CAPITULO 34
Rayner mantuvo la mirada con la quimera, esforzándose en pensar como actuar.
-¿Pruebas?- repitió para asegurarse de haber escuchado bien.
-Tres pruebas- afirmaron las tres cabezas- Solo el verdadero elegido cuyos grabados representan a tus espaldas las superará…si superas las pruebas, demostraras ser el elegido y podrás escuchar la profecía-
Rayner se dio la vuelta y miró la gran losa, al ver las escenas que representaban su vida, estaba seguro de que era él aquel del que hablaban esas marcas, fuera lo que fuera que dijeran esos grabados, tenían que ver con él.
-¿Es importante esta profecía?- preguntó con expresión seria.
-Eso es algo que decidirás tú…si eres capaz de escucharla- explicaron las tres voces.
-¿Podría irme sin ningún castigo o consecuencia?- inquirió el humano, pues sabía que la puerta por la que había entrado aún estaba abierta, ya que veía un diminuto punto de luz natural al final del pasillo del lado de la sala por el que había entrado.
-Si te marchas, el templo decidirá que no eres el elegido…y cerrará las puertas hasta que el verdadero elegido entre-
Pero Rayner sabía que él era el que debía escuchar eso…no podía salir a avisar a nadie, tendría que afrontar esto solo, una parte de él se alegró de que fuera así.
-Empieza con tus pruebas, oráculo- dijo despacio mientras se aferraba a su mandoble, el instinto le empujaba a mantenerse alerta y esperar cualquier cosa.
La quimera se mantuvo quieta, entonces se levantó y avanzó despacio para sentarse en frente de la losa mirando a Rayner y bajo la luz de la grieta del techo. Una de las zarpas felinas fue a la cabeza de cabra y con una delicadeza asombrosa, se quitó la venda que cubrían los ojos. Eran de un blanco total, dando una imagen fantasmagórica y tétrica. Cuando la cabeza habló, las otras dos dijeron las mismas palabras al mismo tiempo.
-El elegido debe ser sabio y su mente debe ser fluida como un río para comprender el significado de la profecía, empieza la prueba del cielo-
Rayner esperó que le dijeran en qué consistía, con la mano aferrada al mango de su mandoble.
-Supera nuestros tres acertijos sin fallar ninguno, demuestra el poder de tu mente-
Rayner bajó su espada despacio, no estaba mal, esperaba algo más peligroso aunque no le gustó mucho la idea…no era muy bueno en acertijos.
-Primer acertijo- empezó la quimera.
“Aquello tan grande como una casa
que además bebe por los pies.
Se cambia de ropa una vez al año
Y a pesar de poder ser joven,
una cara tosca y marrón le ves”
Rayner se quedó pensando, solo tenía que concentrarse un poco y le sorprendió lo rápido que le llegó la respuesta.
-Un árbol- dijo decidido.
La quimera asintió, pero no sonrió o dio muestras de alegrarse, no le parecía importarle si el humano acertaba o no.
-Segundo acertijo- continuó la bestia
“Tan grandes pero que se ven pequeñas.
Sin embargo cuanta más oscuridad hay,
mejor se aprecian sus bellezas”
Este Rayner no contestó enseguida, pensó y pensó pero no se le ocurría nada que se viera mejor en oscuridad, primero pensó en las sombras pero lo descartó enseguida por lo de ser grandes y verse pequeñas. Empezó a pensar en sus amigos, esperando que sus rostros le enviasen la respuesta de golpe, al final vió el rostro de Luna y recordó sus hermosos ojos, tan brillantes como un par de…
-¡Estrellas!- exclamó Rayner- La respuesta son las estrellas-
La quimera volvió a asentir despacio, Rayner llevaba dos de tres, le tocaba el final.
-Tercer acertijo- dijo el oráculo mientras Rayner esperaba sorprendido que acertara tanto.
“El depredador más grande y mejor del mundo.
Siempre observa a su presa paciente
y siempre mira al menos con un ojo,
o uno fijo o uno cambiante”
Este le pilló desprevenido, nunca había escuchado algo así, empezó a intentar recordar todas las poderosas bestias grandes que podrían hacer eso pero ninguna podría hacer algo así. Cerró los ojos y empezó a pensar en cosas más simbólicas pero no se le ocurría nada. Él era un cazador, debía ponerse en el lugar de la solución…lo más grande, siempre acechando a la presa con al menos un ojo…uno era fijo y el otro cambiaba. Dos ojos…dos ojos…fijo y cambiante…pensó en algún depredador para buscar alguna pista y le llegó la imagen del halcón, siempre observando a las presas desde lo alto…en el cielo…el cielo…Le sorprendió lo claro que le resultaba ahora.
