a conducir de noche-murmuró Twilight.

-Espera un momento, querida, quiero comprobar que no me dejo nada…

-Bueno, ha sido una tarde provechosa, tenemos suficiente combustible como parar un tren-comentó Spike, cargando la última garrafa en el maletero del autobús.

-Sí, eso desde luego… no hará falta preocuparnos por él durante una buena temporada, pero aun así habrá que racionarlo adecuadamente. ¿Las has diferenciado bien?

-Sí, las del lado de la derecha son diésel para el generador y las del lado de la izquierda son gasolina de 25 octanos para el autobús.

-Perfecto, échate a un lado, voy a cerrar ya esto.

Asió con su magia la manilla y bajó la puerta lateral hasta cerrarla, haciendo mismo al otro lado. Una vez que terminó miró hacia todos los lados, buscando a Rarity, pero no la vio por ningún lado.

-¿Y Rarity?

-No lo sé, igual está en la tienda.

Los dos se dirigieron a la misma para comprobarlo, pero ésta se encontraba vacía.

-¿Rarity?-la llamó ella, extrañada.

-¿Dónde se ha metido?-inquirió Spike.

-Pues eso mismo me pregunto yo… ¡Rarity! ¿Dónde estás? ¡Rarity!

El silencio la contestó en su lugar, con una incipiente noche por corona; los dos se quedaron callados por un momento, por si la oían de repente devolviendo la llamada, pero en ese momento oyeron un extraño sonido cerca de allí, como una especie de aullido ahogado. Doblaron la esquina más cercana a un callejón y lo que vieron los dejó de piedra; entre las patas de Rarity se encontraba una debilitada y rota Pinkie Pie, la cual lloraba desconsoladamente con el pelo totalmente liso y con síntomas extremos de fatiga.

-Pinkie… ¡Pinkie! ¡Pinkie Pie!-exclamó Twilight, echando a correr hacia ellas.

Al verla a ella y a Spike, la mirada de la poni rosada se acrecentó un poco más y lloró con más fuerza; extendió un casco hacia ella y Twilight la confortó con un gran abrazo. Pinkie se hizo un ovillo y siguió llorando entre sus dos amigas.

-Por todos los cascos ¿Qué la ha pasado?-inquirió Twilight.

-No lo sé, estaba curioseando cuando me la encontré aquí tirada… mírala, parezca que haya atravesado un desierto para llegar hasta aquí…

Y es que la poni se encontraba especialmente delgada, con unas marcadas ojeras y síntomas de no haber comido nada en las horas previas a su encuentro. En un momento dado, Pinkie enmudeció y los tres se preocuparon, pero tan solo comprobaron que se había dormido.

-Está exhausta… llevémosla al autobús, tenemos que volver ya a la tienda.

Rarity la cargó en su lomo y se pusieron en movimiento hasta el vehículo; Rarity la acomodó en los asientos del final, aprovechando que formaban una línea recta.

-Spike, ve a ayudar a Rarity-indicó Twilight mientras arrancaba.

-Claro.

Acto seguido cerró la puerta y se puso en marcha de vuelta hacia el centro. La luz del sol se dio prisa en ocultarse y en menos de cinco minutos ya casi había oscurecido, lo que obligó a Twilight a encender las luces; al principio el ambiente se dejaba ver, pero en cuanto el último resquicio de luz desapareció, los focos del autobús apenas llegaban a alumbrar todo lo que ella hubiera querido.

-Mierda, no se ve nada…-masculló la poni, poniéndose nerviosa.

Las señales sólo se hacían visibles si se acercaban lo suficientemente a ellas, y la carretera sólo se iluminaba lo justo y necesario para poder girar cuando lo necesitaba.

-Maldición, si sigo así me acabaré perdiendo… ¡Spike, te necesito aquí con el mapa!-exclamó entonces, mientras giraba a la izquierda en el siguiente cruce.

-¡Voy!

El pequeño dragón se dirigió hacia la parte delantera con el mapa en la mano, pero en cuanto lo desplego no pudo ver nada.

-¡Mierda, no se ve nada!

-Esa boca… espera, encenderé la luz de interior.

Alzó por un momento la vista para mirar los pequeños focos encima de su cabeza, para luego dirigirse al salpicadero.

-A ver… luces, luces…

Spike entrecerraba los ojos, pero era imposible ver nada; alzó la vista hacia delante y vio que se dirigían embalados contra un coche mal aparcado y que sobresalía un poco hacia la calzada por el lado de la derecha.

-¡Twilight, cuidado!-exclamó de golpe.

La unicornio lavanda reaccionó y en cuanto vio el coche, dio un volantazo hacia la izquierda; el autobús dio un bandazo y atravesó un parterre central, invadiendo el carril central. Por unos ínfimos momentos a Twilight no le dio tiempo a girar de nuevo y se embaló contra una farola.

-¡La farola, la farola!

No había espacio suficiente para maniobrar, e iban demasiado rápido, por lo que Twilight optó por frenar de golpe. El enorme autobús dio otro bandazo hacia delante, derrapando un poco y llegando a golpear levemente a la farola. El golpe lanzó a Twilight hacia delante, llegando a golpearse el cuerno contra el volante; la unicornio no pudo evitar lanzar un doloroso chillido. Spike se cayó hacia delante y acabó aterrizando sobre uno de sus brazos. Al fondo del todo se oyó un golpe seco y Rarity dejó escapar un gritito.

Sin poder usar su magia y sintiendo un dolor punzante e intensísimo en su cabeza y cuerno, Twilight tuvo que valerse de su casco para apagar el motor. Tras eso se quedó echa un ovillo en el asiento, tratando de no gritar con todas sus fuerzas y sintiendo cómo las lágrimas la resbalaban por las mejillas, al tiempo que un dolor indescriptible se apoderaba de ella.

-Twilight… ¿estás bien?-inquirió Spike, con voz adolorida.

-No…-masculló ella con voz tomada.

-¿Por qué, qué pasa, qué tienes?

-Mi cuerno… dulce Celestia…

Fue entonces cuando el pequeño dragón lo comprendió y temió por ella; sabía que los cuernos de los unicornios eran extremadamente delicados, y que cualquier golpe podría tener consecuencias severas. Quiso decir algo, confortarla para mitigar el extremo dolor que debía de sentir en ese momento, pero Twilight llegó a hablar con claridad.

-Ve a ver a… Rarity…

-Pero…

-Ve a ver… como están…

-Vale… ahora vuelvo.

Con el brazo adolorido, corrió hasta al fondo del pasillo, pero pudo oír como Twilight dejaba escapar un gemido ahogado. Rarity y Pinkie se encontraban tiradas en el suelo, moviéndose torpemente.

-¡Rarity, Pinkie! ¿Estáis bien?

-Sí, aunque he aterrizado sobre mi lomo… Pinkie parece estar bien, pero no se ha despertado, parece tener el sueño pesado.

Y así era, Pinkie seguía ahí tirada, durmiendo profundamente a pesar del golpe.

-¿Y Twilight, está bien?

-Se ha… golpeado el cuerno…

-¿¡Qué?! ¡Pero si eso es…!

-Lo sé… ayúdame a levantar a Pinkie.

Entre los dos volvieron a alzar a la poni rosa y la dejaron en los asientos, acomodándola de nuevo.

-Twilight… tenemos que ayudar a Twilight…

-¡Espera! ¡Un golpe en el cuerno puede llegar a ser muy serio, lo último que necesita es que la agobiemos!

-¡Pero está sufriendo!

-¡Por eso mismo, Spike! ¡No la ayudarás en nada recalcándola lo que duele! Lo mejor que podemos hacer ahora es esperar a que se la pase el dolor.

Spike quiso decir algo, pero Rarity volvió a hablar.

-Sé lo que es un golpe en el cuerno… una vez que me di uno llegando a colocar unas cajas llenas de telas, tampoco pesaban mucho ya que estaban llenas de telas suaves. Pero el simple golpe me sumió en un dolor horrible que me duró varios minutos. Mi hermana trató de ayudarme, pero lo único que consiguió fue acrecentar aún más el dolor. No recuerdo haberme dado otro golpe así y tampoco recuerdo haber llegado a experimentar un dolor semejante de nuevo.

-Llegué a leer que incluso se podía llegar a perder el cuerno…

-Pero eso sólo con los golpes más fuertes… no creo que le pase nada a Twilight…

-¡Pero se ha golpeado contra el volante, Rarity!

La unicornio blanca quiso decir algo, pero al final se quedó callada; el silencio volvió a asentarse entre ellos y tan solo se oyó la profunda respiración de Pinkie. Alguna que otra vez llegaron a oír un gemido por parte de Twilight. Spike tuvo que controlarse para no salir corriendo hacia ella.

Al cabo de unos pocos minutos más de espera, oyeron unos pasos acercándose y Rarity encendió su cuerno; Twilight se acercaba a ellos caminando pesadamente, su cara de sufrimiento partía el alma nada más verla y sus mejillas estaban marcadas por las lágrimas.

-Twilight…

-¿Estás bien, cariño?

-Sí… aún me duele un poco…-susurró ella, dejando escapar un estertor de dolor.

-Sssh, no hables que es peor, ven, túmbate.

La unicornio lavanda se tumbó en la fila anterior a la última y se quedó muy quieta, con la cara hundida entre sus patas y sin decir nada. Rarity y Spike no se separaron de ella en ningún momento. Al poco rato, Twilight volvió a hablar.

-No vamos a poder volver ahora… tendremos que pasar la noche aquí…

-No pasa nada, cielo, no te apures.

Entre Spike y Rarity estuvieron sacando algunas cosas para comer un poco; el dragón estuvo mirando en las alforjas que Pinkie llevaba consigo y entre las cosas que sacó vio algo que le llamó la atención.

-Ey, mirad, una grabadora… y ha sido reproducida.

Twilight levantó un poco la cabeza y, al verla, susurró.

-Rebobínala…

Spike lo hizo y una vez que la cinta estuvo de nuevo en su sitio, le dio al play. Lo que oyeron a continuación les dejó de piedra. Era nada más y nada menos que el siguiente testimonio de Jim Collins, lo que dejó anonadada a Twilight, principalmente por la gran suerte que habían tenido. Una vez que éste terminó, la unicornio lavanda esbozó una gran sonrisa y susurró.

-Arizona…

-Lo recuerdo, está al oeste de aquí… y bastante lejos…-asintió Spike.

-Pero tenemos la pista… Arizona… Arizona…

Al poco rato, Twilight cayó dormida sin haber llegado a probar bocado; Spike y Rarity decidieron dejarla dormir y comieron un poco antes de tratar conciliar el sueño ellos también. A su alrededor, la ciudad de Oklahoma permanecía a oscuras y en silencio, con una noche estrellada por corona.

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Bueno, me alegro anunciar que he conseguido salir de ese maldito bloqueo que me tenia totalmente atado. Como el gak, I'm back :roto2rie: Esta mañana me he sentido especialmente bien y decidí ponerme a ello e intentarlo, saliendo casi solo. No sabéis lo contento que estoy ahora, sobre todo por lo bien que me ha salido éste último capitulo en concreto. Estoy seguro de que a vosotros también os gustará. Lamento la espera y espero que haya merecido la pena. En el siguiente puedo adelantar que se revelerán muchas más cosas, aunque no casi todas, por supuesto; eso, y una nueva conexión ;)

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 27 Oct 2013, 19:39
por Sr_Atomo
Me alegra saber que al fin venciste el parón creativo... y has hecho un capítulo verdaderamente largo...

Cuando pueda, seguiré leyendo este fanfic, que me quedé a medias precisamente porque me enteré del parón. O quizás lo relea desde el principio...

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 04 Nov 2013, 00:37
por Sg91
Capítulo 15

Confidencial


-¡Twilight!

Celestia abrió los ojos de golpe, casi gritando el nombre de su leal estudiante; esa noche había tenido el sueño bastante pesado y apenas había soñado nada, aunque debido a algo en concreto que no alcanzaba a explicar, supo que Twilight se encontraba en apuros. Pero por mucho que hubiera querido ayudarla, sabía que no podía hacerlo por el simple hecho de que no sabía dónde estaba. Desalentador y bastante deprimente.

La alicornio blanca suspiró y se reincorporó en su cama, a su lado se encontraba su hermana pequeña durmiendo profundamente y un resquicio de luz natural se colaba por la puerta entreabierta. Usando su magia levitó su corona y se la colocó sobre su cabeza, así como el resto de engalanes reales. Se fue de la pequeña estancia sin hacer mucho ruido para no despertar a Luna y salió de las oficinas del observatorio para respirar un poco de aire fresco; una nueva mañana se alzaba sobre el Kitt Peak y el sol comenzaba a calentar el ambiente. Celestia abrió las alas de golpe e inspiró con fuerza. La gustaba hacer eso todas las mañanas, desplegar las alas y dejar que el sol la calentara el pelaje mientras cerraba los ojos. Era una sensación familiar que la hacía recordar al hogar; incluso su cuerno se encendía instintivamente, tratando de alzar un sol que nada tenía que ver con el que ella conocía. Abrió los ojos lentamente y se recreó en el paisaje que se abría ante ella.

Pensándolo fríamente, nada la había preparado para algo así; los detalles la eludían rápidamente y los recuerdos se volvían vagos y difusos. Ecuestria se volvía algo cada vez más difícil de recordar. Echaba de menos esos campos verdes llenos de vida y armonía, el refulgente color de sus exuberantes valles y el extenso mar que los rodeaba. Hasta el aire olía distinto.

Celestia suspiró y recogió sus alas, al tiempo que volvía al interior de las oficinas; ese día tocaba volver a la base militar para explorarla, por lo que debían de salir cuanto antes mejor, aunque primero había que prepararse. Encontró a Luna en el comedor, desayunando un poco.

-Buenos días, Luna.

-Buenos días, Tia…

La alicornio blanca acompañó a su hermana pequeña, sin ni siquiera decir nada; un denso silencio se instaló entre las dos ponis, las cuales apenas hablaron. Luna decidió romper el hielo.

-Que callada estás… ¿te encuentras bien?

-Sí, no es nada, sólo… estoy cansada. Ayer volvimos a las tantas-la recordó ella.

-Sí, eso es verdad… ¿sigue en pie lo de la base militar?

-Claro…

-¡Genial! ¡Quiero descubrir todo lo que esos gruesos muros guardan!-exclamó Luna, visiblemente emocionada.

-Me parece bien, pero en ese caso deberíamos salir enseguida… y prepararnos antes.

-¡Vale, voy a por mis alforjas!

Luna salió disparada, planeando incluso a ras de suelo, mientras Celestia guardaba su sitio tras la mesa; masticó despacio el melocotón en almíbar mientras pensaba en algo distante.

-Todo es tan distinto… parezca que fue ayer…-pensó ella, con un semblante ligeramente nostálgico.

