Capítulo 8
Entremeses
-Vale, repasémoslo todo una vez más. Entonces hemos quedado que somos de Oregón, concretamente de Portland…
-Sí.
-Nacimos el 20 de octubre y el 2 de julio de 1996 respectivamente.
-Ajá.
-Crecimos allí hasta los quince años y luego nos tuvimos que mudar a Arkansas a causa del trabajo de nuestros padres, que se conocen de toda la vida.
-Vale…
-Y ahora estamos aquí en un intercambio escolar para terminar los estudios y para luego marcharnos de vuelta a Oregón, ya que esto solo es temporal.
-Mismamente.
Nos miramos por unos breves instantes hasta que al final tiré el boli murmurando.
-No se lo cree ni Dios.
-j*der, qué rayada.
Desde que recibimos el segundo anónimo, las cosas se habían complicado a su manera; debido a que necesitábamos lo más parecido a una partida de nacimiento, o una partida de nacimiento en sí misma, planeamos un poco cómo poder salir del paso de una forma ingeniosa. Fuimos al ayuntamiento y les pedimos sendas copias de las partidas argumentando que las necesitábamos para realizar un trabajo para la asignatura de geografía. Sorprendentemente coló y las conseguimos más fácilmente de lo que nos esperábamos.
Aunque luego vino el detalle de los datos a reflejar en ellas; debido a que hasta ahora habíamos creado una falsa imagen de nuestras personas de cara a los demás, los datos proporcionados debían de ser equiparables, por lo que estuvimos rumiando una historia que fuera creíble y con datos contrastables y realistas. Eso era lo que más aspirábamos a ser.
-No, en serio, quien quiera que se crea esto por cualquier razón sería rematadamente tonto-mascullé yo, preocupado.
-Bueno, a ver, teniendo en cuenta dónde estamos no es tan rebuscado como puede parecer… es decir, vale, hay diferencias, pero tal y como lo veo yo podría funcionar. Podría-argumentó Lloyd.
-Eso no nos asegura nada, Lloyd…
-Lo sé ¿se te ocurre algo mejor?
Frente a eso, tan solo suspiré lacónicamente.
-Pues no…
Aunque ese no era el problema más inmediato; aunque la historia ya estaba montada en un papel en sucio, faltaba pasarla a limpio en las partidas, pero no podíamos rellenarlas nosotros con nuestra letra, puesto que nos podrían descubrir fácilmente si lo hacíamos así.
-También podemos hacer una cosa-comentó Lloyd en un momento dado.
-Ilumíname-le pedí yo con voz apagada.
-Como aún no sabemos quién puede ser esta persona, podemos remitirle los datos en una hoja aparte y que sea ella la que los rellene.
-¿Así sin más?
-Claro, así de esta forma evitamos tener que rellenarlas nosotros para no dar el canteo y matamos dos pájaros de un tiro… tanto por su parte como por la nuestra.
Lo pensé por un momento, llegando a una conclusión rápidamente.
-Bueno, sí, es una posibilidad…
No hizo falta pensarlo mucho más, por lo que decidimos hacerlo como Lloyd lo sugirió, dejándolo todo preparado para esa noche.
Desde la fiesta de Halloween había pasado ya bastante tiempo, y los dos apenas lo habíamos notado; el tiempo parecía pasar de forma muy sibilina y, de alguna forma, nos habíamos acostumbrado rápidamente a este nuevo ritmo de vida.
De hecho, desde entonces y hasta ahora ninguno de los dos habíamos vuelto a hablar sobre el asunto de volver a casa; Lloyd estaba tan ocupado tratando de desvelar quien nos estaba ayudando, y yo tan acostumbrado a la nueva rutina que el tema no había vuelto a ser mencionado desde entonces. Lloyd se quejaba cada vez menos, sobre todo después de la fiesta de Halloween, y por mi parte se refería no tenía ninguna queja. Más de una vez me había visto tentado a comentárselo, pero al final acababa desistiendo simplemente por mantener el estado de relativa calma en el que nos encontrábamos.
Además, había otros asuntos más importantes de los que ocuparse; estábamos en noviembre y ya pronto tendríamos los exámenes de la primera evaluación, y la cantidad de trabajo y cosas para estudiar se multiplicaba cada día que pasaba, lo que nos restaba tiempo para dedicarlo a otras cosas.
El trabajo seguía como siempre, eso sí, nuestro nivel adquisitivo había mejorado desde entonces y ahora vivíamos mejor; teníamos más cosas, como por ejemplo un portátil de segunda mano con el que trabajábamos y mirábamos cosas por internet en la habitación sin tener que recurrir a los de la biblioteca, más ropa, y algunos caprichitos como comics varios, un MP4 que solíamos compartir de vez en cuando (la cosa no nos daba para más) y un par de películas alquiladas. Nuestra habitación se parecía cada vez más a un hogar propiamente dicho.
-¿Había algo para mañana?-inquirió Lloyd en un momento dado.
-Sí, un par de mapas a analizar para geografía y un pequeño resumen sobre Platón para filosofía…
-Bof, había olvidado lo oxidado que estaba con esos tipos…
-Ya, y yo, pero puestos a comparar prefiero comerme el coco con Platón y compañía que con el resto de filósofos modernos, la verdad. Nietzsche debía de fumarse una mierda muy buena, siempre lo pensé.
-Ya ves, aunque Schopenhauer tampoco se le quedaba corto…
Los dos teníamos siempre una facilidad pasmosa para cavilar sobre nuestras propias cosas, olvidándonos de hacer el resto. La mayoría de las veces hasta teníamos que centrarnos para poder hacer las cosas, y esa no fue ninguna excepción. Casi siempre trabajábamos juntos, ayudándonos mutuamente con los deberes y apuntes, aunque luego estudiábamos por separado.
El uso del portátil tenía que ser a turnos, ya que a veces solíamos trabajar con él en cosas diferentes, por lo que le dejé a Lloyd ponerse con él para hacer lo del filosofía mientras yo iba haciendo lo mío a sucio; en un momento dado, Lloyd comentó.
-Por cierto ¿Cuándo tenías pensado recordarme lo del salir de aquí?
Al punto dejé de escribir de golpe, levantando la mirada y viendo que Lloyd estaba metido en el foro; yo, algo nervioso, hablé.
-Eh… bueno, no sé ¿en algún momento?
A eso Lloyd tan solo me lanzó una mirada inquisitiva ceñuda, a lo que yo respondí enseguida.
-No me mires así, hemos estado ocupados… además, tienes que admitir que no se está tan mal aquí.
A decir verdad no sabía cómo iba a reaccionar Lloyd ante esa frase, por un lado me daba cosa pensar en cómo se lo tomaría, pero aun así apechugué y lo dije sin tapujos. Por un momento el chico quiso responderme, pero al final soltó un sonoro suspiro y murmuró.
-Aunque me cueste admitirlo… sí, es verdad, está siendo más llevadero de lo que yo mismo me hubiera esperado. Pero eso no quita que quiera volver.
-Ya, claro, supongo que yo también…
-¿Supones?-repitió Lloyd, ceñudo.
-Sí, es decir… nosotros no somos de aquí, no pertenecemos a este mundo, es solo que…
Por un momento no supe cómo decir lo que quería decir y nos miramos brevemente, casi pensando en lo mismo.
-Oye, lo que me tengas que decir dímelo y ya está, así nos dejamos de tonterías…-murmuró Lloyd, con voz queda.
Ante eso suspiré, derrotado, y le respondí.
