MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x18 - Parte 1/?

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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x18 - Parte 1/?

Mensaje por Sr_Atomo » 31 Dic 2012, 17:49

Bueno, festejando la llegada de los Reyes Magos, os voy a regalar el capítulo 1x01 de mi fanfic "Parallel Stories", aunque eso sí, dividido en dos partes (son más de 14.000 palabras).

Debo decir que esta versión está bajo la primera revisión, así que seguramente tenga bastantes fallos. A pesar de ello, es el capítulo que está más próximo a ser publicado. Tengo pensado que se traduzca al inglés (por aquello de llegar a más gente y tal), pero también dejar una versión en español. ¡Ah! La revisión la está llevando a cabo un amigo que ha dejado el capítulo con un estilo más profesional y más épico, aunque a cambio él aparece como co-autor (el cambio que ha hecho, engrandeciendo el capítulo, simplemente es brutal). Su nombre: Daniel Campos Fernández.

Ahora bien, he puesto el tag [ALL] porque el fanfic es un poco más oscuro que la serie original o, mejor dicho, es menos inocente. A lo largo de los diferentes capítulos se va recrudeciendo un poco, pero por el momento sin pasar por algo que una persona de 13 años no haya visto en la televisión... pero sin perder el espíritu que ha hecho de la serie original algo tan grandioso. Aunque, para ser más exactos, lo podría definir como: [Aventura], [Comedia], [Crossover] (con la serie original), [Triste], y [Amor].

Sinopsis introductoria: Al noroeste de Equestria, entre la Dragon MT. y las Drakenridge Mountains, se yergue orgullosamente un decadente pueblo minero. Allí, seis yeguas entablarán una gran amistad" (siguiendo el mapa no oficial que se puede ver en http://hlissner.deviantart.com/art/Eque ... -253465186 (si lo bajáis se verá más grande)).

Image

Dibujo realizado para la ocasión por la gran Taila_Fox. Mil millones de gracias.


Nota de editado: Agradezco inmensamente la ayuda de Unade para la corrección de esta parte del capítulo 1x01.

Y, sin más dilación, procedo a poneros las primeras 12,5 páginas de 25 páginas que tiene el capítulo completo (vamos, más o menos la mitad), poniendo la segunda parte unos posts más abajo:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x01

Northwest Mines Town

1ª Parte


Una pequeña pila de monedas, eso era lo único que tenía Shiny Eyes sobre su casco. La dorada pegaso miraba desconsolada esa montañita de bits.

—Una venta, solo una venta en este pueblo. Además, esa blanca unicornio con la Cutie Mark de tres diamantes me ha hecho enseñarle casi toda la mercancía. Ahora tendré que recoger de nuevo e irme a otro pueblo a ver si tengo más fortuna. No lo comprendo, sé que mis joyas son buenas —se quejó en voz baja.

Su Cutie Mark así lo indicaba: dos anillos entrecruzados formando un corazón. Pero no tenía suerte. De los tres últimos pueblos visitados solo había vendido una diadema aquí, en Ponyville. Y de buen seguro se había debido a la fiesta y a la euforia por la victoria ante Nightmare Moon. Lo peor de todo es que la unicornio había tenido la osadía de regatear el precio. Y Shiny Eyes tuvo que aceptarlo. Todo fuera por continuar con su costumbre de comer al menos una vez al día.

Resopló, guardó las monedas en el zurrón sobre sus cuartos traseros y se atusó su crin roja como el rubí. Empezó a recoger las joyas desparramadas sobre los estantes de su carrito e incluso por el suelo entre las serpentinas. Aprovechó el momento para apartar de la parte superior de su carromato una gran cantidad de confeti y dos matasuegras que alguien había olvidado. Una vez hubo terminado se enganchó las cinchas del carrito y, elevándose un poco hacia el cielo gracias a sus alas, tomó impulso suficiente para mover el puesto.

Shiny Eyes volaba lenta pero constante sobre el camino que partía de Ponyville. Le daba igual qué pueblo sería el siguiente siempre que no hubiese estado ya. Sabía que algún día la suerte cambiaría y encontraría la felicidad. O al menos un acomodo suficiente para pagar el carrito que, ya ajado por el traqueteo y el polvo de los viajes, aún distaba bastante de ser completamente suyo.

Era un carro bastante corriente. De su parte inferior salían dos piezas de madera que hacían las veces de barra y, pasando por argollas, unas cinchas de cáñamo que se usaban para tirar de la carretilla. Solo llamaba la atención la parte superior, que consistía en una suerte de aparador negro con ribetes dorados, clavado a la parte inferior para evitar que se moviese. El mismo disponía de múltiples cajones en cuyo interior estaba la mercancía. De cada uno de ellos partía un asa dorada de labrado fino que únicamente se podía sujetar con la boca. Un motivo de seguridad, se decía Shiny Eyes, aunque en realidad sabía a ciencia cierta que era un error de montaje.

Sus ojos de iris blanquecino, que daban significado a su nombre, miraron hacia el cielo. Empezó a imaginar una vida mejor. Se figuró en el palacio de Canterlot, asistiendo a la Princesa Celestia sobre joyas. Se imaginó volando libre en el cielo, sin una carga en forma de carrito y deudas. Incluso se vio sobre una gigantesca montaña de monedas, portando un casco espacial (pues tal era la altura de la montaña) mientras dejaba caer monedas a condes, duques, caballeros y marqueses que suplicaban un poco de su dinero para comprar ejércitos, palacios, bibliotecas y pueblos enteros. E incluso aparecía la Princesa Celestia para pedirle dinero para todo el reino; a todos ellos, Shiny Eyes les daba el dinero de buen grado, pues sabía que era para el bien de todos.

Súbitamente dos ráfagas fugaces a su lado la sacaron de su ensueño. Casi la derriban junto al carrito. Eran una pegaso celeste y una anaranjada poni de tierra haciendo una carrera. Apenas eran ya visibles cuando el eco de sus gritos llegó hasta los oídos de Shiny Eyes:

—¡Eres una lenta, Applejack!

—¡Te he dicho mil veces que no vale volar, Rainbow Dash!

La dorada pegaso se bamboleó varios segundos hasta que el carrito se estabilizó. Finalmente se aseguró de que no había peligro mirando atrás. Entonces retomó su camino elevándose un poco y adquiriendo velocidad para poder mover el carro.

Recién llegada noche se apartó a un lado del camino. Tras quitarse las cinchas, sacó un almohadón del carro y se dispuso a dormir. Pero se levantó sobresaltada: algún día le robarían por olvidadiza. Tomó con la boca unos hilos transparentes atados a un estante y los ató a sus orejas, alas, cola, patas y crin. De abrir alguien un estante, ella se enteraría inmediatamente.

Al día siguiente, nada más despuntar el día, se levantó y, recogiendo todos sus enseres, marchó rauda a su destino, hacia ninguna parte. Entonces llegó a un cruce de caminos y paró. No sabía qué ruta tomar. Lo único claro era no volver atrás, así que dejó que el azar eligiese su destino. Tomó una rama del borde del camino y la erigió en mitad de la encrucijada, sujetando la punta con su casco. Allí donde apuntase al soltarla, marcharía. Resulto ser a la derecha. Ese sería su destino. Y nada más ocurrió en todo el día, ni al siguiente, ni al otro, ni en todo el resto de su viaje que la condujo hasta un pueblo minero.

La villa, rodeada por un erial rocoso, tenía sus casas bajas. Eran de tonos oscuros (morados y negros) y parcas en adornos. Aún así, dando un vistazo a las pocas calles que tenía, se apreciaba mucho bullicio. Una multitud de ponis iban de aquí para allá, entrando y saliendo de casas, establecimientos y tiendas. Algunos, de vez en cuando, entraban en un túnel que había al final del pueblo. Parecía la entrada de la mina. ¿De qué clase sería? ¿De metal? ¿De espejos? Shiny Eyes se sobresaltó e imploró para sí que no fuera de joyas o nadie querría comprarle nada. Tragó saliva y entró en el poblado.

Miraba de un lado a otro mientras buscaba un sitio donde establecer el puesto. Pero se paró al dirigir la vista al cielo. Suspendido a gran altura había un cúmulo de nubes estáticas. Shiny pensó que era muy curioso y raro encontrar un pueblo de pegasos sobre un pueblo minero. Sin embargo, no observó ningún poni alado que ascendiese o bajase de allí.

Finalmente encontró un hueco entre una casa y una herrería. Allí se instaló. Antes de abrir el puesto se adelantó un poco y preguntó a un poni por la mina. La respuesta la llenó de abatimiento: “Es de joyas, las mejores joyas de toda Equestria”.

Resignada, decidió reemprender la marcha. Quizás a la capital. Sí, iría hacia la capital. Seguramente allí haría más ventas. Aunque la competencia era fuerte, Shiny Eyes confiaba en su propio trabajo de orfebrería, pues ella misma era la encargada de engarzar las joyas en los anillos, colgantes, diademas y gargantillas. Fue entonces cuando, totalmente ensimismada por su sueño de grandes ventas, tiró demasiado fuerte de una de las cinchas y una de las argollas se rompió. A punto de llorar por tan mala suerte, decidió entrar en la herrería que tenía al lado. Se animó a si misma pensando que por una vez no tendría que recorrer media ciudad para encontrar a un herrero.

En lugar de una puerta, la herrería tenía una gran apertura de la que surgían dos mostradores de piedra con el género expuesto: picos, palas, martillos, puntas varias e incluso armas de filo y aplastantes. Shiny Eyes los curioseó por un momento y entró.

En la oscuridad reinante, solo rota por el fuego avivado y las chispas, apenas se distinguía la sombra de una yegua. Aquel espectro agarró un martillo con su pata y dio dos golpes al trozo de metal al rojo que acababa de calentar. Tomó unas tenazas con el casco y puso el metal en el agua, que se quejó siseando unos momentos.

Shiny Eyes saludó tímidamente. La sombra le pidió, mediante un gesto, que aguardase, y se acercó a una cuerda al fondo de la herrería. Jalándola con la boca, las persianas subieron rápidamente, haciendo un fuerte ruido y dejando entrar una intensa luz que forzó a Shiny Eyes a entornar los ojos.

El espectro resultó ser una poni de tierra de un marrón muy oscuro, como una madera de ébano desgastada por el tiempo y el polvo. Sus ojos negros escudriñaban a la recién llegada. Su crin, azul oscuro, estaba recogida con una coleta al igual que su cola. La Cutie Mark en sus cuartos traseros, un yunque y un martillo, parecían indicar que llevaba bastante tiempo en la herrería. Sus músculos esculpidos por aquel duro trabajo también despejaban cualquier duda.

—Bien, tenemos tiempo hasta que se enfríe el nuevo pico... ¿qué deseas? —dijo la herrero tratando de sonreír al tiempo que se limpiaba los cascos en su extraño peto gris. Era una especie de mandil que empezaba en una gargantilla y cruzaba el pecho hasta llegar al costillar, sujeto por dos cintas que salían de la base y se entrelazaban en la espalda. En las patas delanteras, desde el hombro hasta las rodillas, tenía una protección del mismo material.

—Tengo un carro aquí al lado. Se le ha roto una de las argollas de sujeción. ¿Cuánto cobrarías por el trabajo? —preguntó Shiny con una sonrisa algo nerviosa. La herrero entornó aún más los ojos y se echó a reír:

—¡Ah!, una argolla. No es difícil. No te preocupes, no te cobraré mucho y haré un trabajo excelente. Supongo que eres forastera, así que me esforzaré y así quizás obtenga más clientes si hablas de mí por ahí —se paró un momento a pensar—. Es más, por el mismo precio voy a arreglarte también la otra, para que estén a la par y tarden mucho más en fallar.

—¡Oh, muchísimas gracias! —exclamó la pegaso, aliviada—. Por cierto, mi nombre es Shiny Eyes y acabo de llegar al pueblo, pero desgraciadamente me iré en breve. Aquí no hay sitio para mí.

—Encantada. Yo soy Shadow Hammer, y soy la herrero de este pueblo. Sí, las minas que hay al final de esta calle son las famosas Northwest Mines, las del noroeste de Equestria, entre las Drackenridge Mountains y la Dragon Mountain. Desde aquí servimos joyas de gran calidad al resto de Equestria. Y vaya si son de gran calidad, tanta que apenas doy abasto arreglando picos y palas, y eso que —Shadow se acercó a Shiny Eyes— mi trabajo es superior. Yo no soy de esas ponis que gustan de presumir, pero un trabajo inferior habría empeorado la extracción. De hecho he visto fracasar a muchos herreros desde aquí mismo por el simple hecho de que preferían la rapidez a la calidad —la cara de Shadow Hammer cambió entonces con sobresalto—. ¿Pero por qué dices que no hay sitio para ti aquí? Siempre hay sitio para todos aquí.

Shiny no pudo responder porque en ese momento irrumpió una poni de tierra blanca como la nieve, sujetando un papel en la boca. Sin soltarlo, balbuceó:

—”Shad’ou Ammer, esesito etto ugetemette” —sus ojos azules como el cielo casi se salían de sus órbitas y su crin negra como la noche parecía encresparse por momentos. Incluso su Cutie Mark, un libro de tapa roja y dos dagas entrecruzadas por detrás, parecía moverse por la tensión.

—Vale, vale, tranquila, Knowledge —cortó la herrero—. Calma. Déjame ver qué quieres y ponte a la cola, hoy tengo ya bastante trabajo.

Ésta refunfuñó durante unos instantes. Finalmente dejó caer la hoja sobre el casco de la herrero, respiró profundamente y repitió de forma más sosegada:

—Shadow Hammer, necesito esto urgentemente. Es el modelo de una punta de lanza ceremonial que se usaba en las recepciones reales hace algo más de trescientos años.

A raíz de lo que acababa de escuchar, Shiny Eyes no pudo evitar recrear en su mente una singular escena: Un soldado blanco con armadura entra en el salón de recepción del palacio de Canterlot, portando una lanza con tiras de seda en vivos colores. Se dirige hacia el centro de la estancia ante la estupefacción de los presentes. Tira la lanza al aire y, haciendo una cabriola, la vuelve a tomar en el salto con sus cascos delanteras, aunque ya no viste su armadura real sino un tu-tú rosa de bailarina. Aún sin caer, el soldado-bailarín da vueltas a la lanza, primero sobre una pata, luego sobre la otra, después sobre el cuerpo y sobre la cabeza. Termina aterrizando mientras la sostiene en equilibrio sobre su hocico. Se hace el silencio mientras empieza a sudar, sonriendo nerviosamente. Entonces la sala entera irrumpe en aplausos y vítores al soldado.

—Knowledge —la herrero devolvió a Shiny a la realidad—, si es un arma ceremonial sabes perfectamente que no la haré con prisas —Shadow Hammer se quedó pensativa durante un instante, poniendo el casco en su barbilla y mirando al techo—. Eso son dos días, luego podrás venir a recogerlo —miró detenidamente el papel—. Hmmm... Sí. A pesar de las estrías de adorno que hay por toda la hoja, creo que en dos días estará.

Knowledge sonrió como una potrilla feliz y comenzó a alabar las virtudes de Shadow, mientras ésta la miraba con indulgencia. Shiny Eyes las interrumpió, pues debía marcharse y quería saber si había algún hotel en el pueblo donde poder descansar.

—Sí, yo sé dónde está el hotel —respondió la blanca poni de tierra—. De hecho voy para allá, tengo mi casa al lado. Si quieres te acompaño. Y bueno, me presento. Yo soy Undying Knowledge, aunque todos aquí me llaman Knowledge. Soy la historiadora de Northwest Mines Town.

—Encantada, yo soy Shiny Eyes —respondió la pegaso y a continuación se ruborizó—. Yo soy... bueno... vendedora de joyas.

Shadow entendió entonces su prisa en marchar del pueblo. Se giró para volver a sus quehaceres mientras Knowledge y Shiny partían hacia el hotel. Entonces la historiadora estiró al máximo sus orejas, poniéndose en alerta:

—Esto… —comentó la blanca yegua—, deberías saber que… este es un pueblo minero de joyas… y…

—Sí, lo sé —interrumpió Shiny Eyes—, por eso no me voy a quedar mucho tiempo aquí. En cuanto la herrero arregle el carrito me marcharé a buscar suerte en Canterlot. Por cierto, quisiera preguntarte algo y espero que no te lo tomes a mal: llevo ya varios años en la joyería pero nunca he oído hablar de estas minas. Sin embargo, Shadow Hammer dice que son muy famosas, ¿cómo puede ser?

—¡Ah! Es muy fácil —Knowledge se rió—. Estas minas fueron famosas hace décadas. Ahora prácticamente han caído en el olvido porque las joyas que se extraen son cada vez son más pequeñas. Todavía quedan gemas gigantescas ahí dentro, incluso del tamaño de dragones adultos, pero no se pueden sacar de una pieza. Hay que romperlas antes haciendo que pierdan muchísimo valor. Son gemas parecidas a las que sacaría cualquier unicornio de una veta de superficie, que con suerte podrían adornar un espejo en la casa de un aristócrata de Canterlot, así que cada vez nos tienen menos en consideración. Ningún unicornio de aquí conoce un hechizo para reparar una gema rota y no hay suficientes unicornios en el pueblo para sacar una entera con su magia. De hecho, si todos los ponis de tierra, pegasos y unicornios que viven aquí ayudasen en la tarea, tampoco sería posible sacarla intacta. Es una pena, porque este pueblo lograría volver al esplendor de antaño. Tal vez incluso se hiciese más grande y próspero que nunca. Pero ya ves cuántas casas abandonadas hay, la gente poco a poco se está marchando de aquí. La culpa de todo la tienen esos malditos pegasos —Knowledge entonces se detuvo un momento y reparó en que Shiny Eyes parecía molesta. Sonrió ligeramente, señaló a la ciudad de las nubes y fijó su mirada al cielo—. No, no me has entendido, no me refiero a los pegasos en general, sino a esos pegasos. Verás: ¡Buuuuuuh!

Los habitantes del pueblo giraron entonces sus cabezas para quedarse mirando a la historiadora. Entonces, volviéndolas a girar, las elevaron y abuchearon al unísono a la ciudad elevada. Shiny Eyes se fijó en todos. Ponis de tierra, unicornios e incluso pegasos abucheaban por igual. Knowledge miró de nuevo a Shiny Eyes:

—¿Lo ves? Esos pegasos de ahí arriba no quieren saber nada de nosotros. Se creen demasiado importantes como para dejarse ver aquí abajo. Si ellos quisieran, podríamos sacar entre todos varias gemas enormes a la vez. Pero no quieren mezclarse con nosotros.

—¿Y por qué no sube alguien y se lo pide? —preguntó la joyero con un brillo en los ojos, pues se veía ya como mensajera—. Quizás hablando comprendan la situación y bajen. Si este pueblo tiene problemas, a ellos también les afecta.

—Verás —Knowledge se sentó y adoptó una postura solemne—, hasta hace unos cien años todos vivíamos más o menos en armonía, aunque nosotros éramos vasallos de los pegasos que habitan en esa ciudad de nubes. Nosotros les entregábamos joyas y ellos cuidaban de nosotros y nos proporcionaban lluvia. Todo iba bien hasta que sufrimos un gran ataque por parte de los tigres de piedra para saquear la mina —la historiadora observó la mirada de terror que puso Shiny al escucharlo y trató de tranquilizarla—. No te preocupes, se llaman así porque comen piedra, no porque su cuerpo sea de ese material. En todo caso, les pedimos ayuda, pero nadie respondió. De hecho fue tanta la frustración que, a raíz de aquél capítulo, no se dejó subir a ningún pegaso para hablar con ellos. Lógicamente, ocurrió hace cien años, estamos hablando de nuestros antepasados, pero desde aquel ataque nadie ha ido allí arriba y ellos no han bajado. Ni siquiera salen a formar lluvia. Menos mal que vino desde Canterlot parte del Ejército Real de la Princesa Celestia. Nos salvaron del ataque de esos horribles tigres de piedra. Bueno, a nosotros no, a nuestros antepasados.

Shiny trató de hablar de nuevo, impaciente por su idea, pero Knowledge la interrumpió levantándose de un salto y tirando de ella hacia el otro lado de la calle. Se pararon delante de un puesto callejero formado por cuatro palos de madera y una tabla. La parte delantera estaba cubierta por una tela negra con dibujos de estrellas amarillas y una chistera. Una joven unicornio gris oscuro hacía preparativos, poniendo un sombrero de copa y una varita encima de la mesa, casualmente los mismos motivos de su Cutie Mark. La potrilla, mostrando sus brillantes ojos amarillos y una sonrisa de oreja a oreja, animó a ambas a acercarse.

—¿Quieres ver mi último truco, Knowledge? —dijo—. Creo que esta vez ya lo domino.

Ésta la saludó y asintió sonriendo, a la vez que hizo señales a la dorada pegaso para que le acompañase. La historiadora, seguida de la vendedora de joyas, se acercó al puesto.

—Veréis, voy a sacar un conejo… no… mejor una piedra de esta chistera. No hay ningún conejo por aquí pero piedras tenemos por todos lados. Por favor —señaló a Shiny Eyes—, ¿podrías escoger una piedra que te guste? Es para demostrar que no hay trampa ni cartón. Serás mi ayudante, señorita… ¿cuál es tu nombre?

—Soy Shiny Eyes, y me dedico a…

—Gracias, gracias, Shiny, te llamaré Shiny. Yo soy Flashing —la interrumpió mientras daba un codazo de complicidad a Knowledge—. Nunca se dice el nombre completo de las ayudantes, ya lo sabes…

Knowledge sonrió devolviéndole un guiño, pues lo sabía gracias a las muchas veces que había sido su asistente. Shiny Eyes tomó una piedra parecida a un corazón, aunque le faltaba un trozo. Estaba segura de que no había otra piedra igual en toda la zona. Se lo dio a Flashing, quien la aceptó gustosamente con teatral agradecimiento. La potrilla puso la piedra sobre la mesa, junto a la varita, tomó la chistera con la boca y, dándole la vuelta, con el ala hacia abajo, se lo pasó a Shiny para que lo comprobase. Ésta lo hizo intentando averiguar si había un doble fondo o alguna otra trampa. Una vez satisfecha, devolvió el sombrero a la unicornio.

Flashing, algo angustiada, deseó para sí misma que el truco saliera bien esta vez. Se atusó nerviosa su corta crin azul, con una fina franja rosa que parecía la sombra de su pequeño cuerno. Se armó de valor. Con la boca soltó la piedra dentro de la chistera. Se la escuchó golpear contra el fieltro. Entonces animó a las dos espectadoras para que comprobasen que la piedra seguía dentro. Efectivamente, allí estaba.

—Yeguas y Sementales —exclamó—, me complace presentarles mi último truco mágico: voy a hacer desaparecer esta piedra y después volverá a surgir de las profundidades del abismo de la magia.

—Claro, usando el cuerno y el hechizo de tele-transporte, cualquier unicornio puede hacerlo —susurró Shiny Eyes a Knowledge.

—No, ella no lo hace así —respondió esta—. Fíjate bien.

Flashing tosió para llamar la atención y preguntó si podía continuar. Ambas afirmaron con la cabeza. La unicornio inclinó entonces la chistera para que se volviese a ver la piedra bailoteando en el fondo. Dejó el sombrero en su sitio, sobre la mesa, tomó la varita con el casco delantero derecho y, moviéndose para mostrar sus flancos y ratificar sus palabras, dijo en voz alta:

—Nada por aquí, nada por allá… ¡ALAKAZAM!

Y golpeó el ala de la chistera con la punta de la varita. Cuando Shiny Eyes y Knowledge miraron el interior de la chistera, descubrieron que estaba vacía. La piedra había desaparecido. Entonces, con una sonrisa satisfecha de oreja a oreja, Flashing volvió a enseñar sus flancos y repitió:

—Nada por aquí, nada por allá… ¡ALAKAZAM!

Y volvió a golpear el ala de la chistera con la punta de la varita. Seguidamente la soltó y la dejó rodar unos centímetros sobre la mesa. Tomó la chistera con la boca y la volteó sobre los cascos de Knowledge, que ya sabía qué hacer a continuación. Del interior de la chistera se deslizó una piedra que fue a parar a los cascos de la historiadora. Shiny se fijó en el guijarro. Era el mismo que había escogido poco antes, y así lo testificó con un movimiento afirmativo de su cabeza. En ese momento tanto Knowledge como Flashing se fundieron en un abrazo, con la mesa del puesto entre las dos, contentas por la buena ejecución del truco. Tras las efusiones, Knowledge hizo las presentaciones oficiales:

—Flashing, mi amiga se llama Shiny Eyes, y… verás… fabrica joyas —en ese momento los ojos de Flashing empezaron a brillar, como si hubiese recibido las mejores noticias que podría algún poni esperar—. Shiny, mi amiga unicornio se llama Flashing Hooves. Es la mejor hechicera de trucos mágicos de toda Equestria.

—La mejor y la peor, todos aquí sabemos que no hay ninguna otra hechicera “profesional” de trucos mágicos en toda Equestria… —Flashing mostró una tristeza que cambió enseguida por una cara radiante—, y para seguir siendo la mejor tengo que seguir aprendiendo y fabricando trucos nuevos. Me tienes que dejar ver ese manual que tienes en tu casa, Knowledge.

—Ya sabes que cualquier cosa de mi casa está disponible para ti, Flashing —Knowledge estaba orgullosa de la pequeña unicornio—. Y ahora, si nos disculpas, le seguiré enseñando Northwest Mines Town a Shiny Eyes.

—Por supuesto, por supuesto —y, hablando en voz baja, aunque con suficiente fuerza para que se enterasen en el nivel más bajo de la mina, Flashing replicó—. Por fin lo he conseguido. Por fiiiin. ¡Ah! —Flashing volteó su cabeza, dirigiéndose hacia Shiny Eyes—. Tú y yo, amigas para siempre, ¿de acuerdo?

Shiny asintió, pero agachó la cabeza un poco asustada y abrumada. Knowledge y Shiny Eyes dejaron el puesto rumbo al final de la calle, aunque la historiadora se dio la vuelta para guiñarle un ojo. Flashing se lo devolvió acompañado de una sonrisa.

—¡Y otro truco mágico que consigue a la perfección nuestra hechicera-unicornio Flashing Hooves! —gritó Knowledge a los cuatro vientos.

Todos los ponis en los alrededores giraron la cabeza hacia el puesto de la unicornio y se acercaron cuchicheando, con ganas de ver el espectáculo que volvía a preparar Flashing desde el principio. Shiny Eyes se alegró de que aquella unicornio fuese tan querida allí.

—Knowledge… —exclamó Shiny Eyes, cambiando su expresión—. Estaba pensando que, la verdad, no parece tener mucho mérito la magia que ha hecho Flashing… De hecho, conozco unicornios capaces de lanzar conjuros de tal forma que parece que están haciendo otra cosa… Pero, de todas formas, me ha extrañado cómo ha realizado el truco, con esos movimientos tan raros... Nunca he visto nada parecido. Así que dime… ¿Cómo lo ha hecho?

—Eso es lo bueno, que no se sabe cómo lo hace —Knowledge sonrió—. Por eso es tan fantástica en los trucos mágicos. Además se gana la vida así, animando y sorprendiendo a todo el mundo, por eso se esfuerza tanto —e hizo una pausa para medir sus palabras—. Verás, Flashing no puede usar la magia. No sabe.

—¿Cómo que no sabe? ¿Acaso no es la magia algo propio de los unicornios, incluso a corta edad, como lo es la Cutie Mark para todos los ponis?

—Sí, eso es cierto... casi siempre. Pero cada cierto número de generaciones hay un unicornio que nace sin magia, y no puede desarrollarla. A ese tipo de unicornios se les conoce como “Unicornios neutros”. Y Flashing es una de ellos —explicó Knowledge.

—¡Auh!… qué pena, pobre potrilla —Shiny se puso triste.

—No te preocupes, Flashing es muy fuerte —la historiadora sonrió—, seguramente más de lo que nunca seremos nosotras. En vez de desanimarse, ha elegido hacer este tipo de “magia” para sorprendernos y animarnos a todos. Mira atrás, ahí la tienes asombrando a todos. Lo dicho, es mucho más fuerte de lo que imaginamos.

Estaban llegando ya a las últimas casas del pueblo cuando Knowledge se paró.

—Bien —dijo la historiadora, señalando la siguiente casa—. Ese edificio es el hostal, y aquí es donde vivo yo. ¿Te apetece tomar un té? Me interesaría conocer tu historia, y tal vez pueda ponerte al día de lo que sucede por aquí —exclamó. Shiny lo agradeció de veras, pues no había comido en horas.

Ésta se quedó sorprendida por la decoración. En la pared izquierda había una inmensa cantidad de libros de todos los tamaños y también papiros. En el muro de enfrente, según se entraba al edificio, había retratos de todos y cada uno de los ponis de tierra, unicornios y pegasos que vivían en Northwest Mines Town. Pero lo que más sorprendió a Shiny estaba en la pared de la derecha: un tapiz inmenso que recreaba una lucha entre unos ponis alados, junto a otros con cuernos, contra unos seres de color aguamarina con grandes colmillos.

—Representa la batalla de la que te hablé —explicó la historiadora—. Éstos, los ponis, son los guardianes del Reino de Equestria, enviados desde Canterlot; y éstos otros, los monstruos, son los tigres de piedra que atacaban Northwest Mines Town día sí y día también. Aquí arriba, en esta esquina del tapiz, está la ciudad de nubes. Como puedes observar, no hay ningún pegaso bajando. De hecho —tomó una lupa—, si te fijas en la ciudad, no verás pegaso alguno haciendo tareas ni asomándose. Tal fue el desprecio que nos hicieron. Pero en fin, son cosas del pasado, aunque si yo pudiese volar, hace tiempo habría subido a decirles cuatro cosas.

Se dirigieron a otra habitación. Al llegar al umbral, Shiny Eyes se quedó petrificada. Las cuatro paredes estaban repletas de lanzas, mazos, látigos y otras armas. Incluso había dos pequeños cañones apuntándose entre sí. Y todo estaba acompañado de carteles indicando qué tipo de arma era, la fecha histórica de su existencia y un resumen de sus características. Knowledge se rió y le explicó que estaban todas inutilizadas. Era historiadora, y estas armas eran parte de la Historia de Equestria.

—Cierto es que pertenecen a una parte muy oscura de ella, pero a veces la Historia es oscura —exclamó—. Son lo que fuimos, son lo que somos y, si los olvidamos, serán lo que seremos. Por eso las colecciono, para no olvidar jamás…

Shiny Eyes asintió y su rostro se relajó. Algo le decía que Knowledge no era peligrosa. Es más, ese algo le decía que podría llegar a ser una buena aliada, o incluso una gran amiga. Esa forma de quitar importancia a la contemplación de algo tan terrorífico como un arsenal era algo a tener en cuenta, y de forma muy positiva.

—Bueno —aclaró la blanca poni de tierra—, muchas de estas armas son réplicas hechas por Shadow Hammer, con su sello de calidad, aunque otras son auténticas…

Shiny se fijó en una repisa vacía. Únicamente contenía un paño para evitar que el polvo se acumulase, y una pequeña nota ilegible a esa distancia, lo que hizo que se acercase.

—¿Elementos de la Armonía? —estaba a escasos centímetros de la nota. Su cara denotó preocupación—. El caso es que me suena muchísimo.

—Eso es algo que espero tener en un futuro —Knowledge se ruborizó—, cuando ya no sea necesario. Bueno, más bien son “seis Elementos” lo que espero tener pronto —la historiadora bajó la mirada hacia el suelo y empezó a rozar su casco contra el suelo—. Son aquellos con los que las Guardianas de los Elementos vencieron a Nightmare Moon…

—¡Uy! —Shiny se sorprendió—, entonces seguramente estén a buen recaudo en el Palacio de Canterlot bajo la atenta mirada de la Princesa Celestia, custodiada por cien leales soldados y encerrada bajo mil llaves… ¿No sería más cauto hacer unas copias de esos Elementos?

