El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por Mishiro » 27 Feb 2015, 10:27

Me está gustando bastante. Un ritmo narrativo quizás un poco rápido, pero no lo veo mal. Tengo ganas de ver como llega y se desenvuelve Helios en Equestria. XD.

Por cierto, lo único que quizá está mal, el detalle del tiempo. Hace 800 años Luna estaba desterrada, por tanto cuando Leviatán atacó, Equestria no era "el reino que gobernábamos mi hermana y yo".
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 27 Feb 2015, 10:30

[quote="Mishiro";p=255803]Me está gustando bastante. Un ritmo narrativo quizás un poco rápido, pero no lo veo mal. Tengo ganas de ver como llega y se desenvuelve Helios en Equestria. XD.

Por cierto, lo único que quizá está mal, el detalle del tiempo. Hace 800 años Luna estaba desterrada, por tanto cuando Leviatán atacó, Equestria no era "el reino que gobernábamos mi hermana y yo".[/quote]

Es posible, pero tengo que hacer cálculos :twilight:
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por Nahyo » 27 Feb 2015, 13:58

Un capítulo muy interesante, me ha gustado mucho. Desde luego tengo curiosidad por ver a Helios en Equestria, aunque me hago una idea. Esperaré con ansias el siguiente capítulo, sigue así,

un saludo,

Nahyo.
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 27 Feb 2015, 14:15

[quote="Nahyo";p=255815]Un capítulo muy interesante, me ha gustado mucho. Desde luego tengo curiosidad por ver a Helios en Equestria, aunque me hago una idea. Esperaré con ansias el siguiente capítulo, sigue así,

un saludo,

Nahyo.[/quote]

Muchas gracias :)
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por horwaith » 27 Feb 2015, 23:24

Buen capitulo, a ver que sorpresas nos llevamos y me gusta la alusión a lo que era su padre, espero que continúes la historia y ver su desarrollo
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 27 Feb 2015, 23:27

[quote="horwaith";p=255883]Buen capitulo, a ver que sorpresas nos llevamos y me gusta la alusión a lo que era su padre, espero que continúes la historia y ver su desarrollo[/quote]

Tranquila, que la historia continua, pero es probable que tarde en avanzar, ahora quiero terminar la saga 2, el spinoff y empezar la saga 3

Pregunta, debería publicar el spin off y la saga 3 en temas nuevos?
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por Nahyo » 28 Feb 2015, 11:54

Yo no creo que debas publicarlos en temas nuevos. Al fin y al cabo es todo sobre la misma historia,

un saludo,

Nahyo.
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 12 Mar 2015, 10:07

Quería hacer un capítulo extenso para la tercera parte, pero lo mejor será dividirlo poco a poco y acabar creando unos capítulos extras para explicar la integración de Helios al mundo de Equestria. Sin más dilación, aquí os traigo el llamado capítulo 3.1
El retorno del príncipe: aluvión de memorias
Helios había decidido confiar en Celestia y dejar que le guiase hacia Equestria. Esa misma tarde cerró con llave la casa donde había vivido los últimos años de su vida, dejando atrás un sin número de recuerdos.
-Helios... ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres? -le preguntó Celestia para asegurarse. -Como ya te he dicho, no es seguro que puedas volver a este mundo una vez llegues a Equestria.

Helios dio un largo suspiro y miró a los ojos de Celestia, sus ojos lo decían todo, aunque de verdad quería que volviera a su hogar, ella sabía que Helios debía dejar atrás toda una vida en en mundo en el que actualmente se encontraban. Finalmente, Helios asintió.
-Si, vamos, no te preocupes.

Aceptando nuevamente la decisión de Helios, Celestia asintió para, acto seguido elevar el vuelo. Helios la seguiría de cerca mientras que ella le guiaba por la calle desde lo alto de los edificios, haciendo hasta lo imposible para evitar ser vista.

El paseó terminó en un callejón sin salida, lleno de basura y olor a podrido.
-Bueno, ya hemos llegado. ¿Ahora qué? -le preguntó Helios.
-Dame sólo unos minutos. -le respondió Celestia.

La princesa extendió su brazo hacia el muro a la vez que extendía sus alas poco a poco. Sus ojos se tornaron blancos y brillantes y, a la vez, un poco aterradores. Finalmente, del muro empezó a aparecer una especie de luz que comenzaba a girar sobre sí misma y a extenderse poco a poco por la pared hasta que, finalmente, un agujero se abrió. Éste agujero emitía una fuerte luz que obligó a Helios a taparse la cara, el joven había quedado sorprendido, empezaba a creer que la historia que le contaba Celestia era totalmente cierta.
- ¿Qué es eso? -preguntó anonadado.
-Es el portal que comunica éste mundo con Equestria. -le contestó Celestia.

Acto seguido, extendió su mano hacia Helios.
-Agárrate a mi. -le dijo. -Te prometo que no te soltaré.

Helios dudó durante unos segundos.
-Es un portal, no creo que sea tan dañino. -le replicó.
-Cierto... Lo siento, debo acostumbrarme a esto de ser madre de nuevo.
-No te preocupes. Vamos.

Celestia fue la primera en entrar, la luz se la había engullido casi de inmediato, sin dejar rastro de ella. Acto seguido, y tras coger aire, Helios se lanzó corriendo al portal.

Una vez dentro, pudo sentir como su cuerpo ardía y le dolía, era como si sus huesos se estuvieran rompiendo uno por uno, hasta sentía como si su espalda se estuviera fracturando en mil pedazos. Finalmente el dolor cesó, y lo primero que pudo ver Helios era a sí mismo tirado en el suelo, su visión estaba un poco borrosa tras el paso por el portal, pero por una extraña razón, sentia su cuerpo más ligero.
-Au... ¿Dónde estoy...? -decía frotándose la cabeza.
-Helios, ¿estás bien? -le preguntaba la voz de Celestia.
- ¿Celestia? ¿Dónde estás?

Poco a poco, la visión de Helios se fue aclarando, y lo primero que pudo ver fueron unos colores ondulando frente a su vista. Alzó la mirada hasta lo que parecía ser un sol dibujado sobre un fondo blanco.
- ¿Qué es esto? -preguntó Helios intentando tocar aquel sol.

Aquel dibujo se alejó un par de pasos de él, cosa que le impresionó.
-No deberías intentar tocar a tu madre en esos sitios. -le dijo nuevamente Celestia.
- ¿Qué?

Helios movió la cabeza hacia donde se escuchaba aquella voz. Finalmente su vista se aclaró del todo, y lo que vio le impresionó totalmente. Veía la figura de una majestuosa yegua blanca de crines coloridas y brillantes, y lo que parecía un enorme cuerno salirle de la cabeza.
- ¡¿Pero qué...?!

Impresionado, Helios se echó hacia atrás hasta que su espalda tocase el muro. Intentó levantarse, pero al incorporarse sus piernas le fallaban, provocando que cayera para, finalmente, intentar evitar la caída con sus manos. Un sonido flojo proceder de sus manos llamó de inmediato su atención, al bajar la vista pudo ver que no poseía manos, si no pezuñas de caballo.

Horrorizado, Helios buscó desesperadamente un espejo para verse. Al hallarlo, pudo verse reflejado, el corazón se le detuvo casi de inmediato, su cuerpo se había transformado por completo, su cuerpo se había vuelto algo fuerte y rechoncho, pero a la vez ligero, sus manos y piernas habían sido sustituidas por patas de caballo, y su cara igual.
- ¿Qué significa esto...?

Despacio, Celestia se le aproximó abriendo sus alas.
-Vaya... -decía impresionada. -Sabía que te volverías un Pony guapísimo, pero no imaginé que tanto.
-Éste... ¿Soy yo? -volvió a preguntar Helios sin creérselo.

Acto seguido, miró a su alrededor, aquella habitación en la que se encontraban estaba muy poco iluminada, pero se podían apreciar una vieja cuna con un móvil musical sobre ella, viejos y carcomidos muebles y algunos peluches roídos. Una avalancha de recuerdos bombardeó la cabeza de Helios, quien se llevó los cascos a la cabeza, tumbándose sobre el suelo.
- ¡¿Estás bien?! -le preguntó Celestia.
-Celestia... -decía Helios. - ¿Ésta era mi habitación?

Al oírle, Celestia asintió en silencio.
-De repente... Siento algo... Como... Si mis recuerdos más lejanos volvieran. -le decía Helios.

Pudo ver un viejo y roñoso oso de peluche acostado sobre la cuna, el cual tomó entre sus cascos, éste llevaba un collar con un panal de plástico al cuello a modo de collar, lo giró y pudo verle un nombre casi ilegible por el tiempo.
-Poncho... -fueron las palabras que salieron de los labios de Helios. -Es... ¡Poncho! Pero... ¿Cómo? ¿Cómo es posible que...?
-Yo le di ese nombre. -le dijo Celestia. -Era tu juguete favorito, no lo soltabas ni dormido, tenía que engañarte para poder limpiarlo y para darte algún baño. Lo agarrabas con mucha fuerza, en alguna ocasión tuve que coserlo.
-Yo... ¡Ah! Siento como si la cabeza me fuera a estallar. -quejaba Helios. -Estas paredes... Siento tantos recuerdos de golpe...

Celestia no supo que responderle.
-Tranquilo... Poco a poco encontraremos la forma de que te sientas bien aquí. -le decía. -De momento, volvamos a casa.
- ¿Volver...? ¿No estamos ya en casa? -preguntó Helios incrédulo.
-Este es nuestro antiguo hogar. El nuevo esta en Canterlot. -le respondía.
- ¿Canterlot? ¿Y cómo vamos a llegar?

Celestia sonrió ligeramente.
-Volando, por supuesto.
-No quiero desilusionarte Celestia, pero es imposible que...

Antes de que Helios pudiera terminar la frase, sintió como algo se movía sobre su espalda. Al principio quiso pensar que era una araña, a lo cual se sacudió un poco el hombro, pero al tocarlo, la sensación. Le recorrió por toda la espalda. Al mirar de que se trataba, otro susto se apoderó de él, pues lo que no esperaba ver eran dos alas blancas que brotaban de ella.
-Te dije que eras un pegaso. -le dijo Celestia. -Por lo tanto, deberías ser capaz de volar.

Helios no supo que responder, simplemente recogió a Poncho y siguió a Celestia hacia el exterior, subiendo por una ruinosa escalera llena de vegetación y polvo. Al llegar al final de la escalera, los primeros rayos de luz le dañaron un poco los ojos, pero rápidamente se recuperó. Pudo ver a su alrededor un castillo casi destartalado por el tiempo.
- ¿Qué ha pasado aquí?
-Muchas cosas que preferiría mantener en el pasado. -contestó Celestia.

En eso, extendió sus alas y empezó a elevarse, cosa que impresionó a Helios, Celestia parecía realmente un ángel cuando elevaba el vuelo. Pero sus patas comenzaron a temblar.
-Vamos Helios.
-Yo... No puedo.
-Claro que puedes, hasta los pegasos más pequeños son capaces de volar.
-Yo no... -volvió a decir Helios.
- ¿Ocurre algo, Helios?
-Yo... Le tengo miedo a las alturas.

Celestia se impresionó.
-De pequeño me subí en un muro de tres metros, me caí y me partí ambos brazos. -le contestó Helios. -Desde ese momento le tengo miedo a las alturas, y me duelen los brazos de sólo recordarlo.
-No tenía ni idea, cielo. -le decía Celestia. -No te preocupes.

En ese momento, Celestia se agachó, tendiendo su panza sobre el suelo.
-Sube, te llevaré.
- ¡¿Qué dices?! -le dijo Helios. - ¡No soy un bebé!
-Tu me cargaste cuando estaba herida, dos veces. -le respondió. -No te preocupes y ven.

Helios dudó durante unos segundo, y se acercó despacio a Celestia.
- ¿No te pesaré?
-No te preocupes. -le respondió Celestia. -Sube tranquilo.

Helios volvió a dudar, pero aceptó la invitación de Celestia. Con cuidado, se colocó sobre su lomo, inmediatamente Celestia se levantó y pudo notar como Helios la sujetaba fuerte en un abrazo en su cuello. La princesa estuvo un rato inmóvil sintiendo aquel abrazo, era como si la respiración se le cortara ante aquella sensación de ser abrazada por primera vez en años por su propio hijo.
-No tengas miedo... -le dijo. -Yo estoy contigo.
-Por favor, que sea rápido. -decía Helios temblando sobre el lomo de la soberana.

Casi de inmediato, Celestia remontó el vuelo mientras lo cargaba. Los rápidos movimientos de Celestia asustaron a Helios, quién se aferró más a ella.
-Helios, no debes de perderte esto.
- ¿Una altura digna de un pájaro? No gracias, prefiero esperar a que tomemos tierra. -le dijo.
- ¿En serio? Te perderás estas hermosas vistas.

El miedo de Helios era bastante fuerte, pero su curiosidad lo era aún más, así que, despacio, abrió sus ojos. Lo que vio le dejó sin palabras, aquel mundo que Celestia le presentaba era maravilloso, un aire puro y limpio, un enorme vergel que bañabas las colinas y montañas, arboladas repartidas a lo largo y ancho del paisaje, y un largo número de etcéteras.
-Esto... ¿Esto es Equestria? -preguntó anonadado.
-Así es, el mundo que te vio nacer. -le respondió la princesa.
- ¿Por qué no me habías dicho que era tan hermoso?
-No es algo que se pueda explicar, debes conocerlo con tus propios ojos.

Helios se dejó llevar por la maravilla sensación de libertad que Celestia le brindaba, tenía miedo, si, pero la sensación de la libertad que le ofrecía estar ahí en el aire era mayor, mucho mayor que el miedo a las alturas.
-Celestia, ¿me enseñarás a volar? -le preguntó.
-Por supuesto, solo debes de pedírmelo. -le respondió. -Y conozco a la Pony indicada para que te enseñe.
- ¿Enseñar?
-Se llama Rainbow Dash. Es la amiga de mi alumna, la princesa Twilight Sparkle.

De pronto, Helios pudo notar que sobre volaban un pequeño pueblo lleno de casas y locales, un poco rústico, pero muy agradable.
-Guau... -exclamaba. - ¿Esto es Canterlot?
-No, es Ponyville, hogar del reino de la Princesa Twilight.
- ¿Y dónde está Canterlot?
-Ahí.

Ambos se aproximaban a las montañas, Helios pudo apreciar una inmensa construcción sobre la ladera, parecía que el castillo colgaba de ella, junto con una ciudadela. Al sobrevolarla, los ciudadanos que se percataban de la presencia de la princesa saludaban, pero a la vez se preguntaban quien era el joven pegaso que Celestia cargaba sobre su lomo.

Al llegar al castillo, los guardias rápidamente fueron a dar la bienvenida a Celestia, incluida Luna, que salió casi corriendo de las puertas, también algún que otro mayordomo y criada. Celestia aterrizó suavemente y se agachó para que Helios pudiera bajarse de su lomo. Luna se aproximó a su hermana sin prestar especial atención al joven pegaso blanco.
- ¡Hermana, ¿se puede saber donde has estado?! -le preguntó Luna. - ¡Llevas casi medio día desaparecida!
-Si te lo contara, no me creerías. -le respondió Celestia.
- ¿Medio día? -se preguntó a sí mismo Helios.
-No es justo que me dejes todo el papeleo sin avisar, no puedes eludir tus responsabilidades.
-Está bien, Luna.

Luna dio un pequeño resoplido y se percató de la presencia del joven pegaso blanco.
- ¿Quién eres? -le preguntó. -La cosa es... Que me eres familiar...

Helios y Luna se estuvieron viendo el uno al otro, sus miradas eran dudosas.
-Espera... No... No puede ser... -decía Luna sorprendida.
-... ... ¿Tía Luna? -dijo Helios impresionado mientras se llevaba un casco a la cabeza, no era posible que realmente la recordase.

La joven princesa de la noche se llevó los cascos a la boca, sin poder salir de su asombro.
- ¿Helios...? Pe... ¿Pero como es...?
-Tranquila, hermanita. -le decía Celestia mientras acariciaba con una de sus alas las de su hermana. -Yo también me quedé igual al encontrarle.
- ¿Dónde has estado, Celestia?
-Donde tuve que abandonarle.
-Majestades, ¿quién es el joven? -preguntó uno de los mayordomos.
-Que modales los míos. -respondió Celestia.

La princesa le hizo una señal a Helios para que se acercase, este lo hizo despacio y pausado, portando a Poncho bajo su ala.
-Este es Helios Noble, mi hijo. -respondió Celestia con una sonrisa radiante.

Los sirvientes se impresionaron al oír esas ultimas palabras, nunca habían oído que realmente hubiera un heredero al trono de Canterlot, ni ellos, ni nadie en casi ochocientos años. Las doncellas más veteranas se acercaron curiosas a Helios, quien dio un par de pasos hacia atrás mientras era rodeado por el pequeño grupo, era observado minuciosamente.
-La verdad es que se le da un aire a la princesa. -contestó una de las doncellas. -Tienes los cascos muy firmes, y un pelaje brillante... ¿Realmente es su hijo, majestad?
-Por supuesto.

Una de las doncellas se percató de algo importante en los flancos de Helios, estaban lisos, carecía de una Cutie Mark.
- ¡¿Cómo es posible que un potro de su edad no tenga una Cutie Mark?! -dijo aquella doncella asombrada.

