Spoiler:
NUEVAS PRUEBAS CONFIRMAN EL TESTIMONIO DE AITANA PONES.
Tras los impactantes acontecimientos ocurridos en la universidad de Manehattan, un gran revuelo se formó en la comunidad de historia y arqueología. '¿Decía la verdad Aitana Pones?', '¿Es cierto que es una cazadora de demonios?', '¿Fue el hechicero lobo, Manresht, el causante de la fiebre infernal que asoló los Reinos Lobo?' y, especialmente, '¿Es cierto que Aitana Pones logró capturar a tan poderoso ser?'.
Partí a las desérticas tierras de los lobos en busca de respuestas. Finalmente logré contactar con un marinero lobo, un capitán mercenario llamado llamado Argul. Me concedió una entrevista y lo que me dijo me dejó impactado:
“Yo he visto las cosas que combatió esa poni: He visto esqueletos, fantasmas y magia negra. Y he visto a esa yegua que describes combatir hasta el final, incluso con grandes heridas. Y déjame decirte algo, poni: La fiebre infernal fue causada por Manresht. Es real, yo lo vi con mis propios ojos, y la maldición desapareció al día siguiente de su caída”.
Le pregunté a continuación respecto a su encuentro con Aitana.
“No llegué a combatir contra ella. Pero mis hombres dijeron que se convirtió en un monstruo, que hizo magia. Pero yo no llegué a verlo”.
Adicionalmente a este revelador testimonio, he sabido que dos yeguas son todavía buscadas en los Reinos: se las conoce como las “Brujas poni”. La descripción de una de ellas coincide exactamente con la de la arqueóloga Aitana Pones. ¿Es posible que esta poni sea en realidad un...?
—¡Pones!
Aitana, tumbada en el banco de su celda, levantó la vista del periódico y miró al vigilante que la increpaba. La ventaja de estar en una cárcel de baja seguridad es que gozaba con la relativa libertad de poder pasear por la misma, por lo que la puerta de su celda raramente estaba cerrada.
—Tienes una visita.
Se levantó y caminó tras el mismo hasta la gran sala donde se realizaban las visitas, vigilada por numerosos guardias. Otras yeguas presas charlaban en torno a pequeñas mesas con sus familiares y abogados. Aitana paseó la vista hasta encontrarse con los ojos de su padre. Este la esperaba con una sonrisa y llevaba unas pequeñas alforjas a la espalda.
—Papá, dime que me has traído algo de lectura. Esta cárcel está llena de los libros de Stephony Mareyer, ¡es una pesadilla!
—Vamos, Aitana, no exageres —sonrió él—. Para dos meses que te quedan aquí podrías ponerte al día en literatura moderna.
—Eres cruel y lo sabes...
Aitana se sentó frente al semental.
—¿Qué tal todo ahí fuera?
—Pues movido. Te he traído muchas novedades. La primera de todas, la que menos te va a interesar —el profesor alzó los cascos sobre la mesa y estrechó el de su hija—. Enhorabuena, doctora Pones.
Aitana se quedó chocada con la noticia.
—¿Qué?
—Hubo periodistas que grabaron tu conversación con Manresht, y tras traducirla ha bastado como prueba de que decías la verdad respecto a los Reinos Lobo. Tu fans, sí, me has oído bien, empezaron a exigir que revisaran tu tesis doctoral. Han tardado casi un mes en acceder y enviar un equipo a investigar el campo donde descubriste las armaduras de Cebrania y Unicornia. Todavía no se ha hecho público, pero las pruebas te dan la razón: existió una guerra entre el ducado de Unicornia y Cebrania. El rectorado va a concederte el doctorado en Historia y Arqueología, y sé que ya se está presionando a la princesa Celestia para que responda respecto a esta guerra.
“Cuídate, doctora Pones”. Las palabras de despedida de Macdolia resonaron en su mente, pero Aitana decidió no decir nada.
—Je, genial, ¿no? —rió—. Literalmente he tenido que soltarles una prueba viviente de que digo la verdad y luego llamarlos gilipollas ante todo el mundo para que me den la razón. ¿Algo más?
—Ya ha sido entregado el Cetro Dorado del Alicornio a Alib ib Massan ib Masaure, con una nota que decía “en pago por la esclava poni”. Lo recibió hace dos semanas.
Aitana miró a su padre, imaginando lo que había ocurrido.
—Ahora está muerto, ¿verdad?
—Sí —afirmó el profesor—. Asaltaron su casa. Los hechizos que utilicé funcionan, y pude seguir el rastro del cetro a lo largo de los Reinos Lobo. Pero al llegar a la frontera con Cebrania mis hechizos dejaron de detectarlo. Sospecho que han hecho algún conjuro de ocultación.
—Probablemente lo han metido en una caja de contención —aventuró Aitana—. Tarde o temprano tendrán que utilizarlo, y entonces volverás a detectarlo.
—Te informaré cuando ocurra. Y hay algo más que te va a interesar... y mucho.
El poni paralítico sacó un pergamino de las alforjas y se lo tendió a su hija. Esta lo desplegó con sumo cuidado al apreciar la antigüedad del mismo.
—Está en antiguo unicornio... ¿de dónde lo has sacado?
—¿Has leído sobre el ataque al Imperio de Cristal? —Aitana asintió—. Fue una distracción, mientras esto ocurría un equipo de matones asaltó la biblioteca para recuperar dos pergaminos. Por suerte Dobledé estaba en la misma y pudo detenerlos, y llegó a luchar contra el demonologista. Era uno muy poderoso, no tuvo ninguna posibilidad y tuvo que huír.
—¿Alguien consiguiendo hacer huír a Dobledé? —exclamó Aitana, algo incrédula—. ¿Quién era ese demonologista?
—No lo sabemos y no creo que podamos encontrarlo. Logró burlar las defensas y detecciones del Corazón de Cristal hasta que atacó; era un unicornio negro con la punta del cuerno naranja, y por marca tenía el símbolo de los demonios de la oscuridad y la tortura. Hay muchos demonologistas cuya marca cambia cuando venden su alma al Tártaro, así que...
—¿Por qué pienso que esto está relacionado con los Reinos Lobo?
