Un tío que va al médico.
-Buenas -dice-. Vengo porque tengo un testículo más grande que el otro.
-De acuerdo -le responde el galeno-, enséñemelo.
-Lo haré si promete no reírse -afirma el paciente.
-¿Por qué iba a hacerlo? -pregunta el profesional.
Al final el paciente se baja los pantalones y mueve el calzoncillo mostrando uno de sus testículos... o, mejor dicho, algo parecido a un melón.
El médico no puede impedirlo y se empieza a reír a mandíbula batiente.
-¡Lo sabía! -dice el enfermo subiéndose el pantalón-. ¡Pues ahora no le enseño el grande!