AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][cap16]

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AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][cap16]

Mensaje por Volgrand » 08 Ago 2014, 01:45

Aitana Pones sigue con sus aventuras, explosiones, combates, carreras y tacos. ¡Faltaría más!

En "La tumba del norte" encontraréis:

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Y también...

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Sin más, os dejo con el...

Capítulo1: "Maestro de la magia"

Spoiler:
El único soporte que sostenía la enorme losa fue retirado de golpe, haciendo que esta cayera pesadamente y sellara la única entrada a esa estancia olvidada de la pezuña de Celestia. La fuerza del impacto resonó en el angosto lugar, ensordeciendo cualquier otro sonido, y todo quedó a oscuras. Poco a poco, el sonido de un grito imposible fue ganando fuerza sobre el decreciente eco, y hubo una explosión de luz.

Otro sello arcano explotó sobre la cabeza de la poni, sello cuya forma coincidía exactamente con su cutie mark. Aitana, respirando rápidamente, observó el fenómeno mientras asimilaba lo que acababa de ocurrir, lo que acababa de provocar, y lo que acababa de hacer.

El grito fue cambiando poco a poco desde la locura del encierro a la desquiciada alegría de un ser que se veía liberado. La cazadora de demonios miró hacia la puerta que daba al centro de esa construcción, allí donde el demonio había matado a tantos en cuestión de segundos. Supo lo que tenía que hacer, lo había gritado hacía un momento. Solo necesitaba unos segundos para aceptarlo.

Y, súbitamente, una gran paz invadió su espíritu. La tranquilidad de alguien que acepta realizar el sacrificio último en pos de un bien mayor. Mientras más y más símbolos arcanos explotaban a medida que el poderoso demonio se liberaba, Aitana se quitó el sombrero y se sentó sobre sus cuartos traseros. Iluminada por las brillantes detonaciones sacó un objeto de su chaleco: una larga cuchilla plegada, unida a un juego de arneses. Se la ató a la pata derecha y ajustó un enganche a la pezuña. Con un simple movimiento comprobó que el mecanismo para desplegar y retraer el arma funcionaba.

—Nunca he rezado —murmuró para si misma—. Creo que es cobarde confiar mi destino en alguien que no sea yo misma.

La cadencia de las detonaciones se redujo, signo inequívoco de que cada vez quedaban menos símbolos de contención. Una sensación de terror, más intensa de lo que Aitana había sentido nunca, la invadió. Pero tragó saliva, ignorándola: sabía que era fruto de la magia demoníaca, no valía la pena dejarse llevar por sus instintos. Metió una pezuña bajo el chaleco, buscando una cadena, y sacó la brújula rota en la que se hallaba atrapado el lich Kolnarg.

—Pero hoy sé que voy a morir. Y, puestos a rezar, mejor hacerlo a los Titanes, los que combatieron el caos primordial.

Aitana dedicó su oración a los titanes durante casi un minuto. Las explosiones se fueron distanciando más en el tiempo, hasta que una última ocurrió en el centro del edificio, seguido de un monstruoso grito que, más por su naturaleza que por su potencia, habría helado la sangre a cualquier poni. La cazadora de demonios se puso en pie y se ajustó el sombrero. Sacó una botellita con un líquido púrpura en su interior y, al tiempo que se dirigía al encuentro con el demonio, se la bebió. Un brillo verde oscuro surgió de la brújula y se extendió por el cuerpo de Aitana, pero esta no se detuvo, adentrándose en la oscuridad de la cámara mortuoria. Y en su mente solo restaba el deseo de que Hope Spell se diera cuenta, pasara lo que pasara, de que le había mentido.

**·-----·-----·-----**


Un año antes.
Lutnia, capital de Cérvidas.


Las altas y frondosas copas de los árboles entorpecían el camino a la luz del sol, creando halos verdes y dorados que iluminaban el suelo con una sensación de paz y serenidad. Cientos, miles de aves revoloteaban entre hojas y ramas, llenando el aire con sus melodías. Aunque había poca distancia entre tronco y tronco, la vegetación a ras de suelo era de poca altura y frondosidad, permitiendo pasear sobre la misma sin dificultad. Lo cierto es que un viajero despistado habría pensado que se hallaba de un bosque. Sin embargo, varias construcciones de madera viva -de hecho, cultivada directamente en el suelo- unían los troncos de los árboles creando calles. Estos últimos, a poca distancia del suelo, se abrían en formas redondeadas y huecas; se podían apreciar ventanas y algún balcón, como si el árbol hubiera crecido con el objetivo de dar cobijo a sus moradores.

Había mucho movimiento en las verdes calles, pues cientos de ciervos paseaban por las mismas: artesanos, escolares, trabajadores, estudiosos... Habitantes de la gran capital de Cérvidas, realizando su día a día. Un unicornio salió de la casa árbol donde le habían acogido y se detuvo mirando a su alrededor con la boca ligeramente abierta. Un ciervo de pelaje castaño y gran cornamenta se detuvo a su lado.

—Pareces desorientado, maestro de la magia. ¿Estás bien? —inquirió en Equestriano.

El poni cerró la boca. Se trataba de un unicornio de pelaje verde menta, ojos violeta y crin marrón, cuya Cutie Mark era un libro rodeado por un aura mágica.

—No es nada, Asunrix, perdona. Es que todavía me cuesta asimilar que esto es una ciudad y no un bosque. Y por favor, llámame Hope Spell.
—Los ciervos no nos dirigimos a alguien por su nombre a no ser nos una una gran amistad.
—Oh... cierto, perdóname —Hope Spell sacudió la cabeza—. Es la primera vez que salgo de Equestria y me cuesta adaptarme. ¿Debería llamarte druida, entonces?
—No —Asunrix sonrió, comprensivo—, ya que no compartes mi cultura. Puedes llamarme por mi nombre si lo deseas, maestro de la magia. Vamos al bosque de la sabiduría, allí podrás encontrar a quien necesitas ver.

Hope Spell dedujo que su acompañante se refería a la biblioteca, o quizá la universidad de Lutnia. La ciudad se hallaba en plena actividad, aunque era una actividad diferente a la de las ciudades poni: en Cérvidas no existía el comercio intraurbano como tal, ya que los ciervos no requerían de dinero para obtener lo más básico para vivir, como comida y un techo. Si bien era posible encontrar comerciantes, estos dedicaban sus negocios a atender a viajeros extranjeros y a conseguir mercaderías internacionales.

El unicornio, a pesar de que había estudiado la cultura de Cérvidas durante su viaje, tenía serias dificultades para entender que el trabajo fuera algo opcional para un ciervo. Los que trabajaban lo hacían por amor a la profesión en si y, a diferencia de los ponis, era una decisión que tomaban tras toda una vida de estudio y búsqueda interior. Los ciervos no obtenían Cutie Marks como los ponis, sino que se tatuaban una serie de símbolos druídicos a lo largo de sus flancos y lomo, los cuales les identificaban como un maestro de su profesión: Maestros cultivadores, artesanos, druidas, estudiosos, guerreros... Y, aunque Hope no podía leer sus símbolos o comprender su significado, Asunrix le había explicado que él era un guerrero druida: un mago de la naturaleza que dedicaba sus artes a proteger a los suyos.