Murmurando eso, Aitana colocó el pergamino sobre la mesa y empezó a traducirlo. El idioma antiguo del ducado de unicornia no era nada fácil: tenía mucha menos riqueza semántica que el moderno Equestriano, y existían pocas referencias fiables para su traducción. Aún así, logró captar la mayor parte del mensaje, del cual varias partes eran ilegibles.
“...aquellos que combatieron el mal en Unicornia descansan. Weischtmann es derrotado y el mausoleo será su lugar eterno de reposo. Usamos nuestras mejores artes, (…) estar intacto por siempre. Yo permanezco aquí para vigilar, para proteger. Para acabar con todo aquel que intente acceder a Weischtmann, para detener a los saqueadores. Pues, en su inconsciencia y codicia podrían (…) tumba del norte (...) gran daño. Padre, madre, siento vuestro dolor desde la distancia. Sabed que actúo por amor y lealtad a nuestro reino, y por (...) hermanos ciervo. Por siempre vuestro,
Molgan Garg.”
—¿Weischtmann?
Aitana miró a su padre, incrédula. Este se regodeó en la expresión de su hija.
—¿El Weischtmann? ¿El cuento que las madres Germarenas cuentan a sus potrillos para que se coman la sopa? ¿El mismo que la Pony Cola transformó en Santa Hooves? ¿Es una broma?
—No, no lo es, Aitana. Míralo tú misma: es el documento original, no una copia.
—j*der...
Aitana releyó un par de veces el pergamino, sin acabar de creerlo.
—¿Por qué iba un demonologista a estar interesado en esto?
—Ahí está la cosa —aclaró el profesor Pones—. El otro documento que intentaron sustraer durante el ataque estaba escrito en pictogramas Ciervo, pero está protegido por un hechizo. Es casi imposible entenderlo, salvo algunas palabras sueltas —el unicornio sacó un pergamino manuscrito y leyó lo poco que había logrado traducir—: “Heredero de unicornia, Molgan”, “reposo” o “reposar”, y “Runas que sellan el templo”.
Aitana seguía mirando a su padre, calibrando lo que acababan de descubrir con sus conocimientos de historia.
—A ver si lo entiendo: El Weischtmann fue real, ¿un noble, o un rey? Fue derrotado y sus restos enterrados en algún templo en el norte. ¿Correcto? Y alguien, suponemos que la organización de Dark Art, va tras el Weischtmann por alguna razón. ¡De p*ta madre, y yo aquí encerrada por dos meses más! ¡j*der! —exclamó Aitana, dejando caer la cabeza sobre la mesa.
—Tranquila, he enviado a alguien a Cérvidas para traducir este documento e investigar al respecto. Esta misma tarde zarpa hacia Lutnia.
La yegua alzó la vista y miró a su padre.
—¿A quién has enviado a la capital de los ciervos? ¿Dobledé? ¿Gilderald?
—Ninguno de ellos puede; el mono está metiendo en apuros a tu amiga, y Gilderald está ocupándose de unas desapariciones relacionadas con artes oscuras en Germarnia. He enviado a un alumno mío de historia y magia antigua, un joven y brillante unicornio. Se llama Hope Spell.
—Papá, sabes bien lo peligroso que es enviar a cualquiera tras la pista de cosas demoníacas.
—No sabe nada de eso, lo único que tiene que hacer es traducir el documento ciervo e investigar al respecto. Seguramente cuando salgas ya tendremos más pistas. Además, es un mago bastante versado en magia blanca, podría serte de utilidad.
—¿Un estudiante de magia blanca va a hacer frente a un grupo de practicantes de las artes oscuras? ¿Quién demonios es él?
—Esa es su ventaja, ¡no es nadie! —exclamó el profesor, pero su hija no pareció compartir que fuera una idea tan brillante—. Literalmente es un don nadie, un buen estudiante y nada más. No debería haber nadie que sospechara de él en primer lugar, esa será su mejor protección.
—Ah, mierda... bueno, solo puedo esperar mientras leo a Stephony Mareyer —Aitana se contrajo con un escalofrío—. Papá, en serio, en sus novelas hay vamponis brillantes... ¡y nadie los mata! ¡Es horroroso!
—Te está bien merecido, por criminal —rió el padre.
—... te odio mucho. Por cierto, ¿qué tal la brújula? ¿Te ha dado problemas?
Como respuesta, el profesor sacó dicho objeto de sus alforjas, el cual parecía intacto.
—¿De quién crees que has heredado tu dura cabeza, hija mía? Tan mayor y no aprendes. Por cierto Aitana, tengo que preguntarte algo.
El rostro del unicornio se tornó muy serio de repente.
—¿Cuánto COJONES le prometiste a Poison Mermaid por sus servicios?
—Este... yo... —Aitana tragó saliva y empezó a sudar a mares—. ¡Anda, se ha acabado la hora de visita! —gritó, levantándose.
—¡La hora de visita no se ha acabado, jovencita! ¡No te atrevas a huir!
—¡Que sí, que se ha acabado! ¡Nosvemoslasemanaquevieneadiós!
Aitana se alejó corriendo y volvió al interior de la cárcel antes de que su padre lograra detenerla con un conjuro. Se detuvo tras una puerta, apoyada contra la pared y jadeando ruidosamente. Un guardia, extrañado, la miró.
—Créeme, prefiero tirarme dos meses más en este agujero antes que una bronca de mi padre.
Aitana fue guiada de nuevo a su celda donde recogió el periódico y siguió leyendo, pasando a otras noticias. “Invasión de yeguas rosadas aterroriza Ponyville: La estudiante de la princesa Celestia, Twilight Sparkle, asegura que no hay nada que...”.
—Pones.
—Oh, no, no me digas que mi padre ha vuelto, por favor.
—No. Tienes una visita, dice ser una psicóloga.
—¿Qué? ¿Y eso a qué viene?
—Ni idea —respondió el guardia—. Pero nos ha dicho que vengas tú misma, o que te llevemos nosotros.
Sin tener muchas más opciones, Aitana fue escoltada a lo largo de las salas de visita de la cárcel. No tardó en percatarse de que se estaban alejando de las salas destinadas a las visitas privadas de los presos, normalmente referidas a encuentros con sus abogados. El guardia la hizo detenerse frente a una puerta solo identificada con un número, a la cual llamó. En seguida se escuchó una voz al otro lado dando permiso para entrar.
