[Aventura][Oscuro] La guerra en las sombras (cap 13)

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Re: [Aventura][Oscuro] La guerra en las sombras (cap 12)

Mensaje por Volgrand » 25 Feb 2017, 00:43

Pa que os quejéis. Otro capítulo sin nadie que comente, ¡Deshonor sobre vosotros, sobre vuestros ancestros y sobre vuestra vaca!
Spoiler:
NUEVAS PRUEBAS CONFIRMAN EL TESTIMONIO DE AITANA PONES.

Tras los impactantes acontecimientos ocurridos en la universidad de Manehattan, un gran revuelo se formó en la comunidad de historia y arqueología. '¿Decía la verdad Aitana Pones?', '¿Es cierto que es una cazadora de demonios?', '¿Fue el hechicero lobo, Manresht, el causante de la fiebre infernal que asoló los Reinos Lobo?' y, especialmente, '¿Es cierto que Aitana Pones logró capturar a tan poderoso ser?'.

Partí a las desérticas tierras de los lobos en busca de respuestas. Finalmente logré contactar con un marinero lobo, un capitán mercenario llamado llamado Argul. Me concedió una entrevista y lo que me dijo me dejó impactado:

“Yo he visto las cosas que combatió esa poni: He visto esqueletos, fantasmas y magia negra. Y he visto a esa yegua que describes combatir hasta el final, incluso con grandes heridas. Y déjame decirte algo, poni: La fiebre infernal fue causada por Manresht. Es real, yo lo vi con mis propios ojos, y la maldición desapareció al día siguiente de su caída”.

Le pregunté a continuación respecto a su encuentro con Aitana.

“No llegué a combatir contra ella. Pero mis hombres dijeron que se convirtió en un monstruo, que hizo magia. Pero yo no llegué a verlo”.

Adicionalmente a este revelador testimonio, he sabido que dos yeguas son todavía buscadas en los Reinos: se las conoce como las “Brujas poni”. La descripción de una de ellas coincide exactamente con la de la arqueóloga Aitana Pones. ¿Es posible que esta poni sea en realidad un...?

—¡Pones!

Aitana, tumbada en el banco de su celda, levantó la vista del periódico y miró al vigilante que la increpaba. La ventaja de estar en una cárcel de baja seguridad es que gozaba con la relativa libertad de poder pasear por la misma, por lo que la puerta de su celda raramente estaba cerrada.

—Tienes una visita.

Se levantó y caminó tras el mismo hasta la gran sala donde se realizaban las visitas, vigilada por numerosos guardias. Otras yeguas presas charlaban en torno a pequeñas mesas con sus familiares y abogados. Aitana paseó la vista hasta encontrarse con los ojos de su padre. Este la esperaba con una sonrisa y llevaba unas pequeñas alforjas a la espalda.

—Papá, dime que me has traído algo de lectura. Esta cárcel está llena de los libros de Stephony Mareyer, ¡es una pesadilla!
—Vamos, Aitana, no exageres —sonrió él—. Para dos meses que te quedan aquí podrías ponerte al día en literatura moderna.
—Eres cruel y lo sabes...

Aitana se sentó frente al semental.

—¿Qué tal todo ahí fuera?
—Pues movido. Te he traído muchas novedades. La primera de todas, la que menos te va a interesar —el profesor alzó los cascos sobre la mesa y estrechó el de su hija—. Enhorabuena, doctora Pones.

Aitana se quedó chocada con la noticia.

—¿Qué?
—Hubo periodistas que grabaron tu conversación con Manresht, y tras traducirla ha bastado como prueba de que decías la verdad respecto a los Reinos Lobo. Tu fans, sí, me has oído bien, empezaron a exigir que revisaran tu tesis doctoral. Han tardado casi un mes en acceder y enviar un equipo a investigar el campo donde descubriste las armaduras de Cebrania y Unicornia. Todavía no se ha hecho público, pero las pruebas te dan la razón: existió una guerra entre el ducado de Unicornia y Cebrania. El rectorado va a concederte el doctorado en Historia y Arqueología, y sé que ya se está presionando a la princesa Celestia para que responda respecto a esta guerra.

“Cuídate, doctora Pones”. Las palabras de despedida de Macdolia resonaron en su mente, pero Aitana decidió no decir nada.

—Je, genial, ¿no? —rió—. Literalmente he tenido que soltarles una prueba viviente de que digo la verdad y luego llamarlos gilipollas ante todo el mundo para que me den la razón. ¿Algo más?
—Ya ha sido entregado el Cetro Dorado del Alicornio a Alib ib Massan ib Masaure, con una nota que decía “en pago por la esclava poni”. Lo recibió hace dos semanas.

Aitana miró a su padre, imaginando lo que había ocurrido.

—Ahora está muerto, ¿verdad?
—Sí —afirmó el profesor—. Asaltaron su casa. Los hechizos que utilicé funcionan, y pude seguir el rastro del cetro a lo largo de los Reinos Lobo. Pero al llegar a la frontera con Cebrania mis hechizos dejaron de detectarlo. Sospecho que han hecho algún conjuro de ocultación.
—Probablemente lo han metido en una caja de contención —aventuró Aitana—. Tarde o temprano tendrán que utilizarlo, y entonces volverás a detectarlo.
—Te informaré cuando ocurra. Y hay algo más que te va a interesar... y mucho.

El poni paralítico sacó un pergamino de las alforjas y se lo tendió a su hija. Esta lo desplegó con sumo cuidado al apreciar la antigüedad del mismo.