—Ese es el problema —la historiadora seguía preocupada—. Salvo la Princesa Celestia, la Princesa Luna y las seis Guardianas de los Elementos, nadie en Equestria sabe ni siquiera qué son exactamente. La única forma de completar mi colección es viendo con mis ojos esos Elementos de la Armonía. Pero desde Northwest Mines Town, veo extremadamente difícil tener acceso a esas armas. Incluso he enviado peticiones a Palacio para que hagan dibujos o fotografías, pero parece ser que todos los permisos son denegados por la Princesa Celestia, para evitar que se hagan imitaciones que puedan ser encantadas y creen un caos en Equestria.

—Es comprensible que no dejen hacer imitaciones. Imagina que una malvada unicornio muy poderosa tiene acceso a una de esas imitaciones y crea unos Elementos de la Desarmonía, tan poderosos como los originales. Sería un peligro para todos.

—Lo sé, lo sé —Knowledge alzó la mirada—. Es algo que no puedo reprochar en absoluto a la Princesa Celestia. Por eso las copias serían imperfectas intencionadamente. De todas formas, la única forma que se me ocurre para obtener información es rogando a la Princesa, y para ello tendré que ir a Canterlot a pedir humildemente una audiencia real —la historiadora miró hacia el cielo a través de la ventana—. Es muy tarde. Vamos a tomarnos ese tentempié que te prometí.

* * *


La noche hacía su aparición cuando Shiny Eyes salió de la casa. Se despidieron y se dirigió hacia el hostal, mirando a su alrededor: Northwest Mines Town estaba agonizando y, de seguir así, en unos pocos años se convertiría en un pueblo fantasma. Una pena, pues la mina aún podía dar mucho de sí. Quizás ella tuviese la solución a ese asunto. Además estaba cansada de ir de un lado para otro intentando vender sin éxito las joyas de su carrito. Miró tristemente hacia la herrería y vio su carro atado con cadenas a la pared. “Por lo menos no me tengo que preocupar de que me roben las joyas, pues es mucho más fácil entrar en la mina y coger una joya más grande y de mejor manufactura sin esfuerzo”, pensó.

Entró en el hostal y vio tras el mostrador la espalda de un poni de tierra amarillo brillante que ordenaba unas cartas. Tenía una morada crin repeinada y una Cutie Mark que mostraba un timbre de hotel. Delante del mostrador aguardaba una pegaso de color amarillo pálido. Lucía una crin color lavanda y recogida dentro de un casco de aviador con las gafas sobre la visera, dejando ver sus verdes ojos. Portaba unas alforjas que hacían juego con el color del pelaje, tapando por completo su Cutie Mark. Junto al cierre de las alforjas, estaba el logotipo cosido de la empresa de correos de Equestria. Definitivamente era la cartero de Northwest Mines Town.

—Buenas noches, quisiera una habitación —dijo Shiny Eyes, adelantándose un poco.

—Lo lamento, señorita —el hotelero ni siquiera se dio la vuelta—. Estamos completos.

—¿Completo? Pero si… —Shiny Eyes agachó la cabeza—. Y ahora, ¿qué hago? —dijo en voz baja.

—Ya te dije que no era buen momento para hacer reformas —la pegaso-cartero miró de forma un poco autoritaria pero compasiva al hotelero, que ya se había dado la vuelta y miraba con sus agradables ojos azules.

—Sí, lo sé, Feather, pero había que hacerlas en el piso de arriba, se estaba cayendo a pedazos. Y algún día podría ocurrir una desgracia… ¡Ya sé! —el hotelero miró a Shiny Eyes y seguidamente devolvió la mirada a la cartero—. ¿Por qué no habilitáis una casa vacía para que la señorita pueda pasar la noche? De verdad que no tengo ninguna habitación libre.

—Siempre la misma historia, Disarming. Nunca haces nada por ti mismo —la pegaso-cartero frunció el ceño mirando fijamente a los ojos del hotelero—. Y no sé cómo lo haces, pero siempre consigues lo que quieres…

—No os peleéis, por favor —Shiny Eyes se adelantó un poco, mirando alternativamente a la pegaso y al poni de tierra.

—Por favor… —Disarming sonrió de oreja a oreja, mezclando una expresión infantil, agradable, despreocupada y a la vez malvada.

Era una sonrisa realmente encantadora. Shiny Eyes nunca había visto nada igual y dejó correr sus ensoñaciones. Tenía ganas de abrazar a ese poni de tierra y ponerle suavemente la cabeza sobre el regazo, mientras le acariciaba la crin. Incluso...

—¡Está bien! ¡Lo haré! —la pegaso-cartero sacó a Shiny Eyes de su trance—. Pero por favor, deja de hacer eso, sabes que no me gusta cómo me siento cuando pones esa cara. Y a pesar de saberlo, sigues haciéndolo. Cuando te dije antes que no sabía cómo lo haces, era mentira. Así es como lo haces. Con esa estúpida expresión siempre logras que todo el mundo haga lo que quieres. Y es aún más efectiva si tus víctimas son yeguas.

Tomando de un casco a Shiny Eyes, que no quería perderse la sonrisa que aún emergía de la cara de aquel adorable poni, salieron fuera del hostal. Una vez en la calle, la pegaso la miró fijamente a la cara:

—¡Eoh, Eoh! —la cartero agitó sus cascos delante de Shiny—. Estás en la calle, ya no estás ahí dentro. Vuelve en ti —volvió la mirada hacia el hotel—. Este Disarming Smile es todo un caso. Menos mal que es un buen poni y no tiene mala intención, que si no… Bueno, ¿dónde están mis modales? Soy Fast Feather y, como habrás supuesto por mi indumentaria y sobre todo por este dibujo —señaló el logotipo de las alforjas—, soy una pegaso-cartero de Equestria.

—En… encantada —Shiny todavía seguía bajo el influjo de la angelical sonrisa—. Yo soy Shiny Eyes y he tenido un día horrible. Soy vendedora de joyas y… —sonrió ligeramente, presa del nerviosismo— y… he recalado en este curioso pueblo. Al comprender que no tenía posibilidad de vender nada, he intentado salir, pero se me ha averiado el carrito… y ahora no hay habitaciones… y encima tengo que molestar a los demás para que me ayuden.

—No te preocupes —Feather sonrió—. Ayudarte con la casa no me supone ningún problema. Lo que me ha molestado ahí dentro ha sido cómo me lo ha pedido. Y pensar que aún sigo cayendo en su influjo —Fast Feather pateó el suelo de la frustración—. Ya sé lo que haremos, ¿te parece bien que elijamos una casa vacía y entre unos cuantos lo adecentemos para que te puedas quedar unos días? Incluso te dejaremos los enseres que puedas necesitar.

—¡Oh, muchísimas gracias! —la mirada de la joyero se volvió más brillante que nunca, embargada por la emoción y el agradecimiento.

—Vamos pues —la cartero empezó a andar hacia el centro del pueblo—. No quiero que la primera noche aquí la pases al raso.

Las dos pegasos se dirigieron a una casa que estaba un poco más cerca de la mina. Una vez allí, Fast Feather hizo ademán de llamar a la puerta, pero antes de hacerlo se giró hacia Shiny Eyes y le advirtió en voz baja que no se asustase y que se colocara al lado derecho de la entrada. No sin antes suspirar, la pegaso-cartero llamó a la puerta.

—Ya voy, ya voy —sonó una voz femenina dentro de la casa. Se oyeron pisadas dirigiéndose a la puerta y Fast Feather volvió a llamar—. Que ya voy, qué impaciencia, ni que fuese una pegaso para abrir tan rápido —Fast Feather sonrió y se dispuso a llamar por tercera vez, pero las pisadas habían cesado y la puerta comenzó a abrirse.

Shiny Eyes emitió un hipido de asombro: en el umbral de la puerta estaba una unicornio, aunque realmente ya no tenía mucho de ello. Su cuerno estaba roto casi por la base. Entonces se dio cuenta de que la protuberancia, además de rota, estaba limada. La unicornio era de color rosa, un rosa precioso. Su crin era blanca y muy larga, aunque Shiny Eyes no podía precisar su longitud, pues apenas veía el costado de su cabeza, aunque sí podía ver perfectamente ese ojo de un deslumbrante iris rojizo que miraba fijamente a la pegaso-cartero. Ese ojo hacía que Shiny Eyes se sintiese inquieta.

—Buenas noches, Gentle Colors —dijo la pegaso—. Sé que seguramente estás con la meditación, pero necesitamos tu ayuda.

El ojo rojo de Gentle Colors se movió ligeramente, escrutando a Shiny Eyes, aunque la cabeza siguió fija al frente, lo que hizo que la joyero se estremeciese.

—¿Para qué necesitáis mi ayuda? —el ojo de Gentle Colors seguía analizando a Shiny Eyes.

—Verás —explicó Feather—, mi amiga, aquí presente, necesita un sitio donde pasar la noche y Disarming Smile está completo.

—Ese bobalicón siempre tiene el hostal completo, no es ninguna novedad —respondió Gentle Colors, mientras su ojo seguía fijo en Shiny Eyes, aunque el resto de su cara cambió de expresión, siendo ahora más indulgente con ella.

—Me ha pedido adecentar una casa vacía para que ella no duerma a la intemperie —la pegaso-cartero sonrió.

—Te habrás negado, ¿no? —preguntó Gentle, mirando de nuevo a la cartero—. Que ese hotelero duerma en el suelo por una vez en su vida y deje su habitación libre para ella —el inquisitivo ojo de la unicornio volvió a fijarse en Shiny durante un instante.

—Sí, bueno… —Feather miró al suelo, avergonzada—, me negué al principio. Pero él usó “la Expresión” conmigo. Y tuve que acceder para que lo dejara de hacer. ¡Pero que conste en acta —la pegaso-cartero elevó la pata delantera izquierda y el casco de la otra pata delantera se la colocó sobre el corazón, haciendo un juramento— que ya no me afecta en absoluto! De hecho tuve que hacerlo porque vi que afectaba demasiado a otra yegua que estaba allí —entonces miró hacia Shiny, al igual que lo volvió a hacer el ojo de Gentle.

—Y queréis que yo os ayude a adecentar la casa, ¿no? —preguntó la unicornio.

—Eso es, siempre las pillas al vuelo, Gentle Colors —Feather puso una cara no haber roto nunca un plato.

—De acuerdo —ésta sentenció—, dejadme un minuto para prepararme. Id mientras tanto a elegir una casa —entonces la unicornio se dio la vuelta, cerrando la puerta.

Eligieron una vivienda un poco más cerca de la mina, en la misma parte de la calle, y empezaron a dirigirse hacia ella.

—Perdonad —un poni de tierra de color marrón y con la crin y la cola del mismo color que Fast Feather se les estaba acercando—, he visto que habéis estado hablando con Gentle Colors y parece ser que necesitáis ayuda. ¿Os puedo echar un casco en algo? —el semental se incorporó y habló con solemnidad—. Si tres son multitud, cuatro pueden ser una fiesta.

Shiny miró extrañada a ese poni de tierra. Estaba segura de que lo había visto antes en algún sitio, aunque no recordaba dónde. Quizás en Canterlot, cuando ella era una potrilla sin Cutie Mark, o puede que en Hoofington, o en Fillydelphia… o hace unos días en Ponyville. Cerró los ojos intentando recordar, pero cuando los abrió una sonrisa recorría su cara. Había comprendido el problema: el aspecto de ese poni era muy común en Equestria. Por todos lados, aquí y allá, habría varios ponis prácticamente iguales. Era el precio a pagar por tener un aspecto tan anodino.

—Por supuesto, Wise Words —Fast Feather sonrió—. Siempre eres bienvenido para ayudarnos a hacer las tareas, y las haces tan bien que da gusto.

—No me halagues tanto —Wise Words miró al suelo, ruborizado—, vas a hacer que me sonroje y que actúe torpemente.

—Tienes razón —la pegaso-cartero se rió—. Por cierto, esta yegua es Shiny Eyes, recién llegada y necesitada de nuestra ayuda.

—Encantada —dijo Shiny Eyes, tendiendo un casco al poni.

—Shiny Eyes, éste “elemento” —Fast Feather golpeó suavemente con el codo el costado del poni de tierra— es Wise Words. Un gran amigo de todos, y muy amigo en especial de Gen…

—¡Para, para! —el semental se puso alerta, mientras sus mejillas se ponían excesivamente rojas—. No sigas, te lo ruego. Si continúas, me daré la vuelta y me iré.

—Sí, para luego volver a los cinco minutos —la risotada de Fast Feather resonó bastante alto—. Porque sabes que “ella” va a estar, es algo que no puedes evitar. Pero tienes razón, no voy a continuar porque te necesitamos y porque siempre me has caído bien. Tus consejos me han servido alguna que otra vez.

Wise Words asintió cerrando los ojos y estrechó el casco de Shiny Eyes. Entonces los tres emprendieron la marcha en silencio en busca de la casa vacía. La joyero se fijó en la Cutie Mark de Wise: un círculo amarillo con una carita feliz parecida a un poni visto de frente, como dibujado por un niño, del que salía un bocadillo de escritura y, dentro de él, un corazón rojo también feliz.

Apenas habían llegado a la casa elegida cuando oyeron una tos simulada detrás de ellos, haciendo que los tres se giraran al unísono. Gentle Colors estaba allí, volteada hacia su izquierda, de tal forma que solo se le veía el costado derecho. Shiny Eyes se extrañó sobremanera. Quizás fuese la iluminación, pero juraría que Gentle Colors antes era de color rosa. Sin embargo, el color que veía ahora en la unicornio era el de un vivo naranja. Fast Feather miró a Shiny Eyes y le susurró sin apenas voz que no se asustara. Shiny Eyes volvió a mirar a Gentle Colors y observó su larga crin, totalmente blanca, que ondeaba al viento, y su Cutie Mark, que estaba formado por dos partes divididas por una diagonal ascendente, siendo el dibujo de la parte superior izquierda una luna blanca en cuarto menguante, y el de la parte inferior derecha un radiante sol amarillo.

—Mirad a quién he encontrado por el camino —dijo Gentle Colors con un gesto serio.

A su lado había un poni de tierra de cuero color verde, y era el motivo por el que ella estaba girada. Éste empezó a mirar a todos lados, moviendo sus pequeños y verdosos ojos de una manera rápida y constante durante unos pocos segundos. Después volvió a fijar sus iris al frente, totalmente impasible.

—Sí, puedes ayudarnos, Look Talker —Fast Feather asintió agradecida—. Nos vendrá muy bien tu ayuda.

El poni verde volvió a mirar, esta vez hacia la Cutie Mark de Shiny Eyes. Ésta se dio cuenta al momento e instintivamente se movió ruborizada, intentando ocultar su costado. Entonces Look Talker volvió a mover los ojos hacia todos lados.

—Sí, tienes razón —Wise Word dijo con rapidez, dejando notar nerviosismo—. Los colores de su Cutie Mark y los de su cuerpo curiosamente coinciden. Los aros dorados lo hacen con el color de su cuero, los chatones blancos prácticamente coinciden con el color de sus claros ojos y los rubíes son tan rojos como su crin.

Shiny Eyes se veía abrumada y completamente desconcertada al haberse convertido en el centro de atención. Bajó la mirada y quiso acabar con todo. Quería acostarse ya y dormir. Estaba muy cansada, tanto física como anímicamente.

—Por favor, por favor, estáis asustando a nuestra invitada —dijo Gentle Colors, que miraba de frente a Shiny Eyes.

Lo que vio la vendedora de joyas, al alzar la mirada de nuevo, nunca lo habría imaginado. Gentle Colors era una unicornio totalmente singular. Su parte izquierda era rosa, pero su parte derecha era naranja, cuya unión a lo largo de su cuerpo coincidía en perfecta simetría. En la cabeza de Shiny Eyes resonaba la imagen de la cabeza de Fast Feather diciendo “No tengas miedo”, alternándose con la imagen de la cabeza de Gentle Colors cada vez más cerca… e hizo lo único que no quería hacer: se rió locamente, en alto, de forma histérica. Gentle Colors alzó su mentón mirando hacia Fast Feather, que respondió a su vez con una sonrisa y un encogimiento de hombros.

CONTINUARÁ...


Por cierto, el capítulo ya está escrito. De hecho ahora mismo estoy escribiendo el capítulo 1x13, aunque el 1x16 ya lo escribí.

Espero que os guste leerlo tal como me ha gustado a mí escribirlo. Y feliz año nuevo a todos :D :D :D

Nota de Editado: Os pongo dibujos de todos:

Spoiler:
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Disarming Smile (el hotelero)
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Fast Feather (la pegaso-cartero)
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Flashing Hooves (la prestidigitadora)
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Gentle Colors - Parte izquierda
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Gentle Colors - Parte derecha
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Look Talker (el que no puede hablar)
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Magic Sales (la vendedora de artículos mágicos y no mágicos)
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Muffled Yell (la jefa de mineros)
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Shadow Hammer (la herrero)
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Shiny Eyes (la joyero y "protagonista" de este capítulo)
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Undying Knowledge (la historiadora)
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Wise Words (el que dice frases)


IMPORTANTE


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FANFICTION



Muchas gracias y perdón por las molestias.

Nota de editado: Capítulo 1x11 resubido con unos cambios. También se refleja en el post correspondiente.
Última edición por Sr_Atomo el 14 Abr 2015, 22:16, editado 58 veces en total.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - Demo del capítulo 1x

Mensaje por SwanLullaby » 01 Ene 2013, 19:20

A mí me encanta leer, pero no lo hago, no por falta de interés, sino porque me gasto la vista leyendo en el pc.
Ya me la gasto en su justa medida dibujando...
Si merece la pena... la imprimo.

Sr. Atomo qué claro tenías la descripción de los personajes (los dibujos). Las cutie marks también?
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - Demo del capítulo 1x

Mensaje por Sr_Atomo » 01 Ene 2013, 20:15

SwanLullaby escribió:A mí me encanta leer, pero no lo hago, no por falta de interés, sino porque me gasto la vista leyendo en el pc.
Ya me la gasto en su justa medida dibujando...
Si merece la pena... la imprimo.

Sr. Atomo qué claro tenías la descripción de los personajes (los dibujos). Las cutie marks también?


Vienen descritas en el fanfic. Y si os portáis bien, para Reyes pondré la segunda parte del capítulo... (es decir, que lo pondré sí o sí).
Última edición por Sr_Atomo el 05 Ene 2013, 23:32, editado 1 vez en total.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 Completo

Mensaje por Sr_Atomo » 05 Ene 2013, 23:31

Bueno, pues como prometí, he editado el primer post y he puesto la mitad del capítulo 1x01. A continuación pongo la segunda parte, disfrutadlo:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x01

Northwest Mines Town


2ª Parte


—¿Continuamos? Quiero volver pronto a mi meditación —Gentle Colors dejaba entrever nerviosismo.

—Por supuesto —dijo con rapidez Fast Feathers—. Pero antes, las presentaciones: Shiny Eyes, éste es Look Talker —Shiny Eyes alzó el casco en señal de saludo—. Look Talker, ésta es Shiny Eyes —Look Talker se inclinó un poco, haciendo una reverencia—. Y ahora, vamos a la tarea.

—Esta es la casa. La verdad es que es preciosa —comentó Shiny Eyes.

—Por lo menos tiene las cuatro paredes y el techo —replicó Gentle—. Feather, ¿no es esta la casa de la familia Crown?

—Sí, hace unas seis semanas que se marcharon a PonyVille —respondió Feather—. Una pena. Con ellos se fueron los pequeños Pacifier y Gestures. Los últimos bebés de Northwest Mines Town —Feather volvió a animarse—. Bueno, en seis semanas sólo habrá polvo y unas pocas telarañas. Será tarea fácil.

Abrieron la puerta. Efectivamente, los pocos muebles que había estaban todos cubiertos con una fina capa de polvo y había algunas telarañas aquí y allá. Afortunadamente Gentle Colors había traído un cubo con utensilios de limpieza. Se repartieron tareas y empezaron.

Apenas llevaban unos minutos cuando alguien llamó a la puerta. Wise Word abrió. Allí estaban Shadow Hammer, Flashing Hooves, Undying Knowledge y muchos más. Incluso estaba Disarming Smile, que había abandonado provisionalmente el hotel.

—Hola —dijo Shadow Hammer—, ¿es esta la casa que hay que habilitar?

—Sí, es ésta —respondió Wise Words con una gran sonrisa en la boca y señaló el interior de la casa—, pero pasad, pasad.

Prácticamente todos los habitantes se habían reunido frente a la casa y querían ayudar con las tareas. Incluso alguno había traído mantas, cubertería, vasos y comida. Shiny Eyes estaba abrumada. ¿Por qué todos querían colaborar? No le convencía la idea de que fuera solo para que no durmiese al raso y se llevara un mal recuerdo del pueblo. Esos ponis eran demasiado amables con ella, que al fin y al cabo era una desconocida. Estaba segura de que querían algo a cambio, pero tenía miedo de que fuese algo inalcanzable o peligroso. De todas formas, decidió que lo mejor era que se terminase de adecentar la casa y ver qué pedían a cambio, pues siempre se podría negar ya que ella no había pedido la ayuda de todos.

En cuestión de segundos todos los presentes se repartieron los lugares y las tareas. Por todos lados se veían objetos volando gracias al poder de los unicornios, sombras fugaces pertenecientes a los pegasos, que iban de un lado para otro, y ponis de tierra que hacían constantemente trabajos de todo tipo. Poco tardó la casa en estar otra vez habitable. La mayoría de ponis se fueron marchando poco a poco mientras reían, cantaban o hablaban alegremente. Apenas quedaban ya unos pocos en la casa cuando una poni de tierra roja como el fuego y una unicornio púrpura se acercaron a Shiny Eyes, presentándose:

—Hola, preciosa —dijo la poni de tierra—. Permite que nos presentemos. Yo soy Muffled Yell, la jefa de la escuadra de mineros de Northwest Mines Town, y quiero darte la bienvenida a este pueblo.

Su crin verdosa tenía un peinado extraño, indefinible entre un aspecto juvenil y el de uno propio de una poni de mediana edad. Tenía una oreja parcialmente arrancada, seguramente producto de un accidente minero. Su nombre era un tanto extraño, algo que corroboraba su Cutie Mark, que consistía en una cara sonriente con la boca abierta, unas ondulaciones finas, una línea que parecía asemejarse a una pared vista de perfil, y, al otro lado de la supuesta pared, unas ondulaciones muy fuertes y una cara asustada, como si acabase de escuchar una explosión.

—Yo soy Magic Sales —intervino la unicornio púrpura—, la vendedora de productos mágicos y no mágicos del pueblo. De hecho, es la única tienda que hay aquí. Me encargo de suministrar todo lo que puedas necesitar y también de todo lo que no necesites pero te apetezca tener. Y también te doy la bienvenida a Northwest Mines Town —su color púrpura contrastaba con el amarillo de su crin y de sus ojos, y también con su Cutie Mark, consistente en un bastón mágico y una zanahoria que estaban cruzados formando un aspa.

—Encantada —dijo Shiny Eyes, sonriendo—. Muchas gracias por todo. Me gustaría compensar lo que habéis hecho aquí. De verdad quisiera hacerlo, pero no sé a quién debo dirigirme para comentarle una idea que quizás pueda funcionar.

La poni y la unicornio se miraron un momento y después a Shiny Eyes. Disarming Smile, Gentle Colors, Look Talker y Wise Words se pusieron junto a Magic Sales y a Muffled Yell, quedándose más atrás el resto de las yeguas que había conocido en el pueblo, que empezaron a recoger los cubos y las bolsas de basura.

—Cariño —dijo Muffled Yell—, este es un pueblo muy pequeño, tan pequeño que no tenemos alcalde. Ni siquiera representante. Los que ves —señaló a los que tenía a su alrededor— formamos un Consejo. Veo que estamos todos, así que este es un buen momento para contarnos tu idea.

—Está bien —Shiny Eyes se sentó—. Como muchos de vosotros sabéis, yo soy vendedora de joyas, algo que aquí no tiene mucho sentido. No obstante, aparte de venderlas, sé repararlas.

Todos los presentes comenzaron a mirarse. Algunos susurros comenzaron a surgir en la sala.

—¿Y cómo puede ser, si ni siquiera los unicornios podemos hacerlo? —preguntó Magic Sales.

—Es un secreto familiar, pero es algo para el que no se necesita magia, sino habilidad, paciencia y mucha suerte.

—El problema —continuó diciendo Shiny Eyes con un brillo en sus ojos mientras los susurros se convertían en murmullos— es que sé arreglar joyas pequeñas. Nunca lo he intentado con una grande pero me gustaría probar. Sería una tarea ardua, y puede que no lo consiga, pero, si tengo éxito, quizás este pueblo vuelva a lograr su esplendor —los murmullos eran ya voces.

—¿Nos estás diciendo que quieres que rompamos una gran gema para que intentes arreglarlo con tu habilidad? —Gentle Colors miraba de manera bastante inquisitoria a Shiny Eyes.

—Sí, eso es —Shiny miró de igual forma a Gentle—. Si no lo intentamos, las grandes gemas seguirán estando dentro de la mina por demasiado tiempo. Probemos con una. Si no sale, siempre podríamos vender varios trozos pequeños de una gran gema.

Muffled Yell hizo una señal a los demás, incluso a las que estaban apartadas recogiendo la basura, y se reunieron en un corro, abrazados. Empezaron a cuchichear. De vez en cuando una cabeza se elevaba y miraba a Shiny Eyes, que estaba esperando el veredicto. Empezaba a impacientarse cuando el círculo se rompió. Se pusieron todos en fila. Muffled Yell carraspeó y dijo:

—Habiéndose reunido la asamblea de Northwest Mines Town en esta casa, bien entrada la noche, con fecha…

—Por favor, dilo ya —cortó Flashing Hooves, impaciente.

—De acuerdo —Muffled Yell sonrió—. Queremos que lo hagas, o al menos que lo intentes.

Shiny Eyes apretó los cascos entre sí e hizo un gesto de satisfacción.

—Pero se hará mañana por la tarde —continuó diciendo Muffled—. Primero tienes que descansar y aún hay que hacer los preparativos: cortar la gema, sacarla de la mina y llamar a un experto en joyería de Canterlot para que dé fe de la prueba.

—Entonces vayámonos a descansar todos —agregó Gentle Colors.

—Una última cosa —matizó Shiny Eyes—, hay que cortar las gemas de la forma más uniformemente posible. También hay que recoger todos los pedazos, incluyendo las esquirlas, e incluso el polvo de gema. Todo es importante para la pureza de la gema resultante.

Se despidieron todos y se marcharon a sus respectivos hogares. Shiny Eyes suspiró mientras pensaba que se había metido en un buen lío. Hacía mucho que no había vendido ninguna joya y aún más que no había reparado nada. Tendría que estudiar el rollo de papel escondido en su carro que explicaba la formulación y los pasos necesarios para reparar gemas. Se asomó a la ventana y esperó pacientemente hasta que todas las luces de las casas se apagaron. Únicamente quedó iluminada la de Gentle Colors, que seguramente estaría meditando de nuevo. Se dirigió a la puerta y vio, en una percha que estaba al lado, una capa que alguien había dejado ahí para ella. Sonrió y se la puso, pues sabía que, a la luz de la luna, su cuerpo dorado sería muy visible.

Abrió despacio la puerta, se asomó y miró a ambos lados. No había ningún poni a la vista, por lo que salió. Miró hacia la herrería, donde debería estar su carrito. Empezó a recordar: tercer cajón por la derecha, bajo el falso fondo… ahí estaba el rollo de papel que tenía que leer detenidamente para aprender de nuevo. Se dirigió hacia la herrería sigilosamente, moviéndose de casa en casa, pero pegándose a las paredes y agachando la cabeza cuando pasaba bajo una ventana.

Entonces llegó el momento más difícil de su travesía hacia el pergamino. Tenía que cruzar la calle. La luna estaba radiante y llena esa noche. Sabía que cualquiera que mirase por la ventana cuando ella cruzase la vería, y no podía permitir que la descubrieran, pues sería una vergüenza admitir que había olvidado cómo arreglar gemas.

Miró al frente, luego a la derecha, después a la izquierda. Tragó saliva y empezó a trotar hacia el edificio de enfrente. Cuando llegó, estaba acalorada, sudando y con la respiración acelerada. Estaba segura de que nadie la había visto. Al menos eso creía. Respiró hondo y volvió a pegarse a la pared, moviéndose hacia donde estaba el carro.

Sólo le faltaba una esquina, tomó aliento otra vez, recordando que el tercer cajón de la derecha chirriaba al abrirse. Era un problema que siempre había dejado pasar, diciéndose que lo arreglaría algún día. Se llamó estúpida por no haberlo hecho antes. Pero quizás si lo abría muy lentamente no hiciese tanto ruido. Entonces giró la esquina, dispuesto a intentarlo.

Ahí estaba, radiante, la pared de la herrería. De su carro no había ni rastro. No podía creerlo. Alguien había robado su carrito. Se sentía desolada. No podría reparar la gema. Había fallado al pueblo, había fallado a sus habitantes, y se había fallado a sí misma. Cuando por fin tenía la oportunidad de emerger con orgullo y ser feliz entre amigos, la mala suerte volvía a impedírselo.

Decidió volver a la casa. A esa casa que habían habilitado entre todos los del pueblo para ella. Esa casa significaba mucho para Shiny Eyes. Pero no podía corresponderles esa ayuda. Volvió arrastrando los cascos, hasta que, pasando junto a una ventana, alguien tosió, haciendo que Shiny Eyes se pusiese en alerta. Tenía que volver exactamente con el mismo sigilo con el que salió, independientemente de si tenía el pergamino o no. De hecho era peor ser descubierta ahora, pues tendría que explicarlo todo, incluso la imposibilidad de devolver la ayuda.

Al llegar a casa cerró la puerta, puso la capa en el perchero, se echó sobre el colchón y apagó la luz. Tenía que encontrar una explicación para decirla al día siguiente e impedir que se cortase la gema. Estaba segura de que le harían pagar todos los destrozos, y ella solo disponía de unas pocas monedas y unas pequeñas joyas. Pero recordó que todas ellas estaban en el carro desaparecido. Se lamentó y se tapó la cabeza con la sábana.

A falta del pergamino, tendría que recordar a toda costa el procedimiento, pero estaba demasiado nerviosa para intentarlo. Debía dormir, así que se puso a pensar en lo ocurrido unas horas antes en esa casa, y en cómo los habitantes de ese pueblo minero habían hecho todo lo posible para que ella, una extraña, pudiese dormir bajo techo, en algo que podría llamarse un hogar.

Recordó cómo Fast Feather volaba de un lado para otro, cogiendo cuadros, limpiando en el techo y en los rincones superiores. Se acordó también de Undying Knowledge y cómo recitaba hechos históricos para no aburrirse mientras barría. A Look Talker “charlando” con movimientos oculares, a Magic Sales y a Muffled Yell dirigiendo los grupos, a Disarming Smile poniendo “la Expresión” para escaquearse y que los demás hiciesen su trabajo. Pensó en Shadow Hammer cargando ella sola con muebles tan pesados que normalmente deberían llevarlo entre tres o cuatro ponis. A Wise Words intentando acercarse, haciendo como que trabajaba, a Gentle Colors… ese recuerdo logró arrancar una sonrisa a Shiny Eyes mientras estaba en la cama…

Por último recordó a Gentle Colors usando sus cascos. Eso le resultó curioso. Debería haber usado su cuerno de unicornio para hacer magia. Esa poni era demasiada extraña. Al menos ya no le asustaba, de eso estaba segura. Ahora la sentía como una amiga, totalmente contraria a la forma de ser que ella tenía, pero su amiga al fin y al cabo.