El hastío siguió a la sorpresa de la arqueóloga cuando vio que se trataba de una sala bien iluminada y, ciertamente acogedora. En el centro de la misma había un sofá de aspecto cómodo y, junto a este, un diván de Buena calidad. Al lado de una pared había una mesa tras la cual se sentaba una unicornio; era bastante joven, de pelaje negro azabache y crines azules. Su cutie Mark estaba formada por una especie de mancha que no tardó en reconocer como un test de Rorschach. Curiosamente, Aitana creyó ver la silueta de una pegaso en la misma. La yegua se levantó y se acercó.
—Gracias por venir.
—No es que tenga mucha más opción, estoy presa, ¿sabes? ¿Qué quieres?
La increpada miró a Aitana con una críptica sonrisa mientras tomaba nota mental de cada una de sus reacciones, gestos y palabras.
—Guardia, me gustaría estar a solas con Aitana Pones.
—¿Conoce el hechizo "alarma del preso"?
Como respuesta, la unicornio conjuró, iluminando su cuerno. En el centro de la sala apareció una pequeña esfera púrpura; el guardia, satisfecho, salió al exterior, aunque era fácil imaginar que estaba aguardando al otro lado de la puerta. Aitana conocía el hechizo: requería un esfuerzo mínimo para mantenerlo pero, si dejara de hacerlo, sonaría una alarma. Era la versión mágica de un "interruptor del poni muerto".
—Soy la doctora Long Talk, psicóloga. Me han enviado para evaluarla, doctora Pones.
—Ah, mierda. Ya estoy cumpliendo condena, ¿no pueden dejarme un poco tranquila?
—Quizá con esto halle indicios que permitan acortar la misma, doctora Pones.
—Mira, no tengo mucho más remedio, así que lo haré. Pero llámame Aitana, ¿quieres? No quiero relacionarme con esos doctores de tres al cuarto que.... —Aitana se detuvo al darse cuenta de algo—. Espera, ¿cómo sabes que ya soy doctora, si aún no se ha hecho público?
La unicornio azabache sonrió cortésmente y se dirigió al diván mientras respondía.
—Mala psicóloga penitenciaria sería si no conociera a mis pacientes. ¿Me hace el favor, Aitana?
Con un gesto invitó a la yegua marrón a tumbarse en el sofa; esta refunfuñó y lo hizo.
—Ahora a ser psicoanalizada, lo que me faltaba.
—En absoluto. El psicoanálisis es una pseudociencia que no aporta nada al paciente, salvo la interpretación subjetiva del analista de sus explicaciones —expuso Long Talk—. Yo estoy aquí para comprender qué la llevó a hacer lo que hizo en Manehattan.
—¡j*der, qué mania! ¡Ya he explicado mil veces que lo hice para mostrar al mundo que los demonios...!
—Sé lo que dijo —la interrumpió la psicóloga—. Hábleme de su infancia, Aitana.
La yegua marrón se quedó algo perpleja con la pregunta. Aunque pensándolo bien no le sorprendía, tratándose de una psicóloga, en aquel momento la cuestión la pilló sin preparar.
—¿Qué quieres que te cuente? —respondió sarcásticamente—. Tuve una infancia muy feliz en Germarenia hasta que me mudé a Manehattan por el trabajo de mi padre.
—Con esa respuesta ya me ha despejado muchas dudas, Aitana. Empecemos por lo más básico: hábleme de su madre.
Aitana se quedó mirando al techo; su madre... Hacía mucho que no hablaba con nadie de ella, ni siquiera con su propio padre. Era un tema que... no le agradaba demasiado.
—Era miembro de la Guardia Nocturna.
—¿Dónde está ahora?
—Murió —Aitana miró a la doctora con enfado—. Y sé que lo vas a preguntar: murió luchando contra un demonio.
—¿Cómo se llamaba?
—Midnight Shield. ¿Y eso qué importa?
La psicóloga escribió algo rápidamente en su cuaderno antes de responder con otra pregunta.
—¿Era usted muy joven cuando falleció?
—Sí. Tenía cuatro años.
—¿Qué recuerda de ella?
Nuevamente, Aitana se quedó mirando al techo, aunque realmente se estaba sumergiendo en sus propios recuerdos. Una pegaso de pelaje Azul marino y crines violetas... Unos reconfortantes ojos azules...
—Su voz y... su olor. Solía cantarme cuando iba a dormir y... —la yegua marrón parpadeó un par de veces antes de alzar la voz—. ¡Arg! ¿Por qué te estoy hablando de esto? ¿Qué tiene que ver con lo ocurrido?
—Si lo prefiere podemos cambiar de tema. Hábleme de su padre, Aitana.
—Si esperas encontrar problemas ahí vas por mal camino —advirtió la reacia paciente—. Mi padre siempre ha estado ahí, siempre me ha ayudado y desde luego no es la causa de cualquier problema que puedas creer que tengo.
Cuando Aitana terminó su respuesta, que verbalizó a toda velocidad, escuchó cómo la psicóloga dejaba de escribir. Esta dejó pasar unos segundos antes de responder.
—¿Está usted segura, doctora Pones?
—¡Que no me llames doctora!
—No evite la pregunta, Aitana. No quiso hablarme de su infancia, pero sí me ha hablado de su madre. Le he preguntado acerca del profesor Pones y usted ha respondido a la defensiva, evitando entrar en materia; no hace falta ser psicólogo para darse cuenta de que su infancia está íntimamente ligada a su padre.
—¡Muy bien, tú lo has dicho! —gritó Aitana, levantándose de golpe—. Mi vida no es asunto tuyo ni de nadie, ¡¿queda claro?! Y quizá tenga que estar en este agujero cuatro meses más, pero no tengo por qué responder a tus preguntas, ni gastar el esfuerzo en inventarme una mentira que te satisfaga. Así que adiós, doctora.
La yegua marrón caminó con Fuertes pasos hacia la puerta. La psicóloga, por contra, se quedó sentada tranquilamente en su diván, tomando notas en su cuaderno, esperando al mismo momento en que Aitana iba a abrir la puerta para hablar.
—Aitana Pones no es su verdadero nombre. ¿Verdad?
La aludida se quedó como congelada donde estaba, girándose lentamente hacia Long Talk.
—¿Qué has dicho?
—Que Aitana Pones no es su verdadero nombre.
—¡¿Pero de qué estás hablando?!
