[Humor][HiE] Las desventuras de Volgrand en Ecuestria [Ep17]

[Volgrand]

[quote="Ruderfordio";p=162416]esta historia a conseguido lo que otras no ha echo, matarme te reír asta decir basta[/quote]

Es mi nuevo sistema para cometer homicidios sin dejar pistas. MUAHAHAHAHA!

[unade]

Le voy a mandar a Ruderfordio un cargamento de haches. Por el amor de Celestia, EL VERBO HABER CON HACHE.

[Ruderfordio]

[quote="unade";p=162463]Le voy a mandar a Ruderfordio un cargamento de haches. Por el amor de Celestia, EL VERBO HABER CON HACHE.[/quote]


ok tomo nota

[Pandora]

Volgrand, deja las drogas, primer aviso.

Y si no las dejas, reparte

[Volgrand]

Escribo esto porque tengo el capítulo 7 casi listo. Y como espoiler os dejo este vídeo:

[youtube]yEMimY0HyUk[/youtube]

También pega...

[youtube]Qg4enY3gKkg[/youtube]

[Metallic Lenneth]

Oh... a ver....
Me desperté temprano hoy, así que quería aprovechar el pequeño tiempo para desaburrirme antes de salir y me he pusto a leer este fanfic.

No suelo leer muchos fanfics (no tengo tiempo), y hay veces en que muchos fanfics son muy largos y aburridos al comienzo de leerlos por lo que rápidamente pierdo el interés.

Dios, a ver por dónde empiezo... simplemente entré por curiosidad, quería saber cómo escribía Volgrand.... y acabé leyendo 3 capítulos seguidos en los cuales me he descojonado mucho de la risa en varias escenas . Me recuerda a los viejos fanfics random y bizarros que solían escribir en Rodney, Zakuk y Scarlett en ForosDZ.

Aún me falta por leer (voy a continuar), te ha quedado genial y espero que siga así. Saludos

[Volgrand]

Gracias Metallic, me alegro que te guste .

HYPE TRAIN! Trailer del siguiente episodio:

Spoiler:

Tan de improviso como siempre, una yegua -Octavia, de hecho- pasó galopando y gritando como una posesa cerca del restaurante. Los cuatro la siguieron con la mirada, poco sorprendidos a decir verdad. Hubo un segundo poni, esta vez Big Macintosh en persona. Este también gritaba aterrorizado, articulando largas y detalladas frases.

—Oh, por el amor de Celestia, voy a morir de manera horrible y por ello estoy aterrorizado.

Volgrand y Unade lo siguieron con la mirada, con la inexplicable sensación de que algo se había roto en el universo.

------Siguiente mensaje escrito en: 06 Jul 2014, 22:45 . Beep!------

CAPÍTULO 7: "Magnifico fornicador"

Spoiler:

Volgrand trotó con tranquilidad hasta Ponyville. Pero no podía evitar sentir un resquemor en la parte de atrás del cerebro. Había algo que no cuadraba con lo de Fluttershy y ese Alicornio, pero no lograba saber qué era. Seguramente era la actitud totalmente confiada de Fluttershy. O la simpatía de Angel. O todo a la vez. Pero en fin, ya lo averiguaría. Total, ¿qué podía ir mal?

Eso sí, le llamó la atención el extraño acento con el que hablaba el alicornio. Debía ser de algún lugar lejano.

El pueblo seguía tan tranquilo y monótono como lo había dejado. Aunque bueno, entendamos “tranquilo” y “monótono” en el contexto pequeño poni: Las Cutie Mark Crusaders habían organizado un pequeño desastre con una boca de incendios al grito de “Cutie Mark Crusaders bomberos ¡YAAAY!”, Pinkie estaba increpando con confeti, dulces y explosiones a un desorientado turista que buscaba la estación de tren, Rainbow se había estrellado intentando hacer una maniobra complicada...

Esquivando violentos chorros de agua, dulces explosiones de confeti y descontroladas pegasos, Volgrand se dirigió al Sugar Cube Corner. Allí le entregó el bote de pepinillos, ya abierto, a la señora Cake y se dirigió hacia la biblioteca. Pero por el camino empezó a escuchar unos gritos histéricos que escapaban de la “normalidad” de Ponyville.

—Krom, ten piedad... ¿Y ahora qué?

Los ponis empezaron a galopar en todas direcciones, encerrándose en sus casas. Volgrand se quedó quieto y se echó a un lado al ver de qué se trataba: era una gran estampida de conejos maquillados que había aparecido de la nada. En otro contexto, Volgrand se habría soprendido, pero estando donde estaba se limitó a admirar los tonos de las sombras de ojos sobre el pelaje blanco de los animales. La estampida pasó por el centro del pueblo, provocando una avalancha de macetas volcadas y parterres devorados. Pero cuando pasaron de largo dejaron algo tendido en el suelo tras ellos. Volgrand se acercó poco a poco, al igual que algún valiente vecino. No podía ser... ¡no era posible!

Unade, un poco mareada y todavía cegada por el chocolate, se incorporó. Hubo un tradicional chillido histérico colectivo. Los pocos ponis que no habían huído ahora echaron a correr al ver a la humana, creando un arrítmico repiqueteo de puertas y ventanas cerrándose a toda velocidad. De pronto, una poni rosa surgió de la nada y empezó a cantar.

