AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Finalizado)

Espacio para comentar historias escritas, hacer concursos o compartir nuestros propios fanfics

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Capítulo 7)

Mensaje por Pandora » 24 May 2014, 13:08

[quote="Kefka1994";p=179094]Bueno ya comente lo que me llamo la atención de los últimos tres capítulos en Fanfiction, no comentados antes por falta de tiempo, lo bueno es que ya obtuve tiempo suficiente para ello.

Ciertamente una pena que la historia se acabe tan pronto, pero como dijo alguien "hay historias que deben durar solo lo necesario" y sin duda esta puede terminar este ciclo en esta parte sin mucho problema.

[quote="Pandora";p=178984][quote="Volgrand";p=178697]Capítulo 8: "La hermandad de la sombra"


Basta, basta, me sonrojáis :tsblush: No es para tanto, mi Poison es mucha Poison, nada más XDD Pero Volgrand, me encanta la vida que le puedes llegar a dar, la manera de exprimir al máximo la vena pirata de mi capi <3 Las gracias te las tengo que dar yo a ti por habernos hecho el honor a Poison y a mí de poder participar en algo escrito por ti :abrazo:[/quote][/quote]

Mmmm... interesante así que esa pegaso es de tu autoria, me imagino que aparece en ese fic llamado "la dama venenosa" ¿no?, quizás le de una leída mas adelante haber que tal esta.

Por cierto Volgrand, recién mirando en la casilla de reviews me leí el review de ese tal Yurah y solo diré que atraes a tipos raros, o sea ¿quien alaga a una persona para luego insultarle sin mas? me sorprende que no hallas borrado ese comentario aun cuando solo fue destructivo.[/quote]

Así es, La Dama Venenosa está escrito por mí ^^Se agradecen las lecturas y críticas constructivas ;)
Image Image Image
Pandora
Bossbaby
Bossbaby
 
Mensajes: 157
Registrado: 24 Jun 2013, 15:53
Genero: Femenino
Pony preferido: Fluttershy/Luna/Maud
Ubicación: Detrás de ti... O puede que no

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Capítulo 8)

Mensaje por Volgrand » 31 May 2014, 03:23

Capítulo 9: "De vuelta a casa"
Spoiler:
—Arriad las velas —ordenó Poison Mermaid—. Lanzad los cabos a tierra y asidlos bien. Timonel, inicie el atraque.
—¡Sí, capitana! —respondió la tripulación.

La sirena mutilada llegó, tras más de dos semanas de travesía, al gran puerto de Manehattan. Varios ponis corrieron junto a la embarcación a lo largo del muelle, recogieron los cabos y los ataron a los topes para tal fin. Los sementales de Poison aseguraron los otros extremos y el barco se detuvo suavemente. Antes de que el mismo estuviera asegurado, Aitana y Macdolia saltaron a tierra, deseosas de pisar suelo firme al fin. Pero algo extraño les ocurrió: nada más posar sus pezuñas en el puerto las invadió un fuerte mareo y casi perdieron el equilibrio. La capitana Poison Mermaid aterrizó a su lado y sonrió divertida.

—Estáis sufriendo un mareo de tierra, queridas. Suele ocurrirle a los marineros inexpertos, se os pasará en seguida.

Aitana logró incorporarse y miró, sonriendo ampliamente, a la ciudad que se alzaba frente a ella: estaba de vuelta en casa. Una pasarela fue tendida desde el barco y los marineros empezaron a descargar distintos bienes y metales preciosos. Aitana se acercó a un potro que paseaba por el puerto y le entregó un bit de oro.

—Chico, consígueme un transporte hasta la universidad. Uno grande para llevar un cajón bastante pesado.
—¡Sí, señora!

Aitana lo observó alejarse. ¿Señora? ¿Tan mayor parecía? Sin darle más vueltas volvió hacia el barco, del cual vio descender al médico.

—¿Qué tal esas costillas?
—Ya casi no me duelen, doc. Muchas gracias.

La herida que sufrió la arqueóloga se había cerrado completamente gracias a los expertos cuidados del doctor. Le había dejado una cicatriz bastante fea, pero el pelaje ya había crecido sobre esta, ocultándola casi completamente. Aitana subió al barco y se dirigió a la bodega, pero antes de llegar vio a varios unicornios junto a la trampilla principal de la misma. Macdolia parecía estar dirigiéndolos.

—Vale, subidla ahora con cuidado.

La enorme caja de metal, cuyos símbolos arcanos seguían brillando, apareció levitando. Guiada con cuidado por la magia y por la yegua roja, recorrió el camino hasta el puerto y fue posada suavemente sobre los adoquines. Ambas amigas se sentaron junto a la misma mientras esperaban el transporte. Poison Mermaid se les acercó.

—Bueno, Aitana, Macdolia, ha sido un placer hacer negocios con vosotras. Aitana, te haré llegar próximamente la factura por mis servicios, tal como acordamos. Aquí tienes la receta que te dije.
—Claro Poison, sabes que siempre cumplo mi palabra —dijo mientras cogía el papel que la capitana le tendió—. Gracias.
—Siempre puedes contactar conmigo si necesitas nuestros servicios. Cuidaos, mis estimadas.

Poison Mermaid se alejó, con su habitual caminar elegante, hacia los comerciantes que ya se acercaban al barco. Macdolia la siguió con la mirada.

—Parece mentira que esa sea la misma feroz pirata que logró capturar un barco y dejarte fuera de combate.
—Ya ves —respondió la arqueóloga—. Siempre me ha dado curiosidad pensar en los orígenes de esta pegaso. Pero, sinceramente, no voy a preguntarle. No es asunto mío.

El mismo potrillo de antes apareció guiando un gran carro tirado por dos sementales. Entre todos subieron la caja que contenía a Manresht. Las dos yeguas subieron a los asientos de los pasajeros.

—¿A dónde vamos, señoritas?
—A la universidad, facultad de historia y arqueología.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

Un unicornio de gris y crines negras, con alguna cana, se hallaba sumido en una montaña de papeles. De hecho, exámenes de estudiantes de historia, que esa semana se habían examinado sobre el periodo del Imperio Coltorginés.

—“El Imperio Coltorginés ocupó la totalidad de los actuales Reinos lobos y llegó a conquistar Egiptrot...”. Ya, y también invadió Equestria, no te fastidia... a ver la siguiente... “Los coltorgineses eran diestros agricultores que cultivaban vegetales para su consumo”. ¿Qué diantres? ¿No sabe este sem... esta yegua que los lobos son carnívoros?

El unicornio levantó la vista y se estiró, preguntándose si sus alumnos eran inútiles o es que él era un mal profesor. Rodeó la mesa, empujándose con las patas delanteras, ya que sus cuartos traseros, inmovilizados, estaban asidos a una silla de ruedas. Se acercó a un pequeño mueble del que sacó una botella de sidra “Sweet Apple Acres Special”. Se sirvió un vaso y conjuró algo de hielo para enfriarlo.

Después se acercó a la ventana. Al dejar de concentrarse en corregir exámenes volvió a sentir la preocupación crecer en su pecho. Hacía casi tres semanas desde que perdió contacto con Aitana. Su último mensaje era un recopilatorio de todo lo que había averiguado y lo que pensaba hacer, y llevaba implícitas unas instrucciones muy claras: “Si no lo consigo, que alguien acabe el trabajo por mi”.

Quizá se había quedado sin pociones de comunicación, pero aún así...

Un carruaje tirado por dos ponis de tierra apareció en el camino entre facultades y se acercó a la suya. Una yegua saltó del mismo, corrió hacia la fuente que había frente a la puerta principal y sumergió la cabeza en el agua. El profesor dejó caer su vaso, se giró y fue tan rápido como le permitía su silla de ruedas hacia el exterior.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

Aitana permaneció unos segundos con la cabeza bajo el agua antes de sacarla, moviendo su melena hacia atrás y creando un un cascada de gotas sobre ella. Miró hacia el sol, sonriente.

—Nunca te había visto tan radiante, Aitana —dijo Macdolia a su espalda.
—¿No es la hostia volver a casa tras haberte jugado el cuello al otro lado del mundo? —respondió la arqueóloga mientras se giraba.

Varios alumnos que paseaban por la zona, yeguas y sementales jóvenes, fueron deteniéndose cerca de la fuente. Algunos murmuraron “¡es Aitana!”, otros la saludaron, y otros sencillamente miraron con curiosidad la caja que estaban descargando los dos ponis del carruaje. Por encima de la algarabía que se estaba formando, se escuchó un grito:

—¡¡Aitana!!

Un unicornio gris en silla de ruedas surgió del edificio más cercano y corrió hacia la aludida. Esta, al ver de quién se trataba, corrió a su vez y se lanzó a abrazarlo con fuerza, casi tirándolo al suelo.

—¡Papá!
—Hija... hija mía, ¡estás viva!
—Casi no lo cuento —Aitana se separó y señaló a la yegua roja que se estaba acercando a la cálida escena—. Macdolia, este es mi padre, el profesor Pones. Papá, esta es Macdolia, literalmente me ha salvado la vida y... ¡¡EH!! —gritó hacia unos ponis que se acercaban a la caja donde estaba Manresht— ¡¡Juro que el que toque eso me pagará TODAS las rondas esta noche!!

Automáticamente se formó un respetuoso círculo de casi dos metros en torno a la caja. Macdolia tardó un momento en asimilar la extraña amenaza que había lanzado Aitana.

—Ehm... bueno, sí, ha sido un placer —comentó—. Pero lo cierto es que Aitana me salvó primero, ya que había sido esclavizada. Digamos que... compró mi libertad.
—Tendréis que contarme todo esto en detalle —dijo el profesor Pones—. Llevemos vuestro... cargamento a un lugar seguro.

El profesor hizo levitar con su magia la caja y echó a andar hacia el interior del edificio, seguido por su hija y Macdolia.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

—...y Poison Mermaid me libró de la posesión de Kolnarg. El resto del viaje fue más bien aburrido.

Aitana y Macdolia terminaron de contar su historia, ambas con sendas copas de sidra en las pezuñas. El profesor había escuchado todo el relato sin interrumpirlas.

—Has tenido muchísima suerte, Aitana. Te advertí acerca de usar tu brújula, que no podrías dominarla siempre. Mira lo que ha pasado al final.
—j*der, papá, no tenía más remedio. ¿Qué querías que hiciera?
—En fin... —continuó el profesor—. Pero hay algo que me inquieta más, ¿quién era ese nigromante que os atacó? ¿Y para qué quería capturar a Manresht?
—Los marineros del Relámpago Negro dijeron que se llamaba Dark Art —informó Macdolia—. Puedo describirlo bastante bien, si os es de ayuda.
—Sí, será útil —respondió Aitana—. Pero el problema es que no nos estamos enfrentando solo a un nigromante.
—¿Qué quieres decir?

La yegua marrón se puso en pie y fue hasta una pizarra donde empezó a hacer un esquema.

—Hace meses dirigí a un grupo de cazarrecompensas para detener una secta que estaba jugando con magia negra y nigromancia. Entre otras cosas habían asaltado bibliotecas, escuelas de magia y algún templo grifo. Fue bastante fácil, pero dentro encontré un mapa que informaba de dónde encontrar el Cetro Dorado del Alicornio. Y, por lo que parece, esa pequeña secta e estaba moviendo para recuperarlo. Había que investigar varias islas, y yo soy inútil en alta mar, así que busqué una tripulación dispuesta a trabajar para mi.
—¿Y encontraste a Poison Mermaid? —preguntó Macdolia.
—Encontró el objeto —asintió Aitana—, pero me contó que en el camino de vuelta había sido asaltada por siete barcos corsarios que iban en busca del mismo cetro. Después, alguien vino detrás de mi con dos objetivos: capturar a Manresht y matarme, y para ello contrató todo un barco de piratas mercenarios. Lo peor es que me conocía: Sabía perfectamente quién soy y lo que estaba haciendo.