—Está en antiguo unicornio... ¿de dónde lo has sacado?
—¿Has leído sobre el ataque al Imperio de Cristal? —Aitana asintió—. Fue una distracción, mientras esto ocurría un equipo de matones asaltó la biblioteca para recuperar dos pergaminos. Por suerte Dobledé estaba en la misma y pudo detenerlos, y llegó a luchar contra el demonologista. Era uno muy poderoso, no tuvo ninguna posibilidad y tuvo que huír.
—¿Alguien consiguiendo hacer huír a Dobledé? —exclamó Aitana, algo incrédula—. ¿Quién era ese demonologista?
—No lo sabemos y no creo que podamos encontrarlo. Logró burlar las defensas y detecciones del Corazón de Cristal hasta que atacó; era un unicornio negro con la punta del cuerno naranja, y por marca tenía el símbolo de los demonios de la oscuridad y la tortura. Hay muchos demonologistas cuya marca cambia cuando venden su alma al Tártaro, así que...
—¿Por qué pienso que esto está relacionado con los Reinos Lobo?

Murmurando eso, Aitana colocó el pergamino sobre la mesa y empezó a traducirlo. El idioma antiguo del ducado de unicornia no era nada fácil: tenía mucha menos riqueza semántica que el moderno Equestriano, y existían pocas referencias fiables para su traducción. Aún así, logró captar la mayor parte del mensaje, del cual varias partes eran ilegibles.

“...aquellos que combatieron el mal en Unicornia descansan. Weischtmann es derrotado y el mausoleo será su lugar eterno de reposo. Usamos nuestras mejores artes, (…) estar intacto por siempre. Yo permanezco aquí para vigilar, para proteger. Para acabar con todo aquel que intente acceder a Weischtmann, para detener a los saqueadores. Pues, en su inconsciencia y codicia podrían (…) tumba del norte (...) gran daño. Padre, madre, siento vuestro dolor desde la distancia. Sabed que actúo por amor y lealtad a nuestro reino, y por (...) hermanos ciervo. Por siempre vuestro,

Molgan Garg.”


—¿Weischtmann?

Aitana miró a su padre, incrédula. Este se regodeó en la expresión de su hija.

—¿El Weischtmann? ¿El cuento que las madres Germarenas cuentan a sus potrillos para que se coman la sopa? ¿El mismo que la Pony Cola transformó en Santa Hooves? ¿Es una broma?
—No, no lo es, Aitana. Míralo tú misma: es el documento original, no una copia.
—j*der...

Aitana releyó un par de veces el pergamino, sin acabar de creerlo.

—¿Por qué iba un demonologista a estar interesado en esto?
—Ahí está la cosa —aclaró el profesor Pones—. El otro documento que intentaron sustraer durante el ataque estaba escrito en pictogramas Ciervo, pero está protegido por un hechizo. Es casi imposible entenderlo, salvo algunas palabras sueltas —el unicornio sacó un pergamino manuscrito y leyó lo poco que había logrado traducir—: “Heredero de unicornia, Molgan”, “reposo” o “reposar”, y “Runas que sellan el templo”.

Aitana seguía mirando a su padre, calibrando lo que acababan de descubrir con sus conocimientos de historia.

—A ver si lo entiendo: El Weischtmann fue real, ¿un noble, o un rey? Fue derrotado y sus restos enterrados en algún templo en el norte. ¿Correcto? Y alguien, suponemos que la organización de Dark Art, va tras el Weischtmann por alguna razón. ¡De p*ta madre, y yo aquí encerrada por dos meses más! ¡j*der! —exclamó Aitana, dejando caer la cabeza sobre la mesa.
—Tranquila, he enviado a alguien a Cérvidas para traducir este documento e investigar al respecto. Esta misma tarde zarpa hacia Lutnia.

La yegua alzó la vista y miró a su padre.

—¿A quién has enviado a la capital de los ciervos? ¿Dobledé? ¿Gilderald?
—Ninguno de ellos puede; el mono está metiendo en apuros a tu amiga, y Gilderald está ocupándose de unas desapariciones relacionadas con artes oscuras en Germarnia. He enviado a un alumno mío de historia y magia antigua, un joven y brillante unicornio. Se llama Hope Spell.
—Papá, sabes bien lo peligroso que es enviar a cualquiera tras la pista de cosas demoníacas.
—No sabe nada de eso, lo único que tiene que hacer es traducir el documento ciervo e investigar al respecto. Seguramente cuando salgas ya tendremos más pistas. Además, es un mago bastante versado en magia blanca, podría serte de utilidad.
—¿Un estudiante de magia blanca va a hacer frente a un grupo de practicantes de las artes oscuras? ¿Quién demonios es él?
—Esa es su ventaja, ¡no es nadie! —exclamó el profesor, pero su hija no pareció compartir que fuera una idea tan brillante—. Literalmente es un don nadie, un buen estudiante y nada más. No debería haber nadie que sospechara de él en primer lugar, esa será su mejor protección.
—Ah, mierda... bueno, solo puedo esperar mientras leo a Stephony Mareyer —Aitana se contrajo con un escalofrío—. Papá, en serio, en sus novelas hay vamponis brillantes... ¡y nadie los mata! ¡Es horroroso!
—Te está bien merecido, por criminal —rió el padre.
—... te odio mucho. Por cierto, ¿qué tal la brújula? ¿Te ha dado problemas?

Como respuesta, el profesor sacó dicho objeto de sus alforjas, el cual parecía intacto.

—¿De quién crees que has heredado tu dura cabeza, hija mía? Tan mayor y no aprendes. Por cierto Aitana, tengo que preguntarte algo.

El rostro del unicornio se tornó muy serio de repente.

—¿Cuánto COJONES le prometiste a Poison Mermaid por sus servicios?
—Este... yo... —Aitana tragó saliva y empezó a sudar a mares—. ¡Anda, se ha acabado la hora de visita! —gritó, levantándose.
—¡La hora de visita no se ha acabado, jovencita! ¡No te atrevas a huir!
—¡Que sí, que se ha acabado! ¡Nosvemoslasemanaquevieneadiós!

Aitana se alejó corriendo y volvió al interior de la cárcel antes de que su padre lograra detenerla con un conjuro. Se detuvo tras una puerta, apoyada contra la pared y jadeando ruidosamente. Un guardia, extrañado, la miró.

—Créeme, prefiero tirarme dos meses más en este agujero antes que una bronca de mi padre.