—¡Bienve-bienvenidooo, a nuestro Pony Ville, bienve-bienvenido señor huu-maa-noo...!

Mientras cantaba hubo varias explosiones de confeti que cayeron sobre la amiga de Volgrand, que aún intentaba abrir los ojos pegados por el chocolate reseco.
Cuando lo logró vio una pegaso azul de ojos violetas mirándola fijamente.
—Hooooostia p*ta, ¡Volgrand tenía razón!
La pegaso azul y de crin multicolor frunció el cejo.
—¡Un momento! ¿Otro humano en menos de dos días? ¡¿Acaso eres un espía?!

“Parte a) y b) ejecutadas”, pensó Unade.

—¿El otro humano se llama Volgrand? —preguntó la bípeda.
—¡Aquí las preguntas las hago yo! ¿Eres un espía?

Unade miró alrededor, esperando la culminación de sus planes. Pero ésta no llegó. Qué extraño.

—No, no soy un espía, Rainbow. Y soy una hembra, humana. ¿Dónde está Twilight? ¿Por qué no me ha transformado ya en poni?
—¿Cómo sabes mi nombre? ¡¿Cómo sabes el nombre de otro poni si no eres una espía?! —gritó Rainbow.

En ese momento la princesa Twilight Sparkle se acercó a la escena.

—Rainbow Dash, tranquila. Es una amiga de Volgrand.

Unade se volvió hacia la alicornio lila que avanzaba hacia ella.

—Vale, transfórmame en poni y acabemos de una vez.

Twilight ladeó la cabeza sorprendida.

—Eh... bueno, lo había pensado, por lo de que te sería más fácil interactuar con los habitantes de Equestria y tal. Pero es que la última vez que lo hice Volgrand... digamos que no se lo tomó demasiado bien.

—¡¡UNADE!!

La interpelada se volvió hacia el poni que había gritado. Decididamente, era Volgrand. Ese pelo, esas gafas y esa Cutie Mark sólo podían encajar en él. Se acercaba a ella, abriéndose paso por la calle, con una versión muy creativa de la locomoción. No había acabado de decidirse, había demasiadas opciones con ese nuevo cuerpo. Galotrotovolaba hacia ella, todo extremidades, entusiasmo y lágrimas de alegría. Volgrand dio dos entusiastas tumbos en el suelo, en una torpe versión poni de una toma y despegue con carrerilla, y arrolló calurosamente a la humana en lo que fue un intento de abrazo.

—¡Unade! —gritó Volgrand, sollozante, mientras la estrujaba contra el suelo. Me alegro tanto de verte. ¡Esto es horrible!
—..hhggs... —contestó Unade poniéndose azul por la falta de aire.

Volgrand decidió no provocar una muerte prematuramente y la ayudó a incorporarse.

—Lo siento Unade, no quería arrollarte.
—Vale, tranquilo... ¿Cómo te metes en estos líos Volgrand?
—¡No lo sé! Dime que sabes cómo salir de aquí.
—No tengo ni la más remota idea, de momento.
—Noooooooooooooooo...

Unade le dió dos palmaditas en el lomo para calmarlo y buscó unas palabras acorde. Pero su buena intención murió cuando vio al poni del tamaño de una cabra mirándola con unos desmesurados ojos llorosos.

—No tiene gracia, Unade. Quiero volver a ser yo.
—Volgrand, estás viviendo el sueño húmedo de todo brony*. No puede ser tan horrible.
—¡Los fics de self-insert son una aberración! ¡Lo sabes!
—Son soportables si respetan a los personajes originales.
—AQUÍ NO TIENEN CAFÉ.
—Seguro que tienen helado.
—Me duelen los conos y los bastoncillos por la sobredosis de colores. ¡Y ESTO NO ES UN FANFICTION**!

Unade miró a su ponificado amigo a los ojos, y tras unos segundos lo apartó ligeramente.

—No sé el camino de salida, Volgrand. Pero vayamos por partes. Twilight, procede.
—Oh... vale.

La alicornio se concentró y la magia brilló en su cuerno. Un círculo ritual apareció alrededor de Unade, tal como hizo con Volgrand. Una luz blanca la cubrió, ocultándola por completo. Los ojos de Twilight se pusieron en blanco, sobresaturados de magia, hasta que el conjuro brilló más que el mismísimo sol de Celestia.

Cuando el hechizo terminó, una nueva poni estaba tumbada donde antes estaba sentada Unade. Abrió los ojos despacio, como probando sus nuevos desmesurados párpados y el conjunto de músculos necesarios para moverlos y dijo:

—Espera, que me lo imagino. Lila, con algo de blanco, que para eso soy chica y son algunos de los colores más usados por defecto en...

Unade pestañeó dos veces (lo cual requirió de más esfuerzo de la que pensaba) asimilando la nueva información cromática.

—Bueno, Unade, más bien eres marrón clarito tirando a rojo.
—Es un naranja melocotón —hubo un silencio enfurruñado mientras una ceja temblaba en la cara poni de Unade—. No puedo ser de color melocotón. Soy una tipa chunga, desagradable y criticona. Yo debería ser de un azul oscuro... Con crines azul eléctrico.

