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Re: Los cazadores de fanfiction (MLP: Aventura y Sci-Fi)

MensajePublicado: 18 May 2015, 11:00
por Angelus-Y
Bueno, aqui traigo el siguiente, por si a alguien le interesa. Espero que esté escrito como os mereceis y uno algo simplón y básico. Si por un casual alguien comenta, me gustaria saber como mejorar, porque veo que no avanzó en dar la emocion y el enganche y me gustaria, si no es molestia. Gracias, espero que sea de vuestro agrado y os atraiga.

Los cazadores de fanfiction.
Fanfiction MLP (Aventura y Sci-Fi)
Autor: Ángelus-Y.
Capítulo 6: Rápido y por atajos.


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Spoiler:
La mente de Runoa se saturaba de tantas preguntas…de dudas. La curiosidad y su exaltada preocupación le hacían mirar repetidamente el suelo, perdido en esos profundos pensamientos. Seguía sin recordar nada, pues una vez un despojo cae al Vacuo, sus recuerdos desaparecen, aunque era cuestión de tiempo de que le fueran viniendo, o al menos, eso quería creer él. Otro asunto que enturbiaba su cabeza era el convertirse en cazador. ¿Estaba preparado o siquiera deseaba estarlo para llevar a cabo tal labor? Chuty, aquel compañero que encontró, parecía vivaz y efusivo por convertirse en cazador, pero él…Salvo la curiosidad, nada le atraía a serlo, quizás porque en un pasado no fuera alguien violento, quizás un pensador…en resumen, algo que le hiciera ser así. No obstante se hallaba en su interior, perdido y desorientado, sin lugar a dudas.

Entre sus viajes pensativos, se había dado cuenta de que el tiempo seguía corriendo y nadie le llamaba, estaba ahí sentado, sin hacer nada…Cada vez más, no sabía porque, le entraba un pesado sueño que hacía que sus ojos se le fueran cayendo paulatinamente. De ahí esa falta de ganas y emoción, quizás. Al rato sin haberlo querido respiraba profundamente y se había quedado roque, cayendo al suelo a causa del desequilibrio.

Desde una de las puertas, cuando Runoa había perdido la conciencia en ese instante, entraron dos unidades Éterbots, las cuales, cogieron con sus flexibles brazos acabados en pinzas, las extremidades de Runoa, y lo llevaron dentro.

En aquel lugar, había una especie de camilla en el centro, con múltiples artilugios bastante siniestros tanto en lo alto como en los laterales de la misma. Alrededor, había una serie de paneles, planos y objetos carentes de importancia para aquel instante, aunque había abundancia de Éteranio, recogido en forma de filamentos en varios recipientes, colocados en las esquinas de la sala, aunque cabía resaltar también, algunas tuberías destrozadas que dejaban salir pequeños escapes de una especie de gas, inocuo y color violeta.

Mientras el aspirante a cazador era llevado a la camilla, Mecas, el experto en mecánica, se encontraba observando la escena, a través de una pantalla, desde la sala de control y tras haber llevado a cabo un pequeño estudio por su cuenta, de una serie de personajes de algunos fanfics, procedió a manejar de forma seria la operación: El protocolo Y-13.

—Ponedlo en la camilla, enganchad la corriente de anestesia y agarradlo bien. —ordenó la silueta en forma de armadillo.

Tras colocarlo con sumo cuidado y sujetarlo bien mediante unos brazaletes enganchados a la camilla, procedieron a retirarse.

—Activar unidades médicas. —Además de esas palabras, Mecas procedió a sacar desde un panel bajo la pantalla, una especie de palancas hechas para sus manos. —Dadme la información acerca de Xuroan.

A los lados del Indefinido dormido, se desplegaron desde el techo tres unidades Éterbots, diferentes al resto. Estas, el caparazón de Éteranio era de color rojo con un emblema que marcaba su función, sus lentes eran de color verdes y sus brazos que eran cuatro esta vez, poseían manos de finos dedos, hechos para el tratamiento. Engancharon una serie de finos tubos al cuerpo de Runoa, que hacían recorrer ese misterioso fluido que emana aquel gas violeta. Desde el momento de su conexión, el ritmo de respiración de Runoa había caído en picado y su cuerpo se hallaba aflojado.


Justo en ese momento, en la sala de control, había entrado Slivly. El mecánico se exaltó al ver su presencia.

—Ya era hora…me debes una buena explicación. —le espetó dejando los controles.

— ¿Esta listo Runoa? —preguntó haciendo caso omiso.

—Por supuesto, pero aun asi no me has respondido.

El sirviente dio un suspiro, entre que sacaba un pequeño cristal prisma de color rojizo puro.

—Tengo escaso tiempo de invasión, y mi deber es guiar a los nuevos cazadores…Tengo cinco días. Y Runoa, no sabe combatir, me llevaría al menos cuatro días…necesito que implantes estas habilidades y le des un cambio para que se adapte al combate. —explicó mientras mostraba y entregaba el cristal a Mecas.

—Ya veo…sé que conoces las reglas, imagino que no querrás que Mr.Quill se entere de los saltos que hemos pegado…

—Eso es evidente Mecas. A no ser que quieras ir a parar al tranquilo mar del Vacuo.

El armadillo acorazado rio entre dientes, mientras depositaba el cristal sobre una ranura con varios anclajes.

—Ya he experimentado esa sensación, a nadie le gustaría transformarse en un errante…

—Por eso mismo. Ahora dime, ¿Cuánto tardarás?