Aitana fue guiada de nuevo a su celda donde recogió el periódico y siguió leyendo, pasando a otras noticias. “Invasión de yeguas rosadas aterroriza Ponyville: La estudiante de la princesa Celestia, Twilight Sparkle, asegura que no hay nada que...”.

—Pones.
—Oh, no, no me digas que mi padre ha vuelto, por favor.
—No. Tienes una visita, dice ser una psicóloga.
—¿Qué? ¿Y eso a qué viene?
—Ni idea —respondió el guardia—. Pero nos ha dicho que vengas tú misma, o que te llevemos nosotros.

Sin tener muchas más opciones, Aitana fue escoltada a lo largo de las salas de visita de la cárcel. No tardó en percatarse de que se estaban alejando de las salas destinadas a las visitas privadas de los presos, normalmente referidas a encuentros con sus abogados. El guardia la hizo detenerse frente a una puerta solo identificada con un número, a la cual llamó. En seguida se escuchó una voz al otro lado dando permiso para entrar.

El hastío siguió a la sorpresa de la arqueóloga cuando vio que se trataba de una sala bien iluminada y, ciertamente acogedora. En el centro de la misma había un sofá de aspecto cómodo y, junto a este, un diván de Buena calidad. Al lado de una pared había una mesa tras la cual se sentaba una unicornio; era bastante joven, de pelaje negro azabache y crines azules. Su cutie Mark estaba formada por una especie de mancha que no tardó en reconocer como un test de Rorschach. Curiosamente, Aitana creyó ver la silueta de una pegaso en la misma. La yegua se levantó y se acercó.

—Gracias por venir.
—No es que tenga mucha más opción, estoy presa, ¿sabes? ¿Qué quieres?

La increpada miró a Aitana con una críptica sonrisa mientras tomaba nota mental de cada una de sus reacciones, gestos y palabras.

—Guardia, me gustaría estar a solas con Aitana Pones.
—¿Conoce el hechizo "alarma del preso"?

Como respuesta, la unicornio conjuró, iluminando su cuerno. En el centro de la sala apareció una pequeña esfera púrpura; el guardia, satisfecho, salió al exterior, aunque era fácil imaginar que estaba aguardando al otro lado de la puerta. Aitana conocía el hechizo: requería un esfuerzo mínimo para mantenerlo pero, si dejara de hacerlo, sonaría una alarma. Era la versión mágica de un "interruptor del poni muerto".

—Soy la doctora Long Talk, psicóloga. Me han enviado para evaluarla, doctora Pones.
—Ah, mierda. Ya estoy cumpliendo condena, ¿no pueden dejarme un poco tranquila?
—Quizá con esto halle indicios que permitan acortar la misma, doctora Pones.
—Mira, no tengo mucho más remedio, así que lo haré. Pero llámame Aitana, ¿quieres? No quiero relacionarme con esos doctores de tres al cuarto que.... —Aitana se detuvo al darse cuenta de algo—. Espera, ¿cómo sabes que ya soy doctora, si aún no se ha hecho público?

La unicornio azabache sonrió cortésmente y se dirigió al diván mientras respondía.

—Mala psicóloga penitenciaria sería si no conociera a mis pacientes. ¿Me hace el favor, Aitana?

Con un gesto invitó a la yegua marrón a tumbarse en el sofa; esta refunfuñó y lo hizo.

—Ahora a ser psicoanalizada, lo que me faltaba.
—En absoluto. El psicoanálisis es una pseudociencia que no aporta nada al paciente, salvo la interpretación subjetiva del analista de sus explicaciones —expuso Long Talk—. Yo estoy aquí para comprender qué la llevó a hacer lo que hizo en Manehattan.
—¡j*der, qué mania! ¡Ya he explicado mil veces que lo hice para mostrar al mundo que los demonios...!
—Sé lo que dijo —la interrumpió la psicóloga—. Hábleme de su infancia, Aitana.

La yegua marrón se quedó algo perpleja con la pregunta. Aunque pensándolo bien no le sorprendía, tratándose de una psicóloga, en aquel momento la cuestión la pilló sin preparar.

—¿Qué quieres que te cuente? —respondió sarcásticamente—. Tuve una infancia muy feliz en Germarenia hasta que me mudé a Manehattan por el trabajo de mi padre.
—Con esa respuesta ya me ha despejado muchas dudas, Aitana. Empecemos por lo más básico: hábleme de su madre.

Aitana se quedó mirando al techo; su madre... Hacía mucho que no hablaba con nadie de ella, ni siquiera con su propio padre. Era un tema que... no le agradaba demasiado.

—Era miembro de la Guardia Nocturna.
—¿Dónde está ahora?
—Murió —Aitana miró a la doctora con enfado—. Y sé que lo vas a preguntar: murió luchando contra un demonio.
—¿Cómo se llamaba?
—Midnight Shield. ¿Y eso qué importa?

La psicóloga escribió algo rápidamente en su cuaderno antes de responder con otra pregunta.

—¿Era usted muy joven cuando falleció?
—Sí. Tenía cuatro años.
—¿Qué recuerda de ella?

Nuevamente, Aitana se quedó mirando al techo, aunque realmente se estaba sumergiendo en sus propios recuerdos. Una pegaso de pelaje Azul marino y crines violetas... Unos reconfortantes ojos azules...

—Su voz y... su olor. Solía cantarme cuando iba a dormir y... —la yegua marrón parpadeó un par de veces antes de alzar la voz—. ¡Arg! ¿Por qué te estoy hablando de esto? ¿Qué tiene que ver con lo ocurrido?
—Si lo prefiere podemos cambiar de tema. Hábleme de su padre, Aitana.
—Si esperas encontrar problemas ahí vas por mal camino —advirtió la reacia paciente—. Mi padre siempre ha estado ahí, siempre me ha ayudado y desde luego no es la causa de cualquier problema que puedas creer que tengo.

Cuando Aitana terminó su respuesta, que verbalizó a toda velocidad, escuchó cómo la psicóloga dejaba de escribir. Esta dejó pasar unos segundos antes de responder.