—No se altere, Aitana. He investigado mucho sobre usted antes de organizar esta sesión. Ya que usted no me va a hablar de su infancia, permítame que lo haga yo.
El cuerno de la unicornio se iluminó, trayendo mediante telequinesia un montón de papeles que había en el escritorio. Los desplegó frente a ella y, con total tranquilidad, empezó a relatar.
—Hace veinticinco años una potrilla fue inscrita en el colegio principal de Flower Ville, cerca de Fillydelphia, vivía sola con su padre. Seis meses después de su inscripción la potra no volvió a clase. No había ninguna pista en su casa, salvo indicios de que la habían abandonado a toda prisa. Su nombre: High Sun —la psicóloga hizo una pausa para mirar a Aitana antes de acabar—. Pelaje marrón, crines violetas y grises, sin Cutie Mark.
La psicóloga observó a su paciente; estaba tensa y algo asustada. Por la forma en que movía las patas pudo notar que, de no haber estado en la cárcel, la habría atacado sin dudar. Se decía que Aitana podía ser impulsiva y, en ocasiones, agresiva, pero ahí estaba demostrando no ser ninguna descerebrada. Supuso que tendría que presionar un poco más para que la verdadera Aitana se mostrara ante ella.
—Tres años después, en el colegio Sagrada Celestia de NottingHale, se inscribió una potra de ocho años llamada Good Riddance. Completó un curso entero en el colegio, y sus profesores estaban satisfechos con su progreso, a pesar de que alzaron algunas cuestiones ella al psicólogo de la escuela debido a algunos signos de extrema agresividad que observaron. Pero a mediados de su segundo año el hogar de la potra se incendió, vivía sola con su padre. Cuando apagaron las llamas ni Good Riddance ni su padre aparecieron por ningún lado. Una vez más... pelaje marrón, crines violetas y grises, sin Cutie Mark. Esta vez tenían una foto.
La unicornio sacó la misma de entre sus papeles y la hizo levitar frente a Aitana. Se trataba de una potra de ocho años idéntica a Aitana, que vestía el uniforme de la escuela Sagrada Celestia. Sonreía con auténtica felicidad junto una pequeña pegaso. Long Talk observó como la yegua marrón se quedaba unos segundos observando la foto, especialmente a la pegaso.
—Cuatro años después.... hoy hace dieciocho años ya. En Baltimare una joven yegua, de doce años, fue ingresada en el hospital. Según el informe médico tenía "extensas heridas y quemaduras causadas por magia hostil", aunque su estado no era de gravedad. Señalaron también la violencia de la joven, y solicitaron una evaluación psiquiátrica por sospecha de delirios persecutorios. Huyó a la noche siguiente; pelaje marrón, crines violetas y grises, identificada como "Strong Move". Sin cutie mark.
Con total calma, la unicornio azabache pasó al siguiente grupo de papeles; los acumuló golpeando suavemente el taco contra el diván y siguió narrando.
—Finalmente, aparece usted hace trece años: Aitana Pones, edad diecisiete. Una joven proveniente de Germarenia que llegó a Manehattan con su padre, el profesor Roy Pones. Una familia que seguía la tradición de los grifos de Germarenia de heredar el nombre de familia de padre a hijo. Admitida en el instituto Starswirl, en el curso preuniversitario de acuerdo a su historial escolar, mostró gran interés y aptitudes en historia, sociología, geografía e idiomas antiguos. Como asignaturas optativas optó por teoría de la magia, historia avanzada e iniciación a la arqueología, en las que recibió excelentes calificaciones. Sus profesores resaltaron que de no ser por las dificultades que usted pasaba en matemáticas y ciencias habría sido digna de superar el curso con una matrícula de honor. Con dieciocho años fue admitida en la Universidad, donde obtuvo una diplomatura en historia a los veintiséis. Algo sorprendente que tardara usted tres años más de lo normal en finalizar los estudios, teniendo en cuenta su afinidad por los mismos. Finalmente, empezó su doctorado en Historia y Arqueología que finalizó hace dos años, pero su tesis fue suspendida por la junta evaluadora, la cual consideró que sus teorías eran absurdas y faltas de fundamento...
Parsimoniosamente, Long Talk organizó todos los papeles y los dejó en el suelo junto a ella, mirando a Aitana por encima de sus pequeñas gafas de lectura.
—...hasta ahora.
Long Talk hizo una muy deliberada pausa para observar cualquier nueva reacción en su paciente.
—¿A dónde quieres llegar con esto?
—Como habrá imaginado, Aitana, no sé quién es usted realmente. Es obvio que "High Sun" no era su nombre de nacimiento, y que adoptar un nombre tan extraño como "Aitana Pones" fue una forma de decir al mundo que ese no era su nombre real, una forma de mantener una identidad basada en un sinfín de falsas identidades. Una infancia entera huyendo, sin poder establecer amistades, sin una identidad definida...
—¡Todo lo que dices es absurdo! No sé quiénes eran esas potras, pero desde luego no soy ninguna de ellas.
—¿Por qué huía su padre, Aitana?
—¡Te he dicho que te equivocas, que yo jamás he cambiado de nombre!
—Es común en casos como el suyo negar la verdad incluso con las pruebas presentes. Suele ocurrir especialmente cuando el progenitor ha sido un prófugo de la justicia, arrastrando a sus hijos con...
—¡MI PADRE NO ES UN CRIMINAL!
Aitana avanzó directamente contra la doctora, absolutamente fuera de sí; esta retrocedió rápidamente y liberó el hechizo que había preparado. Al momento un agudo pitido llenó la sala, y dos guardias entraron de golpe por la puerta, saltando sobre Aitana y placándola. Esta trató de zafarse al tiempo que gritaba.
—¡¡Maldita zorra! ¡No tienes ni idea de a lo que se ha enfrentado, de a qué nos hemos enfrentado juntos! ¡Luchamos para que tú sigas viviendo en tu mundo de colores, porque Equestria ha olvidado! ¡Ha olvidado! ¡No se te ocurra acercarte a mi padre, zorra! ¡NO TE ACERQUES A MI PADRE!
Los guardias, finalmente, redujeron a Aitana y se la llevaron a rastras. La psicóloga regresó al escritorio, tomó su cuaderno y escribió varias notas más en el mismo. Entre ellas, subrayó dos veces el nombre "Midnight Shield".