Esa noticia tomó de sorpresa a todos, incluida a Celestia.
- ¿Cutie... Mark? -preguntó Helios. - ¿Qué es eso?
-Joven, ¿de dónde viene usted? -preguntó uno de los mayordomos. - ¿Cómo es posible que a su edad no tenga una Cutie Mark?
-Pero... ¿qué es eso? -volvió a preguntar Helios.
- ¡Señores! -declaró Celestia dando un ligero golpe con el casco en el suelo. -No le atosiguen, es normal que no tenga una Cutie Mark, los últimos años de su vida los ha pasado en un mundo donde no existían.

Los criados se quedaron asombrados ante las palabras de Celestia.
-Debe de estar cansado, Venus, prepárale un baño y una habitación, por favor. -le pidió Celestia.
-Por supuesto, majestad. -contestó una de las criadas más joven.
-White Gloves, dígale al cocinero que prepare una cena digna de un príncipe.
-Delo por hecho, princesa. -contestó el mayordomo más veterano.

Venus, le pidió a Helios que le acompañase al baño real, al llegar, el joven pegaso quedó maravillado, el baño desprendía calor y vapor nada mas entrar, el brillo del mármol blanco y las fuentes de oro daban clase y elegancia, y al final de la sala una enorme bañera de agua caliente.
- ¡Santo cielo...! -exclamaba Helios.
-Su alteza, acompáñeme, por favor. -le decía Venus.

Le guió hasta la bañera, donde Helios se metió despacio, dejando que su cuerpo se acostumbrase a la temperatura del agua. Cuando se metió hasta el cuello soltó un suspiro relajante.
-Que maravilla...

De pronto, sintió algo frío en su espalda y a la vez viscoso.
- ¡¿Pero qué...!?
- ¡Oh! Le pido disculpas. -le suplicó Venus. -Pensaba enjabonarle ahora. -decía mientras que, con su magia, elevaba un cepillo de baño.
-Puedo hacerlo yo solo, gracias. -dijo Helios tratando de tomar el cepillo.

Intentó tomarlo con los cascos, pero no podía agarrarlo, así que decidió tomarlo con los dientes. Luego, intentó estirarse para alcanzarse la espalda. Desistió mientras escuchaba la tímida risa de Venus.
-No puedo...
-Permítame, majestad.

Venus volvió a tomar con su magia el cepillo de baño, comenzando a frotarlo con sumo cuidado sobre el lomo de Helios, frotando con cuidado entre sus alas.
-Es normal que no pueda alcanzar su propia espalda si intenta coger el cepillo con la boca. ¿Porqué no usa los cascos para cogerlo?. -le decía Venus.
-Por que es imposible, ¿cómo se supone que debo agarrar algo sin dedos? -respondió Helios.
- ¿Dedos? -preguntó asombrada Venus.
-Da igual, olvídalo.

Helios suspiró mientras se dejaba enjabonar la espalda.
-Venus, ¿no? -le decía Helios. - ¿Puedo preguntarte algo?
-Por supuesto.
- ¿Qué es una Cutie Mark?

A Venus le pilló aquella pregunta por sorpresa, realmente no se había planteado jamás esa cuestión, ¿cómo explicar eso a un Pony adulto?
-Bueno... En la escuela me explicaron que representan el talento especial de cada Pony.
- ¿Talento? Es decir, ¿representan habilidades?
-Podría decirse que si. En mi caso, mi Cutie Mark es un llavero, eso dice de mi que soy una buena ama de llaves. -le explicaba Venus.
- ¿Y los que lo no lo tienen?
-Los que no lo tienen suelen ser los potrillos jóvenes, desde recién nacidos hasta mas o menos los ocho años. -le seguía explicando. -No recuerdo haber visto jamás un caso como el tuyo... Un Pony pegaso hecho y derecho como tu sin una a tu edad es poco común.
-Vamos, que soy el raro.
- ¡Oh, disculpe! No era mi intención decirlo de ese modo.
-No te preocupes.

Tras enjabonarlo, Venus le pasó algo de agua por encima encima, quitándole el jabón de encima.
-Espero que esté relajado.
-Si, gracias Venus.

De pronto escucharon unos pasos acercándose a ellos, se trataba de White Gloves, el mayordomo de antes.
-Lamento molestarle, señorito. -le decía. -Su alteza quiere que les acompañe a la cena en su honor.
- ¿En mi honor?
-Si tiene la amabilidad de acompañarme, yo mismo le guiaré hacia el comedor.
-Gracias... White Gloves, ¿no?
-Así es, para servirle a usted y a la familia real.
-Claro... Gracias.
-Acompáñeme, por favor.

Helios siguió al mayordomo hasta el comedor, era un salón enorme, apenas podía creerse el espacio que había en aquella sala, velas, lámparas de telaraña, unos ventanales enormes en donde podía verse el Reino entero... Todo ello llamó la atención del joven pegaso blanco, que intentó asomarse por el ventanal.
-Vaya...
- ¿Helios?

Al oír su nombre, se giró casi de inmediato, pudo ver a Celestia y a su hermana Luna aproximándose a él.
-Veo que disfrutas de las vistas que te puede ofrecer el mundo. -le dijo Celestia.
- ¿Cómo no disfrutar de estas vistas? -le respondió. -Ese cielo estrellado, esa luna grande y brillante...

Luna se sonrojó un poco al escuchar aquellas palabras de su sobrino.
-Ojalá llegue pronto el día en el que pueda experimentar por mi mismo este mundo.
-A partir de mañana así será. -le dijo Celestia. -Serás presentado al reino como el heredero al trono oficial.
- ¿Presentado?
-No todos los días un príncipe vuelve del exilio. -le respondió. -Vamos a cenar, hijo.

Los tres cenaban mientras Luna le hacia preguntas sobre el mundo del que venía Helios, las dudas iban surgiendo, a las preguntas se unieron algunas de las doncellas y de los mayordomos más jóvenes, era cierto que, no todos los días, aparecía un hijo de la nada. Al acabar la cena, Celestia acompañó personalmente a Helios a los aposentos que le habían preparado, era una habitación enorme, pero prácticamente vacía, una enorme cama se encontraba contra la pared, que daba frente a un enorme ventanal por el cual podría verse la luna y las montañas.
-A parir de esta noche esta será tu habitación. -le dijo Celestia.
-Es un poco desolador encontrar una habitación tan grande y tan vacía. -le respondió Helios. -Me encontraba mas a gusto en mi vieja casa.
-Helios...

Antes de que el joven pudiera responder, pudo notar como Celestia recargaba su cuello sobre su lomo.
- ¿Celestia...?
-Mamá, por favor...
-Oh... Esta bien... ¿Mamá, qué haces?
-Darte un abrazo de buenas noches.

Helios no supo que responder.
-Por cierto, Poncho esta en tu cama... Que duermas bien.
-Buenas noches.

Celestia se dirigió a su habitación, deshaciéndose de los adornos que llenaban su cuerpo, collar, herraduras, y corona, para acostarse poco a poco sobre su cama, estaba feliz, feliz de que su hijo hubiera vuelto a casa. El sueño la fue venciendo poco a poco a medida que se acomodaba, hasta que, finalmente, quedó dormida.

Aquella noche, Celestia no tuvo un sueño agradable, lo que vio en el la aterró: Equestria en llamas y en lluvia, en un claro yacía el cuerpo de un joven pegaso mientras una enorme y oscura sombra se cernía sobre él entre risas maquiavélicas, parecían que se burlaban del joven pegaso o de la propia celestial. Cuando la hilarante sombra devoró al pegaso, Celestia se levantó de inmediato y corrió por el pasillo a toda prisa hacia la habitación de Helios.

Antes de poder llegar, Luna la detuvo, empujando con fuerza a su hermana.
- ¡Hermana, tranquilízate!
- ¡Helios, necesito verlo, saber si está bien! -decía Celestia desesperada.
- ¡Celestia, él está bien!
- ¡Aparta, Luna, por favor!

Luna consiguió frenar a su hermana y obligarla a sentarse.
-Celestia... He visto tu sueño...

La princesa del sol alzó su lacrimógena mirada hacia Luna, estaba empezando a temblar, sus alas parecían hojas mecidas al viento.
-Entonces... Sabes por qué tengo tanto miedo, ¿verdad?

Luna sintió.
-Leviatán.
-Si de verdad piensa cumplir su amenaza de hace ochocientos años, no puedo permitir que Helios esté solo.
-No es un bebé, hermana. -le dijo Luna. –Si, según dices, ha vivido prácticamente solo durante los veinte años que estuvo en aquel mundo, creo que sabrá cuidarse por sí mismo.

Celestia, tomó aire para tratar de tranquilizarse.
-Si te sirve de ayuda, ordenaré a un pequeño escuadrón de Bat-Ponys a que le vigilen durante la noche. No entrará ni saldrá nadie de su habitación sin que pasen por encima de ellos primero.
- ¿Harías eso por mi? -le preguntó Celestia a su hermana.
-Por ti... Y, por supuesto, por Helios, mi sobrino.
-Muchas gracias, gracias Luna... -decía Celestia mientras la abrazaba sin parar de llorar sobre el lomo de su hermana.

Celestia, quien casi siempre se mostraba firme y segura, ahora estaba asustada de verdad, su llano fue calmado bajo las alas de su hermana pequeña mientras le acariciaba el lomo, estaba impresionada, nunca la había visto así de derrotada.
-Vete a dormir, hermana... Mañana será un día nuevo, la presentación de tu hijo al público.
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 14 Mar 2015, 01:21

Que raro que aún nadie haya mencionado nada aqui o.o
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 21 Mar 2015, 01:58

El retorno del príncipe: distorsión espacio temporal


A la mañana siguiente comenzó a haber un gran bullicio en palacio, la guardia real andaba por las calles de Canterlot, reuniendo a la población bajo el llamado de las trompetas para hacer una especie de anuncio. Por otro lados, las doncellas y los mayordomos preparaban la decoración en la gran sala de baile, preparando el catering entre diversas mesas, y los diferentes tronos de las princesas.

Esa misma mañana, Twilight y las demás se acercaban a primera hora por orden de la princesa Celestia, cosa que les llamaba la atención, pues en el comunicado no había escrito el motivo del por qué necesitaban su presencia.
- ¿No es un poco raro que la princesa nos haya hecho llamar sin decirnos el por que? -preguntó Rainbow.
- ¡Oh, tal vez sea para dar una fiesta importante! -exclamaba Pinkie.
-Celestia nunca nos haría llamar si no es para nada importante, pero... Cierto es que es un poco raro que no haya dado el motivo. -respondía Twilight dubitativa.
-Por favor, chicas, no hay que cuestionar la razón por la que se nos llame. -decía Rarity. -Solo mirad la decoración, debe de ser importante.
- ¿Pero... Qué se celebra hoy? -preguntó Applejack. -No es el día del Summer's Sun, ni siquiera es otra celebración importante. Y no creo que se trate de una boda real.
-Oh... Vaya... Y yo no estoy preparada. -terminaba Fluttershy agazapándose ligeramente.
-Sea lo que sea, deberíamos ir a cambiarnos para la ocasión. -decía Rarity con cierto brillo en sus ojos. - ¡Vamos, tengo los vestidos justos para la ocasión!
-Pero... Si ni siquiera sabemos que tipo de ocasión es. -le dijo Fluttershy.

Sin perder mucho el tiempo, Rarity llevó a las chicas a alguna de las habitaciones vacías del palacio, pero algo les llamó la atención, un pasillo estaba vigilado por un par de guardias, estos parecían no dejar pasar a nadie.

Dejando aquello de un lado, Rarity comenzó a vestirlas una a una, los vestidos para la ocasión eran algo mas sueltos, pero no tanto, se adaptaban adecuadamente a la forma de cada una, notándose las curvas de su cuerpo.
-Vaya Rarity, te has superado, ¿cómo se te ha ocurrido la idea? -le preguntó Pinkie.

Rarity pensó por un momento con el entrecejo fruncido.
-Pues... Ahora que lo mencionas, no sé. -respondió. -Anoche me vino a la mente este diseño tan simple pero, a la vez, elegante.
- ¿Así de simple? -le preguntó Applejack. -No sé si eres visionaria o un genio.
-Prefiero ser llamada innovadora. -le respondió Rarity.
-Sea como fuera, vamos, nos deben de estar esperando. -decía Rainbow.

Las chicas comenzaron a andar hacia la sala de baile, pero, al pasar de nuevo por aquel pasillo, y ver la puerta entreabierta, la curiosidad llamó a Rarity.
- ¿Por qué estará esa habitación tan vigilada?

Sin poder hacer nada, volvió junto a las chicas, dirección a la sala.

En aquella habitación tan vigilada se hallaba Helios, estaba nervioso mirando por la ventana mientras suspiraba, apoyando un casco sobre ella. Llevaba puesto una especie de chaqueta azul con hombreras de cordones dorados, dos cintas blancas que hacia cruz sobre su pecho y un par de botas negras en sus cascos traseros.
-Quiero salir ahí fuera... Quiero experimentar este mundo. -decía mirando a través del cristal.
-A partir de hoy podrás hacerlo.

Al escuchar aquella voz, Helios se giró rápidamente, pudo ver a Celestia que se le acercaba despacio, firme y sonriente, dejando ver solo un ojo bajo su ondulante y espesa crin.
-Celes... Digo, mamá...
- ¿Nervioso?
-Nervioso es quedarse corto... Estoy aterrado. -le respondió Helios. -Voy a ser el raro en medio de un mar de Ponys.
-No digas tonterías. -le dijo Celestia. -No eres raro, eres mi príncipe.

Helios le sonrió y alzó su vista a Celestia, para su asombro, pudo ver que su cara estaba manchada de restos de lagrimas, apenas visible.
-Cele... Mamá, ¿te pasa algo? -le preguntó.
-En absoluto, ¿por qué?
-Tienes... La cara como si hubieras llorado.

Asombrada, Celestia se frotó ligeramente la cara para borrar los restos de sus lagrimas.
-No es nada. -le dijo. -Vamos, no debemos hacer esperar a nuestros invitados.
-Claro... Vamos.

De vuelta al salón de baile, la flor y nata del reino se haya han en él, la princesa Luna ya ocupaba su puesto, saludando a los invitados junto a la princesa Cadence.
-Luna, ¿podrías explicarme por qué Celestia ha hecho llamar a los Ponys más importantes del reino? -le preguntó Cadence.
-Podría, pero eso arruinaría la sorpresa. -le respondió Luna con una sonrisa dibujada.
-No seas mala, Luna, dímelo, por favor.
-De verdad que no puedo, Celestia me castigaría si lo dijera.

Twilight se acercó a ellas como princesa, tomando también su lugar entre Luna y Cadence.
-Encantada, Luna. -saludaba Twillight.
-Princesa Twilight, es un placer verte.
-Veo que la princesa Celestia volvió a tiempo. -le decía. -Me preocupaba que no apareciera.
-Han ocurrido una serie de cosas recientemente. -contestó Luna.
- ¿Cómo cuales?

En ese momento las trompetas anunciaron la llegada de Celestia, quien apareció tras las cortinas de terciopelo que colgaban tras los cuatro tronos que representaban a cada princesa. Las demás princesas se acercaron a ella.
-Princesa, me alegra verte. -le decía Twilight.
-Es un placer verte, mi querida alumna. -le respondía Celestia. -Hoy es un día importante, y me alegra veros a todas aquí.

Mientras tanto, Helios se encontraba aún tras cortinas, estaba nervioso, el corazón le latía a mil por hora, y su respiración era pesada y entrecortada.
-Madre mía... Esto no me gusta... Yo no soy un príncipe... No sé como comportarme ante ellos...

De pronto, Celestia dio un ligero golpe en el suelo con sus cascos, llamando la atención de todos. Todos los nobles giraron su vista hacia las princesas, Celestia se mostraba entusiasmada y con ganas de dar la noticia.
-Queridos súbditos, la noticia que tengo que daros se remonta a hace ochocientos años. -decía la princesa. -En su momento, di a luz a un potro, pero por razones de peso tuve que abandonarlo en otro mundo.

Twilight estaba sorprendida ante las palabras de su maestra.
-Ayer, aquel pequeño potro volvió a este mundo siendo un Pony hecho y derecho. -continuaba. -Para mi han sido ochocientos años, pero para él han sido solo 20 escasos años. Hoy os quiero presentar al heredero al trono de Equestria, que ocupará mi lugar cuando llegue el momento indicado.

Las cortinas empezaron a destapar la parte de atrás de los tronos, dejando ver a Helios poco a poco, estaba petrificado.
-Os presento a Helios Noble, el príncipe de Equestria. -decía Celestia con orgullo.

Helios permanecía inmóvil, mirando a todos mientras su respiración era entrecortada y nerviosa. Los nobles estaban sorprendidos, pero a la vez hablaban entre ellos por esa inesperada sorpresa, incluso a Twilight, de que no tenía constancia.

A Rarity, se le hizo familiar al verle, pero, ¿dónde lo había visto?

Celestia le pidió que se acercara a ella extendiendo una de sus alas. Despacio se fue acercando a ellos, lo único que empezó a sonar en la sala en ese momento fueron los cascos de Helios, sonaban como unas castañuelas a ritmo constante. Una vez se colocó al lado de Celestia, Twilight le veía asombrada, se había quedado sin palabras, ¿por qué su maestra le había ocultado esto durante toda su vida?

La respiración de Helios parecía más agitada mientras miraba a todos lados, en ese instante, Celestia le dio un leve toque en el costado con su ala.
-Puedes hacerlo. -le susurraba.

Helios intentó tomar aire, pero el pánico empezaba a apoderarse de él, las patas le temblaban, y el corazón parecía que le iba a estallar de un momento a otro. Al intentar hablar, era como si se hubiera quedado mudo.
- ¿Helios? -le decía Celestia.