Su mirada se escapó a través de la ventana. Afuera, el sol ya se había alzado del todo.









De los cuatro que se encontraban ocupando la parte trasera del autobús, Twilight fue la primera en levantarse; lo primero que notó nada más abrir los ojos fue una reminiscencia del dolor de anoche, que aún seguía rondando en algún lugar recóndito de su cabeza. La luz entraba a raudales por las ventanas del autobús y la avenida en la que se encontraban se encontraba totalmente iluminada. La farola con la que chocaron se había quedado ligeramente inclinada. Twilight se llevó un casco a su cabeza, sin poder evitar expresarse a gusto.

-Agh…

Notaba el daño latente cerca de la base del cuerno, y aunque ya apenas la dolía, era un tanto molesto. Frente a ella se encontraba Spike dormido y echo una bolita. Pinkie y Rarity seguían donde la última vez las vio y apenas se habían movido. La poni rosa fue la siguiente en despertar.

-¿Dónde estoy?

-Tranquila Pinkie, está todo bien, estamos juntas.

La aludida se dio la vuelta muy despacio y en cuanto la vio, un par de lágrimas se asomaron de sus ojos.

-Twilight… entonces no era un sueño…

-No, somos tan reales como…

La unicornio lavanda no pudo acabar la frase, puesto que Pinkie se lanzó sobre ella en un cálido abrazo, sin poder evitar llorar de nuevo. Twilight ignoró su dolor de cabeza y la devolvió el gesto, arropándola entre sus patas.

-Gracias al cielo, gracias, gracias… gracias…-repetía la poni rosada, muy emocionada.

-Gracias a ti también, Pinkie… me tenías muy preocupada.

Su conversación despertó al resto, Pinkie saludó de igual forma tanto a Rarity como a Spike.

-Me alegro verte de vuelta, Pinkie… contigo todo será mucho más animado-murmuró el dragón.

-Gracias, Spike.

-¿Cómo te sientes, querida?-preguntó Rarity a Twilight, visiblemente preocupada.

-Mucho mejor, aunque aún me duele un poco…

-¿Puedes hacer magia?

-Aún no lo he probado… me da algo de miedo-admitió entonces.

-Inténtalo, tienes que asegurarte de que no hay lesión o será peor.

Twilight lo sabía, aunque el saberlo tampoco lo hacía ver mejor; aun así le echó valor y se concentró. Su cuerno brilló débilmente al principio, para luego mantener el brillo durante unos buenos segundos. La unicornio lavanda se quejó y el cuerno se apagó.

-Más o menos, pero el dolor persiste un poco…

-Si es un dolor de cabeza ¿por qué no pruebas a tomarte un espidifen? Estuve el leyendo el prospecto y sirve para dolores de cabeza y migrañas, quizás sirva para aliviarte…-comentó entonces Spike.

-¿Espidifen?-repitió Rarity, extrañada.

-Es un medicamento humano que cogimos en una clínica… podría intentarlo, después de todo aún no los hemos probado.

-¿Medicamento humano, dices? ¿No es eso algo arriesgado?-inquirió la unicornio blanca, preocupada.

-Puede, pero no lo sabremos hasta que lo probemos. Aunque será mejor desayunar algo primero.

Sacaron unos pocos botes de fruta que llevaban y algo salado para acompañar. Una vez que terminaron, Spike sacó una cápsula de espidifen y se la tendió; Twilight la cogió con su magia y se la llevó a la boca, para luego pegar un buen trago de agua a su botella. Notó cómo la cápsula pasaba por su garganta hasta perderse en dirección hacia su estómago. Los demás la observaron atentamente durante unos pocos segundos, esperando una reacción inmediata o algo parecido.

-¿Cómo te sientes?-inquirió Spike.

-Igual… dudo mucho que el efecto sea instantáneo, Spike, llevará su tiempo…

-¿Crees que podrás conducir de vuelta a la tienda?

-Lo intentaré.

Regresó de nuevo hacia el asiento del conductor y observó bien su alrededor, sobre todo el cinturón de seguridad.

-Leí acerca de los cinturones de seguridad, pero no les di mayor importancia. Ahora veo por qué los nombraban tanto, pero no sé si podré ponérmelo como un humano normal…

Tiró de la anilla y lo encajó en su enganche, pero apenas la cubría parte de su pecho, y la era muy incómodo.

-Voy a tener que hacerle un apaño para que pueda usarlo yo…-murmuró ella, quitándoselo.

-Pero es arriesgado… ¿y si volvemos a pegárnosla?-inquirió Spike.

-Tienes razón, pero ayer nos la pegamos porque no se veía nada y porque me distraje, claro. Ahora que hay visibilidad y tú me puedes ir indicando, las posibilidades de golpe se reducen significativamente. Sitúate mientras voy arrancando.

Spike tuvo que bajarse del autobús un momento para comprobar en qué calle se encontraban mientras Twilight iba arrancando; el motor rugió suavemente y los indicadores se movieron.

-Cada vez le cuesta menos arrancar, genial-pensó ella, contenta.

Spike regresó al poco rato.

-Estamos en North Bryant Avenue, ahora te digo la ruta a tomar. Por cierto, el parachoques se ha llevado un golpe hermoso…

-Ya, me lo imagino… veré a ver si luego puedo arreglarlo un poco con mi magia.

El dragón se tomó su tiempo para elaborar una ruta rápida que les llevara de vuelta a la tienda; Twilight estuvo probando su magia un poco más, doliéndole cada vez menos. Una vez que Spike estuvo listo, Twilight se puso en movimiento. Dio marcha atrás un poco para poder girar y luego continuó todo recto por el carril contrario, aunque en realidad daba igual por dónde ir, ya que tenía la calle para ella sola. Condujo con cuidado y sin acelerar mucho, abriéndose bien en los giros y sin apartar la vista de la carretera. Por el espejo retrovisor interior podía ver al fondo a Rarity y a Pinkie conversando animadamente, aunque notó que la crin y la cola de la poni rosada seguía totalmente liso. Sólo recordaba haberla visto así una vez, y fue cuando pensó que la habían dejado de lado. El simple hecho la preocupó un poco, anotándose mentalmente el hablar con ella cuando llegaran. Pero por ahora se concentró en la carretera y en llegar enseguida; lo bueno era que el dolor la empezaba a remitir.









Un destello fugaz iluminó brevemente tanto la bandera de los Estados Unidos, como el nombre de la base militar en cuanto las dos alicornios se aparecieron en el hall; el silencio era el único habitante, el cual las dio la bienvenida de forma seca y un tanto vulgar.

-Por los pelos… apenas me acordaba del sitio…-murmuró Celestia.

-Pero eso es arriesgado, puedes aparecer en cualquier sitio-la recordó Luna.

-Lo sé, lo sé… bueno, ya estamos aquí.

El pasillo por donde llegaron el último día permanecía igual de oscuro que la última vez, y encima de la pared donde colgaba la bandera había una serie de cristaleras por las que se podía ver una oficina. Celestia sugirió ir primero allí, Luna no puso ningún inconveniente; las escaleras de acceso se encontraban a mano izquierda, pasado una especie de arco de metal con una bombilla en lo más alto. Dichas oficinas no eran muy grandes y ocupaban un reducido espacio, se componían principalmente por una serie de mesas colocadas de forma lineal, llenas de ordenadores, cajoneras y ficheros, todos ellos pulcramente ordenados. En el lado de la cristalera descansaba una larga estantería baja, llena de ficheros, carpetas y archivadores. No parecía haber nada relevante allí dentro, aunque colgado de una pared había una especie de cuadro con fondo blanco en el que se podía ver dibujado una serie de secciones y habitaciones.

-Parce un mapa del lugar… mira esto, acceso a niveles inferiores, seguro que aquí encontramos más cosas.

-Vale, pero ¿cómo bajamos?

-Parecen escaleras, antes vi un pequeño descansillo justo al lado, miremos a ver.

Volviendo por donde habían venido, encontraron dicho descansillo, el cual daba a una especie de puertas de metal cerradas, con una pequeña pantalla encima de ellas totalmente negra; justo al lado, unas escaleras bajaban directas hacia una negrura que intimidaba bastante. La luz que se colaba desde el hall de la entrada no conseguía pasar más allá, incluso ese mismo descansillo donde estaban, se encontraba en penumbra.

-¿Tenemos que bajar por ahí?

-Pues claro… ¿acaso tienes miedo, Tia?-inquirió Luna, socarronamente.

-¡Claro que no! ¡Además, sabes que no es ningún problema!-exclamó ésta, encendiendo su cuerno.

-¿Entonces? ¡Vamos, a la aventura!

Luna encendió su cuerno también y comenzó a bajar las escaleras alegremente.

-Que animada se ha levantado hoy…-pensó Celestia.

Siguiendo la estela de su hermana y alumbrando el camino, la alicornio blanca se abrió paso bajando varios pisos hasta llegar a un corto pasillo que llevaba ante unas dobles puertas aparentemente cerradas. Luna ya estaba allí, observando el panorama.

-¿A qué esperas para abrir las puertas?

-Lo he intentado y no se abren… mira esto, es un panel electrónico, esta puerta está informatizada-anunció Luna.

-En cristiano, Luna, por favor…-pidió Celestia, algo desubicada.

-Deberías dedicar un poco de tiempo a la investigación de campo, Tia…

-Lo sé, pero quiero descubrir la manera de volver a Ecuestria lo antes posible…

-Es igual… lo que quiero decir es que esta puerta sólo se abre mediante un mecanismo electrónico, ¿ves este pequeño hueco bajo el panel?

-Sí…

-Es un dispositivo de reconocimiento digital mediante huellas dactilares, los humanos poseían distintas huellas en la punta de sus dedos, con esas huellas ésta puerta se puede abrir.

-Más o menos lo entiendo… pero en tal caso, tenemos un problema.

-Sí y no, como no hay energía eléctrica, no lo podemos usar. Lo único que podemos hacer es abrirnos paso nosotras mismas.

-Mismamente. ¿Hechizo explosivo?

Luna asintió y bajó la cabeza; ambas juntaron sus cuernos y comenzaron a cargar energía, mientras se apartaban un poco. Una brillante esfera blanca apareció al poco rato, iluminando con fuerza el oscuro pasillo. En cuanto la esfera alcanzó un tamaño considerable, Luna y Celestia la lanzaron contra las puertas. La explosión fue de alivio, reventando la pared y lanzando escombros hacia todos los lados, pero Celestia alzó un campo de fuerza a tiempo para proteger a las dos a tiempo. En cuanto el polvo se posó, un limpio boquete permitía el paso hacia el otro lado.

-Despejado ¡vamos!-animó Luna, trotando alegremente.

El resto de cascotes habían sido lanzados hacia el otro lado, un largo pasillo que llevaba hasta una amplia sala, llena de vehículos de gran envergadura, de colores amarronados y grandes ruedas; incluso llegaron a ver una especie de carro metálico enorme, con largas cadenas entre sus ruedas y un largo tubo que se encontraba adosado a algo parecido a un montículo.

-Parecen máquinas de guerra-comentó Celestia.

-Sí… sé que son vehículos por su forma, pero es la primera vez que veo algo así-asintió Luna.

El techo era altísimo, y a mano izquierda al fondo del todo, una rampa no muy pronunciada llevaba hasta una extraña pared con forma granulada y rugosa, pero de tacto frio y metálico. En el otro extremo de la gran estancia encontraron una pequeña puerta que daba a otro largo pasillo.

-Más pasillo…

-Sí… a los humanos debían de encantarles los pasillos…

En ése en concreto había una serie de taquillas verdes a lo largo de ambas paredes, todos ellos cerrados y con una serie de nombres grabados en la parte más alta; una serie de puertas daban directamente a unas salas llenas de mesas y sillas, con algún que otro ordenador y una extensa capa blanca que salía de un gran tubo de igual color fijado al techo.

-Parecen salas de juntas…-comentó la alicornio blanca.

-Sí… a ver que hay al otro lado.

En las puertas del lado contrario vieron una serie de vestuarios y baños, con el suelo hecho de cerámica, espejos en las paredes con una serie de lavabos debajo, duchas y bancos de madera alargados.

En el otro extremo del pasillo había otras dobles puertas, Luna las comprobó rápidamente, encontrándose cerradas. Celestia comenzó a preparar su cuerno, pero su hermana la paró.

-Espera, ésta no está informatizada. Déjame intentar otra cosa.

Un aura azul cobalto rodeó la cerradura del lado izquierdo y se oyeron una serie de clics secos saliendo del interior del mecanismo. Al cabo de unos pocos segundos, la cerradura saltó y la puerta se abrió.

-Ajá…

-¿Dónde has aprendido a hacer eso?-inquirió Celestia, frunciendo el ceño.

-Secreto profesional-murmuró Luna, guiñándola un ojo y sacando la lengua.

Celestia rodó los ojos y prefirió dejarlo estar. Al otro lado se encontraron en otra gran sala de techo alto, ésta vez llena de ordenadores y mesas dispuestos en fila, habiendo un total de cinco. A mano derecha había una serie de mesas con varios objetos que no llegaron a identificar del todo, junto con unas estrechas escaleras que llevaban a una pequeña sala elevada, donde había más ordenadores y con una ancha cristalera por la que se podía ver la sala entera. A mano izquierda había una enorme pantalla que ocupaba toda la dimensión de la pared, pero se encontraba irremediablemente apagada.

-Uuah… menudo pantallón…-murmuró Luna.

-Sí… es enorme…

Celestia giró la cabeza y, por un momento, creyó haber visto un pequeño resplandor; enfocó el haz de luz con su cuerno hacia la puerta de salida, pero no vio nada. Apartó de nuevo la fuente de luz y lo volvió a ver, pero por más que enfocaba al sitio no conseguía volver a verlo.

-¿Qué pasa Tia, a que vienen esos aspavientos?-inquirió Luna, extrañada.

-Me ha parecido ver una luz… pero no veo nada…

La alicornio azul se quedó callada, un tanto pensativa; enfocó ella misma al dintel de la puerta y tampoco vio nada. En ese momento dio una pequeña cabezada y por un momento lo comprendió.

-Pues claro… apaga tu cuerno, Tia.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Tú hazlo, apágalo.

Un tanto extrañada, Celestia hizo lo que la pidió, y Luna la imitó; nada más hacerlo, de entre la densa oscuridad vieron la luz que tanto inquietaba a la alicornio blanca.

-¡Ah, mira eso!

-Lo sabía, por eso no la distinguíamos…

Se trataba de una pequeña y débil luz blanca que brillaba en lo alto del dintel de las puertas, apenas iluminaba y parecía que estaba para señalizar en vez de para alumbrar.

-Qué extraño… se supone que no hay luz-recordó Celestia.

El comentario dio que pensar a Luna y volvió a encender su cuerno, al tiempo que sacaba de sus alforjas un libro; lo estuvo consultando, pasando sus páginas rápidamente, hasta encontrar lo que buscaba.