—¿Quieres decir que te utilizó para encontrar al diabolista?

La arqueóloga asintió, y tanto su padre como Macdolia quedaron en silencio.

—Pero, ¿cómo puede saber quién eres tú y a qué te dedicas? —preguntó el profesor Pones—. Tu trabajo como cazadora de lo oculto es un absoluto secreto. Solo otros arqueólogos como tú lo saben.
—No lo sé, papá. Pero sospecho que esto no es un solo unicornio: hay toda una organización tras estos eventos. De alguna forma, el Cetro Dorado del Alicornio y el intento de capturar a Manresht están relacionados.
—Perdonad la pregunta, pero estoy perdida —interrumpió Macdolia—. ¿Qué es ese cetro del que habláis?
—En resumen: es un artefacto que se creía una leyenda, un cuento para potrillos: Un cetro ancestral capaz de aumentar los poderes del mago que lo posea. Aunque los estúpidos solo verán en él enorme cetro oro macizo.

El profesor Pones bebió un largo trago mientras su hija explicaba esto a Macdolia.

—¿Seguimos con el plan, hija?
—¿Lo sabe alguien más?
—Solo DD. Es la única a la que informé.
—Eso está bien, mejor que no lo sepa nadie más. Hagámoslo —asintió Aitana—, de hecho ya tengo el lobo ideal para ello: Alib ib Massan. Es un pedazo de idiota, no sospechará.

Macdolia empezó a sobreentender ciertas implicaciones en ese críptico diálogo que la pusieron muy nerviosa.

—No sé si quiero saberlo...
—No, no quieres —respondió Aitana—. Bueno papá, se me está haciendo tarde, nos vemos mañana.
—Tened cuidado.

Se despidieron y ambas yeguas salieron del edificio y se dirigieron hacia algún lugar del campus. Macdolia no tardó en hacer la pregunta obvia:

—¿Dónde vamos, Aitana?
—j*der, Macdolia. Acabamos de salvar todo un reino, capturado un hechicero milenario y salido vivas de milagro. ¿Dónde te crees que vamos?

Llegaron a una taberna que no tenía nombre, pero sí un cartel: “Descuento en los combinados para estudiantes y profesores”. Había buena música en el interior y se oían las voces de muchos ponis. Aitana abrió la puerta de un empujón y gritó:

—¡¡Una ronda para todos, invito yo!!

Todos los presentes, sementales, yeguas y grifos, gritaron una ovación al mismo tiempo. Aitana Pones había vuelto a la universidad.

La banda de Lovely Rock -una joven yegua que había ganado hacía poco un concurso de jóvenes talentos- animó la noche con canciones marchosas y bailables. La bebida corría a raudales, la mayor parte de los jóvenes bailaba y algunos se sentaban en mesas hablando de sus propios temas. En algún momento de la noche, Aitana estaba sentada en la barra junto a Macdolia cuando se le acercaron por detrás tres musculosos ponis de tierra.

—Eh, Pones. Todavía no hemos olvidado lo que hiciste la última vez.
—Ah, mierda, Steady Rock, ahora no. Hace poco me rompí las costillas y aún me estoy recuperando.

Macdolia se puso tensa, pero Aitana le indicó que se calmara con un movimiento de pezuña.

—Oh, así que la señorita nos tiene miedo, ¿no?
—Steady, no me provoques —amenazó Aitana—, que no estoy en condiciones de...

Pero el mismo semental, viendo que su primera táctica no funcionaba, se acercó y le susurró al oído:

—El que pierda invita al otro a un “levanta muertos”.

La yegua marrón apuró su sidra hasta el fondo.

—¿Hace una ronda completa?

El gran semental asintió. Aitana dejó el vaso sobre la mesa con un sonoro golpe y gritó:

—¡Trato hecho!

Se giró rápidamente y propinó un soberbio casquetazo a Steady Rock en el morro, con tanta fuerza que puso a prueba su buen nombre. Toda la taberna gritó de júbilo y empezaron a hacer apuestas. Los otros dos ponis que acompañaban a Steady se lanzaron contra la arqueóloga. Macdolia se giró al barman.

—¿Esto es normal?
—¡Uh, ni te lo imaginas, joven! Aquí tenemos un dicho: “No vale la pena festejar si no hay una pelea en la que apostar”. Las únicas normas son... ¡¡EH!!

La pelea se detuvo y los cuatro contendientes miraron al dueño de la taberna.

—¡Soltad las sillas, conocéis las reglas!

Disculpándose, volvieron a dejar los muebles en su sitio antes de volver a enzarzarse en una ensalada de mamporrazos. El barman sacó un papel y se acercó a Macdolia.

—Por cierto, ¿quieres apostar? Vamos cinco a tres a favor de Aitana.

Uno de los sementales salió volando, proyectado por una coz, hacia la salida. Cuando se giró, Macdolia vio a su amiga agarrada del cuello de uno de sus adversarios mientras le pegaba coces al otro.

—Nah, creo que paso.

La yegua roja se abstuvo un poco del ambiente al notar un picazón en su cutie mark. Sabía bien que eso significaba que ya podía volver, pero tenía ganas de quedarse un rato más -y, dicho sea, asegurarse que Aitana volvía de una pieza a su casa-. Entonces escuchó una conversación en una mesa cercana que le llamó la atención.

—...ni idea. No se puede viajar en el tiempo sin causar una paradoja temporal.
—Según las teorías de Blackstephen Holekins, sería posible en un plano multidimensional, justificable según la teoría de cuerdas.
—Claro, una teoría que predice la existencia de diez a la quinientas potencia universos, ¡no me hagas reír!
—Amigos, si me permitís —interrumpió Macdolia mientras se sentaba con su bebida—, creo que tengo que discrepar...

A su espalda, la pelea se detuvo tras unos minutos cuando ambos sementales saltaron sobre Aitana, inmovilizándola. Esta se revolvió un rato, solo para conseguir sacar una pata y golpear el suelo tres veces.

—¡Vale, me rindo! —los dos sementales se levantaron y Steady Rock le tendió una pezuña—. j*der, ya podréis los tres contra una dama indefensa.
—¡¿Indefensa?! —gritó un poni, limpiándose la sangre que le caía del hocico.
—¡¿DAMA?! —gritó toda la taberna.

El dinero de las apuestas fue repartido, y la banda liderada por Lovely Rock continuó su concierto. El alcohol, financiado por Aitana, empezó a correr libremente. Todavía quedaba mucha noche por delante.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

Una sala estaba en la absoluta penumbra. Sobre el lecho, una poni aparentemente moribunda, yacía inerte, salvo por el pausado movimiento de su respiración. Una figura se deslizó sin tratar de pasar desapercibida por el lugar, caminó hasta una ventana... y abrió las cortinas de golpe. La luz del maravilloso sol de Celestia inundó la estancia, y la yegua moribunda dio un respingo sobre la cama.

—¡¡OH DIOS!! ¡Mi cabeza! ¡ARG!
—¡Buenos días, Aitana! —saludó Macdolia.
—¡No grites, por lo que más quieras, j*der! —respondió esta con la voz ronca.
—Venga, arriba que te he preparado café. Mucho café.

Aitana se sentó en la cama como buenamente pudo, intentando no vomitar.

—Oh mierda, no está bien abusar de una yegua enferma...
—Querrás decir “borracha”.
—No, no, enferma. Borracha estaba anoche, hoy estoy enferma.

Tras un buen vaso de agua -seguido de un rápido viaje al baño-, dos cafés y un analgésico, la arqueóloga volvió a ser capaz de abrir los ojos sin morir en el intento. A Macdolia se le hacía raro ver a su amiga en un ambiente tan distendido como una universidad. Y aún más el hecho de que no llevara su eterno chaleco ni sombrero, ya que ambos descansaban en el perchero de la entrada. La casa de Aitana era sencilla: un pequeño chalet con un jardín bastante descuidado, cercano al campus universitario. El interior era un caos: cachivaches que se amontonaban por todo, artefactos extraños, mapas, libros que iban desde modernos tratados de historia hasta pergaminos ancestrales...

Pero había algo que le llamó la atención desde que entró en el edificio la noche anterior, cargando con Aitana: un ligero ruido, como el chirrido de un enjambre de chicharras pero muy débil, que sonaba continuamente.

—Aitana, ¿qué es ese ruido?
—¿El qué? Ah, claro —sonrió ella—. Unos bichos que me traje de una expedición a Egiptrot llamados “canturos”. Son unos insectos que se comen el polvo y las arañas, y no les gusta salir a la luz. Están debajo del entarimado.
—¿Y para qué los tienes? Son bastante molestos, ¿no crees?
—Nah, me he acostumbrado. Pero mira, intenta caminar sin hacer ningún ruido.

Macdolia hizo lo que le pedía, aunque no entendía nada. Cuando dio unos pocos pasos tan sigilosamente como pudo, ocurrió algo sorprendente: Los canturos dejaron de cantar y la casa quedó en completo silencio. Era un sistema de alarma. Aitana se sirvió un tercer vaso de café.

—Unos bichos cojonudos, ¿no crees?

El ruido del correo depositado en el buzón hizo que Macdolia fuera a por el mismo. Aitana todavía tenía un dolor de cabeza horrible y no se sentía en condiciones de intentar algo tan arriesgado como caminar.

—Es un mensaje de tu padre, Aitana —dijo la yegua roja—. Dice que quiere verte “cuando te recuperes” en la sala de entrenamiento mágico para terminar con Manresht.
—Vale. ¿Vienes, verdad?
—No, creo que no iré —respondió Macdolia con una sonrisa.

Aitana miró a su amiga, extrañada, la cual seguía junto a la entrada.

—Hace mucho que me fui de casa, ya es hora de volver —Macdolia abrió la puerta—. Cuídate, doctora Pones.
—¿Doctora? Se te va la pinza, Macdolia. Yo solo soy una diplomada en historia y arqueología.
—De momento. Nos volveremos a ver, amiga mía.

La yegua roja abrió la puerta y desapareció tras el brillante halo del sol. Aitana se levantó y corrió como pudo tras ella.

—¡Eh, Macdolia, espera! Al menos dime...

Cuando salió al exterior, la arqueóloga se encontró mirando al vacío jardín de su casa. Miró a los alrededores, buscando a su amiga.

—...dónde vives... ¿qué cojones?

Tras asegurarse de que Macdolia no se había escondido en los alrededores para darle un susto, Aitana decidió refugiarse del deslumbrante día. Algo le decía que su amiga era mucho más de lo que le había contado... y que volvería a verla, tarde o temprano.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

—Hola hija, ¿ya te has recuperado? ¿Macdolia no ha venido?
—Por orden: “más o menos” y “no”, papá.
—Vamos al lío, entonces.

La sala de entrenamiento mágico era una gran estancia rectangular con montón de ventanas, las cuales estaban actualmente cubiertas por grandes cortinas. Las paredes, completamente lisas, contrastaban con el suelo, en el cual se había dibujado un enorme entramado ritual. Se trataba de tres círculos concéntricos; dentro de los mismos había un pentagrama cuyos vórtices coincidían con el círculo exterior. Entre línea y línea había una gran sucesión de runas de distintos tipos, algunas de las cuales brillaban ligeramente.