A decir verdad, el unicornio se sorprendía por lo poco concurridas que estaban las calles. A pesar de la gran extensión de terreno que cubría, la población de Cérvidas era mucho menor que la de sus naciones vecinas. Aún así, eran una nación extremadamente próspera y rica, cuyas rutas comerciales eran especialmente fructíferas con Cebrania, ya que las cebras apreciaban los productos naturales y druídicos que los ciervos producían.

Probablemente, el principal secreto por el que Cérvidas prosperaba con tanto éxito residía en su propia cultura: Al no ser necesario trabajar para vivir, los ciervos que sí lo hacían realizaban su labor con una pasión admirable. Sus artesanos eran excepcionales, creando fantásticas obras de arte y útiles utensilios para todo tipo de profesiones. Los que dedicaban su vida a la protección de sus semejantes se contaban entre los mejores guerreros del mundo que, unidos a la conexión natural de los ciervos con la naturaleza, hacía que las naciones vecinas se lo pensaran dos veces antes de iniciar hostilidades con Cérvidas. Los estudiantes de las ciencias, tanto mundanas como arcanas, realizaban grandes descubrimientos que, en pocos años, eran impartidos en las universidades de Equestria. Y aquellos que dedicaban su vida a fortalecer su conexión con el mundo se convertían en los maestros de la naturaleza: los druidas.

—Asunrix, si me permites la pregunta, ¿cómo funciona la magia de los druidas? —preguntó Hope Spell—. Sé que sois reservados con vuestros secretos, si no quieres responderme no importa.

El ciervo rió en voz baja.

—Tu excesivo temor a decir algo inapropiado es gracioso —bromeó—. Que no desee compartir los secretos de los druidas no significa que no pueda hablarte sobre nuestra magia. Quizá tú podrías, a cambio, hablarme de la magia de los ponis.
—Ah, vale —rió Hope un poco avergonzado—. Genial, entonces.

Asunrix guió al unicornio hasta una esquina en la cual había un árbol vivienda que, si bien aún no podía albergar ni siquiera a un ciervo en su interior, tenía ya un tamaño considerable.

—Dime, maestro de la magia, ¿qué es lo que ves?
—Veo... un árbol. Parece joven.
—¿Y qué más puedes ver?

Hope Spell analizó la zona, ¿a qué se refería Asunrix? Solo veía tierra, algo de hierba y otras plantitas. Tras unos segundos de silencio, el ciervo se agachó y golpeó el tronco. A través de varios agujeros surgieron decenas de insectos que corrieron sobre la corteza. Con la pezuña siguió a un escarabajo hasta que este se escondió entre las raíces, momento en el que Asunrix metió la pata en el mismo sitio y, al poco, la sacó sosteniendo delicadamente a un ratón que se estaba comiendo el mismo escarabajo.

—Un poni, normalmente, te dirá que ve “un árbol”, “un animal” o “una tormenta”. Los ciervos, maestro de la magia, vemos ramificaciones del gran espíritu que nos envuelve a todos. Lo aceptamos, lo escuchamos y le hablamos. Tú lo llamas magia, pero nosotros lo llamamos “Undeb â Nartur”. En tu idioma el concepto más similar es “gaia”.
—Escuché que los druidas son capaces de curar y controlar las fuerzas de los elementos, ¿es cierto?
—Lo es. Cuando curamos a un ser herido solo guiamos su naturaleza para que lo haga por si misma. Y, a fin de cuentas, una tormenta no es más que una manifestación de Gaia. ¿Qué me dices de vosotros, maestro de la magia?

Hope Spell sonrió, ya que se le hacía raro que se dirigiera a él como “maestro” cuando no era más que un estudiante de historia y magia antigua. Aunque algo de magia sí que sabía.

—Todos los ponis tenemos magia de forma natural. Los ponis de tierra son afines a las cosas de la tierra y las cosas que crecen, como las plantas. Los pegasos pueden mover las nubes con su cuerpo y provocar lluvia y vientos. Y los unicornios... bueno.

El cuerno del unicornio se cubrió por un aura verdosa, la cual rodeó también una pequeña piedra que levitó hasta situarse frente a Asunrix.

—Los unicornios podemos alterar la magia a voluntad. Este conjuro lo puede realizar cualquier unicornio. Pero, a base de estudio y años de práctica, un mago puede realizar poderosos hechizos, prácticamente cualquier cosa que puedas imaginar. Limitado, claro está, a la capacidad mágica del mago que lo realice.
—¿Existen distintos tipos de magia poni? —preguntó Asunrix.
—Sí, así es. Nosotros dividimos la magia por escuelas según los efectos que provoque. Por ejemplo, la Transfiguración se especializa en alterar la forma de las cosas; el Elementalismo en el control del fuego, el aire, el agua y la tierra; la Magia Arcana se basa en complejos rituales mágicos... y hay un largo etcétera.
—¿De qué tipo de magia eres tú un maestro?
—¡Estoy muy lejos de ser un maestro! —rió—. Hace un par de años empecé a estudiar la magia blanca: el arte de repeler espíritus malvados, sanar a los heridos, eliminar maldiciones... Vamos, un tipo de magia que, hace siglos, se usaba para combatir la magia negra y la nigromancia.

El ciervo se quedó pensativo durante unos segundos.

—Tenía entendido que Equestria era un reino pacífico, ¿por qué estudias magia blanca, entonces? ¿Es común que luchéis contra seres de la oscuridad?
—Lo cierto es que no es común, y por eso mi pobre padre también se pregunta por qué estudio la magia blanca —respondió Hope con un ligero toque de humor—. Sinceramente, la encuentro apasionante. Para aprender magia blanca debes estudiar acerca de espíritus, artes arcanas prohibidas, cómo la magia negra afectaba a la mente... Digamos que es una materia que estudio por amor al arte, ya que es difícil que jamás a ponerla en práctica. Y si te digo la verdad, no me gustaría tener que hacerlo.
—¿Y por qué no querrías usar una magia que te apasiona?
—Porque eso significaría que la magia negra y la nigromancia han resurgido en el mundo. Y, sinceramente, no es algo que quiera que ocurra.
—Hace poco los ponis os encontrasteis frente a un hechicero demoníaco.
—Sí, y créeme que rezo porque haya sido algo excepcional y que no vuelva a ocurrir.

Siguieron el camino hacia el bosque de la sabiduría charlando sobre distintos aspectos de la magia de cada raza y deteniéndose solo para tomar algún tentempié. Se adentraron en una zona de la ciudad poco concurrida y muy silenciosa. Los árboles tenían un diámetro enorme y crecían muy separados entre sí. Entre los mismos había pequeñas construcciones que Hope identificó como bibliotecas y centros de estudio. El sol le golpeó directamente, cegándolo durante un instante; al mirar hacia arriba vio que las copas de los árboles eran mucho menos frondosas que antes, dejando grandes claros por los que el sol iluminaba con toda su intensidad.

—Debes venir aquí por la noche. Estos árboles albergan una inmensa población de luciérnagas, sus luces son realmente hermosas. Si deseas observar las estrellas, aquel árbol tiene un observatorio en su copa abierto a todo el mundo.
—Tendré que hacerlo cuando acabe con lo que he venido a hacer. Por cierto, Asunrix, aún no sé a quién vamos a ver.
—Es una investigadora de la antigüedad que recibió una carta del profesor Pones pocos días antes de tu llegada. Me pidió que te encontrara y acogiera, ya que es una buena amiga mía.

