“En este caso, no me dejas alternativa, Grey Edge! Yo, Shining Armor, capitán de la guardia real de la Princesa Celestia y príncipe consorte, te reto a un combate singular!”
Dicho esto, se avalanzó sobre su interlocutor, ahora ya un oponente en toda regla, con la intención de derribarlo. Grey Edge iba creando cristales. Estos eran de color negro. Mucho más oscuros que los que formaban las plataformas que había creado al principio, y más cercanos en tono a la gran placa con la que cubrió toda la celda. Shining Armor se vio obligado a admitir (aunque sólo para sus adentros) que si bien sus lealtades estaban dirigidas a la entidad equivocada, al menos luchaba con honor.
Grey Edge evitó la carga con un hechizo de teletransporte, y acto seguido intentó otra carga por su cuenta, que el capitán de la guardia repelió con su hechizo de escudo. En ese momento fue cuando vio fugazmente a Tiny Tales, acurrucada en una esquina de la celda. Había dicho algo de formar equipo, pero eso era una opción que se había perdido ya. Esperaba que se encontrara bien. Lamentaba que la unicornio verde se hubiera visto envuelta en este incidente.
Pero tendría que preocuparse por ella más tarde. Por el momento, debía concentrarse en su rival. Grey Edge se lanzó sobre Shining Armor y empezaron a forcejear. Shining notó que el unicornio gris tenía mucha experiencia en este tipo de combate, así que se revolvió para intentar escapar del forcejeo y abrir distancia con él. Necesitó varios intentos para conseguirlo, pero al final logró separarse de su oponente.
Nightmare Moon no había permitido a Shining Armor entrar al laberinto con su lanza de la guardia, pero un unicornio adulto nunca va desarmado. Grey Edge proyectó desde su cuerno un rayo cristalino que parecía tener el objetivo de encerrar al capitán en una celda particular de cristal, pero Shining recurrió de nuevo a su conocido hechizo de protección. Su especialidad, como correspondía al capitán de la guardia real. Eso pareció agotar a Grey Edge. Posiblemente porque fuera un hechizo improvisado, que aún no dominaba. Shining Armor se dio cuenta de que si bien su rival tenía un poder raro y valioso, pues podía crear materia sólida, parecía actuar de forma instintiva y agotarse al lanzar hechizos, lo que le indicó que su entrenamiento mágico quizá no había sido completo. La cantidad de cristales que aparecían de forma aleatoria de la plataforma de combate, a modo de estalagmitas, confirmaban esa sospecha.
Una de esas estalagmitas había herido a Shining en su pata trasera derecha, pero él intentaba ignorar el dolor, aunque cada vez le costaba más, y no podía alargar el combate por mucho tiempo. Entonces tuvo una idea desesperada. Esperó a que uno de los relámpagos cayera cerca de él y canalizó su magia para proyectarlo hacia su oponente, que sólo logró esquivarlo parcialmente y cayó al suelo. Shining corrió hacia él y le puso una pezuña encima.
“Ríndete y abandona a Nightmare Moon, Grey!”