Finalmente, en el centro del círculo, reposaba la caja de metal que contenía a Manresht.

—Veo que has trabajado por la mañana —comentó Aitana mientras inspeccionaba los dibujos en busca de errores—. Debería haberte echado un casco.
—Hija, casi te matas para detener la fiebre infernal. Al menos tenía que dejarte tener una noche en paz.
—Bueno, acabemos con esto. Yo activaré con las gemas las runas de contención, tú encárgate de las de canalización. Después recitamos el ritual y abrimos la caja.
—¿Crees que podremos vencerlo si logra escapar?
—Mejor que eso no ocurra —respondió la yegua marrón—. Aunque está lejos de su fuente de poder, Manresht sigue siendo uno de los hechiceros más poderosos de la historia. Si ocurre tendremos que conjurar un círculo de contención antes de que escape.

Padre e hija pasaron varios minutos armándose: Aitana comprobando todas las gemas mágicas que llevaba encima, y el profesor Pones conjurando distintos hechizos protectores sobre él mismo y su hija.

—¿Todo listo? —inquirió Aitana—. Vamos allá.

La arqueóloga se posicionó al norte del círculo, colocó varias gemas en el suelo y empezó a recitar.

—Imperator Stellarum, protege este mundo del Caos destructor. Mater Luminis, protege a tus criaturas del mal. Pte Ska Win, ata a esta criatura a...

Pero la oración quedó interrumpida por un portazo seguido de un grito.

—¡Vaya, si aquí está la mayor farsante de la universidad de Manehattan!

Aitana y el profesor Pones reconocieron la irritante voz del semental que había entrado sin ser invitado. Tras él llegó un grupo de de ponis armados con cámaras de fotos, libretas y bolígrafos. Aitana sintió una creciente tentación de sacar la daga y hacer una locura, pero luego recordó que asesinar por un arranque de mala leche no está bien. Incluso en su esquema de valores.

—Doctor Trottinghoof... ¿se puede saber qué cojones quieres?

El doctor, un pegaso entrado en años, se plantó altivamente ante la familia Pones, encarando directamente a la arqueóloga.

—Nada, Aitana Pones —respondió, con su aguda voz que parecía gritar “pégame”—. He estado escuchando las cosas que mencionaste anoche. Como tonterías acerca de que la fiebre infernal había sido causada por un hechicero de leyenda... ¿te suena el nombre Manresht?
—¡Me voy a cagar en todo! ¿Es que no puedes dejarme tranquila desde que te llamé “inepto”?
—¿Ahora cambias lo ocurrido? ¡Te atreviste a poner en duda mi tesis doctoral, Aitana Pones, y ahora surges con una increíble historia acerca de la existencia de Manresht! He venido a que la justifiques y demuestres... si es que no te has inventado todo esto...

El profesor Pones vio cómo la ceja de su hija empezaba a temblar con un tic nervioso. Intentó decirle que se relajara, sabía bien que ese tic no auguraba nada bueno. Pero no le dio tiempo.

—¡¡Oh, claro!! ¡Discúlpame, doctor "cojo-todo-lo-que-escribió-un-eminente-arqueólogo-y-encuentro-más-pruebas-que-demuestren-su-teoría-sin-mover-el-p*to-CULO-de-mi-despacho"! ¡Tú te atreves a llamarte arqueólogo, cuando deberías ser el director de una BIBLIOTECA!
—Mi tesis doctoral fue validada por eminentes doctores de...
—¡Doctores que no hacen más que lamerse el culo mutuamente! Conservan una verdad FALSA a base de buscar pruebas que justifiquen su versión de la historia y de rechazar toda aquella que les contradiga. Os traje pruebas, Trottinghoof, de todo lo que expuse.
—Pruebas que podrías haber obtenido de cualquier lugar, Aitana Pones, y haber creado tu propia teoría sobre una inexistente guerra entre Equestria y Cebrania.

Aitana dio un fuerte golpe con sus cascos al suelo y se acercó al doctor. Los periodistas tomaban nota como locos, al tiempo que sacaban fotos.

—¡¡No sólo os traje pruebas, pedazo de gilipollas!! ¡Os dí la localización exacta de las ruinas, os traje algunas armaduras del ducado de Unicornia y de los guerreros cebra! ¡Y lo rechazasteis, ni siquiera enviasteis a nadie a comprobar si las ruinas existían!
—¿Para qué íbamos a enviar a nadie, Aitana Pones? Si hubiera existido una guerra entre Equestria y Cebrania habríamos encontrado registros o pruebas en nuestro propio reino. Eso aparte de que la propia princesa Celestia siempre ha negado dicha confrontación.
—Ella tendrá sus motivos para hacerlo, Trottinghoof, ¡pero yo encontré pruebas que vosotros os negasteis a considerar!
—¡No nos hacen falta pruebas, Aitana Pones, para poder decir bien claro que como arqueóloga eres un FRAUDE!

La sala se quedó en silencio tras esa afirmación, ya que Aitana no respondió durante unos segundos. En lugar de ello, caminó hacia una pared y, con la cara fruncida por el enfado, golpeó un botón: la alarma de incendios. Todos se quedaron sorprendidos ante semejante acto, mientras que el ruido de la misma era acompañado por el galopar de los estudiantes abandonando el edificio.

—¿Ahora estás saboteando el campus? ¡Esto no quedará así...!

Pero el doctor se calló al observar que Aitana asía un hacha, del equipo anti-incendios, y se acercaba a la caja de metal que había en el centro del círculo ritual.

—Aitana —intentó su padre—, ¿no estarás pensando en...?
—Señores, quiero recordarles que están en un primer piso. Si saltan por la ventana deberían llegar al exterior relativamente intactos.

El profesor Pones echó a correr tan rápido como le permitían sus patas delanteras y salió al pasillo. Todos pudieron escuchar cómo el chirrido de su silla de ruedas se alejaba a toda velocidad. Aitana levantó el hacha y, con un impresionando crujido metálico, rompió los sellos arcanos que coronaban la caja. Después salió corriendo tras su padre, pero antes de abandonar la sala se detuvo y gritó:

—¡¡MANRESHT, BONITO, QUE DICEN QUE NO ERES DE VERDAD!!

Aitana Pones, la arqueóloga con peor reputación de Manehattan, galopó a toda velocidad. A su espalda se desató el infierno.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]
[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

Nota del autor
Huh, ¿a Aitana se le ha ido la pinza, está de mala hostia o solo está resacosa? ¿O puede que un poco de cada?
Un episodio y acaba este fic para empezar el siguiente libro de la trilogía.
Volgrand: Junta de Iberbronies, vocal
¿A que soy mono?
Image
¡¡PUES DESPELLEJO FANFICTION!!
Volgrand
Bad Changeling
Bad Changeling
Autor del Hilo
Mensajes: 1103
Registrado: 19 May 2013, 22:21
Genero: Masculino
Pony preferido: Fluttershy
Sitio web: http://www.spreaker.com/user/5615814
Ubicación: Oxford, Reino Unido

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Capítulo 8)

Mensaje por Pandora » 31 May 2014, 12:27

Ya te lo dije anoche y lo repito: genial la escena del bar. Qué risas XDD

Como buena fangirl tuya, estoy deseando leer el siguiente capi *^* Lástima que los personajes de Macdolia y Poison hayan tenido que irse (y sé que está feo que yo lo diga siendo mía Poison) pero ahora le toca todo el protagonismo a la resacosa Aitana
Image Image Image
Pandora
Bossbaby
Bossbaby
 
Mensajes: 157
Registrado: 24 Jun 2013, 15:53
Genero: Femenino
Pony preferido: Fluttershy/Luna/Maud
Ubicación: Detrás de ti... O puede que no

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Capítulo 8)

Mensaje por horwaith » 31 May 2014, 19:22

[quote="Pandora";p=181022]Ya te lo dije anoche y lo repito: genial la escena del bar. Qué risas XDD

Como buena fangirl tuya, estoy deseando leer el siguiente capi *^* Lástima que los personajes de Macdolia y Poison hayan tenido que irse (y sé que está feo que yo lo diga siendo mía Poison) pero ahora le toca todo el protagonismo a la resacosa Aitana[/quote]

Resacosa, con mala hostia y que se le ha ido la pinza, como dice al final de su escrito, porque lo corroboro claramente xD:

[quote="Volgrand";p=180969]Nota del autor
Huh, ¿a Aitana se le ha ido la pinza, está de mala hostia o solo está resacosa? ¿O puede que un poco de cada?
Un episodio y acaba este fic para empezar el siguiente libro de la trilogía.[/quote]

Miedo me da lo que le hagan todos, incluída Celestia, cuando se descubra lo que ha hecho xD
horwaith
Stallion/Mare
Stallion/Mare
 
Mensajes: 758
Registrado: 26 Feb 2014, 20:18
Genero: Femenino
Pony preferido: Rainbow Dash

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Capítulo 8)

Mensaje por Nima » 04 Jun 2014, 02:23

Sólo digo que el puñetero final me ha dejado con la boca abierta xDDDDDD En serio, lo de la escena del bar me ha resultado muy divertido (ya recordaba así a Aitana, you know xD) pero es que el final... EL FINAL xDDDDDDD En serio, no puedo esperar a leer el siguiente capítulo xD
Galería: EL PODER DE LA NIMAGINACIÓN (¡Acepto comisiones!)
Image
Nima
Community Manager
Community Manager
 
Mensajes: 1632
Registrado: 15 Ene 2013, 21:19
Genero: Femenino
Pony preferido: Coco Sparkle
Sitio web: http://nima-no-monogatari.blogspot.com
Ubicación: Alcoy, Alicante

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Capítulo 8)

Mensaje por Volgrand » 10 Jun 2014, 00:15

—¡¡ME REVELO!!
—Volgrand, con 'B', por favor, que no eres un carrete de fotos :facehoof:
—Oh... eso... ¡ME REBELO!

*Multitud exclamando alarmada*

—¡Pues sí, me rebelo! He visto que Atomo no para de recibir dibujitos de su fic, ¡y estoy celoso! ¡Exijo dibujito de mi Aitana Pones, o no hay capítulo nuevo!

PD:
Spoiler:
En realidad habrá capítulo cuando lo acabe :P aunque me llevará algo de tiempo -muchas cosas que cuadrar para acabar el libro y empezar los siguientes-. Pero solo quería dejar constancia de lo celoso que estoy de Atomo XD.
Volgrand: Junta de Iberbronies, vocal
¿A que soy mono?
Image
¡¡PUES DESPELLEJO FANFICTION!!
Volgrand
Bad Changeling
Bad Changeling
Autor del Hilo
Mensajes: 1103
Registrado: 19 May 2013, 22:21
Genero: Masculino
Pony preferido: Fluttershy
Sitio web: http://www.spreaker.com/user/5615814
Ubicación: Oxford, Reino Unido

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Capítulo 8)

Mensaje por Volgrand » 11 Jun 2014, 01:44

Spoiler:
Image
Os habéis librado gracias a Pandora, quien ha suplido la cuota necesaria para que siga escribiendo. Gracias pandi n_n
Volgrand: Junta de Iberbronies, vocal
¿A que soy mono?
Image
¡¡PUES DESPELLEJO FANFICTION!!
Volgrand
Bad Changeling
Bad Changeling
Autor del Hilo
Mensajes: 1103
Registrado: 19 May 2013, 22:21
Genero: Masculino
Pony preferido: Fluttershy
Sitio web: http://www.spreaker.com/user/5615814
Ubicación: Oxford, Reino Unido

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Capítulo 8)

Mensaje por Pandora » 11 Jun 2014, 17:45

[quote="Volgrand";p=184788]
Spoiler:
Image
Os habéis librado gracias a Pandora, quien ha suplido la cuota necesaria para que siga escribiendo. Gracias pandi n_n[/quote]

Naaaah, de nada querido ^^ ;)
Image Image Image
Pandora
Bossbaby
Bossbaby
 
Mensajes: 157
Registrado: 24 Jun 2013, 15:53
Genero: Femenino
Pony preferido: Fluttershy/Luna/Maud
Ubicación: Detrás de ti... O puede que no

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Capítulo 8)

Mensaje por Volgrand » 18 Jun 2014, 00:47

Capítulo 10: "Una pista hacia el norte"
Spoiler:
La clase magistral de Biología Aplicada transcurría con normalidad en otro edificio del campus. Los alumnos atendían a las explicaciones de la profesora mientras se afanaban en tomar apuntes. Uno los estuiantes alzó la cabeza y miró alrededor, extrañado al sentir un hormigueo en la nuca. Una yegua cercana hizo lo mismo instantes después, seguida al poco por el resto de la clase. La profesora se percató del extraño comportamiento de sus alumnos.