Asunrix guió a Hope Spell hasta el interior de un gran árbol, cuyos pictogramas lo identificaban como el árbol de la sabiduría. La planta baja del mismo era una gran librería, alrededor de la cual ascendía una escalera de caracol pegada a la pared exterior del edificio. Subieron por la misma hasta el segundo piso, donde se detuvieron ante una puerta... o lo que Hope dedujo que era una puerta, pues solo veía un trozo de corteza de textura diferente al resto del árbol. Asunrix golpeó la misma y, tras unos instantes, la madera crujió ligeramente. Como si de una cortina se tratara, la puerta se retiró y se fusionó con la corteza que formaba las paredes.

Se adentraron en una gran estancia de planta irregular. Las paredes eran muy lisas y redondeadas, y a lo largo de las mismas sobresalían estantes que se hallaban repletos de libros, tomos y pergaminos. Había varias mesas y sillas, con diversos objetos de aspecto mágico y druida repartidos en su superficie.

—Sed bienvenidos, Asunrix, maestro de la guerra; y Hope Spell, maestro de la magia.

Una cierva se acercó a los recién llegados con una cálida sonrisa. Era una joven de mediana edad cuyo pelaje era del color de la tierra mojada por la lluvia, de pequeños cuernos y ojos turquesa. Sus costados estaban repletos de una serie de símbolos que, como pronto descubriría Hope Spell, la identificaban como una estudiosa de la magia druídica. Hope, aunque no se sentía atraído por los ciervos, reconoció que era una hembra muy hermosa.

—Sinveria, es un honor que me recibas en tu hogar —respondió Asunrix.
—Lo mismo digo, es un honor... espera, ¿Sinveria?
—¿Oh? Parece que reconoces mi nombre, maestro de la magia.
—¡Claro! —respondió Hope entusiasmado—. ¡Usted es la investigadora mágica Sinveria! Leí su tratado “Interrelación espiritual con la magia poni”. ¡Apasionante! Sus estudios sobre el uso de la magia para guiar la sanación espiritual de un ser traumatizado es sencillamente brillante. Es un honor conocerla, maestra.... ¿investigadora?

Sinveria rió cálidamente, mientras invitaba a Hope y Asunrix a seguirla al interior.

—Maestra investigadora es correcto, pero puedes dirigirte por mi nombre, maestro de la magia. No es necesario que adoptes unas costumbres que no te son propias. ¿Puedo serviros una infusión?

Poco después, los tres se sentaron en torno a una mesa. Sinveria sirvió infusiones para todo el mundo y una bandeja de dulces hechos con distintas hierbas sin cocinar. A Hope Spell, acostumbrado a los dulcísimos postres de Equestria, le supieron algo sosos.

—¿Cómo se encuentra el profesor Pones? —pregunto la cierva—. Hace muchos años que no lo veo, aunque mantenemos el contacto.
—Sinceramente, no tengo relación con él más allá de maestro-alumno. Pero creo que está bien, últimamente sale mucho en los periódicos debido a su hija, Aitana.
—Ah, sí, la cazadora de demonios —comentó Asunrix—. Hasta aquí llegaron las noticias de la liberación y destrucción de Manresht. ¿De verdad se enfrentó cara a cara contra él, sin magia?
—Lo hizo —afirmó Hope—. Lo vi desde un edificio cercano: avanzó frente a él y lo provocó para que los guardias hicieran un círculo de aislamiento. Sabía exactamente cómo combatirlo.
—Después de liberar a ese maestro de los demonios en una ciudad... Creo que esa yegua causará problemas allá donde vaya.

Hope ahogó el incómodo silencio con un trago de té: sabía bien que Aitana llegaría en una semana a la ciudad. Esperaba, de verdad, que todo esto se solventara con una simple investigación arqueológica y nada más. Sinveria se adelantó, viendo la reacción del unicornio, y cambió de tema.

—Entonces, ¿qué te ha traído aquí, maestro de la magia? El profesor Pones solo dijo que necesitaba ayuda para traducir algo, pero no me dio más detalles.

El unicornio vació una de sus alforjas con su magia, sacando varios libros y pergaminos. Cuando estuvo vacía, le dio la vuelta y descubrió un segundo bolsillo escondido. Lo abrió y del mismo sacó un nuevo pergamino, extremadamente antiguo, protegido por un bloque de cristal. Hope conjuró una vez más y el bloque se iluminó, abriéndose y liberando su contenido.

—Encontramos este pergamino en el imperio de cristal. Son pictogramas ciervo, pero no hemos logrado traducir más que alguna palabra suelta.

Sinveria tomó el documento y lo desplegó sobre la mesa. La sorpresa y la incredulidad pugnaron por tomar su rostro al instante, y levantó la cabeza mirando fijamente a Hope.

—No es posible. Este escrito tiene más de mil años de antigüedad, pero el pergamino está demasiado bien conservado.
—Fue encontrado en el Imperio de Cristal; esa ciudad ha saltado más de mil años en el tiempo. Para los habitantes de la misma, hace un mes el rey Sombra todavía les oprimía; para el resto del mundo, eso ocurrió hace un milenio.

La cierva leyó poco a poco el escrito, recorriendo el mismo con la pezuña.

—Entiendo. No me sorprende que no pudierais traducirlo: está protegido por un conjuro druídico que convierte el escrito en algo ininteligible. Si habéis traducido algunas palabras es porque el tiempo ha destruido parte del hechizo original.
—¿Puedes traducirlo? ¿O anular el hechizo?
—Tendré que pedir ayuda a los maestros druidas. Solo ellos contienen la clave para deshacerlo.
—Sinveria, ¿de verdad vas a hacer eso?

Hope y la cierva miraron a Asunrix, que parecía molesto.

—Si los antiguos druidas protegieron ese documento debió ser por un motivo. ¿Piensas traducirlo y entregar sus secretos a los ponis?
—Normalmente no lo haría, pero...
—¿Pero qué?

Asunrix y Sinveria siguieron hablando durante un rato en ciervo. Hope no puedo entender nada de lo que decían, pero era fácil deducir que estaban discutiendo.

—Es el profesor Pones, Asunrix. Esto va más allá de lo que puedes ver.
—Sigue siendo un poni, un arqueólogo que no duda en expoliar a los muertos para ganar reconocimiento.
—Te equivocas
—respondió Sinveria—, Pones no es así.
—No lo entiendo, Sinveria. ¿Qué piensas de ese poni? Varias veces has mencionado su nombre, y es evidente que lo respetas. ¿Por qué?
—Hace años hizo algo muy bueno por mi, algo que no puedo contar.
—¿Y qué puede ser que tengas que guardar el secreto incluso de mi? A veces parece que sintieras atracción por el profesor Pones.

—Basta.

La ciervo dijo eso último en poni, con clara intención de que Hope Spell también la entendiera.

—Soy una maestra investigadora reconocida por el Círculo, y no voy a consentir que me ofendas en mi casa, Asunrix, aún con la amistad que nos une. Tengo en cuenta tu opinión, y por respeto a tu lealtad con nuestra nación, estudiaré bien las implicaciones del documento antes de decidir entregarlo a los ponis. Por favor, vuelve más tarde.

Tras unos instantes, Asunrix se levantó y se dirigió a la puerta. Hope Spell, sin saber cómo actuar, se dispuso a seguirle, pero un gesto de Sinveria le hizo quedarse en su sitio.

