Capítulo 9
Crecimiento irreversible
Crecimiento irreversible
Twilight miró fijamente a la taza de té que Rarity la había preparado. La cuchara de plata giraba lenta y precisamente bajo su control mágico. La risa de Jasper se hacía eco en la habitación de al lado, donde Sweetie Belle jugaba con él. Rarity se había sentado en un sofá de terciopelo rojo, y Twilight hizo lo mismo frente a ella en un sillón a juego. Ambos ponis fijaban la vista en las tazas que tenían entre sus cascos. Moonstone se encontraba tirada en el suelo, jugando con infinidad de peluches repartidos por toda la alfombra. En algún lugar de otra habitación, un reloj contaba los dolorosos segundos mientras pasaban.
Tic, tac, tic, tac
El té era muy dulce, demasiado. A Fluttershy le encantaba el té dulce, y dado que era ella la que más disfrutaba las reuniones del té, las seis se habían acostumbrado a esto. Twilight se preguntó si Rarity lo había hecho a propósito, o tan solo era una mera coincidencia.
Tic, tac, tic, tac
Para ser justos, había sido Rarity quien había iniciado el silencio. Twilight simplemente no era lo suficientemente valiente como para romperlo, tenía tantas preguntas que incluso la daba miedo preguntar. La relación de Rarity con sus otras amigas. El padre de Moonstone. Spike.
Pero por encima de todo, temía hablar de Spike. Había llegado a pensar que Celestia podría saber dónde se encontraba, pero si ni siquiera Luna sabía dónde estaba...
-¡Mamá!
Moonstone levantó un gato de peluche y la sonrió ampliamente, sus brillantes ojos verdes brillaban con gran alegría. Twilight agradeció la interrupción, y observó a la potrilla mientras ésta trataba de llamar la atención de su madre.
-¡Mira!
Rarity la miró con una pequeña mueca.
Moonstone agitó el juguete con un poco más de entusiasmo debido a la falta de atención.
-¡Mamá! ¡Mamá!
-Shh, cariño... Tenemos una invitada-murmuró Rarity sonriéndola.
Levantó a Moonstone del suelo y la sentó a su lado; ésta se soltó del abrazo de su madre y saltó del sofá. Sus pequeñas alas revolotearon por instinto, pero esto no afectó a su altitud. Aterrizó en el suelo y se rio con deleite.
-¿Qué edad tiene, Rarity?
-Su segundo cumpleaños fue la semana pasada. El de Jasper fue hace unas cuatro semanas. Él tiene siete años.
Moonstone trotó de nuevo hasta el sofá y trató de trepar hacia lo más alto, echando sus cascos hacia delante y pataleando al mismo tiempo. Rarity cedió y ayudó Moonstone a subir de nuevo en el sofá. La potrilla se dio la vuelta y saltó del borde, chillando de placer cuando aterrizó en el suelo otra vez.
Twilight asintió lentamente. Los potrillos nacían de forma natural durante los meses de abril y junio, así como las yeguas solían entrar en temporada normalmente a principios de verano; pero la magia moderna podía utilizarse para proporcionar fertilidad en cualquier época del año. Cualquier yegua que quisiera tener un potrillo, ya no tendría que esperar para entrar en temporada; estadísticamente hablando, la mayoría de los potrillos nacidos durante los meses tradicionales, fueran o no planeados, solían ser hijos de ponis que no tenían acceso a la magia de los unicornios. En Canterlot, donde la magia estaba a la orden del día y era altamente accesible, estaba de moda tener un bebé justo en medio del invierno. Incluso Shining Armor tenía una fecha de nacimiento noble desde el principio de enero; había un estigma inevitable relacionado con el tener un bebé durante la estación apropiada.
Twilight lo sabía bien, ya que nació a mediados de mayo y por ello se burlaban de ella sin piedad en la escuela. Encerrarse en sí misma con tal de demostrar que pertenecía al mundo tanto como cualquier otro poni más, fue una respuesta comprensible.
-Veintisiete de abril ¿no?-preguntó Twilight, sólo por asegurarse. Ya tenía una idea de cómo empezar a recibir respuestas sin tener que preguntar directamente.
-Er... creo que sí... espera, calendario, calendario...
Hizo levitar un par de gafas de montura de color púrpura a los ojos, se levantó, y estuvo buscando uno.
-No importa, Rarity. Me lo preguntaba porque Jasper habría nacido un poco antes ¿no?
Rarity jugueteó con sus gafas, pero no se las quitó.
-Oh... bueno, en realidad él…
-¡Mami! ¡Mamiiiii!-exclamó Moonstone, mientras sus diminutas alas zumbaban tratando de subir de nuevo al sofá.
