Sponish Herd | Plataforma Brony de España

OFF:

Quaver Note volvió a negar con la cabeza. Teniendo en cuenta que Pale Paper posiblemente había puesto tierra de por medio, la unicornio no iba a dejar sola a Nana. Además, sus canciones e ilusiones resultarían mas útiles en el exterior de la torre que en interior, sobre todo si tenían que advertir y ralentizar el avance de los perros joyeros que optasen por volver.

Caos. Pánico. Humo. Fuego.

Y muchos. Muchos perros. Huyendo, gritando, corriendo, atricherándose, escapando...

Oh. No. NO.

"NECESITO SANGRE."

"¡MINERBAT, NO, CÁLMATE! ¡AHORA NO ES EL MOMENTO!"

"ES EXACTAMENTE EL MOMENTO PARA CAZAR"

La batponi dejó de escuchar a los desesperados ruegos de su contraparte por mantener el control, tan sólo atenta a sus presas: un pequeño grupo de tres perros que se había separado del resto. Uno de ellos caería ante sus colmillos. Manteniéndose oculta entre las sombras, comenzó a sisear para alarmarles aún más. Podía oír su sangre bullendo, sus corazones latiendo como tambores. Escuchó como se preguntaban lo que ocurría, jadeando en busca de aire. La adrenalina invadía el aire, y las pupilas de la criatura se volvieron una fina rendija negra mientras les acechaba.

"Minerbat... Por favor... No lo hagas. Vuelve con los demás, podrían estar necesitándonos" rogó Minerva.

"NO. ESTOY HARTA. QUIERO SANGRE, QUIERO MATARLOS,"

Dicho esto Minerbat se lanzó frente a los perros, que se quedaron mudos de terror ante su aparición. La criatura aprovechó eso a su favor para atacar más rápido. Dejó a los tres cánidos fuera de combate rápidamente, asegurándose de que estaban inconscientes con un par de fuertes coces en la cabeza.

"Vale, ya les has dado su merecido, ahora volvamos."

"No. Aún no he comido."

"No te van a gustar, están llenos de pelo y van a saber a humo, vas a tener mal sabor de boca."

Con un gruñido ignoró la sugerencia y procedió a saciar su sed, tanto de pelea como de sangre. Sólo mató a uno de ellos, al que rompió el cuello por puro sadismo. Minerva se lamentó por aquel hecho mientras volvían con el resto, Minerbat aún incapaz de obedecer.

Sharp Eye abandonó su posición para dirigirse rápidamente con sus otros compañeros. Apenas había recibido un rasguño en el ala, todo lo más estropeándola una pluma. Tenía cientas.

Pudo ver a Minerbat se centraba en cazar a los perros y Mad Fire trataba de crear un ígneo muro que defendiera algo o alguien. Al volverse a la roca, encuentra a Nana y a Quaver heridas, abrazándose, y con signos de haber derramado lágrimas.
Algo hizo click en la cabeza de la pegaso. La realidad cayó sobre ella como una acre cascada empapando entera su ser. Se dio cuenta de lo que pasaba, de la situación. Y por primera vez en mucho tiempo, se siente desnuda y débil. Puede que fuera reservada, pero no era una psicópata sin corazón.

"Es todo mi culpa..." Musita, cayendo sobre sus patas. "Yo os llevé aquí. Me hicisteis caso por un trozo de metal, y ha pasado... esto. Podríais haber muerto, podría haberos perdido a todas vosotras. ¿Qué he hecho? ¿Por qué me seguisteis? Yo no soy una líder, no soy como Brand Ear, yo solo soy... una poni. No puedo hacerlo, no podemos hacerlo, ¿qué visteis en mí?" Grita.
Sin llegar a llorar, su rostro expresa gran aflicción por haber puesto en peligro las vidas de sus Familia como si fueran dispensables piezas de ajedrez por un capricho suyo.

