Capítulo 11 - Como el diamante - Segunda parte
Nada. El pensamiento de ambos se había reducido a la nada en el momento en que sus labios se unieron en aquel beso. Estaban paralizados, apenas si habían respirado por la nariz, y ninguno de los dos pestañeó en ningún instante. El cachorro, en tanto, observaba la escena con curiosidad al apoyarse en la cabeza de Sweetie, notando que ninguno de sus amos se movía un solo milímetro. ¿Qué les había sucedido?
Finalmente, Sweetie Belle recuperó la compostura suficiente para retroceder, rompiendo aquel beso mientras contemplaba la boca aún abierta del dragón, con sus colmillos fácilmente visibles. Se encontraba completamente sonrojado, y su mirada permanecía aún clavada en ella. Su corazón estaba acelerado. Aunque claro, Sweetie era incapaz de bromear al respecto, porque ella estaba en la misma situación.
Permanecieron así, a una distancia segura del rostro del otro durante más tiempo del que hubieran imaginado, hasta que la unicornio desvió la mirada y comenzó a apartarse. Spike no sabía que pensar.
—Sweetie. —Dijo al sentarse—. Yo-... yo... —Intentaba hablar, pero la unicornio le estaba dando la espalda, pensativa, y a Spike le resultaba muy difícil saber en que estaba pensando exactamente, y ahora no sabía que clase de respuesta esperar. ¿Se enojaría? ¿Le gritaría? ¿Terminaría su amistad? Aquellas preguntas destrozaban al dragón en el interior, sobretodo porque lo sucedido ni siquiera había sido su intención, ni la de ella. Pero antes de poder prever cualquier otra reacción, oyó la última que hubiera podido imaginar: Sweetie Belle rió. Dio una pequeña carcajada mientras llevaba su casco al hocico al voltearse, sonriendo, y la confusión del dragón se tornó mayor.
—Cielos, eso... fue raro. —Dijo ella.
Puede que fuera porque el beso había afectado todos los sentidos del dragón, pero le resultaba difícil saber si la risa de la unicornio era sincera, o simplemente estaba intentando sobrellevar aquella situación de la mejor forma posible. Siendo así, a Spike no le molestaba seguirle el juego, no cuando había considerado las alternativas.
—Si. —Dijo al acompañar su risa de la forma más convincente posible—. Fue muy raro. —Miró hacia arriba y habló al can de dos cabezas aún apoyado en la cabeza de Sweetie—. Y-y ustedes no pueden ir por ahí haciendo algo como eso. ¿Qué va a pensar su ama?
¿Lo estaba haciendo bien? ¿Estaba consiguiendo que la situación fuera menos incómoda, o todo lo contrario? De ser la segunda opción, la unicornio no lo estaba demostrando.
—Voy a perdonárselos por esta vez, pero solo por tratarse de Spike.
Dijo al cachorro para luego mirar al dragón, sonriendo gentilmente. Por primera vez en aquellos minutos que le habían parecido una eternidad, Spike finalmente pudo respirar tranquilo. Todo estaba bien, o al menos eso parecía.
—De acuerdo, será mejor que nos movamos. Todavía tenemos un largo camino por delante. —Dijo la potra al tomar la delantera mientras el dragón permanecía de pie en el mismo lugar, sin saber que decir. Sweetie lo estaba tomando incluso mejor que él, y no podía evitar pensar que la unicornio que ahora se alejaba por la galería de árboles era incluso más madura que él. No pasó mucho antes de que la misma se volteara, expectante.
—¿Entonces vienes, o...?
—Eh... claro, seguro. —Respondió, siguiendo el camino marcado por su compañera.