Unade volvió los ojos hacia su flequillo. Mechas despelechadas. Nada del glamour de unas buenas ondas, o la alegría de un buen rizado. No. Erizadas y despelechadas.

—Es un marrón raro, como rojo. No está tan mal —opinó Volgrand.
—Yo debería ser lila, con azul oscuro, y una larga crin que...
—Ya. Tu querías haber tenido el look de la princesa Luna. Anda que no apuntas alto.

Unade le dirigió una mirada sesgada, pero no dijo nada. Luego volvió la cabeza para comprobar algo. Movió un par de músculos y desplegó las alas.

—Voy a tener que aprender a usarlas... Pero mejor vayamos por partes.
Unade se puso en pie, despacio, una pata tras la otra, lentamente. Coordinar cuatro extremidades para la locomoción era el doble de complicado que coordinar dos.
—Vale, parece que de momento esto lo tengo controlado.

Su ropa había desaparecido, pero no así su mochila, que descansaba en el suelo. Con poca maña, pero con paciencia, logró colocársela y ajustarse las cinchas con la boca. Su arreglo de la maleta había salido perfecto y le era cómodo llevarla. Volgrand se acercó para ayudarle a dar sus primeros pasos como poni.

—Al menos no tienes nada extraño por cuttie mark.
—¿Qué es?
—Nada. Eres una...

No terminó la frase: de detrás de una maceta surgieron dos potrillas. Una gris con el pelo con diversas tonalidades de blanco y gris. La otra, rosada y con el pelo a franjas lilas y blancas. Ambas señalaron a Unade con sus patitas y empezaron a corear:

—¡Blank flank, blank flank, blank flank...!
—¡Eh, vosotras, dejadla tranquila!

Volgrand y Unade se giraron hacia la segunda voz. Una pequeña, veloz, decidida y furibunda potrilla de pelaje naranja y crin violeta se acercó derrapando sobre su patinete. Tras ella, un carrito atado al mismo transportaba otras dos potras, las cuales aún llevaban sendos cascos de bombero. Scotaloo bajó del patinete y se colocó junto a Unade, señalando acusadoramente a las dos abusonas.

—¿Qué os importa a vosotras que ella no tenga Cutie Mark, eh?
—Lo importante es que a mí me da igual —comentó Unade.
—¡Eso! —dijo Applebloom, poniéndose junto a su amiga—. ¡Eso solo quiere decir que todavía no sabe su talento especial!
—O que tengo demasiados talentos como para que quepan en una sola cuttie mark —sugirió Unade.
—¡Eso! —añadió Sweetie Belle, encaramándose a la cabeza de Unade—. ¡Podría ser una gran aventurera!
—¡O una inventora!
—¡O una científica!
—Ouch —intentó interrumpir la defendida—, me estás pisando un ojo. Jamás creí que diría esto...
—¡O una bombera!
—¡Oye! Podría ayudarnos a obtener nuestras Cutie Marks como bomberas, ¿no creéis?
—¡Es cierto, Scoot! —gritó Applebloom—. ¡Debemos hacerla miembro de las Cutie Mark Crusaders!
—¿Ah, sí? —respondió Diamond Tiara altivamente—. Está bien que tengas amigas, señora blank flank. Debe ser fantástico que te defienda un pegaso que no puede volar.
—¡Y la aprendiz de bruja! ¿No puedes tener cutie mark, así que quieres ser una cebra, eh?
Unade se volvió buscando a Volgrand.
—Volgrand, creo que deberíamos empezar a investigar... ¿Eh? ¿Volgrand?

Lo buscó y lo encontró... al lado de Diamond Tiara y Silver Spoon. Las dos potrillas y el adulto señalaron a la vez a Unade y las CMC y cantaron a coro:

—¡Blank flanks, blank flanks, blank flanks...!

Unade dejó escapar el aire lentamente, y dejó que el azucarado universo fluyese.

—¡Blank flanks, blank flanks, blank flanks...!
—¡Las cuttie mark crusaders con artista invitada! ¡Bien!

Una capa roja del tamaño de una yegua adulta, salida de vete a saber dónde, cayó sobre Unade. Al cubrir también la mochila le dio el aspecto de un camello con greñas.

Volgrand dejó de cantar para poder echarse al suelo y descojonarse a gusto. Diamond Tiara y Silver Spoon no dejaban de repetir la cancioncita. Aquello era un bucle. La yegua naranja alzó la vista y colocó la lengua, en una técnica hartamente ensayada.

Unos instantes más tarde, los ponis se habían alejado a un sorprendido trote, sin saber muy bien por qué. Volgrand miró maravillado a Unade.

—¡¿Cómo, cojones, has hecho eso?!
—Trabajé limpiando cuadras una temporada. Si quieres que un caballo se mueva, chasqueas la lengua.
—Pero... Son ponis.
—Ponis y caballos son la misma raza. Diferente morfología, mismas reacciones.

Volgrand observó admirado a Unade.

—Pues para ser lo primero que se te ha ocurrido, ha funcionado de maravilla.
—Lo primero que se me había ocurrido era prender fuego a algo, para que hiciesen de bomberas. Pero no sé cómo usar un mechero teniendo pezuñas.

Una ofendida y sonrojada Twilight volvió hacia ellos.

