AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][cap16]

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Mensaje por Volgrand » 02 Feb 2015, 02:09

Y aquí tenéis el...

Capítulo 8: "El cazador"
Spoiler:
Los calabozos de Cérvidas eran muy similares a los de cualquier otra nación o especie... pero eran diferentes.

Para empezar, no había puertas como tal, ni barrotes metálicos. Los calabozos de Lutnia estaban excavados bajo la raíz de un gran árbol que hacía las vecesde casa de la guardia, cercano a la gran Sequoia que se erigía sobre el puerto. Las raíces del mismo atravesaban el techo de la estancia, como estacas,clavándose en el suelo y haciendo las veces de barrotes. Pero, como todas las construcciones druidas, la madera de las mismas era dura como la roca,haciendo imposible romperla sin las herramientas adecuadas.

Tampoco es que Aitana o Hope Spell lo hubieran intentado.

El constante gotear del agua en distintos recipientes se hacía, ciertamente, monótono. Los ciervos consideraban un deshonor y una ofensa a Gaia maltratar asus prisioneros, hasta el punto de que proveerían carne a un cautivo carnívoro si era necesario. Era por eso que en cada celda había una raíz de la quegoteaba agua potable a buen ritmo sobre un recipiente acorde.

Plic, plic, plic, plic...

Aitana estaba tumbada en su estancia, mirando al techo con paciencia e imaginando lo que iba a ocurrir a continuación. Sus heridas habían sido tratadas ylos curanderos ciervo habían mostrado su habilidad al sanar su pata trasera: no le había dolido ni la mitad de lo que esperaba. Combinando la magiadruídica con grandes conocimientos de anatomía, sacaron el arma que la atravesaba y detuvieron la hemorragia en cuestión de minutos. Ahora un gruesovendaje de algodón cubría su herida extremidad; otro más sostenía la pata delantera derecha entablillada pues, como ella había sospechado, tenía unesguince. Alguna que otra cataplasma le tapaba heridas o quemaduras menores, pero ninguna de sus otras lesiones revestía gravedad alguna.

Hacía ya un par de horas desde que la trajeron a la celda, proporcionándole también un manojo de plantas medicinales, de las cuales cogió distraídamentealgunas hojas y las masticó; tenían un intenso sabor, a medio camino entre la hierbabuena y el heno, y mantenían el dolor a raya. El que le hubieran dadoesas plantas indicaba a la yegua marrón que habían logrado poner en duda cualquier acusación contra ella o Hope Spell, una buena señal dentro de lo mal quehabía salido todo.

—Disculpe, maestro de la guerra...

—Soldado druida —respondió el guardia ciervo, corrigiendo al semental verde, que estaba encerrado en una celda frente a la de Aitana—. Todavía me faltamucho tiempo para ser considerado como tal, Maestro de la Magia.

—Oh, lo lamento —se disculpó el aludido—. ¿Sabe cuánto tiempo nos tendrán aquí?

—La investigación sigue en curso, cuando se sepa su conclusión se decidirá sobre vuestra libertad.

Hope, que llevaba un anillo de madera sellado en la base del cuerno para inhibir su magia, siguió hablando con el ciervo, tratando de sonsacarle másinformación, pero Aitana los ignoró. Se giró sobre sí misma, tumbándose sobre su vientre, y miró hacia la gran sala circular a la que daban todas lasceldas. Allí, reposando sobre un tocón que hacía las veces de mesa, se hallaban su chaleco, sus pezuñas armadas, su látigo, sus dagas y punas de lanza... yla brújula.

Y eso era lo que la mantenía en vilo.

Cuando la ordenaron desnudarse y dejar todos los objetos ahí, un ciervo estuvo a punto de coger el colgante con las pezuñas. Por suerte, Solnes estabapresente y Aitana pudo hacerle saber que el espíritu que había asediado el círculo de los druidas habitaba en la brújula, por lo que el Señor de la Guerrano dudó en ordenar que nadie lo tocara.

Por el momento, nadie había desobedecido la orden.

La situación estaba en un delicado equilibrio: si alguien con menos resistencia mental que Aitana tocaba ese objeto Kolnarg podría volver a poseer uncuerpo físico... en una de las ciudades más pobladas de Cérvidas. Sería una masacre y, en ese momento, la arqueóloga no podía hacer nada para evitarlo.Pensó también en su estupidez al dejar sola a Sinveria, y el desastre que era haber perdido ese pergamino, sin embargo... tenía cosas más importantes quehacer que lamentarse por ello. Aitana esperaba que, en cualquier momento, alguien abriera sus celdas... y que no se tratara precisamente de un Maestro dela Guerra. Había hechos demasiado evidentes como para que no los tuviera en cuenta.

Finalmente, desde que dejara los Reinos Lobo, la cazadora de demonios sabía quién era su enemigo: La Hermandad de la Sombra. Curioso, cuanto menos, quefuera Hope el que conociera el nombre antes que ella. Cuando Aitana se encontró con Dark Art en el desierto creyó que, realmente, el enfrentamiento sehabía debido a que ambos andaban tras el mismo objetivo: capturar a Manresht. Pero, aunque todavía no era seguro, sospechaba que el nigromante formabaparte de la misma hermandad. Hermandad que, considerando que Asunrix había intentado matarla directamente, la quería ver muerta.

Otra vez... otra vez alguien quería ver muerta a Aitana. ¿Por qué, en esta ocasión? No podía ser por el pasado de su padre, habían dejado eso atrás hacíamuchos años. No quedaba nadie que lo recordara.

Ella misma se había asegurado de ello.

Pero entonces... ¿desde cuándo? ¿Cuánto hacía que la vigilaban? ¿Cómo supieron que ella iba tras Manresht? Es cierto que, durante años, Aitana ha sido laúnica miembro de los “Arqueólogos” medianamente conocida: su teoría sobre la guerra entre Unicornia y Cebrania le había valido cierta infamia hasta que,finalmente, se demostró como cierta hacía apenas un par de meses. Aún así, su función como cazadora de lo oculto jamás había trascendido hasta que decidiódesatar a Manresht en Manehattan.

Además, cuando viajaba, solía hacerlo sin llamar la atención: cogía barcos que estaban a punto de zarpar, daba rodeos si era necesario, se comunicaba pormedios seguros y pasaba inadvertida...

Detuvo su corriente de pensamientos ante este último, y no pudo evitar reírse de sí misma al pensar cómo la había liado al provocar a una unidad demercenarios nada más pisar Taichnitlán; hecho que acabó con ella siendo perseguida por todos los Reinos Lobo bajo el sobrenombre de “Bruja Poni”.“Inadvertida... mis cojones”.

Quizá la Hermandad de la Sombra había sabido leer, como ella y su padre, el próximo retorno de Manresht. Y quizá, simplemente, la siguieron cuando encontróel paradero del mausoleo del hechicero lobo... pero algo en la actitud del nigromante no cuadraba cuando se enfrentó a él. ¿Qué era? Hizo un esfuerzo porrecordar la conversación que mantuvieron.

Aitana Pones... debí haber insistido en que te mataran en el desierto.

¿Quién eres, nigromante?

Soy un servidor del verdadero señor del mundo. Pero eso no importa, pues pronto morirás, Arqueóloga.

Aitana alzó la cabeza ligeramente, rememorando esas palabras.

Pero eso no importa, pues pronto morirás, Arqueóloga.”

Arqueóloga...

—Espera un segundo... ¿nos conocen? —murmuró para sí misma.

El llamarla así, la actitud, la fuerza con la que la atacó... todo encajaba. Dark Art sabía que “arqueóloga” solo era una fachada; y si en aquel entonces,antes de revelarse como cazadora de demonios en Manehattan, ya la habían identificado como tal... ¿a cuántos otros “Arqueólogos” habían localizado?¿Cuántos de sus compañeros estaban en peligro? ¿Sabía la hermandad que su padre, el profesor Pones, servía como punto logístico para todos ellos?

Si su suposición era correcta... estaban todos en peligro. Tenía que informar cuanto antes... cuando saliera de prisión, por supuesto.

Aitana dejó de elucubrar sobre todo esto cuando escuchó el resonar de unos cascos desde la entrada a la zona de los calabozos. Dos soldados ciervo entraronen la estancia, portando sus habituales armaduras. Los dos guardias que guardaban los calabozos saludaron con una respetuosa reverencia y les entregaron laraíz que hacía las veces de llave mágica para abrir las celdas, tras lo cual fueron relevados. Los ciervos que recién iniciaban su turno se quedaron en elcentro de la sala, mirando los objetos de Aitana y murmurando entre ellos en voz baja.

—Hola, soldados druidas —saludó Hope Spell desde su celda—. ¿Saben algo sobre la investigación, o cuándo saldremos de aquí?

A pesar de que el unicornio insistió, los ciervos no se dignaron en responder; en vez de ello pasaron frente a las dos celdas ocupadas, estudiando a susprisioneros e ignorando las repetidas preguntas de Hope. Aitana observó al que se detuvo frente a ella: portaba una lanza corta y una armadura de maderareforzada, como todos los guerreros del ejército de Lutnia. Las marcas sobre esta última lo identificaban como el equivalente a un cabo de la guardiasolar. Sin intentar hablar con él, Aitana cogió un manojo de hierbas y se lo metió en la boca.

—Pues vaya —exclamó Hope— ya podrían habernos mandado a alguien que hablara Equestriano, porque con la cháchara que me das, Aitana...

—Quizá solo son un par de imbéciles que te están ignorando, Hope —respondió la yegua.

—¡Silencio, ponis!

Bingo”.

La arqueóloga cogió un buen manojo de la hierba medicinal y se la comió antes de empezar a aflojar el nudo de la venda que le cubría la pata delantera.Hope, indignado, habló bastante airado.

—Disculpe, soldado druida, pero no hemos hecho nada para que nos traten así.

Una vez más, sus palabras fueron automáticamente ignoradas, mientras ambos ciervos seguían hablando en su propia lengua. Estos se situaron junto a la mesadonde reposaban los objetos personales de Aitana y Hope, mirando alternativamente a estos y a la primera. Ella actuó como si no le importara lo quehicieran, aunque permanecía atenta a sus movimientos. La conversación entre los guardias se intensificó, dando la impresión de estar discutiendo. Unaactitud muy poco profesional para el, normalmente, disciplinado ejército de Cérvidas.

—Señores ciervo, al menos podrían usar una lengua que comprendamos.

—No te preocupes, Hope —dijo Aitana, alzando la voz lo justo para que se la oyera bien, pero sin parecer alterada—. Solo están decidiendo si deberíanmatarnos ahora o no.

Hubo un incrédulo silencio mientras ambos ciervos miraban a la vez a la arqueóloga.

—¿Qué, en nombre de Undeb â Nartur, estás diciendo, poni?

No eres digno de mencionar su nombre, traidor —respondió Aitana acusadoramente, hablando en un perfecto ciervo—. ¿Cómo te atreves a invocar a la madre naturaleza cuando has traído la muerte a su puerta?

Ambos ciervos se miraron, durante un instante, comprendiendo que se habían delatado ante una poni que, por increíble que pareciera, hablaba el ciervo confluidez.

Nosotros no hemos invocado a los no muertos, maestra arqueóloga.

—Pero les permitisteis el paso, bastardos hijos del infierno —exclamó la yegua, esta vez en Equestriano para que Hope la entendiera—. Traicionasteis avuestra gente, al mundo y a vuestra propia naturaleza. ¿Qué os ha prometido la hermandad?

—No tienes pruebas de ello, poni, ¡no puedes demostrarlo! —la educación inculcada por los ciervos traicionó al soldado, que respondió en el mismo idiomaque la arqueóloga.

—¿Cómo, si no, iba una nave llena de esqueletos y necrófagos atracar en el puerto sin que nadie lo notara? ¡Un druida de la guardia tuvo que registrar lanave y reportar que no había nada extraño! ¡Todas las muertes ocurridas esta noche son obra vuestra, traidores!

Hubo un gran golpe de cascos contra madera cuando Hope se lanzó contra las raíces que cerraban su celda.