—Quédate, maestro de la magia, pues necesitaré tu conocimiento —la investigadora ciervo esperó a que Asunrix abandonara la sala antes de continuar—. Por favor, cuéntame todo lo que sepas sobre este documento.
—Este... claro —respondió el unicornio—. Se encontró entre varios pergaminos que se relacionaban con la leyenda Germarena del Weischtmann. Hace algunas semanas hubo un robo en el depósito de la biblioteca del Imperio de Cristal y desaparecieron bastante de estos documentos.
—¿Puedes darme más detalles del robo, maestro de la magia?

Hope se sorprendió por aquella pregunta, ¿Qué interés podía tener una investigadora de la magia en un robo que ocurrió a miles de kilómetros de Lutnia?

—No estuve ahí, pero me contaron que los dos bibliotecarios que custodiaban el depósito fueron encontrados dormidos. Al parecer no recordaban nada, por lo que suponemos que alguien usó un hechizo de dormir sobre ellos.
—¿Se sabe de qué raza era el ladrón?
—No del todo. La guardia de cristal encontró varias huellas de pezuñas, por lo que se descarta que fuera un grifo o un lobo. Además, últimamente el Imperio de Cristal es un hervidero de criminalidad.
—¿Criminales? —interrumpió Sinveria—. Me resulta extraño. Los ponis son seres pacíficos y amistosos, ¿por qué iban a actuar así?
—Bueno... no lo sé muy bien —respondió Hope Spell—. Se dice que hay grupos de grifos y ponis de todas las razas asaltando y robando a los más desfavorecidos. Además, el Imperio de Cristal ha salido de una gran dictadura, supongo que hay ponis que todavía deben estar confundidos por lo ocurrido. Oh, y luego están las revueltas causadas por las casas nobles.

Sinveria no dijo nada, pero sirvió en silencio otra taza de té, invitando a Hope a explicar eso último. El unicornio la tomó gustosamente y siguió relatando.

—Verá usted, hay más o menos una docena de casas nobles antiguas en el Imperio de Cristal. Durante la dictadura de Sombra muchas fueron diezmadas, y otras sobrevivieron. Ahora mismo hay un cruce de acusaciones entre cuáles apoyaron al Rey Sombra y cuáles no, además de muchos ponis que han surgido de la nada asegurando que son miembros de casas de las que nadie ha oído jamás hablar. Esto ha causado disturbios y choques de lealtades. Por suerte, la mayor parte de la guardia apoya la corona de Mi Amore de Cadenza y Shining Armor.

La ciervo se levantó y se dirigió a una estantería cercana, donde empezó a rebuscar algún libro mientras hablaba.

—Entiendo que el profesor acuda a mi. Parece evidente que hay más en juego que una simple investigación arqueológica.
—¿Qué quiere decir, Sinveria?

La ciervo sacó finalmente un gran tomo, abrió una página aparentemente al azar y la leyó en su idioma natal. Hope sintió el especial cosquilleo de la magia druídica en la base de su cuerno y, de pronto, se escuchó un ruido. Era como si toda la estructura del árbol estuviera cambiando, pero en realidad seguía inmóvil. Si una Sequoia pudiera hablar, ese ruido sería su voz. Finalmente, el silencio volvió a reinar en la habitación.

—Hope, ¿te ha seguido alguien? —preguntó Sinveria cerrando el libro.
—No, nadie me ha seguido —respondió él, sorprendido al entender que lo que había oído era un hechizo de defensa del hogar—. El profesor Pones no me dio ni media hora para embarcar, a duras penas pude coger las cosas.
—El profesor Pones es precavido. Sin embargo, hay muy pocos ponis en Lutnia, seguirle la pista a uno es muy fácil.
—Sinveria, espero que no se ofenda usted por lo que voy a decir, pero... ¿No está siendo un poquito paranoica?

La ciervo miró a Hope con la misma expresión que usaría para reprochar a un cervatillo incapaz de comprender que pisar un árbol joven hacía mucho daño a Gaia.

—No. Eres demasiado joven para entenderlo, Hope Spell, pero aprende esto: Los auténticos arqueólogos, aquellos que investigan cara a cara la antigüedad, jamás son demasiado precavidos.

Hope se quedó pasmado mientras observaba a Sinveria trabajar. Alguien le había explicado bastante mal lo que era un arqueólogo, por lo visto.

**·-----·-----·-----**


Asunrix, varias horas después de que Sinveria le invitara a dejarla sola con Hope Spell, caminaba por las calles de Lutnia de regreso a su casa. Había pasado parte de la mañana entrenando con otros guerreros druida y estaba algo cansado. En los campos de entrenamiento el follaje era poco espeso, y el calor del sol primaveral no daba tregua. Por contra, el centro de la ciudad siempre mantenía una temperatura agradable, incluso algo fría para su gusto, lo cual agradecía.

Pero su mente estaba en otro lugar, pues no dejaba de darle vueltas a la decisión de su amiga de entregar conocimiento druídico a los ponis; la respetaba, y sabía que debía haber una razón para hacer eso. Pero no podía entender los motivos, y menos aún por qué se negaba a contarle nada concreto sobre el profesor Pones, y eso hacía que su espíritu protector le gritara que algo iba mal. ¿Había traído ese unicornio algo que pudiera ser un peligro para Cérvidas?

Subió a su casa y, con una simple orden mental, la parte de corteza que servía como puerta se abrió ante él. El árbol, reconociendo a su morador habitual, apartó parte de su follaje para dejar pasar la luz del sol. El interior estaba perfectamente organizado por secciones: al fondo se encontraba la pared donde guardaba su armadura en caso de necesitarla, así como una lanza que se asía a un arnés similar al utilizado por los soldados poni. En un escritorio tenía desplegados varios mapas de cérvidas en los que marcaba, de una forma que solo él entendía, los últimos informes fronterizos.

Se escuchó una lechuza ulular. Asunrix observó a la misma entrar a través de una ventana y depositar un pergamino en la mesa antes de salir. El ciervo sabía bien que el animal había esperado a su llegada para entregarle directamente los informes del día. Desenrolló el pergamino y lo leyó rápidamente, anotando cosas en el mapa a medida que leía en voz baja.

—Una familia de dragones cerca de Bathelda... Una manada de chacales al este de Lutnia... Sin cambios en las patrullas grifo...

Pasó varios minutos así cuando sintió un estremecimiento en el espíritu del árbol que le daba cobijo. Alzó la vista y miró alrededor, aparentemente todo seguía igual. Pero los pájaros que habitaban el árbol guardaban silencio, y el aire se había enrarecido. Se levantó y caminó hacia el soporte de armas para recoger su lanza; el sonido de sus pasos era muy intenso por el contraste con el denso silencio. El espíritu de Gaia que habitaba el árbol se agitaba inquieto, pues algo se acercaba. Asiendo su lanza, Asunrix se tornó, escudriñando cada rincón de la casa. Notaba una presencia, un peligro inminente. Abrió la boca y gritó “Quién anda ahí”, pero de su garganta solo surgió silencio. Su corazón empezó a latir con fuerza. Golpeó la lanza contra el suelo, pero no produjo ningún sonido, pues habían conjurado una zona de silencio. Magia poni. Iba a invocar su alianza con la naturaleza cuando sintió un resplandor a su espalda. Se giró rápidamente, alzando su lanza para atravesar a quien le estaba atacando, pero antes de llegar a ejecutar su plan escuchó una voz que resonó en su mente.

—Quieto.