Mecas yacio pensativo unos instantes mientras desviaba su mirada a Runoa y escudriñaba la situación.

—Pues…dado que su cuerpo no está muy adaptado a situaciones de lucha, tendré que hacerle severos cambios, habrá que generar un Aether posteriormente, y enseñarle el oficio, por asi decirlo… —Se rascó el mentón con una garra. —Pon que en un día y medio estará todo preparado.

Tras escuchar el tiempo que emplearía en todos los cambios, el mayordomo se animó juntando sus manos, sonriente.

—Maravilloso…yo mientras tanto prepararé al resto.

Slivly se tornó hacia la salida, satisfecho con la labor que haría el mecánico, aunque no obstante este le agarró un segundo antes de que se fuera.

—Aunque…me temo que hay malas noticias.

Eso último le extraño al Indefinido jorobado.

— ¿A qué te refieres?

—Ya sabes porque no se suele implantar habilidades de otros OCs a un Indefinido, los resultados y diagnósticos mentales suelen ser un poco…pésimos, por no mencionar inestabilidades. —advirtió seriamente al señalar el cristal.

—No hay más remedio que arriesgarse, necesitamos esa Ideacidad.

Mecas relajo los brazos e hizo un gesto de indiferencia.

—Está bien, tú mismo, está bajo tu responsabilidad — rio al final.

Sin mediar más palabra, Slivly se fue de la sala lentamente, algo atemorizado en el fondo de los resultados del protocolo Y-13. Pero eso era mejor seguro que verse estrujado por las manos de su feudal y ser arrojado a la oscuridad. Por otro lado Mecas, una vez las puertas se sellaron sonrió macabramente a través de su máscara.

—Este Indefinido está de suerte…— soltó satisfecho. —voy a proporcionarle el mismo metal que hice en su tiempo con Metralla. Ya que voy a cambiarle las garras… ¿Qué mejor material que mi aleación especial?

Dispuesto a comenzar la operación, tomó los mandos con sus pequeñas garras. Aunque algo distrajo su atención justo en el momento de ponerse a la tarea. Por unas pequeñas ranuras de la pared que daban a unos conductos, emergieron dos pequeños Éterbots con forma de huevo, algo aboyados.

— ¡Anda! Al fin, las unidades de exploración. —cogió los robots y los apartó a un lado, mientras estos se conectaron al ordenador de la sala de control y empezaron a descargar los datos. —Pero lo primero, es lo primero.

Ansioso por el comienzo de su experimento, deposito el cristal sobre una pequeña ranura, haciendo que el ordenador reconociera dicho material, y tras una breve pausa para suspirar emocionado, comenzó el proceso.


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Mientras tanto, en el galeón Calamidad Errante.


Ante la tranquilidad del mar del Vacuo, una Indefinida jugaba con sus pensamientos, perdida divisando el cielo oscurecido y lleno de ríos de colores fríos. Era Pandora. Mientras que el resto de sus compañeros yacían en el interior del galeón, ella prefirió divisar el olvido desde la borda. La nave era bastante peculiar por fuera, ya que se recubría de puro Eteranio, mezclado con la clásica madera y refuerzo de los barcos que en tantas historias han tenido protagonismo.

De pronto en medio de su cómodo silencio, desde la cubierta, escuchó que en una plataforma circular situada al lado de uno de los mástiles empezaba a fulgurar una extraña luz, de color purpura y que tras un intenso y momentáneo resplandor, apareció otra criatura como ella, un Indefinido.

—Oh, Peyl, que agradable sorpresa encontrarte aquí. Has tardado bastante… —comentó la Indefinida de rostro pálido.

El aludido era más alto que ella, llevaba puesta una gabardina sucia y oscura, hecha trizas por las extremidades y pese a ello elegante. Sus garras y patas destacaban por su color nevado. Solo se veía la espalda desde los ojos de Pandora, aunque ella misma se asustó cuando el cuerpo del recién llegado se precipitó sobre la cubierta.

— ¡¿Peyl?!

La dama Indefinida recogió sus cabellos oscuros y cogió con apresura y miedo, y lo llevó dejando que se apoyara sobre ella, al interior del galeón.

— ¡Ayudadme! ¡Es Peyl, creo que le ha dado otro de sus ataques!

Desde la primera bodega emergió Korag, el más fiero de los coleccionistas.

— ¿Qué ha ocurrido? —preguntó serio.

Cuando el guerrero Indefinido observó a su compañero desmayado, ayudo a Pandora y lo cogió por ella.

—Rápido, tráele su Aether, este idiota se ha vuelto a ir sin él.

Con gran alteración Pandora fue corriendo a los camarotes del galeón, mientras que Korag se quedó a solas con Peyl.

—Maldito pelón…a quien se le ocurre. —le regañó al tiempo que lo tendía sobre la cubierta. —Me temo que aún no puedes jubilarte, compañero.

Cuando tan solo pasaron breves segundos, la Indefinida volvió a aparecer con una especie de silla de ruedas bastante peculiar, hecha de completo metal. Korag aupó al Indefinido desmayado y lo puso sentado en la silla. Cuando fue asentado, Pandora sacó desde el respaldo de dicha silla una especie de máscara con tubos incorporados a un mecanismo de la misma, y la colocó sobre la pálida cabeza de Peyl, que mantenía la forma de una especie de roedor. Nada más fijarla a su rostro, la propia silla tomó vida propia y diversos cables surgieron de ella y se conectaron al cuerpo de esta criatura, suministrando una especie de gas a las fauces de este Indefinido. Peyl, comenzó a respirar aliviado, pero costosamente. Los cuatro ojos que poseía, relucían tras la máscara, al tiempo que su cuerpo temblaba con cada respiración, para que momentos después, tras ser consciente de su situación, toser casi atragantándose.

