[quote="McDohl";p=307539]Quaver Note vio alejarse a Golday, Goldark y sus guardias. De nuevo volvían a estar solos.
La frase de Minerva unido a la canción le había despejado la mente a la unicornio: acababa de conseguirles una hora.
El caso era... como aprovecharla.
Quaver Note se fijó en los guardias. Parecían algo astiados por estar allí, teniendo que vigilar a cinco ponis que obviamente no iban a escaparse. Quizás si...
La unicornio cerró los ojos y reflexionó. Los grifos eran aguerridos guerreros, devotos en sus quehaceres, orgullosos de sus logros presentes y pasados. Habían excepciones a algunas de aquellas reglas, claro está (aquel soldado que les emboscó o el propio Goldark, sin ir mas lejos), pero... notó en ellos que llevaban tiempo como... aburridos. Ya no por la tarea encomendada, sino de algo que venía de atrás.
Quizás había un modo de que reaccionasen a algo de color en aquella monocroma vida.
Quaver Note se esforzó por recordar una canción. Hablaba sobre la noble epopeya que llevó a un antiguo rey grifo a hacerse con el idolo de Boreas. High Pitch se la había enseñado junto a muchas otras más y ambas las cantaban a dueto, acompañándola con ilusiones.
Ahora no disponía de ellas por aquel casco extraño, pero aun así, Quaver Note empezó a cantar. Quizás la melodía haría reaccionar a sus carceleros de algún modo...[/quote]
Antes de que Quaver cante el segundo compás, uno de los guardias se gira al reconocer la melodía. Cuando habla os percatáis de que es una hembra.
-¡Eh, es el himno de Boreas! ¡Hace una eternidad que no lo esuchaba!
-Venga ya, Gertrud, lo cantamos los chicos y yo cada semana -responde el otro grifo, un macho.
-Lo que hacéis vosotros no se puede llamar "canto", Gorek.
Gertrud avanza hacia la jaula, seguida un instante después por Gorek. Ambos se detienen tras la reja, escuchando la canción, ella especialmente encantada con la interpretación. Por lo bajo murmura la letra del himno que Quaver es incapaz de pronunciar. Durante varios minutos no hay otro sonido que no sea el cantar de Quaver y el maniático pasar de las páginas del diario de Minerva.
Cuando la canción llega a su fin Gorek rompe el silencio.
-Si ya has acabado de deleitar los oídos -dice con sorna-, ¿podemos volver a nuestros puestos?
Pero Gertrud no reacciona al instante. Al acabar la canción se ha quedado quieta, mirando a la familia poni encerrada uno por uno. Tiene una expresión que la mayoría no sabéis interpretar, a excepción de Quaver Note: Os está mirando como si nunca se hubiera fijado en vosotros antes. Clava especialmente la mirada en la pequeña Nana, como si su visión le hubiera movido algo dentro.
-Vuelvo en un momento.
-¿Qué dices? ¡Gertrud!
La guerrero se va por el pasillo rápidamente; regresa en pocos minutos con varios cuencos de barro y una gran jarra de agua. A través de los barrotes pasa los recipientes y los llena con agua, dándoos uno a cada uno. Gorek mira la escena bufando y refunfuñando que se van a meter en problemas.
-¿Has acabado ya? ¡Vuelve aquí, estúpida!
Gertrud os dedica una última mirada antes de obedecer.
-Esto... esto no está bien...
-¡No es mi problema! -responde Gorek-. Coge tus armas y reza porque Goldark no pregunte al respecto. Hembras...