—¿Pero qué os ocurre, chicos?

Y entonces ella lo notó también: su corazón se desbocó sin razón, y el pelaje de su nuca y espalda se erizó. Un miedo irracional la invadió... y entonces se escuchó el aullido.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

Los estudiantes abandonaron la facultad de historia, siguiendo las instrucciones de evacuación al sonar la alarma de incendios. Todo parecía en calma y no se veía fuego por ninguna parte. Algunos empezaron a augurar que se había tratado de una falsa alarma cuando se escuchó un grito desde el primer piso.
 
—¡¡Manresht, bonito, que dicen que no eres de verdad!!
 
Un par de segundos después, el profesor Pones salió del edificio galopando sin prestar atención a los congregados, seguido de cerca por su hija. Tras las ventanas de la sala de entrenamiento mágico se escucharon varios gritos histéricos seguidos de un terrorífico aullido que resonó por todo el campus. Las ventanas estallaron cuando el doctor Trottinghoof y los periodistas saltaron por estas, algunos de ellos envueltos en las cortinas que no se habían molestado en apartar.
 
Y el infierno se desató.
 
Las llamas aparecieron de la nada, girando dentro de la estancia como un torbellino. Las ventanas que seguían intactas no se rompieron, sino que sus cristales se tornaron rojos antes de fundirse y caer por su propio peso. Los presentes huyeron por sus vidas, sin entender qué estaba pasando, mientras el torbellino crecía en fuerza y velocidad. Y cuando parecía que no podía volverse más violento, hubo una deflagración de llamas a través de la cual apareció una criatura cuadrúpeda: Un lobo.
 
Manresht saltó al suelo, envuelto en fuego, y se alzó sobre sus patas traseras, aullando. Frente a él, los ponis huían. Su pelaje se movía con la violencia de una tormenta, y sus ojos rojos parecían formar parte del infierno con el que había sellado el pacto. Miró alrededor, buscando sentir la fuente de su poder.
 
Una patrulla de tres guardias, un miembro por cada raza poni, llegó al lugar. Nada más ver la situación actuaron con perfecta coordinación: El unicornio lanzó un conjuro al aire, pidiendo refuerzos, y se colocó entre el monstruo y los estudiantes preparado para rechazar cualquier ataque. El pegaso y el poni de tierra guiaron una apresurada evacuación del campus, orden que solo fue ignorada por aquellos que se escondieron donde pudieron y por los periodistas que esperaban redactar la noticia del año. Mientras tanto, Aitana llegó a la taberna y, tras unos segundos, salió de la misma con una sidra en la pezuña. Su padre seguía observando la escena, resollando.
 
—¿Hace un trago, papá?
—Hija... ¿eres consciente de que vas a ir a la cárcel, verdad?
—Sí. Por eso disfruto de mi última sidra en mucho tiempo.
 
Manresht intentó correr hacia algún lugar, pero el unicornio se puso frente a él. Tomándolo como una amenaza, el milenario hechicero conjuró varias saetas de fuego que lanzó contra el guardia. Este se defendió con una barrera que a duras penas logró desviar el ataque, recibiendo alguna quemadura. Rapidamente respondió lanzando un rayo mágico que el lobo atrapó con una garra.
 
—Ese guardia no tiene ni p*ta idea de lo que hace —comentó Aitana—. Manresht le está robando la energía.
—¿No deberías intervenir?
—Nah. Lo haré si es necesario. ¿Y tú, no quieres hacerlo?
—No —negó el semental—. Sabes que no debo.

Se escuchó el inequívoco sonido explosivo de varios conjuros de teletransporte. Junto a la taberna apareció una falange de unos treinta soldados, divididos a en números iguales entre pegasos, ponis de tierra y unicornios. Estos últimos habían ejecutado el teletransporte, portando cada uno a dos de sus compañeros. El capitán, un unicornio plateado de crines blancas, apareció y observó la escena.

—Equipo pegaso, ayuden con la evacuación. Soldados, tomen posiciones, escudos al frente, eviten que ese lobo escape. Magos, prepárense para conjurar sus barreras, no sabemos a qué nos enfrentamos.

Aitana alzó una ceja, ¿de verdad ese guardia no veía que se trataba de un hechicero diabolista? Tampoco se preocupó: un equipo de soldados entrenados no tardarían en ver una forma de vencer a Manresht. Aparte de que, aunque era poderoso, en esos momentos estaba muy debilitado.

La falange avanzó hacia el lobo, siguiendo las órdenes de su capitán. Los ponis de tierra abrieron la formación, rodeando la zona en un amplio semicírculo. El guardia unicornio, que tan valientemente había frenado a Manresht en solitario, fue reemplazado por el equipo de magos de combate de la guardia solar. El lobo miró a los ponis que le rodeaban y, sacando pecho con las garras a los lados, rugió.

—¡Lobo, estás rodeado! —gritó el capitán—. ¡Ríndete!
¡Patéticos herbívoros! —respondió Manresht en lobo antiguo—. ¡Soy el señor de las huestes infernales en la tierra, y pronto os uniréis a ellas!
—¡Aaaanda co*o, ahora lo entiendo! —comentó Aitana—. ¡De ahí sale la fiebre infernal!
—Sí que tiene sentido, sí. Anda, dame un trago, hija.

El hechicero no esperó a saber si el líder de los ponis le había entendido: trazando símbolos arcanos de fuego en el aire, convocó una marea de llamas que avanzó hacia los soldados. Los unicornios respondieron a una rápida orden y convocaron barreras de energía que protegieron a sus compañeros. Con una nueva orden, una andanada de brillantes proyectiles mágicos fue lanzada contra Manresht. Este reaccionó alzando las patas delanteras hacia los lados y rugiendo: todos los conjuros se desviaron de su curso e impactaron contra las garras del hechicero, sin dañarlo. Sus ojos brillaron con más fuerza que antes al hacerlo y, literalmente, su cuerpo ganó masa muscular de forma notoria.

—¡Esto tiene que ser una p*ta broma! —exclamó Aitana.
—¿De verdad no saben cómo combatirlo? —preguntó el profesor Pones, incrédulo.

Manresht cogió aire, hinchando el pecho, y exhaló una lengua de fuego que, como una onda de choque, impactó contra las barreras de los unicornios, las cuales se rompieron. Todo el impacto del hechizo golpeó a los ponis que fueron lanzados al suelo, quedando su formación rota y el capitán aturdido. El caos cundió en la unidad hasta que una voz femenina se alzó sobre los rugidos de Manresht.

—¡Magos, barrera fragmentada,! ¡Soldados, rehaced la formación! ¡Pegasos, hostigad al enemigo!

La yegua unicornio que había lanzado la orden portaba una armadura dorada con emblemas que la identificaban como cabo. Su pelaje era rosa blanquecino y sus crines, que sobresalían ligeramente por debajo del casco, rojas. Incluso en la distancia Aitana apreció el profundo tono azul de sus ojos.

El resto de la unidad respondió a las órdenes: Manresht volvió a convocar un muro de llamas; pero los unicornios, en vez de tratar de detenerlo, lo desviaron en todas direcciones. Los pegasos, haciendo rápidas pasadas, lanzaron una lluvia de virotes de ballesta sobre el lobo, obligándolo a usar su magia para defenderse, y los ponis de tierra retomaron posiciones.

—¡Esa yegua sabe! —exclamó Aitana, alzando la sidra—. Menos mal, ya me estaba preocupando y todo.

La sonrisa de Aitana murió cuando el capitán se recuperó y ordenó lanzar una andanada de hechizos contra Manresht. El profesor Pones y su hija se llevaron una pezuña a la cara. Una vez más, el diabolista detuvo los conjuros, alimentándose con su poder, y lo utilizó para crear llamas que tomaron forma de reptil frente a él.

Los reptiles ígneos avanzaron hacia los ponis de tierra, lanzando saetas de fuego que obligaron a los soldados a parapetarse tras sus escudos. Los unicornios pasaron a intentar contener a esas violentas criaturas con su magia. El capitán lanzó un poderoso rayo mágico, el cual fue atrapado por Manresht de igual forma que antes.

—¡Que lo estáis alimentando, pedazo de subnormal! ¡¿Pero cómo cojones entrenan a los soldados hoy en día?!
—Aitana, creo que vas a tener que hacer algo.

La arqueóloga asintió y trotó hacia los soldados que, incapaces de detener ni a los reptiles ni al lobo, retrocedían siguiendo las órdenes de su capitán.

—¡Que un pegaso lleve un mensaje al cuartel! ¡Necesitamos refuerzos!
—A ver... este, sargento, ¿no?

El capitán se giró hacia la civil que le molestaba: una yegua marrón que portaba un chaleco verde y un sombrero de exploradora.

—Capitán Clear Order, y ahora no tengo tiempo para ti, yegua.
—Bueno, capitán, escucha, ¿sabes combatir contra ese hechicero? Porque yo sí.

Irritado, Clear Order se giró a uno de sus soldados.

—Starbright, evacúe a esta civil —un poni de tierra color café y con crines negras se acercó para cumplir la orden.
—¿Tú eres tonto o qué te pasa? ¡Te digo que sé cómo vencerlo! Es un hechicero diabolista que ya debería estar muerto, está lejos de su fuente de poder. Basta con contenerlo.

El soldado que iba a arrestarla se detuvo al oír esas palabras y miró a su capitán. El unicornio se giró hacia Aitana.

—¿Y se puede saber cómo sabes tú eso?
—Lo sé porque yo lo contuve, lo alejé de su fuente de poder y lo liberé.
—¡¿QUÉ?!
—Ya me detendrás luego, pero ahora hazme caso si no quieres que alguno de tus hombres muera.

Hubo varios gritos en la primera línea cuando los seres ígneos lanzaron una enorme llamarada hacia los ponis de tierra, y Manresht conjuraba muchísimos proyectiles de fuego que los unicornios se afanaron en desviar.

—Esos reptiles son salamandras, unos demonios menores del fuego. Que tus pegasos traigan nubes y las descarguen sobre ellas. Despliega a tus unicornios y que solo se defiendan, cada vez que lo atacáis absorbe vuestra magia para mantenerse con vida.

El capitán pareció dudar si hacer caso a esa desconocida. A su lado, la cabo que antes asumió momentáneamente el mando retrocedió desviando varios ataques con su magia.