—Eres un idiota, Peyl. —declaró el coleccionista acorazado.

—Nos habéis dado un susto, Sir Peyl.

La criatura de cabeza de roedor, al mirar el rostro de sus camaradas, que desplegaban una mirada de miedo, comenzó a reírse, momentáneamente interrumpido por las flemas que abundaban en su garganta.

—Encima se ríe el condenado…no vas a cambiar nunca.

—Valió la pena, tío. —alzó la palabra Peyl. —Aun no habéis visitado las historias que Quill quiere ¿no?

—No. —contestó la dama ensombrecida.

Peyl cerró los ojos suspirando más aliviado y sin tanto descontrol, solo para imaginarse aquel lugar.

—Tendrías que verlos…mundos coloridos, llenos de viveza, magia, Ideacidad pura, es…como si fueran grandes novelas, puro arte. No hablo de las mundanas historietas en las que reina lo ilógico, el sexo o el egoísmo…Sino mundos con trama, desafiantes…Oh, Korag, te habría encantado.

Tanto el guerrero Indefinido, vestido en su armadura de placas oscuras, como la dama de pálidas facciones, se miraron dubitativos y al mismo tiempo compartiendo esa curiosidad que resaltaba en sus ojos, ante las palabras de Peyl.

—Macho…no es justo que tengan mundos así, pero no puedo evitar saborear esa vida que reina.

—Peyl, ¿Se puede saber que te ha pasado? ¿Por qué no has llevado tu Aether?

—Pensé que no lo necesitaría, sabes que no soporto estar en esta silla, solo estaba de exploración…Pero me he encontrado a un Errante, a uno de los gordos.

— ¿Qué? ¿Un errante? ¿Acaso no obedecen tus órdenes?

—Parece que no…dudo el porqué, pero desde luego no ha sido normal encontrarme con uno de esos. Su canto…su tacto. —tembló de repugnancia. —La verdad es que me ha hecho el trabajo sucio y he gastado todas mis fuerzas en destruirlo. Ahora es nuestra propiedad, y no podrán entrar más.

—Es extraño sin duda —apuntó Pandora pensativa. —Se supone que los Errantes obedecen nuestras órdenes.

—Si…—confirmó Korag. —Pero esa clase de errantes son bestias del Vacuo más independientes, tampoco me extrañaría que desobedeciera a Peyl. Ni siquiera nuestro señor es capaz de controlar bien a esos asquerosos.

Repentinamente la plática entre los Indefinidos había sido interrumpida por sus estruendosos pasos, seguidos de otros más.

Los temblores eran provocados por Metralla, uno de los coleccionistas, quien iba seguido por un extraño muñeco y por Mr.Quill, la escasa iluminación de la bodega impedía discernir detalles.

— ¿Se puede saber que ha pasado? —inquirió el feudal, expectativo.

—Ha sido culpa mía, patrón. —saltó Peyl. —He sido un incauto. —rio entre dientes al final.

Mr.Quill esbozó una seria mirada al recién llegado, algo furiosa. No obstante antes de ello se dirigió al resto.

—Los demás, volved a vuestros asuntos, pronto tendremos trabajo. Peyl, ven a mi camarote ¡INMEDIATAMENTE!

—Wow, que cambio de humor. —expresó sonriente el muñeco.

—La que te va a caer Peyl, hmhm. —dijo el gran Metralla.

— ¡SILENCIO! —gritó lleno de furia Mr.Quill, mientras cogía a Metralla, aupandolo con una fuerza increíble y lo lanzaba a un rincón del barco con fuerza. — ¡Mekes, coge al gordinflón de Metralla y a trabajar!

—Jijiji, sí señor. —respondió el muñeco, estremeciendo sus piezas de la risa.

—Joe, sí que tiene fuerza el jefe…—opinó Metralla viendo algunas estrellas del golpe.

Indignado y sin mediar mayor palabra, el líder de los coleccionistas se retiró con paso firme a sus aposentos, seguido por Peyl, que le siguió de cerca desde su silla de ruedas. El resto aguantaron la risa dada la humillación a Metralla, y prosiguieron en sus quehaceres.


Ambos llegaron al camarote de Mr.Quill, cuando el feudal entró por la puerta, disgustado, con la mirada penetrante e irritado, ni se molestó en colgar su capa en la percha, o en quitarse el elegante sombrero que decoraba su cabeza, tan solo de una respiración fuerte, se sentó del tirón en su silla, situada tras la mesa y se ajustó los guantes de cuero marrón.

El cazador pálido, encubierto por su máscara y vulnerable por su estado, se hallaba sereno, como si hubiera visto a su líder de esta forma cientos de veces.

—Supongo que ya es la hora de la bronca, ¿verdad?— adivinó con una sonrisa Peyl, mientras se desplazaba al otro lado de la mesa del camarote.

—Cuida ese tono Peyl. — dijo cortante el enmascarado coleccionista. —Tus tonterías me están empezando a cansar. De no ser por tu indiscutible eficiencia y tus años de servicio, te habría arrancado la cabeza y la habría usado de pisapapeles.