-El cielo es la respuesta- dijo con seguridad- Su ojo fijo el el sol y el ojo que cambia es la luna, pues cambia de fase. Siempre hay al menos uno de ellos mirando todo desde arriba-
La quimera asintió de nuevo.
-Tu mente es viva y sabia, joven- dijeron las tres voces.
Al humano le sorprendió lo bien que se le había dado esto pero volvió a la tierra cuando la quimera alzó otra vez su zarpa, que esta vez quitó despacio la venda de la cabeza de tigre albino, tenía los mismos ojos blancos y espectrales que la cabra. Cuando habló, también lo hicieron las otras dos cabezas.
-El elegido debe ser fuerte como una montaña y tener valor, demuestra que tienes el poder para actuar ante el mensaje de la profecía. Empieza la prueba de la tierra-
Rayner alzó su mandoble, creía saber donde iba a acabar esto.
-Derrótanos en combate y demuestra la fuerza de tu cuerpo- dijeron las tres voces mientras flexionaban las patas.
La bestia se le abalanzó encima pero Rayner rodó sobre sí mismo a un lado para esquivarla. Al levantarse vio que la bestia había desaparecido entre las sombras y él estaba bajo el rayo de luz, junto a la placa jeroglífica.
Giraba sobre sí mismo, esperando el ataque y escuchando para compensar su falta de visión. El ataque vino desde un lateral, una enorme zarpa le golpeó el el hombro con tanta fuerza que lo tumbó en el suelo. Rayner se dio la vuelta y lanzó un corte con su mandoble pero ya no había anda ahí.
La bestia era fuerte y rápida, además luchaba en su terreno, el humano tenía que sacar alguna ventaja, así que extendió las alas y levantó el vuelo. Después de subir, voló hacia una de las paredes para cubrir al menos su espalda y tener más posibilidades de contraatacar pero la bestia se abalanzó de nuevo ¡Desde arriba! Veloz como el viento había escalado las paredes hasta la cúspide de la cúpula y se había lanzado contra el volador.
Rayner cayó al suelo con la bestia encima, pero cuando se levantó magullado, el oráculo había desaparecido de nuevo. Ahora estaba lejos del centro de la sala, entre sombras y sin ninguna luz que le permitiese ver.
-Maldita sea- murmuró el humano apretándose el costado sobre el que había caído. Escuchaba el rozar de las garras contra la piedra acercarse, entonces se esforzó en enfocar su mente y conjuró la luz de linterna de su cuerno.
Cuando iluminó el terreno al frente, el ruido cesó, alumbró cuanto pudo pero sólo podía ver un par de metros al frente y la quimera no era idiota, no atacaría donde puede ser vista.
Un placaje del pesado y peludo cuerpo impactó a Rayner por la espalda y voló hasta estar en el centro, cerca de la lámina. Se levantó y con un giro atacó a su espalda pero de nuevo, el monstruo no estaba. Desesperado, Rayner se concentró para lanzar un relámpago brillante y azul a las sombras pero atravesó la sala, iluminando una buena parte pero no se vio nada.
El humano apretó los dientes, ese bicho podía ver en la oscuridad y él no era tan bueno en magia para hacer eso. Era más facil y más instintivo moverse por actos reflejos, por lo que se le daba mejor usar sus alas que su cuerno. Podía lanzar algunos conjuros de ataque y hacer levitar cosas pero los conjuros poderosos que podía hacer le llevarían tiempo y concentración mental, algo que no tenía en este momento.
Rayner tuvo una idea, se concentró y su cuerno brilló mientras de él emanaba una densa nube de humo negro que en breve envolvió media sala. Era un hechizo sencillo al fin de al cabo.
-¡Ja!-gritó el humano optimista- ¡Ahora estás tan ciego como yo!-
Pero un placaje de frente lo calló, el enorme cráneo de cabra cornuda le había impactado tan fuerte que lo estrelló contra la lámina con grabados, aunque la piedra permaneció intacta, Rayner perdió el aliento con el golpe y tuvo la sensación que iba a vomitar su esófago.