Derrotado, Helios miró a Celestia, estaba aterrado.
-No puedo...

Dicho esto, empezó a correr hacia la salida más cercana corriendo a través de los invitados. Celestia estaba impresionada, no esperaba eso realmente. Los invitados comenzaban a hablar a espaldas de Helios mientras este seguía corriendo.
-Vaya un príncipe tan maleducado. -decía uno de los invitados.
- ¿Os habéis fijado en su flanco? No tiene Cutie Mark. -decía otra invitada.
- ¡Qué vergüenza! Mira que dejar a su madre así, delante de todos los invitados...

Escuchando cada comentario, Celestia se enervó, tensaba las alas con fuerza bajo la mirada de su hermana Luna. Finalmente, estalló.
- ¡Silencio! -decía alzando la voz. - ¡¿Quienes os habéis creído que sois para hablar de él así a sus espaldas?!

Los invitados callaron de inmediato al oír la voz de Celestia.
-No tenéis ni idea de lo que hemos pasado los dos para que éste día llegara, y en lugar de calmarlo, le menospreciáis... Como madre, debería echaros de inmediato de palacio, pero como princesa, solo puedo ofreceros un tentempié. Así que adelante. -decía Celestia con cierto desprecio hacia sus invitados.

Twilight se acercó a sus amigas tras el reproche de Celestia.
-Chicas, deberíamos ir a buscarle. -decía Twilight.
- ¿Estás segura? -preguntó Fluttershy. -Parecía muy asustado, entiendo como se siente.
-No seas tonta, ¡lo que necesita son abrazos! -comentaba Pinkie. - ¡Los abrazos son divertidos!
-Lo que tu digas... -comentó Rainbow.

Mientras tanto, Helios corrió y corrió hasta llegar a los jardines de palacio, una vez ahí, intentó quitarse toda la vestimenta principesca que le habían puesto, se sentía asfixiado bajo toda ella. En cuanto se quitó la casaca, comenzó a tomar largas y grandes bocanadas de aire, intentando salir de la ansiedad, a la vez que batía sus alas para refrescarse.
- ¿De verdad esperaba Celestia que lo hiciera? -se decía a sí mismo. - ¡Es imposible! Ella puede decir lo que quiera, pero no soy un príncipe, no puedo ser el príncipe que ella espera que sea.
- ¡Ahí esta, chicas!

Al oír aquel grito Helios se giró, pudo ver a un grupo colorido de seis Ponys correr hacia él. Aterrado por la situación, el joven príncipe volvió a correr hacia los límites del jardín.
- ¡Espera, por favor! -gritaba Twilight.
- ¡No pienso volver ahí! -respondía Helios.
- ¡Este Pony lucha como un gato panza arriba! -comentaba Applejack.
- ¡Espera! -le gritaba Rainbow.

Al llegar a los límites del jardín Helios se detuvo en seco. Los límites daban a una amplia muralla, los jardines estaban construidos sobre ella. Sintiéndose acorralado, Helios intentó batir sus alas y salir volando, pero al hacerlo, y al no saber volar, se precipitó como una piedra al vacío.
- ¡¿Qué hace?! -decía Rainbow Dash volando tras él.

Con más ganas, Helios batía sus alas, rogando que le elevasen. De golpe y porrazo algo le sujeto y le elevó de nuevo, al alzar la vista, pudo ver a una joven pegaso cerúlea con las crines multicolores, la sensación de la velocidad era asombrosa, impactante, eso mismo quería él.

Al poco rato, Rainbow le dejó en el suelo con algo de brusquedad, siendo rodeado por el resto de las chicas.
- ¡Dejadme! -decía Helios. - ¡No quiero volver ahí!
- ¿Por qué no? -preguntó Twilight. -Celestia... Digo... Tu madre ha organizado todo esto por ti, eres el príncipe de Equestria.
- ¡No soy nada de eso! -replicó Helios. - ¡No soy un príncipe!

Rarity lo seguía viendo extrañada, como si lo conociera.
- ¿Helios? -dijo ante el asombro de las chicas. - ¿Helios, eres tu?

Al oír su nombre, Helios dirigió la mirada a Rarity.
- ¿Quién eres? -le preguntó.
-Soy yo, Rarity, nos conocimos el otro día cuando... -Rarity paró de forma inmediata. -Cuando me ayudaste... ¿Con qué?

A Helios parecía sorprenderle el nombre de Rarity, él conoció a una chica con ese mismo nombre, pero, ¿por qué aquella Pony tenía ese mismo nombre?
- ¿De verdad le conoces? -le preguntó Fluttershy. -Pero... Si no lo hemos visto antes.
-Recuerdo que Rarity me habló de él el otro día. -intervino Pinkie. - ¿Eh? Espera... ¿Cuándo me habló de él?
- ¿Estáis bien? -preguntó Applejack. - ¿Estáis seguras de que no tenéis fiebre?

Helios se levantó y se intentó marchar aprovechando la distracción.
- ¡Espera! -le dijo Twilight. -Helios, deberías de volver.
-Dame una razón de peso por la cual debería volver. -le preguntó Helios.
- ¿Una razón? Vale, por Celestia. -le respondió la joven princesa.
-No la metas en esto. -le recriminó Helios. - ¡No tienes ningún derecho a meterla en este asunto!
- ¡Oye! Baja el tono un poco. -le decía Rainbow. -Te acabamos de salvar de caer al vacío. Que por cierto, vaya vergüenza de pegaso, que ni siquiera sabe volar.
-No siempre fui un pegaso. -le respondió.

Aquella respuesta sorprendió a las seis.
- ¿Perdón? -comentó Rainbow.

En ese momento, Celestia apareció aterrizando tras las chicas, parecía agotada, ¿estaría buscando a Helios?
-Por fin te he encontrado. -dijo Celestia.
-Princesa Celestia... -comentó Twilight al ver a su maestra.

Ella se acercó al pequeño grupo de Ponys, sin perder de vista a Helios.
-Helios, yo... Siento haberte metido en esta situación...
-No es tu culpa, Celes... Digo, mamá. -le respondió Helios. -La realeza no es para mi.
-Hijo, no digas tonterías... Tu eres tan de la realeza como tu tía, o como yo.
-Pero este no es mi lugar. -le dijo nuevamente el joven príncipe. -No soy un noble, aunque mi sangre diga lo contrario. Mi vida está en el otro mundo.
-Lo entiendo hijo. -le respondió Celestia. -Y lamento haberte sacado tan de repente de él.
-Princesa Celestia, ¿qué pasa exactamente? -le preguntó Applejack.

Celestia miró con preocupación a las jóvenes Ponys para, luego, soltar un prolongado suspiro.
-Veréis, hace ochocientos años, tuve que exiliar a Helios a otro mundo para protegerlo.
- ¿Protegerlo? -preguntó Fluttershy.
-En aquel momento solo tenía un mes. Fue muy duro para mi tener que abandonarle.
-Pero eso no responde a nuestra pregunta. -Le reclamó Twilight. - ¿Por qué tuvo que exiliarlo?

Celestia volvió a guardar silencio durante unos segundos.
-Por que amenazaron con matarle.

Las chicas callaron de golpe, no esperaban esa respuesta.
-Los detalles a esa historia los contaré a su debido tiempo. -volvió a decir Celestia. -Por el momento, Helios, por favor...
-Por favor, ¿qué?
-Volvamos adentro, que esos Ponys hayan sido unos maleducados contigo, no significa que tu debas serlo. -le respondió Celestia. -Hay que tener un poco de clase para estas situaciones.

Celestia extendió su ala, invitando a Helios a pasar bajo esta, pero el príncipe dudó durante unos segundos.
-Volveré a ponerme nervioso. -le dijo.
-Estaré a tu lado como hasta ahora, te lo prometo. -le respondió Celestia.
-Voy a estropearlo todo.
-No vas a estropear nada, hijo. Te ayudaré a integrarte, de verdad.
- ¿Vas a cambiarme?

Esa pregunta impactó un poco a Celestia.
- ¿Vas a cambiar lo que soy para que sea el hijo que siempre quisiste?
- ¡¿Qué tontería es esa?! -le preguntó Celestia. - ¡Eres el hijo que siempre quise, amable, bondadoso, desinteresado y, lo admito, un poco tonto!

Helios se puso firme ante los gritos de Celestia.
- ¡No te voy a cambiar, no quiero que cambies! -le decía. - ¡Así que no vuelvas a repetir eso jamás! ¿Entendido?

Helios asintió y Celestia volvió a extender su ala.
-Por favor, ¿vendrás conmigo?
-...Está bien
-Gracias hijo.

Helios y Celestia comenzaron a caminar hacia el interior, pero Rarity seguía mirando extrañada a Helios, ¿por qué le recordaba si no lo había visto antes? Helios también la miraba, ¿por qué aquella Pony se parecía tanto a aquella Rarity que conoció en el otro mundo?
-Rarity, ¿de verdad has visto a ese Pony antes? -le preguntó Rainbow con gran interés.
-Si... Pero... ¿Por qué? No le había visto antes. -le respondía Rarity. -Pero... Le conozco de algo.
- ¿De qué es ese algo? -le preguntó Twilight.
-Creo... Que fue... ¿Un asalto? -decía sorprendía. -Pero... No recuerdo haber sido asaltada. También recuerdo que le invité a un café, pero no...
-No lo recuerdas exactamente, ¿verdad? -le preguntó Rainbow.
- ¡Exacto!
- ¿No os parece sospechoso todo esto? -preguntó Rainbow desconfiada. -No sabíamos de la existencia de ese tal Helios, que dice ser el hijo de Celestia, y de pronto aparece de la nada.
-Celestia no mentiría con este tipo de cosas. -declaró Twilight. - ¿Por qué desconfías?
- ¿Por qué Rarity es la única que le recuerda?
-Yo recuerdo que ella me habló de Helios. -respondía Pinkie a la cerúlea pegaso.
-Si... Lo que tu digas...
-No es propio de ti desconfiar en la princesa, Rainbow Dash. -le dijo Applejack.
-Por que no desconfío de la princesa. -respondió. -Desconfío de su supuesto hijo, Helios.
-Puede que tenga razón. -le dijo Twilight. -Hablaré con Celestia cuando tengamos la oportunidad, pero...
- ¿Pero? -le preguntó Fluttershy.
-Cuando Celestia gritó en el salón, y cuando le gritó a Helios hace un momento... Son cosas que realmente tendría una madre, ¿de verdad pensáis que Helios, de alguna manera, puede manipular recuerdos?

Ninguna supo que responder.
-Le tendremos vigilado, si así estáis más tranquilas. -dijo Twilight rompiendo el silencio.
-Me parece bien. -comentó Rainbow.

Mientras tanto, en lo mas profundo del océano de Equestria, un extraño orbe empezaba a centellear en el oscuro abismo marino, iluminando una oscura cueva submarina y unas escapas negras verdosas, de los cuales, brillaban unos enormes ojos anaranjados.
-Veo que tienes noticias para mi... -comentaba Leviatán.
-Mi señor... -decía la voz de aquel orbe.
-Cuéntame, ¿que ha pasado?
-Tengo un informe que, seguramente, le entusiasmará.
-Cualquier noticia es buena para mi. -le respondía la enorme criatura. -Llevo casi un siglo escondido aquí abajo alimentándome de peces abisales y megalodones.
-Entonces, maestro, estoy seguro que esta noticia le encantará. -comentó la voz del orbe. -Ha vuelto.

Ese comentario, impresionó al Leviatán.
- ¿Qué ha vuelto? ¿Él ha vuelto?
-Así es, el mismísimo heredero al trono de Equestria, Helios Noble.

Los ojos del Leviatán brillaron de interés.
-Qué deleite para mis viejos oídos... Empezaba a preocuparme el tener que comerme mi amenaza... Esto va a ser divertido...
-Mi señor, si usted lo desea, podría matarle yo mismo.
-Ni se te ocurra. -le respondió. -Ese placer solo debe ser mío.
-Pero aún necesita al menos cuatro días para estar totalmente recuperado, yo podría...
- ¿Cuestionas mis ordenes? -le dijo. - ¡¿Me desafías a mi, quien podría destruirte con solo mi hálito?
-...No, mi señor.
-Muy bien... Mantenme informado, y mantén vigilado a Helios... Que no le pase nada, solo yo puedo hacerle el daño que deseo a Celestia...
-Como ordene.

El orbe desapareció frente de Leviatán y, casi de inmediato, comenzó a reír. El eco de su risilla podía oírse por la cueva abismal.
-Oh, Celestia... Ya has cometido dos errores... El primero fue detenerme en mi intento de destruir Equestria... Y ahora... Traer de vuelta a tu hijo... Disfrutare arrancándole la cabeza de un mordisco ante tus ojos mientras el viento aúlle y el trueno retumba... Esto será una carnicería.

Mientras tanto, en casa de Rarity, en Ponyville, la nombrada seguía pensando si de verdad serian unos recuerdos de mentira impuestos por Helios, o de verdad eran suyos.
- ¿Por qué? -se preguntaba la unicornio. -No recuerdo haber sufrido un asalto últimamente, pero... De verdad que lo recuerdo. Recuerdo hasta el aroma de un café... ¿Qué pasa?

Al recordar la imagen de Helios, pudo notar como se ruborizaba, sus mejillas se habían iluminado casi por completo.
- ¿Qué es esto? Me late fuerte el corazón. -se decía. -No... No puede ser... ¿Me gusta Helios?
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 14 Abr 2015, 01:27

He tenido dificultades técnicas a la hora de escribir este capítulos (se me borró por completo del iPad y tuve que hacerlo desde el principio), pero espero que os guste tanto como los demás. :(

El retorno del príncipe: Batir de alas entre diamantes


Rainbow había acudió a la llamada que le había hecho Celestia, le había pedido que viniera para enseñar a Helios a volar, y no tener que depender que si ella estuviera o no.

Helios se encontraba algo inseguro en sus aposentos, las alas le temblaban ligeramente mientras pensaba en la altura que debería de tomar, y el recuerdo de cuando sus brazos se fracturaron de pequeño.
-No sé si podré hacerlo... -se decía.

En ese momento, oyó que tocaban a la puerta de la habitación.
- ¿Quién es?
-Soy Venus, majestad. -le respondían. -Su alteza, la princesa Celestia, pide que venga a la sala del trono, la acompañará hasta los jardines de palacio.
-Celestia... Puedo ir solo... -dijo en voz baja.
- ¿Decía algo, majestad? -preguntó Venus.
- ¡N-nada, nada! Que ahora mismo voy.

Tras salir de la habitación, Helios dejó que Venus la acompañara por los pasillos de palacio hacia la sala del trono. Durante el camino, podía ver a los guardias cambiar sus turnos, e incluso permanecían inmóviles mientras vigilaban, como buenos soldados de la guardia real.
-Aún me cuesta acostumbrarme a esto. -decía Helios.
-No diga eso, majestad. -le decía Venus. -Es un Pony afortunado, se sorprendería saber cuantos potros y potrancas desearían ocupar su lugar, todos adoran a las hermanas reales.
- ¿Y eso?
-Por un lado su madre, Celestia, es una princesa de carácter alegre y bondadoso, siempre esta dispuesto a escuchar las peticiones de sus súbditos e intentar buscar una solución a sus problemas. -explicaba Venus. -Y por otro lado está su tía, la princesa Luna, al principio todos le tenían miedo, pero pudieron ver que en ella había un espíritu jovial y generoso, es quien vela por los sueños de todos los habitantes de Equestria, y hace todo lo posible por alejar las pesadillas de los potrillos. Por esas razones, a muchos niños les haría ilusión que sus madres fueran como las princesas.
-Si te soy sincero, no creo que sea tan bueno como aparenta. -le respondió el joven pegaso.

Casi de repente, llegaron a las puertas de la sala del trono, éstas eran custodiadas por dos guardias unicornios quienes, al ver a Helios, le saludaron con una reverencia.
-Buenos días, majestad. -decían ambos guardias casi sincronizados.
-Bu-buenos días. -respondió Helios.
-La princesa Celestia ha pedido reunirse con el príncipe Helios Noble. -les decía Venus. -Abran las puertas, por favor.

El cuerno de ambos guardias comenzaron a brillar, un aura blanquecina comenzó a rodear toda la puerta, abriéndola despacio. Poco a poco, Helios pudo contemplar la inmensidad de la sala del trono, una alfombra roja se extendía hasta unos escalones que daban al trono de Celestia, el pasillo estaba decorado de vidrieras que se reflejaban en el suelo al impactar la luz sobre ello, provocando que la sala tuviera un enorme colorido.
-Pase majestad, su madre llegará enseguida. -le dijo un guardia.

Helios entró a la sala, caminando despacio por la alfombra mientras los guardias entrecerraban la puerta de acceso. El joven pegaso se maravillaba viendo las vidrieras que parecían contar historias, en algunas de ellas podía apreciar a aquellas Ponys que, el día de ayer, le hablaron, de hecho, pudo identificar en un par de ellas a Rarity.
- ¿Qué hace ella en estas vidrieras? -se preguntó.

De pronto, pudo escuchar un fuerte batir de alas proceder de lo más alto de las ventanas. Celestia había entrado por una de ellas, bajando delicadamente sobre la alfombra frente a su hijo. Helios pudo fijarse bien en el rostro de Celestia, lucía cansada, como si no hubiera dormido lo suficiente.
-Buenos días, hijo. -le dijo con una sonrisa. - ¿Estás listo para aprender a volar?
-Yo... -a penas le salían las palabras, estaba preocupado por la salud de Celestia, pero finalmente le respondió. -Si, si lo estoy.
-Me alegra oír eso, vamos, tu profesora de vuelo te espera en los jardines.