Y Asunrix, sin entender por qué, obedeció. La voz era oscura, penetrante e inevitable, y tocaba una fibra de su voluntad que no comprendía. Frente a él había un unicornio que se hallaba en las puertas de la ancianidad, de pelaje rojo oscuro y crines del color de la ceniza. Su Cutie Mark era una marioneta de un poni. Su cuerno brillaba con un aura purpúrea, y a medida que lo hacía la vista de Asunrix se fue desvaneciendo.

Sharp Mind observó como una estela violeta surgía y crecía cada vez con más fuerza de los ojos del guerrero druida, y el blanco de los mismos se tornó completamente verde. Asunrix se quedó inerte, quieto en la misma posición como un pelele. El unicornio sonrió y deshizo el área de silencio.

—Baja el arma —el ciervo obedeció—. Anoche recibiste un poni, lo acogiste en tu hogar. ¿Quién era y qué ha venido a hacer?
—Se llama Hope Spell —respondió Asunrix con una voz carente de toda emoción—, vino a traducir un pergamino antiguo.
—Explícame todo lo que sepas.

Asunrix empezó a narrar desde el momento en que Sinveria le pidió que recibiera a Hope en el puerto. Y, a medida que hablaba, la sonrisa de Sharp Mind se acrecentaba más. Aitana Pones estaba tras la pista del Weischtmann. Habían mordido el anzuelo.

Y, sobre todo, descubrió una nueva pieza en el tablero de sus planes: el profesor Pones. Pieza que, en su debido momento, debería ser eliminada, pero todavía no. Ahora, Sharp Mind solo tenía que seguir el sedal.


Capítulo 2: "Magos y druidas"


Capítulo 3: "Portadora de la muerte"


Capítulo 4: "Dawn Hope"


Capítulo 5: "Planes de un mago negro"


Capítulo 6: "Los guardianes de Gaia"


Capítulo 7: "El fin de la pesadilla"


Capítulo 8: "El cazador"


Capítulo 9: "Lecciones del pasado"


Capítulo 10: "Cazadores rastreados"


Capítulo 11: "Night Shield"


Capítulo 12: "Un hombro amigo"


Capítulo 13: "Los Arqueólogos", parte 1


Capítulo 14: "La caza"


Capítulo 15: "Hope Spell"


Capítulo 16: "Sospecha y familia"
Spoiler:
http://www.spaniardhooves.com/foro/viewtopic.php?f=11&t=4573&p=309467#p309467


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Última edición por Volgrand el 12 Mar 2016, 01:04, editado 22 veces en total.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura] [horror]

Mensaje por agustin47 » 08 Ago 2014, 05:00

Mi review es super corta y casi un halago. Como siempre, me encanta. Llevó ofertandote mi amor incondicional durante mucho tiempo, no creo que tengs que hacerlo más, y puedo darte uvas en tu diván, pero no soy una bella dama, por muy largo que tenga el pelo. Como siempre un placer leerte.
Los milagros no son gratuitos.

La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura] [horror]

Mensaje por McDohl » 08 Ago 2014, 17:50

Ya está aquí, ya llegó; el fin de Aitana Pones :D

Aunque me repita, ratifico que me encanta como describes las nuevas razas que aparecen, así como su cultura, sus costumbres y sus relaciones sociales. Difícilmente encuentro fics con tanta riqueza cultural y en esta nueva entrega, en Cérvidas esta vez, lo vuelves a demostrar.

Hope Spell tiene pinta de que va a ser un compañero de viaje interesante. Ahora a esperar con ansia la llegada de Aitana (y lo que suele traer consigo :sisi1: ).
McDohl
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura] [horror]

Mensaje por Volgrand » 08 Ago 2014, 17:59

[quote="McDohl";p=201078]Ya está aquí, ya llegó; el fin de Aitana Pones :D

Aunque me repita, ratifico que me encanta como describes las nuevas razas que aparecen, así como su cultura, sus costumbres y sus relaciones sociales. Difícilmente encuentro fics con tanta riqueza cultural y en esta nueva entrega, en Cérvidas esta vez, lo vuelves a demostrar.

Hope Spell tiene pinta de que va a ser un compañero de viaje interesante. Ahora a esperar con ansia la llegada de Aitana (y lo que suele traer consigo :sisi1: ).


Sep, gracias. Creo que Hope y Aitana tendrán unos choques de personalidad interesantes.

------Siguiente mensaje escrito en: 08 Ago 2014, 18:00 . Beep!------

[quote="agustin47";p=200977]Mi review es super corta y casi un halago. Como siempre, me encanta. Llevó ofertandote mi amor incondicional durante mucho tiempo, no creo que tengs que hacerlo más, y puedo darte uvas en tu diván, pero no soy una bella dama, por muy largo que tenga el pelo. Como siempre un placer leerte.


Yo también te quiero, Agustin47. Pero deja lo de las uvas, seguro que se ofrece alguna de las bellas pegasisters de esta comunidad :D (¿alguna voluntaria :P).
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura] [horror]

Mensaje por horwaith » 08 Ago 2014, 23:17

[quote="Volgrand";p=201081][quote="McDohl";p=201078]Ya está aquí, ya llegó; el fin de Aitana Pones :D

Aunque me repita, ratifico que me encanta como describes las nuevas razas que aparecen, así como su cultura, sus costumbres y sus relaciones sociales. Difícilmente encuentro fics con tanta riqueza cultural y en esta nueva entrega, en Cérvidas esta vez, lo vuelves a demostrar.

Hope Spell tiene pinta de que va a ser un compañero de viaje interesante. Ahora a esperar con ansia la llegada de Aitana (y lo que suele traer consigo :sisi1: ).


Sep, gracias. Creo que Hope y Aitana tendrán unos choques de personalidad interesantes.

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[quote="agustin47";p=200977]Mi review es super corta y casi un halago. Como siempre, me encanta. Llevó ofertandote mi amor incondicional durante mucho tiempo, no creo que tengs que hacerlo más, y puedo darte uvas en tu diván, pero no soy una bella dama, por muy largo que tenga el pelo. Como siempre un placer leerte.


Yo también te quiero, Agustin47. Pero deja lo de las uvas, seguro que se ofrece alguna de las bellas pegasisters de esta comunidad :D (¿alguna voluntaria :P).

solo por eso debería no hacerlo y me encantan todos los personajes que has introducido en este capítulo. Bueno, ya que estoy y tengo tiempo, ya te doy las uvas que ha dado Agustin47 en ese diván xD

Si quieres saber la historia de este personaje, pulsa aqui
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura] [horror]

Mensaje por Nima » 12 Ago 2014, 21:15

¿Verdes o moradas? xD Qué más decirte que no te hayan dicho, este capítulo me ha encantado, y ambientas muy bien los escenarios. Después de haber leído toda la primera parte y este capítulo de la segunda, sólo puedo decirte: Eres el Tolkien de los fanfics en español.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura] [horror]

Mensaje por Volgrand » 16 Ago 2014, 03:19

Capítulo 2: Magos y druidas

Spoiler:
Con el transcurso del día los colores de Lutnia fueron cambiando. El follaje que cubría la totalidad de la misma pasó de mostrar vivos colores verdes a un reposado tono anaranjado cuando la luz del atardecer lo iluminó. La actividad de los ciervos no redujo su calmado ritmo, pero sí que fue cambiando en su naturaleza. Con el menguar de la luz los comerciantes, escolares y artesanos fueron recogiéndose en sus respectivos hogares. Los ciervos jóvenes, y algún ocasional visitante de otras razas, acudieron a lugares de reunión cuyo nombre, traducido al idioma poni, era “taberna”, a pesar de que su concepto distaba mucho del Equestriano.