Tras su aclaración, el “capitán” del barco cogió de uno de los cajones de su mesa una botella de una extraña sustancia color marrón, y se sirvió en una copa transparente y cristalina, se dejaba notar el dulce olor de la bebida mientras caía en la copa, para que en aquel silencio, ausente de conversación, Mr.Quill abriera de forma casi imperceptible un hueco en la faz de su máscara para deleitarse con el líquido.

—Te veo “estresado” —advirtió Peyl, al escudriñar los actos de su señor. —Normalmente no tomas tanto batido de chocolate.

Tras continuos sorbos de la copa y una expiración de placer, la depositó en su sitio y apoyándose con sus brazos en la mesa, miró inquisitivamente a su cazador.

— ¿Estresado? Para nada… ¿Qué tonterías dices? El futuro soberano de las historias… ¿Qué demonios ha ocurrido?

Con un gesto furioso de sus manos, trató de pedir explicaciones, a lo que el “roedor” tras un par de respiraciones a través de sus instrumentos, procedió a explicarse.

—Los errantes, que les ha entrado la edad de la rebeldía. —explicó sonriente, mientras se ponía cómodo.

—Sé específico Peyl…no estoy para bromas. — ordenó con las manos juntadas, tras haber dejado a un lado la copa.

—Digo…Que los Errantes, los que “supuestamente” debían obedecer, se han vuelto en contra mía y encima me he encontrado a una “Voz”.

El elegante señor del barco había cambiado la expresión de su mirada desde seria a una llena de sorpresa.

— ¿Una voz? —de pronto echó hacia atrás la silla con fuerza y se levantó rápidamente propinando un golpe a la mesa. — ¡Imposible! Esas bestias residen en las profundidades del Vacuo, acordamos que no interferirían…

— ¿Quién? —puso una mirada incrédula. — ¿Ella? ¿Cumpliendo su palabra? No me esperaba que fueras tan ingenuo.

Las palabras de Peyl le habían enfurecido, solo con ver sus puños cerrándose y la fuerza de su mirada, tornada nuevamente en furia, se notaba.

—No me mires así, sabes que es verdad. —se excusó la criatura pálida.

—En estos momentos desearía que esa “Voz” te hubiera derramado toda la Ideacidad que posees.

Peyl se sorprendió por esas duras palabras, desearle eso a un Indefinido o a algún personaje, eso ya era pasarse de la raya.

—No soy yo aquí, al que le aterrorizan las Voces del Vacuo, ¿eh? —ilustró el cazador, cuya cola de rata relucía por su brillo metálico.

La defensiva de su siervo le había sorprendido hasta el punto de quedar silenciado de una forma bastante incómoda.

—Todos los cazadores tememos a las Voces, ni siquiera el necio de Niv-Layn era rival para esas cosas. Además, lo que temo no son a ellas, sino su “canto” —respondió Mr.Quill, estremeciéndose con el hecho de pensar en una de esas criaturas cantando.

—Pues digamos que una de esas me atacó, justo cuando acabé con el OC, y he gastado mis fuerzas en volver al galeón, antes de que me transformara en puré. Y encima el resto de Errantes, se han desperdigado devorando todo lo que encontraban, e ignorando mis órdenes.

Ante los detalles que le habían ofrecido, el coleccionista se llevó sus manos a la máscara, como rascándose el mentón, al mismo tiempo que paseaba por su camarote, pensativo.

—No puede ser… ¿sospechara de mis planes? —pensó a sus adentros Mr.Quill.

—Parece que al final, solo podremos confiar en los Éterbots. ¿Verdad?

—Parece ser que tendré que ajustar cuentas… —murmuró por lo bajo. — ¿Has traído lo que te ordené Peyl?

Una sonrisa de extremo a extremo se presentó en el rostro de Peyl, quien de su gabardina sacó un cristal púrpura que desprendía un fulgor bastante atrayente, junto con un pergamino, los cuales arrojó a Mr.Quill, quien los cogió con gran satisfacción.

—Por favor, jefe, hablas con el segundo coleccionista. La verdad he de decir, que me ha encantado visitar ese mundo. Me encantará volver a uno de esos fanfics. —declaró con una carcajada cerrada.

Absorto en el brillo del cristal y en los documentos, Mr.Quill había dibujado tras su máscara de color plateado una grata sonrisa.

—“La Estrella y la Sombra” pensé que daría más problemas…—opinó el enmascarado líder coleccionista.

—Si le digo la verdad, los OCs eran duros de pelar, las reglas no eran gran cosa, ya sabes…La intromisión de la voz ha ayudado bastante. Y además, se nota que los autores que la escribían la han despojado, no sé, los hilos no eran recios, no había ilusión… —detalló Peyl.

— ¿Qué te esperas? Humanos; la mayoría de esos estúpidos no merecen lo que tienen. Y luego dirán que yo, soy malvado, por favor… Es como, los villanos. Los que más sufren, y por culpa de los autores, nunca logran sus sueños. —con resentimiento apretó con fuerza el cristal. — Juegan a ser dioses dando vida y despojándonos a destinos despiadados, adoran tenernos en su mente y tratarnos como marionetas en una obra para entretenerse. Son incorregibles.