Helios la acompañó por los pasillos hasta llegar a los jardines de ayer, ahí se encontraba Rainbow Dash, que tenía a su lado sus alforjas, parecía estar un poco impaciente.
-Gracias por acudir a mi llamado, Rainbow Dash. -le dijo Celestia.
-No se preocupe, princesa. -le dijo Rainbow. -Sabe que puede pedirme lo que sea.
-Espero que consigas que Helios aprenda a volar por sí mismo.
- ¡Se lo garantizo! -le respondió Rainbow. -Como que me llamo Rainbow Dash que el príncipe aprenderá a volar.

Helios no estaba muy seguro de aquello, su pánico a las alturas le precedía. Celestia le dio un ligero golpecito con su ala en el costado, llamando la atención del joven príncipe.
-No tengas miedo, puedes confiar en Rainbow Dash.
-No es que no confíe en ella. -le respondió. -En quien no confío es en mi, nunca he volado, no sé como funcionan éstas alas...

Celestia le tapó gentilmente la boca con la punta de sus alas, dirigiéndole una mirada de confianza a su príncipe.
-Créeme, vas a conseguirlo. -le dijo con cierta tonalidad melosa en su voz.
-...Está bien. -le respondió.

La princesa le sonrió, y comenzó a andar hacia el interior de palacio. En cuanto Helios la perdió de vista, pudo sentir como algo le golpeaba la cabeza.
- ¡Ay!
- ¡Vamos gusano, ponte los arneses! -le dijo Rainbow.
- ¿Los qué?

Al darse la vuelta, pudo ver a Rainbow con una especie de chaleco con mosquetones.
-Te voy a llevar a volar. -le respondió Rainbow. -Un paseito hacia Ponyville. Ahora, ¡ponte los arneses!
- ¡Señora, si señora!

Tras un pequeño tiempo, Helios terminó de colocarse los arneses. Le colgaban un poco y le entorpecían en la movilidad, además de rozarle horrores en los sobacos y entre las patas traseras.
-Esto es totalmente incómodo. -dijo Helios.
-Ya... Ve a otro con tus quejas. -decía Rainbow sobrevolándolo.

La joven pegaso empezó a enganchar los arneses a los mosquetones de su chaleco, el resultado final, fue ver a Helios en algo parecido a un porta bebés.
-Esto es bochornoso. -quejó Helios.
- ¿Para quién de los dos, exactamente? -le preguntó burlona Rainbow.

Rainbow comenzó a aletear con fuerza, elevando a su vez a Helios, quien empezaba a ponerse nervioso al ver como se elevaban del suelo casi de repente.
-Oh no... ¡Baja, por favor!
- ¿Que baje? ¡¿Tu estás tonto?! Así no aprenderás a volar.

De pronto Rainbow empezó a tomar impulso, hiendo cada vez más rápido por el cielo.
-Bien principito, comienza a batir esas alas.
-Si, claro, y de paso preparo un chocolate caliente. -le refunfuñó Helios. - ¡No sé mover las las a voluntad!
-Piensa que son como tus cascos, muévelos a la vez, primero arriba y luego abajo. -le explicaba Rainbow.
-A... Arriba y abajo... -decía Helios mientras comenzaba a agitar sus alas temblorosamente.

Podía notar como el aire rodeaba sus alas, como estas se estiraban, podía oírlas crujir al extenderlas y como empezaban a sentirse fuertes.

Al poco tiempo, podía sentir como se alzaba poco a poco bajo Rainbow, abriendo poco a poco los ojos y contemplando una vez mas aquel reino desde las alturas.
-Esta sensación es fantástica. -decía Helios.
-Bueno principito, es hora de soltarte del porta bebés. -le dijo Rainbow.
- ¡¿Qué?! ¡No, espera!
-Ni espero, ni puedo.

Rainbow soltó los arneses del porta bebés que lo sujetaba, dejando que Helios planease con un poco de esfuerzo en el aire, extendía sus patas delanteras hacia delante, intentando mantener el equilibrio, aunque se tambaleaba de un lado a otro del cielo.
- ¡Mantente recto en el aire! -le decía Rainbow.
- ¡Es más fácil decirlo que hacerlo! -le respondió empezando a agitar sus alas con fuerza. - ¡No es sencillo mantenerse derecho!
- ¡Vamos, haz que tu mami se sienta orgullosa!

Casi de inmediato, Rainbow aprecio unos pequeños destellos que brotaban de la cola de Helios, y cada vez eran más potentes.
- ¿Qué es eso...?

Paulatinamente la velocidad de Helios se fue incrementando, hasta que, finalmente, fue impulsado de golpe, gritando ante la velocidad y dejando tras de si un dispar eco y una estela dorada tras de sí, además de una confusa Rainbow Dash.
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! ¡¿Qué ha...?!

Mientras tanto en Ponyville, las calles parecían tranquilas mientras los Ponys paseaban y estaban atentos a sus labores. Poco a poco, la calma que reinaban las calles, fue interrumpida por un grito que paulatinamente se escuchaba más fuerte y cercano.

Una estela dorada comenzó a cruzar la calle y, el grito que le acompañaba, poco a poco empezaba a sonar mas lejano y débil, pero el viento que levantaba a su paso provocó que las contraventanas golpeasen, los folletos salieran volando y los toldos fueran arrancados de cuajo. Los transeúntes no sabían que había pasado exactamente, la conmoción y la ignorancia los tomó por sorpresa.

Rainbow, quien estaba siguiendo la estela dejada por Helios, se detuvo un momento para comprobar los daños ocasionados por el príncipe.
-Ese príncipe... ¡Me van a meter en un lío por su culpa!

Mientras tanto, Fluttershy se encontraba en casa cuidando de los animales que vivían en los alrededores de la misma. Esa mañana estaba alimentando a los armiños, cuando de repente, se percató de un extraño sonido.
- ¿Oh? ¿Qué es eso? -se preguntaba.

Desde la lejanía comenzó a apreciar una estela dorada que se aproximaba a su casa, lo cual, la puso nerviosa.
- ¿Pero qué...?

La estela comenzaba a acercarse a toda velocidad hacia ella. Antes de poder reaccionar, la estela pasó al raso de su casa, trayendo consigo una enorme ventolera, haciendo volar algunas plantas y animales, y haciendo girar sobre sí misma a Fluttershy provocándole un mareo.
- ¿Qué ha sido eso? -se preguntaba Fluttershy.
- ¡Fluttershy!

Al percatarse de la voz que la llamaba, la joven pegaso amarilla se giró para ver, Rainbow se acercaba a gran velocidad.
-Fluttershy, ¿has visto al príncipe Helios por aquí? -le preguntó.
- ¿Helios? No, pero he visto una extraña estela que ha pasado a toda prisa por aquí.
- ¡Ese era Helios! ¡¿Ha dónde se dirigía?!
-Al campo de las manzanas.
- ¡¿Cómo puede volar tan rápido?, maldita sea!

Rainbow volvió a salir tras el, dejando a la pobre Fluttershy con un pequeño desastre.
-Eh... ¿Rainbow? ¿Ayuda?

Mientras tanto, los Apple se encontraban recogiendo la cosecha de manzanas, preparándose para la sidra anual. La pequeña Applebloom se percató que, desde las lejanías de las montañas de sus campos, algo corría a toda velocidad entre los árboles.
- ¡Applejack, alguien está atravesando nuestros campos! -le dijo.
- ¡¿Si?! Pues sea quien sea, tendrá que pasar por encima nuestra...

Antes de poder terminar la frase, algo paso a su lado, llevándose la mitad de las hojas de los árboles consigo, cubriendo por completo a los Apple.
-Por todas las manzanas de Equestria... ¿Qué ha sido eso? -preguntó Applejack sorprendida.
- ¡Applejack...!

Rainbow se aproximaba a ellos algo cansada, le costaba seguir el ritmo a la estela de Helios.
- ¿Por casualidad has visto una estela a toda velocidad?

Applejack le señaló la dirección hacia la cual, se había ido la estela.
-Cuando lo coja... Le va a faltar cielo para correr.

Por ultimo, Rarity se encontraba en su boutique un poco distraída mientras trabajaba en un nuevo modelo, algo a lo que le había dado vueltas desde ayer, un vestido largo de color crema con encajes en el cuello.
-Y... Listo. -decía Rarity. -Desde que Helios apareció tengo ideas geniales, ¿pero a que se debe?

Rarity se aproximó a la ventana buscando alguna posible respuesta a sus preguntas.
-Y lo más importante, ¿por qué siento me gusta?

Al poco rato, se percató que algo cruzaba la calle en dirección a su tienda.
-Por todos los Ponys, ¿qué es eso?

Antes de poder percatarse, aquella cosa atravesó la ventana y, llevándose a la joven unicornio por delante, pudo detenerse finalmente en el muro del fondo, amortiguados por las telas y maniquíes de la tienda. Al recobrar la conciencia, Rarity se pudo ver tumbada en el suelo con el flanco apoyado sobre algo cálido.
-Por Celestia... ¿Qué ha pasado? -decía Rarity frotándose la cabeza.
-Diablos... Pensé que no pararía nunca... -decía Helios frotándose también la cabeza.

Al oír aquella voz, Rarity se sorprendió enormemente, alzó la vista, y pudo ver a Helios apoyado contra la pared, ella estaba apoyada sobre su cuerpo, lo cual le provocó un enorme rubor.
- ¡¿Príncipe Helios?! -decía sorprendida. - ¿Qué haces aquí?
- ¿Rarity? ¿Dónde estoy? -se preguntó Helios.

Rarity se levantó rápidamente de Helios, sacudiéndose un poco su bien peinada crin.
-En mi boutique. -le respondió.
-Me he llevado por delante muchas cosas. -decía intentando incorporarse. -Creo que he derribado un carro, un par de animales, me he llevado unas hojas por delante y creo que he atravesado un enorme pastel.

Rarity rió levemente tapándose la boca con el casco. Helios se percató y se vio contagiado por la risilla de la unicornio.
-Pero, ¿cómo has llegado hasta aquí? -le preguntó.
-Bueno, estaba volando con Rainbow Dash... Mis alas empezaban a estirarse... Creía que me iba a romper de un momento a otro, y... Entonces... Pude volar a una velocidad increíble.
- ¿En serio? Eso explicaría la estela dorada que se acercaba hacia aquí.
- ¿Una estela? -preguntó asombrado.
-Parecía un pequeño meteorito que se acercaba a gran velocidad.
- ¿Yo?

Rarity se dispuso a recoger todo el desastre producido.
-Oye, Rarity... ¿De verdad recuerdas aquello?
- ¿Aquello?
-Que te ayudé en aquel momento, salvándote de aquellos tipos, y aquel café...

Rarity se detuvo por un momento ante la sorpresa, dándole la espalda a Helios y mirando a un punto en la pared. El joven príncipe se le acercó despacio, y le pasó el ala por encima del lomo, sorprendía, le dirigió la mirada un poco sonrojada.
-Dime la verdad, ¿de verdad recuerdas esas cosas? -le preguntó Helios.
-...La cosa es que... Nunca te he visto, pero recuerdo cada una de esas cosas como si lo hubiera hecho.

Rarity volvió a apartar la vista.
-Pero es que tampoco te he visto antes, y me siento confusa.
-Oye, yo también me siento confuso. -le respondió Helios. -Hace apenas dos días que estoy en este mundo, me es raro tener alas y caminar a cuatro patas.
-Si... Lo cierto es que te veías bien con esa chaqueta roja.

Ante esas palabras, Rarity mantuvo un silencio repentino.
- ¿Chaqueta? -se dijo. -Por Celestia... De verdad recuerdo esas cosas. ¿Has hecho algo con mi mente?
- ¿Yo? ¿En serio crees que sería capaz de hacer eso? -le preguntó.

Rarity le miró seriamente, inspeccionándolo detenidamente.
-Lo cierto es que... No... No te veo capaz de hacer eso. Ni siquiera eres un unicornio.

Helios rió levemente y agitó las alas levemente.
-No pareces tan malo después de haber hablado contigo. -le dijo mirándole a los ojos. -Yo...
- ¿Si?
- ¡Gusano real!

Antes de poder responderle, ambos miraron a la ventana como Rainbow se acercaba a toda velocidad, parecía muy enfadada. La pegaso entró en la boutique por la ventana a toda prisa.
- ¡Por fin te he encontrado! ¡Me has tenido buscándote por todo Ponyville! -gritaba Rainbow. -Ponyville, la casa de Fluttershy, Sweet Apple Acres... ¡Me las vas a pagar!
- ¡Un momento, Rainbow Dash! -le dijo Rarity. - ¿No puedes ver lo que ha pasado?
-Si... Que me ha hecho recorrer todo el pueblo... -le contestó Rainbow.
-Y... ¿Cómo lo ha hecho?
-Volan...

Antes de terminar la frase, Rainbow se dio cuenta de lo que había pasado.
-Oh...
-Veo que lo has entendido.
- ¿Entender qué? -preguntó Helios.
-Que vuelas, querido. -le respondió Rarity. -Has volado hasta aquí.
-Bueno, será mejor que vayamos de vuelta a palacio. -dijo Rainbow Dash. -Seguramente que tu madre le gustaría ver que vuelas.
-Lo cierto es que me gustaría que me viera volar. -le respondió Helios.
-Sal un momento, voy a hablar con Rarity.

En cuanto Helios salió, Rainbow corrió hacia Rarity, inspeccionándola de arriba a abajo.
-No te ha hecho nada ese supuesto príncipe, ¿verdad? -le preguntó.
-No tranquila, es más, hemos charlado un buen rato. -le respondió Rarity.
- ¿Segura?
-Segura.
-Muy bien, me fiaré de tu palabra. -le respondió Rainbow. -Pero la próxima vez, le patearé el culo. Hasta luego.
-Adiós Rainbow.

Rarity observó como ambos se alejaban volando por el cielo, mientras sentía como su corazón latía fuertemente por el rato que había pasado con Helios en la boutique.
-Pero... ¿Por qué siento como si el corazón fuera a estallarme? -se preguntó. - ¿Será verdad que me gusta?

Al caer la noche, Twilight se acercó a Canterlot para hablar con Celestia, quien la había citado para hablar. Al llegar a los aposentos de la soberana, ésta la recibió con una pequeña sonrisa.
-Bienvenida Twilight. -le dijo Celestia.
-Buenas noches, princesa. -le respondió la princesa de la amistad. -Rainbow me ha dicho que ha conseguido que Helios volase, me sorprende que lo haya conseguido en tan poco tiempo.
-Y a mi, pero sabia que Helios podría volar. -le respondió. -Aún recuerdo cuando era un potrillo y revoloteaba a ras de suelo y entre mis cascos.

Twilight, dudosa, le acabó haciendo la pregunta que quería hacerle.
-Princesa, ¿es realmente Helios su hijo?

Sorprendida, Celestia la miró con los ojos muy abiertos.
- ¿Por qué me ha ocultado eso durante tanto tiempo?
-Twilight... No podía arriesgarme a decírselo a nadie. -le respondió.
- ¿No siquiera a mi? -volvió a preguntarle. -Creí que había conseguido serle de confianza, ¿no me gané estas alas gracias a sus enseñanzas?
-No confundas las cosas, mi querida Twilight. -le dijo.
- ¿Entonces, por que no me lo contó?
-Ya lo dije ayer, amenazaron de muerte a Helios.
- ¿Quién?

Tras unos segundos de silencio, Celestia dio un ligero resoplido y aceptó que debería de responderle a Twilight.
-Helios nació en un tiempo en el que una enorme criatura invadió Equestria. -comenzaba a narrarle Celestia. -Destruía todo a su paso, rugía y provocaba tormentas, exhalaba fuego y sus gritos eran similares al trueno... Cuando cayó derrotado, prometió que acabaría con lo que mas quería en este mundo, mi hijo, el príncipe Helios Noble.

Twilight estaba sorprendida ante el relato.
-Para protegerle, tuve que desterrar a mi hijo a otra dimensión, aquí pasaron 800 años desde que le di a luz, pero ha estado viviendo por solo veinte años en aquel mundo.
- ¿Por eso aparenta ser tan joven? -le preguntó Twilight.
-Es una posibilidad. -le respondió.
- ¿Cual era el nombre de la criatura?

Celestia quería poder olvidar aquel nombre.
-Se llamaba... Leviatán, el Heraldo del fin de los mundos.
- ¿Heraldo? ¿Fin del mundo?

Celestia usó su magia para traer uno enorme tomo de las estanterías. Una vez lo tomó, le mostró una página en concreto a su joven alumna.
-Cuentan las leyendas que el Leviatán no es una criatura que viva únicamente en nuestro mundo. -empezaba a narrar Celestia. -Es una criatura que es capaz de traspasar el espacio y el tiempo para destruir los mundos, no sigue un patrón, destruye a placer.
- ¿Sólo por placer? Es un monstruo.
-Un auténtico monstruo...
- ¿Pero le derrotó?
-Si, pero no lo maté, lo herimos gravemente, es capaz de regenerare rápidamente si sus heridas son leves, pero... Parece que tarda mucho más si son más graves.
- ¿Es un ser inmortal?
-...Me temo que si.
-Maestra, haré lo que esté en mis cascos para poder buscar una solución a todo esto.
- ¿Crees que no lo he intentado? -le preguntó Celestia. -He buscado la manera de desterrar,o de nuestro mundo y que no vuelva, pero... Eso implicaría destruir otro mundo para ello. Y no estoy dispuesta a cargar con ese peso.
-Pero... Algo podremos hacer. -le dijo Twilight. -De momento... Me comprometeré a tratar de salvarlo.