—Eso ha sido jugar sucio.

Rainbow Dash aterrizó a su lado.

—Creo que nos debéis varias explicaciones.
—Bien, ¿podríamos hacerlo tomando algo? —solicitó Unade



Un rato después, Volgrand “disfrutaba” del horrendo café equestriano. Si os lo estáis preguntando: sí, Volgrand es adicto a la cafeína, literalmente. Unade, más espabilada, se pidió un helado. Té para Twilight. Suspicacia para Rainbow Dash y muchas preguntas por parte de Apple Jack.

—Los hechos son que una estampida de conejos entusiastas nos ha traído hasta aquí. Una puerta suele funcionar en dos direcciones, pero ya hemos comprobado que no hay manera de volver a nuestro mundo por mucho que me atropellen Ángel y sus amigos. Así que descartamos la posibilidad de que esto sea un simple accidente del multiverso —dijo Volgrand mientras Unade sorbía el helado más coloreado que había probado nunca.
—¿Y eso qué es lo que implica?
—Eso implica que hemos sido transportados por algo más que una panda de conejos entusiastas y que tenemos que cumplir una misión para poder abrir un camino de vuelta. Algo así nos comentó Celestia.

Twilight intervino.

—Tiene que haber sucedido algo, un desequilibrio que os haya traído hasta aquí —dijo la alicornia.
—Pues tú dirás. ¿Ha pasado algo extraño? ¿Ha reaparecido el rey Sombra? ¿Alguien ha intentado robar el sol o acabar con la armonía?— preguntó Volgrand.
—Pues que yo sepa no... Hubo lo de los espinos negros que provocó Discord, pero eso ya está arreglado.
—Sí, fue el primer capítulo de la cuarta temporada —comentó Unade—. En Spaniard Hooves*** todos comentan sobre el cartel de Derpy. Se dice que ha sido un fanservice. Están elaborando teorías sobre cómo conseguiste que Hasbro sacara tu nombre.
—¿Internet? ¿Fanservice? ¿Hasbro?—preguntó Twilight uniéndose a la conversación—. ¿Qué es eso?
—Oh, este.... es un poco largo de explicar.
—Internet es un servicio de bolas de cristal que mandan información unas a otras. Hay una en cada hogar.

Twilight abrió mucho más (si cabe) los ojos.

—Uaaaau... Y se puede recibir toda la información de un libro a través de esas bolas de cristal?
—Sí.
—Debe ser tan fácil educar, y enseñar a través de ellas. ¡Qué gran idea! Vuestra civilización deber ser tan avanzada.
—Eeeeh... —contestó inteligentemente Volgrand. Respuesta que fue interrumpida por otra pregunta:

—A mí, lo de “Spaniard Hooves” me suena a secta—. Sentenció Rainbow dash.
—Son algo raritos, pero son buena gente.
—Ya, claro —comentó Rainbow—. Pero es que hay sectas buenas, ¿no?
—No, no las hay —respondió Twilight—. Todas las sectas son malas por definición.
—A ver, ¿cómo tengo que deciros que no son una secta?
—Entonces, ¿qué es “Spaniard Hooves”? —preguntó Rainbow Dash.
—Bueno, veréis. Son un grupo de gente grande que ve la serie “Mi pequeño poni”. Y aunque muchos dicen que no está bien que adultos vean una serie para niños, no les importa.
—¿Y por qué ven una serie para potrillos?
—¡Ah, esa es fácil! —contestó Volgrand con convicción—. Porque creen que con la magia del amor y la amistad pueden solucionar cualquier problema, y los ponis predican eso. Los hay que quieren cambiar el mundo a mejor.

Hubo un pequeño silencio.

—A mi me suena a secta.
—¡Que no son una secta! Que solo respetan a unos seres imaginarios que luchan por...
—A mi también me suena a secta —dijo otro Twilight.
—¡Que no son una secta! Unade, ¡díselo tú!

Unade, que estaba intentando liarse un cigarro, alzó la vista y proclamó:

—Sí, son una secta.
Y ambas ponis exclamaron afirmativamente mientras Volgrand miraba a su amiga con odio.
—¿Así que vosotros formáis parte de una secta?
—¡No!
—Disculpad, pero creo que nos estamos yendo del tema. Estábamos tratando de descubrir qué evento fuera de lo común nos ha traído aquí.

Volgrand resopló... de una manera muy equina.

—Ya te lo he dicho, no hay nada fuera de lo común. Lo único extraño, los espinos negros, ya ha sido resuelto.
—Volgrand... La respuesta puede estar en los pequeños detalles. Narra tu día.
—Eh, bueno, vale. Pues estaba yo intentando abrir ese estúpido frasco de pepinillos, ¿con pezuñas, te lo puedes imaginar? Y estaba en el prado, dándole de hostias al maldito frasco de los...

Lo que vino a continuación fueron varios minutos de un Volgrand amenizando la velada explicando de forma muy gráfica todo lo que había intentado para abrir el bote.