Tras los impactantes acontecimientos ocurridos en la universidad de Manehattan, un gran revuelo se formó en la comunidad de historia y arqueología. '¿Decía la verdad Aitana Pones?', '¿Es cierto que es una cazadora de demonios?', '¿Fue el hechicero lobo, Manresht, el causante de la fiebre infernal que asoló los Reinos Lobo?' y, especialmente, '¿Es cierto que Aitana Pones logró capturar a tan poderoso ser?'.
Partí a las desérticas tierras de los lobos en busca de respuestas. Finalmente logré contactar con un marinero lobo, un capitán mercenario llamado llamado Argul. Me concedió una entrevista y lo que me dijo me dejó impactado:
“Yo he visto las cosas que combatió esa poni: He visto esqueletos, fantasmas y magia negra. Y he visto a esa yegua que describes combatir hasta el final, incluso con grandes heridas. Y déjame decirte algo, poni: La fiebre infernal fue causada por Manresht. Es real, yo lo vi con mis propios ojos, y la maldición desapareció al día siguiente de su caída”.
Le pregunté a continuación respecto a su encuentro con Aitana.
“No llegué a combatir contra ella. Pero mis hombres dijeron que se convirtió en un monstruo, que hizo magia. Pero yo no llegué a verlo”.
Adicionalmente a este revelador testimonio, he sabido que dos yeguas son todavía buscadas en los Reinos: se las conoce como las “Brujas poni”. La descripción de una de ellas coincide exactamente con la de la arqueóloga Aitana Pones. ¿Es posible que esta poni sea en realidad un...?
—¡Pones!
Aitana, tumbada en el banco de su celda, levantó la vista del periódico y miró al vigilante que la increpaba. La ventaja de estar en una cárcel de baja seguridad es que gozaba con la relativa libertad de poder pasear por la misma, por lo que la puerta de su celda raramente estaba cerrada.
—Tienes una visita.
Se levantó y caminó tras el mismo hasta la gran sala donde se realizaban las visitas, vigilada por numerosos guardias. Otras yeguas presas charlaban en torno a pequeñas mesas con sus familiares y abogados. Aitana paseó la vista hasta encontrarse con los ojos de su padre. Este la esperaba con una sonrisa y llevaba unas pequeñas alforjas a la espalda.
—Papá, dime que me has traído algo de lectura. Esta cárcel está llena de los libros de Stephony Mareyer, ¡es una pesadilla!
—Vamos, Aitana, no exageres —sonrió él—. Para dos meses que te quedan aquí podrías ponerte al día en literatura moderna.
—Eres cruel y lo sabes...
Aitana se sentó frente al semental.
—¿Qué tal todo ahí fuera?
—Pues movido. Te he traído muchas novedades. La primera de todas, la que menos te va a interesar —el profesor alzó los cascos sobre la mesa y estrechó el de su hija—. Enhorabuena, doctora Pones.
Aitana se quedó chocada con la noticia.
—¿Qué?
—Hubo periodistas que grabaron tu conversación con Manresht, y tras traducirla ha bastado como prueba de que decías la verdad respecto a los Reinos Lobo. Tu fans, sí, me has oído bien, empezaron a exigir que revisaran tu tesis doctoral. Han tardado casi un mes en acceder y enviar un equipo a investigar el campo donde descubriste las armaduras de Cebrania y Unicornia. Todavía no se ha hecho público, pero las pruebas te dan la razón: existió una guerra entre el ducado de Unicornia y Cebrania. El rectorado va a concederte el doctorado en Historia y Arqueología, y sé que ya se está presionando a la princesa Celestia para que responda respecto a esta guerra.
“Cuídate, doctora Pones”. Las palabras de despedida de Macdolia resonaron en su mente, pero Aitana decidió no decir nada.
—Je, genial, ¿no? —rió—. Literalmente he tenido que soltarles una prueba viviente de que digo la verdad y luego llamarlos gilipollas ante todo el mundo para que me den la razón. ¿Algo más?
—Ya ha sido entregado el Cetro Dorado del Alicornio a Alib ib Massan ib Masaure, con una nota que decía “en pago por la esclava poni”. Lo recibió hace dos semanas.
Aitana miró a su padre, imaginando lo que había ocurrido.
—Ahora está muerto, ¿verdad?
—Sí —afirmó el profesor—. Asaltaron su casa. Los hechizos que utilicé funcionan, y pude seguir el rastro del cetro a lo largo de los Reinos Lobo. Pero al llegar a la frontera con Cebrania mis hechizos dejaron de detectarlo. Sospecho que han hecho algún conjuro de ocultación.
—Probablemente lo han metido en una caja de contención —aventuró Aitana—. Tarde o temprano tendrán que utilizarlo, y entonces volverás a detectarlo.
—Te informaré cuando ocurra. Y hay algo más que te va a interesar... y mucho.
El poni paralítico sacó un pergamino de las alforjas y se lo tendió a su hija. Esta lo desplegó con sumo cuidado al apreciar la antigüedad del mismo.
—Está en antiguo unicornio... ¿de dónde lo has sacado?
—¿Has leído sobre el ataque al Imperio de Cristal? —Aitana asintió—. Fue una distracción, mientras esto ocurría un equipo de matones asaltó la biblioteca para recuperar dos pergaminos. Por suerte Dobledé estaba en la misma y pudo detenerlos, y llegó a luchar contra el demonologista. Era uno muy poderoso, no tuvo ninguna posibilidad y tuvo que huír.
—¿Alguien consiguiendo hacer huír a Dobledé? —exclamó Aitana, algo incrédula—. ¿Quién era ese demonologista?
—No lo sabemos y no creo que podamos encontrarlo. Logró burlar las defensas y detecciones del Corazón de Cristal hasta que atacó; era un unicornio negro con la punta del cuerno naranja, y por marca tenía el símbolo de los demonios de la oscuridad y la tortura. Hay muchos demonologistas cuya marca cambia cuando venden su alma al Tártaro, así que...
—¿Por qué pienso que esto está relacionado con los Reinos Lobo?
Murmurando eso, Aitana colocó el pergamino sobre la mesa y empezó a traducirlo. El idioma antiguo del ducado de unicornia no era nada fácil: tenía mucha menos riqueza semántica que el moderno Equestriano, y existían pocas referencias fiables para su traducción. Aún así, logró captar la mayor parte del mensaje, del cual varias partes eran ilegibles.