Cuando los últimos rayos del astro rey murieron tras el horizonte la ciudad ciervo se iluminó por una claridad que provenía de los propios árboles que formaban sus calles y edificios; casi todos ellos emitían un ligero resplandor cuyo tono variaba entre verde y anaranjado, iluminando Lutnia con unos agradables tonos verdes y anaranjados.

Fue por ello por lo que Hope Spell no se percató de la llegada de la noche hasta bastante después de la puerta del sol. Al mirar al exterior observó que el Bosque de la Sabiduría se hallaba casi en la completa oscuridad, solo combatida por el resplandor de las ventanas donde estudiosos como él y Sinveria se hallaban en plena faena.

—¡Ostras, se ha hecho de noche! Ni me había dado cuenta —el unicornio miró a su alrededor, confundido—. ¿De dónde sale esta luz?
—Es el espíritu de Gaia, maestro de la magia. ¿No te lo enseñó anoche Asunrix?
—Sinceramente, estaba tan cansado del viaje que ni lo noté. Veo que toda la ciudad está iluminada menos esta zona.
—Es normal, maestro de la magia. En el Bosque de la Sabiduría se hallan los principales observatorios de Cérvidas. Mantener una amplia área de oscuridad ayuda a los astrónomos en sus observaciones.

Hope asintió, y entonces recordó lo que le había dicho Asunrix. Se asomó bien a la ventana, miró hacia arriba y lo que vio le dejó boquiabierto: Las copas de los árboles se hallaban iluminadas por miles de puntitos luminosos que se movían lentamente; algunos de estos eran más intensos que otros, pero observando atentamente descubrió que en realidad se trataban de congregaciones de luces más pequeñas. Todas ellas formaban un ambiente mágico, como observar una galaxia en constante evolución. El unicornio miró alrededor, dándose cuenta del silencio que reinaba en el lugar. Siendo franco, se podían escuchar algunos ruidos provenientes de la zona residencial de Lutnia, pero aparte de eso la calma era completa. Sin embargo, el silencio no era tal, pues lo grillos cantaban desde las raíces de los árboles, aunque su cantar estaba tan en armonía con el ambiente que Hope Spell lo había ignorado al principio.

—Por Celestia...
—Es hermoso, ¿verdad? —sonrió Sinveria poniéndose junto a Hope—. El Bosque de la Sabiduría se ha conservado alterando lo mínimo el bosque original; los druidas estudian aquí la naturaleza y se comunican con el espíritu de Gaia. Si miras alrededor, Maestro de la magia, verás zorros, alces, ratones y otros animales; las actividades de nuestras razas los asustan, por lo que evitan el centro de la ciudad, mas acuden a este lugar sin más temor que el de ser cazados por sus depredadores naturales.

Guardaron silencio por largo rato, disfrutando ambos de la paz que ofrecía la noche en el bosque. El viento era fresco, a pesar de ser verano, y entre las copas de los árboles se podía apreciar un cielo completamente despejado, mostrando una Luna a pocos días de alcanzar su plenitud.

—El pergamino que me trajiste parece hablar de algún tipo de ritual. Sin embargo todavía necesito trabajar para tener una traducción completa.
—¿Qué necesitas para ello? —preguntó Hope. No sabía cuándo había empezado a tutear a Sinveria.
—Envié un mensaje a los maestros druidas —explicó la cierva—, pidiéndoles la clave para deshacer el hechizo protector.
—No acabo de comprender ese concepto, Sinveria. ¿Qué clave?
—La magia druídica rápida se basa en la comunicación mental con Gaia —explicó ella—. Sin embargo, los hechizos más complejos requieren ser escritos y pronunciados en el antiguo idioma de mi raza. La clave que me enviarán me permitirá escribir un contrahechizo.
—¿Escribirlo? Espera, eso significa que cualquiera, sea ciervo o no, podría usar la magia druídica, ¿no?

Sinveria sonrió y cerró los ojos, negando con la cabeza.

—No. Se ha intentado antes, pero la magia druídica es intrínseca de los ciervos. Solo algunos elementos excepcionales de otras razas han podido alcanzar siquiera la superficie del espíritu de Gaia. Las Cebras son la raza que más druidas, después de nosotros, han tenido. No se sabe de ningún druida lobo, y respecto a los ponis... bueno, normalmente es complejo que lo entiendan.
—¿El qué?

Hope Spell se hallaba fascinado. A pesar de que había estudiado a fondo todos los tomos que encontró sobre la cultura de Cérvidas, jamás habría aprendido tanto como lo estaba haciendo en una sola tarde con Sinveria. Esta última siguió explicando.

—La magia intrínseca de los ponis funciona... porque sí. Tú, maestro de la magia, sabes que si lo deseas vas a realizar un conjuro, y no necesitas preguntarte por qué ocurre. Los ciervos, por contra, sabemos que nuestra magia proviene de la unión con la naturaleza; nosotros le pedimos a Gaia su ayuda, y esta nos la provee si somos dignos de ella.
—¿Entonces, cómo es que la magia poni puede afectar a la magia ciervo, Sinveria?
—Verás, si leíste mi tratado “Interrelación espiritual con la magia poni” ya conoces gran parte de mis investigaciones...

El tiempo fue pasando a medida que Hope Spell y Sinveria debatían sobre distintos aspectos de la magia poni y druida. La luna se alzó en todo su esplendor, creando halos de luminosidad entre las copas de los árboles. En ese tiempo Hope pudo apreciar el vuelo de algunos búhos y el rápido aleteo de los murciélagos cuando se lanzaban a cazar insectos. En Equestria se solía temer a estos seres de la noche pero, estando ahí, Hope se preguntaba por qué alguna vez llegó a temerlos.

Sinveria alzó la cabeza de pronto, algo tensa, y se alejó de la ventana mirando a la entrada. Hope la siguió con la mirada sin comprender qué pasaba. Antes de que llegara a preguntar al respecto alguien llamó a la puerta. La ciervo, seria, se puso frente a la misma antes de abrirla mediante su magia. Al otro lado se hallaba un ciervo de gran tamaño y cornamenta que ambos conocían bien. Asunrix accedió al interior de la sala, pero se quedó justo frente a en el linde de la entrada, mirando a Sinveria. Hope no entendía bien el motivo de la tensión que notaba entre ambos, ¿qué estaba pasando?

Pero había algo más: Hope Spell sentía que algo iba mal, más allá de la aparente tensión entre los dos amigos. ¿Pero qué era? ¿Por qué tenía la sensación de estar en peligro? Asunrix dio un paso al frente y, sorprendentemente, hincó una pata delantera en el suelo y se inclinó ante Sinveria.

—Maestra investigadora Sinveria, te pido perdón por mi comportamiento esta mañana —expuso en equestriano—. No hay justificación posible ante las palabras y las formas con las que me dirigí a ti.

Sinveria cambió su semblante al instante, esbozando una expresión de alivio y alegría en su rostro.

—Maestro de la Guerra Asunrix, acepto tus disculpas y entiendo que tus palabras fueron motivadas por tu lealtad a nuestra nación. Espero dejar esto atrás y poder volver a dirigirme a ti simplemente como “Asunrix”.