—¿Está usted segura, doctora Pones?
—¡Que no me llames doctora!
—No evite la pregunta, Aitana. No quiso hablarme de su infancia, pero sí me ha hablado de su madre. Le he preguntado acerca del profesor Pones y usted ha respondido a la defensiva, evitando entrar en materia; no hace falta ser psicólogo para darse cuenta de que su infancia está íntimamente ligada a su padre.
—¡Muy bien, tú lo has dicho! —gritó Aitana, levantándose de golpe—. Mi vida no es asunto tuyo ni de nadie, ¡¿queda claro?! Y quizá tenga que estar en este agujero cuatro meses más, pero no tengo por qué responder a tus preguntas, ni gastar el esfuerzo en inventarme una mentira que te satisfaga. Así que adiós, doctora.

La yegua marrón caminó con Fuertes pasos hacia la puerta. La psicóloga, por contra, se quedó sentada tranquilamente en su diván, tomando notas en su cuaderno, esperando al mismo momento en que Aitana iba a abrir la puerta para hablar.

—Aitana Pones no es su verdadero nombre. ¿Verdad?

La aludida se quedó como congelada donde estaba, girándose lentamente hacia Long Talk.

—¿Qué has dicho?
—Que Aitana Pones no es su verdadero nombre.
—¡¿Pero de qué estás hablando?!
—No se altere, Aitana. He investigado mucho sobre usted antes de organizar esta sesión. Ya que usted no me va a hablar de su infancia, permítame que lo haga yo.

El cuerno de la unicornio se iluminó, trayendo mediante telequinesia un montón de papeles que había en el escritorio. Los desplegó frente a ella y, con total tranquilidad, empezó a relatar.

—Hace veinticinco años una potrilla fue inscrita en el colegio principal de Flower Ville, cerca de Fillydelphia, vivía sola con su padre. Seis meses después de su inscripción la potra no volvió a clase. No había ninguna pista en su casa, salvo indicios de que la habían abandonado a toda prisa. Su nombre: High Sun —la psicóloga hizo una pausa para mirar a Aitana antes de acabar—. Pelaje marrón, crines violetas y grises, sin Cutie Mark.

La psicóloga observó a su paciente; estaba tensa y algo asustada. Por la forma en que movía las patas pudo notar que, de no haber estado en la cárcel, la habría atacado sin dudar. Se decía que Aitana podía ser impulsiva y, en ocasiones, agresiva, pero ahí estaba demostrando no ser ninguna descerebrada. Supuso que tendría que presionar un poco más para que la verdadera Aitana se mostrara ante ella.

—Tres años después, en el colegio Sagrada Celestia de NottingHale, se inscribió una potra de ocho años llamada Good Riddance. Completó un curso entero en el colegio, y sus profesores estaban satisfechos con su progreso, a pesar de que alzaron algunas cuestiones ella al psicólogo de la escuela debido a algunos signos de extrema agresividad que observaron. Pero a mediados de su segundo año el hogar de la potra se incendió, vivía sola con su padre. Cuando apagaron las llamas ni Good Riddance ni su padre aparecieron por ningún lado. Una vez más... pelaje marrón, crines violetas y grises, sin Cutie Mark. Esta vez tenían una foto.

La unicornio sacó la misma de entre sus papeles y la hizo levitar frente a Aitana. Se trataba de una potra de ocho años idéntica a Aitana, que vestía el uniforme de la escuela Sagrada Celestia. Sonreía con auténtica felicidad junto una pequeña pegaso. Long Talk observó como la yegua marrón se quedaba unos segundos observando la foto, especialmente a la pegaso.

—Cuatro años después.... hoy hace dieciocho años ya. En Baltimare una joven yegua, de doce años, fue ingresada en el hospital. Según el informe médico tenía "extensas heridas y quemaduras causadas por magia hostil", aunque su estado no era de gravedad. Señalaron también la violencia de la joven, y solicitaron una evaluación psiquiátrica por sospecha de delirios persecutorios. Huyó a la noche siguiente; pelaje marrón, crines violetas y grises, identificada como "Strong Move". Sin cutie mark.

Con total calma, la unicornio azabache pasó al siguiente grupo de papeles; los acumuló golpeando suavemente el taco contra el diván y siguió narrando.

—Finalmente, aparece usted hace trece años: Aitana Pones, edad diecisiete. Una joven proveniente de Germarenia que llegó a Manehattan con su padre, el profesor Roy Pones. Una familia que seguía la tradición de los grifos de Germarenia de heredar el nombre de familia de padre a hijo. Admitida en el instituto Starswirl, en el curso preuniversitario de acuerdo a su historial escolar, mostró gran interés y aptitudes en historia, sociología, geografía e idiomas antiguos. Como asignaturas optativas optó por teoría de la magia, historia avanzada e iniciación a la arqueología, en las que recibió excelentes calificaciones. Sus profesores resaltaron que de no ser por las dificultades que usted pasaba en matemáticas y ciencias habría sido digna de superar el curso con una matrícula de honor. Con dieciocho años fue admitida en la Universidad, donde obtuvo una diplomatura en historia a los veintiséis. Algo sorprendente que tardara usted tres años más de lo normal en finalizar los estudios, teniendo en cuenta su afinidad por los mismos. Finalmente, empezó su doctorado en Historia y Arqueología que finalizó hace dos años, pero su tesis fue suspendida por la junta evaluadora, la cual consideró que sus teorías eran absurdas y faltas de fundamento...

Parsimoniosamente, Long Talk organizó todos los papeles y los dejó en el suelo junto a ella, mirando a Aitana por encima de sus pequeñas gafas de lectura.

—...hasta ahora.

Long Talk hizo una muy deliberada pausa para observar cualquier nueva reacción en su paciente.