Con serenidad en sus palabras, volvió a tomar asiento, mientras desplegaba el pergamino y divisaba que todo estuviera en orden.
—Son interesados, egoístas, buscadores de fama…repugnantes. Son como parasitos listos para atacar y absorber lo que sea de provecho. —las manos de Mr.Quill apretaron casi inconscintemente el papel, arrugándolo ligeramente. — “Oh, mira, mira, lee mi historia, es bonita y chupi guay” ¡Bah! A ningún humano le ha interesado su historia, salvo por reconocimiento. Les estoy haciendo un favor a esos primates sin cerebro.
—Si…eso es innegable. —coincidió Peyl.
—¿Sabias que ellos tienen a su propio autor? ¿El autor de autores?
—¿Emm? —expresó extrañado ante ese concepto.
—Según he oído es un autor benevolente, que dejo libres a los humanos, dándoles el don de imaginar. Y aun así, pese a todo lo que le dio a sus creaciones, estas se rebelan contra él y lo desprecian, ejerciendo la maldad y los que no, atemorizados. — Mr.Quill rio sonoramente, dando un par de golpes sobre la mesa. — Escupen sobre lo poco que su creador les otorgó: sus efímeras vidas, pese a sus actos e imperfecciones, él los dejo vivir y no los arrojó a un vacío. ¿Por qué? ¿Acaso yo soy el malvado? —terminó con una risa sarcástica. —Ojala se pudran de depresión y se suiciden cuando les haya quitado sus preciosas historias, su imaginación...
— Por eso las cosas van a cambiar ¿no?

—Exacto. —siguió observando el papel, desviando el tema finalmente. — Draco y Minerva, poderes….si, vale. Hmph, que lástima, hubiera llegado lejos...

—Ni que comprendieras el amor. —soltó chistoso.

Ambos rieron entre dientes.

—Oh, cierto, tengo que dejar el barco. —anunció mientras se ajustaba los ropajes.

— ¿Y eso?

—He quedado para ver a un viejo amigo. Uno de los grandes maestros. —dijo con orgullo.

—Ya veo…uno de tus “ídolos”

—Podría decirse que sí. Arreglaré el problema de los Errantes cuanto antes…Y, quiero que vayas al castillo.

— ¿Al castillo? ¿Me vas a hacer dar una zancada?


—Sí, necesito que te asegures que el nuevo grupo sale a tiempo. Ya he dictado a Korag que prepare al resto para el resto de fanfics de Spaniard Hooves.

Peyl se extrañó de la petición, aunque no obstante hizo un gesto y llamó la atención de Mr.Quill.

—Otra cosa… ¿Por qué tenemos que ser nosotros los que vayamos a estas historias y no otros?

—Tiempo, mi fiel coleccionista, solo tiempo. ¡Y que no se te olvide llevarte el Aether! —exclamó tras coger la botella de batido y bebérsela de un tiron. —Como necesitaba dosis de azúcar.
—Total…no vas a morir igualmente. —aclaró Peyl.
—Pero el placer…me lo llevo, ahora vuelve al trabajo…
—Si, Mr.Quill.

“La ilusión vuelve los hilos de las historias más firmes, si la ilusión se pierde, la vida, la Ideacidad que da vida no fluye con energía y los cazadores y Errantes no se ven tan limitados.”

“Cuando nacemos y un autor nos da forma, somos conscientes de su ilusión, de cómo nos crea, y al colocarnos en una historia, olvidamos quien nos creó y adoptamos el pensamiento de la historia, el ambiente que nuestro autor ha creado. Al ser despojados, el Vacuo desgarra los recuerdos y con el tiempo, si asi lo desea el destino, se recordará el pasado.”

“Si un autor deja su obra, en la misma el tiempo transcurre con normalidad. Si el personaje muere en ese tiempo, la escritura del autor lo devolverá a su estado, cambiando todo lo que le acontece…Pero si muere ante un cazador, la propiedad será del mismo.”

Al mismo tiempo… Fanfiction: Aitana Pones. Universidad de Manehattan, proximidades del despacho del profesor Pones, meses después del punto final más reciente del autor; Días antes de que el autor tome posesión: desconocido.

El padre de Aitana, un unicornio de grisáceos colores y de crin canosa, se encontraba en su despacho, ajetreado con el común quehacer de su labor, como prestigioso profesor de historia y centro logístico del equipo de arqueólogos del país. Ahora mismo se hallaba corrigiendo exámenes, pero le costaba concentrarse, puesto que estaba preocupado, o más bien angustiado por algo que le atormentaba.

De pronto algo le sacó de su ensimismamiento, unos ligeros toques a la puerta de su despacho. Moviendo su cabeza, tratando de volver a su labor, invitó a quien se hallaba tras la puerta.

—Adelante…

Cuando esta se abrió, un poni de pelaje blanco con un trapo en la cabeza y un traje de limpieza, se introdujo en el despacho portando una fregona y un cubo.

—Servicio de limpieza, doctor Pones. — anunció la limpiadora, de ojos azules y decaídos.

—Uf, ¿ahora? Ando muy ocupado. —se excusó descontento el unicornio de crin canosa.

—Lo siento muchísimo, le aseguro que será algo muy breve, no tiene que moverse.

Tras un lánguido suspiro el profesor dio permiso para que esta procediera.

—Está bien, pero no tarde mucho, tengo que concentrarme.

—Sí, doctor.

Volviendo a dirigir su mirada a los documentos y exámenes, fue revisándolos y asignando las calificaciones, al tiempo que el poni limpiaba con el cepillo el polvo del suelo, para después fregarlo, entonces, en un momento, la limpiadora se paró y miró fijamente al profesor.

— ¿Es cierto que su hija es la famosa Aitana Pones?

