[center]MY LITTLE PONY[/center]
[center]PARALLEL STORIES[/center]
[center]Chapter 1x05[/center]
[center]Cutie Marks[/center]
—No puedo creérmelo —Knowledge se quejaba—. ¿Por qué tengo que ser yo?
—Eres la indicada para hacerlo —respondió Muffled.
—Pero… con la cantidad de ponis que hay en el pueblo, ¿no puede ser otro? —suplicó la historiadora.
—No. Así lo hemos decidido —Magic Sales fue tajante.
—Pero tengo muchas cosas que hacer… —Knowledge imploró.
—Lo sabemos, y por eso esas tareas las compartirás con tus amigas —comentó Wise Words.
—Sería rebajarme… —rogó Knowledge.
—Eres la historiadora del pueblo… —indicó Look Talker, mediante movimientos oculares—, entra dentro de tus tareas.
—Pero… —la blanquecina poni de tierra no sabía cómo continuar.
—Por favor… —Disarming Smile empezó a hacer “La expresión”.
—¡Está bien! ¡Está bien! —Knowledge se tapó los ojos—. Haré el censo de habitantes.
Y, con los ojos aún tapados, se marchó de la plaza de la estatua caminando hacia atrás.
Todos los miembros del Consejo se miraron entre sí, satisfechos, pero Disarming Smile todavía mantenía “La expresión”… Así que Look Talker miró rápidamente al suelo, Muffled y Magic pusieron gesto de repulsa… y Wise Words miró fijamente a Disarming y visiblemente contrariado, exclamó:
—Deja… de hacer… eso.
De forma fulminante, Disarming cambió la expresión a tristeza y se echó en el suelo, soltando un gemido como el de un perro afligido.
[center]* * *[/center]
—¿Qué haces? —preguntó Flashing, abordando a Knowledge en la calle.
—Estoy haciendo el censo de habitantes —respondió ésta—. Es… —puso un tono irónico— algo primordial.
—¿Y para eso necesitas tanto equipo? —inquirió la unicornio, señalando el flanco derecho de su amiga.
Knowledge portaba un zurrón del que asomaba una regla, un telescopio, un compás, una brújula y material de repuesto.
—Es por si acaso… —entonces la historiadora rebuscó entre los cachivaches del zurrón y sacó algo, que sujetó sobre las patas delanteras—. Veamos… —Knowledge miraba un papel, que contenía unos recuadros, en cuya cabecera podía leerse “Casa / Habitante / Sexo / Color pelaje / Color crin / Color ojos / Cutie Mark / Otros”—. Empezaré por aquí —dijo finalmente, señalando la casa más alejada de la mina.
Flashing permaneció quieta, dejando a la historiadora hacer su tarea. Ésta se dirigió a la casa mencionada, sacó una redoma de tinta y una pluma del zurrón y llamó a la puerta. Un semental abrió y empezó a hablar con ella. Mientras conversaban, Knowledge garabateaba en el papel. Poco después la poni de tierra se inclinó ligeramente, mientras expresaba un agradecimiento por el tiempo y la información, y se dirigió a la siguiente casa, del mismo lado de la calle.
La potrilla hizo entonces una panorámica del pueblo. La cantidad de viviendas era bastante grande: últimamente se habían construido bastantes, y las que en su día estaban abandonadas, se habían restaurado y ocupado. Todas menos la casa de “La abuela Terror”. Era una casa encantada, como solía haber en casi todos los pueblos. Y, aunque Flashing había entrado muchas veces a esa morada en concreto, nunca había ocurrido nada de lo que se hubiese podido arrepentir.
Sin embargo, sabía que Knowledge tendría mucho trabajo en el censo. Cuando Flashing volvió a centrar su vista en ella, ésta resoplaba delante del portón de la siguiente casa y llamó a la puerta, pero nadie respondió.
La historiadora se sentó y miró al suelo, apesadumbrada.
—Esto me va a llevar tooodo el día —se quejó.
[center]* * *[/center]
Abrió los ojos y la luz le cegó, obligándole a cerrarlos de nuevo. Lentamente volvió a abrirlos, hasta acostumbrarse al resplandor que inundaba sus pupilas. Miró alrededor. Solo había rocas. ¿Qué había pasado? No recordaba absolutamente nada. Alzó los cascos delante de sus ojos. Sí, seguía siendo un poni. Un grisáceo poni. “Todo está bien. Todo va a salir bien”, pensó.
Se incorporó poco a poco. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Parecía que estaba en un camino de tierra. “Bien, un camino indica poblaciones”, se dijo a sí mismo. Pero tenía que elegir un sentido. Volvió a mirar alrededor. No se veía ninguna casa cercana, pero encontró un palo reseco. Lo cogió, lo puso sobre una punta y lo soltó, dejándolo caer. Miró la dirección que señalaba la punta... era la dirección que iba a tomar.
Empezó a trotar lentamente, pues tenía que acostumbrarse otra vez al movimiento. El camino estaba desierto, pero tenía huellas… era una gran señal, ya que esas huellas podrían conducir a su salvación. Giró un recodo. Después otro. Y posteriormente otro. Entonces, a lo lejos, vislumbró un pueblo, aunque en realidad más bien era una sucesión de casas que llevaban, según su forma de embudo, a una montaña. Quizás ahí le ayudasen, pues no recordaba nada, absolutamente nada.
Aceleró el trote hasta convertirlo en un galope, seguro de que recibiría ayuda. Tropezó y empezó a rodar sobre el suelo. Todavía estaba torpe y débil. Y ahí se quedó, en mitad del camino, todavía algo lejos de esa aldea… su salvación. Intentó levantarse de nuevo, pero fue incapaz de lograrlo. Finalmente, se rindió. “Estoy tan cerca de la salvación y a la vez tan lejos…”, musitó desesperado. Iba a desmayarse. Con un último esfuerzo, empezó a escribir en el suelo la palabra “AYUDA”, pero su sudor era tan excesivo tanto que su crin castaño se le pegaba a los ojos, impidiendo su visión, pero logró terminar el mensaje. Solo esperaba que algún habitante de ese pueblo le viese y le prestase ayuda.
Entonces se desmayó, exhausto, sobre el costado derecho, dejando ver todo su lado izquierdo. Su grupa, aunque él no lo sabía, estaba vacía. Su Cutie Mark había desaparecido.
[center]* * *[/center]
—Flashing, ¿Sabes dónde está Feather? —preguntó Shiny—. Llevo toda la mañana buscándola.
La potrilla seguía sentada observando a Knowledge, que había avanzado dos casas más.
—Está en Ponyville —respondió la unicornio, con una sonrisa.
—¿Y por qué está ahí? —inquirió Shiny, extrañada.
—Van a cambiar la Estación. Se preparan para traer la primavera —Flashing seguía mirando a Knowledge—, y es un evento en el que tienen que participar todos sus habitantes.
—Aham… —dijo la dorada pegaso, esperando que la potrilla terminase la explicación.
—Y eso incluye a sus carteros, entre ellas mi prima —añadió la pequeña unicornio—. Pero las cartas tienen que entregarse, y por eso Feather está allí, para ocuparse del correo mientras hacen la conversión de invierno a primavera.
Shiny miró entonces a todos lados. Solo veía casas, rocas, un par de árboles resecos, la estatua de la plaza y al fondo la mina. Pero no veía ningún copo de nieve.
—No recordaba que estábamos en invierno —dijo—. Y menos aún que se acerca la primavera.