—¿A dónde quieres llegar con esto?
—Como habrá imaginado, Aitana, no sé quién es usted realmente. Es obvio que "High Sun" no era su nombre de nacimiento, y que adoptar un nombre tan extraño como "Aitana Pones" fue una forma de decir al mundo que ese no era su nombre real, una forma de mantener una identidad basada en un sinfín de falsas identidades. Una infancia entera huyendo, sin poder establecer amistades, sin una identidad definida...
—¡Todo lo que dices es absurdo! No sé quiénes eran esas potras, pero desde luego no soy ninguna de ellas.
—¿Por qué huía su padre, Aitana?
—¡Te he dicho que te equivocas, que yo jamás he cambiado de nombre!
—Es común en casos como el suyo negar la verdad incluso con las pruebas presentes. Suele ocurrir especialmente cuando el progenitor ha sido un prófugo de la justicia, arrastrando a sus hijos con...
—¡MI PADRE NO ES UN CRIMINAL!

Aitana avanzó directamente contra la doctora, absolutamente fuera de sí; esta retrocedió rápidamente y liberó el hechizo que había preparado. Al momento un agudo pitido llenó la sala, y dos guardias entraron de golpe por la puerta, saltando sobre Aitana y placándola. Esta trató de zafarse al tiempo que gritaba.

—¡¡Maldita zorra! ¡No tienes ni idea de a lo que se ha enfrentado, de a qué nos hemos enfrentado juntos! ¡Luchamos para que tú sigas viviendo en tu mundo de colores, porque Equestria ha olvidado! ¡Ha olvidado! ¡No se te ocurra acercarte a mi padre, zorra! ¡NO TE ACERQUES A MI PADRE!

Los guardias, finalmente, redujeron a Aitana y se la llevaron a rastras. La psicóloga regresó al escritorio, tomó su cuaderno y escribió varias notas más en el mismo. Entre ellas, subrayó dos veces el nombre "Midnight Shield".
Cada vez estoy más convencido de que hice lo correcto al volver a escribir este fic.
¡Gracias por leer!
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Re: [Aventura][Oscuro] La guerra en las sombras (cap 13)

Mensaje por Volgrand » 18 Abr 2017, 01:02

Capítulo 14: "Secretos y despedidas"

Sinopsis: Sinopsis: Tras recibir el informe de la agente enviada a evaluar a Aitana Pones las princesas tomarán una decisión al respecto. El profesor Pones recibe una invitación que dificilmente podrá rechazar.
Spoiler:
Tras una larga corte abierta a los ciudadanos, los guardias solares cerraron, definitivamente por ese día, las puertas del gran salón del trono de Canterlot. Celestia anduvo casi ceremoniosamente hacia la salida lateral, escoltada por un grupo de guardias solares. No fue hasta que se encontró a solas en la estancia contigua, alejada de las cámaras de periodistas y de algún curioso, que se permitió estirarse sin disimulo.

—Keen Service —dijo dirigiéndose a una de sus damas de compañía—, que me traigan un té y algunas pastas a mi habitación, por favor.
—En seguida, alteza.

La princesa del sol despidió a los guardias y se dirigió hacia sus aposentos, donde le sirvieron la merienda solicitada en poco tiempo. Se sentó en la mesa a comer, esperando relajada. Era poco pasado de las siete cuando se escuchó el inconfundible sonido de alguien teletransportándose dentro de la estancia. Frente a Celestia apareció una unicornio de pelaje índigo y melena negra. La yegua miró sorprendida a la, valga la redundancia, sorprendida princesa alicornio.

—¡Oh, vaya! Disculpe majestad, sin duda nós hemos arribado aquí por accidente. Esperamos no haberla interrumpido en un instante de íntimo relajo.

Celestia, que se había quedado quieta con la taza aún en los labios, escupió el té y soltó una sonora carcajada.

—¡Oh, madre, Luna! Déjalo ya, hermanita, por favor.

La unicornio sonrió y conjuró. Su cuerpo, iluminado por un aura color índigo, se agrandó hasta casi alcanzar el tamaño de Celestia, y su cuerno aumentó en longitud. El pelaje que la cubría se volvió más oscuro y azulado; la melena, poco a poco, perdió consistencia hasta convertirse en una fluctuante corriente de magia. Luna, recuperada su forma natural, abrió los ojos y estiró las alas.

—Nós hemos perfeccionado mucho el arte del disfraz a lo largo de los siglos, mas seguimos sin poder engañaros, hermana.
—Tus dejes milenarios al hablar te delatan, Luna. ¿Té?
—Por favor.

La princesa de la noche se sentó con su hermana mientras esta le servía una taza.

—¿La has conocido? ¿Qué piensas, Luna?
—No, he enviado una de mis agentes a visitarla, llegará en poco tiempo. ¿Hay galletas de canela?
—Siempre, sírvete tú misma, hermana.

Ambas princesas estuvieron charlando durante un rato hasta que un guardia llamó a la puerta, anunciando la llegada de alguien. Tras él apareció una unicornio de pelaje negro azabache y crines azules. Celestia no supo reconocer la cutie mark de la recién llegada, parecía una mancha de tinta. Quizá se trataba uno de esos tests que utilizaban los psicólogos con sus pacientes...

—Princesas —saludó la recién llegada con una gran reverencia—, mi nombre es Long Talk, agente de la Guardia Lunar. He evaluado a Aitana Pones como se me ordenó.
—Luna, no es habitual recibir este tipo de visitas en mis aposentos privados —observó Celestia con cierta molestia.
—Sí, actuar con discreción nunca ha sido vuestra especialidad, hermana —respondió Luna con cierta malicia y una sonrisa, y se dirigió después a Long Talk—. Por favor, tomad asiento, Long Talk, y contadnos qué habéis averiguado.

Para sorpresa de la princesa del Sol, la unicornio no mostró sentirse intimidada u honrada de sentarse a tomar el té con las dos princesas. Con una exquisita educación se sirvió una taza de té usando su magia y bebió un sorbo antes de empezar a relatar.