—¡¡Cómo pudisteis!! —gritó—. ¡Cómo pudisteis permitir esto! ¡Sinveria murió, vuestra más grande investigadora, por vuestra culpa! ¿Por qué? ¡¿Qué osprometió Sharp Mind?!

—¡Silencio! —ordenó uno de los ciervos— ¡Silencio, prisioneros!

—¿Poder? ¿Dinero? —siguió Aitana, continuando la pregunta lanzada por Hope Spell—. ¿Qué os pudo prometer que os llevara a traicionar vuestro juramento comodruidas, como ciervos? Por favor, sorprendedme, ¿qué estupidez habéis creído?

—¡He dicho que os calléis, vosotros no lo entenderíais, poni!

—¿Dominar un trozo del mundo? ¿O resucitar a un muerto? ¡¿Qué os prometió, ciervo?! ¡¡Bastardos!! ¡¡Traidores!!

—¡¡BASTA!!

Tras el grito, uno de los ciervos, un joven de pelaje cobrizo, se acercó rápidamente a la celda de Aitana.

—Tú no sabes nada. ¡No tienes ni idea de lo que nos mostraron! El mundo está condenado, ¡lo hemos visto, nos han mostrado los poderes que están a punto dellegar!

—¡Podríais haberlo dicho, haber movido al Círculo de los druidas para actuar! ¡En vez de eso traicionasteis a vuestra gente uniéndoos a los magos negros!

—¡Para proteger a Cérvidas! ¡Unas pocas muertes no importan ante la seguridad de toda la nación!

El ciervo clavó sus ojos lleno de furia en Aitana, y esta rió amargamente, respondiendo con toda la bilis que su propio enfado le proporcionó.

—¿Qué esperas, ciervo? ¿Comprensión, perdón, un abrazo? ¿Algo que os haga sentir mejor después de haber creído las mentiras de los magos negros?

—¡Los demonios siempre cumplen sus pactos, poni! ¡Haré lo que haga falta por proteger a Cérvidas!

—¡Oh, así que hablásteis directamente con un demonio! Vaya, estoy segura de que este cumplirá su palabra —respondió con nada disimulado sarcasmo—. Y ahoraque ya sabemos quiénes son los traidores, decidme, mis pequeños gilipollas, ¿por qué no llamáis a Gaia para matarnos e inventar la historia que queráis?

El ciervo que estaba junto a la celda de la yegua no se movió, mirándola fijamente. Aitana volvió a reír.

—No podéis porque Gaia sabe que sois sus enemigos. Habéis perdido su favor, y lo habéis perdido para siempre. Habéis sacrificado vuestra unión con lanaturaleza a cambio de falsas promesas. Bravo.

Y, para rematar la puñalada, golpeó con una pezuña el suelo, muy despacio, parodiando un lento aplauso. El ciervo asió firmemente la lanza con una pezuñay, con la boca, lanzó la llave mágica de las celdas al aire para engancharla en su cornamenta.

—Sacrificaremos lo que haga falta, Aitana Pones, para proteger a los nuestros. Pero te equivocas cuando crees que hemos perdido todo: pronto recuperaremosun poder aún mayor que el de Gaia y, cuando tú estés muerta, seremos reconocidos como miembros importantes de la Hermandad de la Sombra.

—Ya veo... así que para proteger Cérvidas —murmuró Hope Spell, a caballo entre la incredulidad y la ira—. ¡Y de paso vender vuestras almas para conseguirpoder, ¿os habéis vuelto locos?!

—La verdad no es locura, maestro de la magia —respondió el otro ciervo, con voz sombría—. Ahora no tenemos a la madre naturaleza de nuestro lado, pero...un unicornio que no sabe combatir ni puede conjurar y una yegua herida... estoy bastante seguro de que no necesitamos a Gaia para cobrarnos vuestrascabezas.

El ciervo se volvió a acercar a la celda de Aitana; la llave brilló brevemente y las raíces que servían de barrotes se retiraron. Después sacudió lacabeza, lanzando el pequeño colgante a su compañero quien la atrapó de la misma forma. La yegua retrocedió en el cubículo, mientras el druida repudiado porGaia se acercaba, lanza en ristre, sonriendo cruelmente.

—Ya no pareces tan valiente, Aitana Pones, pero no te preocupes, no te haré sufrir.

Se escuchó a Hope gritar, pidiendo ayuda, pero Aitana no le prestó atención: primero salvarse a si misma, después al joven semental. El ciervo frente aella se lanzó contra la herida yegua, con la confianza de que esta no podría siquiera defenderse. Pero, en ese mismo instante, un pequeño objeto de maderagolpeó el suelo: una tablilla.

El ciervo cobrizo observó el vendaje de la pata delantera de la arqueóloga deshacerse, como si quisiera emular un remolino blanco. El hecho lo pillótotalmente por sorpresa, desconcertándolo durante un instante, el suficiente para que Aitana actuara. Solo llegó a apreciar a la poni echarse a un lado ygolpear la lanza con la pata que hacía un momento estaba entablillada; trató de luchar pero en apenas un instante encontró que su arma estaba inmovilizadacon una hábil presa de la arqueóloga. Esta clavó su mirada en el ciervo, con la ira reflejándose en sus ojos, antes de arrancarle el arma de las pezuñas.

Desde fuera, Hope y el otro ciervo escucharon los ruidos de la lucha; pocos instantes después, el ex druida salió retrocediendo de la celda de Aitana,antes de que el mango de la lanza que esta le había arrebatado lo golpeara con toda su fuerza en las patas delanteras, haciéndole caer. Adelantándose acualquier intento de levantarse, la cazadora de demonios avanzó, cojeando, y le puso la punta de la lanza en la yugular. Todos se quedaron en silencio,observando la escena con incredulidad.

—¿Cómo es...? ¡Está herida, ¿cómo ha podido vencerte?!

La yegua posó la punta de la lanza en la garganta del ciervo color cobre y levantó la vista; herida como estaba no pudo alzarse completamente sin perder elequilibrio, haciendo que su melena cayera parcialmente sobre sus ojos. El ciervo libre sintió su alma helarse ante la mirada sin escrúpulos que le dedicóla cazadora de demonios.

—Yo sola pude mantener a raya a un Maestro de la Guerra veterano, y vosotros, pimpollos sin magia, ¿de verdad creísteis que podíais vencerme en combatecerrado? Deberíais haberme ensartado a distancia sin abrir las celdas, inútiles.

Hubo un instante de tenso silencio, mientras el ciervo libre calculaba qué hacer. Hope, aunque su celda estaba abierta, se encontraba al fondo de la misma,evitando al guerrero armado frente a él. Aitana, para sostener la lanza, tenía que estar en equilibrio sobre sus dos patas sanas; lo que es más, losefectos de la planta medicinal estaban desvaneciéndose, y cada vez más notaba el dolor palpitante del esguince en la pata delantera y un laceranteentumecimiento en la trasera. No le quedaban más ases en la manga, ni podía enzarzarse en otro combate sin el factor de la sorpresa; solo se le ocurrió unasalida: Con toda la frialdad que pudo, se agachó sobre el ciervo que mantenía bajo la punta de su lanza y le susurró al oído:

—Grita.


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En los niveles superiores del árbol de la guardia, Asunrix caminaba en círculos nerviosamente. Su costillar estaba cubierto por un grueso vendaje, y teníaalguna heridas menores en otras partes del cuerpo. Solnes lo observaba en silencio hasta que el gran ciervo marrón se giró súbitamente hacia él.

—¡¿Cómo pudieron entrar en mi casa?! ¿Cómo? Un unicornio necesita conocer el lugar al que teletransportarse, ¡tuvo que entrar antes que yo!

—Tuviste a un unicornio alojado en tu hogar, Asunrix —respondió el, en comparación, pequeño ciervo pelirrojo—. Pudo haber sido él.

—¡Te repito que el Maestro de la Magia Hope Spell no fue quien me atacó! Fue un anciano, un unicornio rojo.

—¿Y si Hope le mostró cómo teletransportarse a tu casa?

Asunrix miró al suelo, intentando desentrañar la veracidad de esa teoría. ¿Había dado alojamiento al responsable del ataque, de la muerte de Sinveria? Siera así, si Hope había traicionado su confianza... El gran ciervo marrón se asustó ante las ideas que le vinieron a la mente;“no puedo dejarme llevar por la ira”.

—No quiero creerlo, no vi ninguna maldad en Hope Spell en todos estos días...

—Los testigos aseguran que vieron a un poni pelirrojo, como describes, hablando contigo durante el ataque, mientras estabas poseído; también que fueron dospegasos los que causaron los incendios en los barcos, evitando que pudiéramos perseguir a la única nave que escapó, de bandera Equestriana; y además tútuviste un unicornio alojado en tu hogar. Son demasiados ponis en torno a este ataque, amigo mío.

Lanzando una maldición en su propio idioma, Asunrix golpeó con todas sus fuerzas la pared más cercana, sintiendo a continuación el espíritu del árbol queles daba cobijo quejarse débilmente. No podía creerlo, ¿pero quién más podía haber sido? ¿Quién más podía haber mostrado al mago negro cómo llegar hasta élen el único momento del día que estaba a solas?

Sus recuerdos seguían atormentándolo, a pesar de sus esfuerzos por evitarlo...

Por toda la bondad de Gaia... Asunrix, tenemos que informar a Aitana Pones inmediatamente. Si esto es cierto, la verdadera historia de Weischtmann nodebe descubrirse...

Pero Asunrix, apenas escuchó esas palabras, sintió su voluntad flaquear; una voz en su cabeza le repetía “recupera el pergamino traducido, mata a latraductora, y tráemelo”. Y el gran ciervo se giró para mirar a su amada, pero no la vio: solo vio un objetivo.

Asunrix, ¿qué ocurre?

Este dudó cuando la magia negra se manifestó en su mente; cerró los ojos solo un instante, durante el cual sintió al árbol gritar una alarma. Sinveriaintentó huir, pero él se puso frente a ella, armado con una lanza, cuando dos zorros le atacaron. Solo tardó unos segundos en librarse de los cánidospara llamar a Gaia con un golpe de su pezuña, calculando el disparo que acabaría con la investigadora.

—¡MALDITA SEA! —gritó, tratando de alejarse de ese recuerdo—. ¡Maldita sea Gaia por no advertirme, maldita sea!

—La madre naturaleza sabe que es tu dolor, y no tú, quien habla.

—¡Iba a dejarlo, Solnes! ¡Iba a volver a ser un artesano, quería casarme con ella! ¡¿Cómo pude matarla?! ¡¿Por qué no pude resistir la magia, por qué?!

El aludido se levantó, se puso frente a su amigo y bajó ligeramente la cabeza, haciendo con el movimiento que sus cornamentas se rozaran. Un gesto decamaradería entre los ciervos.

—No fue culpa tuya, Asunrix. El mago negro que te hechizó era muy poderoso, necesité canalizar la ayuda de Gaia a través de todos mis hombres paraliberarte, y aún así tardé un buen rato. Fuiste tú el elegido, pero de haber sido yo nada habría cambiado: ahora sería yo quien lloraría la muerte de unser querido, y tú quien me consolaría. No fue culpa tuya.

Asunrix, tras unos segundos, asintió entre temblores por la ira y el dolor. Finalmente, este acertó a preguntar:

—¿Qué es lo que sabes, Solnes?

—Poco —respondió este—. El mago negro se hacía llamar Sharp Mind, de acuerdo al Maestro de la Magia Hope Spell, y forma parte de la “Hermandad de laSombra”. En la ciudad se vio también a un hechicero infernal, un grifo, encontrado muerto en el bosque de la sabiduría. Hope Spell explicó que te persiguiódespués de mataras a...

Solnes corrigió rápidamente sus palabras.

—Después de la muerte de Sinveria, Hope Spell te persiguió, pero el diabolista grifo lo detuvo por la fuerza. Aitana Pones llegó poco después, mató alhechicero infernal y ambos ponis salieron en tu busca. Sabían que ibas a entregar el pergamino al mago negro, e intentaron impedirlo. Asunrix, ¿tienesalguna idea de lo que decía ese pergamino, o de dónde salió?