—Capitán, creo que esta yegua tiene razón.
—¿Cabo Violet?
—Se está volviendo más poderoso cada vez, no podremos resistir mucho más.

Finalmente, Clear Order asintió y repartió instrucciones entre sus soldados. Los pegasos provocaron una inmensa lluvia sobre Manresht que tuvo el efecto esperado: las salamandras se apagaron poco a poco hasta desaparecer. Aitana avanzó, recogiendo el escudo de un soldado herido.

—Haz que tus unicornios lo rodeen —después miró alrededor y gritó—. ¿Algún unicornio aquí conoce la magia rúnica, aunque sea un poco?
—¡Yo!

Aitana se acercó al mago que había respondido y trazó varias runas en el suelo.

—Voy a distraerlo. Necesito que traces con tu magia un círculo a su alrededor, bastante grande, siguiendo este patrón.
Tra, mag, mau, tei... —murmuró el unicornio mientras leía las runas—. Entendido.

La arqueóloga se ajustó el escudo y avanzó hacia Manresht, superando la linea que formaban los ponis de tierra y los unicornios. El lobo milenario, al verla avanzar, se giró hacia ella.

—¡Eh, hijo de p*ta! —gritó apartando el escudo—. ¡Soy yo, la zorra que te ha alejado de tu madriguera!

El hechicero conjuró contra Aitana. Esta se protegió con el escudo, al tiempo que varias barreras mágicas convocadas por los unicornios de Clear Order aparecían a su alrededor. Rugiendo de pura ira, Manresht creó una explosión en todas direcciones que derribó a varios soldados e hizo retroceder a los unicornios. Una nueva ola de fuego cayó sobre el escudo de Aitana, la cual tuvo que clavar los cascos en la tierra para evitar ser arrastrada por la fuerza del hechizo. En ese momento, el responsable de trazar el círculo gritó:

—¡Ya está!
—¡Todos los unicornios, concentrad vuestra magia en las runas, vamos! —gritó Aitana mientras retrocedía, asediada por una lluvia de hechizos.

Las runas trazadas en el suelo empezaron a brillar, alimentadas por la magia de los soldados. Manresht, dándose cuenta de su error, corrió para intentar escapar de la encerrona, pero nada más acercarse al linde del círculo se detuvo, protegiéndose la cara. Rugiendo, conjuró una violenta ola de llamas contra los ponis frente a él. Los unicornios conjuraron una barrera que no llegó a ser necesaria: el fuego infernal se detuvo antes de llegar a tocar el círculo rúnico.

—Dile a tus hombres que mantengan el círculo —murmuró Aitana—. Pronto se quedará sin magia y morirá.

Manresht trató de conjurar varias veces más, debilitándose rápidamente. Sabiéndose derrotado, retrocedió hasta el centro del círculo. El brillo de sus ojos empezó a perder fuerza, y su cuerpo perdió masa rápidamente. En ese momento, Aitana avanzó, superando el círculo rúnico, y se acercó al diabolista.

Se acabó, Manresht —dijo en lobo—. Ha llegado tu hora.
Cazadora... —la voz de Manresht, oscura y antinatural, provocó un escalofrío en los presentes. Aitana se mantuvo impasible—. Desconoces a qué fuerzas te enfrentas, poni. El señor de la sombra regresará, y tú pronto conocerás la muerte.
—No es la primera vez que predicen mi muerte, diabolista.
—No, arqueóloga: tú vivirás. Fallarás a aquellos que confíen en ti, traerás la muerte a quienes trates de proteger, traicionarás a aquel a quien ames y te corresponda. Traidora, asesina, repudiada. Ese es tu destino, mortal... ese es tu destino.


Esas últimas palabras se perdieron mientras Manresht caía sobre sus rodillas. Se quedó completamente inmóvil durante unos segundos, al tiempo que su cuerpo perdía masa. Su pelaje cayó y fue arrastrado por el viento. Finalmente su carne se marchitó, convirtiéndose en cenizas que se mezclaron con la tierra aún humedecida por la lluvia que provocaron los pegasos.

La maldición que había lanzado Manresht no inquietaba en absoluto a Aitana. Sin embargo, lo de “el señor de la sombra”...

El ruido de las cámaras de fotos la sacó de su ensimismamiento; los periodistas habían fotografiado toda la escena y cómo Aitana había plantado cara al hechicero lobo antes de que este muriera. La yegua se giró hacia los guardias: ahora ya había mostrado todo, no había vuelta atrás. Y si iba a ir a la cárcel, al menos se daría el gustazo de decir cuatro cosas bien dichas.

—¿Dónde está el doctor Trottinghoof?
—Aitana Pones —comenzó Clear Order—, quedas detenida por...
—¡Ya sé que estoy detenida, j*der! No voy a huir, dame un minuto para encontrar a ese doctor de pacotilla. ¡¿Dónde está?!

Periodistas y estudiantes abrieron un pasillo al final del cual se encontraba el pegaso en cuestión. Este, al verse descubierto, alzó una acusadora pezuña hacia Aitana y gritó:

—¡Loca! ¡Asesina, ha intentado matarme!
—¿Matarte? —respondió, acercándose—. Tú eres idiota, Trottinghoof. Si hubiera intentado matarte te aseguro que estarías muerto. ¡¿Has visto ese hechicero?! ¡Ese de ahí era Manresht, el diabolista lobo milenario!
—¡Pero... eso no es posible!
—¡¿Estás ciego o te niegas a verlo, Trottinghoof?! ¡¿Cuántos putos lobos diabolistas milenarios conoces?! Si no entiendes lo que ha ocurrido pregunta a cualquier estudiante de magia antigua y te lo explicará.

Aitana, sin dar tregua al doctor, siguió acercándose hasta que este se quedó paralizado por lo ocurrido, sin ni siquiera atinar a salir volando para huir de la yegua. Un par de guardias se interpusieron en el camino, temerosos de que fuera a agredir a Trottinghoof.

—¿Quieres saber por qué lo he hecho, doctor de pacotilla? ¡¿Quieres saberlo?! ¡Lo he hecho para demostrarte a ti y a tu panda de lameculos que hay verdades ahí fuera que os negáis a ver; que el diabolismo, la nigromancia y la magia negra son reales! Has jurado mil veces que yo soy un fraude como arqueóloga. Pues si ser arqueóloga significa conformarme con una verdad falsa para conseguir fama y notoriedad, ¡me niego a seguir tus pasos!

Con un gesto involuntariamente dramático, Aitana se giró y señaló al montón de cenizas que servían como única evidencia del paso de Manresht por Equestria.

—Lo que has visto ahí es solo una muestra de lo que yo he vivido. Liches, demonios, diabolistas, nigromantes, no muertos, espectros, maldiciones... ¡esas mierdas existen, Trottinghoof, y por más que os neguéis a verlo seguirán existiendo!
>>Un arqueólogo investiga, documenta y saca conclusiones. ¡Tienes razón, yo no soy una arqueóloga, porque yo actúo! Yo investigo, documento, saco conclusiones, y actúo para evitar el mal. No, Trottinghoof, yo no soy una arqueóloga...

Como una revelación, la siguientes palabras surgieron del alma y el corazón de Aitana Pones.

—Yo soy una cazadora de demonios.

Un periodista observó un brillo en el flanco de Aitana y, rápidamente, alzó la cámara y tomó la fotografía que ilustraría la contraportada de la próxima edición de su periódico.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

Dos meses después.

NUEVAS PRUEBAS CONFIRMAN EL TESTIMONIO DE AITANA PONES.

Tras los impactantes acontecimientos ocurridos en la universidad de Manehattan, un gran revuelo se formó en la comunidad de historia y arqueología. '¿Decía la verdad Aitana Pones?', '¿Es cierto que es una cazadora de demonios?', '¿Fue el hechicero lobo, Manresht, el causante de la fiebre infernal que asoló los Reinos Lobos?' y, especialmente, '¿Es cierto que Aitana Pones logró capturar a tan poderoso ser?'.

Partí a las desérticas tierras de los lobos en busca de respuestas. Finalmente logré contactar con un marinero lobo, un capitán mercenario llamado llamado Argul. Me concedió una entrevista y lo que me dijo me dejó impactado:

“Yo he visto las cosas que combatió esa poni: He visto esqueletos, fantasmas y magia negra. Y he visto a esa yegua que describes combatir hasta el final, incluso con grandes heridas. Y déjame decirte algo, poni: La fiebre infernal fue causada por Manresht. Es real, yo lo vi con mis propios ojos, y la maldición desapareció al día siguiente de su caída”.

Le pregunté a continuación respecto a su encuentro con Aitana.

“No llegué a combatir contra ella. Pero mis hombres dijeron que se convirtió en un monstruo, que hizo magia. Pero yo no llegué a verlo”.

Adicionalmente a este revelador testimonio, he sabido que dos yeguas son todavía buscadas en los Reinos: se las conoce como las “Brujas poni”. La descripción de una de ellas coincide exactamente con la de la arqueóloga Aitana Pones. ¿Es posible que esta poni sea en realidad un...?

—¡Pones!
Aitana, tumbada en el banco de su celda, levantó la vista del periódico y miró al vigilante que la increpaba.
—Tienes una visita.

Se levantó y caminó tras el mismo hasta la gran sala donde se realizaban las visitas, vigilada por numerosos guardias. Otras yeguas presas charlaban en torno a pequeñas mesas con sus familiares y abogados. Aitana paseó la vista hasta encontrarse con los ojos de su padre.

—Papá, dime que me has traído algo de lectura. Esta cárcel está llena de los libros de Stephony Mareyer, ¡es una pesadilla!
—Vamos, Aitana, no exageres —sonrió él—. Para dos meses que te quedan aquí podrías ponerte al día en literatura moderna.
—Eres cruel y lo sabes...

Aitana se sentó frente al profesor.

—¿Qué tal todo ahí fuera?
—Pues movido. Te he traído muchas novedades. La primera de todas, la que menos te va a interesar —el profesor alzó las pezuñas y estrechó la de su hija—. Enhorabuena, doctora Pones.

Aitana se quedó chocada con la noticia.

—¿Qué?
—Hubo periodistas que grabaron tu conversación con Manresht, y tras traducirla ha bastado como prueba de que decías la verdad. La facultad de arqueología decidió revisar tu tesis doctoral y enviaron equipos a investigar las ruinas que descubriste. Todavía no se ha hecho público, pero las pruebas te dan la razón: existió una guerra entre el ducado de Unicornia y Cebrania. El rectorado va a concederte el doctorado en Historia y arqueología, y sé que ya se está presionando a la princesa Celestia para que responda respecto a esta guerra.

“Cuídate, doctora Pones”. Las palabras de despedida de Macdolia resonaron en su mente, pero Aitana decidió no decir nada.

—Je, cojonudo, ¿no? —rió—. Literalmente he tenido que soltarles una prueba viviente de que digo la verdad y luego llamarlos gilipollas ante todo el mundo para que me den la razón. ¿Algo más?
—He enviado el Cetro Dorado del Alicornio a Alib ib Massan ib Masaure, con una nota que decía “en pago por la esclava poni”, como me dijiste. Lo recibió hace dos semanas.

Aitana miró a su padre, imaginando lo que había ocurrido.

—Ahora está muerto, ¿verdad?
—Sí —afirmó el profesor—. Asaltaron su casa. Los hechizos que utilicé funcionan, y pude seguir el rastro del cetro a lo largo de los reinos lobos. Pero al llegar a la frontera con Cebrania desapareció de mis sensores. Sospecho que han hecho algún conjuro de ocultación.
—Probablemente lo han metido en una caja de contención, como hicieron con Manresht —aventuró Aitana—. Tarde o temprano tendrán que utilizarlo, y entonces volverás a detectarlo.
—Te informaré cuando ocurra. Y hay algo más que te va a interesar... y mucho.