-Vale, pero luego no me vengas negándomelo o algo por el estilo.
-¿Negarte? ¿El qué?
-Que ahora algo nos ata aquí.
Ninguno de los dos dijo nada, tan solo nos sostuvimos la mirada durante unos segundos que parecieron una eternidad; justo después, en la pantalla del ordenador, vi algo que me distrajo completamente y me hizo mascullar.
-¿¡Elhme?!
Lloyd se dio la vuelta y se quedó tan flipado como yo; y es que Elhmelizee aparecía en la pantalla, cual videollamada de Skype, sentado en una silla de su habitación y cosiendo algo que parecía ser su próximo cosplay. Debido a esto no miraba a la pantalla, concentrado en las puntadas.
-Vale, entonces esta es una de esas veces, supongo…-murmuré yo, algo más calmado.
-Sí, eso parece… ¿le llamamos?-sugirió Lloyd.
-Sí ¿Por qué no?
No queríamos sobresaltarle y hacer que se pinchara con la aguja, por lo que le estuvimos llamándole a media voz, sin alterarnos; pero como no funcionaba, al final optamos por lo más seguro. Soltamos un buen grito y el chico reaccionó dando un bote.
-¡¡Ah!! ¿¡Qué, qué?!
-¡Estamos aquí!
El chico miró hacia la pantalla, viéndonos de seguido y quedándose particularmente sorprendido.
-¡Anda! ¡Lloyd, Sg!
-Los mismos-murmuró Lloyd.
-En carne y hueso-añadí yo, con una sonrisita.
-¡Ostias, ya creíamos que os habíamos perdido para siempre! Llevábamos una semana sin saber nada de vosotros ¿Qué hacíais?-quiso saber el chico, dejando las telas a medio coser en la mesa.
-Meh, poca cosa, volver a cursar primero de bachillerato…
-… currando los findes…
-… integrándonos un poco, ya sabes-acabé yo la frase.
-Buah, chaval, he de admitir que por un lado me dais un poco de envidia… quiero decir, j*d*r, estáis en el mundo de Equestria Girls ¿cómo es?-quiso saber Elhme, particularmente interesado.
-Pues mira, muy parecido al nuestro…
-… con cameos varios cada dos por tres, por así decirlo…
-… y algún que otro encuentro ocasional.
-¡Genial! ¿Habéis conocido a las chicas?
-Oh, desde luego, estamos en el grupo de hecho-anunció Lloyd.
-¡Hala, qué fuerte! ¿En serio?
-Sí, tenemos hasta grupo de wasap y todo…
A eso Elhme tan solo se rió con ganas.
-Bueno, bueno, quien os ha visto, chicos…
-En situaciones mejores, seguro-murmuró Lloyd.
Casi sin darnos cuenta, el hilo de la conversación se fue yendo por otros derroteros, olvidándonos casi por completo del asunto de volver. Aunque Lloyd no olvidaba tan fácilmente, por lo que encandiló rápidamente la charla.
-A ver, chavales, no nos olvidemos de lo verdaderamente importante aquí…
-¿El qué?-inquirió Elhme.
-Lo de volver…-comentó Lloyd, con tonito.
-Ah, sí, eso… buf, pues está complicado, aún no sabemos cómo podemos hacerlo-anunció Elhme, con gesto preocupado.
-¿Cómo que no? algo se podrá hacer, lo que sea…
-A ver, supongo que sí, pero hasta ahora no se nos ha ocurrido nada que podamos hacer. Después de todo, no es muy usual esto de los viajes interdimensionales…
-Cuéntanos algo que no sepamos…-suspiró Lloyd, hastiado.
-Me sigue llamando la atención que este tipo de conexiones se hagan solo por internet… quizás haya algún tipo de conexión-comenté yo en ese momento.
-O que esa sea la conexión…-añadió Lloyd.
-Puede, pero en ese caso ¿cómo hacemos para usarla y así volver?
Miramos por un momento a Elhme, el cual nos devolvió la mirada con cara de circunstancia.
-Me pilláis en ese aspecto, chicos…
-Genial…-musitó Lloyd, exasperado.
-Podría ser peor, imagínate que no hubiera estas conexiones…-argumenté yo.
-No, por favor…
-Quiero ayudaros, chicos, en serio, pero creo que esto sería mejor hablarlo entre todos…
En ese momento la imagen comenzó a distorsionarse, como si hubiera interferencias o algo estuviera interrumpiendo la conexión; Lloyd dejó escapar un gesto arrugado mezclado con un poco de horror.
-¡No, espera, ahora no!
-¡Elhme, te perdemos! ¡Elhme!
La voz de Elhme apenas se oía para entonces, siendo opacada por las interferencias; en un momento dado la pantalla parpadeó y el portátil se apagó, dejándonos colgados en el amplio sentido de la palabra.
Por un momento no dijimos nada, Lloyd miraba a la pantalla con gesto perdido y yo le miraba a él con gesto preocupado. Decidí entonces hablarle.
-Lloyd, escucha, saldremos de esta, ya verás, quizás solo sea cuestión de tiempo…
-No había guardado…-masculló en ese momento él.
-¿Eh?
-¡¡No había guardado!! ¡¡Me cago en la ostia, no había guardado lo de filosofía!!
Frente a eso solté un respingo, sin esperarme algo así de él.
-No pasa nada, puedes coger algunas ideas del mío…
-¡¡Y encima está que ya tiene sus años, un cierre así podría resultar fatal!! ¡¡j*d*r!!
Teniendo en cuenta como se lo había tomado preferí dejarlo así; aunque estaba claro que aún tenía en mente el volver, de alguna forma hasta él se había acabado acostumbrando a estar ahí.
-Bueno, asumo entonces que te lo piensas tomar con más calma…-comenté yo en un momento dado.
-Sí, claro, aunque recuerda que lo uno no quita lo otro.
-Ya, ya…
Dicen que el tiempo cura todas las heridas… y que el ser humano se acostumbra a todo. Personalmente, me inclino más a pensar en la segunda opción.
-¿No habéis pensado nunca en apuntaros a uno de los clubes, chicos?
Esa pregunta nos cogió con la guardia baja, sin saber bien que responder a Rainbow. La comida transcurría en calma tras una mañana de lo más ajetreada, ya que se notaba que los exámenes de navidad estaban a la vuelta de la esquina.
-¿Los clubes?
-Claro, casi todo el mundo está apuntado en uno… hasta ahora no os habéis metido en ninguno ¿no habéis pensado en hacerlo?-inquirió Rainbow, algo extrañada.
-Rainbow, no tienen por qué meterse en ninguno si no quieren…-murmuró Rarity, con voz queda.
-Sí, que tú hagas algo no significa que los demás tengan que hacerlo también-añadió Applejack, algo molesta.
-Bueno, tranquilas, sólo lo decía por saber, nada más…-argumentó Rainbow, dando un sorbo a su zumo.
Lloyd y yo nos miramos por un momento, respondiendo yo justo después.
-Bueno, la verdad es que nunca lo habíamos considerado… ¿vosotras estáis en alguno, aparte de Rarity en el de costura?
-¡Por supuesto! ¡Yo soy la capitana de la mayoría de los clubes deportivos, aquí donde me veis!-anunció Rainbow, con salero.
-¿De todos?-inquirió Lloyd, ceñudo.
-¡Por supuesto! ¡Soy asombrosa! ¿Verdad?
-Tierra llamando a Rainbow Dash, aterriza-le espetó Applejack, molesta por su actitud.
-¿Y tú, Fluttershy?