—¡Oye, dejad de reír, me costó muchísimo! Pero total, que cuando aterrizó el bote se abrió. Fue cuando vi a Fluttershy con ese alicornio.
—¿Un alicornio? —interrumpió Twilight—. Si acaso sería una alicornia. ¿De qué color? ¿Sabes su nombre?
—No acabé de ver bien de qué color era su pelaje. Eso sí, tenía cuatro alas negras.
—¡Eso es imposible! —exclamó Twilight—. Solo existimos cuatro alicornias en el mundo. Además, ¿Fluttershy yéndose a solas con un desconocido? Eso sí que no es posible.
—No sé, a decir verdad no oí qué decían. Quizá ya se conocían, ¿no?

Mientras charlaban, el camarero se acercó a la mesa con la cuenta.

—Señor, señoritas, serán quince bits más la voluntad.
—Claro. Oye Volgrand, ¿vistes dónde iban? —preguntó Twilight mientras rebuscaba el dinero.
—Pues fueron a su cabaña, y yo creo que se preparaban para hacer un viaje.
—¿Un viaje?
—Sí. Oí a Fluttershy comentar algo como “no sé si va a caber” y luego escuché cómo intentaban cerrar una maleta.
—Esto es muy extraño...

Twilight le dio el dinero al camarero mientras murmuraba que no sabía que su amiga fuera a hacer ningún viaje. Unade, por contra, miraba al infinito con gesto de circunstancias. “Por favor, que no sea lo que estoy pensando...”.

Tan de improviso como siempre, una yegua -Octavia, de hecho- pasó galopando y gritando como una posesa cerca del restaurante. Los cuatro la siguieron con la mirada, poco sorprendidos a decir verdad. Hubo un segundo poni, esta vez Big Macintosh en persona. Este también gritaba aterrorizado, articulando largas y detalladas frases.

—Oh, por el amor de Celestia, voy a morir de manera horrible y por ello estoy aterrorizado —expuso el poni rojo.

Volgrand y Unade lo siguieron con la mirada, con la inexplicable sensación de que algo se había roto en el universo.

—¿Big mac hablando tanto? Esto es muy extraño..
.
Pero la alicornio lila ya no estaba ahí,. Había echado a correr por la calle, seguida de cerca por Rainbow Dash y Applejack.

—Pero, ¿qué les ha pegado?
—Quizás es tradición —sugirió Unade.

Y, mientras más y más ponis echaban a correr, Volgrand y Unade decidieron buscar lo que fuera que había logrado asustar al hermano de Applejack. En el cielo había lo que parecía un murciélago. Pero, a medida que se acercaba, pudieron observar más detalles. Enorme cuerpo reptiliano, escamas negras como si estuvieran pintadas con petroleo, larga cola acabada en dos bolas de hueso y una enorme boca llena de colmillos. La sombra de sus gargantuescas alas pronto cubrió el pueblo, dejando a los dos ponis que aún se sentaban en el restaurante en la penumbra.

El gigantesco dragón aterrizó en el suelo, provocando una onda sísmica que volcó varias mesas y parterres (¿Por qué seguían los ponis poniendo parterres, con lo poco que les duran?). Miró alrededor, con la boca cerrada y soltando humo por las fosas nasales.

—Eh... quizá... ¿es amigo de Spike?

Respondiendo a la teoría aventurada por Unade, Spike pasó a su lado corriendo tan rápido como le permitían sus pequeñas patitas.

—¡¡SALVESE QUIEN PUEDA!!
—¡¡CORRE UNADE!!

Pero la advertencia de Volgrand llegaba tarde. Unade ya se había puesto en pie para estamparse unos metros más lejos. Volgrand se acercó para ayudarla a levantarse del suelo.

—Vale... Coordinar cuatro patas es más complicado de lo que parece —comentó la yegua—. Dejaré las alas para más adelante.
—Deja lo que quieras, pero, por el amor de Nyarlathothep, ¡levántate!
—Eso, tú pídele a Nyarlathothep que me ayude a levantarme, gran idea.

La cola del dragón se puso al rojo vivo antes de estallar en llamas y, mirando al centro del pueblo abrió su enorme boca y rugió. Si algún poni aún no había echado a correr, ahora todos se unieron a la estampida. Volgrand y Unade, incapaces de coordinar sus patas unguladas en una huida decente hicieron lo que todo poni de bien: histerizar.

—¡¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh...!! —gritaron mientas se abrazaban el uno al otro.


El dragón avanzó, terrorífico y destructivo por el pueblo. Entonces, alguien gritó “¡Mirad! ¡Estamos salvados!”, señalando al cielo. Un grupo de seis guardias solares, pegasos, bajó en picado y se plantó frente al dragón. Portaban brillantes armaduras doradas y largas lanzas. Unade y Volgrand demasiado interesados como para seguir histerizando, observaron la escena.

—¡Menudos huevos tienen! —reconoció Volgrand.
—¡Y que lo digas!
—Deben haber entrenado para esto. Se mantendrán fuera del alcance de las garras de la bestia y... y... ¡¿Ese guardia está cargando en solitario?!

Se oyó un “PTCHOF” y Volgrand observó la explosión de sangre con un ligero tick en el ojo.

—Bueno, supongo que era el novato del grupo —lo tranquilizó Unade.

Los soldados, mostrando su gran entrenamiento, hicieron una perfecta formación. Cerrada, lanzas en ristre, preparados para el combate. Nada podría penetrar ese bosque de lanzas, nada podía ser más rápido que un guardia de Celestia.