-Oh, Moonstone...
Rarity suspiró y subió a la niña al sofá otra vez. Moonstone trató de zafarse de su madre para saltar de nuevo, pero Rarity reaccionó rápido.
-Creo que ya has tenido suficiente práctica de vuelo por hoy ¿no crees? Además, mamá no está lista aún para enseñarte a volar, eso desde luego.
Rarity rio entre dientes y se volvió a Twilight mientras Moonstone se distraía con el gato de peluche que soltó antes.
-No me puedo creer que ya tenga dos años. ¡Cómo pasa el tiempo!
-Dímelo a mí…-murmuró Twilight, esbozando una pequeña sonrisa.
-Oh, es verdad, lo siento. ¿Quieres que te caliente el té?
-Está bien así, Rarity, gracias.
Twilight volvió a girar la cuchara. Tal vez el tema que estaba tratando de hablar con Rarity era más delicado de lo que había pensado al principio. Sabía que iba a tener que ser más directa, pero las advertencias de Sweetie Belle acerca de ser delicada se repetían en su cabeza. Se mordió el labio, y decidió continuar.
-Es un tanto sorpresivo ¿sabes? El verte con potrillos...
-Oh Twilight, nadie estaba más sorprendido que yo.
Twilight se quedó un tanto chocada por la rapidez de su respuesta, por lo que la tomó unos segundos el volver a responder.
-¿Ah, sí?
-Uy, desde luego... Jasper nació a finales de marzo, así que... bueno, un poco más temprano, como bien señalaste. Estimaron que sería a mediados de abril, ya que eso habría sido algo más lógico, a pesar de que su peso fue normal al nacer. Supongo que pasó muy a principio de temporada y no me di ni cuenta. Habría sido durante nuestra luna de miel… fue muy soleada, quizás eso explicaría por qué ¿no crees?
-Sí, supongo que sí...
Rarity sonrió un poco, mientras peinaba un poco la crin de su hija.
-No tuve síntomas de ningún tipo con Jasper. Salvo por un ansia extraña por comer fresas, supongo que te acordarás de cómo las odio. Pero, por lo demás, simplemente no podía entender por qué estaba ganando tanto peso. No lo supe hasta justo después de la primera mitad del embarazo.
-Vaya… Creo que cuando ya estás tan avanzada... bueno, las opciones son más bien…
-Pues sí… era tan joven, Twilight, tenía toda una carrea por delante. Fancy realmente quería tener el bebé, ya que era mayor que yo, y no había llegado a tener hijos en su anterior matrimonio. Me sentía atrapada, pero al mismo tiempo... simplemente sentí que era lo correcto ¿entiendes?
-Por supuesto, Rarity, no voy a juzgarte, estaba ausente, ya sabes… Sólo tengo curiosidad, eso es todo.
-Lo sé, Twilight. Ni siquiera puedo imaginar lo que debes de estar pasando ahora mismo. Me gustaría ayudar de cualquier manera posible.
Twilight tan solo sonrió; eso era exactamente lo que quería oír. Por un momento dirigió su mirada hacia la mesita con las fotos y cogió una con su magia, pasándosela a Rarity. La foto que Twilight había elegido era la de Rarity con Blue Jasper recién nacido. Fluttershy y Rainbow Dash miraban alegremente desde ambos lados de la cama.
Rarity se ajustó las gafas y miró la foto.
-Esta es... bueno, supongo que la colección de fotografías te habrá llamado la atención.
-En realidad fue Jasper el que me las mostró.
-Ah...bueno, no me sorprende. Lo único con lo que podría asociarte son estas fotos y las advertencias sobre el uso de la magia... aunque supongo que voy a tener que volver a hablar con él sobre eso otra vez.
-Sí, bueno, con que omitas la parte en la que muero, vale. Tan solo tienes que añadir cuando la pifié con el hechizo... y varias cosas más, también.
-No digas eso. Ahora, en cuanto a la foto... esta soy yo una hora después de haber dado a luz. Estoy hecha un desastre ¿verdad?
-¿De veras? Pero entonces, espera, ¿dónde estaban Rainbow Dash y Fluttershy cuando estuviste de parto?
Rarity dudó por un momento, pero luego miró a Twilight y sonrió al ver su expresión de desconcierto.
-Fue culpa de Rainbow por lo que me puse de parto en primer lugar.
-¿Qué? ¿Y cómo pasó?-inquirió ella, llena de curiosidad.
-Oh, una discusión sobre cosas tontas acabó conmigo rompiendo aguas. Debí suponer que acabaría pasando cuando la invité. Hablamos de Rainbow Dash, ya sabes cómo es… muy descarada.
-Sí, desde luego. Seguro que no supo ni cómo manejar la situación…-rio Twilight, divertida.