—Ya, esto es un erial —indicó Flashing, mirando a Shiny—. Aquí siempre es verano… o invierno sin nieve… De todas formas, nos ahorramos todo el trabajo que tienen que hacer en Ponyville… y eso es bueno, ¿verdad? —dijo, sonriendo.
—Ya veo… Espera, ¿has dicho que tienes una prima en Ponyville? —preguntó la joyera, sobresaltada.
—Sí, y es una de las cartero —la prestidigitadora sonrió de forma más acentuada, hinchiéndose de orgullo—. Ya ves, cartero… Creo que es la que tiene el trabajo más responsable de toda la familia.
—Pensaba que… —la pegaso sabía que la potrilla vivía sola en su casa, pero no que tenía familia en Ponyville.
—Sí, y se llama Derpy —la sonrisa de Flashing ya era de oreja a oreja—. Y me encanta ir a verla, porque cada vez que nos vemos, nos lo pasamos genial.
—Espera un momento… —Shiny entrecerró ligeramente los ojos—. ¿Derpy es una pegaso?
—Sí, así es —respondió la prestidigitadora.
—¿De pelaje gris y la crin amarillo lima? —inquirió la joyera.
—Esa misma —contestó la potrilla.
—¿Con una Cutie Mark de burbujas de color celeste? —interrogó la pegaso.
—Correcto —alegó Flashing.
—¿Y los ojos amarillos así…? —Shiny se tapó un ojo con una pata y miró arriba con el otro— ¿… y así? —entonces se tapó el otro ojo con el mismo casco y con el abierto miró hacia abajo.
—¡Sí, esa es mi prima Derpy! —la unicornio no cabía en sí de gozo—. ¡Derpy Hooves! Yo soy Flashing Hooves, ella es Derpy Hooves. Somos primas hermanas.
—Pues dile cuando la veas que me debe una rueda de repuesto —la joyera volvió a entrecerrar los ojos, pero con una sonrisa en la boca—. Y que tenga más cuidado la próxima vez de no caer del cielo. Me costó muchísimo cambiar esa rueda rota.
—Sí, definitivamente es Derpy —Flashing rió—. Un poquito atolondrada pero de muy buen corazón.
Entonces la potrilla se puso seria y miró fijamente a los ojos de Shiny.
—¡Iré pronto a Ponyville y veré a Derpy… y también a Pinkie Pie! —dijo.
Y empezó a corretear por toda la calle mientras hacía gestos: gritaba “¡Flashing Hooves!” y movía los cascos rápidamente; después chillaba “¡Derpy Hooves!” y empezaba a correr para, al final, pegar un pequeño salto a modo de despegue; y finalmente voceaba “¡Pinkie Pie!” y pegaba un salto extraño con las cuatro patas a la vez, como si tuviese un muelle debajo de cada casco. Y volvía a empezar, mientras ignoraba a Shiny.
Shiny sonrió. Estaba reuniendo dinero y pronto invitaría a todas a pasar una tarde al Spa de Ponyville. Y Flashing vería a su prima y a esa tal Pinkie Pie.
—Por cierto, cambiando de tema… ¿Qué está haciendo Knowledge? —preguntó, señalando a la historiadora.
—Ah, ella… Está haciendo el censo —entonces la potrilla se paró en seco y se acercó a la pegaso.
—¿El censo? ¿De verdad tiene que hacer el censo? —la joyera se extrañó.
—Por lo visto sí, ya la estás viendo —la unicornio se puso seria, aunque seguía riendo por las comisuras de su boca.
—Quizás sería bueno ayudarla —expresó Shiny.
—Se nota que no la conoces aún —Flashing volvió a reír—. Va a decir “No gracias, (carraspeo, carraspeo) puedo con esto perfectamente, (carraspeo) ya lo verás”, y, cuando caiga la tarde, vendrá a pedir por favor que le ayudemos.
—No sé… voy a ofrecerle mi apoyo de todas formas —decidió la dorada pegaso.
—Como quieras, te espero aquí —Flashing se sentó sobre sus cuartos traseros.
Shiny se acercó a Knowledge, que estaba hablando con un potrillo que lo único que quería era jugar a darle patadas en la espinilla. Cuando la historiadora se rindió, empezó a dirigirse a la siguiente casa, momento en que aprovechó Shiny para abordarla.
—Knowledge, veo que no estás teniendo mucha suerte, ¿quieres que te ayude? —preguntó la joyera.
— No gracias —Knowledge carraspeó dos veces—, puedo con esto perfectamente —volvió a carraspear—, ya lo verás.
—De acuerdo, de acuerdo… —Shiny sonrió tontamente—, estaré en mi casa al atardecer, por si te interesa saberlo.
—Te aseguro que no voy a necesitar ayuda —indicó la historiadora, mientras llamaba a la siguiente puerta.
Shiny volvió a donde estaba Flashing.
—Tenías razón… —dijo—, incluso ha carraspeado igual.
—Tenemos tiempo hasta el atardecer, así que… —Flashing sonrió, sabiéndose ganadora de la contienda—, ¿te apetece ver mi nuevo truco mágico?
—Siempre disfruto con ellos —respondió Shiny.
Entonces se dirigieron al puesto de la prestidigitadora. Ésta se puso al otro lado del mostrador, y sacó de su zurrón una baraja de naipes. Empezó a barajarlas en un sentido, en otro, formando una torre, con un casco, con el otro… Al principio el movimiento era lento, pero la prestidigitadora aumentó el ritmo poco a poco, hasta que, debido a la rapidez, Shiny perdió la baraja de vista, a pesar de que sabía que lo tenía delante.
En un momento dado Flashing paró e hizo un abanico con las cartas, mostrando el dorso de los naipes.
—Elige una —dijo la potrilla—. Voy a intentar adivinarla.
Shiny escogió una carta al azar y la miró. Era una carta artesanal, en el que se veía un “4” sobre un fondo rojo, pero hecho con una calidad tal que parecía dibujado por un potrillo muy joven.
—Bien, ahora ponla en donde quieras —la unicornio seguía mezclando las cartas a una velocidad increíble. Volvió a parar y de nuevo hizo un abanico con los naipes mirando hacia abajo. Shiny introdujo su carta en un lugar al azar.
Flashing volvió a barajar muy rápido y puso los naipes bocabajo sobre la mesa. Levantando la primera, dijo:
—¿Es ésta? —preguntó, mostrando un “2” sobre fondo amarillo.
—No, no lo es… —Shiny alzó una ceja, confundida.
—Vaya, qué pena… déjame intentarlo otra vez —la sonrisa de la prestidigitadora dejó de ser tan pronunciada.
—De acuerdo —la joyera sonrió, intentando animar la situación.
La prestidigitadora puso el “2” sobre fondo amarillo al lado de la baraja, y levantó la siguiente:
—¿Es ésta? —era un “7” sobre fondo rojo.
—Cerca, pero tampoco es —Shiny se extrañaba, Flashing no solía fallar así.
—No sé qué me pasa… —declaró la unicornio mientras dejaba el “7” sobre fondo rojo encima de la otra.
Flashing se quedó pensativa durante un segundo y dijo:
—Ah, claro… —volvió a mostrar una gran sonrisa—. ¿Cómo va a estar la carta aquí, si se encuentra en tu zurrón?
Shiny miró instintivamente dentro de la alforja. Arriba del todo había una carta. La cogió y la miró. Era el “4” sobre fondo rojo. Shiny se quedó sin habla. ¿Cómo lo había hecho Flashing, si en ningún momento se había acercado a ella?
—Es… un truco maravilloso. Me encanta —dijo sonriendo—. Me tienes que explicar cómo lo has hecho.