El guerrero druida se levantó y miró a su amiga con una sonrisa. Ambos ciervos hicieron una ligera reverencia, saludándose como amigos y dejando atrás aquella discusión. Hope Spell se relajó y sonrió también, convencido de que lo que había sentido antes era producto de la tensión que se respiraba en el ambiente hacía un momento. Sinveria se tornó hacia Hope.

—Maestro de la magia, tu ayuda ha sido grande, pero creo que ya hemos trabajado bastante por hoy, deberíamos descansar. ¿Por qué no visitas las tabernas de la ciudad? Podrías encontrar en ellas ciervos de tu edad, sin duda te será gratificante.
—Si lo deseas te puedo indicar una cercana a mi casa, así podrás regresar cuando te plazca —ofreció Asunrix.
—La verdad es que sí que me gustaría probar algo de comida y bebida típica de Cérvidas.

Hope y Asunrix se despidieron de Sinveria y abandonaron el edificio. La investigadora observó por la ventana cómo estos se alejaban y, una vez se adentraron en las calles de la ciudad, miró alrededor. Con la boca emitió un largo silbido, casi imperceptible, y regresó al interior de su casa. Unos segundos después se escuchó un aleteo que precedió a media docena de búhos y lechuzas. La puerta de la sala se abrió dejando paso a dos zorros que se sentaron ante la cierva, la cual observó a todos los animales reunidos.

Guardad el árbol, amigos —solicitó en su idioma natal—. Nadie debería venir esta noche, avisadme si ocurre.

Un búho emitió un particular ulular y miró durante unos largos segundos a Sinveria. Esta respondió:

No lo sé, pero podría traer la muerte a muchos.

Los animales se giraron y salieron del edificio para vigilar los alrededores del mismo. Sinveria volvió a su estudio, con el semblante serio, y leyó lo poco que se podía entender del pergamino. “Sello”, “Ritual”, “señor del dolor”, “energía”. Pasó la pezuña por el mismo, deseando poder desencriptarlo para leerlo completamente.

—¿Qué es lo que has encontrado, amigo mío?

Conocía bien al profesor Pones, de casi toda la vida, y sabía bien los riesgos que llegaba a asumir. Si le había enviado a ella ese documento es porque necesitaba que se tradujera rápida y disimuladamente, y si así era podría haber mucha gente en peligro.

Como aquella vez...

Sinveria cerró los ojos durante unos segundos, rememorando hechos que se remontaban a sus tiempos como cervatilla.

Sus padres le habían dicho que se escondiera y no hiciera ruido. Sabía que ellos debían proteger el pueblo, era su deber. En el exterior se oía el ruido de combate, los rugidos de los animales, y... el dolor, el dolor de Gaia. También el terror que atenazaba su estómago y voluntad, haciendo que solo pudiera pensar en esconderse bajo las sábanas de su cama, rezando porque estas la protegieran del mal que estaba atacando su ciudad.¿Por qué les atacaban? Era incapaz de entender un motivo para causar tanta muerte, tanta destrucción.

El ruido se hacía cada vez más fuerte, el resplandor del fuego a través de la ventana crecía segundo a segundo, y de pronto la puerta se abrió. Apareció una cierva, una guerrera, jadeando y con el pelaje ennegrecido por las llamas.

—¿Mamá? ¿Qué pasa?
—¡Sinveria, vamos, tenemos que huir!

Sin preguntar la cervatilla corrió junto a su madre. Salieron a las calles del pueblo; el fuego estaba por todas partes. Los árboles ardían y Gaia chillaba. La pequeña ahogó un hipido, y su madre la guió en una precipitada carrera. Cientos de ciervos huían por las calles, histéricos, pero manteniendo una organización en su huida, pues todos conocían la mejor ruta de escape. Siguieron el camino durante lo que pareció un instante para la pequeña cuando, en una calle lateral, se vio un gran resplandor seguido de un gran rugido.

Sinveria se giró a tiempo para ver una monstruosidad dirigirse hacia ella. El terror distorsionó la imagen de sus recuerdos, pero recordaba muchos de sus detalles: era más grande que un oso, con colmillos imposibles a través de los cuales surgían grandes llamaradas. Era cuadrúpeda pero tenía dos brazos a ambos lados del torso que acababan en gigantescas garras.

La pequeña cierva sintió que la tierra bajo sus pies se combaba, formando una onda cuyo epicentro era su madre. Solo llegó a ver cómo esta lanzaba con su magia varias lanzas de piedra hacia el monstruo que cargaba contra los indefensos civiles ciervo. La onda de tierra empujó a Sinveria hacia atrás y la hizo caer lejos del peligro. Cuando logró incorporarse no vio a su madre. El monstruo estaba cubierto de sangre y los ciervos huyeron de él dispersándose en un amplio abanico. El ser se fijó en la pequeña cervatilla la cual, aterrorizada, solo pudo retroceder entre temblores por el pánico.

Súbitamente Sinveria notó un gran resplandor blanco a su espalda. Tres enormes bolas de energía pasaron junto a ella e impactaron contra el demonio. La fuerza del ataque fue tal que este tuvo que retroceder, rugiendo por la sorpresa y el dolor. Una sombra pasó volando sobre Sinveria, lanzándose directamente al combate; era una pegaso de pelaje azul marino y crines lilas. El demonio la vio y alzó sus garras, intentando ensartarla en pleno vuelo. Pero esa poni hizo una pirueta y ganó altura de un fuerte aleteo. Dejando bajo ella las garras del monstruo, giró sobre ella misma y se combó hacia atrás, trazando una parábola que acababa en la nuca del enorme demonio. Sinveria no llegó a ver lo que ocurrió, pero el monstruo cayó hacia adelante, con la pegaso fuertemente asida a su nuca, antes de que su cuerpo se consumiera en un mar de llamas. La yegua se levantó y fue entonces cuando Sinveria apreció la larga cuchilla que sobresalía de una de sus patas delanteras. El arma se plegó hacia atrás, sobresaliendo por un lado sobre el lomo de la poni.

Sinveria notó movimiento a su lado. Junto a ella había un unicornio de pelaje gris y crines negras, que portaba lo que parecía una armadura hecha de algún tipo de tela reforzada. Su cuerno y cuerpo brillaban ligeramente, y tenía varias brillantes saetas de energía orbitando a su alrededor.

—¡Night Shield! ¿Estás bien?

La pegaso voló hacia el unicornio y sonrió con un deje de prepotencia.

—¿Qué pasa? ¿Me echas un polvo y ya estás enamorado, Royal?
—Nah —sonrió él con sorna—. Es que lo hiciste fatal y no me gustaría que murieras sin aprender del maestro.
—¡Ja! —exclamó ella—. Entonces mejor que no muramos esta noche.

Hubo un estrépito cuando una gran criatura aterrizó junto a la pareja: un grifo de plumas marrones y doradas, con la cabeza blanca. En sus carras delanteras llevaba una gran ballesta, y toda una colección de pergamino asida a sus costados mediante correas.

—Los demonios se dirigen al centro, al gran árbol de la ciudad. Sea lo que sea lo que busca, está ahí.
—Vosotros dos id al árbol, yo ayudaré a evacuar a la población —dijo el unicornio.

Los otros ponis asintieron y echaron a volar, perdiéndose en la noche iluminada por las llamas que crecían cada vez más. Royal iba a correr pero entonces advirtió que la cervatilla que había salvado seguía inmóvil a su lado. Miró alrededor, buscando algún ciervo que pudiera encargarse de ella, pero al no verlo tomó la única decisión posible.