-Hace mucho que nosotros no podemos ver, joven- dijeron las tres voces mientras Rayner intentaba levantarse- Vemos con el alma, no con los ojos-
El humano se levantó jadeando y puso el mandoble ante él, en guardia.
-Así que tenemos un combate entre ciegos que pueden ver- dijo jadeando e intentando sonreír- qué irónico-
La quimera no dijo nada y retrocedió para ocultarse entre las sombras y el resto del humo mientras Rayner se esforzaba por plantear una nueva estrategia.
Ese monstruo era más fuerte y rápido que Rayner, además luchaba en su terreno y tenía la ventaja de poder ocultarse.
Sin embargo su estrategia consistía en atacar y retirarse, propio de aquellos que no tienen mucho aguante o resistencia, probablemente con un golpe bien dado podría hacerle mucho daño.
El problema era que no podía alcanzarle, tenía que encontrar una manera de eliminar la velocidad pero ¿Cómo?
Mientras pensaba, recordó la pelea que tuvo contra Rainbow Dash en un duelo, la pegaso había sido muy rápida (en realidad, mucho más rápida que su actual enemigo)
Pero él la había conseguido reducir agarrándole una de sus alas y eliminando así su ventaja. “Tu mejor fortaleza puede ser tu peor debilidad” le había dicho el humano, ahora tenía que aplicar su propio consejo.
Lo primero que tenía que hacer era eliminar su velocidad, para ello debería acercarse a la quimera pero ella no le dejaría, tenía que hacer que la bestia se acercase a él.
Decidió poner en marcha su plan, consciente que si salía mal, Rayner acabaría hecho pedazos.
Lo primero era poner el cebo, así que Rayner, con la espalda apoyada en la losa y bajo la luz del sol, lanzó su espada a las sobras de delante, de modo que ya no veía donde estaba. Un sonido metálico confirmó que cayó al suelo, ahora estaba desarmado y vulnerable.
-¡Venga híbrido! ¿Acaso persistes las agallas además de la visión?- le incitó.
No hubo sonido de respuesta pero el humano esperó paciente como el cazador que era.
Al final un rugido en el frente lo activó y vió como la bestia se le abalanzaba con las fauces abiertas y las zarpas extendidas.
Rayner no rodó o se defendió, sino que dio un salto adelante, directo a su atacante, el oráculo no lo esperaba y pronto lo tuvo nariz con nariz. El humano alzó su brazo derecho recubierto con metal negro en forma horizontal y lo encajó entre las fauces de la bestia, cuando los dientes mordieron, su otro brazo se estiró hasta agarrarse a la peluda piel del pellejo y agitó sus piernas para enroscarlas al cuello del monstruo.
Ahora estaba pegado a la cara de la quimera, aferrado con fuerza como si fuera un bebé koala a su madre, la quimera se sacudió, sorprendida por ese acto, retrocedió de nuevo a las sombras pero esta vez su presa estaba aferrada a su cabeza de tigre.
Rayner no perdió tiempo y agitó sus alas con fuerza, las agitó y agitó sin parar mientras la quimera sacudía la cabeza. Con un enorme esfuerzo, Rayner levantó el vuelo, arrastrando a la quimera a la que se aferraba, el monstruo se agitaba e intentaba arañar a Rayner pero este seguía agarrado a su rostro desesperadamente. Se levantó cinco metros, diez metros, veinte metros pero a los treinta le empezaron a doler las alas por el esfuerzo con las que las batía, pero era suficiente.
Con un último sobre esfuerzo, Rayner batió las alas y se dio impulso hacia abajo, cayó a gran velocidad aún aferrado a la cara de la quimera mientras ésta se movía para mantener el equilibrio, pero el humano se aseguró que estuviera todo el rato cara arriba, con la espalda mirando al suelo. Cayeron a una gran velocidad, cada vez estaban más cerca del suelo, Rayner no lo veía porque el enorme cuerpo de la bestia le tapaba la visión, pero notó la sacudida cuando, con la fuerza para tumbar a un oso, los doscientos kilos de músculos de la quimera se estrellaban ante la roca.
El golpe afectó también a Rayner, ya que la inercia movió su brazo entre los aserrados colmillos, rayando el metal de su extremidad y provocando dolor, pero la quimera lo sintió aún más. Cayó con tanta fuerza que rebotó un poco en el suelo, al alzarse de nuevo, abrió las fauces por el golpe, dejando libre el brazo de Rayner y éste no perdió el tiempo. Todo pareció ir a cámara lenta, alzó el puño oscuro y con una gran fuerza a la que se le añadió la segunda caída tras el rebote, un directo a la cabeza de tigre que la estrelló en el suelo, agrietó la piedra y le faltó muy poco para no fragmentar hueso. Uno de los colmillos de sable se partió casi por la base y salió volando hasta chocar contra la lámina de la profecía.