—Ah, se hace pero no se dice —Flashing cerró los ojos por la alegría—. Y por eso son tan fantásticos estos trucos mágicos, porque te quedas con la duda de si es un truco… o si es verdadera magia.
Shiny se quedó mirando el naipe que aún sostenía, y luego preguntó:
—¿Por qué estas cartas son así de… raras?
—Porque son cartas básicas de trucos mágicos —explicó Flashing—. Solo viene el dorso, y el resto lo he pintado yo. ¿Te gusta?
—Son muy… originales —Shiny sonrió forzadamente.
—Lo sé, lo sé… —Flashing bajó levemente la mirada—, son penosas. No se me da bien dibujar, así que lo hice lo más básico posible: números del uno al diez y cuatro colores de fondo, blanco, por la Princesa Celestia; rojo, por el fuego; azul, por el agua y negro por la Princesa Luna.
Shiny apartó el naipe “7” sobre fondo rojo y señaló la que estaba debajo.
—¿Y por qué ésta es amarilla? —preguntó.
—Porque no tenía un rotulador azul —Flashing sonrió—. De todas formas, me interesaría conseguir una baraja profesional, pero para ello tendría que ir a una ciudad con mayor comercio. Quizás en Ponyville… ¿Ves? Otra razón para ir allí.
Shiny dejó de atender a Flashing. Había revuelo en la entrada del pueblo, y ella estaba demasiado lejos como para enterarse perfectamente del motivo. Y sentía mucha curiosidad, pues un revuelo así, en un pueblo tan tranquilo como Northwest Mines Town, era realmente insólito.
—Y me compraría una baraja… —continuó diciendo Flashing— de Prance. Son las mejores. O quizás… —se puso nerviosa de emoción—. ¡Sí…! ¡De Bullspain! Me encantaría tener una auténtica baraja de Bullspain. Mis trucos mágicos subirían de categoría, sin duda.
—¿Bullspain? —Shiny preguntó, aunque apenas prestaba atención a la unicornio. Su mente estaba dividida entre ella y el revuelo, que ahora era mucho mayor. Entrecerró los ojos, intentando un efecto catalejo y le pareció ver que llevaban en volandas a algún poni entre varios. Su curiosidad iba en aumento.
—Sí, ya sabes… —respondió la prestidigitadora— La mítica ciudad-estado de Bullspain, habitado por los seres más avanzados del mundo. Tenían carros voladores, controlaban automáticamente el clima, esas cosas… hasta que en una noche, hace siglos, desaparecieron… y ahora nadie sabe dónde están.
—Todo eso son cuentos, Flashing —Knowledge estaba parada delante del puesto—. Y no deberías creer ni una sola de esas historias fantásticas. Igual que Marelantis… otro mito.
—Pero sé que existen —la unicornio se puso muy seria y miró fijamente a Knowledge.
—Te lo digo yo. No existen, créeme —la historiadora también se puso seria.
—¿Y por qué hay tantas cosas de Bullspain vendiéndose en Equestria, por ejemplo? —preguntó Flashing, enfurruñada.
—Fácil, son todas falsas —respondió Knowledge—. No hay ninguna prueba que evidencie la verdadera existencia histórica de un país tan avanzado. Por favor… —adquirió un tono irónico—, ¿una nación con tales conocimientos científicos que podría conquistar medio mundo en cuestión de segundos?… ¿Y por qué no lo hicieron? Porque no existían.
—Eres una aguafiestas, ¿lo sabías? —la prestidigitadora se enfoscó y empezó a trastear con la baraja.
—Y solo se les ocurre dejar para la prosperidad objetos tan avanzados como… barajas de cartas… —entonces Knowledge se fijó en la dorada pegaso—. ¿Qué estás mirando, Shiny? —preguntó.
Ésta señaló la marabunta de ponis que estaban rodeando una casa. Era una vivienda al final del pueblo, en concreto la segunda de la lista de Knowledge, en la que no abrió nadie cuando llamó... Parecía que sí que estaba habitada.
—Genial, ya sé por qué no había nadie en su casa esta mañana —Knowledge se lamentó—. Están casi todos aquí —se acercó a Shiny para decirle en el oído—. Tú entretén a Flashing, yo voy a acercarme para terminar el censo y de paso a ver si me entero del motivo de por qué rodean esa casa.
Shiny aceptó, aunque en realidad le hubiese gustado enterarse ella misma del motivo. Knowledge se acercó al grupo de ponis y empezó a preguntar. De vez en cuando le señalaban una dirección u otra, seguramente indicando dónde vivían, y ella apuntaba todo en la hoja. Al rato volvió con los ojos abiertos como platos. Shiny y Flashing estaban sentadas esperando, aunque ésta última jugueteaba con la baraja.
—No os lo vais a creer… —Knowledge estaba asombrada—. Es el poni que vive en la segunda casa… le han encontrado por el camino de la encrucijada, desmayado y muy mal de salud; pero eso no es lo peor… su Cutie Mark… ¡había desaparecido!
Shiny y Flashing se sobresaltaron.
—¿Quéeee? —preguntó Flashing.
—¿Cómo? —inquirió Shiny.
—Sí, como lo oís. Antes tenía su Cutie Mark… —Knowledge miró la hoja—. Un serrucho cortando un tablón, pero ahora no tiene absolutamente nada, según me han dicho. Por suerte para él, han ido a Ponyville a pedir ayuda.
Las tres miraron hacia la casa del poni enfermo, que estaba totalmente rodeado de curiosos. Era raro, muy raro… ¿Desde cuándo desaparecen las Cutie Marks? Shiny había oído de pegatinas para potrillos simulando una Cutie Mark, y que se iban después de una sesión intensiva de agua y jabón. Knowledge recordaba haber leído sobre un antiguo rito de maldición que hacían los guerreros de Zebrica, pero sus efectos eran otros: cambiar los dibujos corpóreos por otros… pero esto era distinto.
—Es la venganza… —dijo Flashing— de los Bullspainianos —y puso las patas delanteras en alto, moviéndolos en círculos, como intentando infundir miedo—. Por decir que no existen.
—¿Pero cómo van a ser ellos? —Knowledge miraba a la potrilla con estupefacción.
—Además, por lo visto al… enfermo… lo han encontrado antes de que Knowledge dijese nada —matizó Shiny.
—Ya lo sé… —Flashing sonrió—. Pero es que estabais tan calladas…
—¡Por Equestria, se ha desmayado! —se oyó un grito masculino en la multitud.
—Estaba a mi lado y se ha caído en redondo —se escuchó otra voz, esta vez femenina.
—¡Es uno de los que le han traído! —chilló otra poni.
—¡Mirad! ¡Su Cutie Mark ha desaparecido! —gritó un cuarto.
Y todos en la multitud empezaron a trotar gritando y huyendo a todas direcciones. Incluso Flashing, Knowledge y Shiny, asustadas, empezaron a marchar hacia atrás, hacia la entrada a la mina. No tenían escapatoria.
—Tskkkk… Tskkkk… —alguien les llamaba. Las tres se giraron y la vieron… Era Gentle, desde la puerta de su casa, indicándoles con el casco de que entrasen, cosa que hicieron sin dudar.
Shiny no había entrado nunca en la morada de Gentle. Pasaron directamente al salón. Tenía una decoración… peculiar. Apenas había muebles o, mejor dicho, apenas había nada, era casi como un solar dentro de un edificio. Únicamente había una repisa con dos frascos y una alfombra en mitad de la habitación.
—Contadme, ¿qué ha pasado? —preguntó Gentle, cerrando la puerta.
—No te lo vas a creer… —empezó a decir Shiny.
