MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x18 - Parte 1/?

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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x09

Mensaje por Sr_Atomo » 31 Oct 2013, 09:15

Bueno, bueno, bueno... Tal como dije ayer, hoy pongo la segunda parte...

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Mucho de:

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Algo menos de:

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Y una pizquita de:

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Y, sin más preámbulos, aquí tenéis la continuación del capítulo 1x09:
Spoiler:
[center]MY LITTLE PONY[/center]
[center]PARALLEL STORIES[/center]
[center]Chapter 1x09[/center]
[center]Ponyville[/center]

[center]2ª Parte[/center]

Derpy dejó al vuelo el paquete que portaba sobre el mostrador de la Oficina de Correos. Al salir, se cruzó con Wise, que acababa de llegar. A pesar de la prisa que tenía, la grisácea pegaso se paró un momento para hablar con el poni que había sido tan amable con ella.

—Muchas gracias por todo —dijo—. Chin ti el paquete que llevaba antes che habría caído y lo habría tenido que devolver. Y che habrían enfadado conmigo, porque era un paquete importante.

—No te preocupes —respondió el semental—, siempre es un placer ayudar a la prima de Flashing.

—¿¡Conoces a mi prima!? —Derpy se sorprendió. Si ese poni sabía de Flashing, quizás no fuese un extraño tan… extraño—. ¡Dale recuerdos de mi parte y dile que me vichite cuando venga a Ponyville!... ¡Y gracias por todo!… —entonces paró de hablar y se quedó estática en el aire, moviendo ligeramente las alas, mientras pensaba qué decir a continuación—. ¡Me voy! ¡Adiós! —fue lo único que logró comentar. Entonces se dio media vuelta y salió volando a gran velocidad, perdiéndose al girar a la derecha al fondo de la calle.

Wise sonrió: Derpy, la prima de Flashing, nunca cambiaría... y nunca debería hacerlo. Pero era hora de retomar sus asuntos. “Número Dos” estaría cerca, y ahora él volvía a ser el objetivo de su estúpido juego. Pero primero entró a la Oficina de Correos a entregar los paquetes que portaba.

Al salir, se puso totalmente en alerta. Detrás de una esquina, bajo una gran maceta o por encima de cualquier tejado podía estar acechando “Número Dos”. Debía decidir una táctica para atraerle al descubierto, a un terreno neutral. Entonces lo podría atrapar. Pero primero tenía que impedir que huyese volando, pues esa era la gran ventaja que tenía el pegaso sobre él.

Observó a su alrededor, en busca de elementos que pudiesen equilibrar las fuerzas. Al lado de una casa, encontró un barril lleno de algo que parecía engrudo… si pudiese echárselo por encima a “Número Dos”, las plumas de sus alas quedarían empapadas y momentáneamente pegadas entre sí. Perfecto. Un poco más allá, sobre la puerta de una tienda, había un pequeño toldo. Si llevaba la lucha allí, bajo esa lona, el pegaso tendría una vía menos de escape. Perfecto. Y, frente a la tienda, estaba una casa que parecía abandonada, medio derrumbada. Si entraban los dos en esa casa, Wise haría valer su mayor fuerza física para derrotar definitivamente a su rival. Perfecto.

El problema era hacer que ese ladrón fuese cayendo en esa sucesión de trampas. A pesar de que este era menos inteligente que él, sería muy difícil atraparlo. Aún así, decidió intentarlo, pues no tenía nada que perder. Para atraerlo, decidió usar una táctica que de seguro funcionaría… pues siempre funcionaba con “Número Dos”: atacaría su orgullo de pegaso.

El semental se puso en mitad de la calle y, cogiendo aire, empezó a gritar:

—¡¡No puedo creerlo!! ¡¡Al fin he conocido a una pegaso inteligente…, no como otros!! —expresó, mientras giraba poco a poco sobre sí mismo para no ser atacado por la espalda.

Los ponis empezaron a mirarle, extrañados.

—¡¡Sí, porque hay pegasos inteligentes, pegasos un poco tontos, pegasos estúpidos y luego… hay otros!! —Wise esperaba que “Número Dos” se presentase pronto, no le gustaba hacer ese jueguecito con tanta gente.

Una cabeza se elevó sobre una nube cercana. Una pegaso celeste con la crin de los colores del arcoiris se desperezó y miró hacia abajo. Alguien le había despertado bruscamente de su siesta y además, a gritos, menospreciaba a los pegasos. Estiró sus alas y se dispuso a bajar para darle su merecido a ese semental maleducado y mentiroso.

—¡¡Y hay pegasos agradables de ver, pegasos un poco feuchos y luego… pegasos tan horribles que tienen que estar ocultos bajo una túnica!! —Wise empezaba a ponerse nervioso, pues la cantidad de ponis que se estaban reuniendo a su alrededor, claramente en desacuerdo con sus palabras, era cada vez mayor. Y al problema de la hostilidad de los que le rodeaban se sumaba la dificultad de que cada vez resultaba más difícil adivinar los posibles puntos donde podría aparecer “Número Dos”.

—¡Eh, tú! —sobre la nube, la celeste pegaso miraba furiosa, con sus ojos color fucsia, a Wise—. ¿Cómo te atreves a insultar a los pegasos? —exclamó y bajó en picado hacia donde estaba el poni de tierra, dispuesto a encararse personalmente con él.

Wise elevó la vista y no le gustó nada lo que vio. Ahora también estaba rodeado por arriba, pues reconocía a esa yegua: la famosa Rainbow Dash, una de las pegasos más rápidas de toda Equestria.

Cuando la celeste poni aterrizó, se puso delante de él, con sus patas anteriores levantadas, en actitud de pelea.

—Aquí no nos gustan los ataques gratuitos… —espetó la colorida pegaso—, a no ser que los haga yo—dejó escapar una traviesa sonrisa—. Exijo una disculpa de inmediato.

Pero “Número Dos” seguía sin aparecer. Wise comprendió que tendría que echar todo el resto en la siguiente acción, algo que nunca desearía hacer, pues no solo implicaría no disculparse, sino terminar de traicionarse a sí mismo, diciendo algo que le repudiaba pensar, incluso aún más que insultar a los pegasos… pero sabía que solo algo realmente excesivo haría salir al ladrón de su escondite.

—¡¡Ah!! ¡¡Veo que algunos pegasos se escudan detrás de las colas de las inútiles yeguas-pegaso!! —Wise gritó lo más fuerte que pudo, a la vez que, silenciosamente, se maldecía a sí mismo. Si esa frase hubiese sido dicho por algún otro semental, Wise habría sido el primero en reprender y despreciar al retrógrado… Por eso sabía que “Número Dos” tampoco se podría resistir a saltar también… Al fin y al cabo, ese pegaso y él eran como dos gotas de agua.

Absolutamente todos los ponis que le rodeaban empezaron a abuchearle y a tirarle cosas. ¿De dónde había salido ese poni de las cavernas?

—¡Eso sí que no te lo consiento! —Rainbow Dash estaba realmente irritada—. ¡No solo eres un asqueroso racista, sino que además eres un vomitivo machista! ¡No voy a dejarte ni un diente sano en esa gran bocaza que tienes!

La celeste pegaso se acercó poco a poco a Wise, dispuesta a cumplir su amenaza, a la vez que el círculo de amenazantes mirones se iba estrechando en torno a ellos dos. Wise estaba en un gran lío, y “Número Dos” no aparecía por ningún lado. El semental empezó a buscar desesperadamente un hueco entre los que le rodeaba para poder escapar… pues Rainbow Dash estaba cada vez más cerca, levantando su casco para asestar el primer golpe.

Pero detrás de ella apareció, ataviada con una enteriza túnica gris piedra, una figura. Este saltó por encima de la pegaso y cargó directamente hacia Wise, que se apartó de sus cascos en el último momento. Cuando este giró para encararse al agresor, el pegaso levantó sus cascos del suelo, que estaba agrietado. El poni de tierra puso un gesto mohíno: “Número Dos” no se andaba con chiquitas… había empleado toda su fuerza al descargar el golpe. Si él no se hubiese apartado a tiempo, esa gran potencia habría impactado directamente en su cara.

Pero ahora le tocaba a él responder. Se giró en redondo y empezó a correr, apartando de un empujón a Rainbow Dash, que estaba aún más enfadada que antes. De un salto evitó la fila de curiosos ponis que rodeaban la escena y galopó directamente hacia el barril lleno de engrudo, mientras escuchaba el aleteo de “Número Dos” directamente detrás de él. Solo esperaba ser lo suficientemente rápido como para llegar primero.

Cuando alcanzó su objetivo, cogió el barril con ambos cascos y, girándose, vertió su contenido con fuerza. Aquello cogió por sorpresa a su perseguidor, que reculó, aunque no pudo evitar que el engrudo le empapara completamente. Sus alas quedaron inutilizadas debido a la pegajosidad del líquido, por lo que el pegaso cayó pesadamente al suelo.

Wise aprovechó su giro para, soltando el barril, darle la espalda a “Número Dos”. Entonces paró en seco y, apuntalando sus patas delanteras, levantó las traseras para propinar una doble coz. Este golpeó de lleno en su perseguidor, elevándole del suelo en dirección a la tienda que tenía el toldo bajado.

“Número Dos” intentó reponerse, pero cuando alzó la vista lo único que vio fue el casco de Wise dirigiéndose directamente a su cabeza. El pegaso levantó su pata, evitando así, en el último momento, el golpe, al interponer entre los dos su extremidad. Wise retiró inmediatamente el casco, que palpitaba de dolor, y miró directamente la pata aún levantada del pegaso. Entonces entrecerró instintivamente sus ojos: debajo de la túnica, el pegaso estaba ataviado con una armadura completa.

Wise saltó hacia atrás, dolorido y extrañado… ¿Por qué “Número Dos” tenía puesta esa armadura de guerra en tiempos de paz? ¿Acaso la época de paz en Equestria había terminado?

[center]* * *[/center]

Tanto Shiny como Knowledge se dirigieron hacia Sugarcube Corner. No tenían tiempo que perder, pues aún tenían bastantes cosas que hacer y solo disponían de medio día, por lo que fueron al trote. Un poco antes de llegar a su destino divisaron un grupo de ponis que estaban jaleando o abucheando a algo dentro del círculo que conformaban.

Shiny se paró, mirando hacia la muchedumbre. Sentía curiosidad por el asunto. No era normal en Northwest Mines Town las reuniones de ese tipo, y supuso que en Ponyville tampoco lo eran. Pero también tenía que ir a Sugarcube Corner. Entonces empezó a trotetear en el sitio, sin saber qué hacer.

—¡Vamos, Shiny! —Knowledge se había parado un poco más adelante e inquiría a la pegaso seguir—. Quiero hacer lo más posible hoy, antes de volver.

Esas palabras espolearon a la dorada poni, que retomó el paso, siguiendo a la historiadora. Pronto llegaron a Sugarcube Corner, accediendo sin demora a su interior. Allí, detrás del mostrador, una yegua de tierra de mediana edad, de pelaje turquesa y crin y cola con dos tonos de rosa, les sonrió a su llegada.

—Bienvenidas a la pastelería de Ponyville —dijo la dependiente.

—Buenas tardes, Mrs Cake —Knowledge sonrió—. Venimos a…

—Lo sé, lo sé… Estaba al tanto de vuestra llegada —sin perder la sonrisa, Mrs Cake empezó a rebuscar entre unas hojas. Cogió uno de los papeles y lo leyó—. Aquí está… Sois las tres yeguas de Northwest Mines Town del pedido especial… aunque veo, Knowledge, que únicamente sois dos.

—Verás… —la historiadora bajó la mirada—, Flashing también venía con nosotras, pero…

—No me digas más —Mrs Cake se rió con un agradable sonido—, Pinkie Pie tiene que ver con el asunto, ¿verdad?

—Exactamente —la mirada de Knowledge volvió a fijarse en la pastelera, aunque esta vez tenía un brillo—. Y habíamos quedado para comer y no se ha presentado.

—Pues si está con Pinkie Pie, suerte tendréis si aparece a la hora de que volváis a Nortwest Mines Town —Mrs Cake empezó a leer el pedido—. Veamos… Muffins, pasteles sorpresa y delicias de Ponyville… Y lo de la tarta de inauguración. Correcto.

La pastelera se giró y empezó a realizar los encargos. En un momento tuvo todo preparado sobre el mostrador. Knowledge pagó y empezó a cargar en los zurrones. Shiny se acercó a ella y también colaboró. Mrs Cake se fijó entonces en la pegaso.

—Es curioso —dijo—, nunca te había visto por aquí. ¿Eres una nueva habitante del pueblo de Knowledge?

—Podría decirse así… —la pegaso se ruborizó, sin saber muy bien por qué.

—Me alegro mucho —la pastelera guiñó un ojo—. Northwest Mines Town está creciendo mucho últimamente, y eso es bueno para todos, incluyendo a los habitantes de pueblos cercanos.

—De hecho —interrumpió Knowledge—, tienes aquí a la pegaso —señaló a Shiny— que ha hecho posible el resurgimiento de Nortwest Mines Town.

—Oh, por favor… —la dorada pegaso se ruborizó aún más—. Ya sabes que por mis amigas haría cualquier cosa —dijo sonriendo, mientras miraba a la historiadora.

—Y además es humilde —Mrs Cake rió de forma cálida—. Entonces muchas gracias por todo. Aparte de vosotras, tengo algunos amigos en ese pueblo, que ahora son más felices… Además, se ha reactivado el movimiento de caminos, y eso implica que todos aquí, en Ponyville, estamos vendiendo más que nunca.

—No sabía que lo que hice hubiese tenido tanta repercusión —Shiny se sentía abrumada. Pensaba que únicamente había ayudado a un pequeño pueblo minero, pero acababa de descubrir que sus acciones habían alterado positivamente a cientos o quizás a miles de ponis. Era una heroína sin saberlo, pero no dejaría que ese hecho se le subiese a la cabeza, pues ella, a cambio de restaurar gemas, había recibido algo mucho más importante y generoso a cambio: un lugar al que llamar Hogar.

—De hecho —continuó la pastelera—, os lo voy a agradecer en un momento… —entonces hizo unos cálculos mentales y sacó dinero, ofreciéndoselo a Knowledge—. Vuestras compras serán a precio de coste.

—No, no podemos aceptarlo —la historiadora negó con la cabeza—. Ya nos vendes las cosas a precio especial.

—¿No te gusta mi dinero? —Mrs Cake frunció los ojos, aunque seguía riendo. Para ella esto era como un juego—. Anda, aceptadlo, me haríais más feliz… ¿O preferís mejor un dulce de regalo para cada una?

—Bueno, si te empeñas tanto… —Knowledge sabía que Mrs Cake podía ser muy cabezota si quería—, quizás mejor los dulces. Ya sabes cuánto me gustan esos deliciosos pastelitos.

Con una carcajada maternal Mrs Cake cogió tres unidades de sus mejores dulces y los metió en una pequeña cajita de cartón, ofreciéndoselo a continuación a Knowledge.

—Dos para vosotras y la que falta para Flashing —alegó la pastelera—. Aunque no esté aquí también se merece un regalo, ¿no crees?

—Por supuesto —Knowledge guiñó el ojo a modo de complicidad—. Vaya si se lo merece…

Shiny no sabía exactamente a qué se referían, pero no dijo nada. Salieron de la pastelería despidiéndose amablemente de la pastelera. La dorada pegaso estaba contenta: esa tal Mrs Cake era una poni muy amable y, además, le había contagiado a Shiny su alegría.

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Wise estaba metido en un lío cada vez mayor. Por un lado estaba enfrentándose a un formidable enemigo, que, además de haberle estropeado el día, estaba ataviado, bajo una túnica, con una armadura de guerra. Y, por otro lado, sentía por detrás suyo cómo una turba de enfadados ponis se acercaba a él con actitud poco conciliadora. Y encima, por delante de todos ellos, volando, estaba Rainbow Dash, dispuesta a hacerle tragar a Wise sus palabras despectivas, a golpes si era necesario.

Pero no era momento de amilanarse. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre “Número Dos” para intentar reducirle. Después de un breve forcejeo, Wise logró situar su costado junto al del pegaso, obligándole a ponerse en paralelo. Con sus patas delanteras agarró fuertemente el cuello de su rival, uniendo los cascos entre sí hasta formar una perfecta sujeción, y empezó a correr hacia la casa abandonada, llevándose consigo al molesto pegaso.

De un salto entraron los dos a la casa a través de una ventana, aunque el pegaso intentó impedirlo poniendo sus cascos sobre ambas jambas. Debido al impulso con el que iban, éstas y parte de la pared cedieron, provocando un pequeño boquete. “Número Dos” forcejeaba para intentar soltarse, pero Wise seguía asegurando sus cascos entre sí con gran fuerza. Entonces corrieron juntos hacia una habitación interior, alejada de ventanas y de miradas curiosas.

—Bien —empezó a decir el pegaso—, ya me has atrapado… pero has tardado demasiado en hacerlo… Te estás descuidando, “Número Uno”.

Wise soltó inmediatamente el cuello de “Número Dos” y cerró cuidadosamente la puerta.

—¿Qué haces aquí? —preguntó a continuación, mirando inquisitivamente a su rival.

—¿Acaso tengo que recordarte que Ponyville pertenece a mi “jurisdicción”? —el pegaso se frotó cuidadosamente la parte del cuello que había recibido la presión del agarre.

—Pero deberías estar en Palacio, ya lo sabes —Wise se acarició la barbilla, intrigado—. A no ser que haya un gran peligro en Ponyville…

—Sí, lo hay… —“Número Dos” se puso serio por un instante—. Eres tú.

—Déjate de estupideces —el poni de tierra se estaba enfadando—. Sabes bien a lo que me refiero. Y encima portas la armadura de guerra.

—Ah, eso… —el pegaso soltó una pequeña risa—. Digamos que no podía resistirme a gastarte una pequeña broma, pero, aunque yo soy el ágil, tú eres el fuerte. Mi organismo desafortunadamente no resistiría una pelea cuerpo a cuerpo contigo.

Wise miró al encapuchado con los ojos entrecerrados. Ese estúpido se había puesto una armadura única, simplemente para gastar una broma.

—Esa armadura es parte de unos regalos que los pueblos de Bullspain y de Marelantis ofrecieron a la Gran Yegua —dijo entre dientes—, antes de que desapareciesen… Pocas veces unieron sus grandes saberes: la increíble ciencia de unos, imbuidos con la espectacular magia de los otros. Una sola pieza de esa armadura vale más que nuestras vidas… Solo espero que nadie se haya enterado de que lo has cogido sin consentimiento expreso… tu cabeza podría correr peligro.

—Oh, vamos —“Número Dos” seguía riendo—. Haces una montaña de un grano de arena. Está bien, te contaré la verdad… —entonces la expresión del pegaso cambió completamente. Ahora estaba totalmente seria.

Los dos se sentaron y se hizo el silencio. Fuera de la casa se oía el tumulto excitado por la pelea que creían tenía lugar en el interior. Y la que más jaleaba al vengador encapuchado que presumiblemente peleaba contra Wise era Rainbow Dash. Por fortuna, no parecía haber accedido nadie más al interior de la casa.

—El hecho de portar la armadura —continuó diciendo “Número Dos”— es una orden directa de la Gran Yegua. Y no soy el único que lo porta: “Número Tres” también ha acatado la orden. Tú eres el único que aún va sin ella.

—No he recibido noticia alguna sobre ese asunto —Wise se extrañó.

—Lo sé, por eso estoy aquí —el pegaso miró desde la oscuridad de la capucha hacia los ojos de Wise—. Malos tiempos acechan Equestria. Ha habido dos robos importantes que nos han puesto en alerta.

—¿Qué robos? —Wise estaba frustrado. No había tenido noticia alguna, y eso era algo que le ponía furioso.

—En el Museo de Detrot han robado la “Garra del Dragón Eterno”… —siguió explicando “Número Dos”—, y de la Biblioteca de Canterlot se han llevado la “Enciclopedia de los Saberes”.

—Espera, espera… —cortó Wise, que no podía creer lo que estaba escuchando—. ¿Me estás diciendo que han robado un objeto inigualable delante del hocico de “Número Tres”, y que han llegado tan lejos en Canterlot como para tener acceso a la sección prohibida de la Biblioteca?

El pegaso asintió lentamente.Wise se llevó los cascos a la frente, intentando asimilar lo que acababa de oír: “Número Tres” era, con diferencia, el mejor espía del grupo, de hecho, era prácticamente imposible burlar su exhaustiva vigilancia… pero el ladrón lo había logrado. Y no solo eso, sino que Canterlot era un fortín, con una Biblioteca fuertemente custodiada… y su Sección Prohibida era directamente inexpugnable… pero el ladrón había penetrado.

—Así que —continuó diciendo “Número Dos”—, teniendo en cuenta el episodio ocurrido hace pocas semanas en tu puesto de vigilancia, con uno de los hechizos prohibidos, nos hace pensar que todo esto nos lleva a un único camino.

—¿Te refieres a… ? —Wise no sabía en qué pensar— No, no puede ser… Es completamente imposible. La he vigilado día y noche, y te aseguro que Royal Purity no tiene absolutamente nada que ver.

—Me alegra saberlo, “Número Uno” —el pegaso se calmó un poco—. Pero no me negarás que es demasiada casualidad que, cuando ella estudiaba en la Escuela de Magia, visitase constantemente la Sección Prohibida para consultar ese libro… y que en su habitación de Palacio tuviese esa garra de dragón como pisapapeles. Y que ese conjuro prohibido de desaparición de Cutie Marks fuese una de sus obras maestras…

—Afortunadamente ese último asunto se solucionó —Wise intentó explicar— con la detención de la verdadera culpable de lanzar el hechizo. Y te puedo asegurar que Royal estaba tan asombrada como yo de volver a ver ese conjuro en acción.

—De todas formas, es bastante probable que el próximo robo se intente ejecutar en tu “jurisdicción” —“Número 2” se levantó—. Y, si no es ella la culpable, será alguno de sus seguidores… Últimamente han ido creciendo de número, curiosamente desde que la Princesa Luna volvió de su exilio.

—¿Estás insinuando que la Pequeña Yegua tiene algo que ver en eso? —Wise se enfureció.

—En absoluto —el pegaso frunció el ceño—. Solo señalo que es una curiosidad. Es posible que su vuelta haya puesto nerviosos a esos acólitos y, por tanto, hayan tenido que acelerar sus planes.

Volvieron a callar durante un instante. Wise aprovechó para asimilar la información que había recibido. Se oía afuera cómo los ponis estaban impacientándose, y Rainbow Dash tomó la voz cantante.

—Ya me he cansado —exclamó la yegua de crin multicolor—. Voy a entrar para ayudar al pegaso a ponerle los puntos sobre las íes a ese bobo semental.

Wise volvió a preocuparse. Esa pegaso cabezota iba a estropear la reunión. Tenía que actuar rápido.

—Golpéame con todas tus fuerzas, “Número Dos” —exclamó, ofreciendo su mejilla.

El encapuchado comprendió al instante la situación: tenían que engañar a todos los ponis que esperaban fuera, incluyendo a esa pegaso celeste que intentaba abrir una ventana, a juzgar por los sonidos que se oía desde la habitación. “Número Dos” retrocedió unos pasos para coger impulso y se preparó para asestar el golpe, levantando la pata delantera derecha de manera amenazante.

—¡Espera, espera! —Wise puso sus cascos delante de él—. Primero quítate la armadura de esa pata… quiero salir de aquí con la cabeza pegada al cuerpo.

—Siempre puedo pegártela con el engrudo que aún chorrea sobre mis alas —el pegaso sonrió maliciosamente—. No olvidaré esa acción tan… sucia.

—Casi tan sucia como usar a Derpy Hooves para impulsarte —el poni de tierra miró de forma incriminatoria.

—Ah, ella… —“Número Dos” deslizó la pata sobre el suelo—. Espero que esté bien… Procuré usar la menor cantidad de fuerza en ese “choque”. Ya sabes que no me gusta involucrar a los inocentes en estas cosas —exclamó, quitándose la pieza de la armadura que cubría su casco.

Wise sonrió. “Número Dos” podría ser el más bobalicón y el más díscolo de los tres espías, pero también era el que más se preocupaba por el bienestar de los demás, y por eso la Gran Yegua había decidido mantenerlo en Canterlot.

—No te preocupes —aclaró Wise—. Está perfectamente.

El pegaso sonrió, aliviado, y bajó la mirada. En cuanto lo volvió a subir, empezó a trotar rápidamente hacia Wise y le golpeó, con todas sus fuerzas, en su mejilla izquierda. El poni de tierra trastabilló hacia atrás y golpeó la puerta con su cuerpo, con tal fuerza que la arrancó de cuajo.

—Por cierto —añadió “Número Dos”—. Creo que esto es tuyo… —y, rebuscando debajo de la túnica, sacó la figurita de cristal, dándoselo a Wise.

Salieron de la habitación y se dirigieron a la puerta de la casa. A través de la ventana que estaba al lado de la puerta se veía cómo Rainbow Dash intentaba, por todos los medios, abrirla a base de coces, mientras los demás ponis jaleaban su nombre. De hecho, la madera estaba empezando a ceder por los goznes.

—Apártate de la puerta, Rainbow Dash —avisó “Número Dos”—. Vamos a salir.

Los golpes cesaron inmediatamente. Wise se preguntó por qué esa pegaso no había entrado por la misma ventana que ellos, así que volteó la cabeza hacia la dirección donde debía estar dicha ventana pero, en su lugar, la pared se había derrumbado, tapando toda posibilidad de acceso.

Abrieron con cuidado la puerta y salieron. Los ponis reunidos empezaron a vitorear a “Número Dos”, que salió primero… y a silbar de manera desaprobatoria a Wise, que salió después con la cabeza gacha. Continuamente miraban a uno y a otro, y cambiaban vítores y silbidos según a quién observaban.

—Creo que aquí nuestro “amigo” tiene algo que decirnos a todos —“Número Dos” hizo un gesto y todos callaron, aunque solo durante un instante. Rainbow Dash seguía volando de manera nerviosa, lanzando golpes al aire con sus cascos, mientras observaba desafiante a Wise.

Este levantó la cabeza y todos enmudecieron. El golpe que tenía en su mejilla era aterrador, mostrando en su cara una gran parte ennegrecida por la acumulación de sangre. Entonces comenzaron a oírse murmullos de desaprobación ante ese acto monstruoso.

—Qui… quisiera pedir perdón a todos —empezó a decir Wise—. Especialmente a los pegasos y a las yeguas… No sé qué ha podido ocurrir para que de mi boca saliesen tales despropósitos. Estoy muy apenado, de verdad… —en ese momento las comisuras de sus labios se torcieron, mostrando una leve sonrisa—. Pero este pegaso me ha robado una figurilla y no veía otra forma de atraparle.

Los espectadores empezaron a cambiar su actitud. Cada vez los murmullos de desaprobación hacia “Número Dos” eran más y más altos.

—Sí, yeguas y sementales —continuó diciendo el poni de tierra—: esta mañana he comprado una figurilla para un regalo y… “él” me lo ha robado —sacó la pequeña escultura del zurrón, mostrándosela a todos—. La dependiente del establecimiento puede corroborarlo. Además, en la persecución, este sujeto ha golpeado a traición a Derpy, solo para impedir que le atrapase. Afortunadamente ella está bien, gracias a mí. Ella puede corroborarlo. Y lo peor de todo… me obligó a usar ese lenguaje soez y despectivo para hacerle salir de su escondite… Todos podéis corroborarlo.

Wise sentía en su nuca la mirada de ira que le estaba echando “Número Dos”, pero no le importó en absoluto, pues todos los presentes habían cambiado completamente su actitud: ahora abucheaban abiertamente al encapuchado y se acercaban a él de manera poco amistosa. Rainbow Dash iba en cabeza mientras, volando, seguía dando golpes al aire.

—Aquí en Ponyville no nos gustan los ladrones… —comentó la pegaso de crin multicolor—. No queremos verte más por aquí.

“Número Dos” intentó estirar las alas, pero el engrudo aún pegaba las plumas entre sí. Entonces reculó un poco y, girando rápidamente, echó a galopar calle abajo, perseguido por la multitud que le abucheaba sin parar, con Rainbow Dash al frente.

Una vez solo, Wise sonrió: había logrado voltear la tortilla, haciendo que todos viesen en él a una víctima inocente y, a “Número Dos”, como el culpable de todo. Además, le había devuelto la broma a ese bobalicón. La próxima vez ese estúpido se lo pensaría dos veces antes de molestarle de nuevo de esa forma.

Observó la figurilla, que aún llevaba en su casco. Parecía estar perfectamente. Se la volvió a guardar y, pensando un momento en la lista de tareas que tenían que hacer Knowledge, Flashing y Shiny, decidió ir hacia la casa de Fluttershy, esperando encontrarlas allí.

[center]* * *[/center]

La sonrisa de Shiny cambió rápidamente cuando volvió a ser acechada por esa extraña abeja. Por lo visto ese maldito bicho le había cogido cariño, y ella no quería aguantar más ese incordio. Intentó espantarla de todas las formas que creyó posible, pero no tuvo éxito.

—Cuando se canse de ti, te abandonará y se irá —Knowledge intentó animar a su amiga.

—Eso espero —dijo la dorada pegaso, con aire triste—, solo quiero que no me pique, aunque creo que lo ha intentado varias veces.

—Bueno, más bien me ha parecido ver que intentaba besarte con la boca, en vez de picarte con el aguijón —la historiadora miraba constantemente la extraña abeja.

—Creo que lo mejor será ignorarlo en la medida de lo posible, e ir hacia la casa de esa amiga de los animales —Shiny sonrió de manera forzada—. Porque me temo que ya no tenemos tiempo para entrar al Spa —volvió a ponerse triste—, con lo que me hubiese gustado ir…

—La próxima vez que vengamos a Ponyville, será lo primero que hagamos —Knowledge puso la casco sobre el hombro de la joyero, que volvió a sonreír, esta vez de forma sincera.

Se pusieron en camino, lentamente, hacia la casa de Fluttershy. Cuando llegaron, llamaron a la puerta, pero nadie respondió.

—Parece ser que no está… —se lamentó Shiny.

—Espera —cortó Knowledge—, creo que he oído algo dentro —y volvió a llamar, esta vez más fuerte.

Prestaron atención hasta que escucharon algo… unos tímidos pasos se acercaban poco a poco a la puerta.

—(Pssss, psss) —se oyó, o más bien se intuyó, a través de la puerta.

—Hola, Fluttershy —Knowledge tomó la voz cantante, —. No sé si me recordarás… Soy Knowledge, de Northwest Mines Town.

—(Pssss, pssss, pssss) —volvió a oírse desde dentro de la casa.

—Venimos a pedirte un gran favor —la historiadora respondió. Shiny no podía creerlo: lo que para ella eran susurros irreconocibles, para su amiga era una conversación. ¿Cómo podía entender a esa poni?

En ese momento la puerta de la puerta empezó a abrirse poco a poco. Entonces Shiny emitió un gritito de asombro: esa pegaso que acababa de abrir la puerta… ¡era Fast Feather! ¡Pero no podía ser, ya que la pegaso-cartero estaba en Nortwest Mines Town! ¿Acaso Feather tenía una doble vida? ¿O una doble… a secas?

—(¿Qué gran favor?) —susurró Fluttershy, con un tono aparentemente más alto, aunque en realidad era el mismo que antes, pero sin la puerta de por medio. La pegaso portaba sobre su cabeza un gran nido de color rosa, tapando por completo su crin.

—Creo que mi amiga tiene más detalles sobre este asunto —Knowledge señaló a Shiny, que aún seguía sorprendida—. Bueno, si recupera un poco la compostura.

—Es… Es… —Shiny señalaba, a su vez, a Fluttershy—, ¡es Feather!

—¡¡Jajaja!! —Knowledge se rió—. ¿Verdad que se parecen? Todo el mundo lo ha comentado alguna vez, pero técnicamente es Feather la que se parece a Fluttershy —entonces se dirigió hacia la aludida—, ¿verdad?

—(Sí, somos muy parecidas) —murmuró Fluttershy—. (Aunque realmente yo soy mayor que ella…)

—Efectivamente —continuó diciendo Knowledge—. Y, una vez que te fijas, hay muchas diferencias… ¿Ves ese nido que porta en su cabeza? Pues no es una pajarera, sino su crin con esa forma.

—(Bueno… no me gustaría molestar… pero…) —Fluttershy volvió a musitar… Entonces, súbitamente, su expresión cambió completamente.

Rápidamente se acercó al costado de Shiny, fijándose en esa extraña abeja que aún acosaba a la dorada pegaso. Con sus grandes ojos seguía constantemente el vuelo de ese insecto, a la vez que una sonrisa afloraba en sus labios.

—¡¡No puedo creerlo!! —gritó, totalmente extasiada—. ¡¡Es una Abeja de Flor de Fuego!!

—¿Una qué… de qué? —Shiny estaba perdida, sin saber si lo más extraño del asunto era que Fluttershy había reconocido instantáneamente al insecto o porque había cambiado completamente su modo de ser.

—¡¡Una Abeja de Flor de Fuego!! —Fluttershy sonreía de oreja a oreja.

Entonces agarró a Shiny y, levantándola, la transportó con gran celeridad hacia una pequeña loma que había a un lado de la casa, seguidas por la extraña abeja y, más atrás, por Knowledge. Allí, sobre la loma, había una gran flor, rodeada de otras más pequeñas de otras clases. Dicha flor era dorada, con grandes pétalos de un intenso rojo y unos blancos pistilos que sobresalían hacia el cielo.

—¡Esta es la Flor de Fuego! —exclamó orgullosa Fluttershy, dejando a Shiny en el suelo—. Su néctar es el alimento favorito de la Abeja de Flor de Fuego…

Knowledge dejó escapar una gran risotada, mientras Shiny miraba alternativamente la planta y su cuerpo. Al fin comprendía el constante acoso de ese extraño insecto: los colores de esa planta y los de su cuerpo eran idénticos. Simplemente el insecto se había confundido y llevaba todo el día intentando libar del cuerpo de Shiny.

Ésta sonrió y se puso al lado de la flor. El insecto cambió de objetivo y empezó a volar alrededor de la planta.

—¡Es increíble! —Fluttershy estaba emocionada—. Hacía muchos años que no veía este insecto. Llegué a temer lo peor… Me alegra estar equivocada —se acercó al insecto y le susurró—. Liba, preciosa, liba… Coge lo que necesitas… Y avisa a tus amigas de que aquí tenéis vuestro manjar favorito.

Entonces se dio la vuelta, dejando que la Abeja de Flor de Fuego se alimentase tranquilamente. Con una gran sonrisa, se dirigió a Shiny:

—Bien, ¿Qué favor querías proponerme? —preguntó, con un tono que se podría considerar bastante alto.

—Verás —Shiny no se atrevía a explicarle el asunto, viendo el maravilloso cariño que profesaba hacia los animales, pero se armó de valor, pues quería acabar con este asunto lo antes posible, y lo contó—, tengo un amigo, bueno, más bien un conocido, que quiere un loro para su establecimiento, para que este saludase a los clientes según entrasen por la puerta.

Fluttershy escuchó con atención. Cuando la dorada pegaso terminó, la miró con ojos tiernos. Shiny respondió con una sonrisa forzada.

—La respuesta es NO —dijo Fluttershy, frunciendo el ceño—. Ningún animal es un juguete, y ese conocido tuyo pretende convertir a un ser libre y feliz en una marioneta. No voy a tolerar eso.

—De acuerdo —la sonrisa de Shiny se volvió sincera—. Estoy de acuerdo contigo. Disarming tendrá que buscar otra forma de atraer a los clientes, pero que no cuente conmigo para ello —además, lo último que le apetecía era cargar con un loro durante todo el camino de vuelta; bastante había tenido con la dichosa Abejita de Flor de Fuego.

Shiny y Knowledge agradecieron el gesto a Fluttershy y se dieron la vuelta para marcharse. Entonces la historiadora se paró y se giró hacia la amiga de los animales.

—Por cierto —comentó—, es probable que Disarming no acepte la negativa, así que, si ves un poni de tierra de color amarillo chillón con crines morados, por favor, no le mires a la cara… Porque él no dudará en usar “La expresión” contigo, para que cambies de opinión.

—No os preocupéis —respondió Fluttershy—, entonces le responderé con mi “mirada”.

Knowledge puso los ojos como platos y después los entrecerró, sonriendo maliciosamente… esa pegaso podría enfrentarse de igual a igual con Disarming, y esa batalla ella no quería perdérsela por nada del mundo. Saludó con la cabeza a Fluttershy y, junto a Shiny, marchó hacia el centro de Ponyville.

[center]* * *[/center]

De camino a la casa de Fluttershy, Wise pasó por delante de la tienda de regalos. Decidió entrar, pues necesitaba comprarse unas gafas de sol para disimular el gran moratón que tenía en la cara. No quería que, ni a Shiny ni Knowledge se preocuparan, y, sobre todo, no quería que Flashing viese el golpe, pues con toda seguridad se pondría a llorar.

La dependiente, al verle entrar, se asustó. Wise supo que el moratón debía ser mayor de lo que él creía… así que quizás unas gafas de sol no fuesen suficiente. Se acercó al mostrador y preguntó:

—Buenas tardes, quisiera algo para disimular este “ligero encontronazo”.

La vendedora, preocupada, empezó a mirar por toda la tienda y volvió rápidamente al mostrador, portando unas cuantas cosas.

—Tiene varias opciones —declaró—: una crema de color gris para un disfraz de la fiesta de Nightmare Night, una careta de broma, una máscara de teatro, unas gafas de sol tipo retro y una cazadora blanca con capucha —según iba enumerando los objetos, los iba dejando sobre el mostrador. Después sonrió mirando fijamente a Wise, esperando su respuesta.

—Creo que me quedaré la cazadora —eligió al final el semental—, es la mejor opción, y el dibujo de la espalda me gusta —señaló una ilustración donde se veían a tres pequeñas potrillas en actitud desafiante. Una era una poni de tierra de pelaje amarillo limón y con la crin y la cola rojiza; otra era una unicornio gris claro con la crin y la cola rosa claro y una franja púrpura; y la tercera era una anaranjada pegaso con la crin y la cola magenta. Por encima del dibujo, a gran tamaño, se podían leer las letras “CMC”, con cada letra de los mismos colores que las potrillas. Por debajo de la ilustración había un estampado con un gran “YAY!”. Y, sobre el bolsillo de la parte delantera estaba cosido el nombre del grupo: “CUTIE MARK CRUSADERS”.

—Excelente elección —declaró la dependiente—. Que sepa que comprando esta cazadora, ayuda a estas tres jovencitas a buscar sus Cutie Marks con una pequeña donación. Es una lástima que usted sea el primer comprador… Pero, si me permite decirle, hay unas gafas de sol a juego.

Wise sonrió. La cazadora era de buena calidad, y además ayudaría en una buena causa… Si salía a la calle con ella puesta, quizás animaría a que los demás ponis comprasen más unidades. Pagó la prenda y las gafas de sol y se los puso en el interior de la tienda. Efectivamente, tal como dijo la dependiente, las gafas parecían complementar perfectamente con la cazadora.

Cuando salió de la tienda, todo el mundo se giró hacia él. Esa chaqueta parecía atraer mágicamente las miradas. Entonces todos empezaron a reírse. No podían creer que alguien hubiese podido comprar una de esas cazadoras. Wise elevó la cabeza en un gesto de orgullo. Si esos tontos ponis no sabían ver una gran compra, peor para ellos. Ahora comprendía por qué los vestidos de esa tal Rarity no tenían mucho éxito en esa pequeña ciudad.

Empezó a dirigirse hacia la casa de Fluttershy pero apenas dio unos pocos pasos cuando vio que Knowledge y Shiny se dirigían hacia él, por lo que se puso la capucha. Ellas lo vieron y empezaron a trotar a su encuentro.

—Hola Wise —Shiny estaba contenta de volver a ver una cara conocida—. ¿Qué haces vestido así?

—Oh, ¿esto…? —el semental toqueteó la cazadora—. Esto es la última moda. ¿Os gusta?

—Es… —Shiny miró hacia Knowledge.

—Es… —Knowledge miró hacia Shiny.

—Es… horrible —dijeron las dos a la vez —. Te queda fatal.

Wise bajó la cabeza, con tan mala suerte que se le cayeron las gafas de sol al suelo. Shiny y Knowledge se alarmaron al descubrir el gran moratón sobre la cara del semental.

—Veréis… —explicó el poni—, he tenido un encontronazo con un pegaso… aunque él ha recibido su merecido, podéis estar seguro de ello.

Las dos yeguas se tranquilizaron un poco, pero no quedaron serenas del todo. Decidieron que, en cuanto llegasen a casa, obligarían a Wise a ponerse un poco de hielo en la cara, sabiendo que él seguramente no querría, pues a veces era muy cabezota.

—¡Wise, qué cazadora más… fantástica! —Flashing llegó al punto de reunión por detrás del semental. Este rápidamente cogió las gafas de sol y, alzando las cejas, les hizo saber a las otras dos que no dijesen nada del golpe.

—¡Flashing! —Knowledge se enfadó— ¡Habíamos quedado en el restaurante a la hora de comer… y eso también va por ti, Wise!

—Perdona, Knowledge —la potrilla puso cara tristona—. Pinkie y yo nos divertíamos tanto que no nos dimos cuenta de la hora… Y que sepáis que, al final, me ha regalado un traje de prestidigitadora profesional, porque compró dos, una para anunciar grandes eventos y la otra para mí —dijo—. Pinkie es la mejor.

Wise simplemente señaló su mejilla, oculta ahora por la capucha de la cazadora, para darle a entender a la historiadora por qué había faltado a la comida.

—Está bien —sentenció Knowledge, con tono autoritario—, pero que no vuelva a ocurrir, ¿vale?

Wise resopló aliviado, mientras que Flashing volvió a sonreír. Ésta se acercó al grupo y empezó a mirar detenidamente la cazadora que portaba el semental.

—¿Dónde has comprado esta maravilla? —preguntó, después del escrutamiento—. Yo quiero tener una.

Wise señaló la tienda donde la había adquirido. Cuando bajó la pata, la pequeña unicornio ya había entrando. Poco después salió portando otra de esas cazadoras y unas gafas de sol.

—¿Qué tal estoy? —inquirió la potrilla desde la puerta, al tiempo que se incorporaba sobre sus patas traseras y cruzaba las delanteras delante suya, mientras sonreía.

