Eché un rápido vistazo a la celda: las paredes de color naranja que tantas veces me habían rodeado, los bits de siempre, el mismo suelo de deliciosa hierba...
- Firestone, si tenías hambre, podrías habérmelo dicho - señalé a mis alforjas, donde aún quedaba parte de la comida que había llevado al laberinto en un estado más que dudoso.
Mi componiero no hablaba demasiado últimamente. Se limitaba a recoger bits y abrir puertas... y yo, por supuesto, lo seguía, aun sin estar segura de su plan. Bostecé, claramente desanimada después de tantas vueltas infructuosas por las salas oscuras, y eché un rápido vistazo a Firestone, esperando a si esta vez, por un milagro de los dioses del polo, conseguía una respuesta de mi compañero.
Cuando el semental se disponía a abrir otra de las puertas, lo detuve con un gesto.
- Espera, déjame elegir esta vez. Creo que deberíamos ir por la 6.