—Eso, no te lo vas a creer —dijo Flashing.
—De hecho, no te lo vas a creer —respondió Knowledge.
—Pues sí puede que me lo crea —Gentle miró a todas y, señalando a Shiny, preguntó—. Dime, ¿qué es lo que ha pasado ahí fuera?
—Verás… —la pegaso no sabía cómo continuar—, han encontrado a un poni muy enfermo, y lo han trasladado a su casa. Ha venido hace poco de no sé dónde, pero… —Shiny puso cara de asombro— no tenía Cutie Mark… le había desaparecido.
Gentle alzó una ceja. Ninguna de las tres lo comprendía… un evento tan asombroso como ese y Gentle solo hacía un gesto tan… soso.
—Decidme, ¿le ha desaparecido a alguien más su Cutie Mark? —fue lo único que dijo la unicornio de dos colores.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Knowledge.
—Vaya… —Gentle se llevó el casco a la barbilla—. Entonces ya ha empezado…
Shiny, Flashing y Knowledge se miraban sorprendidas. ¿Cómo conocía Gentle que había otro afectado? Y lo más importante, ¿cómo sabía que iba a ir a más?
—Veréis… —dijo la unicornio de dos colores—. Cuando yo estudiaba Historia de la magia en la Escuela de Magia de Canterlot, los libros de la escuela eran muy… escuetos, así que tuve que investigar por mi cuenta algunas cosas, y una de las cosas que averigüé fue lo siguiente:
Todas se sentaron en el suelo, pues sabían que iba a llevar cierto tiempo la historia.
—Hace aproximadamente mil doscientos años, una… —Gentle hizo una pequeña pausa, casi imperceptible— “perversa” —escupió la palabra— hechicera unicornio intentó usurpar el trono de la Princesa Celestia. Y entre otras cosas usó un hechizo para socavar las legiones que la Monarca de Equestria usó contra ella… El hechizo hacía olvidar a los ponis quienes eran, y les borraba la Cutie Mark, para que nadie ajeno a ellos pudiese ayudarles.
—Qué… horrible —se lamentó Flashing.
—Sí, horrible… pero bastante perfecto —dijo la unicornio del cuerno roto—. En aquella época las legiones se dividían en pequeños grupos para actuar, y si ese grupo se contagiaba, no había nadie externo a ellos que supiese quiénes eran en realidad esos soldados…
—Qué hechicera más espantosa —Flashing se enfadó.
—No te preocupes —Gentle miró fijamente a la potrilla—, fue severamente castigada, te lo puedo asegurar.
—¿Y hay cura para ese hechizo? —preguntó Shiny.
—Sí, hay una cura. Aunque es difícil de… administrar —respondió Gentle.
—¿Por qué? ¿Tiene ingredientes exóticos y difíciles de conseguir? —inquirió la dorada pegaso.
—No —contestó la unicornio bicolor—. Hay que hacer que sus Cutie Mark se vuelvan a “activar”.
—¿Activar? —Knowledge se extrañó.
—Sí, tienen que rememorar lo que hizo que apareciesen sus Cutie Mark —explicó Gentle.
—Ah, pero eso es fácil. Solo hay que decirles quiénes son y a qué se dedicaban —Knowledge sacó un papel del zurrón—. Y precisamente esto nos vendrá perfecto… Qué casualidad que justo hoy tuviese que hacer lo del censo, ¿verdad?
—No es tan fácil —respondió la unicornio del cuerno fragmentado—. Con muchos sí lo será, pero… ¿y si su Cutie Mark representa un elemento no tan tangible?
—No entiendo —replicó Flashing.
—Por ejemplo, ¿qué le diríais a Muffled Yell para que recuperase su Cutie Mark?: “Señora yegua,…” —Gentle puso voz de falsete— “… usted tiene una capacidad especial, que es proyectar su grito a través de las paredes”. No, eso no funcionaría con ella.
—Afortunadamente Muffled está ultimando pedidos en Fillydelphia —dijo Shiny—, así que un problema menos.
—Tenemos que salir ahí fuera y curarlos —indicó Knowledge, blandiendo el papel del censo.
—Habrá que tener mucho cuidado —Gentle se quedó pensativa durante un instante—. Creo recordar que se contagiaba por el simple contacto.
En ese momento alguien llamó a la puerta. Gentle se puso el casco sobre la boca, señalando a las demás que guardasen silencio.
—¿Quién es? —preguntó la unicornio de dos colores.
—Soy Wise Words —dijo una voz desde fuera—. Por favor, dejadme entrar… No me han tocado, os lo aseguro.
Gentle se levantó y abrió la puerta. Wise portaba unas cuantas escobas y fregonas. Fueron los dos al salón y el semental empezó a repartir utensilios de limpieza a cada una.
—¿Sabes lo que ocurre, no? —preguntó Shiny.
—Sí, lo sé perfectamente —respondió Wise—. Sé cómo curar a los afectados y sé cómo se contagia esta… maldición.
En ese momento Shiny se fijó en una cosa: por primera vez el semental, pese a estar junto a Gentle, no temblaba ni se ruborizaba… era como si esa característica hubiese pasado a segundo plano. Sin duda, lo que estaba aconteciendo fuera era algo tan sumamente importante que la actitud de Wise era completamente distinta.
—¿Y cómo lo sabes? —interrogó inquisitivamente Gentle.
—Cuando yo era un potrillo muy pequeño —explicó el semental, mirando alternativamente a las cuatro—, mi madre me decía todas las noches “Si no te duermes, vendrá una hechicera y te quitará tu Cutie Mark, cuando la tengas. Y hará que te olvides de todo lo que te importa: de tus amigos, de tu padre, de mí e incluso de ti mismo”. Sé que parece una tontería, pero cuando crecí decidí investigar sobre ese tema, pues mi madre no era precisamente una yegua supersticiosa. Y descubrí que, efectivamente, hace siglos hubo una hechicera que hizo algo así.
—¿Qué descubriste exactamente? —volvió a preguntar la unicornio de dos colores.
—Lo poco que existe sobre ese tema, creo —Wise miró directamente a Gentle, con actitud conciliadora—. Un breve dato en un libro de historia de la magia, en la Biblioteca de Canterlot. Ni siquiera sé el nombre de la hechicera. Es como si alguien se hubiera preocupado de eliminar toda existencia de su vida, dejando únicamente las consecuencias de tres de sus hechizos, así como evitarlos y curarlos. Y también un dato más: Quien se recupera de este hechizo, queda inmunizado.
—De todas formas —dijo Gentle, mirando a todos, especialmente a Wise—, si esa hechicera vivió hace más de mil doscientos años… ¿Por qué este hechizo ahora? ¿Y por qué aquí?
—No tengo ni idea —respondió Wise.
—Es hora de salir y empezar a curarlos a todos —sentenció la uniconio del cuerno quebrado.
Todos asintieron y, cogiendo cada uno su escoba o fregona (aunque Gentle además agarró una túnica y se lo puso por encima, tapándose por completo), y todos salieron despacio a la calle… Pero no estaban preparados para lo que vieron a continuación. Todo el pueblo estaba lleno de ponis desorientados. Unos estaban parados, otros mirando hacia todos lados y otros preguntando a los demás “¿Quién soy?”.
—Es desolador —comentó Shiny.
—Es horrible —se lamentó Knowledge.
—Es… como un ataque zombi —matizó Flashing. Todo el grupo la miró—. Por favor, ¿es que nadie ha visto nunca una película de zombis?
—Tiene razón —dijo Wise—. Si ellos —señaló a los afectados— te atrapan, estarás perdido, al igual que con los zombis de las películas.