Flashing se veía realmente moderna y genial con esa cazadora. De hecho, daba la intención de que esa prenda se había ideado para que lo llevase ella. Todo el mundo se dio la vuelta y quedaron embelesados con lo que vieron, entrando en tropel, a continuación, a la tienda, para comprar una de esas maravillosas cazadoras.

—No es justo —se lamentó Wise—. Cuando yo salí con esta cazadora todos se rieron de mí, pero con ella todos quieren una.

—La percha, Wise, la percha —Knowledge se rió—. Tú pareces un madurito moderno, pero ella lo lleva en la sangre. Está increíblemente fantástica —tanto Shiny como el semental asintieron.

Cuando Flashing llegó junto al grupo, todo el mundo se dirigió hacia el siguiente objetivo: la casa-árbol de Twilight Sparkle. Knowledge se adelantó cuando faltaba poco, indicando a los demás que esperasen allí. Llamó a la puerta y habló un momento con Twilight, que estaba feliz. La unicornio le entregó un libro a la historiadora y cerró la puerta.

Knowledge se acercó a los demás con una gran sonrisa. Al llegar, abrió el libro y empezó a buscar una página específica. Cuando llegó a ella, su sonrisa desapareció inmediatamente.

—¡Nunca lo conseguiré! —se lamentó—. ¡Nunca!

Bajó el libro y todos vieron la página: se veían unos maniquíes de frente y otros de perfil. Encima del todo había un enunciado, que rezaba “Intente dibujar lo más rápido posible, pero con exactitud, los Elementos de la Armonía. Tiempo: 3 minutos”... Sin embargo, no había nada dibujado en esa página, a excepción de una frase: “Knowledge, no cuela”, y de un infantil dibujo de una Twilight Sparkle sonriente mientras sacaba la lengua.

Knowledge estaba derrotada. Esa bibliotecaria era demasiado inteligente como para caer en sus juegos. Pero todos le animaron a su manera hasta que, al final, una sonrisa afloró en la boca de la historiadora.

Pero era hora de volver a Northwest Mines Town y dejar esa maravillosa ciudad llamada Ponyville, por lo que empezaron a caminar hasta el cruce de caminos.

—Esperad —dijo Wise—. Para resarcirme de no estar en la comida, permitidme invitaros a unas delicias que solo tienen allí —exclamó, señalando una granja un poco alejada del camino que estaban siguiendo.

Tanto Knowledge como Flashing asintieron gustosamente. Pero Shiny miraba alternativamente a todos, sin comprender nada.

—Shiny —la historiadora señaló también la granja—, esa es la Sweet Apple Acres, donde se hacen las mejores tartas de manzana de toda Equestria. Con suerte tendrán la tienda abierta y podremos disfrutar de un placer sin igual.

Shiny se relamió. Le gustaban las tartas de manzana, y tenía maravillosos recuerdos comiendo ese dulce junto a su abuela, cuando aún no tenía su Cutie Mark. Pero, aunque Magic Sales las vendía, nunca se había atrevido a comprarlas. Sería maravilloso volver a probar ese jugoso postre junto a sus amigas.

En la puerta de la granja una anaranjada poni de tierra, con crin y cola amarillo canario, atados con dos coleteros rojos, saludaba a los clientes. El sombrero que portaba hacía juego con los coleteros y con su Cutie Mark, tres manzanas rojas.

—Hola Applejack —saludó Knowledge cuando llegaron los cuatro a la entrada. La respuesta de la anaranjada yegua fue un ligero toque al sombrero, mientras sonreía.

Cuando estaban entrando, Applejack se fijó en las cazadoras que portaban Wise y Flashing, y su sonrisa se acentuó.

—¡Applebloom! —gritó—. Ven, al fin alguien ha comprado alguna de vuestras cazadoras.

Una pequeña potrilla se acercó. Era la misma potrilla de tierra que había en el dibujo de las cazadoras. Con ojos agradecidos y una gran sonrisa, miró a Wise y a Flashing.

—Muchas gracias, de verdad —dijo. Se acercó a Flashing y continuó—. Además, a ti te queda realmente bien… —declaró cuando Flashing se puso en la misma postura que hizo al salir de la tienda.

—¿Y a mí? —Wise se incorporó e hizo la misma postura que la potrilla unicornio.

—Auuuu… —se quejó Applebloom—. Por favor, no hagas eso, es… extraño.

Wise volvió a ponerse a cuatro patas y soltó un lamento. Todos los que había en la granja rieron, incluso él.



Shiny estaba realmente feliz. Había sido un día maravilloso junto a sus amigas.

Knowledge estaba contenta. A pesar de no haber conseguido su objetivo con el intento de engañar a Twilight, había sido un día productivo.

Flashing estaba radiante. Después de tanto tiempo se había divertido muchísimo correteando y gastando bromas junto a Pinkie Pie… y la cazadora que había comprado le estaba perfecta.

Wise sonreía, pero por dentro estaba preocupado. Las noticias que le había proporcionado “Número Dos” eran sumamente preocupantes… y también estaba el asunto de la figurilla: Muffled Yell tenía un pasado oculto, y él debía averiguar cuál era… Aunque tenía miedo de que ella se enfadase y le echase para siempre de su lado, y eso era algo que él no podría soportar.

[center]FIN DEL CHAPTER 1x09[/center]
Divertíos y pasad un gran Halloween.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x09

Mensaje por Angelus-Y » 10 Nov 2013, 14:29

Bueno, al fin me lo he leido ambos, siento la tardanza, ultimamente no estoy con ganas de nada, jaja.

Respecto a los capitulos:
Spoiler:
Ya de por si me hacia ilusion ver a los protagonistas en Poniville, ademas ha estado bastante bien, muy divertidas las escenas de Knowledge y Shiny, la batalla de Wise tambien ha sido esplendorosa, y la intriga ha echado raices en mi, la garra de dragon, numero dos, Royal purity...esta ultima me llama mucho la atencion. Luego las Mane 6 han estado muy bien plasmadas, ha sido facil de imaginar. Luego ha habido momentos muy graciosos que te echas mas de una risa si te lo imaginas bien, como yo he hecho. Ciertamente la tension del combate ha sido digna, es mejorable como todo y siempre digo, uno puede siempre hacer las cosas mas fluidas e ilustrativas,pero mi gusto por el capitulo ha sido sublime entre otros adjetivos positivos. Me hubiera gustado a Gentle y Shadow por ver como reaccionarian alli, y Fast Feather al ver a Fluttershy, hubiera sido curioso y singular, pero has puesto motivos mas que comprensibles en el fic y que encajan muy bien, no son de esos que dices: "vaya excusa mas mala" como hacen algunos para acelerar.

Ha habido tambien referencias a la serie original, como la abeja de la flor de fuego con cuando ve Fluttershy a Spike, es decir que me ha recordado mucho a esa situacion. y bueno ha habido bastantes sorpresas en el rumbo del capitulo, a ver quien averigua que numero 1 y 2 son amigos o compis con semejante actiud, uno gastando bromas trolleras a mas no poder y el otro pues casi igual, troleando al final como diciendo: "Vaya pensaba que iban a ir bien al final" Luego la figurita de cristal de Muffled me ha llamado la atencion mucho, la curiosidad es elevada, supuestamente se caso previamente y parece ser que en 1 o 2 episodios lo veremos, lo cual sera muy interesante.
Nuevamente hay descripciones de fantasia y toques que me enamoran como que la armadura era un reglao de Marelantis y Bullspain a la gran yegua que...¿Es Celestia? me imagino que si y la pequeña sera Luna. Luego esa "organizacion de mienbros crecientes que tambien esta intrigando bastante, hay muchisima materia a explotar y eso me gusta mucho,si.
Y bueno me encantan como siempre cada uno de los personajes creo que al que mas afecto le he cogido esta vez ha sido a Shiny, y...por lo demas bien escrito, el vocabulario excelente, la fluidez esta bien y el rumbo ha sido estable y adecuado. Espero cortar pronto estas Hype-raices que estoy echando con el proximo capitulo, no tengas prisa, que espero pacientemente por disfrutar como nunca pero impaciente por saber y descubrir mas.

Enhorabuena Atomo, otro capitulo magistral a su fanfiction, seguro que los lectores no quedaran decepcionados.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x09

Mensaje por Sr_Atomo » 20 Nov 2013, 18:28

Bueno, pues pongo este post para comentar cuatro cosas:

1.- Agradecer los comentarios recibidos, tanto por aquí como por el Skype. Da muchos ánimos.

2.- He revisado el capítulo 1x01 Parte 1 y cambiado algunas cosas que me había recomendado la gran Unade.

3.- Me he animado y venido arriba y comento que voy a empezar a publicar el fanfic en fanfiction.net. De todas formas, aquí irá más adelantado el fanfic.

4.- Este fin de semana publicaré el capítulo 1x10 aquí, y el día 8 de Diciembre (mi cumpleaños), pondré el capítulo 1x11, del que me siento especialmente orgulloso.
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x10 - 1º Parte

Mensaje por Sr_Atomo » 29 Nov 2013, 21:37

Pues bien... dobleposteo para decir que he cumplido los puntos 2 y 3 del mensaje anterior (el 1 siempre lo hago) y ahora cumpliré el punto 4.

Os traigo el capítulo 1x10. De momento solo la primera parte (lo he tenido que dividir en dos).

Muchas gracias a todos y espero que os guste el capítulo. Este capítulo es bastante importante dentro del fanfic porque se revelan algunos datos de algunos personajes, alguno de ellos cruciales.

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Mucho de:

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Y un poquito de:

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Y, sin más dilación, aquí tenéis la primera parte del capítulo 1x10:
Spoiler:
[center]MY LITTLE PONY[/center]
[center]PARALLEL STORIES[/center]
[center]Chapter 1x10[/center]
[center]Hermano pródigo[/center]
[center]1ª Parte[/center]

El sol estaba en lo alto del cielo, marcando el mediodía. Era, pues, la hora convenida. Biff se ajustó su sombrero de cowboy sobre su crin marrón y cogió la placa de sheriff que estaba sobre la mesa. Antes de ponérsela en el chaleco, se quedó mirando la estrella plateada, que casualmente también era el dibujo de su Cutie Mark, expuesto sobre su cuero marrón oscuro: esa pequeña figura puntiaguda representaba muchas cosas en su vida, pero ahora mismo simbolizaba la ley, y Biff se ocuparía de que, no solo los habitantes del pueblo, sino que todo forastero que llegase al lugar cumpliese el estricto orden. Pero el malvado Gurgen, un grifo venido del otro lado del Río Grande, quería saltarse la ley en ese pueblo... en su pueblo… y eso era algo que él no iba a permitir.

En breves momentos, en la calle principal, tendría lugar el duelo entre ellos dos por el dominio del lugar. Aunque Gurgen era rápido, pues así lo había demostrado en todos y cada uno de los pueblos que formaban la frontera conocida, Biff sabía que él también lo era. Estaba decidido a acabar con la carrera de fechorías de ese grifo.

Clavó el pasador de la placa en el lado izquierdo de su chaleco, sobre el corazón y cogió el cinturón con la pistolera. De la mesa también cogió el revólver, que verificó y, con un suspiro de rabia, se ajustó el cinto alrededor de su cuerpo. Entonces salió de la oficina. Era hora de enfrentarse a su destino…

Todo eso se veía desde el televisor instalado en el salón de la casa. Flashing metió rápidamente el casco en el gran cuenco lleno de palomitas saladas que portaba y, con la misma velocidad, se lo metió en la boca, todo ello sin apartar la vista de la pantalla. El sonido que hizo al hacerlo, e incluso al masticar, era excesivo. Feather, Knowledge, Shadow, Shiny y algunos ponis más mandaron callar a la unicornio. Incluso el dueño de la casa, un grisáceo poni de tierra, empezó a toser, dando a entender que a él también le molestaba el ruido.

Biff sudaba, al igual que Gurgon. Estaban frente a frente, mirándose mutuamente, bajo un sol abrasador. Los dos sabían que todo se resolvería en unos instantes, pero aquella situación no le venía en absoluto bien al sheriff, pues era por todos conocidos que los grifos soportaban mejor el calor. El sudor empezaba a acercarse peligrosamente a las cejas de Biff. Pronto alguna gota rebasaría esa defensa natural y entraría en contacto con su ojo, haciéndole quedar parcialmente ciego… pero a pesar de todo, el sheriff seguía mirando a su rival con la misma mirada impertérrita.

—¡Pero dispara ya! —Flashing gritó, impaciente.

El resto de ponis la mandaron callar, aún más fuerte que antes. El dueño de la casa miró hacia el grupo con enfado y puso su casco delante de su hocico. La potrilla unicornio agachó la cabeza, avergonzada.

Había llegado el momento. Biff desenfundó primero, pero Gurgon interpuso sus alas justo por delante suyo, a modo de escudo, por lo que el disparo del sheriff impactó en el ala izquierda del grifo, a la altura del corazón. Pero, aunque era el turno de Gurgon, éste había hecho trampas, así que Biff decidió jugar sucio también, pues ese duelo había quedado invalidado, y ahora valía cualquier cosa. Cuando el grifo retiró sus alas para disparar, el sheriff, que había mantenido su revólver a la misma altura, disparó varias veces, acertando esta vez en el hombro de su contrincante.

—¡¡Así se hace, Biff!! —Flashing estaba eufórica.

—¿Te quieres callar? —los ponis empezaron a increpar su actitud.

—¡Por última vez! —el dueño de la casa miró inquisitivamente a la potrilla unicornio—. ¡Dejadme escuchar la película!

—Lo siento, lo siento —Flashing se disculpó.

Lo había conseguido. Biff había derrotado al malvado Gurgon y había acabado con la oleada de robos que ese grifo había cometido en varios pueblos del Salvaje Oeste. Sin embargo, el grifo hizo un ademán para decir unas palabras, por lo que el sheriff se acercó.

Pero nadie atendía ya a la película. Flashing se estaba llevando otro montón de palomitas a la boca, y todo el mundo, incluyendo el dueño de la casa, miraba atentamente hacia ella. La potrilla se dio cuenta de que la observaban y frenó el movimiento del casco con las palomitas hacia su boca, de tal forma que parecía un movimiento a cámara lenta. Cuando la pequeña unicornio introdujo las palomitas, empezó a masticar despacio, pero el sonido resultó ser igual de fuerte que antes.

—Flashing, deja las palomitas —dijo Shiny, quitándole el cuenco con las palomitas y poniéndola al otro lado, lejos del alcance de la potrilla—. Lo sentimos, señor —se disculpó la pegaso con una reverencia, cosa que hicieron el resto de ponis, incluyendo Flashing, aunque ésta lo hizo con un ligero movimiento de cabeza. El dueño de la casa se dio por satisfecho y volteó la cabeza, volviendo a mirar el televisor.

Biff estaba junto a Gurgon, que tenía una de sus garras sobre la herida de su hombro. El grifo, sabiéndose derrotado, estaba cabizbajo: había comprendido que su vida de pillaje y robos había sido una pérdida de tiempo y necesitaba cambiar. Quizás podría convertirse en un ganadero, o podría abrir un saloon… o, tal vez, con suerte, lograría ser un sheriff, como lo era aquel poni que le miraba impasible.

—¡No se oye, suba el volumen! —Flashing tenía puesto un casco sobre la oreja, a modo de pantalla acústica.

—¡¡¡Se acabó!!! —el dueño de la casa se giró, totalmente irritado. Abrió la ventana del salón y, mirando al grupo de mirones que estaba fuera de la casa, gritó—. ¡¡¡Compraos una televisión, gorrones!!! —y, volviendo a cerrar la ventana, bajó la persiana, imposibilitando así toda visión de la película a los reunidos en la calle.

—¡Muchas gracias, Flashing! —Shiny miraba enfadada a la potrilla unicornio, al igual que el resto del grupo.

—¿Qué? —ésta se defendió—. Solo es una tonta película del Oeste que han echado mil veces por televisión.

—Sí, y todas las veces que lo han puesto has hecho exactamente lo mismo —esta vez fue Shadow la se quejó—. Y encima el protagonista es el gran Clean Easthooves, con lo que me gusta… como actúa, me gusta cómo actúa —intentó remediar, con poco éxito, a juzgar por las risitas que empezaron a escucharse.

El grupo comenzó a dispersarse, quejándose aún de las impertinencias de cierta potrilla. Únicamente quedaron allí las cinco amigas, completamente abatidas: solo había una televisión en todo Northwest Mines Town y ahora ya no podían terminar de ver esa película.

—Bueno, yo marcho —Shadow intentó animarse—. Tengo mucho que hacer en la herrería y quiero terminar antes de que acabe el día.

Las otras cuatro la despidieron con un movimiento desganado de sus patas. La herrero bufó de tristeza mientras se iba… resoplido que las demás imitaron.

—Decidme una cosa —empezó a decir Flashing—, ¿por qué el señor Opportunity —señaló a la ventana— tiene una televisión y nosotras no?

—¿No te acuerdas de lo nervioso que se puso cuando contaste a todos lo de tu sueño premonitorio con la llegada de Shiny? —Knowledge explicó—. Simplemente aprovechó el momento para comprar participaciones de la mina, y ahora es mucho más rico que todos los demás, que solo tenemos la cantidad base de aportaciones.

—Pero yo quería ver la película… —Flashing estaba a punto de llorar.

—¡Esperad, esperad! —Shiny interrumpió, con una sonrisa—. ¿Y si nos compramos un televisor?

—Quizás tengas tú dinero suficiente —matizó Knowledge, cabizbaja—, pero el resto no disponemos de tanta cantidad.

—Y el salario de cartero no es para tirar cohetes —añadió Feather, también con la cabeza gacha.

—Tenéis razón —Shiny también inclinó la cabeza—. Es imposible que ninguna de nosotras se compre un televisor…

De repente Knowledge miró hacia las demás, con los ojos como platos y una gran sonrisa aflorando.

—Pues si ninguna puede permitirse comprar un televisor —exclamó, radiante—, ¿por qué no juntamos nuestros ahorros y compramos un televisor para las cuatro?

—¡Eso es! —los ojos de Shiny comenzaron a brillar—. Si reunimos entre todas nuestros ahorros, seguro que nos llega para un televisor grande…

—Y que sea de tubo corto… —Flashing estaba fantaseando.

—Y con videocasette incorporado… —Feather estaba soñando.

—Y con mando a distancia… —se imaginaba Knowledge.

Las demás miraron extrañadas a la historiadora. Ellas se estaban imaginando lo último de lo último y la historiadora parecía conformarse con que tuviese algo tan obvio…

—¿Qué? —preguntó Knowledge—. ¿Acaso a vosotras os gusta tener que levantaros para cambiar de canal?

Todas empezaron a reírse. Flashing aprovechó la situación para acercarse al cuenco de palomitas y volver a comer, ofreciendo gustosamente a las demás, que también cogieron unas pocas.

[center]* * *[/center]

Volteó el recodo y se paró para observar el paisaje. Delante suyo estaba Northwest Mines Town. Hacía demasiado que no volvía a ver ese acogedor pueblo minero. Se ajustó de nuevo las correas del carro y emprendió otra vez la marcha, tirando de aquel incómodo cacharro.

Entró a la calle principal. Allí cuatro jóvenes yeguas estaban riendo y mirando al cielo. Él también miró hacia arriba, seguro de que se reían por algo que estaban viendo. Era confortable ver que la juventud era capaz de divertirse, y más en ese pueblo tan… deprimente. Pero, por más que oteaba al cielo, no vio absolutamente nada que le indicase de qué se reían esas potrillas. Quizás era algo en esa ciudad de nubes, o quizás por detrás de una casa, o quizás... pero para descubrirlo, supo que tendría que mirar desde la misma posición que ellas.

Se acercó al pequeño grupo de yeguas y siguió mirando hacia todos lados, sin descubrir nada, por lo que siguió acercándose más y más, hasta posicionarse al lado de esas jóvenes.

Shiny, volviendo a la realidad, bajó la cabeza y se fijó en ese extraño: era un poni de tierra, de mediana edad. Su cuero era azul y su crin y cola eran de un marrón oscuro… con una longitud menor que el de un semental normal. Éste empujaba pesadamente un pequeño carrito, prácticamente de la mitad de tamaño que tenía el carro de joyas que estaba en la parte trasera de casa de la pegaso.

—Perdone —la joyero se dirigió al forastero—, ¿le puedo ayudar en algo?

—Sí, muchas gracias —el poni agradeció el gesto—. ¿Me podría indicar, por favor, dónde puedo encontrar a Shadow Hammer?

Shiny puso cara de circunstancias… ¿Quién era aquél poni y por qué buscaba a Shadow? Decidió que preguntárselo directamente sería algo muy descortés, con posibilidad de no recibir respuesta, así que concluyó que la única forma de saberlo con toda seguridad, era acompañarle hacia la herrería.

—Si quiere, puedo ir con usted —dijo la joyero—, ya que voy para allá.

—Perfecto —declaró el azulado poni. Y, dejando pasar primero a la pegaso, empezó a tirar del carro, siguiéndola.

Cuando llegaron a la herrería, el poni de tierra se quedó fuera, dubitativo. Shiny se encogió de hombros y entró.

—Shadow, ¿estás? —preguntó.

Dentro de la herrería todo estaba oscuro. La persiana se encontraba bajada, y la luz que penetraba desde la apertura de entrada apenas iluminaba una pequeña parte. La fragua estaba apagada, algo que era bastante extraño, pues se suponía que Shadow tenía mucho trabajo que hacer ese día. Pero la entrada de la herrería estaba abierta, lo que significaba que ella estaba dentro, o en los alrededores. Shiny hizo una señal al poni para que entrase y esperase. Entonces se fijó en que, al fondo, en un pequeño cuartito, había una luz encendida. Se acercó y vio a Shadow sentada frente a una pequeña mesa, mirando unas facturas y pulsando botones en una pequeña calculadora, cuyos resultados apuntaba en una pequeña libreta.

—No cuadra… —se quejó amargamente la herrero—. Necesito más tiempo… o más dinero. Maldita sea… no tendría que haber comprado aún esa nueva maquinaria.

Shiny se preocupó. Por lo visto Shadow tenía problemas monetarios. Y ella, como amiga, tenía el deber de ayudarla. Pero primero debía hablarle de ese extraño, pues seguramente fuese un posible cliente, y eso aliviaría un poco el nivel de deudas que parecía tener la herrero.

—Ejem, Ejem —la pegaso tosió para llamar la atención—. Hola Shadow. Hay alguien aquí fuera que quiere verte…

La herrero miró hacia ella, sorprendida. Había estado muy absorta haciendo cálculos y no se había dado cuenta de la llegada de la joyero. Aunque de inmediato su expresión cambió a la de una leve sonrisa.

—Hola Shiny —dijo finalmente—. Me alegro de verte, en serio —se levantó de la silla, dejando las facturas sobre la mesa y salió del pequeño cuartito—. Veamos de quién se trata…

Se acercó junto a Shiny a la entrada de la herrería, donde aún seguía el poni esperando. La diferencia de luminosidad entre la calle y el interior del edificio era inmensa, por lo que Shadow optó por aproximarse primero al tirador de la persiana y lo jaló con la boca, haciendo que la luz penetrase en la sala principal.

Con el tirador de la ventana aún en su boca, la herrero miró hacia la entrada y vio al extraño semental. Entrecerró los ojos para fijarse mejor y, al instante, los desplegó completamente. Su boca quedó entreabierta por la sorpresa, dejando caer el tirador, que rebotó contra la pared con un golpe seco. Sus orejas bajaron durante un momento, para erguirse hacia arriba al siguiente instante. Y su cara poco a poco adoptó una expresión de enfado, o, mejor dicho, de odio.

—¿¡QUÉ HACES TÚ AQUÍ!? —Shadow gritó, mirando inquisitivamente al invitado, que estaba empezando a recular—. ¡¡¡VETE DE AQUÍ ANTES DE QUE TE ECHE A PATADAS!!!

Shiny no podía creérselo. ¿Quién sería ese poni y qué habría hecho para que su amiga Shadow se pusiese hecho una furia? Confundida, miró hacia la herrero, que a su vez fijó la mirada en ella.

—Shiny —dijo Shadow—, la próxima vez que alguien de fuera pregunte por mí, infórmame antes. Lo último que deseo es encontrarme con ponis indeseables… —volvió a mirar al poni de tierra, que aún seguía delante de la herrería, con la cabeza gacha—. ¿QUÉ PASA, AHORA ESTÁS SORDO? ¡HE DICHO QUE FUERA DE AQUÍ!

El azulado semental, totalmente derrotado, giró poco a poco el carro y empezó a alejarse del lugar, dirigiéndose hacia la salida del pueblo. Shiny no sabía qué hacer, así que troteteó en el sitio: por un lado su amiga estaba furiosa y ella sentía la necesidad de calmarla, además también estaba el asunto de las deudas… pero, por otro lado, el extraño poni estaba a punto de alejarse, y ella deseaba con todas sus fuerzas saber el motivo de la reacción de la que había sido testigo. Y, si además podía arreglar ese asunto, mejor que mejor.

La elección a su vacilación la tomó finalmente Shadow, pues ésta entró otra vez al cuartito del fondo para seguir con sus tareas, mientras mascullaba incongruencias. Así que Shiny salió fuera para acompañar al poni: de ninguna manera iba a dejar que se marchase del pueblo… al menos sin que ella supiese lo que pasaba.

—No te preocupes —empezó a decir la pegaso—, últimamente Shadow ha estado muy liada. y eso pone de los nervios a cualquiera... —exclamó con una tonta sonrisa.

—No, la culpa es mía —respondió apesadumbrado el semental, mientras seguía arrastrando lentamente el carro—. Tenía que haber hecho las cosas de otra forma. De hecho, no tendría que haberme ido jamás.

—¿Ido? —preguntó Shiny, extrañada—. ¿Vivías aquí?

—Sí, hace años —el azulado poni paró y miró a Shiny con un gesto de tristeza—, con mi padre… y con Shadow Hammer, mi hermana.

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—No, Wise, no… —desde el umbral de la puerta de su casa, Muffled Yell, totalmente seria, observaba la figurilla que le acababa de regalar el aludido—. Por mucho que te empeñes en que te diga la historia de esta pieza no voy a ceder. Confórmate con saber que, efectivamente, es una escultura hecha a mi imagen, de cuando yo era más joven.

—Pero… pero… —Wise no sabía qué decir. Si no seguía presionando a la jefa de mineros, nunca sabría la verdad, pues nadie había querido contar nada sobre ese tema (hablar directamente con ella había sido la última opción); pero si la presionaba demasiado, todo se iría al traste.

—Y ahora, si no te importa —Muffled salió a la calle, cerrando la puerta detrás de ella—, tengo que comprar cosas en la tienda de Magic y después debo ocuparme de unos asuntos en el interior de la mina.

Quizás fuesen las patas de Wise actuando por su cuenta, o quizás el deseo de estar con la jefa de mineros… pero de repente él se descubrió acompañándola a través del pueblo.

—Por mucho que me acompañes —dijo de repente Muffled, terminando de sacarle de su ensimismamiento—, no voy a revelarte nada.

Wise agachó la cabeza, avergonzado de sí mismo. Ya había obtenido el perdón de Muffled y volvían a ser amigos, pero ahora se estaba comportando como un verdadero estúpido. “Lo mejor que puedo hacer es retirarme antes de empeorar las cosas”, pensó.

—Espera —expresó la yegua, parándose en seco—. ¿Es ese quien creo que es?

Un poco más allá, Shiny estaba acompañando a un poni de tierra azulado, que empujaba un carrito. Muffled entornó los ojos, mirando fijamente hacia ese semental.

—¡No puedo creérlo! —exclamó sorprendida—. ¡Es él!

Muffled intentó desesperadamente buscar un sitio donde esconderse. Desgraciadamente todos los accesos a bocacalles, callejuelas, espacios entre casas u objetos voluminosos estaban bloqueados por cajas de madera cuyo contenido eran pastillas de jabón, según ponía en los dibujos del frontal. Esta situación era lo último que ella necesitaba, pues todo el mundo sabía que si alguien rondaba una caja que contenía jabón, era para subirse encima, y algo así solo tenía lugar para pedir la atención de los presentes.

—En mala hora se me ocurrió proponer el limpiar las casas para la re-inauguración de la ciudad de nubes —se lamentó la jefa de mineros.

Ahora Shiny y su acompañante estaban mucho más cerca, así que Muffled solo vio una opción: esconderse detrás de Wise e irse moviendo por el lateral de éste, para mantenerse oculta en todo momento de la vista del azulado poni.

—Hola Muffled. Hola Wise —saludó Shiny desde la distancia.

“Maldita sea”, pensó Muffled, sabiéndose descubierta antes incluso de intentar esconderse.

—Hola Shiny… y acompañante —dijo Wise.

—Buenos días, Shiny… —Muffled tragó saliva—. Hola… Plush.

“Así que el hermano de Shadow se llama Plush”, pensó Shiny mientras le miraba.

“Hmm...”, dijo para sí mismo Wise, “Así que su nombre es Plush... Interesante”.

—Cuánto tiempo, Muffled… —respondió el azulado poni de tierra—, y hola, acompañante de Muffled.

—¡No es mi acompañante! —exclamó Muffled, visiblemente nerviosa—. ¡Es…! ¡Es…! ¡Es mi novio! —agarró a Wise por detrás de la nuca, rodeándole con las dos patas y, atrayéndole hacia sí, le besó en la boca.

El único que no pareció sorprendido de la situación fue Plush. Shiny dejó caer su mandíbula y abrió los ojos como platos. Wise, sin embargo, se relajó y empezó a deslizar suavemente su pata por detrás de la cabeza de Muffled y la acompañó en el beso. Los latidos de su corazón bajaron de intensidad, hasta llegar a acompasar el tintineo del amor y del deseo que recorre el universo.

—Veo que, efectivamente, sí que sois novios —dijo Plush, sonriendo—. Me alegro mucho por ti. Y ahora, si me disculpáis, tengo que ir al hotel.

Sin mediar más palabra, Plush siguió su camino, seguida de Shiny, que volteaba la cabeza, sin creerse aún lo que acababa de ver. Muffled, mientras miraba aún al azulado poni, puso las dos patas delanteras entre ella y Wise y las estiró con todas sus fuerzas, cortando de ese modo el beso.

—Como se te ocurra decirle a alguien algo de esto, te mato —espetó, mirando, con ojos entrecerrados, a Wise.

—Creo que tienes mucho que contarme entonces —éste sonrió—. Y con todo lujo de detalles… Pero mejor empieza desde el principio... Tengo mucho tiempo.

Muffled suspiró. Ese maldito poni de tierra llamado Wise se estaba regodeando con la situación… y todo había sido culpa de ese otro poni de tierra llamado Plush Padding.

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—Si sigue por aquí, esa casa del fondo es el hotel —Shiny le dio las debidas indicaciones a su acompañante—. Yo tengo que quedarme aquí —señaló al otro lado de la calle, donde aún estaban sus amigas, quienes seguían fantaseando con el asunto de la televisión—, tenemos que hacer muchas cosas.

—Ha sido un placer conocerte —dijo Plush—. He visto que tú y Shadow os conocéis muy bien… Me gusta que mi hermana tenga amigas tan buenas como tú.

Plush se dirigió hacia el hotel empujando el carrito. Shiny se le quedó mirando durante unos instantes, apenada. Tenía que arreglar esa tensa situación entre él y Shadow, además de los problemas monetarios de esta última.

—Chicas —dijo, acercándose a las demás—, tenemos trabajo que hacer… todo lo demás es secundario.

Y empezó a contar todo lo que había acontecido momentos antes, incluyendo el beso entre Muffled y Wise.

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Wise estaba boquiabierto. Lo que le acababa de contar Muffled era una historia verdaderamente triste… tanto que era normal que no la quisiera revelar.

—Resumiendo —Muffled siguió contando—, Plush, el hermano mayor de Shadow, es mi antiguo novio. De hecho estuvimos prometidos, y encargamos las figurillas en Ponyville como prueba de amor. Entonces, un día, simplemente desapareció. Su padre le había dado un ultimátum: o se encargaba de la herrería, siguiendo la tradición familiar, o se marchaba. Y Plush decidió marcharse… hasta hoy.

—Es una historia muy aciaga —comentó Wise, para intentar animar a Muffled—, pero pertenece al pasado. Debes olvidarle para siempre y empezar de cero.

—Eso creía haber hecho —la jefa de mineros agachó la cabeza— pero, al verle de nuevo, volvieron los recuerdos… y me asusté… Nunca volveré a ser tan feliz como en esa época…

—“Nunca digas nunca” —el semental entonó una de sus famosas frases—. Quién sabe si el futuro te depara una época aún más feliz.

—O una época aún peor —contestó Muffled, totalmente afligida.

—Sea como sea, la afrontaremos juntos —Wise sonrió—. Tú y yo hacemos una pareja imparable.

Entonces el semental la rodeó con una de sus patas y la besó en la testuz. Al separarse, Wise observó una leve sonrisa en la boca de la jefa de mineros.

—Espero que lo que acabas de decir signifique “pareja de amigos” —añadió Muffled—, o tendré que matarte…

Y los dos rieron, mientras caminaban despacio a la tienda de Magic.

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Shiny iba galopando hacia la herrería, seguida muy de cerca por las demás. Acababan de reunir, entre todas, todo el dinero del que disponían para ayudar a Shadow en el pago de la nueva maquinaria. Cuando llegaron, fueron directamente hacia el cuartito que había al fondo. Allí, la herrero seguía elucubrando, calculadora en casco, sobre qué hacer para saldar sus deudas.

—¿Cuánto necesitas? —preguntó Shiny, al tiempo que ponía un pequeño saquito encima de la mesa. El sonido metálico que hizo el contenido del fardo hizo que Shadow saliese del ensimismamiento.

—¿Qué estás… ? —la herrero miró hacia la dorada pegaso, y observó que también estaban Flashing, Knowledge y Feather, cada una portando un pequeño saco— ¿Qué estáis haciendo?

—Sabemos del problema que tienes con el pago de la maquinaria —dijo Knowledge, dejando el fardo encima de la mesa, al lado del de Shiny—, y queremos ayudarte.

—¿De verdad me estáis ofreciendo dinero? —Shadow no podía creérselo—. Esto es… Esto es… Sois las mejores —susurró, aliviada—. No sé qué haría sin vosotras.

—Por lo pronto, ahogarte en deudas —matizó Flashing en voz baja.

—Dinos cuánto necesitas y bueno… —Feather añadió—, ya nos lo devolverás cuando puedas…

—Veréis —la herrero se quedó absorta de nuevo durante un instante—, el caso es que pedí un crédito para comprar la maquinaria y —les enseñó una carta que había en una esquina de la mesa— resulta que me lo han denegado… Además, últimamente no hay pedidos importantes, por lo que apenas vendo material.

—No te preocupes —cortó Shiny—. Dinos a cuánto asciende la deuda y te prestaremos el dinero gustosamente.

Shadow empezó a rebuscar entre los papeles y sacó una factura, que mostró a las demás. Éstas abrieron los ojos como platos.

—¡Hala, cuántos ceros! —exclamó Flashing.

—No creo que haya tanto dinero en Nortwest Mines Town para pagar todo eso —expresó Shiny.

—Ya, lo sé —Shadow se lamentó—. Pero os agradezco el gesto, de verdad… —se quedó pensando durante un momento, hasta que la expresión de su cara cambió completamente. Había tenido una idea—. ¿Y si me prestáis para un mes? Quizás cambie el panorama para entonces y tenga suficiente dinero para seguir pagando y devolveros el préstamo…

Todas asintieron. Parecía un buen plan, así que la herrero hizo el cálculo para el siguiente pago y recibió el dinero convenido. Contentas, todas salieron de la herrería. Todas excepto Shadow, que volvió a su quehacer de revisar los papeles y usar la calculadora.

—Bueno, ¿qué os parece si compramos la televisión con lo que nos queda? —sugirió Shiny, una vez en la calle.

—Habrá que descontar para la comida y más… así como imprevistos —respondió Knowledge.

—Por supuesto, por supuesto —contestó la dorada pegaso.

—Tengo un catálogo de ofertas en casa, y creo que tiene un apartado de televisiones —dijo Feather, con una sonrisa—. Es exclusivo para carteros, pero supongo que no habrá problemas.

Entonces se pararon, juntaron las patas y, a la cuenta de tres, las alzaron a la vez mientras gritaron “¡Televisión para todas!”.

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Gentle salió de casa, tarareando una canción. Se sentía radiante ese día: la meditación había sido perfecta, el tiempo acompañaba (de hecho, el tiempo siempre era igual de agradable en ese pueblo) y, sobre todo, algo en su interior le decía que ese día iba a ser importante para ella.

Miró hacia los lados y descubrió a Muffled y a Wise, que estaban entrando en la tienda de Magic. También vio a Shiny, a Flashing, a Knowledge y a Feather que estaban entrando en la herrería de Shadow. Pero, cuando miró hacia las afueras del pueblo, advirtió que, junto al hotel, había un pequeño carro viejo. Ese carromato le resultaba conocido, así que se dirigió hacia allá.

Cuando llegó, echó un rápido vistazo al carrito y sonrió. Efectivamente lo conocía perfectamente, y también al dueño. Indudablemente, ese día iba a ser maravilloso.

Cuando iba a entrar al hotel de Disarming, un azulado poni de tierra salió por la puerta. Gentle se paró, mirándole con gesto serio. El semental le devolvió el mismo tipo de mirada, quedando los dos así durante unos segundos. Después rieron y se dieron un efusivo abrazo.

—Plush Padding —exclamó Gentle—. Siempre albergué la esperanza de volver a verte.

—Gracias, Gentle —Plush se apartó ligeramente y, sujetando a la unicornio con los dos cascos, uno a cada lado del cuerpo, la miró de arriba hacia abajo—. Fíjate, no has cambiado absolutamente nada en todos estos años.

—¿Qué tal te va? —preguntó Gentle.

—Muy bien… Hasta que he llegado aquí —Plush se entristeció, pero volvió a escrutar a la unicornio de dos colores, con una sonrisa—. Pero si parece que fue ayer cuando nos echabas la bronca a Shadow y a mí por jugar delante de tu casa… ¿Aún sigues meditando para recuperar tus poderes?

—Siempre medito, lo sabes de sobra —contestó Gentle. Y, haciendo un gesto de espera, se acercó a la puerta del hotel y gritó—. ¡Disarming, aquí tienes un carro para recoger! —seguidamente se volvió otra vez hacia Plush y continuó—. Tienes que contármelo todo… Venga, te invito a tomar algo en el restaurante…

—¿Podrías poner el carro tú misma detrás del hotel, seas quién seas? —en ese momento Disarming salió del hotel, haciendo “La expresión”. Entonces su mirada se fijó en Gentle, quien a su vez le estaba observando fijamente, con gesto inexpresivo. Poco a poco, Disarming reculó y se volvió a meter dentro, mientras su rostro cambiaba, con la misma velocidad, a una expresión de disculpa—. Lo… lo siento… Perdóname la vida, Gentle… No sabía que eras tú… Ahora recojo el carro, con la boca si hace falta… —balbuceó, desapareciendo a continuación al interior del hotel.

—Veo que tampoco ha cambiado una pizca el respeto que infundes —confesó Plush, riendo.

—No, es Disarming, que es estúpido —aclaró Gentle—. ¿Te crees que es miembro del Consejo del Pueblo?

—Pues no lo sabía… —respondió el azulado semental—. Tienes mucho que contarme, por lo que veo.

—Pues te lo informaré en el restaurante… —contestó Gentle, señalando hacia el comercio.

Y caminaron juntos, hablando por el camino.

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—¿Nos llega para el televisor más grande y moderno? —preguntó Flashing, intentando ojear el catálogo.

Feather volvía al salón portando una bandeja con tazas de café y unos muffins. Dejó el recipiente sobre la mesita de té y se sentó junto a las demás.

El catálogo lo tenía Shiny, aunque Knowledge pretendía interferir, intentando pasar las páginas hasta encontrar la sección de electrónica, ya que la pegaso estaba embobada mirando el apartado de uniformes de carteros.

—Fijaos, si hasta tienen corbatas… —exclamó la joyero—. ¡Hala! Y pasadores de crines. Todo es realmente precioso y no parece caro…

—Ya, ya… —se quejó la historiadora, incapaz de avanzar más páginas por culpa de los cascos de la dorada yegua alada—, pero nos interesa mirar primero el televisor. Si eso, luego te deleitas con lo que tú quieras.

—Dejadme el catálogo, sé dónde está todo —Feather estiró el casco, esperando recibir la revista. Shiny se lo pasó y la pegaso-cartero empezó a buscar por una parte específica del catálogo—. Bien, aquí están las televisiones —dijo cuando encontró la página buscada.

Todas se pusieron a su alrededor, observando con excitación. Había una amplia gama de televisores, cada uno más deslumbrante que el anterior. Desgraciadamente los mejores aparatos se salían del presupuesto. Pero los dos más baratos sí parecían asequibles para el dinero del que disponían.

—Esperad —expresó de repente Feather—. También hay que comprar una antena y un decodificador. Habrá que mirar cuánto cuestan…

La pegaso-cartero pasó la página y todas dejaron escapar un lamento. El precio de los dos accesorios era prohibitivo para ellas. Echaron cuentas y descubrieron que solo había una opción: comprar el televisor más barato, así como la peor antena y el decodificador más económico.

—Bueno, al menos sí que nos llega para el envío ultra-rápido contra-reembolso —comentó Feather—. Si nos damos prisa en rellenar la solicitud, a última hora tendremos televisor nuevo.

Así lo acordaron, y entre todas pusieron el dinero necesario para la compra.

—Y ahora déjame el catálogo —dijo Shiny, cogiendo un muffin—, quiero ver si aún tengo suficiente para comprarme un pasador de crin… he visto antes unos que me han encantado.

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Gentle comía despacio, en un intento de degustar su plato. Plush, sin embargo, había dado buena cuenta de su comida hace rato, y estaba contando su vida, siendo totalmente atendido por la unicornio.

—Y bueno, eso es más o menos todo lo que te puedo comentar sobre mi vida —acabó diciendo el semental, riéndose—.Cambiando de tema: debo decirte que me alegra de que este pueblo esté volviendo a funcionar.

—Sí, se lo debemos todo a Shiny —indicó la unicornio de dos colores—, que es la pegaso que te acompañó antes —entonces la yegua se recostó sobre la silla, en un intento de dar facilidades a su estómago para digerir la comida—, aunque en realidad todo el pueblo está aportando su granito de arena… Nortwest Mines Town está evolucionando. Incluso yo lo estoy haciendo…

—Eso está genial —Plush sonrió—. Incluso las relaciones están volviendo a surgir… Antes he visto a Muffled, con a su nueva pareja. Me alegra saber que ha rehecho su vida… y más después de la forma en que la abandoné… A ella y a todos —entonces el azulado poni se entristeció—. Pero bien sabes tú que me vi obligado a marcharme.