Rayner jadeaba aún encima del monstruo, pero hizo todo lo que pudo para volver cerca de la losa, que estaba a unos tres metros solamente (habían caido justo en la zona intermedia entre la zona con luz y la zona oscura), tomó el colmillo fragmentado como arma, ya que podía funcionar perfectamente como una gran daga, se puso de nuevo en guardia por si lo tenía que repetir, pero la quimera no se movió, siguió cara arriba, estrellada en la piedra, Rayner suspiró cansado pero se puso en pie cuando la quimera se alzó despacio.
Pero el monstruo no hizo ningun gesto hostil, ni siquiera hizo un movimiento para esconderse, sólo se sentó ante el humano como había hecho al principio, como si no hubiera pasado nunca esa pelea.
-Tu cuerpo es fuerte e imparable, joven- dijeron las tres voces, sin muestras de cansancio.
Solo quedaba la última prueba y Rayner esperaba que fuera más sencilla que este combate, pero el instinto lo puso en guardia.
La cabeza de cobra dorada apareció al lado de las otras dos mientras siseaba y con una suave sacudida, dejó caer su venda, los ojos eran igual de blancos y espectrales que los otros dos.
-No sirve de nada la mente y el cuerpo- empezaron las voces- Si no se posee voluntad para afrontar el destino, que comienze la prueba del espíritu-
Rayner no lo esperó, de la losa rígida emergieron varios tentáculos, blandos y flexibles como arcilla semisólida, del mismo color que la losa, Rayner por acto reflejo dio un salto para separarse pero debido al cansancio apenas se alejó un metro, varios tentáculos envolvieron sus piernas y brazos y lo arrastraban ante la losa.
-Demuestra tu voluntad- dijeron las voces- O conviértete en parte del templo-
Rayner se movió cuanto pudo para zafarse pero los tentáculos no lo soltaban y le acercaban más. El humano hundió la mano de metal en la piedra para ralentizar su perdición y en parte lo consiguió. La otra mano aún aferraba el colmillo y lo agitó con fuerza para cortar las ataduras, que cedieron como plastilina ante un cuchillo pero cuando se libró de todas y se dio la vuelta, más tentáculos emergieron y envolvieron sus grandes alas, que arrastraron con más fuerza a su victima, haciendo que dejase caer el colmillo. Rayner notó como cuando sus alas tocaron la losa, empezaban a unirse a la piedra, quedando de la misma consistencia y color, Rayner supo que tenía que a menos que hiciera algo desesperado, sería aprte del templo.
El humano se concentró todo lo que le permitía la situación y usó la magia, el miedo le ayudó a que saliera bien y un gran portal gris apareció ante él en forma de óvalo, otro portal igual apareció un poco más lejos.
El humano se concentró hasta que sus venas se marcaron en su cuello y con sus poderes, movió el portal más cercano para hacer que su cuerpo pasara a través de él.
Inmediatamente, emergió en el portal más alejado, este conjuro era para moverse a lo largo de enormes distancias, pero era más fácil conjurarlo cuanto más cerca estuvieran el uno del otro. Era el último conjuro que aprendió y uno de los más poderosos que podía hacer hasta el momento.
Movió el portal hacia él hasta que su cuerpo entero lo atravesó y después redujo su tamaño para que sólo ocupase su espalda, ahora tenía su cuerpo en el portal más alejado mientras que sus alas estaban en el que estaba más cerca de la losa, Rayner sabía que tenía que hacer, se lo dijo a Celestia en una ocasión “Habrá ocasiones en las que tomes la decisión que tomes, perderás algo, deberás escoger la que pierdes menos, aunque eso no lo hace menos doloroso”, Rayner mordió su antebrazo izquierdo para evitar morderse la lengua por lo que iba ha hacer, cerró los ojos se dejó de concentrar para mantener el portal abierto y cerró las fisuras.
El dolor fue rápido, frío y vacío, la conexión era muy delicada y el conjuro era muy peligroso, al cerrar los portales conectados, todo lo que lo estaba atravesando sufría el cierre, las alas estaban medio fusionadas con la losa, sólo pudo amputarlas para evitar que todo su ser pudiera sufrir el mismo destino.