Asunrix negó con la cabeza.

—Sé poco, Solnes. Hope Spell vino enviado por el profesor Pones para investigar el pergamino; Sinveria me pidió que lo recibiera. Por lo visto encontraronel pergamino en el Imperio de Cristal, y estaba relacionado con una leyenda Germarena. Sinveria... sabía algo más. Reforzó sus hechizos de protección sindescanso, y antes de...

Asunrix tragó saliva; Solnes respetó ese momentáneo silencio.

—Cuando tradujo el pergamino me dijo que había que informar a Aitana Pones, que la verdadera historia del Weischtmann no debía descubrirse.

—¿El Weischtmann? —preguntó el ciervo pelirrojo—. No sé nada al respecto, le pediré a los escribas que lo investiguen.

—¿Qué hay del nigromante? —cuestinó Asunrix—. Tuvo que haber uno.

—En mi opinión, hubo más de uno. Trajeron un barco carguero grifo lleno de esqueletos y necrófagos, desde el cual lanzaron los ataques. Los movimientos delos no muertos seguían un patrón lógico, pero quien los dirigía no estaba cerca.

—Explícate, Solnes, por favor.

Este asintió y sacó un mapa de la ciudad en el que marcó las maniobras de los no muertos, dónde se enfrentaron a ellos y otros detalles tácticos. Asunrixle dio la razón a su amigo: el objetivo de los nigromantes era bloquear todos los accesos al puerto durante todo el tiempo posible, a base de lanzaroleadas de esqueletos contra las calles principales y enviando grupos de necrófagos a las secundarias. Una vez el ejército de Lutnia entró en el puerto,este fue atacado desde todos los ángulos por cientos de necrófagos, lo que obligó a los druidas a iniciar una escaramuza que, si bien supuso poco riesgopara los mismos, sí que ralentizó su avance.

—Eso sí, hay algo que no entiendo —objetó Solnes—. Varios grupos bastante numerosos de no muertos atacaron el muelle en el que estabas tú; al principiopensé que quizá un druida estaba combatiendo contra los mismos, pero luego vi claramente que era tú luchando contra Aitana Pones y Hope Spell, mientrasvarios marineros grifos y lobos protegían el muelle. ¿Por qué?

—Porque... me ordenaron matar a Aitana Pones.

—Entonces, ¿la arqueóloga era el objetivo?

—No, en absoluto —respondió Asunrix—. El objetivo era el pergamino y... Sinveria. El unicornio rojo, Sharp Mind, me volvió a hechizar una vez se loentregué para hacerme matar a la Maestra Arqueóloga.

Se miraron fijamente al darse cuenta los dos al mismo tiempo de un importante detalle.

—Si Hope Spell estaba con la Hermandad... ¿por qué luchó contra ti? ¿Un choque entre la lealtad y sus sentimientos?

Asunrix hizo ruido con la nariz al contener una pequeña risa.

—Te complicas demasiado, amigo mío. La teoría más sencilla suele ser la correcta; yo creo que Hope Spell no está con la Hermandad de la Sombra.

—¿Y qué hay de Aitana Pones? ¿Del espíritu maligno que porta consigo? Esa yegua liberó un hechicero infernal en una de las ciudades más pobladas deEquestria, ¿y ahora trae a un ser peligroso aquí? ¿Cómo sabemos que ella no está relacionada con todo esto? ¿O que no usa a ese ser para obtener poder?

—Yo... no estaba presente, Solnes. ¿Qué te contaron los druidas del círculo?

El ciervo rojo caminó hasta la mesa, junto a la cual se sentó mientras hablaba.

—Dicen que Aitana Pones no mintió: les entregó la brújula para destruir al espíritu que la mora, pero este era demasiado poderoso; invocó decenas deespectros que rodearon el círculo, y la amenaza fue que si lo destruían estos quedarían libres. Habría sido una masacre.

—¿Qué hizo ella?

—Según los testigos, habló con el espíritu. Este se comunicaba mentalmente con ella, pero la poni estaba muy alterada, gritando. El sumo Maestro dijo quedebía estar afectando a su mente, ya que gritó algo así como “no me importa lo que me muestres, no dudaré de él”.

—¿Y tú qué viste?

—Cuando llegué ella misma gritó que cancelaran el ritual.

Asunrix caminó inquieto por la habitación, golpeando fuerte e inconscientemente el suelo con las pezuñas.

—Quiero encontrar al culpable, ¡quiero hacerle pagar, Solnes! Pero cuanto más hablamos menos creo que los dos ponis que retenemos estén relacionados. ¡Peroes que es peor, por todo el amor de Gaia! ¿No das cuenta? Ha tenido que ser un ciervo, Solnes, un guerrero druida o un Maestro de la Guerra.

—¿Qué estás diciendo, Asunrix?

—Todos los barcos son inspeccionados al atracar, ¡es normativa del puerto! Quien sea que inspeccionó ese carguero, no informó de los no muertos en suinterior.

—Había magos negros, pudieron dominar a los guardias.

—¿Lo suficiente para que estos escribieran un informe coherente sobre el contenido del barco? ¡Míralo, me lo has enseñado antes! “Artesanía poni y grifo”,y un reporte detallado de dónde dijo el capitán que la adquirió.

—Asunrix, esa acusación es muy grave...

—Todo esto a plena luz del día —continuó el aludido sin detenerse—, con comerciantes, marinos y guardias patrullando el puerto. ¡Tenían que saberlo deantes para pasar desapercibidos!

—Asunrix, escucha...

—¡Si tenemos un traidor entre nosotros tenemos que atraparlo! ¡Hacerle pagar por lo que...!

—¡Maestro de la Guerra Asunrix, ya basta!

El gran ciervo detuvo sus elucubraciones al escuchar la orden de un igual. Solnes se levantó y apoyó las pezuñas en la mesa, golpeándola a medida quehablaba.

—Estás herido emocionalmente, y has perdido a la hembra que amabas. Estas dolido y lo entiendo, ¡pero no voy a permitir que tu sufrimiento siembre la semilla de la discordia entre nuestros soldados! ¡No voy a empezar una caza de brujas, Asunrix! ¿Entendido?

—Solnes, no puedes negar que...

—¡Negaré todo aquello que no se demuestre antes!

—¡Estás negándote a ver que lo que digo tiene sentido!

—Se acabó. ¡Guardias!

Ante la sorprendida mirada de Asunrix, la puerta de la sala se abrió y tres soldados ciervo entraron en la misma. Solnes, sin dejar de mirar al gran ciervomarrón, empezó a repartir órdenes.

—En nombre del Círculo de los Druidas, y en virtud del cargo que me ha sido otorgado, considero que el Maestro de la Guerra Asunrix no está en condición dedirigir los ejércitos de Lutnia.

—¡Pero qué estás diciendo!

—Y por lo tanto —continuó Solnes—, será escoltado a su hogar y relevado de sus funciones, las cuales le serán devueltas una vez vuelva a hallarse en pazconsigo mismo y con Gaia...

—¡No puedes hacerme esto, Solnes! ¡Eres mi amigo, hemos luchado juntos durante una década!

—... Y sea capaz de separar sus deseos personales de las necesidades de Cérvidas.

Asunrix observó, pasmado, cómo su viejo amigo se volvía a sentar para empezar a redactar la órden oficial que haría llegar al Círculo, y sabía que ledarían la razón. Uno de los tres guerreros se acercó y, cortésmente, le pidió que le acompañara.

—Solnes, ¿por qué?

—Porque tú harías lo mismo si estuvieras en mi situación, y lo sabes.

El guerrero ciervo insistió en su petición, con más autoridad que antes. Asunrix bullía de furia, ¿cómo podían alejarle de la investigación? Si creía queapartándole de su cargo lo lograría, pronto demostraría que también podía investigar en privado, si era necesario. En silencio caminó hacia la salidaescoltado por los guerreros cuando la paz del interior del árbol de la guardia fue rota con una alarma transmitida por Gaia. En pocos segundos, un guardiade los niveles inferiores puso palabras a la misma.

—¡Los calabozos! ¡Los prisioneros están libres!

Asunrix echó a galopar escaleras abajo, ignorando las órdenes de sus escoltas de que se detuviera. Bajó todos los niveles hasta llegar al descenso quellevaba a la estancia bajo las raíces del árbol donde se erigían las celdas. Ya había varios guerreros ciervo bloqueando la entrada, empuñando sus armashacia los calabozos; pudo escucharlos gritar “suelta el arma”. Asunrix avanzó y los guerreros ciervo, que aún no sabían de lo ocurrido en los nivelessuperiores, se apartaron para dejarle pasar. Frente a él la escena era, cuanto menos, insólita:

Aitana Pones, en equilibrio sobre dos patas, ya que una de las traseras estaba inutilizada, mantenía a un guerrero druida amenazado bajo la punta de unalanza que, evidentemente, había arrebatado al mismo. Al otro lado de los calabozos, el otro guardia que estaba vigilando a los prisioneros miraba a esta ya sus compañeros alternativamente. Y lo que más le sorprendió es que ambas celdas estaban abiertas de par en par, aunque Hope Spell no había salido de lasuya.

En ese momento llegó Solnes quien, tras estudiar la escena, fue el primero en hablar.

—Poni, ¡¿qué estás haciendo?! ¡Libéralo!

—¿Liberar a uno de los traidores que permitió el ataque? —respondió Aitana sombríamente—. ¿Qué pasa, no quieres conocer a los responsables de la muerte deSinveria?

—¿De qué estás hablando?

—¡Es mentira! —gritó el ciervo cobrizo desde el suelo—. ¡Esta yegua miente!

—¡Preguntadle a Gaia! ¡Decidme si podéis sentir a Gaia a través de estos cabrones, venga! Os han traicionado, permitieron entrar a los no muertos en elpuerto; han hecho un trato con la Hermandad de la Sombra y Gaia les ha repudiado.

Solnes se quedó sin saber bien cómo reaccionar, ¿era cierto lo que decían? Pero, antes de que diera ninguna órden, Asunrix avanzó hacia Aitana Pones y elciervo que mantenía como rehén. Ante los sorprendidos druidas, golpeó el suelo para formar una lanza de madera de la nada, cuyo filo puso en la garganta dela arqueóloga con una frialdad terrorífica.

—No estás en condiciones de luchar, poni, y si quieres vivir no dañarás a este ciervo. Suelta el arma.

La yegua no tardó en obedecer. Había jugado todas sus cartas, ahora solo podía rezar porque saliera bien. Apartó su arma antes de echarla a un lado, ydespués retrocedió; el ciervo cobrizo se levantó, mirándola con ira.

—Gracias, Maestro de la Guerra. Estos ponis nos engañaron para que abriéramos las puertas, y después...

—Silencio —ordenó Asunrix—. Soltad vuestras armas y colocaos en el centro de la sala.

—No... no irán a creer a estos ponis, ¿verdad?

—Como la Maestra Arqueóloga ha dicho, preguntaremos a Gaia.

Los dos traidores supieron que no tenían escapatoria: la única salida estaba bloqueada por sus, antaño, compañeros. Sin otra opción, soltaron las armas yse juntaron en el centro de la sala. Algunos de los guerreros druidas se separaron para vigilar a Hope Spell y Aitana.

Los dos Maestros de la Guerra presentes se pusieron frente a los ciervos sospechosos. Tras unos instantes, los cuernos de los primeros empezaron a brillaruna cálida luz verdosa, pero nada ocurrió hasta pasado casi medio minuto: El aire se enrareció ligeramente para los ponis; para los ciervos fue un clarogrito de Gaia: “Enemigos”. La reacción de todos los presentes no se dejó esperar: varios ciervos avanzaron y levantaron sus armas contra susantiguos camaradas, los cuales se rindieron sin ofrecer resistencia.

¿Por qué? ¿Por qué habéis traicionado a Gaia? —preguntó el Maestro de la Guerra pelirrojo en su idioma natal.