-Ajá, aquí… luces de emergencia, señalizan salidas directas en caso de apagón, sólo se encienden cuando la corriente eléctrica se interrumpe y se mantendrán encendidas hasta que se restablezca el suministro de nuevo. Son alimentadas por pequeñas baterías de baja capacidad que pueden durar incluso meses. Esto es una gran noticia-masculló Luna, emocionada.

-¿Y eso por qué?

-¡Pues porque eso significa que el generador no se ha activado! Lo cual es raro, ya que normalmente salta cuando el suministro se interrumpe…

Luna giró la cabeza por un momento y vio a su hermana lanzándola una lánguida mirada llena de ignorancia.

-¿Ves cómo hay que estudiar lo que te rodea?

-Usted perdone, princesa, me encontraba ocupada tratando de desentrañar el misterio de turno. Lo siento si sus expectativas para conmigo no han resultado del todo satisfactorias…

Las dos se quedaron mirando por un momento, Luna con una ceja levantada y Celestia con el ceño fruncido.

-¿Quieres que vuelva a empezar?

-Sí, por favor.

-Vale. Como bien te dije en su día, los humanos usaban la electricidad para alimentar todos los dispositivos electrónicos que crearon, sin ella éstos no funcionan. ¿Me sigues?

-Sí.

-Vale. Para crear electricidad se valían de varios métodos, entre ellos unos grandes aparatos mecánicos llamados generadores, los cuales funcionaban mediante combustible para producir electricidad mediante un movimiento continuo. ¿Todo bien?

-Ajá.

-Los humanos diseñaron sus aparatos de forma que, si el suministro normal de energía se interrumpía, fuera sustituido por otro alternativo para no romper la continuidad de su funcionamiento. El generador salta cuando la corriente de energía se corta, proveyendo de electricidad al lugar durante un determinado periodo de tiempo…

-Una pregunta-interrumpió Celestia de golpe.

-Dime.

La alicornio blanca se tomó unos escasos segundos antes de formular su pregunta.

-¿¡Cómo sabes tú todo eso?! Quiero decir… vale que llevamos casi dos semanas aquí, pero parezca que hayas nacido al lado.

-Estudio continuo, hermana. Cuando fuimos a Tucson me pasé por la biblioteca y me llevé conmigo libros de todo tipo, entre ellos de electricidad, mecánica, arquitectura y sistemas de funcionamiento. Poco después de que descubriéramos este sitio, me puse a leerlos para tratar de comprender mejor lo que nos podríamos llegar a encontrar. Eso es todo.

-¿Y ya está? ¡Pero si descubrimos este sitio justo ayer! ¡Es imposible que te haya dado tiempo a leerlos todos en tan poco tiempo!

-¿Por quién me tomas, Tia? Twilight Sparkle no es la única que puede usar ese hechizo de lectura múltiple… además, últimamente no hacías más que encerrarte en tu telescopio, apenas hacías otra cosa…

Celestia se quedó callada un momento, sopesando sus palabras antes de hablar.

-Perdona Luna, no era mi intención ofenderte… es sólo que… me sorprende ver lo rápido que has crecido.

Ante tal frase, Luna se quedó un tanto chocada a y la miró extrañada; Celestia vio su expresión y continuó.

-Desde que llegamos aquí has demostrado una rápida adaptación al entorno que te rodeaba, mientras que a mí me costaba un poco más habituarme ante tanta novedad. Y es por eso por lo que has crecido tanto… quizás lo hubieras hecho aún más si no hubiera sido por mi imprudencia. No te dejé crecer como es debido…

Luna comprendió enseguida por donde iban los tiros y esbozó una comprensiva sonrisa. Se acercó a su hermana y apoyó su cabeza sobre su cuello.

-Ya hablamos de eso hace tiempo, Tia. Tú me perdonaste, yo te perdoné, las dos nos perdonamos. Pero… tú no te perdonaste ¿verdad?

La alicornio azul alzó la vista y vio dos lágrimas asomándose por los ojos de su hermana mayor.

-No… no pude, Luna.

-No pienses más en eso… no llores, Tia…

Las dos se abrazaron dulcemente, dejando pasar brevemente el tiempo y sintiéndose un poco mejor. En cuanto se separaron, Luna comentó.

-¿Quieres que siga?

-Me encantaría-asintió Celestia, sonriendo.

-Está bien… ¿por dónde me quedé?

-Algo del generador…

-¡Ah, sí! Pues eso, que el generador tendría que haber saltado en cuanto la corriente se cortó, pero por alguna razón no lo hizo, por lo que es posible que nosotras mismas podamos ponerlo en marcha aquí y ahora.

-¿Y cómo?

-Habría que llegar hasta la sala del generador y activarlo a mano una vez allí. Pero no sé dónde puede estar, ayúdame a buscar un mapa como el de antes, tiene que haber más por aquí.

Entre las dos comenzaron a registrar el lugar, en busca de un mapa de la base; Luna estuvo rebuscando entre los cajones de una de la fila de escritorios con los ordenadores, pero no encontraba nada. En un momento dado, la voz de su hermana se alzó sobre el silencio imperante.

-¡Luna, aquí arriba, lo he encontrado!

En la misma sala elevada de antes, en la pared del lado de la derecha, había un mapa parecido al que vieron arriba, sólo que ahora mostraba los niveles inferiores de la base. Había dos pisos más debajo de donde ellas se encontraban, que era la sala de control; el más inmediato era el nivel -2, en el cual, según el mapa, se encontraban los laboratorios y las salas de pruebas. En el nivel -3 se hallaba la sala de calderas, la armería, el almacén y la ansiada sala del generador.

-Aquí está… entonces tenemos que seguir bajando, vamos.

Encontraron una solitaria puerta al otro lado de la sala de control, que llevaba a unas escaleras similares a las que antes bajaron hacia allí; conforme fueron bajando, el ambiente se iba enrareciendo cada vez más, haciéndose algo difícil respirar.

-Que mal huele…-comentó Celestia.

-Sí, los subterráneos se airean cada cierto tiempo mediante un sistema de ventilación… si éste no vuelve a funcionar, el ambiente se vuelve un tanto extraño-explicó Luna.

En cuanto llegaron al descansillo, descubrieron otras dobles puertas informatizadas.

-Reconocimiento ocular… no hay forma ahora, prepárate Tia.

Las dos alicornios juntaron sus cuernos de nuevo y realizaron de nuevo el hechizo explosivo; la pertinente voladura les dio paso a ese nivel, el de los laboratorios y salas de pruebas. El lugar tenía una reminiscencia al laboratorio de física y química de la escuela superior de Canterlot, aunque en vez de probetas, tubos de ensayo y demás materiales químicos, había ordenadores y otras muchas máquinas que no supieron identificar. Aunque llegaron a encontrar alguna que otra probeta y un mechero, el resto del lugar era tanto desconocido como nuevo para ambas, y apenas se parecía a lo que ellas tenían entendido por laboratorio. No estuvieron demasiado tiempo allí, pasando al siguiente nivel bajando por otras escaleras.

-El ambiente se vuelve muy pesado… me cuesta respirar…-masculló Celestia.

-Sí, a mí también… sigamos, cuanto antes lleguemos, antes podremos poner en marcha todo-la animó Luna.

No tardaron mucho en terminar de bajar ese último tramo de escaleras, encontrándose una vez más con otras dobles puertas informatizadas.

-Reconocimiento vocal… seguimos sin poder hacer nada, una vez más.

El hechizo volvió a hacer acto de presencia, llevándose por delante las puertas y destrozando un sistema de reconocimiento de voz de alta tecnología; el lugar constaba de un único y ancho pasillo, con un total de cuatro puertas, dos a cada lado del mismo.

-¿Otro pasillo?

-Ya ves, los humanos debían de estar obsesionados con ellos…

Comprobaron la primera puerta a mano derecha, tras la cual encontraron todo un arsenal en perfecto estado.

-La armería… no nos interesa-murmuró Luna, cortante.

-No.

La puerta fue cerrada de seguido, siendo la del frente la siguiente; nada más entrar, se encontraron con un enorme armatoste mecánico de color negruzco y que ocupaba casi todo el techo de la espaciosa sala.

-¿Es esto lo que buscamos?-inquirió Celestia.

-No, tan solo es una caldera… enorme, por cierto.

Cerraron la puerta enseguida y fueron a comprobar la segunda puerta a mano derecha; nada más entrar, y en cuanto los haces de luz alumbraron el interior, los ojos de ambos alicornios brillaron como chiribitas.

-Oh, por la santa creación…-soltó Celestia.

-Un filón…-susurró Luna.

Y es que, delante de ellas, un largo y espacioso almacén se encontraba hasta arriba de suministros de todo tipo, sobre todo de comida; fruta, verduras, legumbres, cereales, leche, agua… había de todo y la cantidad era ingente.

-Aquí hay suministros para meses…-observó Celestia.

-Esto es estupendo, ya no tendremos que depender de expediciones o escapadas fortuitas…

Además de comida, también había otras muchas cosas como mantas, pilas, baterías, linternas, mapas, brújulas… había de todo y parecía que no faltaba nada.

-Estupendo descubrimiento, eso desde luego. Vamos a comprobar la última puerta-avisó Luna.

Por descarte, e incluso obviedad, se encontraron nada más entrar con dicho generador, el cual era un enorme y espacioso armatoste con forma cilíndrica y de color rojo, con una bombilla amarilla en la parte superior. Se encontraba situado a mano derecha de la amplia estancia, y a mano izquierda descansaba el panel de mandos del mismo.

-¡Estupendo! Déjamelo a mí, lo pondré en marcha en un tris-aseguró Luna, muy animada.

-Adelante, tú eres la experta.

La alicornio azul encaró el panel de mandos con cara curiosa, buscando algo en concreto.

-A ver, a ver, el botón de seguridad, el botón de seguridad… ah, aquí.

Usando su magia, apretó un botón de color amarillo y, nada más hacerlo, se encendió sólo en panel de mandos, mostrando una serie de comandos que Luna supo interpretar gracias a sus libros.

-¡Tenemos una suerte endiablada, los depósitos de combustible están hasta arriba! Y según esto, también hay varios más de reserva arriba… tendremos suministro para unas buenas semanas-anunció Luna.

-Eso es estupendo… ¿alguna idea de por qué no llegó a encenderse antes?

-No, ninguna, pero sinceramente eso me da igual. Vale, primero hay que abrir la llave de paso del combustible.

Luna abandonó por un momento el panel de mandos y se acercó a un aro rojo adosado a una ancha tubería; usando su magia, lo giró a la derecha, pero se la resistió.

-Ayúdame Tia, ésta llave está durísima…

Un aura de color dorado brillante se entremezcló con la azul cobalto de Luna y ambas hicieron fuerza hacia el otro lado; tras un rato haciendo fuerza, la llave finalmente cedió, girando poco a poco hasta abrirse del todo. Al instante, oyeron algo fluyendo por el interior del tubo; al segundo siguiente, varias lucecitas de colores comenzaron a encenderse tanto en el panel de mandos como en el cuerpo del generador.

-El combustible proporciona energía adicional… ahora tan solo hay que arrancar el generador.

Luna regresó al panel de mandos y vio un botón rojo justo al lado de la pantalla; fue a pulsarlo, pero en ese momento se paró y se dirigió antes a su hermana.

-Tia… me gustaría que fuéramos las dos juntas las que arrancáramos el generador.

-¿Qué? ¿Estás segura?

-¡Claro! Hemos llegado hasta aquí juntas y haremos esto juntas ¿Qué me dices?

-No sé, Luna… ¿y si lo estropeo todo?

-¡Que va, si solo es apretar un botón! Venga, no seas sosa…

Celestia la miró no muy convencida, pero al final aceptó y se acercó al panel de mandos junto con su hermana.

-A la de tres; una, dos… ¡y tres!

Dos auras mágicas entrecruzadas apretaron el botón y, al segundo siguiente, el generador tras ellas emitió un ronco sonido. Al poco rato éste comenzó a funcionar y las luces empezaron a encenderse, lo que pilló desprevenidas a las alicornios.

-¡Luna, cierra los ojos!

-¡Agh, ah, ah!

Llevaban bastante tiempo rodeadas de oscuridad, y aunque sus cuernos alumbraban bastante, sus pupilas hacía tiempo que se habían adaptado a la penumbra reinante. El cambio lumínico fue muy abrupto, y no les dio tiempo a cerrar los ojos, llegando a salir algo afectadas. Se quedaron con los ojos cerrados durante un buen rato, parcialmente cegadas debido al fogonazo.

-¡Luna! ¿Estás bien?

-¡No veo nada, Tia! ¿Dónde estás?

-¡Aquí, estoy aquí!

Se buscaron a tientas con sus cascos hasta encontrarse, quedándose abrazadas y muy quietas. Esperaron durante un buen rato hasta que al final fueron abriendo los ojos poco a poco para adaptarlos al nuevo ambiente.

-Eso ha estado cerca… un poco más y pudiéramos haber perdido la vista…-masculló Celestia.

-Sí… menos mal…

Las dos alicornios siguieron abrazadas, con el susto aún en el cuerpo. En ese momento, se oyó una voz femenina por todo el recinto decir.

-Reiniciando sistema y definiendo parámetros básicos. Estableciendo conexión con la red. Fallo de autentificación en la conexión, activando protocolo de seguridad.

-¿Has oído eso?-inquirió Celestia.

-Como para no oírlo… vamos a la sala de control, rápido.

Para llegar antes, las dos abrieron sus alas y comenzaron a planear a ras del suelo para ir lo más rápido posible; subieron por el hueco de las escaleras y atravesaron los laboratorios como una exhalación y sin pararse a mirar nada. Enfilaron el segundo hueco y aterrizaron en el descansillo, entrando en la sala de control de seguido; todos los ordenadores se encontraban encendidos de nuevo, y la sala se encontraba totalmente iluminada por una serie de lámparas que colgaban del alto techo. La pantalla gigante de la pared también se encontraba encendida, mostrando sobre un fondo azul marino una especie de escudo en el cual se podía observar un águila sobre un fondo azul; en su pata derecha sostenía una rama de laurel, y en su pata izquierda una serie de flechas. Su cuerpo estaba cubierto por otra heráldica en la cual se podía ver una montaña, unas líneas onduladas y una serie de estrellitas blancas sobre un fondo azul. En los bordes blancos se podía leer una inscripción.

-Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos… vaya, pensaba que esto era una base militar, y no un centro derivado del gobierno… a no ser que estuviera adscrita al mismo departamento…-pensó Luna en voz alta.

-¿Qué quieres decir?-inquirió su hermana.

-Seguridad Nacional es como un organismo aparte de la Administración local, o al menos eso mismo llegué a leer. Es por eso que la adscripción tiene más sentido.