El poni paralítico sacó un pergamino de las alforjas y se lo tendió a su hija. Esta lo desplegó.

—Está en antiguo unicornio... ¿de dónde lo has sacado?
—Del depósito de la biblioteca del Imperio de Cristal. Está llena a rebosar de documentos de más de un milenio de antigüedad conservados perfectamente. Varios de mis estudiantes están investigándolos, y uno me envió esto.

Aitana colocó el pergamino sobre la mesa y empezó a traducirlo. El idioma antiguo del ducado de unicornia no era nada fácil: tenía mucha menos riqueza semántica que el moderno Equestriano, y existían pocas referencias fiables para su traducción. Aún así, logró captar la mayor parte del mensaje, del cual varias partes eran ilegibles.

“...aquellos que combatieron el mal en Unicornia descansan. Weischtmann es derrotado y el mausoleo será su lugar eterno de reposo. Usamos nuestras mejores artes, (…) estar intacto por siempre.

Yo permanezco aquí para vigilar, para proteger. Para acabar con todo aquel que intente acceder a Weischtmann, para detener a los saqueadores. Pues, en su inconsciencia y codicia podrían (…) tumba del norte (...) gran daño.

Padre, madre, siento vuestro dolor desde la distancia. Sabed que actúo por amor y lealtad a nuestro reino, y por (...) hermanos ciervo. Por siempre vuestro,

Molgan Garg.”


—¿Weischtmann?

Aitana miró a su padre, incrédula. Este se regodeó en la expresión de su hija.

—¿El Weischtmann? ¿El cuento que las madres Germarenas cuentan a sus potrillos para que se coman la sopa? ¿El mismo que la Pony Colatm transformó en Santa Hooves? ¿Es una broma?
—No, no lo es, Aitana. Este pergamino es una copia, pero he tenido el original en mis pezuñas: es real, sin duda alguna.
—j*der...

Aitana releyó un par de veces el pergamino, sin acabar de creerlo.

—Me encantaría estudiarlo a fondo, pero estoy más preocupada por la hermandad, papá.
—Ahí está la cosa —aclaró el profesor Pones—. Ha habido un robo en el depósito el Imperio. Al parecer este era uno de muchos documentos que han sido sustraídos. Mis muchachos han hecho una búsqueda a fondo y solo encontraron otro pergamino que mencionara a Molgan Garg.
—¿Qué decía?
—Poca cosa, hija. Está escrito en antiguo ciervo y casi no tenemos referencias para traducirlo. Además, muchos de sus pictogramas se han deshecho con el tiempo. Hemos traducido palabras sueltas, espera... —el unicornio sacó un pergamino manuscrito—. Aquí está: “Heredero de unicornia, Molgan”, “reposo” o “reposar”, y “Runas que sellan el templo”.

Aitana seguía mirando a su padre, calibrando lo que acababan de descubrir con sus conocimientos de historia.

—A ver si lo entiendo: El Weischtmann fue real, ¿un noble, o un rey? Fue derrotado y sus restos enterrados en algún templo en el norte. ¿Correcto? Y alguien, suponemos que la organización de Dark Art, ha robado más documentos al respecto y sospechamos que va tras el Weischtmann por alguna razón. ¡De p*ta madre, y yo aquí encerrada por dos meses más! ¡j*der! —exclamó Aitana, dejando caer la cabeza sobre la mesa.
—Tranquila, he enviado a alguien a Cérvidas para traducir este documento e investigar al respecto. Esta misma tarde zarpa hacia Lutnia.

La yegua alzó la vista y miró a su padre.

—¿A quién has enviado a la capital de los ciervos?
—Un alumno mío de historia y magia antigua, un joven y brillante unicornio. Se llama Hope Spell.
—Papá, sabes bien lo peligroso que es enviar a cualquiera tras la pista de cosas demoníacas.
—No sabe nada de eso, lo único que tiene que hacer es traducir el documento ciervo e investigar al respecto. Seguramente cuando salgas ya tendremos más pistas. Además, es un mago bastante versado en magia blanca, podría serte de utilidad.
—Ah, mierda... bueno, solo puedo esperar mientras leo a Stephony Mareyer —Aitana se contrajo con un escalofrío—. Papá, en serio, en sus novelas hay vamponis brillantes... ¡y nadie los mata! ¡Es horroroso!
—Te está bien merecido, por criminal —rió el padre.
—... te odio mucho. Por cierto, ¿qué tal la brújula? ¿Te ha dado problemas?

Como respuesta, el profesor sacó dicho objeto de sus alforjas, el cual parecía intacto.

—¿De quién crees que has heredado tu dura cabeza, hija mía? Tan mayor y no aprendes. Oh, ahora que lo pienso —añadió con una carcajada—, ¿a quién quieres que invite a tu fiesta de “Cuteañera”?
—Oh, ya sé, ¡invita a toda mi clase! Claro, si pueden dejar a los niños en la guardería, ya rondamos todos la treintena.

Riendo, Aitana giró la cabeza y miró su propio flanco: su Cutie Mark había aparecido en el mismo momento que dijo lo que siempre había hecho y no había puesto en palabras: “Yo soy una cazadora de demonios”. La marca consistía en una estrella de cinco puntas, en cuyo pentágono interior había trazado un ojo llameante. Una antigua marca arcana para proteger lugares contra las fuerzas demoníacas.

Padre e hija bromearon un rato más al respecto, hasta que este dijo:

—Por cierto Aitana, tengo que preguntarte algo.

El rostro del unicornio se tornó muy serio de repente.

—¿Cuánto COJONES le prometiste a Poison Mermaid por sus servicios?
—Este... yo... —Aitana tragó saliva y empezó a sudar a mares—. ¡Anda, se ha acabado la hora de visita! —gritó, levantándose.
—¡La hora de visita no se ha acabado, jovencita! ¡No te atrevas a huir!
—¡Que sí, que se ha acabado! ¡Nosvemoslasemanaquevieneadiós!

Aitana se alejó corriendo y volvió al interior de la cárcel antes de que su padre lograra detenerla con un conjuro. Se detuvo tras una puerta, apoyada contra la pared y jadeando ruidosamente. Un guardia, extrañado, la miró.

—Créeme, prefiero tirarme dos meses más en este agujero antes que una bronca de mi padre.

Aitana fue guiada de nuevo a su celda donde recogió el periódico y siguió leyendo, pasando a otras noticias. “Invasión de yeguas rosadas aterroriza Ponyville: La estudiante de la princesa Celestia, Twilight Sparkle, asegura que no hay nada que...”.

—Pones.
—Oh, no, no me digas que mi padre ha vuelto, por favor.
—No. Tienes una visita, dice ser una abogada.

Sorprendida, pues no esperaba eso, Aitana se levantó y acompañó al guardia. Esta vez se dirigieron a un despacho para visitas privadas, en el que había una unicornio de pelaje gris y melena negra, cuya Cutie Mark era un libro y un mazo de madera, estaba sentada al otro lado de una mesita. El guardia las dejó a solas, aunque no había que ser muy perspicaz para darse cuenta de que estaban siendo observadas a través del falso espejo del muro.

—Buenas tardes, doctora Pones. Soy Legal Workplace, abogada, es un placer conocerla.
—Lo mismo digo, y llámame Aitana. ¿Qué quieres?

Esta se sentó en la otra silla. La unicornio se quedó algo descolocada ante la seca respuesta de la arqueóloga. Carraspeó un par de veces antes de continuar.

—Soy abogada de oficio, y creo que puedo reducir su condena, pero necesito hacerle unas preguntas antes.
—Anda co*o, mira tú qué bien. Dispara.
—Aitana, ¿por qué trajo usted al diabolista Manresht a Equestria?

La arqueóloga rodó los ojos hacia atrás.

—Lo he explicado mil veces. Necesitaba alejarlo de la puerta al Tártaro que alimentaba su poder y luego aislarlo. Para eso necesito o un equipo de unicornios que no tenía, o un círculo rúnico ritual bien preparado.
—Pero para hacer eso tomó usted el riesgo de que Manresht escapara. ¿No consideraron hacer su ritual alejado de la civilización?
—¡Claro, gran idea! —ironizó Aitana—. ¡Liberemos al hechicero alejado de todo poni, para que si se escapa no haya nadie para detenerlo! No, Legal Workplace, esa no era una opción. Si algo salía mal durante el ritual tenía que ser cerca de la guardia, para que alguien pudiera, al menos, intentar detenerlo.
—¿Y usted toma la decisión de atrapar a semejante ser sin contar con el apoyo de la guardia solar? No comprendo sus actos, Aitana Pones.
—¡j*der, pensé que al ver actuar a la guardia todo el mundo lo habría entendido! —exclamó—. Ya viste que tuve que guiarles en cómo detenerlo, ¡no tenían ni idea de cómo combatir a un diabolista! Si no hubiese intervenido, Manresht habría escapado y la Fiebre Infernal se habría desatado de nuevo.

La abogada anotó algo en sus papeles y cambió de posición en la silla. Pareció pensarse la siguiente pregunta.

—¿Por qué no entrena usted a otros ponis para que la ayuden?

Aitana resopló visiblemente y miró alrededor, buscando cómo explicar algo tan obvio a esa yegua. Si no la mandaba al cuerno era porque quizá podría sacarla de ahí antes, y así librarse de literarios vamponis brillantes.

—Dime, Legal, ¿has visto alguna vez la corrupción infernal? ¿Has visto a ponis buenos y leales volverse contra sus amigos? ¿Has visto la mirada corrupta y despiadada de alguien que ha jugado con la magia negra? ¿O a un mago perder la razón en su búsqueda de poder para vencer a la propia muerte? Yo sí.

La arqueóloga se apoyó en la mesa, haciendo énfasis en sus palabras.

—Para bien y para mal, las artes mágicas prohibidas son casi desconocidas: la nigromancia, el diabolismo y la magia negra. Porque todo aquel que entra en contacto con las mismas corre el peligro de verse tentado a probarlas. Y yo soy una de las pocas ponis que son capaces de resistir la corrupción del tártaro y luchar contra ella sin perder la razón. Dime, ¿qué crees que ocurriría si todo el mundo pudiera acceder a estos conocimientos oscuros?
—Los ponis lucharían contra el mal, sin duda.
—Y los habría que lo harían —afirmó Aitana—. Pero no serían suficientes: en todos lugares, en todo momento, alguien intentaría devolver la vida a un familiar mediante nigromancia; o trataría de sellar un pacto con un demonio para salvar a un ser querido de la muerte; y los nobles imbéciles usarían la magia negra para manipular las mentes de sus rivales. El mundo se convertiría en un infierno. Estas artes deben seguir ocultas y conocidas cuanto por menos ponis mejor.

>>Y antes de que lo preguntes: No liberé a Manresht frente a Trottinghoof solo porque estaba de mala hostia —aclaró—. Lo hice para recordar al mundo que los demonios existen. Espero que alguien en la guardia solar tenga el sentido común de empezar a investigar cómo combatirlos.

Un timbre resonó por la zona, indicando que la hora de visitas estaba llegando a su fin.

—Aitana, permítame una última pregunta: ¿por qué sigue haciéndolo usted? Según los periódicos, usted casi perdió la vida enfrentándose a Manresht. ¿Por qué sigue haciéndolo?