—¿Pero qué hacen? —exclamó Volgrand.
—Ellos no lo sé, pero yo voy a liarme un cigarro.

Volgrand miró a Unade, que estaba sacando el tabaco de su mochila.

—¡¿Tú crees que este es el momento de liarse un cigarro?!
—Si descubro cómo hacerlo con pezuñas lo será.
—Pero... pero...

Un grito hizo que Volgrand se volviese hacia los guardias de Celestia, de nuevo.

—¡Dragón, ríndete! —ordenó el sargento—. ¡No nos obligues a usar la fuerza!
—Pero... Pero... ¿Qué hacen? No quiero mirar—murmuró Volgrand, pero mantuvo sus descomunales ojos prendidos de la escena que estaba a punto de acontecer.

Unade, por su parte, había descubierto que la mejor forma de liar un cigarro era desplegarlo en el suelo y enrollarlo con la pezuña. La yegua recogió el cigarro con la boca y aguardó.

El dragón miró a las patéticas moscas que formaban frente a él y acercó una garra. Recibió varios dolorosos picotazos que le hicieron retirarla. Tendría que pensar una nueva táctica. El enorme reptil cogió aire... ¿y para qué os voy a contar el resto? Una enorme lengua de llamas surgió de sus fauces, calcinando a los pegasos frente a él.

Cuando el fuego desapareció solo quedaron las armaduras de los guardias, que se sostuvieron en la misma posición durante unos instantes antes de desmoronarse como dorados castillos de naipes. Un casco rodó hasta los pies de Volgrand, quien se puso a dos patas y señaló a la escena gritando:

—¡¡ESTOS GUARDIAS SON IMBÉCILES!!
—Ssep —respondió Unade, agachándose y usando el casco incandescente para encender el cigarro—Ef eftrategia básica... puff puff... Con un ataque de área, te difperfaf.

Volgrand pestañeó alucinado.

—¡¿Crees que es un buen momento para fumar?!
—Ssep —respondió la yegua, cogiendo el pitillo encendido con la pezuña—. Probablemente vamos a morir —Unade realizó una pausa reflexiva volvió la mirada hacia su propia pezuña que sostenía el cigarro—. ¿Cómo demonios he hecho esto?

—Quizá sea para enfrentarnos a ese dragón por lo que he venido aquí, ¿no crees, Unade? —sugirio entusiastamente Volgrand.

La yegua le dedicó una larga mirada, por debajo de sus lacios párpados y dejó escapar una voluta de humo.

El dragón, viéndose libre, avanzó hacia los ponis que seguían galopando. Pero, curiosamente, no se alejaban del pueblo. Corrían en círculos caóticos, como si algo les impidiese tomar distancia. Volgrand se volvió con gesto decidido hacia Unade.

—Tenemos que hacer algo. ¡Vamos! Guiemos la estampida hacia el exterior del pueblo o todos morirán.
—De acuerdo.

Ambos amigos se adentraron en la maraña de ponis histerizantes, y de inmediato Volgrand sintió la llamada de la histeria. Todo su ser poni le gritaba que corriese y chillase, no importaba a dónde. Volgrand tomó aire y alzándose sobre las patas traseras para iniciar la carrera gritó: “¡El horror, el horrooooor!”. Una soberana colleja lo volver en sí.

—¡Ouch!

Unade, a su lado, con una pata todavía levantada por la inercia del golpe le dirigió una mirada oscura.

—Admiro tu capacidad para integrarte, Volgrand, pero ahora es contraproducente. No te dejes llevar por tus instintos de poni.
—Lo siento, ha sido la emoción del momento.
—Lo sé.

Volgrand recuperó la compostura, se subió a un parterre no volcado (milagro) y berreó:

—¡A ver, corred un poco organizados! ¡Hacia allí, corred hacia el río, alejaos del dragón!

Fue tan efectivo como pedirle a un niño hiperazucarado que se estuviera quieto. Nadie prestó atención al pegaso azul, a pesar de que sus berridos se dejaban escuchar. El dragón se acercaba, prepotente, sabiéndose victorioso. Volgrand, desesperado, saltó frente a la primera poni que vio: Pinkie Pie. La señora Cake, con sus dos bebés llorando en sendas alforjas sobre su espalda, los rodeó y siguió corriendo sin un rumbo fijo.

—¡Pinkie! ¡Tenemos que sacar a todo el mundo de aquí!
—¡Un dragón! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH!

Apartando al pegaso de un empujón, Pinkie siguió corriendo realmente aterrorizada. Fuera de sí, sin saltar, sin reír tontamente... ¡sin ser Pinkie Pie! La señora Cake volvió a pasar a su lado, pero esta vez sus dos hijos se cayeron de sus alforjas. Y la madre, dando un gran ejemplo de instinto maternal, siguió corriendo ignorando los lloros de sus retoños.

—Algo va muy mal... —susurró Unade.
—Tfranquila, que yfa lof fengo —respondió el pegaso azul, mientras arrastraba a los pequeños fuera del peligro. Una voz, de pronto, hizo que todos se giraran hacia el mismo lugar.
—Eh, tu, vestia!