— ¿Eh? —el doctor Pones se extrañó que alguien del servicio se parara a preguntar tal cosa. —Emm, si, asi es.

—Vaya, tengo que decirle que soy una admiradora de su hija, y de su reconocido trabajo, doctor. Y dígame… ¿Dónde se encuentra? Si no es mucha molestia preguntar.

Arqueando una ceja el doctor, bajo sus gafas y miró a la limpiadora, que le devolvía la mirada de una forma algo extraña.

—Perdone pero…si no le importa. —le señaló el suelo, indicando que terminara de realizar su tarea. —No quiero ser grotesco, pero ando muy liado y no he tenido un buen día.

—Oh, lo siento mucho… —se disculpó volviendo a restregar la fregona contra el suelo. —Mi intención era conocer las hazañas de su hija, verá es que tengo un hijo…y tras los rumores no para de hablar de ella. —rio tímidamente. —Primero Daring Do, luego esa pegaso llamada Rainbow Dash…y ahora su hija. —apoyó el palo de la fregona un segundo y se limpió el sudor. —Podría dedicarse a coleccionar monedas, pero no puede evitar conocer a sus heroínas…

El padre de Aitana mostró una media sonrisa, más que nada por las palabras de aquella yegua, que le rememoraron lo realmente orgullosa que estaba de ella.

—Pues si… —suspiró. —Mi hija esta ahora mismo lejos de aquí.

-¿ Por el norte?

El profesor no respondió, tan solo fijó su mirada una vez más en aquellos papeles, de pronto vio como el casco de aquella encargada, tocaba esos folios.

—No me ha respondido, profesor. —dijo secamente, con los ojos entrecerrados.

—Perdone, ¿Qué está haciendo? —se exaltó, tratando de deshacerse de ella.

De entre uno de los bolsillos del uniforme, sacó una especie de colgante hecho de un metal dorado, llevaba un amuleto cuya superficie era oscura y brillante. El profesor, sospechó y trató de pedir ayuda, pero su propia voz fue ahogada en el momento de que dicho amuleto desprendiera una extraña luz, que dibujaba en el interior del amuleto un torbellino de haces turquesa y negros.

La luz le invitaba a mirar, sin poder resistirse, no deseaba hacerlo, quedó embobado en ese remolino tan hermoso.

—Mire profesor, podría haber sido menos tozudo, podría habérselo sacado poco a poco, pero disponía de poco tiempo, lo siento. — dijo con una voz que desprendía un ligero eco intimidante.

Con delicadeza empezó a mover el colgante como si fuera el péndulo de un reloj, y al mismo tiempo, la cabeza del unicornio seguía la atrayente luz, sumido en una profunda hipnosis.

—Veamos que encontramos en esa mente tan prodigiosa, doctor. —sonrió maliciosamente con sus ojos desprendiendo un verdor intenso en sus ojos.

Las patas de aquel poni de blanco pelaje, se habían tornado en unas monstruosas patas de artrópodo, totalmente oscuras. Se montó sobre la mesa, de forma delicada y sin ruido, y cogió la cabeza del doctor Pones, suavemente, mientras mantenía con su boca el amuleto girando, dejando atrapado a su víctima en un estado inconsciente.

—Es una lástima lo de tu hija, de verdad… tienes que echarla taaanto de menos. Veamos, ¿dónde está, mi querido profesor?

La extraña criatura juntó su hocico en la frente del viejo poni y empezó a indagar en su mente. Veía hermosas escenas desde un pasado remoto, hasta recientes hechos que destrozaban su corazón. Imágenes familiares, otras desconocidas, un pasado curioso, todo lo que había estudiado, lo que sabía…

—Aaaah, que gozo de mente, tan llena de conocimientos, de buenas emociones y…cariño. Una creciente…nostalgia detecto. Asi que tu hija está ahí…pobre, oh, pobre diablilla. Pero…No temas, no la mataré… —Soltó la cabeza del doctor y le dejo que siguiera abstraído en la hipnosis. —Aún… —rio maliciosamente, desviando su mirada a otro lado. —Su mente debe ser tan deliciosa de ver como la vuestra, Doctor Pones.

La misteriosa entidad volvió a tomar el disfraz, transformándose en otro poni, una totalmente diferente de pelaje marrón y crin oscura.

—Ahora…Doctor, despierte. —el amuleto se tornó en completo negro, volviendo a su estado natural.

El brillo que delimitaba un remolino en los ojos del poni, fueron desvaneciéndose poco a poco, para entonces, la misteriosa criatura ya había salido por la puerta, llevándose el cubo y la fregona.

— ¿Eh? ¿Qué…? —El profesor se resintió por un repentino dolor de cabeza. — ¿Qué ha pasado?

En el pasillo de la universidad, la extraña entidad disfrazada sonreía victoriosa.

—Oh, Aitana, creo que vamos a ser grandes amigas… —declaró riendo entre dientes, mientras sus ojos lanzaban un brillo turquesa muy intenso.
En el solitario corredor esa misteriosa entidad comenzó a tararear al tiempo que agitaba su cabeza.
—Aitana….Aitana…Aitaaaana, Aitaaaaaaaaaana. Voy a conocer a Aitana, Aitaaana, Aitaaaana….—La oscuridad se cernió sobre el pasillo, donde resonaba la maniática risa de aquella sombria criatura.

“La mente…asi como hay imaginación e ilusión, también hay oculta una profunda enfermedad, la locura. ¿Quién conoce a las mentes plagadas de enfermedad?”