Un guardia entró en la sala y anunció que la visita había llegado a su fin. Aitana se levantó y se despidió diciendo:

—Porque alguien tiene que hacerlo. Avísame si logras sacarme de aquí.

La arqueóloga fue escoltada hacia su celda, pero a medio camino se detuvo durante un instante, levantando una ceja. “¿Doctora Pones? ¿Cómo ha sabido esa abogada que soy doctora, si aún no se ha anunciado?”.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

Una sola antorcha iluminaba una sala, situada a mucha distancia de Manehattan, creando un aura lúgubre. Una mesa circular ocupaba el centro de la sala, con un mapa de Equestria desplegado sobre ella. A medida que se aproximaron, la luz de las llamas reveló los detalles de los ponis presentes. El primero en hablar fue un unicornio azul de crines blancas.

—Salve, hermanos. Por el único rey del mundo —saludó Dark Art.
—Por el único rey del mundo —respondieron los otros dos.
—¿Qué noticias tenemos?

El que había preguntado era un unicornio de avanzada edad, cuyo pelaje era rojo oscuro y sus crines de color ceniza.

—Nuestro contacto en la guardia dice que el movimiento de Aitana ha tenido consecuencias, Sharp Mind —explicó Dark Art—. El actual capitán, Clear Order, ha incrementado el entrenamiento de sus hombres. Además está formando a la guardia solar en la magia rúnica y los campos de contención. La ciudad de Cristal sigue en calma: la moral es alta entre la ciudadanía. La corona ha iniciado algunas investigaciones cautelosas para tratar de averiguar qué casas nobles sirvieron a Sombra voluntariamente. Pero estas se han ocultado bien.
—¿Por qué esperamos para actuar? —gritó el tercer unicornio negro como la noche, en cuyos ojos rojos brillaba la locura—. Perdiste a Manrehst, pero tenemos localizado a Kolnarg. ¡Consigamos su poder!
—No, Hellfire —respondió el anciano—. La hermandad es débil, debemos actuar con cautela.
—Tenemos, además, la información del Weischtmann —indicó Dark Art—. Sin embargo no sabemos dónde se halla, todavía. Solo que está al norte y que los ciervos parecen saber algo.

Se quedaron en silencio, mientras el anciano Sharp Mind estudiaba el mapa. Tras unos minutos, dio sus instrucciones:

—Dark Art, viajarás a Germarenia y proseguirás con los preparativos para el ritual potenciador. Necesitamos hacerlo en secreto y que, cuando lo realices, desaparezcas. Necesitarás al menos cuarenta almas.

El unicornio azul asintió.

—Hellfire —prosiguió el anciano—. Te infiltrarás con los zelotes en el Imperio de Cristal, pero no actuarás. Observaremos y, cuando sepamos quién se unirá a nuestra causa, lo reclutarás. No harás ningún movimiento hasta que yo no lo ordene, ¿entendido?

El unicornio negro, refunfuñando entre dientes, aceptó la orden.

—Yo viajaré a Cérvidas e investigaré sobre el Weischtmann. Ya tenemos alguien infiltrado en Canterlot, ahora solo nos falta algún pegaso dispuesto a unirse a nuestra causa. Lo buscaremos en su debido momento. Partid, hermanos, con la seguridad de que pronto el verdadero rey del mundo saldrá de su prisión y gobernará el mundo, siendo nosotros los generales en el nuevo orden mundial. Salve, hermanos.
—Salve.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

Tras una larga corte abierta a los ciudadanos, los guardias solares cerraron, definitivamente por ese día, las puertas del gran salón del trono de Canterlot. Celestia anduvo casi ceremoniosamente hacia la salida lateral, escoltada por un grupo de guardias solares. No fue hasta que se encontró a solas en la estancia contigua, alejada de las cámaras de periodistas y de algún curioso, que se permitió estirarse sin disimulo.

—Keen Service —dijo dirigiéndose a una de sus damas de compañía—, que me traigan un té y algunas pastas a mi habitación, por favor.
—En seguida, alteza.

La princesa del sol despidió a los guardias y se dirigió hacia sus aposentos, donde le sirvieron la merienda solicitada en poco tiempo. Se sentó en la mesa a comer, esperando relajada. Era poco pasado de las siete cuando se escuchó el inconfundible sonido de alguien teletransportándose dentro de la estancia. Frente a Celestia apareció una unicornio de pelaje gris y melena negra. La yegua miró sorprendida a la, valga la redundancia, sorprendida princesa alicornio.

—¡Oh, vaya! Disculpe majestad, sin duda nós hemos arribado aquí por accidente. Esperamos no haberla interrumpido en un instante de íntimo relajo.

Celestia, que se había quedado quieta con la taza aún en los labios, escupió el té y soltó una sonora carcajada.

—¡Oh, madre, Luna! Déjalo ya, hermanita, por favor.

La unicornio sonrió y conjuró. Su cuerpo, iluminado por un aura color índigo, se agrandó hasta casi alcanzar el tamaño de Celestia, y su cuerno aumentó en longitud. El pelaje que la cubría se volvió más oscuro y azulado; la melena, poco a poco, perdió consistencia hasta convertirse en una fluctuante corriente de magia. Luna, recuperada su forma natural, abrió los ojos y estiró las alas, revelando que su Cutie Mark había vuelto a la normalidad.

—Es imposible engañarte, “Tia”. Nós hemos perfeccionado mucho el arte del disfraz a lo largo de los siglos.

La princesa de la noche se sentó con su hermana y se sirvió también una taza de té.

—¿La has conocido? ¿Qué piensas, Luna?
—Que tenemos que dejarla libre.

Celestia miró a la alicornio de pelaje oscuro, esperando más explicaciones.

—“Tia”, sabes que no podemos eliminar el conocimiento sobre las artes oscuras, al menos no completamente. La presencia de ponis como Aitana Pones es necesaria para combatirlas desde las sombras. Me ha explicado sus motivaciones, y nós creemos que lucha por evitar muerte y sufrimiento.
—Liberó a un diabolista en Manehattan. Puso miles de vidas en peligro.
—Pero también evitó miles de muertes en los Reinos Lobo al capturarlo. Y tu guardia ha recordado, al fin, que existen los demonios. Nós tenemos entendido que Clear Order ha iniciado un programa de entrenamiento contra seres infernales.

Celestia miró por la ventana, pensativa.

—Deberíamos insistir a Aitana Pones para que nos cuente lo que sabe, Luna. La guardia podría intervenir a tiempo, o nosotras mismas.
—No, Celestia, no debemos hacer eso. Si un ser de nuestro poder, o toda una guardia se mueve contra los magos oscuros, estos se ocultarán y esperarán otra ocasión. Se necesita gente como la doctora Pones para investigar estos hechos sin llamar la atención.
—Doctora... —Celestia suspiró—. Esa tesis doctoral me va a obligar a rectificar una mentira que he mantenido durante quinientos años.
—Solo di que Unicornia libró una guerra contra Cebrania por motivos económicos, no menciones a los demonios ni la magia negra.

Celestia se sumió en sus recuerdos durante unos instantes: recordó cómo un emisario Cebra la puso sobre aviso de la existencia de magia oscura en Unicornia, y cómo una investigación a fondo descubrió lo que podría convertirse en el alzamiento de un nuevo rey Sombra. En esa ocasión actuó a tiempo, aunque la guerra entre cebras, ponis y demonios fue inevitable. Decidió destruir todos los documentos sobre invocaciones demoníacas y ocultar la existencia de la guerra, cuyo recuerdo, con cada generación, se fue convirtiendo en una simple leyenda.

—De acuerdo, lo haremos —asintió la blanca alicornio—. Buscaré cualquier excusa legal para reducir la condena de Aitana Pones. Espero que tengas razón.

Un rato después, las dos hermanas alicornio se levantaron y fueron al balcón. Celestia concentró su magia, y el astro rey empezó a descender sobre el horizonte. Cuando los últimos rayos de sol murieron, poniendo fin al día, Luna hizo ascender a la reina de la noche, seguida por un brillante séquito de estrellas.

Celestia se retiró a dormir, dejando a su hermana Luna al cargo durante la noche. La más joven de las hermanas voló hasta su torre, y de ahí observó el reino que la rodeaba. Las luces de la calles de Canterlot eran lo único que se alzaba en contra de las calmadas y difuminadas sombras que proyectaba la luna creciente. Tras unos minutos de meditación pudo escucharse un aleteo acercarse a la torre. Luna no se alteró, pues conocía a la criatura que se acercaba y, si esta hubiese deseado atacarla, jamás la habría escuchado llegar. La criatura se posó en el gran balcón, a la espalda de la princesa de la noche, la cual se giró para recibirla.

—Nós agradecemos tu presencia, agente Rise Love.
—Es un honor, mi diosa.

Se trataba de una batponi cuyo pelaje era azul oscuro y sus crines marrones. Sus ojos eran rosas, al igual que un mechón de pelo que atravesaba la crin sobre su cabeza. La yegua se postró ante Luna, hasta que esta le hizo un gesto para que se levantara. A decir verdad, Luna había intentado que los batponis dejaran de dirigirse a ella como “Mi diosa”. Sin embargo, con el tiempo, acabó aceptándolo como una peculiaridad cultural más de esa misteriosa raza poni.

—Rise Love, nós deseamos encargarte una misión. Viajarás a los Reinos Lobos y seguirás la pista del unicornio llamado Dark Art. Averigua quién es y sus objetivos.
—¿Debo acabar con su vida, mi Diosa?
—No —respondió Luna—, de momento no. Investiga e infórmanos de tus hallazgos. Después decidiremos al respecto.
—¿Alguna pista?
—Sí. Dark Art contrató un barco mercenario llamado “El relámpago negro”, capitaneado por el pirata lobo Argul.

La batponi asintió ante esa información y, desplegando sus alas de murciélago, dijo:

—Así se hará, mi Diosa. Contactaré con usted en pocas semanas.

De un imposiblemente silencioso aleteo, Rise Love alzó el vuelo menos de un metro antes de lanzarse por el borde del balcón y perderse entre las sombras de la noche. Luna la siguió con la mirada mientras pudo y después regresó a su habitación.

No podía compartir según qué con su hermana mayor: ella seguía actuando como si aquellos que ansían el poder por encima de todo fuesen a presentarse ante Equestria gritando sus intenciones. Pero ella sabía bien que no era así: cuando perdió la razón y se convirtió en Nightmare Moon, Luna pasó años reclutando seguidores y consiguiendo poder antes de salir de las sombras y atacar abiertamente. Y si, por un casual, Aitana Pones había dado con algún ser que pudiera poner en peligro a sus pequeños ponis, Luna no iba a quedarse quieta esperando que este se mostrara: lo encontraría y podría fin a sus planes antes de que estos llegaran a ver la luz.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

Una semana después de la entrevista con Legal Workplace, varios periodistas se levantaron a la vez, tras largas horas de espera, y galoparon hacia la salida de la prisión estatal de Manehattan. Todos ellos portaban lápices, cuadernos, grabadoras y mil preguntas.

—¡Doctora Pones! ¿Qué opina de las declaraciones de Celestia dando la razón a su tesis doctoral?
—¡Doctora, una entrevista para el Daily Colt! ¿Cree usted que esta rectificación supone un precedente sobre otros hechos históricos que se hayan ocultado del saber público?
—¿A qué cree que se debe esta extraña reducción en su condena?
—¡¿QUERÉIS QUITAROS DE EN MEDIO?!