El dragón se detuvo y miró a un lado. Ahí había un poni, pero no uno cualquiera. Su pelaje, aunque a distancia parecía oscuro, era un caótico mosaico cromático. Su crin de naturaleza mágica, como la de Luna y Celestia, era negra con estrellas rojas, y tenía cuatro alas negras. Su Cutie Mark era el sol parcialmente eclipsado por la luna, ambos atravesados por una espada formada por rayos.

—¡Unade, es él, el alicornio con el que se fue Fluttershy!

La enorme bestia reptiliana se acercó al alicornio, mostrando todos los dientes y rugiendo. Pero este último no retrocedió.

—Havandona este lugar hipso-facto, vestia!
—Tiene un acento muy extraño, ¿no? —observó Unade.
—Sí, sí, ya me di cuenta, pero no sé de dónde puede ser.

El dragón lanzó una nueva llamarada al miserable insecto que osaba enfrentársele. Pero el alicornio se desvaneció en el aire y reapareció sobre el techo de una casa mientras sacaba un objeto. No supieron lo que era hasta que este restalló en el aire, y el dragón retrocedió dolorido.

—¿Un látigo? ¿Está atacando a un dragón con un jodido látigo? ¿ES UNA BROMA?
—Y lo peor es que parece que funciona —observó Unade.

Pudieron ver que el dragón había sido herido en el ojo de un latigazo. Pero esto lo enfureció aún más: cargó directamente contra su enemigo, garras por delante, dispuesto a despedazarlo. Pero el alicornio convocó dos espadas de sombras y fuego negro, deteniendo el ataque de la bestia con facilidad. Unade alzó una ceja.

—Bueno, vale que puede detener el ataque del dragón. “Magic, Duh!”. ¿Pero no debería haberse roto el techo de la casa? Vamos, es madera y paja, no puede aguantar tanto.
—Volgrand, esto no es normal. Pinkie Pie no es Pinkie Pie. La señora Cake abandonando a sus hijos. Las casas no se comportan como casas...
—¿A dónde quieres llegar?

El alicornio saltó contra el dragón, volando a una velocidad imposible. En menos de un segundo rompió la barrera del sonido, creando una explosión sónica que derribó a la bestia. Antes de que ésta lograra levantarse, el poni voló sobre él y conjuró. La oscuridad cubrió su cuerno y se expandió, formando una poderosa barrera energética semitransparente, de color negro. La proyectó hacia el suelo, aplastando al dragón y haciéndolo rugir de dolor durante unos instantes. De hecho, tal fue la presión que el suelo quedó destruido, dejando un agujero con la forma perfecta de una semiesfera.

—¡¿Pero esto qué es, “Mi pequeño poni” o “DragonBall”? —preguntó Volgrand—. ¡¿DÓNDE COJONES ESTÁ FREEZER?!

El alicornio aterrizó junto al dragón -ya muerto y ensangrentado- y caminó hacia el centro del pueblo. Hubo un coro de vítores, y todos -TODOS- los habitantes del pueblo galoparon para encontrarse con su salvador. Unade y Volgrand se encogieron de hombros e imitaron a los vecinos. Estos estaban extasiados por los cautivadores efectos ópticos que provocaban los colores que cubrían el pelaje del alicornio. Al acercarse, Volgrand pudo ver este efecto y se lo comentó a Unade.

—j*der, ¿has visto?
—Sí. Difícil de enfocar y colores cambiantes. Parece que el creador del personaje no se ponía de acuerdo sobre los colores que debía darle.
—No tía, no, es como una de esas ilusiones ópticas de los cuadrados negros y los puntitos que no están, ¿sabes?
—O quizás es como cuando te fumas un...—Unade se calló y frunció el cejo con fastidio—. Mierda, se me ha caído el cigarro.

Twilight se adelantó al grupo que rodeaba al extraño poni y se dirigió a este con una sonrisa.

—Soy la princesa Twilight Sparkle, y en nombre de PonyVille, agradezco que nos hayas salvado.
—oh, vella, es un plaser. no iva a permitir qué eza vestia dañára a nadie.

“A nadie más que los guardias, querrá decir”, murmuró Volgrand. Alguien le chistó para que callara.

—Se creía que sólo existían cuatro alicornios: Celestia, Luna, Mi Amore de Cadenza y yo. ¿Cuál es tu nombre?
—oh, vella, e zido yamado de muchas maneras. pero e desidido yamarme por un nomvre qe me defina.
—¡Oh, qué interesante! —exclamó Twilight, con un brillo de admiración en los ojos—. ¿Y ese qué nombre es?
—Magnificum Fornicatum.

Los vecinos murmuraron entre sí el nombre de su salvador. Murmuros que fueron cortados por las sonoras carcajadas de Volgrand y Unade.

—¿Y cómo se llama tu esposa? —preguntó Unade entre risas.
—¡INCONTINENZIA! ¡INCONTINENZIA ZUMA! —respondió Volgrand.
—¡A LOZ LEONEZ! ¡¡JUAAAA JUA JUA...!!

Incapaces de mantenerse en pie, los dos ex-humanos se apoyaron el uno en el otro, luchando por respirar sobre sus carcajadas. Todos parecieron ignorarles, excepto Magnificum Fornicatum.

—oh, mi povre hespoza murio.

Todos los ponis dedicaron un “Oooooh” a la triste noticia.