Celestia se sorprendió enormemente.
- ¿Estás dispuesta a ello?
-Por usted, maestra, lo que sea.
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 03 May 2015, 10:22

Canción de luz de luna


Ya había pasado una semana larga desde que Helios llegó a Equestria, en ese tiempo ya había sido presentado ante todos, siendo conocido como el príncipe sin marca, por el hecho de que aún no poseía su Cutie Mark, pero eso no le importaba, ya que su vértigo se había curado en su totalidad, y el volar, le entusiasmaba, se sentía tan libre que parecía mentira.

Celestia le observa de cerca con cierto orgullo, su pequeño príncipe había aprendido a volar, y empezaba a relacionarse con los súbditos de la ciudad de Canterlot y con el servicio de palacio.
-Parece que Helios se relaciona poco a poco con todos. -le decía Luna a su hermana. -Hasta hace poco, como mucho, hablaba con Venus.
-Me alegra saber que mi potrillo se esta adaptando a su nueva vida. -respondía Celestia mientras le observaba por la vidriera. -No sabes cuanto me llena de felicidad, pero...
- ¿Aún piensas en el sueño de aquella noche? -le preguntó Luna.

Celestia la miró, no supo que decirle, pero su cara lo decía todo, la preocupación seguía invadiéndola.
-Así es...

Luna suspiró.
-Hermana, yo más que nadie me preocupo por ti. -le dijo. -Necesitas dormir bien para conseguir hacer tu trabajo.
-Desearía poder hacerlo, Luna. -le respondió su hermana. -Pero Helios es mi máxima preocupación. No sé si la amenaza de Leviatán fue real o solo infundida. Tengo miedo...
-Hermana, ¿por qué no os vais mañana Helios y tu de picnic? -le dijo Luna. -Puedo tomar tus labores para que puedas estar tranquila.

Celestia se sorprendió al oír las palabras de su hermana.
- ¿Estás segura, Luna?

Ella asintió tranquilamente.
-Has hecho mucho por Equestria, deberías tomar un tiempo para ti y Helios. -le dijo. -Así solo caerás enferma y no podrás salvar el abismo que hay entre los dos.

Pese a que su hermana dijese eso, el "abismo" del que hablaba no estaba tan insalvable, si Luna conociera las conversaciones entre ella y Helios mientras estaban en aquel reino... Igual le había hecho cambiar de idea.
-Muchas gracias, Luna.
-Vete a preparar las cosas, déjame el resto del día a mi, y no vayas a por Helios, déjale volar libre.

Celestia sonrió delicadamente ante el comentario de su hermana,
-Hasta hace apenas una semana ni siquiera podía volar y tenía miedo a las alturas. -decía Celestia. -Ahora se aventura sólo, y es difícil hacer que baje del cielo.
-Le diste a una buena maestra para ello.

Celestia volvió a sonreír.
-Iré a prepararlo todo para mañana, gracias de nuevo, hermana.
-No es nada, Celestia.

Helios se encontraba sobrevolándolo Ponyville, durante la última semana iba y olvida muy a menudo, se sentía muy a gusto entre sus habitantes, le recordaba un poco a la ciudad donde vivía antes.
-Al principio pensaba que no iba a estar a gusto. -se decía a sí mismo el joven príncipe. -Pero he de admitir que este lugar no está del todo mal, volar, esta frescura... Guau... Mi mundo estaba muy contaminado, aquí respiro a gusto.
-Vaya, pero si el gusano real está por aquí. -decía una voz familiar para Helios.

El príncipe miró a su alrededor con rapidez, buscando el origen de la voz.
-Aquí arriba. -volvió a decir aquella voz.

Helios alzó la vista y pudo ver a Rainbow Dash sobre su cabeza.
-Hacía unos días que no te veía. -le decía la pegaso. -Creía que te habías escondido bajo el ala de mamá.
-Oye, déjame tranquilo, ¿vale? -le respondió. -No sé qué problema tienes conmigo, pero no estoy para aguantarte la tontería.

Rainbow se interpuso en el camino de Helios, cortándole el paso.
-Lamento decírtelo, pero si que tengo un problema.

Helios se extrañó levemente.
-Pasa que sé que te traes algo entre cascos. -le dijo. - ¿Me puedes explicar cómo es que la princesa, y solo dos de mis amigas te conocen sin haberte visto antes?

Helios volvió a extrañarse.
- ¿Perdón?
-Lo que oyes, colibrí. -le dijo Rainbow. -Ninguna te conocía de antes, y de repente apareces y ¡puf! Te reconocen de antes.

Helios se mantuvo en silencio.
-Tengo una teoría interesante para ello, pero no sé si quieres escucharla.
-Muy bien, acompáñame y me la cuentas cuando lleguemos al Sugar Cube Corner. -le respondió Rainbow.
- ¿A dónde?
- ¡Tu calla y sígueme!

Helios comenzó a seguir a Rainbow por la calle, ella se mantenía en silencio, sin dirigirle ni una palabra al príncipe.

Finalmente, llegaron al Sugar Cube Corner, y Rainbow obligó a Helios a entrar dentro del local, el cual estaba apagada, y solo entra la luz por la puerta.
-Esto me suena a encerrona. -decía Helios. -Rainbow Dash... Yo casi que me...

Rainbow no respondió, lo cual le extrañó.
- ¿Rainbow? ¿Rainbow Dash?

De golpe y porrazo, las luces se prendieron, y pudo ver a Rainbow, Rarity, Pinkie, Twilight, Applejack y Fluttershy, junto a varios adornos y cosas de picar.
- ¡Sorpresa! -decían las seis.

Helios se quedó inmovilizado, la sorpresa le había dejado mudo casi en un tris tras, no se lo esperaba, y que la luna caiga si miento.
-Parece que el gusano real se ha quedado mudo. -dijo Rainbow.
- ¡Rainbow Dash! Deja en paz al príncipe. -le decía Applejack.
- ¿Qué es todo esto? -preguntó Helios.
- ¡Es tu fiesta de bienvenida! -le respondió Pinkie colocándole un gorro. -Sé que es tarde, pero hace una semana que llegaste y no te hemos hecho una fiesta de bienvenida estilo Pinkie Pie.
-Fiesta... ¿De bienvenida? -preguntó Helios sin salir de su asombro.
-Pareces extrañado. -le dijo Twilight. - ¿Ocurre algo?
-N-no, es solo que... No me lo esperaba. -respondió.
-Entiendo... -le dijo Fluttershy. -Si estuviera en tu posición estaría aterrada.
-Oh, querida, no seas así. -dijo Rarity. -Helios, te hemos montado esta fiesta para que te sientas a gusto aquí. Es verdad que no es tu mundo, pero naciste aquí, ¿no?
-Eso dice Celestia.
- ¿Celestia? ¿Por qué la llamas así? -le preguntó Twilight. -Es tu madre, ¿no? ¿Por qué no la llamas mamá?
-No es tan fácil para mi, he vivido veinte años en la ignorancia de mi ascendencia. -le respondió Helios mientras se rascaba la nuca con la pezuña. -Que de repente alguien me diga que es mi madre y me traiga a un mundo lleno de equinos... ¿No te resultaría raro?

Las seis quedaron en silencio.
- ¿Nos has visto? -le preguntó Rainbow. -Somos Ponys.
-Es un mal ejemplo. -volvió a decir Helios.
-Pero lo entiendo. -le respondió Twilight. -Llevas toda la vida sin saber que eres un príncipe, pero... ¿Sabes lo mal que le sentó a Celestia el tener que abandonarte?

Helios se sorprendió ante ello.
- ¿Cómo sabes eso?
-Celestia es mi maestra, y durante años la he visto siempre fuerte. -le respondió Twilight. -Imagínate como me sentí al saber que en su interior estaba destrozada.

Helios no supo que responder, así que se adentró mas dentro del local y dijo:
-Bueno, ¿no era esto una fiesta?
- ¡Ese es el espíritu! -dijo Pinkie.

La fiesta fue sucediendo hasta que cayó bien la noche, parecía que no, pero Helios se fue animando poco a poco, pronto, su risa empezó a contagiarse entre todas hasta que llegó la hora.
-Ya va siendo hora de volver a casa. -decía Rainbow tras un prolongado bostezo. -Tank no se va a la cama si no le leo un cuento antes.
-Yo también me iré a dormir. -dijo Applejack. -Mañana debo madrugar para recoger las manzanas.
-Hasta mañana. -se decían las unas a las otras.
-Ha sido un placer, Helios. -dijo Pinkie. - ¡Pinkie divertido!
-Hasta pronto. -dijo.

Helios, se acercó trotando hacia Rarity hasta colocarse a su lado.
- ¿Qué ocurre? -le preguntó.
-He pensado que... No sé... A lo mejor podría acompañarte hasta casa.

Rarity sonrió mirándole.
- ¿No te meterás en problemas si llegas tarde a casa? ¿No tienes una guardia que te sigue?
-Para nada. -le respondió Helios. -Y mejor así, no me gusta la idea de que siga un grupo de soldados.

Anduvieron un poco por las oscuras calles de Ponyville, iluminado únicamente por las llamas de los faroles, acompañado por el brillo de una gigantesca luna llena.
-Es bastante romántica, una noche tranquila, y agradable compañía.

Rarity se sorprendió al decir eso, igual que Helios.
-No sé en qué estaba pensando.
-Me has cogido por sorpresa. -le respondió Helios. -Ha sonado casi a una declaración.
- ¡¿Declaración?! -Rarity empezó a reír como una bobalicona. - ¡No seas ridículo!, ¡¿Cómo voy a declararme a un príncipe?! Sobre todo si es el hijo de la princesa Celestia.
- ¿Solo me ves así? -le preguntó. - ¿Cómo el hijo de Celestia?

Rarity calló casi de inmediato.
-Helios... No era mi intención decir eso.
-Pues lo ha parecido. -le respondió el joven príncipe.
-Perdona, no quería hacer que sonase así.
-Tranquila... Pero de verdad... No me resulta cómoda la idea de ser príncipe. -le contaba Helios. -Era feliz en mi vida tranquila con mis padres adoptivos, incluso tras su muerte supe ser feliz.
-Helios, yo... No tenía ni idea de lo mal que lo has pasado.
- ¿Mal? -preguntó extrañado.
-Has vivido toda una vida sin conocer a tus verdaderos padres, yo no podría ni hacerme a la idea. -le respondió Rarity. -Encima has vivido solo durante mucho tiempo, y ahora tienes la carga de ser un príncipe.

Helios la escuchaba atentamente.
-Llevo toda la vida deseando ser una princesa, pero no imaginé que alguien lo pasaría tan mal si fuera un príncipe de pura sangre.

Las orejas de Helios cayeron casi de repente al oír esas palabras.
-Helios, de verdad lo siento. -le volvió a decir. -No era mi intención.
-Lo sé, no pasa nada, solo son recuerdos que me han vuelto de golpe. -le respondió. -Mis padres en el otro mundo me querían mucho, y ahora pienso que nunca pude decirles lo mucho que se lo agradezco.
-Estoy segura de que ya lo sabían.

Dicho esto, de sorpresa, Rarity besó la mejilla de Helios. Esto sorprendió muchísimo al príncipe, quien se ruborizó de inmediato.
- ¿Y esto?
-Es para que sepas que aquí hay quienes te quieren. -respondió algo nerviosa.
- ¿Lo dices por mi madre?
-Y por tu tía, y por mi. -le respondió.
- ¿Por ti?

Rarity volvió a callar mientras andaban.
-Helios, no sé por qué, pero desde que apareciste, y con esos recuerdos...

A la joven unicornio se le hizo un nudo en la garganta.
-...Creo que te he tomado un cariño especial.

Una ves más, Helios se sorprendió ante las palabras de Rarity.
-Cada vez que pienso en esos recuerdos, el corazón me late con fuerza, siento que se me quiere salir del pecho, ya me empieza a doler de verdad.
-Rarity, es cierto que en mi mundo hay una Rarity, pero no eras esa, ella era...
- ¿Cómo era?
-...Eras tu... Pero no eras tu.
-Lo que dices no tiene sentido. -le dijo. -Dices que era como yo, pero no soy esa Rarity. De verdad, me duele el corazón.

Helios estaba empezando a ponerse nervioso, pero entonces, detuvo el paso de Rarity y se sentó en el suelo.
-Esa Rarity... Tu... Fue muy amable conmigo, y hacia mucho que no sentía lo que era que alguien se preocupase por mi.
-Por supuesto que me preocupo por ti. -le respondió. -No eres como otros Ponys, tienes un aire de misterio que me gusta.
- ¿De verdad?
-Por supuesto, querido.
-Rarity... ¿Estas tratando de decirme algo? -le preguntó Helios.
-Eres un poco cortito. -le respondió. -Que me gustas...

Helios se sorprendió enormemente ante sus palabras, las palabras no le salían.
-Siento ser tan brusca, querido.
-... Yo... No sé qué decir, Rarity.
- ¿Qué tal si en vez de hablar, te acercas aquí... Y dejas que hablen las acciones?

Helios tragó saliva de forma sonora, estaba hecho un amasijo de nervios mientras Rarity le miraba fijamente y se acercaba lentamente. El joven príncipe respiraba entrecortada mente mientras la joven unicornio se le aproximaba, cerrando despacio sus ojos. Comenzó a sentir el cálido aliento de Rarity sobre su morro, y su aliento le ponía mas nervioso. En el ultimo momento, se apartó nervioso.
-Helios... ¿Ocurre algo? -le preguntó Rarity.
-Me es raro todo esto. -le respondió. -No sé qué hacer...
-...Helios, la culpa es mía. -le dijo Rarity. -No quise parecer muy lanzada.
-No es tu culpa, de verdad.

En ese momento, dos pegasos de la guardia real aparecieron del cielo, descendiendo cerca de Helios y Rarity.
-Majestad, nos manda su tía, la princesa Luna, a recogerle. -le dijo uno de los soldados. -Ya es muy tarde para vos.
-No soy un niño. -le respondió Helios.
-Son ordenes de la princesa Luna. -respondió el otro guardia.
-No te preocupes Helios, ve tranquilo a casa. -le dijo Rarity.
- ¿Segura?
-Por supuesto. Sé cuidarme bien sola.

Helios le dio un beso en la mejilla, cosa que trajo por sorpresa a la unicornio blanquecina.
-Volveré a verte pronto. -le dijo.

Dicho esto, se acercó a los guardias.
-Cuando queráis.

Acto seguido, los tres alzaron el vuelo hacia Canterlot, sobre volando el poblado de Ponyville bajo el manto estrellado. Mientras que Rarity aún no salía de su asombro mientras caminaba hacia casa.

Una vez en Canterlot, Luna recibió a Helios en la entrada.
-Ya era hora de que volvieras.
-Me tratas como un niño.
-En comparación conmigo, es lo que eres. -le respondió Luna con cierta sonrisa.
- ¿Y Celestia?
-Se ha ido a dormir, cosa que te recomiendo hacer. -le respondió. -Mañana iréis de día de campo.

Helios se sorprendió.
- ¿Qué?
-Ha sido idea mía, creí que os iría bien una pequeña reunión madre he hijo. -le respondió Luna.
- ¿Por qué, tía Luna?
-Para que dejes de llamarla por su nombre, y empieces a llamarla mamá.

Helios no supo que decir ante las palabras de su tía.
-Lo hago por los dos. -le respondió Luna. -Por mi querida hermana, y mi querido sobrino.

------Siguiente mensaje escrito en: 03 May 2015 09:22 . Beep!------

Canción de luz de luna


Ya había pasado una semana larga desde que Helios llegó a Equestria, en ese tiempo ya había sido presentado ante todos, siendo conocido como el príncipe sin marca, por el hecho de que aún no poseía su Cutie Mark, pero eso no le importaba, ya que su vértigo se había curado en su totalidad, y el volar, le entusiasmaba, se sentía tan libre que parecía mentira.

Celestia le observa de cerca con cierto orgullo, su pequeño príncipe había aprendido a volar, y empezaba a relacionarse con los súbditos de la ciudad de Canterlot y con el servicio de palacio.
-Parece que Helios se relaciona poco a poco con todos. -le decía Luna a su hermana. -Hasta hace poco, como mucho, hablaba con Venus.
-Me alegra saber que mi potrillo se esta adaptando a su nueva vida. -respondía Celestia mientras le observaba por la vidriera. -No sabes cuanto me llena de felicidad, pero...
- ¿Aún piensas en el sueño de aquella noche? -le preguntó Luna.

Celestia la miró, no supo que decirle, pero su cara lo decía todo, la preocupación seguía invadiéndola.
-Así es...

Luna suspiró.
-Hermana, yo más que nadie me preocupo por ti. -le dijo. -Necesitas dormir bien para conseguir hacer tu trabajo.
-Desearía poder hacerlo, Luna. -le respondió su hermana. -Pero Helios es mi máxima preocupación. No sé si la amenaza de Leviatán fue real o solo infundida. Tengo miedo...
-Hermana, ¿por qué no os vais mañana Helios y tu de picnic? -le dijo Luna. -Puedo tomar tus labores para que puedas estar tranquila.

Celestia se sorprendió al oír las palabras de su hermana.
- ¿Estás segura, Luna?

Ella asintió tranquilamente.
-Has hecho mucho por Equestria, deberías tomar un tiempo para ti y Helios. -le dijo. -Así solo caerás enferma y no podrás salvar el abismo que hay entre los dos.