“...aquellos que combatieron el mal en Unicornia descansan. Weischtmann es derrotado y el mausoleo será su lugar eterno de reposo. Usamos nuestras mejores artes, (…) estar intacto por siempre. Yo permanezco aquí para vigilar, para proteger. Para acabar con todo aquel que intente acceder a Weischtmann, para detener a los saqueadores. Pues, en su inconsciencia y codicia podrían (…) tumba del norte (...) gran daño. Padre, madre, siento vuestro dolor desde la distancia. Sabed que actúo por amor y lealtad a nuestro reino, y por (...) hermanos ciervo. Por siempre vuestro,
Molgan Garg.”
—¿Weischtmann?
Aitana miró a su padre, incrédula. Este se regodeó en la expresión de su hija.
—¿El Weischtmann? ¿El cuento que las madres Germarenas cuentan a sus potrillos para que se coman la sopa? ¿El mismo que la Pony Cola transformó en Santa Hooves? ¿Es una broma?
—No, no lo es, Aitana. Míralo tú misma: es el documento original, no una copia.
—j*der...
Aitana releyó un par de veces el pergamino, sin acabar de creerlo.
—¿Por qué iba un demonologista a estar interesado en esto?
—Ahí está la cosa —aclaró el profesor Pones—. El otro documento que intentaron sustraer durante el ataque estaba escrito en pictogramas Ciervo, pero está protegido por un hechizo. Es casi imposible entenderlo, salvo algunas palabras sueltas —el unicornio sacó un pergamino manuscrito y leyó lo poco que había logrado traducir—: “Heredero de unicornia, Molgan”, “reposo” o “reposar”, y “Runas que sellan el templo”.
Aitana seguía mirando a su padre, calibrando lo que acababan de descubrir con sus conocimientos de historia.
—A ver si lo entiendo: El Weischtmann fue real, ¿un noble, o un rey? Fue derrotado y sus restos enterrados en algún templo en el norte. ¿Correcto? Y alguien, suponemos que la organización de Dark Art, va tras el Weischtmann por alguna razón. ¡De p*ta madre, y yo aquí encerrada por dos meses más! ¡j*der! —exclamó Aitana, dejando caer la cabeza sobre la mesa.
—Tranquila, he enviado a alguien a Cérvidas para traducir este documento e investigar al respecto. Esta misma tarde zarpa hacia Lutnia.
La yegua alzó la vista y miró a su padre.
—¿A quién has enviado a la capital de los ciervos? ¿Dobledé? ¿Gilderald?
—Ninguno de ellos puede; el mono está metiendo en apuros a tu amiga, y Gilderald está ocupándose de unas desapariciones relacionadas con artes oscuras en Germarnia. He enviado a un alumno mío de historia y magia antigua, un joven y brillante unicornio. Se llama Hope Spell.
—Papá, sabes bien lo peligroso que es enviar a cualquiera tras la pista de cosas demoníacas.
—No sabe nada de eso, lo único que tiene que hacer es traducir el documento ciervo e investigar al respecto. Seguramente cuando salgas ya tendremos más pistas. Además, es un mago bastante versado en magia blanca, podría serte de utilidad.
—¿Un estudiante de magia blanca va a hacer frente a un grupo de practicantes de las artes oscuras? ¿Quién demonios es él?
—Esa es su ventaja, ¡no es nadie! —exclamó el profesor, pero su hija no pareció compartir que fuera una idea tan brillante—. Literalmente es un don nadie, un buen estudiante y nada más. No debería haber nadie que sospechara de él en primer lugar, esa será su mejor protección.
—Ah, mierda... bueno, solo puedo esperar mientras leo a Stephony Mareyer —Aitana se contrajo con un escalofrío—. Papá, en serio, en sus novelas hay vamponis brillantes... ¡y nadie los mata! ¡Es horroroso!
—Te está bien merecido, por criminal —rió el padre.
—... te odio mucho. Por cierto, ¿qué tal la brújula? ¿Te ha dado problemas?
Como respuesta, el profesor sacó dicho objeto de sus alforjas, el cual parecía intacto.
—¿De quién crees que has heredado tu dura cabeza, hija mía? Tan mayor y no aprendes. Por cierto Aitana, tengo que preguntarte algo.
El rostro del unicornio se tornó muy serio de repente.
—¿Cuánto COJONES le prometiste a Poison Mermaid por sus servicios?
—Este... yo... —Aitana tragó saliva y empezó a sudar a mares—. ¡Anda, se ha acabado la hora de visita! —gritó, levantándose.
—¡La hora de visita no se ha acabado, jovencita! ¡No te atrevas a huir!
—¡Que sí, que se ha acabado! ¡Nosvemoslasemanaquevieneadiós!
Aitana se alejó corriendo y volvió al interior de la cárcel antes de que su padre lograra detenerla con un conjuro. Se detuvo tras una puerta, apoyada contra la pared y jadeando ruidosamente. Un guardia, extrañado, la miró.
—Créeme, prefiero tirarme dos meses más en este agujero antes que una bronca de mi padre.
Aitana fue guiada de nuevo a su celda donde recogió el periódico y siguió leyendo, pasando a otras noticias. “Invasión de yeguas rosadas aterroriza Ponyville: La estudiante de la princesa Celestia, Twilight Sparkle, asegura que no hay nada que...”.
—Pones.
—Oh, no, no me digas que mi padre ha vuelto, por favor.
—No. Tienes una visita, dice ser una psicóloga.
—¿Qué? ¿Y eso a qué viene?
—Ni idea —respondió el guardia—. Pero nos ha dicho que vengas tú misma, o que te llevemos nosotros.
Sin tener muchas más opciones, Aitana fue escoltada a lo largo de las salas de visita de la cárcel. No tardó en percatarse de que se estaban alejando de las salas destinadas a las visitas privadas de los presos, normalmente referidas a encuentros con sus abogados. El guardia la hizo detenerse frente a una puerta solo identificada con un número, a la cual llamó. En seguida se escuchó una voz al otro lado dando permiso para entrar.