—Aitana Pones y su padre han cambiado de identidad múltiples veces desde que esta era una potrilla. Los motivos los desconozco, pero sospecho que están muy ligados a que ella misma se declare una “cazadora de demonios”.
—Explicáos, por favor —le pidió Luna.
—Durante la infancia de cualquier ser sentiente se establecen unas pautas afectivas y sentimentales básicas. Los potrillos conocen en ese periodo conceptos como familia, amistad, cariño, seguridad, peligro o diversión. En otras palabras, los pilares básicos que formarán su personalidad en el futuro. Aitana Pones ha experimentado serias fracturas en este aprendizaje: vivió toda su infancia huyendo y, cuando empezaba a establecer vínculos afectivos en algún lugar, se veía forzada de nuevo a huir.

La psicóloga se tomó una pausa para asegurarse que las princesas seguían su explicación pero, sutilmente, disimuló este hecho comiéndose una galleta.

—Este tipo de infancias suelen crear adultos incapaces de socializar adecuadamente: vagabundos, criminales y, en ocasiones, con conductas psicopáticas o una gran agresividad. La doctora Pones, por contra, a logrado formar su personalidad en torno a ciertos valores emocionales que rigen su vida. En su caso, se trata probablemente del respeto hacia su padre, un poderoso odio hacia los demonios, nigromantes y otros magos oscuros, y un convencimiento absoluto de que está haciendo lo correcto.

Long Talk acabó su análisis, tomando un largo trago de té mientras esperaba a que las princesas se pronunciaran. Celestia fue la primera en hacerlo.

—¿Eso es todo? Agradezco que vinieras en persona, Long Talk, pero sospecho que podrías habernos enviado una carta con esta información tan escueta.
—Long Talk, decidnos —empezó Luna, dejando claro por qué Long Talk había venido en persona—, ¿qué podría ocurrir si estos... pilares de su personalidad se rompieran? ¿Si su padre falleciera, por ejemplo?

La aludida meditó durante unos segundos.

—Es difícil dar una respuesta correcta, mi Diosa —Celestia se sorprendió al ver a una unicornio usar ese apelativo para dirigirse a Luna, normalmente usado solo por los batponies—, depende del poni. Cuando alguien sufre un gran revés emocional acude a otros elementos de apoyo para recuperarse; un adolescente sufriendo por un amor no correspondido puede acudir a sus amigos para sentirse querido, por ejemplo. Sin embargo también podría enfrentarse a esta situación engañándose a si mismo; por ejemplo, podría auto convencerse que el objeto de su amor también lo ama, pero que por ciertas circunstancias es mejor que jamás estén juntos. Por desgracia no puedo darles una respuesta a cómo respondería Aitana Pones ante una situación que ponga a prueba sus convicciones más profundas.
—¿Y qué hay de los cambios de identidad? —preguntó Luna—. ¿Se sabe quién son en realidad ella y el profesor Pones?
—Me temo que no, mi Diosa. Ocultaron muy bien su rastro, solo encontramos algunas pistas en las descripciones de potrillas desaparecidas los últimos veinticinco años. Varias de las mismas eran, de hecho, Aitana Pones bajo un nombre diferente.

Tras unos momentos de silencio, Long Talk se levantó e hizo una reverencia.

—Princesas, si no tienen ninguna pregunta más procederé a retirarme.
—Os haremos llamar si requerimos vuestros servicios nuevamente —respondió Luna—. Partid en paz.
—Antes de que te vayas, Long Talk, ¿hay algo más que debamos saber sobre Aitana Pones?

La yegua negra miró alternativamente a las dos hermanas y, con una cordial sonrisa, respondió.

—No, princesa, eso es todo lo que he averiguado. Buenas tardes.

Cuando la puerta se cerró y ambas alicornios se hallaron a solas, Celestia fue la primera en hablar, notando cómo su hermana se había quedado observando la puerta por la que había partido la unicornio durante unos segundos.

—¿Qué piensas, Luna?
—Nós creemos que debemos dejarla libre.

Celestia miró a la alicornio de pelaje oscuro esperando más explicaciones.

—“Tia”, sabes que no podemos eliminar el conocimiento sobre las artes oscuras, al menos no completamente. La presencia de ponis como Aitana Pones es necesaria para combatirlas desde las sombras.
—Liberó a un diabolista en Manehattan. Puso miles de vidas en peligro.
—Pero también evitó miles de muertes en los Reinos Lobo al capturarlo. Y la Guardia Solar ha recordado, al fin, que existen los demonios. Nós tenemos entendido que esta ha iniciado un programa de entrenamiento contra seres infernales.

Celestia miró por la ventana, pensativa.

—Deberíamos insistir a Aitana Pones para que nos cuente lo que sabe, Luna. La guardia podría intervenir a tiempo, o nosotras mismas.
—No, Celestia, no debemos hacer eso. Si un ser de nuestro poder, o toda una guardia se mueve contra los magos oscuros, estos se ocultarán y esperarán otra ocasión. Se necesita gente como la doctora Pones para investigar estos hechos sin llamar la atención.
—Doctora... —Celestia suspiró—. Esa tesis doctoral me va a obligar a rectificar una mentira que he mantenido durante quinientos años.
—Nós no habríamos ocultado lo ocurrido en primer lugar, hermana. No podemos aconsejaros en ese respecto.

Celestia se sumió en sus recuerdos durante unos instantes: recordó cómo un emisario Cebra la puso sobre aviso de la existencia de magia oscura en Unicornia, y cómo una investigación a fondo descubrió lo que podría convertirse en el alzamiento de un nuevo rey Sombra. En esa ocasión actuó a tiempo, y la guerra fue tan rápida que prcticamente pasó inadvertida... salvo por la desaparición de Unicornia. Aquella había sido la última ocasión en la que la Princesa del Sol había acudido personalmente a una batalla.

—De acuerdo, lo haremos —asintió la blanca alicornio—. Buscaré cualquier excusa legal para reducir la condena de Aitana Pones. Espero que tengas razón.

Poco después, las dos hermanas alicornio se levantaron y fueron al balcón. Celestia concentró su magia, y el astro rey empezó a descender sobre el horizonte. Cuando los últimos rayos de sol murieron, poniendo fin al día, Luna hizo ascender a la reina de la noche, seguida por un brillante séquito de estrellas.