—Lo sé —Gentle se tapó la boca para ahogar un eructo—, recuerda que fui yo la que te aconsejó dejar el pueblo por la noche, sin despedirte. Estabas atrapado en una espiral destructiva y esa era la única opción, para mí, medianamente decente de romper los barrotes de esa prisión… Y no me arrepiento de habértelo recomendado… Espera, ¿has dicho que Muffled tiene una nueva pareja? —la unicornio se incorporó, extrañada.

—Sí, un poni de tierra marrón —respondió Plush—. Creo que se llamaba Wise.

Gentle se volvió a recostar, con los ojos entrecerrados.

—Así que Wise tiene novia… —exclamó la yegua entre dientes. A continuación se quedó pensativa durante unos instantes y sonrió—. Me alegra saber que ese tontorrón ha cambiado al fin de objetivo.

—¿De objetivo? —preguntó el semental.

—Desde que vino de Canterlot, Wise siempre ha estado enamorado de mí —respondió Gentle, con un tono bastante neutro—, pero no le he dado bola a sus expectativas… Digamos que estoy en una época de mi vida en que lo último que necesito es tener pareja. Bastante tengo con “soportar” a tu hermana y a las demás.

—Mi hermana… —Plush se entristeció—. No sé cómo decirle que me vi obligado a marcharme. Ni siquiera deja que me acerque a ella para hablar.

—Quizás te pueda ayudar Shiny —contestó la yegua, que cambió de posición, intentando relajarse y asentar el estómago—. Si le cuentas a ella la situación, es probable que interceda y pueda darte la oportunidad —Gentle ahogó otro eructo— de arreglar las cosas… Y ahora, si me disculpas, tengo que ir al servicio… Cada vez tolero menos esta comida.

—Pues a mí me ha gustado —Plush se extrañó—. Parecía de gran calidad.

—Digamos que no es la comida —Gentle estaba levantándose con urgencia—, sino mi estómago…

Y entró en el servicio con gran rapidez. A pesar de cerrar completamente la puerta, se oyeron desde fuera el sonido de las arcadas. Definitivamente esa comida no le sentaba nada bien a la unicornio de dos colores.

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Wise vió cómo Muffled entraba a la mina. Todavía saboreaba, en su interior, ese beso que le había propinado esa yegua momentos antes. Había sido algo embriagador. De hecho, su corazón todavía estaba a cien. Deseaba repetir esa acción, pero la próxima vez, se dijo, que fuese por amor, no por una mentira.

Dándose la vuelta, suspiró. Fue un suspiro mezcla de amor y de anhelo. Tenía que encontrar a ese tal Plush para convencerle de que estuviese más tiempo en la ciudad, y, por supuesto, acompañar todo el rato a Muffled. Quizás hubiesen más besos, y quizás, con suerte, incluso llegasen los arrumacos.

Pasó por delante de la herrería y se paró, extrañado por el silencio. Miró hacia el edificio y observó que éste tenía la entrada abierta. Entonces torció ligeramente el gesto: era muy raro que Shadow no estuviese haciendo excedentes de picos y palas, y más en esa época, en el que la mina volvía a ser tan prolífica como antaño.

Decidió entrar despacio, sin hacer ruido. Aunque esa poni de tierra le daba miedo, con tantos músculos y esa forma de ser tan extraña, Wise preguntó en voz alta a Shadow dónde estaba.

—Hola Wise —respondió ésta desde un cuartito al fondo de la herrería—. Ahora salgo —apenas terminó de decir estas palabras, la yegua se levantó y salió a la estancia principal de la herrería—. ¿Deseas algo? —preguntó al situarse justo delante de él, mirándole fijamente.

—Quería saber si estás bien —fue la respuesta de éste—, porque tienes toda la maquinaria apagada. Pero veo que estás metida con un asunto más importante… y creo que ese asunto tiene que ver con tu hermano.

—Ese imbécil no tiene nada que ver en esto, para tu información —los ojos de la herrero, que seguían mirando al semental, se entrecerraron—, aunque ojalá así fuese… me daría el gusto de hacer desaparecer el problema echándole yo misma del pueblo.

—Veo que no te llevas bien con él —dijo Wise más para sí que para ella—. ¿Entonces qué problema tienes? Quizás yo, o alguien que yo conozca, pueda ayudarte…

Shadow empezó a sonreír, a la vez que sus ojos volvían a abrirse a una longitud normal. Si pedía ayuda monetaria al Consejo del Pueblo, quizás le diesen suficiente dinero como para poder estar más desahogada durante más tiempo, y así gestionar mejor el pago de la maquinaria y los pagos de devoluciones, tanto a sus amigas como al Consejo.

—Verás… —empezó a explicar la herrero—, tengo un “ligero” problema con el pago de la nueva maquinaria. Al final, contra todo pronóstico, no me han concedido el crédito, y ahora estoy con el agua al cuello. Shiny, Feather, Knowledge y Flashing me han prestado dinero para salvar este mes, pero estoy segura de que no van a llegar nuevos pedidos a la mina, por lo que el problema no solo persistirá, sino que se agravará.

—Comprendo… —Wise se quedó pensativo.

—Y la única solución que me queda es pedir un crédito al Consejo del Pueblo, uno lo suficientemente largo en el tiempo como para que vuelvan las vacas gordas y quitarme este marrón lo mejor y antes posible —la yegua volvió a sonreir, sabiendo que si convencía a Wise, tendría ganada la mitad de los votos.

—Haré lo que pueda —respondió el poni—, aunque no te aseguro nada… ¿Por qué no haces de tripas corazón y se lo pides a tu hermano? Quizás la sangre sea aún muy espesa entre vosotros dos…

—NI-SE-TE-OCURRA-NOMBRARLE —Shadow medio gritó entre dientes, aunque inmediatamente se calmó, sabiendo que no debía ponerse en contra de Wise en esos momentos—. A “ese” no quiero ni darle los buenos días… Me fastidia saber que él y yo tengamos la misma sangre…

—Entonces voy a convocar una reunión urgente del Consejo para tratar tu tema —dijo Wise—. Esta tarde tendrás tu respuesta.

[center]* * *[/center]

Delante del hotel de Disarming, Gentle y Plush estaban despidiéndose. Afortunadamente el carrito de Plush ya no estaba en el mismo sitio donde éste lo había dejado. Seguramente Disarming había metido la carreta por la entrada trasera… o, mejor dicho, seguramente el hotelero había convencido a alguien para que metiese el carromatito por la entrada trasera.

—¡Ah! Antes de irme… —comentó Gentle, poniendo una expresión mezcla de asombro y de alegría—, querría pedirte un favor.

—Por supuesto, Gentle —Plush sonrió.

—No sé si conoces a la nueva aprendiz de la Princesa Celestia —explicó la unicornio de dos colores, cambiando su semblante a uno serio—. Una unicornio color lavanda, con la crin…

—Sí, la he visto en fotografías —cortó el semental.

—Querría que me hicieses un peluche con su forma… —Gentle bajó la mirada—. Es para Halloween…

—No me digas que aún te sigues disfrazando de… —Plush se rió.

—Sí, siempre uso el mismo disfraz… —zanjó Gentle, volviendo a mirar a los ojos del azulado poni de tierra—. Y necesito que sea un secreto —volteó la cabeza, observando hacia todos lados—. Quiero sorprender este año con una variante nueva... El año pasado añadí unos zancos al conjunto, pero el peluche de Twilight sería perfecto… Pero eso sí, pon un velcro por los lados.

Plush visualizó el disfraz entero de Gentle, con el añadido del peluche y los zancos, y sonrió de oreja a oreja: este año el disfraz de la unicornio iba a ser perfecta, completamente indistinguible del personaje original.

—Hecho —el semental asintió con la cabeza, con la gran sonrisa aún presente—. Mañana por la tarde lo tendré terminado… Voy a dedicar todo el tiempo libre en confeccionarte esa Twilight de peluche.

—No sabes cuánto te lo agradezco —la unicornio de dos colores sonrió, con un gesto en parte de alivio y en parte de vanidad victoriosa.

Plush se despidió y entró en el hotel. Gentle suspiró, se dio la vuelta y se dirigió hacia su casa. Sin embargo, a medio camino vio cómo sus amigas, excepto Shadow, salían sonrientes de casa de Feather… Sin duda algo estaban tramando, por lo que decidió acercarse para cerciorarse de que ellas tuviesen todo debidamente controlado.

—Te-le-vi-sor, te-le-vi-sor… —balbuceó Flashing con un tono constante, poniéndose a dos patas y moviendo las delanteras como si fuese un robot—. Vamos a tener un televisor —las demás empezaron a reír.

—Hola chicas —Gentle saludó—. ¿Qué es lo que ha pasado para que estéis tan radiantes?

—¡Gentle, Gentle! —Flashing correteó hacia ella y, extasiada, empezó a explicar—. Las cuatro vamos a comprar un televisor. ¡Va a ser genial!

—¿Las cuatro? ¿Un televisor? —preguntó la unicornio de dos colores, extrañada—. Cuatro yeguas y un televisor… —murmuró para sí misma—. ¿Estáis seguras de que es buena idea?

—¿Por qué no va a ser buena idea tener un televisor? —preguntó Shiny.

—Esperad un momento —informó Gentle—. Feather, ¿tienes papel y pluma? Necesito escribir urgentemente una carta.

—Por supuesto —la pegaso-cartero entregó a su amiga el material exigido.

Ésta escribió rápidamente una carta, lo metió en el sobre y se lo entregó a Feather. Seguidamente sacó un pequeño saquito lleno de monedas del zurrón y también se lo dio.

—Es MUY urgente —expresó la unicornio de dos colores—. Espero recibir respuesta esta noche o mañana…

>>Con respecto a lo de por qué no es buena idea, digamos que lo es porque… es UN televisor para CUATRO yeguas —explicó Gentle—. ¿Cómo vais a hacer los turnos? ¿O se pondrá en una casa y las demás iréis de visita? ¿O lo colocaréis en mitad del pueblo?

—Eso va a ser un problema —reconoció Knowledge.

—Pero ya es tarde para echarse atrás —añadió Feather—: la carta ya está en el zurrón —se señaló los cuartos traseros, donde descansaba la alforja de correos— y, una vez está enviado, abrir cartas ajenas es un delito. Y dicho esto, marcho a Ponyville a entregar el pedido. Y esperaré allí a recibir el paquete… Nos vemos a última hora de la tarde… —entonces miró a la unicornio de dos colores—. Gentle, también entregaré tu carta —y, dicho esto, la pegaso-cartero emprendió el vuelo y marchó rauda en dirección a la encrucijada de caminos.

—Bueno, ¿y qué televisor habéis comprado, si puede saberse? —preguntó la unicornio de dos colores.

—Ese es un pequeño problema… —reconoció Shiny—. Como tuvimos que prestar dinero a Shadow, no nos ha llegado más que para el televisor más barato.

—¿Prestar dinero a Shadow? —Gentle se extrañó— ¿Tiene problemas?

—Sí —Shiny bajó la mirada. Quizás había hablado más de la cuenta, pero ya era tarde retractarse—. El banco le ha denegado el crédito y no puede pagar la nueva maquinaria…

—Comprendo… —la yegua del cuerno roto parpadeó lentamente—. Bien, espero que no haya problemas con la televisión. Recordad que yo tengo que meditar, y no me gusta que me molesten mientras lo hago.

—¡Gentle! ¡Gentle! —Magic Sales se acercaba trotando—. ¡Reunión urgente del Consejo! ¡Vamos!

—Os dejo, chicas —se despidió la unicornio de dos colores—. Recordad: tened cuidado con este asunto.

Y, junto a Magic, salió caminando a la casa del Consejo de Northwest Mines Town.

[center]* * *[/center]

—Bien, ya estamos todos —dijo Magic al entrar a la casa, seguida de cerca por Gentle.

—De acuerdo —afirmó Wise, que era el único que no estaba sentado—. He convocado esta asamblea extraordinaria por el siguiente punto: Shadow Hammer nos pide un crédito.

—Imposible —zanjó Muffled—. La restauración de la ciudad de nubes, el pedido de la estatua de la plaza y la construcción de nuevas casas, así como el mantenimiento de las ya existentes, nos han dejado sin dinero disponible para un crédito, por pequeño que sea.

—Entonces no tenemos más opción que denegar su petición —se lamentó Wise.

—Pues si no puede ser por las buenas… —señaló Gentle—, tendrá que ser por las malas. Tengo una propuesta para solucionar este asunto…

Entonces todos se acercaron a oír lo que la unicornio iba a plantear.

[center]CONTINUARÁ...[/center]
Espero que os haya gustado. Mañana pondré la segunda parte.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
Sr_Atomo
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x10 - Completo

Mensaje por Sr_Atomo » 30 Nov 2013, 14:52

Y segunda y última parte del capítulo 1x10, tal como prometí ayer.

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Y un poquito de:

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Y ahora el capítulo:
Spoiler:
[center]MY LITTLE PONY[/center]
[center]PARALLEL STORIES[/center]
[center]Chapter 1x10[/center]
[center]Hermano pródigo[/center]

[center]2ª Parte[/center]

Shadow estaba cerrando la herrería, apesadumbrada. Si no le concedían el crédito, era posible que el establecimiento no volviese a funcionar hasta vender todos los excedentes. Caminó lentamente hacia su casa, que estaba al lado, pero un grito la hizo girarse.

—¡Shadow! —era Muffled usando su grito a distancia—. ¡Shadow, espera!

Todos los miembros del Consejo, excepto Gentle, que se dirigía hacia su casa, se acercaron, con una sonrisa en la boca, hacia la herrero. Shadow comenzó a sonreír también: seguramente la respuesta a la petición de crédito sería afirmativa.

—Shadow —empezó a decir Wise—, tenemos buenas y malas noticias…

—Las malas noticias primero —exigió Shadow, haciendo desaparecer la sonrisa de su boca.

—De acuerdo —Magic también se puso seria—. No podemos concederte el crédito.

—“Pero la buena noticia”… —Look Talker miraba a todos lados, explicándose.

—Es que Gentle te va a acreditar —cortó Disarming.

Todos los demás miembros del Consejo miraron inquisitivamente al hotelero.

—¿Qué? —éste se defendió—. Look iba a tardar mucho en contarlo…

—Pero hay una condición —Muffled dejó de escrutar a Disarming para mirar de manera maternal a Shadow.

—La condición —siguió diciendo Wise— es que tienes que cenar mañana con tu hermano y dejar que él se explique.

Shadow abrió completamente los ojos y estaba empezando a enfurecerse. Gentle le había puesto en una encerrona… si quería recibir el crédito, tendría que escuchar al indeseable de su hermano, algo que no le gustaba en absoluto pero, si se negaba, no obtendría el crédito que necesitaba con tanta urgencia.

—Accede a la petición —dijo Disarming—, por fav… —mientras hablaba, empezó a poner “La expresión”.

Shadow plantó su casco en mitad de la cara del hotelero, aplastándole levemente el hocico mientras le miraba con unos ojos llameantes.

—Ni se te ocurra hacer eso conmigo —comentó la herrero entre dientes—, si quieres conservar entera esa dentadura —entonces miró al resto y añadió—. De acuerdo. Decidle a Gentle que cenaré con… “ese”.

Todos los miembros del Consejo sonrieron. Shadow haría lo correcto.

[center]* * *[/center]

Feather volaba lo más rápidamente posible de vuelta a Northwest Mines Town. Entre sus patas delanteras sujetaba una caja no muy grande. Tenía metidos sus cascos en unos agujeros específicos para ponis que había en los lados del contenedor. Por una parte, la pegaso-cartero estaba ilusionada por tener al fin ese codiciado objeto pero, por otro lado, estaba bastante decepcionada por el tamaño que debía tener el televisor, ya que, con suerte, sería de apenas catorce pulgadas. Desgraciadamente nadie se fijó en ese detalle cuando miraron el catálogo. Aunque, mirando el lado bueno, al menos tenían un televisor.

Pasó la encrucijada como una exhalación y torció bruscamente hacia la salida del pueblo minero. Notó cómo el aparato se movió dentro de la caja, pegando hacia uno de los laterales y desequilibrando el conjunto, así que agarró el cartón tan fuerte como pudo y apretó a la vez el contenido con sus cascos y lo estabilizó como pudo. Pensó que quizás debería aflojar la velocidad, pero estaba ya muy cerca de la llegada.

Cuando arribó en Northwest Mines Town, ya de noche, sus amigas estaban esperando ansiosamente su llegada. Sus alegres caras cambiaron al ver el tamaño del paquete que portaba la pegaso-cartero.

—¿”Esto” es el televisor? —preguntó Flashing, señalando el paquete.

—Sí, así es —respondió Feather—. La verdad es que parecía más grande en el catálogo.

—“Es” más grande la imagen que han puesto en el catálogo —se quejó la potrilla unicornio.

—Bueno, no será muy grande —exclamó Shiny—, pero al menos es una televisión.

—Y es nuestra, no lo olvidéis —añadió Knowledge.

Juntas fueron a casa de Feather, pues, como el catálogo era exclusivamente para carteros, el envío estaba a su nombre. Allí abrieron el paquete. Afortunadamente el televisor ocupaba casi todo el interior del cartón, a excepción de unas pequeñas protecciones en las esquinas.

—¡Ah!, casi se me olvida —la pegaso-cartero abrió sus zurrones. En uno de los dos compartimentos había dos paquetes más pequeños, que sacó y puso encima de la mesa—. Esta es la antena —añadió, señalando uno— y esto otro es el decodificador —prosiguió, apuntando al otro.

Montaron cuidadosamente todo el cableado a base de prueba y error, hasta que consiguieron que el televisor mostrase imagen en pantalla. Casualmente era la misma película que habían emitido por la mañana, ese western de Clean Easthooves.

—Jo… apenas se le distingue —Flashing, con los ojos entrecerrados, miraba la pantalla de cerca, en un intento de captar la mayor cantidad de detalle posible—. Me siento estafada…

—No eres la única —Knowledge rodeó con su casco los hombros de la potrilla unicornio, en señal de aprobación. Shiny y Feather asintieron, demostrando que ellas también estaban disconformes con ese aparato.

—Bien, ahora llega el peliagudo problema —musitó Shiny—: ¿cómo vamos a establecer los turnos?

El adjetivo “peliagudo” era exactamente lo que definía esa situación, pues se miraron todas con caras serias.

—Yo creo que debería tenerlo Feather —Shiny cortó el silencio—. El pedido viene a su nombre.

—Pues yo creo que debería ser Shiny quien disponga de “esto” —Flashing señaló la televisión—, ya que fue suya la idea de comprarlo.

—Mejor que lo tenga Knowledge —Feather desenchufó la televisión de la red eléctrica—. Es la que puso más dinero.

—Quizás debería tenerlo Flashing —añadió Knowledge—. Así podrá comer sus palomitas a gusto.

Todas empezaron a discutir para ver quién se quedaba la televisión… Cada una lo quería tener lo más lejos posible de sí misma.

[center]* * *[/center]

Apenas llegó la noche, Muffled penetró en la mina y, dándose la vuelta, permaneció vigilante en la gran gruta de entrada. Allí podría esperar, sin ser molestada ni encontrarse con cierto semental azulado, a los operarios de los que había hablado Gentle en la reunión. Además, podía al fin pensar en sus propios asuntos: el asunto prioritario era saber qué iba a hacer hasta que Plush se marchase. No le apetecía absolutamente nada volver a ver a su antiguo prometido.

Aunque quizás lo peor de todo era que había metido a Wise en medio. Le había engañado, y se había engañado a sí misma. Los sentimientos que tenía hacia su amigo eran de amistad… o al menos eso creía… Pero, ¿y si había algo más? Últimamente entre ellos dos habían pasado demasiadas cosas: un posible enamoramiento de Wise, una ruptura de amistad, una reconciliación, un recuerdo en forma de figurilla y la llegada del poni más indeseable del universo.

La mente de Muffled era un mar de confusiones. Por mucho que lo intentara, no podía aclarar sus ideas. Quizás lo mejor que podría hacer era dejar que las cosas siguiesen su curso, pero era algo realmente difícil de hacer. Ella también tenía sus sentimientos, y no era capaz de enterrarlos dentro de sí misma. Unos sentimientos tan crueles que resultaba imposible borrarlos de un plumazo. Pero se estaba haciendo daño a sí misma, por lo que esta encrucijada debía terminar pronto.

Aún estaba pensando en el cúmulo de sentimientos contradictorios cuando vio que, por la entrada del pueblo, llegaban un montón de ponis empujando dos grandes carros. Los operarios habían llegado, tal como esperaba Gentle. Muffled salió de la mina e hizo señas a los recién llegados, que se acercaron. La luz de la luna se reflejaba en sus costados, haciéndolos tétricos, pero Muffled sabía que el cometido que tenían no tenía nada de oscuro, sino todo lo contrario.

—¿Es usted la señora Gentle Colors? —preguntó el que parecía ser el capataz.

—No, soy amiga suya —respondió la jefa de mineros—. Ahora la llamo… Mientras, pueden empezar —señaló detrás suya, hacia la montaña que se erguía, majestuosa, al final de la calle principal—. Esa es la mina. Saben lo que hay que hacer, ¿no?

—Sí, hasta los más mínimos detalles —declaró el mismo semental.

Muffled asintió y se dirigió a casa de Gentle. Mientras tanto, los operarios empezaron a sacar de un carro unas barras de acero y empezaron a juntarlas, hasta hacer un andamio, que colocaron justo a la entrada de la mina, dejando sitio para el acceso. A continuación, taparon todo con unas espesas redes de protección, de tal forma que no se podía ver lo que estaban haciendo. Después sacaron maquinaria portátil y empezaron a trabajar sobre la entrada de la montaña.

—Gentle, ¿estás? —preguntó la jefa de mineros, llamando a la puerta de la casa.

—¿Han llegado ya? —contestó la unicornio desde el interior—. Se han dado mucha prisa… Normal, teniendo en cuenta de que para ellos es la venta del siglo.

Abrió la puerta y miró a Muffled con un gesto serio. Después lo hizo hacia los alrededores y torció su expresión: todos los habitantes habían salido de sus casas, intrigados por el ruido que hacían los operarios. Con el morro aún arrugado, Gentle volvió a mirar a la jefa de mineros.

—Ya sabes lo que debes hacer —dijo—. Yo voy a reunir el dinero y a cenar, ya que no he comido nada en todo el día —y, diciendo esto, cerró la puerta.

Muffled miró estupefacta el portón. ¿Acaso Gentle le acababa de dar una orden? ¿Desde cuándo esa unicornio era tan autoritaria? Sintió que debía hablar con ella, cuando acabase todo, sobre este asunto, pero ahora todo corría mucha prisa. Entonces se volvió y caminó hasta situarse en mitad de la plaza, junto a la estatua.

—Habitantes de Northwest Mines Town —exclamó—, no se preocupen, es una revisión rutinaria. Vuelvan a la cama y duerman… si pueden —esto último lo dijo con un hilo de voz. Ella no iba a poder dormir esa noche, y el ruido no iba a ser el único culpable de sus desvelos.

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Shiny no pegó ojo en toda la noche, agobiada por el ruido que habían hecho los operarios en la revisión, que había durado hasta la salida del sol. Además se habían estado moviendo por todo el pueblo, haciendo trabajos aquí y allá. Durante un buen rato, Shiny, totalmente desvelada, les había estado observado a través de la ventana, pero no podía descubrir qué es lo que hacían pues, después de tomar medidas y señalar un sitio en concreto, los trabajadores tapaban, con una lona opaca, los alrededores de su zona de trabajo, y hasta que no terminaban, no volvían a despejar esa parte… Pero entonces, lo único que se veía, como resultado final, era una serie de losetas en el suelo.

Los operarios también se aplicaron sobre las esquinas algunas fachadas. Allí, pensó Shiny, iba a ser más fácil descubrir qué estaban haciendo, pero los operarios se preocuparon aún más de ocultar su trabajo. Y, cuando despejaron la zona de trabajo, no había absolutamente nada destacable sobre las esquinas.

Aunque estaba cansada por la falta de sueño, era ya tarde para dormir, así que Shiny decidió salir de casa. Se acercó a una de esas extrañas baldosas, cuya parte superior estaba repleta de dibujos desconocidos. Miró a su alrededor y se dio cuenta que, por todo Northwest Mines Town, muchos ponis estaban mirando aquí y allá, donde supuestamente habían trabajado los operarios, pero nadie descubría absolutamente nada.

Los trabajadores hacía rato que se habían terminado y estaban marchado hacia la encrucijada de caminos, con sus carritos vacíos, pero el capataz salió de casa de Gentle, portando un gran saco sobre su espalda.

—Como convenimos en la carta —dijo la unicornio de dos colores, justo detrás de él—, la mitad en metálico y la otra mitad en un cheque.

—Tendría que haber dejado uno de los carros para poder portar mejor el saco —se lamentó el capataz, que se movía de forma renqueante. Afortunadamente, unos cuantos operarios le esperaban en la entrada del pueblo, junto a un carro. Entonces se acercaron a su jefe y entre todos cargaron el saco en el carro.

Gentle miró a su alrededor y su mirada se encontró con la de Muffled, que acababa de salir de su casa. Ésta asintió, contenta, recibiendo como respuesta otra señal de aprobación por parte de la unicornio. Entonces la yegua del cuerno roto volteó la cabeza hacia la entrada a la mina. Por encima de ésta había una especie de cortina tapando un gigantesco rectángulo. Todo parecía correcto, así que Gentle volvió a entrar a su casa a desayunar.

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Se acercaba la hora de reencontrarse con su hermano. Shadow temblaba, en parte por miedo, en parte por rabia. Pero tenía que ir si quería recibir ese crédito tan ansiado. Aunque debía reconocer que estaba intrigada por saber qué excusa se inventaría Plush Padding para intentar explicar su comportamiento.

Su crin parecía estar igual de nerviosa que ella, pues al intentar cepillarla se enredaba, como si estuviera viva y quisiera retrasar el encuentro. Entonces la herrero se metió bajo la ducha y abrió el grifo, empapándose por completo. Quizás así su crin se domase lo suficiente como para poder ser peinada. Ojalá esta solución funcionase también con ella pues, a medida que se iba acercando la hora, más insegura se sentía.

Decidió despejarse dando un paseo por el pueblo, así que terminó de arreglarse y salió a la calle. Extrañada, miró hacia un lado y al otro… Todo estaba igual y a la vez muy cambiado: por toda la calle había ponis adultos hablando entre ellos, mirando de vez en cuando unas extrañas baldosas o trampillas estancas, y también había unos cuantos potrillos, que intentaban sin éxito abrir, por cualquier medio, esas extrañas losetas.

—¿Qué es lo que ha pasado aquí? —preguntó a Shiny, que estaba en un lateral de su casa, mirando fijamente la esquina—. ¿Qué es todo esto?

—¿No te has enterado? —respondió ésta, mientras seguía inspeccionando la casa—. Ayer por la noche vinieron unos trabajadores y han estado haciendo obras por todo el pueblo… aunque nadie sabe qué es lo que han hecho. Bueno, sí lo sabe Gentle, que les pagó, y probablemente Muffled. Entonces, por extensión, seguramente todo el Consejo del pueblo sepa qué es lo que han hecho.

—Es extraño… —comentó Shadow—. Es algo muy raro que hagan arreglos de cualquier tipo por la noche.

—Y también es insólito que no hayas oído nada —contestó la dorada pegaso.

—Ah, deberías saber que yo, cuando duermo, lo hago muy profundamente —alegó la herrero, con una media sonrisa.

—Por cierto, ¿vas a ir esta noche a la cena con Plush? —inquirió la joyero.

—¿Cómo sabes tú eso? —Shadow abrió los ojos… Alguien se había ido de la lengua, y seguramente había sido alguien del Consejo del pueblo.

—Oh, es una de las comidillas de hoy —Shiny se rió—, junto con lo del trabajo nocturno. Todos los miembros del Consejo han apostado sobre si ibas o no a la cena…

Shadow no podía creerlo… No había sido uno de los miembros quien había pregonado sobre el asunto de esa noche con su hermano, sino todo el Consejo al completo. Eso le pareció un golpe bajo, pero decidió, con todas sus ganas, que iba a asistir, y quien hubiese apostado en su contra se las vería con ella luego.

—¿También han comentado a los cuatro vientos el motivo por el que voy a ir? —preguntó la herrero, temerosa de que también hubiesen dicho algo sobre el asunto del crédito.

—No —aclaró Shiny—, no han dicho nada de eso. Pero… ¿Acaso no es solo para reconciliaros? ¿O acaso hay algo más?

—¡Nada! ¡No hay nada más! —Shadow se puso instintivamente a la defensiva, pero reconoció inmediatamente que había cometido un error e intentó remediarlo—. Es lo que yo deseo, reconciliarme con mi hermano después de tantos años —contestó, con una tonta sonrisa.

—¡Ah! Por cierto —la dorada pegaso expresó en alto—, casi se me olvida… Hemos comprado, entre Knowledge, Flashing, Feather y yo una televisión, por si quieres venirte a verla en casa de… ¿Feather? —Shiny se llevó la casco a la barbilla, pensativa—. ¿O quizás Knowledge se lo ha llevado esta mañana a su casa? Puede que quizás lo tenga Flashing, aunque no se le veía ayer especialmente ilusionada… Bueno, en cualquier caso, sé a ciencia cierta que yo no la tengo…

—Bueno, iré a verlo ahora… —exclamó la herrero—. Total, no tengo nada que hacer hasta esta noche, pues hoy no voy a abrir la herrería…

Y, juntas, se fueron a casa de Feather… Quizás estuviese ahí la televisión.

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El día tocaba a su fin. Era la hora convenida para que los dos hermanos se reencontrasen. Plush se dirigió, acompañado por Gentle, hacia el restaurante. Allí se había reservado una mesa específica, al fondo del restaurante, tapada con cortinas… aunque poco importaba ya, pues todo el mundo, por la calle, se apartaba y mantenía expectante mientras pasaba el hermano pródigo. Unos animaban, otros pateaban el suelo a modo de aplausos, pero la mayoría callaba solemnemente.

Cuando los dos entraron al restaurante, el cocinero, Spoon Giddy, les señaló la mesa convenida, que estaba prácticamente rodeado de unos espesos cortinajes. A pesar del revuelo que tenía lugar ese asunto en todo el pueblo, tendrían más o menos intimidad.

—Plush —dijo Gentle —, vete tomando asiento… Yo me quedaré en esta otra mesa —señaló una al lado—. Recuerda que tu hermana ha sufrido mucho, sé condescendiente con ella.

—Gracias, Gentle —el azulado semental estaba temblando—. No sé si todo esto será buena idea, pero lo intentaré.

—No seas tonto, Plush —Gentle alzó una ceja—. Por supuesto que es buena idea… tú lo sabes, yo lo sé, y tu hermana Shadow lo sabe… vendrá y os reconciliaréis, estoy segura de ello.

El poni eligió una silla y dejó en el suelo, a su lado, un pequeño maletín. Había estado toda la tarde seleccionando material que podría servir para ablandar el corazón de su hermana, por si las cosas se ponían difíciles. No pasó mucho tiempo cuando la puerta se abrió. Plush miró esperanzado a la entrada, pero volvió a entristecerse cuando vio que los que habían entrado fueron los miembros del Consejo del Pueblo, que se sentaron en la misma mesa que Gentle y juntaron otra. Pero Shadow no llegaba… Poco tiempo después se volvió a abrir la puerta, y otra vez el azulado semental giró la cabeza, ilusionado, para volver a agacharla, apenado. Los que acababan de entrar eran Shiny, Knowledge, Flashing y Feather, que se pusieron al lado del Consejo del Pueblo, en el borde de la mesa más cercano al cortinaje de separación… Pero Shadow no llegaba.

—Tranquilo, Plush —Shiny, sentada en su asiento, había movido levemente el telón y había hecho un hueco suficiente como para poder pasar su cabeza—. Está terminando de prepararse. Nos dijo que nos adelantásemos… Pero vendrá.

Apenas terminó Shiny de decir esas palabras cuando la puerta se volvió a abrir, dejando entrar al interior del restaurante el sonido de un sinfín de vítores y pateos al suelo de los habitantes de Northwest Mines Town. Plush volvió a mirar anhelante a la entrada, aunque esta vez su cara mantuvo el gesto: en el umbral estaba Shadow… una Shadow completamente radiante, ataviada con un sencillo vestido blanco y con su crin totalmente suelta, de tal forma que ésta caía por ambos lados de su cuerpo.

La hermosa yegua se acercó a la mesa reservada y se sentó, no sin antes echar una mirada fulgurante a su hermano, que sonrió tontamente a modo de respuesta. Entonces la herrero se recostó hacia atrás, sobre la cortina, que empujó levemente y dijo en alto:

—No sé quién ha sido el que ha apostado contra mí, pero que sepa que acaba de perder… Aquí estoy.

Se oyó un pequeño revuelo en la doble mesa de al lado.

—Todos hemos apostado a que sí venías —exclamó Magic, sonriente.

—Tómalo como un aliciente por si tenías dudas —confesó Shiny, demostrando que ella y sus amigas habían entrado también en ese juego. Shadow sonrió.

La puerta volvió a abrirse. Todos miraron hacia la entrada… un montón de ponis estaba entrando en tropel al restaurante, e iban ocupando todas y cada una de las sillas vacías. Incluso algunos se apoyaron sobre la barra.

—Supongo que habrán venido a consumir, ¿verdad? —declaró Spoon Giddy, el cocinero, que sabía de antemano a qué habían entrado todos. Todo el mundo asintió, y algunos empezaron a pedir algo, aunque todos miraban hacia la mesa reservada donde tenía lugar el evento entre Shadow Hammer y su hermano Plush Padding.

La herrero, levantándose de nuevo, intentó correr la cortina para quedar ocultos ante los demás, pero faltaba una cortina, por lo que estaban rodeados por tres cuartas partes, un problema molesto, y más teniendo en cuenta que la parte que quedaba visible era precisamente la que daba hacia el mostrador. La cena tendría que ser, por tanto, a la vista de todos.

—Disarming, déjame sentarme al lado de Muffled —cortó Wise—, al fin y al cabo es mi novia, ¿no?

Todos los presentes volvieron la mirada hacia él, preguntándose desde cuándo Muffled y Wise eran novios. La mirada que la jefa de mineros le dedicó era especialmente de odio. Lentamente, ésta se levantó y dijo:

—Quiero que sepáis todos que Wise no solo no es mi novio, sino que, ahora mismo, nuestra amistad pende de un hilo, por bocazas —entonces se dirigió hacia la cortina separadora y continuó hablando—. Plush, lo siento, de verdad… No fue mi intención mentirte… Simplemente me asusté y actué como lo hice… Pero debes saber que Wise no es mi novio.

—Muffled —declaró Wise—, al fin lo has reconocido. Solo quería empujarte para que confesaras…

—Sí, empujarme al vacío y sin red —Muffled seguía enfadada—. Eres muy listo tú, me da a mí.

—Piénsalo un poco —explicó el semental—: si Shadow y él se reconcilian, Plush vendrá más veces a Northwest Mines Town, por lo que, si seguías con la mentira, al final todo sería peor para ti. Simplemente había que cortar esta pantomima antes de que fuese demasiado tarde.

—Bueno, visto así, tienes razón —la jefa de mineros se quedó pensativa—. Vale, el hilo del que depende nuestra amistad se acaba de convertir en una cuerda, pero te agradecería que la próxima vez que intentes algo, me avises primero, ¿de acuerdo?

—De acuerdo, de acuerdo —respondió Wise, riéndose.





—Bueno, ¿qué desean? —Spoon Giddy estaba al lado de la mesa del evento, esperando una respuesta, tanto de Shadow como de Plush.

Pero Shadow no hizo caso, pues seguía mirando inquisitivamente a su hermano. Finalmente éste decidió pasar a la acción y elegir por los dos. Una vez tomado el pedido, Spoon se retiró a la cocina y empezó a preparar la comida.

—Shadow —comenzó a decir Plush—, de verdad que siento muchísimo lo que hice…

—¿De verdad? —respondió la herrero entre dientes—. Pues mucho no lo debiste sentir si dejaste que ocurriese. Ni siquiera has dado señales de vida en todos estos años.

—Si ocurrió es porque no tenía otra opción —el semental bajó la cabeza—. Debía marcharme de aquí. Pero todos los meses, hasta que papá murió, enviaba una carta... que jamás fue respondida.

—Pues yo no he visto ninguna carta en casa, así que dudo bastante que eso sea cierto —Shadow señaló de forma violenta, con su casco, a Plush—. Debiste estar aquí cuando papá empeoró… El pobre murió de pena, intentando buscarte… Y ahora tú estás aquí, riéndote como un imbécil. Como si él nunca te hubiese importado.

—Papá era muy autoritario y bastante estúpido —respondió el azulado poni.

La herrero se levantó violentamente y golpeó rabiosa la mesa con los dos cascos, haciéndola crujir.

—¡¡¡NO TE CONSIENTO QUE HABLES ASÍ DE PAPÁ!!! —gritó. Sus dientes empezaron a castañetear de la rabia.

—Vamos, lo sabes tan bien como yo —Plush no se dejó amilanar—. Él nunca me escribió una carta, y estoy totalmente seguro de que él rompió todas las que yo le enviaba…

—¿Y por qué no me escribiste a mí, después de que papá muriese? —Shadow volvió a sentarse, esperando la respuesta.

—Bueno… —empezó a exponer el semental—, a decir verdad, en realidad sí me escribió una carta, al principio, nada más marcharme… Y en ella me dejó en claro dos cosas: que no quería verme jamás mientras él viviese y… que tú habías muerto de tristeza —entonces, sin esperar contestación, abrió el maletín y mostró una carta amarillenta. Era la letra de su padre… del padre de Shadow. El poni señaló dos líneas concretas en el que, efectivamente, se podía leer lo que acababa de comentar.

—Pero… —la herrero estaba asombrada—. La verdad es que me apenó muchísimo que te marchases, pero no hasta el punto de morir —cogió la carta y empezó a leerla para sí misma—. ¿De verdad te escribió esto papá? No puedo creerlo —añadió después de terminar.

—Menos mal que uno de los mineros de este pueblo, en vacaciones, decidió entrar en mi tienda, allá en Detrot —siguió explicando Plush—, y, entre otras cosas, me comentó que seguías viva… Inmediatamente cerré la tienda y vine lo más rápidamente posible… para verte.

Shadow se sentía desarmada. Quizás su hermano no fuese el monstruo desinteresado y egoísta que su padre le decía una y otra vez. Su hermano simplemente había sido víctima de las circunstancias. Pero decidió probar otra cosa, para ver qué contestaba ese extraño que tenía enfrente.

—¿Sabías que papá me usó para perpetuar el trabajo familiar? —la yegua bajó la mirada, afligida—. Pasé, de la noche a la mañana, de jugar con muñecas a manejar el martillo… —entonces elevó la mirada y la fijó, con furia, hacia su hermano—. ¡Tú te fuiste a cumplir tu sueño y a mí me destrozaste la infancia! —gritó, señalándole con rabia.

Plush tragó saliva y sus ojos empezaron a humedecerse. Ignoraba que su hermana Shadow había tenido que sacrificar su infancia para satisfacer el capricho de su padre. Era algo demasiado cruel, demasiado perverso, demasiado descorazonador. Su padre era estricto, pero no sabía que hubiese llegado a serlo hasta ese punto.

—Lo siento, de verdad —las lágrimas resbalaban sobre las mejillas del semental—. He sido muy egoísta en este sentido… pero nunca pensé que papá podría atreverse a hacerte eso.

—Para él tú moriste cuando saliste del pueblo —replicó Shadow—, pero, a pesar de todo, te estuvo buscando hasta el último día…

—Supongo que no me encontró porque yo viajaba de aquí para allá —explicó Plush, secándose las lágrimas—, vendiendo los muñecos que había fabricado. Seguramente cuando encontraba una pista, yo ya estaba en otro lado… Aunque eso que has dicho contradice el hecho de que las cartas que yo enviaba las rompiese.

—Ya sabes cómo era papá… —esta vez fue Shadow la que desvió la mirada hacia abajo porque estaba sollozando—. Y… Y yo me estoy convirtiendo en él… —se llevó los cascos a los ojos y lloró amargamente—. Por favor, no dejes que yo me vuelva así… —exclamó, mirando a Plush con gesto desesperado, mientras ponía sus patas delanteras sobre la mesa.

—No te preocupes, no dejaré que eso ocurra —el poni puso cariñosamente su casco sobre la de su hermana, para dar más énfasis a sus palabras —. De hecho, para que veas que nunca te he olvidado, y que nunca lo haré, tengo un regalo para ti.

Cogió el maletín que tenía al lado de la silla y lo puso sobre la mesa, abriéndola a continuación. Sacó varios papeles y los expuso sobre el tablero.

—Estos son los bocetos de los juguetes de los que estoy más orgulloso —añadió el semental, pasándoselos uno a uno a su hermana, que los iba mirando con ojos cada vez más enternecedores, como si quisiera jugar con los muñecos que representaban.

El primer boceto mostraba un fiero dragón de peluche, enteramente de color dorado, a excepción de la barriga, que era rojo, y las espinas, que eran de un verde chillón.

—Este dragón es uno de mis mejores trabajos —explicó Plush—. Si te fijas, tiene hasta los colmillos posteriores.

El segundo boceto era un gato de felpa, completamente negro, aunque sus ojos eran amarillos, dando al conjunto una sensación de soledad.

—El gato… —argumentó el azulado poni—. ¿Qué decir de él? Me encanta. Me lo quitaban de las cascos… todas los potrillas querían uno para achucharlo y darle cariño.

El tercer boceto era una especie de poni, o de bebé hipopótamo, o algo directamente indefinible. El cuero era grisáceo y su crin y su cola estaban compuestos por unos bastos cordones de dos tonos verdosos, alternados en franjas horizontales. Los ojos eran dos botones de colores desparejados, siendo uno verde y el otro rojizo, y lo más llamativo era que tenía una especie de calzones de color azul oscuro poblado con topos blancos.