Pese a que su hermana dijese eso, el "abismo" del que hablaba no estaba tan insalvable, si Luna conociera las conversaciones entre ella y Helios mientras estaban en aquel reino... Igual le había hecho cambiar de idea.
-Muchas gracias, Luna.
-Vete a preparar las cosas, déjame el resto del día a mi, y no vayas a por Helios, déjale volar libre.

Celestia sonrió delicadamente ante el comentario de su hermana,
-Hasta hace apenas una semana ni siquiera podía volar y tenía miedo a las alturas. -decía Celestia. -Ahora se aventura sólo, y es difícil hacer que baje del cielo.
-Le diste a una buena maestra para ello.

Celestia volvió a sonreír.
-Iré a prepararlo todo para mañana, gracias de nuevo, hermana.
-No es nada, Celestia.

Helios se encontraba sobrevolándolo Ponyville, durante la última semana iba y olvida muy a menudo, se sentía muy a gusto entre sus habitantes, le recordaba un poco a la ciudad donde vivía antes.
-Al principio pensaba que no iba a estar a gusto. -se decía a sí mismo el joven príncipe. -Pero he de admitir que este lugar no está del todo mal, volar, esta frescura... Guau... Mi mundo estaba muy contaminado, aquí respiro a gusto.
-Vaya, pero si el gusano real está por aquí. -decía una voz familiar para Helios.

El príncipe miró a su alrededor con rapidez, buscando el origen de la voz.
-Aquí arriba. -volvió a decir aquella voz.

Helios alzó la vista y pudo ver a Rainbow Dash sobre su cabeza.
-Hacía unos días que no te veía. -le decía la pegaso. -Creía que te habías escondido bajo el ala de mamá.
-Oye, déjame tranquilo, ¿vale? -le respondió. -No sé qué problema tienes conmigo, pero no estoy para aguantarte la tontería.

Rainbow se interpuso en el camino de Helios, cortándole el paso.
-Lamento decírtelo, pero si que tengo un problema.

Helios se extrañó levemente.
-Pasa que sé que te traes algo entre cascos. -le dijo. - ¿Me puedes explicar cómo es que la princesa, y solo dos de mis amigas te conocen sin haberte visto antes?

Helios volvió a extrañarse.
- ¿Perdón?
-Lo que oyes, colibrí. -le dijo Rainbow. -Ninguna te conocía de antes, y de repente apareces y ¡puf! Te reconocen de antes.

Helios se mantuvo en silencio.
-Tengo una teoría interesante para ello, pero no sé si quieres escucharla.
-Muy bien, acompáñame y me la cuentas cuando lleguemos al Sugar Cube Corner. -le respondió Rainbow.
- ¿A dónde?
- ¡Tu calla y sígueme!

Helios comenzó a seguir a Rainbow por la calle, ella se mantenía en silencio, sin dirigirle ni una palabra al príncipe.

Finalmente, llegaron al Sugar Cube Corner, y Rainbow obligó a Helios a entrar dentro del local, el cual estaba apagada, y solo entra la luz por la puerta.
-Esto me suena a encerrona. -decía Helios. -Rainbow Dash... Yo casi que me...

Rainbow no respondió, lo cual le extrañó.
- ¿Rainbow? ¿Rainbow Dash?

De golpe y porrazo, las luces se prendieron, y pudo ver a Rainbow, Rarity, Pinkie, Twilight, Applejack y Fluttershy, junto a varios adornos y cosas de picar.
- ¡Sorpresa! -decían las seis.

Helios se quedó inmovilizado, la sorpresa le había dejado mudo casi en un tris tras, no se lo esperaba, y que la luna caiga si miento.
-Parece que el gusano real se ha quedado mudo. -dijo Rainbow.
- ¡Rainbow Dash! Deja en paz al príncipe. -le decía Applejack.
- ¿Qué es todo esto? -preguntó Helios.
- ¡Es tu fiesta de bienvenida! -le respondió Pinkie colocándole un gorro. -Sé que es tarde, pero hace una semana que llegaste y no te hemos hecho una fiesta de bienvenida estilo Pinkie Pie.
-Fiesta... ¿De bienvenida? -preguntó Helios sin salir de su asombro.
-Pareces extrañado. -le dijo Twilight. - ¿Ocurre algo?
-N-no, es solo que... No me lo esperaba. -respondió.
-Entiendo... -le dijo Fluttershy. -Si estuviera en tu posición estaría aterrada.
-Oh, querida, no seas así. -dijo Rarity. -Helios, te hemos montado esta fiesta para que te sientas a gusto aquí. Es verdad que no es tu mundo, pero naciste aquí, ¿no?
-Eso dice Celestia.
- ¿Celestia? ¿Por qué la llamas así? -le preguntó Twilight. -Es tu madre, ¿no? ¿Por qué no la llamas mamá?
-No es tan fácil para mi, he vivido veinte años en la ignorancia de mi ascendencia. -le respondió Helios mientras se rascaba la nuca con la pezuña. -Que de repente alguien me diga que es mi madre y me traiga a un mundo lleno de equinos... ¿No te resultaría raro?

Las seis quedaron en silencio.
- ¿Nos has visto? -le preguntó Rainbow. -Somos Ponys.
-Es un mal ejemplo. -volvió a decir Helios.
-Pero lo entiendo. -le respondió Twilight. -Llevas toda la vida sin saber que eres un príncipe, pero... ¿Sabes lo mal que le sentó a Celestia el tener que abandonarte?

Helios se sorprendió ante ello.
- ¿Cómo sabes eso?
-Celestia es mi maestra, y durante años la he visto siempre fuerte. -le respondió Twilight. -Imagínate como me sentí al saber que en su interior estaba destrozada.

Helios no supo que responder, así que se adentró mas dentro del local y dijo:
-Bueno, ¿no era esto una fiesta?
- ¡Ese es el espíritu! -dijo Pinkie.

La fiesta fue sucediendo hasta que cayó bien la noche, parecía que no, pero Helios se fue animando poco a poco, pronto, su risa empezó a contagiarse entre todas hasta que llegó la hora.
-Ya va siendo hora de volver a casa. -decía Rainbow tras un prolongado bostezo. -Tank no se va a la cama si no le leo un cuento antes.
-Yo también me iré a dormir. -dijo Applejack. -Mañana debo madrugar para recoger las manzanas.
-Hasta mañana. -se decían las unas a las otras.
-Ha sido un placer, Helios. -dijo Pinkie. - ¡Pinkie divertido!
-Hasta pronto. -dijo.

Helios, se acercó trotando hacia Rarity hasta colocarse a su lado.
- ¿Qué ocurre? -le preguntó.
-He pensado que... No sé... A lo mejor podría acompañarte hasta casa.

Rarity sonrió mirándole.
- ¿No te meterás en problemas si llegas tarde a casa? ¿No tienes una guardia que te sigue?
-Para nada. -le respondió Helios. -Y mejor así, no me gusta la idea de que siga un grupo de soldados.

Anduvieron un poco por las oscuras calles de Ponyville, iluminado únicamente por las llamas de los faroles, acompañado por el brillo de una gigantesca luna llena.
-Es bastante romántica, una noche tranquila, y agradable compañía.

Rarity se sorprendió al decir eso, igual que Helios.
-No sé en qué estaba pensando.
-Me has cogido por sorpresa. -le respondió Helios. -Ha sonado casi a una declaración.
- ¡¿Declaración?! -Rarity empezó a reír como una bobalicona. - ¡No seas ridículo!, ¡¿Cómo voy a declararme a un príncipe?! Sobre todo si es el hijo de la princesa Celestia.
- ¿Solo me ves así? -le preguntó. - ¿Cómo el hijo de Celestia?

Rarity calló casi de inmediato.
-Helios... No era mi intención decir eso.
-Pues lo ha parecido. -le respondió el joven príncipe.
-Perdona, no quería hacer que sonase así.
-Tranquila... Pero de verdad... No me resulta cómoda la idea de ser príncipe. -le contaba Helios. -Era feliz en mi vida tranquila con mis padres adoptivos, incluso tras su muerte supe ser feliz.
-Helios, yo... No tenía ni idea de lo mal que lo has pasado.
- ¿Mal? -preguntó extrañado.
-Has vivido toda una vida sin conocer a tus verdaderos padres, yo no podría ni hacerme a la idea. -le respondió Rarity. -Encima has vivido solo durante mucho tiempo, y ahora tienes la carga de ser un príncipe.

Helios la escuchaba atentamente.
-Llevo toda la vida deseando ser una princesa, pero no imaginé que alguien lo pasaría tan mal si fuera un príncipe de pura sangre.

Las orejas de Helios cayeron casi de repente al oír esas palabras.
-Helios, de verdad lo siento. -le volvió a decir. -No era mi intención.
-Lo sé, no pasa nada, solo son recuerdos que me han vuelto de golpe. -le respondió. -Mis padres en el otro mundo me querían mucho, y ahora pienso que nunca pude decirles lo mucho que se lo agradezco.
-Estoy segura de que ya lo sabían.

Dicho esto, de sorpresa, Rarity besó la mejilla de Helios. Esto sorprendió muchísimo al príncipe, quien se ruborizó de inmediato.
- ¿Y esto?
-Es para que sepas que aquí hay quienes te quieren. -respondió algo nerviosa.
- ¿Lo dices por mi madre?
-Y por tu tía, y por mi. -le respondió.
- ¿Por ti?

Rarity volvió a callar mientras andaban.
-Helios, no sé por qué, pero desde que apareciste, y con esos recuerdos...

A la joven unicornio se le hizo un nudo en la garganta.
-...Creo que te he tomado un cariño especial.

Una ves más, Helios se sorprendió ante las palabras de Rarity.
-Cada vez que pienso en esos recuerdos, el corazón me late con fuerza, siento que se me quiere salir del pecho, ya me empieza a doler de verdad.
-Rarity, es cierto que en mi mundo hay una Rarity, pero no eras esa, ella era...
- ¿Cómo era?
-...Eras tu... Pero no eras tu.
-Lo que dices no tiene sentido. -le dijo. -Dices que era como yo, pero no soy esa Rarity. De verdad, me duele el corazón.

Helios estaba empezando a ponerse nervioso, pero entonces, detuvo el paso de Rarity y se sentó en el suelo.
-Esa Rarity... Tu... Fue muy amable conmigo, y hacia mucho que no sentía lo que era que alguien se preocupase por mi.
-Por supuesto que me preocupo por ti. -le respondió. -No eres como otros Ponys, tienes un aire de misterio que me gusta.
- ¿De verdad?
-Por supuesto, querido.
-Rarity... ¿Estas tratando de decirme algo? -le preguntó Helios.
-Eres un poco cortito. -le respondió. -Que me gustas...

Helios se sorprendió enormemente ante sus palabras, las palabras no le salían.
-Siento ser tan brusca, querido.
-... Yo... No sé qué decir, Rarity.
- ¿Qué tal si en vez de hablar, te acercas aquí... Y dejas que hablen las acciones?

Helios tragó saliva de forma sonora, estaba hecho un amasijo de nervios mientras Rarity le miraba fijamente y se acercaba lentamente. El joven príncipe respiraba entrecortada mente mientras la joven unicornio se le aproximaba, cerrando despacio sus ojos. Comenzó a sentir el cálido aliento de Rarity sobre su morro, y su aliento le ponía mas nervioso. En el ultimo momento, se apartó nervioso.
-Helios... ¿Ocurre algo? -le preguntó Rarity.
-Me es raro todo esto. -le respondió. -No sé qué hacer...
-...Helios, la culpa es mía. -le dijo Rarity. -No quise parecer muy lanzada.
-No es tu culpa, de verdad.

En ese momento, dos pegasos de la guardia real aparecieron del cielo, descendiendo cerca de Helios y Rarity.
-Majestad, nos manda su tía, la princesa Luna, a recogerle. -le dijo uno de los soldados. -Ya es muy tarde para vos.
-No soy un niño. -le respondió Helios.
-Son ordenes de la princesa Luna. -respondió el otro guardia.
-No te preocupes Helios, ve tranquilo a casa. -le dijo Rarity.
- ¿Segura?
-Por supuesto. Sé cuidarme bien sola.

Helios le dio un beso en la mejilla, cosa que trajo por sorpresa a la unicornio blanquecina.
-Volveré a verte pronto. -le dijo.

Dicho esto, se acercó a los guardias.
-Cuando queráis.

Acto seguido, los tres alzaron el vuelo hacia Canterlot, sobre volando el poblado de Ponyville bajo el manto estrellado. Mientras que Rarity aún no salía de su asombro mientras caminaba hacia casa.

Una vez en Canterlot, Luna recibió a Helios en la entrada.
-Ya era hora de que volvieras.
-Me tratas como un niño.
-En comparación conmigo, es lo que eres. -le respondió Luna con cierta sonrisa.
- ¿Y Celestia?
-Se ha ido a dormir, cosa que te recomiendo hacer. -le respondió. -Mañana iréis de día de campo.

Helios se sorprendió.
- ¿Qué?
-Ha sido idea mía, creí que os iría bien una pequeña reunión madre he hijo. -le respondió Luna.
- ¿Por qué, tía Luna?
-Para que dejes de llamarla por su nombre, y empieces a llamarla mamá.

Helios no supo que decir ante las palabras de su tía.
-Lo hago por los dos. -le respondió Luna. -Por mi querida hermana, y mi querido sobrino.
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 26 May 2015, 12:36

El preludio de la tormenta: Destino teñido de carmesí
A la mañana siguiente, Celestia se había acercado a horas tempranas a la cocina, preparando todo lo necesario para el esperado picnic que iba a tener con Helios, su hijo. Había preparado un poco de todo, sándwiches, té, zumos de frutas y algún pequeño pastel que otro.
-Creo que con esto ya esta todo. -decía la princesa del sol tras colocar el ultimo sándwich en el cesto.

Dicho esto, colocó un tupido mantel sobre la cesta, y usó su magia para elevar el cesto hasta colocarlo a su lado. Con todo listo, Celestia anduvo con paso ligero y alegre, irradiando su felicidad entre los soldados y los sirvientes del castillo, los habitantes de palacio nunca habían visto a la princesa tan alegre y entusiasmada, era como ver a una Pony mas joven y vivaracha.

La caminata de Celestia cesó al llegar a los jardines de palacio, en donde esperaba a Helios con entusiasmo, realmente deseaba poder pasar ese día con su hijo.

Mientras tanto, Helios era acompañado por su tía Luna por los pasillos, seguidos ambos por un guardia de Celestia y un guardia de ella. Helios no se sentía muy seguro.
- ¿De verdad debemos hacer esto? -le preguntó Helios a Luna.
-Helios, tu madre quiere recuperar todo el tiempo que sea posible. -le respondió Luna. -No tienes idea de todo lo que ha llorado por ti.
-Si... Eso ya me lo han dicho no se cuantas veces ya...
- ¡No te quejes! -le respondió Luna. -Podrías darle una tregua a tu madre por una vez.
-Me abandonó.
-Para protegerte, ya lo hemos discutido.

Helios no pudo recriminarle más a Luna.
-Oye Helios, procura pasártelo bien con Celestia... Ella más que nadie, esta deseando pasar este tiempo contigo.
- ¿De verdad?
-No mentiría jamás con ello. -le respondió. -Así que ya sabes, hazle ese favor a tu madre.
-Esta bien, tía Luna.

No tardaron mucho en llegar a los jardines de palacio, allí, Helios pudo ver a Celestia de espaldas a ellos ladeando la cabeza al ritmo de un pequeño canturreo que hacia, sin prestar especial atención a nada más que a su euforia.
-Su majestad. -dijo uno de los soldados que acompañaban a Luna y Helios.

Celestia se sorprendió levemente y echó un rápido vistazo a su espalda, pudo ver a su hijo y a su hermana parados detrás de ella.
-Buenos días hermanita, buenos días hijo.
-Hola Celestia. -le dijo Luna. -Veo que ya tienes todo preparado. ¿Has decidido a donde vais a ir de picnic?
-He pensado en ir a Rainbow Falls, seguro que te gustará, Helios. -respondía Celestia.
-Eso espero. -respondió Helios.

Celestia extendió su ala derecha, pidiéndole a Helios que viniera, que ya iban a marchar. Helios se le acercó despacio, mirando a Celestia, sus ojos centelleaban de alegría y emoción, pudo ver que realmente estaba deseando pasar aquel día con él.
-Volveremos a la noche, muchas gracias de nuevo Luna.
-Que no es nada, hermana. Iros de una vez, antes de que me arrepienta. -le respondió burlona.

Celestia alzó el vuelo sin dejar se usar su magia sobre la cesta que portaba, tras ella, Helios alzó también el vuelo, siguiendo de cerca a la princesa. Podía ver como sobrevolaban por Canterlot, Ponyville y el bosque Everfree.
-Oye, Celestia, ¿dónde está Rainbow Falls?
-No está muy lejos, esta pasando aquel bosque. -señalaba Celestia con uno de sus cascos. -En breve lo podremos ver.

Efectivamente, al final de bosque se podía apreciar una serie de montañas de las cuales emanaban fuentes de agua de diversos colores, exactamente como el arco iris. Aquel paisaje dejó a Helios impresionado y sin habla, era como vivir un cuento de hadas para él. Él y Celestia no tardaron en tomar tierra, ahí, pudieron ver a unos pocos Ponys que ocupaban el lugar, familias con sus potrillos jugueteando por ahí.
-Este sitio... Parece de cuento. -decía Helios sin salir de su impresión.
- ¿Verdad que si? Rainbow Falls es un lugar mágico, siempre me has fascinado. -comentaba Celestia.