-Oh, sí, yo estoy en el club de animales, ya sabéis que colaboro con el refugio, así que aprovecho también para hacerles publicidad desde dentro…
-¿Y qué hay de ti, Applejack?-quiso saber Lloyd.
-No, la verdad es que no tengo tiempo para esas cosas, entre los trabajos, exámenes y demás tareas en casa, apenas paro.
-¿Y tú, Pinkie?
-Huy, si tú supieras, Lloydi… hace tiempo traté de meterme en unos cuantos, pero al final preferí no hacerlo porque no había ninguno que me llamara la suficiente atención.
-¿Y tú, Sunset? ¿Estás en alguno?-inquirí yo, curioso.
La chica me miró algo azorada, contestando de seguido.
-Eh… no, no estoy en ninguno.
Al segundo siguiente me arrepentí profundamente por ser tan bocazas e imbécil, mordiéndome la lengua y aguantándome unas ganas terribles de darme de ostias con la bandeja. Lloyd aprovechó para sacarme del apuro.
-Bueno, podemos echar un vistazo… ¿qué clubes hay?
-Oh, hay muchos y muy variados, si os gusta algún deporte tenéis el de futbol, el de tenis, el de baloncesto…-explicó Rainbow.
-Aunque si buscáis algo más específico también podéis optar por algún otro… ¿Qué os suele gustar más?-quiso saber Rarity.
No nos tomó mucho tiempo decidir un tema en concreto, de hecho en cuanto vimos a Pinkie con su móvil dijimos enseguida.
-Oh, pues internet, móviles, videojuegos… ese tipo de cosas.
-Los tecnológicos-anunció entonces Applejack sin dudar.
-¿Los tecnológicos?-repitió Lloyd, extrañado.
-Así es como suelen llamar a los miembros del club de tecnología, siempre van juntos, de hecho normalmente se sientan en esa mesa de ahí-comentó Pinkie en ese momento, señalando una mesa cercana donde un chico con gafas rectangulares y un polo amarillo estaba recogiendo sus cosas para marcharse.
-¿Ese quién es?
-Atomic Adam, uno de los miembros del club, de hecho ese club en concreto es uno de los más pequeños del instituto, aunque debido a esto es de los más cómodos de estar, según lo que me han contado. Probad a apuntaros si os apetece, siempre organizan actividades relacionadas-nos animó Pinkie.
Al principio no nos llamaba mucho la atención, pero al final decidimos intentar probarlo; después de comer nos dijeron dónde se encontraba el club, justo al lado de la clase de informática de la planta baja, y allí nos dirigimos aprovechando que aún quedaba una hora y cuarto de recreo. Lloyd llamó a la puerta y una voz desde el interior nos dio paso.
El interior del club era casi tan grande como el de club de costura, aunque éste estaba más lleno y mejor decorado en comparación; en una esquina había una colección que todo amante del pixel adoraría tener, compuesto por una SNES, una game boy original, de las primeras que salieron al mercado, y una Nintendo 64. En contraposición, al otro lado había una Wii, una PlayStation 3 y una XBOX 360 conectadas a una televisión plana pero pequeña, no muy apta para la resolución que canalizaba. También había varios portátiles abiertos en una de las mesas, además de un par de tablets y un ordenador de sobremesa del año de la tana en la mesa posterior. En las paredes había posters variados, la mayoría de videojuegos, y otros que promocionaban otros productos, habiendo uno de Apple, otro de MAC y uno de Microsoft.
-Uauh, que divergente es todo aquí…-masculló Lloyd, algo chocado.
-Es como un templo del bit, mola-comenté yo, lleno de curiosidad.
Un total de cinco personas se encontraban allí en ese momento, Atomic Adam nos vio y saludó.
-Ah, hola ¿queríais algo?
-Sí, este es el club de tecnología ¿no?
-Sí, bienvenidos.
-Gracias, nos estábamos preguntando si nos podríamos unir al club…
Nada más oírlo, el resto de miembros se dieron la vuelta y nos miraron con la sorpresa grabada en sus caras.
-¡Oh, más gente, milagro, milagro!-exclamó una chica de pelo rizado y anaranjado, con gafas redondeadas.
-Lo veo y no lo creo, que alguien me pellizque…-murmuró un chico de pelo castaño, bien cortado y camisa blanca.
-Esto es lo más excitante que ha pasado en la historia del club desde la creación del mismo, si mal no recuerdo-argumentó un chico de pelo azul claro y nariz achatada.
-Dios mío, de aquí a entrar en el top diez de clubes solo nos falta un paso-masculló una chica de pelo cobre y piel lavanda.
Lloyd y yo nos miramos algo confusos, sin saber bien qué decir; Atomic Adam se puso en pie y se acercó a nosotros mientras hablaba.
-Por supuesto que sí, bienvenidos, no sabéis bien la alegría que nos dais…
-¿Y eso por qué?-quiso saber Lloyd.
-Bueno, no es que seamos el club más popular del instituto, aunque siempre es bueno recibir a nuevos integrantes… aunque antes que nada, yo soy Atomic Adam, encantado.
El chico me sonaba de haberle visto de vez en cuando por los pasillos, llevaba puesto un polo amarillo con el cuello y las mangas verdes, con el pin de un átomo en ella. Su pelo era azul cobalto, el tono de piel era de un color lavanda muy clarito y sus ojos eran oscuros, ocultos tras los gruesos cristales de unas gafas rectangulares de pasta gorda.
-Igualmente, yo soy LloydZelos.
-Y yo Sg91.
-Siempre es bueno conocer a nuevas caras. Dejad que os presente al esto del grupo, este es Bright Idea.
-Hola-saludó el chico de la nariz chata.
Vestía con una camisa blanca, sudadera de lana a cuadros y una corbata azul pequeña metida por dentro; llevaba puesto un pin en el que se podía ver una bombilla.
-El chico al otro lado de la mesa es Wiz Kid.
-¿Qué tal?-saludó el chico de pelo corto.
Este llevaba puesta una camisa blanca con una pajarita roja, un bolsillo superior de la camisa estaba lleno de bolis y lápices varios y llevaba puesto un pin en el que se podía ver una raíz cuadrada con un corazón en ella.
-La chica de pelo rizado es Scribble Dee.
-¡Hola, hola!-exclamó ella, toda emocionada.
Vestía con una camisa verde y un polo rosado, con una corbatita verde más oscura, además de una falda larga color cobre con un par de lápices entrecruzados estampados en ella. Su tono de piel era un amarillo muy pálido, más que el de Bright Idea.
-Y la chica de ojos violetas es Velvet Sky.
-¡Bienvenidos!-saludó ella, igual de emocionada.
Llevaba puesto un polo azul celeste, con una bufanda amarilla envuelta al cuello y una falda violeta larga, con dos copos de nieve de diferente color estampados en ella. Su pelo era de color cobre y su tono de piel era de un color lavanda claro.
-¡Y este es el club de tecnología! Asumo que si estáis aquí es porque os gustan cosas relacionadas…-obvió Adam.
-Sí, a mí me gustan mucho los videojuegos… y por lo que veo, aquí estáis bien servidos-comenté.
-Oh, sí, desde luego…
-A mí también me molan los ídem-añadió Lloyd.
A ese comentario Adam dejó escapar una carcajada, sumándose los demás.
-¡Qué gracioso eres! Vale, para poder uniros tenéis que rellenar unos formularios de admisión, un momentito.
Adam nos dio un par de formularios y los estuvimos rellenando bajo la atenta mirada de todos los demás; una vez que las terminamos de rellenar, Adam comentó.