Estaba pensando en cómo decirles a todos lo que había pasado con el carro, cuando se quedó dormida. Y tuvo una pesadilla.

Se encontraba en un quirófano, vestida con una bata de médico. Muffled Yell entraba con una camilla con gotero mientras decía “Rápido, Shiny Eyes. Tienes que hacerlo ahora, se nos está yendo”. De repente en la mesa de operaciones apareció una gran gema roja hecha pedazos, pero con los trozos colocados. “Tiene muy mala cara”, dijo Flashing Hooves, que había surgido de la nada, haciendo de enfermera. Shiny Eyes miró sus cascos. Tenía puestos unos guantes especiales de cirujano. Intentaba recordar cómo empezar a reparar la gran gema, curando a esa malherida paciente.

“Escalpelo” comentó Flashing Hooves mientras se lo pasaba a Shiny Eyes, que tenía el casco en alto. “Tijeras” siguió diciendo, y también se las pasó. “Martillo”, “aguja e hilo”, “separador”, “ungüento”, “taladro”, “pico”, “barreno”. Todo se lo iba pasando a Shiny Eyes muy rápido, acumulando todos los objetos en su casco, que cada vez sentía más y más peso en la pata y en el resto del cuerpo. Shiny se iba encorvando bajo el peso de todos los utensilios que todavía iba recibiendo. Entonces se cayó al suelo.

“Levántate, Shiny Eyes. Es urgente que hagas la operación”. Gentle Colors estaba furiosa. “Levántate. ¿Qué eres?, ¿una poni? A mí no me lo pareces. Ni siquiera eres capaz de reparar una simple gran gema”. Shiny Eyes intentó levantarse pero no pudo. El peso de los objetos sobre ella era tan descomunal que el suelo empezó a crujir.

Entonces todo desapareció. Todo excepto la gran gema, que brillaba en la oscuridad. Shiny dio dos pasos para acercarse a ella, y la gema, flotando, se alejó la misma distancia. Shiny Eyes empezó a andar más rápido, y más rápido se alejaba su objetivo. Empezó a correr, pero no podía alcanzar la gran gema. Desesperada, gritó. En ese momento la gran gema estalló en mil pedazos, y sus trozos cayeron suavemente, como hojas de otoño. Shiny Eyes se lanzó hacia ellos, con los cascos juntos, haciendo un símil de cuchara. Pero los trozos de gran gema se le escurrían constantemente, desapareciendo entre la nada. Y Shiny Eyes cerró los ojos, llorando.

Cuando los volvió a abrir, estaba en mitad del pueblo. Todo el mundo estaba a su alrededor, señalándola. “Creímos en ti”, “Decías que nos salvarías”, “Mentirosa”, “Jamás debimos fiarnos de ti”. Las voces surgían distorsionadas de todos lados. Shiny Eyes no sabía qué hacer, se arrodilló y pidió perdón. Sólo obtuvo como respuesta más reproches, cada vez más fuertes, cada vez más atronadores.


Se despertó completamente empapada de sudor. Estaba desconcertada, ya que no sabía si seguía aún en el sueño. Entonces se dio cuenta de la excesiva luz de sol que entraba por la ventana. Debía ser cerca del mediodía. No podía ser… ¿Tanto había dormido? Todavía no recordaba la fórmula y ya era tarde para escapar del pueblo sin ser vista. Debía afrontarlo. Tenía que ir y decirles a todos que no sabía cómo reparar la gran gema. Que habían robado su carro, y con él, tanto el pergamino que explicaba cómo hacer la restauración de gemas como el poco dinero del que disponía.

Abrió la puerta y salió, echando un vistazo alrededor. Lo que vio le asustó. Los ponis estaban engalanando Northwest Mines Town. Por todos lados se veía globos, flores y pancartas. En el fondo, sobre la entrada a la mina, había un cartel de tela que ponía “Bienvenida, Twilight Sparkle”, aunque alguien había tachado el nombre de la poni homenajeada y había puesto debajo, a casco, “Shiny Eyes”. Entonces una unicornio se dio la vuelta y la vio. Empezó a aplaudir al suelo. El resto también se dio la vuelta, dejando lo que estaban haciendo, y aplaudieron de igual manera a su paso.

Shiny Eyes se dirigió a la herrería para explicarse cuanto antes. Iba a preguntarle a Shadow Hammer dónde estaba Muffled Yell, cuando de repente lo vio: ahí estaba su carro, atado con una cadena a la pared de la herrería. Se paró, se frotó los ojos y miró de nuevo. Volvió a ponerse en marcha, trotando alegremente hacia su puesto. Cuando llegó, lo abrazó, lo besó e incluso lo acarició con la mejilla. Nunca había estado tan contenta, tan aliviada. Por fin todo volvía a ir bien.

—No te quejarás, te lo he estado cuidando —Shadow Hammer estaba en el descansillo exterior de la herrería—. Y veo que he hecho bien, viendo el cariño que tienes a ese carrito.

—Muchísimas gracias, de verdad —respondió Shiny con una gran sonrisa—. Me he asustado mucho cuando vi que no estaba ayer por la noche.

—Ah, porque antes de ir a tu casa lo metí dentro de la herrería —dijo Shadow señalando un lateral donde se veía un portón. Estaba casi oculto.

—¿En serio? Eres maravillosa, Shadow —Shiny tenía los ojos llorosos—. No sabes cuántas ganas tengo de darte un abrazo.

—Bueno, bueno, tranquila —Shadow puso las patas delante suya, intentando tranquilizar a la pegaso—. Tienes algo muy importante que hacer hoy, y para hacerlo bien tienes que estar centrada.

—Lo estaré… lo estoy, lo estoy —Shiny se intentó calmar.

Se movió hasta la parte de los cajones y abrió el tercero de la derecha. Apartó los moldes de latón que había y, accionando un botón oculto, abrió un doble fondo. Allí estaba el pergamino que necesitaba. Lo tomó suavemente, volvió a atrancar el doble fondo y cerró el cajón cuando Flashing Hooves y Undying Knowledge se acercaron al carrito.

—Lo vas a conseguir —Knowledge sonreía—. Hoy es tu día.

—Eso espero —Shiny entornó los ojos—. Todavía queda mucho para el atardecer, y me muero de hambre.

—Permítenos invitarte a comer algo — replicó Knowledge.

—No, al contrario, voy a ser yo la que os invite —objetó Shiny, feliz.

Esta tomó unas monedas de otro cajón. Juntas, fueron al restaurante de Northwest Mines Town. La comida del restaurante estaba deliciosa, hoy el cocinero se había esmerado con el menú. Se notaba en el ambiente la fiesta y las ganas de que todo saliese bien, de que el pueblo prosperase y volviera a ser lo que fue. Shiny se despidió de Flashing y Knowledge y se fue a casa a estudiar el pergamino, aunque antes de llegar se encontró a Fast Feather y a Wise Words, que estaban hablando entre ellos hasta que Shiny Eyes se acercó. Ambos saludaron a la joyera.

—¿Te gusta la decoración? —preguntó Feather—. Me ha costado mucho traerlo de Ponyville. He estado volando durante toda la noche para enviar la petición para el experto en joyería de Canterlot. Menos mal que he llegado a tiempo de entregarlo antes de que saliese el expreso de Ponyville. Aprovechando el viaje, he traído algo —Fast Feather señalaba los adornos que había en todo el pueblo. La pegaso cartero estaba cansada pero feliz.

—Todo es poco para el gran día —Wise Words guiñó el ojo a Shiny Eyes—, aunque debes tranquilizarte. Dicen que un gran viaje comienza con un pequeño paso.

—Los globos, los fuegos artificiales y las guirnaldas me los ha dado una poni muy fiestera que vive en Ponyville —continuó diciendo Fast Feather—. Nunca me acuerdo de su nombre. Es una poni rosa, con la crin enmarañada rosa y magenta, tres globos por Cutie Mark y con un carácter muy risueño.

—Pinkie Pie, se llama Pinkie Pie —matizó Wise Words—. Es tan famosa que hasta yo he oído hablar de ella.

—¡Esa es! —exclamó Feather—. Me dijo que todas esas cosas le sobraron de su última fiesta. Y la pancarta del fondo es una que usaron para dar la bienvenida a la bibliotecaria del pueblo, que llegó hace poco. Espero que no te importe que sea de segundo casco —la cartero sonrió.

—No, en absoluto, me encanta. En serio, me gusta. Muchas gracias, Fast Feather, y a ti también, Wise Words.

—El dibujo, que no se te olvide el dibujo —Wise Words dijo en voz baja a Fast Feather.

—Es verdad —Feather empezó a rebuscar en su zurrón—. Tengo una especie de gemela en Ponyville. Una pegaso con mi mismo color de pelaje y casi de ojos. Solo somos diferentes en la crin y en que hay que acercarse mucho a ella para escuchar lo que dice. Y en la Cutie Mark. Pero es una buena pegaso. Me ha dado un papiro en el que hay dibujadas muchas huellas de animales diferentes. Es para ti, pero creo que no lo tengo aquí —Fast Feather bostezó—. Y creo que ya está hecho todo lo que tenía que hacer. Voy a echarme un rato a descansar. No he dormido en toda la noche. Pero no te preocupes, Shiny, estaré en La Gran Prueba.

—Eres estupenda, Feather —los ojos de Shiny Eyes brillaban mucho—. Yo también voy a casa a descansar. Wise Words, muchas gracias a ti también.

—Descansad las dos. Nos veremos luego —Wise Words saludó y se marchó hacia el centro del pueblo, donde empezaban a reunirse los ponis.

Shiny Eyes entró en su casa, se echó en la cama, abrió el pergamino y empezó a leerlo. No era una fórmula difícil, es más, no recordaba que fuese tan fácil restaurar una gema. Quizás lo lograse. Ahora la sonrisa que tenía en la cara era más alegre y pronunciada que nunca. Al fin tendría la oportunidad de corresponder la ayuda a los habitantes de ese pueblo e incluso establecerse allí, sin preocuparse de deudas y, quizás lo más importante, al fin dejaría de estar sola.

Se asomó a la ventana intentando captar el momento. Todo el mundo estaba feliz. Unos ayudaban poniendo adornos, otros correteaban de un lado para otro como si fuesen potrillos pequeños, incluso alguna potrilla entonaba alguna canción acompañada de los viandantes. Todos eran felices. Y ella era el motivo de su felicidad.

Recorrió con la mirada todas y cada una de las casas, imaginándose cómo sería el pueblo si ella tuviese éxito, haciendo que los ponis se estableciesen allí, convirtiendo el pueblo en una villa o incluso en una ciudad. Incluso se imaginó a pequeños potrillos jugando en la calle.

Entonces vio la casa de Gentle Colors. No había visto a esa extraña unicornio en toda la mañana, lo cuál resultaba un tanto insólito. Quizás aún estuviese meditando. O tal vez se hubiese quedado dormida. O quizás algo le había pasado. Sería mejor ir y saludarla.

* * *


Shiny llamó y la puerta de la casa de Gentle Colors se abrió con un chirrido. Y allí estaba ella, con ojeras y una expresión de cansancio.

—Hola, Shiny Eyes. ¿Deseas algo? —preguntó Gentle en medio de un bostezo.

—¿Estás bien? Te noto cansada —Shiny miró atentamente a la extraña unicornio.

—Me acabas de despertar —Gentle devolvió la mirada—. He estado toda la noche meditando y ahora, justo cuando logro conciliar el sueño, llamas a la puerta —la expresión de Gentle Colors era de enfado—. Pero gracias por preocuparte —Gentle volvió a bostezar—. Y ahora, si me permites, voy a intentar dormirme de nuevo.

—¿Estarás esta tarde en la Gran Prueba? —preguntó Shiny.

—¿La Gran Prueba? —Gentle alzó las cejas—. ¿Quién le ha puesto ese nombre? Sólo es un intento más de arreglar este pueblo. Sólo uno de los cien que ha habido. Y todos hasta ahora han fallado. No sé si estaré —Gentle señaló a Shiny—. Es probable que no lo haga, no me gustaría ver otra decepción. Adiós —y Gentle Colors cerró la puerta rápidamente, dando un golpe seco.

La joyera agachó la cabeza. ¿Habían intentado sacar a flote el pueblo decenas de veces? ¿Lo que iba a intentar ella era el intento ciento uno? ¿Por qué se había portado tan mal Gentle Colors con ella? Pensaba que eran amigas, después de lo de la noche anterior. Shiny se irritó. No, no lo eran. Gentle Colors era una egoísta. Lo mínimo que esa unicornio debería haber hecho era animarla, incluso si supiese a ciencia cierta que iba a fallar. Shiny Eyes sacó la lengua a la puerta burlándose mientras balbuceaba imitando la voz de la unicornio de dos colores: “No sé si estaré. Es probable que no lo haga, no me gustaría ver otra decepción”. Pues bien, que no estuviese. No necesitaba a Gentle a su lado para intentar superar la prueba.

Volvió a casa visiblemente enfadada, tan enojada que todos los ponis que estaban en su camino se apartaron. Cerró la puerta y se puso a leer una y otra vez el pergamino, pero no le prestaba mucha atención. Su cabeza estaba en otra parte. No podía olvidar lo que había pasado con Gentle. Le apenaba mucho ese rechazo. Aunque quizás fuese la falta de sueño la que hablase por la boca de la unicornio de dos colores.

—¡Ya está aquí, ya está aquí! —una voz se oyó fuera.

Empezaron a sonar cornetas. Shiny Eyes salió y miró hacia donde todos lo hacían. Un carro dorado tirado por cuatro pegasos blancos venía volando sobre el camino de la encrucijada. Dentro de la calesa iba sentado un unicornio blanco vestido de forma estrafalaria. Cuando aterrizaron en mitad de la calle todos los ponis habían salido de sus casas y de la mina. Todos excepto Gentle.

—Bienvenido, señor. Soy Muffled Yell y quisiera darle la bienvenida a nuestro humilde pueblo.

—De acuerdo, de acuerdo —espetó el unicornio—. Quiero terminar rápido con esto. Bien, ¿dónde está la joya? —el unicornio se sentía a disgusto entre tanto plebeyo.

—Por aquí dentro, señor —Muffled Yell señaló a la mina.

—Señor Ticked O'Runchecked —dijo, mirando con superioridad hacia todos lados excepto a Muffled Yell.

—Verá, hemos elegido una pieza especialmente idónea para la ocasión —Muffled sonrió.

—Veámosla entonces —la impaciencia de Ticked se hacía patente.

—Ven tú también, Shiny, así observarás la gema original y te será más fácil reconstruirla.

Shiny Eyes asintió y, junto a Muffled y a Ticked entraron a la mina. Shiny se fijó en la Cutie Mark de Ticked: una “V” verde con carita feliz y debajo una “X” roja con cara enfadada. Pasaron por un montón de pasillos y de recovecos hasta que entraron en una apertura y los tres se pararon. Ahí estaba la gran gema.

El corazón de Shiny dio un vuelco. Era una gema roja. De hecho era la misma gema que había visto en su sueño. Las dudas empezaron a apoderarse de ella. Tenía que luchar contra la sensación de que hubiera sido una negra premonición. Tenía que confiar en sí misma. Se acercó a la gema. La miró desde todos los ángulos posibles, al igual que hacía Ticked. Shiny giró la cabeza en una señal de satisfacción. Muffled tomó aire y lo exhaló, sin emitir ningún ruido, aunque movió la boca como si estuviese hablando.

—No hace falta que grite, jefa, estábamos al lado —un poni se acercó girando desde un recoveco, seguido de unos cuantos más, todos tocándose el oído, como si hubiesen escuchado un estruendo —. Empezamos entonces.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Shiny Eyes, asombrada.

—Nada, cariño… es mi habilidad especial —Muffled señaló su Cutie Mark—. Puedo proyectar mi grito a distancia, hacia donde yo quiera.

Los tres salieron y dejaron a la cuadrilla poni para que hiciesen su tarea. Ticked se dirigió a su calesa, que tenía el toldo sacado. Sentándose, cogió un refresco y empezó a beber. Muffled miró a Shiny Eyes y asintió con la cabeza.

—Sé que lo vas a lograr —Muffled intentaba animar a Shiny.

—Y nos fiamos de tu palabra —dijo de repente Shadow Hammer.

Shiny giró la cabeza hacia donde provenía el sonido que acababa de oír. Todas estaban ahí. Shadow, Feather, Knowledge y Flashing. Bueno, no todas. Gentle Colors no había aparecido, lo que hizo que Shiny volviese a dudar de sí misma.

—Creemos en ti —comentó Feather.

—Y sé que no nos mentirías —prosiguió Flashing.

—Y nos vas a salvar —terminó Knowledge.

Eran las palabras de su sueño, pensó Shiny. Cada vez dudaba más de su éxito.

—Y bien, ¿dónde harás la reparación? —preguntó Feather.

—Es verdad. Qué gran error por nuestra parte —Muffled se lamentó y empezó a buscar por todos lados.

—No se preocupe, puedo intentarlo en cualquier lado —contestó Shiny Eyes, mientras se veía fallando estrepitosamente. Para eso, cualquier sitio era bueno.

—Entonces, ¿qué os parece aquí, a la salida de la mina? —Muffled señaló el suelo, justo donde estaban situadas.

Todos los reunidos, pues se habían acercado más ponis, dieron su visto bueno.

Entonces Flashing pidió que esperaran un momento. Se alejó hacia su puesto de trucos mágicos, tiró del cartel de tela que colgaba por delante para arrancarlo y se lo llevó consigo. Volvió con la sábana y la dejó en el suelo, doblándola por la mitad varias veces. Parecía la parte superior de una mesa de quirófano.

Shiny Eyes no podía creérselo. Todo lo que ocurría iba sucediendo como en el sueño. ¿Acaso iba a fracasar? Era algo que en breve averiguaría, pues empezaban a salir los mineros con los restos de la gran gema. Era el momento. Shiny Eyes miró hacia el cielo y vio la ciudad de nubes. “Espero conseguirlo, por favor, necesito conseguirlo”. Empezó a sufrir un tic nervioso bajo el ojo. Fue hacia su carrito. Alguien lo había engalanado con unos globos y unos ramos de flores. Empezó a abrir cajones, armarios y muestrarios. Tomó utensilios y unos ungüentos para la tarea.

Cuando volvió a acercarse a la sábana, el día ya empezaba a dejar paso a la noche. Tenía que acabar rápido. Todo el pueblo estaba allí, incluso Ticked, que observaba desde la primera fila mientras sus pegasos se quedaban más atrás. Seguía faltando Gentle Colors.

—Bien —la voz de Ticked resonó en la plaza del pueblo—, así es como lo vamos a hacer: antes he visto la gran gema, a la que otorgo la pureza base, es decir, del 100% —el pueblo empezó a lanzar vítores, a lo que Ticked respondió con una mirada inquisitoria que hizo que todo el mundo callase—. Esa es la muestra más pura, y la Gran Prueba consiste en acercarse lo máximo posible a esa calidad. El límite, sin embargo, lo tasaré en un 85%. Por encima de eso daré la prueba como exitosa, pero si está por debajo, será un rotundo fracaso —cuando dijo esa última parte, su mirada se encontró con la de Shiny Eyes.

—Empecemos pues —comentó Muffled.

Y así se hizo. Los mineros dejaron los trozos de gema sobre la sábana. Los dos últimos dejaron las esquirlas y el polvo de gema. Shiny Eyes se puso delante del rojizo collage. Observó los trozos de gema y empezó a ponerlas en orden. Después abrió la bolsa con las esquirlas y empezó a colocarlas cuidadosamente, encajándolas perfectamente en su sitio. Entonces llegó la parte más difícil, que empezaba con la incrustación del polvo de gema.

Shiny Eyes cerró con fuerza los ojos, intentando recordar la formulación. De repente se dio cuenta de que no podía. Sabía que tenía que esparcir el polvo por toda la gran gema, y así lo hizo, pero no recordaba qué frasco había que usar para convertir el polvo en una amalgama idónea para que cada partícula se moviese hasta donde correspondía. ¿Era el frasco rojo o el azul? Cuando abrió los ojos descubrió que estaba sudando y que el tic nervioso de su ojo volvía a aparecer. No podía creerlo. Estaba tan cerca y a la vez tan lejos. “Esto corresponde a la parte de mi sueño en que no podía llegar a la gema”, se dijo. Y así era. Miraba la gran gema, que estaba casi completa de nuevo, pero al mismo tiempo no era más que un conjunto inacabado de gemas con mucho menos valor.

Debía darse prisa, pues apenas podía ver por falta de luz. Incluso con la luna llena que empezaba a aparecer en el cielo la visión era dificultosa. El siguiente paso era extremadamente importante. Uno de los dos ungüentos restablecería la gran gema, pero el otro… el otro… “Uno salva, el otro destruye”, recordó de repente… Sí, uno se usaba para reparar, y el otro se usaba para separar las gemas. El problema es que no recordaba cuál era cuál. Tomó el frasco rojo y lo abrió, mirando su contenido. “Creo que era éste”, dijo en voz muy baja.

—Vamos, ¿de verdad lo crees? Yo no estoy tan segura —dijo de repente alguien.

Shiny Eyes miró hacia la voz. Gentle Colors estaba ahí, desafiante.

—¡Recuerda! —gritó Gentle—, ¡recuerda y actúa en consecuencia!

Shiny Eyes cerró los ojos e intentó calmarse. Recordó una especie de cantinela que le enseñó su abuela para diferenciar los ungüentos: “Rojo… rojo es fuego… fuego de dragón… los dragones comen gemas… las gemas se destruyen”, recitó con un hilo de voz. ¡Eso es! Tenía que usar el frasco azul. Rápidamente dejó el frasco rojo y tomó el azul, que abrió suavemente. Con sumo cuidado, vertió su contenido sobre la gran gema y empezó a repartirlo, usando los cascos, sobre toda la superficie.

Ya era bien entrada la noche cuando Shiny Eyes terminó el trabajo. Estaba exhausta, pero satisfecha consigo misma. Miró a todas sus amigas y también a Disarming Smile, a Wise Words y a Look Talker. Acabó centrando su mirada en Gentle Colors. Shiny estaba feliz. Poco importaba ya si lo había conseguido o no. Había hecho todo lo posible al intentarlo, y nadie podría reprochar nada. Gentle Colors le devolvió la mirada y asintió.

En ese momento Ticked se acercó a la gran gema. Golpeó ligeramente un casco contra el otro. Se acercó uno de sus pegasos portando una lámpara. El escrutinio de la gran gema duró una eternidad. Ticked se dio la vuelta, se puso al lado de Muffeld Yell y comenzó a hablar en general:

—Habiendo examinado con detenimiento la gran gema aquí presente, y teniendo en cuenta las palabras mencionadas antes del inicio de ésta, la denominada Gran Prueba, debo decir que el resultado, siendo el 100% la gema original, y un 85% el mínimo admisible para el éxito de la prueba —todos estaban expectantes, aunque la que más atención prestaba era Shiny Eyes—, he de puntuar la restauración en un 87,8%. Por lo tanto, declaro exitosa esta hazaña.

Todo el mundo empezó a vitorear, gritar, saltar, reír… todos menos Ticked, que volvió a golpear un casco contra el otro. Otro de los pegasos se acercó y levantó dos sellos, uno con una “V” verde y otra con una “X” roja. Ticked señaló la “V” y el pegaso se lo dio. Estampó el sello en la esquina superior derecha de la gema y se dio la vuelta hacia la calesa.

Shiny Eyes estaba sin habla. Había salvado Northwest Mines Town. Había logrado salvar a esos ponis que estaban celebrándolo. Había salvado a sus amigas, que siempre había confiado en ella. Había salvado a Gentle Colors, que por primera vez desde que la había visto, sonreía. Y se había salvado a sí misma de sus temores.

Los fuegos artificiales resonaban con estruendo contra el cielo, explotando por debajo de la ciudad de nubes. Unos cohetes eran blancos, otros amarillos, otros verdes. Cada uno era aún más bonito que el anterior. Shiny Eyes lloraba de la emoción. Sintió que alguien le agarraba de una pata delantera, luego de la otra, y después las dos traseras. Eran todas sus amigas, llevándola en volandas. Todo era alegría y fiesta en Northwest Mines Town, y era algo embriagador para Shiny Eyes.

* * *


El sol de la mañana daba de lleno en la cara de Shiny Eyes, que se revolvió en la cama. Se levantó, estiró los cascos y se dispuso a desayunar. Fuera había mucho bullicio. Aún con sueño, miró por la ventana. Estaban quitando la decoración del día anterior, mientras algunos aún canturreaban o bailaban al son de una música que sólo ellos oían. Después de desayunar y asearse, decidió dar un paseo. Salió de casa, pensativa. Tal vez se acercase al puesto de Magic Sales, pues necesitaba provisiones para su nuevo hogar. Ya lo había decidido: se quedaría en ese pueblo.

—Shiny, ¿tienes un momento? —era Muffled, que se acercaba—. Quería darte mi agradecimiento por lo que has hecho. Hemos pensado te deberías quedar con la gran gema. Es un regalo de todo el pueblo. Es lo menos que deberíamos hacer por ti. La enmarcaremos y te la traeremos mañana. Por supuesto, si decides quedarte a vivir aquí, esa casa en la que estás pasará a ser tuya.

—Es todo un honor. Acepto encantada. De hecho creo que la gran gema quedará muy bien en el salón de mi nueva casa. Muchísimas gracias, de verdad.

Shiny se marchó y volvió a casa después de comprar provisiones a una agradecida Magic Sales. Frente a la puerta estaban sus amigas esperándola.

—Quisiera pedirte disculpas por mi tratamiento de ayer por la tarde —Gentle Colors se disculpó.

—No te preocupes —Shiny miraba feliz a Gentle—, en el peor momento para mí me ayudaste mucho.

—¿Qué pasó ayer por la tarde? —preguntó Flashing.

—Me despertó de mi sueño —dijo Gentle.

—No me digas más, te pusiste hecha una furia —sonrió Flashing—. Shiny, te aseguro que no eres la primera con quien Gentle se ha enfadado por haberla despertado. De hecho, creo que todos hemos sufrido sus ataques de rabia —y todas se pusieron a reír, excepto Gentle, que miraba a Flashing con los ojos entrecerrados.

—Yo no me pongo hecho una furia —aclaró la unicornio de dos colores. Las otras cinco rieron aún más.

—Shiny, lo siento —Fast Feather dijo, a la vez que se adelantó—. Con la fiesta y la alegría se me olvidó dártelo ayer —Feather le ofrecía a Shiny un papel.

Shiny lo tomó, lo abrió despacio y le encantó lo que vio. Un montón de huellas de pequeños animales diferentes estaban pintadas por toda la hoja. De hecho, aunque así parecía, no era un dibujo, sino verdaderas huellas de animales, que formaban entre todas la figura de un corazón. Y dentro del corazón tenía escrito seis nombres:

“Fast Feather
Flashing Hooves
Gentle Colors
Undying Knowledge
Shadow Hammer
Shiny Eyes”

—Es preciosa. Es una carta preciosa —Shiny Eyes abrió los ojos como platos cuando un recuerdo cruzó su mente—. Tengo que escribir a mi abuela. Prometí hacerlo si me ocurría algo extraordinario. Y lo ocurrido ayer sí es algo que se podría considerar extraordinario.

—Tengo papel, pluma y tinta —Feather sonrió—. Una pegaso cartero nunca sale de casa sin su material de trabajo. El deber puede estar en cualquier sitio.

Shiny Eyes tomó los utensilios que le ofrecía Fast Feather y, pensativa unos segundos, escribió:

“Querida abuelita:

Tenías razón. La hora más oscura de la noche es la que hay antes del amanecer. Cuanto peor van las cosas, más posibilidades hay de mejorar. En esa situación me encontraba yo. Y en esa misma situación se encontraba un pueblo llamado Northwest Mines Town.

Cuanto más sola se encuentra una, más fácil es encontrar las verdaderas amistades. Amistades que se ayudan y se apoyan incondicionalmente. Y eso es lo que ha ocurrido. He encontrado a esas amigas que tanto anhelaba hallar. He encontrado un lugar al que llamar Hogar. Y, sobre todo, me he encontrado a mí misma.

Con cariño, tu nieta Shiny Eyes”.

Y las seis amigas salieron a la calle a disfrutar de nuevas aventuras en Northwest Mines Town.

FIN DEL CHAPTER 1x01


Espero sinceramente que os haya gustado... pronto más capítulos.
Última edición por Sr_Atomo el 29 Sep 2013, 21:43, editado 6 veces en total.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 Completo

Mensaje por Nima » 30 Ene 2013, 00:12

Me he leído todo el capítulo y la verdad es que pinta genial, muy muy muy bien. Espero fervientemente más capítulos, por que este tiene pinta de ser un fanfic muy épico ^^
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 Completo

Mensaje por Angelus-Y » 18 Abr 2013, 23:04

Este fanfic, sin duda es uno de los mejores que he leído, por no decir el mejor, menos mal que lo he visto, porque es una autentica maravilla de escrito: imaginativo, original, detallado, precioso, con aspectos de la serie original y muy prometedor. Estaria dispuesto a pagar una gran cantidad por ver esto plasmado en una serie de TV, lo digo con total sinceridad. Me ha enganchado hasta el ultimo instante, se me ha pasado rapidísimo de lo pegado que estaba a la historia y como estoy bien dotado para que lo que leo, lo plasme en mi mente a la perfeccion como imagen, pues imaginad lo que he disfrutado, además las descripciones y la fluidez son para mi un placer.

En conclusión: Estoy ansioso por ver como continua la historia de Shiny eyes y sus amigos del pueblo. Una historia muy, pero que muy bien escrita. Voy a recomendarla a mi firma ahora mismo, pero bien. Continua asi y un sincero agradecimiento por el rato de lectura que has ofrecido con este fanfic.

Un cordial saludo :D
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 Completo

Mensaje por Sr_Atomo » 18 Abr 2013, 23:09

Angelus-Y escribió:Este fanfic, sin duda es uno de los mejores que he leído, por no decir el mejor, menos mal que lo he visto, porque es una autentica maravilla de escrito: imaginativo, original, detallado, precioso, con aspectos de la serie original y muy prometedor. Estaria dispuesto a pagar una gran cantidad por ver esto plasmado en una serie de TV, lo digo con total sinceridad. Me ha enganchado hasta el ultimo instante, se me ha pasado rapidísimo de lo pegado que estaba a la historia y como estoy bien dotado para que lo que leo, lo plasme en mi mente a la perfeccion como imagen, pues imaginad lo que he disfrutado, además las descripciones y la fluidez son para mi un placer.

En conclusión: Estoy ansioso por ver como continua la historia de Shiny eyes y sus amigos del pueblo. Una historia muy, pero que muy bien escrita. Voy a recomendarla a mi firma ahora mismo, pero bien. Continua asi y un sincero agradecimiento por el rato de lectura que has ofrecido con este fanfic.

Un cordial saludo :D


Me alegra muchísimo que te haya gustado tanto. Tus palabras me han llenado de ganas de seguir continuando la serie (aunque nunca he pensado en dejarla, que conste). Prometo poner pronto el capítulo 1x02.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 y 1x02

Mensaje por Sr_Atomo » 16 May 2013, 12:48

Bueno... después de cuatro meses y 1/3, al fin llega el capítulo 1x02. Siento mucho la tardanza, pero quería que estuviese perfecto para vosotros.

Esta vez, aparte de la revisión de Daniel Campos Fernández, he contado con la inestimable ayuda del gran LloydZelos, que me ha asesorado y corregido el capítulo. Mil millones de gracias para él.

Bueno, he de decir también que el capítulo 1x01 también lo corrijo levemente, sobre todo porque debo cambiar "pezuña" por "casco" (más acorde con lo que tienen los ponis), así como algún nombre: Feather Fast en realidad es Fast Feather, y Knowledge Undying es Undying Knowledge... así como algunos fallos menores. Más tarde me pondré a ello (cuando sea el momento).