El hastío siguió a la sorpresa de la arqueóloga cuando vio que se trataba de una sala bien iluminada y, ciertamente acogedora. En el centro de la misma había un sofá de aspecto cómodo y, junto a este, un diván de Buena calidad. Al lado de una pared había una mesa tras la cual se sentaba una unicornio; era bastante joven, de pelaje negro azabache y crines azules. Su cutie Mark estaba formada por una especie de mancha que no tardó en reconocer como un test de Rorschach. Curiosamente, Aitana creyó ver la silueta de una pegaso en la misma. La yegua se levantó y se acercó.
—Gracias por venir.
—No es que tenga mucha más opción, estoy presa, ¿sabes? ¿Qué quieres?
La increpada miró a Aitana con una críptica sonrisa mientras tomaba nota mental de cada una de sus reacciones, gestos y palabras.
—Guardia, me gustaría estar a solas con Aitana Pones.
—¿Conoce el hechizo "alarma del preso"?
Como respuesta, la unicornio conjuró, iluminando su cuerno. En el centro de la sala apareció una pequeña esfera púrpura; el guardia, satisfecho, salió al exterior, aunque era fácil imaginar que estaba aguardando al otro lado de la puerta. Aitana conocía el hechizo: requería un esfuerzo mínimo para mantenerlo pero, si dejara de hacerlo, sonaría una alarma. Era la versión mágica de un "interruptor del poni muerto".
—Soy la doctora Long Talk, psicóloga. Me han enviado para evaluarla, doctora Pones.
—Ah, mierda. Ya estoy cumpliendo condena, ¿no pueden dejarme un poco tranquila?
—Quizá con esto halle indicios que permitan acortar la misma, doctora Pones.
—Mira, no tengo mucho más remedio, así que lo haré. Pero llámame Aitana, ¿quieres? No quiero relacionarme con esos doctores de tres al cuarto que.... —Aitana se detuvo al darse cuenta de algo—. Espera, ¿cómo sabes que ya soy doctora, si aún no se ha hecho público?
La unicornio azabache sonrió cortésmente y se dirigió al diván mientras respondía.
—Mala psicóloga penitenciaria sería si no conociera a mis pacientes. ¿Me hace el favor, Aitana?
Con un gesto invitó a la yegua marrón a tumbarse en el sofa; esta refunfuñó y lo hizo.
—Ahora a ser psicoanalizada, lo que me faltaba.
—En absoluto. El psicoanálisis es una pseudociencia que no aporta nada al paciente, salvo la interpretación subjetiva del analista de sus explicaciones —expuso Long Talk—. Yo estoy aquí para comprender qué la llevó a hacer lo que hizo en Manehattan.
—¡j*der, qué mania! ¡Ya he explicado mil veces que lo hice para mostrar al mundo que los demonios...!
—Sé lo que dijo —la interrumpió la psicóloga—. Hábleme de su infancia, Aitana.
La yegua marrón se quedó algo perpleja con la pregunta. Aunque pensándolo bien no le sorprendía, tratándose de una psicóloga, en aquel momento la cuestión la pilló sin preparar.
—¿Qué quieres que te cuente? —respondió sarcásticamente—. Tuve una infancia muy feliz en Germarenia hasta que me mudé a Manehattan por el trabajo de mi padre.
—Con esa respuesta ya me ha despejado muchas dudas, Aitana. Empecemos por lo más básico: hábleme de su madre.
Aitana se quedó mirando al techo; su madre... Hacía mucho que no hablaba con nadie de ella, ni siquiera con su propio padre. Era un tema que... no le agradaba demasiado.
—Era miembro de la Guardia Nocturna.
—¿Dónde está ahora?
—Murió —Aitana miró a la doctora con enfado—. Y sé que lo vas a preguntar: murió luchando contra un demonio.
—¿Cómo se llamaba?
—Midnight Shield. ¿Y eso qué importa?
La psicóloga escribió algo rápidamente en su cuaderno antes de responder con otra pregunta.
—¿Era usted muy joven cuando falleció?
—Sí. Tenía cuatro años.
—¿Qué recuerda de ella?
Nuevamente, Aitana se quedó mirando al techo, aunque realmente se estaba sumergiendo en sus propios recuerdos. Una pegaso de pelaje Azul marino y crines violetas... Unos reconfortantes ojos azules...
—Su voz y... su olor. Solía cantarme cuando iba a dormir y... —la yegua marrón parpadeó un par de veces antes de alzar la voz—. ¡Arg! ¿Por qué te estoy hablando de esto? ¿Qué tiene que ver con lo ocurrido?
—Si lo prefiere podemos cambiar de tema. Hábleme de su padre, Aitana.
—Si esperas encontrar problemas ahí vas por mal camino —advirtió la reacia paciente—. Mi padre siempre ha estado ahí, siempre me ha ayudado y desde luego no es la causa de cualquier problema que puedas creer que tengo.
Cuando Aitana terminó su respuesta, que verbalizó a toda velocidad, escuchó cómo la psicóloga dejaba de escribir. Esta dejó pasar unos segundos antes de responder.
—¿Está usted segura, doctora Pones?
—¡Que no me llames doctora!
—No evite la pregunta, Aitana. No quiso hablarme de su infancia, pero sí me ha hablado de su madre. Le he preguntado acerca del profesor Pones y usted ha respondido a la defensiva, evitando entrar en materia; no hace falta ser psicólogo para darse cuenta de que su infancia está íntimamente ligada a su padre.
—¡Muy bien, tú lo has dicho! —gritó Aitana, levantándose de golpe—. Mi vida no es asunto tuyo ni de nadie, ¡¿queda claro?! Y quizá tenga que estar en este agujero cuatro meses más, pero no tengo por qué responder a tus preguntas, ni gastar el esfuerzo en inventarme una mentira que te satisfaga. Así que adiós, doctora.
La yegua marrón caminó con Fuertes pasos hacia la puerta. La psicóloga, por contra, se quedó sentada tranquilamente en su diván, tomando notas en su cuaderno, esperando al mismo momento en que Aitana iba a abrir la puerta para hablar.
—Aitana Pones no es su verdadero nombre. ¿Verdad?
La aludida se quedó como congelada donde estaba, girándose lentamente hacia Long Talk.
—¿Qué has dicho?
—Que Aitana Pones no es su verdadero nombre.
—¡¿Pero de qué estás hablando?!