—Aunque no lo parezca, es una poni —confesó Plush—. Es mi primer trabajo… y, aunque solo vendí uno, en Canterlot, la potrilla unicornio al que me la compró se veía tan feliz y radiante con ella que le regalé un cuaderno y una pluma. Fue la sonrisa de esa pequeña la que me animó a seguir haciendo nuevos bocetos y juguetes. Por eso a esta muñeca le tengo un especial cariño, por ser la que me marcó el camino.

El cuarto boceto era una réplica mucho más que aceptable de la Princesa Celestia, solo que de peluche. Shadow se acercó el boceto a la cara, buscando detenidamente los detalles. Era una muñeca extremadamente bien hecha.

—Bueno —dijo el semental—, ese es quizás el más célebre de mis creaciones. De hecho la propia Princesa Celestia me compró uno. Y no veas el revuelo que se armó cuando lo hizo… Ese día terminé todas las existencias que tenía a la venta.

>> Pero al peluche al que más cariño le tengo de todos, sin duda alguna, es a éste —expuso el azulado poni mientras volvía a introducir su casco en el maletín. Cuando lo sacó, Shadow ahogó un grito: el peluche que su hermano había sacado era una réplica exacta de ella, aunque, fijándose bien, descubrió que la muñeca no tenía Cutie Mark. Era ella, sí, pero cuando era una pequeña potrilla—. Es para ti.

Shadow cogió cuidadosamente la muñequita con ambos cascos e, instintivamente, se lo llevó al pecho para abrazarlo, mientras las lágrimas volvían a recorrer sus mejillas.

—Gracias —musitó—. Gracias, de verdad… —se acurrucó sobre sí misma, aplastando su réplica contra su cuerpo, como si desease darle su calor y protegerlo de cualquier peligro—. Lo... lo siento, estaba equivocada con respecto a ti. No eres un… mons… —Shadow no se atrevió a decir esa palabra—. Eres... eres mi hermano. Y no quiero volverte a perder…

—No me perderás —Plush sonrió, con los ojos llorosos de la emoción—. Estaremos en contacto, te lo aseguro.

Y, levantándose los dos, se fundieron en un abrazo.

Los gritos de ánimo y de júbilo de los ponis que estaban ahí les despertaron de su ensimismamiento. No se acordaban de que estaban en mitad del restaurante, a la vista del público que solo tenían ojos para ellos.

Spoon Giddy se acercó con la cena y les sirvió. Después se dirigió al resto de mesas y empezó a tomar apuntes de los pedidos. Cuando llegó a la doble mesa donde estaban los miembros del Consejo del Pueblo y las amigas de Shadow, todas pidieron, excepto Gentle Colors, que únicamente quiso una cerveza.

—Vamos Gentle —exclamó Muffled—, cena un poco. Por la celebración...

—No, gracias —replicó la unicornio de dos colores—. Últimamente no me sienta bien la comida del restaurante. Ya cenaré cuando llegue a casa.

Spoon Giddy se encogió de hombros y siguió apuntando y sirviendo por todo el restaurante. Definitivamente esa noche sería productiva para él.

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Todos los habitantes de Northwest Mines Town salían del restaurante. Habían esperado a que terminasen Shadow y su hermano Plush de cenar para abandonar el lugar.

—Qué bien vendría ahora ver un poco la televisión —dijo Flashing, mientras miraba a Knowledge, a Shiny y a Feather.

—Buena idea —respondió la historiadora—. Vamos a sacar la televisión a la calle, para que todo el pueblo pueda ver un programa, o una película, o lo sea que estén echando ahora.

Las cuatro amigas se dirigieron rápidamente a casa de Feather y salieron portando la televisión, la antena y el decodificador, así como un alargador de cable. Enchufaron la televisión y, en cuestión de segundos, todo el pueblo estaba arremolinado alrededor del aparato, incluyendo Shadow y su hermano Plush. Desgraciadamente, el televisor era bastante pequeño, por lo que la cantidad de ponis que podían visionar medianamente bien la imagen era reducida.

Los miembros del Consejo del Pueblo sonreían, un poco alejados de la escena. Era la hora convenida.

—Shiny, Flashing, Knowledge, Feather… —comenzó a decir Gentle—, os cambio esta televisión por esto —y les mostró un pequeño mando que portaba sobre su casco.

—No hagáis caso —dijo Flashing, intentando ignorarla—, seguramente sea un control remoto para una… ¡espera! —los ojos de la potrilla se abrieron de par en par—. ¿Es eso lo que creo que es?

—Compruébalo tú misma —respondió la unicornio del cuerno roto, totalmente seria—. Pero antes quiero el televisor.

—No sé, no sé... —exclamó Knowledge.

—¡Vamos! —Gentle empezó a impacientarse—. ¿Os he mentido yo alguna vez?

Las cuatro amigas intentaron recordar rápidamente si alguna vez lo había hecho, pero no recordaron nada de interés… De hecho, lo único medianamente parecido a una mentira había sido el hecho de ocultarles que ella era capaz de volver a hacer magia, aunque, como les dijo Shiny en su momento, era más bien el no decir nada hasta que llegase el instante preciso para hacerlo.

—No, no lo has hecho —reconoció Shiny, al cabo de un momento.

Entre las cuatro apagaron la televisión y lo empujaron levemente hacia Gentle, dando a entender que aceptaban el cambio. Ésta les dio el mando.

—Pulsad el botón rojo, el que pone “ON” —explicó la unicornio de dos colores.

Cuando lo hicieron, las cuatro a la vez, todo cambió: las extrañas losetas que había por toda la calle se elevaron, resultando ser el techo de unas columnas que portaban unos misteriosos aparatos, que enfocaban directamente hacia la mina. Al mismo tiempo, de las esquinas de algunas casas surgieron unos altavoces, estratégicamente colocados para la mejor recepción de sonido posible. Por encima de la mina, unas cortinas se empezaron a moverse hacia los lados, mostrando una gran pantalla de cine.

Todo el pueblo estaba asombrado, pero las cuatro amigas pasaron rápidamente de asombro a una sonrisa de oreja a oreja. Flashing aferró el mando y pulsó un botón al azar. El sistema empezó a funcionar. Las torretas eran avanzados proyectores que expusieron, sobre la pantalla de cine, la misma película que estaban viendo momentos antes en la pequeña televisión.

—Última tecnología —gritó Gentle, intentando hacerse oír bajo un sonido atronador—. Traída directamente desde Neighpon. Sistema multiproyector —señaló las torretas—, preparado para sistema en 3D, HD 1080p, 2400p indexados y con sistema multicanal en pantalla, para que no os peleéis por los canales. Más de 50.000 watios de sonido envolvente —señaló los altavoces—. Un reproductor de discos ultracompactos —apuntó hacia un pequeño aparato que estaba en una de las torres— y muchas películas, que están, provisionalmente, en la casa del Consejo, a la espera de la construcción de una hemeroteca. No hay un sistema de visionado tan avanzado en toda Equestria, de hecho, creo que no lo hay en todo el mundo…

>>Por supuesto, tendréis que ateneros a un horario —mostró un papel—. Nada de ponerlo a altas horas de la noche, y, cuando yo esté meditando, como máximo un 5% de volumen… entre otras cosas que están explicadas en esta hoja de normas.

—Gentle… —Shiny pulsó el botón de apagado, ante la decepción de los demás—. ¿Por qué…?

—Porque no habéis sido egoístas —respondió Gentle, cortándola—. De hecho, ningún poni del pueblo lo ha sido, tanto con el asunto de la reconciliación entre Shadow y su hermano Plush, como el hecho de mostrar vuestra televisión para que todos pudieran disfrutarlo —entonces se acercó aún más a las cuatro y siguió hablando en voz baja—, y, por supuesto, por ayudar a Shadow con su problema monetario…

>>Por cierto, Shadow —continuó Gentle, esta vez en alto, aproximándose a ella—, tengo algo para ti —exclamó, entregándole un pequeño sobre, que rápidamente abrió la herrero. Contenía un cheque con un valor más que suficiente para pagar de un plumazo todas las deudas que tenía.

—¡Ah! Lo prometido es deuda —Plush se acordó de repente y, abriendo el maletín, sacó el peluche de Twilight Sparkle y se lo entregó a la unicornio de dos colores.

—Gracias, Plush —ésta asintió con la cabeza—. Y ahora, si me disculpáis, me voy a casa a cenar —explicó, dirigiéndose hacia su hogar, aunque de repente paró y, dándose la vuelta, prosiguió, mirando hacia Flashing, que aún seguía aferrando el mando a distancia, y a las demás—. Mañana recogeré la televisión, ¿de acuerdo? —pero ya nadie le hacía caso, pues estaban ensimismados viendo de lo que era capaz el sistema de proyección. Gentle resopló y entró en su casa.

Shiny, volviendo a la realidad, se acercó a Muffled, que estaba, junto con los demás miembros del Consejo, viendo uno de los múltiples canales que estaban en pantalla, y escuchando perfectamente el sonido correspondiente a ese canal. Por lo visto, todo estaba perfectamente calculado para que nadie se perdiese ningún detalle.

—Muffled, una pregunta… —empezó a decir la joyero—. ¿Cómo puede ser?

—¿Cómo puede ser el qué? —preguntó la jefa de mineros, aunque sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo Shiny.

—Me refiero a que cómo puede permitirse Gentle todo esto —señaló el sistema de proyección.

Muffled se acercó a ella y le dijo en voz baja:

—Es muy fácil… Entre todos los del pueblo tenemos un 3% del total de participaciones de la mina, a excepción del señor Opportunity, que tiene un 2%. El resto, es decir, un 95%, es propiedad de Gentle, gracias a sus padres… Aunque dona un 30% al Consejo del Pueblo para el mantenimiento de Northwest Mines Town, incluido la estatua de la plaza y la restauración de la ciudad de nubes —la jefa de mineros señaló los dos elementos—, ella sigue teniendo los beneficios que aporta el 65% de la venta de gemas.

>>Por supuesto, que esto quede entre nosotras. No sería bueno que todo el pueblo se enterase de que Gentle es inmensamente rica. De hecho, el otro día me enteré, en una reunión del Consejo, de que tiene negocios por toda Equestria e incluso en otros países.

Shiny estaba patidifusa. Gentle no parecía en absoluto una poni multimillonaria, con aires de grandeza, como había muchos en Canterlot. Sí, era orgullosa, pero también ilustrada y paciente, y parecía analizar completamente cada situación antes de decir o hacer algo, todo lo contrario a la extrema pomposidad que exhibía la alta sociedad de la capital del reino.

—Por cierto —Shiny volvió a preguntar—, si esto nos lo regala a todos los habitantes por lo bien que nos hemos portado hoy… ¿Cómo es que empezaron a instalarlo ayer? ¿Tan previsible somos?

—Digamos que muchas veces Gentle sabe cómo vamos a actuar, antes incluso de que lo pensemos nosotros mismos —respondió la jefa de mineros—. Es como una especie de adivina… Y debo decir que eso, querida, da hasta miedo.

Shiny miró hacia la casa de la extraña unicornio. Gentle era realmente excepcional, y no se refería únicamente a su cuero de dos colores ni a su cuerno cortado.

[center]* * *[/center]

Gentle cerró las cortinas al llegar a casa. Fuera, todos estaban viendo diferentes canales en el avanzado sistema de proyección múltiple. “Perfecto…”, pensó, “Que vivan en su ignorancia” .

Miró detenidamente el peluche de Twilight Sparkle. Era un gran trabajo de artesanía, exactamente igual de trabajada que la original. La palpó, comprobando su interior: era blando, probablemente su relleno era de algodón. No había nada mínimamente duro en su interior, y en su exterior no había nada de interés. Definitivamente no había ningún micrófono ni una microcámara en ese peluche.

Se dirigió a su biblioteca, al fondo de la casa. Era una pequeña habitación sin ventanas. Fue directamente hacia un estante en concreto y se paró. Suavemente, pasó el casco sobre la fila de libros, mirando de soslayo todos los títulos. Todos los ejemplares eran antiguos, algunos incluso milenarios. Retiró un libro específico y lo escrutó. Era “El libro de las Leyendas”.

—Curioso… —susurró, recordando lo vivido con el asunto del Elemental de Tierra, mientras miraba al peluche de Twilight—. Quién diría que este libro esconde un gran secreto… Pero no en sus páginas, sino aquí —señaló el el espacio de la estantería donde había estado el tomo. Allí, totalmente oculto, y pintado con el color de la madera de su alrededor, había un pequeño botón.

La unicornio de dos colores volvió a mirar a la muñeca y se lo acercó a la cara, hasta el punto de rozarla con el hocico, como si estuviese midiendo sus fuerzas con la verdadera Twilight Sparkle, representada por aquel peluche.

—“¿Os he mentido yo alguna vez?” —repitió las mismas palabras que había dicho antes a cuatro de sus cinco amigas, mientras seguía fijando sus ojos en la blanda muñeca—. Pobres ilusas… Si supieran que toda mi vida se basa en una sucesión continua de mentiras, me repudiarían… Como me han repudiado todos y cada uno de aquellos a los que me atreví a llamar “seres queridos”.

>>Pero ellas no merecen estas mentiras —continuó diciendo en voz baja, desviando sus ojos hacia la pared que daba a la calle principal, donde estaba concentrado todo el pueblo—. Lo mínimo que puedo hacer es agasajarlas con menudencias —volvió a mirar al peluche—. Tómalo como un premio por hacerme recuperar mi magia, aunque ésta no sea más que una pequeña sombra de lo que un día fue… o bien hazlo como un intento de acallar mi atormentada conciencia.

>>Pero ahora vas a ser testigo de algo que no sabe nadie —volvió a acercar la muñeca a su hocico—. De hecho, ni siquiera Wise Words lo sabe… Mejor dicho, ni siquiera “este” Wise Words lo sabe. Lo sabían cuando todos lo construyeron para mí, pero lo olvidaron, gracias al hechizo que aún perdura en este maldito pueblo… ¿Y sabes una cosa? —la unicornio entrecerró los ojos—. Hace mucho tiempo que logré romper en mí ese hechizo. Ya no me afecta, pero a ellos sí —señaló otra vez hacia la calle principal—. Deberías verles… Viven en un mundo de fantasía, totalmente ajenos a la verdad… Pero yo no voy a despistarme ni un segundo. Los protegeré de la verdadera maldad, y tú, o mejor dicho, la unicornio a la que representas, sabe perfectamente quién es.

Pulsó el botón y se oyó un crujido. Parte del suelo comenzó a elevarse hacia un lado, dejando ver una escalera de mármol que bajaba, diagonalmente, hacia las afueras del pueblo. Gentle volvió a poner el libro en su sitio y bajó por dichas escaleras. Cuando estuvo abajo, presionó un interruptor. A la vez que se unas luces comenzaban a encenderse, el mecanismo de ocultación de la entrada volvió a su posición original.

Aquel pasillo distaba bastante de ser una bodega o un sucio sótano… al contrario, el suelo estaba enmoquetado por una tela roja de gran calidad y la pared tenía dos colores, rosa claro hasta una separación de yeso situada horizontalmente justo por la mitad de la pared, y naranja por encima de dicha separación. El techo era de un impoluto blanco. Las lámparas que iluminaban el corredor eran de araña, con una construcción formada por diamantes de gran calidad. Y, en los laterales del pasillo, podía verse una gran cantidad de puertas de madera noble.

Gentle se dirigió hacia una de ellas en concreto, al fondo de la galería. A diferencia de las demás, ésta era una pequeña puerta metálica. Según iba pasando por delante de las demás, comentaba en alto lo que había detrás de cada una: “Habitación de invitados”, “Comedor”, “Sala del tesoro”, “Salón del trono”, abriéndolas a su paso, para mostrar al peluche el interior de cada habitación. En la sala del tesoro había, perfectamente ordenado, un sinfín de monedas, gemas, lingotes de oro, papeles y legajos, libros varios y objetos de toda índole cuya aura mágica refulgía con tal magnitud que hacía intuir que no eran únicamente objetos imbuidos en un sinfín de hechizos. Todo en esa habitación era demasiado antiguo o perdido en el tiempo. Sin embargo, la siguiente sala que mostró a la muñeca, a la que Gentle llamó “Salón del trono”, era una réplica exacta del auténtico salón del trono que la Princesa Celestia poseía en el Palacio de Canterlot.

—Y, por último, en este piso… —la unicornio de dos colores seguía hablando con el peluche—. Sí, hay más pisos por debajo. Quizás algún día te los enseñe, pero no hoy, pues tengo hambre... —tosió para aclararse la garganta y continuó—. Por último, en este piso... “La cocina de los horrores” —exclamó, abriendo la puerta de metal de la última habitación.

Cuando entró en el cuarto, encendió la luz. Las paredes contrastaban completamente con el resto del palacio subterráneo, pues estaban totalmente recubiertas de frío metal. Los electrodomésticos y mobiliario que había en su interior eran del mismo material. Gentle dejó el peluche de Twilight sobre la mesa y abrió la nevera. Rebuscó en su interior hasta que encontró algo idóneo, que colocó sobre la encimera. Encendió uno de los fogones eléctricos y, poniendo aceite en una sartén, empezó a cocinar su cena.

Sacó un plato y un vaso de un armario y, de un cajón, agarró un tenedor y un cuchillo, poniéndolos a continuación sobre la mesa. Después sujetó la sartén y, con cuidado, lo reposó sobre un salvamantel metálico. Con el tenedor pasó la cena al plato, y se volvió a llevar la sartén, dejándola en el fregadero. Seguidamente abrió otro armario y sacó una bolsa con pan de molde, que llevó hasta la mesa, abriéndola a continuación y cogiendo dos porciones. Por último, llenó una jarra de agua y, vaciando parte del líquido en el vaso, colocó la jarra sobre la mesa.

Empezó a cortar su cena en trozos muy pequeños, sabiendo que su dentadura plana no era capaz de masticar lo que había sobre el plato, por lo que debía tragar directamente cada porción.

Cuando terminó de triturar la comida, pinchó un pequeño trozo con el tenedor y se lo llevó a la boca… Pero a medio camino se fijó en la muñeca: quizás había sido por casualidad, o quizás lo había hecho inconscientemente, pero el peluche de Twilight estaba colocado directamente hacia ella, mirándola con una estúpida sonrisa.

—¿¡Qué es lo que estás mirando!? —preguntó Gentle.

La muñeca estaba impasible.

—Ah, es mi cena, ¿verdad? —volvió a inquirir la unicornio.

El peluche siguió inalterable.

—¿¡Piensas que soy un monstruo por esto!? —interpeló Gentle, señalando al plato.

La muñeca le seguía devolviendo una sonrisa.

—¡Sí, soy un monstruo! —Gentle miró inquisitivamente al peluche de Twilight Sparkle—. ¡Y todo se lo debo a tu maestra, la Princesa Celestia! ¡Ella es la auténtica maldad que acecha Equestria! —la unicornio golpeó, con furia, la mesa.

La muñeca cayó entonces hacia un lado, aunque siguió mirándola. La sonrisa que tenía, desde ese ángulo, resultaba bastante aterradora.

—¡¡Y juro que pagará lo que me ha hecho… lo pagará muy caro… aunque sea lo último que haga en esta vida!! —gritó Gentle. Y se llevó la porción a su boca, masticándolo despacio, mientras los chorretones de grasa se le caían a través de la comisura de los labios.

[center]FIN DEL CHAPTER 1x10[/center]
Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo...
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x10 - Comple

Mensaje por Volgrand » 02 Dic 2013, 21:00

Y cuando pensabas que Gentle no podía volverse más turbia....

Cojonudo el capítulo, cubriendo con hechos cotidianos una realidad muchísmo más oscura. Grande átomo, sigue así.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x10 - Comple

Mensaje por Sr_Atomo » 02 Dic 2013, 21:26

[quote="Volgrand";p=127803]Y cuando pensabas que Gentle no podía volverse más turbia....

Cojonudo el capítulo, cubriendo con hechos cotidianos una realidad muchísmo más oscura. Grande átomo, sigue así.[/quote]

Muchísimas gracias por el comentario.

Que sepas que en breve publicaré el capítulo 1x11, que es el más largo que he hecho hasta ahora (probablemente lo tenga que dividir en tres o cuatro partes) y Gentle Colors será la protagonista. Eso sí, preparad pañuelos porque va a ser un capítulo muy pero que muy triste.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x10 - Comple

Mensaje por Sr_Atomo » 07 Dic 2013, 19:38

Muchísimas gracias, K.I.T.T.2000 Se agradece mucho este tipo de comentarios.

Me has levantado el ánimo, que lo sepas :)
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x11 - 1ª Parte

Mensaje por Sr_Atomo » 08 Dic 2013, 13:23

Pues lo prometido es deuda. Para celebrar mi cumpleaños, iré publicando el capítulo 1x11 a lo largo del día.

Debo decir que este capítulo es un especial de 66 páginas, el cual he dividido en cuatro partes. Podría haberlo hecho en tres, pero he preferido hacerlo así porque, de esta forma, cada parte acaba en un momento crucial del capítulo.

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Mucho de:

Image <-- Preparad pañuelos... Lo digo en serio.

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Y un poquito de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la primera parte de cuatro:
Spoiler:
[center]MY LITTLE PONY[/center]
[center]PARALLEL STORIES[/center]
[center]Chapter 1x11[/center]
[center]Reddish[/center]
[center]1ª Parte[/center]

—Bueno, Gentle, hoy es tu día —Shiny sonrió mientras entraba a la mina, acompañada de la unicornio de dos colores.

—Shiny, solo estamos entrando a la mina —respondió Gentle—, como hacemos muchos días.

—Pero hoy tengo una sorpresa para ti —la joyero se ajustó el casco antigolpes y miró a su amiga—. Espera, tienes el casco de protección suelto —declaró, y se acercó a ella para ponérselo correctamente—. Tienes demasiada crin, y los cierres no encajan bien. Quizás deberías cortártelo un poco.

Entre las dos lograron colocar perfectamente el elemento de seguridad sobre la cabeza de Gentle. La unicornio dejó escapar un gesto mohíno…

—Mi crin es perfecta tal y como está —dijo, mirando fijamente a Shiny—. Es como una seña de identidad.

—Pues es una seña de identidad muy rara —la dorada pegaso devolvió la mirada a su amiga—. Algún día un poni quedará atrapado ahí dentro —señaló la crin que ladeaba a lo largo del cuerpo de la unicornio— y morirá ahogado. Además, debe ser una tarea titánica lavar y acondicionar toda esa marabunta de pelo.

—¿Acaso insinúas que mi cabellera no está bien tratada y lavada? —Gentle empezaba a enfadarse.

—No, me refiero a que tienes que perder mucho tiempo en dejarlo tal como está ahora —Shiny también empezó a enfurruñarse—. Además, no sé a quién intentas engañar… esa crin es un claro homenaje a la Princesa Celestia. Seguramente sea ella quien te inspire cada día.

Los ojos de Gentle comenzaron a encenderse de rabia. Comparar su crin con la de la Princesa Celestia era como clavar un cuchillo por la espalda. Aunque Shiny tenía razón en una cosa: la Princesa Celestia era quien la inspiraba cada día… hacíendo que su odio fuese cada vez más profundo.

—Claro que la crin de la Princesa Celestia ondea al viento de forma espectacular —continuó diciendo Shiny—, mientras que la tuya cae por ambos lados del cuerpo hasta casi rozar el suelo. En serio, más de una vez te has tropezado con tu propio pelo.

Gentle se relajó. Shiny estaba en lo cierto. Quizás era hora de un cambio de look y cortar su crin… aunque decidió, finalmente, descartar esa idea. Se había prometido a sí misma que no se cortaría la crin hasta que venciese a la Princesa Celestia… o hasta que ésta la perdonase.

—Bueno, ¿entráis o qué? —Muffled se acercaba, sonriente—. Estáis tapando la entrada a la mina.

—Hola Muffled —saludó Shiny. Gentle únicamente asintió con la cabeza, a modo de cortesía—. Hoy es un día especial… —la dorada pegaso sonrió—: Gentle va a hacer la entrada número cien a la mina.

—¿Ya es la número cien? —Muffled se ajustaba el casco protector—. Parece que fue ayer cuando entró por primera vez… Enhorabuena, Gentle.

—¿Qué importa que sea la número cien o la doscientos? —la unicornio de dos colores preguntó irónicamente—. Lo importante es que hay trabajo que hacer.

—Eso es cierto, muy cierto —Muffled se acercó a las dos yeguas—. Y es hora de empezar la jornada… ¿Vamos?

Las tres entraron juntas a la mina, con Gentle a la cabeza. Muffled y Shiny se miraron y asintieron a la vez, con una sonrisa en la boca.

—Bueno —la jefa de mineros fue la primera en hablar—, si es la entrada número cien de Gentle a la mina, habrá que preparar un evento especial, ¿no?

—Ya lo tengo pensado —respondió Shiny—. Ayer vi una gema perfecta para esta conmemoración: de tamaño ideal, perfectamente tallada de forma natural y, lo mejor de todo, es que es negra.

—¿Una gema negra? —Muffled abrió los ojos, sorprendida—. ¡No puedo creerlo! Las gemas negras son rarísimas… Casi podría decirse que son únicas —miró a su alrededor y continuó hablando—. Parece mentira, pero llevo muchos años en esta mina y aún me sigue sorprendiendo.

Gentle cada vez estaba más aburrida de la conversación entre Shiny y Muffled, así que aceleró el paso, haciendo que las dos elevasen el ritmo para seguirla. La unicornio de dos colores recordaba que, hace mucho tiempo, en lo más profundo de la mina, había visto una gema como la que acababa de describir Shiny. Pero paró de repente: si iba directamente hacia esa gema, las otras dos se preguntarían cómo sabía de su existencia, si se suponía que nunca había llegado antes hasta esa profundidad.

—¿Vamos bien? —preguntó, girando su cabeza para mirar a las dos yeguas. Afortunadamente para ella apenas habían recorrido unos pocos metros, por lo que su secreto estaba a salvo.

—Por el momento vas perfectamente —respondió Shiny—. Casualmente has elegido justo las bifurcaciones exactas, pero aún queda mucho camino para llegar. Iré yo primero, si no os importa —tanto Gentle como Muffled asintieron.

Pasaron un recodo tras otro hasta que, después de casi una hora de viaje, llegaron a un largo pasillo apuntalado. La dorada pegaso se paró y, mirando a las otras dos, dijo:

—Ya hemos llegado. Está torciendo esa esquina —señaló una salida que había un poco más adelante—. Gentle, haz los honores…

Ésta se adelantó y caminó despacio. Tuvo que reconocer que estaba expectante y ansiosa por ver la gema negra… otra vez. Efectivamente había estado allí hace mucho tiempo aunque, a pesar de que todo el interior de la mina había cambiado, lo recordaba como si hubiese sido el día anterior.

Cuando torció el último recodo, miró directamente hacia la pared. Ahí estaba la gema negra, tal como debía ser. Detrás de la unicornio llegaron Shiny y Muffled, aunque ellas se quedaron quietas, asombradas.

—¿Qué… es… esto? —Muffled no podía creérselo.

—Os… os juro que esto no estaba aquí ayer —Shiny estaba alucinando.

Gentle se giró, y entonces lo vio: en mitad del corredor, justo delante de ella, había un gran huevo, aproximadamente la mitad de grande que un potrillo, de color rosa con topos naranja. Gentle entrecerró los ojos. ¿Qué hacía un huevo en la mina, y más aún en un lugar tan profundo? Sin embargo, sabía a qué animal pertenecía ese huevo, lo cual hacía que la cantidad de preguntas que se estaba haciendo aumentase considerablemente.

—Creo que lo mejor será llevarlo fuera de aquí —aclaró finalmente la extraña unicornio, acercándose al huevo. Lo rozó con su pata y, notando el calor de su interior, exclamó—. Está a punto de eclosionar.

Sin dejar que las otras dos dijesen nada, se lo cargó en la grupa y lo envolvió con su crin, evitando así que pudiera caerse, además de protegerlo de posibles golpes… Entonces se dirigió hacia la salida. Shiny y Muffled, aún sorprendidas, la siguieron, mientras formulaban entre sí toda clase de preguntas sobre el extraño huevo.

[center]* * *[/center]

Apenas habían salido las tres yeguas de la mina cuando los habitantes de Northwest Mines Town que estaban en la calle se arremolinaron a su alrededor, fascinados por el insólito hallazgo. También lo hicieron los mineros que se habían encontrado por el camino, que les habían seguido desde el interior de la mina, formando una comitiva.

Gentle caminó hasta la plaza, parándose al lado de la estatua. Miró a su alrededor y señaló a todos los unicornios que había, independientemente de su edad, haciéndoles una señal para que se acercasen. Después pidió a Muffled, a Shiny y a los demás ponis de tierra o pegasos, que buscasen urgentemente a todos los unicornios de Northwest Mines Town, ya que notaba en su grupa los movimientos de la criatura atrapada en el huevo, que pugnaba por salir.

Rápidamente fueron reunidos todos los unicornios en la plaza, al lado de Gentle. Ésta bajó sus patas traseras y dejó que el huevo, frenado por su crin, que aún lo seguía envolviendo, se deslizase suavemente hasta el suelo. Una vez reposado sobre la tierra, retiró con cuidado su pelo y, a pesar de que sabía que era el centro de las miradas, tosió para llamar la atención:

—Por favor, que den un paso adelante los unicornios que han estudiado en la Escuela de Magia de Canterlot —exclamó.

Unos dos tercios de los unicornios se adelantaron.

—Bien, ahora necesito que den un paso adelante los que han hecho alguna vez el hechizo de incubación mágica —continuó diciendo la yegua de dos colores—, pues hay muchísima diferencia entre la teoría y la práctica.

Esta vez, solo avanzaron unos pocos, entre ellos Magic Sales.

—Perfecto, y, por último, necesito que den un paso adelante los que hayan reconocido a la perfección a qué tipo de animal pertenece este huevo —Gentle habló por tercera vez—. Como sabrán los que han practicado el hechizo de incubación mágica, la diferencia entre especies puede ser determinante, y ese conjuro, mal efectuado, puede ser fatal para el bebé que hay dentro del huevo.

Nadie se adelantó. La unicornio de dos colores torció el gesto.

—¿En serio nadie sabe a qué animal pertenece el huevo? —preguntó, contrariada—. ¿¡Pero qué es lo que enseñan ahora en la Escuela de Magia!? ¿¡Estupideces!?

Magic Sales se adelantó un poco, saliendo en defensa de los unicornios que Gentle acababa de faltar al respeto.

—Te recuerdo que la Escuela de Magia de Canterlot es más representativa y exigente de Equestria —replicó—. Además, el hecho de pretender incubar un huevo con la magia es una estupidez..

—¡Pues mira lo que tienes delante de tu hocico! —Gentle estaba visiblemente rabiosa—. ¡Está claro que, para hacer las cosas bien, hay que hacerlo una misma! ¡¡Apartaos, necesito concentración!!

El huevo estaba dando bandazos en el suelo. Fuese quien fuese el bebé que hubiese dentro, quería salir a toda costa.

—Solo os pido que recordéis que, lo que salga de ese huevo, no es más que una criatura inocente —explicó la unicornio de dos colores—, así que os agradecería que no descarguéis en ese bebé vuestra ira. Yo me encargaré de cuidarlo… Siempre he deseado tener un bebé.

Los ponis empezaron a preguntar en alto qué clase de monstruo sería lo que contenía el huevo, para que Gentle diese ese aviso… y también empezaron a inquirir qué iba a hacer la unicornio del cuerno serrado, si todos sabían que ella no tenía ningún poder para lanzar un hechizo.

—¡¡¡CALLÁOS!!! —Gentle gritó, desesperada. El huevo había dejado de moverse. Eso era catastrófico... pues solo podía significar una cosa: la criatura de su interior no había tenido fuerzas suficientes para romper el cascarón, y estaba empezando a morir de agotamiento.

La unicornio de dos colores cerró los ojos con fuerza. Sabía que estaba mirándola todo el pueblo, y entre ellos estaban sus amigas… esas amigas que posibilitaban que ella pudiera volver a lanzar hechizos, gracias a la amistad que tenían entre todas…

Fijó mentalmente el huevo. Tenía que visionar en su cabeza una temperatura específica y aplicarla lentamente al huevo, a la vez que debía tener en cuenta las dimensiones del contenedor. Y se concentró. Se concentró como hacía mucho tiempo que no lo hacía, ya que una vida dependía de ello.

Su cuerno, cercenado casi desde la base, empezó a iluminarse, apareciendo al momento un espectral cuerno mágico, ocultando completamente su protuberancia. El color del aura que envolvía tanto al cuerno fantasmal como al huevo, era de un vivo e intenso rojo fuego.

El huevo empezó a elevarse hasta quedar unos centímetros por encima del suelo. Ahora Gentle debía pensar en la criatura de su interior, ponerse en su lugar, ser ella… y visionar la rotura del huevo desde el interior. Eso ayudaría al pequeño ser a salir del cascarón. Así lo pensó Gentle, y así lo hizo el bebé, a juzgar por las pequeñas grietas que empezaban a surgir en el cascarón. Entonces una bocanada de humo negro salió de los ollares de la unicornio, haciendo que los que observaban la escena retrocediesen, ligeramente asustados.

Finalmente, Gentle tenía que pensar en separar el cascarón, de tal forma que se formase un agujero, y volver a ser ponerse en el lugar de la criatura, para que este pegase la primera bocanada de aire puro, sin la protección del cascarón. Y así lo pensó la unicornio, y así lo hizo el bebé, rompiendo en dos el cascarón.

Gentle supo que lo había conseguido, a juzgar por los silbidos de júbilo y las pisadas de los espectadores, a modo de aplausos y, con una sonrisa, se desmayó.

[center]* * *[/center]

Poco a poco, la unicornio de dos colores recuperó la consciencia. Tenía la cabeza apoyada sobre las patas delanteras de Shiny, mientras Muffled miraba alternativamente a ella y al huevo, con cara de preocupación. Gentle incorporó poco a poco la cabeza para ver qué había pasado con la criatura. Ahí estaba, todavía en el huevo, mirando perplejo a los ponis reunidos, que a su vez estaban asombrados y asustados por el bebé.

La unicornio de dos colores supo que su desmayo había sido apenas de unos segundos y sonrió: cada vez eran más cortos sus desvanecimientos después de usar magia.

—Gentle —Muffled fijó entonces su mirada en la unicornio—. No sabía que podías hacer magia.

—Quería enseñároslo a todos en una ocasión especial —declaró la unicornio mientras se incorporaba poco a poco—, y esta lo ha sido.

Entonces la jefa de mineros señaló la criatura que había en el huevo.

—¿Es… “eso” lo que creo que es? —dijo, clavando aún más su mirada sobre Gentle.

—Si te refieres a que es un bebé dragón... Sí, lo es —ésta empezó a acercarse al huevo y cogió cuidadosamente al bebé, levantándolo—. De hecho, es una bebé dragón, a juzgar por la doble espina que tiene en la punta de la cola —sobre el extremo de dicha extremidad, la bebé dragón tenía una espina a la izquierda y otra a la derecha, de tal forma que, juntas, se asemejaban a un lazo color celeste atado a la cola.

Gentle se atusó su crin con una pata, mientras sujetaba a la bebé dragón con la otra. Mientras, la observó detenidamente: la criaturita era roja, con la panza dorada, sus púas eran de color celeste, y sus ojos eran de un intenso amarillo. Cuando terminó de acicalarse el pelo, puso cuidadosamente a la criatura sobre su grupa, rodeándola con la crin. La bebé dragón cogió entonces un pequeño mechón y se lo llevó a la boca para chuparlo.

—Gentle, no puedes tenerla, es un dragón —Muffled señaló la grupa de la unicornio—, y nosotros somos un pueblo minero —y señaló la mina.

—Sé perfectamente que éste es un pueblo minero —Gentle miró furiosa a Muffled—. Pero… ¿Sabes tú a quién pertenece la mina?

La jefa de mineros calló, mientras miraba inquisitivamente a Gentle. Aunque la unicornio tenía razón, esas no eran ni formas ni el momento de decirlo. Todos los ponis reunidos empezaron a cuchichear desaprobando la actitud de la yegua de dos colores. ¿Quién se creía que era esa unicornio del cuerno roto? El hecho de que estuviese en el Consejo del Pueblo no le daba poder para menospreciar a los demás.

Únicamente sus amigas y los miembros del Consejo del Pueblo sabían de la verdadera situación con respecto a la mina y a Northwest Mines Town: en realidad Gentle Colors era quien podía hacer y deshacer lo que quisiese en ese pueblo… y ahora estaba demostrando que así era.

—Magic —Gentle giró la cabeza para mirar a la vendedora—, necesito pañales de bebé poni. Me servirán para ella —volvió a torcer la cabeza, señalando a la bebé dragón—. Y también leche en polvo especial para ponis, de nivel cero. ¿Tienes algo de esto en tu tienda?

—Sí, creo que sí —Magic, sin saber qué hacer, miró alternativamente a Gentle y a Muffled. Esta última le dio permiso para continuar, mediante un movimiento de cabeza—. Tal como está creciendo el pueblo, he ampliado la variedad, trayendo productos nuevos… Y entre ellos está todo lo relacionado con la maternidad.

—Entonces vamos —la unicornio de dos colores elevó la cabeza para proteger mejor al bebé, aunque, a ojos de los demás, ese gesto pareció ser de orgullo. A continuación empezó a seguir a Magic, que agachó levemente su cabeza. Entonces se dirigieron las dos a la tienda, ante las quejas de los ponis reunidos, y ante la atenta mirada de Muffled.

Una vez que las dos desaparecieron en el interior del colmado, Muffled se giró en redondo y, mandando callar, exclamó, furiosa:

—Reunión del Consejo del Pueblo. ¡Ahora!

Wise salió, como pudo, de entre la maraña de ponis y se acercó a Muffled.

—¿Aviso a Magic y a Gentle? —preguntó.

—A Magic sí… Cuando esté a solas. Pero no avises a Gentle. Va a ser una reunión del Consejo sin ella —respondió Muffled, resoplando de ira.

[center]* * *[/center]

—Único punto del día: Gentle y el bebé dragón —Muffled seguía igual de enfadada.

—Bueno, técnicamente es una bebé dragón —matizó Disarming.

Muffled miró inquisitivamente al hotelero, lo que hizo que éste bajase la mirada.

—Único punto del día: Gentle y el peligro público número uno —continuó diciendo la jefa de mineros, esta vez mirando directamente a Disarming.

—Vamos, Muffled —cortó Wise—. Creo que te estás pasando un poco, ¿no crees?

Ésta miró de igual manera a Wise, pero Magic levantó la pata, reclamando la atención y, sin esperar respuesta, dijo:

—Opino igual que Wise. solo es un bebé… —miró de soslayo a Disarming y se corrigió a sí misma—. Solo es una bebé. ¿Qué daño puede hacernos?

—Comen gemas —respondió Muffled—. Desde que nacen. Y cuando crezca dejará la mina sin existencias. Y a nosotros nos matará de hambre por no tener gemas para vender.

—“Aún así, la mina pertenece a Gentle. Es la que más tiene que perder en este asunto” —expresó Look Talker, mediante movimientos de ojos.

—Y el pueblo tiene un 3% de participaciones de la mina, lo sé —la jefa de mineros continuó hablando—. Pero el 3% de nada es nada. Ese dragón debe irse por el bien de Northwest Mines Town.

En ese momento, con un golpe seco, se abrió la puerta. Era Gentle, portando a la bebé dragón en una especie de mochila para bebés poni, de tal forma que la pequeña le colgaba por delante.

—¿Por qué no he sido invitada a esta reunión? —preguntó.

—Lo sabes perfectamente —respondió Muffled—. Ese bebé dragón es un peligro para todo el pueblo y debemos decidir su futuro.

—Entonces con más razón debería estar yo invitada —continuó hablando Gentle—, para alegar en defensa de Reddish.

—¿Reddish? —inquirió Wise.

—Sí, así he decidido llamarla —contestó la unicornio de dos colores—, por su color predominante.

—Sabes que no puede quedarse, Gentle —Muffled intentó tranquilizarse, sabiendo que no ganaba nada enfadándose.

—No eres la única que piensa eso, Muffled —Gentle miró a la jefa de mineros—. He tenido que traer a Reddish conmigo, pues no está segura en casa, y menos sola. Según he venido he oído los cuchicheos a mis espaldas, y he sentido las miradas de desprecio.

—¿Entonces vas a entrar en razón y entregarla en adopción? —exclamó Muffled, mirando a Gentle.

—¿Entregarlo en adopción? —preguntó la unicornio de dos colores—. Veo que estás desesperada por hacerla desaparecer —señaló a Reddish—, sin importarte su seguridad. Es un bebé, no te va a comer… Sin embargo, no estoy segura de que tú no seas capaz de hacerle daño a la criatura. Eres un monstruo. Me das asco.

Y, después de decirlo, se dio la vuelta. Muffled estalló de rabia.

—¿¡Yo un monstruo!? —gritó, totalmente fuera de sí—. ¡A mí nunca se me habría ocurrido una estupidez tan grande como abrir un huevo de dragón en un pueblo minero! ¡¡Tú eres la que está loca!!

Gentle se dio la vuelta y miró con furia a Muffled.

—¡Estaba a punto de morir! ¡Si no llego a abrir el huevo…! —gritó.

—Quizás habría sido mejor dejar que la naturaleza hubiese seguido su curso —espetó la jefa de mineros.

Eso fue demasiado para Gentle. Se acercó a Muffled y le dio un gran y sonoro bofetón. Muffled, perpleja al principio, se rehízo inmediatamente e intentó devolver el golpe, pero fue sujetada por Wise y por Magic, que eran los que estaban más cerca de ella. A la unicornio de dos colores, sin embargo, la alejaron entre Look y Disarming.

—Por favor, por favor —exclamó Wise—. ¿Esto qué es, una reunión o el patio del colegio? Comportaos como ponis adultos.

—Tienes razón —respondió Gentle—. Lo siento… Siento que hayáis tenido que oír sus ponzoñosas palabras.

Muffled intentó zafarse, sin éxito. Esa maldita unicornio, además de abofetearla, le había faltado al respeto al insultarla de esa manera.

—Pues yo siento no haberte golpeado en mitad de esa cara de imbécil que tienes —soltó.

Lentamente, Gentle levantó una pata, señalando que no intentaría nada si la soltaban. Así lo hicieron Look y Disarming. Entonces la unicornio de dos colores se dio la vuelta y empezó a dirigirse a la puerta. Pero antes de llegar a ella, se paró, y, sin volver la vista, exclamó:

—Quiero ejercer mi derecho a veto para expulsar a Muffled Yell del Consejo del Pueblo.