Usted no lo entendería, Solnes. No somos unos traidores, protegíamos Cérvidas.

¿Con qué fuerzas habéis pactado?

Pero la pregunta quedó sin respuesta: Un violento crujido recorrió la sala; la madera bajo uno de los ex-druidas se levantó violentamente, proyectándolocontra una pared. El impacto fue brutal pero, antes de que el afectado llegara a caer, varias ramas y raíces surgieron piedra en la que había impactado,inmovilizándolo contra el muro.

¡Asunrix, no!

¡¿QUIÉN OS DIO LA ORDEN?! —preguntó el gran ciervo marrón, que ya había avanzado y posado el filo de su arma sobre el cuello del ex-druidacobrizo—. ¡QUIERO NOMBRES!

¡No... no puedo! ¡No sabe a qué fuerzas se enfrenta, Asunrix!

¿Y tú?

Como coletilla a esa pregunta, Asunrix golpeó el suelo con una pezuña trasera mientras su cornamenta brillaba con furia; a su espalda se escuchó un golpe yun quejido ahogado, seguido de las exclamaciones de los druidas presentes y el grito de Hope Spell. Incluso pudo escuchar a Aitana Pones ahogar unamaldición; los ojos del inmovilizado ciervo cobrizo brillaron por el shock de haber visto a su compañero morir en un instante.

Dime lo que quiero saber, traidor, o tu muerte será mucho más lenta.

Una nueva rama, larga y fina, surgió de la tierra tras el aludido y se cerró firmemente en torno a su cuello, apretando poco a poco.

¡Sharp Mind! —gritó, aterrorizado—.¡Fue Sharp Mind quien contactó con nosotros cuando patrullábamos las calas del norte, hace dos meses! ¡Nos lo mostró!

¡¿QUÉ OS MOSTRÓ?!

¡Al Señor de las Sombras! ¡Hablamos con él a través de una potra, y nos mostró lo que está por venir! ¡Este mundo está condenado, hicimos un trato parasalvar Cérvidas!

¡¿Qué trato?! —gritó Asunrix—. ¡HABLA!

¡Recuperar un pergamino ciervo que traerían unos ponis para traducir y asesinar a Aitana Pones! ¡Ese fue el trato!

La poni marrón trató de sortear a los guardias que, mirando la escena, la habían perdido de vista. Pero en seguida la detuvieron por lo que gritó:

—¿Cuándo ocurrió eso exactamente? ¿Qué día?

—El quinto día... agh... de la tercera luna de Gaia.

¡¿De dónde venía el carguero con los no muertos?!

No lo.... —el ciervo no pudo seguir hablando, ya que la rama le estaba estrangulando. Asunrix la aflojó con su magia—.No sé de dónde zarpó. Nunca me lo dijeron.

—¿Cómo era el barco? —cuestionó Aitana—. Descríbelo.

—Era... un carguero medio, una caravela Equestriana. Tenía cañones ocultos en su bodega, y la tripulación iba bien armada. Tenía marcas de disparos y fuegoen la cubierta, por fuera estaban disimuladas.

—Y la potrilla, la que usaron para que hablaras con El Señor de las Sombras ese... ¿quién era?

—Era una esclava... me dijo su nombre, pero no era un nombre poni. “Anippa”, creo. Murió después, cuando el demonio abandonó su cuerpo.

—No... —corrigió Aitana—. Debía ser “Anippe”, un nombre de Egiptrot, significa “Hija del río de la vida”. ¿Dónde viste a esa niña?

—Por favor —suplicó el traidor, ya que las ramas que le aprisionaban aumentaban su presión cada vez más—, suélteme, no puedo huir.

Por respuesta, Asunrix apretó un poco más la lanza contra su cuello.

—Sigue hablando.

—¡En su nave! ¡La vi en su nave, nos subieron a ella! Ya entonces tenían un pequeño cargamento de esqueletos, pero eran muy pocos.

—¿Qué más viste? ¿En qué puertos atracó el barco? —el traidor dudó, lo que hizo que Asunrix le gritara—. ¡CONTESTA!

—Vi... ¡vi monedas sin cuño! ¡Es todo lo que vi, no sé nada más!

—Entonces pasaron por el puerto pirata de Tortuga —concluyó Solnes, que se había mantenido al margen—. No puedes cargar un ejército no muerto sin llamar laatención: lo debieron hacer en varios puertos, de contrabando. Quizá varias naves distintas se reunieron en Tortuga para acabar de juntar a los no muertosen un solo carguero. También debieron asaltar algunos barcos en el camino, para conseguir nuevos cadáveres. Asunrix, ya tienes tu información, libéralo porfavor.

Asunrix se mantuvo inmóvil, clavando su mirada en el traidor responsable de la muerte de Sinveria. Poco a poco retrocedió, separando la punta de la lanzadel ciervo cobrizo y, con una orden mental, las raíces que lo aprisionaban se retiraron, dejándolo caer torpemente al suelo. Varias heridas se habíanabierto en sus pezuñas, allá donde las finas ramas habían atravesado su piel. El ciervo respiró, aliviado de haber salvado, aunque fuera de momento, lavida.

Varios guerreros druida se adelantaron para detener al traidor, el cual no pensó siquiera en resistirse a ello. Pero, súbitamente, estos se detuvieron ymiraron al mismo tiempo a Asunrix, alejándose del mismo unos pasos a continuación. El gran ciervo marrón se giró poco a poco para clavar sus ojos en elherido ciervo cobrizo; unos ojos cargados con la ira y el dolor que solo el asesinato de un ser querido confieren. El guerrero repudiado por Gaia selevantó y retrocedió, topándose en seguida con la pared a su espalda; desesperado miró a todos los presentes.

—¡Me someteré a juicio, confesaré, pero no le dejéis hacerlo!

Solnes y varios de sus soldados conjuraron al mismo tiempo, tratando de guiar a Gaia para detener al enloquecido Maestro de la Guerra, pero, por algunarazón, su magia parecía estar ralentizada. Asunrix llamó a Gaia y, como si de un lago al que hubieran arrojado una piedra se tratara, el suelo se combó enondas que desequilibraron a todos los presentes.

El ciervo cobrizo sintió un ligero temblor bajo sus pezuñas; un temblor que, aún habiéndosele negado su comunión con Gaia, conocía demasiado bien: elrugido de la madre naturaleza a punto de cobrarse una presa. Frente a él, el cuerpo de Asunrix se cubrió con pequeñas luces rojizas: elementales del fuegoque acudían al grito de furia y destrucción de su hermano ciervo; pequeños espíritus plateados se unieron a la danza con los elementales del fuego y, amedida que lo hacían, arcos eléctricos recorrieron inofensivamente el cuerpo del Maestro de la Guerra. A medida que los espíritus se acumulaban en torno aldruida sus rasgos se fueron recortando, hasta que el traidor solo pudo apreciar sus ojos cargados de odio; gritó con todas sus fuerzas cuando la furia deGaia fue desatada poco a poco sobre él, regodeándose en su sufrimiento.

Un minuto después, Asunrix avanzó en silencio entre los guerreros ciervo a través de la neblina que había provocado. Nadie se atrevió a ponerse en sucamino; Hope Spell vomitaba en su celda al haber sido testigo de la ira del druida. Este último se situó durante un instante frente a su amigo Solnes y lehabló en voz baja, pero lo suficientemente audible para que todos le escucharan.

Abandono mi rango. Voy a cazarlos.

En medio del shock, Asunrix abandonó la estancia, dejando a su espalda, en paredes opuestas, dos sanguinolentos mosaicos que una vez fueron ciervos quetraicionaron su juramento, a su patria y a Gaia misma.
Os puedo decir que este capítulo me ha costado menos que otros, pero ha sido mucho más largo. En los siguientes va a haber menos acción, y esta va a dejar de enfocarse exclusivamente en Aitana. Es hora de que otros personajes canon entren en acción.

Se agradecen reviews, como siempre, y gracias a Pandora y a horwaith por hacer de beta readers :).
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por agustin47 » 02 Feb 2015, 19:30

Hype pls.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por horwaith » 02 Feb 2015, 19:41

ha merecido la pena leerlo 3 veces, realmente me ha encantado el capítulo y quiero más de esta misma calidad o alguna superior.

[quote="agustin47";p=249891]Hype pls.[/quote]

Sip xD
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por McDohl » 03 Feb 2015, 00:46

De nuevo consigues que le acabe pillando manía a los personajes "burocráticos" como Solnes :sisi1: Y no pensaba que Asurnix fuese a dar mas juego, me sorprende gratamente que sea así :D
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Volgrand » 03 Feb 2015, 01:01

[quote="McDohl";p=250075]De nuevo consigues que le acabe pillando manía a los personajes "burocráticos" como Solnes :sisi1: Y no pensaba que Asurnix fuese a dar mas juego, me sorprende gratamente que sea así :D[/quote]

Sinceramente, yo tampoco lo esperaba :D. No tenía pensado que Asunrix siguiera interveniendo en la historia, pero al escribirlo me salió así. Ya sabes, ese momento en que tus personajes te pegan una colleja y te dicen "¿Te crees que me voy a quedar quieto ahora?".

AHora mismo no tengo demasiado claro qué va a pasar con Asunrix, pero algo está claro: Si no sale de nuevo no me lo perdonará en la vida :D.

Gracias por los comentarios chicos!
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por agustin47 » 03 Feb 2015, 10:48

Caótico neutral incoming
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Volgrand » 03 Feb 2015, 18:02

[quote="agustin47";p=250145]Caótico neutral incoming[/quote]

Personalmente, la clasificación de alineamientos de D&D se queda corta para definir los actos de una persona. ¿Cómo defines, por ejemplo, a un asesino capaz de hacer lo que sea y matar a quien sea para evitar una guerra que causaría miles de muertes? Objetivo no bueno, Elevado, pero de métodos malvados. ¿Cómo defines eso con solo seis alineamientos?

En mi opinión, Asunrix era un Legal neutral, un patriota a saco. Una vez decide abandonar su juramento, se pasa a un neutral neutral. Pero ya te digo que me parece algo demasiado simplón.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por agustin47 » 03 Feb 2015, 21:31

Ya, bueno, es obvio, solo era un chiste :qmeparto:
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Sr_Atomo » 03 Feb 2015, 22:32

Encantarme es decir poco... me ha maravillado enormemente este capítulo, Volgrand.

Esperando con ansias la siguiente parte :)
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Volgrand » 19 Mar 2015, 19:39

ADVERTENCIA: La primera parte de este capítulo podría herir mentes sensibles.

CAPÍTULO 9: "Lecciones del pasado"
Spoiler:
El rítmico goteo sobre un charco de agua oculto en la oscuridad de las catacumbas fue eclipsado por el desgarrador grito de clemencia de un lobo, al cual le siguió el tintineo metálico de unas cadenas cuando la hembra asida a estas intentó liberarse con todas sus fuerzas.

La joven loba, cuyo cuerpo mostraba múltiples heridas y hematomas causados por las torturas y abusos a los que había sido sometida, miró alrededor con el rostro truncado por el terror. Jadeaba agudos gemidos con cada respiración, dos surcos de lágrimas se habían formado en la suciedad de su cara; sus patas traseras eran libres pero, con el cuello amarrado a una cadena que colgaba de la pared, no le servían de nada. De hecho, tan corta era la atadura que no la permitía siquiera tumbarse en el suelo.

Un nuevo grito cruzó la estancia a través de la puerta que la cerraba. Mujâhid, así se llamaba el macho, amigo suyo de toda la vida, y era el último que sería asesinado antes de que vinieran a por ella. Así había sido con los otros cuatro. Trató de mover las garras delanteras, pero estas estaban firmemente encadenadas entre si, y el collar de metal en torno a su cuello no mostró cambio alguno que la permitiera aflojarlo; sus patas estaban doloridas y, en torno a los grilletes, grandes ampollas se abrían. Durante días se había desesperado por el dolor de las mismas pero, en esos momentos, el mismo se había acallado por su instinto de supervivencia.