“Nadie sabe cómo se comporta el tiempo cuando un autor reescribe un capitulo, ni cómo afecta al personaje, pero el punto y final queda marcado, y de ahí el títere del autor, marca su independencia, tal es la ley de la creación.”

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Castillo de Mr.Quill, horas después…


El molesto ruido de sierras, martillos y clavos, las chispas y el olor a metal quemado. Eso sentía la cabeza de Runoa, el Indefinido reptil, antes de despertar.
Las finas tuberías conectadas a su cuerpo, habían dejado de fluir aquel gas lila. Pronto sus ojos fueron abriéndose poco a poco, lo primero que vio, fue un gran flexo alumbrándole. Despues, en su vista se interpuso la lente verdosa de un Éterbot, mirándole fijamente, un robot de coraza rojiza y garras mucho mas precisas que los convencionales que había acostumbrado a ver. Cuando fue mas consciente de si mismo, trató de moverse.

—¿Qué…que pasa? — pensó en su interior.

Quiso mover sus extremidades, pero solo sus poderosas patas le lograban responder, mientras que los brazos no los sentía. Trató de levantar la cabeza, pero estaba sujeto firmemente y apenas se encontraba capacitado de hacer esfuerzo y desviar la mirada de la débil luz que le alumbraba.
Entrecerró los ojos, una sensación de angustia le oprimia el pecho y hacia que su respiración fuera cortada, con ganas incluso, de llorar…Era dolor, un agudo dolor que se hacía mas presente cuanto mas consciente de si mismo se volvía. Experimentaba en su mente, como sus brazos estaban como machacados, y su espalda parecía que le hubieran clavado algo.

No pudo aguantar mas, una lagrima surgió de sus ojos brillantes y color miel, al tiempo que sus afilados dientes oscuros temblaban vigorosamente, para no gritar y liberar esa opresión que tan vehemente se volvía.

—Por favor…que alguien me ayude…no puedo más. —musitó en un tono completamente invadido por la angustia.

Súbitamente el cuerpo de Runoa experimentaba sucesivas contracciones involuntarias, y cada uno de esos espasmos, le hacía rabiar de dolor, por sus brazos y su espalda. Llegó un momento en que liberó un grito de furia y aflicción, seguido de un apretón de mandíbula a causa de una ferviente sensación, una fuerza que gritaba por salir, como si fuera a estallar.

Las esposas que lo mantenían sellado en la camilla, fueron forzándose con cada una de esos impulsos, y cada uno mas fuerte que el anterior, que implicaba que Runoa llorara a la par que sentía rabia, mucha rabia. En medio de esa tortura, ya comenzó a sentir entre esa espesura de dolor sus propias garras y como su espalda se agarrotaba. Volvió a gritar ebrio de ira sacando su lengua puntiaguda, con sus ojos abiertos de par en par.

Finalmente durante ese violento grito logró forzar la esposa que contenía su brazo y garra derecha. Un Éterbot, igual que previamente había visto, momentos después de su despertar s acercó alarmado por la rotura de la contención y cuando se aproximó a pocos centímetros del Indefinido, este, con sus garras lo cogió por la delantera, lanzando una mirada terrorífica de odio y lo estrujó destruyendo sus circuitos internos, a la vez que babeaba líquido negro. Una vez lo destruyó por completó lo soltó, y fue entonces cuando observó sus garras. Ya no eran las mismas, ahora cada una de ellas era una cuchilla de metal adherida al conjunto de su “zarpa”. Fue moviéndolas con gran dificultad, ya que aquel impulso instintivo le había proporcionado la fuerza para abrir y cerrar sus garras con total libertad. El dorso de la misma y el brazo completo, estaba envuelto en vendas y ataduras de cuero marrón, ancladas fijamente mediante clavos.
Su mirada se había afilado, confundido por completo. ¿Cómo era capaz de mover una parte metálica como si fuera algo suyo propio? Y lo mas importante ¿Qué le habían hecho?

Fue entonces cuando alguien entró a la estancia, a través de una compuerta, alguien pequeño, con forma de armadillo, acorazado en un metal ennegrecido y que a través de sus gafas aislantes, dejaba escapar el brillo amarillo de sus ojos.

—Vaya, has despertado antes de lo que creía.

El aludido no respondió, tan solo se quedó mirándole fijamente.

—Me llamo Mecas, y tu, eres Runoa ¿verdad?

El pequeño armadillo oscuro, se colocó sobre una plataforma al lado de la camilla y con una palanca fue ajustando la altura de la misma hasta encontrarse en frente del paciente.

—Por favor, me duele mucho…páralo, por favor. — suplicó Runoa aguantando sus impulsos.

—Tranquiiiiiilo, ya se te pasara muchacho, es normal que te duela, te acabao de hacer una operación completa de brazos y espalda, ¡Aaaggg!…

Sin esperarlo, el Indefinido diestro en mecánica, estaba siendo agarrado y ahogado lentamente por la garra de Runoa. Sentía las afiladas cuchillas rallando el metal que protegía su pescuezo como si fuera mantequilla. Mecas trató de deshacerse de él, pero no era capaz de nada, y tan solo murmuraba impedido por el reptil.

—Su…sueltaggg…me, suel…ta, Sueltaaaaaaaa… —exclamaba desesperado.

Los ojos de Runoa tan solo acuchillaban a su presa en medio de un odio que no esperaba sentir. Él, quien creía sería incapaz de hacer daño a nadie. Fue cuando, al par de segundos, se dio cuenta de que estaba haciendo y le soltó.