El resto de los reunidos quedaron asombrados. Lo que acababa de ocurrir era altamente extraordinario. Nunca antes, en toda la historia de Northwest Mines Town, se había ejercido el derecho a veto, y lo peor de todo es que Gentle tenía el poder suficiente como para decidir ella sola quién entraba y salía del Consejo.

—El resto —continuó diciendo la yegua del cuerno roto—, podéis intentar indagar sobre lo realmente importante en este asunto: ¿Qué hacía un huevo de dragón en el interior de la mina? —entonces salió por la puerta, dejando atrás a un grupo totalmente anonadados por la orden de veto.

Pero la que peor había encajado la noticia había sido Muffled, que se dejó caer al suelo, completamente derrotada.

[center]* * *[/center]

Shiny estaba esperando, frente a la puerta de la casa de Gentle, a que llegasen las demás. Estaba ilusionada pues, exceptuando aquella vez en Ponyville, nunca había visto un dragón, y menos uno recién salido del cascarón. Lo poco que había podido vislumbrar en la plaza le había encantado: era una criatura tan bonita, tan encantadora, tan maravillosa… que le parecía imposible que, de mayor, pudiese ser tan grande como para tragarse un poni de un bocado.

En seguida llegaron las amigas, que también estaban impacientes por ver a la pequeña dragón. Flashing empezó a corretear, adelantándose al resto, y llamó a la puerta. Quería jugar con esa criatura tan adorable... Aunque las demás también deseaban hacerlo.

Cuando Gentle abrió la puerta, todas las yeguas del grupo sonrieron: la unicornio de dos colores estaba amamantando a la dragoncita, mediante una especie de cinturón que le rodeaba el cuerpo, del que estaba amarrado un biberón lleno de leche a modo de pecho natural, aunque la yegua del cuerno roto lo tenía situado, por comodidad, un poco por debajo de las patas delanteras, mientras sujetaba cuidadosamente al bebé con una de las patas y con el casco de la otra dirigía el biberón.

—Hola, chicas —dijo—. Pasad, pasad…

Entraron y, excepto Gentle, que marchó a la cocina, las demás se acomodaron en el salón, que estaba lleno de paquetes de pañales, de paquetes de pañuelos infantiles, de cremas especiales para bebés y demás cosas para el cuidado de la pequeña. Apartaron cuidadosamente los objetos del sofá, mientras suspiraban: ellas también deseaban disfrutar de la maternidad. Únicamente Shadow no quería… De hecho miraba a las demás con los ojos entrecerrados, mientras sonreía a modo de complicidad.

—Estáis tontas —declaró la herrero—. Pero muy tontas, que lo sepáis.

—Oh, vamos… —respondió Shiny—. Parece que no te hace ilusión lo del bebé.

—Sí que me hace —respondió Shadow—, pero una cosa es ver a una bebé y otra muy distinta es querer tenerla. Se os ha activado el botón de “maternidad” a todas, y eso que aún no la hemos visto de cerca. Lo dicho, estáis muy tontas —y volvió a sonreír.

De repente, un gran ruido se oyó en la cocina, acompañado de un fogonazo. Todas se asustaron y, mirándose entre ellas, empezaron a levantarse, deseando que no le hubiese pasado nada a la criatura.

—No os preocupéis —exclamó Gentle desde esa habitación—. Ha sido la pequeña, que ha eructado fuego. Eso es buena señal —al oír eso, todas respiraron aliviadas—. Prefiero que lo haga aquí en la cocina, más que nada porque hay menos cosas inflamables que en el salón.

Acto seguido, la unicornio de dos colores volvió de la cocina, portando a Reddish en la mochila, mientras que en uno de los cascos llevaba una gema. Sacó cuidadosamente a la bebé dragón de la mochila y la apoyó sobre la pata que tenía libre, sentándose a continuación. Entonces le dio la gema a la criatura para que ésta se entretuviese chupándola, cosa que, a juzgar por los movimientos que hizo de sus pequeñas extremidades, siguiendo la trayectoria de la gema, deseaba hacer.

Una vez la bebé tuvo la gema en la boca, ésta empezó a babearla por todos lados, sorbiéndola con avidez. Entonces Gentle elevó la mirada para hablar con sus amigas. Estas observaron que, por primera vez en mucho tiempo, los ojos de la unicornio de dos colores estaban vivos y titilaban de emoción. Verdaderamente Gentle era feliz con esa criatura en sus patas.

—Es realmente preciosa… —dijo Shiny, enternecida.

—Es adorable… —Flashing estaba impaciente por acoger a esa bebé junto a su pecho.

—Es especial… —Knowledge miraba con ojos maternales, tanto a Gentle como a la pequeña criatura.

—Es maravilloso… —Feather aplaudía juntando con suavidad sus cascos, pues no quería hacer mucho ruido.

—Es… todo lo que han dicho ellas… —los ojos de Shadow empezaron a humedecerse.

—¿De verdad os gusta la pequeña? —preguntó Gentle—. He decidido llamarla Reddish.

—Un nombre muy apropiado… —declaró Shiny.

—Y precioso… como ella… —Knowledge estaba sonriendo de oreja a oreja.

Las demás asintieron.

—Por cierto, Shiny —comentó Gentle—, necesito que me traigas un poco de polvo de gema… He intentado triturar una gema para añadirlo al preparado lácteo pero he roto la batidora y la licuadora… Y con la trituradora de carne es casi imposible. Solo me ha dado para llenar un biberón.

—¿Tienes una trituradora de carne? —inquirió Knowledge—. ¿Por qué…?

—Oh, la tengo desde hace muchísimo tiempo —respondió la unicornio de dos colores—. Lo adquirí en Canterlot, cuando estaba estudiando. Por lo visto se habían equivocado en el envío y el vendedor, para darle salida, rebajó el precio a la mitad. Me pareció una buena idea comprar una, y menos mal que lo hice —Gentle miró a Reddish, que hizo una mueca sonriente—, porque si no, ella no tendría alimento con el aporte suficiente, ¿verdad, bichilla? —y le pellizcó suavemente la panza a la pequeña dragoncita, que emitió una risita.

—Una pregunta, Gentle… —empezó a decir Shiny—, ¿cómo es que sabes tanto de dragones y de su cuidado?

—Porque la tesis que hice cuando estaba en la Escuela de Magia fue precisamente sobre los dragones —contestó ésta—. Bueno, más exactamente fue una tesina múltiple entre cuatro alumnos, ya que la información que había hasta entonces sobre los dragones era bastante precaria. Y tuvimos que investigar, indagar, observar e incluso infiltrarnos entre los dragones…

—¡Pero eso es muy peligroso! —cortó Knowledge—. Si os hubiesen descubierto…

—De hecho, lo hicieron —Gentle sonrió—. Creo que ese día superamos todos los records de velocidad en la huida. Es más, a uno le quemaron la cola de tal forma que tuvieron que rapársela… Tardó meses en recuperar su pelaje original —entonces la unicornio de dos colores se rió de manera muy cálida.

>>Pero bueno, al final mereció la pena, a juzgar por la nota que nos pusieron: la más alta en la historia de la Escuela de Magia… Al menos eso nos dijo el director, porque por lo visto nuestra tesis fue un antes y un después en el conocimiento de los dragones… Incluso el claustro de profesores de la Escuela de Magia convirtió la tesina en un libro, con la autoría del profesor, a pesar de que él se negó y pidió que fuésemos nosotros los autores. Tiempo después, el profesor nos confesó que había cambiado levemente la tesis para la edición final, de tal forma que, cogiendo la primera letra de cada tema, se leyese “Hecho por…” y nuestros nombres… Pero creo que me he desviado del tema.

—Una historia realmente preciosa —confesó Shiny.

—Esto… Creo que aquí huele un poco mal… —Shadow, sonriendo, miró a Reddish.

Todas se acercaron y, efectivamente, el pañal parecía haber sido estrenado. Gentle pidió que le acercasen un pañal nuevo, un bote de polvos de talco, un paquete de toallitas con loción para bebés y la toalla que estaba en una esquina del sofá.

Cuando se lo acercaron, la yegua del cuerno roto puso la toalla sobre la mesita del salón y situó a Reddish encima del paño. Las demás se acercaron con curiosidad, pues no querían perderse detalle alguno de cómo Gentle iba a cambiar el pañal.

En un movimiento más instintivo que requeriente de esfuerzo alguno, Gentle quitó el pañal con los dos cascos y limpió los restos de excrementos del cuerpo de la pequeña dragoncita, usando un pañuelo con loción.

Sin embargo, antes de poner los polvos de talco, Reddish se relajó, poniendo cara de circunstancias… y orinó sobre la cara de Gentle. Todas se rieron, excepto la unicornio de dos colores, que se quedó observando a Reddish con los ojos entrecerrados.

—Me… has… orinado encima… —ésta balbuceó entre dientes—. Mereces un castigo, Reddish.

Todas dejaron de reír y abriendo los ojos por la sorpresa. ¿Acaso Gentle iba a hacer daño a la pobre bebé?

—¡Y ya sé el castigo que te voy a aplicar…! —Gentle acercó su cabeza al vientre de Reddish—: ¡¡La tortura del soplido!! —y, juntando su boca sobre la tripa de la dragoncita, empezó a soplar, de tal forma que el aire, al escapar, formaba un grave sonido que provocaba la risa de la pequeña. Y, cuanto más lo hacía Gentle, más se reía Reddish. Todas las amigas se contagiaron de la alegría y volvieron a sonreír.

Cuando Gentle, cansada, paró de hacerlo, Reddish bostezó. Se acercaba la hora de que durmiese, así que la limpió otra vez, le puso los polvos de talco y le ajustó el nuevo pañal. Después se giró hacia las demás:

—¿Queréis cogerla mientras me doy una ducha? —preguntó.

Todas se activaron como un resorte cuando oyeron esas palabras. Por supuesto que querían cogerla, y hacerle reír, y darles mimos, y hacerle cosquillas a la pequeña.

—¿No te preocupa que pueda…? —empezó a preguntar Feather.

—Si no puedo confiar en mis amigas, ¿en quién podría hacerlo? —respondió la unicornio de dos colores, justo antes de desaparecer de la habitación rumbo a la ducha.

Las cinco amigas aprovecharon el momento en que Gentle no estaba para hacer toda clase de caras raras a Reddish y gestos extraños… carantoñas a las que Reddish respondía con risas.

Knowledge fue la primera en cogerla, después lo hizo Shiny, más tarde la sujetó Feather, posteriormente Shadow la levantó y, por último, la sostuvo Flashing.

—Ten cuidado —le dijo Knowledge a la potrilla unicornio.

—Cógela por aquí —le recomendó Shiny.

—Pon las patas así —Feather colocó sus patas, como ejemplo, en una posición en concreto.

—Lo estás haciendo muy bien, Flashing —Shadow sonrió.

La prestidigitadora miró a todas con un gesto serio, excepto a Shadow, a quien le devolvió una sonrisa.

—Que sea más joven que vosotras no significa que no pueda sujetar a un bebé —exclamó—. Además, que yo sepa, tampoco vosotras tenéis mucha experiencia en esto.

Gentle volvió al salón, justo para ver cómo la pequeña dragoncita pegaba un largo bostezo.

—Creo que es hora de ir a dormir —dijo, cogiendo a la criaturita con sumo cuidado—, despídete de todas por hoy, Reddish —Gentle inclinó levemente a la bebé para que todas pudiesen despedirse. Así lo hicieron las cinco, bien levantando el casco como lanzando besos hacia ella.

La unicornio de dos colores, al dirigirse hacia la puerta, pasó al lado de un mueble y cogió un walkie-talkie emisor para bebés, después se encaminó a su habitación y dejó a Reddish suavemente en la cuna. Entonces empezó a cantarle una antigua nana.

Flashing fue hasta la puerta y miró de manera furtiva hacia la habitación de Gentle. El arrullo se oía muy bajito, así que volteó la mirada, hizo una señal de silencio a las demás y cogió el walkie-talkie receptor. Entonces volvió al sofá, donde estaban las demás con una sonrisa de oreja a oreja, y encendió el aparato.

La nana que cantaba Gentle era realmente preciosa y evocadora. Todas, excepto Shiny y Feather, recordaron su más tierna infancia, pues a ellas también le recitaron esa cantinela cuando eran bebés.

—Vale, la nana es bonita, pero… ¿por qué ponéis esas caras? —preguntó Shiny, sin comprender nada, mientras miraba a las demás. Entonces cruzó su vista con la de Feather, que tenía la misma expresión que ella.

—Esta nana me resulta muy conocida... —dijo Knowledge en voz baja.

—Esta canción la he escuchado antes... —exclamó Shadow, también en un susurro.

—Y yo… y recuerdo exactamente la voz con la que me la cantaban… Es la misma voz que usa Gentle con Reddish —expresó Flashing.

De repente la nana paró. Reddish debía de estar dormida. Flashing, saliendo de la ensoñación anhelante, se levantó rápidamente. Se acercó al mueble donde había cogido el receptor y, apagándolo, lo dejó en el mismo sitio. Gentle entró al salón justo cuando la potrilla unicornio acababa de sentarse de nuevo. La unicornio de dos colores cogió el walkie-talkie receptor y, encendiéndolo, lo puso sobre la mesa.

—Bien, ahora que Reddish está dormida, podemos hablar —dijo, mientras se sentaba en el sillón—. Os agradezco muchísimo que hayáis venido a ver a la pequeña… Sois las únicas del pueblo que se han interesado positivamente por ella.

—No puede ser —exclamó Shiny—. ¿Cómo que las únicas?

—Lo que oyes —respondió Gentle—. Todo el pueblo se está poniendo en contra de Reddish, solo porque es una dragona.

—Pero si es táaaan adorable —Flashing puso cara de poni buena.

—Lo es, pero ellos no quieren verlo —la yegua del cuerno roto bajó la mirada, apenada—. Reddish no está segura en mi casa, lo sé. Pensé por un momento que iban a ser más comprensibles, pero por desgracia me he equivocado.

—Quizás estés exagerando —comentó Knowledge.

—¿Sabes lo que he oído antes cuando iba a entrar en casa? —preguntó Gentle—. “Mira, ahí está el hogar de los monstruos”, dijeron dos sementales, mientras señalaban esta casa.

—Eso es horrible —expresó Flashing, lamentándose.

—Incluso Muffled se ha puesto en contra de Reddish… —declaró la unicornio de dos colores—. Es la última poni de la que me esperaría algo así.

—Por cierto —exclamó Shadow—, la he visto antes… estaba llorando, con Magic intentando animarla. Era una estampa muy triste, la verdad. Intenté acercarme para consolarla, pero Magic negó con la cabeza.

—Por lo visto su expulsión del Consejo le ha afectado más de lo que yo pensaba… —dijo Gentle, que volvió a la mirada, apesadumbrada.

—¿Muffled ha sido expulsada del Consejo del Pueblo? —la herrero abrió los ojos como platos—. ¡Pero si era toda su vida! ¡Entrar en el Consejo había sido un sueño para ella!

—He ejercido mi derecho a veto para su expulsión —indicó la yegua del cuerno roto—. Sé que ha sido una acción demasiado precipitada, pero no queráis saber lo que dijo ella sobre Reddish… y encima la pobre estaba ahí, oyéndolo todo —los ojos de Gentle empezaron a humedecerse por la tristeza.

—Tranquila Gentle, tranquila… —Shiny se levantó y se sentó en la oreja del sillón, mientras rodeaba los hombros de la unicornio de dos colores con su pata—. No pasa nada… Estáis a salvo ahora, y eso es lo importante.

—¡Pero es que dijo que Reddish debería haber muerto! —chilló Gentle, sollozando—. ¿Cómo puede alguien desear la muerte de… de… de un inocente bebé? —y, tapándose la cara, lloró amargamente.

Todas las demás se miraron entre sí. La situación era demasiado preocupante: Gentle y, sobre todo, Reddish necesitaban de su ayuda. Asintieron todas a la vez y Shiny continuó hablando:

—Vosotras quedaos en casa unos días, hasta que todo esto se tranquilice… Mientras tanto, nosotras te traeremos comida, pañales y todo lo que necesitéis —declaró.

La yegua de dos colores levantó la vista y miró a Shiny.

—Gracias… —dijo, aún con lágrimas en los ojos—. Gracias, de verdad… —abrazó a la pegaso—. Gracias a todas… Sois las mejores amigas que podría tener… —exclamó, mirando a las demás.

—De todas formas —respondió Shadow—, no creo que los demás sean tan estúpidos como para hacer una tontería.

Gentle miró fijamente a la herrero.

—Sé lo que es infundir terror a los demás —exclamó, señalándose su cuerpo de dos colores—. Es un horror que sufrí durante demasiado tiempo. No quiero que a Reddish le pase lo mismo. Ella es un ser inocente… Ni siquiera es capaz de controlar sus funciones básicas, lo habéis visto —volvió a llorar—. ¡Y yo que pensaba que los habitantes de este pueblo iban a comprender algo… qué equivocada estaba… son unos monstruos… lo son ellos, no Reddish!

Todas se levantaron del sofá y empezaron a rodear a la unicornio de dos colores, intentando consolarla.

—Tiene que salir de aquí —siguió hablando Gentle, entre sollozos—, alejarse de todos… Tiene que ir a un lugar seguro para ella, aunque sea lejos de mi lado. Es lo mejor… Aunque desgraciadamente tiene que aguantar unos días aquí… Su cuerpo aún está débil, no está preparada para un viaje largo… Y ese tiempo lo aprovecharán esos malnacidos —señaló hacia la calle— para intentar hacerle daño… Lo sé…

Sus amigas empezaron a hablar para alentar e intentar animar a Gentle. Declararon, entre otras cosas, que no iban a dejar que nada le pasase a Reddish, y acompañarían a las dos a todos lados, si salían, y vendrían a esa casa si decidían no hacerlo. Incluso todas dormirían allí, para evitar que le ocurriese algo a la bebé dragón.

[center]* * *[/center]

Con una tristeza aún presente, Gentle empezó a recoger el salón. Apenas hacía unos minutos que sus amigas habían salido de casa y en breve volverían pertrechadas con un montón de cosas, entre ellas sacos de dormir. Habían decidido dormir todas esa noche en su casa, así como todas las veces que hiciese falta hasta que Reddish tuviese fuerza suficiente como para aguantar un viaje hacia otro lugar.

La yegua del cuerno roto estaba recogiendo el paquete de pañales con la boca cuando el walkie-talkie receptor se activó, oyéndose un fuerte ruido en la habitación donde estaba la cuna de la pequeña. Gentle directamente dejó caer el paquete y trotó, tan rápido como pudo, para proteger a Reddish. El sonido que salía ahora del receptor era el de la bebé empezando a llorar.

Cuando llegó a la habitación, encendió la luz y echó un rápido vistazo general. En la cuna, Reddish lloraba fuertemente, mientras que la ventana de la habitación estaba completamente rota. En el suelo, a escasos centímetros de la cuna, una gran piedra todavía estaba rodando. Alguien había lanzado esa piedra a través de la ventana y casi había impactado sobre la pequeña dragoncita.

Instintivamente, la unicornio de dos colores se puso por delante de la cuna y se acercó poco a poco a la ventana, para mirar quién había hecho esa salvajada. En la calle, tres jóvenes potrillos, aún sin Cutie Mark, miraban directamente hacia la posición donde estaba ella, gritando de alegría por haber acertado el impacto, mientras sopesaban más piedras.

—¡¡Malditos bastardos!! —gritó Gentle, asomándose por la ventana—. ¡¡Fuera de aquí u os convierto en piedra!!

Esas palabras asustaron a los potrillos quienes, dejando caer las piedras, empezaron a recular hasta que, dándose la vuelta, huyeron. Gentle se giró y miró directamente a Reddish, que aún seguía llorando, asustada. La unicornio de dos colores se acercó a ella y, cogiéndola, la llevó hasta su pecho. Entonces la yegua miró al infinito, mientras sus ojos se humedecían a raíz de la impotencia y el dolor por el incomprensible odio hacia Reddish.

Tardó poco en tranquilizar a la pequeña, pero su cabeza estaba en otra cosa, pues la situación era aún peor de lo que se imaginaba: si esos potrillos habían tirado piedras contra la ventana de la habitación de Reddish, era porque ellos ya odiaban a la bebé dragón, y un potrillo solo odia o ama lo que odia o ama todo aquel que está a su alrededor. Por lo tanto, los padres de esos chiquillos despreciaban a Reddish y habían alentado a sus hijos a aborrecer al mismo objetivo.

Gentle llegó a una conclusión: tenía que abandonar inmediatamente Northwest Mines Town. Probablemente los potrillos, asustados, contarían con exageraciones lo ocurrido a sus padres y estos, ayudados por sus familiares y por sus vecinos, se tomarían la justicia por su casco. En otros tiempos, Gentle podría haber acabado con todos los agresores en apenas un segundo, pero ahora, sin sus amigas a su lado, no tenía magia suficiente más que para defenderse débilmente, o bien para hacerlo de forma completamente descomunal…

De todas formas, el objetivo principal era proteger a Reddish, así que cogió a la pequeña y la llevó al salón, recostándola en el sillón. Después agarró un zurrón doble que estaba sobre una percha al lado de la puerta y se la ajustó, llenándola a continuación de unos cuantos pañales, cremas, leche en polvo, gemas y algún que otro juguete, asegurándose de que no debía llenarlo demasiado. Seguidamente asió la mochila y se la puso. Con sumo cuidado colocó a Reddish dentro de la bolsa porta-bebés y se dirigió a la cocina. Allí, en una esquina, había un aparato que destacaba completamente sobre el resto del mobiliario. Era la trituradora de carne. Tomó una gema de un pequeño montón al lado de la máquina y, encendiéndola, metió la piedra en la boca de entrada. Con una serie de chirridos y movimientos espasmódicos, la picadora empezó a machacar, poco a poco, la gema.

Cuando el aparato terminó de pulverizar la joya, Gentle cogió una servilleta y puso todo el polvo de gema dentro de la servilleta, plegándola y anudándola a continuación y metiéndola en el zurrón. Buscando qué más debía llevarse antes de salir del pueblo, volteó la cabeza, haciendo una panorámica de la cocina. Entonces encontró la correa con el biberón que estaba en la mesa y, agarrándola, la limpió con esmero en el fregadero.

Al cerrar el grifo, empezó a oír un ruido fuera de su casa. Temiendo lo peor, la unicornio de dos colores movió ligeramente la cortina. Fuera, en la calle, unos ponis, portando antorchas, se estaban arremolinando al lado de la estatua. De vez en cuando, alguno de ellos señalaba, con gestos violentos, hacia la casa de Gentle. Ésta frunció el ceño: definitivamente ya había empezado… El pueblo se había convertido en una turba rabiosa, y Reddish era el objetivo de su furia.

Desgraciadamente, sabía que no podía salir por la puerta principal, pues desde la posición en que estaba el grupo, sin duda las verían si usaban esa salida, y su posible ventaja se vería rápidamente reducida, a causa del peso de sus zurrones y del cuidado que debía tener con la pequeña… Solo quedaba una opción: debían escapar por la salida secreta. Gentle se acercó a su habitación, abrió el armario y descolgó una túnica negra. Con un rápido movimiento se lo puso por encima, logrando tapar de esa forma tanto su cuerpo como el de la pequeña dragoncita.

Estaba lista para salir, y sabía dónde tenía que ir para que Reddish tuviese una oportunidad de vivir. Tenía que ser un lugar donde tuviese todas las atenciones y, a la vez, ser completamente segura para ella… Y solo había un lugar en toda Equestria donde Reddish estaría totalmente a salvo: el Palacio Real de Canterlot.

[center]CONTINUARÁ...[/center]
Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo. Esperad atentos para la siguiente parte.

Postdata: Discord ansioso frente al ordenador de imagen de fondo... Pues que sepas que en este capítulo sales tú, campeón...
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
Sr_Atomo
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x11 - 2ª Parte

Mensaje por Sr_Atomo » 08 Dic 2013, 14:38

Pues ahora, cuando la mayoría está comiendo, aprovecho y pongo la siguiente parte:

TAGS:

Mucho de:

Image <-- Preparad pañuelos... Lo digo en serio.

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Y un poquito de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la segunda parte de cuatro:
Spoiler:
[center]MY LITTLE PONY[/center]
[center]PARALLEL STORIES[/center]
[center]Chapter 1x11[/center]
[center]Reddish[/center]
[center]2ª Parte[/center]

Wise había sacado de su resguardo oculto la armadura de guerra y la puso, parte por parte, sobre la cama, observando el conjunto con una mirada vacía. Su mente estaba en otra parte: aunque poco había que investigar sobre el asunto del huevo, pues únicamente podía haber sido uno de los mineros, aún no sabía a ciencia cierta si el huevo había sido introducido furtivamente o si la habían invocado dentro de la mina usando la magia.

Y también tenía dudas sobre el motivo de tal hecho… quizás fuese para comprobar la seguridad de Northwest Mines Town, o bien para probar el correcto funcionamiento de algo dentro de la mina… o quizás fuese para atraer la atención hacia la mina, o incluso desviarla de ella.

Sin embargo, estaba seguro de que tenía que ver con los robos que habían ocurrido en Detrot y en la mismísima Canterlot. Todos los objetos robados estaban relacionados con Gentle, así que lo más seguro es que el objetivo a robar fuese algo en el interior de la mina, pero también podría ser una estratagema para robar en la mismísima casa de la unicornio de dos colores.

Decidió entonces, mientras se ajustaba los protectores internos de los cascos, que lo mejor sería, por una pate, vigilar la casa de Gentle y, por otra, pedirle a Muffled la tabla de horarios de entrada y salida de mineros, para buscar en él un mínimo descuadre o cualquier alteración que le pudiera proporcionar una pista. Claro que solicitar la ayuda a Muffled implicaba meterla de lleno en un asunto demasiado turbio y peligroso, y no quería hacerlo… Aunque… ¿Y si pedía la colaboración de todos los miembros del Consejo? Sí, era la mejor opción.

Cuando cogió la siguiente parte de la armadura, escuchó un griterío en la calle, a la vez que, a través de la las cortinas de la ventana, entrevió oscilaciones luminosas. Sabiendo que algo estaba pasando fuera, se asomó, moviendo ligeramente los visillos. Entonces entrecerró los ojos, enfadado: fuera había una turba de ponis y parecían dirigirse a casa de Gentle.

Rápidamente puso la armadura otra vez a buen recaudo, dejándose únicamente puestos los protectores de las patas, que eran unas finas tiras doradas que podrían tomarse como un simple adorno. Después salió a la calle y se dirigió directamente a casa de la unicornio de dos colores.

Delante de dicha casa, llamando a la puerta, estaban las amigas de Gentle, ignorantes de lo que acontecía al otro lado de la calle. También, trotando con rapidez, todos los miembros del Consejo se dirigían al mismo lugar. Y, por delante de todos, Muffled Yell acudía, con gran velocidad, a la vivienda de la yegua del cuerno roto.

—¡Apartaos de la puerta! —gritó Magic justo antes de llegar.

—¡Esto era lo que quería evitar en la reunión de esta mañana! —Muffled se paró y, señalando la turba que empezaba a acercarse, dijo mirando a todos los miembros del Consejo.

—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Shiny, entrecerrando los ojos, aunque se imaginaba ya la respuesta.

—Quieren echar a Gentle y a Reddish del pueblo… O algo peor —exclamó Wise cuando llegó junto a los demás.

Flashing, asustada, llamó de forma insistente a la puerta. Si su amiga del cuerno roto estaba ahí, ellas debían entrar para proteger la casa, o bien necesitaban instar a Gentle para que ella y Reddish saliesen del pueblo hasta que se calmasen las cosas. Pero no hubo contestación desde el interior de la casa.

Cuando la turba de ponis furiosos llegó hasta el grupo, se pararon. El semental más fuerte y grande dio un paso hacia delante, mostrándose como el cabecilla. Era un poni de tierra de cuero marrón con la crin azul. Entonces éste miró directamente a Wise, que se había interpuesto directamente entre el grupo y la morada de Gentle.

—Aparta, pequeñajo —espetó el gran semental, enfadado.

—Por favor, volved a vuestras casas —respondió Wise—. Aún estáis a tiempo de recapacitar… Y nosotros olvidaremos todo este asunto.

—¡He dicho que apartes! —espetó el cabecilla—. Vamos a decirle a… “esa” —señaló la casa de Gentle— que no queremos monstruos aquí.

—Por favor, no me hagáis enfadar… —indicó Wise, mientras todos los miembros del Consejo se ponía inmediatamente detrás de él para reforzar la seguridad, cosa que también hicieron las amigas de Gentle y Muffled, aunque ésta última se puso en primera fila, al lado de Wise.

—¿Qué vas a hacer tú, pequeñín? —el gran semental se rió.

Wise miró a su alrededor. Un poco más allá había una piedra bastante grande, del tamaño de la cabeza de un poni. Manteniendo un espectral silencio, se acercó a ella y la cogió, volviendo a su posición inicial. Entonces, mirando con indiferencia al gran poni de tierra, agarró la piedra con las dos patas delanteras y comenzó a apretar. Entonces los protectores de la armadura empezaron a cumplir su trabajo… En cuestión de un par de segundos, la piedra literalmente reventó, convirtiéndose en arenilla.

Comprendiendo la indirecta, el cabecilla tragó saliva, asombrado. Lentamente, se giró en redondo y levantó una pata, indicando al resto del grupo que se disgregaba la turba. En un instante todos los ponis que la integraban volvieron a sus hogares y cerraron las puertas a cal y canto, a la vez que bajaron las persianas.

Al mismo tiempo, las puertas de otras casas se abrieron y de ellas empezaron a salir un gran número de ponis, portando sartenes, garrotes y amasadores de pan. Éstos empezaron a dirigirse hacia la casa de Gentle. Cuando se encontraron a la altura del anonadado grupo, se pararon.

—Hemos visto lo que habéis hecho —dijo una de las hermanas Numbers, en concreto Reale.

—Y nos habéis hecho armarnos de valor… —añadió la otra hermana Reale, Imaginary.

—¡Venimos a defender a Gentle y a la bebé dragón! —exclamaron las dos a la vez.

Todos los miembros del Consejo, todas las amigas de Gentle y Muffled Yell sonrieron. Afortunadamente, una gran cantidad de ponis de Northwest Mines Town estaban, como ellos, de parte de Gentle. Ponis que no la veían como un monstruo, ni a ella ni a Reddish. Sin duda, esa era una gran noticia.

Flashing volvió a llamar a la puerta de la unicornio de dos colores, pero seguía sin responder nadie.

—Mirad —Wise señaló a un lateral de la casa.

Se reunieron todos junto a él y entonces lo vieron: una de las ventanas bajas estaba rota, con apenas unas pequeñas esquirlas de cristal que colgaban del batiente. De hecho, el espacio que había era suficiente para que un poni adulto pudiese pasar.

—¡¡No puedo creerlo!! —chilló Shiny—. ¿Y si alguien entró por ahí y sorprendió a Gentle y a Reddish? —miró con los ojos como platos hacia los demás—. ¡¡Sin nosotras a su lado, Gentle no tiene magia!!

Flashing, temiendo lo peor, comenzó a llorar, mientras llamaba desesperadamente a la puerta.

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Gentle llegó a la señal de la encrucijada de caminos. Se volvió durante un momento y miró, con gesto preocupado, en dirección a Northwest Mines Town. Sentía haberse marchado sin avisar a sus amigas, pero era apremiante alejar a Reddish de ese ambiente nocivo.

Por suerte para ellas dos, la casa de Gentle disponía de una salida secreta en el subsuelo, que estaba dos puertas a la izquierda de la de “La cocina de los horrores”, como a veces llamaba Gentle al cuarto donde tenía su “comida”. A pesar de que tenía hambre, no cogió nada de comida de ese cuarto, pues sabía que si la pillaban en Canterlot, el hecho de portar ese tipo de alimento iba a ser un agravante. Aunque sí tomó un cuchillo, intuyendo que iba a necesitarlo cuando llegase el momento.

Miró hacia Reddish, que estaba mordisqueando, a la vez, una gema y un mechón de la blanca crin de Gentle. Por lo menos la bebé dragón parecía estar bien, a la vez que ajena a todo lo acontecido. La yegua sonrió: quizás Reddish fuese en realidad más fuerte de lo que había creído en un principio, por lo que era posible que pudiese aguantar todo el ajetreo del camino.

Lentamente, Gentle tomó el camino de la izquierda y empezó a dirigirse hacia Ponyville y, desde allí, cogería el tren hasta Canterlot… Esperaba que en la estación de tren no hubiese ningún guardia, pues no quería fracasar tan pronto en su odisea.

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Wise entró en casa de la unicornio de dos colores a través de la ventana rota, salvando con cuidado la zona de trozos de cristal que había en el suelo. Había dicho a los demás que iba a buscar a Gentle y a Reddish, pero ese no era su único objetivo: Cabía la posibilidad de que el ataque hubiese sido una distracción, con el único objetivo de robar algún objeto de la vivienda y, por lo tanto, que el ladrón fuese el mismo, o perteneciese al mismo grupo, que el ladrón o ladrones que robaron en Detrot y en Canterlot.

Debido a la profesionalidad de los robos en las otras dos ciudades, no pudo descartar que nadie hubiese entrado en ese lugar, a pesar de que los trozos de cristales estaban desperdigados por todo el piso, sin que nadie los hubiese pisado. Al menos, eso podía dilucidar al observar las esquirlas que estaban más cerca de la ventana.

Rápidamente se deslizó hasta la siguiente habitación, observando rápidamente el panorama. Nada había sido tocado. Se movió hasta el salón, donde observó un hueco vacío en el perchero que estaba junto a la puerta, y después hasta la cocina. Todo lo demás estaba impoluto, a excepción de los paquetes de pañales y demás que había comprado Gentle esa mañana.

Registró toda la casa, con igual resultado. Abrió cajones y armarios, observando de un vistazo su interior. Sin embargo, en la habitación de la unicornio de dos colores, al abrir el guardarropa, torció el gesto: una de las perchas estaba vacía. Solo le quedaba una habitación por analizar: la biblioteca. Entró allí rápidamente, buscando cualquier objeto cuya desaparición destacase. Conocía perfectamente el afán de perfeccionamiento que tenía la unicornio, así que, si faltaba algo, por pequeño que fuese, rápidamente lo notaría. Pero no faltaba ningún libro, ningún pergamino, absolutamente nada.

Sin embargo, se fijó en un volumen en concreto. Con sumo cuidado, lo sacó de la estantería y miró su portada. Ésta era completamente negra y estaba llena de runas doradas, formando un extraño idioma. Wise no podía creerlo… ¿Cómo había sido capaz Gentle de obtener semejante libro? Sabía que toda la biblioteca de la unicornio de dos colores era portentosa, conteniendo libros prácticamente imposibles, valiosos y únicos, pero ese compendio era exactamente la mayor joya de la colección. Otra duda surgió entonces en la cabeza del semental: ¿podía haber sido capaz esa yegua de haber descubierto sus secretos? Si así era, Gentle era aún más impresionante de lo que se imaginaba. Rápidamente abrió el libro y empezó a hojearlo. En todas las páginas donde había hechizos, alguien había escrito, al pié de la página, una serie de anotaciones. Fijándose mejor, determinó que la letra de las notas era inconfundiblemente de la yegua de dos colores. Wise se sorprendió: Gentle no solo había sido capaz de descrifrar esos legendarios hechizos, sino que, a juzgar por lo que se podía leer en los comentarios, los había mejorado hasta superar los límites más increíbles.

Al cerrar el volumen, su sonrisa era acentuada: definitivamente ésta era la prueba de que Gentle había cambiado para bien, pues el hecho de que Equestria siguiera existiendo, teniendo en cuenta el alcance y poder de esos conjuros modificados, era la demostración de que su corazón estaba eliminando la pátina de oscuridad y destrucción acumulado dentro de ella durante demasiado tiempo. De todas formas, tendría que informar a la Princesa Celestia de la posesión de ese grimorio por parte de la unicornio de dos colores.

—¿Están dentro? —preguntó Shiny desde fuera, a través de la ventana rota.

Wise dejó el libro exactamente en la misma posición y se dirigió hacia la habitación desde donde había entrado. Entonces miró directamente a la pegaso y negó con la cabeza. A continuación salió de la vivienda y se juntó con los demás.

—La casa está vacía —declaró—. Pero, exceptuando la ventana rota, no hay rastros de lucha o de violencia, así que lo más probable es que se hayan ido, pues he notado que falta un zurrón, una túnica y algunas cosas más. Incluso es posible que lo hiciesen antes incluso de este triste episodio de venganza —comentó, señalando panorámicamente hacia las casas del pueblo, dando a entender que estaba refiriéndose a la turba.

>>Tenemos que ir a buscarlas, pero no para traerlas de vuelta, sino para acompañarlas hasta donde hayan decidido ir. Ahora mismo, lo más importante es que Reddish llegue a un lugar seguro para ella. Ya habéis visto lo que ha ocurrido aquí, así que es crucial que la misión de Gentle siga adelante —siguió diciendo el semental.

>>Necesito… No, mejor dicho, todo el Consejo del Pueblo necesitamos que os quedéis aquí para vigilar la casa de Gentle —Wise miró a los habitantes del pueblo reunidos allí—, así como también debéis estar alerta de la entrada a la mina —expresó, pues no quería dejar cabos sueltos con el asunto del huevo—. Es posible que algún poni, totalmente trastornado, intente volar la montaña, para querer dar a entender lo que ocurriría si Reddish sigue en el pueblo… Recordad que únicamente nosotros sabemos que ella ya no está aquí.

—Wise —comentó Magic—, ¿quieres que nos quedemos nosotros también? —señaló a Disarming, a Look y a ella misma—. Más que nada porque alguien tiene que organizar los grupos para las tareas.

—Perfecto —el semental sonrió, agradeciéndole la idea a la tendero—. Iremos en su busca sus amigas, Muffled y yo —entonces se dirigió hacia ellas y continuó hablando—. Vosotras tres —señaló a Shadow, a Knowledge y a Flashing—, indagaréis en ManeHattan, vosotras dos —señaló a Shiny y a Feather—, lo haréis en Fillydelphia. Muffed y yo iremos a Ponyville. ¿Estáis de acuerdo? —todas asintieron—. De acuerdo, id a vuestras casas y aprovisionaros para el viaje, pues va a ser largo… En quince minutos saldremos todos desde aquí —Wise señaló la casa de Gentle—. Y, por favor, tened cuidado ahí fuera.

Todos los elegidos se dirigieron a sus respectivos hogares y cogieron comida y dinero, así como otras cosas que podrían necesitar. Wise, además de hacer lo mismo, volvió a sacar la armadura de guerra y lo envolvió en un pequeño manto grisáceo, que cargó junto a sus enseres.

Cuando todos se reunieron de nuevo en el lugar indicado, Magic entregó a cada grupo un paquete de pañales, otro de toallitas, dos botes de leche en polvo y varias tarrinas de crema infantil.

—Cuidad de que lleguen sanas y salvas a su destino… —dijo al terminar, con lágrimas en los ojos.

A continuación, la comitiva de rescate salió silenciosamente del pueblo, dividiéndose en pequeños grupos al llegar a la encrucijada de caminos.

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Con una expresión sombría, y limpiándose los restos de vómitos de la comisura de su boca, Gentle entró en Ponyville. Había tardado menos de lo que esperaba. Afortunadamente Reddish había aguantado perfectamente el viaje y su comportamiento había sido tranquilo, como si supiese que el viaje era para encontrar el lugar ideal para ella. De hecho, ni siquiera se había quejado en ninguna de las dos veces que Gentle tuvo que cambiarle el pañal. Por lo tanto, viendo la entereza y fuerza que poseía la pequeña dragoncita, la unicornio había decidido acelerar la velocidad mediante el uso de la magia.

Reddish seguía chupeteando, alternativamente, la gema, que ya tenía los bordes redondeados, y la crin de la unicornio, que también había mermado su longitud, fruto de la excesiva y ácida salivación de la bebé dragón.

Gentle se dirigió inmediatamente hacia la estación de trenes, pues nada se le había perdido en ese pueblo y debía llegar lo antes posible a Canterlot. Una vez allí, compró el billete mientras intentaba ocultarse de la mirada inquisitiva del vendedor. Sabía que estaba llamando la atención con ese manto por encima, aunque también supo que lo atraería aún más si no estuviese ataviada con la túnica.

Esperó pacientemente en el andén a que llegase el tren. Entonces, por detrás de ella, empezaron a escucharse murmullos. Se giró y vio al vendedor de billetes hablando con dos guardias. Gentle sabía que ella era el motivo de esa conversación, así que se apartó hacia un lado y salió de la zona visible de la plataforma, hasta situarse en un punto tal que seguiría oculta de los soldados, incluso si estos salían al andén para buscarla.

Al poco tiempo llegó el tren, que paró lentamente en la estación de Ponyville. Gentle esperó en su sitio, mientras el resto de viajeros subía o bajaba de los distintos vagones. Sabía que los guardias estarían mirando directamente hacia el ferrocarril, esperando que ella subiese. De hecho, los soldados se colocaron directamente al lado de las puertas de los dos vagones que tenía la locomotora enganchada. Gentle entrecerró los ojos y apretó los dientes: estaba atrapada, pero las tornas cambiarían. Solo debía esperar a que todo se volviese propicio para ella. Entonces el silbato de la estación sonó y la expresión de la unicornio cambió a una fría y desagradable sonrisa.

Cuando se cerraron las puertas y empezó a moverse el tren, Gentle comenzó a trotar hacia delante, rumbo a las vías. Los guardias la vieron y emprendieron, a su vez, la persecución, intentando interponerse en el camino de la unicornio. La locomotora cada vez aceleraba más y más, y los soldados cada vez estaban más cerca de Gentle… pero ésta estaba desesperada por conseguirlo… Y lo consiguió: en el último momento saltó, impulsándose con las patas traseras, mientras que, con una de las delanteras sujetaba a Reddish, y con la otra se aferró a la escalerilla del último vagón del tren, posicionándose, de forma poco ortodoxa, en la parrilla horizontal.

Rápidamente Gentle se rehízo y miró a la pequeña dragoncita. A la bebé dragón esa acción le había parecido divertida, a juzgar por las risas que emitía. Afortunadamente no le había pasado nada. Gentle exclamó, mientras sonreía:

—Próxima parada: Canterlot.

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Cuando Wise miró hacia atrás, las amigas de Gentle ya no estaban a la vista.

—Espera, Muffled… —dijo, haciendo parar a la jefa de mineros—. Tengo que ponerme la armadura y la túnica.