En ese momento, en la misma pantalla gigante comenzaron a aparecer más cosas, casi todas a la vez; una especie de ventana blanca pequeña surgió de la nada, en la que se podía leer:

Buscando redes más próximas…


-Luna ¿alguna idea de lo que es todo esto?-inquirió Celestia.

-Lo siento, pero con la informática en sí no tengo ni idea, ni siquiera he llegado a leer nada.

En el fondo, una serie de bolitas transparentes daban vueltas constantemente mientras el mismo mensaje permanecía en la pantalla; al cabo de unos pocos segundos, el mensaje cambió para mostrar más cosas.
Red encontrada: IntraVegas. Conectando…
-¿IntraVegas?-repitió Celestia, extrañada.

Otros pocos segundos condicionaron todo lo demás, hasta que el mensaje volvió a cambiar.

Conexión establecida.


Pero justo después, salió otro mensaje en otra ventana blanca con el dibujo de un triángulo amarillo con una exclamación negra en el fondo en el que se podía leer.

Atención, se ha detectado que el nivel de tráfico de datos está muy por debajo de lo normal, no se ha podido establecer conexión con otros servidores o redes secundarias.


Y ese no fue todo, puesto que empezaron a aparecer muchos más, uno tras otro.

Fallo a la hora de establecer los servidores proxy, reinténtelo de nuevo.


No se han podido actualizar las bases de datos. Compruebe que su conexión a internet cumple con todos los protocolos de disponibilidad


Imposible conectar con ARPANET


Fallo de conexión con el Pentágono, inténtelo de nuevo


No se ha podido establecer conexión con los servidores de la Casa Blanca


Luna y Celestia leían todos esos mensajes uno tras otro, cada vez más perdidas y sin saber qué hacer; se miraron por un momento y tan solo vieron la ignorancia reflejada en sus caras.

-¿Debemos hacer algo?

-Creo que sí, pero en tal caso no sabría cómo hacerlo…

-¿Alguna idea?

-Ninguna, para que te voy a engañar.

En ese momento, un nuevo mensaje se superpuso por encima de todos los demás, con letras negras y el dibujo de una especie de asa con rayas saliendo de la parte superior; en este se podía leer.

El nivel de flujo de datos es demasiado débil para poder trabajar con normalidad, estableciendo llamada de emergencia al punto de conexión más cercano.


Justo después comenzaron a oírse una serie de largos pitidos que se oyeron por toda la sala, asustando a las dos alicornios.

-¿¡Qué demonios es eso que suena?!-masculló Celestia.







Mientras tanto, a unas cuantas miles de millas de distancia, el día era como otro cualquiera en la ciudad de Las Vegas; todos los ponis descansaban y pasaban el día en la piscina o en el casino, disfrutando del trabajo bien hecho. Y es que gracias a la rápida actuación de Dash, habían podido cumplir con el programa previsto y apagar la gran mayoría de las luces de la ciudad, reduciendo drásticamente el consumo. Ahora todos se relajaban tras una dura jornada de trabajo.

Rainbow se había estado entreteniendo en el casino jugando al blackjack junto con Raindrops, Minuette, y Crescent Moon, siendo Vinyl la crupier; era el único juego de cartas al que le había cogido el tranquillo, el resto era complicado y apenas entendía ni la mitad. Salió del casino volando a ras del suelo, pensando en pasarse un momento por su habitación para recoger un par de cosas e irse luego a la piscina; pero un ruidito extraño y constante la paró de golpe.

-¿Qué es eso que suena?-se preguntó.

Agudizó el oído, tratando de averiguar de dónde venía, no estando muy lejos de allí; se acercó al mostrador de recepción y vio que salía de detrás de la puerta que daba a las oficinas. En cuanto la abrió, el ruido se intensificó, indicando que se acercaba a la fuente del mismo. Finalmente llegó hasta una mesa con un ordenador encendido, en la cual había un extraño aparatito blanco, que era el que sonaba todo el rato; el ruido que emitía era agudo e insistente, cada vez que sonaba una lucecita roja parpadeaba a la vez. Poseía una especie de asa tumbada en un hueco en el que encajaba perfectamente, con una serie de botones numerados al lado.

-¿Qué es esta cosa?-inquirió Rainbow, dándole unos toquecitos con su casco.

Aun así, el aparato no dejó de sonar, pero Rainbow estaba más perdida que nunca.

-Ni idea de lo que es esto, pero que suene así todo el rato… avisaré a Raven-pensó ella, echando a volar.

La última vez que la vio fue en la piscina, y allí seguía, tomando una copa y hablando con más ponis que allí había.

-¡Raven, hay algo extraño sonando en las oficinas!-exclamó ella, nada más llegar.

-¿Sonando?

-Sí, es una especie de aparato blanco que hace ruidos contantes, con botones numerados y una lucecita roja que se enciende y apaga.

Fue entonces cuando la cara de Raven se iluminó y se levantó de golpe de la hamaca en la que estaba tumbada.

-¿¡Que el teléfono está sonando?! ¡Imposible, vamos a ver!

La unicornio blanca echó a correr, mientras que Rainbow la seguía de cerca volando; el resto de ponis se quedaron allí, un tanto extrañados.

Cuando llegaron, el llamado teléfono seguía sonando insistentemente; al verlo Raven se quedó estática, sin poderse creer lo que estaba viendo.

-No puede ser… ¿Quién puede estar llamando, en qué otro lugar puede haber línea?

-Raven, no te ofendas, pero no entiendo nada de lo que dices.

Aun así ella no contestó, se subió a la silla y apretó con su magia un botón en el que se podía ver un altavoz dibujado; tras eso, descolgó el asa blanca y murmuró con voz nerviosa.

-¿Sí, quién es?







Tanto Luna como Celestia se quedaron anonadadas en cuanto oyeron esa voz, sobre todo Celestia, al reconocerla.

-¿¡Raven?! ¿¡Eres tú?!

-¿¡Princesa?! ¿¡Es usted de verdad?!-masculló la voz de su asistenta.

-¡Sí, soy yo! ¿Cómo es posible, qué es esto, cómo consigues…?

-¿Desde dónde llama usted, alteza?-la cortó Raven.

-¿Llamar? ¿A qué te refieres con eso?

-El teléfono de la oficina ha empezado a sonar, eso sólo puede significar que usted ha marcado el número y ha llamado.

-¿Qué yo he marcado qué? No te ofendas, Raven, pero no me entero de nada…

Antes de que Celestia dijera nada más, Luna tomó la palabra y habló.

-Raven, soy la princesa Luna.

-¡Princesa Luna! ¿Usted también está ahí?

-Sí. Escucha, antes de que digas nada más necesito que sepas que nos encontramos en la base militar de Country Yard, a pocos kilómetros de Phoenix; mi hermana y yo hemos conseguido arrancar el generador y al poco rato todo la base ha empezado a funcionar, entre ello este extraño sistema que ha realizado lo que había denominado una llamada de emergencia al punto de conexión más cercano. Estamos que no nos enteramos ¿sabes que es todo esto?

Raven tardó un poco en contestar, pero al final murmuró.

-Vale, ya veo… cuando devolvieron la corriente a la base, el sistema se debió de reiniciar y trató de conectarse a la red, pero como Las Vegas es uno de los pocos lugares que aún poseen electricidad, tan solo se pudo conectar a la red perteneciente a Las Vegas, IntraVegas. Lo de la llamada de emergencia no sé a qué se ha podido deber, pero ha sido toda una suerte.

-Sí, eso desde luego…

-¿Dicen que están en Country Yard? No me suena de nada, pero Phoenix sí, es una ciudad de Arizona… y si mal no recuerdo, no está muy lejos de donde estamos nosotros, Nevada.

En ese momento, la mente de Celestia comenzó a trabajar a toda velocidad, llegando a pensar en algo.

-Raven ¿hay alguien más contigo?-inquirió entonces.

-Sí, tengo aquí al lado a Rainbow Dash…

-¿¡Rainbow Dash?! ¿¡De verdad?!

-¡Sí, princesa, estoy aquí!-exclamó Dash, hablando por primera vez.

-¡Eso es aún mejor! Pero antes contéstame a una cosa…

-¡Dígame, princesa!

-¿Está Twilight contigo?-inquirió Celestia, con un tono de esperanza reflejado en su voz.

La contestación se hizo esperar durante unos breves segundos, hasta que al final la pegaso habló.

-No, de las seis, estoy yo sola… lo siento, princesa…

Celestia notó cómo sus ánimos se desinflaban como un globo pinchado, incapaz de volver a hablar de nuevo. Luna tomó la palabra.

-No sabemos muy bien dónde podéis estar exactamente, así que esto es lo que vamos a hacer. A eso de medianoche, quiero que Rainbow Dash se eleve todo lo que pueda en el cielo hasta realizar un Sonic rainboom, con eso bastará para señalizar vuestra posición ¿entendido?

-¡Sí, princesa, cuente con ello!-exclamó Dash, desde el otro lado.

-Bien, una vez que estéis señalizados nosotras podremos ponernos en marcha hasta vuestra posición. Mientras tanto, podremos estar en contacto a través de éste sistema.

-Sí, puedo marcar yo mediante la rellamada o bien pueden volver a llamarnos ustedes. Aunque si dicen que están algo perdidas, mejor me encargo yo-murmuró Raven.

-No se preocupe, Raven, investigaremos un poco para poder usar este sistema.

Estuvieron hablando un poco más hasta que al final fue Raven la que colgó; durante el resto de la llamada, Celestia se había quedado muy callada, mirando al suelo con una expresión de tristeza infinita. Luna se acercó a ella.

-Vamos Tia, alegra esa cara… ¿no te anima que hayamos descubierto a uno de los elementos?

-Pues claro que sí, Luna… pero… sigo sin saber nada de Twilight.

Luna se quedó callada, entendiendo cómo se sentía su hermana; la pantalla había cambiado de nuevo, los mensajes se habían retirado y el escudo de Seguridad Nacional seguía decorando el fondo.

-Quizás no esté muy lejos. Ahora que hemos encontrado al elemento de la lealtad, quizás sea más sencillo dar con el resto…

-Es posible, pero… ¿Cuánto tiempo más tendrá que pasar? confió en Twilight y sé que podría hacer frente a cualquier situación que se la presente, pero… no puedo evitar preocuparme por ella.

Celestia permaneció en silencio y Luna se quedó pensativa, eligiendo las palabras adecuadas.

-En ese caso, no deberías preocuparte más de lo necesario… estoy convencida de que nos acabaremos encontrando, ya lo verás. Mira todo lo que hemos logrado hoy… si hemos podido encontrar a Rainbow Dash, encontraremos a las demás.

La alicornio blanca sonrió dulcemente, mejorando el semblante.

-Sabes cómo animarme… gracias, Luna.

A partir de ese momento, las dos se pusieron manos a la obra para tratar de comprender y aprender acerca del funcionamiento del sistema central de la base; Luna buscó varios libros y manuales que las sirvieran como referencia, mientras que Celestia iba probando y descubriendo las distintas funciones del mismo. Todo lo que pasaba por la pantalla central se reflejaba en otra más pequeña situada en el recinto elevado del fondo de la sala. El resto de ordenadores repartidos en fila servían de apoyo y como complemento al ordenador central, que era el mismo de antes. Trabajaron sólo con ese, puesto que les sobraban ordenadores y tampoco tenían intención de usarlos todos.

Lo primero que hicieron fue poner en hora el reloj, que en ese momento marcaba las doce de la noche y con fecha del veinte de octubre de 1975; guiándose por el manual, pudieron sincronizar el reloj con la red IntraVegas, la única disponible en ese momento. Éste marcó las once menos cuarto de la mañana del veinticinco de julio del 2013.

-2013… vaya, que avanzados estaban…-comentó Celestia.

-Sí… y todavía es pronto, yo pensaba que sería la hora de comer. Aquí abajo el tiempo pasa rapidísimo.

Una vez que el reloj y el calendario se actualizaron, cada una siguió estudiando e investigando un poco todo lo que les rodeaba, haciendo un alto para comer poco después. Por la tarde siguieron investigando, esperando impacientes a la medianoche. Luna estuvo explorando un poco los laboratorios y salas de pruebas, donde apenas se pararon la primera vez que pasaron por allí; todo se encontraba bastante recogido y no parecía que hubieran estado trabajando por allí mucho antes de que los humanos desaparecieran. Pero una serie de carpetas y archivadores junto con una especie de cajita negra encima de una de las mesas de las salas de pruebas la llamó la atención; apartó por un momento la cajita y se enfocó en los papeles, en los cuales se podía leer apuntes que hablaban acerca de un extraño proyecto llamado Proyecto Mañana; Luna no entendía ni la mitad, pero en una de las carpetas, se encontró con una serie de discos con una superficie blanca por un lado y otra transparente por el otro. Dejó los discos donde los encontró y cogió con su magia la cajita negra, la cual tenía una serie de botones en la parte superior, con una carcasa transparente en un costado.

-¿Qué será esto? No he leído sobre nada semejante…

Por probar para ver que hacían, estuvo oprimiendo uno por uno los distintos botones hasta que al final, uno de ellos puso en marcha una especie de mecanismo en el interior de la misma. Por un momento Luna quiso pararlo, pero se detuvo al oír una voz que salió de la misma cajita.

-29 de diciembre de 2012, primera entrada; no sé por qué, pero por alguna razón que no acabo de comprender, me destinan a otro sitio diferente. No podemos quedarnos aquí, o eso es lo que nos dicen. Es normal teniendo en cuenta todo lo que ha pasado, menudo desastre. Nos aseguran que todo va a estar bien y se realizará un cierre protocolario de ésta base durante un tiempo indeterminado. Por si las moscas, voy a dejar una copia de todos los informes elaborados hasta ahora y una serie de DVDs con todos los videoseguimientos que realizamos hasta la fecha. En caso de que al final se descubra el tinglado, la gente tiene derecho a saber. He de irme ya, me apremian desde el otro lado y yo tengo que esconder esto. Seguiré probando esto de los audiodiarios, me han dicho que son muy útiles para recordar cosas si ya estás lo suficientemente ocupado de por sí. Jim Collins, corto y cierro.

El silencio volvió a caer en cuanto esa voz enmudeció; Luna se quedó en el sitio, sin terminar de comprender del todo lo que acababa de suceder. Había sido todo tan repentino y sorpresivo que le costó trabajo asimilarlo. La voz, de nombre Jim Collins, hablaba de un cierre protocolario de la base y unos DVDs. No tenía sentido, al menos para ella. Pero por un momento recordó los discos de antes y los volvió a sacar; en la parte inferior de la superficie blanca, había grabados las mismas iniciales. Supo entonces que esos discos eran importantes y podrían responder a sus preguntas, pero antes debía de averiguar lo que eran y cómo acceder a esa información. Y no era nada que una rutinaria investigación de campo no pudiera hacer.