-De hecho, se desmayó en la sala de parto.
-Oh ¿qué dices? ¿¡En serio!?
-¡En serio!
Los dos ponis se rieron juntos, incluso Moonstone sonrió con curiosidad mirando a las dos adultas.
-Oh, es una muy buena historia, aunque un poco larga. En otro momento te la cuento.
-Está bien.
Twilight sonrió, pero luego se reorientó a sí misma.
-Por cierto, ¿tú y Rainbow aún seguís en contacto?
La expresión de Rarity cambió de golpe y aplanó sus orejas. Twilight trató de hablar, pero Rarity la cortó.
-Sabía que me ibas a preguntar eso... yo... No, no, tienes derecho a saber todo lo que ha pasado, Twilight.
Twilight quiso por un momento poder reprender a Rarity con educación para que su amiga no tuviese que auto inculparse de esa forma. La necesidad de información sobrepasaba sus sentimientos.
-Odio tener que preguntarte esto, Rarity, pero ¿podrías empezar desde el principio?
-Por supuesto... ¿sabes mucho ya?
Twilight negó con la cabeza antes de contestar.
-Sé que te fuiste Ponyville en algún momento… y sé que te llevaste a Spike contigo.
Rarity cerró los ojos y asintió.
-¿Fluttershy te dijo eso?
-No, vi la foto en la mesita, sé que era suya.
Rarity miró por encima de la pequeña mesa.
-Eso es verdad. La trajo a Canterlot con él.
-¿Rarity?
La unicornio blanca por fin volvió la cabeza para encontrarse con la mirada de Twilight. Las lágrimas ya estaban empezando a llenar sus ojos. Twilight hizo una mueca, pero continuó.
-Tengo que darte las gracias por cuidar de Spike cuando desaparecí. Me imagino que estaría muy nervioso, yo... me siento tan, tan culpable por haberle abandonado... yo era como su... hermana mayor, mejor amiga... como una madre para él. Yo era su única familia. Y lo abandoné. No tienes ni idea de lo culpable que me siento, Rarity, él…
-Mamá ¿Por qué estás llorando?-inquirió en ese momento Moonstone.
Rarity apresuradamente se secó los ojos y abrazó a su hija.
-¿Qué por qué estoy llorando, cariño? Oh, mamá no llora... ¿por qué no vas a jugar con la tía Sweetie Belle? ¡Sweetie Belle! ¿Podrías llevarte a Moonstone contigo, por favor?
-¡Pero yo no quiero jugar con ella!-gimió entonces Jasper.
La frente de Rarity se frunció antes de contestar.
-¡Blue Jasper, compórtate a no ser que quieras quedarte sin postre esta noche!
-¡Sí, mamá! ¡Lo que tú digas!
Se oyeron varios pasos de cascos sonando cerca, hasta que Sweetie Belle asomó la cabeza por el marco de la puerta. Sus orejas se aplanaron al ver las expresiones de Rarity y Twilight.
-Um... sí, claro. ¡Venga, Moo, vamos a jugar con tu hermano!
Moonstone se apresuró a saltar del sofá y seguir a Sweetie, riendo en éxtasis mientras lo hacía.
-No la llames así. La hace sonar como una vaca-suspiró Rarity.
Sweetie Belle sonrió y cogió a Moonstone.
-¡Oh, yo creo que suena bien!
-Es mejor que Louie-añadió Jasper desde la habitación de al lado.
-Bueno, yo ya tengo un Jazzy en mi vida, y Celestia sabe que no puedo llamarte por tus iniciales-comentó Sweetie, sonriendo.
-¡Sweetie Belle!-masculló Rarity, enrojeciendo de golpe.
La aludida dio media vuelta, con su hija a cuestas.
-¡Yo sólo comento!
-No lo entiendo-murmuró Jasper.
Rarity resopló y se volvió de nuevo a Twilight.
-Perdona la interrupción, Twilight. Moonstone empieza a ser muy perceptiva, tengo que estar atenta…
-No pasa nada... al menos tienes a Sweetie Belle para que les eche un ojo.
-Oh, desde luego, de hecho la pago por cuidar de los niños. Ha estado teniendo problemas para encontrar trabajo, y cuando Fancy está fuera de la ciudad me viene de perlas-explicó Rarity rápidamente.
-¿Podemos volver a donde lo dejamos, por favor?
-Ay, sí, claro. Eh… ¿dónde estábamos?
-Spike ¿qué pasó con Spike?-dijo Twilight.
-Pues que creció, Twilight. Al igual que la última vez... excepto que, a pesar de mis esfuerzos, no pude detenerlo. Fue culpa mía, Twilight. Era consciente de sus sentimientos hacia mí, pero tienes que entender que... nunca hubiera sido capaz de devolver esos sentimientos.