—¡Ah! —contestó ésta—. Así que eso era lo que tenías ahí… —señaló la grupa del semental—. ¿Una armadura? ¿Para qué…?

—A partir de aquí es demasiado peligroso —respondió Wise, mientras desenredaba el manto y empezaba a ajustarse las piezas—, y tenemos que ir lo más rápido posible. Gentle va directamente a su propia perdición.

—¿A su perdición? —Muffled estaba perpleja— ¿A qué te refieres con eso?

—Verás… —el semental se terminó de ajustar las piezas de las patas traseras—, Gentle va a llevar a Reddish al lugar más seguro de toda Equestria, ¿y qué lugar crees tú que es ese?

—Probablemente —la jefa de mineros se quedó pensativa—, si yo fuese ella, llevaría a Reddish a Canterlot… Es la capital de Equestria, donde más seguridad hay.

—Correcto —Wise acabó de ceñirse las piezas de las patas delanteras—, ¿Y cuál es el lugar más seguro de Canterlot?

—Eso es fácil —Muffled le miró directamente—. Donde reside la más sabia y poderosa de Equestria: la Princesa Celestia. Por lo tanto, el lugar más seguro de todo el país es el Palacio Real.

—Exacto —el semental acabó de ajustarse las piezas del pecho y el casco, y, cogiendo la túnica, se lo puso por encima, tapando completamente su cuerpo—. Y, por eso mismo, Gentle se dirige a su perdición.

La jefa de mineros abrió los ojos como platos.

—¿Pero cómo…? —dijo, sin saber cómo seguir.

—Porque Gentle Colors y la Princesa Celestia son enemigas —declaró el semental. Muffled quedó sin habla—. Sube a mi espalda, te seguiré contando por el camino… —Wise estiró la pata hacia la jefa de mineros, que aceptó dudosa la invitación.

Una vez ésta se situó, agarrándose como pudo a la túnica, sobre la espalda del semental, éste se encabritó, poniéndose a dos patas. Muffled, en equilibrio precario, se agarró aún más fuerte, apretando sus patas traseras sobre los flancos de la grupa del semental. Cuando éste volvió a su posición inicial, comenzó a galopar cada vez más y más rápido, hasta que el paisaje se convirtió en una amalgama sin sentido de líneas horizontales.

—Si notas que te mareas, cierra los ojos —aconsejó Wise.

—¿Qué… es… esto? —Muffled tenía los ojos fuertemente cerrados y estaba completamente asustada, lo que hizo que apretase aún más su sujeción sobre la grupa del semental, que ni siquiera se inmutó.

—¿Verdad que es maravillosa? —Wise sonrió—. Es una armadura de guerra realmente espectacular. Ahora mismo estamos, literalmente, volando a ras de tierra. Esto es lo que sienten los Wonderbolts cuando ejecutan sus acrobacias.

—¿Ganas de vomitar? —la jefa de mineros empezó a sentir unas ligeras arcadas. Wise se rió.

—De acuerdo, bajaré un poco la velocidad —dijo al final, después de reírse, y frenó un poco.

—Mucho mejor —Muffled se tranquilizó—, gracias.

Hubo un pequeño silencio bastante incómodo.

—Wise, hay algo que no comprendo —habló la jefa de mineros—. Teniendo en cuenta la forma de ser tan paciente y condescendiente que por lo general tiene Gentle, ¿cómo es que no ha perdonado a la Princesa? Si ésta no pudo devolver su cuerpo al color original, no es culpa suya. Y es más… ¿Por qué la Princesa Celestia odia a Gentle?

—Deberías saber que esa historia es completamente falsa —respondió Wise—. Ni ella se presentó a la prueba de acceso donde sufrió su alteración, ni se limó el cuerno cuando sus padres la repudiaron, al abandonar el pueblo. De hecho, ellos nunca han estado en Northwest Mines Town. Pero Gentle va contando esta historia a todo el mundo porque necesita exteriorizar una explicación a su aspecto y, a la vez, tiene que protegerse ella misma y a los demás de la verdad… una verdad que es mucho más cruel y despiadada.

—¿Pero qué…? —Muffled comenzó a inquirir, pero paró de repente, pensando en lo que acababa de escuchar.

—Continuaré con la historia, si no te importa —el semental cortó de repente.

—Como quieras —Muffled volvió a preocuparse por su estómago, el cual estaba alterado por la excesiva velocidad que tenían. La jefa de mineros volvió a sufrir un amago de arcada, que rápidamente apagó mediante un gran trago de saliva. Ajustándose de nuevo en la espalda de Wise, deseó que ese caótico viaje acabase lo antes posible.

—Comenzaré desde el principio —el semental se aclaró la garganta—. La Princesa Celestia no siempre ha sido tan gentil y amable como es ahora. De hecho, para ajustarse a la verdad, habría que decir que casi todo el tiempo su reinado ha sido una dictadura.

—¿Cómo puedes decir eso de la Princesa Celestia? —la jefa de mineros soltó una de sus patas y golpeó, a modo de capón, la cabeza de Wise, aunque retiró inmediatamente el casco, que palpitaba de dolor, gracias a la dureza de la armadura que portaba el espía.

—Desde que tuvo lugar la victoria de las dos Princesas sobre Discord —continuó diciendo Wise, que no había sentido el golpe—, la Princesa Celestia tuvo que gobernar el país con casco de hierro, pues Equestria estaba sumido en un caos político y social, con ciertas fuerzas y familias más o menos poderosas que pugnaban por hacerse un hueco en Palacio o, por qué no, incluso luchaban por sustituir a las mismísimas Princesas, y hacerse con el poder de un país emergente.

>>La única forma de gobernar un país así, y de paso eliminar de raíz todo intento de sublevación, era mediante una dictadura totalitaria encubierta. Y así lo hizo la Princesa Celestia, hasta hace relativamente poco tiempo.

—Yo pensaba que la Princesa Celestia siempre había sido el ser perfecto y poderoso que es ahora —Muffled se sorprendió.

—Como lo creen todos… —indicó Wise—. Es lo que tiene el poder controlar desde hace siglos lo que se escribe en los libros de Historia… —el semental se aclaró la garganta y, variando ligeramente el tono, comentó—. “La historia es una serie de hechos contada con la versión de los vencedores” —acelerando ligeramente el paso, siguió explicando, ésta vez con su voz normal—. Además, la tiranía solo se hacía patente dentro de Palacio. Fuera, a la vista de todos, había un aparente bienestar y satisfacción, tal como hay ahora. Por eso, a ojos de los habitantes de Equestria, todos los ataques contra la Princesa Celestia eran perpetradas por criaturas malvadas, cuya misión era provocar el caos y la destrucción en todo el país, cuando en realidad la mayoría de las veces los conspiradores lo que pretendían era instaurar el verdadero orden y paz.

—¿Y qué tiene que ver Gentle en todo esto? —preguntó Muffled, intentando pensar algún ataque contra la regente de Equestria en los últimos años. Excepto la de Nightmare Moon, largamente conocido, no recordó ninguno más.

—Ahora llego a esa parte… —respondió el semental—. Una vez medianamente asentado el país, como ya no había necesidad de seguir con ese sistema de gobierno, empezaron a surgir, a lo largo del tiempo, voces discordantes. Voces como la de la Princesa Luna, la de varios nobles y también de Gentle Colors, que estaba, digamos, en una posición privilegiada, pues llegó a ser su aprendiz. Esas voces abogaban por un reinado basado en el amor y la amistad, contrarios al reinado basado en la fuerza que aplicaba en secreto la Princesa Celestia.

>>Ésta desoyó esas voces y siguió con ese tipo de gobierno, sin comprender por qué se quejaban, si el poder del rencor era perfecto para la magia…

—¿El poder del rencor? —inquirió Muffled, extrañada.

—Dependiendo de las emociones, hay varios tipos de “aprovechamiento” de la magia—explicó Wise—. Unos tipos son positivos y otros son destructivos, de tal forma que se contraponen entre sí. Y, dentro de cada lado, se pueden distinguir varios niveles. Por ejemplo, el odio normal, o rencor, es lo contrario al cariño o amistad, así como el contrario del amor verdadero es el odio puro. Pero luego te seguiré explicando, ahora centrémonos en la historia…

—De acuerdo —contestó la jefa de mineros, volviéndose a agarrar fuertemente a la túnica del semental.

—Tanto la Princesa Luna como Gentle Colors, en diferentes épocas, comprendieron que la única forma que tenían de que la Princesa Celestia descubriese lo equivocada de su forma de gobernar era enfrentándose a ella, pues la regente no atendía a razones. Aunque cada una lo hizo de forma distinta, aunque acabaron de igual manera: la Princesa Luna, convertida en Nightmare Moon, fue exiliada a la Luna, mientras que con Gentle, Celestia fue bastante más… cruel.

—¿Cruel? —preguntó Muffled—. ¿Qué puede ser más cruel que exiliar fuera del planeta durante mil años?

—Muy fácil —exclamó Wise, de forma irónica—: siendo acosada y perseguida hasta más allá de los límites.

—¿En serio Gentle fue perseguida por la Princesa Celestia? —interrogó la jefa de mineros.

—Sí, lo fue —respondió el semental—. Hasta que la Princesa Celestia comprendió realmente el sentido de lo que, tanto la Princesa Luna como Gentle, pretendían que viese. Por lo tanto, convirtió poco a poco la forma de su reinado, pasando de ser una tiranía encubierta a lo que ves ahora… Aunque también comprendió que tenía dos problemas... Dos grandes problemas.

—Nightmare Moon y Gentle Colors, ¿no? —dijo Muffled.

—Exacto —comentó Wise—: por un lado estaba su hermana acumulando un gran rencor y, por otro, estaba Gentle Colors, que, a raíz de ser acosada sin descanso, lo que acumulaba no era rencor, sino odio en estado puro.

>>Con su hermana, el problema era más apremiante pues, aparte del parentesco sanguíneo, sabía que no podía defenderse usando los Elementos de la Armonía; pues había cambiado su… llamémoslo “Base mágica”, de rencor, como fue en un principio, a amistad, como lo es actualmente. Por eso estuvo esperando hasta encontrar una aprendiz que fuese idónea para desempeñar el papel que ella no podía hacer… Y al final la encontró: Twilight Sparkle.

—¿Twilight Sparkle no es la bibliotecaria de Ponyville? —Muffled entrecerró los ojos, pensativa.

—La misma —contestó el semental—. Desde que nació, la Princesa Celestia supo de su gran potencial mágico, así que designó a su sobrina, Cadance, para que fuese su niñera y la orientase para la tarea hacia la que estaba destinada: convertirse en su sucesora.

>>Cuando estuvo preparada, Twilight fue llevada a la Escuela de Magia de Canterlot, y le pusieron una prueba realmente difícil... la misma que ha hecho esta mañana Gentle: incubar mágicamente un huevo de dragón… y que, casualmente, fue la misma prueba que hizo antaño, cuando estudiaba en dicha Escuela, atrayendo en su momento la atención de la Princesa Celestia, al igual que lo atrajo, mucho tiempo después, la consecución de la prueba de Twilight Sparkle.

>>Quizás fuese por azar del destino, o bien es posible que todo estuviese completamente tejido, pero el caso es que Twilight consiguió pasar la prueba, gracias únicamente al poder basado en la amistad, representado por algo llamado “Sonic Rainboom”. Ese hecho fue investigado minuciosamente, y se descubrió que las ponis más afectadas, ya que todas eran yeguas, confluían en un mismo punto: todas eran muy sensibles a la magia basada en la amistad.

—Y se hicieron muy amigas, ¿verdad? —Muffled estaba empezando a comprender.

—Eso es —expresó Wise—. Esas seis ponis son Twilight Sparkle, Pinkie Pie, Rainbow Dash, Rarity, Fluttershy y Applejack. Una vez descubierto esto, la Princesa Celestia se aseguró de ser ella misma la que enseñase a Twilight la cantidad suficiente de hechizos, y también, sin que su aprendiz lo supiese, “moldearla” de tal forma que pudiese aprovechar lo más posible la magia basada en la amistad.

>>Pero la Princesa Celestia no disponía de mucho tiempo: el exilio de Nightmare Moon llegaba a su fin, aunque Twilight también se dio cuenta de ello. Desesperada, la Princesa Celestia envió a su pupila a “reunirse” con las demás. Y el resto de esta historia ya la conocemos todos…

—Sí —aclaró Muffled—: vencieron a Nightmare Moon y evitaron así que la noche se volviese eterna. No creo que haya nadie en toda Equestria que no conozca esa hazaña.

—Bien, entonces volvamos a hablar de Gentle —Wise bajó la cabeza, ligeramente entristecido—. Aunque con Gentle el problema era de menor magnitud, ella ha sido, y es, un verdadero quebradero de cabeza para la Princesa Celestia. Y al decir “de menor magnitud” me refiero únicamente a que Gentle no era capaz de hacer magia, ya que su cuerno roto, que es el punto focal que posibilita realizar magia en un unicornio… Digamos que su rotura fue el primer castigo que recibió.

—Pero esta mañana la hemos visto hacer un hechizo —cortó la jefa de mineros.

—Eso es porque está volviendo a basar su poder mágico en la amistad… —respondió el semental—, que es su estado más afín con respecto a la captación de la magia. Es más, actualmente, todo a su alrededor ha sido propiciado para que así sea: ¿quién crees que “dejó” a Flashing Hooves a las puertas de Northwest Mines Town? ¿Y quién crees que indujo a Shiny Eyes para que llegase a Northwest Mines Town? Ha sido la mismísima Princesa Celestia, que ha movido tierra y cielo para juntar a las seis yeguas y formar así el grupo...

—¿En serio me estás diciendo que todo el asunto de reunir a todas ellas ha sido orquestado? —cortó Muffled, sobresaltada—. Es tan… repulsivo.

—Lo sé —respondió Wise—, pero se hizo para que Gentle tuviera una alternativa: escoger de nuevo el camino de la amistad. Aunque no lo parezca, Gentle es una hechicera muy poderosa… tanto, que, en su estado actual, la cantidad de seres capaz de hacerle frente es muy reducida.

—No creo que Gentle sea tan fuerte —dijo la jefa de mineros—. Solo la hemos visto hacer un hechizo esta mañana, y después se ha desmayado…

—La incubación mágica de un huevo de dragón es uno de los hechizos más difíciles que existen —aclaró el semental—. Pocas veces, a lo largo de toda la historia, se ha conseguido realizar ese hechizo con éxito. Los habitantes del pueblo lo ignoran, pero en realidad hemos asistido a un acontecimiento espectacular. Y recuerda que Gentle apenas puede canalizar la magia, debido a la pequeña protuberancia que tiene por cuerno… Además, hace muy poco tiempo que las seis amigas están reunidas, por lo que las fluctuaciones de onda mágica aún son muy altas e inestables, requiriendo un gran esfuerzo por parte de Gentle.

—De acuerdo, Gentle es ultra-mega-super-espectacularmente poderosa —expresó Muffled—. Entonces, ¿por qué no ha ido la Princesa Celestia a detenerla, usando los Elementos de la Armonía con ella?

—Simplemente porque no puede —respondió Wise—, por dos razones: por una parte, porque ahora mismo no representa un problema para Equestria, ni siquiera ahora, que ha ido adquiriendo negocios aquí y allá, tanto en Equestria como en países extranjeros. Negocios que son…

—¿Que son qué? —interrumpió la jefa de mineros—. ¿Ilegales? ¿Turbios?

—No, no es eso… —titubeó el semental—. No son ilegales, ya que Gentle no solo paga religiosamente todos los impuestos, sino que sus negocios hacen prosperar los pueblos en los que están ubicados, de tal forma que lo que antes eran lugares abocados a la desaparición se han convertido, gracias en parte a esos negocios, en sitios cuya vida ha resurgido.

—¿Entonces qué problema hay, si son positivos no solo para ella, sino para los habitantes de esos municipios? —inquirió la yegua, extrañada.

—Como diría “Número tres”, el problema estriba en que esas sociedades son demasiado estratégicas —fue la respuesta que dio Wise.

—¿Estratégicas?

—Exactamente —contestó el poni—. El tejido financiero de sus compañías comprende aspectos esenciales de la vida, de tal forma que llegan a afectar a la misma existencia de los equestrianos, así como de los habitantes de otros países donde ella también opera. Y, aunque por el momento el tamaño de la red empresarial que Gentle posee es pequeña, su ubicación y propósito podría denominarse como preocupante, pues se ha llegado a un punto tal que hacerla desistir de sus planes, o recomprando y haciendo públicos sus negocios haría que Equestria y las arcas reales se resintiesen enormemente.

>>De hecho, hace unas semanas hubo una reunión entre la Princesa Celestia y los tres “Números”, en el que se abordó, entre otros temas, la cuestión del patrimonio empresarial de Gentle Colors. “Número Tres” arremetió de forma excesivamente dura contra ella, tachando a Celestia de ser excesivamente blanda con ella. ¿Y sabes qué le contestó nuestra amada soberana? ‘Que mientras Gentle Colors siguiese haciendo las cosas como hasta ahora, preocupándose más por el bienestar de los demás que el del suyo propio, la dejaría campar a sus anchas’…

—¡Bien por Celestia! —cortó Muffled.

—Pero “Número Tres” replicó sobre lo que fabrican y venden algunas de sus empresas, ya que podrían definirse como “elementos de índole demasiado íntimo” —continuó hablando Wise—, pero objetos legales y “necesarios”, al fin y al cabo. Y también comentó que estábamos todos ciegos, y no queríamos ver lo que de verdad pretendía nuestra amiga de dos colores: obtener el poder total de Equestria usando su estructura empresarial, mediante chantaje y tácticas de terror.

—¿Eso dijo ese tal “Número Tres”? —Muffled no podía creer que hubiese alguien capaz de atacar de esa forma a alguien a quien probablemente ni siquiera conocía… Al menos no tanto como ella.

—Más o menos —respondió Wise—, con más florituras, pero a la vez con palabras más venenosas, pero en esencia eso fue lo que comentó, mientras su sonrisa de suficiencia nos delataba como seres inferiores a él…

—Valiente imbécil... —espetó la jefa de mineros, torciendo el gesto, deseando por un momento que ese tal “Número Tres” estuviese delante suyo, para así decirle cuatro cosas.

—Pues no veas la expresión que puso cuando Celestia le respondió… —la sonrisa de Wise se acrecentó—. Aún recuerdo la respuesta que nuestra monarca soltó: “Si yo no puedo creer en que verdaderamente ha cambiado, y que sus acciones son generosas y auténticas, ¿de qué sirve? Si su intención es realmente pura y bondadosa con el pueblo equestriano, el simple hecho de coartar sus pretensiones y su libertad conllevaría una desmesurada respuesta, así como un retroceso en la confianza que cada una de las dos tiene sobre la otra. Y sinceramente, esas son posibilidades que ni siquiera me planteo. ‘Confianza’, ‘amistad’, ‘tolerancia’… son palabras que deberías comenzar a aplicar en tu entorno, ‘Número Tres’. Pero tienes razón en una cosa, y es que darle carta blanca no significa dejar Equestria desprotegida, y es un asunto que yo misma me encargaré de hacer en su momento”.

—¡Bien por Celestia! —volvió a exclamar la rojiza yegua.

—Pero tienes razón, es un imbécil... —aclaró el amarronado poni—. “Número Dos” hizo un estudio al respecto y se determinó que, si ahora mismo Gentle echase por tierra todo lo que ha hecho hasta ahora y, preocupándose únicamente por sí misma y por el afán de conquistar monetariamente Equestria, en una escalada inusitada y exponencial de compras empresariales, tardaría una media de entre sesenta y setenta años en hacerse con el control financiero del país, y de algún año menos si lo hiciese en otro país más pequeño. Pero al ritmo que va actualmente, tardaría siglos en lograrlo.

—Por lo tanto, “Número Tres” es imbécil, ignorante y un bobo... —soltó de repente Muffled, lo que hizo que Wise soltase una carcajada.

—Bien, entonces déjame continuar… —dijo finalmente el semental, elucubrando sobre la razón que aún debía exponer—. Bien, por una parte, porque Gentle no es un problema… —rememoró para orientarse, más bien hacia sí mismo que hacia la jefa de mineros, aunque el tono empleado sirvió para que esta escuchase claramente las palabras emitidas.

>>Por otra parte, con respecto al asunto de los Elementos de la Armonía… —Wise quedó pensativo durante un instante—. Digamos que la Princesa Celestia los usó antiguamente, pero basando su magia en el rencor. Debido al cambio de base mágica hacia la amistad, propiciado por su cambio de estilo de reinado, no puede hacer uso de los Elementos de la Magia, como se llamaban originalmente esas joyas. Verás… Un ser no puede usar esos Elementos de la Magia basando su magia en dos “acepciones” diferentes, y menos aún si éstas son contrarias entre sí. Es decir, si yo usase esos Elementos basándome en el amor verdadero, el vínculo que se crearía entre ellos y yo sería “amor verdadero”, vínculo que quedaría fijado para siempre.

—¿Quieres decir que, como la Princesa Celestia usó antes esos Elementos de la Magia basándose en el rencor, ahora ya no puede usarlos basándose en la amistad? —inquirió Muffled, sabiendo ya la respuesta.

—Eso es —reconoció el semental—. Por eso abandonó los Elementos de la Magia en el antiguo Palacio Real, con la esperanza de que Twilight y las demás del grupo conectasen por primera vez su vínculo con ellos, basándose en la amistad que ya tenían entre sí. Y por eso mismo Nightmare Moon no pudo hacerlas funcionar, porque el vínculo que ella tenía con los Elementos de la Magia era de amistad, aunque pretendía usarlos basándose en el rencor.

>>Sin embargo, Gentle nunca llegó a usar esos Elementos de la Magia, por lo que todavía no hay ningún vínculo entre esos Elementos y ella. “Simplemente” fue su víctima cuando se enfrentó a la Princesa Celestia... y perdió.

—Parece que estás justificando a Gentle —la jefa de mineros entrecerró los ojos—. Sigues enamorada de ella, ¿verdad?

—No es eso —Wise se enfurruñó por un instante—. Gentle no es más que una yegua martirizada, al igual que la Princesa Luna, así como los demás que osaron atacar a una tiránica Princesa Celestia. Pero, al ser derrotadas, cambiaron... La Princesa Luna empezó a acumular, como dije antes, un rencor sin igual, mientras estaba exiliada en la Luna. Gentle, desde su fracaso, ha cometido un sinfín de actos horribles, inenarrables, prácticamente imperdonables… aunque justificables, si se achacan a la legítima defensa.

>>Pero te recuerdo que yo sirvo a la Princesa Celestia… a la actual, a la que es “la más sabia y poderosa” de toda Equestria. Mi misión es protegerla, a ella y a Equestria de todo peligro, y ahora mismo, sopesando todas las posibilidades, considero que el mayor peligro para todo el Reino es precisamente la propia Princesa Celestia.

—¿Cómo puedes pensar eso? —Muffled preguntó, soltando otro capón a la cabeza de Wise, y recibiendo otra vez el mismo daño de antes.

—Si la Princesa Celestia ve a Gentle en el Palacio Real —contestó el semental—, montará en cólera y quedará obnubilada. Entonces la atacará sin dilación y, como dije antes, la economía de varios países caerán como una fila de fichas de dominó. Lo único que puedo hacer es evitar que lleguen a encontrarse… O, si es tarde, intermediar en el asunto.

>>Antes me preguntabas por qué la Princesa Celestia guarda tal rencor a Gentle, después de haberse ensañado tanto con ella… La respuesta es muy simple: al cambiar su base mágica, basándose ahora en la amistad, la Princesa Celestia ha visto cómo era realmente en el pasado, y cómo la veían, tanto la Princesa Luna como Gentle. Sin embargo, Gentle duda realmente del cambio de ser de la Monarca y, por más que la Princesa Celestia intente demostrar que ha cambiado, Gentle sigue en sus trece.

—Entonces, ¿por qué Gentle va al Palacio Real? —interrogó la jefa de mineros—. ¿No sería más fácil llevar a Reddish a otro lado donde puedan cuidarla perfectamente?

—Supongo que querrá comprobar por sí misma que verdaderamente la Princesa Celestia ha cambiado —respondió Wise—. Ha estado demasiado tiempo fuera de Canterlot y solo sabe lo que le cuentan. Y, si efectivamente ve que ha cambiado, se jactará, porque sabrá que finalmente ha vencido a la Princesa Celestia, pues el objetivo que tenía al rebelarse era hacerla cambiar a lo que es ahora.

—Comprendo… —Muffled quedó pensativa un momento—. Entonces esto es como un juego para Gentle, ¿no?

—Por supuesto —declaró el semental—. Ella sabe perfectamente que está siendo manipulada para usar la magia con la base de la amistad, pero no le importa en absoluto. Es más, parece que realmente desea tomar esa vía…

—Pero... Si Gentle es tan perjudicial para la actual Princesa Celestia… —cortó la jefa de mineros—, ¿por qué ésta quiere darle una segunda oportunidad?

—Porque la actual Princesa Celestia quiere cortar definitivamente con esa parte del pasado —respondió Wise— y ser la princesa de todos por igual, siendo benévola. Pero para ello necesita el perdón de Gentle y así podrá cerrar la gran herida que tiene aún en su corazón. Gentle lo sabe y, por primera vez en mucho tiempo, se está divirtiendo con esta situación… Incluso está participando de buena gana en las cartas que Shiny le escribe a su abuela…

—¿Las cartas? —preguntó Muffled—. ¿Qué tienen que ver en todo esto?

—La amistad es un sentimiento demasiado difuso y extenso, que comprende prácticamente toda acción positiva entre dos o más conocidos —explicó el semental—. La Princesa Celestia lee personalmente todas las cartas que llegan a Palacio sobre el tema de “conocimiento de amistad”, vengan de donde vengan, por si puede aprender algo nuevo… Además de que es un gran método para controlar el conocimiento que tienen sus súbditos sobre el tema, para defender Equestria si hay algún ataque, utilizando un ejército de ponis capaz de usar la magia basada en la amistad…

>>Gentle lo sabe, y lo aprovecha. Participa en las cartas de Shiny para demostrar a la Princesa Celestia que sigue ahí… eternamente ahí… Es como hurgar en la herida del pasado, y en cierto modo una pequeña venganza de Gentle.

—Esa unicornio es perversa a veces… —matizó la jefa de mineros.

—Aparte, hay otra razón por la que Gentle recibe una segunda oportunidad —Wise ignoró el comentario de Muffled—, y es por… La Misión…

—¿Qué misión? —inquirió Muffled.

—Nadie lo sabe —respondió el semental—, ni siquiera la Princesa Celestia. Por lo visto, cuando Gentle recibió el ataque de los Elementos de la Armonía, algo extraño sucedió, algo que nunca se volvió a repetir. Desgraciadamente, los detalles únicamente lo saben la Princesa Celestia, la Princesa Luna y Gentle, aunque las tres mantienen un sepulcral silencio sobre este tema. Únicamente sé que los efectos no fueron los esperados cuando la Princesa Celestia y la Princesa Luna los usaron contra Gentle.

—¡Espera, espera, espera…! —cortó Muffled, que tenía los ojos como platos—. ¿¡Me estás diciendo que la Princesa Celestia y la Princesa Luna usaron los Elementos de la Armonía contra Gentle!? ¡Pero si hace mil años que la Princesa Luna se convirtió en Nightmare Moon! —entonces la jefa de mineros respiró hondo—. Debo estar demasiado nerviosa, porque por un momento creí que habías dicho que Gentle tiene más de mil años de edad...

—En realidad —Wise sonrió—, tiene algo más de mil doscientos…

Muffled abrió descomunalmente la boca y, por un momento, dejó de sujetarse a la túnica de Wise. Entonces, instintivamente, volvió a agarrarse con fuerza, con sus patas traseras, en los flancos del semental. Al posicionarse de nuevo en su lugar, intentó abarcar mentalmente lo que acababa de escuchar, pero eso era prácticamente imposible. Entonces pensó en la edad de Gentle y se sintió empequeñecida, insegura, como si fuese una potrilla comparándose a sí misma con una venerable anciana.

—Lo único que conocemos del asunto —continuó hablando Wise— es que los Elementos de la Armonía hicieron a Gentle, en el momento del ataque, un ser inmortal. Y, precisamente por eso, sabemos que la eligieron para una misión. Por desgracia, desconocemos por el momento cuál es… Puede ser que Gentle esté predestinada a manejarlos por sí misma en algún momento… O puede ser que el destino de Gentle sea destruirlos.

—¿Pero no se supone que los Elementos de la Armonía son joyas mágicas, o algo así? Entonces son irrompibles, ¿no? —cortó la jefa de mineros.

—En realidad los Elementos de la Armonía no son más que un contenedor verdaderamente complejo —respondió el semental—, pero lo que realmente los hace únicos es que en su interior están atrapados los seres más poderosos que jamás hayan habitado este mundo: los Señores Elementales.

—¿Los Señores Elementales? —inquirió Muffled.

—Verás… —Wise estaba decidiendo cómo continuar—: los Señores Elementales fueron los primeros entes que habitaron este mundo. Cada uno dominaba un elemento: agua, aire, fuego, tierra, luz y oscuridad. Tenían un poder sin igual y, para decidir quién era el más fuerte, cada uno creó un ejército propio y estos se pelearon entre sí. Esas batallas fueron de tal intensidad que cambiaron la fisionomía del mundo.

>>Más tarde surgieron dos pueblos, o mejor dicho, bajaron de los cielos y se establecieron en este planeta. Entonces vieron que todos los seres vivos que existían por entonces sufrían por culpa de los continuos ataques entre estos ejércitos, por lo que decidieron unir sus fuerzas y encerrar para siempre a los Señores Elementales.

>>Por una parte estaban el pueblo de Bullspain —en ese momento Muffled arrugó el hocico, al recordar el episodio de la lanza y el elemental de tierra—, que desarrollaron la ciencia hasta un nivel realmente portentoso, y el pueblo de Marelantis, que desplegaron una habilidad mágica aún muy lejos de nuestro alcance.

>>Su unión fue letal para los Señores Elementales, que fueron apresados uno a uno dentro de cada Elemento de la Armonía, bajo la aplastante superioridad del armamento y tácticas que diseñaron estos dos pueblos… Para que te hagas una idea: esta armadura que llevo y nos transporta es un ejemplo de la capacidad conjunta entre esos dos pueblos, y eso que solo es la armadura que llevaría un soldado raso… Pero volvamos al tema: el último Señor Elemental en ser capturado fue el de la Luz, cuya joya fue trasladada de plano, apareciendo esporádicamente cuando más se necesitaba, como hace mil años, cuando Nightmare Moon destruyó el antiguo Palacio Real, o hace unos meses, cuando las seis yeguas de Ponyville la necesitaron para vencer, precisamente, a Nightmare Moon, mil años después… ¿Y sabes por qué? Porque la luz es lo contrario a la oscuridad, oscuridad que convirtió a la inocente Princesa Luna en la malvada Nightmare Moon.

>>Entonces, después de vencer a los Señores Elementales, los dos pueblos decidieron que los demás debían ser libres de vivir según el libre albedrío, para que así pudiesen ser libres y felices… Entonces llegó Discord, que aprovechó que el pueblo de Bullspain se había hecho nómada y que los habitantes de Marelantis habían evolucionado hasta tal punto que dejaron su forma física, para hacerse con el poder. Y bueno, el resto de historia ya es más conocida: las dos Princesas lograron hacerse con los Elementos de la Magia, se enfrentaron a Discord y éste fue transformado en estatua.

>>El caso es que los Señores Elementales fueron encerrados dentro de los Elementos de la Armonía y aún hoy lo siguen estando… y espero que sea así durante mucho tiempo.

—Una historia fantástica, sin duda —Muffled no quería escuchar más, pues tenía, dentro de su cabeza, un barullo de datos y emociones, que debía asimilar lentamente, para comprenderlo detalladamente—. Pero, si no te importa, dame tiempo para entender lo que me has dicho.

—De acuerdo —Wise volvió a sonreir—. Aunque no vas a tener mucho, estamos llegando ya a Ponyville.

Fueron frenando lentamente, cosa que agradeció la jefa de mineros, hasta parar por completo a pocos metros de la entrada. Al bajarse, Muffled notó que temblaba, en parte por la emoción encontrada de lo que acababa de escuchar y en parte por la velocidad del viaje. El semental empezó a mirar hacia el cielo y reculó hacia un lado.

—Espera —dijo—. Es mejor que demos un rodeo hasta la estación de tren. No quiero que cierta pegaso celeste con crin multicolor me vea con túnica, pues me confundiría con otro poni y querría ajustar cuentas… Y lo último que me apetece es perder tiempo con tonterías.

[center]* * *[/center]

Gentle estaba en el techo del último vagón. A pesar de haber comprado el billete, lo último que le apetecía era mezclarse con el resto de viajeros, y menos aún portando una túnica y llevando a una bebé dragón.

La unicornio de dos colores se había ajustado el cinturón con el biberón y estaba amamantando a Reddish. Desgraciadamente, sería la única vez que Reddish tomaría leche con polvo de gema en todo el camino, ya que, al desenredar Gentle la servilleta, una ráfaga de viento se había llevado casi todo el contenido de ésta, haciendo inútil los intentos de la unicornio para evitar que tal cosa sucediese.

Por fortuna, se estaban acercando a Canterlot y, con ello, al final del viaje. Al menos, con Reddish, pues ella aún tendría que volver a Northwest Mines Town. Y tendría que hacerlo con rapidez, pues la Princesa Celestia, al descubrir que ella había entrado en Palacio, intentaría apresarla, bloqueando inmediatamente todas las salidas de la capital del reino. Gentle tendría que haber salido del cerco para entonces.

Cuando Reddish terminó de tomar el biberón, Gentle se dio la vuelta y se sentó, a la vez que elevaba a la bebé dragón hacia su hombro izquierdo. Debían situarse en contra del viento para que, cuando la pequeña dragoncita eructase, el fuego que expulsase fuese hacia a favor del aire. Una llamarada surgió de la boca de Reddish, seguida de una risa, tanto de la bebé como de la unicornio.

Gentle volvió a bajar a Reddish y la situó sobre su regazo, girándose a continuación hacia la derecha. La besó en la frente y, mirándola con una gran ternura, dijo:

—Reddish… A partir de ahora ahí es donde vivirás —señaló el Palacio Real, la cual se elevaba majestuosamente sobre la capital, que a su vez se definía sobre el horizonte— y serás muy feliz, te lo aseguro… Lo serás, lejos de mí —susurró. Entonces la unicornio empezó a llorar, aunque las lágrimas se las llevó el viento.

[center]CONTINUARÁ...[/center]
Nota de Editado: Cambiada una parte de una escena, para hacer a Gentle Colors menos poderosa.
Última edición por Sr_Atomo el 12 Ene 2015, 20:39, editado 2 veces en total.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
Sr_Atomo
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x11 - 2ª Par

Mensaje por Volgrand » 08 Dic 2013, 17:39

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¡¡PUES DESPELLEJO FANFICTION!!
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x11 - 3ª Parte

Mensaje por Sr_Atomo » 08 Dic 2013, 17:47

Pues aquí va la siguiente parte:

TAGS:

Mucho de:

Image <-- Preparad pañuelos... Lo digo en serio.

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Image

Y un poquito de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la tercera parte de cuatro:
Spoiler:
[center]MY LITTLE PONY[/center]
[center]PARALLEL STORIES[/center]
[center]Chapter 1x11[/center]
[center]Reddish[/center]
[center]3ª Parte[/center]

Wise y Muffled llegaron a la estación de tren de Ponyville. Afortunadamente todos los habitantes del pueblo parecieron ignorar a la extraña pareja, incluyendo Rainbow Dash, que no apareció en ningún momento.

Wise se situó delante de la cabina de venta de billetes y empezó a toser para llamar la atención del vendedor, que estaba atendiendo al telégrafo, escribiendo en un papel el mensaje que le estaba llegando en ese momento.

Una vez terminó de garabatear, el taquillero se giró hacia la ventanilla y, cuando vio a aquél, que aún seguía pertrechado bajo una túnica, abrió los ojos como platos para entrecerrarlos a continuación.

—¡Vaya! —exclamó el vendedor—. Veo que hoy hay afluencia de encapuchados...

—¡Seguro que es ella! —intervino Muffled—. ¡Ha estado aquí!

Al oír eso, el taquillero empezó a gritar pidiendo auxilio. En cuestión de un instante, dos guardias se pusieron al lado de Wise. Muffled, viendo esa escena, instantáneamente reculó ligeramente, aunque, al momento, se armó de valor y avanzó, dispuesta a defender a su amigo.

—¡Basta! —gritó éste, entrecerrando los ojos—. ¡No permitiré que me pongáis los cascos encima!

Los soldados empezaron a enfadarse, mientras que el vendedor rió.

—La otra encapuchada se nos escapó —dijo—, pero tú pagarás los platos rotos. Y a ella… A ella la capturarán en la estación de Canterlot. El propio Capitán de la Guardia, Shining Armor, comanda su misión de captura, así que es imposible que salga de esta, al igual que tú.

—¡Dejadle en paz! —gritó Muffled—. Somos los buenos, ¿no lo veis?

—Cuenta eso a quien le interese, en la sala de detenidos que tenemos aquí, en la estación —le respondió el taquillero, mientras uno de los guardias se movió hacia ella, con intención de apresarla.

Wise empujó al soldado que le custodiaba, haciéndole caer, y rápidamente se quitó la pieza de la armadura de la pata delantera izquierda, así como el protector interno. Cuando el guardia se levantó, el semental levantó esa pata, apuntando directamente al soldado. Entonces, con los dientes, tiró de un hilo que estaba conectado al casco de dicha extremidad. Un gran tampón de carne, sujeto al otro extremo del cordel, saltó hacia un lado. El guardia miró la pata y, sorprendido, se cuadró ante Wise. A continuación éste volteó la pata hacia el otro guardia, obteniendo idéntico resultado.

—Quiero que envíes, de inmediato, un mensaje a la estación de tren de Canterlot, diciendo que se cancela de inmediato la orden de búsqueda y captura —dijo a continuación, mirando fijamente al vendedor.

—¿Por qué crees que voy a hacer esa estupidez? —respondió el taquillero.

Entonces Wise volvió a levantar su pata, esta vez directamente hacia el vendedor, que miró hacia él. Por debajo del casco había un gran socavón y, al fondo de éste, se veía claramente una dibujo escarificado: era el símbolo real de la Princesa Celestia.

—De… De acuerdo… —el vendedor, tragando saliva, empezó a mandar el mensaje.

—Y, si te preguntan por qué deben acatar esa orden —respondió Wise, volviéndose a ajustar el tampón de carne en la pata—, diles que porque provienen de “Número Uno”. Shining Armor lo comprenderá.

Mientras el vendedor mandaba con premura el mensaje, Muffled se situó al lado de su amigo, que estaba volviéndose a colocar la armadura de la pata.

—Eso ha sido realmente asqueroso —le dijo en voz baja.

—Pero necesario —respondió Wise, con el mismo tono de voz—. Es un pequeño precio por ser un espía de la Princesa Celestia. Y nos ha sacado de ésta, ¿no? —exclamó, sonriendo.

—¿Falta mucho para que llegue el próximo tren? —la jefa de mineros preguntó al vendedor, mientras se acercaba a la taquilla.

—Hace apenas veinte minutos que ha salido el último —respondió éste—. El próximo, en horario nocturno, vendrá en una hora y cuarenta minutos.

—Eso va a ser un gran problema —comentó Muffled, mirando a Wise—. Debemos esperar más de hora y media…

—No te preocupes —respondió el semental, señalando una pequeña locomotora negra situada en un andén muerto—. Tengo una idea…

>>Perdone —dijo, dirigiéndose al vendedor—, ¿esa locomotora de ahí está operativa?

—Bueno… —respondió éste, dubitativo—, es un modelo viejo que hemos retirado la semana pasada, así que, con un mínimo ajuste, podría ser operativo de nuevo… —miró hacia abajo durante un instante y continuó hablando—. Si lo necesitan, avisaré al mecánico para que se ponga de inmediato con su puesta a punto —entonces, sin esperar respuesta, volvió a bajar la cabeza y pulsó un botón situado bajo el mostrador..

Al momento un operario, ataviado con un maletín de herramientas, se presentó y, tras una corta conversación con el vendedor, se dirigió hacia la locomotora parada y empezó a arreglarla.

Tanto Wise como Muffled esperaron sentados junto a la taquilla, ante la atenta mirada de los guardias, así como de los primeros viajeros del siguiente tren, que llegaron muy temprano.

[center]- - -[/center]

—Ya está listo —dijo el operario, poniéndose junto a la taquilla.

—Perfecto —respondió Muffled.

—El problema —comentó el vendedor— es que no tenemos ningún maquinista disponible ahora mismo…

—No te preocupes —le cortó Wise—, sé conducir algunas locomotoras… ¿qué modelo es?

—Oh, es un modelo antiguo… —respondió el taquillero—. Concretamente, una APECK-101.

—Bien —Wise sonrió—, ese modelo lo conozco… —y, dirigiéndose hacia Muffled, añadió—. Nos vamos…

Los dos se acercaron al tren y descubrieron que tenía el contenedor de carbón por la mitad… Sería más que suficiente para ir a Canterlot.

[center]* * *[/center]

Gentle terminó la carta que tenía pensado poner junto a Reddish, aprovechando que ahora ésta estaba dormida. Lo había escrito pensando en ablandar el duro corazón de la Princesa Celestia… Duro cuando se trataba de Gentle, blando con todos los demás, según había oído la unicornio de dos colores. Quizás, a pesar de que era Gentle la que llevaba a Reddish, el corazón de la Princesa aceptase a la bebé dragón, pues era una criatura inocente.

Acababan de entrar en Canterlot, por lo que, suavemente, se echó sobre el techo del tren, cuidando de que Reddish no se despertase. Faltaba muy poco para abandonar la seguridad del tren y adentrarse en la parte más difícil del viaje: Canterlot y el Palacio Real.

Al cabo de unos pocos minutos, empezaron a entrar en la estación de tren de la capital del reino. Gentle miró a su alrededor, maravillada. El edificio era realmente espectacular, tal como debía ser, teniendo en cuenta de que era una de las entradas más importantes de Canterlot. Aunque poco duró su admiración: repartido por toda la estación había una innumerable cantidad de guardias reales. Unos eran unicornios, otros pegasos y otros ponis de tierra, pero todos parecían calcos del anterior, pues eran de cuero blanco o gris y sin ningún rasgo realmente diferenciador del resto. Gentle se acurrucó sobre el techo, sabiendo que estaban ahí por ella. Seguramente habían enviado, desde la estación de Ponyville, la noticia de captura… Pero eran tantos guardias que Gentle dudaba de que, si hubiese ido al descubierto y pregonando quién era, la seguridad hubiese sido más férrea.