Casi a empujones, Aitana se abrió camino a través de la marabunta de periodistas. Tras ella iba su padre, revisando varios papeles que portaba con su magia. Cuando se hubieron alejado unos metros, la yegua bufó irritada.

—¿Será posible? ¡Me he convertido en una estrellita mediática!
—Después del espectáculo que organizaste, no sé de qué te sorprendes, hija.
—Vamos al tema papá, ¿está todo en orden?
—Sí. Tu barco te espera en el puerto, te llevará directamente a Lunia. Hope Spell debe estar por llegar, te encontrarás con él allí.
—De acuerdo. ¿Qué sabemos del mausoleo de Weischtmann?
—Poca cosa, salvo que se halla en el norte y que debe albergar algo de gran poder, si la organización de Dark Art anda tras su pista.

Los dos subieron a un carro que les esperaba, listo para llevarlos al puerto. El padre sacó un pergamino, un mensaje de otro arqueólogo como Aitana.

—Es un mensaje de A.P. Fue a la guarida de Manresht para sellar la ventana al Tártaro que descubriste. Pero al llegar vio que se había realizado algún tipo de ritual en la misma, varios días después de que tu combate. Primero pensó en una comunicación con algún demonio, pero tras investigar cree que hubo algún tipo de canalización mágica de por medio.
—Primero el cetro, después Manresht, ahora esto... Poder, poder y más poder. ¿Qué co*o pretenden, y qué están haciendo con tanta energía? j*der, esto no es bueno...

El resto del viaje Aitana lo pasó leyendo rápidamente varios mensajes de otros arqueólogos y los documentos descubiertos en el Imperio de Cristal, pero no vio ningún detalle adicional. En el puerto les esperaba un barco Equestriano: un bergantín ligero de exploración. Una de las naves más rápidas que existían. Alquilarlo debió costar una pequeña fortuna.

—Es evidente que vamos a contrarreloj, no podíamos perder más tiempo.

El poni paralítico buscó en sus alforjas y sacó el chaleco de Aitana, el cual le entregó. La cazadora de demonios se lo colocó rápidamente, al tiempo que el capitán del barco, al verlos, empezaba la maniobra de desatraque.

—Es posible que las pistas lleven a Dark Art y a los suyos a Cérvidas —comentó Aitana.

El profesor se descolgó la brújula en la que se hallaba encerrado Kolnarg y se la lanzó a su hija. Esta la atrapó al vuelo, sintiendo al instante la incómoda presencia del Lich invadirla. Sonrió, ya que casi la había echado en falta, y se colgó el objeto del cuello.

—Espero que tu alumno sea tan diestro con la magia como dices, papá. No quiero cargar con un lastre.
—Es muy bueno, y si no lo es déjalo atrás. Ya se las apañará.

Aitana recogió su sombrero de exploradora cuando se lo tendió su padre y se lo ajustó con una precisión casi religiosa. Mientras lo hacía miró al profesor con media sonrisa dibujada en su rostro.

—Para detener a Dark Art tendré que adelantarme a sus movimientos, y no tenemos ni idea de qué pretende.
—Tendrás que seguir las pistas rápidamente —su padre la abrazó durante unos largo segundos—. Ten mucho cuidado, hija mía.
—Cuídate, papá.

Aitana rompió el abrazo y embarcó en el velero bergantín. Las órdenes del capitán ultimaron el desatraque y la nave se dirigió hacia el este, hacia las tierras de los ciervos. El profesor Pones observó la embarcación hasta que esta desapareció tras el horizonte. La inquietud le invadía, y deseaba poder acompañar a su hija, pero sabía que en su estado no era posible. Intuía que Aitana había topado con un mal mucho mayor del que habían visto hasta ahora, y temía. Temía por la vida de ella, y también por lo que podría ocurrir si fracasaba en su misión. Desde su posición, el profesor Pones solo podía rezar a los titanes para que concedieran a Aitana la fuerza, la sabiduría y el valor necesario para encontrar, cuanto antes, la tumba del norte.

[center]FIN[/center]

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]
[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

NOTAS DEL AUTOR:

Fin del primer libro de la trilogía Aitana Pones. ¡Pronto podréis seguir sus aventuras en la segunda parte: “Aitana Pones: La tumba del norte”.

Algo que se me olvidó comentar en el anterior capítulo: Algunos habéis notado que pasé a llamar “Macdolia” a “Mcdolia”. Esto fue porque me equivoqué: El verdadero nombre del personaje es Macdolia, pero por error yo lo escribí sin la primera A. Más adelante corregiré esta historia lo cambiaré en todos los capítulos.

Notas sobre este capítulo:
Algunos ya lo saben y otros no, pero la verdad es que la ausencia de cutie mark de Aitana fue accidental hasta que me di cuenta en el capítulo ocho. “¡ARG, LA MARCA!”. Pero entonces me di cuenta que era una oportunidad fantástica para darle una marca que ni siquiera había pensado todavía. Y creo que cuando un poni de casi treinta años descubre su habilidad especial, esta tiene que ser algo increíble, ¿no creéis?

En este capítulo he intentado poner en orden todos los detalles que van a marcar la trilogía, y dar una primera presentación a los personajes originales que conoceréis en la misma. Para explicaros qué ocurre con estos personajes, usaré la frase de Londo Mollari en el episodio piloto de Babylon 5: “Recuerde, capitán: aquí nadie es lo que parece”.

La presencia de Luna y Celestia es solo un precedente: a partir de “La tumba del norte” habrá presencia de personajes canon que tendrán un papel más o menos importante en la historia. Será a partir del tercer libro que los personajes Canon, entre ellos las portadoras, participarán activamente en la historia.


Respuesta a comentarios -tanto de fanfiction.net como de SpaniardHooves:

-SCRITTORE PASSIONE-
Como siempre, gracias por leerme. La parte de la taberna era en parte para mostrar que Aitana tiene vida más allá de estar siempre de viaje cazando de monios. Aparte de que tiene su gracia verla “de relax”, para variar.

-PANDORA-
Me alegra que te gustara, pero tengo que agradecerte tu colaboración con Poison Mermaid. Sin ella esta historia no habría sido ni la mitad de épica que es ahora :). Oh, y gracias por el dibujete!

-HORWAITH-
Bueno, ya has visto lo que ha ocurrido. Y sí, Aitana de mala hostia es... Aitana de mala hostia. No hay otra forma de describirla.

-NIMA STORYTELLER-
Jajaja me alegro que te gustara el final del capítulo 9. A mi también me encantó.


Espero que hayáis disfrutado leyendo tanto como yo creando esta historia. ¡En cosa de un mes empezamos con el siguiente libro! ¡No dejéis de leer “Aitana Pones: La tumba del norte”!. Y hacedme el favor de recomendar mi historia a vuestros amigos.

¡Un saludo y gracias por leerme! Como siempre, se agradecen reviews.
Volgrand: Junta de Iberbronies, vocal
¿A que soy mono?
Image
¡¡PUES DESPELLEJO FANFICTION!!
Volgrand
Bad Changeling
Bad Changeling
Autor del Hilo
Mensajes: 1103
Registrado: 19 May 2013, 22:21
Genero: Masculino
Pony preferido: Fluttershy
Sitio web: http://www.spreaker.com/user/5615814
Ubicación: Oxford, Reino Unido

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Finalizado)

Mensaje por horwaith » 18 Jun 2014, 09:14

este capítulo tiene las dosis justas de acción, pausa y risa (me ha encantado la escena de los periodistas xD) que se espera. Me encanta la "abogada" que tiene Aitana xD y UN MES nos vas a hacer aguardar al siguiente, eso es demasiado tiempo
horwaith
Stallion/Mare
Stallion/Mare
 
Mensajes: 758
Registrado: 26 Feb 2014, 20:18
Genero: Femenino
Pony preferido: Rainbow Dash

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Finalizado)

Mensaje por McDohl » 18 Jun 2014, 13:00

Y se acabó el volumen uno... Me ha encantado el detalle de la CM. Nunca me paré a pensarlo yo tampoco hasta que lo has mencionado :sisi2:

Y esto es la antesala de algo muchísimo mas grande. Ha sido un verdadero honor que Macdolia haya acompañado a la cazadora de demonios en su cruzada contra Manresht. Descansa ahora sabiendo que has hecho un gran trabajo y mientras esperaremos pacientemente ver el retorno de la poni de tierra :3
McDohl
Guardia de Canterlot
Guardia de Canterlot
 
Mensajes: 7422
Registrado: 23 Sep 2012, 20:50
Genero: Masculino
Pony preferido: Derpy Hooves
Sitio web: http://rioumcdohl26.deviantart.com/
Ubicación: Feeling like Macdolia...

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Finalizado)

Mensaje por Pandora » 19 Jun 2014, 11:30

BUAAAAAAAAAAAAAAAAAA Qué pena que haya terminado ya X3 Pero ha sido un emocionante viaje, y como dice McDohl, todo un honor haber podido colaborar con Poison para ayudar a Aitana en sus aventuras :3 ¡Estaremos esperando el siguiente libro con ansia!
Image Image Image
Pandora
Bossbaby
Bossbaby
 
Mensajes: 157
Registrado: 24 Jun 2013, 15:53
Genero: Femenino
Pony preferido: Fluttershy/Luna/Maud
Ubicación: Detrás de ti... O puede que no

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Finalizado)

Mensaje por Sr_Atomo » 27 Jun 2014, 10:01

Grandioso fanfic. Impresionante, fantástico, emocionante...

Debo reconocer que tengo suerte... últimamente solo estoy leyendo buenos fanfics :)
Image
Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
Sr_Atomo
Mane 6/Element Of Flood
Mane 6/Element Of Flood
 
Mensajes: 2653
Registrado: 12 Nov 2012, 21:52
Genero: Masculino
Pony preferido: Derpy Hooves
Ubicación: En Zamora, la ciudad con más figuras de My Little Pony G1 del universo.

Re: AITANA PONES: "La fiebre infernal" (Finalizado)

Mensaje por Angelus-Y » 20 Jul 2014, 17:34

Antes de nada, mencionar que solo me he leído los dos primeros capítulos. He estado haciendo muchas cosas.
Debo decir que el rato que he estado leyendo ha sido de lo mas placentero. Muy cómodo, excitante, relajante. Ha habido un gran cumulo de buenas sensaciones.
Me ha ENAMORADO el nuevo mundo de los lobos. Impresionante los detalles, la historia, la cultura, las formas...todo. Me pueden esta clase de cosas, del mundo antiguo, otras tierras, nuevos descubrimientos. Sencillamente puedo decir que estoy ansioso por poder continuar leyendo y ver que mas cosas puedo descubrir.

Aunque es difícil, no, no he visto ningún fallo asi aparente, todo esta muy bien narrado, expresado...evidentemente siempre se mejore pero es que en mi opinión me he quedado mas que satisfecho con esto.

Además los personajes me han encantado, en especial las protagonistas. Que personajes tan únicos y bien conseguidos. Con unas características sin igual, me encantan. Y los secundarios muy originales, al igual que la trama en si.
Por supuesto tengo una enorme curiosidad por ver como se desarrolla en sí.

Tardare un poco en leerme el resto, ire editando el mensaje para evitar doble post. Impresionante Volgrand. Me ha fascinado esta historia al igual que me encanta el personaje de Aitana y Mcdolia. Muchisimas gracias por esta lectura y espero que continues.
Image
Angelus-Y
Heart of Fire
Heart of Fire
 
Mensajes: 536
Registrado: 20 Feb 2013, 18:12
Genero: Masculino
Pony preferido: Dragones


Volver a “%s” Fanfiction

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado