Aquella mañana el bosquecillo que rodeaba las colinas del lago Glasshallow parecía estar sumido en su habitual tranquilidad. Las ardillas correteaban por las ramas de los árboles, los pájaros cantaban, se escuchaba el murmullo de un riachuelo cercano, la luz penetraba en quebradas ráfagas a través de las espesas copas de verdes hojas… Todo resultaba encantador y cotidiano. Pero esta supuesta falta de problemas no terminaba de convencer a cierta pegaso…
Fluttershy, por el contrario y frente a la paz que la rodeaba, recorría su cotidiana ronda con algo más de inquietud de lo acostumbrado. Después de haber notado a sus queridos animalitos en un estado de cierta ansiedad en los últimos días, la repentina calma, lejos de tranquilizarla, le causaba una mayor preocupación. Desde luego no estaba dispuesta a dejar pasar aquel asunto hasta haberlo investigado en profundidad… En el fondo aquello la asustaba y temía encontrarse con algún peligro, pero su sentido de la responsabilidad para con aquellas criaturitas indefensas le impelía a buscar respuestas.
Aquella zona del bosque le resultaba especialmente inquietante debido a la abundancia de cavernas y cuevas que había en ella. Los lagos, incluyendo el que daba su nombre al lugar, las lagunas, los ríos y las aguas subterráneas habían propiciado una tierra blanda en que los túneles y las grandes cavidades se abrían bajo tierra a modo de gigantescos hormigueros. Un oscuro mundo desconocido que se extendían a pocos metros de donde posaba sus cascos y cuya mera idea la hacía sentir escalofríos… Y precisamente por ello cada vez tenía más claro que, fuera lo que fuera lo que perturbó a los animales, si es que había algo, debía estar oculto en alguna de aquellas siniestras cavidades, como una fiera peligrosa en su guarida, quizá aguardando el momento propicio para pasar de nuevo al ataque.
Sin embargo, a pesar de tener esas sospechas, no terminaba de decidirse por la mejor vía para intervenir. Su primer impulso habría sido ir a pedir la ayuda de Twilight, pero aquella se encontraba en Canterlot y no se atrevía a pensar siquiera en ir a molestarla con lo que sin duda sería para ella un problema insignificante. Por otro lado, tampoco se encontraba cómoda con la idea de adentrarse ella sola por una de las grutas, a la aventura, menos con la idea de que un peligro se albergaba en su interior. Realmente sólo imaginarse entrar en una de aquellas cuevas hacía que se erizase hasta el último de sus cabellos. Claro que tampoco imaginaba a quién podría pedirle que la acompañase.
Estaba dándole vueltas a esta idea cuando un brusco ruido la hizo de saltar y abrazarse instintivamente al árbol más cercano. Cuando pudo recobrar la calma buscó la fuente de los ruidos y notó que llegaban de un claro cercano… Aquello le asustaba, especialmente de cara a lo que hacía un momento estaba pensando… Pero al mismo tiempo no podía dejar precisamente pasar la oportunidad de ver qué era aquello y si era por un causal lo que había provocado la inquietud en los animales en los días recientes. Tras lograr soltarse del tronco, lo que le llevó unos pausados minutos, se acercó paso a paso, escondiéndose tras los árboles, hasta el foco del sonido… Hasta que lo vio.
Lo que se encontró no era más que un curioso unicornio de pelaje verde y con unas curiosas rayas a lo largo del cuerno. Al verle, en primer lugar, no pudo evitar pensar en su amiga Rarity y en que censurable encontraría aquello. Pero en seguida dejo de fijarse en su aspecto para centrar su atención en lo que hacía… El unicornio concentraba magia en su cuerno, como tantas veces ella misma había visto hacer a Twilight, y la enfocaba hacia unas cercanas flores, que variaban bajo su influjo, adoptando estrambóticas formas y extraños colores. Y a cada cambio, el pony saltaba, haciendo crujir las ramas bajo sus cascos, mientras soltaba una risilla traviesa.
Aquello dejó a Fluttershy totalmente desconcertada… “¡Por Celestia!”, pensó, “¿para qué puede querer hacer algo así?”, aunque no podía negar que era una curiosidad realmente atrayente y bonita. Las variopintas transformaciones que el unicornio imprimía en las plantas, los tonos fosforescentes y brillantes… No podía dejar de preguntarse si no sería el paso de aquel pony lo que había alterado a los animales, al menos hasta que quizá se acostumbraron a su presencia, pero por otro lado en su actitud casi infantil y en su expresión despreocupada no veía indicios de nada malvado o preocupante. Casi estaba dudando de si acercarse o no para conocerle… Al final, no obstante, no iba a ser decisión suya. Una oportuna ramita quebrada al posar uno de sus cascos en el suelo, atrajo la atención del unicornio, que no tardó en descubrir a la pegaso y mucho en menos en dar un par de saltos ágiles, casi felinos, que le llevaron con expresión alegre hasta casi frente a una repentinamente encogida Fluttershy.
-¡Ey! ¿Qué tenemos aquí? ¿Qué hace una lindura como tú por estos parajes?-hablaba animado y decidido, con clara confianza en sí mismo-Aunque pensándolo bien, una monada como tú es lo que le faltaba a este lugar tan encantador para ser tan perfecto. ¡Toma, acepta estas flores como regalo!-le tendió un improvisado ramo con su magia de unas flores parecidas en su forma a tréboles y con los pétalos de un intenso color carmesí.
-…-aquello era lo último que sorprendida, totalmente ruborizada y encogida sobre sí misma Fluttershy se habría podido imaginar. Sólo pudo intentar retroceder y evitar mirarle, aunque por otro lado, sabía que aquello no era exactamente lo más correcto ni educado.
-¿Te ocurre algo, encanto?-le preguntó el unicornio, aparentemente poco afectado por la nada favorable reacción de la pegaso-¡No te preocupes! Si tienes algún problema, Herbal está aquí y ahora para echarte un casco. ¿No hace falta que diga que yo soy Herbal, no? Pues no te preocupes, preciosa, que aquí tienes a tu valiente unicornio, que te sacará de cualquier apuro en que te puedas encontrar. Pero, ¿qué tal si me dices tú también tu nombre?
-…eh…yo…me, me…llamo…eh…Flu…Flu…ter…shy…-respondió torpemente, por lo bajo, y evidentemente nerviosa e incómoda. Siempre le costaba hablar con los desconocidos y aquellas circunstancias no resultaban precisamente atenuantes para su timidez.
-¿Cómo has dicho, preciosa? ¿Luttershy, Treeshy? ¡Treeshy! Es un nombre bonito. Me gusta mucho. ¡Encantado de conocerte, Treeshy!-volvió a saltar, como había hecho antes por sus transformaciones, el unicornio. Realmente parecía alegre de verdad por conocerla.
-No… No… Me… Me llamo Fluttershy… Fluttershy-repitió, con su mejor esfuerzo para que pudiera entenderle.
-¿Fluttershy? ¡Oh! Claro. Un nombre mucho más apropiado para una linda pegaso-le guiñó un ojo, como con complicidad-¿Qué te parecen estas flores?-se las acerca-¿No te parecen realmente chulas? ¡Y con aroma a vainilla!
-Oh…vaya…-se asombró sinceramente ella al percibir, en efecto, el dulce aroma de la vainilla de las flores que Herbal casi sostenía con su magia pegadas a su hocico-…es…vaya…nunca había visto nada igual.
-¡Claro que no! Esta colorida magia es cosa mía, sólo mía, del gran Herbal y de su talento floral, ¿has visto mi cutie mark?-movió sus flancos para que resaltara la imagen de una flor con sus pétalos.
-Oh… Se… Se nota que se te dan bien las flores…-asintió Fluttershy.
-En particular, pero mi magia fluye por las plantas en general, para extraer de ellas lo mejor de su esencia… Es muy lioso y ni yo mismo estoy seguro, pero lo que importa es las cosas geniales que puedo hacer con ella. ¿Quieres unas amapolas naranjas con aroma a muffins recién horneados? ¡Te las puedo hacer!-se jactó, orgulloso de su talento.
-Oh…ji, ji…-río suavemente al oír aquello, sin poder evitarlo, al pensar en otra pegaso a la que sí le tentaría y mucho aquella oferta.
-Me gusta como suena tu risa. Es como una alegre y dulce música, Fluttershy… Tu nombre también me parece encantador.
-Oh…eh…gracias-realmente la pegaso se sentía sobrecogida ante tanto halago. Realmente ella no sabía cómo debía proceder ante aquello y le hubiera gustado poder pedir en ese momento su consejo a Rarity, que sí entendía de esas cosas.
-No hay de qué, linda, sólo soy sincero-aquello encendió aún más las ya coloradas mejillas de la pegaso-Por cierto, ¿eres de ese pueblo que he visto cerca, no? Ponyville, creo que se llama.