En ese momento, el tren empezó a frenar. La unicornio de dos colores empezó a idear vías de escape, y desdeñándolas poco después. Simplemente no veía ninguna posibilidad de escapar sin provocar una sangrienta batalla campal… Si al menos hubiesen ido sus amigas con ella, quizás podría haber hecho el hechizo de la Cutie Mark, aunque seguramente la habrían atrapado antes de lograr abrirse paso entre tal maraña de guardias.

“Quizás pueda usar un hechizo de… “, pensó, pero también descartó la idea, “No, incluso utilizando los conjuros originales seguramente destruiría toda Canterlot, afectando a sus inocentes habitantes. Además, perdería demasiado tiempo preparando las runas, y seguramente me descubrirían”.

Cuando el tren paró del todo, Gentle permaneció completamente quieta, aunque sí se apretó algo más sobre el techo del vagón, y se quedó observando: Unos cuantos guardias se acercaron a los vagones, haciendo ademán de entrar en ellos. La unicornio sonrió: si subía la cantidad suficiente de soldados al tren, la posibilidad de escapar se vería rápidamente aumentada, pues, con suerte, el número de guardias que permaneciesen en el andén sería lo suficientemente reducida como para poder intentar una huida, aunque eso conllevase estar constantemente escondida en Canterlot… Una Canterlot que había crecido y evolucionado durante siglos, y que ella no conocía.

Entonces se fijó en un poni diferente, un unicornio. Su cuero era blanco y su crin, como su cola, eran azules, con una franja celeste. Su mirada inquisitoria le terminó de delatar. Parecía el Capitán de la guarnición que estaban buscándola en la estación. La sonrisa de Gentle se acentuó: quizás, si llegase hasta él, podría tomarlo como rehén, amenazando con cortarle el cuello con el cuchillo que portaba en el zurrón. Sí, parecía la mejor opción. Solo tenía que esperar el momento justo para lanzarse directamente hacia él. Y tenía la sorpresa de su parte, pues nadie se esperaría que la presa que buscaban se lanzase directamente hacia el líder de los depredadores.

Los soldados empezaron a entrar al interior del tren. “Aún no es suficiente”, se dijo Gentle a sí misma, “Tengo que seguir esperando...”. Se acurrucó aún más, intentando ocultarse del todo. Los guardias seguían entrando a los vagones, quedando el andén cada vez más vacío. Se acercaba el momento de saltar hacia su presa. Así se lo hizo saber su pelaje, que empezó a erizarse, presa del patente nerviosismo. Lentamente, e intentando hacer el menor ruido posible, sacó el cuchillo del zurrón y se lo puso, con el filo hacia fuera, entre los dientes, apretando fuertemente con éstos la parte metálica. Estaba lista para la acción.

Ideó mentalmente la táctica que debía seguir a continuación: de un salto bajaría del techo del vagón y se situaría en plena línea de tiro, esperaría dos segundos y saltaría hacia la izquierda, donde empujaría a un aún sorprendido soldado, después avanzaría dando otro salto, seguido de otro brinco hacia la derecha, hasta situarse por detrás de otro guardia y, esquivando su lanzazo, le saltaría por encima, evitando así los ataques mágicos que le lanzarían desde el tren. Seguidamente avanzaría tres pasos y brincaría hacia atrás, esquivando el hechizo del capitán y, de otro salto hacia la izquierda, los restantes ataques mágicos desde el lateral derecho. Entonces solo tendría que avanzar rápidamente hasta posicionarse al lado del oficial y ponerle el cuchillo en el cuello. Pan comido.

De repente, lo que parecía un operario de la estación se acercó hacia el capitán, acompañado de dos guardias. Cuando se puso al lado, el operario se cuadró como pudo y le entregó un papel al oficial. Rápidamente éste lo leyó y, entrecerrando sus azules ojos, hizo una señal y se dio la vuelta. En un momento todos los guardias, incluyendo los que estaban dentro de los vagones, le siguieron, dejando la estación completamente vacía.

Gentle respiró aliviada. Lo último que deseaba era correr riesgos, y menos aún teniendo a Reddish colgando del cuello en su mochila porta-bebés. Y tampoco quería arriesgar la vida de ese capitán, pues, según se había comportado con los viajeros del tren que estaban empezando a salir, distaba mucho de la actitud que habían mantenido con ella los soldados, asesinos y cazarecompensas, a lo largo de toda su vida. Parecía que, por fin, había tenido lugar un cambio importante en Equestria y, sobre todo, en el corazón de la Princesa Celestia… Ese capitán no era despiadado y, si en algo Gentle se sentía orgullosa, era que en toda su vida nunca había matado a un ser inocente.

Se levantó y bajó lentamente la escalerilla, para no despertar a la pequeña. Cuando llegó a la rejilla del vagón, la locomotora tocó el silbato y el tren empezó a acelerar. Entonces la unicornio de dos colores se apresuró a saltar al andén. Después miró hacia atrás y sonrió ligeramente ante la triste ironía: tanto la subida al tren como la bajada había sido accidentada, como accidentada habían sido tantas cosas en su vida.

Y pensó, durante un instante, en lo que había ocurrido en ese andén. Estaba segura de que el mensaje que había recibido el Capitán de la Guardia Real había sido lo que la había salvado, y sabía perfectamente quién lo había enviado: Wise Words. Por lo tanto, él estaba tras su pista y, aunque el sitio más cercano donde podría haber enviado ese mensaje estaba aún lejos, en Ponyville, probablemente habría hecho todo lo posible por estar ya camino de Canterlot. Así que disponía de poco tiempo para llevar a cabo su cometido.

Entonces Gentle entrecerró los ojos. Seguramente Wise quería que ella lograse su objetivo. Pero, ¿y si lo que intentaba ese semental era eliminar la competencia, para ser él el que la cazase? Si eso era lo que Wise pretendía, ella presentaría batalla.

[center]* * *[/center]

Muffled sujetaba la palanca de aceleración, tal como le había enseñado Wise, mientras él se ocupaba de echar, mediante paladas, el carbón a la caldera. Apenas acababan de salir de la estación de Ponyville cuando Muffled empezó a hablar, aprovechando que estaban los dos solos en la locomotora.

—¿Por qué? —preguntó.

—¿Por qué qué? —inquirió a su vez Wise.

—¿Por qué me has contado todo esto? —reiteró otra vez la jefa de mineros—. Parece la típica información que no debería saber nadie… Ya sabes, alto secreto o algo así.

El semental se rió.

—No te preocupes —respondió—, no es más que información reservada, y tengo potestad para contártelo —entonces se puso serio—. Te lo he contado porque necesito que lo recuerdes —exclamó.

—¿Que lo recuerde? —interrogó Muffled—. En ese caso, no te preocupes, no creo que lo que me has dicho se me olvide fácilmente.

—No es eso —contestó Wise—. Aunque he decidido que, cuando volvamos, revertiré el hechizo en todos los miembros del Consejo, en las amigas de Gentle y, por supuesto, en ti.

—¿Qué hechizo? —la jefa de mineros se extrañó.

—Gentle ha estado viviendo en el terreno donde se asienta Northwest Mines Town desde antes de que éste se empezase a construir —explicó el semental—. Pero ninguno de sus habitantes se ha percatado de ello. Para todos, Gentle es una extraña unicornio con una edad equivalente a la que aparenta. Ese efecto es la consecuencia directa de un conjuro modificado de olvido, lanzado por uno de los primeros colonos, bajo la orden directa de la Princesa Celestia.

>>Este hechizo se lanzó por precaución, tanto de todos con respecto a Gentle, como de ella con respecto a los demás. Cada cierto tiempo, todo aquel que esté en el pueblo, olvida el verdadero pasado de Gentle… Mejor dicho, devuelve su memoria a un punto inicial. De esa forma, todos siguen conociéndola, a la vez que “adquieren” una historia patrón sobre ella, que es la que todos “hemos oído alguna vez”. De esa forma, cada uno se olvida de lo que realmente es.

—Que sepas que eso es algo horrible y cruel —fue la respuesta de Muffled.

—Pero necesario —comentó Wise—. Imagínate que Gentle está conspirando para rebelarse otra vez. Con el hechizo activado, sus seguidores olvidarían todos los planes antes de ejecutarlos, por lo que Equestria volvería a estar a salvo. Además, Gentle también se ve afectada por el hechizo, por lo que, de esa forma, puede disfrutar de una vida más o menos apacible, una y otra vez… Aunque últimamente se comporta como si hubiese superado el hechizo, cosa que debo confesar que me aterra... —el semental tiritó de miedo, resaltando sus palabras—. No me gustaría nada tener que enfrentarme a una de sus grandes estrategias.

—¿Estrategias? —la jefa de mineros se extrañó—. Vale que es un poco autoritaria y orgullosa, pero no me la imagino dando órdenes y diseñando tácticas.

—Pues lo es… —respondió Wise—, y una de las mejores que jamás hayan existido. Deberías saber que, cuando se rebeló contra la Princesa Celestia, ésta mandó sus tropas para repelerla. Tuvieron lugar varias batallas, y Gentle, junto con un grupo de apenas cinco seguidores, vencieron en todas y cada una de ellas.

>>Aunque también es verdad que me habría encantado haber sido testigo de la última de esas contiendas, antes de la lucha final… Más de cinco mil soldados reales contra seis ponis… —exclamó el semental, con un deje de admiración—. Desgraciadamente, nunca sabré qué estratagemas usaron Gentle y sus seguidores, pues la Princesa Celestia se encargó personalmente de borrar toda huella de la existencia de Gentle. Ni siquiera yo sé exactamente qué es lo que ocurrió.

—¿Por qué ha hecho eso la Princesa Celestia? —preguntó Muffled—. Como tú bien dirías: “Si olvidas el pasado estás condenado a repetirlo”…

—Por seguridad —contestó Wise, volviendo a adquirir un tono neutro—. A pesar de que ya habían tenido lugar varias rebeliones, éstas no llegaron muy lejos. Gentle, su antigua aprendiz, estuvo demasiado cerca de derrocar a la Princesa Celestia. Por eso borró todo lo referente a ella, para evitar que hubiese más sublevaciones siguiendo el mismo estilo.

Muffled, pensativa, se asustó.

—Si borró todas las huellas de la existencia de Gentle... —dijo, temerosa—, ¿qué pasó con su familia? ¿Y con sus amigos? ¿También los... borró?

—No te preocupes —el semental intentó tranquilizarla—, solo recibieron órdenes estrictas de no hablar jamás de ella. Incluso se inventó una historia para su falso funeral… Un funeral en el que únicamente asistieron las dos Princesas. Ni sus padres, ni su hermano, ni sus amigos quisieron presentarse. Unos renegaron por temor a ser represaliados, otros, lo hicieron avergonzados por haberla conocido.

—Eso es horrible —la jefa de mineros bajó la mirada—. Que tus seres queridos te odien hasta tal punto de no querer saber nada de ti debe ser espantoso.

—Sin duda —Wise también bajó la mirada.

Se hizo un pequeño silencio, que aprovecharon para seguir alimentando la locomotora. Poco después, volvió a hablar Muffled:

—¿Sabes una cosa? —preguntó—. Deberían haber venido las amigas de Gentle, por si ella necesita hacer algún hechizo.

—¡¡¡NO!!! —gritó Wise, asustando a la yegua. Entonces se tranquilizó y continuó hablando—. Las he mandado expresamente a otros lugares para impedir que Gentle pueda usar su magia.

—¿Por qué has hecho eso? —Muffled miró fijamente a los ojos del poni—. Junto a sus amigas, Gentle tendría más posibilidades de entregar a Reddish sana y salva. Recuerda que para eso ha ido a Canterlot, ¿no?

—Pero quiero que la Princesa Celestia vea con sus propios ojos a la Gentle que vemos tú y yo todos los días —fue la respuesta de Wise—. A la Gentle tan peligrosa como un gatito asustado, incapaz de conspirar contra ella; a la Gentle desprendida que regala un sistema avanzado de televisión a todo el pueblo, únicamente porque “nos hemos portado bien”; a la Gentle que dona dinero para Northwest Mines Town para la estatua de la plaza o la restauración de Cirrus Merlon.

—Comprendo… —la yegua volvió a bajar la mirada—, Y, para que la Princesa Celestia vea eso, Gentle no debe poder defenderse, ¿verdad?

—Exacto —Wise entrecerró los ojos—. Solo espero que lleguemos a tiempo a Canterlot —exclamó, echando otra palada de carbón a la caldera.

Hubo un gran silencio en la locomotora.

Esta vez fue Wise quien lo cortó finalmente.

—Hay algo aún más importante que tener que impedir que la Princesa Celestia y Gentle se encuentren —dijo, otra vez con un semblante reflexivo—, y es evitar, por todos los medios, que Gentle y la Princesa Luna se vean.

—Sé que me voy a arrepentir de la respuesta —comentó Muffled—, pero... ¿Por qué?

—Porque, si bien Gentle y la Princesa Celestia son enemigas, con la Princesa Luna tenía una gran amistad… —respondió el semental—, hasta que fue traicionada por ésta, al impedir que Gentle derrocase a la Princesa Celestia.

>>Exacto —continuó Wise, viendo que Muffled arqueaba las cejas—, Gentle no venció porque la Princesa Luna apareció en mitad de la batalla final. Pero esta última, totalmente arrepentida de su acción, pues la Princesa Celestia seguía siendo tiránica, liberó a Gentle de su prisión, tiempo después. La Princesa Celestia, al enterarse, entró en cólera y lo pagó con su hermana menor… Y, por eso mismo, la Princesa Luna terminó convirtiéndose en Nightmare Moon, alegando que, si su hermana mayor se autoproclamaba “La luz del día”, ella cambiaría las tornas para gobernar en solitario, es decir, “La noche eterna” —el semental paró de hablar, continuando un segundo después, al percatarse que la jefa de mineros había comprendido la verdad sobre ese hecho—. Sin embargo, la Princesa Luna no sabe que Gentle es inmortal. Cree que hace mucho tiempo que Gentle falleció.

—Siempre había creído la historia oficial sobre la transformación de la Princesa Luna en Nightmare Moon —comentó Muffled, con una mezcla de tristeza y rabia—. Ya sabes, que estaba harta de que los ponis durmiesen mientras ella estaba despierta y sintiéndose tan sola… Te agradezco que me hayas dicho la verdad.

—Pero... ¿Quién te crees que le dio la idea de la noche eterna? —preguntó irónicamente Wise—. Fue Gentle, cuando la Princesa Luna le quitó la transformación en poni.

La jefa de mineros abrió los ojos como platos.

—¿Gentle fue convertida en estatua? —inquirió—. ¿Pero cómo…?

—Todos los enemigos de la Princesa Celestia recibían, antiguamente, ese castigo — aclaró el semental—. Y eran expuestos, sin que nadie más que las dos Princesas supiesen la verdad, en el Jardín Real. De hecho, aún hoy, muchas de las estatuas que hay, tanto alrededor del laberinto como dentro de él, son realmente ponis petrificados.

—¿¡Pero cómo puede alguien consentir esto!? ¡¡Es... Es horrible!! —Muffled no podía creérselo.

—No te preocupes —añadió Wise—, en realidad esos ponis no sienten nada… Para ellos, es como si el tiempo hubiese sido completamente parado. Es algo que se comprobó específicamente después de la liberación de Gentle…

—¿Por qué… ? —Muffled preguntó, sin ánimos para terminar la cuestión—. ¿… Se comprobaron?

—Verás… —el semental volvió a bajar la mirada, totalmente avergonzado—. Poco después de que la Princesa Luna liberase a Gentle, la Princesa Celestia descubrió que ésta había sido plenamente consciente de absolutamente todo durante todo el tiempo que estuvo atrapada… Debió de ser realmente horrible... Descubrir que uno es incapaz de moverse, incapaz de hablar, incapaz de morir…

—¡¡Eso es monstruoso!! —Muffled estaba con su mandíbula espasmódica, a punto de llorar—. ¿¡Cuánto tiempo estuvo sufriendo así!?

—Aproximadamente… —Wise apenas emitió un pequeño hilo de voz—, doscientos años.

Muffled soltó instintivamente la palanca y se apoyó en el lateral de la locomotora, totalmente derrotada. Se llevó los cascos a sus húmedos ojos, intentando concebir mínimamente la clase de horrorosa atrocidad había sufrido Gentle en su estado petrificado. Era algo imposible de imaginar, de percibir, de abarcarlo. La jefa de mineros sintió que era algo completamente inabarcable, un horror sin igual. Era como marcar a fuego una mortal herida en un alma pura, hasta dejarla convertida en una masa sanguinolenta. Y pensar que ella esa misma mañana ella quería haber golpeado a la unicornio de dos colores…

Entonces se echó a llorar como una potrilla, incapaz de comprender… Wise se mantuvo en silencio, cabizbajo.

—¡¡¡PERO ESO ES DEMASIDO CRUEL!!! —gritó Muffled de repente, mientras las lágrimas le caían por las mejillas—. ¡¡¡CÓMO PUEDE SER TAN PERVERSA LA PRIN… ESE MONSTRUO!!!

—Por eso se hizo la comprobación —susurró el semental—. Se liberó al resto de cautivos y se descubrió que ellos no habían percibido nada… A todos, menos a Discord...

>>De todas formas, como te he dicho, esa aberración se descubrió después de que Gentle fuese liberada, por lo que la Princesa Celestia no fue la culpable —exclamó, con un tono más fuerte—. Solo se le puede achacar ese hecho a lo que hicieron los Elementos de la Armonía con ella… Y por eso creo que la misión que tiene ella es destruir los contenedores y liberar a los Señores Elementales, ya que… ¿qué mejor forma de fomentar el odio hacia los Elementos de la Armonía que haciéndola sufrir así?

>>Desgraciadamente, Gentle cree que todo lo ocurrido fue por culpa de la Princesa Celestia. ¿Comprendes ahora la magnitud del odio que tiene Gentle? —los ojos de Wise también se humedecieron—. Y, precisamente por eso, lo que Gentle está haciendo; entregando a Reddish a su mayor enemiga; es el acto más generoso, noble y hermoso que un poni puede hacer.

En ese momento Muffled se levanto y, decidida, volvió a coger el mando, moviéndolo, con todas sus fuerzas, a la posición más veloz.

—¡Wise! —exclamó, aún llorosa—. ¡Pon todo el carbón que puedas! ¡Quiero llegar lo antes posible a Canterlot! ¡¡Vamos a acompañar a Gentle al Palacio Real, y ni todo el ejército de Equestria lo va a impedir!!

Éste empezó a llenar la caldera y sonrió: Muffled al fin lo comprendía.

[center]* * *[/center]

Gentle paseaba cuidadosamente por Canterlot, a la vez que admiraba cómo había cambiado todo. Por todas partes había palacetes y casas señoriales. Era todo lo contrario de Northwest Mines Town, donde cada casa era un calco a la anterior, así como de la siguiente. Todo en ese pueblo minero era deprimente, con sus colores oscuros, exactamente igual que su corazón… Sin embargo, cada edificio en Canterlot era de un color y tamaño diferente a los que le rodeaban. Era todo tan… espectacular.

En cambio, los ponis eran otra cosa. Unos la miraban con cara de extrañeza, otros de desagrado y algunos directamente cruzaban la calle para no pasar junto a ella. “Panda de estúpidos”, pensó, “Se creen mejor que el resto únicamente porque exhiben las riquezas que tienen, con el único interés de mantener sus patéticas relaciones entre ellos… Si supiesen de que tengo más riquezas y posesiones de lo que nunca podrían imaginar sus penosas mentes, se tirarían a mis cascos y me alabarían… Me dan asco”.

A pesar de que Canterlot había cambiado completamente desde la última vez que estuvo allí, el Palacio Real seguía enclavado en el mismo sitio, así que se dirigió directamente hacia ese lugar. Reddish de repente despertó y, cogiendo un mechón de crin de Gentle, comenzó a chuparlo y a masticarlo al mismo tiempo. La bebé dragón tenía hambre y la gema que había traído tenía ya los bordes romos. Gentle, preocupada por la pequeña, miró a su alrededor alrededor y descubrió una joyería. Sonriendo, se desvió hacia ella y entró, tapando lo más posible tanto su cuerpo como la mochila porta-bebés.

—Buenos días —dijo el vendedor, un amarillento pegaso de edad avanzada.

—Buenos días —respondió la unicornio de dos colores—. Necesito polvo de gema…

—¿Polvo de gema? —el joyero se extrañó, hasta tal punto que se rascó su crin marrón—. No es una petición normal, pero creo que tengo algo por aquí —se agachó y cogió un pequeño saco. Entonces lo abrió, mostrando su contenido a Gentle. Efectivamente era polvo de gema. De varias gemas, de hecho.

—Perfecto —la unicornio sonrió y pagó todo el polvo de gema, dejando una pequeña bolsa con dinero encima del mostrador.

—¿Sabe una cosa? —dijo el joyero—. El polvo de gema no tiene muchas utilidades hoy en día. Que yo sepa, únicamente se usa para reparar gemas, y solo conozco a dos yeguas que lo usen: mi suegra y mi hija. Por eso tenía este saquito, por si lo necesitaban… —en ese momento el joyero bajó la mirada, apenado—. Mi pobre hija... Espero que le vaya bien en ese pueblo minero… La echo tanto de menos…

Gentle supo que se refería a Shiny Eyes. Por lo tanto, ese vendedor entrado en años debía ser su padre. Entonces giró la cabeza y observó la tienda. Por aquí y por allá había grietas y desconchones. Y, por algunas partes, la pared estaba desnuda, sin género delante. La unicornio frunció el ceño, contrariada: esa tienda estaba de capa caída y probablemente no tardaría mucho tiempo en cerrar. Gentle entrecerró los ojos. ¿Cómo podía permitir la Princesa Celestia que el padre de una de las seis de Northwest Mines Town pudiese vivir tan decrépitamente? ¿Acaso solo le daba una segunda oportunidad a ella, ignorando a las demás del grupo? Eso no era justo.

Apretando los dientes por la rabia, Gentle miró fijamente al vendedor.

—Veo que no te va muy bien el negocio —espetó.

—He conocido tiempos mejores —se lamentó el joyero, ignorando la furia de la unicornio—, solo es un pequeño bache…

La yegua de dos colores se dirigió a la entrada y miró el género expuesto en el escaparate. Quería saber el verdadero motivo por el que nadie entraba en esa joyería. No lo comprendía… las joyas expuestas eran de gran calidad, todo era completamente artesanal, y los precios de las joyas del escaparate no eran para nada caros. Entonces miró fuera… y lo comprendió: al otro lado de la calle, un poco más allá, había una gran joyería. Curiosamente, ella había pasado por delante y no se había dado cuenta de su existencia; seguramente porque estaba demasiado ocupada intentando distraer a Reddish de su hambre. Entonces, entrecerrando de nuevo los ojos, se fijó mejor en el gran cartel de la otra joyería y sonrió irónicamente: era una de sus tiendas. Gracias a Shiny, ella había abierto una pequeña franquicia de joyerías. Pero, por casualidades de la vida, la tienda instalada en Canterlot estaba ahogando, por proximidad, el negocio familiar de Shiny… Y eso Gentle no lo iba a permitir.

—Le compro la joya más valiosa que tenga —expresó sin más dilación, dándose la vuelta, hasta mirar directamente al padre de Shiny.

—¿Có... cómo dice? —el vendedor no se creyó lo que acababa de oír.

—Voy a comprarle la mejor joya —repitió la unicornio—. No me gustan las injusticias, y esa tienda de ahí —señaló la otra joyería— seguramente vende más barato, quitándole los clientes, que ignoran de que sus joyas —se movió por delante de las vitrinas— son realmente artesanales, al contrario que las que venden allí. Probablemente lo único artesanal que tengan ellos sean las gemas, porque estoy segura de que los aros y colgantes las comprarán al por mayor, sin importarles que la calidad, no como éstas —señaló unos anillos que se veían en el mostrador que estaba debajo del vendedor—. En cambio, yo aprecio la calidad, y estas joyas son una verdadera obra de arte de orfebrería. Por tanto, dígame el precio de la mejor joya que tenga, se la compro ahora mismo.

Perplejo, el joyero cogió una diadema, un colgante y dos pulseras de pata, que pertenecían a un mismo conjunto. Dijo un precio y Gentle, sacando la bolsa, la abrió sobre el mostrador y contó por encima, descubriendo que tenía dinero más que suficiente para la transacción. Sacó unas pocas monedas, que guardó en el zurrón y dejó la bolsa sobre el mostrador. El comerciante contó el dinero y se dio cuenta que había más dinero del que había pedido, por lo que retiró las monedas sobrantes y las deslizó sobre el mostrador hacia Gentle, que rechazó dichas monedas.

—Un pequeño pago por las molestias —dijo la unicornio—. ¿Tiene un probador privado? —comentó a continuación—. Quiero llevar el conjunto puesto, pero...

—Comprendo —respondió el joyero—, prefiere permanecer oculta… —continuó, señalando una pequeña cabina al fondo de la tienda, tapada con una cortina.

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Gentle sonrió. Las joyas le quedaban realmente perfectas, al menos así lo veía a través del espejo instalado en el probador, así que se puso de nuevo la túnica por encima, mientras Reddish reía gozosamente viendo a dos Gentles, la que le sujetaba y la del reflejo… y a esta última intentaba alcanzarla con su pequeña garrita.

Cuando la unicornio salió de la tienda quedó pensativa: la solución que había dado al padre de Shiny era algo temporal, pan para hoy y hambre para mañana. Sentía que no era suficiente, y decidió inmediatamente lo que iba a hacer: comprar esa tienda. Shiny no sabía la situación en la que se encontraba su familia, y era por culpa suya que se encontrasen así. Por lo tanto, cambiaría ligeramente su estilo de franquicia: en vez de montar tiendas de la nada, compraría tiendas establecidas y las franquiciaría, aportando múltiples ventajas a sus dueños y trabajadores, que seguirían trabajando y aportando su gran experiencia en el sector, aunque al final producirían para ella.

A continuación, se dirigió hacia el Jardín Real para darle el biberón a Reddish, que se empezaba a mover nerviosa. Por suerte, conocía un sitio donde seguramente los ponis no se acercarían e incluso, con suerte, nadie miraría hacia donde pensaba colocarse: justo delante de la estatua de Discord. Pero para llegar al Jardín Real tendría que dar un pequeño rodeo, pues la afluencia de soldados reales en las inmediaciones de palacio era bastante más alta que en el resto de la capital.

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Afortunadamente, la unicornio de dos colores no se encontró con ningún obstáculo por el camino. Al llegar, miró hacia todas y cada una de las estatuas, con un gesto anhelante y escrutador: ¿Cuáles serían estatuas reales y cuáles eran ponis transformados en piedra? Los ojos de Gentle se humedecieron al ver el dantesco paisaje. Los recuerdos de su estancia en ese lugar, junto con las horribles sensaciones que los acompañaron, inundaron su mente… Y ahora era ella la que estaba del otro lado, observando aquellas moles de piedra de vivos corazones, pertenecientes a seres que lucharon por sus ideales, y tuvieron la osadía de perder contra la maldad en estado puro. Tantas vidas truncadas, tantos deseos deshechos y tanto resentimiento en ese jardín... ¿Cómo era posible que nadie hubiese vengado esta afrenta, destruyendo a la perversa instigadora de tal terror interminable? La unicornio volvió a mirar hacia las estatuas, y otra vez volvió a bajar los ojos. Era demasiado triste, demasiado descorazonador… y ella estuvo atrapada en ese jardín durante demasiado tiempo…

Pero debía hacerlo. Tenía que alimentar a Reddish. Se lo debía a ellos, a todos y cada uno de los atrapados en ese terreno de latente horror: donde la existencia de los demás se apagarían en el olvido, una vida nueva sería alimentada para ser recordada eternamente.

Se sentó delante de la estatua de Discord. A diferencia de los demás, a él no le tenía tanto respeto. Con los ojos entrecerrados, Gentle giró la cabeza hacia el Draconequus.

—Hola… monstruo —espetó Gentle, levantándose y acercándose al malvado ser—. He vuelto después de todo este tiempo y veo que sigues tan repulsivo como siempre.

Ante el silencio que le devolvió la estatua, la unicornio bufó y, dándose la vuelta, volvió a acercarse al banco. Lentamente se quitó las joyas y las metió en el zurrón. A continuación preparó el biberón, cogiendo agua de una fuente cercana, poniéndole un poco de leche en polvo y espolvoreando sobre el frasco un poco de polvo de gema. Cerró el biberón con la tetina y lo agitó, ajustándolo al cinturón. Seguidamente sacó a Reddish del porta-bebés y se la colocó entre las patas delanteras. La bebé dragón empezó a chupar entonces la tetina del biberón con avidez, deseando calmar su hambre.

—¿Sabes, Discord? —preguntó Gentle, sin mirar a la estatua—. Durante demasiado tiempo, hasta que me quedé ciega, tuve que soportar la peor vista de todas: la de tu feo culo. Eso fue, sin duda, lo peor de mi castigo, estar observándote durante décadas, emponzoñando mis ojos con tu horrible forma. Te odio. Gracias a ti empezó mi desgracia —miró alrededor por si había miradas indiscretas y, al no descubrir a nadie, continuó—. Te odio casi tanto como a la Princesa Celestia.

Cuando Reddish terminó el biberón, Gentle se la llevó al hombro, enfocando su espada a la estatua.

—Ojalá ardas en el infierno, Discord —dijo, furiosa.

Sin embargo, la llama que emitió Reddish fue demasiado débil, llegando apenas a un palmo de distancia. De todas formas, únicamente habría ennegrecido ligeramente la pátina pétrea que recubría al Draconequus. Lentamente, Gentle puso a Reddish otra vez en la mochila porta-bebés y se levantó. Se giró y miró directamente a Discord, con los ojos entrecerrados. Cogiendo saliva, escupió hacia él, impactando de lleno en la pata de cabra.

—Púdrete, maldito engendro… —susurró la unicornio.

Y, poco a poco, Gentle se dirigió hacia el Palacio. La parte más difícil empezaba ahora. Cualquiera en su interior era un potencial enemigo para ella y, por extensión, para Reddish, por lo que tendría que emplearse a fondo ahí dentro. Con un largo suspiro, cerró los ojos. Al volver a abrirlos, arrugó su morro. Estaba dispuesta a entrar al Palacio. Estaba dispuesta a enfrentarse a sus enemigos. Y, por supuesto, estaba dispuesta a defender a la pequeña de todo peligro… Y no tendría piedad de todo aquel que se pusiera en medio.

[center]CONTINUARÁ...[/center]
Última edición por Sr_Atomo el 08 Dic 2013, 19:12, editado 1 vez en total.
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Sr_Atomo
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Mensaje por Sr_Atomo » 08 Dic 2013, 19:10

Y, por fin, la última parte:

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Mucho de:

Image <-- Preparad pañuelos... Lo digo en serio.

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Y un poquito de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la cuarta parte de cuatro:
Spoiler:
[center]MY LITTLE PONY[/center]
[center]PARALLEL STORIES[/center]
[center]Chapter 1x11[/center]
[center]Reddish[/center]
[center]4ª Parte[/center]

Muffled soltó poco a poco la palanca de velocidad, para frenar la locomotora, tal como le había indicado Wise, quien a su vez estaba apagando, con la parte plana de la pala, los rescoldos que aún ardían en la caldera. Al fin estaban en la Estación de Canterlot.

—Antes de bajar —dijo el semental—, me gustaría decirte por qué es tan importante que conozcas todo lo referente a Gentle.

—Que sea rápido —Muffled se quejó, torciendo el gesto—. Ahora mismo ella puede estar acorralada ahí fuera —exclamó, señalando un punto indeterminado dentro de la capital.

—De acuerdo… —Wise empezó a hablar—. Verás… Han robado, por toda Equestria, diversos objetos muy muy valiosos.

—¿Y? —preguntó la jefa de mineros, contrariada.

—Esos objetos tienen un punto en común: Gentle —el semental se apresuró a contar—. Y, aunque por el momento ignoramos quiénes han sido, creo saber qué es lo que pretenden… Desean el retorno de Blinking Darkness.

—¿Blinking… qué? —Muffled se extrañó.

—Blinking Darkness es el nombre que adoptó Gentle cuando se rebeló contra la Princesa Celestia —respondió Wise—. Por lo visto la Princesa Celestia no fue tan estricta a la hora de eliminar todo sobre la vida de su aprendiz, o bien quedó algún familiar o amigo de sus cinco seguidores sin “tratar”. Seguramente la idea de rescatar a Blinking Darkness para derrotar a la Princesa Celestia, haya sido transmitido de generación en generación como una necesidad latente.

—Pero ahora la Princesa Celestia ha cambiado y se ha vuelto bondadosa, tal y como quería Gentle, ¿no? —preguntó la jefa de mineros.

—Exactamente —contestó el semental—. Por eso no comprendo por qué lo están haciendo. La única explicación es que la información que tienen sobre ella no sea acorde con la realidad. Seguramente piensen que lo que pretendía Blinking Darkness era lograr un reinado basado en la oscuridad y el odio, aunque en realidad precisamente fue contra eso por lo que ella se rebeló.

>>Entonces, puedo decir que hay una buena noticia y una mala. La buena es que sabemos cosas que ellos no saben, y nos da una pequeña ventaja… La mala es que son fanáticos cuyas creencias se basan en una mentira, y eso los hacen extremadamente peligrosos.

>>De todas formas, no me consta que hayan contactado con Gentle, por lo que probablemente ignoren que ella es “su” Blinking Darkness. Estoy seguro de que piensan que está exiliada en otro país o incluso en otro plano de existencia.

—¿Plano de existencia? —inquirió Muffled.

—Es algo demasiado complejo como para explicarlo en pocas palabras… —fue la respuesta del semental. Solo espero que, si no tenemos éxito en atraparlos, no lleguen a convencer a Gentle para que base su magia en el odio puro…

—¿Por qué? —interrogó la jefa de mineros—. ¿Tan malo sería?

Wise miró fijamente a Muffled.

—Verás… —empezó a decir el poni—, para aprovechar mejor el poder de la magia, se usa, aparte de los sentimientos, el tiempo que se mantiene intacto dicho sentimiento. Es decir, cuanto más tiempo, más poder mágico. Gentle, cuando se rebeló contra la Princesa Celestia, tenía un poder basado en el rencor, pero de “apenas” unos meses... y estuvo a punto de vencer. Imagínate el poder que sería capaz de generar usando un poder basado en el odio puro, e incubado durante más de mil doscientos años… No quiero ni imaginármelo.

>>Por eso te he contado todo esto. Necesito tu ayuda, la del Consejo e incluso la de todo Northwest Mines Town. Si, tal como creo, todos los objetos robados han sido elegidos porque están relacionados con Gentle, es casi seguro que robarán algo en Northwest Mines Town, bien en el pueblo, en la mina, o en los alrededores… Y hay que impedirlo a toda costa.

—Pero si Gentle decide escoger la senda del odio puro… Le podrá parar la Princesa Celestia o las seis de Ponyville, ¿no? —sugirió la jefa de mineros.

—¡No! —negó categóricamente Wise—. Las seis de Ponyville apenas han empezado a usar la magia basada en la amistad… No serían rivales para una Gentle con tal poder. Y la Princesa Celestia… Digamos que, al cambiar su base mágica, su sistema de asimilación de magia se reseteó. Apenas cuenta con trescientos años de poder, y encima basado también en la amistad, cuyo aprovechamiento de magia es bastante menor que el del odio puro. Gentle literalmente pasaría por encima de todas ellas.

—¿Y los Elementos de la Armonía? ¿No contienen los seres más poderosos que jamás han existido sobre la faz de este mundo? Podrían usarla contra Gentle, ¿no? —volvió a preguntar Muffled.

—El contenido sí es extremadamente poderoso —contestó el semental—, pero el continente se basa en el poder de la conexión con sus portadoras… Es decir, ahora mismo, los Elementos de la Armonía son tan poderosos como las unión de amistad que tienen entre sí las seis de Ponyville. Es decir, serían como un juguete enfrentándose a un cañón.

>>Además… —Wise entrecerró los ojos—, antes no te lo he contado todo… Hace aproximadamente trescientos años, la Princesa Celestia, junto a su nuevo aprendiz, atacó otra vez a Gentle, frente a lo que hoy es la mina del pueblo…

>>Diciéndolo suavemente: ¿Nunca te has preguntado de quién es la tumba desconocida del cementerio? El pobre aprendiz pagó con su vida la negativa de los Elementos para atacar a su elegida, a Gentle Colors. El desgraciado ardió hasta la muerte, ante la sorpresa de las dos yeguas, que no pudieron hacer nada por salvarle.

>>Es decir, cualquier ataque que se haga ahora mismo contra Gentle, usando los Elementos de la Magia, conllevará a un mismo camino: la destrucción de una, de varias o de todas las portadoras de los Elementos. Digamos que los Señores Elementales son muy celosos con su elección.

>>Pero dime, Muffled… ¿Me ayudarás a proteger Northwest Mines Town, Equestria y el mundo entero contra la posibilidad de la destrucción total, incluso si para ello puedan correr un gran peligro, o incluso morir, cualquiera de nosotros? —preguntó Wise, con un gesto solemne, mientras le ofrecía a la yegua el casco como señal de protección.

Muffled comprendió entonces que estaba metida en mitad de una gran conspiración, del que podría salir malparada. Miró al suelo, pensativa. Entonces alzó la vista hasta encontrarse con los ojos de Wise y, apretando los dientes, afirmó con la cabeza.

—Gracias… amiga —declaró el semental, chocando los cascos con la jefa de mineros—. Y ahora, vamos a buscar a Gentle antes de que sea demasiado tarde…

[center]* * *[/center]

Esa parte del lateral del Palacio Real era, con diferencia, la menos vigilada. Gentle esperaba que, al igual que el Palacio original, ésta tuviese una entrada secreta en el mismo lugar, pues cualquier otra forma de entrar sería prácticamente un suicidio, sobre todo la entrada principal, donde un regimiento entero la habrían cerrado el paso nada más poner un casco en él.

Esperó pacientemente hasta el cambio de guardia, que no tardó mucho en producirse. En el momento preciso, salió de entre los arbustos donde había permanecido escondida y se pegó a la pared. Tanteó con sus cascos, tan rápido como pudo, la ubicación de la posible entrada oculta. Cuando la encontró, sonrió. Entonces deslizó su pata dos baldosas hacia arriba y dos a la izquierda y pulsó con suavidad la siguiente losa. Mientras se abría lentamente la entrada secreta, Gentle supo que todo sería más fácil.

El interior del pasadizo era oscuro y lleno de telarañas. Cuando volvió a cerrar la entrada, tanto ella como Reddish se quedaron a oscuras. Gentle sabía que debía evitar, a cualquier precio, que la pequeña dragoncita exhalase fuego en esa pequeña galería. Intentó rememorar la longitud y recorrido de esa entrada secreta y, sobre todo, a qué habitación del Palacio desembocaba. Recordó entonces cómo la Princesa Luna se lo mostró un día, entre risas, para escapar de las aburridas lecciones de la Princesa Celestia, y así disfrutar de una soleada tarde en el Jardín Real. Aquellos eran buenos tiempos, sin duda. Buenos tiempos que, por desgracia, jamás regresarían.

Pero al fin consiguió generar un mapa mental del túnel, aunque debía avanzar a oscuras, pues la cantidad de telarañas presentes en ese lugar hacía imposible cualquier tipo de fuente de luz no mágica y, aunque pudiese hacer un hechizo, estaba segura de que el interior del Palacio tenía algún tipo de alarma que la detectaría de inmediato. Afortunadamente, precisamente a la misma existencia esas telarañas, Gentle supo que esa entrada no había sido utilizada en años, por lo que seguramente nadie se esperaría que lo hiciese ella.

Avanzó, arrastrándose, poco a poco, ocultando su cuerpo con la túnica y, sobre todo, protegiendo con ella a Reddish: cualquier roce o cosquilleo en el cuerpo de la pequeña podría asustarla o molestarla hasta tal punto que, para defenderse instintivamente, la dragoncita lanzase fuego, convirtiendo el túnel en una trampa mortal. Llegaron entonces al final de la galería, topándose con una pared. Gentle entonces dudó. ¿A qué habitación conectaría? Sabía que, en el otro Palacio, comunicaba con un salón de grandes proporciones, pero sin utilidad… a una habitación perdida de un Palacio magnífico y estúpidamente grande. Pero seguramente, en este nuevo emplazamiento, llevaría a otro lugar totalmente diferente. De todas formas, solo había una forma de comprobarlo.

Sin embargo, debía ser muy cuidadosa al abrir la portezuela. Podría ser que al otro lado estuviese la sala de guardias o algo mucho peor, el Salón del Trono. Poco a poco empezó a mover la abertura hasta que entró una leve línea de luz, entonces paró y miró por esa leve rendija. Aunque no vio a nadie, observó que la habitación que había a continuación parecía ser el mismo salón sin uso que recordaba del otro Palacio.

Abrió del todo la puerta secreta y ojeó hacia todos lados. El lugar estaba completamente desierto. Afortunadamente, el ruido de los goznes de la entrada secreta no había alertado a nadie. Cerró la portezuela hasta su posición original y avanzó silenciosamente hasta una puerta. Detrás de ella, en el antiguo castillo, cruzaba un pasillo muy transitado, así que no quiso arriesgarse y, dándose la vuelta, se acercó a otra puerta que, según rememoraba, llevaba a otra sala sin uso. Al menos, así debería ser, siguiendo el plano del antiguo Palacio.

Se acercó a la última puerta y miró por el ojo de la cerradura. La siguiente habitación estaba igual de desierta que en la que estaba, por lo que abrió el portón rápidamente y lo cruzó, cerrándolo por detrás de ella. Localizó las diferentes puertas y volvió a fijar un plano mental de esa ubicación dentro del antiguo Palacio.

Pero tenía que llegar a un sitio en concreto para dejar a Reddish, no vagar sin rumbo fijo, como estaba haciendo, así que se quedó pensativa durante unos momentos, intentando situar dónde debía estar la habitación de la Princesa Celestia. Era, sin duda, la mejor opción, ya que pronto anochecería y la Monarca de Equestria se iría a descansar, suponiendo, claro está, que hubiese delegado ya a su hermana menor el derecho a levantar la Luna. Pero, ¿y si no lo había hecho? Tendría entonces que llamar, de alguna manera, la atención sobre esa habitación, para que descubriesen a la bebé dragón lo antes posible. El problema sería cómo escaparía ella de esa trampa.