Todos se pusieron en posición haciendo un círculo con las cabezas mirando hacia fuera y se movieron poco a poco hacia el centro de la calle, manteniendo los palos en ristre, hacia el exterior del contorno. Sin duda, era la mejor forma de evitar que los afectados se acercasen demasiado.
—Bien, ¿por dónde empezamos? —preguntó Knowledge.
—Hay que impedir a toda costa que esto se extienda por toda Equestria —respondió Gentle.
—¡Oh, no! Imaginaos que esto llega a Ponyville… —Flashing se entristeció—. Dejarían de traer la primavera, y sería un desastre.
—No te preocupes, lo vamos a evitar —Shiny intentó animar a Flashing.
—¿Alguien les ha avisado? —Wise alzó una pata hacia arriba.
Todas miraron. El semental señalaba la ciudad de nubes. Nadie había caído en ello... Solo hacía unos pocos días que había empezado la restauración de esa urbe, y, por lo tanto, estaba completamente llena de operarios pegaso, que iban de aquí para allá, volando directamente a la ciudad desde el horizonte, o saliendo de ella, pero siempre formando una larga fila, como si fuesen un grupo de laboriosas hormigas. Afortunadamente, y seguramente debido al trabajo que estaban realizando, ningún pegaso había bajado a Northwest Mines Town.
Probablemente no estaban infectados, pero pronto se enterarían de que algo extraño ocurría debajo de ellos, y se acercarían a investigar… y entonces la enfermedad se extendería, y a saber a qué distancia llegaría a hacerlo.
Rápidamente, a pesar de la lentitud de sus movimientos por mantener la formación circular, cogieron unas cuantas piedras y las juntaron en el suelo, logrando formar, con grandes letras, la frase “Epidemia, no acercarse”.
—Bien —dijo Gentle—. Siguiente paso: observación. Tenemos que recoger útiles de nuestras casas y salir del pueblo para ver cómo evoluciona esta enfermedad. Lo ideal sería ir al camino para advertir a los ponis se acerquen al pueblo e impedir que se vean afectados, y también evitar que los afectados salgan.
—Maldita sea, ¡fuera de aquí! —rugió una voz.
Todos se giraron. Parecía la voz de…
—No os acerquéis a mí. No os puedo ayudar —era la misma voz—. ¡Eh, tú! Los cascos fuera del género, si lo rompes lo pagas.
Sí, era Shadow Hammer quien gritaba. Por lo visto estaba en apuros, así que todos se miraron, asintieron y empezaron a mover el círculo hacia la herrería.
Cuando llegaron, Shadow estaba arrinconada en una esquina, y tres ponis estaban acercándose a ella. Shadow se defendía como podía con un atizador cogido, probablemente, en ese momento, pues a su lado tenía apilados unos cuantos.
—No dejes que te toquen —chilló Shiny, que rompió la formación para acercarse a la herrero.
Entre todos lograron espantar a los ponis que habían invadido la herrería.
—¿Te han tocado? —preguntó Gentle.
—No, pero han estado a punto —respondió Shadow—. ¿Qué es lo que pasa? Todo el mundo está muy raro.
Rápidamente le explicaron la situación, y Wise le pasó una escoba a la herrero. Tenían que salir del pueblo lo más rápidamente posible. Pero si podían rescatar a todos los ponis posibles mientras tanto, mejor, pues además de mantenerlos a salvo, tendrían menos trabajo a la hora de administrar la cura.
Fueron pasando, siempre en formación circular, de casa en casa avisando a los no afectados de que permaneciesen en su hogar y de que no se dejasen tocar por un poni sin Cutie Mark, ni tocarlos ellos. Después fueron a casa de cada uno de los integrantes del círculo para coger utensilios y enseres; así como comida y mantas, por si tenían que pasar la noche fuera.
[center]* * *[/center]
Ya en el exterior de NorthWest Mines Town, y una vez evitado todos los acercamientos de afectados que pedían, rogaban, exigían y suplicaban información sobre quiénes eran, se establecieron junto al primer recodo del camino, a unos quinientos metros más allá de la entrada del pueblo. Desde allí podían observar perfectamente todos los movimientos que iban surgiendo y también cómo avanzaba la enfermedad.
—No puedo creérmelo —se lamentó Knowledge—. ¿Cómo vamos a conseguirlo? Son demasiados.
Efectivamente, había una gran cantidad de ponis deambulando por la calle. Eran más de la mitad de los habitantes del pueblo. Si no hacían nada rápidamente, pronto todo el lugar estaría afectado. Y lo peor era que, excepto hacia la mina al fondo, en las otras tres direcciones no había nada que impidiese que ningún poni saliera. Northwest Mines Town parecía, en su constitución sobre la nada, a Appleloosa.
—No te preocupes, se nos ocurrirá algo pronto… —Gentle intentó animar— Espero… —susurró.
—¿Véis eso? —Shiny señalaba al cielo.
Todos miraron, pero no vieron absolutamente nada.
—Eso es lo que quiero decir —dijo la joyero—. ¿Dónde está la fila de pegasos?
Volvieron a mirar. El cielo estaba desierto. Gentle cogió unos prismáticos del zurrón que portaba y miró hacia la ciudad de nubes.
—Los veo —declaró la unicornio de dos colores—. Siguen en la ciudad… pero están parados, mirando hacia… —empezó a girar, mirando siempre con los prismáticos hacia el cielo, hasta dar la espalda al pueblo— allá —y señaló un punto en el cielo, bastante lejano—. Veo más pegasos, suspendidos en el aire. Algunos están mirando hacia la ciudad, mientras que otros miran hacia abajo. Deberíamos ir a investigar.
—Me estoy temiendo lo peor —dijo Wise.
Se dirigieron a la dirección donde supuestamente estaban esperando los pegasos. Debajo de ellos había una especie de valla metálica, que aparecía desde la izquierda a la derecha, perdiéndose de vista por ambos lados. Era una barrera parecida las de seguridad, aunque más baja, y parecía hecha a base de módulos iguales, encajadas cada una sobre la base de la siguiente. Y hacían una especie de círculo, en cuyo centro, según parecía adivinarse, estaba Northwest Mines Town.
—No se acerquen —sonó un altavoz dispuesto en lo que parecía una puerta—. Esta zona está en cuarentena.
—¿Cuarentena? —preguntó Wise — ¿Cómo han actuado tan rápido?
—¿Sabéis si alguien ha salido del pueblo? —inquirió Gentle al grupo.
—No hemos visto a nadie, pero nos enteramos que habían ido a pedir ayuda a Ponyville… y es posible que los que lo hicieron estuviesen contagiados —respondió Shiny, aterrada.
—Vamos a acercarnos —sentenció Wise.
—¿No has oído lo que han dicho? No nos deberíamos aproximar —dijo Flashing.
Pero Wise ya se había adelantado. El resto se miraron y le siguieron, aunque desde más atrás.
—¡Alto! ¿Quién va? —preguntó un blanco soldado que estaba apostado en la puerta, por el otro lado de la valla—. ¿No lo habéis oído? No se puede salir.
—Quiero hablar con el poni que esté al mando —ordenó Wise.
El soldado hizo una señal a otro que estaba un poco más alejado y éste se dirigió a una barraca que estaba aún más allá. Shiny miró alrededor: por aquí y por allá, unos cuantos soldados vigilaban las puertas repartidas por todo el perímetro de la valla, pero también había ponis con batas blancas. Probablemente serían médicos y enfermeras, lo cuál era más lógico, para contener una epidemia, que usar soldados. Y además, otros ponis vestidos de forma extraña pululaban por todo el campamento.