Y ahora... os presento el capítulo 1x02 de Parallel Stories, al que pondré el tag [Adventure] / [Aventura]:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x02

La ciudad de nubes


Era ya el mediodía de una jornada tranquila. Shiny Eyes terminó otra Gran Gema y se dirigió a su casa. Tenía mucha hambre aunque casi no hubiera reparado en ello: se concentraba demasiado en su tarea, olvidando el resto de las cosas. “Menos mal que para respirar no hace falta pensar”, le dijo una vez Wise Words al verla trabajar. Y tenía toda la razón: debía aprender a divertirse y olvidar el trabajo cuando no fuese estrictamente necesario.

Pero se sentía a gusto en ese pueblo en el que tenía amigas, conocidos, gente de confianza y, sobre todo, cariño, mucho cariño. A cambio ella aportaba su importante labor con las gemas. Con la experiencia resultaba cada vez más fácil y obtenía mayor calidad. Daba igual de qué color o material fuesen, todas se reparaban de la misma forma. Incluso había aprendido a fabricar por sí misma el ungüento que permitía fijar a su sitio original el polvo de gema, el último y más difícil paso para terminar una restauración.

Saludó a Fast Feather, que estaba repartiendo el correo. Últimamente la pegaso cartero estaba bastante nerviosa: la llegada de gente nueva al pueblo implicaba más tarea para ella. Era algo por lo que se alegraba, pero no dejaban de ser desconocidos: muy celosa de su trabajo, temía que algún poni se atreviese a quitarle alguna carta o rebuscase en sus alforjas. Sin embargo, desde el principio fue muy amable con Shiny, lo cual no cuadraba con ese celo con el material de trabajo.

Un poco más allá, casi escondidas, estaban Flashing Hooves y Undying Knowledge. Cuchicheaban entre sí y miraban constantemente a Fast Feather. Shiny Eyes comprendió que había algo raro y decidió entrar en la tienda de Magic Sales, donde podría comprar un par de bollos para el desayuno mientras vigilaba qué tramaban ambas.

Flashing y Knowledge aún seguían a Feather y susurrando cuando Gentle Colors se paró delante de ellas, mirándolas de modo inquisitivo. Shiny pagó rápidamente y se lo comió todo de un bocado mientras trotaba hacia el grupo. Quería enterarse de qué sucedía con la cartero.

—Lo sé, lo sé, pero además sé que a ti también te pica la curiosidad —Flashing Hooves tenía una expresión entre culpable y pícara mientras miraba a Gentle.

—Sí, sabemos que tú tampoco tienes ni idea de cómo es —Knowledge señalaba a Gentle—. Y es un asunto que no pasará de hoy.

—No, no lo sé, pero tampoco me interesa saberlo… y aunque fuera así, no iría por ahí siguiendo a escondidas a los ponis —Gentle seguía en medio, no dejando pasar a ninguna de las otras dos.

—¿Qué es lo que pasa? —preguntó Shiny Eyes mientras tragaba los bollos.

—Hola Shiny. Dile a esta… metomentodo… que se quite de en medio —la historiadora miraba alternativamente a Gentle y a Shiny.

—¿Metomentodo? ¿Yo? —preguntó la unicornio de dos colores señalándose el pecho— ¿Ahora resulta que soy yo la metomentodo? Knowledge, sois Flashing y tú las que sentís curiosidad, no yo.

—No hagas caso, Shiny —Flashing sonreía—. Dime una cosa: en todo el tiempo que has estado viviendo aquí, ¿cuántas veces has visto la Cutie Mark de Fast Feather?

Shiny se quedó pensativa. Ahora que se fijaba, no recordaba haberla visto jamás, pues Fast Feather siempre iba con esas alforjas que le tapaban completamente la grupa.

—Nunca, no sé cuál tiene —respondió.

—Pues nosotras llevamos sin saberlo desde que Feather vino de Canterlot… De hecho nadie en NorthWest Mines Town lo sabe —Flashing adoptó una expresión sombría—. Es hora de descubrir cómo es.

—Eso si nos deja Gentle, que nos está haciendo perder un tiempo precioso —se quejó Knowledge.

—Gentle, ¿qué mal puede haber en descubrirlo? —preguntó Shiny—. Me acercaré a Feather y le preguntaré si puede enseñarme su Cutie Mark, y así sabremos cómo es.

Gentle piafó dando su aprobación, Knowledge sonrió y Flashing comenzó a girar sobre sí misma de la emoción. Shiny Eyes se acercó directamente a Fast Feather, que seguía repartiendo el correo ajena a todo el asunto.

—Hola… otra vez, Feather —dijo Shiny.

—Ah, hola. Otra vez, Shiny —respondió Feather—. Si no te importa, hoy ando bastante ocupada… este pueblo se llena a ojos vista y mi tarea se incrementa considerablemente.

—Ah, perdona entonces. ¿Esta tarde…? —la joyero vio cómo Flashing salía de detrás de un árbol muerto cercano que estaba por detrás de la pegaso cartero y comenzaba a andar sigilosamente hacia Feather— ¿… podemos quedar…? —la potrilla unicornio estaba a escasos centímetros de distancia. Shiny empezaba a negar con la cabeza mirando a la prestidigitadora— ¿… en mi…?

En ese momento Flashing tocó una de las alforjas de Feather para apartarla y descubrir la Cutie Mark de la pegaso cartero, pero ésta notó el movimiento y emprendió el vuelo con una rapidez inusitada.

—¡No me quitaréis el correo! ¡No lo permitiré! —gritó Feather con los ojos cerrados y su cabeza al frente.

—Maldita sea, estaba tan cerca —Flashing se lamentó.

—Flashing, ¿por qué has hecho eso? —Shiny se enfadó—. Estaba a punto de que me lo enseñase de buena gana.

—“A punto” es demasiado tarde para mí. Quería ser la heroína que descubriera la Cutie Mark de Feather —exclamó la prestidigitadora.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado? —Knowledge se acercaba rápidamente, seguida de cerca por Gentle.

—Ha sido culpa suya, que no la entretuviste lo suficiente —dijo Flashing.

—¿Culpa mía? —Shiny no podía creérselo—. Has sido tú la que lo ha fastidiado todo. Las cosas se hacen de frente, mirando a los ojos, no por detrás.

—Perdona, Shiny —se disculpó Gentle—, es culpa mía. No me di cuenta cuando Flashing retrocedió y torció la esquina de la casa de Magic Sales. Me sorprendí al igual que tú cuando la vi saliendo de detrás de ese árbol muerto que estaba junto a vosotras.

—Ahora no es momento de lamentarnos —Flashing cambió de tema porque sabía que estaba perdiendo—. Hemos perdido a Feather y ya no podremos saber cuál es su Cutie Mark —Flashing empezó a patear el suelo, frustrada.

—No, lo sabremos pronto —Knowledge sonrió y señaló hacia el tejado de una casa. La pegaso cartero estaba ahí, ocupándose de las alforjas y revisando todo el correo.

Flashing y Knowledge cabalgaron hacia la casa. Shiny Eyes miró a Gentle quien, negando con la cabeza, se dio la vuelta, entrando en la tienda de Magic Sales. Cuando Shiny volvió a girar la cabeza vio que Feather seguía ensimismada en sus alforjas, pero tanto Flashing como Knowledge estaban escalando por las paredes de la casa hacia el tejado.

Shiny Eyes voló rápidamente hasta el tejado y miró a la cartero, mientras hacía una señal de tranquilidad con el casco dirigida a las otras dos.

—No me lo puedo creer, Shiny —se lamentó Feather—. De Flashing y de Knowledge me lo podría esperar, pues siempre están de aquí para allá intentando divertirse… pero pensaba que tú eras más seria. No te imagino alterando el correo… mi correo… el correo de todos.

—No, no lo comprendes, Feather —Shiny se disculpaba—. Sólo quiero saber…

Feather se sentó y, llevándose una pata al corazón, recitó:

“Carteros de Equestria somos,
Y el correo es nuestra pasión.
Lo defendemos con la vida,
Lo llevamos con el corazón.
Si tú me necesitas
Vuelo raudo y veloz.
Tu envío estará seguro,
Y es por una razón:
El poder llevarlo nosotros,
Nos embarga de emoción.
Carteros de Equestria somos,
Y el correo es nuestra pasión.”

En ese momento, tanto Knowledge como Flashing habían llegado al tejado, y se apostaron como un gato agazapado a punto de saltar sobre su víctima. Feather giró su cabeza hacia ellas, vigilándolas. Entonces extendió sus alas y dijo:

—No quería verme obligado a hacer esto, pero no debéis ver correos ajenos. No os lo permitiré —volvió a elevarse rápidamente, dirigiéndose esta vez, de forma decidida, hacia la ciudad de nubes, desapareciendo a continuación.

—Genial, esto es fantástico —se lamentó Flashing—. Ahora sí que no sabremos nunca qué Cutie Mark tiene Feather.

—Es culpa vuestra —Shiny estaba visiblemente enfadada—. Si no fueseis tan impacientes, esta situación habría durado unos pocos segundos… y ahora habrá que ir ahí arriba para convencerla de que no queremos robar el correo. Tendré que ir yo, soy la única de las tres que tiene alas.

—No, vamos a ir todas —Gentle estaba al lado de la casa y mostraba una bolsa que había dejado en el suelo—. Sabía que iba a pasar esto, así que he comprado unas pócimas en la tienda de Magic que nos posibilitarán el poder caminar sobre las nubes… durante una hora.

—Perfecto, veo que piensas en todo —Flashing sonrió.

—Sí, al contrario que otras, que no piensan nada —respondió la unicornio de dos colores.

—Tranquilas, tranquilas —sentenció Shiny—. Lo importante es que debemos ir donde Feather y disculparnos con ella.

—Entonces es hora de bebernos las pócimas, aunque permitidme ir antes a por Shadow Hammer —dijo Gentle—. Nos vendrá bien su fuerza por si los pegasos de ahí arriba no atienden a razones.

* * *


Shadow Hammer llegó de buena gana a la reunión. Hacía mucho que no disfrutaba de una buena aventura y además quería poner los puntos sobre las íes a algún pegaso de ahí arriba. No se iba a achantar por nimiedades: al mínimo menosprecio que hiciese alguno de esos pegasos iba a tener por respuesta un golpe de casco en los dientes.

—Es el momento de ir a por Feather —dijo con una sonrisa de malicia.

—Esperad, esperad —añadió Flashing, impacientando a las demás—. Vamos a sincronizar los tiempos.

Se puso el casco por encima de los ojos y miró hacia el sol. Movió el otro casco como calculando y, mirando a las demás, sentenció:

—El sol está ahí. Si bebemos las pociones ahora mismo, el efecto desaparecerá cuando esté más o menos en esa posición —señaló un punto específico en el cielo—. Habrá que mirar constantemente dónde está el sol para que no tengamos sorpresas.

—Bien pensado —dijo Gentle—. A veces tienes buenas ideas.

La potrilla unicornio se ruborizó, poniendo un casco sobre la cabeza y sonriendo de forma tímida mientras sacaba la lengua lateralmente.

Todas, excepto Shiny, cogieron una botella y la bebieron entera, de un trago. Se miraron unas a otras.

—Yo esperaba elevarme y flotar —dijo Knowledge.

—Yo esperaba sentirme muy ligera —respondió Flashing.

—¿Estás segura de que funciona? —preguntó Shadow.

—Sí, lo que hace este líquido es poder andar sobre las nubes, pero para ir a esa ciudad tenemos que bebernos el contenido de estos otros frascos —dijo Gentle.

—¿Y por qué no nos lo has dado antes? —inquirió Knowledge.

—Porque el efecto dura apenas unos pocos minutos. Y tenemos que volver a tomarlo para bajar suavemente, así que hay que llevar cuatro frascos ahí arriba —Gentle repartió cuatro frascos y guardó los otros cuatro en el zurrón que colgaba de su grupa. Bebieron todas y, apenas habían terminado, comenzaron a flotar.

Se elevaron hacia la ciudad de nubes. No tardaron mucho hasta llegar y se posaron suavemente sobre una blanca nube al que le faltaba un trozo, como si alguien la hubiese arrancado con gran fuerza. Un poco más adelante estaba Feather, sollozando y recogiendo cartas, que estaban desparramadas por el suelo. Pero únicamente estaba ella, no había nadie más. Todas se acercaron y la calmaron.

—¿Qué ha pasado, Feather? —preguntó Gentle.

—Ha sido horrible, verdaderamente horrible —lloriqueaba la cartero—. Me han robado las alforjas con el correo y ahora seré el hazmerreír de toda Equestria. No merezco llevar el distintivo de pegaso cartero —y rompió a llorar otra vez.

—Tranquilízate, respira hondo y cuéntanos lo ocurrido con detalle —Shadow le puso una pata sobre los hombros, y Feather siguió llorando, pero esta vez sobre el pecho de Shadow.

—Después de que esas tres intentasen revolverme el correo, volé hasta aquí arriba. No había ningún pegaso por ningún lado, así que me di la vuelta para vigilaros, pues sabía que intentaríais algo para llegar hasta mí y seguir revolviendo el correo. Entonces algo me golpeó. Y cuando me desperté, se habían llevado mis alforjas con el correo… —Feather abrió los ojos y se levantó—. ¡El correo! ¡Debo recuperar todo el correo sin falta! —empezó a trotar cogiendo todas las cartas que estaban desparramadas por los alrededores—. Venga, vamos, no tenemos todo el día.

—Feather, si te han robado las alforjas, ¿por qué las tienes puestas? —preguntó Gentle.

Todas se fijaron y, efectivamente, Feather tenía puestas unas alforjas en su grupa. Flashing y Knowledge se entristecieron, pues los zurrones tapaban por completo la Cutie Mark de la pegaso cartero.

—Estas son las alforjas de emergencia, y son incomodísimas, más bastas y pesadas que las normales porque no están hechas con hebras de nube —se quejó Feather—. Ahora tendré que aguantar todo el peso del correo hasta recibir unas nuevas.

— ¿Hebras de nube? —se extrañó Knowledge—. ¿Se pueden hacer hilos de las nubes o es un material ligero que se llama así?

—Son hilos de auténtica nube. ¿Me vais a ayudar o no? —la cartero seguía recogiendo cartas de aquí y de allá.

Todas empezaron a recoger la correspondencia. Mientras lo hacían, se dieron cuenta que algo raro les ocurría a las nubes: parecía que tuviesen trozos arrancados a mordiscos.

— ¿Sabes, Feather? —dijo Shiny de repente—. He pensado que nadie más que nosotras y quien te ha quitado las alforjas sabemos lo que ha ocurrido aquí arriba. Yo no pienso decir nada, y si las demás tampoco lo hacen, nadie en toda Equestria lo sabrá. Así que olvídate de eso de “ser el hazmerreír de todos”. Y que sepas que vamos a recuperar todas las cartas.

Flashing levantó la mirada, localizó el sol y dijo “Sí, aún tenemos mucho tiempo para recuperarlas” y, arrimándose a Knowledge, dijo en bajo “y también para ver la Cutie Mark de Feather” a lo que la historiadora respondió con una sonrisa de complicidad.

—Mirad, parece ser que las cartas forman un rastro —Shadow señaló hacia una especie de palacio. Efectivamente las misivas caídas formaban un reguero que se dirigía hacia la puerta abierta del edificio.

—Pues tenemos que seguirlo, y de paso saber qué ha pasado aquí —Gentle se adelantó—. Me resulta muy extraño no haber visto ningún pegaso. Es como si les diéramos miedo.

—Será que la han visto enfadada —susurró Flashing a Knowledge, y las dos rieron.

Ninguna de las seis dejó carta alguna sin recoger antes de entrar al palacio. Cuando lo hicieron, se pararon estupefactas: la sala de recepción era gigantesca, con unas escaleras que subían al piso superior, dos puertas que salían a corredores laterales y varias cortinas que tapaban los ventanales sin cristal. En mitad de la habitación había una fuente seca, que hacía las veces de escultura ornamental. Todo estaba hecho de nubes.

Por todas partes, aquí y allá, había pedazos arrancados. Algo estaba destrozando ese palacio. Y ese algo era muy grande, a juzgar por todo lo que faltaba. Pero no había rastro de ningún pegaso. De hecho, parecía que ese palacio había sido abandonado hacía mucho tiempo.

—Separémonos —sugirió Gentle—, así abarcaremos más terreno y tomaremos más cartas en menos tiempo. Y si alguna ve algo extraño, que avise a las demás. No hay que correr riesgos.

—Sí, claro, y si aparece un monstruo, ¿qué? —Flashing estaba asustándose por momentos—. ¿Has visto las nubes? No quiero encontrarme con lo que está haciendo eso.

—De acuerdo, hagamos tres grupos de dos miembros cada uno —respondió Gentle—. Abarcaremos menos terreno pero estaremos… —miró a la potrilla unicornio— más protegidas, al contar con una compañera.

Flashing y Knowledge se juntaron inmediatamente, formando el primer grupo. Se notaba que tenían ganas de charlar entre ellas y armar jaleo. Shadow y Shiny formaron el segundo grupo, y, por eliminación, el tercer y último grupo fueron Feather y Gentle. El primer grupo fue por la puerta derecha, el segundo por la puerta izquierda y el tercer grupo subió por las escaleras.

* * *


Flashing y Knowledge estaban hablando entre ellas bastante alto para eliminar la sensación de miedo que tenían. El corredor era más grande de lo que suponían en un principio y muy oscuro, a pesar de que estaban por encima de las nubes.

—No sé cuánto tiempo nos queda para que dejemos de poder andar por las nubes —dijo Flashing, con cara de preocupación.

—No tengo ni idea. El sol debe estar por el otro lado del palacio —indicó Knowledge.

—Quizás el próximo paso sea el último antes de que se pasen los efectos —la potrilla unicornio se asustó.

—¡No digas eso! —Knowledge se llevó las patas a la cabeza—. Caeríamos demasiado rápido.

—Último paso… No. Último paso… No —Flashing ponía una pata con cuidado asegurándose de que no se hundía la nube a su paso.

—Gentle tiene las pócimas para flotar —dijo la historiadora.

Entonces Knowledge y la prestidigitadora se miraron, se pararon, miraron hacia el suelo y se volvieron a mirar.

—Tienes razón. Mejor deberíamos hablar de otra cosa —dijo Flashing.

—Eso mismo iba a proponer yo —replicó la poni de tierra.

Callaron durante unos pocos segundos. Después la potrilla unicornio comentó:

—No quiero encontrarme con el monstruo —y abrió los ojos como platos.

—¿Monstruo? —preguntó Knowledge, que puso cara de terror. Y Flashing también. Y se abrazaron presas del pánico mientras miraban hacia todos los lados.

* * *


Shadow y Shiny fueron por el corredor de la izquierda, e iban muy lentas, pues había muchas cartas por el suelo de nubes y estaban recogiéndolas todas.

—Parece ser que lo que fuera que golpease a Feather se movió por aquí —dijo Shiny.

—Sí, y sea lo que sea, puede ser que echara a los pegasos de aquí. O hiciese algo peor con ellos —añadió Shadow.

—Bueno, a Feather sólo la golpeó. Probablemente sólo iba a por las alforjas. Quizás sea únicamente un ladrón —la pegaso intentó animar la situación, en vano.

—Sea lo que sea, creo que pronto lo descubriremos —dijo la herrero, señalando una puerta al fondo del pasillo, a la que se dirigía el camino de cartas.

Se acercaron sigilosamente a la puerta tras recoger todas las cartas. Afortunadamente Shiny había traído el zurrón, pues la cantidad de misivas que habían recogido entre las dos era demasiada como para sostenerla únicamente con la boca o con los cascos. Se pusieron cada una a un lado de la puerta, pegándose contra las paredes que la rodeaban. Shadow hizo una señal con la pata, apuntando a sus ojos, luego a Shiny, después hizo un movimiento circular y, por último, bajó la pata de repente. Shiny, asintiendo, abrió la puerta.

La sala que había a continuación era mayor que la recepción. Entraron y se juntaron contra la pared de nuevo. Nada. Todo estaba tranquilo. Las dos respiraron aliviadas y siguieron recogiendo las cartas, aunque estaban alerta, pues fuese lo que fuese el ladrón, había llegado muy lejos y muy rápido.

El camino de cartas bordeaba un montón de muebles esparcidos por toda la habitación. Alguien o algo los había tirado, y a juzgar por el polvo acumulado que había en la habitación, había ocurrido hacía ya mucho tiempo.

El zurrón que tenía Shiny estaba casi completo. Decidieron dar la vuelta, buscar a Feather, entregarle las cartas que tenían y volver a por el resto acompañadas con todas las demás, pues el rastro que ellas seguían parecía ser el correcto, y las misivas no se iban a mover de ahí. O al menos eso creían.

Se dirigían hacia la puerta por la que habían entrado cuando otra puerta empezó a crujir. Las dos pararon, intentando averiguar de dónde venía el sonido. Entonces una puerta paralela a la que ellas se dirigía comenzó a abrirse. Se escondieron detrás de unos muebles, esperando a ver quién o qué era.

—Entra tú, que eres mayor —se oía una voz distorsionada por el miedo.

—No, entra tú, que tienes más agilidad —otra voz distinta sonaba, aunque tampoco se distinguía.

—Hagamos lo siguiente —respondió la primera voz—. Entraremos a la vez, y sea lo que sea lo que haya ahí, la afrontaremos entre las dos.

—De acuerdo —contestó la segunda voz.

Shadow y Shiny se miraron y salieron de su escondite. Sabían ya a quienes pertenecían esas voces: a Flashing y a Knowledge. Así que, para que las otras dos no se asustasen, se pusieron en el centro mismo de la habitación, que estaba bañada por los rayos que llegaba de un tragaluz circular en el techo, por encima de ellas.

Flashing y Knowledge entraron a la vez. Vieron a Shiny Eyes y a Shadow Hammer mirándolas desde el centro de la habitación, encima de una montañita de cartas. Desde el tragaluz que tenían encima, una enorme araña peluda se dejó caer, atrapando con dos patas a las dos ponis en un segundo y volviendo a subir hacia el tragaluz usando sus patas libres. Los gritos de Flashing y Knowledge resonaron en todo el palacio. Se quedaron totalmente petrificadas durante unos instantes y después, abrazadas entre sí, comenzaron a correr por donde habían venido hasta llegar al vestíbulo, mientras gritaban y sollozaban de terror.

—Tranquilas, tranquilas —Gentle y Feather bajaban por la escalera—. Ya estamos aquí.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó Feather.

—A… A… Arañaaaaaaaa —Flashing y Knowledge seguían abrazadas junto a la fuente de la sala de recepción.

— ¿Qué clase de araña? Tranquilizaos y contádnoslo —Gentle las miraba seriamente.

No sabían si esa mirada quería infundar tranquilidad, pero lograron calmarse un poco, y dejaron de abrazarse, temerosas.

—Una gran araña se ha llevado a Shadow y a Shiny. En la sala de allá —Knowledge señalaba la puerta que había al final del corredor lateral.

—Esa araña era horrible —dijo Flashing con cara de espanto.

—Y peluda —la historiadora se puso la crin sobre la pata delantera, que la había puesto en vilo, y se lo enseñó a Gentle y a Feather.

—Y gigantesca —la potrilla unicornio hinchó los carrillos y encorvó las patas sobre el cuerpo, en una torpe imitación de un poni obeso.

—Es una araña de las nubes —Feather miró a las demás—. No me lo puedo creer. ¿Cómo puede haber una araña de las nubes aquí?

—¿Qué es una araña de las nubes? —Flashing aparcó el miedo y empezó a sentir curiosidad.

—Es un tipo de araña que vive en las montañas muy altas —respondió la pegaso cartero—. Y se alimenta de las nubes que golpean esas montañas. Pero esto es una ciudad de nubes, no una montaña.

—Ahora me explico por qué hay trozos arrancados de nubes —dijo Gentle.

—¿Podría haber venido de la montaña de la mina? —preguntó Knowledge.

—No, no es lo suficientemente alta. Me pregunto si quizás… —Feather se quedó pensativa—. No, es imposible...

—Tenemos que ir a rescatarlas —Flashing había reunido fuerzas de flaqueza y se mostraba con ánimos de enfrentarse a semejante monstruo.

—No te preocupes, no comen ponis —Feather se había acercado a Flashing y hacía un movimiento con sus cascos como si fuesen fauces—. Creo…

—No me intentes asustar, ya tengo suficiente —se quejó Flashing.

—El caso es que, que yo sepa, las arañas de las nubes no suelen ser más grandes que un casco, pero sin embargo ésta parece ser mucho mayor —Feather volvió a quedarse pensativa.

—Pero esta agarró a Shadow y a Shiny únicamente con dos de sus horribles patas —Knowledge todavía estaba aterrada.

—Vamos donde ha ocurrido el incidente y luchemos contra esa araña para liberar a nuestras amigas —sentenció Gentle.

Las cuatro volvieron a la sala en la que había tenido lugar el ataque. En mitad de la habitación había una montaña de cartas. Cuidadosamente Feather y Gentle se acercaron al centro de la habitación, quedando las otras dos más atrás, pues se sentían incapaces de acercarse más. Cuando aquellas llegaron debajo del tragaluz, no pasó absolutamente nada.

—Tranquilas, ya no está aquí —declaró Gentle, mirando a las dos aterradas ponis.

Feather se apresuró a recoger el montón de cartas y las encajó como pudo en sus alforjas.

—Parece que están todas —dijo—, aunque me gustaría asegurarme cuando nos hayamos ocupado de esa araña de las nubes. Quiero que me explique por qué está aquí.

—¿Que te lo explique? —preguntó Flashing.

—Sí, las arañas de las nubes son capaces de hablar. Y vaya si ésta lo va a hacer —Feather apretó un casco y lo estampó contra el otro—. No se me ha olvidado aún lo que ha hecho con el correo, sin contar con el secuestro de Shiny y Shadow.

Gentle respondió con un bufido y las otras dos se miraron entre sí, y empezaron a tranquilizarse. Feather las protegería, de eso estaban seguras.

“Mhhhh… Mhhhh…”. Se escuchaba cerca. Muy cerca. Detrás de una de las dos puertas del fondo.

—Vosotras id por esa puerta, yo iré por esta otra —Gentle se dirigía a la puerta de la izquierda.

— ¿Y por qué no vamos juntas? —preguntó Feather.

—No quiero que se escape —sentenció Gentle.

—Pues vamos dos y dos —propuso la pegaso cartero.

—No, no me puedo ocupar bien de esa araña si tengo que ocuparme de proteger a una de estas dos miedosas —dijo la unicornio de dos colores con una mirada fulminante.

—No somos miedosas. Si hubieses visto lo que nosotras, tú también estarías así —replicó Knowledge.

—No, estarías peor, mucho peor —añadió Flashing.

“Mhhhh… Mhhhh…”. El sonido hizo terminar la conversación. Feather, Flashing y Knowledge fueron por un lado, y Gentle fue por el otro.

Entraron las tres por la puerta de la derecha y vieron en la mitad de la habitación a la araña de las nubes. Era verdaderamente colosal. Medía más de dos metros de alto, aunque parecía aún más grande, debido a su posición. Estaba colgando de un hilo que le salía del abdomen, y miraba a Shiny y a Shadow, que estaban prácticamente envueltas en un capullo de telaraña.

“Mhhhh… Mhhhh…”: el sonido lo hacía Shiny quien, con la boca tapada de telaraña, hacía todo lo posible por liberarse. Shadow, sin embargo, no se movía. Feather se paró y, con un gesto, indicó a las otras dos que no se moviesen de ahí.

Empezó a avanzar poco a poco. Tenía que descubrir el punto débil de esa araña. Miró hacia todos lados, pero no descubrió nada que le pudiese servir, pues todo en esa habitación era o demasiado grande o inalcanzable antes de ser descubierta… incluso siendo ella.

Volvió sobre sus pasos hasta donde estaban Knowledge y Flashing. Esta última estaba sonriendo, señalando hacia una esquina de la habitación. Ahí no había absolutamente nada, excepto un gran barril abierto por arriba.

—Si lográis meterla ahí, todo se solucionará. Me ocuparé de ello —susurró Flashing, cada vez estaba más animada.

—¿Y cómo esperas que la metamos ahí? —se quejó Knowledge en susurros.

—Tú sabes cómo fastidiar los planes —Flashing dejó de sonreír.

—Mirad, vamos a hacer lo siguiente —Feather miraba a las dos—. Voy a ponerme en mitad de la habitación e intentaré despistar a esa araña de las nubes. Mientras, vosotras id por detrás, liberad a Shiny y a Shadow y marchaos de aquí.

—¿Y cómo vas a salir tú? —preguntó Knowledge.

—¡Eh!, soy una pegaso cartero, ¿recuerdas? —explicó Feather—. Ser rápida y eficiente es parte de mi trabajo —dijo sonriendo.

Flashing y Knowledge tragaron saliva y asintieron. Feather se deslizó por la izquierda, dejando el camino libre por detrás de la araña para que las otras dos pudiesen liberar a Shiny y a Shadow. “¿Dónde está Gentle? La necesito aquí a mi lado”, pensó. Giró la cabeza y vio a Flashing y a Knowledge, que volvieron a asentir y, sonriendo, empezaron a avanzar, rodeando por detrás de la araña de las nubes.

—¡Eh, tú! —Feather se había puesto al descubierto—. ¿Qué te crees que estás haciendo?

La araña se giró sobre sí misma, mirando hacia donde venía el sonido. Shiny observaba con los ojos muy abiertos a Feather. Shadow, que había estado descansando, empezó a moverse con fuerzas renovadas.

—Oh, qué gracioso, pero si hay otra más —dijo la araña.

—Te repito, ¿qué haces tú aquí? —Feather vio cómo Flashing y Knowledge terminaban de deslizarse y estaban detrás de las dos ponis cautivas.

—¿Te crees muy valiente? —exclamó el arácnido ser—. No eres más que otra poni como estas dos —y empezó a darse la vuelta.

—Te rogaría que me contestases —se apresuró a decir la pegaso cartero. Sabía que si la araña se daba la vuelta, sin duda vería a Flashing y a Knowledge, y todo el plan se echaría a perder.

—Oh, de acuerdo. Luego me ocuparé de ti —la araña dejó de girarse y volvió a mirar fijamente a Feather.

—Entonces responde a mis preguntas —exigió Feather.

—Primero contéstame a esto: ¿Cuántas sois? —inquirió el monstruoso ser.

—Somos tres —respondió la cartero—, a dos las has capturado ya… y yo lo estaré en breve. Ya he respondido a tu pregunta, responde tú a las mías.

—Bien, bien. Entonces pregunta —exigió la araña de las nubes.

—Quiero saber qué haces tú aquí y por qué eres tan grande —preguntó Feather.

—Ah, dos preguntas —el arácnido ente rió—. Vengo de la Dragon Mt. Estaba harta de ese lugar, sólo tenía unos pocos jirones nebulosos. Huí de allí y casualmente caí en una nube, que me trajo hasta esta ciudad llena de comida —la saliva le caía de la comisura de su boca mientras se regodeaba en las últimas sílabas.

—Ahora respóndeme a la segunda pregunta —reclamó la pegaso.

Flashing y Knowledge ya habían liberado a Shiny y a Shadow, y empezaban a recorrer el camino de vuelta.

—¿Cuál era la segunda? —la araña se quedó pensativa durante un instante—. Ah, sí, Mi tamaño. Es lo que pasa cuando llevo viviendo desde hace más de cien años en este lugar... que una crece si tiene suficiente comida.

—¿Me estás diciendo que llevas viviendo aquí desde hace más de cien años? —Feather se sorprendió—. ¿Qué ha pasado con los pegasos que la habitaban?

—Oh, esas son dos preguntas extra —la araña de las nubes entrecerró sus múltiples ojos—. No sé si contestártelas o ir directamente a capturarte —y comenzó a darse la vuelta para mirar hacia atrás.