Celestia se retiró a dormir, dejando a su hermana Luna al cargo durante la noche; esta voló hasta su torre, y de ahí observó el reino que la rodeaba. Las luces de la calles de Canterlot eran lo único que se alzaba en contra de las calmadas y difuminadas sombras que proyectaba la luna creciente. Tras unos minutos de meditación pudo escucharse un aleteo acercarse a la torre. Luna no se alteró, pues conocía a la criatura que se acercaba y, si esta hubiese deseado atacarla, jamás la habría escuchado llegar. La criatura se posó en el gran balcón, a la espalda de la princesa de la noche, la cual se giró para recibirla.

—Nós agradecemos su presencia, agente Rise Love.
—Es un honor, mi Diosa.

Se trataba de una batponi cuyo pelaje era azul grisáceo y sus crines marrones. Las pupilas de la yegua, rosas y afiladas, brillaban en la oscuridad, y una franja de pelo del mismo color le atravesaba la crin sobre la cabeza. La yegua se postró ante Luna, hasta que esta le hizo un gesto para que se levantara. A decir verdad, la alicornio había intentado que los batponis dejaran de dirigirse a ella como “Mi diosa”. Sin embargo, con el tiempo, acabó aceptándolo como una peculiaridad cultural más de esa misteriosa raza poni.

—Rise Love, nós deseamos encargarte una misión. Viajarás a los Reinos Lobo y seguirás la pista del unicornio llamado Dark Art. Averigua quién es y sus objetivos.
—¿Debo acabar con su vida, mi Diosa?
—No —respondió Luna—, de momento no. Investiga e infórmanos de tus hallazgos. Después decidiremos al respecto.
—¿Alguna pista?
—Sí. Dark Art contrató un barco mercenario llamado “El relámpago negro”, capitaneado por el pirata lobo Argul.

La batpony asintió ante esa información y, desplegando sus alas de murciélago, dijo:

—Así se hará, mi Diosa. Contactaré con usted en pocas semanas.
—Espera.

La batpony, que estaba a punto de alzar el vuelo, se quedó quieta y miró a la princesa Luna.

—La agente Long Talk nos ha ocultado algo —la agente no respondió—. Viajo por los sueños de los seres vivos, Rise Love, y nós somos muy buena reconociendo una mentira. ¿Qué nos ha ocultado?
—Es... una sospecha, mi Diosa, algo relacionado con los Cazadores Batpony.
—Explícate.
—Le pido que no me obligue a hablar, pero puedo asegurarle que no está relacionado con sus investigaciones. Es algo privado de los Cazadores. Protegemos a los nuestros.

Luna calibró las palabras de Rise Love: “protegemos a los nuestros”. Ni ella misma estaba segura de a qué límites podían llegar siguiendo ese dicho, pero de algo estaba segura: los Cazadores Batpony eran leales hasta la muerte a Equestria. Además, Rise Love no estaba mintiendo, de eso estaba convencida.

—Bien. Puedes partir, Rise Love, infórmanos cuanto antes de tus progresos.

La batpony hizo una pronunciada reverencia y, de un imposiblemente silencioso aleteo, alzó el vuelo menos de un metro antes de lanzarse por el borde del balcón y perderse entre las sombras de la noche. Luna la siguió con la mirada mientras pudo y después regresó a su habitación. Los batponies eran una raza... peculiar. Emocionales y capaces de hacer el bien, como cualquier otro poni, pero al mismo tiempo perseguidos por su propia maldición; una maldición que, en el pasado, los había llevado al exilio y al olvido. Y ahora que habían regresado existían los Cazadores: batponis cuyo crímenes solo podía encontrar redención en el fiel servicio a Equestria y la princesa de la noche. Serían leales hasta la muerte, de eso no le cabía duda.

Celestia jamás comprendería por qué los había aceptado nuevamente en la guardia. “Monstruos”, los llamaría, “asesinos, criminales, psicópatas, locos”, y otras muchas cosas más. Luna no podía compartir según qué con su hermana mayor: ella seguía actuando como si aquellos que ansían el poder por encima de todo fuesen a presentarse ante Equestria gritando sus intenciones. La guardia Solar era experta en enfrentarse a ese tipo de cosas: ser un bastión radiante en el que las gentes de Equestria podían confiar, que se alzarían frente al mal y lo harían frente en épicas batallas dignas de leyenda

Pero ella sabía bien que no era así: cuando perdió la razón y se convirtió en Nightmare Moon, Luna pasó años reclutando seguidores y consiguiendo poder antes de salir de las sombras y atacar abiertamente. Y de no haber sido por los Elementos de la Armonía, sin duda habría triunfado. Por eso, precisamente, eran necesarios cuerpos como la Guardia Lunar y los Cazadores Batpony. La primera, preparada para hacer frente a los peligros de la noche; los segundos, aquellos capaces de realizar actos que horrorizarían a los pequeños ponis.

—La luz no puede existir sin la oscuridad...

No era el momento de aguardar a que los practicantes de las artes prohibidas atacaran. Si, por un casual, Aitana Pones había dado con algo que pudiera poner en peligro a sus pequeños ponis, Luna no iba a quedarse quieta esperando que este se mostrara: lo encontraría y podría fin a sus planes antes de que estos llegaran a ver la luz, a cualquier precio.

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Apenas dos semanas después de la evaluación de Long Talk, varios periodistas se levantaron a la vez, tras largas horas de espera, y galoparon hacia la salida de la prisión estatal de Manehattan. Todos ellos portaban lápices, cuadernos, grabadoras y mil preguntas.

—¡Doctora Pones! ¿Qué opina de la negativa de la princesa Celestia a dar explicaciones respecto a su tesis doctoral?
—¡Doctora, una entrevista para el Daily Colt! ¿Cree usted que esta negativa puede ser la prueba de un intento institucional de ocultar la verdad al público?
—¿A qué cree que se debe esta extraña reducción en su condena?
—¿Acudirá usted al museo arqueológico de Canterlot para ayudar a la clasificación del yacimiento que halló usted?
—¿Es cierto que atacó usted a un miembro del personal penitenciario?
—¡¿QUERÉIS QUITAROS DE EN MEDIO?!