Mad seguia centrándose en disparar a los perros. Observo como Nana y Quaver se ponían a cubierto, y vio como Minerbat se lanzaba hacia los perros sin compasión. Quiso ir ayudarla (puede que fuese despiadada, pero no creía que fuese inmune a la munición), cuando entonces notó como Sharp se desplomaba.

Ceso por unos momentos el fuego, bien era importante atacar a los perros, pero no iba a permitir que la persona que le había hecho tan feliz en los últimos momentos estuviese así. Se acerco a ella con decisión, intentando que ninguna bala le alcanzase y le toco el lomo para llamar su atención, para luego decir a través de sus gestos:

"Sharp, nosotros te seguimos porque confiabamos en ti, pero eso no quiere decir que te hagamos responsables de nada. Nosotros sabíamos que esto podía acarrear riesgos y, si bien es posible que el plan sea arriesgado, quedarte aquí no va a solucionar nada. Ahora quiero que cojas esa ballesta, mires hacia adelante y dispares a cuanto perro se interponga en nuestro camino. Todos confiamos en ti, yo confió en ti, así que no te vengas abajo, y consigamos esa batería"

Los ojos de Mad detonaban cierto cansancio, pero tenían una leve chispa de brillantez, mientras le mostraba su sonrisa cálida, expectante por la respuesta de la pegaso.

Mirando a Mad Fire, la pegaso pregunta con rota voz:
"¿Y cómo? Sin Minerva estoy sola, me superan en armas y número, me esperan y vendrán pronto enfurecidos refuerzos. Ni siquiera sabemos si hay algo ahí. Deberíamos escapar ahora que podemos. Vuestras vidas valen más que una pila."

Mad negó suavemente, mientras sonreía:

"Minerbat quizás no entienda a razones ahora, pero hay algo que si hará, atacar a esos perros. Y yo también voy a estar ahí cubriéndoos. Yo se que tu puedes Sharp, tu eres la única que ahora mismo puedes encontrar esas baterías"

Viendo que Quaver no cedía, Nana acabó por ceder, sonriendo, y quedarse a su lado. Una parte de ella se sentía mal por alejarla de la acción, pero otra se sentía segura con ella a su lado. Después de acariciarle el cuello, se centró en la herida de su compañera. "Es sólo un rasguño, podemos esperar a solucionar esto, luego sólo necesitarás una buena cura y quizá unas cuantas hiervas. ¿Te encuentras bien?" Se sonrojó un poco antes de continuar hablando. "Gracias por quedarte conmigo" dijo. Luego le dedicó una sonrisa y se incorporó, intentando que en su cara no se notara el notable esfuerzo que le requería levantarse sin ayuda. "Si te encuentras bien podemos intentar hacer algo. Aunque sea localizar al resto, para no perdernos. ¿Crees que puedes?"

Quaver Note sitió que el ánimo de Nana mejoraba tras su decisión de quedarse...

Pero sintió no solo que Minerva estaba descontrolándose, sino que Sharp Eye sucumbía bajo la presión.

La unicornio chasqueó la lengua. Deseaba poder estar en todos los sitios a la vez. Deseaba no estar sufriendo aquel fuego enemigo.

Deseaba ser fuerte y poder vencer a todos por el bien de su familia...

Pero no era así: su talento mágico era más bien discreto y aunque trataba de arreglarse con lo que había ido aprendiendo, no disponía de la fuerza necesaria como para sacar aquella situación adelante por la fuerza.

Pero había algo que si sabía hacer.

Quaver Note se parapeteó en un sitio donde el fuego de las ballestas no pudiese alcanzarla. Llevaba tiempo tratando de perfeccionar aquel conjuro desde que descubrió según el relato de uno de sus antiguos compañeros, que una de las princesas de Equestria lo había utilizado para poder alzar su voz sobre los demás. No estaba terminado, pero era ahora o nunca.

El cuerno de la unicornio empezó a brillar tenuemente hasta que una esfera de luz se formó en él; esfera que redirigió a su cuello y pareció dispersarse por sus cuerdas vocales.