Las cuatro ponis aún seguían en el radio de visión de Feather, por lo que, si el arácnido ser se daba la vuelta, también las vería.

—Permaneceré aquí para que me captures, así que respóndeme a estas dos nuevas preguntas… por favor —Feather puso cara de potrilla buena que no había roto nunca un plato. Cualquier cosa para evitar que la araña se girase.

—Está bien. Está bien —el espantoso monstruo se paró y volvió a su posición inicial, mirando directamente a Feather—. Pero prométeme que te estarás quieta para que te atrape. Una ya no está para estos trotes, y capturar a esas dos me supuso demasiado esfuerzo.

—Como quieras —la cartero estaba calculando distintas rutas de escape. Y Gentle seguía sin aparecer. Por lo menos las demás ya no estaban en el ángulo de visión de Feather, pero aún tenían que salir de la habitación.

—Bien, bien. Las dos preguntas extra… ¿cuáles eran las dos preguntas extra? —la araña se quedó pensativa—. Oh, mi pobre cabecita ya no es lo que era... Ah, ya me acuerdo.

—¿Te acuerdas ya? —preguntó la pegaso al fin.

—Sí. “Sí . Ni idea” —respondió la araña de las nubes.

—¿Cómo dices? —Feather estaba confusa.

—¡Ay! estas jovenzuelas, qué desconsideradas son —el arácnido ser se impacientó—. Ni idea, no lo sé. Ya no estaban aquí cuando yo llegué. Y me alegro de ello, pues si hubiesen visto a una araña de nubes en su ciudad, me habrían echado en menos tiempo del que canta un gallo.

—¿Me estás diciendo que desde hace más de cien años no ha habido ningún pegaso viviendo aquí? —la pegaso cartero preguntó lentamente. Necesitaba sólo un poco de tiempo más para que las otras se pusiesen en lugar seguro.

—Ya está bien. He respondido a demasiadas preguntas. Se va acercando el momento de atraparte. No te muevas —la araña comenzó a arquearse sobre sí misma —. Y quiero darte las gracias por esos zurrones. Sabían tan bien…

—Teniendo grandes y apetitosas nubes —Feather intentó una última pregunta, deseando dar el tiempo justo para que sus amigas lograsen escapar—. ¿Por qué te has comido mis alforjas?

—Las nubes están crudas, pero tus zurrones eran elaborados, y han sido una delicia para mi paladar —el monstruoso ser se había encorvado de tal forma que, si estiraba las patas, cortaría todo ángulo de escape de Feather. Y empezó a estirarlas.

—¡Escapad, amigas! —gritó la pegaso mientras extendía sus alas.

La araña se giró rápidamente, tan rápido que apenas se distinguía su contorno. Parecía una peonza en movimiento. Gritó de rabia al ver los capullos rotos, así que siguió girando hasta que volvió a ponerse enfrente de Feather, tardando en hacer todo el movimiento apenas en dos o tres segundos. La pegaso apenas se había elevado unos centímetros del suelo en ese tiempo. No le iba a dar tiempo a escapar.

La gigantesca araña se lanzó hacia Feather con las patas totalmente estiradas. La pegaso iba a quedar atrapada. Sólo esperaba que sus amigas estuviesen ya lejos, muy lejos…

En ese momento, entre la araña y Feather, surgió de la nada una red, evitando que la araña llegara hasta Feather.

La red se movía mágicamente, aunque no se veía ningún aura de magia a su alrededor. Era como si la red fuese un ser vivo, moviéndose con voluntad propia. Los extremos de la red se unieron por detrás de la araña y voló, con el monstruoso ser atrapado, hacia el barril que reposaba en la esquina, al fondo de la habitación. Y allí se encajó la red, con su carga, que pugnaba por liberarse.

Se oyeron unas pisadas al trote. Flashing apareció por la derecha de Feather, rumbo al barril, con una sonrisa de oreja a oreja. Feather aterrizó y empezó a trotar detrás de la unicornio. No podía creer que esa potrilla se pusiese en peligro sólo porque lo que ella había exigido para su actuación se había cumplido. Flashing se puso al lado del barril y dijo en voz alta:

—Yeguas y sementales. Fíjense bien… Nada por aquí, nada por allá… ¡ALAKAZAM!

Y el sonido proveniente del barril desapareció de repente. Feather no podía creerlo. Flashing había usado uno de sus trucos mágicos para hacer desaparecer una gigantesca araña de las nubes… ¡y había funcionado!

Feather voló hasta Flashing y le dio un abrazo.

—Gracias. De verdad. Muchas gracias —las lágrimas de la pegaso estaban a punto de salir.

—¡Eh! ¿Has visto? ¡Nunca había logrado este truco con algo tan grande! —la potrilla unicornio estaba radiante de felicidad.

—¿Os importa echarnos un casco? —Knowledge estaba al lado de la puerta, sujetando como podía a Shiny y a Shadow.

—De acuerdo, ya vamos —Feather se enjugó las lágrimas que empezaban a aflorar y, sonriendo, fue, acompañada de Flashing, hacia las otras tres. Flashing se trastabilló.

—Vamos, levántate —se quejó Knowledge, que se veía superada sujetando a sus dos amigas.

—No, espera, no he tropezado. Es mi casco que se hunde —los ojos de Flashing se abrieron como platos, y dejó de sonreír—. ¡La pócima se está terminando!

Feather observó cómo la potrilla se hundía e instintivamente la agarró. Entonces Knowledge gritó. Ella y Shadow también comenzaban a hundirse. No podría sujetar a las tres a la vez. A pesar de ello, Feather se echó a Flashing a la espalda y voló lo más raudo posible hacia las demás, que tenían las rodillas totalmente hundidas en las nubes.

Shiny sacó fuerzas de flaqueza y, con la cabeza aún gacha, tomó a Knowledge y se la echó por la parte delantera de su espalda, con las patas colgando por los laterales. Tomó también a Shadow, acomodándola de la misma forma, pero en la grupa. Exhausta, se echó en el suelo, y sonrió a Feather, sabiendo que, siendo una pegaso, su cuerpo le impediría traspasar el suelo de nubes.

—Falta Gentle —dijo Flashing.

Era verdad. Gentle no estaba a la vista, pero igualmente los efectos de la pócima estarían también acabando para ella. Había que buscarla. Feather se acomodó mejor a la pequeña unicornio en la espalda y le aconsejó que se agarrara bien.

La puerta de la izquierda, donde supuestamente debería estar Gentle, era totalmente inaccesible por esa habitación, pues esa parte estaba totalmente rodeada hasta el techo de grandes muebles. La pegaso voló tan rápido como le permitían sus alas, con Flashing a la espalda, hacia la puerta de la derecha, que afortunadamente estaba abierta. Salió a la habitación del tragaluz y llegó en un instante hasta la puerta de la izquierda, que estaba entornada.

De un empujón abrió la puerta. Ahí estaba Gentle desmayada en el suelo. Apenas se la veía ya que estaba a punto de desaparecer a través de las nubes que conformaban el suelo. Feather tomó con sus cascos delanteros la única pata de Gentle que se veía y tiró hacia arriba con todas sus fuerzas, mientras rogaba a Celestia para lograr sacar a la unicornio de dos colores de esa situación.

Gentle se despertó y vio dónde estaba. Rápidamente se intentó incorporar, quedando suspendida sobre un precipicio. Con sangre fría, movió el casco delantero que tenía libre y lo metió al zurrón, sacando un frasco y, destapándolo, bebió el contenido de un trago.

—Puedes soltarme ahora —dijo la unicornio de dos colores.

—No, sabes que no lo haré —respondió Feather.

—Ahora puedo planear, ya estoy a salvo —Gentle sonrió y, volviendo a meter el casco en el zurrón, sacó los tres frascos que aún estaban llenos y se los dio a Flashing, que los cogió. Mirando a Feather, la unicornio de dos colores asintió. La pegaso cartero comprendió al instante que todo estaba bien y la soltó.

—Nos veremos abajo —dijo Gentle. Y desapareció entre las nubes.

Feather volvió a volar, cargando con Flashing, hacia donde estaba Shiny, rodeando otra vez por la habitación anterior. Cuando llegó hasta ella, repartió rápidamente los dos frascos a Knowledge y a Shadow, quedándose Flashing con el tercer frasco. Las tres bebieron a la vez y se dejaron caer, atravesando las nubes.

—Shiny, necesito que te asegures de que llegan sanas y salvas —dijo Feather, ayudando a la dorada pegaso a levantarse.

— ¿Y tú qué vas a hacer? —preguntó Shiny, que apenas podía sostenerse en pie.

—Necesito buscar una cosa —respondió la cartero— y asegurarme que no queda ninguna carta por recoger. Nos veremos abajo.

—Pero… —la joyero se quejó.

—No —Feather puso el casco sobre la boca de Shiny, indicándole que se callase —. Baja y descansa. Esto puedo hacerlo yo sola.

Buscaron entre las dos pegasos un hueco entre las nubes, algo que no era muy difícil, gracias a cien años de mordiscos de la araña. Shiny estiró las alas y se dejó caer por el hueco planeando hacia sus amigas. Entonces Feather se dio la vuelta y subió por las escaleras del palacio.

* * *


La noche empezaba a hacer su aparición cuando la pegaso cartero descendió de la ciudad de nubes. Las demás estaban en la plaza, esperándola. De hecho todo el pueblo estaba en la plaza, pues nadie quería perderse ningún detalle. Feather portaba un libro entre sus cascos delanteros y, apenas tomó tierra en medio de un corro, se acercó a sus amigas.

—Supongo que ya estarán al corriente de la situación, ¿no? —preguntó la cartero a sus amigas.

—Sí, ya saben lo de la araña —dijo Knowledge.

—Y de la forma de librarnos de ella —contestó Shiny. Flashing sacó lateralmente la lengua y se puso una pata encima de la cabeza mientras sonreía.

—Y de que no había pegasos viviendo ahí —dijo Shadow.

—Y nos han tratado maravillosamente —dijo Flashing—. Nada más aterrizar, nos han asistido con comida, agua y mantas.

—Ha sido un rescate en toda regla —Muffled Yell se adelantó.

—¿Y ese libro? ¿Es lo que querías buscar ahí arriba? —preguntó Shiny.

—Sí, es el diario general de la ciudad de nubes —respondió Feather—. Todas las ciudades de pegaso tienen una. Afortunadamente esa araña no lo había encontrado, pues, como todo lo demás ahí arriba, está hecho de hebras de nubes.

—¿Y qué pasó para que se marchasen? —preguntó Magic Sales.

—Veréis… Fueron llamados a filas. En la Guerra de “Las dos miradas” —respondió Feather.

—Ah, esa guerra contra Gildedale duró muchos meses —añadió Knowledge—. Y no ocurrió muy lejos de aquí. Quizás por eso se marcharon todos.

—Sí, a Canterlot. Lo hicieron esa misma noche, debido a la urgencia —matizó Feather—. En la Capital estaban seguros las yeguas y los potrillos, mientras los sementales iban al frente.

—Lo que no comprendo es por qué no avisaron a nuestros antepasados —se extrañó Muffled Yell.

—Oh, sí lo hicieron —añadió la pegaso cartero—. Dejaron caer un mensaje, pero fue malinterpretado. En parte por la urgencia de la llamada y en parte por las diferencias que ya había entre los dos pueblos. Aquí viene escrita una copia del mensaje y, ciertamente, puede dar lugar a confusión.

Feather enseñó el libro abierto por una página: “Ya no estáis seguros. Queremos que os marchéis”.

—Si no llegó la guerra hasta aquí. ¿Por qué no volvieron? —preguntó Shiny.

—Para cuando acabó la guerra, las familias ya estaban acomodadas en Canterlot, y allí se quedaron —respondió Feather.

—Oh, no… una guerra —Flashing se entristeció—. No me gustan las guerras. Pasan… cosas. Cosas malas.

—No te preocupes, Flashing —Knowledge sonrió—. “La guerra de las dos miradas” —empezó a recitar—, también llamada “La guerra de las dos líneas”, fue una guerra singular. Hace poco más de cien años el Rey de Gildedale dispuso sus tropas a lo largo de la frontera con Equestria, poniéndose él al frente.

>>En cuestión de horas, la Princesa Celestia envió sus tropas a este lado de la frontera, formando una larga fila. La propia Princesa se personó poco después. Entonces se miraron fijamente a los ojos el Rey de Gildedale y la Princesa Celestia… durante 8 largos meses.

>>Ninguno daba su pata a torcer, y los soldados apostados a lo largo de la frontera sólo descansaban para comer y dormir. Después de esos 8 meses, el Rey de Gildedale dijo “ya me aburrí, nos vamos”. Y ahí acabó todo. Algunos dicen que fue el juego de “desvía la mirada” más largo de la Historia de Equestria. Y, por supuesto, no hubo daños que lamentar, únicamente cascos doloridos por permanecer tanto tiempo en posición de defensa.

—Ojalá todas las guerras fuesen así —se animó Flashing.

—Y pensar que hemos estado más de cien años abucheando a una ciudad vacía, cuyos habitantes han sido en realidad unos héroes… —dijo Muffled—. Es hora de repoblarlo y hacer una estatua aquí recordando a esos valientes guerreros.

—Por cierto —Feather se acercó a Gentle—, ¿qué pasó ahí arriba? Me asusté mucho cuando te vi sin sentido, y esa araña ni siquiera se acercó por donde tú estabas.

—Ah, eso… —la unicornio de dos colores pateó suavemente el suelo, como avergonzada—. Cuando entré a la habitación me golpeé la testuz con un mueble y quedé inconsciente. Siento muchísimo haberme separado de vosotras. Somos un grupo y teníamos que ir juntas. Ahora lo sé.

—No te preocupes. Afortunadamente todo ha salido bien —la pegaso cartero sonrió.

—Una pregunta, Feather —se acercó Wise Words—. ¿Qué pasó para que decidiéseis subir ahí arriba?

—Oh, vaya —Feather se puso en alerta—. Eso pregúntaselo a estas tres —señaló a Shiny, a Flashing y a Knowledge—. Por favor —dijo, dirigiéndose a las tres—, no volváis a intentar revolver el correo de una pegaso cartero, ni aún siendo yo. No es algo bueno.

—Verás, Feather… —habló Shiny Eyes mientras Flashing y Knowledge sonreían detrás de ella como si fuesen buenas potrillas—. En realidad no queríamos revolver el correo…

—¿Y por qué os acercabais a escondidas, sobre todo —expresó la pegaso cartero, señalando a Flashing y a Knowledge— vosotras dos?

—¡Queríamos ver tu Cutie Mark! —dijo rápidamente Flashing sin dejar de sonreír.

—¿Cómo dices? —preguntó Feather.

—Sí, tu Cutie Mark —repitió la pequeña unicornio—. Nadie en Northwest Mines Town ha visto jamás tu Cutie Mark.

—¿Y por qué no me habéis pedido que os lo mostrase? —inquirió la pegaso cartero.

—Eso… —Shiny Eyes miró fulminantemente, pero con una sonrisa, a Flashing y a Knowledge— es lo que deberíamos haber hecho… ¿verdad?

Las aludidas respondieron aumentando más sus sonrisas.

—De acuerdo, os la voy a enseñar —dijo Feather, con una sonrisa.

Ésta tomó con la boca la cincha que unía las dos alforjas con el correo y tiró de ella dejando los zurrones en el suelo, al lado. Todos los ponis, unicornios y pegasos que había en la plaza se acercaron. En especial las cinco grandes amigas de Feather.

En su grupa lucía una maravillosa Cutie Mark: Una carta blanca con un sello en forma de corazón y, encima del todo, un arcoiris.

* * *


Era ya bien entrada la noche cuando Shiny Eyes empezó a escribir a su abuela de Canterlot:

“Querida abuelita:

A veces un malentendido puede hacer que una amistad se fracture. Sin embargo, buscar el perdón con sinceridad, incluso cuando lograrlo sea muy difícil, puede hacer que esa fisura se repare y la amistad se haga más fuerte que nunca.

De cualquier forma, el camino para lograr ese perdón se puede convertir en una auténtica aventura e incluso descubrir cosas que pueden abrir el camino a la esperanza para las demás… y para una misma.

Con cariño, tu nieta Shiny Eyes.”

Y, contenta, Shiny Eyes se fue a dormir. Seguramente pronto habría más aventuras que disfrutar… junto a todas sus amigas.

FIN DEL CHAPTER 1x02


Espero que hayáis disfrutado del capítulo.

P.D.: Sois libres de dar consejos. Es más, LloydZelos me ha instado a ahondar ligeramente en lo que a pensamientos y sentimientos de los personajes se refiere, siguiendo el tema "Show vs Tell" de la metodología "The Editor's Omnibus" (que ojalá alguien traduzca y lo ponga aquí en el foro).

P.D. 2: A partir de ahora lo que voy a hacer va a ser poner los capítulos sin la revisión del primer amigo para que los leáis (sólo con la revisión y asesoramiento de LloydZelos). Pero aún así le seguiré mandando los capítulos para que los corrija y los pondré según me vaya llegando.
Última edición por Sr_Atomo el 29 Sep 2013, 21:41, editado 1 vez en total.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 y 1x02

Mensaje por Angelus-Y » 16 May 2013, 21:19

Segundo capitulo leido, veamos: Este capitulo me ha gustado mucho mas que el primero. Los detalles y la imaginación que he visto reflejados en el escrito, sin duda son memorables, jajaja. El poema de los carteros, la araña devoradora de nubes, el palacio. Luego tambien ha habido sorpresa, por el final, etc. Tambien he notado un punto comico por parte de Flashing Hooves y Knowledge, jajaja, sin duda esas dos ponis van a sacarnos una risa a lo largo de esta formidable historia. :D

¿Que mas? pues las expresiones y la lectura no se me han hecho para nada pesadas, al menos desde mi punto de mi vista. No he notado fallos ortográficos ni gramaticales y la epicidad en si del episodio me ha gustado mucho, de hecho es que la veria como una serie alternativa de "My little pony" sin lugar a dudas, vamos...moriria por ello :D2 Los personajes estoy viendolos cada vez mas caracterizados y he notado nuevas facetas de las que no me percate en el capitulo 1.

En conclusión: Fantastico y alucinante trabajo Sr_Atomo, veo que esta dedicandole mucho amor y esfuerzo a esto y sin duda al menos a mi...ha conseguido hacer a un lector feliz.

Felicidades y espero ansioso el siguiente capitulo :dhaplauso:
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 y 1x02

Mensaje por Nima » 16 May 2013, 23:05

Yo también lo espero ansiosa, este capítulo me ha encantado, casi lo veía en mi imaginación como un capítulo de la serie. :) Sigue así, átomo :D
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 y 1x03

Mensaje por Sr_Atomo » 24 May 2013, 12:21

Bueno, tal como prometí... aquí tenéis el capítulo 1x03.

Pero antes, debo decir dos cosas:

1.- Este capítulo no ha pasado por la corrección y el estilo de Daniel Campos Fernández. Es decir, lo que veréis es mi forma de escritura y estilo. Pero... está corregido por LloydZelos (otra vez mil millones de gracias para él).
2.- A partir de aquí, voy a hacer un pequeño parón para ver cómo transcurren las cosas. Entre Daniel y yo estamos intentando incluir en los capítulos la premisa de "Muéstrame, no me lo cuentes", así como adornar un poco más el estilo (pero sin perder las virtudes que tiene ya). Eso sí, espero no tirarme otros cuatro meses en dique seco.

Y creo que eso es todo por el momento... disfrutad el capítulo, al que calificaré de [Slice Of Life]:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x03

La ruptura de la amistad


Shiny Eyes se encaraba ante Gentle, visiblemente enfadada:

—¡No, no y no! —exclamaba Shiny—. No quiero saber nada más. Ni de ti, ni de ninguna otra. Me voy, pero del pueblo. Y marcharé a Canterlot, donde podré encontrar verdaderas amigas.

—¡Vete entonces! No te queremos aquí —Gentle Colors gritaba enloquecida—. Siempre has sido una mimada malcriada. Y aquí no necesitamos nada de eso.

Entonces Shiny y Gentle, dándose la espalda, se fueron en sentidos contrarios.

Todo se volvió negro como la pez.

—Eres una inútil. Una verdadera inútil —decía Undying Knowledge, muy disgustada, mientras sostenía una punta de lanza—. No sabrías hacer una buena arma ni aunque te estuviese mordiendo un casco.

—¡Oh, fantástico! —Shadow Hammer miraba al cielo—. Ahora resulta que el error es mío. Nunca es culpa de esos penosos dibujos que haces sobre armas… Todo para alimentar esa gran soberbia que tienes en forma de colección inútil —respondió la herrero con desprecio.

Y Knowledge y Shadow se dieron la espalda y caminaron en sentidos contrarios.

Una completa oscuridad inundó la zona.

—Eres una potrilla estúpida, una cría que solo quiere divertirse. Y no quiero ser la víctima de tus bromas —Feather, enfadada, miraba de frente, muy cerca.

—No, por favor. No quiero que os vayáis… —Flashing balbuceó, lloriqueando.

Feather, dándose la vuelta, se alejó. Flashing se echó en el suelo, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. “No quiero quedarme sola… otra vez.”, dijo con un susurro.

La negrura se concentró en el lugar.

Y resonó una risa distorsionada, una risa penetrante, como nunca se había oído antes.

Flashing se despertó sobresaltada, con los ojos como platos. Incorporándose, miró hacia sus cascos, después hacia la ventana y, por último, hacia el techo de la habitación.

No cabía duda, era otro de “esos” sueños.

—No puede ser… —dijo en voz baja—. Vamos a dejar de ser amigas…

* * *


Era ya media mañana cuando Flashing, tímidamente, abrió la puerta de su casa. No quería encontrarse con ninguna de sus amigas, pues albergaba la esperanza de que, si no decía nada, nada ocurriese.

Miró hacia un lado, luego al otro y, rápida como un rayo, trotó hasta la tienda de Magic Sales, pues necesitaba urgentemente provisiones… aunque deseaba permanecer en casa, todo el día… o al menos todo el tiempo necesario hasta asegurarse de que todo estuviese bien.

Entró en la tienda y, sin disminuir su velocidad, cogió varios artículos y se puso al lado del mostrador, ignorando a Wise Words, que estaba dejando su compra. Dejó unas monedas y se marchó.

—Muchas gracias... seas quien seas —Magic Sales estaba perpleja—. Wise, ¿qué ha sido eso? Solo he visto una mancha grisácea.

—Yo tampoco he visto nada —respondió Wise Words mientras ponía su compra en sus alforjas.

Al salir de la tienda, el semental miró directamente a la casa de Flashing Hooves, preocupado. Había visto que era ella la que acababa de comprar, y ese comportamiento de la pequeña potrilla solo podía ser por otro sueño premonitorio. Pero, a juzgar por lo ocurrido, la premonición era mala. Sin embargo, Wise sonrió… sabía lo que tenía que hacer.

Se dirigió a la casa de Knowledge. La historiadora era, con diferencia, la mejor amiga de Flashing, y era idónea para consolar a la potrilla ya que, cada vez que la pequeña unicornio tenía uno de esos malos sueños, se retraía sobre sí misma y se apagaba. Y eso era algo que había que evitar a toda costa. Bastante mal le había tratado la vida a esa pobre potrilla.

“Estoy en la Herrería”. Así rezaba el cartel que estaba en la puerta de la casa de Knowledge. Wise resopló. “Mal recorrido, a desandar lo aprendido”, dijo en voz baja, y se dirigió a la herrería.

Al pasar por delante de la casa de Flashing, miró fugazmente a través de una ventana. Sí, definitivamente la potrilla había tenido un mal sueño, pues ésta estaba acurrucada en la cama tapada por la sábana y temblando de miedo. Wise aceleró al trote y entró en la herrería.

—¿Entonces es ésta la lanza cuyos dibujos te di ayer? —Knowledge sostenía una punta de lanza de extremo curvado. Parecía una cimitarra hecha enteramente de acero.

—Sí, está hecho siguiendo tus indicaciones —respondió Shadow.

—Pues no me convence. Fíjate —la historiadora señaló la parte inferior del arma—: esta parte tiene que ser más larga, si no, no se sujeta bien al asta de madera y se rompe.

—He seguido al casco de la letra el dibujo que me diste. Si hay algo que está mal, yo no soy la responsable —la herrero se empezaba a inquietar.

—No, imposible. Repasé específicamente el dibujo. No es un error mío. Y si no es un fallo mío, ¿de quién puede ser? —Knowledge se sorprendió, de forma irónica—. ¡Oh!, es un error tuyo —señaló a Shadow.

Entonces hubo unos segundos de incómodo silencio, momento que aprovechó Wise para entrar en la conversación. Carraspeó para hacerse notar, pero su acción no tuvo la reacción esperada, sino que terminó de caldear el ambiente.

—Eres una inútil. Una verdadera inútil —Knowledge estaba casi fuera de sí—. No sabrías hacer una buena arma ni aunque te estuviese mordiendo un casco.

—¡Oh, fantástico! —Shadow Hammer miraba al cielo—. Ahora resulta que el error es mío. Nunca es culpa de esos penosos dibujos que haces sobre armas… Todo para alimentar esa gran soberbia que tienes en forma de colección inútil —respondió con desprecio.

—Pues quédate esta… “lanza”, por decir algo. No quiero armas defectuosas en mi casa. Voy a empezar a trabajar con un herrero decente… el de Ponyville, o directamente con el mejor de Canterlot —la historiadora tiró con desdén la punta de lanza al suelo.

—Vete y no vuelvas. Ya no eres bienvenida aquí —la herrero señalaba la puerta de la herrería, instando a Knowledge a abandonar su establecimiento.

Las dos ponis elevaron las cabezas con un bufido. Knowledge salió de la herrería con paso decidido, mientras que Shadow se fue al fondo y empezó a colocar unos picos que colgaban torcidos sobre la pared.

Wise Words sonrió a esta última, quien, haciendo honor a su nombre, parecía una sombra de sí misma. Solo se le veía la silueta y los ojos, que estaban visiblemente entrecerrados de rabia. El semental retrocedió y echó a trotar detrás de Knowledge, que seguía caminando orgullosa hacia su casa.

—Knowledge, espera —se apremió a decir.

—¿Qué desea el sementalito? —exclamó Knowledge con desdén.

—Es... —Wise no hizo caso al tono despectivo—. Es Flashing.

Knowledge cambió su expresión de orgullo a preocupación.

—¿Le ha ocurrido algo a la pobre? —preguntó angustiada.

—Creo que ha tenido otro de esos sueños —respondió el semental—. Y este ha sido bastante malo.

Knowledge cambió de dirección y se fue galopando hacia la casa de Flashing, dejando atrás a Wise, que no hizo nada por seguirla. Cuando la historiadora llegó, llamó a la puerta. Aunque nadie se acercó a abrir, Knowledge oía perfectamente los lloros de la pequeña potrilla.

—Flashing, Cariño… soy yo, Knowledge —dijo.

Los lloros cesaron.

—Knowledge, ¿eres tú de verdad? —balbuceó Flashing, que aún estaba con la garganta cerrada por la angustia del lloro.

—Sí, soy yo. Necesito hablar contigo —Knowledge estaba impaciente por ayudarla.

—Está bien, iré a abrirte… pero porque eres tú —la pequeña unicornio se sonó los mocos aspirando hacia dentro.

Se oyeron unos pasos castañeteantes dirigiéndose a la puerta… después un cerrojo y, por último el chirrido de la puerta al abrirse. Flashing estaba temblando.

Knowledge abrazó a la potrilla durante unos segundos, llevándose la cabeza de su amiga al pecho. La pobre estaba muy mal, y necesitaba de su ayuda.

—Know… Knowledge… no me dejas respirar —Flashing suplicó.

La historiadora dejó de apretar, pero continuaba abrazándola.

—Tenemos que hablar —dijo con una sonrisa.

* * *


Wise Word se dirigió a la herrería. Iba a hablar con Shadow. No le había gustado nada la escena que había tenido lugar momentos antes. Pero esa poni le daba miedo. Al llegar, se asomó a la entrada, poco a poco. La herrero estaba fundiendo la punta de lanza que había hecho para Knowledge. De vez en cuando el fuelle situado justo detrás de ella, según el ángulo de visión de Wise, soltaba un negro humo, dando la impresión de que era la propia Shadow la que emitía el humo por los agujeros del hocico.

Wise se deslizó dentro de la herrería, armándose de valor, pues la herrero no le daría tregua. Intentó localizar mentalmente la salida. Entonces, sin querer, golpeó con la grupa unos clavos que había de muestra, haciéndolos caer. Shadow miró de frente y resopló. El semental se dio cuenta de que el humo negro que vio antes verdaderamente salía del hocico de la herrero. Estaba MUY enfadada.

—¿Qué deseas, Wise? —Shadow intentó tranquilizarse.

—Qui… qui… quisiera… —dijo éste muy bajo.

—¿También tú vas a vacilarme? No sé qué os pasa hoy a todos —Shadow se acercaba—, pero me estoy hartando.

—“Mente fría…” —Wise cerró los ojos y recitó para sí mismo—. “Mente fría, corazón caliente, hacen del poni un valiente” —dijo en alto—. Shadow… —espetó—, quisiera ver el dibujo de la punta de lanza que te enseñó Knowledge.

—¿Oh, ahora eres valiente conmigo? Por fin un poni que tiene lo que hay que tener —la herrero sonrió—: fuerza de espíritu. Venga, voy a enseñártelo, aunque no sé por qué, si tú no sabes nada de dibujar.

—No te preocupes. Solo quiero comprobar una cosa… —el semental sonrió tontamente.

Shadow cogió un papel que había sobre una mesa de moldeado, a la derecha de la herrería junto a la pared, y se lo entregó a Wise. Éste lo observó durante un instante y, sujetándolo en alto, pidió llevárselo.

—Bueno, llévatelo. Total, si estoy deshaciendo la punta de lanza… —dijo la yegua.

Wise aún se dirigía a la entrada, observando el dibujo extrañado, cuando la herrero comentó:

—Por cierto, hace mucho tiempo que no te veo por aquí. Es como si me tuvieses miedo… ¿sabes? —dijo con una sonrisa tétrica.

El semental se asustó y empezó a galopar lejos de allí.

* * *


Shiny Eyes estaba radiante. Al fin había reunido el dinero para el último pago de su carrito. Aunque éste estaba aparcado detrás de su casa, ya podría decirse que era suya. Claro que el carrito, el cual veía desde la posición en que estaba en ese instante, ya no tenía ninguna joya ni accesorio en su interior, pues ya se había ocupado ella de trasladarlas al interior de la casa.

Tenía ganas de reír, de bailar, e incluso de cantar. “Cantar… ridículo. ¿Quién ha oído alguna vez a un poni cantar?”, se dijo. Al menos ella nunca lo había hecho. Quizás el momento fuese el idóneo para romper a cantar, pues no debía ser tan difícil. Ella sabía silbar, pero nunca se había atrevido a subir ese escalón de dificultad.

Agarrándose a la esquina de una pared, canturreó con melodiosa voz:

“Estoy feliz,
Estoy radiante,
Pues libre es
Mi vida por delante.”

Todos los ponis giraron la cabeza y empezaron a mirarla asombrados. Ella se calló al instante y, avergonzada, sonrió y escapó de allí. No sabía a ciencia cierta si esas miradas eran porque efectivamente un poni cantando era algo extraño o porque, por la falta de costumbre, había desentonado demasiado. De todas maneras no quería volver a intentar cantar en mucho tiempo.

Volvió la vista hacia atrás mientras seguía trotando y chocó con Gentle Colors, que en ese momento salía de su casa. Shiny cayó al suelo, aunque se levantó tan rápido como pudo y se disculpó con una reverencia. La unicornio de dos colores, quien apenas se había movido en el choque, le recriminó el trotar tan rápido sin mirar hacia delante. Shiny sonrió y, dando un pequeño rodeo, siguió corriendo hasta llegar a su casa, pero esta vez mirando al frente. Gentle se quedó mirándola. Esa pegaso era demasiado extraña para ella, y era algo que no le gustaba.