—Yo soy la que manda aquí —exclamó una unicornio de color azul pálido, parándose delante de la puerta. Su bata tapaba casi toda su Cutie Mark, del que solo se veía parte de una jeringuilla—. No podéis cruzar. Esta zona está sometida a una cuarentena.
—Sabemos lo que ocurre aquí —Wise se acercó un poco más a la puerta. El soldado agarró su lanza con los dos cascos y la puso delante de él.
—Estamos evaluando el problema y la causa —respondió la unicornio—. Y, aunque por el momento sabemos los síntomas, desconocemos la cura y el método de contagio, así que, por favor, no paséis de esa línea —señaló una raya blanca pintada a unos pocos metros de la puerta—, o nos veremos obligados a utilizar métodos drásticos.
Gentle hizo una señal a las otras y se acercó a Wise, poniéndose a la par con él.
—No estamos infectados. Conocemos qué tipo de “enfermedad” es. Y sabemos cómo curarlo. Solo hay que tomar las debidas precauciones —dijo la unicornio de dos colores.
—¿Cómo estáis tan seguros? —preguntó la doctora.
—Buscad en la Biblioteca de Canterlot el libro “Amigos y Enemigos de Equestria” —comentó Gentle—. Ahí viene explicado. Está un capítulo o dos antes que el referido al destierro de la Princesa Luna.
—De acuerdo. No os mováis —dijo. Y, dirigiéndose a uno de los acompañantes, le ordenó—. Escribe una carta y mándalo. Es muy urgente, usa el dragón.
El subordinado asintió, cogió papel y tinta y rápidamente escribió algo en un pergamino. Después se acercó a una tienda compuesta de cuatro listones y un pequeño techo de lona, de forma que se veía su interior. Dentro había un azulado dragón joven, aún bastante pequeño, pero incluso a esa edad su cola sobresalía de los límites del entoldado.
El dragón cogió el pergamino, asintió a lo que le estaba diciendo el poni y quemó el pergamino con su aliento de fuego. Las cenizas, en vez de caer al suelo, flotaron suavemente durante un instante, para justo después empezar a volar velozmente rumbo a Canterlot.
—Será cuestión de un momento —explicó la doctora—, pues tenemos compañeros que están investigando este asunto en todas las bibliotecas importantes del país.
Efectivamente, apenas tardó la respuesta. El dragón de repente exhaló por su nariz un halo de fuego, que se materializó en un pergamino. Aunque Shiny, Knowledge, Shadow y Flashing estaban asombradas, Wise y Gentle estaban parsimoniosos, como si estuviesen acostumbrados a ver eso cada día.
—Bien, parece que estáis en lo correcto —dijo la doctora—. Hay un hechizo antiguo que cuadra con los síntomas… y, por lo que veo, el método de contagio es el contacto. ¡Ah!, aquí expone cómo se cura. Parece correcto… pero no podéis pasar.
—¿Cómo que no podemos pasar? —Wise empezaba a mostrar enfado.
—No sabemos aún si lo que ocurre aquí es el hechizo o no —respondió la doctora—. Por lo tanto, no podemos arriesgarnos.
Wise gruñó, pero no dijo nada.
—Nos volvemos —comentó Gentle, dándose la vuelta y pasando junto a las demás.
No tardaron mucho en llegar a la antigua ubicación de vigilancia. Gentle sacó los prismáticos y empezó a observar a los ponis, que ahora eran unos cuantos más… posiblemente algún poni sano había abandonado la protección de su casa al reconocer a un amigo, o algún familiar. Incluso entre los afectados había potrillos pequeños, que preguntaban quiénes eran a los que estaban a su alrededor y se sentaban a llorar, pues los demás no podían proporcionársela, ya que estaban en la misma situación.
—No aguanto más —Shadow se enfureció—. Voy a salir ahí y a hacer tod…
—¡No puede ser! —cortó Gentle, contrariada—. Mirad quiénes están ahí.
Y pasó los prismáticos al resto, quienes miraron por ellos, desanimándose a continuación. Pero cuando le llegó el turno a Shiny, ella solo vio a dos yeguas de tierra de pelaje verde pálido y la crin azulada. Eran prácticamente iguales.
—¿Quiénes son? —preguntó la joyero. Las conocía de vista, pero nunca había entablado con ellas una verdadera conversación, como mucho unas pocas palabras.
—Son las gemelas Numbers —respondió Gentle—. Hacen, entre otras cosas, mediciones precisas. Y curarlas va a ser especialmente difícil, sobre todo con Imaginary.
—¿Y por qué va a ser difícil? —inquirió Flashing—. Solo hay que contar números delante de ellas, ¿no?
—Eso quizás valdría con Reale —explicó Gentle—, cosa que dudo, pero los cálculos que hace Imaginary son demasiado complejos.
—¿Cómo de complejos? —preguntó Flashing.
—Veamos, te lo voy a explicar lo mejor que pueda… —Gentle dibujó en el suelo una línea y dibujó, hacia la mitad, una marca con el “0”. A su derecha hizo marcas más o menos equidistantes que señaló como “1”, “2”, “3”, “4” y “5”, respectivamente, sin llegar al extremo, y por la izquierda escribió otras marcas equivalentes pero dibujando “-1”, “-2”, “-3”, “-4” y “-5”, sin llegar al extremo, aunque en ellos dibujó el símbolo de “infinito” por la derecha y del “menos infinito” por la izquierda.
—Esta línea representa los números reales —dijo la unicornio de dos colores a continuación—. Está compuesto por números enteros, decimales, constantes, números complejos, etc... Sin embargo, los números imaginarios son totalmente diferentes. Podríamos definir un número imaginario como un número complejo con la particularidad de que su parte real es igual a cero —Gentle dibujó una línea totalmente perpendicular a la anterior, cruzándose con ésta exactamente por el “0”—. Esta es la relación que hay entre los números reales y los números imaginarios. De los números reales podemos saber algo, pero explicar números imaginarios… es demasiado abstracto.
—Me estás dando dolor de cabeza… —Flashing se llevó los cascos a las sienes, atontada.
—Necesitamos, sin duda, un profesor de matemáticas —comentó Wise.
—¿Dónde? —preguntó Shadow—. No hay ningún profesor en el pueblo, y no podemos salir a pedir que busquen uno, seguramente no le dejen entrar.
—Dejad eso de mi cuenta —Wise se deslizó hacia el pueblo—. Quedaos aquí, volveré en seguida —y desapareció.
Sin dejar que ninguna del grupo le viese, ni tampoco nadie desde ninguna ventana, entró en su casa, cogió un trozo de tela, un papel, pintura, tinta y cinta aislante. Volvió a salir y rodeó su casa hasta situarse en la parte trasera. En la tela escribió, con grandes letras, “No entres, cuarentena. Usa prismáticos” y en el papel garrapateó “Localiza al profesor de matemáticas de las gemelas Numbers y tráelo. Máxima urgencia”. Después pegó el papel en una esquina de la tela, de modo que pudiese embarullar todo rápidamente si llegaba el caso. Volvió a entrar en casa, cogió una gema de dimensiones generosas y, saliendo de nuevo, volvió a donde estaban las demás.
—Creo que he encontrado una forma de contactar con el profesor de las gemelas Numbers —dijo Wise cuando llegó. Entonces, mostrando la joya, continuó—. A los dragones les encantan estas cosas, ¿no? —indicó con una sonrisa un poco perversa.
Todas sonrieron de la misma forma.
[center]* * *[/center]
Volvieron a la valla, pero se ocultaron detrás de unas piedras, mientras trazaban un plan.