—No se altere, Aitana. He investigado mucho sobre usted antes de organizar esta sesión. Ya que usted no me va a hablar de su infancia, permítame que lo haga yo.
El cuerno de la unicornio se iluminó, trayendo mediante telequinesia un montón de papeles que había en el escritorio. Los desplegó frente a ella y, con total tranquilidad, empezó a relatar.
—Hace veinticinco años una potrilla fue inscrita en el colegio principal de Flower Ville, cerca de Fillydelphia, vivía sola con su padre. Seis meses después de su inscripción la potra no volvió a clase. No había ninguna pista en su casa, salvo indicios de que la habían abandonado a toda prisa. Su nombre: High Sun —la psicóloga hizo una pausa para mirar a Aitana antes de acabar—. Pelaje marrón, crines violetas y grises, sin Cutie Mark.
La psicóloga observó a su paciente; estaba tensa y algo asustada. Por la forma en que movía las patas pudo notar que, de no haber estado en la cárcel, la habría atacado sin dudar. Se decía que Aitana podía ser impulsiva y, en ocasiones, agresiva, pero ahí estaba demostrando no ser ninguna descerebrada. Supuso que tendría que presionar un poco más para que la verdadera Aitana se mostrara ante ella.
—Tres años después, en el colegio Sagrada Celestia de NottingHale, se inscribió una potra de ocho años llamada Good Riddance. Completó un curso entero en el colegio, y sus profesores estaban satisfechos con su progreso, a pesar de que alzaron algunas cuestiones ella al psicólogo de la escuela debido a algunos signos de extrema agresividad que observaron. Pero a mediados de su segundo año el hogar de la potra se incendió, vivía sola con su padre. Cuando apagaron las llamas ni Good Riddance ni su padre aparecieron por ningún lado. Una vez más... pelaje marrón, crines violetas y grises, sin Cutie Mark. Esta vez tenían una foto.
La unicornio sacó la misma de entre sus papeles y la hizo levitar frente a Aitana. Se trataba de una potra de ocho años idéntica a Aitana, que vestía el uniforme de la escuela Sagrada Celestia. Sonreía con auténtica felicidad junto una pequeña pegaso. Long Talk observó como la yegua marrón se quedaba unos segundos observando la foto, especialmente a la pegaso.
—Cuatro años después.... hoy hace dieciocho años ya. En Baltimare una joven yegua, de doce años, fue ingresada en el hospital. Según el informe médico tenía "extensas heridas y quemaduras causadas por magia hostil", aunque su estado no era de gravedad. Señalaron también la violencia de la joven, y solicitaron una evaluación psiquiátrica por sospecha de delirios persecutorios. Huyó a la noche siguiente; pelaje marrón, crines violetas y grises, identificada como "Strong Move". Sin cutie mark.
Con total calma, la unicornio azabache pasó al siguiente grupo de papeles; los acumuló golpeando suavemente el taco contra el diván y siguió narrando.
—Finalmente, aparece usted hace trece años: Aitana Pones, edad diecisiete. Una joven proveniente de Germarenia que llegó a Manehattan con su padre, el profesor Roy Pones. Una familia que seguía la tradición de los grifos de Germarenia de heredar el nombre de familia de padre a hijo. Admitida en el instituto Starswirl, en el curso preuniversitario de acuerdo a su historial escolar, mostró gran interés y aptitudes en historia, sociología, geografía e idiomas antiguos. Como asignaturas optativas optó por teoría de la magia, historia avanzada e iniciación a la arqueología, en las que recibió excelentes calificaciones. Sus profesores resaltaron que de no ser por las dificultades que usted pasaba en matemáticas y ciencias habría sido digna de superar el curso con una matrícula de honor. Con dieciocho años fue admitida en la Universidad, donde obtuvo una diplomatura en historia a los veintiséis. Algo sorprendente que tardara usted tres años más de lo normal en finalizar los estudios, teniendo en cuenta su afinidad por los mismos. Finalmente, empezó su doctorado en Historia y Arqueología que finalizó hace dos años, pero su tesis fue suspendida por la junta evaluadora, la cual consideró que sus teorías eran absurdas y faltas de fundamento...
Parsimoniosamente, Long Talk organizó todos los papeles y los dejó en el suelo junto a ella, mirando a Aitana por encima de sus pequeñas gafas de lectura.
—...hasta ahora.
Long Talk hizo una muy deliberada pausa para observar cualquier nueva reacción en su paciente.
—¿A dónde quieres llegar con esto?
—Como habrá imaginado, Aitana, no sé quién es usted realmente. Es obvio que "High Sun" no era su nombre de nacimiento, y que adoptar un nombre tan extraño como "Aitana Pones" fue una forma de decir al mundo que ese no era su nombre real, una forma de mantener una identidad basada en un sinfín de falsas identidades. Una infancia entera huyendo, sin poder establecer amistades, sin una identidad definida...
—¡Todo lo que dices es absurdo! No sé quiénes eran esas potras, pero desde luego no soy ninguna de ellas.
—¿Por qué huía su padre, Aitana?
—¡Te he dicho que te equivocas, que yo jamás he cambiado de nombre!
—Es común en casos como el suyo negar la verdad incluso con las pruebas presentes. Suele ocurrir especialmente cuando el progenitor ha sido un prófugo de la justicia, arrastrando a sus hijos con...
—¡MI PADRE NO ES UN CRIMINAL!
Aitana avanzó directamente contra la doctora, absolutamente fuera de sí; esta retrocedió rápidamente y liberó el hechizo que había preparado. Al momento un agudo pitido llenó la sala, y dos guardias entraron de golpe por la puerta, saltando sobre Aitana y placándola. Esta trató de zafarse al tiempo que gritaba.
—¡¡Maldita zorra! ¡No tienes ni idea de a lo que se ha enfrentado, de a qué nos hemos enfrentado juntos! ¡Luchamos para que tú sigas viviendo en tu mundo de colores, porque Equestria ha olvidado! ¡Ha olvidado! ¡No se te ocurra acercarte a mi padre, zorra! ¡NO TE ACERQUES A MI PADRE!
Los guardias, finalmente, redujeron a Aitana y se la llevaron a rastras. La psicóloga regresó al escritorio, tomó su cuaderno y escribió varias notas más en el mismo. Entre ellas, subrayó dos veces el nombre "Midnight Shield".
¡Gracias por leer!