* * *


Knowledge estaba sentada en el sillón mientras intentaba consolar a Flashing, quien aún lloriqueaba a su lado.

—Tranquila, todo ha pasado ya —Knowledge secaba las lágrimas que corrían por las mejillas de la potrilla.

—No, no ha acabado —Flashing se sonó los mocos, esta vez en un pañuelo—. Ni siquiera sé si ha empezado.

—Bueno, puede ser que aún tengamos tiempo de evitar que lo de tu sueño se cumpla —Knowledge sonrió de manera maternal.

—¿Cómo…? ¿Cómo sabes que he tenido otro de esos sueños? —la pequeña unicornio se extrañó.

—Ay, Flashing, Flashing… —la historiadora habló como una madre que sabe lo que conviene a su hijo—. Cuando tienes uno de esos sueños las pecas se te ponen más claras.

La potrilla se tocó las pecas que tenía en las mejillas y se acurrucó.

—He soñado con… con la ruptura de nuestra amistad… —dijo.

—Oh, cariño… sabes que eso no ocurrirá jamás —Knowledge estaba condescendiente—. Tú y yo nunca dejaremos de ser amigas.

—Me refiero a la de todas nosotras: Shadow, Feather, Shiny, Gentle, tú y yo —Flashing miró hacia el suelo.

—Eso no va a pasar, tranquila —la blanca poni de tierra se empezaba a poner nerviosa.

—He soñado que Shadow y tú os peleabais tanto que no os queríais ver más —Flashing miró con ojos llorosos a su amiga—. Por favor, no quiero que te enfades con ella.

—Flashing… —Knowledge estaba muy nerviosa—. Eso… no ocurrirá… —y, bajando la mirada, pensó “De hecho, ya ha ocurrido”…

* * *


Wise estaba junto a la nueva estatua de la plaza: Un semental pegaso, con armadura y con espada, estaba mirando al frente, protegiendo a una yegua pegaso y a un potrillo, también pegaso; a su vez, la yegua pegaso miraba hacia el lado contrario, portando una lanza y protegiendo al potrillo y al semental; entre los dos, sobre una piedra, el potrillo pegaso miraba hacia el cielo y sujetaba un gran escudo con sus cascos delanteros, de tal forma que la rodela protegía a los tres. La colocación de la escultura había sido una decisión conjunta de todos los habitantes de Northwest Mines Town… y, tal como rezaba la placa, era un homenaje a los habitantes de la ciudad de nubes.

El semental miraba el dibujo de la punta de lanza. Efectivamente algo no concordaba. El largo del cuello de metal era muy pequeño, sin embargo, en el dibujo ponía exactamente la longitud. El semental sabía que Knowledge era muy meticulosa y no se había podido confundir con eso. Definitivamente algo extraño pasaba.

Volvió a mirar a la herrería y vio cómo Shadow iba de un lado para otro, colocando el material. Un escalofrío le recorría por la espalda. Definitivamente le aterraba esa yegua. Pero tenía que arreglar el entuerto entre ella y la historiadora a cualquier costa. No podía soportar que dos amigas que se necesitaban tanto se odiasen así. Tragó saliva y se dirigió a casa de Knowledge.

* * *


Shiny acababa de dejar el dinero en el doble fondo de un cajón y, guardándose unas monedas, se dispuso a salir para comprar víveres. Cogió el zurrón, que estaba colgado de la pared, se lo ajustó y salió de casa, rumbo a la tienda de Magic Sales.

Miró al cielo. El Sol estaba en el cenit. Disponía de poco tiempo para comprar, pues pronto la tienda cerraría al mediodía, y necesitaba los ingredientes para la comida. Empezó a trotar para llegar a tiempo. Un momento, ¿había cerrado la puerta de su casa? Miró hacia atrás mientras seguía trotando…

—Ufff… —había tenido un encontronazo con algún poni—. Lo siento, lo siento de verdad.

—¿Otra vez, Shiny? —dijo una voz delante suya.

La joyero miró hacia delante. No podía creerlo. Había vuelto a chocar contra Gentle.

—Sí… necesito comprar la comida y no miraba más allá de mis orejas —respondió Shiny.

Gentle miró hacia la pegaso, bufó y retomó su camino. Shiny se extrañó y, levantándose, siguió hacia la tienda, pero andando más cautelosamente.

* * *


Knowledge observó la cara de su amiga. Ya no había ninguna lágrima. Incluso se podía observar en su boca una embriagadora, cálida y traviesa sonrisa. Sí, era la expresión típica de Flashing. Todo volvía a ir bien.

—¿Quieres que te enseñe el libro de trucos mágicos? —preguntó suavemente la historiadora—. Hay muchos trucos que todavía no has aprendido y seguramente alguno de ellos te guste.

—Sí, creo que lo haré —contestó Flashing, más animada—. Y me concentraré tanto en practicar que no me acordaré de ese mal sueño.

—Entonces vamos —Knowledge sonrió.

Se levantaron y salieron a la calle, rumbo a la vivienda de la historiadora. Pero ésta paró en seco: Wise estaba entrando en su casa. ¿Qué hacía él merodeando ahí? “Es imposible”, se dijo Knowledge, “Wise es un gran poni, pero… ¡acaba de allanar mi casa!”.

—Espera aquí, voy a ver qué es lo que pasa —dijo. No quería involucrar a Flashing en la bronca que sin duda le caería a cierto semental.

—De acuerdo, te esperaré aquí —Flashing se sentó sobre sus cuartos traseros.

Knowledge trotó hacia su casa, completamente decidida: Wise se iba a enterar de lo que valía una herradura.

* * *


Shadow aún seguía enfadada, pero esta vez consigo misma. No tenía que haberse puesto así con Knowledge. La culpa de su actitud había sido por la cancelación del pedido de esa mañana… tantos picos, tantas palas y tantos clavos que tendrían que pasar a engrosar la sección de muestreo. “Error de pedido”, alegó Muffled Yell, pidiendo perdón… Pero ahora Shadow tenía excedente de material.

Y encima, lo ocurrido con la historiadora era la gota que colmaba el vaso. Pero Shadow no comprendía qué había fallado... Knowledge no se equivocaba fácilmente. Ni ella tampoco. Debía estar algo mal en el libro… pero no podía ir a comprobarlo, pues Wise se había llevado el dibujo.

Miró al montón de excedentes. Tenía mucho trabajo por delante. Decidió que primero colocaría el material y luego se disculparía ante Knowledge, que había pagado injustamente los platos rotos.

* * *


Wise se acercaba a la casa de Knowledge. Necesitaba ver el libro original del que se había sacado el dibujo. Solamente comparando los dibujos encontraría el error… y estaba seguro que el error estaba en el libro.

Al llegar, se extrañó… la puerta no estaba cerrada, sino entornada. Normalmente Knowledge se aseguraba de atrancar su puerta con llave, pues tenía demasiadas cosas valiosas dentro, como esos estantes llenos de libros de Historia, el gran tapiz con la batalla contra los tigres de piedra y, sobre todo, la colección de armas.

Miró a un lado y luego al otro. Nadie se fijaba en él, así que decidió entrar, por si dentro todavía permanecía el posible ladrón… Y si así era, él tenía más posibilidades de atraparlo que la mayoría de ponis del pueblo.

* * *


Flashing seguía sentada, saludando a todos los ponis que pasaban por ahí, siempre con una sonrisa. Estaba recuperada. Era muy posible que el sueño que había tenido no hubiese sido más que una pesadilla normal y corriente. Claro que Knowledge le había dicho que sus pecas se habían vuelto blancas… aunque eso podía haber sido una tontería para animarla.

Y lo había logrado. Volvía a estar radiante. Seguía saludando a todos los que pasaban a su lado, y poco le importaba si respondían el saludo o no.

—Ejem, ejem. Hola… Flashing —dijo una voz a su espalda.

La potrilla giró la cabeza. Era Feather, quien tenía unos naipes sobre el casco y enmarañados entre el pelo. Su cara estaba completamente embarrada, excepto en la parte de los ojos, donde se veía la silueta de las gafas. Éstas estaban puestas sobre el casco, totalmente sucias.

Flashing se empezó a reír. Pero Feather no le acompañó. Estaba enojada.

—Flashing, ya estoy harta —dijo.

—¿Qué? ¿Cómo? —la potrilla unicornio no comprendía, eran bromas sin importancia.

—Sabes bien que el correo es sagrado, y no me gusta nada abrir un buzón y que me salte una baraja a la cara. Ni una bola de barro. Ni que una trompeta de juguete empiece a sonar al lado de mi oído —Feather la estaba mirando fijamente a los ojos.

—Pero si son bromas que hago especialmente para ti, porque me gusta hacerte reír —Flashing ya no mostraba su sonrisa. Y sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas.

—Eres una potrilla estúpida, una cría que solo quiere divertirse. Y no quiero ser la víctima de tus bromas —Feather estaba visiblemente enfadada.

Flashing rompió a llorar, se levantó y galopó hacia su casa, donde cerró con llave y se volvió a meter en la cama, bajo las sábanas. Lo que había tenido realmente era uno de esos sueños… y estaba comenzando.

* * *


Knowledge se asomó a través de la puerta. Wise estaba en el recibidor, mirando de un lado a otro y alzando sus orejas, como si estuviese intentando escuchar algo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Knowledge.

Wise pegó un pequeño respingo y, mirando hacia ella, dijo:

—Perdona, pensaba que estabas en casa. Es que vi la puerta entornada y me preocupé…

—Acabo de volver de casa de Flashing. Menudo susto me has dado… —Knowledge miró hacia la puerta—. Vaya, supongo que, con las prisas de saber si Shadow tenia la nueva punta de lanza, no cerré bien fuerte la puerta y quedó entreabierta.

—Me alegra saberlo —Wise dijo en voz baja, más bien para sí mismo.

—Bien, ¿qué querías? —preguntó Knowledge.

—¡Ah, sí! Quisiera ver el libro donde sacaste el dibujo de la lanza —respondió el semental—. Me resulta muy raro que haya un error tan grande cuando tanto Shadow como tú sois muy meticulosas en esas cosas.

—De acuerdo. Ahí está —la historiadora señaló un libro que estaba sobre una mesilla, al lado de los estantes de libros históricos—. ¿Puedes llevártelo y comprobarlo fuera? Es que voy a traer a Flashing y tomar algo juntas… ya sabes, una merienda de amistad.

—¿Pero una merienda no es a media tarde? —Wise preguntó mientras cogía el libro, dispuesto a marcharse.

—Una merienda de amistad se celebra a la hora que se necesite —alegó Knowledge.

* * *


Shiny ya había comprado todo lo que necesitaba. Y justo a tiempo, pues apenas salió de la tienda de Magic Sales, ésta empezó a cerrarla moviendo las rejas de seguridad mediante la magia.

Aunque la hora de la comida ya estaba muy cerca, decidió ir andando a su casa. No quería correr, pues intuía que, cuando lo hiciese, Gentle aparecería de la nada y se pondría en medio. Lo único que tenía que hacer es no ir tan rápida.

Aceleró ligeramente el paso. ‘Toc, toc, toc, toc’... sonaban sus cascos sobre la arena de la calle. Era un golpeteo rítmico. “Vaya”, se dijo, “suena como una canción”. Se sentía feliz. Saber que el carro ya era suyo era algo que esperaba desde hace tanto tiempo… Pero no, no iba a cantar. Decidió que iba a canturrear para sí misma.

Mientras más canturreaba, más feliz se sentía. Y, con una sonrisa en la boca, cerró los ojos mientras seguía trotando.

—“Uff…” —y otra vez Shiny se chocó contra alguien—. Por favor, por favor, que no sea… —dijo en voz muy baja, y abrió los ojos.

—Sí, soy yo, Gentle. Y veo que hoy no aprendes —la unicornio de dos colores la miraba fijamente.

—Lo siento, lo siento, lo siento… —dijo Shiny mientras se deslizaba por un lateral y escapaba de ahí.

* * *


Wise estaba en la plaza del pueblo. Se sentó al lado de la estatua y sacó el libro. Empezó a ojearlo hasta que encontró el diseño de la lanza. Entonces sacó el dibujo, lo puso sobre la página de al lado y empezó a contrastar los dos diseños.

No, no había ninguna diferencia. Todo estaba correctamente copiado. Cogió el dibujo y cerró el libro. “Enciclopedia armamentística de Equestria y Gildedale. Dos potencias frente a frente”, así rezaba el título. El libro parecía serio. Volvió a abrirlo, buscó el dibujo otra vez y volvió a mirarlo.

Miró fijamente la hoja. ¿Y si quizás…? Puso un casco encima de la hoja y empezó a tirar levemente hacia arriba, hacia la derecha y hacia abajo. No, no era una hoja desplegable. Pasó la página. No había nada. Volvió a la página del dibujo y lo dejó a medio pasar, sujetándola. Miró a través de la hoja de un lado y del otro. Nada.

Entonces miró la página que estaba al lado. Venía la definición de la punta de lanza y sus características. Ahí tampoco venía nada. Con el rabillo del ojo se fijó en un puntito que había al final de esa página. Pasó el casco por encima, pensando que era una mota de polvo, pero seguía ahí. Se acercó más a esa marca. Era un pequeño asterisco.

Un asterisco. ¿Qué significaba eso? Buscó en el índice, al principio del capítulo y al final del libro. Ahí estaba. En la última hoja del manual había otro asterisco, pero ésta vez al principio de la página. Empezó a leer lo que había a continuación: “Fe de erratas”. Ahí estaba la solución. Miró a lo largo de la hoja hasta que lo encontró: “Página 154/155 – Hoja de lanza. 1174 Equestria – La pieza tubular inferior debe ser 12,7 centímetros (5 pulgadas) mayor”. Contento por el hallazgo, cerró el libro y se dirigió a casa de Knowledge.

* * *


Fast Feather se sentía mal. A pesar de que muchas veces se había enfadado con Flashing ésta nunca se había comportado así. Había algo distinto en ella hoy. Seguía repartiendo el correo, pero cada broma que recibía al abrir un buzón o introducir una carta, le hacía sentirse peor.

—Se te ve mala cara, Feather —dijo una voz.

Miró hacia delante. Wise Words estaba ahí. Llevaba un zurrón, del que sobresalía un libro. Y estaba riendo. Era una risa conciliadora y contagiosa.

—Ahora no. Tengo que terminar con el correo —indicó Feather.

—¿Y luego qué? ¿Seguirás triste? ¿Tan penoso es el correo hoy en día? —preguntó irónicamente Wise.

—No —la pegaso cartero se paró—. Me he enfadado con Flashing. Y no debería haber sido tan dura con ella.

—Claro… normal que te enfades. Todos los días recibes las mismas bromas… —empezó a satirizar el semental.

Feather continuó repartiendo el correo, apenada, y Wise le acompañó.

—Sí, las mismas bromas… exactamente en los mismos lugares —Wise empezó a señalar diversos buzones—. Ahí dos globos, en ese otro un pequeño petardo, en aquella esquina, un conejo de peluche con un resorte saltarín, y en este y ese otro, pelotas de barro.

—Lo sé, lo sé —dijo Feather, entristecida.

—Y muchos buzones son de casas abandonadas, que no reciben correo. Los abres porque te apetece… y porque en el fondo te gustan las bromas… —entonces Wise señaló el pecho de la pegaso—. “El corazón que más se mueve es el que está vivo de emociones”.

—Tienes razón —expresó Feather—. Hoy he exagerado mis palabras con la pobre Flashing. Y es porque me ha irritado la llegada de un paquete urgente para alguien que ya no vive aquí. Y me toca buscar el destinatario. Voy a tirarme horas mirando en la guía postal de Equestria hasta encontrarle, porque no dijo a nadie dónde se fue. Y Flashing pagó el pato… Aunque no sé por qué hoy estaba tan susceptible.

—Creo… creo que ha tenido uno de sus sueños —comentó Wise, totalmente serio.

Feather abrió los ojos como platos. No podía creerlo. A Flashing le había ocurrido de nuevo… y ella se había comportado tan mal con la pobre potrilla.

—Wise, me quedan dos cartas, ¿puedes repartirlas por mí? —se apresuró a decir—. Ésta carta es de ahí y esa otra para Knowledge. Yo voy a disculparme con Flashing.

Y cabalgó hasta la casa de la potrilla. Wise suspiró mientras miraba las cartas y comenzó a repartirlas.

* * *


Knowledge salió de su casa y se sorprendió. Flashing no estaba sentada en la calle. Se acercó a los ponis que paseaban y les preguntó. Una unicornio le indicó que había visto a la potrilla entrando en su casa, llorando. Knowledge le dio las gracias y se dirigió a la casa de su amiga.

Llamó a la puerta y la pequeña yegua abrió. Había dejado de llorar, pero todavía tenía la cara húmeda.

—Está empezando —contestó—. Y no se puede evitar que ocurra todo.

—Tranquila, Flashing. Cuéntame qué ha pasado —dijo Knowledge.

—Feather se ha enfadado conmigo y me ha dicho cosas malas —la potrilla se puso triste otra vez.

—Voy a hablar con ella… pero después. Ahora toca merienda de amistad en mi casa —la historiadora sonrió de forma cálida.

—Pero si es la hora de la comida —Flashing se extrañó.

—Pues entonces será la comida de amistad. Di que sí —la sonrisa de Knowledge se acentuó.

—Sí, quiero contar lo que he soñado —comentó Flashing—. No quiero pasar el mal trago yo sola. Como diría Wise, “Los males compartidos son menos carga para cada poni”.

Y las dos se dirigieron a casa de Knowledge.

* * *


Shiny aún no había comido, pero se preparaba para dar un paseo. Últimamente tenía costumbre de hacerlo así, pues la caminata le abría el apetito. Aunque ya tenía algo de hambre, decidió salir, pues a esa hora seguro que Gentle estaría comiendo o meditando, así que no había peligro para chocar con ella por cuarta vez.

En la calle se encontró con Wise, que se dirigía a casa de Knowledge. Al contrario que sus amigas, ella apenas le conocía, y ni siquiera sabía a ciencia cierta a qué se dedicaba. Lo único que conocía de él era que daba consejos... ¡Consejos! Eso era lo que necesitaba ahora mismo: un consejo para saber cómo disculparse ante Gentle.

—Hola… Wise —Shiny balbuceó.

—Hola Shiny —Wise se paró—. ¿Qué tal estás?

—Pues no muy bien —contestó Shiny—. Hoy he tenido un día muy extraño.

—Cuéntamelo si quieres. Quizás pueda darte algún consejo —Wise sonrió.

—Perfecto —Shiny también sonrió—. Verás… hoy he estado muy despistada y he chocado varias veces con Gentle… Y quisiera pedirle disculpas.

—Veamos… —Wise se quedó pensativo durante un instante—, yo de ti se lo pediría tranquilamente. Bajo esa fachada, Gentle es una poni como tú y como yo. Aunque tiene una historia triste, todos tenemos algo que nos marca de por vida, y ese algo no es precisamente la Cutie Mark. En el momento en que rasques un poquito la superficie, verás a la verdadera Gentle.

—De acuerdo… de acuerdo —Shiny bajó la mirada—. ¿Estás diciendo que lo único que tengo que hacer es ir a su casa a pedirle disculpas?

—Eso es —Wise volvió a sonreír—. Y yo aprovecharía e iría ahora mismo, antes de que se ponga a dormir. No sé si lo sabes, pero cuando alguien le despierta, se pone hecha una furia.

—Sí, creo que te haré caso… —Shiny empezó a dirigirse a casa de Gentle.

—Por cierto, dile de mi parte que Flashing está mal… —dijo Wise.

—¿Qué le pasa? —Shiny se paró en seco.

—No te preocupes —Wise volvió a ponerse serio—, es algo que no corre mucha prisa, pero convendría que Gentle lo sepa. Y tú también. Al fin y al cabo las dos sois amigas suyas. Vete tranquila y habla con Gentle.

Wise miró durante un momento cómo se marchaba Shiny, entonces se giró... Faltaba poco para llegar a la casa de Knowledge, pero ya se había parado dos veces ya y no quería hacerlo una tercera vez, así que apretó el paso y no paró hasta llegar a la puerta.

* * *


Feather había llamado a casa de Flashing, pero nadie contestó. “Genial, ahora a saber dónde está”, pensó. Tenía que encontrarse con ella y pedirle disculpas. Miró a los lados y la vio acompañada de Knowledge, entrado a casa de ésta última. “Menos mal, parece que voy a poder disculparme”, se dijo a sí misma.

Fue hasta la casa de la historiadora y llamó. Knowledge abrió y su cara cambió de alegría a enfado.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

—Vengo a hablar con Flashing. Y a disculparme con ella —respondió Feather.

—De acuerdo, entonces pasa —Knowledge volvió a sonreír y se apartó, dejando pasar a Feather—. Flashing, mira quién ha llegado a disculparse… y… Feather, ¿has comido?

* * *


Shiny llegó a casa de Gentle y llamó. Ésta abrió y miró fijamente a Shiny, que sonrió y dijo:

—Gentle, siento mucho lo que ha ocurrido hoy. No sé qué me ha pasado. Ha sido por tonterías que normalmente no hago y siempre han acabado de la misma forma: chocando contigo. Te pido que me perdones.

Gentle pestañeó lentamente y siguió mirando a Shiny.

—Te perdono —dijo la unicornio—. Aunque debo reconocer que hoy estaba especialmente irritada. He estado esperando que me llegase un artículo que dejé encargado en la tienda de Magic Sales, pero resulta que se han equivocado y me han enviado otra cosa que no necesito… y lo he pagado contigo. Espero que me disculpes...

—Por supuesto que te perdono —Shiny empezaba a sonreír—. ¡Ah, casi se me olvida! Wise me dijo que te avisase de que a Flashing le pasa algo.

Gentle asintió, salió de casa y cerró la puerta.

—Vamos, no hay tiempo que perder —dijo rápidamente.

Y las dos se fueron trotando a casa de Flashing.

* * *


Wise llamó a la puerta de Knowledge. Cuando ésta abrió, Wise sonrió y dijo:

—Ya sé dónde está el problema. Y no es ni culpa tuya ni de Shadow. Es un error que se reconoce al final del libro —Wise enseñó la fe de erratas de la lanza.

—Hmm… Entonces tengo que hablar con Shadow. Pero… —la historiadora se quedó pensativa— no tengo permitida la entrada. Además, ahora tengo visita.

—Sí, lo sé, no te preocupes —respondió el semental—. Voy a hablar con ella y decírselo.

—Te lo agradezco. En serio. Eres un buen amigo —y Knowledge cerró la puerta, mientras sonreía.

Wise puso cara de resignación y se dirigió, galopando, a la casa de Shadow, que estaba al lado de la herrería.

* * *


Gentle y Shiny se cruzaron con Wise, que les indicó la casa de Knowledge, a la vez que dijo “Ahí está Flashing”. Shiny se dio cuenta de que Wise temblaba, aunque sabía que no era precisamente por miedo. Observó a Gentle, que estaba impasible y, volviendo a mirar al frente, sonrió.

Llegaron las dos y llamaron a la puerta. Cuando Knowledge abrió, entraron y empezaron a hablar.

* * *


Wise llamó a casa de Shadow. Cuando ésta abrió, Wise tenía abierto el libro abierto por la fe de erratas.

—Teníais las dos razón —dijo—. Es hora de hacer bien esa punta de lanza.

Shadow miró el libro detenidamente.

—De acuerdo, entonces lo haré —la herrero sonrió—. Creo que ninguna de las dos merece un castigo por algo que no ha cometido, ¿verdad? —miró a Wise y preguntó—. ¿Tienes el dibujo?

Este se lo dio, y Shadow escribió en el dibujo: “Tubo inferior 12,7 centímetros (5 pulgadas) más largo”.

—Perfecto —exclamó la oscura poni de tierra—. Muchas gracias, Wise. Dile a Knowledge que esta tarde me pondré a ello y que lo tendrá seguramente mañana a última hora. Y que, por supuesto, puede volver a entrar en la herrería.

—Podrás decírselo tú misma —comentó el semental—. Está con Flashing, que ha tenido otro de sus sueños.

Shadow se sorprendió y salió de la casa rápidamente, galopando hasta la casa de Knowledge.

—Tranquila, ya cierro yo —dijo Wise en voz baja y, saliendo, cerró la puerta detrás de él.

* * *


La herrero llegó a casa de Knowledge y llamó a la puerta. Ésta abrió y Shadow entró. La historiadora sonrió… ya estaban todas. Iba a ser una maravillosa merienda de amistad.

* * *


Wise miró hacia la casa de Knowledge. Ya estaban las seis amigas reunidas. Seguramente todo se arreglaría. Así que lentamente se dirigió a su casa, cansado aunque satisfecho, pues no iba a dejar que esa amistad se rompiera tan fácilmente.

Estaba llegando a su casa cuando súbitamente se abrió la puerta de la casa de la historiadora. Shiny salió hecha una furia, seguida de Gentle:

—Así que esos sueños que tiene Flashing son premonitorios y los ha tenido más veces, ¿no? —la pegaso exclamó, enfadada.

—Sí, ya te lo hemos dicho, Shiny —Gentle estaba cansándose de la conversación.

—Y la noche anterior a mi llegada a este pueblo tuvo uno de esos sueños… y vio que yo cambiaba lo que ocurría aquí, ¿verdad? —Shiny estaba rabiosa.

—Ya te lo hemos dicho hace un momento, Shiny —el tono de la unicornio de dos colores era condescendiente, como el de una madre que sabe lo que hace, dirigiéndose a una potrilla pequeña.

—Y dejasteis que yo sufriese lo que sufrí para lograr cambiarlo. No podíais decir algo como “Oh, Shiny. Tú tranquila, que lo vas a lograr… porque Flashing ha tenido un sueño en el que ve cómo lo logras” —la joyero estaba fuera de sus casillas—. Ya me parecía muy raro el trato tan… “cordial” que me disteis todos… era demasiado bonito como para ser algo… normal.

—Ya hemos hablado ahí dentro de esto —expresó Gentle—. Y me está cansando seguir discutiéndolo aquí fuera.

—¡No, no y no! —gritó Shiny—. No quiero saber nada más. Ni de ti ni de ninguna otra. Me voy, pero del pueblo. Y marcharé a Canterlot, donde podré encontrar verdaderas amigas.

—¡Vete entonces! No te queremos aquí —Gentle Colors gritó enloquecida—. Siempre has sido una mimada malcriada. Y aquí no necesitamos nada de eso.

La pegaso se dirigió con paso firme hacia su casa. Gentle bufó, se dio la vuelta y volvió a entrar en casa de Knowledge.

Wise suspiró. Tenía que haberse dado cuenta. Shadow y Knowledge se habían peleado, al igual que Feather y Flashing, pero faltaba la disputa entre Shiny y Gentle, que precisamente eran como el día y la noche, totalmente opuestas entre sí.

Con gran pesar, Wise entró en su casa, abrió la despensa, cogió un puñado de heno y lo guardó en el zurrón, sacando antes el libro de historia y poniéndolo sobre una mesa. Después cogió un bote de tinta, una pluma y un papel y se marchó de casa, rumbo al camino que salía del pueblo.

* * *


Shiny recogió todos sus enseres lo más rápido que pudo, decidida a no regresar jamás a ese pueblo. Toda su amistad se basaba en una mentira, y eso no lo iba a permitir. En el futuro se aseguraría de escoger mejor a sus amistades.

Sacó todas las joyas y las fue poniendo en el carro que tenía detrás de la casa, poniendo cada una en su cajón correspondiente, pero sin cuidado. Ya tendría tiempo de organizar las cosas mejor en Ponyville, su siguiente parada.

Se ajustó las cinchas del carro y se elevó un poco, cogiendo impulso suficiente como para hacer avanzar el carro. Y poco a poco fue abandonando el pueblo.

Al pasar por delante de la casa de Knowledge, oyó cómo Flashing lloraba. Shiny se entristeció. Flashing era una potrilla tan buena… y estaba llorando por su culpa. Quería entrar y decir que no se iba a ir, pero había tomado una decisión y quería cumplirla, aunque ahora no estuviese tan segura de ello.

Se alejó del pueblo tan rápido como pudo. El llanto de Flashing le resonaba en la cabeza. Y quería olvidar. Al fin y al cabo su amistad con las otras cinco se había basado en una mentira.

—¿Quién está ahí? —preguntó Shiny, parándose en seco y poniéndose en alerta. A estas horas, cayendo la tarde, era raro que alguien estuviese en el sendero. Fuese quien fuese, esperaba no tener que pelear con él.

—Ah, eres tú, Shiny —Wise salió de entre unas rocas—. ¿Qué, de viaje? —preguntó.

—Sí, me voy a Canterlot —respondió Shiny.

—Y vas a estar mucho tiempo, ¿no? —inquirió Wise—. Incluso es probable que no regreses más, ¿me equivoco?

—¿Por qué no vuelves a hacer lo que sea que estuvieses haciendo? —respondió Shiny con otra pregunta.

—De acuerdo —Wise subió a una gran roca—. ¿Sabes? Estaba admirando tu obra.

—¿Mi obra? —Shiny se extrañó.

—Sí, desde aquí se ve bien. Sube si quieres para verlo también —indicó Wise.

Shiny se sentía insegura. No quería seguir pero tampoco tenía motivos para volver... o sí, pero volver ahora implicaría seguir viviendo bajo esa falsa amistad. Miró a Wise, que extendía hacia ella un casco para ayudarla a subir. Decidió apartar el carro del camino, desengancharse las cinchas y estar un rato con Wise. Quizás hablando con él se disipasen las dudas que tenía en ese momento.

Una vez subida en la roca, junto a Wise, este le dijo:

—Mira hacia ahí —señaló el pueblo.

Shiny miró, y empezó a mover la cabeza lateralmente. Solo veía el pueblo y la entrada a la mina, pero seguramente Wise se refería a otra cosa que ella no podía observar desde ahí. Quizás desde la posición de Wise lograría verlo, así que empezó a mirar desde delante de él.

—No, no busques tanto —Wise sonrió—. Es el pueblo lo que estaba admirando.

Shiny miró a Wise extrañada. ¿Qué tenía de especial el pueblo?

—Este pueblo está volviendo a renacer —comenzó a hablar Wise—. Ahora está más vivo que nunca. Y te lo debemos a ti.

—Eso ya lo sabía —respondió Shiny—. Pero es algo del pasado. Me voy a Ponyville o a Canterlot o a… a cualquier sitio menos estar aquí.

—¿Y cuál es el motivo de tu marcha? —preguntó Wise.

—No sé si decírtelo… —Shiny bajó la mirada.

—Puedes confiar en mí —dijo Wise, con una sonrisa—. Todos ahí abajo lo hacen. Y yo confío en ellos. Es parte de la amistad… aunque ésta no es ni mucho menos tan fuerte como la que tenéis entre vosotras.

—Olvida esa amistad, ya no existe. ¿Te crees que me han estado usando? —Shiny puso un gesto mohíno.

—¿Cómo, si puede saberse? —inquirió Wise.

—Sabían desde el principio que yo iba a arreglar esa gran gema, y no me dijeron nada… dejaron que sufriera creyendo que no iba a lograr restaurarla —respondió Shiny.

Wise miró a Shiny.

—¿Y cómo te sentiste cuando lograste restaurar la gran gema? —preguntó Wise—. Esa sensación es incomparable. Te sentiste bien con todos, incluyéndote a ti.

—Tienes razón… me sentí muy bien en ese momento… —Shiny volvió a mirar a Wise.

—Y ciertamente te usaron… pero tú también las usaste —Wise volvió a sonreír—. Todas necesitabais lograrlo, y si te hubiesen dicho lo del sueño, habría sido diferente… menos especial. Y precisamente fue ese halo especial lo que hizo tan fuerte vuestra amistad.