Al momento, Helios se pudo percatar que muchos de los Ponys del lugar los miraban asombrados, seguramente por la presencia de Celestia. La princesa anduvo un poco hasta llegar a los pies de un viejo y espeso árbol de hojas verdes muy claras. Tras dejar la cesta en el suelo, llamó a Helios.
- ¡Helios, ven hijo, he encontrado un buen sitio! -decía agitando una de sus patas delanteras.

Colorado, Helios se le acercó tapando su cara con las alas, podía ver a algunas madres que cuchicheaban sobre él y Celestia, algunas madres jóvenes sonreían al joven príncipe con interés.

Cuando Helios se puso junto a Celestia, esta ya había preparado el mantel y un par de tazas de té y el termo, sirviendo a su hijo y a ella. Los demás Ponys los miraban con interés, más que nada por el interés que suponía ver a Celestia acompañada de un joven y apuesto pegaso.
-Vamos Helios, prueba el té... Es delicioso.
-Celestia, esto es algo vergonzoso. -le decía. -Todos nos miran.

Así era, los Ponys del lugar miraban con curiosidad y sonrisas, hasta los potrillos y potrillas miraban con interés a la soberana del reino y a su acompañante.

En respuesta a ello, Celestia saludaba a todos y cada uno, hasta que se percató en el aspecto incomodo de Helios.
-Si nos disculpan, mi hijo y yo queríamos estar a solas, ¿podríais dejarnos, por favor? -pedía Celestia.

Los Ponys, rápidamente entendieron que lo que la pareja real quería era estar a solas. En cuanto tuvieron su momento a solas, Celestia se dirigió a Helios.
- ¿Mejor?
-Más o menos... -comentó Helios.

Celestia soltó una ligera risita.
-Hace una semana que llegaste aquí, dime, ¿qué te parece el mundo que te vio nacer?
-Para serte sincero... Es extraño, luminoso, limpio... La gente de por aquí es extraña, la mayor parte del tiempo son alegres, a veces un poco metomentodos...
-Siento que te moleste tanto...
-Pero...

Celestia le miró con interés.
-Hay Ponys muy amables e interesantes. -le respondió. -Rainbow es un poco tosca, pero enseña bien, Twilight es amable, Applejack es muy simpática, Pinkie Pie es muy alegre, Fluttershy es tímida y linda, y Rarity...

Ahí, Helios hizo una pausa prolongada, cosa que llamó la atención de Celestia.
-Ella... No sé que tiene... Es muy amable e interesante, tiene algo que me llama mucho la atención... Me encandila...

Celestia rió un poco tapándose la boca con el casco.
-Vaya... Parece que alguien se ha enamorado.

Las alas de Helios se tensaron de golpe, cosa que le llamó la atención, no pensaba que estas tuvieran voluntad propia ante esos impulsos.
-Vaya, parece que he acertado. -dijo Celestia divertida.
- ¡Mamá, no digas esas cosas!

Un intenso silencio se formó entre ambos, Celestia estaba sorprendida ante la reacción de Helios, le había llamado mamá con una naturalidad íntegra y sorprendente.
- ¿Me has llamado...?

Helios apartaba la vista a la vez que bajaba las alas despacio, ruborizándose.
- ¿Me has llamado mamá? -volvió a preguntar Celestia.
-Eres mi madre, ¿no? Lo más normal es que te llame así. -le respondió Helios.

A Celestia casi se le saltaban las lágrimas al oír por fin esas palabras de su propio hijo. Helios jugueteó un poco con el casco en el mantel, hasta que se le ocurrió preguntar.
-Mamá... ¿Cómo era papá? Nunca llegué a conocerle, y empiezo a tener tantas preguntas... Necesito respuestas.
-Y las mereces, hijo. -le contestó. -A tu padre, Quasar, lo conocí cuando era algo más joven, y él era un potro de apenas siete años...

Mientras tanto, en las profundidades del mar, Leviatán se preparaba para emerger de las aguas. Una esfera de luz apareció frente a él, mostrando una voz dispar.
-Maestro, ¿ya está recuperado? -preguntaba.
-Ya estoy recuperado... Ochocientos años de espera en estas heladas aguas... Solo de recordarlo... ¡Maldita Celestia!

Leviatán soltó un regio rugido que pudo irse en la superficie. Un par de Ponys pesqueros que rondaban la superficie, fueron testigos de como las nubes se arremolinaban por si solas y trueno comenzaba a tronar. Los relámpagos comenzaron a cernirse sobre el mar, uno enorme comenzó a crear una electrificante columna que atravesaba el cielo y el océano, y de su interior, comenzaba a emerger una enorme y oscura figura que rugía mientras se levantaba.

Cuando la columna de relámpagos se disipó, Leviatán aparición de detrás de ella, sonriendo con malicia.
-Me he demorado ochocientos años... Pero Equestria y todo este mundo desaparecerá... -decía Leviatán. -Helios Noble... Tu serás el primero al que destruya... Ardo en deseos de ver la cara de desesperación de Celestia cuando le arranque la cabeza de un mordisco a su vástago.

De vuelta en Rainbow Falls, Helios escuchaba atentamente las historias que su madre contaba de su padre.
-Y hasta ahí, es todo cuanto puedo contarte sobre tu padre. -le decía Celestia.
- ¿Papá no llegó si quiera a verme nacer? -le preguntó.
-Cumplió con su deber intentando protegernos a todos de Leviatán. -le respondió. -Y desde entonces, no pasaba ni un día en que no dejase de pensar en ti y en tu padre. Durante siglos me sentí enormemente sola, y más aún cuando tuve que desterrar a tu tía por mil años.
-Para mi solo fueron veinte años, ahora mismo debo de tener...
-Ochocientos años justos. -terminaba Celestia.

Helios comenzaba a sentirse más desorientado, siempre se había visto como una persona normal, y ahora descubrir que tenía ocho siglos de edad le impresionaba más aún.
-Vaya... Pero... No siento ser tan mayor.
-Supongo que al estar desterrado en aquel mundo el tiempo no pasó igual para ti. -le decía Celestia. -En comparación con nosotras, eres como una bebé.
-Algo así he oído. -le respondió Helios. -Oye mamá, ¿crees que llegaré a tener una Cutie Mark, o lo que quiera que sea eso?

Celestia no supo que responder.
-Siento que todos me miran por eso, no tengo una de esas marcas en mis costados.
-Si te soy sincera, cuando vi tu antojo pensé que eso seria un atisbo de lo que sería tu Cutie Mark, pero no estoy segura. -le respondió. -Pero estoy segura de que algún día lo conseguirás.

Celestia colocó su casco sobre el de Helios, sonriéndole con ternura.
-Siempre que necesites mi ayuda, yo estaré ahí para lo que necesites.
- ¿A qué viene eso?

Celestia sonrió, y le respondió:
-Soy tu madre, y quería que lo supieras.

Helios no supo que responderle, hacia mucho que había escuchado esas palabras de su madre adoptiva, echaba de menos escucharlas y sentirlas vibrar en sus oídos. De pronto, la calma de Rainbow Falls se vio rota cuando el sonido de un relámpago desde la lejano los tomó por sorpresa, poco a poco, el cielo se fue oscureciendo entre un enorme manto de nubes de tormenta.
- ¿Qué está pasando? -preguntaba Helios sorprendido.

Pudo notar que la piel de Celestia de palidecía, dejando su piel más blanca de lo normal.
-No... No puede ser...
- ¡Majestades...! -decía una voz que se aproximaba.

Helios y Celestia giraron su vista hacia donde procedía aquella voz, pudieron ver a uno de los soldados de la guardia real con la cara ensangrentada y las alas heridas aproximándose a ellos en un estado lamentable. Cuando llegó ante Celestia y el príncipe, cayó rendido frente a ellos, jadeando y dejando un pequeño charco de sangre
-Tra... Traigo noticias desde Canterlot... -decía con esfuerzo aquel guardia.
- ¡¿Qué noticias?! -preguntó Helios.

Con esfuerzo y tosiendo un poco, el guardia alzó la cabeza y pronunció las palabras que Celestia deseaba no volver a escuchar nunca.
-Leviatán, ha vuelto.

Las alas de Celestia se abrieron de la impresión de par en par, parecía que el miedo se había apoderado de ella.
-Exige que aparezcas con Helios inmediatamente, o empezará a destruir Ponyville y a todos sus habitantes. -volvió a decir el guardia.
-Espera, ¿Leviatán, no había sido destruido? -preguntó Helios. - ¿Mamá?

Antes de que pudiera darse cuenta, Celestia había alzado el vuelo rápidamente, volando hacia Ponyville.
- ¡Celestia, espera! -decía Helios.

Pero Celestia no se detenía, seguía hacia delante sin mirar atrás. Helios reunió a los Ponys de Rainbow Falls, encargándoles que cuidasen al guardia, antes de irse, pudo comprobar a los pequeños potrillos que temblaban entre las patas de sus madres y padres, su corazón dio un vuelco ante la situación, debía de empezar a actuar como un verdadero príncipe.
-Escuchadme. -dijo. -Evacuad primero a las familias. Primero las madres y sus hijos, luego los padres con sus hijos, luego a los heridos y ancianos, poneros a salvo hasta que la tormenta amaine.
- ¿Por qué deberíamos hacerte caso? -preguntó un pegaso de entre el grupo.
- ¡Guárdale un poco de respeto! -exigió el guardia real entre tos y tos. -Está hablando ante el príncipe de Equestria.

Todos callaron de repente.
-... Así es, soy Helios Noble, primogénito de la princesa Celestia, el heredero al trono de Equestria.

Algunos Ponys se postraron casi de inmediato, cosa que molestó a Helios.
- ¡¿Qué estáis haciendo?! -preguntó molesto. - ¡No es el momento de postrarse ante mi, debéis ocultaros de la tormenta antes de que empeore!

Los Ponys asintieron ante sus palabras.
- ¡Ya habéis oído! -dijo otro Pony presente. - ¡Debemos desalojar primero a las yeguas y sus potros, y luego a los corceles y sus potros!
- ¡Empecemos a trabajar! -dijo con esfuerzo el guardia de Celestia.

Los Ponys comenzaron a atender la orden de Helios con precisión, las yeguas pegaso y unicornios cargaban a sus pequeños en el lomo, mientras que las terrestres los tenían sujetos de sus colas y las cargaban, luego les sucedieron los corceles, que hacían lo mismo.

Helios pudo ver que todo iba bien, tranquilizándose.
-Majestad. -decía malherido el guardia. -Ha obrado bien ante la situación. De no haberlo hecho, hubiera cundido el pánico.
-Solo hice lo más sensato.

Dicho esto, Helios alzó el vuelo inmediatamente.
- ¿Majestad?
-Voy a reunirme con Celestia, -le dijo. -Te encargo la seguridad de los civiles.
-Daré mi mejor esfuerzo.

Mientras tanto, en Ponyville, los relámpagos se cernían sobre la tierra y las casas, provocando un pequeño incendio ahí donde caían. La joven princesa Twilight hacia lo imposible por proteger el pueblo junto a sus amigas, llevando a los civiles a lugar seguro.
- ¡Rápido, evacuad Ponyville! -decía Twilight ayudando a los ciudadanos.
- ¡Celestia! -gritaba la enorme criatura. - ¡¿Dónde estás?!
- ¡Eh, grandullón! -le gritaba Rainbow al oído. - ¡¿Qué te crees que haces destruyendo nuestro hogar?!

Leviatán giró hacia donde se encontraba la colorida pegaso, lo que Rainbow pudo ver, fue un enorme par de ojos anaranjados que se clavaban en ella como un inmenso mar de llamaradas.
- ¿Osas enfrentarte a mi, estúpida Pony? -le preguntó Leviatán. - ¡¿A mi que soy más antiguo que vuestra realidad?!

El rugido de Leviatán bastó para hacer volar varios metros lejos de Ponyville. Twilight se le aproximó haciendo brillar su cuerno con fuerza.
- ¡¿Qué haces aquí?! -le dijo Twilight. - ¡¿Qué crees que estas haciendo?!

Leviatán rió ante las preguntas de la más joven de las princesas.
- ¿Que qué hago? -le preguntó entre burlas. -Retomar mi labor como señor del tiempo y el espacio... Vuestro mundo hace mucho que debí destruirlo... Sois una maldita raza egocéntrica que pensáis que las princesas son todopoderosas...
- ¡Esa no es razón para destruir nuestro pueblo! -decía Twilight.
- ¿Motivo? ¡Soy el dios del tiempo y el espacio! ¡Yo decido cuando termina el tiempo de cada mundo, y el de Equestria terminará... Ahora!

Tras las palabras de Leviatán, el cielo volvió a rugir con él, precipitando mas relámpagos sobre el pueblo. La enorme criatura abrió sus fauces para atrapar a Twilight entre ellas, pero antes de cerrarlas, un rayo de magia golpeo su cara, desviando su trayectoria. Cuando Leviatán se recuperó, miró la zona de donde venia el ataque, Twilight quedó también impresionada, había sido cosa de Celestia, quien aleteaba con vista airada a unos metros de Leviatán.
-Princesa... -decía Twilight sorprendido.

Leviatán río levemente, su risa resonaba como el eco.
-Así que Celestia viene a recibirme con su retoño, ¿eh? -le dijo.
-...

El silencio de Celestia fue más que suficiente.
-Ochocientos años, ¿eh, Celestia? -volvió a decirle. - ¿Me has echado de menos? Yo si, cada instante... Me pregunto si la carne de tu hijo será tan sabrosa como la de tu esposo.

Un aura dorada comenzó a rodear a Celestia, llena de ira.
- ¿Te atreves a tener el valor de decir eso?
-Me atrevo, y lo repetiré... Disfrutaré destruyendo todo lo que amas antes de destruirte... Tu reino, tus amigos... Tu familia...

La ira que Celestia tenía acumulada no podía ocultarse por más tiempo, el enfrentamiento entre ambos seres divinos estaba apunto de comenzar.

Mientras, Helios volaba a toda velocidad hacia Ponyville, lo que vio al llegar, fue un poblado en llamas y a la enorme criatura luchando contra su madre.
- ¡Mamá!
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 25 Jun 2015, 20:50

Te quiero, mamá.


Helios se encontraba frente a una Ponyville derruida y casi envuelta en llamas, siendo escena de la batalla entre la enorme criatura Leviatán y su madre, la princesa Celestia. No podía creerse la situación, esta mañana todo era tranquilo y había salido de picnic con Celestia, pero ahora, todo era un completo caos, oscuridad y humo.

Despacio, aún sin creerse la situación, Helios aterrizó en medio del pueblo, mirando hacia la enorme criatura.
- ¡Helios! -decía una voz familiar para el joven príncipe.

Helios se giró y pudo ver a la princesa Twilight acercándose a él.
- ¿Twilight? -decía Helios aún sin salir de su trance. - ¡Twilight!

Helios corrió hacia ella para acercarse también, una vez que ambos se situaron uno frente al otro tomaron un poco de aire, intentando entrar en situación entre los gritos de los habitantes que huían despavoridos.
- ¿Qué... Qué ha pasado...? -preguntó el príncipe.
-N... No lo sé, de repente el cielo se volvió oscuro y esa criatura apareció como de la nada. -decía Twilight no muy convencida de sus propias palabras.
-Twilight, no hay tiempo que perder. -decía Helios tras dar un rápido vistazo al pueblo. -Debemos evacuar a todos cuanto antes.
-Estoy de acuerdo, yo iré por la parte sur, tu ve a la parte norte. -indicaba la princesa de la amistad. -Los evacuaré a todos hacia Sweet Apple Acres.

Ambos se separaron casi de inmediato para cumplir con la misión, pero sin que el joven príncipe se diera cuenta, una siniestra sombra le observaba desde lejos, no se sabía si era amigo o enemigo.

Helios corrió por la parte que le tocaba del poblado, disuadiendo a los demás ponys de que se dirigieran hacia Sweet Apple Acres. Afortunadamente, y como ya le conocían un poco, los ponys le obedecían ciegamente. De pronto los gritos de una potrilla llamaron la atención del príncipe.
- ¡Rarity, ¿dónde estás hermana, Rarity?!

Al escuchar el nombre de Rarity, Helios puso su total atención en aquella potrilla. Se acercó a ella a toda prisa para saber lo que pasaba.
- ¡Pequeña, ¿estás buscando a tu hermana?! -le preguntó.

La pequeña asintió.
- ¿Cómo te llamas?
-Sweetie Belle, majestad.
-Bien Sweetie, dime, ¿dónde la viste por última vez?
-Me sacó de golpe de la Boutique, pensé que iba detrás de mi mientras corría.

Helios dirigió su mirada hacia la boutique, parte del tejado estaba siendo consumido por las llamas, cosa que provocó que el corazón le diera un vuelvo enorme.
-Sweetie, vete con los demás. -le dijo Helios. -Te prometo que traeré a tu hermana de vuelta.
- ¿De verdad hará eso, majestad?
-Si, vete a Sweet Apple Acres, antes de que te pase algo.

La pequeña unicornio hizo caso de lo que el joven príncipe le dijo, mientras que Helios corrió todo lo rápido que pudo hacia la boutique mientras la siniestra sombra le seguía de cerca.

Al llegar a la boutique, Helios irrumpió a través de los restos llameantes que estaban frente a la puerta, parte de los maniquíes estaban envueltos en llamas y el techo tapado por el humo y el hollín, el joven pegaso apenas se creía estar en el mismo lugar que ya había visitado
- ¡Rarity! -la llamaba Helios. - ¡Rarity, ¿dónde estás?!

Helios se adentró en la boutique esperando oír la voz de Rarity. Intentó escuchar atentamente, pero el crepitar de las llamas se lo dificultaba.
-Ayu... Da...