Los gritos de Mujâhid se fueron apagando poco a poco, a lo largo de un lento minuto. Las súplicas se convirtieron en llantos de dolor, estos en quedos gruñidos y, finalmente, llegó el silencio. La loba supo lo que eso significaba, había ocurrido con todos sus compañeros antes. Volvió a luchar con todas sus fuerzas, haciendo que sus heridas se abrieran una vez más y formaran un camino de sangre sobre su pelaje marrón; escuchó voces y movimiento al otro lado de la puerta, un golpe sordo y amortiguado, como si hubieran arrojado un saco al pavimento. Alguien se acercó a la puerta y metió una llave en la cerradura.

—¡No! ¡No por favor, no lo hagáis!

De nada sirvieron sus súplicas: un unicornio y un poni de tierra se acercaron a la prisionera; la loba primero se alejó pero, cuando el poni terrestre desató el amarre de su cuello, se lanzó contra él, garras por delante, luchando por su vida. El unicornio respondió al segundo, rodeándola con un aura oscura e inmovilizándola en el aire. Su compañero se revolvió y coceó violentamente a la prisionera en el vientre; esta tosió sangre y, cuando la magia la liberó, cayó al suelo luchando por seguir respirando por encima del incapacitante dolor.

—Pórtate bien, mortal, y será más rápido.

La malherida joven sintió cómo la levantaban, ignorando sus débiles esfuerzos por impedirlo. Entró en una nueva estancia, que a duras penas recordaba de cuando la trajeron al calabozo, del cual no había salido en ningún momento desde su secuestro. Había símbolos tallados en el suelo y el techo, y algo que parecía un altar en el centro de un pentagrama. Había un olor que hizo que se activaran por igual sus instintos de cazadora y los de supervivencia; un olor que, aunque había sentido anteriormente, en esta ocasión venía acompañado por una sensación mágica de terror.

Olía a sangre.

Apreció que, en una esquina, había varios bultos apilados; cuando reconoció una mandíbula desencajada en uno de los mismos, gritó e intentó saltar de la espalda de poni que la llevaba. Sin embargo, una garra se cerró en torno a su cuello, levantándola en el aire como si fuera una muñeca. Frente a ella apareció un grifo de ojos rojos y plumas negras, el mismo que había dirigido las torturas de aquel culto de psicópatas. Sin esfuerzo alguno la llevó hasta el altar del centro de la estancia y la colocó sobre el mismo, sujetándola hasta que alguien afianzó las cadenas de sus grilletes en esquinas opuestas del mismo. Pudo sentir el pelaje de su espalda empaparse con la sangre todavía tibia de Mujâhid.

—¡No, por favor! ¡Por favor, haré lo que queráis!

Alrededor de diez figuras formaron un círculo a su alrededor: ponis, grifos y lobos por igual. Todas ellas iban cubiertas por túnicas marrones y empezaron a cantar una oración en un idioma desconocido para ella. Pero, a pesar de ello, cada sílaba, cada cántico, la horrorizaba, como si estos fueran un insulto contra la divinidad en si misma. La hembra se combó hacia adelante, tirando con sus cuatro extremidades con todas sus fuerzas, tratando en vano de romper las ataduras. Una vez más suplicó por su vida, a medida que los cánticos crecían en intensidad. Hubo un movimiento demasiado cerca de su cara y, por puro instinto, lanzó una dentellada hacia el mismo. Erró en su ataque, y la garra del grifo se cerró en torno a su garganta, obligándola a mirar a sus ojos antinaturalmente rojos.

—¿Quieres vivir, loba? —le preguntó el grifo en lobo.
—¡Sí, por favor, sí! ¡Haré lo que quieras, lo que quieras!
—¿Jurarías servir al Señor de las Sombras?
—¡Lo juro, juro lealtad! —gritó ella, con un deje de esperanza en su voz—. Haré lo que haga falta, por favor...

El grifo sonrió y retrocedió un par de pasos. La loba sintió su sangre helarse cuando lo vio sacar de entre los pliegues de su túnica una elaborada daga manchada de sangre.

—Entonces lo servirás con tu muerte.
—¡No, por favor!

La hembra no dejó de gritar en ningún momento, pidiendo clemencia y socorro, mientras el culto diabolista ejecutaba el ritual. La magia del Tártaro se hizo presente, distorsionando la realidad en torno a la elegida para el sacrificio. Como el calor distorsiona la luz, la sala y los cultistas se difuminaron ligeramente ante sus ojos; voces que no procedían de ninguno de los presentes sonaron débilmente en sus oídos, saboreando su próximo festín. Las runas del círculo se iluminaron con llamas al principio pero, tras unos segundos, como si de agua se tratara, un río de sombras las cubrieron, dejando la sala en la penumbra.

El líder cultista levantó la daga ante la aterrorizada loba, mientras las sombras tomaban la misma.

—¡Señor de las Sombras, acepta el alma de esta mortal, que su vida te proporcione el poder para regresar a este mundo!
—¡No lo hagas, por favor!

El grito de la loba siguió a la primera puñalada que le propinaron, la cual fue seguida de muchas otras; todas ellas pensadas para no causar heridas mortales, y dejar que el sacrificio se desangrara rápidamente. La sangre de la hembra cayó en torno al altar, recorriendo una serie de canales tallados en la piedra que la dirigieron, como un río rojizo, hasta las runas que formaban el círculo en sí. A medida que el líquido vital hacía contacto con las mismas, estas brillaron una luz blanquecina, que indicaba que el demonio al que servía el culto se estaba alimentando el alma del sacrificio.

El último aliento de vida fue exhalado por la loba. La magia todavía duró unos segundos más, antes de apagarse poco a poco. Los cultistas guardaron silencio, esperando las instrucciones de su líder.

—El señor de las Sombras nos recompensará por estos sacrificios, hermanos —exclamó el grifo ceremoniosamente—. Dos machos y cuatro hembras, torturados hasta que aceptaron cualquier cosa que les ordenáramos, voluntades quebradas que alimentarán el poder de nuestro señor. ¡El día de su retorno se acerca, y nosotros seremos sus generales, tanto en este mundo como en el Tártaro!
—¡Salve! —corearon los cultistas.
—Recogedlo todo, debemos irnos.

Todos los presentes cumplieron la orden, dirigiéndose a varias salas contiguas a recoger los enseres del culto. El gran grifo iba a hacer lo propio cuando sus agudos sentidos lo alertaron de un sonido metálico. Se giró hacia la entrada de las catacumbas, donde podía ver a los dos vigías poni en pie, inmóviles en sus posiciones.

—¡Eh, vosotros! ¿Habéis visto algo?

El líder cultista sintió que algo le rozaba una garra; en el suelo vio una pequeña bola de madera y metal que humeaba ligeramente. Cuando volvió a mirar a la entrada, los dos ponis cayeron al suelo y, tras ellos, otra figura se alzaba. Alas membranosas como las de los dragones, grandes orejas puntiagudas, melena marrón cruzada por una franja rosa, el mismo color que brillaba en sus fríos ojos de cazador.

—¡ALARMA! ¡NOS ATACAN!

Fue entonces cuando varias bombas de humo detonaron en toda la estancia. El grifo llegó a apreciar los brillantes ojos de la cazadora batpony antes de que esta los cerrara para guiarse únicamente por su agudo oído, como los murciélagos. Los cultistas empezaron a gritar órdenes a ciegas, buscando de la misma forma a la poni que los atacaba. No pasaron más que unos segundos antes de que se escuchara el inconfundible sonido del metal clavándose en carne, seguido de un quejido sanguinolento. El grifo negro se dirigió a la fuente del mismo, pero solo logró tropezar con el cadáver de uno de los diabolistas.

Hubo entonces un nuevo grito de dolor... en la esquina opuesta de la sala. Sabiendo que no tenía posibilidades si seguía jugando en el terreno de la cazadora, voló rápidamente hasta un pequeño círculo de runas tallado en un extremo del pentagrama principal.

—¡Invocadlo, invocadlo ahora!

Otros dos cultistas se unieron a su líder para hacer una rápida invocación, a medida que sus compañeros morían a su alrededor. Un pentagrama de fuego se formó entre los tres invocadores, superponiéndose al círculo ritual, y la magia demoníaca manó a través del mismo, saturando las mentes de los presentes con el poder antinatural del Tártaro. El fuego creció en tamaño e intensidad y se condensó en una bola que empezó a adquirir una forma vagamente cuadrúpeda. El grifo, jadeando por el esfuerzo, retrocedió y gritó:

—¡Vamos, tenemos que reagruparnos!

Hubo una apresurada huida a través de las catacumbas, sin preocuparse en tratar de ayudar a sus hermanos caídos. Cuando el último cultista que no pudo huir abandonó el mundo de los vivos, un tremendo rugido se escuchó. Las llamas surgieron de la boca del demonio recién invocado, cubriendo la mayor parte de la sala del ritual, tratando de alcanzar a la batpony a ciegas.

El intenso calor provocó que el humo de las bombas se consumiera, revelando la sala de nuevo. El gran demonio, un caótico cruce entre un tigre y un dragón, se interponía ante la salida que habían escogido los diabolistas para huir. La sala estaba iluminada por las llamas que habían prendido en varios puntos de la misma, revelando a la cazadora que había asesinado a los cultistas que yacían en el suelo: su pelaje azul claro tenía unas pocas manchas de sangre ajena; sus cuchillas, plegadas en dos ingeniosos resortes asidos a sus patas delanteras, estaban cubiertas por el mismo líquido. Rise Love, la agente de la guardia Lunar enviada por Luna tras la pista de Dark Art, miró al demonio de la destrucción que se alzaba ante ella. Sus ojos brillaban con la determinación de un depredador, mientras estudiaban a la monstruosidad que se interponía entre ella y sus presas. El cuadrúpedo diablo volvió a rugir, gesto que Rise Love le devolvió como un bufido similar al de un gato furioso.

La cacería no había hecho más que empezar.

[center]**·-----·-----·-----**[/center][/b]

“Esta es la historia de Sweetie Grauj y los lobos invernales, de cómo sobrevivió a las fatas negras y se convirtió en loba. Esta también es la conclusión de Star Whistle y de la líder de los lobos invernales, del amor que las unió y de la...”

Tres golpes secos en la puerta de sus aposentos sacaron a Luna de la lectura en la que se hallaba inmersa: Hermanas de la tormenta. Podía entender que, aunque no fuese una obra espectacularmente buena, su historia fuese contada por toda Equestria. Aún así, a ella la había enganchado desde el principio, habiéndola tenido leyendo durante toda la noche sin descanso. De hecho, faltaba poco para el amanecer.

Ligeramente azorada, se levantó del lecho y se encaró a la puerta antes de gritar “adelante”, esta vez sin usar la voz real de Canterlot. Al instante la puerta fue abierta, dando paso a la cabo Midnight Blossom. La batpony se postró ante la princesa de la noche.

—Mi señora, hemos recibido informes de nuestros agentes.

Luna asintió y usó su magia para cerrar la puerta, para después cubrir la sala con su hechizo de aislamiento.

—Ya no pueden escucharnos. Pasa, Midnight, y cuéntanos qué noticias traes.

La soldado obedeció dirigiéndose al centro de los aposentos reales al tiempo que exponía:

—Nuestros agentes en Germarenia y los Reinos Lobo han informado, mi señora.
—¿Qué ha ocurrido en el Germarenia?
—Hace unas horas mandaron un mensaje informando de que se han producido desapariciones con un patrón muy similar al Equestriano: separadas entre sí, sin relación alguna entre una víctima y otra. Sin embargo, en un espacio de tiempo menor que en nuestro reino, y las autoridades dieron la voz de alarma. Nuestros agentes encontraron una pista e informaron antes de seguirla.
—¿Han informado de sus progresos?
—Hemos recibido... sus pergaminos rojos, mi diosa.

Luna observó a la soldado durante unos segundos.

—¿Quienes eran los agentes?
—Un espía unicornio, y un cazador Batpony, mi diosa.
—¿Alguna pisa de a qué se enfrentaron?
—Diabolistas; según su último mensaje, un culto que servía al “señor de las sombras”.