-¡Pues bienvenidos oficialmente al club de tecnología!
-¡Siete integrantes! ¡Eso es un record académico!-exclamó Wiz Kid.
-Desde luego, ya podemos colgar el cartel de aforo máximo completo…-murmuró Bright Idea, divertido.
-Recordad este día como el día en el que hicimos historia…-añadió Scrible Dee con tono meloso.
-Lo decís como si la cosa no diera para más…-comenté yo, algo chocado.
-Lo que pasa es que lo tenemos asumido. Somos los únicos frikis de la informática y videojuegos de todo el instituto, sabíamos que no íbamos a ser precisamente los más populares, pero ¿siete personas en tres años? Hemos superado nuestras propias expectativas, y que conste que esta vez no es coña-explicó Wiz Kid.
-Bueno, aun y con todo lo tenéis muy bien montado…-murmuró Lloyd, mirando a su alrededor.
-La mayoría de las cosas las hemos aportado nosotros, ya que el instituto cortó las subvenciones desde lo del baile de otoño…
Por un momento un breve y denso silencio se instaló entre todos, haciéndonos compañía.
-Aunque bueno, tampoco es que dieran gran cosa, la verdad, lo justo como para sacar adelante el club.
-En el club de costura también les pasa algo parecido ¿es una constante acaso?-quise saber yo, algo intrigado.
-Pues sí, todos los clubes están en la misma situación, aunque normalmente los que más miembros tienen son los que menos apurados están, ya que se sustentan de donaciones de los mismos-explicó Adam.
-¿Y cuáles son esos?-inquirió Lloyd.
-Principalmente el de fútbol, el de música y el de danza, luego están los del resto de deportes, que normalmente son los que más activos son.
-Los más pequeños y menos activos siempre tienen más problemas para sustentarse.
-¿Y que hacéis vosotros en ese caso?
-Aportamos un poco entre todos, ya que mucho más no podemos hacer-reveló Adam.
-Nos comentaron que soléis hacer actividades relacionadas ¿Cuáles son?-quise saber yo.
-Torneos de algunos juegos de lucha como Pokémon o Smash, también alguno de Street Fighter o Tekken… tú tenías el All-Stars Battle Royale ¿no, Bright?
-Sep, tenemos pendiente un torneo con ese, por cierto-añadió el chico.
-También solemos colaborar de vez en cuando con la revista escolar escribiendo análisis de juegos o de sistemas operativos, yo reseñé la semana pasada la última versión de Android, la Kit Kat-comentó Scribble Dee.
Lloyd y yo nos miramos por un momento, sabiendo al instante que nos gustaría estar en ese club; tenían todo lo que normalmente nos suele gustar, y los integrantes eran todos muy buena gente. En ese momento Lloyd se adelantó e inquirió.
-Y contadnos ¿habéis jugado a algún juego bueno últimamente?
-Bueno, pues me voy yendo para allá…
-Ah, sí, a tu cita con Pinkie…
-¡Y dale, que no es ninguna cita!
-Huy, no, que va…
-Para nada, ella me pidió que la ayudara con un encargo especial, y dado que hoy no hay curro, pues aprovecho.
-Huy, aprovechas, cómo suena eso…
-Eres un malpensado… y luego me dices a mí.
-Que va, es solo que cuando el río suena…
-¿Lo dices por algo en concreto?
Tenía que admitirlo, me encantaba meterme con Lloyd cuando la situación lo ameritaba; y dado que había quedado con Pinkie en su para nada cita la ocasión era perfecta.
-Te parecerá bonito, tú te vas por ahí de pingoneo y me dejas aquí solito, será posible…-murmuré yo, con tonito remolón.
-Ay, sí, pobrecito mío, el nene…-musitó Lloyd, con recochineo.
A eso yo tan solo le regalé una carita de cordero degollado, aunque en ese momento a Lloyd se le debió de ocurrir algo, comentando de seguido.
-Pues mira, si tan solito no quieres estar aprovecha y llama a Sunset, pídela una cita o algo así…
Eso me pilló con la guardia baja, sin poder evitar enrojecer de golpe.
-¡Eso es un golpe bajo!-le espeté, algo molesto.
-Lo siento, pero me voy ya a mi no cita, que te diviertas-me dijo él rápidamente, cerrando la puerta tras de sí y yéndose de seguido.
Cuando este chico quería podía ser un cabrón de cuidado. Aunque su comentario me dio que pensar, todo sea dicho. Ese era uno de esos días en los que los Cake se iban a visitar a unos parientes fuera del pueblo y no volvían hasta el día siguiente, lo que se traducía como un día libre. Normalmente solía aprovechar esos días para adelantar trabajo, pero justamente hoy me sentía especialmente apático y hacer cosas o estudiar era lo último que me apetecía hacer en esos momentos. Traté de distraerme con otra cosa, pero internet estaba muy desangelado en esos momentos, y comencé a aburrirme cosa mala. Fue entonces cuando las palabras de Lloyd reverberaron en mi mente e hice mano del móvil.
-Agh, ¿en serio voy a hacerle caso?-me pregunté por un momento.
Aun así, y sin poder ocultar cierto nerviosismo en mis dedos, marqué el número de Sunset y esperé. Tras varios rápidos toques descolgaron al otro lado y una voz familiar murmuró.
-¿Sí?
-Hola Sunset…
-¡Ah, hola Sg! ¿Qué tal estás? ¿Trabajando?-inquirió la chica, al otro lado.
-Ah, no, en realidad no, los Cake han ido a visitar a unos parientes y hoy tenemos el día libre.
-Oh, qué suerte…
-Pues sí, je, je… ¿y tú que tal?
-Ah, pues bien, algo aburrida… tenemos examen de filosofía dentro de poco, pero la verdad es que no tengo nada de ganas de mirármelo-admitió ella.
-Ya, ni yo, para que te voy a engañar…
-Ya, es sábado… ¿Quién hace eso los sábados?
-Poca gente…
A eso los dos nos reímos tontamente, y para entonces yo ya estaba lo suficientemente nervioso como para preocuparme de si mi voz temblaba demasiado; por un momento hubo un silencio un tanto incómodo, y fue entonces cuando decidí ir al grano.
-Ah, pues justamente quería comentarte… ¿haces algo esta tarde?
-Oh, pues… no, no realmente…
-¿Te apetece quedar a dar una vuelta y tomar algo?
Hubo un leve silencio durante unos brevísimos segundos que me parecieron horas, pero al final la chica anunció.
-Vale, sí, me encantaría…
-Ah, genial, pues… ¿dónde te apetece quedar?
-Me da igual, donde tú quieras…
-En ese caso… ¿Qué te parece en el parque, junto a la fuente?-la sugerí.
-Está bien ¿a qué hora?
-¿Qué tal a eso de la una? Así comemos por allí y damos un paseo…
-Me parece perfecto… allí estaré-asintió la chica.
-Estupendo, pues nos vemos en breve…
-Hasta ahora.
Nada más colgar no pude evitar soltar un grito emocionado, dándome cuenta inmediatamente después y enrojeciendo levemente. En esos momentos agradecía estar solo, aunque esta vez debía darme prisa y ponerme guapo y presentable, ya que en dos horas había quedado con ella. Así en frío parecía que había tiempo más que de sobra, pero me conocía, y preferí hacer las cosas anticipadamente.
Como ya empezaba a hacer frío, claro síntoma de que el invierno se acercaba, opté por llevar algo cálido, unos vaqueros, una camiseta de manga larga y una sudadera de una sola pieza, junto con un abrigo fino para no abultar mucho.
Salí media hora antes, dirigiéndome al parque, el cual no estaba muy lejos de allí; como era sábado había bastante gente por la calle, llegando a ver a algunos de mis compañeros de clase, e incluso a Atomic Adam por el camino, al que saludé fugazmente. El parque también estaba bastante lleno, sobre todo de niños que aprovechaban el día en compañía de sus padres. Siendo un pueblo pequeño, el parque era quizás uno de los lugares más transitados, sobre todo en días como ese, y el frío no parecía amilanar a nadie.
Localicé la fuente enseguida, ya que se encontraba situada justo en el centro del parque, y estuve esperando a Sunset, echando rápidos vistazos al móvil por si me llamaba o me decía algo por wasap. Finalmente, a pocos minutos de que diera la hora acordada, vi a Sunset acercándose y la saludé desde la distancia, respondiéndome ella con un rápido gesto. La chica llevaba puesta un abrigo de lana color beige y unos vaqueros muy parecidos a los míos. Una vez que llegó a mi lado me saludó.
-Hola…
-Hey… ¿Qué tal?
-Bien… ¿vamos?
-Claro.
A partir de ahí estuvimos dando una vuelta por el parque, acercándonos a la parte del lago, que estaba situado al noroeste, junto a una pequeña cafetería donde servían platos combinados muy buenos. El lago no era muy grande, pero tenía patos y carpas que siempre eran alimentados por los que venían a visitarlos.
-Me encanta venir al parque…-comentó Sunset en un momento dado.
-Es un sitio muy bonito, desde luego…-asentí yo.
-Sí, al menos aquí no me miran raro ni me señalan por la espalda…
-Eh, vamos, no digas eso, ya sabes que pensarlo constantemente no es bueno…
Aunque conmigo y con las demás se sentía a gusto y bien, su pasado y sus anteriores acciones aún la pesaban, y se dejaba llevar por lo que los demás podrían decir o pensar a sus espaldas. Tanto yo como las demás tratábamos de animarla y hacer que pensara en otra cosa, pero aun así ella no podía evitarlo. En ese sentido la comprendía, pero aun así traté de animarla.
-Lo sé, de verdad, pero es que… pienso en todo lo que hice durante tanto tiempo y sé que, en el fondo, me lo merezco. Fui mala persona y ahora me toca pagar por lo que hice.
-Pero eso no tiene por qué pesarte tanto. Sabes que hiciste mal, y ahora tratas de corregirlo, de hacer las cosas bien. Olvida el pasado, Sunset, es algo que ya no se puede corregir.
-No es tan fácil, Sg…
-Lo sé, me lo imagino… pero ya sabes que tanto yo como los demás estaremos ahí, apoyándote. Venga, anima esa cara, no me gusta verte triste.
Ante eso la chica esbozó una tímida pero sincera sonrisa.
-Ah, así está mejor…-murmuré yo, sonriéndola.
Para animarla un poco estuvimos dando de comer a los patos del lago, echándoles migas de pan que solían vender justo al lado; según me estuvo contando Sunset la gustaban mucho los animales, por lo que fue la distracción perfecta.
Luego estuvimos comiendo en la cafetería del lago, y después dimos otro paseo por el parque haciendo la tarde, hablando de todo un poco, desde cosas del instituto hasta de las chicas incluso.
-¿Con quién te llevas mejor de las cinco?
-Con Rarity, es la que más se preocupa por mí y me suelo entender muy bien con ella. Cuando estaba empezando a juntarme con las chicas, ella fue la que más dispuesta estaba a darme una oportunidad, y Fluttershy también, aun a pesar de que antes me solía meter con ella.
-Ya veo… ¿y qué hay de las demás?
-Bueno, Rainbow Dash era la que menos se fiaba de mí, y tardé un poco más en ganarme su confianza. Applejack al principio era un poco seca conmigo, pero luego poco a poco se fue abriendo.
-¿Y Pinkie?
-Huy, con Pinkie fue instantáneo, como un borrón y cuenta nueva. Al principio su constante buen humor me ponía muy nerviosa, pero una vez que te acostumbras…
-Sí, es que Pinkie es mucha Pinkie…
-Sí, desde luego.
Los dos nos reímos con confidencia, sabiendo muy bien que con Pinkie todo era muy sencillo.
-¿Y qué hay de ti y de Lloyd? Aunque parece que a veces no os tragáis se nota que sois buenos amigos-quiso saber ella, curiosa.
-Sí, bueno, Lloyd y yo nos conocimos hace ya tiempo en una quedada en nuestra ciudad de residencia y la verdad es que fue un entendimiento mutuo. Nos gustaban casi las mismas cosas, podíamos hablar de casi cualquier cosa que nos molara, desde videojuegos hasta de libros, comics o cualquier cosa relacionada. Lo considero un gran amigo, de los mejores que he tenido, la verdad.
-Sí, y se nota…
Hablar de Lloyd me hizo preguntarme dónde estaría y qué estaría haciendo en ese justo momento, aunque teniendo en cuenta que estaba con Pinkie cualquier cosa valdría.
-Agh, me pitan los oídos…-masculló en ese momento Lloyd, rascándose el oído derecho.
-¿Cómo llevas la crema, Lloydi?
-Casi está, dame unos minutos…
-Vale, la masa ya la tengo, cuando termines avísame y lo mezclamos.
Lloyd y Pinkie hacían un buen equipo. Desde que trabajaban juntos las habilidades del chico habían aumentado exponencialmente, aprendiendo un montón de cosas gracias a ella. Y en ese momento ese encargo especial estaba quedando especialmente delicioso. Una vez que la crema estuvo lista Lloyd la vertió, al tiempo que Pinkie la iba mezclando con trocitos de chocolate, galleta y frutas variadas. En cuanto el molde estuvo lleno lo metieron en el horno y se tomaron un buen merecido descanso.
-¡Ya está! Veinte minutos calentándose y luego los remates finales. ¿No se te hace la boca agua?-inquirió Pinkie, toda contenta.
-Sí, la verdad es que sí…
La chica se quedó callada por un momento, como si estuviera eligiendo sus palabras, hablando enseguida.
-Gracias por ayudarme con este encargo especial, Lloydi… es genial que siempre pueda contar contigo.
-Ah, no es nada, ya lo sabes… contigo estoy aprendiendo un montón, la verdad-admitió el chico, algo cortado.
Pinkie tan solo esbozó una gran sonrisa, mirando al chico con una expresión difícil de adivinar.
-¿Sabes? Nunca pensé que llegaría a conocer a un chico como tú. A veces pareces muy serio y formal, pero luego resultas ser divertido y muy entusiasta. Es como un bombón de licor…
-¿Dulce por fuera y agrio por dentro?-inquirió él, algo extrañado por la comparación.
-No lo digo por eso, es por la combinación… al principio resulta chocante, pero luego te haces a ella y te acaba gustando.
Hubo un breve silencio en el que ambos se quedaron callados, sin poder evitar que un leve sonrojo se asomara en sus mejillas; Pinkie abrió la boca para decir algo, pero en ese momento su móvil comenzó a sonar y lo atendió enseguida.
Tras una breve y rápida conversación Pinkie colgó y anunció.
-Vale, la esperan cerca de aquí, en cuanto esté lista la llevaremos… voy a llamar a las chicas.
-Muy bien.
Pinkie se apartó para hablar, al tiempo que Lloyd comenzaba a pensar en sus propias cosas, con el rubor en sus mejillas aún presente.