—¡¿Cómo te atreves?! —gritó luchando por respirar. — Debería lanzarte al Vacuo y que te devoraran las voces.

—Lo…lo, lo siento.

Ante su respuesta, el Indefinido mecánico rio locamente, tomándole el pelo a Runoa.

—Tranqui, que es normal que te den esos ataques…Aunque, macho, controla esos impulsos, que casi destrozas mi coraza.

—¿Qué, que ha pasado? ¿Qué me han hecho?

—A ver, te explico rápido… Tenemos mucho que hacer, y poco tiempo para entrenarte, y dado que han surgido varios imprevistos hemos tenido que acelerar tu desarrollo mas de lo previsto. Y si te lo preguntas, no, no había otra forma.

—¿Por qué no se me dijo nada? ¿Por qué? —preguntó, incrédulo de su situación mientras contemplaba la monstruosidad que le habían hecho.

—Eso es cosa de Slivly, amigote. —le respondió de brazos cruzados. — Pero ¿de que te quejas? Ahora tus nuevos implantes y recubrimientos son magnificos y mejores.
Mecas se acercó, cogio las garras de Runoa y le señaló las cuchillas de color plata pálido.

— ¿Ves esto muchacho? Esto, es único, dada la situación me moría por otorgar a un nuevo cazador estas preciosidades. —tembló de la emoción. — Estas garras están hechas de una aleación única, de Eteranio. Éteranio cromado, o también Cromanio, y sí, lo sé, no somos muy imaginativos en los nombres, pero a ver…no escatimamos en gastos. A ver, mueve las garras, así.

Runoa movió cada una de sus cuchillas libremente, aunque aún le dolía bastante y se resentía al hacerlo.

—Perfecto, parece que la Ideacidad ha funcionado. He usado una cantidad razonable para “imaginar” unas conexiones que hagan que los implantes de Cromanio sean compatibles. —tocó la superficie de las cuchillas, contemplándolas al igual que Runoa. —Este metal corta tooooodo lo que quieras, es resistente al calor, nada quebradizo, ausente de fragilidad y bastante raro de sintetizar. De hecho…Solo Metralla lleva una aleación igual. —rio entre dientes de forma silenciosa. —Y tus brazos han sido reforzados con varios implantes de fibras metálicas y fijados mediante correas y clavos para mayor movilidad y menor riesgo de lesión.

Mecas desactivó las esposas que contenían a Runoa, quien se hallaba fascinado, pero aun así dolido y confuso.

—En cuanto a tu caparazón, como que no era muy útil, asi que…lo he sustituido por una placa ligera de Éteranio común, no iba a gastar mas Ideacidad en generar mas Cromanio, ni mucho menos. —explicó con orgullo.

—No entiendo. —dijo Runoa con la mirada perdida. — ¿Por qué me habéis hecho esto? —trató de incorporarse, con bastante torpeza. —Me da igual si llevo…lo que sea esto. Yo no merezco esto…yo no he hecho nada. No…no, quiero, por, ¿porque? —La respiración se le aceleró fugazmente, su cabeza le dio vueltas desviando su mirada y con el cuerpo agarrotado de tanto dolor, se cayó al suelo, al tiempo que Mecas gritaba su nombre.

—Yo…no he hecho nada. Me duele….todo…Yo, no…era…el favorito. Me…sustituyó. —murmuró antes de caer inconsciente.

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“Ni el tiempo, ni el hambre, la sed o el aburrimiento pueden segar nuestro espíritu dentro del Vacuo. Comemos por el ansia, bebemos por el placer, y nos divertimos porque odiamos. Solo en las historias, tanto el hambre, como la sed y la vejez, se vuelven enemigos de un cazador.”

“Sus voces resuenan en nuestro ser, nos retuercen como las afiladas zarzas, cautivos del fin, lloramos y gritamos, a la vez que reimos desesperados, al contemplar nuestra existencia, deformarse ante su canto. Ellos o ellas, son las voces del Vacuo.”

Re: Los cazadores de fanfiction (MLP: Aventura y Sci-Fi)

MensajePublicado: 19 May 2015, 16:38
por McDohl
Lo mejor que se puede decir este capítulo es que los atajos no son buenos... pobre Runoa :( de nuevo me dejas con ganas de leer mas, y aun despues de ver la que se puede liar cuando el personaje mencionado en este capítulo se vea involucrada en el fregado. Me sigue gustando mucho el lore que estás creando y como llevas la relación autor-fic-personajes. Muy buen trabajo :)

Re: Los cazadores de fanfiction (MLP: Aventura y Sci-Fi)

MensajePublicado: 19 May 2015, 19:01
por Angelus-Y
[quote="McDohl";p=269088]Lo mejor que se puede decir este capítulo es que los atajos no son buenos... pobre Runoa :( de nuevo me dejas con ganas de leer mas, y aun despues de ver la que se puede liar cuando el personaje mencionado en este capítulo se vea involucrada en el fregado. Me sigue gustando mucho el lore que estás creando y como llevas la relación autor-fic-personajes. Muy buen trabajo :)[/quote]

Muchisimas gracias Mcdohl por el comentario, se agradece enormemente, y me alegra mucho tambien que te guste. La verdad a Runoa aun le queda mucho por ver y en cuanto al lore se seguira profundizando sacando los secretos del Vacuo y que cada vez queda menos para el inicio de la caceria, me muero de ganas de hacerlo ^^. Muchisimas gracias.