Regresó al nivel superior, donde se encontraban las salas de juntas y los vestuarios; la última vez que estuvo allí, le pareció ver algo en una de esas salas, y por alguna extraña razón, su instinto la decía que encontraría las respuestas en ese algo que no supo identificar. Había un total de cinco salas de juntas, pero sólo una de ellas tenía lo que estaba buscando.

-Ajá, ya sabía yo que había visto lo del DVD antes en otro lado…

Una alta torreta negra poseía una serie de huecos, en los cuales había varios aparatos negros con forma rectangular, en uno de ellos se podía leer las siglas antes vistas. Luna buscó unas instrucciones o algo parecido, llegando a encontrar un libreto que explicaba el funcionamiento de dicho aparato. La llevó tiempo, y tuvo que leerlo varias veces, pero finalmente consiguió encender el reproductor, como lo llamaban en las instrucciones. También tuvo que encender el proyector que colgaba del techo, el cual emitió una luz azulada que se quedó fijada sobre una superficie blanca en la pared. En ese momento, su hermana entró en la sala.

-Ah, aquí estás, te he estado buscando por toda la base, tengo una duda acerca del sistema operativo, pensé que podrías… ¿Qué estás haciendo?

-He encontrado algo interesante que podría aclararnos muchas dudas… iba a ver estos DVDs ahora ¿quieres quedarte?

-Vale… ¿Qué es un DVD?-inquirió Celestia.

-Es como una especie de dispositivo que sirve para ver películas… o eso es lo que pone en las instrucciones, aun no entiendo todo, pero técnicamente ya sé cómo funciona. A ver… ah, ahora.

Oprimió un botón y una pequeña bandeja surgió del interior del reproductor, la cual tenía una forma idéntica al del disco que sostenía con su magia; posó el disco en ella y la volvió a cerrar. En la pantalla azulada se pudo ver un signo idéntico al de un triángulo ladeado, junto con la inscripción Auto-play. Acto seguido la pantalla fundió a negro momentáneamente.

Luna y Celestia se acomodaron y luego apagaron la luz, para poder verlo todo mejor; al cabo de unos pocos segundos de negrura, comenzaron a ver cosas.

-Vale ¿está encendido?-decía una voz masculina.

-Sí, ya está.

-Muy bien… a ver…

La imagen se movió y de golpe y porrazo apareció la cara de un joven hombre humano; era moreno, de pelo corto, ojos azulados y con una barba sin afeitar un tanto descuidada.

-Muy bien, pues empezaremos presentándonos. Hola, mi nombre es Jim Collins, soy ingeniero de telecomunicaciones y programador informático, y ahora mismo uno de los integrantes del Proyecto Mañana. Ahora presentaré a mi equipo.

La imagen se volvió a mover y mostró a muchos más humanos, había un total de cinco a la vista y todos vestían con una larga bata blanca de laboratorio; la imagen enfocó hacia otro hombre humano de aspecto algo desdeñoso, con pelos rizados, moreno y de ojos saltones. Llevaba puestas unas vistosas gafas.

-Te toca, Bill-murmuró la voz de Jim.

-Muy bien, pues yo soy Bill Sanders, soy un avezado técnico robótico, con dos masters y un doctorado. Y soy un miembro del Proyecto Mañana.

-Vale… tu turno, Kate.

La imagen se centró en una mujer humana rubia, de pelo largo y liso, que le caía por los hombros y con unos ojos verdosos.

-Hola, mi nombre es Kate Norrington, soy neurocirujana de profesión y panadera en mis ratos libres. Ahora soy un miembro del Proyecto Mañana.

-Panadera… ¿haces tartas también?-inquirió Jim.

-Sí, me salen muy buenas, o al menos eso dicen mis amigos.

-Eh, pues yo también quiero probarlas…-murmuró otra voz.

-Genial, a nosotros también nos encantaría probarlas, si no tienes inconveniente.

-No, para nada, puedo hacer una para todos.

-¡Estupendo! A ver, es el turno de Mike…

La imagen enfocó ésta vez a un hombre orondo y corpulento, de grandes papadas y pelo revuelto y grasoso; sus ojos eran oscuros.

-Hola, soy Mike Kawosky y que conste que soy un genio. Soy neurocientífico, y poseo un 173 en mi test de inteligencia, es por eso que estoy en el Proyecto Mañana.

-Tan expresivo como siempre, Mike…

-Pues claro-le espetó Mike.

-Cómo no… ahora le toca a usted, señor Morris…

Ésta vez vieron a un hombre humano de edad bastante avanzada, de cara arrugada y delgados pómulos, casi calvo y con ojos castaños.

-Muy buenas, mi nombre es Andy Morris, tengo setenta y seis años, hace cinco que debería estar jubilado, soy físico-químico experto y miembro del Proyecto Mañana. Y me siento como papá Pitufo.

Se oyó entonces una gran carcajada por parte de los demás, sin embargo el señor Morris apenas se inmutó.

-Ése es el gran sentido del humor del señor Morris…-murmuró Jim.

-Hombre, os diré, soy el único de mi quinta…

La imagen se movió hasta el último miembro del equipo, un hombre joven de aspecto lúgubre, de pelo moreno, lo suficientemente largo como para taparle parte de la cara. Apenas se le distinguía bien.

-Ya sólo quedas tú, Boby…

El tal Boby habló con voz trémula y un tanto apagada.

-Yo soy Bob Henderson, pero todo el mundo me llama Boby. Soy físico cuántico y miembro del Proyecto Mañana.

Una vez echas las presentaciones, la imagen volvió a moverse, enfocando a Jim de nuevo.

-Pues éste es el equipo técnico del Proyecto Mañana, nos hemos incorporado hoy y empezaremos al día siguiente, aunque la idea de hacer este video fue del señor Morris. Haremos un seguimiento más o menos diario de nuestro progreso para tener constancia de nuestro trabajo…

-Y cómo dulces recuerdos para el final-agregó Mike justo después.

-También, es una forma de verlo… el general Phillips nos pondrá al corriente en breve, corto este video aquí.

Y nada más decirlo, la imagen fundió a negro para luego volver al fondo azul de antes, mostrando un cuadrado blanco junto con la inscripción Stop.

Celestia y Luna se quedaron donde estaban, sin apenas reaccionar; la luz regresó y Luna sacó el disco, sin decir nada. Al poco rato, Celestia decidió romper el hielo.

-¿Qué es esto, Luna?

-Buena pregunta, yo me estaba haciendo la misma…

Las dos alicornios volvieron a guardar silencio, sin volver a decir nada más. Luna guardó el disco y apagó tanto el DVD como el proyector, quedándose la pared en blanco.

-Proyecto Mañana… ¿qué será?

-Supongo que si queremos saber más, tendremos que ver el resto… pero no ahora, ya estoy llena de información.

-Sí, yo también… me siento algo mareada, creo que me voy a acostar un rato…

-Aquí al lado hay un cuarto lleno de camas que antes no vimos.

-Vale, pues me echaré un rato.

Celestia se retiró, dejando a Luna a solas con sus pensamientos; ese día estaba siendo uno de los más largos y pesados desde que llegaron al mundo humano, y con tanta información se sentían saturadas. Entre el generador, el sistema central, la llamada a Las Vegas y ahora ese extraño Proyecto Mañana, Luna sentía como si su cabeza estuviese a punto de estallar. Por lo que no lo dudó ni un instante más.

-Tia, espera, te acompaño.

Apagó la luz y cerró la puerta tras de sí, yendo tras la estela de su hermana; los DVDs se quedaron en la mesa de la sala.








El sol comenzaba a descender, tiñendo a Oklahoma City de un color anaranjado intenso; había sido un día intenso para todas y aunque todavía no había anochecido, sentían como si estuvieran extenuadas. Habían estado concretando cosas juntas y la tarde se había pasado volando.

-Entonces ¿crees que deberíamos movernos, querida?

-Sí, en el pueblo tengo un generador que nos puede abastecer de energía y podemos seguir investigando desde allí. Si necesitas llevarte algo, puedes hacerlo, en el autobús hay sitio de sobra.

-Bueno, en ese caso, de acuerdo, mientras pueda seguir trabajando…

-Claro, no hay problema.

La única que no había hablado era Pinkie, la cual seguía con su crin totalmente lisa y sin apenas vitalidad.

-¿Estás bien, Pinkie? Te noto muy distante…

-Oh, sí, no es nada, es solo que… estaba pensando. La vida en Tulsa fue muy difícil para mí, y creía que quizás no volvería a veros nunca más. Pero ahora estáis aquí, y aun así parece como un sueño. Se siente… extraño.

Twilight y Rarity la miraron comprensivamente y la dieron un gran abrazo entre las dos.

-Me alegra ver que pudiste salir adelante, Pinkie… has sido muy valiente-murmuró Twilight.

-¿Ah, sí?

-Desde luego que sí, querida, no todo el mundo está hecho para la soledad, pero aun así, aquí estás. Eso dice mucho de ti, cielo-asintió Rarity.

La poni rosada sonrió y las devolvió el abrazo, su crin permaneció lisa a pesar de todo.

-Entonces… ¿saldremos mañana?-inquirió Pinkie.

-Sí, sugiero que nos vayamos pronto a la cama para despertarnos temprano y salir de seguido. No me atrevo a conducir de noche después de lo que ha pasado.

-No te apures, querida, por lo menos no hemos de lamentar males mayores.

-Sí, es verdad… y además mi dolor de cabeza ha desaparecido, por lo que el medicamento funciona-añadió Twilight.

Finalmente no lo hablaron más y decidieron acostarse pronto; cenaron algo rapidito y cada una eligió una habitación. Pinkie se pasó antes por el baño para asearse un poco, lavándose la cara y poco más. Se miró por un momento al espejo, su reflejo la devolvió una mirada un tanto seria y ligeramente tristona. No entendía por qué se sentía tan rara ahora que había vuelto a encontrar a sus amigas. Ver su pelo tan liso también condicionaba, aunque lo dejó estar enseguida.

-Quizás lo vea mañana todo un poco mejor…-pensó ella, apartándose del lavabo.

-O puede que no-murmuró entonces una voz familiar.

Pinkie se quedó estática, sintiendo como un escalofrío la recorría todo su cuerpo hasta acabar en la nuca; giró la cabeza lentamente, implorando que sólo hubiera sido su imaginación jugándola una mala pasada. Aunque eso es lo que más hubiera querido en cuanto la vio. Porque allí estaba, al otro lado del espejo, mirándola fijamente esbozando una espantosa sonrisa.

-Hola querida… ¿me has echado de menos? Porque yo sí…

Pinkie abrió la boca, pero no salió ningún sonido de ella; Pinkamena pronunció su sonrisa un poco más, sin apartar su vista de la suya propia. Pinkie cerró de golpe la puerta y salió disparada hacia su habitación, escondiéndose tras las mantas y haciéndose un ovillo entre ellas. Ella sabía que no podía ser real, o al menos prefería que no fuera real. Otra cosa era que fuera lo que Pinkamena quisiese que fuera. Y eso era lo que más la aterraba.








Esa noche, las estrellas brillaban con fuerza en ese lado de Arizona; no se estaba tan alto como en Kitt Peak, pero las vistas eran igual de bonitas. Después de casi todo el día metidas en la base, se agradecía volver a respirar aire fresco. Quedaban cinco minutos para medianoche y esperaban ver un resplandor multicolor de un momento a otro.

-Menuda siesta nos hemos pegado…-comentó Celestia.

-Sí… hacía tiempo que no me echaba yo una…

Las dos se quedaron en silencio, cada una pensando en sus cosas. Luna fue la que habló poco después.

-Ahora que tenemos energía y conexión con Las Vegas, he pensado que nos vendría mejor parar aquí… a no ser que tú quieras volver a Kitt Peak…

-Lo he estado consultando con la almohada y ya he pensado en algo. Yo volveré por las mañanas a Kitt Peak para seguir investigando el sol, sigo pensando que tiene la clave para volver a Ecuestria. Si quieres, puedes quedarte aquí o acompañarme, como tú veas…

-Hombre, ahora que hemos descubierto la base, prefiero quedarme aquí por ahora y seguir investigándolo todo… además, tenemos lo del Proyecto Mañana también…

-Agh, calla, no me lo recuerdes, menudo dolor de cabeza…

-Entonces… ¿te vuelves a Kitt Peak?

-Sí, pero sólo a trabajar, por las noches volveré-especificó Celestia.

-Ah, bien… ya que vas a ir ¿podrías traerme algunas cosas de allí?-pidió Luna.

-Claro ¿Qué quieres que te coja?

-Los libros de astronomía, los que me dejé en el Mayall, ese cuadro de las nebulosas que me gustó tanto, y tráeme también la PlayStation 3 y los juegos esos, quiero volver a intentarlo otra vez.

-Vale, déjamelo apuntado para mañana.

Las dos volvieron a guardar silencio y siguieron oteando el firmamento, a la espera de la señal.








Al mismo tiempo, en Las Vegas, Rainbow Dash se preparaba desde lo alto de la azotea del palacio del César; llevaba puestas unas gafas de aviación y casi todos los demás ponis estaban allí para animarla.

-Intenta realizarlo en el punto más alto para asegurar que las princesas lo ven-comentó Raven.

-No te apures, hablas conmigo precisamente.

-Sí… mucha suerte, Dash.

La pegaso multicolor ejercitó las alas un poco más y, tras eso, se preparó; flexionó las patas y tras eso se lanzó hacia arriba como un obús. Sin dejar de acelerar en ningún momento, fue subiendo rápidamente, dejando atrás a los edificios de la ciudad; en menos de cinco minutos, Las Vegas era un punto de luz en medio de una densa oscuridad. El aire comenzaba a rasgarse, notándolo enseguida y preparándose.

-Sólo un poco más…-pensó Dash, haciendo un último esfuerzo.

El resto la salió sólo. Se oyó un estallido y Rainbow notó cómo la aceleración la empujaba hacia delante. Miles de colores brillantes se extendieron hacia todas las direcciones, mientras que ella subía un poco más, antes de ponerse a bajar en picado trazando tras de sí una marca multicolor en el aire con forma de signo de exclamación abierto.







En ese momento oyeron una especie de explosión apagada, seguida de un destello multicolor que iluminó el cielo y una especie de signo de exclamación abierto no muy lejos de donde ellas estaban. A ojo, habría como unas ciento cincuenta mil millas, aproximadamente.

-Vale, no están muy lejos… ¿para cuándo salimos?

-En realidad no hay prisa, así que… ¿pasado mañana?

-Como tú veas…

Como allí se estaba bien, apenas hacia frio y el paisaje había mejorado, las princesas decidieron quedarse un poco más; el oscuro cielo se vio parcialmente iluminado y, por un momento, el arcoíris resultante del Sonic rainboom pareció convertirse en una aurora boreal multicolor. Las estrellas fueron opacadas, e incluso la delgada luna cuarto creciente llegó a teñirse también. El resto del cielo siguió como siempre. Una estrella fugaz surcó el firmamento antes de apagarse.