—Cuánto lo lamento, Magnificum —dijo Twilight, apenada—. ¿Cómo pudiste vencer tan rápido al dragón?
—oh, vella, haprendi majia de convate mui joben pero zovre todo hes grasias ah mí arma secreta.

Todos guardaron silencio, expectantes, mientras el alicornio sacaba el látigo vaya usté a saber de donde, porque no tenía alforjas encima. Lo desplegó ante los atentos vecinos. Parecía estar hecho de una mezcla de cuerda y energía, dándole un tono entre marrón y rosáceo.

—Este, hamijos mios, es El látigo del Amour.
—¡¡JUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA JAJAJAJA!!

Volgrand quería hacer algún comentario chistoso más. De verdad que quería, pero era imposible. La carcajada que les había salido a él y su amiga les había dejado completamente sin aire. Cayeron al suelo, riendo incontroladamente, incapaces de detener los espasmos de su diafragma.

—El lá... el lá...tigo del... ¡jajajaja! Amor...
—No... es... posible.... ¡JUAAAA JUA JUA JUA!

No pudieron prestar más atención a lo que ocurría, cientos de patas poniles les bloqueaban la vista. Pero hubo una voz que sí que les hizo reaccionar:

—A mí me gustaría probar tu látigo en mi flanco, vaquero.

Con las mandíbulas aún desencajadas, Volgrand y Unade dejaron de reír y se levantaron. Lo que vieron les dejó de piedra: Applejack había avanzado al centro del círculo. Twilight la miraba con una mezcla de envidia y excitación y, sin ningún pudor, la granjera se dio la vuelta y alzó la grupa.

—como gustes, veya.

El pegaso azul, aterrorizado al entender lo que ocurría, miró fijamente a Unade.

—Pinkie que no es pinkie, la señora Cake abandonando a los niños, casas indestructibles, kamehames y armas ridículas... ¡Unade, ya sé lo que querías decir!
—¡¡Volgrand, estamos en un badfic!!
—¡¡Y MAGFICUM FORNICATUM ES UN GARY STU!!

El chasquido del látigo seguido por un relincho de placer pareció confirmar esa afirmación. Volgrand se tiró de rodillas al suelo y, en una pose digna de la mejor tragedia clásica del mismísimo Sófocles****, alzó sus pezuñas delanteras al cielo y gritó:

—¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO...!!

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GLOSARIO:

*Brony: Metahumano despreciable, desequilibrado mental, degenerado sexual y amante del porno de ponis en technicolor. El autor de este texto, Volgrand, ha afirmado: “¡Brony lo será tu p*ta madre!”

**Fanfiction: Subgénero literario de dudosa calidad escrito por adolescentes hiperhormonados deseosos de follarse a un poni en technicolor, o de ver a Pinkie Pie destripar de forma horrenda a Rainbow Dash. Las autoridades afirman que los autores de fanfiction son gente peligrosa y recomiendan alejarse de ellos.

***Spaniard Hooves: Comunidad brony española a la cual el autor siempre negará pertenecer. Fuentes fehacientes afirman que la administración de Spaniard Hooves niega rotundamente haber escuchado el nombre “Volgrand” en la vida.

****Sófocles: Griego mariquita que escribía teatro. Sí, este chiste está copiado de un monólogo de Goyo Giménez, manda cojones...

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NOTA DEL AUTOR:

Ahora que he dado una pausa a Aitana decidí retomar un poco esta cómica historia.
Tras probar de varias maneras, decidí escribir con ortografía “badfic” solo en los diálogos de Magnificum Fornicatum, ya que aunque quedaba gracioso, hacía muy difícil la lectura si el narrador hacía lo mismo.

Deciros que algunos de los mejores gags de este capítulo han sido obra de Unade (especialmente esa escena de "El horror... ¡EL HORROR!" de Volgrand, lo que me reí al leerla). Gracias por la ayuda Unade.

Y por cierto, ¡Brony lo será tu p*ta madre!

Gracias por leerme .

PD: A ver quién es el friki que pilla el chiste lovecraftiano que he insertado en el texto. No es difícil.

[McDohl]

Holy sweet Fausticorn...

Me estoy muriendo de la risa, en serio: es que no puedoooooooooooooooooooooooo

No voy a desmenuzar nada para no fastidiar ni una coma del texto que acabo de leer, pero de verdad: es que no voy a ganar para piezas de recambio después de lo que me estoy partiendo

[BizarrePony]

Ma matao mucho ... Volgrand, debes ser mi profesor de comedia, esa personalidad, esa forma de escribir... MAESTRO!

[Sg91]

Oh, j*der Volgrand, me encanta esta secta... y las referencias, sobre todo la de la vida de Brian... genial, simplemente genial

[horwaith]

no me acuerdo cuanto me reí con el resto de capítulos pero en este te has sobrado varios pueblos y me encanta

[amadeus_dark]

BROOOOOOOOOOOOONY!!

[agustin47]

Me ha, literalmente, faltado aire para descojonarme. No sé si son las referencias, los gags, la parte que me hace(desgraciadamente) recordar los verdaderos badfics, pero es que no puedo con esta historia

[Pandora]

Eh, eh, eh, Volgrand, espero que no tengas ningún problema con mi colega Pijus Magnificus o la tenemos