-Sí… Vivo en Ponyville.
-¡Pues me parece estupendo!-saltó nuevamente-Precisamente he pensado pasar un par de días por aquí y me vendría bien tener una guía que me orientase por el pueblo. Podrías ser tú, monada. ¿Qué me dices?
-Eh…-aquella petición la tomó totalmente por sorpresa-…esto…yo…no creo…ser…adecuada para…eso…
-¡Oh, seguro que sí! A menos que ahora mismo estés ocupada con algo entre cascos… Lo que me lleva de nuevo a mi primera pregunta, ¿qué hace una guapa pegaso como tú por aquí tan solita?
-Bueno…yo…-intentó contestar sin verse afectada por tanto cumplido-…estoy…-pensó en qué responderle, sin querer decir que buscaba lo que podía haber perturbado a los animales cuando sospechaba que la propia magia del unicornio era una posible causa de ello-…recogiendo moras-se decidió al final por una pequeña mentira.
-¡Oh! ¡Pues te deseo mucha suerte, Fluttershy!-asintió el unicornio-Pero yo voy a buscar una pastelería a hincharme de ricas ensaimadas rellenas de vainilla… ¡Um!-se relamió como si ya las tuviera ante sí.
-Oh… Pues en Ponyville hay una pastelería donde hacen dulces muy ricos…o eso creo.
-¿Cómo se llama?
-Sugarcube Corner…pertenece a los señores Cake, que son unos ponies muy simpáticos y agra…
-¡Genial! ¡Sugarcube Corner, prepárate, que allá va Herbal!-gritó, entusiasmado, mientras emprendía la marcha a paso rápido, con seguridad y alejándose como si supiera el camino con certeza.
Fluttershy, todavía algo desconcertada por aquel inesperado encuentro, sólo pude verle alejarse mientras desaparecía entre los árboles, sin hacerse aún una idea clara de qué le parecía aquel unicornio. Estaba un poco absorta, aún contemplando el lugar por el que vio por última vez a Herbal, cuando unos cascos aparecieron de repente tapando sus ojos y dejándola completamente a oscuras, al tiempo que una conocida voz resonaba en sus oídos:
-¡Fluttershy!, ¡a ver si adivinas quién soy! ¡Ji, ji, ji!
-Eh… ¿Pinkie?-casi preguntó, aunque era evidente que no se podía tratar de otra.
-¡Pues claro que soy yo!-apareció de inmediato la pony rosada frente a ella, con un curioso traje de exploradora y casi más sonriente de lo habitual-¿Qué tal, Fluttershy? ¡No esperaba verte por aquí! Aunque en realidad debería haberlo esperado, ya que tú siempre estás por el bosque para atender a los animalillos y la última vez que te vi dijiste que te tenían preocupada los de esta zona en particular porque los veías algo nerviosillos, así que era totalmente de esperar que vinieras a prestarles especial atención por lo que en realidad… ¡Sí esperaba verte aquí!
-Eh… Está bien… Supongo…-asintió Fluttershy, algo confusa-Y…esto… ¿Qué haces tú por aquí, Pinkie?
-¡Oh! ¡No te lo puedo decir tontilla!-se acerca a su oreja para susurrarle, como en confidencia-¡Es una misión secreta!-se aparta-Pero no te preocupes, pequeña, tita Pinkie se ocupa de todo.
-Pinkie, tengo un año más que tú…
-¡Todo saldrá bien!-siguió diciendo la particular pony fiestera, sin escuchar a su amiga-Pero ahora he de continuar mi épico viaje en busca de un lugar de leyenda…-añadió con tono épico.
-¿Un lugar de leyenda...?-Fluttershy estaba pensando que si el encuentro con aquel unicornio le había resultado extraño, aquello estaba siendo al guinda del pastel… Y es que Pinkie… Era Pinkie.
-¡Toma!-le tendió aquella a la pegaso un libro, que ésta pudo ver que se trataba de “Daring Do y el Arca de los Minotauros”-Para que te hagas una idea. Pero no olvides devolvérselo a Rainbow Dash para el día en que decida a su vez releerlo o devolvérselo ella a Twilight.
-De…de acuerdo…
-Y ahora te dejo, Fluttershy, ¡tengo mucho que hacer y una sola Pinkie no puede abarcarlo todo!... De momento…-dijo antes de desaparecer entre risas a saltos por el bosque.
-Y yo pensando que los animalitos se veían nerviosos…-suspiró Fluttershy.