Costó un poco, pero Dial consiguió reconocer que clase de criatura era la que había en la celda. Se trataba de una gallipente, una criatura con parte de gallina y parte de serpiente. Dial ya la conocía, sabía de ella gracias a un libro de la biblioteca. Simplemente tenía que evitar contacto visual, pero eso no sería suficiente para evitarla.
Escondido detrás de la estatua, con los ojos cerrados y los oídos preparados, se detuvo a pensar en su siguiente movimiento. Entonces, la gallipente apareció detrás de él y le mordió la cola. Dial se soprendió y dolorido corrió durante unos segundos, moviendo su cola hasta que la gallipente le soltó. Después, se escondió entre unas plantas.
Puede que no sea una amenaza inmediata, pero me ha hecho bastante daño en la cola. Aún así, no puedo quedarme aquí, podría despistarme y mirarla sin querer a los ojos.
Dial volvió a usar la magia para lanza una piedra a un claro visible de la celda para atraer a la criatura y poder atacarla. Tras lanzar la piedra, vio que no pasó nada. No escuchaba ningún ruido. Un momento después, escuchó a la gallipente moverse, pero no iba hacia el claro, sino que otra vez se acercó por la espalda de Dial. Intentó escapar, pero le volvió a morder la cola. Esta vez Dial tuvo que correr durante un buen rato para que la gallipente le soltara.
Agitado, Dial se escondió tras otra zona cubierta por plantas. Se estaba quedando sin ideas. Su siguiente plan fue a atacarla directamente cuando saliera de entre la maleza. Salió a una zona visible, y usándose él mismo como cebo, cerró los ojos y esperó. El silencio inundó la celda.
Sintió un rápido aleteo tras él, la gallipente iba a moderle la cola de nuevo. Dial se dio la vuelta con los ojos cerrados y empezó a golpear a la gallipente. De todos los golpes que lanzó, sólo recibió uno, tras el cual escapó. La mayoría de los ataques de Dial tan sólo golpearon el aire.
Dial se dio cuenta que ya no sólo era necesario atacarla de frente, sino que también tenía que dejarla incosciente, o al menos aturdida, de un golpe. Además, su cola empezaba a encontrarse muy dolorida, sentía que se la iba a caer del cuerpo ante todos esos mordiscos.
De nuevo, se dejó ver como cebo, pero esta vez se colocó al lado de la estatua. Cerró los ojos, y rezó para que el próximo mordisco fuera el último. Escuchaba un aleteo a lo lejos, con lentitud ese ruido estaba cada vez más cerca de él. Notaba que se le volvía a acercar por la espalda.
Cuando finalmente la gallipente saltó hacia Dial, de nuevo le mordió la cola. Entonces, Dial empujó la estatua y la tiró encima de la criatura; y de su cola. El grito de la criatura se mezcló con el suyo propio. Retiró la estatua para liberarse, y comprobó que la gallipente estaba noqueada. Por fin.