—Pero… —Shiny estaba totalmente insegura— ¿Cómo puede ser tan fuerte una amistad basada en algo tan… feo como el aprovecharse de los demás?

Wise volvió a mirar al frente, pensativo.

—Verás… —dijo—, todo tipo de amistad consiste, vaciándole de todo contenido, en aprovecharse de los demás. Y en que los demás se aprovechen de ti. Pero convirtiéndolo en un aprovechamiento mutuo, transformándolo en algo positivo.

—No comprendo… —Shiny volvió a bajar la mirada.

—Es muy fácil. Tú has ido a la escuela, supongo —Wise miró a Shiny.

—Sí, en Canterlot —respondió la pegaso.

—Bien. Seguro que hiciste amigas ahí —continuó hablando Wise.

—Sí, unas cuantas —Shiny empezó a recordar esos tiempos.

—Y seguro que aún sois amigas —manifestó Wise.

—Sí, de vez en cuando nos visitamos, aunque últimamente… —Shiny volvió a bajar la mirada, apenada.

—Pues esas amistades empiezan por un aprovechamiento mutuo —Wise se puso serio—. Seguro que con tu primera amiga fue más o menos así: las dos estabais solas y empezasteis a hablar y, a partir de ese momento, dejasteis de estar solas.

>>Y después, si alguna de tus amigas era popular, también, pues usasteis su popularidad para mejorar vuestro status, a la vez que ella también aprovechaba vuestra amistad para aumentar el ámbito de sus círculos.

—Comprendo. Pero… ¿cómo puede ser una amistad así tan fuerte? —preguntó Shiny.

—Es más fácil de lo que se cree —respondió Wise—. Al contrario que las amistades normales, la verdadera amistad es como una casa que empieza desde el tejado.

—¿Pero una casa no se empieza desde los cimientos? —Shiny se extrañó.

—Sí, pero porque ya se sabe cómo va a ser la casa, y su longitud —dijo Wise—. Con una verdadera amistad nunca se sabe qué forma va a tener esa casa, y unos cimientos débiles la harán caer. Sin embargo, si se empieza por el tejado, será más difícil al principio, pero cuando se hagan los cimientos, éstos serán mucho más resistentes y soportarán el peso de toda la estructura.

—Creo que… Creo que debería volver y disculparme —Shiny tenía un brillo en sus ojos.

—Sería una decisión muy sabia por tu parte… y las demás seguro que lo comprenden —Wise sonreía.

—Todas menos Gentle. Sé que no me acepta —Shiny volvió a bajar la mirada.

—Oh, sí que lo hace. Lo que pasa es que ella es muy reservada. Pero sé que te aprecia, y mucho — comentó Wise.

—De acuerdo —Shiny se levantó—. Voy a coger el carrito y volveré. Espero que nuestra amistad no se resienta…

—No, no se resentirá, sino que se hará más fuerte —Wise mostró una gran sonrisa.

Shiny miró a Wise.

—Muchas gracias, Wise —Shiny también sonreía.

Y le dio un beso en la mejilla, algo que hizo ruborizarse al poni de tierra.

Shiny empezó a andar hasta su carrito.

—Espera, si quieres te lo llevo yo —dijo Wise—. No me importa.

—Muchas gracias, de verdad —Shiny le agradeció el gesto.

—Pero antes, te pido un favor. Dale esta nota a Gentle —y le entregó el papel que había sacado antes de su casa, convertido ya en una carta.

—De acuerdo —Shiny cogió la nota, la metió en el zurrón y galopó rumbo a casa de Knowledge, segura de que aún estaban sus amigas ahí.

Wise se llevó el casco a la mejilla que momentos antes había besado Shiny y, mirando hacia el pueblo, dijo “Tengo que intentar hacer lo mismo con Gentle… con suerte disfrutaré la misma ‘recompensa’”. Bajó de la piedra y, acercándose al carro, se ajustó las cinchas y comenzó a reír. Mientras lo hacía, empezó a tirar del carro, dándole la vuelta para volverla a dirigir al pueblo. El sonido de su risa, junto al esfuerzo, se convirtió en una risa distorsionada, penetrante, como nunca se había oído antes.

* * *


Shiny llegó a la casa de Knowledge. Llamó a la puerta y, cuando abrieron, empezó a llorar. No quería separarse jamás de sus amigas, y las abrazó a todas… y lloró junto con Flashing durante mucho tiempo.

* * *


Wise apenas podía mover el carrito de Shiny. Por fortuna, la entrada al pueblo coincidía con una ligera bajada, así que el final de su viaje iba a ser un poco más liviana. Sin embargo, tardó más tiempo del que querría para volver a instalar el carrito detrás de la casa de Shiny. Aunque tenía que hacer algo más esa noche, por lo que rápidamente se dirigió a su casa y sacó de ella una lona y pintura roja.

* * *


Cuando se hartaron de llorar juntas, Flashing y Shiny comenzaron a sonreírse. Y de la sonrisa pasaron a la carcajada. Las dos eran muy frágiles por sí solas, pero juntas eran mucho más fuertes. Y se abrazaron.

—Lo siento mucho, de verdad —Shiny se disculpó.

—Sabía que no nos abandonarías —contestó Flashing.

—No te preocupes, lo pasado, pasado está —comentó Knowledge.

—Eres más fuerte de lo que yo pensaba. Hay que ser muy dura para reconocer una equivocación. Y más valiente aún para hacer todo lo posible por remediarlo —sentenció Shadow.

—Eres nuestra amiga y te perdonamos, aunque también nos tienes que perdonar —exclamó Feather.

Todas miraron a Gentle, que a su vez miraba fijamente a Shiny. Entonces Shiny sacó de su zurrón la nota que le había dado Wise y se lo entregó a la unicornio de dos colores, junto con una sonrisa.

Gentle abrió la nota y empezó a leer:

“La verdadera amistad consiste en conocer los secretos, la forma de ser y las debilidades de tus amigos y, a pesar de todo ello, quererles”.

Gentle miró a Shiny y dijo:

—Te perdono. Y te pido perdón.

Shiny sonrió y asintió con la cabeza.

Todas leyeron la nota, y comprendieron.

—Shiny —preguntó Flashing—, ¿has escrito tú esta nota?

—No, me lo ha dado Wise para Gentle —respondió Shiny.

—Pues parece que ha hecho efecto, jejeje… —Flashing rió.

—Qué curioso —dijo Knowledge—, Wise también arregló el problema que teníamos Shadow y yo… —y miró a Shadow, que también asintió.

—También fue Wise el que me ayudó —dijo Feather.

—Y… —Shiny comentó— Wise ha sido el que me ha convencido para volver, haciéndome ver lo maravilloso que es teneros de amigas.

—Y ahora ha convencido a Gentle para pedir perdón —exclamó Flashing, con una sonrisa.

—Y ha evitado que el sueño de Flashing se cumpliese… para siempre —sentenció Gentle.

—Creo que se ha ganado nuestra gratitud —dijo Shiny. Todas, incluyendo Gentle, asintieron—. Mañana le voy a comprar un regalo así de grande —Shiny extendió las patas alejándolas entre sí tanto como pudo.

—Mejor que sean seis regalos —Gentle afirmó, a lo que todas asintieron. Todas menos Flashing.

—Os ha ayudado a todas, pero no a mí —Flashing se entristeció.

Shiny miró por la ventana, resignada. Entonces lo vio.

—Flashing, yo no estaría tan segura —y señaló fuera.

Se asomaron todas a la ventana y vieron, suspendido entre dos casas, un cartel que ponía “Flashing, todos te queremos. Sigue siendo tal como eres”. La letra del cartel y la de la carta para Gentle coincidían… Wise había pintado ese cartel.

—De acuerdo. Que sean seis regalos —afirmó Flashing, intentando ser seria. Todas rieron.

—Yeguas —dijo Shiny cuando se calmaron un poco—, ¿os parece bien que hagamos todas una carta a mi abuela?

Cogieron papel y pluma y empezaron a escribir la carta:

“Querida abuelita:

Hoy ha sido un día insólito, aunque ha acabado bien. A veces las pequeñas rencillas pueden verse aumentadas por insignificantes errores y resultar catastróficas. Y así habría resultado en nuestro círculo de amistad si no llega a ser porque hay ponis externos a este círculo que, capaces de prever el resultado final, hacen lo posible para hacernos reflexionar para que descubramos esos errores y hagamos todo posible para subsanarlos, para así no solo evitar el fatal resultado, sino incluso lograr que nuestra amistad sea aún más fuerte.

Hemos aprendido hoy que a veces, para ver el problema en toda su magnitud, lo mejor es alejarse del centro y observar detenidamente, actuando dónde y cuando sea necesario.

Con cariño, tu nieta Shiny Eyes… y sus amigas”.

Feather se guardó la carta y decidieron entre todas hacer en ese momento una merienda de amistad, aunque en realidad era la hora de cenar.

* * *


Wise estaba en casa. Por fin había terminado todo. Se sentía orgulloso de sí mismo: había logrado evitar esa ruptura y, sobre todo, había hecho que esas yeguas fuesen felices.

Cogió de su zurrón la pluma y la tinta y, poniendo un papel sobre la mesa, escribió:

“Estimada Gran Yegua:

Hoy ha estado a punto de romperse una preciosa amistad, la de Las Seis Yeguas de Northwest Mines Town. Y, por tanto, “Ella” ha estado a punto de despertarse.

Por suerte, he podido impedirlo a tiempo. Esa amistad es lo único que la mantiene dormida... Y no os preocupéis, mientras yo esté aquí, así seguirá siendo, y haré todo lo posible para ello, ya lo sabéis.

Atentamente, su fiel servidor, Wise Words.”

Enrolló la carta y se dirigió a la pared trasera de la casa. Allí movió una piedra de la pared, puso la carta en el hueco y volvió a colocar la piedra encima. Después cogió un pequeño guijarro blanco y la puso sobre el marco inferior de la ventana para que se viese desde fuera.

Era la forma que tenía para que esa carta circulase por los cauces no habituales, pues no podía confiar en el correo normal. A lo largo de la noche su contacto, a quien no conocía, aparecería, cogería la carta y se la llevaría al contacto de Ponyville, y así hasta llegar a su destino: Canterlot.

Se echó en la cama. Miró al techo y suspiró.

Cada vez le gustaba menos ser un espía de la Princesa Celestia.

FIN DEL CHAPTER 1x03


Espero que os haya gustado. Si se da el caso, pondré un pequeño cuestionario preguntándoos si preferís que saque los capítulos así (sin pasar por todas las correcciones) e irlos sustituyendo cuando se haya hecho la revisión final de cada capítulo (lo cuál no es problema para mí, pero sí para LloydZelos, pues tendría que revisar dos veces cada capítulo), o bien esperar hasta que cada capítulo tenga la corrección final antes de ponerlos.
Última edición por Sr_Atomo el 29 Sep 2013, 21:45, editado 2 veces en total.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x03

Mensaje por Angelus-Y » 25 May 2013, 19:33

De nuevo, un capitulo maravilloso Atomo. Aunque no haya pasado por tantas correcciones y medidas, la verdad no he notado mucha diferencia para mal, me ha gustado enormemente. Ha habido muchisimas cosas curiosisimas en este apartado, sobre todo en el final que me han dejado estupefacto y una vez mas, ansioso por continuar esta esplendida historia. Muchos misterios se revelaran pronto, al menos eso espero jaja :) La enseñanza que has mostrado en los ultimos apartados me ha llegado, pues tiene muchisima razón.

Cada uno de los personajes redundantemente han estao muy bien caracterizados y la trama en si desde luego es perfecta para la serie, jaja. Como bien hemos dicho Nima y yo, esto mereceria su propia serie emitida :D Por otro lado no se me hecho pesada la lectura, por lo que ha estado bien, aunque yo para esas cosas no soy muy meticuloso, por lo que tampoco puedo decir :elrisas:

Y eso que a este episodio le falta ese toque que buscas de "Mostrar" por lo que cuando lo hagas, bufff, va a ser un acontecimiento esta lectura. Cada vez le veo mucho mas potencial a esta historia que espero que vaya para largo, porque me estoy encariñando con los personajes :D2

Creo que nada mas, tampoco tenia mucho mas que decir, aunque si me acuerdo de algo lo editare. Muchas gracias Sr_Atomo por esta maravillosa lectura, me has vuelto a complacer.
P.D: Lo del tema de la corrección lo dejo a tu decisión, lo que veas mas conveniente para tus lectores, jaja

Un cordial SALUDO :number1:
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x03

Mensaje por Sr_Atomo » 02 Ago 2013, 10:58

Bueno, actualizo un poco el tema para mostraros el maravilloso dibujo que ha hecho Coloful Sigh de Gentle Colors...

Spoiler:
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Su devianart es la siguiente: http://jencita.deviantart.com/

Muchísimas gracias, Colorful. Eres un cielo.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x03

Mensaje por Sr_Atomo » 14 Ago 2013, 22:05

Bueno, pues llegó la hora... me aburría tanto que he hecho una revisión urgente al siguiente capítulo y lo publico. Califico este capítulo como [Slice of Life/Vida cotidiana] - [Sad/Triste] y una pizca de [Romance/Amor/Amistad]. Disfrutadlo:

Spoiler:
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PARALLEL STORIES

Chapter 1x04

¡Atrapadas!


Era otro día maravilloso en Northwest Mines Town: los pájaros cantaban sobre los verdes árboles, las flores ofrecían una fragancia embriagadora y los ponis cantaban y bailaban al son de la música que ofrecía el viento.

Cuando Shiny salió de su casa, la luz de un foco se puso sobre ella, cegándola por unos instantes. La música se paró y todos los ponis la miraron, expectantes. La pegaso les observó, haciendo una panorámica, tragó saliva y, sonriendo, dijo “Hola”.

Entonces todos la saludaron y volvieron a bailar y a cantar. Shiny, extrañada, se dirigió hacia la mina, cuya entrada era la boca de un dragón, pero no de uno terrible, sino de uno pequeño y amigable. Incluso se veían dos ojos sonrientes por encima de la entrada. Le recordaba a un pequeño dragón que vio en Ponyville, acompañando a una unicornio, antes de venir a Northwest Mines Town.

La entrada le invitaba a pasar a la mina, y ciertamente tenía que hacerlo, pues acababa de llegar un pedido de Manehattan y había que empezar cuanto antes, ya que era un encargo de gran magnitud.

Pasó por delante de casa de Gentle, que abrió la puerta y salió. Ésta, viendo llegar a Shiny, se paró a saludarla.

—Hola Gentle —dijo Shiny, alegre y feliz.

—Hola Shiny —respondió la unicornio de dos colores… sonriendo.

Shiny se paró en seco y volvió a mirar a Gentle, que seguía sonriendo.

—Genial, esto es un sueño —expresó Shiny, apenada—. Es demasiado fantástico como para ser verdad.

Y Shiny se despertó.

* * *


—¡¡Jajajá!! —Flashing no podía parar de reírse.

—¿Nos lo estás diciendo en serio, Shiny? —Knowledge miraba asombrada a la pegaso.

—No me lo creo —Feather hizo un ademán de desaprobación con el casco, aunque también se estaba riendo.

—Im-po-si-ble —Shadow no sabía si reír o llorar… de risa.

Las cinco estaban desayunando en la nueva cafetería del pueblo, que había abierto hace poco sus puertas, como consecuencia de la prosperidad que empezaba a tener otra vez Northwest Mines Town, hecho que tuvo lugar gracias a Shiny y a sus amigas.

—Os lo juro, así fue —Shiny estaba riendo con las demás.

—Aclarémonos… —Knowledge se puso seria por un instante—. Northwest Mines Town… con flores, árboles, animales, con todos los ponis cantando y bailando… —Shiny afirmaba con la cabeza después de cada parte—. ¿Y te diste cuenta de que era un sueño porque Gentle estaba sonriendo?

—Exactamente —exclamó Shiny.

Y todas volvieron a echarse a reír.

—Ay, es lo mejor que he oído en mucho tiempo —Feather logró decir, después calmarse un poco, aún con lágrimas en los ojos.

—¿Qué es lo que es tan bueno? —Gentle acababa de entrar en la cafetería y se dirigía hacia ellas.

Todas dejaron de reírse e intentaron ponerse serias. Todas excepto Flashing, que aún se reía por lo bajo, incapaz de aguantarse por completo.

—Estábamos hablando del pedido de Manehattan —respondió Shiny, forzando una sonrisa—. Por fin tenemos un gran pedido entre cascos, y es muy bueno que empiecen a llegarnos encargos así.

—Bueno, yo me tengo que ir —dijo Shadow—. Un pedido de esa magnitud va a exigir mucho material para sacar las joyas, y tengo que estar lista para cuando me lleguen las demandas de picos y palas.

—Yo también voy a marchar —exclamó Feather—. Aún no he empezado hoy con el correo, y todavía tengo que clasificarlo.

—Y bueno… nosotras también nos vamos —dijo Knowledge—. Voy a enseñarle a Flashing ese truco de magia que me lleva pidiendo desde hace tiempo. ¿Verdad, Flashing?

Pero la potrilla seguía riendo por lo bajo, ajena a todo excepto en mirar alternativamente a Shiny y a Gentle.

Knowledge cogió la pata de Flashing y tiró de ella. Entonces la potrilla no pudo contener más la risa y empezó a soltar carcajadas hasta que salieron del restaurante y se perdieron en la distancia.

Gentle miraba muy seriamente a Shiny. Ésta sonrió y señaló el asiento enfrente de ella, en la misma mesa. La unicornio, sin perder la mirada con los ojos de la joyera, se sentó lentamente.

—Bien —dijo Gentle al fin—, cuéntame la verdad. ¿Os estabais riendo de mí?

—No, por Equestria… —Shiny se asombró con un gesto exagerado—. ¿Por qué nos tendríamos que reír de ti?

—No sé… —Gentle seguía totalmente seria—. Un cuerpo con dos colores, un cuerno limado, un pelo que intenta parecerse a la de la Princesa Celestia… Mis modales…

Shiny no podía creérselo. ¿Acaso Gentle se estaba sincerando?

—No… no… —Shiny apenas podía balbucear.

—Mírame, si parezco un payaso —dijo Gentle—, pero sin sentido del humor… Sinceramente, creo que debería cambiar.

Sí, estaba sincerándose.

—Pero… pero… —Shiny estaba totalmente asombrada.

—Pero como no puedo cambiar estos colores —Gentle señaló con su casco su propio cuerpo—, ni puedo hacer que el cuerno vuelva a su estado normal —se apuntó con su pata la pequeña protuberancia que apenas se intuía sobre su cabeza—, creo que lo único que puedo hacer es cambiar mi sentido del humor. ¿Me ayudarás?

—Yo… Yo... —Shiny tragó saliva—. ¿Por qué me lo pides a mí?

—Porque creo que tú eres la más indicada para la tarea —respondió Gentle—. Y porque las demás te han dejado sola, como puedes ver.

Shiny se extrañó, ¿Eso último era un chiste? Rogaba que no lo fuese pues, en caso contrario, tendría que trabajar mucho para enseñar a Gentle todo lo relacionado con el humor, desde lo más básico. Pero decidió aceptar el reto.

—De acuerdo, lo haré —dijo—. Dime cuándo quedamos.

—¿Te parece bien… ahora mismo? —preguntó Gentle.

—¿Cómo? —Shiny se extrañó.

—Sí... Empecemos en este momento —comentó Gentle—. Creo que debería acompañarte todo lo posible durante el día de hoy y observar tus interacciones con los demás. Seguro que encuentro algo que me sirva de guía. Y después, por la noche, me harás un examen, aquí mismo —señaló la misma mesa—, a ver si he mejorado con mi actitud.

Shiny sonreía mientras pensaba sitios donde pudiera esconderse. Se había metido en un buen lío. Iba a tener todo el día a Gentle a su lado, como una sombra… mientras trabajaba, mientras comía, mientras hablaba, mientras iba al servicio… no, ahí tenía que marcar una distancia.

—Si no te importa —continuó Gentle—, voy a por papel y pluma a mi casa, quiero tomar apuntes mientras aprendo —y, levantándose, salió por la puerta.

Shiny se acurrucó en el asiento. Iba a ser un día muy, pero que muy largo.

* * *


—Está bien, puede entrar ella también —Muffled Yell se sorprendió cuando vio a Gentle junto a Shiny queriendo entrar en la mina. Marcar gemas era una tarea que normalmente quería hacer Shiny a solas—. Pero no he traído más que dos cascos protectores. Esperadme aquí.

Genial, el primer contratiempo y apenas había pasado unos pocos minutos desde que Gentle le pidiese acompañarle. Shiny se sentó y empezó a juguetear con la arena del suelo. Gentle, sin embargo, permaneció impasible, observando hacia la entrada a la mina. De repente miró a Shiny y rápidamente sacó la libreta y la pluma del zurrón y escribió “La mejor forma de esperar es haciendo dibujos con la arena”. Guardó la libreta, se sentó e imitó a Shiny, haciendo también ilustraciones extraños con su casco.

Cuando Muffled Yell volvió, comparó de un vistazo los dibujos. Shiny había dibujado unos círculos y espirales, mientras que Gentle había hecho un cuadro de ponis corriendo por una ladera, con la Luna de fondo. Toda una obra maestra.

—Tomad, un casco protector para cada una —Muffled intentó no pisar el cuadro que había hecho Gentle y pasó por encima de los símbolos que había dibujado Shiny.

Cuando Muffled y Shiny se ajustaron los cascos de protección, ayudaron a Gentle a ponerse el suyo. La melena de ésta era sumamente larga y sedosa. De hecho, Shiny estaba segura de que si le caía un cascote a Gentle, su crin amortiguaría el impacto de tal manera que la cabeza ni siquiera notaría el golpe. Una vez lo encajaron, usando una goma elástica, entraron las tres.

—Bien —informó Muffled—, hemos elegido unas cuantas grandes gemas, pero están al fondo de la mina, en una gruta a la que no se ha accedido en años, aunque mis mineros aseguran que está bien apuntalada. No creo que tengamos muchos problemas.

—¿De cuántas grandes gemas consta el pedido? —preguntó Shiny.

—Treinta y dos —respondió Muffled—. Pero nos dan un mes de plazo, así que podrías trabajar una al día. Dos como mucho. Y los enviaremos de dos tandas de dieciséis grandes gemas cada vez.

Se dirigieron a la gruta elegida y empezaron a mirar algunas grandes gemas. Muffled se dirigió al fondo de la gruta para explorarla, dejando a la pegaso y a la unicornio solas. Gentle miraba absolutamente todos los detalles de la actuación de Shiny y, todo lo que hacía ésta, lo apuntaba en la libreta. Shiny empezaba a aburrirse de la situación, y eso que apenas llevaban una hora.

—Por favor, Gentle —dijo la joyera de repente—, ¿puedes dejar de apuntarlo todo? No me dejas concentrarme.

—Perdón —respondió la unicornio, guardando lentamente la libreta. Entonces volvió a mirar impasible hacia la nada.

Shiny marcaba cada gran gema elegida con una señal hecha con un poco de tinta. De esa forma no se dañaban en absoluto. Llevaba prácticamente la mitad del trabajo cuando Gentle soltó un suspiro. Se estaba aburriendo.

—Puedes esperarme fuera si quieres, no creo que tarde mucho más —comentó la pegaso.

—No, estoy bien así —alegó Gentle.

Shiny volteó los ojos y continuó con su tarea.

—No hay salida al otro lado —Muffled dijo de repente.

Shiny pegó un respingo, dejando caer el tarro con la tinta. ¿Cuándo había vuelto Muffled?

—El caso es… —continuó diciendo Muffed— que me suena mucho esta gruta. Probablemente yo haya ayudado en su apuntalamiento, hace ya muchos años —miró a Shiny, que estaba completamente manchada de tinta—. Oh, cariño… ¿pero qué ha pasado? —preguntó, y empezó a reírse de manera maternal.

Gentle sacó la libreta y escribió “Ensuciarse de tinta es idóneo para hacer reír”.

* * *


Salieron las tres de la mina y descubrieron que ya había pasado la hora de comer. La mina era como un pasaje dimensional, pues el tiempo que transcurría dentro no parecía corresponder al paso del tiempo que había pasado fuera.

Shiny y Gentle decidieron ir a comer al restaurante, aunque la pegaso se limpió antes con una toalla que le ofreció Muffled. En el restaurante se sentaron alrededor de una mesa y pidieron.

—Hay que volver a la mina, a terminar de marcar las grandes gemas que hay que sacar —explicó la joyera.

—De acuerdo —respondió la unicornio de dos colores.

Comieron despacio. Gentle comía siempre así, pero Shiny masticaba con menos rapidez de lo normal, pues intentaba tardar el máximo tiempo posible. No quería estar mucho más tiempo con Gentle. No es que la unicornio fuese una pesada, sino más bien al contrario: era la falta de asertividad lo que la hacía insoportable a veces.

—Bien, cuéntame algo —dijo Shiny al fin.

—Estoy tomando nota mentalmente de cómo y con qué velocidad masticas —respondió Gentle—. Luego lo apuntaré en la libreta.

—No, no estoy hablando de eso… —la joyera se llevó el casco a la cabeza, desesperada—. Deja la libreta. El hecho es que te debes integrar. Pareces una estatua que se mueve a mi lado.

—Las estatuas no se mueven —aclaró la unicornio.

—Me refiero a que hables —dijo Shiny—. A que hables y que dejes de mirar al vacío. Si dialogamos, el tiempo pasará más rápido, y haré mi tarea mejor. Necesito alguien que me dé conversación ahí abajo —en realidad el diálogo no le importaba demasiado, solo era una forma de evitar que Gentle estuviese constantemente parada, algo que ponía nerviosa a Shiny.

—De acuerdo —respondió Gentle.

Regresaron a la entrada a la mina, se volvieron a ajustar los cascos protectores y ésta vez solo bajaron las dos a la gruta, pues todavía faltaba de marcar casi la mitad de las grandes gemas para el pedido y al día siguiente Shiny quería empezar a restaurar la primera.

—Bueno, ¿de qué quieres hablar? —dijo Gentle de repente.

—No sé, propón un tema… —Shiny hablaba mientras observaba detenidamente la siguiente gran gema.

—No se me ocurre ningún tema ahora mismo —expresó la unicornio.

—Pues si quieres… no sé… Cuéntame tu historia —indicó la dorada pegaso.

—¿Cómo? —preguntó Gentle.

—Sí —la joyera la miró—, tu historia. No se mucho de ti, y me gustaría saber qué pasó… si quieres contarlo.

—Pero… —Gentle clavó sus ojos en la pegaso.

—Es por hacer más rápido el tiempo, recuerda —Shiny mostró una pequeña sonrisa—. Y tarde o temprano me lo tendrás que contar, así que este me parece un buen momento.

La unicornio de dos colores se quedó pensativa durante un momento y finalmente negó con la cabeza.

—No me gusta hablar de mí —declaró con un gesto mohíno.

—¡Oh, vamos! —Shiny miró al techo durante un instante y volvió a echar un vistazo a la gran gema sobre la que estaba trabajando—. Seguro que todos los ponis de este pueblo saben tu historia. Pero yo no se lo estoy preguntando a ellos, te lo pregunto a ti. Si no quieres contármelo, mañana le preguntaré a Flashing, o a Knowledge, o a…

—No serás capaz… —Gentle estaba entrecerrando los ojos, irritada.

—Y me contarán la historia… con exageraciones —la joyera marcó una señal de “check” a la gran gema y volvió a mirar a la unicornio de dos colores—. Y será peor a como me la cuentes tú.

—No, NO y ¡¡NO!! —Gentle gritó y golpeó el suelo con rabia.

Empezó a oírse un pequeño rumor, que fue creciendo poco a poco hasta convertirse en un gran estruendo. Shiny miró al techo y luego a Gentle, horrorizada.

—¡¡DERRUMBAMIENTO!! ¡¡CORRE!! —chilló la pegaso.

Pero era demasiado tarde: la entrada de la gruta estaba totalmente taponada. Y el polvo en suspensión que se había generado en esa parte de la caverna no hacía recomendable el acercarse al lugar de la catástrofe. Estaba atrapada, y con Gentle… Quizás tardarían varias horas en descubrir el derrumbamiento y aún más tiempo en liberarlas. Muchas horas… con Gentle.

—Por lo menos no se nos ha caído encima —Shiny suspiró aliviada.

Gentle estaba visiblemente nerviosa. Shiny sabía que el derrumbamiento había sido causado por el único ataque de rabia que Gentle había tenido en mucho tiempo… de hecho, era el primer ataque de ira que había tenido la unicornio de dos colores desde que ella la conocía. Quizás por eso la forma de ser de Gentle en realidad era un muro defensivo para impedir cosas como esa… o podría ser que, al no estar acostumbrada a enfadarse, la reacción al hacerlo había sido completamente exagerada y fuera de control, provocando el desprendimiento. En cualquier caso, ya no valía de nada culparla.

—Parece que el taponamiento es extenso, así que tardarán bastante tiempo en poder abrir un hueco —la dorada pegaso se había acercado a la entrada tapada, libre ya de polvo, y estaba examinándola.

—Empecemos entonces a abrir nosotras una —dijo Gentle desesperadamente.

—Es mejor que no lo hagamos —respondió Shiny—. Iríamos muy lento, e incluso es posible que provoquemos otro derrumbamiento. Además, del otro lado se pondrán muchos ponis a hacer un agujero, y entre ellos estarán Muffled y sus mineros, que sabrán cómo hacer el agujero e incluso apuntalarlo para que podamos salir sin problemas… Pero tardarán bastante tiempo.

—¿Y qué hacemos hasta entonces? —Gentle se tranquilizó ligeramente, comprendiendo que no iba a conseguir nada estando nerviosa.

—Seguir lo que estábamos haciendo antes de que ocurriese esto… —dijo Shiny—, marcar las gemas y contarnos nuestras historias… ¡Yyy…! —Shiny miró fijamente a la unicornio— para que no te enfades, esta vez empezaré yo.

La joyera se acercó a una gran gema. Por fortuna ninguna se había visto afectada, al menos por lo que ella veía, aunque quizás alguna hubiese sufrido un daño estructural, algo poco probable, teniendo en cuenta la dureza que tenían. Empezó a mirar escrupulosamente la gran gema que tenía delante. Efectivamente no le había pasado nada, lo cual era un alivio, pues se evitaba empezar toda la tarea de nuevo.

—Nací… —empezó a decir la dorada pegaso mientras seguía analizando— en Canterlot, en una familia de joyeras. Soy la segunda de tres hermanos. Y la única yegua.

—Aham —fue la respuesta de Gentle.

—Mi familia es bastante pudiente, y proporciona joyas por toda Equestria —siguió explicando Shiny—. Incluso tienen entre sus clientes a la propia Princesa Celestia.

—Aham —manifestó la unicornio de dos colores.

—Bueno, en realidad es mi abuela la que proporciona joyas a la Princesa Celestia —aclaró la pegaso—. Es, con diferencia, la joyera más sabia de Canterlot.

—¿Es la misma abuela a la que escribes tus cartas? —Gentle volvía a sentirse nerviosa.

—Sí, eso es —Shiny pasó a otra gran gema, aunque entretanto miró a Gentle—. Pero no te preocupes, solo es información que ella me pidió.

—De acuerdo… —respondió la unicornio, aunque todavía seguía nerviosa.

—Pronto me llegó la inspiración de crear joyas —declaró la poni con alas—, teniendo en cuenta de que estaba rodeada de ellas. Si solo ves una cosa cuando giras la cabeza, esa cosa o te encanta o la odias, ¿sabes?... Afortunadamente en mi caso fue lo primero. Y empecé a crear joyas, diademas, anillos, gargantillas, colgantes e incluso pulseras de pata.

—¿Al decir “crear” quieres decir que hiciste también los diseños? —preguntó Gentle.