Casi a empujones, Aitana Pones se abrió camino a través de la marabunta de periodistas. Tras ella iba su padre, revisando varios papeles que portaba con su magia. Cuando se hubieron alejado unos metros, la yegua bufó irritada.

—¿Será posible? ¡Me he convertido en una estrellita mediática!
—Después del espectáculo que organizaste, no sé de qué te sorprendes, hija.
—Vamos al tema papá, ¿está todo en orden?
—Sí. Tu barco te espera en el puerto, te llevará directamente a Lutnia. Hope Spell debe estar por llegar, te encontrarás con él allí.
—De acuerdo. ¿Qué sabemos del mausoleo de Weischtmann?
—Poca cosa, salvo que se halla en el norte y que debe albergar algo de gran poder si la organización de Dark Art anda tras su pista.

Los dos subieron a un carro que les esperaba, listo para llevarlos al puerto.

—Papá... estoy preocupada por esa psicóloga.
—Hija mía, es normal. Organizaste un desastre muy grande en Manehattan, te han investigado a fondo y lo único que han encontrado es que varias potras desaparecidas se parecían a ti. Legalmente no pueden tocarnos.
—Aún así, es preocupante que alguien pueda enlazarnos con el pasado.
—Los mataste a todos, ¿verdad? —Aitana tardó unos segundos en asentir con la cabeza, sin mirar a su padre—. Pues ya está. Y aunque no lo hubieras hecho, hoy día ya no eres una potra indefensa.

El carruaje recorrió rápido el camino; estando la cárcel en las afueras de Manehattan, atravesaron el centro de la metrópolis antes de dirigirse directamente al puerto. En el mismo les esperaba un barco Equestriano: un bergantín ligero de exploración, una de las naves más rápidas que existían. Alquilarlo debió costar una pequeña fortuna.

—Es evidente que vamos a contrarreloj, no podíamos perder más tiempo.

Ambos salieron del carruaje; Aitana abrió el baúl donde encontró sus grandes alforjas, listas para partir. Se las colocó rápidamente, al tiempo que el capitán del barco, al verlos, daba órdenes para preparar la maniobra de desatraque.

—Es posible que las pistas lleven a Dark Art y a los suyos a Cérvidas —comentó Aitana.
—Es posible, pero me he encargado de que nadie sepa a dónde vas a ir, la sorpresa debería jugar de tu parte. He rellenado tus alforjas con gemas encantadas por si las necesitas. Y por cierto: quizá puedas investigar en Cérvidas cómo acabar con nuestro amigo.

El profesor se descolgó la brújula en la que se hallaba encerrado Kolnarg y se la lanzó a su hija. Esta la atrapó al vuelo, sintiendo al instante la incómoda presencia del Lich invadirla. Sonrió, ya que casi la había echado en falta, y se colgó el objeto del cuello.

—Espero que tu alumno sea tan diestro con la magia como dices, papá. No quiero cargar con un lastre.
—Es muy bueno, y si no lo es déjalo atrás. Ya se las apañará.
—Para detener a Dark Art tendré que adelantarme a sus movimientos, y no tenemos ni idea de qué pretende.
—Céntrate en lo importante —respondió el profesor—: rompe el hechizo que protege el pergamino ciervo, traduce el mensaje y luego ya veremos. Y no pienses únicamente en Dark Art: No mires el arma de tu enemigo...
—...mira a tu enemigo en si. Ten cuidado, papá.

Padre e hija se abrazaron brevemente.

—Ten mucho cuidado, hija.

Menos de un minuto después de que Aitana Pones subiera al bergantín, las órdenes del capitán ultimaron la maniobra de desatraque y la nave se dirigió hacia el este, hacia las tierras de los ciervos. El profesor Pones observó la embarcación hasta que esta desapareció tras el horizonte. La inquietud le invadía, y deseaba poder acompañar a su hija, pero sabía que en su estado no era posible. Intuía que Aitana había topado con un mal mucho mayor del que habían visto hasta ahora, y temía. Temía por la vida de ella, y también por lo que podría ocurrir si fracasaba en su misión.

El anciano volvió al carruaje y pidió que lo llevaran de vuelta a la facultad, pues él también tenía muchas cosas que atar antes de partir. Mientras el carruaje se adentraba en las concurridas calles de Manehattan, el profesor Pones sacó de su alforja una carta que había recibido hacía dos días. La cerraba un sello, ya roto, del Imperio de Cristal.

“Profesor Roy Pones,
Facultad de Historia y Arqueología de la Universidad de Maneattan:

En virtud de la posición que se me ha confiado, solicito su presencia tan pronto como sea posible. Las razones para esta pronta reunión serán expuestas en persona en el Palacio de Cristal. Presente el ticket adjunto en la estación y un salón de primera le será concedido en el próximo tren al Imperio de Cristal. Pregunte por mi tan pronto como llegue a palacio, le estaremos esperando.

Atentamente:
Zaphire Assistant,
consejero real de Sus Majestades Mi Amore de Cadenza y Shining Armor.”

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NOTA DEL AUTOR:

A decir verdad he estado algo chafado para publicar esto. Tengo capítulos ya escritos, y más por publicar, pero la falta de interés de los lectores a veces es demoledora. Al menos la gente se interesa en la otra historia que escribí con Unade, "Las desventuras...".

Aquí se va revelando más del pasado de Aitana e introducimos a un personaje que puede que conozcáis de mis otros fics "El rescate de Preciosilla" y "La maldición del batpony" (en este segundo, cuando todavía era una cándida recluta para la guardia nocturna).

Gracias por leerme, un saludo
.
Volgrand: Junta de Iberbronies, vocal
¿A que soy mono?
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¡¡PUES DESPELLEJO FANFICTION!!
Volgrand
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