—Veamos —expuso Gentle—. Tenemos que: ‘Uno- Coger un pergamino. Dos- Escribir ‘Al profesor que enseñó a las gemelas Numbers todo lo que saben. Necesitamos su ayuda’. Tres- Lograr que el dragón envíe el pergamino…’
—Te falta ‘Cero- Cruzar esa valla’ —declaró Shiny, señalando la cerca.
—No lo vamos a conseguir —se quejó Flashing.
—Es imposible —añadió Knowledge.
—“Lo imposible en realidad es algo fácil que no se ha intentado antes” —sentenció Wise.
Pero aún seguían definiendo los pormenores del plan cuando las puertas se abrieron y entraron unos cuantos ponis. Éstos iban ataviados con un enterizo traje protector blanco, como de apicultor, y se dirigían directamente al pueblo.
Salieron entonces de la protección de las rocas y se acercaron al grupo de médicos, parándose a cierta distancia, pues querían dar a entender que no eran hostiles.
—Busco a una poni en concreto —la médico-jefe unicornio estaba al frente de la formación—. Según me han comentado, puede que haya hecho un censo, lo cuál sería perfecto, pues nos ahorraría mucho trabajo. Se llama… —miró al subordinado, que se acercó y le susurró algo al oído— Knowledge, Undying Knowledge.
Ésta se estaba acercado a ella con el censo entre los cascos, pero Wise se situó entre las dos.
—¿Quién le ha dado ese dato? —preguntó contrariado.
La doctora-jefe se dio la vuelta y señaló a una poni de tierra que miraba desde detrás de la valla. Era Muffled. Wise entrecerró los ojos mirándola fijamente, con furia. La jefa de mineros tragó saliva: sabía que estaba en problemas. Entonces, sin apartar la vista, Wise se apartó, dejando pasar a Knowledge.
—Bien… correcto… perfecto… —la doctora-jefe estaba revisando la lista que le acababa de dar la historiadora—. Espera. ¿Cómo vamos a recuperar a estas dos? ¿Qué pone? —el subordinado volvió a acercarse y le musitó algo al oído—. Ah, tienes razón: Gemelas Numbers… Según veo, va a haber un pequeño problema con ellas… pero ya lo solucionaremos en su momento. Afortunadamente, el resto es de fácil tratamiento. Bien, vamos a empezar.
Se acercaron todos al pueblo. Observaron la escena y decidieron los movimientos a seguir. Wise aprovechó el momento para quedarse rezagado y deslizarse, sin ser visto, hasta la parte trasera de su casa. Rápidamente recogió la lona, hizo una bola con ella, abrió la ventana trasera y tiró la tela dentro de su casa. Miró al suelo por si se había caído algo y, viendo que estaba todo perfectamente, volvió de igual forma a la posición donde estaban los demás.
—…por aquí y creo que eso es todo —la doctora-jefe estaba terminando de explicar el plan. Bien, parecía que nadie se había dado cuenta de su corta desaparición.
Empezaron a actuar. Los médicos, protegidos, se encargaron de ir, poco a poco, cogiendo y separando a los ponis de los demás. Mientras, la doctora-jefe localizaba al sujeto buscando en el papel del denso, según los colores de cuerpo, ojos y crin. Una vez localizado, decía en alto la Cutie Mark que debería poseer el poni apartado. Entonces, entre todos, hacían todo lo posible por hacerle recordar. Hasta que, de una forma u otra, lo lograban.
[center]* * *[/center]
Por el momento todo marchaba bien. Lento pero bien. Pero se empezaba a hacer de noche y aún quedaban unos cuantos afectados, entre ellos, las gemelas Numbers. Con ellas iba a ser harina de otro costal. Wise esperaba que el mensaje hubiese sido leído por su contacto, y que la maquinaria para traer al profesor a Northwest Mines Town estuviese en marcha. No quería dejar ese cabo suelto, pues ya era más bien orgullo propio que otra cosa.
De repente un poni enfundado en un traje de protección apareció en la entrada del pueblo. Se acercó a la médico-jefe y le susurró algo. Ella asintió y le respondió de la misma forma, señalando el traje de protección. El poni, girándose, se dirigió directamente hacia una de las puertas del perímetro de seguridad de la cuarentena.
[center]* * *[/center]
Solo faltaban las dos gemelas. El resto había obtenido de nuevo su Cutie Mark. Era ya de noche cuando habían llegado a este término. Desgraciadamente, lo que quedaba ya no estaba a su alcance. Todos se sentaron a descansar, satisfechos, pero no eufóricos, por el trabajo. Entonces volvió a aparecer el mismo poni de antes, pero esta vez con un compañero.
—Hola, soy el profesor Logic Math —dijo este último. El profesor era un unicornio de pelaje gris oscuro, mayor, casi anciano… al menos esos rasgos eran los que podían verse a través del visor del traje de protección que portaba—. Vengo a ver a mis potrillas. Espero que estén bien, aunque, a raíz de la urgencia con la que he sido trasladado aquí, me imagino que no es el caso.
Llevaron al profesor a la casa de las gemelas Numbers, quienes le esperaban sentadas y atadas a las sillas, junto a una pizarra. Y allí empezó la clase.
[center]* * *[/center]
—Siento mucho haberos tratado así, pero el protocolo es el protocolo —la médico-jefe se había quitado el protector de la cabeza y lo sujetaba en un costado, sosteniéndose sobre las patas traseras —. Por cierto, me llamo Cure. Cure Priority.
—Encantada, yo soy Shiny —dijo la pegaso—. Y ellas son Flashing, Shadow, Knowledge y Gentle. Y ese es… —miró alrededor— ¿Dónde está? —preguntó. Las demás negaron con la cabeza y encogieron los hombros—. Bueno, el que falta es Wise.
—Nos alegramos de que todo haya acabado al fin —dijo Knowledge.
—Eso, eso. Al fin —matizó Flashing.
—Tengo que volver a la herrería a poner todo en orden. Un placer, Cure —y Shadow marchó.
—Yo también tengo que irme. Chicas, os veo más tarde —Gentle fue hasta su casa de manera parsimoniosa.
—Por cierto, muchas gracias por esto. Te lo devuelvo — expresó Cure mientras le devolvía el papel del censo a Knowledge.
—Gracias —agradeció la historiadora con una sonrisa—. Ahora puedo pasarlo a limpio.
En ese momento, las gemelas Numbers salieron de su casa, seguido del profesor, que ya se había quitado el protector de la cabeza, mostrando así una sonrisa de satisfacción. La grupa de las dos gemelas volvían a tener su Cutie Mark: Una “R” para Reale y una “iR” para Imaginary.
Cure Priority se acercó extrañada al maestro.
—¿Cómo lo ha hecho? —preguntó—. Ha tardado muy poco tiempo…
—Un buen profesor sabe lo que le interesa a sus alumnos —respondió el maestro, sonriendo—, y ellas fueron… y aún lo son, mis mejores estudiantes.
[center]* * *[/center]
“Querida abuelita:
A veces hay cosas del pasado que permanecen ocultas, esperando salir a la luz. Pueden ser cosas buenas, y el hecho de que emerjan a la superficie es algo maravilloso. Pero también pueden ser cosas malas, y esas hay que intentar hacerlas desaparecer.
El pasado es extraordinario, capaz de albergar lo mejor y lo peor de todos y cada uno, a diferentes alturas. Unos actos se encuentran a unos pocos centímetros de la superficie y, solo con recordarlas, afloran hacia ella. Sin embargo, otros se encuentran enterrados bajo varios metros. Y con esos actos hay que tener mucho cuidado, pues, si se sacan a la superficie, la cantidad de tierra removida es excesiva, hasta tal punto que afecta a todo lo que hay a su alrededor.