La oscura alicornio se sentó en su escritorio, apoyando la cabeza entre sus dos patas delanteras. Un Cazador Batpony había sido asesinado... ¿cómo era posible? Los Cazadores eran mortales, cierto, pero también se contaban entre lo mejores espías, guerreros y asesinos de Equestria. Seres que habían sucumbido a la oscuridad, pero habían logrado regresar para caminar en un delicado equilibrio entre la cordura y la psicopatía. Si alguien había logrado asesinar a uno de estos agentes de élite, tenía que saber muy bien a qué se enfrentaba.

—¿Qué hay de los Reinos Lobo? ¿Noticias de Rise Love?
—Rise Love ha enviado un mensaje hace apenas una hora, aunque solo ha dado un nombre, mi diosa. Aquí tiene.

Diciendo esto, la batpony le tendió un pergamino a Luna, el cual esta recogió con su magia. Las esquinas del mismo estaban ligeramente quemadas, indicando que había sido enviado mediante un hechizo alquímico, una imitación del fuego mágico de algunos dragones como Spike.

“Cuartel Central:
El objetivo no parece hallarse en mi actual situación, abandonó el país antes de mi llegada. He seguido su pista y he dado con sus seguidores, un culto diabolista. Ha habido desapariciones de lobos jóvenes, puedo afirmar que están organizando un gran sacrificio para un demonio al que llaman 'El señor de las sombras'.

Me comunicaré cuando tenga más información.
La Luna guía mi vuelo.”


“La Luna guía mi vuelo”, una sencilla frase en clave, cuyo significado era “voy de cacería”.

—Rise Love debe estar enfrentándose al culto mientras hablamos.
—Así es, mi diosa.
—¿Hay algo más que debamos saber, Midnigh Blossom?
—Solo una noticia más: Al parecer, hace unas horas, se produjo un ataque en Lutnia, un ejército No-Muerto.
—¿No es allí donde se encuentra la arqueóloga Aitana Pones?
—Sí, pero de momento no disponemos de más información. Temo que en unas horas la prensa sepa más que nosotros mismos.
—Bien —respondió Luna, destruyendo el pergamino de Rise Love con su magia—. Nós agradecemos su trabajo, cabo. Retírese.

La cabo batpony se cuadró frente a la princesa de la noche y se retiró. En ese momento, Luna sintió la magia de su hermana, desde la torre opuesta del castillo, llamar al sol; la noche llegaba a su fin. La oscura alicornio salió al balcón e hizo lo propio con la luna, invitando al astro de la noche a descansar.

Frente a ella, la oscuridad fue muriendo a medida que el astro rey tomaba el firmamento; la cálida luz del sol comenzó a bañar los alrededores, extendiendo su resplandor hasta donde alcanzaba la vista; su sola visión relajó a Luna, ayudándola a pensar con un poco más de claridad. Las sombras en su mente se despejaron y el denso manto de incertidumbre se levantó de sus pensamientos. No podía callarse, tenía que soltarlo, y Celestia esta vez tendría que escucharla.

Habiendo tomado la decisión, desplegó sus alas y alzó el vuelo, rodeando el imponente castillo blanco para dirigirse a la torre oriental del mismo, en la que los aposentos de Celestia se encontraban.

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—Sinceramente, Luna, no sé a dónde quieres llegar.

Celestia concluyó esa frase bebiendo un sorbo de té, para después dejar la taza delicadamente con su magia en la mesa. Luna, que a duras penas había tocado el suyo, observó incrédula a su hermana.

—Celestia, no pueden ser casualidades. Algo se está moviendo, más allá de donde nosotras podemos ver.
—Explícate, por favor.
—Empecemos con el alzamiento de Manresht en los Reinos Lobo y cómo un nigromante intentó secuestrarlo.
—Según el testimonio de la misma poni que lo liberó en Manehattan, poniendo decenas de miles de vidas en peligro.
—Sin embargo mis agentes han podido confirmar la existencia del nigromante Dark Art, y que la Fiebre Infernal fue erradicada la misma noche en que Manresht fue capturado.
—De acuerdo —suspiró Celestia en tono condescendiente—, asumamos que eso es cierto, y que un mago loco intentó hacerse con un diabolista milenario en la otra punta del mundo. ¿Cómo nos afecta eso?
—Manresht habló, en Manhattan, del regreso de “El señor de las sombras”. Y ese es un nombre que nuestros agentes han escuchado mucho últimamente: en Germarenia o los Reinos Lobo, por ejemplo, se han encontrado grupos diabolistas ofreciendo sacrificios al mismo demonio.

Celestia suspiró, tratando de moderar sus palabras.

—Luna, sabemos bien que los diabolistas existen. Sin embargo, no están actuando dentro de Equestria, y cuando lo hacen son grupos minoritarios. No entiendo por qué estás tan... vigilante, con ellos.
—¡Por que se han dado también desapariciones en Equestria, Celestia! ¿Es que no me has escuchado?

Celestia le dedicó una mirada a su hermana exactamente igual que cuando la regañaba sin palabras cuando eran potrillas. Apuró su taza de té y, mientras hacía levitar la tiara desde la mesita de noche a su cabeza, expuso:

—Desde mi punto de vista, no veo motivos para pensar que un culto de diabolistas pueda estar poniendo en peligro nuestra nación. Sin embargo, encargaré que se organicen patrullas por los pueblos más aislados, y que estas sean entrenadas en la detección y el combate contra las criaturas del Tártaro.
—Hermana, quizá tus agentes deberían...
—Mis agentes se hallan vigilando los reinos vecinos, Luna —interrumpió Celestia—. Teniendo en cuenta que varios de ellos se encuentran en Germarenia y los Reinos Lobo, me sorprende que no me hallan informado de la presencia de cultos diabolistas.
—¡Porque tú los instruyes para mirar solo lo evidente! ¿Qué esperas, Celestia, que los villanos aparezcan frente a Canterlot informando de sus planes? Eso no ocurre siempre así.
—Luna, no puedo iniciar una caza de brujas. Si tienes pruebas concretas, házmelo saber y haremos algo al respecto. Pero de momento solo me has mostrado hechos aislados que supones están relacionados entre sí.
—¿Y qué hay del “Señor de la Sombras”? ¿No te parece una relación?
—Luna, ¡por todo lo que es sagrado! ¿Cuántos señores de las sombras crees que hay en el Tártaro? Solo existen tres tipos de demonios: De la destrucción y el fuego, de la sombra y la dominación, y del dolor y la tortura. Si supiéramos el nombre real del demonio al que sirven, quizá podríamos hallar una relación y actuar.

Luna observó unos segundos a su hermana, antes de levantarse en silencio para ir a sus aposentos. Celestia le murmuró “descansa, Luna, no va a pasar nada”. Esas palabras hicieron que la princesa de la noche se detuviera y, mirando al suelo, respondiera:

—Celestia, ¿recuerdas cuando... nós perdimos la razón?

La blanca alicornio se quedó inmóvil ante esa pregunta, y tardó unos segundos en responder.

—Eso ocurrió hace mil años, Luna, ya no eres esa yegua. Tú no eres Nightmare Moon.
—Lo sé... pero hay algo que no entiendes. Sé lo que tú crees, y lo que dicen los libros de historia, pero esa no es la verdad.
—¿Qué quieres decir?

Luna se giró y clavó sus ojos en Celestia.

—No perdí la razón en una sola noche, hermana: cuando me transformé en un... monstruo, había preparado mi llegada con mucha paciencia.
—¿Qué? Luna, eso no es posible, todo ocurrió en una sola noche, creo que debes haberlo...
—¿Soñado? —dijo Luna, con una amarga risita— Hermana, soy yo la que vigila los sueños del mundo, no eres la mejor para darme lecciones sobre los mismos. No fue una pesadilla, Celestia: el momento en el que la oscuridad tomó mi alma no fue cuando me mostré ante ti como Nightmare Moon, fue mucho antes.

Celestia se levantó, con la mandíbula temblando ligeramente ante lo que oía. Siempre había creído que su hermana perdió la razón de golpe, por la falta de amor que sentía, invadida por los celos y la locura. Pero esto cambiaba muchas cosas...

—¿Desde cuándo, Luna? ¿Cuándo ocurrió?
—En el combate contra el Rey Sombra. Me hechizó como a ti, pero me afectó de forma diferente.
—¡Eso fue casi cincuenta años antes de... Nightmare Moon! ¿Por qué me cuentas esto ahora?
—¡Porque nós preparamos el golpe de estado durante todo ese tiempo!

La alicornio blanca retrocedió unos pasos, sin creerse lo que Luna le estaba contando.

—¿Por qué me dices esto? ¡No lo entiendo, Luna, ¿por qué?!
—Para que entiendas, Celestia. Nós hemos estado... al otro lado. Ya no soy Nightmare Moon, pero lo fui, y olvidarlo no nos ayudará. Aprendí que el juego de poderes es como el ajedrez: se deben colocar los peones en los lugares adecuados y, llegado el momento, atacar.
—¡Lo que dices son locuras, Luna! Solo estuviste tú, y un grupo de locos que decidieron organizar disturbios, ¡no hubo ningún peón ayudando a Nightmare Moon! ¡Déjate de locuras y ve a dormir!

Celestia se giró hacia la salida, furibunda, negándose a escuchar más locuras por parte de su hermana pequeña. Sin embargo, dos simples palabra la forzaron a detenerse.

—Black Wind.

Ese nombre activó un recuerdo en la mente de Celestia, un recuerdo que llevaba dormido casi un milenio.

—¿Qué?
—El general Black Wind, ¿recuerdas que murió en uno de esos “disturbios”?
—¡Fue un disturbio en Cloudsdale, no hay nada más que decir sobre ello!
—¿Sí? ¿Y qué hay del capitán de la guardia Iron Shield? ¿De la gran maga Moon Dancer? ¿Del líder religioso Loud Mass, de los sargentos Cober Lance y Night Hunter, del sargento de tu guardia personal Gold Helmet, de...?
—¡Luna, para, ya basta! ¡Los recuerdo, pero no puedo creer que tú tuvieras algo que ver con sus...!
—¡Yo lo hice, Celestia!

Luna avanzó unos pasos, clavando su mirada con fuerza en los ojos de su hermana. Tenía que hacerla entender, a cualquier precio.

—Los auténticos maleantes, aquellos que nos pueden poner a todos en peligro, no son tan poderosos como Discord: prepararán sus planes poco a poco y, cuando se dejen ver, será cuando estos ya estén actuando. Nós lo hicimos así, Celestia, pero gracias a los Titanes, actué antes de tiempo.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Que la última parte del plan, la que nós ignoramos en nuestra locura, era... robar los Elementos de la Armonía. Y si hubiera salido como nós... como Nightmare Moon quería, ¡hoy no tendríamos esta conversación, pues una de nosotras habría perecido en el combate que libramos!

Luna se volvió hacia el balcón y desplegó sus alas para marcharse de vuelta a su torreón.

—No voy a esperar a que nuestros enemigos se muestren, Celestia. Por eso estos ligeros signos son tan importantes: Debemos adelantarnos a ellos, si queremos proteger a nuestros súbditos. Manda a tus agentes investigar los bajos fondos y las desapariciones, hermana, antes de que sea demasiado tarde.

Con esas palabras, Luna salió al balcón y echó a volar hacia sus propios aposentos. Celestia la observó durante todo el trayecto, olvidando durante unos minutos sus obligaciones reales. Finalmente, la princesa solar se encaminó a la sala del trono, tratando de olvidar lo que le había dicho Luna. Quizá, después de todo, su hermana pequeña necesitara más tiempo para superar su pasado y seguir adelante.

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Una vez en sus aposentos, la princesa Luna cerró las cortinas y ventanas para bloquear la luz del sol, quedando así en una penumbra de color azulado. Se tumbó en una alfombra circular, manteniendo la cabeza alta y cerró los ojos, sumiéndose rápidamente en un profundo estado de trance. Un hecho excepcional para la mayoría de ponis, pero que formaba parte de la rutina de la princesa de la noche.