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 04 Nov 2013, 21:13
por Sr_Atomo
Uaaaa, más largo que un día sin pan... ya me lo bajé y lo leeré en cuanto pueda... por cierto, no te lo dije antes, pero este fanfic también me está gustando mucho.

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 04 Nov 2013, 21:36
por Sg91
[quote="Sr_Atomo";p=118054]Uaaaa, más largo que un día sin pan... ya me lo bajé y lo leeré en cuanto pueda... por cierto, no te lo dije antes, pero este fanfic también me está gustando mucho.[/quote]

Me alegra de que te guste :)

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 13 Nov 2013, 00:13
por Sg91
Capítulo 16

La soleada Texas


Sin necesidad de utilizar su despertador, Twilight fue la primera en despertarse, pegando un buen bote en la cama y de muy buen humor.

-¡Arriba Spike, hay que irse!-indicó ella, con un marcado acento alborozado.

-Cinco minutos más…-masculló el pequeño dragón, hundiendo la cara en la almohada.

Trotando alegremente y canturreando por lo bajo, se dirigió al baño para asearse y luego pasó al lado de la habitación de Pinkie, la cual se encontraba echa un ovillo envuelta entre las sábanas. La vio moverse un poco e inquirió en voz baja.

-Ey, Pinkie ¿estás despierta?

La poni rosada asintió con la cabeza, sin decir nada.

-Pues entonces arriba, dormilona, que tenemos que irnos.

-Voy…-murmuró ella, con voz apagada.

Twilight notó enseguida el tono en su voz e inquirió.

-Pinkie ¿estás bien?

-Sí, ahora voy…

La unicornio lavanda la dejó estar y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno al resto; Rarity fue la siguiente en levantarse, siendo seguida al poco rato por Spike.

-¿Y Pinkie?

-Seguía en la cama sin moverse… la he preguntado si se iba a levantar y me ha dicho que ahora viene.

Twilight frunció el ceño, algo extrañada; antes la había notado un tanto rara al levantarse y una extraña sensación la recorrió el lomo en cuanto la oyó hablar. Cortó el pomelo en su jugo con un cuchillo y alzó el plato con su magia.

-Voy a hablar con ella, ahora vuelvo.

Pinkie se encontraba en el mismo sitio en el que la dejó por última vez, echa una bolita y sin apenas moverse; Twilight se acercó a ella con cautela, dejando el plato a su lado.

-Te he traído un poco de pomelo.

Pinkie no dijo nada, tan solo se quedó quieta y sin siquiera girarse.

-Pinkie ¿Qué te pasa? Sé que algo te ocurre… sabes que puedes contármelo, somos amigas después de todo…

La aludida hizo un pequeño movimiento, bajando un poco más la cabeza; Twilight esperó un poco sentada a su lado, esbozando una inquieta mirada. Parecía que la poni rosada no iba a reaccionar, pero al final se reincorporó en la cama y la miró por primera vez; unas marcadas ojeras se desplegaban bajo los ojos de Pinkie, la cual dejaba escapar una mirada llena de miedo y cansancio. Twilight se quedó un tanto fría al verla.

-Pinkie… ¿no has dormido nada?

-No he podido…

-¿Por qué?

Las dos yeguas se sostuvieron la mirada durante unos escasos segundos antes de que la poni rosa respondiera.

-Porque… he tenido una pesadilla…

-¿Sólo por eso? Yo he tenido muchas pesadillas antes, pero ninguna me ha provocado insomnio…

-Es que… ha sido horrible…

Twilight se mordió la lengua, echándose la bronca a si misma; sabía perfectamente lo impresionable y sensible que podía llegar a ser Pinkie, y allí estaba ella, reprochándola el haber tenido una pesadilla.

-Perdona, Pinkie, no quería ofenderte… ven aquí, tonta…

La envolvió suavemente entre sus patas, tratando de reconfortarla; Pinkie la devolvió el gesto lentamente, llegando a emitir un débil gemido.

-Ya está, tranquila, ya pasó… no hay nada que temer…

Finalmente Pinkie dejó escapar varias lágrimas, visiblemente asustada; las dos ponis se quedaron en esa pose durante unos pocos segundos que se alargaron una eternidad. La poni rosa rompió el abrazo y habló.

-Gracias, Twilight… eres una buena amiga…

-Pues claro…-asintió ella, sonriéndola.

Pinkie la imitó, aunque tan solo la salió una débil sonrisa.

-¿Vienes con nosotras a desayunar?

-Claro.

Twilight se llevó con ella el plato de pomelo y Pinkie la acompañó a la cocina, terminando de desayunar todos juntos; una vez que acabaron, comenzaron a recoger todas sus cosas, principalmente las de Rarity, y cargándolas en el autobús para irse. Los maleteros a ambos lados ya estaban llenos de garrafas de combustible, por lo que aprovecharon los asientos anteriores, dejándolo todo allí. Una vez que el último cargamento de materiales fue cargado, Twilight se dispuso a arrancar el motor.

-Muy bien, pues podemos irnos ya…

-Espera un momento, querida, voy a asegurarme de que no me dejo nada.

Rarity entró una vez más en la tienda, saliendo al poco rato.

-Vale, podemos irnos.

Al punto, Twilight arrancó el autobús y el motor rugió en la parte trasera, dejando escapar una oscura nube de humo negro. En cuanto Rarity subió por las escaleras, Twilight cerró la puerta y retiró el freno de mano.

-Muy bien, Spike, guíame hasta la salida más cercana.

-Estoy en ello… aquí cerca hay una salida a la interestatal 40, podemos ir por ella y luego coger la 44 un poco más adelante.

-Pues vamos allá.

Twilight aceleró para dar la vuelta a la manzana, mientras el pequeño dragón la iba indicando; esa mañana había amanecido especialmente despejada.









Celestia se había ido hace ya varios minutos y Luna se encontraba en la sala de control, tratando de aprender más sobre su funcionamiento; recordaba que una voz femenina había llegado a hablar el otro día y la había intrigado bastante, por lo que estuvo buscando información que la pudiera explicar qué había sido eso. Finalmente, tras una exhaustiva búsqueda en algunos manuales que allí había, encontró algo.

-Ah, quizás sea esto… Comandos de voz, permiten dar órdenes al sistema usando un reconocimiento vocal, facilitando la comunicación con el mismo y agilizando su gestión. Vaya, eso suena del todo interesante…

El manual indicaba cómo activar ésta herramienta para no tener que estar todo el rato clicando y usando el ratón, incluso se le podía pedir al sistema realizar búsquedas en archivos clasificados mediante esta forma. El detalle dio que pensar a Luna, acordándose de lo que vieron ayer acerca del Proyecto Mañana. En realidad no sabían de qué trataba dicho proyecto, ya que Jim Collins y su equipo no llegaron a decir nada sobre éste. Quizás pudiera encontrar información acerca del proyecto que la ayudara a comprender mejor las grabaciones.

-Muy bien, probemos a ver…

Seleccionó la opción de comandos de voz, acercándose a un micrófono que allí había.

-Diga un comando-indicó la voz femenina del otro día por los altavoces de la sala.

-Mostrar información del Proyecto Mañana-pidió Luna con voz clara.

Pasaron unos pocos segundos antes de que el sistema anunciara.

-Fallo de identificación vocal, imposible conectar con el servidor. Razón: voz no reconocida del general Phillips.

-Phillips… oh, pues claro, que tonta soy…

Debía de haber supuesto desde un principio que este tipo de información sólo podría estar reservada a los rangos de más alto nivel de la base; y el general Phillips no portaba su título por nada. Pero el problema era que el general Phillips ya no estaba allí.

-Debe de haber alguna forma de acceder a la información…-masculló Luna, pasando las páginas del manual con su magia.

Continuando leyendo el manual, descubrió un apartado bastante interesante que podría ayudarla a salvar el nuevo problema que se le presentaba, leyéndolo en voz alta.

-Para añadir un nuevo usuario de reconocimiento de voz, se debe de anular el anterior registro en el caso de querer modificar el ya existente; para añadir uno nuevo, se ha de seleccionar "añadir nuevo registro" y registrar una muestra de voz mediante el micrófono. Se necesita ser el administrador local para poder eliminar o cambiar el registro principal… vale, puede que tenga una oportunidad…

Cuando devolvieron la corriente a la base, el ordenador central se reinició y abrió sesión automáticamente como el administrador local, por lo que quizás podría cambiar el registro principal. Clicó en añadir nuevo registro y la voz de mujer volvió a hablar.

-Indique nombre de la voz para identificación.

-Princesa Luna.

-Ahora lea el siguiente párrafo.

En la pantalla apareció un fragmento de lo que parecía una novela, Luna lo leyó pausadamente y vocalizando bien.

-El mar estaba agitado en el fiordo, revueltas sus aguas por el fuerte viento. Las olas comenzaron a barrer la proa esférica del Octubre, rodando hacia atrás sobre la plana cubierta de misiles que se extendía delante de la imponente torreta negra. Las aguas estaban cubiertas por una capa de aceite proveniente de las sentinas de innumerables buques, suciedad que no habría de evaporarse en esas bajas temperaturas y que dejaba marcado un anillo negro en las paredes rocosas del fiordo, como si fueran las huellas del baño de un desaseado gigante. Una semejanza perfectamente apropiada, pensó Ramius. Al gigante soviético poco le importaba la suciedad que esparcía sobre la superficie de la tierra, rezongó para sus adentros. Había aprendido a navegar de niño, en barcos costeros de pescadores, y sabía lo que era estar en armonía con la naturaleza.

Luna no entendió ni la mitad de lo que leyó, pero se le antojó bastante interesante; no había ninguna referencia a tal fragmento, cosa que la molestó, ya que hubiera sido lo suyo haber dejado una pequeña reseña. Aun así, sus pensamientos fueron rápidamente acallados cuando la voz femenina volvió a hablar.

-Registro completado. Bienvenida, princesa Luna.

-Vaya, gracias…

-Diga un comando-repitió la voz.

-Eh, sí, esto… eliminar registro principal-ordenó la alicornio, consultando el manual.

-Eliminar registro del general Phillips; si se elimina este registro, no se podrá acceder al resto de accesos al que está adscrito este registro ¿continuar?

-¿Eh? ¡Ah, no, entonces no, espera, cancelar, cancelar!-exclamó Luna.

-Cancelado.

-Vale, entonces… reemplazar registro principal por el mío, sí, eso es…

-Se reemplazará el registro principal del general Phillips por el de la princesa Luna ¿desea continuar?

-Sí, ejecutar.

Se hizo el silencio durante unos breves segundos hasta que al final, la voz anunció.

-Registro reemplazado.

-Estupendo-murmuró Luna, satisfecha.

-Diga un comando.

-Vale, tiene que funcionar… mostrar información del Proyecto Mañana-ordenó ella, con voz segura y un tanto emocionada.

Los siguientes segundos fueron eternos y a Luna le pareció una eternidad, pero finalmente la voz anunció.

-Accediendo a la información, espere, por favor.

-¡Sí!-exclamó ella, contenta por su logro.

La recuperación de información fue rapidísima, en menos de un cinco segundos, todo lo que buscaba se mostró ante ella en la pantalla gigante; un logo consistente en una especie de esfera oscura con un fuerte brillo en uno de sus lados, coronaba con letras bien grandes el título del Proyecto Mañana antes de comenzar con su explicación.

-Vale, veamos…








Ese día, Applejack tenía motivos para estar tan contenta; tras tanto tiempo de espera y cuidados, todo lo que había plantado estaba comenzando a germinar y unos pequeños brotes surgían de la tierra en busca de luz solar. Incluso las manzanas del pequeño manzanar comenzaban a madurar, haciéndose más comestibles. Todos los demás habían colaborado para que todo ello fuera posible y era ahora cuando la pertinente recompensa se dejaba notar. Y por ello, no podía estar más contenta.

-¡Buenos días, Caramel!-saludó ella al semental al verle pasar.

-Hola, Applejack…-saludó él, sin muchas ganas y visiblemente triste.

La poni de tierra se quedó extrañada al verle así, ya que normalmente era un poni alegre y muy vivaracho.

-Ey ¿Qué te pasa, dulzura, a que viene esa cara?

-No es nada, solo… pensaba…

-¿Seguro? Puedes contármelo si quieres, te escucharé.

Caramel alzó la vista y vio a la yegua del sombrero sonriéndole abiertamente; el semental la devolvió el gesto instintivamente, sintiéndose incluso un poco mejor.

-Bueno, verás, es que… desde que llegué aquí no he vuelto a ver a mi novia, Sassaflash… ya han pasado casi dos semanas y ni siquiera sé si está en este mundo, o está en Ecuestria o si, directamente, no está. Estoy muy preocupado por ella, y… no sé si la volveré a ver otra vez.

El semental dejó escapar una mirada llena de incertidumbre y duda, visiblemente angustiado; Applejack asintió con la cabeza, comprendiendo sus anhelos.

-Sé cómo te sientes, dulzura… a decir verdad, yo también me siento así a veces…

-¿De veras?

-Claro. Tengo a mis primas conmigo ahora, pero mis hermanos y mi abuela siguen por ahí, en alguna parte. Pienso en lo solitario que es Big Mac o en lo poco que le gusta a Applebloom estar sola y se me encoge el corazón; y qué decir de mi abuela, que está fatal de la cadera y apenas puede andar. Ella es la que más me necesita, y sin embargo yo no estoy ahí. Y eso… me quema viva.

La poni granjera notó un ligero escozor en los ojos y vio a Caramel dirigiéndola una mirada comprensiva.

-Perdona, normalmente no soy muy dada a esto de sacar los sentimientos a flote…

-No pasa nada, tranquila… entonces sabes cómo me siento…

-Mejor que nadie, dulzura, mejor que nadie… después de todo, no somos los únicos que buscamos a alguien. Sparkler también está buscando a su madre y a su hermana-le recordó ella.

-Sí, es verdad, casi lo había olvidado…

-Es por eso que no nos debemos desanimar ni derrumbar. Estoy segura de que algún día los encontraremos… mientras tanto, tendremos que seguir buscando ¿no crees?-inquirió ella, guiñándole un ojo.

-Sí, claro…-asintió él.

-¡Muy bien entonces! ¿Quieres venir conmigo? Necesito de un semental fuerte que me ayude a cargar unos sacos de tierra…

-Ah, claro, te ayudaré.

Los dos juntos se dirigieron hacia uno de los graneros, donde había unos cuantos sacos de tierra en una de las esquinas; Applejack cargó dos en su grupa, pero a Caramel le fue imposible llevar más de uno.

-¡Bof, mi lomo!