Y entonces, la canción se alzó, amplificada como si de un megáfono se tratase: una canción que Quaver Note cantaba en las situaciones más difíciles, una melodía llena de emoción y que sus compañeros, sus amigos, su familia, conocían. Era toda una oda a no rendirse jamás pese a las adversidades que pudiesen estar afrontando. Era la canción que sus enemigos habían aprendido a temer.

Era la forma de la unicornio de llamar a su familia a no perder la esperanza. a trabajar juntos por el objetivo que se habían propuesto.

Nana miró a Quaver mientras cantaba y sintió aquel lazo que la unía a su familia. Tuvo el valor de buscar a los demás con la mirada y de pensar qué podría hacer ella. Vio a Sharp y Mad Fire hablar, vio a Minerva atacar a los perros.. y no vio a Pale Paper. Por un momento no supo qué pensar de aquello, pero su espíritu optimista se impuso, diciéndole que seguramente Pale estuviera buscando algún tipo de ayuda o alguna forma de llegar a la torre. Siguió mirando el terreno que se extendía ante ella. Los perros que no habían huido miraban entre asombrados y asqueados la masacre que Minerva estaba llevando a cabo. No había ni rastro de los demás, al menos en el suelo. En lo alto de la torre se veían las siluetas de lo que quizá fueran 4 o 5 perros. "¿Qué tenemos?" pensó. "No hemos traído armas y nuestra mejor luchadora está ocupada."
"Ojalá hubiera alguna forma de que Minerva dejase a esos perros y ayudase a Sharp en la torre", dijo en voz alta.

"¿Que debo hacer? ¿Que cerda debo hacer?" Me lo repetía en la cabeza como una voz de pena y desesperación. Todos entraron a aquel edificio lleno de humo toxico, hasta podrían estar muertos ya... Al momento de darme la vuelta escucho el canto de Note, era tan hermoso, ellos se arriesgan el pellejo dentro de ese infierno y yo de espectador en la distancia, al fin al cabo ellos me recibieron sin hacerme daño alguno...

Entro al edificio con la cabeza gacha para evitar inhalar aquel humo denso y oloroso de color negro. Si ellos buscan baterías, yo las buscaré, y después los intentare socorrer a los que pueda, aquellos perros pueden ser rápidos y no tardarían mucho en reagrupase. Debo ir de prisa.

Acción: Buscar por la primera planta aquellas baterías (Y lo que Paper considere útil en el proceso)

Sharp Eye asiente, aún muy insegura de sí misma, a lo que Mad Fire la gesticula. Entre el apoyo y el canto de Quaver, la pegaso recupera un poco de confianza, lo justo para moverse.
"No dejes que se apague la llama".
Posa su frente en su pecho antes de abrir las alas y emprender el vuelo. Siendo un blanco en movimiento, los tiradores apenas le rozan el plumaje y cola. En el camino ve a Pale Paper adentrarse en la torre. Podría ser peligroso adentrarse solitariamente, por eso su objetivo era otro. Minerbat.

En el breve recorrido, recuerda una simple fórmula: La velocidad impacta más que la masa. Todo lo rápido que sus alas le permiten, se abalanza en picado contra la poni vampiresa en un intento de que se olvide de los perros y de la caza. Esperaba que el golpe la hiciera entrar en razón.
"¡Minerva! Vuelve a tu ser, deja estas minucias, tu familia te necesita!" La grita, ella misma algo dolida del impacto. "No puedo hacerlo sola, tienes que ayudarme! Es ahora o nunca."

ACCION

Entre el canto de Quaver, y los renovados ánimos de Sharp, los ojos de Mad brillan con más intensidad que nunca. La melena de este parecía tener el efecto de movimiento, como si su propia crin estuviese en llamas aunque, obviamente, esto solo era una ilusión óptica proporcionada por el humo y el fuego que brotaba de su cuerno.