Si sus informaciones respecto a la novela que había leído eran cierta, quizá pudiera encontrar a alguien que la ayudara.

Pasados pocos minutos, Luna abrió los ojos al mundo onírico, el plano en el que convivían los espíritus con los sueños de los seres sentientes. Podía ver los sueños de los pocos ponis que dormían durante el día como esferas luminosas de distintos colores recortadas contra una versión difuminada y dispersa del mundo real. Algunas sombras se dejaban entrever, sin afectar salvo contadas ocasiones a los sueños: espíritus y elementales.

Luna hizo levitar su cuerpo espiritual y se elevó por encima de la onírica versión de Canterlot y, usando el reflejo del sol para orientarse, se dirigió al noreste. Si se hubiese tratado del mundo físico habría recorrido Equestria a una velocidad imposible. Sin embargo, en el plano onírico las distancias eran algo relativo. Aún así, Luna esperaba pasar muchas horas en su búsqueda, pues a duras penas tenía algunas pistas de dónde podía hallarse su objetivo, y tan solo podía basarse en leyendas y habladurías para encontrar los indicios que la llevaran al mismo.

Pudo ver los sueños de algunas criaturas en su búsqueda, pero no se adentró en ninguno, pues esperaba que el sueño de su objetivo fuese... diferente. Realmente, no sabía bien qué esperar. En alguna ocasión vio un sueño siendo asaltado por espíritus del terror. En su experiencia, Luna había aprendido que había dos cosas que provocaban las pesadillas: los miedos y traumas de un ser sentiente, y los espíritus del terror y las pesadillas. Estos últimos eran los más fáciles de solucionar, por lo que no pudo evitar entrar en algunos sueños para ayudar a la desafortunada víctima de estos infames espíritus.

Fue al salir de un sueño de vuelta al plano onírico, agotada y a punto de darse por vencida, que Luna observó una forma translúcida frente a ella. Tenía una forma que recordaba vagamente a algún tipo de criatura bípeda, pero sus contornos cambiaban continuamente como si estuviera danzando con un viento inexistente.

—Cuán extraño, parece que nos estés mirando. ¿Eres un elemental?

El ser no respondió ni hizo gesto alguno. En lugar de ello voló rápidamente en torno a la forma espiritual de Luna para, finalmente, volver a situarse frente a ella, extendiendo una de sus extremidades superiores. La princesa de la noche lo entendió como una invitación y, tras unos segundos de duda, tocó al ser con una pezuña. Al instante se sintió arrastrada por una gran fuerza, sin entender qué ocurría. Esa era una situación completamente nueva para ella, pues aunque podía ver a los elementales en el plano onírico estos siempre habían actuado como si la alicornio no existiera. Jamás había interactuado con uno antes.

Tan solo pasaron unos momentos cuando Luna, súbitamente, sintió que sus pezuñas se hundían en algo húmedo y frío, siendo consciente de tener nuevamente un cuerpo físico. El aliento frente a su hocico se condensó en una densa nube de vaho, y la temperatura del aire cayó drásticamente. Su corazón se disparó cuando sintió una amenaza que no podía percibir; el frío se clavaba en su alma, y esta le gritaba que huyera. Se encontraba en la ladera de una montaña, cerca de una senda cubierta por la nieve. Y, desde un pueblo en la cima, una nube oscura descendía a toda velocidad.

Había una potrilla, de pelaje gris y crines celestes galopando montaña abajo, dejando un sendero de huellas en la nieve. Y tras ella se aproximaba... la oscuridad. Una oscuridad sólida, reptante y hambrienta que daba caza a esa pequeña. Luna no sabía lo que era ni cómo había llegado ahí, pero no importaba. Rápidamente llamó a la magia para hacer frente a lo que quisiera ser esa sombra. Estaba a punto de alzar el vuelo cuando escuchó un gruñido a su espalda. Un gruñido que, curiosamente, pudo entender como si estuviera usando palabras poni.

—No debes temer por la potrilla, vidente. Estás en un sueño.

Luna siguió la voz. Tumbada sobre la nieve había una inmensa loba de pelaje blanco, ligeramente plateado a causa de las canas. Sus ojos heterocrómicos, ámbar el izquierdo y azul el derecho, observaban la escena con la calma y la sabiduría que solo concede la experiencia de la edad.

—¿Nós estamos en un sueño?
—Sí. Estás en mi propio sueño, vidente de las estrellas.

La alicornio miró alrededor, ignorando a la potrilla que seguía corriendo y no tardó en notar el plano onírico alzándose más allá de donde alcanzaba su vista. Jamás le había ocurrido el adentrarse en un sueño sin ser consciente de ello.

—¿Cómo he llegado aquí?
—No es común que una vidente salga en mi busca. Los espíritus de la tormenta te han ayudado a dar conmigo.
—¿Quién eres, loba invernal?

La loba observó a Luna con gesto mohíno, antes de volver a fijarse en la potrilla. Su carrera se había convertido en un cansado trote a medida que las fuerzas y la voluntad por sobrevivir la abandonaban.

—Sabes quién soy, pero necesitas confirmarlo. Soy la líder y vidente de los lobos invernales, los señores de la noche y el invierno. Y tú eres la vidente de las estrellas, aquella que vela por los sueños de sus manadas y que trae la luz en la oscuridad. Princesa Luna es tu nombre.

La alicornio se tumbó junto a la gran loba blanca. “Vidente de las estrellas” era un título que no había esperado recibir, pero era no era sorprendente que algunas expresiones de la loba no encajaran con las palabras poni.

—No esperaba que pudieras hablar mi idioma, loba.
—Estamos en mi propio sueño, yo decido lo que ocurre en el mismo. Solo cuando recibo una premonición a través de los espíritus soy incapaz de hacerlo.

Luna se fijó en la potrilla que ya había caído, viendo con horror cómo sus ojos perdían el brillo de la vida y empezaban a tornarse completamente negros. Un escalofrío la recorrió.

—¿Esto es una visión?
—Lo fue, hoy día solo es un recuerdo de la misma, pues solo se cumplió en parte. De hecho conoces a esta poni, princesa Luna.

Esta última volvió a observar a la potrilla, sorprendida por la revelación. Pelaje gris y crines celestes con algunos mechones blancos, y sus ojos eran dorados antes de que la sombra los tomara. Recordó entonces que, hacía algo más de un año, una extraña poni apareció en Flowerville, ayudando a salvar el pueblo de un libro maldito. “Grauj es mi nombre”. Pero los ojos de aquella loba sin garras eran ambarinos, y no dorados, y sus crines eran mayoritariamente blancas con mechones celeste.

—¿Sweetie Grauj?
—Sí. La hija de mi hermana poni. Mi hija. La guiaste en su búsqueda hacia el pueblo poni de la montaña. Te doy las gracias.
—Fue... un placer. Había oído la historia de un pueblo maldito llamado Mountain Peak, en las tierras salvajes. Supuse que una poni criada con lobos invernales debió nacer en algún lugar cercano. ¿Qué le ocurrió?
—Fatas negras —explicó escuetamente la loba.

Súbitamente, el mundo cambió en torno a Luna. La montaña se difuminó en un borrón marrón que, poco a poco, fue definiéndose. A su alrededor se formó una acogedora cabaña de montaña, en cuya chimenea crepitaba el fuego. La princesa de la noche estaba muy sorprendida; había visto ponis capaces de modificar sus sueños a su antojo, al menos en parte. Sin embargo esta loba doblegaba sus sueños a su voluntad, como quien pasa la página de un libro.

—Supongo que te sentirás más cómoda en una madriguera poni; pasé mucho tiempo en este lugar durante mi juventud. ¿Por qué has venido a verme, princesa Luna? Veo la inquietud en tu alma.
—Nós hemos venido a consultarte —explicó Luna tras unos segundos de duda—. Tú nos llamas “vidente”, mas es incorrecto ya que no puedo vaticinar el futuro. Necesito guía para ayudar a mi pueblo.

La loba observó a Luna en silencio, escuchando sus palabras respetuosamente.

—¿Por qué razón temes?
—En mi territorio hay movimiento en la sombras. Mis mejores cazadores intentan seguir el rastro, pero este es escurridizo. Han desaparecido muchos ponis, pero en distintos lugares de forma que nadie sospeche. Nós creemos que se aproxima un gran mal a Equestria, pero no logro encontrar ninguna pisa que me ayude a proteger a los míos. He venido a pedirte ayuda, vidente.

La cazadora se giró hacia el fuego cuando Luna terminó de hablar y se quedó con la mirada fija en el mismo durante varios segundos.

—No encontrarás un rastro en mis visiones, vidente de las estrellas. Pero sí, hace algunas lunas que tengo visiones recurrentes sobre el territorio de los ponis del sur. Mis sueños muestran aquello que podría ocurrir, y he visto muchos futuros diferentes para tus manadas.
—Lo entiendo. Por favor, enséñame lo que has visto.

La vidente de los lobos invernales asintió y el mundo volvió a cambiar alrededor de Luna. Al poco dejó de sentir su propio cuerpo, incapaz de controlar lo que estaba ocurriendo. Era algo impensable, jamás se había visto envuelta en un sueño que no pudiera controlar. Pero, de alguna forma, no sentía miedo. Al poco estaba al aire libre, en un día cubierto por densas nubes como jamás las había visto. Pudo distinguir la inconfundible silueta de Canterlot y, frente a ella, había ponis. Habitantes de Equestria con expresiones de dolor y derrota en sus rostros, cuyas pezuñas se hallaban encadenadas con gruesos grilletes.

“He visto a tus manadas ser privadas de la libertad...”

Luna podía escuchar la voz de la vidente en su propia mente. La escena volvió a cambiar para mostrar a un ejército formado tanto por la Guardia Solar como la Lunar. Distinguió a Shining Armor en primera linea, gritando órdenes a los soldados. Frente a los ponis se alzaba un ejército de criaturas demoníacas, infinitamente más numeroso que ellos.

“...y también los he visto luchar hasta la muerte.”

Los demonios cargaron contra la formación Equestriana y, justo antes de que ambos ejércitos chocaran, el mundo se desvaneció para reformarse en lo que parecía el interior del castillo de Canterlot. Al instante, el suelo estalló y sus restos empezaron a volar a toda velocidad en círculos. Se formaron agua y fuego de la nada que se unieron al giro, al tiempo que miles de relámpagos surgían de todos los lugares. Y en el centro de esa vorágine de destrucción había la silueta de un poni, un unicornio.

“He visto el agua, la tierra, el fuego y la tormenta danzar con la muerte, dominados por un ser de inmenso poder.”

Tan rápido como había aparecido, la estancia se desvaneció y fue reemplazada por lo que parecían unas cuevas de cristal. Había ponis aglomerados en las mismas, gritando aterrorizados, asta que una voz gritó “¡Silencio! ¡Tranquilizaos!”; un semental unicornio de color verde menta y crines marrones se subió a una roca y empezó a repartir instrucciones a los presentes, sustituyendo el terror por objetivos claros y concisos.

“He visto a un macho alfa dirigir a su manada en los momentos de mayor oscuridad.”

Un violento relámpago deslumbró a la princesa de la noche, dando lugar a una nueva ubicación: una planicie cubierta por nieve. Los lobos invernales alzaban sus rostros al cielo, como si trataran de besar a las nubes, y la tormenta danzaba al son de sus aullidos. Los rayos saltaron de nube en nube antes de clavarse, como garras, en el centro de un ejército de seres cubiertos por la sombra. Las criaturas corrieron hacia los lobos, y estos, dirigidos por una gran loba blanca, la vidente, se dispersaron para iniciar la batalla contra los enemigos más débiles.

“He visto a la sombra invadir nuestro territorio, he visto a los míos luchar por sus vidas. He visto mi propia muerte.”

Con el impacto de un rayo Luna experimentó una sucesión de escenas, tan rápidas que tardó unos segundos en entenderlas.

Vio a Twilight Sparkle, levitando en el aire con los ojos en blanco, mientras entonaba un antiguo hechizo frente a un círculo de runas.