-Huy, que debilucho… te creía más fuerte, Caramel…

-No es eso, es solo que… no estoy acostumbrado a cargar con tanto peso.

-Oh, vamos, si no es nada… ¡venga, te echo una carrera hasta el corral!-exclamó entonces ella.

-Espera ¿¡qué?!

Pero antes de que pudiera decir nada más, Applejack lanzó su grito de poni vaquera y echó a correr como si nada.

-¡Pero espera, que esto pesa mucho!

Caramel trató de mantener el ritmo, pero con el lomo aplastado le era imposible, quedándose muy atrás; para cuando llegó hasta el corral, Applejack esperaba apoyada en la verja de madera, mirando al susodicho con una expresión mordaz en su rostro.

-Ay, qué poca resistencia… y es una pena, serías muy apto para cargar cosas, tienes buenas patas.

-Pero yo… no estoy acostumbrado…-jadeó él, con las patas temblándole como un flan.

-Claro, si no has trabajado nunca en el campo… ya sé, entrenaremos juntos ¿te parece? Todas las mañanas me despierto temprano y corro alrededor de la finca, me hecho el mismo circuito que tenía en Ecuestria, con varias horas todos los días seguro que te volverás tan fuerte como yo.

-Pues… no sé qué decirte…

-Vamos, es muy divertido, yo me lo paso de fábula corriendo y brincando ante los obstáculos.

Caramel respiró entrecortadamente antes de responder.

-Eh… bueno, podría intentarlo…

-¡Así me gusta, ése es el espíritu! ¡Te espero en el camino de entrada mañana a primera hora y empezaremos con tu entrenamiento!-acordó ella, rápidamente.

-Está bien, allí estaré… ¿Qué vamos a hacer con estos sacos?

-Vamos a usarlos para tapar un poco la zona donde estuvieron las reses… ya sabes, para evitar que el olor no atraiga a otros animales…

-Ah… vale…

Recordaban bien ese día, ya que estuvieron obligados a ello; llegó un punto en el que las reses muertas despedían un olor insoportable que se extendía por toda la finca, y Applejack no pudo seguir ocultándolas por más tiempo. Entre todos, y haciendo de tripas corazón, cargaron las reses muertas y las apartaron de allí, enterrándolas después. No fue nada bonito, y Fluttershy se desmayó varias veces. A pesar de que ya las habían retirado, la zona seguía oliendo bastante, por lo que una buena capa de tierra podría maquillar un poco el olor hasta que se disolviera del todo.

Entre los dos pudieron repartir la tierra, quedando la zona bien cubierta.

-Bien, esto ya está…

-Vale ¿Qué viene ahora?-inquirió Caramel.

-¿Quieres seguir haciendo cosas?

-Sí, claro, al menos hago algo… yo estoy dispuesto a ayudarte.

Applejack se quedó pensativa, rumiando en lo que podrían hacer a continuación; estuvieron dando una vuelta por la finca para asegurarse de que todo estaba en orden, las plantaciones se habían regado esa mañana a primera hora, los pequeños brotes se calentaban al sol. Los manzanos al oeste de allí y cercanos a la carretera eran mecidos por un leve viento proveniente del sur, el cual llevaba consigo un aroma salino originario del Golfo de México. Applejack inspiró con fuerza para captarlo bien.

-Vaya, me pregunto cómo será el mar aquí… ¿llegaste a verlo, Caramel?

-No, San Antonio está a unos cuantos buenos kilómetros de la costa, pero los efectos del huracán trajeron consigo el mismo olor del mar. Resulta curioso que haya conseguido llegar hasta aquí…

-Sí…

Los dos se quedaron en silencio, contemplando el paisaje; desde hacía casi ya una semana, el tiempo se había encontrado bastante estable, sin apenas lluvias y con bastante calor. Las figuras de los silos se alzaban sobre el granero no muy lejos de allí, recordando a Applejack una tarea pendiente.

-Me gustaría comprobar lo que hay en esos silos, pero hasta ahora he sido incapaz de abrirlos ¿me ayudas?

-Claro, vamos para allá.

Regresaron hasta el primer granero y lo rodearon hasta llegar a los altos y brillantes silos; el más cercano poseía un largo tubo blanco que llegaba hasta poco antes del suelo, con una especie de rueda roja adosada en uno de sus lados.

-Esa rueda va a rosca, a ver si entre los dos conseguimos moverla.

-Vale.

Cada uno se colocó en una posición de la misma y la asieron con los cascos como pudieron.

-A la de tres. Una, dos… ¡y tres!

Ambos ponis de tierra hicieron fuerza hacia un solo lado, tratando de mover la rueda, pero ésta no cedió ni un solo milímetro; al cabo de unos pocos minutos, Applejack indicó.

-¡Déjalo Caramel, déjalo, no hay manera! ¡Ya le pediré a Sparkler que me ayude esta tarde con su magia!

-Está bien…

En ese momento oyeron una voz familiar extendiéndose desde la casa y que anunciaba la hora de la comida.

-Ah, ésa es Apple Fritter… ¿ya es la hora de comer?

-Eso parece… se me ha hecho cortísima esta mañana-comentó Caramel.

-Sí, y a mí… vamos a comer.

Los dos ponis se encaminaron de regreso hacia la casa, donde los demás se encontraban esperándolos para comer todos juntos; no había mucho, y distaba bastante de lo que tenían en Ecuestria, pero al menos les daba para comer. Todos los ponis se sentaron a la mesa en el salón y comieron pausadamente sus conservados.

-¿Dónde estabais, por cierto? No se os veía por ningún lado…-comentó Apple Fritter en un momento dado.

-Ah, estábamos en los silos, tratando de abrir uno. Sparkler, te agradecería si esta tarde podrías pasarte por allí, tu magia me vendría muy bien para abrir la llave…-murmuró Applejack.

-Claro, luego voy, tan solo avísame-asintió la unicornio.

De nuevo se hizo el silencio entre los ponis hasta que Lucky rompió el hielo.

-Por cierto, hemos estado revisando la despensa y se nos está acabando la comida… un día de estos nos vamos a tener que acercar a Brownwood para buscar más.

-Me parece bien, podemos ir todos juntos para abarcar más sitios y encontrar aún más comida-sugirió Applejack.

-Vale ¿para cuándo?

-No sé… ¿Cuánta comida queda?

-No mucha, teniendo en cuenta los que somos, apenas da para unos pocos días más…

-En ese caso iremos pasado mañana, a no ser que prefiráis ir antes, me da igual…

Todo el mundo estuvo de acuerdo y quedaron en ir durante todo el día para registrarlo todo bien; Applejack no contemplaba el mudarse a ningún otro sitio, ya que se había asentado en esa granja casi desde que apareció en ella. En cambio, los demás habían estado en constante cambio, incluso Fluttershy se había estado moviendo para llegar hasta allí. Después de todo, era un buen lugar para vivir, y ya se había acostumbrado al paisaje que la rodeaba. ¿Qué necesidad había de irse a otro sitio?

-Estoy de acuerdo en movernos pronto, después de todo necesitamos ampliar el rango de búsqueda… quien sabe si mi madre y mi hermana están por aquí cerca…-comentó Sparkler.

Applejack entrecerró los ojos, pensando en las posibilidades de que sus hermanos y su abuela estuvieran igual de cerca; cualquier cosa era posible en esos momentos, y ella lo sabía. Si tuviera algún indicio o la seguridad de que están ahí fuera, saldría sin dudarlo. Pero una vez más, la situación la golpeaba con fuerza en la cara. No sabía nada. Y eso era lo que más la dolía.

-Podemos establecer un perímetro a lo largo de toda esta área y buscar bien, así como tener en cuenta otras ciudades-siguió pensando en voz alta Lucky.

-Bueno, yo que vengo de San Angelo puedo corroborar que no vi a nadie cuando pasé por allí… o al menos yo no vi a nadie…-murmuró Fluttershy, con voz apenas audible.

-No te apures Fluttershy, lo comprobaremos igualmente.

La conversación se siguió dando de manera fluida, pero Applejack apenas participó en ella; su mente se encontraba muy lejos de allí, pensando en improbabilidades.








-¿Has visto, Jim? Aun cuando parece que hay dos variables que son imposibles de reordenar entre sí, al final acaban por encontrarse y adaptarse; esto es algo parecido.

-¿Es así como intentas convencerme de que podemos mezclar conceptos tan dispares como ciencia y biología, Bill?

-Sí y no, esto es algo en lo que el científico jefe hizo mucho hincapié cuando me entrevisté con él por primera vez. Te acuerdas del señor Kilmigan ¿verdad?

-Claro, durante toda la entrevista me estuvo dando la sensación de que estaba pensando en la forma más rápida de decirme que me fuera a paseo.

-Lo sé, yo también tuve esa sensación, y no es algo aleatorio. Pero el punto es que se espera que todos nosotros podamos ver más allá de nuestras disciplinas y tratemos de combinarlas de forma eficaz para crear algo incluso mejor.

-Eso suena muy bien, desde luego, pero no explica nada acerca de lo que hemos venido a hacer aquí, por ejemplo… al menos desde el punto de vista general.

-No estás contemplando todas las posibilidades, Jim, por eso erras. A ver, pensemos por un momento como una sola mente ¿Qué pueden tener en común la robótica y la ingeniería?

-Bueno, tal y como lo preguntas suena hasta obvio… necesitáis de nuestros diseños para hacer que vuestros paneles de datos funcionen.

-Exactamente, entonces, partiendo de esa premisa ¿Qué pueden tener en común la programación y la robótica?

-Pues mismamente, Bill, volvemos a lo mismo. ¿No habíamos tenido esta conversación antes tú y yo?

-Es posible, y es eso mismo lo que nos ayuda a distinguir que vamos por el buen camino. Comprendo que estés con dudas, Jim, pero da tiempo al proyecto, estoy seguro de que al final pensarás como el resto.

-Bueno, me gustaría pensar que de verdad valgo para esto… quiero decir, por algo nos han escogido ¿no?

-Ah, muy buena pregunta, amigo mío…

-Sí… ¿es necesario todo esto de la conversación a solas? Te recuerdo que nos presentaron afuera…

-Lo sé, normas del proyecto, formalidades, tan solo síguelas el rollo y empezaremos enseguida.

-Muy bien…

Esa cinta acaba abruptamente ahí; Luna se esperaba encontrar con algo más sustancial para ser el segundo DVD, pero al parecer estaban desordenados desde el principio, por lo que la visualización de los mismos iba a ser un tanto caótica. A pesar de eso, lo que vio en ese DVD en concreto también la llamó la atención, corroborando en parte lo que llegó a leer esa mañana. Fue a sacar el disco del reproductor, cuando una figura blanca familiar cruzó el umbral de la puerta.

-Hola Luna, ya estoy de vuelta.

-¿Ya?

-Hombre pues claro, no iba a quedarme todo el día…

-¿Qué hora es?-inquirió Luna.

-Las ocho menos diez…

-¿¡Las ocho menos…?! ¿¡Ya?!

-Eh… sí…-murmuró Celestia, un tanto extrañada por la actitud de su hermana.

Luna miró a su hermana mayor un tanto desconcertada, hasta que al final habló.

-Madre mía, aquí abajo el tiempo apenas se nota…

-¿Has salido en algún momento del día?

-Eh… no, en realidad no

-Pues igual es por eso… prueba a salir más a menudo, te hará bien.

-Está bien…

Luna guardó el disco en su funda bajo la atenta mirada de Celestia, la cual llevaba consigo unas pesadas alforjas.

-¿Estabas viendo eso?

-Sí, éste es el segundo… aunque hay algo que quiero que veas, ven conmigo.

Las dos se dirigieron a la sala de control, nada más entrar Luna ordenó en voz alta.

-Mostrar información del Proyecto Mañana.

-Accediendo a la información, espere por favor-contestó el ordenador central.

-¿Y eso?-inquirió Celestia, visiblemente sorprendida.

-Ahora te cuento, mira esto, es importante.

Al punto, en la pantalla apareció el informe de presentación del mismo proyecto y Celestia lo leyó a media voz.

-A ver… El Proyecto Mañana es un plan de futuro diseñado y planificado por el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América, consistente en la investigación y consecución de información relativa a los campos de experiencias extrasensoriales y aplicarla a la defensa del país. Para ello, se apuesta por la aplicación y desarrollo de técnicas relativas a diferentes disciplinas para así lograr una mayor adaptación entre las mismas para la consecución de los objetivos, entre ellos tratar de comprender e interpretar los detalles referentes a la extra sensorialidad mediante disciplinas tales como la neurocirugía, neurociencia, física o química, siendo apoyadas por otras como la programación o la robótica para la consecución y mejora de los resultados posteriores. Pero esto…

-Eso no es todo, sigue leyendo-indicó Luna.

-Está bien… El proyecto está avalado por el Pentágono y el Departamento de Seguridad Nacional, financiado tanto por el gobierno como sus contribuyentes. Con este plan a largo plazo, se logrará alcanzar todos los niveles de seguridad previstos para el año 2015 sin ni siquiera violar ninguna de las normas establecidas por la ONU relativas a la vida íntima y personal de los ciudadanos. Este proyecto fue aprobado el once de noviembre del 2012, es dirigido y supervisado por el doctor Otto Kilmigan al mando de un equipo científico de seis personas… ¿vida íntima y personal? ¿Me estás diciendo que era una especie de proyecto de espionaje militar?-inquirió Celestia, alucinada.

-Y no solo eso, sino que estaban tratando de comprender y usar el campo de las experiencias extrasensoriales para ello. No me puedo creer que algo así estuviera abalado por el gobierno de este país, simplemente no me entra en la cabeza-añadió Luna.

La princesa del sol miró de nuevo hacia la pantalla, pensando en lo que acababa de descubrir; la había llamado la atención, sobre todo, el detalle que insistía tanto en la seguridad del estado. ¿Seguridad absoluta poniendo en entredicho la intimidad de los ciudadanos? Teniendo en cuenta ese detalle en concreto, se hacía más claro aún el propósito original: espiar y acceder a la información necesaria mediante técnicas de percepción extrasensorial. Aun así, eso no dejaba del todo claro lo que había pasado; aún seguía convencida de que el sol tenía algo que ver en su aparición en el mundo humano, y no un extraño proyecto experimental extrasensorial. Lo que para los humanos parecía algo extraño y distante, para ellas era algo tan sencillo como leer la mente a cualquier poni, cual libro abierto. Y era eso mismo lo que más la indignaba acerca del proyecto Mañana, que trataban de usar esto como arma argumentando que lo hacían por seguridad. Fue entonces cuando todo cobró un poco más de sentido.

-Todo esto es muy revelador, pero tampoco aclara por qué estamos aquí… sigo pensando que es cosa del sol.

-Puede, pero aun así… da que pensar ¿no crees?