El grito de Rayner fue ahogado por el antebrazo que mordía, cayo de rodillas y estrelló su frente en el suelo mientras lloraba de dolor, de los pequeños muñones que emergían de su espalda manaba sangre carmesí como de una horrible fuente de carne.
Pero entonces sintió una sacudida, algo exacto a cuando subes una escalera y das un paso más pensando que hay otro escalón, una sacudida de cuerpo entero durante un minúsculo segundo.
Rayner volvió en sí, aún con lagrimas en sus ojos y de rodillas, miró a su alrededor y volvió a ver sus aals, provó a moverlas, asustado y respondieron,. Miró a la losa pero no había signos de tentáculos. Se giró entonces a la quimera, que no había hablado en todo el rato.
-¿Qué ha pasado?- exigió jadeando
-Has superado la prueba- dijeron las tres voces con calma- Tienes la voluntad férrea y el espiritu para afrontar la profecía-
-¿Era real?- preguntó el humano
-Una mera ilusión…bajo los ojos de hipnosis de la cobra…ahora has demostrado que eres el elgido y puedes escuchar la profecía-
Rayner cayó de espaldas, agotado por todo el esfuerzo físico y mental de las pruebas.
-¿Puedo descansar un poco antes?- casi suplicó, sabía que lo que le dirían sería algo importante, pero simplemente no podía aguantar.
La quimera asintió con las tres cabezas en silencio.
Rayner cerró los ojos y respiró jadeando, parecía que hubiera corrido una maratón y hubiera realizado un examen universitario a la vez, estuvo casi media hora así hasta que se levantó despacio, volvió a tomar el colmillo y su mandoble, aún estaba cansado pero necesitaba escuchar esto.
-Habla, oráculo- dijo decidido- El elegido te escucha-
La quimera abrió sus seis ojos, que brillaron con una luz blanca muy fuerte, las cabezas hablaron de nuevo, más sincronizadas que nunca, tan armoniosas que parecía imposible. Rayner escuchó las palabras.
Un joven extraño vendrá a través de las estrellas
envuelto en luz y misterio, con voluntad férrea.
En su nuevo hogar ganará el título de “amigo”
luchando contra los devoradores se mundos ganará el título de “héroe”
y sobreviviendo al fuego de la guerra ganará el título de “líder”.
Pero el amigo, el héroe y el líder ganará un título más
bajo la amenaza de su propia sombra y su propio mal.
La sombra abrirá la puerta del corazón y liberará las llamas,
el fuego consumirá la tierra y ascenderá para devorar las estrellas.
Sólo la voluntad triunfará sobre el miedo.
Sólo la piedra contendrá la llama.
En cuanto se produjo la última sílaba, el templo tembló y las paredes empezaron a derrumbarse, una gran roca cayó junto a Rayner.
-¡¿Qué pasa ahora?! ¡¿Otra prueba?!-
-La profecía ha sido escuchada por el elegido- dijeron las voces de la quimera con calma, cuyos ojos aún brillaban- El templo ha cumplido su misión-
Otra roca cayó y casi aplastó al oráculo.
-¡Salgamos de aquí!- gritó Rayner a la inmóvil bestia.
-Hemos cumplido con nuestro destino- dijeron sin alterarse las cabezas- Ahora vete, joven elegido…y decide cómo enfrentarte al tuyo-
Rayner no insistió, batió sus alas y atravesó la sala esquivando los cascotes que caían, aferrando su mandoble y el colmillo se adentraron en el pasillo, que parecía ceder a medida que avanzaba volando, a lo lejos vió la puerta y la luz solar. Agitó las alas y atravesó la entrada, mientras las piedras caían justo a sus espaldas.
Rodando por el selo y cejado por la lz del sol, Rayner sintió como la nube de polvo se levantaba tras el derrumbe, al girarse, entre la polvareda, vió lo que quedaba del templo, nada más que una montaña fragmentada, reducida a grava y tierra.
El humano se puso en pie, mirando el desolado paisaje, levantó su mano y miró el colmillo que sostenía. El trofeo que había arrebatado en la pelea con el oráculo le recordó las palabras que le había contado, Rayner apretó el puño que envolvía el colmillo y resopló por la nariz.
-Me estoy empezando a cansar del rollo este del salvador del mundo-