Mensaje por Grey Edge » 20 Mar 2014, 19:55
¿Cuanto tiempo habría estado llorando en esa colina? ¿Habría merecido la pena siquiera haber pisado ese pueblo? Catleya estaba cada vez más confusa y deprimida, aunque estuviera cerca de Canterlot, parece que ni siquiera pudiera confiar en un simple pony.
Cuando le dio por abrir finalmente los ojos, observo como una sombra giraba alrededor de ella, era aquella grifo de antes, la cual parecía haberla seguido.
No escucho nada de lo que dijo, no podía confiar en ella tras el horrible rato que paso dentro del árbol, pero en cuanto le lanzó una manzana, no dudo siquiera en usar sus pequeñas alas para correr lo suficientemente rápido como para cojerla, y comersela en cuestión de segundos.
- G...gracias...
San mantuvo la sonrisa, mirando cómo acababa con la manzana antes de que tuviera tiempo de decir nada más. Tenía tanta hambre como aparentaba... Rebuscó de nuevo en su bolsa, a ver si por casualidad llevara algo más para darle, pero no era el caso.
-No hay de qué. Me temo que no he traído nada más, pero al menos estarás algo mejor ahora... ¿Qué te ha pasado para que estés así?
White Catleya miro a la grifo detenidamente, dejando ver sus ojos ambarinos, parecia de verdad amable, no parecía que fuera a ir a por ella en cuanto se diera la espalda, por lo que decidió contestarla, aunque recordar lo que acababa de pasar no la ayudó demasiado.
- Yo... tuve miedo y, y.....
Y de nuevo, sucumbió a todo lo sucedido anteriormente y volvió a llorar en el sitio en el que estaba, frente a la grifo que miraba toda la escena, afortunadamente sin ningún testigo mas.
Ella no pudo evitar acercarse un par de pasos más al ver que rompía a llorar de nuevo, intentando seguir respetando la distancia. Pero es que parecía que realmente le haría bien tener a alguien en quien confiar...
-Es normal tener miedo... y más si vienes de lejos -añadí, fijándome en su capa. Seguramente llevara ya un buen tiempo viajando, y con su edad, con razón, estaría afectada-. Has tenido que pasar por mucho. De verdad, si lo necesitas, yo puedo echarte una mano.
Una proposición de ayuda llego a los oídos de Catleya en mitad de sus sollozos, la cual escucho, y tras haber comprobado anteriormente que especie era, hizo algo que no sabia si tendría que arrepentirse mas tarde, pero simplemente sintió que quería hacerlo.
Se levantó, y aun llorando, pero con menos intensidad, se acercó lentamente a la grifo, y cuando estuvo al lado, le abrazó la pata delantera, sin soltarla. En el fondo, sabía que estar sola no le gustaba, pero la verdadera compañía, la de un amigo, era lo que mas echaba de menos de todo, más que la vida con niños, más que una vida fácil.
No se esperaba un gesto así, menos aún con lo afectada que parecía estar, pero lo agradeció. Sería mucho más fácil ayudarla si confiaba en ella. Dejó que se pegara a su pata, y con la otra, le colocó un poco la crin.
-Eh, está bien. Es difícil estar completamente solo, lo sé. Si no tienes a nadie más aquí, puedes quedarte conmigo unos días antes de continuar tu viaje -volví a sonreirla. Me recordaba a los primeros días que pasé fuera de casa, aunque mi situación no llegó a ser tan mala, por suerte-. Tendría que volver a la biblioteca, me he dejado algo pendiente, pero podemos pasar antes por mi casa y así cenas en condiciones, ¿te parece?
Catleya asintió con la cabeza rápidamente, con un par de lagrimas en ls ojos, pero en cuanto vio como preparaba sus alas para el vuelo, le preguntó rápidamente, con voz aun débil.
- ¿Puedo montarme en tu lomo, por favor?
-...Claro, sube -se agachó, dejando que se encaramara a ella, y una vez que notó que estaba bien cogida, salió volando hacia casa. Una vez allí, San sacó lo que tenía de verdura para que cenase, guardó un par más de piezas de fruta en su bolsa por si hicieran falta más adelante, y salieron hacia la biblioteca, que no quedaba tan lejos.
-Por cierto, ya que estamos aquí, ¿cómo te llamas?
Sin duda necesitaba aquella comida, cada trozo de zanahoria que comía, cada hoja de lechuga que devoraba por pura necesidad, hacia que su confianza en la grifo aumentara, seria un poco porque la ayudo en un momento en el que necesitaba a una amiga, o tal vez por que de verdad necesitaba confiar en alguien.
Cuando salieron volando hacia la biblioteca de nuevo, mientras notaba su cálido pelaje mientras la brisa del vuelo acariciaba su cara, la grifo la habló de nuevo preguntándole su nombre, a lo que ella, ya más animada, decidió responder a lo que parecía ser su nueva amiga.
- Me llamo White Catleya... ¿Y tu?
-Es un nombre bonito, te pega. Yo soy San, pero muchos me llaman Griffith. Es mi apellido en realidad, poco original, pero supongo que es más sencillo recordarlo. Llámame como prefieras.
Aterrizaron justo ante la puerta y San tendió una mano hacia el pomo. Antes de abrir, sonrió de nuevo a la pequeña pegaso, como asegurándola que no habría problemas.
Catleya, viendo aquella sonrisa, tuvo un sentimiento de protección que hacia mucho que no sentía, así que se limito a seguir en el lomo de San mientras se adentraban en el gran árbol.
I do not desire a false salvation.