-Sí, eso desde luego…

Las dos se quedaron en silencio durante unos breves segundos que parecieron horas; de golpe y porrazo, un extraño sonido resonó por toda la sala, sobresaltando a las dos alicornios. En la pantalla se podía ver el signo de un asa blanca con varias rayas saliendo de su parte superior, junto con un título encabezado en el que se podía leer: Llamada entrante.

-¿Qué demonios es eso que suena?

-¡Es el teléfono!-observó Luna.

Descolgó ella misma, activando la función de altavoz.

-¿Hola?

-¡Princesa Luna! Soy yo, Raven…

-¡Ah, hola Raven!

-Llamaba para preguntarlas si vieron el Sonic rainboom anoche…

-Sí, no te preocupes, os tenemos localizados-asintió Celestia.

-Perfecto. Entonces… ¿Qué van a hacer? ¿Vendrán aquí?

-Aún tenemos cosas que investigar por aquí, pero sí, nos pasaremos un día de estos para comprobar que estáis bien.

-Ah, claro, estamos muy bien provistos, por lo que no tenemos problema… lo digo para prepararnos un poco para su llegada…

-No hace falta que seas tan protocolaria, Raven, no estamos en Ecuestria…

-Ya, pero aun así… me gustaría pensar que podremos vernos todos de nuevo… y volver a casa.

Las dos princesas se miraron entre sí, sin saber muy bien que decir.

-No te apures, ya nos organizaremos como sea cuando estemos todos juntos. Danos un par de días más e iremos a veros, dile a todos de mi parte que estén unidos y se ayuden entre sí-añadió Celestia.

-Sí, princesa. Si quieren algo, no duden en llamarnos.

-Claro, ya le estamos cogiendo el tranquillo a esto.

Raven fue la primera en colgar, haciéndose el silencio desde el otro lado de la línea. La sala de control se quedó silenciosa durante unos breves segundos antes de que Luna volviera a hablar.

-¿No crees que es un poco innecesario hacerlos esperar? Deben de tener unas ganas locas de vernos otra vez…

-Lo sé, pero antes quiero dar carpetazo al asunto del sol, quiero asegurarme de que podremos volver a Ecuestria una vez que todo esto acabe. Dame un par de días más e iremos a verlos.

-Está bien, yo seguiré investigando mientras tanto.

En la pantalla aún se podía ver el informe del proyecto Mañana, el logo del mismo se proyectaba junto al escudo de la NSA.









Tras el regreso a Central High, los nuevos ponis se acomodaron en el piso superior de la biblioteca; el viaje no duró mucho, y en poco menos de una hora estuvieron de vuelta en el pequeño pero pintoresco pueblo. Twilight y Spike ayudaron a descargar las cosas de Rarity para que se acomodara en el piso superior de la biblioteca, y después arrancaron el generador con más confianza y despreocupación que nunca, regresando la luz en todo el edificio. Hasta se les hizo familiar oír de nuevo el ronroneo del motor, mientras algunas luces de la sala de lectura se encendían de seguido.

-¡Spike! ¿Acaso te dejaste alguna luz encendida?-inquirió Twilight, molesta.

-Eh… ¿puede?-murmuró el pequeño dragón, inseguro.

Quitando esa pequeña salvedad, el regreso fue del todo tranquilo. Tanto Rarity como Pinkie miraban a su alrededor con el semblante curioso, y aún más cuando vieron por primera vez al generador funcionando y a las luces encendiéndose. Twilight las explicó todo lo que había descubierto hasta el momento de ésta y lo que se podía hacer con ella, enseñándoles tanto la cadena de música como el reproductor de DVD, la tele o el ordenador. Ambas ponis se quedaron muy asombradas ante tanto elemento nuevo, sobre todo con la televisión y el ordenador. Para mostrarlas cómo era, Twilight las propuso ver una película esa noche, dejándolas a ellas elegir la película. Fue un tanto caótico al principio, y entre Rarity y Pinkie apenas se decidía nada; pero al final ambas llegaron a un consenso y decidieron que verían una película llamada Titanic.

-Para la próxima vez elijo yo-avisó Spike.

-Sí… pero nada de acción-añadió la unicornio lavanda, para desesperación del pequeño dragón.

Por lo que pudieron leer en la descripción, trataba de una historia de amor en un crucero de lujo de nombre Titanic, y, al parecer, basada en hechos reales. La vieron mientras picaban un poco, tumbados en el sofá y pasándose un cuenco lleno de palomitas; por suerte el maíz se había conservado bien en las bolsas y, tras una leída rápida del manual de instrucciones del microondas, pudieron usarlo sin problemas.

En cuanto a la película, la historia contaba en retrospectiva el testimonio de una anciana mujer de un antiguo naufragio en el que llegó a conocer al amor de su vida; Rose era una mujer joven noble de Inglaterra, prometida, que se embarca en el Titanic para viajar hacia Nueva York, donde se casará. Sin embargo, ella no se siente feliz con su vida, por lo que decide tirarse desde la popa del barco, pero un muchacho joven bohemio llamado Jack se lo impide. Los dos comienzan a verse más a menudo, llegando a enamorarse en el proceso, para desaprobación de su padre y furia de su prometido. La misma noche en la que deciden seguir adelante con su relación, el barco choca contra un iceberg y comienza a hundirse en medio del océano. A partir de ese momento, el romance adquiere nuevos tintes más dramáticos, cosa que incluso llamó a Spike la atención; arrestan a Jack para librarse de él y tratan de poner a salvo a Kate, pero ésta se escapa y va a buscar a Jack mientras el barco se va hundiendo poco a poco. El drama se va intensificando cuando la película comienza a centrarse también en el hundimiento en sí, mostrando que el barco no estaba del todo preparado para ese tipo de emergencias, careciendo de los botes salvavidas suficientes para todos. También muestra de una forma muy cruda la realidad entre las clases sociales, al restringir el paso de los pasajeros de tercera clase a las cubiertas de primera, lo que dejó a los ponis bastante fríos. En ese punto, la trama adquiere tintes de drama a una escala vertiginosa, mostrando la impotencia humana y la lucha por sobrevivir, mientras muchas personas mueren ahogadas en el proceso. Los tres ponis lloraron como potrillos al ver las escenas de transición con la orquesta tocando de fondo, incluso Spike dejó escapar alguna que otra lagrimilla. Para la escena final del hundimiento del barco, Jack y Rose consiguen salir vivos agarrándose al primer resto flotante que encuentran, pero Jack se queda con medio cuerpo sumergido, lo que le conduce inevitablemente a su muerte. La escena concreta dejó a las tres ponis llorando a mares, sobre todo Rarity, al ser la más sensible de todas a las historias de amor trágicas.

-¡No, Jack, tienes que sobrevivir, es el amor de tu vida, no la dejes sola!

-¡Ella te necesita, Jack, no te mueras!-masculló Twilight.

-¡Habéis sido muy felices, tenéis que sonreír, no te vayas!-musitó Pinkie.

La escena en la que el cuerpo de Jack se hunde en el océano rompió del todo a las tres ponis; Spike trataba de mantenerse varonil e imperturbable, pero al final acabó llorando de forma parecida a las demás.

Rose consigue sobrevivir, regresando la trama al presente; para entonces se deja patente que lo único que querían de ella era saber donde estaba el Corazón de la Mar, un valioso colgante que se creía perdido en el hundimiento. Sin embargo, Rose lo conservaba en todo momento, pero al ver las intenciones de los exploradores decide lanzarlo al mar, devolviéndoselo. La película termina con un emotivo reencuentro onírico entre Jack y Rose en los restos del Titanic, besándose delante de todas las personas que murieron aquel día.

Una vez que los tres ponis se calmaron y enjugaron las lágrimas, se pusieron a hablar de la película.

-¡Ha sido preciosa! ¡Muy triste también, pero muy bonita!

-¡Desde luego que sí! ¡La parte del romance me ha encantado, es divino, que amor, hacen una pareja monísima!

-¿Y que me decís del apartado histórico? ¡Cuenta un montón de cosas acerca de los humanos en aquella época!

Las tres ponis estuvieron hablando fervientemente hasta bien entrada la noche, cuando el sueño comenzó a vencerlas.

-Os recuerdo que mañana decido yo lo que vemos…-murmuró Spike.

-Ya te hemos oído, pequeño hombretón sentimental…

-Ha sido el que mas ha llorado…

-¡De eso nada! Eran… lágrimas de orgullo…

-Claro, claro…

Sin alargar mucho más el tiempo, ya que tenían sueño, los cuatro comenzaron a recoger para irse directamente a la cama; como sólo había una habitación, Twilight se las apañó y se coló en el apartamento más cercano al suyo para sacar un par de colchones que sirvieran como cama improvisada para Rarity y Pinkie. Los colocó en las esquinas del salón, llegando a encajar perfectamente y sin apenas ocupar demasiado espacio.

-Siento no poder ofreceros nada mejor, y tampoco os vais a ir a otro apartamento…

-No te apures, querida, nos apañaremos con lo que tenemos.

-Sí, no hace falta que te preocupes tanto…

-Está bien… pues hasta mañana-murmuró Twilight.

-Hasta mañana, querida.

-Buenas noches-añadió Pinkie.

Twilight bajó un momento para apagar el generador y subió de nuevo alumbrándose con su cuerno, teniendo cuidado en el salón para no deslumbrar a Pinkie o a Rarity. Regresó a la cama, dejando escapar un lánguido bostezo. En cuanto tocó las sábanas se quedó instantáneamente dormida, sin ni siquiera dar tiempo a que el silencio del pueblo se echara sobre ella.

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PD. El fragmento que lee Luna es de La caza del Octubre rojo, de Tom Clancy, Dios lo tenga en su gloria.

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 28 Nov 2013, 22:56
por Sg91
Capítulo 17

Al rojo vivo

https://www.fanfiction.net/s/9360348/18/Lo-que-fuimos
Ya me ha vuelto a pasar... otra vez. Malditos caracteres... enlace a Fanfiction, lo siento.

Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

MensajePublicado: 02 Dic 2013, 18:05
por Angelus-Y
No tengo apenas palabras para expresar semejante gozo, solamente y desgraciadamente me he leido 9 capitulos, entre ayer y hoy, ya puede uno imaginarse lo que me ha enganchado, aunque tambien no eran super largos, pero...el enganche ha sido mistico. Me acuerdo que lo empecé creo hace ya dos meses o por ahi y temo que por falta de tiempo, perdí el rumbo del mismo, por suerte he vuelto a releer los dos primeros capis y me he leido los otros 7. Ha sido ALUCINANTE. Sobre todo los minuciosos detalles que le prestas a cada situación...virgen santa, semejante descripción merece un premio muy gordo, totalmente en serio.

Me lo he imaginado tan bien...que es que me ha embriagado en total plenitud, mi corazon ha palpitado de emoción a cada paso de los ponis por nuestro mundo en ambientes tan variados como diferentes. Cada personaje bien encuadrado con nuevas facetas sacadas a relucir bastante deslumbrantes, increible...tan solo increible. Apenas he visto fallos ortograficos, por no decir ninguno (estaba tan absorto dentro de la lectura que igual ni me he enterado, jaja). Una presentación exquisita y un vocabulario que me ha enamorado, sin apenas redundancias y las que ha habido apenas se han hecho pesadas entre tanta maravilla, de hecho he aprendido un montón leyendo este fic, pero un montón, incluso he apuntado alguna expresion que uso muy poco y que me enriquece muchisimo, es de lo mejor que puedo pedir, aqui mis partes favoritas:
Spoiler:
Mis capitulos preferidos han sido los de Celestia y Luna (me has arrebatado el alma al final con su cariño familiar, de verdad que me ha inyectado emoción y amor por un tubo), los de Rarity y Fluttershy (mas que nada por la emoción y gana del momento, ya que los otros son mas que equiparables y magnificos que estos) Rarity es sin duda la que mas me ha llamado la atención de todas, pero tambien me han cogido Fluttershy y Pinkie Pie, sobre todo Pinkie Pie, la pobre...con lo acostumbrado que estoy de verla tan efusiva y alegre y ahora aqui es una faceta que pocas veces o nunca he visto y casi he llorado, hablando de llorar me activabas las lagrimas casi al final de cada capitulo con tus finales contemplativos del cielo o llantos (de los que llevo, claro esta...) lo cual daban ganas de seguir o bien dejarlo para disfrutar mejor para otra ocasión.

El pobre Angel cuando he visto que se desangraba no sabia si saltar de alegria (que le tengo mania al conejo cabrón) o hundirme de pena, de verdad...y Fluttershy ha sido un espectaculo digno de ver sin duda. Rainbow Dash es la que cuya faceta nueva me ha sorprendido, tan trabajadora y emprendedora leyendo y conociendo mas, supongo que en una situacion así es de lo mas normal, pero me ha tocado la curiosidad, si señor, por lo demas muy bien. Twilight y Spike, vaya duo, menudo trabajazo en equipo descubriendo las maravillas del mundo y sobre todo me atrapó la parte de las peliculas, menudo momento, tendrias que haberme visto la cara al leerlo. Casi me sentia identificado con ambos por lo que les gustaba de esas peliculas (Jungla de cristal por ejemplo, jeje. :D2)
Applejack en mi opinion ha sido la mas natural de todas (junto con Rarity en mi opinion) su episodio ha sido un atentico relax placentero de lectura, un buen intermedio entre los otros a mi parecer.

Espero que se encuentren pronto, tengo unas ganas de ver como prosigue...que esa es otra, el pryecto, las cintas de grabación que Rarity y Twilight han encontrado, algo me dice que se aclara que tarde o temprano (parace mas que temprano) se reencontraran, la intriga me arrastra macho, es que ha sido monumental.
Asi que es eso, una trama increible llena de misterios, impecables descripciones que muestran y un vocabulario y ejercicio magnificos, sin duda alguna...

Sg91, una vez mas me inclino ante ti, otro de tus fics ha conseguido atraparme, espero y no lo dudo en verdad de que mantendra hasta el final, te animo con ello tio, porque la verdad...que se te haya ocurrido esto a partir de unos extraordinarios dibujos me hace pensar que la inspiración es sin duda un factor vital en la escritura, inspiración en arte, musica y demas quehaceres de la vida. Muchisimo animo con este fic, pronto me ire leyendo el resto de capitulos (tardare un poco, pero lo haré) y lo hare cuando vaya a relajarme porque este en especial me ayuda a ello, preveo que al final me encantará tanto como "El Sol se pone ahora" que hasta me han dado ganas mas de una vez de volver a leerlo porque ha sido creo uno de mis fics por no decir el que mas me ha satisfecho por el momento, seguro que este no quedara por debajo de ello, lo espero asi...

En fin señor, una muestra mas de animo a terminarlo, espero con paciencia que puedas continuarlo (mientras me leo el resto) y que me deleites con una exquisitez una vez mas ;) Un saludo.