Con esfuerzo, el príncipe pudo escuchar esas débiles palabras provenir del piso superior. Siguiéndolo, subió con cuidado las escaleras de la boutique hasta llegar al piso de arriba, ahí pudo ver la puerta de la habitación de Rarity entreabierta, saliendo algo de humo de la misma.

El joven príncipe arremetió con fuerza contra la puerta, abriéndola. Ahí pudo ver a Rarity bajo un par de sus maniquíes envueltos en llamas.
- ¡Rarity, aguanta! -decía Helios acercándose a ella.
-¿He... lios...? -decía Rarity con esfuerzo y entre tos y tos.
-Aguanta Rarity, te sacaré de aquí.

Inmediatamente, Helios trató de apartar los maniquíes para sacar a Rarity de debajo de ellos, la piel blanquecina de Rarity estaba un poco quemada y sus patas traseras un poco llenas de hollín.
-Sweetie Belle... ¿Dónde está Sweetie Belle? -preguntó Rarity.
-Está bien, te lo prometo. -le respondió Helios. -Se está dirigiendo a Sweet Apple Acres con los demás.
- ¿La has salvado? -volvió a preguntarle.
-La has salvado tu al sacarla de aquí, ahora deja que te ayude.

Helios se agachó y ayudó a Rarity a subirse a su lomo.
-Agárrate fuerte a mi, y pase lo que pase, no te sueltes.

Rarity se sujetó fuertemente al príncipe, una vez se asegurase de que estaba bien sujeta, helio extendió sus alas y comenzó a volar a ras del suelo hasta sacar a Rarity de la boutique. Una vez fuera, Helios bajó con delicadeza a su pasajera al suelo.
-Ya está Rarity, hemos salido.
-Mi casa... Destruida...
-Tranquila, haré lo posible por que la recuperes, pero ahora debo de llevarte con los demás.
- ¡Majestad! -decía una voz familiar para Helios.

Al levantar la vista, Helios pudo ver a White Gloves, acercándose a ellos.
- ¡Por fin le encuentro, majestad! -decía el viejo unicornio.
- ¡¿White Gloves?! ¡¿Qué haces aquí?! -preguntó Helios sorprendido de verlo.
-Su tía, la princesa Luna, nos ha ordenado asistir a los heridos y refugiados del poblado. -le contestó el viejo unicornio.
-En tal caso, ayúdame a socorrer a Rarity.
-Como ordene, majestad.

Los tres ponys emprendieron la marcha hacia el grupo que se dirigía a Sweet Apple Acres. Mientras avanzaban, el feroz enfrentamiento entre Leviatán y la airada princesa Celestia continuaba, pero las cosas no iban bien para la princesa del sol, cuyo pelaje empezaba a estar chamuscado y oscurecido por las quemaduras de los relámpagos que se cernían del oscurecido cielo.

Celestia cayó contra el suelo jadeando, el agotamiento y la ira la habían dejado exhausta.
-Hace ochocientos años conseguiste derrotarme... ¿Fue solo un golpe de suerte? -decía Leviatan con desprecio y burla en sus palabras. -La todopoderosa Celestia se ha vuelto más y más débil con el paso de los siglos... Decepcionante.

Con esfuerzo, Celestia comenzaba a levantarse, sus doloridas patas apenas podían mantenerla de pie.
-Pase lo que pase... Juro que te derrotaré, y acabaré lo que debí haber terminado hace ochocientos años...
-No tienes ni el poder ni el valor necesarios para detenerme, Celestia. -le respondió Leviatán. -He destruido cientos de realidades y mundos antes de llegar a ti, ninguno ser ha conseguido derrotarme nunca, pero tu... ¡Tú has sido la única que consiguió herirme, tomaré la sangre de tu hijo en venganza!
- ¡Tendrás que pasar sobre mi cuerpo moribundo para conseguirlo! -le respondió la soberana del sol.

Leviatán sonrió, exponiendo una hilera de brillantes y afilados colmillos.
-Así no seria divertido... Pero acepto el reto.

Mientras tanto, Helios, Rarity y White Glove se acercaban con el resto de ponys a las tierras pertenecientes a Sweet Apple Acres, todos se aglomeraban cerca del gran granero de la familia Apple. Applejack ayudada a los demás junto a Twilight y a Fluttershy,mientras que Pinkie reunía a los potrillos para que entrasen en el granero.
- ¡Twilight, Applejack! -decía Helios mientras cargaba con Rarity.

Al oír la voz del príncipe Applejack fue directa a ayudarle, pudo ver a su amiga un poco maltrecha agarrada al lomo de Helios.
- ¡¿Qué ha pasado?! -preguntó la joven vaquera.
-Estaba atrapada en la boutique, fui a salvarla mientras estaba bajo unos maniquíes. -respondió Helios.
-Nos encargaremos de ella inmediatamente. -contestó Twilight. -De momento entrad, nos aseguraremos de que estéis bien.
-Gracias Twi...

Antes de que el Helios pudiera terminar la frase, notó que alguien le tapaba la boca y tirada de él, asfixiándolo, cuando tuvo la oportunidad de verlo no se creía lo que estaba viendo, White Gloves le estaba traicionando.
- ¡¿Qué crees que haces?! -preguntó Twilight de golpe.
- ¡Alejaos! U os aseguro que el vástago de Celestia acabará muy mal. -advertía White Gloves mientras su cuerno comenzaba a brillar.
- ¡Eres un traidor a la realeza! -decía Applejack dejando a Rarity en el suelo.

Rarity abrió con esfuerzo los ojos, pudo ver borroso a Helios ser sujeto por White Gloves mientras Twilight y Applejack pensaban que hacer.
- ¡Más vale que sueltes al príncipe, o si no...!
-"Si no", ¿qué? -preguntó burlón White Gloves.

En ese momento, la joven vaquera se aproximaba hacia los dos ponys, pero en ese momento, White Gloves, usando su magia, sacó del bolsillo de su chaqueta un cuchillo que colocó sobre el cuello de Helios.
- ¡Ni un paso más! O la vida de este maldito pegaso acabará de forma tajante. -decía amenazante White Gloves.

Helios aún no se lo creía, el jefe de los mayordomos de palacio lo estaba apuntando con un cuchillo al gaznate.
- ¡¿Por qué haces esto?! -preguntó Twilight exaltada. - ¡Eres uno de los sirvientes más leales de Celestia, ¿por qué lo haces?!
-Llevo toda una vida sirviendo los caprichos de la princesa Celestia, y hasta hace poco de la princesa Luna... ¡No tienes ni idea lo que es trabajar para esa caprichosa princesa!

Twilight apenas se creía lo que estaba pasando.
-Leviatán me ha prometido sacarme de este mundo y llevarme con él por los mundos, sin perecer en ninguno. -expuso White Gloves. -Lo único que tengo que hacer para alcanzar la inmortalidad, es entregar al maldito príncipe a esa criatura.
- ¡¿Estás loco?! -le gritó Applejack. - ¡¿Qué te hace pensar que cumplirá su palabra?!
- ¡Silencio, plebeya! -le contestó el viejo unicornio. - ¡No tienes ni idea lo que he pasado toda mi juventud!

A Helios le empezaba a latir el corazón con fuerza, podía sentir el frío metal del cuchillo cerca de su yugular.
-Os lo advierto, no quiero mancharme los cascos con sangre, pero este príncipe en mi pasaporte a una eternidad.
- ¡Estás loco! -exclamó Applejack.
-Tal vez, pero tarde o temprano Equestria desaparecerá, y no podréis hacer nada para evitarlo.

En ese momento, algo golpeó rápidamente la cabeza de White Gloves, haciendo que su magia soltase el cuchillo y soltando a Helios. El viejo unicornio cayó al suelo noqueado.
-Me debes una, gusano real.

Helios alzó la vista y pudo ver a Rainbow, quien le había salvado.
- ¿Rainbow?
- ¿Estás bien? -le preguntaba la joven pegaso mientras le ayudaba a levantarse.
-Estoy bien... Lo que acaba de pasar... Me ha dejado un poco trastocado. -comentó Helios.
- ¡Helios! -decía Twilight acercándose a él. - ¡¿Estás bien?! ¿No estás herido?
-Twilight, estoy bien, de verdad.
-Deberías dejar respirar al principito. -le decía Applejack a Twilight.

Helios parecía perplejo tras lo ocurrido con White Glove.
-En casa... En nuestra propia casa habían traidores a Celestia... -decía el joven príncipe a sí mismo.
-A nosotras también nos ha impactado, nunca imaginé que White Gloves fuera capaz de traicionar a la corona. -decía Twilight.
-...Mamá... ¿Dónde está mamá? -decía Helios algo nervioso. -Si mi madre tenía traídos en casa, debe estar en peligro ahora.
- ¿Y qué piensas hacer? -preguntó Rainbow.
-Me enfrentaré a Leviatán. -respondió Helios.

Las tres callaron de repente ante las palabras del príncipe.
- ¡Esa es una locura! -le dijo Rainbow.
-Esa criatura me quiere a mi, ¿no? Pues le voy a dar ese gusto, así os dejará en paz a todos y a mamá.
-Helios, he oído en primera persona la historia de Leviatán y Celestia, solo te quiere para cubrir a tu madre en la desesperación para luego destruirnos a todos. -le explicaba Twilight. -No tiene intención de dejar que este mundo siga vivo.
- ¿Y qué quieres que haga? ¿Quedarme de brazos cruzados y dejar que mate a mi madre? ¡Es toda mi familia, ya no me queda nadie!
-Te entiendo Helios, pero así no conseguirás nada.
-Y si no hago nada... La matará.

El silencio volvió a invadirles.
-Iré, y no podéis hacer nada para impedirlo.
-Ve Helios. -decía Rarity acercándose.

La mirada de los cuatro fueron dirigidas a Rarity, quien cojeaba levemente.
- ¿Rarity? -preguntaba Twilight mientras la veía acercarse.

La joven unicornio se les acercaba, Applejack dejó que se apoyase en ella mientras seguía andando hacia Helios y Twilight. Una vez quedó frente a Helios, le miró a los ojos como si le inspeccionara.
-Ve a ayudar a tu madre.

Helios asintió ante las palabras de la joven unicornio.
-Si tu vas, te acompañaré.
-Gracias Rainbow.

Después de eso, volvió a mirar a los intensos ojos azules de Rarity.
-Oye, Rarity... Te prometo que volveré, y cuando lo haga, yo... Este...

Rarity tapó la boca de Helios con un casco para, acto seguido, plantearle un beso. Ante la acción de Rarity, Helios quedó impresionado, con los ojos abiertos de par en par y sonrojado. Poco a poco, Rarity separó sus labios de Helios, sonriéndole.
-No es de caballeros el quedarse con los ojos abiertos cuando te besa una hermosa Pony. -le dijo. -Ten cuidado, y vuelve entero, ¿lo harás?

Helios asintió casi de inmediato, estaba rojo como un tomate.
-Vete de una vez.

Helios y Rainbow alzaron el vuelo de inmediato, impulsándose con todas sus fuerzas hacia Ponyville, donde Leviatán y Celestia libraban su batalla. Celestia estaba echa polvo, jadeando y casi exhausta, apenas se podía tener en el aire, mientras que el gigantesco enemigo parecía estar fresco.
-Todo ha terminado, vieja enemiga... -decía Leviatán. -Tras cientos de años, hoy descansarás en paz, y tu universo perecerá contigo.
-He... He estado cruzada de cascos desde que me obligaste a separarme de mi hijo... -decía Celestia con esfuerzo. -No he peleado mis batallas desde entonces... Pero... Esta vez lucharé por mi hijo y mi mundo.

Leviatán rió sonoramente.
-No tienes ni idea de cuantos dijeron esas palabras y cuantos cayeron antes que tu... No eres nadie, solo una mosca en el tejido del tiempo y el espacio.

Cansada, Celestia comenzó a caer. Su cuerpo se cernió sobre el suelo y sus alas se extendían a sus lados, su ondulante crin se volvía lisa y lacia y su mirada borrosa. Una de las garras de Leviatán se cernió delante de ella, acercándose a la princesa caída.
-Pretendía acabar con tu hijo primero para hundirte en la desesperación, pero acabar contigo primero será igual de satisfactorio para mi. -comentaba Leviatán mientras de su boca chisporroteaban centellas. -Adiós, Celestia...

La princesa estaba dispuesta a aceptar su destino, cansada, esperaba que el ataque del Leviatán acabase con su existencia, pero antes de que Leviatán pudiera lanzar su ataque, la gigantesca bestia recibió dos golpes consecutivos bajo sus fauces. Debido al cierre de sus fauces, el relámpago que estaba a punto de lanzar hizo que varios de sus colmillos salieran volando de su boca.

Tras el impacto, Celestia sintió que dos cuerpos se posaban frente a ella, con esfuerzo, abrió sus cansados ojos, deslumbrando dos figuras aladas.
- ¡Mamá! -decía una voz familiar para Celestia. - ¡Mamá, por favor, levanta!
- ¿He... lios...? -decía Celestia con esfuerzo.
-Si mamá, soy yo. -le respondía. -Oye, estoy aquí para ayudarte, así que por favor, te lo suplico, no me dejes solo.

Débilmente Celestia cubrió con una de sus alas a Helios, entregándole una cálida mirada que se cruzaba con la de su hijo.
-Hijo mío... Te prometo no dejarte sólo de nuevo...

Los ojos de Helios se impregnaron casi de inmediato de lágrimas
-Mamá... Siento haber sido tan borde contigo... Siento haberte intentado dejar de lado... Lo siento, siento no haber sido el hijo perfecto. -decía Helios derramando sus lágrimas a mares.

Con esfuerzo, Celestia esbozó una sonrisa.
-No te preocupes, hijo... -le dijo. -Es... Estoy orgullosa de ti, siempre lo he estado, desde que naciste y desde que te encontré...

Igual que con Helios, de los ojos de Celestia empezaron a brotar lagrimas como ríos, su rostro quedó empapado casi de inmediato, corriéndose las manchas de quemaduras y hollín de su cara.

Con esfuerzo y congoja, de los labios de Helios brotaron las palabras que Celestia esperaba escuchar desde hace mucho tiempo:
-Te quiero... Mamá...

Casi no podía creérselo, la princesa del sol pudo sentir como el corazón le daba un vuelco de felicidad, una felicidad que parecía durar poco.

De repente, la cosa de Leviatán golpeó contra Rainbow y Helios, dejándolos contra el suelo. Luego, se enroscó alrededor del cuerpo del príncipe, levantándolo del suelo, cosa que horrorizó a Celestia, quien intentaba levantarse con esfuerzo.

Cuando recuperó la consciencia, Helios se encontró frente a los enormes ojos centelleantes de Leviatán. La enorme criatura esbozó una cruenta sonrisa y una macabra risa.
-Por fin... Acabaré con el vástago de Celestia y luego con éste patético mundo. -le decía Leviatán.
- ¡Suéltame, monstruo!
-Tranquilo, lo haré tras arrancarte la cabeza de un mordisco.

La enorme criatura abrió sus fauces de par en par, acercando a Helios a esta. Mientras se acercaba, el príncipe forcejeaba para salir del abrazo de Leviatán mientras que iba viendo Equestria arder entre nubes de tormenta, la desesperación le recorría por todo su ser, había vivido poco tiempo en este mundo, pero los recuerdos atesorados eran muchos, estaba claro que no quería que Equestria desapareciera.
-No... ¡No dejaré que destruyas este mundo!

Ante las palabras de Helios, Leviatán se detuvo y comenzó a reír.
- ¡¿Qué no me dejarás?! ¡¿Y qué crees que puedes hacer contra un señor del tiempo y el espacio?!
- ¡Yo también he cruzado el tiempo y el espacio hasta llegar aquí, y no pienso dejar que hagas lo que te de la gana!
- ¡¿Lo que me de la gana?! No tienes ni idea mocoso... Desde que tengo memoria ha sido mi trabajo el llevar al fin la existencia de los mundos. -explicaba Leviatán mientras estrujaba el cuerpo de Helios con su cola. -No tuve elección con mi vida, ¿pero sabes? Adoro ver los rostros de los habitantes... La desesperación, el miedo... Alimentan mi ser, y no pararé por que un mocoso como tu se ponga valiente.
-No soy un mocoso cualquiera. -dijo Helios. -Soy Helios Noble, príncipe heredero de Equestria, he vivido durante 20 años alejado de mi madre en otro mundo. Y ahora que he vuelto y he descubierto las maravillas que me ofrece éste mundo... No te permitiré destruirlo.

De pronto, el cuerpo de Helios comenzó a brillar con fuerza, cegando los enormes ojos de Leviatán y soltando al joven príncipe.

Del costado de Helios, comenzó a aparecer unos elementos extraños, primero apareció una esfera que se dividía en dos, una mitad parecía un cielo nocturno repleto de estrellas, y la otra mitad un reloj de sol, a la vez, el joven príncipe sentía arder su cabeza, ya que poco a poco, comenzaba a emerger un cuerno, cosa que tomó por sorpresa a Celestia.

La luz se desvaneció paulatinamente, dejando ver a Helios con semblante seguro y serio.
-Helios... -decía Celestia asombrada.
-Princesa, acaba de conseguir su Cutie Mark. -le decía Rainbow asombrada.

Celestia sonrió al verla, sus lagrimas corrían por su rostro mientras sonreía de orgullo.
-Mi príncipe... Se ha hecho mayor...
-Pero... ¿Qué significa esa Cutie Mark? Un reloj de sol y un cielo estrellado. -decía dudosa la joven pegaso cerúlea.
-Su talento, su vida... -explicaba Celestia. -Helios Noble, el príncipe del espacio y el tiempo.
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