Eligió una puerta en concreto, sabiendo que, si todo el Palacio había sido un calco exacto del anterior, irían, dando un pequeño rodeo, a la habitación de la Princesa Celestia. Un rodeo que le aseguraría pasar lo más desapercibida posible dentro de un palacio fortificado.

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—Nunca antes había venido a Canterlot —Muffled estaba impresionada ante tanta opulencia, hasta tal punto que se sentía incómoda y mareada—. Es todo tan… Espectacular…

—No dejes que te engañe —declaró Wise—, es la capital del Reino y, como tal, debe ser exasperadamente pomposo.

Los dos trotaron a buen ritmo, con el semental al frente marcando el camino hacia el Palacio Real. Habían decidido empezar a buscar ahí a Gentle, pues seguramente ella intentaría entrar a su interior o, si aún no había accedido, esperarla en las inmediaciones para ayudarla con su misión en la medida de lo posible.

Recorrieron Canterlot en menos tiempo de lo que pensó la jefa de mineros, ya que Wise conocía perfectamente el recorrido. Una vez posicionados ante la puerta principal del Palacio Real, se pararon. Entonces, el poni volvió a quitarse la pieza de la armadura de su pata delantera izquierda y entró hasta el umbral, donde cuatro guardias le miraron inquisitivamente. A continuación, levantó la pata y la vista de los soldados retornaron inmediatamente al frente, para seguir protegiendo la entrada como si fuesen estatuas. Muffled, temblorosa, se acercó al semental, que se estaba volviendo a ajustar la armadura.

—Sonríe un poco... —dijo Wise, mirándola—. Eres la primera habitante de Northwest Mines Town que accede al interior del Palacio Real. Quizás, con suerte, llegues a cruzarte con la mismísima Princesa Celestia, aunque quizás, si tenemos más suerte, no llegaremos a verla.

—No te preocupes… —declaró la jefa de mineros—. Después de lo que me has contado, no tengo muchas ganas de encontrármela.

—Recuerda lo que te dije antes… —señaló el semental, empezando a abrir puertas al azar y mirando al interior de las habitaciones—: no hay que decirle a Gentle absolutamente nada de lo que te he contado. Tienes que actuar de forma normal cuando la veamos… Deberías saber que ella te respeta muchísimo y no soportaría que supieses la verdad.

—No parecía que me apreciase esta mañana, cuando me echó del Consejo del Pueblo —se quejó la yegua.

—Acuérdate de lo que Gentle confesó esta mañana en la plaza, antes de usar su magia —aclaró Wise—: “Siempre he deseado tener un bebé” —entonces hizo una pequeña pausa—. Debe ser muy difícil que, a su alrededor, se sucedan las generaciones, mientras ella se ve relegada al ostracismo. Al fin y al cabo, Gentle es una unicornio y, aunque en algunos aspectos es un ser prodigioso, en otros, no deja de ser una yegua, como todas las demás, con sus necesidades fisiológicas.

>>Pero hoy todo eso ha cambiado. A todos los aspectos, Gentle ha dado la vida a Reddish: “Estaba a punto de morir, si no le llego a abrir el huevo…”, dijo en la reunión. Y eso la convierte en la legítima madre de esa bebé —hizo otra pausa y miró hacia el suelo, apesadumbrado—. Esa pequeña dragona es su hija... Su auténtica hija… Pero ahora se ve obligada a apartar a Reddish de su lado y entregársela a quien ella odia con toda su alma, para quizás perderla para siempre. Es una decisión demasiado cruel, que no me gustaría tener que tomar jamás.

>>Y tú, al culpar a Reddish de vivir, la heriste… —expresó el semental, mirando fijamente a Muffled—. Durante mucho tiempo, Gentle fue atacada de forma indiscriminada, sabiéndose ella culpable de lo que hizo antaño… Pero no pudo soportar que Reddish, siendo un ser inocente, fuese atacada de igual forma. Y menos que lo hicieses tú.

—Sé que hice mal al decir esas palabras… —Muffled bajó la mirada, arrepentida—. Fue todo tan… repentino… Lo único que quería era proteger Northwest Mines Town y protegernos a todos. Y ahora me doy cuenta de que es Gentle la que siempre nos ha protegido. ¿Qué derecho tengo a inmiscuirme en su cometido? Cuando la vea, me disculparé... Pero tenemos que encontrarla...

—Sé que ella también te pedirá perdón a ti —Wise sonrió.

—¿Por qué crees eso? —preguntó la jefa de mineros.

—Porque ella ve en ti a la figura maternal que siempre añoró tener desde que se rebeló, hace más de mil doscientos años… —respondió el semental—. Ahora, después de tanto tiempo, Gentle vuelve a ser feliz: tiene verdaderas amigas, tiene una madre —señaló a Muffled—, vuelve a tener poder y tiene la Equestria que tanto ansiaba conseguir…

En ese momento empezó a sonar una sirena de alarma. La yegua comenzó a trotar hacia su origen, pero Wise la paró:

—¡NO! —gritó—. ¡Si ha sido Gentle la que ha activado la señal, ya estará muy lejos!

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Gentle al fin llegó al pasillo en el que, según al plano del antiguo Palacio, debería estar el Dormitorio Real de la Princesa Celestia. Había tenido que dar rodeos e incluso retroceder más de una vez, pues la cantidad de guardias, de personal de servicio y de visitantes era excesiva para esos tiempos de supuesta paz. Además, muchas de las habitaciones, pasillos y conexiones que había encontrado eran completamente diferentes a como recordaba, por lo que determinó que únicamente eran similares aquellas partes que la Princesa Luna solía frecuentar antaño. Entonces llegó a una conclusión: la Princesa Celestia había querido emular, dentro de lo posible, las partes del Palacio que más frecuentaba la Princesa Luna. Por lo tanto, desde el mismo momento en que se construyó este Castillo, la Monarca de Equestria tenía pensado perdonar a su hermana.

El pasillo, afortunadamente, estaba desierto, por lo que Gentle se acercó cuidadosamente hacia una puerta en concreto. Detrás de ella debería estar la Habitación Real, así que se situó delante de la entrada, miró hacia ambos lados del pasillo y, sabiéndose sola, observó a través del ojo de la cerradura.

Lo que vio la hizo sonreír: desde el pequeño agujero se veía una gigantesca cama, en cuyo dosel se vislumbraba perfectamente el símbolo de la Cutie Mark de la Princesa Celestia. Afortunadamente la ubicación de esa habitación era exactamente la misma en los dos Palacios.

Cogió con el casco la manija de la puerta y, con decisión, la deslizó hacia abajo, pero la puerta permaneció cerrada. El gesto de Gentle se torció. La puerta estaba cerrada con llave. La unicornio de dos colores pateó entonces el suelo, frustrada: estaba tan cerca de su objetivo y a la vez tan lejos… Rabiosa, no se lo pensó dos veces… Se dio la vuelta y, apoyándose sobre las patas delanteras, propinó, con todas sus fuerzas, una doble coz sobre la puerta, que cedió al instante y se abrió de par en par. En ese momento empezó a sonar una sirena de alarma en todo el Palacio.

Tenía poco tiempo para dejar a Reddish y escapar, así que trotó directamente hacia la cama mientras se quitaba la mochila porta-bebés. Dejó suavemente a Reddish sobre la colcha de la cama y la besó en la frente. Con celeridad, dejó caer los zurrones y los dejó en el suelo, al lado de la cama. Y cogió la nota de uno de los zurrones y la puso por encima, de tal forma que fuese totalmente visible al entrar.

—Reddish —dijo suave pero rápidamente—, no sé si me recordarás algún día… Pero yo nunca te olvidaré…

La bebé dragón miró fijamente hacia ella, intentando comprender el por qué de esa situación, por lo que empezó a lloriquear.

Maldiciendo a la Princesa Celestia por el poco tiempo del que disponía, la unicornio de dos colores sacó el cuchillo del zurrón y, mientras miraba, con ojos húmedos, a la pequeña dragoncita, se sujetó la crin y se lo cortó lo más rápidamente posible, dejándose una maraña despeinada y maltrecha en su cabeza. Rodeó entonces a la pequeña con el pelo que se había cortado. Ésta cogió un mechón y, llevándoselo a la boca, volvió a sonreír.

—Te quiero, Reddish —los ojos de Gentle apenas podían ver por las lágrimas—. Vive… Vive y se feliz…

Y salió de la habitación sin mirar atrás. Tenía que alejarse de allí lo más rápido posible, antes de que aquella parte de Palacio se llenase de soldados. Entonces volvió por el mismo lugar por el había llegado, deseando no encontrarse con nadie.

Lo único positivo de la situación era que Reddish apenas tendría que esperar para ser descubierta.

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“Número Dos” fue el primero en llegar a la Habitación Real. Con una señal, hizo parar a los soldados que le seguían, entrando él a continuación al interior del dormitorio. Allí, sobre la colcha de la cama, una bebé dragón lloraba, probablemente asustada por el ruido de la alarma. A los pies de la cama había dos zurrones del que asomaban diversos materiales para el cuidado infantil. El pegaso se acercó lentamente a ellos y empezó a buscar dentro, descartando inmediatamente la existencia de cualquier elemento peligroso.

Parecía ser que lo único que había pasado era que alguien había puesto ahí al bebé y se había marchado antes de que ellos llegaran. Entonces se fijó en la nota. Con cuidado lo cogió y empezó a leerlo.

Apenas había terminado dos frases cuando una voz atronadora surgió desde el pasillo:

—¿¡QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO AQUÍ!?

El pegaso giró la cabeza y, al momento, bufó, molesto. La Princesa Celestia se acercaba por el pasillo. A raíz del persistente sonido de la alarma, la Monarca había usado la Voz Real de Canterlot para hacerse oír. “Número Dos” se encaminó hacia la puerta, pero la Princesa Celestia apareció en el umbral. El pegaso, parándose, hizo una leve reverencia con la cabeza y le entregó la nota.

La Princesa Celestia miró directamente, con gesto serio, a la pequeña bebé dragón que lloraba en su cama. Después cogió la nota y comenzó a leerlo detenidamente. Una vez terminado, entrecerró los ojos y, esta vez con voz normal, gritó:

—¡Es Gentle! ¡Id tras ella y traedla a mi presencia! —los soldados se cuadraron de nuevo—. ¡Pero procurad que mi hermana no la vea! ¡Y quitad ese sonido… Molesta a la pequeña! —señaló a Reddish.

Todos los guardias reales abandonaron el pasillo buscando a la fugitiva. “Número Dos” volvió a hacer una reverencia y se marchó. Poco después, el sonido de la alarma se silenció.

La Princesa Celestia se acercó entonces a la cama. La bebé dragón aún seguía sollozando, aunque en ese momento abrió del todo los ojos y comenzó a reírse, mientras estiraba sus garritas hacia la soberana de Equestria, que se había sentado en el suelo, al lado de la cama, y miraba a la bebé con ojos tiernos.

—No, pequeña… —dijo con una suave voz—, yo no soy tu madre… Aunque he de reconocer que ella se parece ligeramente a mí, con su larga crin...

Volvió a leer la carta, esta vez en alto, como si quisiera que la pequeña dragoncita lo escuchase:

Princesa Celestia:

Reconozco que hemos tenido diferencias en el pasado, pero espero que sea algo que permanezca en ese lugar y que no se trasladen al presente.

Sé que he cometido un delito al romper mi exilio, pero debía hacerlo: la pequeña criatura que ves delante de ti, ha aparecido en el interior de la mina del pueblo que creaste para mí.

Como sabrás, Northwest Mines Town es un pueblo minero de joyas y, como tal, un dragón no tiene cabida. A pesar de ello, tuvo que ser incubada mágicamente en la plaza del pueblo, pues no podía romper el cascarón.

Ahora, según tengo entendido, eres un ser bondadoso. Así que te ruego, desde lo más hondo de mi corazón, que cuides de la pequeña, ya que es un ser inocente, víctima de las circunstancias.

Si he roto mi exilio ha sido por ella, pues necesita un hogar donde pueda ser cuidada y protegida. Y solo hay un lugar en toda Equestria donde pueda estar a salvo: a tu lado.

Te pido humildemente que no pagues con ella los errores que cometí yo.

Por cierto, se llama Reddish. Es encantadora, ¿verdad? Me encantaría verla de nuevo pronto, en mejores circunstancias, cuando me perdones y levantes mi exilio.

Por último, debo decirte que mi encaminamiento hacia la amistad empieza a tener éxito. Ahora comienzo a ser otra vez una poni feliz al lado de mis amigas, como lo era cuando estaba a tu lado, antes de… lo ocurrido. Muchas gracias por juntarnos.

Con los mejores deseos: Gentle Colors.

Posdata: Mis amigas y yo necesitamos más lunas de sangre.

—Hermana, ¿ocurre algo? —la voz de la Princesa Luna se acercaba por el pasillo—. He oído una alarma…

La Princesa Celestia levantó la mirada hacia la puerta, preocupada. Desde que la Princesa Luna dejó de ser Nightmare Moon no había vuelto a sonreír. Estaba hastiada, cansada, sin ganas de vivir. Por mucho que lo había intentado, la Princesa Celestia no había conseguido que cambiase el gesto de su hermana menor. La que en otro tiempo fue la Guardiana de la noche, simplemente no conseguía encajar en la vida diaria, a pesar de que parte del Palacio había sido configurado de la misma forma que estaba hace mil años para que ella rememorase los buenos recuerdos.

—Princesa Luna, estoy aquí —expresó la Princesa Celestia, sonriendo—. Entra a mi habitación…

La Princesa Luna se asomó a la puerta, intentando no incomodar. Entonces abrió ligeramente los ojos, sorprendida: su hermana mayor la estaba mirando con una expresión maternal. Ésta le hizo un gesto para que se acercase a la cama ya que, con su cuerpo, tapaba a Reddish.

—Sé que estás triste, hermana —dijo cariñosamente la Princesa Celestia—. Te castigas pensando que todo lo que conociste y te hacía feliz ya no existe. Crees que todo el mundo te repudia, que no tienes amigas... Estás muy equivocada... —entonces, levantándose, la regente de Equestria sonrió y se apartó—. Aquí tienes a una…

La Princesa Luna se acercó curiosa a la cama, mirando estupefacta a Reddish. Nunca había visto un dragón tan pequeño… Era… gracioso.

La pequeña estiró sus garritas aprovechando que la Princesa Luna había bajado la cabeza mientras para escrutarla, y agarró un mechón de la crin azul celeste, llevándoselo, a continuación, a la boca. Entonces Reddish empezó sonreír y a balbucear, contenta.

—¡Ey! ¿Qué estás haciendo? —la Princesa Luna preguntó perpleja, mientras le retiraba el mechón de pelo de la boca a Reddish—. Eso es mío, no te lo comas…

Entonces Reddish entrecerró ligeramente los ojos y, con una sonrisa aún más pronunciada, cogió otro mechón que ladeaba por la otra parte de la cabeza de la regente de la Noche.

—Eres muy travieso… —la Princesa Luna no supo cómo continuar.

—Se llama Reddish. Es hembra —matizó la Princesa Celestia, mientras sonreía.

—Reddish… eres muy revoltosa… Pero, si te apetece comerte mi crin, ¿quieres un poco más? —dijo, cogiendo otro mechón de su crin y poniéndolo por encima de la pequeña, que estiró sus garritas intentando coger el nuevo tirabuzón, a pesar de que aún seguía chupando el otro mechón.

>>¡Jajajá...! —la Princesa Luna se rió—. Mira, hermana… No se lo está comiendo, solo lo chupa… Jajajá… ¿Quieres aún más? —y cogió otro mechón de su crin, hizo cosquillas con él en la barriga de la pequeña dragoncita, que seguía chupando el primer mechón y tiraba de los dos siguientes con sus diminutas garras.

La Princesa Luna miró entonces, con ojos titilantes y una sonrisa en la boca, hacia la Princesa Celestia.

—Muchísimas gracias, hermana —dijo—. Eres fantástica…

—Te ayudaré a cuidarla —respondió la Princesa Celestia, devolviéndole la sonrisa. Entonces, acercándose a ella, la abrazó. Por fin la Princesa Luna volvía a sonreír.

Entonces, mientras seguía abrazando a su hermana menor, la Princesa Celestia se fijó, por primera vez, en la crin que rodeaba a Reddish. En ese momento, sin que la Princesa Luna y la pequeña se diesen cuenta, la Monarca de Equestria frunció el ceño, contrariada.

Pero la seguridad de la bebé era lo primero, así que la Princesa Celestia elevó mágicamente los zurrones y la Princesa Luna izó suavemente, con su pata delantera, a Reddish, que seguía chupeteando los mechones entre jocosas carcajadas, tanto de la pequeña dragón como de la Regente de la Noche, y se dirigieron a los aposentos de esta última, a la vez que dieron órdenes al servicio para el buen tratamiento de la bebé.

Cuando la Princesa Celestia volvió a su habitación, se fijó de nuevo en la crin que aún descansaba sobre la cama. Esa crin pertenecía, sin ninguna duda, a Gentle Colors. Agarró un mechón con su pata y, dejándolo en el mismo lugar, se dirigió hacia la ventana. Sabía que, si en algo era orgullosa esa unicornio, era precisamente en su larga y perfecta cabellera. El hecho de que ella hubiese sacrificado su crin como ofrenda para acompañar a la pequeña Reddish no era para alimentar a la bebé, sino un mensaje para la Regente de Equestria. Un mensaje que solo podía significar una cosa: “Te ofrezco mi soberbia, representado por mi crin, la cual he arrancado de mi cuerpo y, con un gesto de humildad, dócilmente rodeo con ella a un ser inocente y puro, para decirle al mundo entero que estoy orgullosa de esa criatura”. Por lo tanto, la prueba de su cambio estaba ahí. La prueba de que Gentle estaba volviendo a ser la aprendiz amable y gentil que fue antaño, antes de su levantamiento.

La Regente de Equestria deseó entonces que, ni “Número Dos” ni ninguno de los guardias reales, tuviesen éxito en atrapar a la unicornio de dos colores.

—Muchas gracias, Gentle —exclamó—. Espero que vuelvas a ser feliz...

En ese momento, una lágrima recorrió la mejilla de la blanca alicornio.

—Y espero que algún día logres perdonarme… —susurró.

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Tanto Wise como Muffled se habían situado en la calle principal, un poco alejados de Palacio. Habían determinado que ese era el mejor lugar para esperar a la unicornio de dos colores pues, teniendo en cuenta que la defensa estaba activa, Gentle tendría que pasar por allí, porque atravesar esa calle era la forma más rápida y segura de abandonar Canterlot.

—Quédate aquí —dijo Wise—. Yo voy a entrar, por si acaso. De todas formas, tengo que deshacerme de esta armadura. No quiero que Gentle me descubra con ella puesta, descubriría quién soy al instante.

—Como quieras —Muffled se sentía insegura. No quería quedarse sola en esa gran ciudad desconocida…

—Si ves a Gentle —exclamó el semental—, entrad ahí —señaló una cafetería que estaba un poco más atrás en la calle—, y esperadme… Pero no os pongáis en la parte de las ventanas.

—No soy estúpida, créeme —se quejó la jefa de mineros, pero Wise ya se había marchado al galope hacia el Palacio Real.

Muffled se sentó en el sitio, mirando hacia el suelo, mientras intentaba analizar cada palabra que iba a decirle a la unicornio de dos colores para disculparse, pero no pudo… Estaba aterrada. Aterrada por la historia de Gentle, aterrada por los acontecimientos y, sobre todo, aterrada por la soledad que le infundía esa gran y opresiva ciudad, cuyas paredes parecían combarse sobre ella, intentando atraparla.

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Gentle llegó, sin saber cómo, a la misma entrada secreta por donde había accedido al Palacio. Todo dentro del Castillo se había vuelto horriblemente caótico, con soldados recorriendo pasillos y habitaciones para buscarla.

Abrió la portezuela sin miramientos y entró en el túnel, cerrando la puerta justo por detrás de ella. Sabía que, si le tapaban las dos salidas, estaría atrapada, pero eso no le amilanó. Siguió hacia delante, despejando rápidamente los trozos de telaraña que aún colgaban en el camino. ¿Por qué tenían las arañas la necesidad de hacer sus pegajosas redes en los sitios más insospechados, donde la posibilidad de que entrase una mosca era prácticamente nula?

Finalmente llegó al otro extremo. Antes de abrir la entrada se paró para recuperar el aliento. No sabía lo que podría haber al otro lado, por lo que estaba aterrada… Podría darse el caso de que el revuelo hubiese hecho que todos los guardias estuviesen dentro de Palacio, pero también podría ser que todos los soldados estuviesen acordonando los alrededores.

Fuese como fuese, lo único que podía hacer era salir, ya que volver al Palacio era ofrecer su cabeza en bandeja de plata. Pero otra duda recorría ahora su mente: ¿debía abrir la portezuela despacio o hacerlo con rapidez? Con la primera opción podría pasar más desapercibida, pero a la vez daría más tiempo a un posible observador para alertar de su posición y ser atrapada. En cambio, si abría rápidamente, varios soldados podrían oír el ruido y acercarse a la vez, cercándola desde varios frentes. Sopesó cuidadosamente las posibilidades y decidió que la mejor opción era una mezcla de ambas opciones: abrir despacio la puerta y trotar rápidamente hasta el arbusto en el que se había escondido antes de entrar.

Así lo hizo y, una vez oculta en el arbusto, miró a los alrededores. No había absolutamente ningún soldado en todo ese ala. Respiró hondo y sonrió. Ahora todo sería más fácil, pues aunque podrían verla antes, tendría más espacio para esconderse o huir.

Ahora tocaba elegir la ruta de escape. Miró a su alrededor y vio el laberinto del Jardín Real. Descartó al instante esa opción, ya que, aunque en el antiguo Palacio Real también había un laberinto, era estúpido pensar que el de este lugar tenía la misma configuración y más aún sabiendo que era un simple juego ornamental. Decidió ir sobre seguro, saliendo por la calle principal hasta salir de Canterlot, a pesar de que esa era la salida más lógica y, por lo tanto, con más posibilidad de estar plagada de guardias.

Salió de la seguridad del arbusto y se encaminó, camuflándose por detrás de los árboles, hacia la avenida. El mayor problema que se le planteaba ahora era, sin duda, el tener que pasar justo por delante de la puerta principal. Debía ser rápida en hacerlo, sin dar tiempo a los soldados de reaccionar.

Al llegar a la esquina que daba al muro principal, la unicornio de dos colores empezó a galopar lo más rápido que sus cascos podían dar de sí. Se maldijo durante un instante por la escasa velocidad, producto de las deformidades que tenía en las puntas de sus extremidades delanteras, ocultas bajo unos falsos cascos. A pesar de ello, logró pasar sin que nadie saliese a perseguirla. Aunque siguió moviéndose, se extrañó ligeramente por ese hecho. ¿Podría ser que no hubiese ningún guardia en la puerta principal? ¿Dónde estaban metidos todos?

Imprimiendo la misma velocidad, giró hacia la calle principal de Canterlot. Entonces vio, un poco más adelante, una figura sobrecogida, apesadumbrada, aterrorizada… Era Muffled, que estaba echada sobre el suelo, con sus cascos por encima de la cabeza. Algo le estaba pasando.

Se acercó a ella, parándose a su lado, entonces puso suavemente una de sus patas sobre el hombro de la jefa de mineros, quien elevó su cabeza y le devolvió la mirada. Cuando Muffled vio a Gentle, sus ojos se humedecieron, sabiéndose a salvo de esa sensación de opresión. La unicornio miró hacia los alrededores, escrutando todas y cada una de las esquinas. Esa situación no parecía ser una trampa, sino que verdaderamente la rojiza yegua estaba sufriendo.

—Wi… Wise dijo que le esperásemos allí —balbuceó Muffled, que había recuperado ligeramente la compostura, señalando un restaurante cercano.

—De acuerdo —respondió Gentle, totalmente impasible.

Y entraron en el lugar elegido, donde hubo un gran silencio ante la apertura de la puerta… Aunque, donde más silencio había en ese momento era en el corazón de la unicornio.

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Wise entró directamente al Palacio por la puerta principal. Ya había dejado de sonar la alarma, así que seguramente ya estaría encontrado a Reddish y, ahí estaba el problema, posiblemente también a Gentle, si no había logrado escapar. En todo caso, debía darse prisa.

Pertrechado aún con la armadura y tapado con la túnica, se dirigió rápidamente por el vestíbulo principal, sin saber bien a dónde dirigirse. Tenía que enterarse rápidamente de la situación, así que abordó al primer guardia que encontró.

—¿Qué es lo que ha ocurrido? —preguntó, mientras mostraba la escarificación al soldado.

Éste se cuadró al instante y le explicó rápidamente lo que sabía. Afortunadamente aún seguían buscando a Gentle. Wise sonrió: todavía había posibilidades de que todo saliese bien.

De las escaleras bajaron más guardias, precedidos por una figura escondida bajo una túnica, que estaba volando sobre los peldaños, avanzando rápidamente hacia la entrada principal. No había duda, era “Número Dos”.

El semental se interpuso en medio y enseñó la escarificación a todos. Los soldados se cuadraron y “Número Dos” gruñó.

—Aparta, “Número Uno” —dijo entre dientes—. Es de vital importancia que detengamos a la infractora. Ha osado profanar los Aposentos de la Gran Yegua.

—¿Por qué debería hacerlo? —preguntó Wise—. Sabes tan bien como yo lo que ocurrirá si la atrapas… Por lo tanto, debo impedírtelo.

—¿Acaso vas a desobedecer una orden real? —los ojos de “Número Dos” se encendieron como ascuas.

—Exactamente… —la mirada de Wise se inflamó de igual manera—. Recuerda la primera de nuestras directrices. Es imperativo que Royal Purity salga de Canterlot.

—¡Maldita sea! —“Número Dos” bajó al suelo y lo pateó con sus patas delanteras, encabritándose—. ¡No me hagas contradecir una orden directa de nuestra Soberana!

—Royal ha venido en son de paz, trayendo con ella algo que realmente valora… —replicó Wise—. No es un peligro para Equestria, y lo sabes… Pero lo que SÍ sería una amenaza para Equestria sería atraparla y llevarla ante la Princesa Celestia…

“Número Dos” volvió a patear el suelo, pero esta vez con indecisión… Seguía furioso pero indeciso. Sabía que “Número Uno” tenía toda la razón, pero si desobedecía la orden seguramente recibiría un castigo. Al final levantó la mirada y la fijó directamente hacia Wise.

—De acuerdo —exclamó—, “Royal Purity se nos ha escapado”. Pero recuerda que me debes un favor, un gran favor.

—Por supuesto —Wise entrecerró los ojos, a la vez que mostró una gran sonrisa—. La próxima vez que venga a Canterlot te traeré una yegua para tu disfrute… ¿O quizás prefieres un semental? Conozco a uno que le apodan “El cinco patas”…

Los soldados que estaban detrás de “Número Dos” empezaron a reírse, imaginándose la escena con los dos sementales. El pegaso encapuchado miró entonces hacia ellos, con una cara de auténtica rabia, lo que hizo que callasen de inmediato. Después volvió a mirar, de la misma forma, a Wise, quien sonreía de forma estúpida, sabiéndose ganador de la contienda.

—¡Vete! ¡Fuera! —gritó “Número Dos”—. ¡No hagas que me arrepienta de la decisión!

Wise reculó ligeramente y se dio la vuelta, a su vez, lo mismo hicieron los soldados y “Número Dos”. Entonces el semental observó cómo, por delante de la puerta principal, una figura encapuchada trotaba a poca velocidad, dirigiéndose hacia la calle mayor. Con una sonrisa, Wise se paró y, quitándose la túnica, dijo:

—Quiero dejar la armadura aquí. Tengo intención de acompañar a Royal a Northwest Mines Town y debo mantener mi identidad en secreto. Enviádmela por los canales “habituales”.

Se quitó completamente la protección y la dejó en el suelo. “Número Dos” hizo una señal y dos soldados la cogieron con sumo cuidado, enrollándola con la túnica.

A continuación, Wise salió galopando hacia la calle mayor. Había evitado la captura de Gentle y su secreto estaba a salvo. O, al menos, esperaba que así fuese.

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Gentle y Muffled se pusieron en una mesa al fondo del restaurante. Allí todos estaban bebiendo, algo normal teniendo en cuenta de que ya era bastante tarde y ya no se servían comidas a esas horas.

Estaban en silencio, cada una con una cerveza delante. Muffled jugueteaba con la copa, sin saber qué hacer, mientras Gentle hacía dibujos sobre la mesa, mojando el casco en la cerveza para usarlo como un símil de tinta. Todos los dibujos eran de Reddish saltando, tomando el biberón o eructando. En todos los dibujos la bebé dragón era feliz, al contrario de cómo se sentía Gentle al realizarlos, pues suspiraba lastimosamente.

Wise entró al restaurante y, localizándolas, se sentó junto a ellas.

—Buenas noticias —comentó—. Se ha cancelado la búsqueda. He hablado con la cocinera de Palacio, que es una buena amiga mía y me ha dicho que la Princesa Celestia ha comprendido que lo ocurrido no ha sido un atentado, ni siquiera lo ha consideerado un acto malicioso. Creo que nos hemos ganado un descanso.

Pero Gentle no le escuchaba. Su mente estaba pensando en Reddish. No podía creer que la hubiese abandonado. Nunca jamás volvería a ver a la pequeña, pues la posibilidad de que hubiese paz entre ella y la Princesa Celestia era poco menos que imposible… Y, sin esa paz, Gentle no podría volver a acercarse a Canterlot.

La unicornio se inclinó hacia delante y lloró amargamente. Muffled cambió de sitio, poniéndose a su lado y la abrazó de la forma más maternal posible, y también lloró. Wise se entristeció, comprendiendo la situación en el que estaba la yegua de dos colores. Toda esa situación era algo demasiado amargo.

—Lo que has hecho, Gentle —dijo finalmente—, ha sido la lección más maravillosa que podrías dar a todo el mundo. Estoy seguro de que incluso la Princesa Celestia hoy ha aprendido mucho de ti… Y estoy aún más seguro de que Reddish estará muy bien cuidada en el Palacio. Estoy realmente orgulloso de lo que has hecho.

—Yo también lo estoy —añadió cariñosamente Muffled—. Incluso los habitantes de Northwest Mines Town lo están… De hecho, deberías saber que, aunque algunos se pusieron en contra de Reddish, la mayoría del pueblo salió en vuestra defensa. Me has dado la mayor de las lecciones —Muffled estaba temblorosa, con los ojos aún húmedos—. Y… Y quisiera pedirte perdón… Fui demasiado cruel esta mañana… —bajó los ojos—, y no mereces esa crueldad… Ni tú ni Reddish…

—Sé que no eres así —Gentle miró a la jefa de mineros—. Se nos calentó la boca a las dos… Te perdonaré, si tú también lo haces…

—¿Qué...? —preguntó Muffled—. No tengo que perdonarte nada…

—Lo de tu expulsión… —respondió la unicornio de dos colores—. Me extralimité en mi poder... Y, a pesar de lo que te hice, has venido a buscarme. Sé que ser miembro del Consejo del Pueblo es algo muy importante para ti, por lo que usaré otra vez mi poder, pero esta vez por algo positivo: vuelves a ser admitida… O, mejor dicho, a todos los efectos, nunca has estado expulsada.

Las dos yeguas se abrazaron. Wise sonrió…

—De hecho —siguió hablando Gentle, esta vez con un tono ligeramente más alegre—, cuando volvamos a Northwest Mines Town, voy a comunicar que reduciré mi peso en el Consejo, para pasar a tener el mismo tipo de votos que el resto. Ni siquiera quiero poseer el voto de calidad.

—Pero eso supondrá que seamos pares —reclamó el semental—. Tendríamos que acoger a un miembro más… ¿Qué os parece Spoon Giddy? —preguntó, más tranquilo, sabiendo que Gentle se había marcado un objetivo distinto.

—No sé… —dudó la unicornio—. Apenas le conocemos…

—No te preocupes —matizó Wise—, sé que es buen poni. Nos ha ayudado mucho y además estaba en el grupo que salió en tu defensa…

“Y he investigado su pasado y es de fiar… Un pequeño refuerzo que me envía la Gran Yegua en estos tiempos difíciles”, pensó el semental.

—No le vi —Muffled se extrañó.

—Créeme, estaba… —respondió el poni—, aunque atrás del todo.

—¡Ah! Ya recuerdo… —la jefa de mineros asintió con la cabeza—. Es que, como las hermanas Numbers tomaron la iniciativa de ese grupo, no me fijé más que en ellas.

—También ellas merecen estar en el Consejo… —anunció Wise—. Han hecho mucho por el pueblo y no han sido reconocidas convenientemente…

“Y también tienen un pasado limpio”, volvió a pensar.

—¿Qué han hecho las hermanas Numbers por el pueblo? —preguntó Gentle, aunque sabía perfectamente quiénes eran.

—¿Te acuerdas de cuando quedasteis atrapadas Shiny y tú en la mina? —inquirió Muffled—. Ellas fueron las que calcularon dónde debían hacer el agujero de rescate y cómo debía ser su tamaño para que pudieseis pasar sin que se derrumbase el muro… Además, también colaboran en muchas otras cosas, aunque desgraciadamente no las prestamos atención. Simplemente esas dos hermanas se han hecho imprescindibles para el funcionamiento del pueblo.

—Como queráis —la unicornio de dos colores no tenía ganas de discutir—, aunque a mí me gustaba más la idea de ser seis miembros… Seis es el número perfecto…

—Pues ahora tendremos seis… más la mitad de seis más —Wise sonrió.

—¿Y por qué no incluimos también a alguna de tus amigas? —interrogó Muffled.

—¡NO! —gritaron a la vez Wise y Gentle.

—No quiero que ninguna de mis amigas se aburran con el politiqueo que hay en las reuniones… —añadió la yegua del cuerno roto—. Además, bastante tienen ya con sus tareas propias. Pero nos preocupéis, si alguna vez hubiese alguna noticia importante en esas reuniones, se enterarían por mí.

Wise, sin embargo, no expresó el motivo de su negativa. Muffled bajó la mirada. Sabía perfectamente el porqué del rechazo de su amigo: iba a contar en breve al Consejo todo lo relacionado con la petición de ayuda para proteger Northwest Mines Town, y para ello debía relatar el pasado de la unicornio. Una narración del que no debían enterarse ninguna de las amigas de Gentle.

—Lo siento —expresó la jefa de minero, con un hilo de voz—, he dicho una tontería…

Hubo un silencio incómodo, que terminó rompiendo Gentle…

—¡Maldita sea! —exclamó—. No he especificado en la carta que las joyas eran para Reddish…

—¿Qué joyas? —preguntó Wise, extrañado.

—Antes de ir a palacio —respondió la unicornio— he entrado en una joyería para comprarle polvo de gema a… mi pequeña… —sus ojos titilaron de tristeza al decirlo— y terminé comprando un conjunto de joyas… Porque era la joyería del padre de Shiny. Y están hundidos… por mi culpa.

>>Tengo una franquicia de joyerías y la que hay aquí en Canterlot está ahogando un negocio familiar… Odio las injusticias, y Celestia es demasiado “importante” —movió sus patas haciendo un gesto solemne, para satirizar aún más sus palabras— como para ocuparse de ello, a pesar de que proclama el bienestar e igualdad en toda Equestria.

>>Así que voy a comprar esa joyería… Salvaré al padre de Shiny… Pero, por diversas causas, no debería volver a acercarme a Canterlot… —miró a los dos, que a su vez la miraban a ella, con cara de circunstancias—. Sí, ya sé que estamos en Canterlot, pero tenía que venir aquí: Reddish solo está segura en el Palacio Real, junto a las Princesas.

>>Así que os hago una petición —su gesto se tornó aún más serio—: Wise, Muffled, ¿podríais comprar esa joyería en mi nombre?

—¡Por supuesto! —el semental accedió encantado.

—Lo siento… —susurró Muffled—. Yo no puedo volver aquí… —musitó, bajando la mirada—. Sufro enoclofobia… Miedo a las multitudes… Ya lo “noté” cuando estaba en la carpa que su puso en la re-inauguración fallida de Cirrus Merlon… Y ahora, en Canterlot, ha vuelto a surgir, de forma horrible… —entonces se apoyó sobre la mesa, poniendo sus patas delanteras bajo la cabeza—. Y encima en el pueblo están terminando el arreglo de la ciudad de nubes, y dentro de nada será la verdadera re-inauguración… Y la carpa volverá de nuevo… —cuchicheó, para hundir a continuación su cabeza entre las patas.

—No lo comprendo… —exclamó Gentle—, si tanto terror tienes a Canterlot, ¿por qué has venido?

—Porque quería… —la jefa de mineros seguía en la misma posición, pero estaba sollozando—. Porque quería que supieses que me importas tú más que un tonto y estúpido miedo mental… Te necesito… Todos en Northwest Mines Town te necesitamos…

Wise estaba preocupado. Muffled estaba a punto de derrumbarse y contar cosas que no debía, así que decidió actuar rápido:

—Debemos irnos —comentó—. Si nos damos prisa, llegaremos al pueblo cuando despunte el día.

[center]* * *[/center]

El tren estaba entrando ya a la estación de Canterlot, en dirección a Ponyville. Ya habían comprado los billetes y estaban esperando en el andén, que estaba desierto, a excepción de dos viajeros más y de un guardia que hacía la ronda paseando de un lado al otro de la plataforma. Afortunadamente no debía estar al tanto de las últimas noticias de Palacio, ya que, aunque Gentle seguía ataviada con la túnica, el soldado ni siquiera se acercó a indagar.

Por el camino, habían pasado por delante de las joyerías que había mencionado Gentle en el restaurante. Efectivamente, la joyería de la familia de Shiny estaba ajada y descuidada. Sin embargo, la joyería de Gentle hacía gala de un lujo sin igual. Cuando terminó de verlo, Wise apretó los dientes. Esa situación era injusta, muy injusta. La yegua de dos colores tenía razón: la Princesa Celestia tendría que haber tomado cartas en el asunto, haciendo reflotar la joyería del padre de Shiny… y ahora iba a ser esa unicornio la que iba a realizar ese trabajo.

Pero Wise estaba orgulloso de la entereza de Gentle. Esa yegua había hecho una hermosa acción llevando a Reddish al lugar más seguro para ella, aunque la unicornio sufriese un sinfín de horrores, tanto físicos como mentales. Y ahora, además, pensaba hacer otra gran acción, salvando un negocio ruinoso. Aunque lo fuese por su culpa.

El tren llegó a la estación y paró, abriendo a continuación sus puertas. Los tres comenzaron a moverse, pero Wise paró.

—Gentle —dijo—, creo que es hora de que te deshagas de esa túnica, pues hoy has demostrado al mundo entero quién eres realmente…

—Tienes toda la razón —respondió la unicornio—. He llevado demasiado tiempo esa gran carga sobre mí. Debo liberarme del yugo de dolor y vergüenza, para volver a ser libre...

Y, moviendo su cabeza, mordió un extremo de la túnica y tiró de ella, descubriendo su cuerpo. Todos los presentes se asombraron de su aspecto, incluyendo a Wise y a Muffled, que no se esperaron el cambio en su crin. Pero poco le importó a Gentle: Ella había hecho lo correcto llevando a Reddish al Palacio Real; ella haría lo correcto conservando el negocio familiar de Shiny, y ella estaba haciendo lo correcto al quitarse todo el peso de su culpa, representado por esa túnica.

Al entrar al tren, Gentle estaba orgullosa. Orgullosa por Reddish, orgullosa por el padre de Shiny, orgullosa por sus amigas, orgullosa por Wise y por Muffled, y orgullosa por los habitantes de Northwest Mines Town que no la veían como un monstruo.

Pero, sobre todo, estaba orgullosa de sí misma. Acababa de enfrentarse al mayor de sus temores… y había salido victoriosa.

[center]FIN DEL CHAPTER 1x11[/center]
Y ahora, las impresiones:
Spoiler:
-Afortunadamente (doy gracias a Celestia Gentle Colors), el head-canon de la serie, emitido en los capítulos 4x01, 4x02 y 4x03 no han supuesto mucho problema en el head-canon de "Parallel Stories". Únicamente he tenido que cambiar una frase, lo que me hace pensar que el head-canon que he ideado se va pareciendo más y más al oficial, y eso me hace inmensamente feliz. Por cierto, que sepáis que este head-canon (el mío) lo podéis usar si queréis para vuestros fanfics (recordad que esto es un fanfic de fans para fans).
-Sin embargo, la escena de la Princesa Luna transformándose en Nightmare Moon (tengo ahora mismo, de imagen de fondo, a Princess Luna rascándose a gusto :) ), aunque parezca que difiere con mi head-canon, si aplicáis el sentido con el que Wise explica a Gentle el porqué de esas palabras, así como del enfrentamiento, veréis que mi versión también encaja a la perfección.
-Y, por último, la subtitulación de este capítulo (vamos, la frasecita que viene siempre debajo del título de una película): "¿Qué serías capaz de hacer por un ser querido?".
Y esto es todo. Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo.

Nota de editado: Pongo algo que casi se me olvida:
Spoiler:
El nombre de la locomotora ( APECK101 ) es un acrónimo de un vídeo de youtube que me encanta, llamado "Applejack 101" ( he cogido las dos primeras letras, la central y las dos últimas: APplEjaCK 101).
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
Sr_Atomo
Mane 6/Element Of Flood
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x11 + Película

Mensaje por Sr_Atomo » 28 Dic 2013, 12:26

Después de mucho, mucho tiempo (más de un año), he completado al fin el guión de la película crossover con mi fanfic.

He de decir que el guión es largo, muy largo (307 páginas), así que he decidido dividirlo en 12 partes, que iré poniendo a lo largo de hoy, mañana y pasado (sí, estoy muy vago, pero también quiero crear hype durante todo el fin de semana).

Tags:

Mucho de:

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Image <-- shipping, escenas explícitas

Y una pizca de:

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Image <-- aparecen Sea Ponies
Image <-- se ve por primera vez la armadura de guerra de Celestia, así como armamento bullspaniano
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Y, sin más dilación, aquí tenéis la primera parte, de doce, del guión de mi película:
My Little Pony - Friendship is Magic - Odio Puro
Spoiler:
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