La tarde pasó en un suspiro, casi sin que nos diéramos cuenta; y es que pasar tiempo con Sunset hacía que cada minuto y cada segundo valiera la pena. Cuando no lo pensaba demasiado o se distraía con cualquier otra cosa, la chica sacaba su lado más tierno y divertido, haciéndolo casi único e irrepetible. En ese sentido se parecía a Twilight, pero ella misma hacía que hubiera algo, un no sé qué difícil de explicar, que lo hacia todo muy distinto.
Después de comer y dar un paseo por el parque fuimos al centro comercial que había abierto hace poco y estuvimos curioseando por las tiendas. Sunset demostró un gusto particular por las joyas, echando largos vistazos a los escaparates de un par de joyerías que allí había; por mi parte estuve un rato en una tienda de videojuegos cercana, y ella me acompañó en todo momento. Luego fuimos a comprar un helado, pero como apenas quedaba, ya que la tienda cerraba enseguida, nos pedimos una tarrina de nata y la compartimos entre los dos.
En cuanto dieron las ocho salimos de vuelta a la calle, ya había anochecido y comenzaba a refrescar más que antes.
-Me lo he pasado muy bien. Gracias por tan buena tarde, Sg…-murmuró ella, con gesto feliz.
-Yo también me lo he pasado muy bien. Y gracias a ti también-hice lo propio yo, regalándola una fugaz sonrisa.
La chica me devolvió el gesto y ambos nos quedamos callados por unos breves segundos que se me antojaron larguísimos; aunque en ese momento nuestros móviles sonaron a la vez y con tonos diferentes.
-Ah, ese es el grupo…-observé yo.
-Sí, el mío también…-asintió Sunset.
Me metí en el wasap y leí lo último escrito.
Pinkie
Hey, Sunny! Dnde stas?
Sunset
Estoy junto al centro comercial, con Sg
Rainbow
Con Sg? Huy, huy, esto promete…
Sg
Déjalo ya, Rainbow Dash
Sunset
Qué querías, Pinkie?
Pinkie
Stamos montando una super fiesta en casa de Rarity! Tenéis que venir, no os la podéis perder!
Sunset
Ahora?
Pinkie
Pues claro, tontita! Cuando si no? :P
Sg
Cuando dices estamos asumo que estáis todos…
Lloyd
Asume bien, señor
Pinkie
Tenéis que venir, venga, veníos, no será lo mismo sin vosotros!
Por un momento Sunset levantó la mirada, algo indecisa, y yo lo vi.
-Hey ¿Qué pasa? Podemos pasarnos un rato…-la sugerí.
-Ah, sí, supongo, es solo que…
-¿Qué pasa?
Sunset abrió la boca para contestar, pero al final se reservó sus comentarios y comenzó a teclear.
Sunset
Está bien, vamos para allá
Pinkie
Genial! Os esperamos!
Por nuestra parte nos pusimos en marcha hacia la casa de Rarity, sin decir nada más; Sunset no volvió a hablar, y lo que quiso decirme aquella vez se quedó en agua de borrajas. Aun así yo traté de hacer que se animara.
-¿Qué era lo que querías decirme antes? Parecía importante…
-¿Eh? Ah, no, no es nada…-murmuró ella, algo cohibida.
-¿Segura? No pareces muy convencida.
Ante eso la chica se quedó algo cortada, sin saber bien que decir.
-Sabes que puedes contármelo si quieres-la recordé yo, con una sonrisa.
Eso debió de animarla, puesto que al final respondió.
-Te parecerá una tontería, pero es que… hay veces que me da la sensación de que no me merezco todo lo que hacen por mí. Siempre están animándome, lo cual agradezco inmensamente, y si no fuera por ellas todo sería muy diferente y difícil, pero...
Antes de que pudiera decir nada más, la paré por un momento y hablé.
-Sé lo que me vas a decir, y ya te digo yo que no.
-¿Qué? Pero no sabes lo que iba a decir…
-Oh, vamos, Sunset, no seas tan dura contigo misma. Te lo dije esta tarde y te lo vuelvo a decir ahora, lo que importa es el presente, lo que estás haciendo ahora, y lo que harás también.
-Lo sé, pero… a veces miro atrás y me doy cuenta que, si no fuera por ellas, estaría sola.
-Pero ahora ya no.
Antes de que Sunset me dijera nada más llegamos a casa de Rarity, donde la puerta principal se encontraba entreabierta.
-Qué raro, se la han dejado abierta…-murmuró la chica, pasando primero.
El recibidor lucía vacío y semioscuro, la única luz provenía de afuera y de una pequeña lámpara al otro lado del pasillo contiguo; la puerta que daba al salón se encontraba sumida en penumbra, dándole un aspecto lúgubre y un tanto aterrador.
-¿Rarity? ¿Estás ahí?-llamó Sunset, sin obtener respuesta.
-Qué raro es esto ¿no?-inquirió ella justo después, algo amilanada.
-Un poco, espera, a ver si encuentro la luz…-murmuré yo, buscando a tientas el interruptor.
Finalmente di con él y lo encendí, en cuanto la luz se encendió una gran algarabía exclamó de golpe y porrazo.
-¡¡¡Sorpresa!!!
En cuanto nos situamos vimos que todos estaban allí, en medio de una gran decoración, y con una tarta justo en el centro del salón. Tanto Sunset como yo nos quedamos perplejos, sin saber bien a qué venía semejante sorpresa.
-¿Sorpresa? ¿Pero a quién?-inquirió la chica, extrañada.
-¿¡Pues quien va a ser?! ¡A ti, tontita!-exclamó entonces Pinkie.
-¿A mí?
-¡Pues claro! ¿A quién si no?
-Pero… no lo entiendo ¿por qué?-quiso saber Sunset, aún perpleja.
-¡Pues porque hace ya dos meses y tres cuartos desde que nos hicimos amigas! ¿No te parece eso acaso motivo más que suficiente?
Eso cogió con la guardia baja a Sunset, la cual se llegó a emocionar hasta las lágrimas.
-Esto… ¿lo habéis hecho todo por mí?
-¡Claro! Bueno, excepto Sgi, que no podía saber nada, aunque Lloydi le ayudó un poco también para que la sorpresa fuera perfecta-añadió Pinkie, con una sonrisita.
Ante eso miré al interfecto con las cejas levantadas y con un gesto de sorpresa dibujado en la cara, aunque al final murmuré.
-Así que cita para nada…
-Bueno, al menos por mi parte, pero por la tuya algo me dice que sí…
Ante eso tan solo me reí tontamente, chocando un puño con él. La fiesta comenzó inmediatamente después y nos congregamos alrededor de la tarta, haciendo los honores Sunset y probándola ella primero.
-La hemos hecho Lloydi y yo, pero tiene un poquito de todos-comentó Pinkie alegremente.
-¡Está buenísima! ¡Tiene un poco de todo, sabores extraños, pero combinan de maravilla!-exclamó Sunset, encantada.
-¡Sí, esa es la esencia! Dulce por fuera, extraño por dentro, pero especial… muy especial-asintió Pinkie, llegando a lanzar una rápida mirada a Lloyd, el cual tan solo sonrió.
Por mi parte me acerqué a Sunset cuando tuve la ocasión y la dije por lo bajo.
-¿Lo ves? Ya te dije que no estarías sola.
Ante eso la chica tan solo me dedicó una gran sonrisa que se me antojó brillante y perfecta, casi tanto como ese mismo día, el cual se había convertido en el mejor de todos cuantos habíamos estado viviendo aquí hasta el momento. Afuera una limpia noche decoraba el firmamento lleno de estrellas, con una gran luna llena por corona.