A Applejack, subida sobre varias cajas, arengando a un gran grupo de ponis.

Fluttershy, caminando lentamente, liderando a una gran variedad de animales del bosque Everfree, entre los que distinguió a los lobos negros llamados Worgs.

Vio a Rarity, desarrapada, sucia y malherida, gritando algo a unos ponis escasamente en mejores condiciones que ella, con lágrimas en los ojos.

Pinkie Pie, saltando alegremente entre varios demonios y no muertos, mientras los ponis esclavizados reían ante la escena.

Y a Rainbow Dash, volando sobre las nubes mientras miraba un agujero que cientos de pegasos estaban abriendo en las mismas, escoltada por cinco miembros de los Wonderbolts.

“He visto a seis hembras poni dirigir a sus manadas en una gran cacería.”

Antes de que la princesa Luna pudiera preguntar al respecto, se encontró mirando hacia el mar; un gran barco poni, un antiguo carguero modificado para el combate, se mecía suavemente con las olas; uno de sus palos estaba roto, algunas de sus velas rasgadas, la tripulación malherida. Pero en el centro del caos se alzaba una yegua: una pegaso de pelaje morado y crines celestes que esperaba, controlando su propio miedo y el de sus sementales. Cuando una inmensa sombra cayó sobre la nave, la capitana de la misma dio una orden y todos los cañones abrieron fuego a la vez.

“He visto una poni que cabalga las nubes y las olas venir de más allá de las grandes aguas del este para proteger a los suyos.”

Una brillante luz cegó a Luna durante lo que parecieron varios minutos hasta que se percató de que estaba mirando directamente al sol. Pero su cegadora luminosidad se vio pronto eclipsada por un la luna. La reina de la noche sintió una desquiciada carcajada salir de su garganta a causa del inconmensurable poder que la embriagaba, sabiendo que pronto Equestria sería suya. Que esta vez nada podría detenerla, y que la noche sería, finalmente, eterna...

—¡¡NO!!

Con ese grito, Luna se encontró de vuelta en la placentera cabaña. La loba seguía tumbada en el mismo lugar, observando a la alterada alicornio.

—¡No puede ser! ¡Me curaron, me libraron del mal! ¡No voy a volver a caer en la locura, no volveré a ser Nightmare Moon! ¡Esta visión no puede ser cierta!
—Ninguna visión es completamente cierta, vidente de las estrellas —explicó la gran depredadora con sabiduría—. Mis visiones muestran las posibles sendas del destino, cuál tomar solo depende de ti.
—Pero esto no puede ser una posibilidad, ¡no puede serla! Los Elementos de la Armonía expulsaron el mal de mi alma, ¡no puede regresar!

La vidente invernal observó a la princesa de la noche durante unos segundos, estudiando su propia esencia, viendo algo que solo su ojo de vidente podía mostrarle.

—Tú y yo no somos muy diferentes, vidente Luna: Amas a tu manada como si fueran a tus propias crías, y harás lo que sea necesario por protegerla. Serás bondadosa, leal y justa, pero usarás la crueldad y la muerte cuando sea necesario para proteger a los tuyos. Caminas en un delicado equilibrio, y posees el poder de mil tormentas. Solo tú podrás decidir qué senda escoger.

La aludida tragó saliva, ahogando sus palabras con ella. En su subconsciente, Luna sabía que eso era cierto: ella había estado 'al otro lado', había experimentado en su propia carne la crueldad y la determinación que la oscuridad y el odio otorgaban. Aunque lo recordaba como un sueño, sabía que cuando fue Nightmare Moon cometió actos de extrema maldad, actos que no quería recordar. Y sabía bien que, si estaba en sus pezuñas evitar que un nuevo mal se alzara en Equestria, haría lo que fuese necesario para detenerlo. Como ya había hecho al unir a los cazadores batpony a la guardia nocturna, una vez más.

¿Cuál era el precio a pagar por proteger a los que amaba? ¿Su propia alma? ¿Su propia bondad? Hacía mucho que había decidido que haría lo imposible por protegerlos, ¿pero podía suponer eso perderse a si misma,volver a caer presa de la oscuridad? Oscuridad que, en ocasiones, sentía en su interior: el oscuro y reprimido deseo de aplicar condenas más duras a los criminales, el ansia de combate que sintió cuando supo que Sombra había regresado, o la determinación con la que mandó a sus cazadores a acabar con la reina Chrysalis cuando esta fue derrotada.

—Hay algo más que debes saber, Luna.

La loba clavó sus ojos en las llamas de la chimenea, hablando sin mirar a la alicornio.

—Tuve otra visión que... no puedo mostrarte como tal. Es un conocimiento, una advertencia de los espíritus. Entre tus mandas hay un gran cazador poni, un cazador que, dentro de poco, será derrotado. Suplicará por alcanzar la muerte.
—¿Un cazador? ¿Sabes quién, o cómo es?
—No lo sé. Este cazador fracasará en una de sus cacerías. Cuando lo haga, puede que se convierta en uno de tus mayores aliados, vidente de las estrellas... o en tu peor enemigo.
—¿Pero no puedes decirme nada más? ¡Esto no nos ayuda! ¡Nós no tenemos más pistas para
proteger mi reino!
—Te advertí que no encontrarías rastro alguno que seguir en mis visiones, vidente.
—Pero...
—Adiós, Princesa Luna.

Luna abrió los ojos al mundo real, en sus aposentos. La luz que atravesaba las cortinas había menguado, lo que le indicaba que el anochecer estaba por llegar. De hecho, sintió que el sol estaba ocultándose. ¿Cuánto tiempo llevaba en trance?

Abrió la puerta que daba al balcón y salió al exterior; Equestria se alzaba, pacífica y gloriosa, ante ella, ajena a lo que acababa de ver o a las premoniciones de muerte y esclavitud que se cernían sobre ella. El miedo embargó a la princesa de la noche, un temor por el bienestar de sus súbditos. Si la loba invernal decía la verdad, si alguna de sus premoniciones mostraba la realidad, entonces no había duda: el mal se estaba echando sobre Equestria. Pero seguía sin pistas, sin saber bien qué estaba ocurriendo exactamente. ¿Eran solo diabolistas? ¿Nigromantes o magos negros? ¿O quizá algo más inabarcable, un antiguo poder que todavía no se había manifestado?

Luna había desplegado todos los recursos que disponía: Sus agentes vigilaban el mercado negro, en busca de cualquier movimiento extraño; los cazadores batpony seguían cualquier pista de magia prohibida en Equestria y más allá de sus fronteras, y sus analistas seguían buscando relaciones extrañas en las estadísticas Equestrianas. Sus mejores agentes, los cazadores Batpony, se hallaban cazando a los seguidores de “El señor de la sombra”, e incluso ella misma vigilaba los sueños durante las noches, por si notaba algún patrón inusual en los mismos que pudiera indicar la presencia de demonios, elementales de la oscuridad o magia corrupta. Hasta el momento, nada de estos había arrojado luz sobre el misterio, solo algunas pistas aisladas. Como bien le había dicho Celestia, en ese momento no sabían a qué se enfrentaban.

Pero la oscura alicornio estaba convencida de que no se equivocaba, eran, sencillamente, demasiadas casualidades. El hecho, comprobado, de que Aitana Pones se enfrentó a un nigromante en los Reinos Lobo, el cual intentó hacerse con un antiguo diabolista; la amenaza de Manresht -el señor de las sombras regresará-, las visiones de la vidente lobo... No podían ser meras coincidencias, algo estaba ocurriendo. Y Luna haría cualquier cosa por evitarlo.

Alzó la mirada hacia la pacífica noche que crecía ante ella, transmitiendo una sensación de paz y amor a través de sus astros. Recordaba la vez que se dejó dominar por el odio y la envidia, convirtiendo la noche en un concepto terrorífico e inevitable. ¿Por qué la loba la había mostrado convirtiéndose, nuevamente, en Nightmare Moon? No volvería a caer ahí, no lo permitiría.

Luna concentró su magia, estableciendo contacto con el astro que llevaba su nombre, y lo invitó a iluminar la oscuridad. La reina de la noche acudió, abriéndose paso a través de su séquito de estrellas como un faro de esperanza. Un faro que no debía morir.

—Mi diosa.

Un suave aleteo precedió la llegada al balcón de la cabo Midnight Blossom. Esta se posó en el mismo e hizo una rápida reverencia antes de entregarle un pergamino con los bordes quemados. Luna lo desplegó rápidamente y leyó el escueto mensaje de Rise Love:

“Misión cumplida. Tengo nuevas pistas, regreso a Equestria”.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por horwaith » 22 Mar 2015, 00:54

bonitas escenas y los pensamientos, diálogos y, sobretodo, me ha entusiasmado lo que no dices en los sueños de luna. Miedo me da lo que prepares para después.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Sr_Atomo » 23 Mar 2015, 09:05

Magnífico capítulo. Me ha encantado.

Y con respecto al principio...
Spoiler:
Yo esperaba que alguien la salvase en el último momento... demasiadas partidas de rol, en el que los malos están al final del dungeon fumando un cigarro mientras esperan que los protagonistas hagan saltar una alarma para ponerse todos en posición y comenzar el ritual con sacrificio. De esa forma se aseguran que los buenos entrarán en la sala justo cuando la doncella va a ser acuchillada <-- cualquiera que haya jugado lo suficiente a rol sabrá que es prácticamente cierto.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por McDohl » 23 Mar 2015, 15:19

¡Revelaciones revelaciones revelaciones!
Spoiler:
Me ha encantado el capítulo, especialmente la parte de Celestia y Luna, la cual creo que será muy importante de cara al futuro. Y la parte de después me ha recordado demasiado a la casa de los eternos de Juego de Tronos :sisi3:

Y no dejo de agradecer el papel que le estás dando a Rise. Le tengo mucho cariño a ese OC :)

Ah, curioso detalle: es un capitulo del fic de Aitana... sin Aitana :sisi1:
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Volgrand » 24 Mar 2015, 19:51

Gracias por los comentarios, chicos!

[quote="horwaith";p=259605]bonitas escenas y los pensamientos, diálogos y, sobretodo, me ha entusiasmado lo que no dices en los sueños de luna. Miedo me da lo que prepares para después.[/quote]

Pues sí, teme, teme :D

[quote="Sr_Atomo";p=259722]Magnífico capítulo. Me ha encantado.

Y con respecto al principio...
Spoiler:
Yo esperaba que alguien la salvase en el último momento... demasiadas partidas de rol, en el que los malos están al final del dungeon fumando un cigarro mientras esperan que los protagonistas hagan saltar una alarma para ponerse todos en posición y comenzar el ritual con sacrificio. De esa forma se aseguran que los buenos entrarán en la sala justo cuando la doncella va a ser acuchillada <-- cualquiera que haya jugado lo suficiente a rol sabrá que es prácticamente cierto.
[/quote]

Lo cierto es que mi primera idea era esa (y así lo escribí). Pero... luego releí la escena yme di cuenta de que eso ya lo había leído (y jugado) unos cuantos cientos de veces. Así que... este es el resultado :D

[quote="McDohl";p=259760]¡Revelaciones revelaciones revelaciones!
Spoiler:
Me ha encantado el capítulo, especialmente la parte de Celestia y Luna, la cual creo que será muy importante de cara al futuro. Y la parte de después me ha recordado demasiado a la casa de los eternos de Juego de Tronos :sisi3:

Y no dejo de agradecer el papel que le estás dando a Rise. Le tengo mucho cariño a ese OC :)

Ah, curioso detalle: es un capitulo del fic de Aitana... sin Aitana :sisi1:
[/quote]
Spoiler:
Estoy bastante cansado del concepto de Luna siendo naíf, inocente y monísima toa ella. En mi opinión, aunque ahora esté con los buenos, ella ha sido una de las mayores villanas de la historia. "Olvidar el pasado es el camino para repetir los mismos errores", y Lunalo está aplicando con todas sus consecuencias. No todo se puede solucionar con paz y amor en esta vida.
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