Lo que Mad si sabia era una cosa, y es que toda la energía que hubiese perdido antes, había vuelto de golpe gracias a ambos factores. Y eso significaba que esos perros iban a lamentar haber dañado a los miembros de su familia. Así pues, mientras observaba como Sharp se había ido a tranquilizar a Minerbat, como Quaver seguía entonando su melodía, a Nana cubierta y a salvo, y a Paper entrando en el edificio (a buscar las baterías, dedujo él), Mad hizo brillar de nuevo su cuerno, empezando a soltar hechizos ígneos a cualquier perro que tuviese intenciones hostiles.

La sonrisa de Minerbat hacía mucho que no era tan brillante... De manera metafórica, pues sus dientes estaban cubiertos de sangre de perro. Mientras volvía de nuevo con la "familia" se había encontrado a unos cuántos perros a los que gustosamente les había hecho un análisis de sangre para comprobar que ninguno tenía sangre de más en el cuerpo, porque todo el mundo sabe que eso no es sano. Dejando un reguero de cadáveres o de inconscientes perros, acabó llegando a donde estaban todos, o más bien, donde el pánico los dominaba a todos. La batponi enarcó una ceja, respirando rápidamente.

Allí no había perros. Sólo ponis...

Tiernos y deliciosos ponis.

Los colmillos de la criatura asomaron de nuevo, mientras un gutural gruñido emergía de lo más profundo de su ser. Hacía mucho que no probaba la sangre de poni...

"¡Minerbat, no! ¡No a ellos! ¡Intenta controlarte, por favor!"

"La sangre de poni... Es dulce... Y su carne sabrosa... ¿A cuál me comeré primero?"

Antes de que pudiera hacer nada, algo aterrizó sobre ella, tirándola al suelo. Confusa, se levantó, enseñando los dientes, los colmillos ensangrentados. La poni es de su "familia" y murmura algo de "volver a su ser" y "ayudarla". La batponi sonrió sádicamente.

-Vaya, vaya, vaya... Mira quién ha venido a ser mi postre... -se relamió los labios, acercándose a Sharp Eye como un depredador-. Ahora mismo soy completamente yo... Esto no es una "minucia", como tú dices... Has sido realmente valiente atacándome así, pero es una pena que nadie vaya a verlo. Y no te preocupes, no romperé ese cuello tan bonito que tienes.

Minerva, presa del pánico, hizo lo único que solía funcionar en aquellos casos: gritar. Gritar dentro de la cabeza de Minerbat, de manera ininterrumpida, hasta que esta acababa cediendo. Rápidamente Minerbat siseó como advertencia, cerrando los ojos ante el dolor punzante de su cabeza, lo que la hizo tambalearse hacia atrás, alejándose levemente de Sharp. Los gritos de Minerva eran como agujas clavándose en su cerebro, molesto, irritante, e incluso doloroso. Sin embargo consiguió lo que Minerva quería: desconcentrar a Minerbat.

"CÁLLATE."

"¡Escúchame, Minerbat! ¡Tienes que recapacitar! ¡Ellos son importantes!"

"Me da igual... Tengo hambre..."

"Escúchame. Dejaré de gritar si no le haces daño. Necesito que te controles un momento... Lo suficiente para saber qué está ocurriendo ahora y cuáles son los planes. Ha dicho que te requiere, eso significa que posiblemente tengas que matar a más perros, todos los que quieras. Por favor, recapacita..."

Minerbat sopesó momentáneamente. Por librarse de sus gritos, lo que fuera. Y si había perros de por medio con los que liberar su frustración y ansias asesinas... Pues no estaba tan mal.

"Está bien. Una sola queja y los mato a todos."

Minerbat se acercó a la aterrada Sharp Eye. Sin mirarla preguntó, desganada, qué ocurría. Al principio Sharp no respondió, como solía ser habitual... Siempre estaba demasiado asustada de su presencia. Y ahora que había cometido al menos una decena de asesinatos a su espalda... Aún más.