Esa misma noche el superintendente Discord no estaba de humor; había sido llamado por el presidente del Consejo Escolar, ya que debía de entregar sus informes sobre sus últimas inspecciones, y el presidente no le había podido atender hasta ese momento. No era por querer llevarle la contraria, pero hasta él tenía unos horarios, los cuales se estaban viendo bastante comprometidos por esa misma razón.
-¿Y bien, Discord? ¿Tienes los informes?-inquirió el presidente, desde la penumbra de su mesa.
-Sí, señor Sombra, aquí están-murmuró él, con gesto cansado.
-Siento no haber podido atenderte hasta ahora, pero es que he estado muy ocupado. He estado todo el día fuera, ya que el senador quería charlar conmigo sobre asuntos de educación del estado.
-Lo entiendo perfectamente, señor Sombra, gracias por recibirme.
-Bien, veamos…
El despacho del presidente Sombra siempre estaba en penumbra, incluso de día; por la noche encendía las luces, pero las regulaba hasta tal punto que apenas llegaran a alumbrar más allá de su escritorio. Discord tenía serias dudas sobre si podría leer sus informes, pero para su sorpresa, no le supuso ningún impedimento.
-Bueno, por lo que veo todo sigue como hasta ahora… es bueno saber que las administraciones saben destinar bien sus fondos.
-Sí, esa es la regla general…
Sombra siguió leyendo por encima, quedando sumamente satisfecho; pero entonces vio algo que le dejó especialmente chocado, comentando de seguido.
-Un momento ¿Qué es esto? ¿Concepto de obras de reparación a cargo de la administración local? ¿¡Por valor de 500000 dólares?! ¡¿Qué despropósito es este?!
-Ah, sí, el instituto Canterlot, es un caso especial, creo que lo marqué al principio de la ficha…-murmuró Discord, sin muchas ganas.
-Un momento… así es, aquí está. ¿Quién es el responsable de semejante calamidad?-quiso saber Sombra, particularmente molesto.
-La directora Celestia, ya la he amonestado debidamente, no será ella quien reciba la subvención de este año…
-¡¡Y menos aún con semejante cifra!! ¿¡En que estaba pensando esa mujer?! ¿¡Por qué no se me notificó previamente?!
-Razones extra protocolarias, por así decirlo, está todo en la ficha.
-Bueno, al menos el resto no lo ha tocado… espera, dos becas de ayudas vigentes, por valor de 3000 dólares cada una ¿Qué es esto?-inquirió Sombra, extrañado.
-Oh, sí, el caso especial… sospecho que pueda haber dos gorrones que estén viviendo a costa de la administración de ese centro y, por consiguiente, del Consejo. Le he dado a Celestia un tiempo límite para que arregle cuanto antes tan irregular situación, me parece aún más derroche esos 6000 dólares que un accidente repentino, supongo que en ese aspecto estará conmigo-explicó Discord, con gesto pensativo.
-¡¡Por supuesto!! ¿¡Pero que se han creído que somos, hermanitas de la caridad!? ¡¡No pienso tolerarlo, de ninguna manera, ya solo faltaba eso!! ¡¡Asegúrate de que esto queda aclarado, Discord, es una orden!!-masculló Sombra, particularmente enfadado.
-Así lo haré, señor…
-Canterlot, Canterlot, instituto Canterlot… agh, un momento.
La oscura figura del presidente Sombra se inclinó levemente hacia delante, oprimiendo entonces un botón de un interfono, y una voz saliendo de este.
-¿Sí?
-¡Tirek! ¡Búscame y tráeme el expediente del instituto Canterlot, es urgente!
-Ahora mismo, Sombra, dame un momento-pidió una grave y prominente voz, cortando la comunicación.
Aunque no se quedó ahí y luego oprimió el primer botón, de todos, saliendo esta vez una voz femenina del interfono.
-Dígame, señor.
-¿Chryalis? No me pases llamadas, voy a estar ocupado.
-Lo que usted diga, señor.
La espera no duró mucho, y al cabo de unos breves minutos alguien llamó a la puerta.
-Adelante.
Una figura muy musculosa y grande se dejó ver tras el umbral de la puerta, entrando en el despacho rápidamente con una carpeta entre sus enormes manazas.
-El expediente del instituto Canterlot-murmuró entonces, entregándoselo.
-Gracias, Tirek, puedes retirarte.
El tal Tirek se fue por donde había venido, dejando solos a Discord y Sombra, el cual comenzó a ojear rápidamente los documentos.
-Vaya, por lo que veo ya nos reportaron problemas financieros desde el último año fiscal…
-Sí, me parece que fue por una exagerada cantidad de clubes de actividades extraescolares, Celestia permitió que se crearan tantos como los alumnos quisieran, grave error si quiere mi opinión-murmuró Discord, con mirada lacónica.
-¡Pero bueno, esta mujer es estúpida!-soltó Sombra, cada vez más enfadado.
-No, lo que pasa es que es una buenaza y su buena voluntad la pierde. Su hermana Luna tiene más criterio, pero tan solo es la vice directora en funciones.
-¡¡Pues más la vale que arregle esto si no quiere verse suspendida de empleo y sueldo!! ¡¡No quiero incompetentes en mis institutos, quiero gente que piense!! ¡¡Y si tan competente es esa Luna, pues ya tendré con quien suplirla!!-insistió Sombra.
-No se preocupe, señor, me ocuparé personalmente de este caso, doblaré mis inspecciones en ese instituto si es preciso-aseguró Discord, con gesto tranquilo.
-¡¡Pues hazlo, Discord, inmediatamente!!
-Descuide, así lo haré.
Estuvieron hablando un rato más hasta que finalmente Sombra le despidió y Discord se retiró, dejándole solo en medio de la penumbra y pensando en voz alta.
-Instituto Canterlot… más te vale rendir como es debido o haré poda contigo.
Esa misma noche la luna llena era especialmente brillante, iluminando ampliamente el bosque que había al norte del pueblo; una leve brisa nocturna agitaba suavemente las copas de los pinos y sus ramas eran mecidas de tal forma que parecieran que susurraban entre ellas.
Sin embargo había algo más que era arrastrado por el viento; una dulce y embelesante melodía se podía oír entre los árboles del bosque, proveniente de un lago cercano cuyas aguas se encontraban completamente en calma. Junto a la orilla, subida a una roca, una chica de frondoso pelo anaranjado cantaba una lenta y armoniosa canción que llegaba a resonar al otro lado del lago. Recostada en sus piernas había otra chica de pelo azulado y liso, dormitando profundamente. En cuanto la chica que cantaba se percató de esto, dejó de cantar, mirando a la otra con especial celo.
-¿Ya se ha dormido?
-Sí.
-Deja que te la quite de encima…
Una tercera chica de pelo violeta y destellos azulados se acercó hasta donde estaban las dos y cogió en brazos a la chica de pelo azul, bajándola de la roca y dejándola en un saco de dormir cercano. La de pelo anaranjado fue la siguiente en bajar, acercándose a la orilla y extendiendo una mano sobre la superficie del agua, sin llegar a tocarla.
-Bof, siempre nos hace lo mismo… es la primera en sugerir algo, y luego se olvida-comentó la chica de pelo violeta, algo molesta.
-Ah, déjala, ya sabes cómo es…
Ese comentario despertó el interés de la chica de pelo violeta, llegando a murmurar.