Las cosas del pasado, pasado están.
Con cariño, tu nieta Shiny Eyes.”
La dorada pegaso estaba escribiendo la carta en el restaurante, un poco apartada de sus amigas, pues no quería interceder en la conversación que tenían entre sí. Pero quería terminar pronto para estar con ellas. De hecho, la carta la había hecho muy rápido, y no la había repasado. Prefería hacerlo más tarde, al calor de su hogar.
—Venga, Shiny, acércate —Shadow se estaba moviendo para dejar asiento libre.
—Eso, Feather nos va a contar lo que ha pasado en Ponyville —Flashing estaba eufórica. Iba a tener noticias de su prima Derpy, y puede que también de Pinkie Pie.
Shiny guardó el pergamino y la pluma y se acomodó en el asiento ofrecido, apoyándose en la mesa. Feather se aclaró la garganta y dijo:
—Ha sido maravilloso… Todo el mundo trabajando hombro con hombro en una sucesión de tareas. Aunque no les fue muy bien hasta llegada la tarde, en el que la bibliotecaria del pueblo tomó el control de la situación y empezó a dirigir las faenas. Pero había de todo… Incluso cantaron. Y todos participaban en la canción, al igual que lo hacían con las tareas.
Todas estaban extasiadas escuchando.
—Y he estado a punto varias veces de unirme a la fiesta —continuó explicando la pegaso cartero—, pero tenía trabajo entregando cada carta, cada paquete y cada certificado. Y es algo que me llevó todo el día. Ponyville es muy grande, y más si solo hay una cartero trabajando. Estoy rendida.
—Dime, Feather… ¿has hablado con Derpy? ¿Y con Pinkie Pie? —preguntó Flashing, que no podía contener la emoción.
—Ah, sí. Justo antes de venir estuve hablando con ellas —respondió la pegaso cartero—. Derpy te da recuerdos, y Pinkie Pie quiere que vayas pronto, te está preparando una fiesta… y las dos me dieron esto para ti —Feather puso un paquete sobre la mesa.
Poco tardó Flashing en abrirla, haciendo honor a su nombre. Cuando terminó de hacerlo, un dulce olor a tostado inundó la mesa. La potrilla tenía una sonrisa espectacular.
—¡Muffins! ¡Son Muffins! —exclamó extasiada—. ¡Con lo que me gustan! Estas dos son fantásticas. Las quiero un montón —y, cogiendo un muffin, se lo comió de un bocado—. Comed vosotras también, están deliciosas —dijo después de tragar.
—¡Eh! ¡Esta está mordida! —declaró Knowledge, mostrando la que había cogido.
—Bueno —dijo Feather—, digamos que a Derpy también le encantan… y no pudo resistirse a la tentación.
Y todas rieron.
[center]* * *[/center]
Muffled acababa de entrar a su casa, abatida por el terrible día que había tenido. Menos mal que por fin había conseguido ese contrato en Fillydelphia. Y también la restauración de la ciudad de nubes seguía su curso. Entonces se fijó en que las cortinas estaban echadas, por lo que miró directamente a la mesa. Había una pequeña y redondeada piedra gris encima de ella.
—Wise, sé que estás aquí —dijo, mirando en todas direcciones.
Al fondo de la habitación, donde más oscuridad había, se abrieron unos ojos.
—Sabes lo que ha ocurrido aquí hoy, ¿no? —preguntó la boca a la que pertenecían esos ojos. Efectivamente era Wise.
—Sí, lo sé. Y me alegro de haber hecho lo del censo —Muffled empezó a caminar directamente hacia él.
—No te acerques —ordenó el semental—. Ya sabes cómo actuar. No se sabe quién puede estar mirando.
Entonces la yegua se sentó en el sillón que estaba al lado de la mesa y puso los cascos sobre las mejillas, de tal forma que todo aquel que mirase por la ventana viese a una Muffled pensativa y cansada, cuando en realidad estaba manteniendo una conversación importante.
—Veamos —continuó Wise—. ¿Falta alguien?
—Sí —respondió la jefa de mineros—, una unicornio recientemente instalada no ha aparecido en todo el día… y no creo que lo haga jamás. No puedo creérmelo… Un hechizo de hace más de mil doscientos años… ¡Aquí!
—Demasiada casualidad, ¿no crees? —analizó el semental—. En menos de veinticuatro horas… se decide hacer “urgentemente” un censo de todos los habitantes, te surge un contrato en Fillydelphia que requiere de tu presencia, y, cuando tú no estás, ocurre un desastre de una magnitud inusitada. Sin duda, mucha casualidad.
Muffled abrió los ojos como platos.
—¿Estás insinuando que yo tengo que ver algo en esto? —preguntó horrorizada.
—No —respondió Wise, con los ojos entrecerrados—. Si hay alguien en quien confíe en este pueblo, sin duda alguna eres tú... Pero hay alguien cercano a ti que sí tiene mucho que ver.
—¿Y por qué crees eso? —inquirió la jefa de mineros.
—Porque pensándolo fríamente solo puedo llegara a una conclusión: los acontecimientos han sido forzados a ocurrir —explicó el espía—. Esa unicornio debió enterarse de la idea de hacer el censo cuando se expuso en el Consejo del Pueblo, y seguramente se ha visto obligada a ser descuidada en sus planes y ha tenido que iniciar la plaga. Pero, previendo todo esto, te ha llegado, como llovido del cielo, una opción de contrato muy jugoso… aunque para ello tenías que abandonar Northwest Mines Town.
—No sigas, por favor —suplicó la yegua.
—Sea quien sea el que ha movido los hilos —Wise hizo caso omiso—, no quería, bajo ningún concepto, que te vieses infectada, ya que curarte es prácticamente imposible. Y solo puede haber un motivo para hacer lo que ha hecho: te necesita.
—¿Me necesita? —la mirada de la jefa de mineros estaba enloquecida. No podía creer lo que estaba oyendo—. ¿Para qué me necesita?
—No lo sé… aún —fue la respuesta del semental—. Aunque ahora mismo te puedo decir que quedan descartados de toda sospecha el Consejo del pueblo y las amigas de Gentle. Pero pronto averiguaré quién es, y entonces me lo explicará todo… aunque no quiera.
Hubo un pequeño silencio incómodo, muy incómodo.
—Antes de irme —el espía dijo de repente—, quisiera saber por qué Gentle no estaba en la reunión de esta mañana.
—¿Desconfías de ella? —Muffled, después de formular la pregunta, sintió una mirada penetrante sobre ella, encogiéndola de terror—. No… Gentle me pidió no asistir, necesitaba meditar, dijo.
—De acuerdo —Wise pareció satisfecho con la respuesta—. Por cierto, no te preocupes por la unicornio que ha generado esta plaga. No volverá a molestarnos… me aseguraré de ello.
Y se marchó. De hecho, Muffled supo que Wise ya no estaba ahí por el excesivo silencio que había en la habitación, únicamente roto por el zumbido de la nevera, proveniente de la cocina… y por su propia respiración, aún acelerada.
Seguía en la misma posición, pero su mirada estaba perdida. En su mente empezaron a surgir seres extraños y monstruosos, como tigres de piedra, dragones, mantícoras y gusanos de las profundidades. Incluso se imaginó a Nightmare Moon.
Pero el más terrorífico de todos los monstruos, sin ninguna duda, se llamaba Wise Words.
[center]FIN DEL CHAPTER 1x05[/center]