—Sí, diseñé esas joyas yo misma. Tengo algunos bosquejos en casa, me traen viejos recuerdos —Shiny pasó a una tercera gran gema—. Pero no se vendía ninguno de mis diseños, a pesar de que alguno de ellos incluso ahora me parece bueno. Hasta que un día llegó mi abuela y me dijo…

—Shhh… Espera —chitó Gentle, mientras se acercaba al taponamiento.

—…”¿ién?” —se oía una voz muy atenuada. Shiny se acercó también a la entrada— “¿Estáis bien?” —se escuchaba un poco más alto. Era Muffled Yell.

—Estamos las dos bien —contestó la unicornio.

—Apenas os oigo. Alzad un poco la voz —dijo la jefa de mineros, desde el otro lado del derrumbe. Por fin venían a salvarlas.

—¡Digo que estamos bien! ¡Las dos! —Gentle subió la voz, pero sin gritar.

—¡Gracias a Equestria! —Muffled habló de forma más aliviada—. ¡Tranquilas, os sacaremos de ahí! ¡Voy a buscar ayuda! ¡Pero no os mováis, no quiero que haya otro derrumbamiento! ¡Y quedaos en medio de la gruta, ahí hay menos posibilidad de que os caiga un cascote encima! —y Muffled marchó a buscar refuerzos.

—Bueno, continuemos —declaró Shiny.

—¿Continuar? Pero si nos van a sacar pronto de aquí —Gentle seguía nerviosa.

Shiny se extrañó: Gentle parecía una poni distinta. Normalmente esta conversación debería haber sido al revés: Shiny presa del pánico y Gentle calmando la situación… Shiny estaba calmada porque estaba en su elemento, pero no comprendía el nerviosismo de la unicornio. ¿Acaso era porque temía contar su historia y veía inevitable el hacerlo? Pero no quería presionar a Gentle. Si ella no quería contar su historia, tampoco iba a ser el fin del mundo.

¿O quizás lo que aterraba a Gentle era el estar ahí encerrada? ¿O estar junto a Shiny? No, eso último no podía ser, pues entonces no tenía sentido haberle pedido acompañar todo el día.

—Gentle —dijo al fin —, si no te importa, continuaré la historia —Shiny estaba dispuesta a hacer más llevadero el tiempo que estuviesen ahí—. ¿O prefieres una canción?

—No, por favor. No me gustó… —respondió rápidamente Gentle.

—¿Cómo dices? —la pegaso se sorprendió.

—¿Recuerdas el otro día, cuando chocaste tres veces conmigo? —preguntó la unicornio de dos colores—. La primera vez fue porque… me quedé petrificada al escuchar cómo… “cantabas”.

—¿Tan mal lo hago? —inquirió Shiny, sorprendida.

—No quise decir nada en la comida de la amistad, pero… —Gentle se acercó a la joyera— digamos que si algún día hay que cantar, tú deberías leer la letra, nada más.

Shiny miró hacia el suelo, avergonzada. Ahora comprendía las miradas de asombro que pusieron todos ese día. Se armó de valor y, alzando la vista de nuevo, dijo sonriendo:

—Pues seguiré con la historia, si no te importa.

—De acuerdo… —Gentle parecía perdida otra vez.

Se alejaron de la zona derrumbada y Shiny continuó hablando, mientras retornaba a su tarea:

—¿Por dónde iba?... —la joyera escrutó otra gran gema—. ¡Ah, sí! Mi abuela… Mi abuela llegó un día con un pedido especial para el Palacio Real. Pero era un pedido muy grande… mordió más de lo que podía tragar. Y el único de la familia que tenía tiempo libre era yo, así que la ayudé.

—¿Y qué pasó? —Gentle volvió a interesarse.

—Conseguimos entregar a tiempo el pedido —dijo Shiny—. Y, aunque me encargué de las piezas más básicas, el amor hacia mi abuela con las que imprimí cada joya hizo que se viesen realmente espectaculares. Y, desde entonces, la relación entre mi abuela y yo se hizo muy estrecha.

—Bonita historia —la unicornio estaba más tranquila—. Continúa.

—Esa misma noche apareció mi Cutie Mark —Shiny mostró su grupa, donde se veían dos anillos entrecruzados, formando un corazón—, y mi abuela me enseñó todo lo referente a joyería y restauración que sé ahora.

La joyera paró durante un instante. Parecía oírse de nuevo un temblor, pero paró. Esperó un poco más y, viendo que solo era un ajuste de terreno, continuó.

—Como mi hermano mayor ayudaba a mis padres en la tienda —siguió hablando— y mi abuela se vio relegada a hacer trabajos menores en Palacio, yo no tenía cabida en la tienda, así que estuve ahorrando y, junto con un poco de dinero que me prestó mi abuela, compré un carrito para llevar joyas… es ese carrito que está detrás de mi casa… y, llenándola con todas las joyas que hice, me dediqué a ir de pueblo en pueblo a venderlas.

—Es una historia preciosa —Gentle miraba fijamente a Shiny, torciendo la boca de tal forma que asemejaba una sonrisa, pero que lo único que logró fue hacer recorrer un escalofrío en la espalda a Shiny.

—Pero… —continuó Shiny— no vendí mucho que digamos. Un anillo en Canterlot, otro en Hoofington, una pulsera de pata en Fillydelphia y una diadema en Ponyville. Y entonces llegué aquí, a Northwest Mines Town… y bueno, ya sabes el resto de la historia.

—Me ha encantado, de verdad —contestó Gentle, asintiendo.

—Poco más te puedo contar de mí… —Shiny no quería presionar a Gentle, y no quería tampoco enfrentarse a ella, así que continuó hablando—. Mi color preferido es el rojo, mi sueño es ser joyera de Palacio y conocer a la Princesa Celestia, pues nunca la he visto personalmente, solo en fotos y en dibujos… Bueno, en Ponyville casi la veo… en vivo, pero como no podía separarme de mi puesto, y había muchos ponis en medio, perdí la oportunidad. Espero poder tener pronto otra ocasión para verla mucho mejor…

>>Sigamos: No tengo un semental que me esté esperando en ningún lado… Y, terminando ya, debo decir que, por capricho, los colores de mi Cutie Mark son los mismos que los colores de mi cuerpo, ojos y crin.

—Eso ya lo sabía —cortó Gentle—. Estaba ahí cuando Look Talker hizo esa observación, ¿recuerdas?

—Sí, es verdad… —Shiny sacó lateralmente la lengua mientras sonreía.

—Ya has terminado, ¿no? —preguntó la unicornio.

—Sí, creo que eso es todo —respondió la joyera.

—Y querrás que yo cuente ahora mi historia, ¿verdad? —inquirió Gentle.

—Bueno, si no quieres… —Shiny quedó pensativa, sin saber qué hacer.

—Pues lo haré —dijo la unicornio de dos colores, totalmente decidida—. Total, hay que esperar aún bastante tiempo. Es un tema tan bueno como cualquier otro… y no quiero que te lo cuente otro poni, usando exageraciones y mentiras.

Shiny no podía creérselo. La impertérrita Gentle daba su pata a torcer y abdicaba. Así que se acomodó junto a una gran gema. Gentle hizo lo mismo, acomodándose a su vez frente a la pegaso. Iba a ser una historia apasionante, de eso Shiny estaba segura.

—Verás… —empezó a decir Gentle—. Hace muchos años yo era una potrilla prometedora. Era todo lo contrario a lo que soy ahora. Incluso tenía un solo color de pelaje: un hermoso blanco. Mi comportamiento era como el de Flashing, incluso aún más traviesa, pero mi mente tenía hambre de conocimientos. Necesitaba aprender más y más, y la magia me atraía especialmente.

>>Hice todo lo posible e imposible para entrar en la escuela de magia de Canterlot… Ya ves, incluso una potrilla de este pueblo podía tener sueños tan alejados.

—No, está bien —aclaró Shiny.

—Mis padres pagaron el viaje y la audición para la escuela de magia —continuó explicando la unicornio—, e hice todas las magias que pude: transformé un huevo en una gallina, cambié los colores del papel de una pared, pinté un cuadro mágicamente… Y me admitieron. “Nunca antes hemos visto un poder tan avanzado en una potrilla-unicornio”, dijeron.

—Continúa, continúa —la joyera estaba expectante.

—Obtenía las notas más altas en todas las asignaturas —los ojos de Gentle comenzaron a brillar según rememoraba la historia—. Era increíble. Todo el mundo estaba asombrado, incluso los profesores. Simplemente la magia que recorría mi cuerno era especialmente poderosa. De hecho el director de la Escuela me dijo que solo la Princesa Celestia tenía más poder que yo en toda Equestria.

—Maravilloso —Shiny se imaginaba a Gentle con el cuerno completo, haciendo magia muy poderosa sin inmutarse.

—Pero no dejé que ese comentario se me subiera a la grupa —la unicornio subió ligeramente el tono de voz—. Quería ser profesora de magia, o incluso asistente de la propia Princesa Celestia… pero sobre todo quería ayudar a los demás. Y un día un profesor me dijo que se iba a celebrar una audición importante en el que la Princesa Celestia estaba interesada.

—Y la hiciste, ¿verdad? —preguntó la pegaso.

—Sí, me presenté para la audición —expresó Gentle—. Tenía que competir con otros unicornios, y la prueba se haría en tandas de dos a la vez. E incluso se presentó una recién llegada, cuyo poder mágico prometía bastante. Nunca se me olvidará su nombre: Twilight Sparkle —curiosamente la unicornio usó, al decir el nombre, un tono de admiración.

—¿Qué pasó? —Shiny estaba intrigada.

—Todo iba bien —dijo Gentle—. Las pruebas eran típicas: amaestrar un tigre de piedra, coger mágicamente un diamante de un cubo de lava… Cosas fáciles. Hasta que llegué a la prueba de la transmutación. Tenía que convertir la piedra en oro puro. Algo extremadamente difícil. Sin duda, trabajar para la Princesa Celestia era una tarea especial.

—Continúa, por favor… —la joyera estaba muy interesada en la historia.

—Ese hechizo exigía muchísimo poder —explicó Gentle—, de hecho era el segundo hechizo más difícil del que tenía conocimiento, solo superado por el de la incubación mágica de un huevo de dragón. Y empecé la prueba con dudas. No esperaba una prueba de esa dificultad, y, francamente, no sabía si podría lograrlo.

Shiny miró de forma enternecedora, animando a continuar la historia.

—Me concentré todo lo que pude y empecé el hechizo —la unicornio de dos colores miró fijamente a Shiny—. Notaba cómo la piedra se hacía más y más compacta, y también más y más pesada. Aunque eso solo era el principio. Necesitaba crear una composición exacta, la del oro, y eso solo se aprendía mediante los libros de mineralogía, no de magia… libros que apenas miré a lo largo de los años. Pero sabía que podía lograrlo…

La pegaso golpeó ligeramente la pata delantera derecha contra el suelo, deseando más y más.

—Y lo habría logrado —Gentle bajó la mirada durante un instante—, de no ser por un resplandor que de repente entró por la ventana, desconcentrándome. La roca que estaba transmutando se deshizo delante de mis ojos y no pasé la prueba. Mis deseos se vieron truncados cuando estaba muy cerca de hacerlos realidad… Pero eso no fue lo peor. Había trasmutado algo, pero no fue la roca, sino mi cuerpo. Tenía una parte rosa y otra naranja. Mi color original había desaparecido.

—Qué pena —Shiny se entristeció.

—Fue imposible hacer volver mi cuerpo a su color original —dijo la unicornio—. Incluso la propia Princesa Celestia lo intentó, sin éxito. Así que me resigné a tener que cargar con ese problema durante el resto de mi vida. Aunque ya hace tiempo que me he acostumbrado a este cuerpo, y ahora me resulta incluso agradable tener dos colores… —se acercó a Shiny y dijo, sonriendo con complicidad—. Y, entre nosotras, me resulta gracioso ver cómo intentan venderme complementos que combinen con mi cuerpo.

—Jajaja —la pegaso rió, imaginándose la escena.

—He de decir que la ganadora de la audición fue Twilight Sparkle, que actuó a la vez que yo… —siguió explicando Gentle—, porque parece ser que ese resplandor, en vez de perjudicarla, ayudó a que hiciese el hechizo de su prueba… precisamente el de incubación de un huevo de dragón, el hechizo más avanzado del que yo tenía conocimiento. Y lo había logrado una aspirante a la Escuela de Magia. Sin duda estaba destinada a superarme, cosa que tarde o temprano habría pasado con algún unicornio.

—Creo que ahora está en… —dijo Shiny.

—Sí, está en Ponyville haciendo una investigación o algo así… —cortó la unicornio de dos colores—. Pero continuemos…

—Por supuesto, por supuesto —la joyera volvió a sentirse expectante.

—Me faltaba poco para terminar la carrera —habló Gentle—, así que aguanté las risas y comentarios de los compañeros, y acabé con las mejores notas que jamás había dado la escuela de magia… pero, a cambio, todo el mundo me rehuía. Las que antes eran mis amigas, se apartaban, y los que antes me pedían ayuda, huían aterrorizados. Así que, totalmente apenada, volví aquí, pues sabía que no tenía ya futuro en Canterlot, pues todo el mundo me veía como un monstruo.

—Qué triste… —se lamentó Shiny.

—Pero cuando llegué aquí, todo fue a peor —curiosamente la unicornio de dos colores no expresó tristeza en la explicación—: mis padres renegaron de mí. Para ellos yo me había convertido en una abominación. Y se marcharon por la noche, totalmente avergonzados… para no volver jamás. Por mucho que los he buscado, no he sido capaz de encontrarlos, pero aún albergo la esperanza de hacerlo.

Shiny tenía los ojos humedecidos por la tristeza, pero no quería perderse el final de la historia.

—Imagínate la escena —Gentle seguía hablando, impertérrita—: una joven yegua de dos colores en un pueblo pequeño, cuyos padres la habían repudiado y habían desaparecido por la noche... Estaba completamente aterrada. Y estaba segura de que todos me echarían la culpa de todos los problemas. Debía irme, escapar, exiliarme. No estaba a salvo en Northwest Mines Town. Y todo había sido por culpa de la magia. Así que hice lo único que podía hacer… algo de lo que me he arrepentido desde hace mucho, mucho tiempo.

—¿Qué hiciste? —preguntó Shiny, aunque ya sabía que la respuesta iba a ser triste.

—Me puse delante de un espejo, cogí mágicamente una lima de cascos y… —la unicornio bajó la mirada— me limé el cuerno hasta que no tuve poder suficiente y la lima cayó inerte sobre la mesa, junto a mis lágrimas. Estaba renegándome a mí misma, y créeme, eso es lo peor que puede haber.

Shiny empezó a llorar. Era una historia tan dolorosa, tan conmovedora… E instintivamente abrazó a Gentle y lloró sobre su hombro. No quería creer en una historia así. Ahora sabía por qué todo el mundo respetaba a Gentle. Era la poni más fuerte que jamás había conocido. Era verdaderamente especial, y Shiny se alegraba de poder llamarla “Amiga”.

—Shiny —Gentle apartó suavemente a la pegaso—, tranquila. De eso hace ya bastante tiempo. Afortunadamente la gente aquí no se asusta fácilmente y me aceptó. Solo tengo el problema de que no puedo hacer magia.

—¿No puedes hacer magia? ¿En serio? —preguntó Shiny, sonriendo de alivio—. Pero si todas sab…

En ese momento sonó un estruendo. Estaban intentando destapar el taponamiento, pero hacían demasiado ruido. ¡Podrían provocar otro derrumbamiento…! Y así ocurrió cuando oyeron otro estruendo instantes después del primero.

Los cascotes caían por todas partes. Tanto Shiny como Gentle miraban al techo para esquivar los peñascos. Solo así podían saber dónde caería la siguiente roca. Afortunadamente no sonaron más estruendos. Seguramente los mineros habían comprendido que los ruidos y las vibraciones eran demasiado fuertes, o quizás habían avanzado lo suficiente y empezarían a usar instrumentos manuales para seguir progresando.

Entonces, de repente, chocaron las dos entre sí y cayeron. Shiny miró instintivamente al techo... una roca demasiado grande se dirigía directamente hacia ellas. No había tiempo para esquivarlo. No podía hacer nada.

En ese momento, alrededor de las dos ponis, una semiesfera de color rojo intenso se formó. La roca chocó contra ella y se deslizó hacia un lado, dejándolas fuera de peligro.

Shiny miró a Gentle, quién estaba haciendo un esfuerzo increíble, a juzgar por la expresión de su cara. Su cuerno estaba restaurado y brillaba muchísimo. De hecho, Shiny nunca había visto nada parecido, de tan puro y luminoso que era el resplandor. Sin embargo, una mirada más atenta la hizo descubrir que en realidad el cuerno restaurado de Gentle no era más que una proyección mágica, pues el verdadero cuerno roto seguía ahí.

De repente el cuerno mágico desapareció, y Gentle Colors, totalmente exhausta, se desmayó.

Shiny se acercó a ella, se sentó al lado y se puso la cabeza de Gentle sobre el regazo. Decidió que ahora sería ella la que cuidaría de esa unicornio… Ahora sería ella la que cuidaría de su amiga. Acarició la crin de Gentle y, mirándola de manera enternecedora, Shiny dijo en voz baja:

—Shhh. Tranquila, ahora estás en buenos cascos. Vamos a salir de aquí, ya lo verás…

Y sus ojos dejaron escapar unas lágrimas a la vez que sonreía, mientras mecía su propio cuerpo para tranquilizar a su amiga, y también para serenarse a sí misma.

Pero tenía que ser fuerte, por ella y por Gentle. Esa coraza emocional que había construido la unicornio sobre sí misma era demasiado cruel. Y hoy, cuando Gentle le había pedido ayuda para eliminar parte de ese blindaje, Shiny se había desesperado. “Nadie nace aprendido”, se dijo. Y era el momento de enseñar a Gentle la verdadera amistad.

Se cargó, como pudo, el cuerpo inerte de Gentle sobre la espalda, y voló al lado de una gigantesca roca estable, que parecía el lugar más seguro de la gruta, además de que estaba a distancia suficiente del derrumbamiento. Volvió a echar cuidadosamente a Gentle en el suelo y, poniéndole su cabeza de nuevo sobre el regazo, le acarició la crin por segunda vez.

Eso hizo que, poco a poco, Gentle recuperase la consciencia. Shiny la recibió con una gran sonrisa.

—Bienvenida, Gentle —dijo.

—¿Qué ha pasado? —Gentle estaba desorientada.

—Usaste tu magia y nos salvaste —Shiny señaló la roca sobre la que estaba apoyada, que casualmente era la que casi les cayó encima antes.

—¿Mi magia? Oh, vaya… —la unicornio miró hacia el suelo, aunque su cabeza seguía apoyada sobre el regazo de Shiny. Se acomodó aún más en esa posición y miró a los ojos de la pegaso—. Siento haberte mentido.

—¿Mentido? —Shiny sonrió—. Supongo que el motivo de tanta meditación era volver a recuperar tu magia.

—Estás en lo correcto —alegó Gentle.

—Porque ya lo dijiste antes: “Hice algo de lo que todavía estoy arepintiéndome” —dijo la joyera.

—Es que… una unicornio sin magia… —intentó explicar la unicornio de dos colores.

—Esa es Flashing Hooves... —expresó Shiny, sonriendo de nuevo.

—Quiero decir… una unicornio con una magia tan fuerte… y sin magia… —susurró Gentle.

—Sé lo que quieres expresar —dijo la dorada pegaso.

—No quiero ser una carga para mis amigas —la unicornio se entristeció.

—No lo eres… —Shiny sonrió aún más fuerte.

—Ni para nadie… —Gentle miró directamente hacia los ojos de Shiny, como pidiendo perdón.

—No lo eres… —la joyera le devolvió la mirada, expresando cariño.

—Y quiero ayudaros en todo cuanto me sea posible —Gentle empezó a animarse ligeramente.

—Ya lo haces… —dijo Shiny, de forma maternal.

—Y si tengo que usar magia, no quiero desmayarme y ser una carga para vosotras —Gentle volvió a mirar a los ojos de Shiny, animándose.

—Sé que lo lograrás… —la pegaso también se animó.

—Aunque debo reconocer que cada vez mis desmayos son más cortos —Gentle sonrió levemente.

—Lo sé, en la ciudad de nubes, cuando creaste esa red, estuviste más tiempo sin sentido —comentó Shiny.

—¿En la ciudad de nubes? O sea, que sabías que fui yo… —Gentle volvió a mirar al suelo, apenada.

—Todas lo sabíamos, pero no quisimos decirte nada —dijo la poni con alas—. Si lo querías mantener en secreto, por algo sería.

—Quería mostraros mi magia cuando estuviese totalmente recuperada —la unicornio volvió a mirar a Shiny.

—No te preocupes, primero vamos a salir de aquí —comentó Shiny, con entereza—. Y muy pronto lograrás hacer magia sin desmayarte. Entre todas te ayudaremos, de eso estoy segura.

—Te lo agradezco… Os lo agradezco a todas —Gentle tenía los ojos humedecidos—. A cambio, yo promet…

—¡Las veo, las veo! —gritó un minero de Muffled, que estaba mirando por un agujero hecho en la parte superior del taponamiento.

Rápidamente las dos yeguas se incorporaron, expectantes. Por fin iban a poder salir de ahí y, lo más importante de todo, por fin su amistad se había hecho muy estrecha. Estaban orgullosas la una de la otra…

Pronto el agujero se hizo más y más grande y se apuntaló. Muffled probó a entrar y a asegurarse de que el lado interior de la obstrucción era estable. Cuando lo comprobó se acercó a las dos y las abrazó, con lágrimas en los ojos.

—Menos mal que estáis bien… —dijo—, de verdad… Estoy tan feliz…

—Y nosotras también —respondió Gentle, mientras abrazaba a la jefa de mineros.

—Eso… es… —Shiny abrazó a Muffled, y rompió a llorar.

* * *


Gentle fue la última en salir por el agujero y fue recibida con expresiones de júbilo y pateos en el suelo, a modo de aplausos, y también le dedicaron felicitaciones. Shiny, a su vez, estaba abrazando a todos los rescatadores, aunque en ese momento se dio la vuelta y empezó a patear también el suelo. Al fin estaban a salvo. Toda la angustia que habían vivido las dos ahí dentro era ya un mal recuerdo. Aunque había algo que iba a atesorar en su corazón por siempre, y era los sentimientos vividos junto a Gentle.

Cuando la unicornio tocó el suelo firme, ella y Shiny se fundieron en un abrazo. Más tarde, después de proporcionarles agua, fueron escoltadas a la salida por Muffled y por casi todos los mineros, excepto unos pocos que empezaron a despejar el derrumbe, y abandonaron la mina, siendo ya de noche.

Absolutamente todo el pueblo estaba rodeando la entrada de la mina. Y todos comenzaron a pisotear el suelo cuando las vieron. El sonido era atronador pero reconfortante. Los corazones de las dos ponis se pusieron a cien, llegando a coincidir con el traqueteo de las pisadas. Era todo un espectáculo, y era realmente sobrecogedor.

Shiny empezó a lloriquear. Todo el mundo se había preocupado por ellas dos… y las que más fuerte pisaban el suelo eran sus amigas. Shiny y Gentle se acercaron a las demás y todas se fundieron en un cálido abrazo, presas de la emoción.

Un poco más tarde fueron llevadas a la enfermería, y allí comprobaron que únicamente tenían rasguños. Después se asearon en las duchas colectivas de los mineros.

—Bueno… —empezó a decir Shiny mientras se duchaba—. No sé tú, pero yo tengo un montón de hambre.

—Yo también —expresó Gentle—. Seguro que es por la tensión liberada.

Alguien debió de escucharlas, porque cuando salieron limpias las llevaron, entre los aplausos y vítores de todos los ponis, que aún seguían todos ahí, al restaurante.

—Debéis comer algo —indicó Muffled—. Estuvisteis mucho tiempo ahí dentro y solo vosotras sabéis el hambre que tenéis —y, dirigiéndose al cocinero, que acababa de llegar del corro que rodeaba la puerta de la mina, le dijo—. Esto corre de mi cuenta.

—En absoluto —contestó el cocinero—. No voy a cobrar nada por esto.

Muffled Yell asintió satisfecha, miró a Shiny y a Gentle y les sonrió. Después se marchó.

—Esperad un momento, que encienda todo y os atiendo… —dijo el cocinero, un poni marrón con la Cutie Mark de una espumadera y un cucharón—, y no os cortéis en pedir lo que queráis. Os lo habéis ganado.

Y cenaron como nunca. Decidieron pedir las recomendaciones del chef, y ciertamente eran deliciosas.

—Mañana voy a restaurar las grandes gemas —Shiny decidió romper el hielo—. ¿Me ayudarás a hacerlo?

—Después de lo que ha pasado, ¿vas a continuar con el pedido? —preguntó Gentle.

—Por supuesto —respondió la dorada pegaso—. El pedido no se hará solo. Pero necesitaré que estés ahí.

—Sí, te ayudaré —dijo la unicornio.

—Y te voy a enseñar cómo restaurarlas —explicó Shiny—. Necesito a alguien más que me ayude con esa tarea, ¿y quién mejor que una gran amiga para estar a mi lado?

—Es todo un honor —Gentle sonrió—. Y lo haré lo mejor que pueda.

—Estoy seguro que lo harás perfectamente —la joyera también sonrió.

Y siguieron cenando.

—¿Te puedo preguntar algo, Gentle? —Shiny volvió a romper el hielo.

—Por supuesto —alegó la aludida.

—Quizás es una pregunta un poco personal, y no quiero incomodarte —la pegaso bajó levemente la mirada.

—Después de lo que ha pasado ahí abajo, no creo que me disguste fácilmente —dijo Gentle—, así que pregunta.

—De acuerdo —Shiny volvió a mirar a Gentle—. Antes de ocurrir todo… mientras Muffled estaba mirando la gruta… te vi temblar de miedo…

—Y quieres saber por qué, ¿no? —preguntó la unicornio.

—Si no te molesta, claro —la joyera sonrió tontamente.

—Verás… es parte de la historia, una parte que aún no he contado… —indicó Gentle—. Y lo voy a hacer ahora.

Shiny se acomodó en el asiento.

—Continúa —dijo.

—Bueno, después de limarme el cuerno, estaba decidida a exiliarme —explicó la unicornio de dos colores—, e iba a hacerlo esa misma noche. Así que empecé a recoger mis enseres, una foto de mis padres y lo metí todo en unos zurrones dobles que puse sobre mi grupa. Y salí a la calle.

—Aham —Shiny estaba muy atenta.

—Ahí, en mitad de la calle, había una pequeña potrilla, tan joven que no tenía aún su Cutie Mark —Gentle miraba fijamente a Shiny—, aunque estaba sola y perdida. Se acercó a mí, lloriqueando. ¿Qué iba a hacer yo? ¿Iba a irme, abandonándola a su suerte? Decidí subirla a mi lomo y, haciendo giros y trotes, logré hacerla reír.

—Qué tierno… —los ojos de la pegaso volvieron a humedecerse.

—Fuimos juntas de casa en casa hasta que encontramos a su familia —la unicornio siguió explicando—. Al principio, en cada casa se sorprendieron por mi aspecto pero, en cuando vieron que mi intención era ayudar a una potrilla, se unieron en la búsqueda. Al final, más de medio pueblo investigaba el paradero de los padres, hasta que su familia apareció.

—Ohhh… —Shiny se emocionó.

—Y, viendo que para los habitantes de este pueblo lo importante no es el aspecto, sino los actos, decidí quedarme —entonces Gentle calló. Había terminado la historia.

—¿Y qué tiene que ver eso con que tiritases de miedo en la mina? —preguntó Shiny.

—Pues porque tú me recordabas a la potrilla —aclaró Gentle—. Necesitas encontrar a tu familia, aunque en realidad la tienes muy cerca —la unicornio movió su pata, haciendo una panorámica, a través de la ventana, de todo el pueblo—. Pero yo temblaba porque no podía ayudarte, ya que es algo que tenías que ver por ti misma. Y lo has hecho muy bien.

Shiny asintió.

Y siguieron comiendo.

Por cierto… —la unicornio dijo de repente mientras sacaba algo del zurrón. Era la libreta— ¿Te parece bien hacerme el examen ahora?

—Estás aprobada, con honores —Shiny sonrió.

—¿No vas a hacérmelo? —preguntó Gentle.

—No. Y no quiero que cambies. Eres perfecta tal como eres —dijo la pegaso.

—No lo soy —espetó la unicornio de dos colores.

Shiny puso, cariñosamente, su casco sobre el de Gentle. Y ésta le correspondió poniendo su otro casco sobre el de Shiny.

—Eres necesaria en el grupo, lo sabes —dijo cariñosamente la joyera—, y nos complementas a todas.

—¿Y cómo os complemento? —preguntó Gentle—. Soy tan diferente a todas vosotras…

—Eres la voz de la conciencia y el faro de la razón en el que nos queremos reflejar —expresó Shiny.

—¿Así me veis? —inquirió la unicornio.

—Por supuesto, así te vemos. Todas —Knowledge estaba en la puerta del restaurante, junto a Flashing, Feather y Shadow.

Rápidamente Shiny y Gentle separaron sus cascos, ruborizadas.

—Al fin nos han dejado pasar —se quejó Flashing—. Decían no sé qué de dejaros tranquilas… y nosotras queríamos estar con vosotras dos.

—Flashing, Muffled sabe bien lo que hay que hacer en estos casos. Y hay que respetar sus decisiones —Shadow miró a la potrilla con un gesto serio, aunque sonrió al final.

—Me alegra veros sanas y salvas —Feather sonreía.

—Vosotras sois amigas de ellas, ¿no? —preguntó el cocinero. Asintieron todas—. De acuerdo, pues sentaros y pedid lo que queráis. Invita la casa.

Y todas cenaron. Y se divirtieron. Primero en la cena, y después en el baile de celebración que hubo más tarde.

* * *


Era ya el día siguiente y, tal y como había prometido Shiny, Gentle y ella estaban restaurando grandes gemas…

—Y extiendes el ungüento de esta manera, ¿ves? —Shiny estaba terminando el último paso de la restauración.

—No parece tan difícil. Está bien, pásame el frasco —Gentle estaba a su vez delante de otra gran gema.

Cuando recibió el linimento, la unicornio extendió un poco sobre su gran gema y lo extendió exactamente igual que había hecho momentos antes Shiny sobre la suya. El resultado fue el esperado. La pegaso sonrió: habían restaurado dos grandes gemas, y sin apenas esfuerzo. A ese ritmo harían efectivo el pedido de Manehattan en menos de la mitad del tiempo requerido, lo cual era muy bueno, pues seguramente recibirían cada vez más y más pedidos.

—¿Quieres probar otra vez? —preguntó Shiny.

—¿Te refieres a intentarlo de nuevo? —inquirió a su vez Gentle.

—Sí —respondió la joyera, con una gran sonrisa—. Me divierte hacerlo, y más estando en buena compañía…

La unicornio de dos colores accedió con un movimiento de cabeza, y empezaron a restaurar dos grandes gemas más.

* * *


Caía ya la tarde cuando decidieron, entre las dos, hacer una carta a la abuela de Shiny:

“Querida abuelita:

A veces tiene que ocurrir algo extraordinario para que dos amigas encuentren la verdadera amistad que hay entre ellas. Gracias a los elementos externos, nos hemos dado cuenta que hay elementos internos entre dos ponis que se compenetran a la perfección. Y en eso consiste la amistad, en compenetrarse y en apoyarse mutuamente, sacando lo mejor del conjunto… y mejorando las debilidades hasta llegarlas a convertir en virtudes.

Con cariño, tu nieta Shiny Eyes.”

FIN DEL CHAPTER 1x04


Espero que os haya gustado.
Última edición por Sr_Atomo el 29 Sep 2013, 21:46, editado 1 vez en total.
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Sr_Atomo
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