-Vaya Adagio ¿es sólo mi imaginación o de repente estás más permisiva con ella?
Antes de contestar, Adagio dejó escapar un suspiro lleno de melancolía, llegando a rozar las yemas de sus dedos el agua del lago.
-Este sitio siempre consigue que me olvide de todo… me ayuda a desconectar y pensar en otras cosas. Siempre intento que no me afecte, pero no lo puedo evitar.
Ambas se quedaron en silencio por unos breves segundos antes de que la otra chica respondiera.
-Agh, déjalo ya, Adagio, no te pega eso de ser tan sentimental…
Sin embargo la tal Adagio no respondió, mirando al agua con gesto inquisitivo, como si quisiera descubrir algo que no estaba ahí. En ese momento se levantó y anunció con voz queda.
-Me voy a bañar.
-¿Qué, ahora? Son casi las doce de la noche, y hace un frío que pela…
-¿Y? sabes perfectamente que el agua fría no es nada intimidante para nosotras, Aria.
La tal Aria se quedó algo extrañada por su comentario, aunque antes de que pudiera decir nada más, Adagio ya se estaba desvistiendo para meterse en el agua. No tardó nada en despojarse de sus ropas, metiéndose en el agua sin ningún atisbo de duda, ni siquiera hizo ningún comentario sobre la temperatura del agua. Lo hizo de forma lenta y pausada, sin revolver demasiado la lisa superficie del lago. Una vez dentro sumergió la cabeza y regresó a la superficie cogiendo aire de nuevo.
-¿No piensas acompañarme?-inquirió ella entonces, mirando de reojo a Aria.
Esta al final acabó decidiendo enseguida, desvistiéndose ella también y siguiendo a Adagio; aun a pesar de que el agua estaba fría, ella tampoco hizo ningún comentario al respecto.
Sin decir nada en ningún momento, Adagio cogió aire y se sumergió, siendo seguida al poco rato por Aria; bajo el agua las dos comenzaron a moverse con una ligereza y rapidez pasmosas, como lo harían las más experimentadas nadadoras. Movían el cuerpo entero de manera sincronizada para avanzar, ayudándose con sus brazos de vez en cuando, aunque no siempre, haciendo amagos extraños de vez en cuando con ellos, pegando los antebrazos a sus cuerpos y doblando los brazos hacia abajo, en forma de asa.
Estuvieron un buen rato buceando, aguantando la respiración de una manera casi profesional, consiguiendo aguantar sumergidas más de siete minutos. Debido a que la luna brillaba con fuerza esa noche, podían distinguir el fondo y lo que las rodeaba, moviéndose con más confianza y destreza. Llegaron incluso a ver peces varios en el fondo del lago, sobresaltándolos y haciéndoles huir rápidamente.
Finalmente las dos nadaron hacia la superficie y respiraron de nuevo una vez que emergieron.
-Agh, no me acostumbro a que ahora tengamos un límite… es un asco-masculló Aria, visiblemente molesta.
Por su parte Adagio no hizo ningún comentario; de hecho comenzó a cantar de nuevo, extendiendo una suave melodía por todo el lugar. Aria la miró ceñuda, pero al cabo de un rato se acabó sumando ella también, coordinándose con ella enseguida y casando el tono y el ritmo rápidamente. Las dos voces se entremezclaron, sonando incluso aún mejor, y terminando con un decrescendo musicalmente perfecto. En cuanto calló, Adagio nadó hacia la orilla y se apoyó en una roca cercana, sin salir del agua. Aria la siguió y en cuanto se puso a su lado inquirió.
-¿Me vas a contar de una vez qué es lo que te pasa?
Adagio no contestó inmediatamente, pero finalmente acabó haciéndolo tras unos breves segundos guardando silencio.
-¿En qué momento perdimos nuestro instinto? A veces no soy capaz de distinguirlo, Aria… es como si lo hubieran reemplazado-masculló ella, mirándose sus manos con un gesto difícil de escudriñar.
-Siempre ha estado ahí…-murmuró Aria, no muy convencida de su propia respuesta.
-Pero ahora ya no. No te atrevas a negármelo. Antes podíamos verlo todo, oírlo todo, sentirlo todo. Ahora el agua es como una cortina que no te deja ver, ya no se desliza como antes sobre ti, y la presión hace mella cuando antes no había nada.
-Pero aún tenemos nuestras voces…-recordó Aria.
-La música sigue siendo la misma, pero ya no suena de la misma forma, ni llega a los demás con la misma intensidad. Cuando estoy ahí fuera me olvido y trato de sobrevivir, pero cada vez que venimos aquí… me acuerdo de lo que alguna vez llegamos a ser. Y sé que, de alguna forma, nunca volveremos a ser las mismas.
Hubo entonces un denso silencio tan solo roto por el borboteo del agua y los sonidos de la noche que sonaban en la lejanía.
-Lo sé, es un asco. Pero no hay nada que podamos hacer para remediarlo. Estamos aquí y ahora-murmuró Aria, con tono resignado.
-Sí, ese es el problema, que estamos aquí y ahora. Donde antes todo era algo, y ahora es nada. Ese brillo, esa melodía tan especial… perdida para siempre. Condenadas a vagar, a ser ignoradas, a ser olvidadas. No, me niego a desaparecer así. ¡¡¡No!!!
Ese grito resonó por toda la cuenca del lago, llegando a hacer eco más allá de los árboles de la otra orilla; aun a pesar de esto, la chica de pelo azul no se despertó, tan solo se revolvió en su saco y siguió durmiendo.
-Cálmate, vas a despertar a Sonata…
-No, sabes que ella siempre ha tenido el sueño pesado.
-Sí, eso es verdad…-asintió Aria, llegando a esbozar una fugaz sonrisa.
-Sin embargo tú siempre me dabas más problemas cuando se trataba de ir a dormir.
-Pero eso es porque Sonata es fácil de convencer, es como una niña pequeña…
-No, Sonata sigue siendo una niña pequeña…-murmuró Adagio, con cierto tono melancólico en su voz.
Por un momento las dos se quedaron calladas, dándose cuenta de que no estaban ni siquiera discutiendo.
-Al menos seguimos juntas…-comentó Aria en un momento dado.
-Sí…
En ese momento se levantó una breve pero fuerte brisa que hizo reaccionar a ambas chicas, recordando que hacía frío y sin poder reprimirlo mucho más. Aria fue la primera en levantarse, aunque antes de volver a la orilla se dirigió a Adagio murmurando por lo bajo.
-Gracias por cuidar de nosotras, Adagio.
La aludida no dijo nada, tan solo asintió con la cabeza mirando a la inmensidad del cielo. Aria se secó y volvió a vestirse, comentando justo después.
-¿Vienes?
-Ahora voy, quiero quedarme un rato más.
Sin decir nada más, Aria se apartó y se dirigió hasta donde estaba Sonata, metiéndose en otro saco y acurrucándose en él. Una vez sola, Adagio cerró los ojos, recordándose a sí misma sus objetivos.
-No dejaré que seamos olvidadas, aunque no volvamos a ser nosotras mismas nunca más. Si alguien merece aquí que sean recordadas son ellas, no yo.
En ese momento una estrella fugaz apareció en el firmamento, describiendo una amplia línea curva en el cielo; Adagio la vio y formuló su deseo, al tiempo que comenzaba a entonar otra melodía, sonando esta vez como una suave y dulce nana. El viento se llevó consigo las notas, resonando más allá del bosque y fundiéndose con el ambiente. La luna siguió brillando con fuerza en lo alto del cielo.