-Se molestó por tu matrimonio...-dedujo Twilight, casi afirmando.
-Spike se fue antes de eso...
Rarity se cubrió la cara con las dos pezuñas y gimió suavemente.
-Por favor, perdóname... estaba inconsolable. Se sentía como si ya no perteneciera aquí, y si ni siquiera yo pude cambiar eso, nadie más pudo hacerlo. Por favor, por favor, perdóname... yo… yo...
-La princesa Celestia… la princesa Celestia nunca dejaría tirado a Spike así… ¡No es justo!
Rarity negó con la cabeza.
-La consulté, de hecho pensó que era lo mejor. Incluso si él hubiera sido capaz de volver a abrir su corazón y convertirse en lo más parecido a un asistente para mí o cualquier otro poni, sintió que sería cruel someterle aún más a la misma angustia cuando ese poni muriese. Fue curioso que sólo pensara en eso después de que tú murier… digo, viajaras por el tiempo. Incluso pensó que tal vez no fue prudente haberte dado su huevo desde el principio, aunque créeme cuanto te digo que me siento muy mal diciendo esto, porque era una cosita tan dulce...
Twilight miró boquiabierta a Rarity por unos momentos. Por supuesto, los dragones tenían esperanzas de vida excepcionalmente largas. Twilight se iba a convertir en un alicornio; y por lo que ella sabía, en un ser inmortal. ¿Por cuánto tiempo había estado planeando Celestia su destino?
-¿Sabes dónde está?-inquirió Twilight.
Rarity vaciló, pero luego asintió lentamente.
-Está con otros de su propia especie... según Celestia, los dragones viven en algún lugar al sur de Ecuestria.
-¿Nunca has ido a verlo?
Rarity desvió la mirada y se detuvo durante unos instantes. Twilight se quedó callada, temerosa de seguir preguntando. Por último, con los ojos apartados de Twilight, Rarity continuó.
-Me gustaría no tener que ser yo la que te diga esto; lo siento mucho. Ya no es Spike, Twilight. Es un monstruo.
El aliento en el pecho de Twilight se desinfló, y sólo pudo susurrar una sola palabra.
-No...
Cuando los dragones dejan de envejecer a una velocidad normal, conservan gran parte de su inteligencia; eso, junto con sus largas vidas, los hacían de las criaturas más sabias conocidas por los ponis. Ese rápido crecimiento era un mecanismo de defensa ante el estrés y la desesperación. Un último recurso para salvar el cuerpo, a costa de la mente...
-¡No! ¡No, por favor, Spike no, por favor!-gritó Twilight.
Se estremeció, sintiéndose mareada. Su mente se negaba a aceptar lo que la decían.
-¡No! ¡No, debe haber una forma de revertirlo! ¡Al igual que la última vez! ¡Tiene que haberla!
Nuevas lágrimas corrían por el rostro de Rarity, la cual no se atrevía a moverse.
-Twilight, estas circunstancias eran muy diferentes a las de su primer arrebato de codicia infantil. Estaba sufriendo lo indecible…
Twilight se levantó de repente, pero otro fuerte mareo la hizo caer al suelo.
-Spike... Yo… yo...
Rarity se sentó junto a ella, varias lágrimas silenciosas corrían por su rostro mientras trataba de consolar a Twilight acariciándola el lomo.
-Twilight, lo siento tantísimo…
Twilight no podía hablar. La dolía el estómago. Incluso contuvo las ganas de vomitar.
El Spike que ella conocía estaba muerto. Su rota inocencia torturó su mente hasta el punto de que su cuerpo se vio obligado a cambiar para que, de esa forma, se pudiera compensar la pérdida mental y garantizar así su supervivencia.
-Yo no... nunca pensé...
Pero sin embargo lo hizo. Lo hizo ella misma. Mató a su mejor amigo, su asistente, su hijo. Twilight apretó los dientes mientras las lágrimas caían de sus ojos al suelo, dejando escapar un grito de angustia.
-¡Spike, lo siento tanto!
Rarity abrazó con todas sus fuerzas a Twilight, mientras que ésta se hizo un ovillo entre sus patas y lloró. La unicornio lavanda se sentía como una idiota por creer que podía arreglarlo todo. Spike estaba ya muerto, después de todo.
No lo vería nunca más. Nunca podría hablar con él. Nunca podría decirle adiós por última vez o pedirle disculpas por su despedida apresurada antes de irse a Canterlot. Todo lo que le dejó fueron indicaciones escritas apresuradamente para que limpiara la biblioteca. ¡Qué terrible último adiós!
Era un total fracaso.