—Ven conmigo, te protegeré. No te separes de mi lado.

Sinveria corrió junto a su rescatador hacia las rutas de escape de la ciudad. Al poco encontraron frente a ellos a un grupo de guerreros druida enfrentándose a una pequeña marabunta de demonios del fuego. Sinveria se detuvo, asustada. Royal conjuró y decenas de proyectiles brillantes surgieron de su cuerno, dirigiéndose hacia los seres antinaturales que se atrevían a atacar la pequeña población.



La mente de Sinveria volvió al presente. La cierva sentía lágrimas en los ojos que secó con una pezuña. ¿Cuánto había pasado desde la noche en que perdió a sus padres? Hizo cuentas mentales para hallar la respuesta: treinta y un años. Toda una vida... y seguía recordándolo como si hubiera sido ayer. El terror de la magia demoníaca, la crueldad y la sed de sangre de los habitantes del Tártaro... Volvió a leer el pergamino, y algo tuvo muy claro: Independientemente de lo que le había prometido a Asunrix, descifraría el mensaje y se lo haría llegar al profesor Pones o a su hija.

Porque, la pura verdad, es que Asunrix era incapaz de comprender. Sencillamente no lo entendería jamás.

**·-----·-----·-----**


—Aquí es, maestro de la magia.

Asunrix había guiado a Hope Spell hasta un pequeño edificio entre dos árboles. Dentro se podía escuchar música y laúd y algunas voces charlando tranquilamente. En el interior había varias mesas hechas con piedra natural sin tallar que a hope le recordaron a grandes champiñones. Había ciervos de todas las edades sentados en torno a las mismas, al igual que alguna pareja bailando lentamente al ritmo de laúd. En general el ambiente era muy calmado, lo que hizo que el poni pensara que eso era más un salón del té que no una taberna.

—Vaya, vuestras tabernas son muy tranquilas comparadas con las de Equestria.
—Los ciervos y los ponis somos diferentes. Voy a retirarme a descansar, maestro de la magia; el árbol que me da cobijo te abrirá las puerta cuando regreses. ¿Sabrás volver?
—Sí, sabré. Gracias Asunrix, que descanses. Y por cierto, me alegro que hayáis hecho las paces tú y Sinveria.

El gran ciervo sonrió y murmuró “yo también” antes de despedirse y salir del edificio. Hope Spell se dirigió a la barra -al menos, lo que supuso que era el equivalente de barra para los ciervos, se trataba de una pared de la que los presentes obtenían bebidas. Hope vio una mesa donde había varias jarras de madera limpias, así que cogió una. Pero cuando llegó a la “barra” no supo qué hacer: solo había una pared con varios huecos.

Madad thödum jarüra chë?

Hope vio a un ciervo a su lado diciéndole algo. Hope hizo un gesto de no comprenderle, y el ciervo asintió. Tomó su jarra y la puso en uno de los huecos del árbol: automáticamente un líquido anaranjado surgió del mismo, llenándola hasta arriba. Se la volvió a entregar y se fue murmurando una despedida en su idioma.

El unicornio se sentó en una mesa a solas y probó la bebida. Le recordó a una sidra con un toque a salvia y mandarina; estaba muy buena y, sin duda, tenía algo de alcohol, pero no demasiado. Los ciervos presentes se relacionaban de forma muy cortés, sentados en mesas y charlando animadamente, aunque sin hacer excesivo ruido. No es que Hope fuera muy fiestero, pero a él le parecía que ese lugar necesitaba un poco más de marcha.

—Vaya, qué sorpresa encontrar a un congénere.

Hope se giró hacia la voz y se topó con un poni poniéndose a su lado. Era un unicornio de pelaje rojo oscuro, y sus crines canosas denotaban la avanzada edad del mismo. Hope sonrió y alzó su jarra, brindando con el recién llegado.

—Siempre es una alegría encontrar a otro poni en tierras extranjeras, supongo. No es que haya viajado mucho.
—Desde luego —dijo el anciano—. Me llamo Sharp Mind, ¿cuál es tu nombre?
—Hope Spell, encantado.
—¿Y qué haces tan lejos de Equestria, Hope Spell?
—Soy un estudiante de historia en prácticas....

**·-----·-----·-----**


En alta mar al oeste de Lutnia una embarcación surcaba las olas a toda vela. El viento le era favorable a su destino y el mar estaba en calma. A pesar de que era de noche la luna iluminaba el mar, creando la ilusión de que los marineros se hallaban sobre un infinito océano plateado. El velero navegaba sin ningún tipo de iluminación o lámparas para ayudar a los marineros a orientarse, para así evitar ser asaltados por piratas durante la travesía nocturna. Tampoco es que necesitaran referencias para desplazarse por la nave, ya que esta era como una segunda casa para ellos.

La tripulación en turno aquella noche caminaba con calma de un lado a otro, ajustando algún aparejo y haciendo pequeñas correcciones en la ruta. Los grumetes se encargaban de las tareas más pesadas como fregar la cubierta. Todo el mundo tenía una labor aquella noche menos una yegua que, apoyada en la pasarela de proa, miraba al infinito con aire mohíno. Llevaba puesto un curioso chaleco verde y un sombrero de exploradora blanco.

—El mar ayuda a encontrarse con uno mismo en noches como esta.

La yegua se giró y miró a su interlocutor alzando una ceja: un unicornio mayor de pelaje blanco. Este, al no obtener respuesta de ella tosió para romper el incómodo silencio y explicarse.

—Parece usted triste, doctora Pones.
—Te he dicho que me llames Aitana, capitán. No quiero que piensen que soy una doctora como esos estúpidos de la universidad. ¿Por qué crees que estoy triste?
—Lleva horas mirando al horizonte, Aitana.

Aitana volvió a fijar su vista en el horizonte.

—Lo que estoy es hasta los cojones —respondió apática—. Me he pasado dos meses en la cárcel leyendo literatura de mierda, y ahora que salgo me tiro otra semana más encerrada en un barco.
—No creo que mi barco sea tan malo como una cárcel.
—Eso lo dices tú.

La seca respuesta de Aitana y el hecho de que no se dignara en mirarlo indicó al capitán que no valía la pena intentar congeniar con ella. Aitana escuchó los pasos del mismo alejarse. No, no es que el barco fuera una prisión, pero Aitana no tenía ganas de explicarle su vida a nadie. Un marinero no entendería lo encerrada que se sentía al no tener control sobre lo que estaba ocurriendo, o al no tener la libertad de cambiar de rumbo sin dar explicaciones a nadie. El que viajar en barco fuese necesario para ella no significaba que le agradara demasiado.

Pasó un rato encerrada en su mundo cuando se levantó y se dirigió hacia su camarote -o, al menos, una zona de la bodega lo bastante aislada para contar con un mínimo de intimidad, lejos de las hamacas y literas donde dormía todo el mundo-. Por el camino buscó con la vista a un semental en concreto y se detuvo a su lado durante un instante.

—Hazme un favor y tráeme cerveza —dijo antes de seguir su camino.

Pudo escuchar risas a su espalda, pues toda la tripulación ya sabía que esa petición no era precisamente para conseguir bebida. Sinceramente, le daba muy igual que los amigos del marinero supieran que esa noche iba a triunfar. Ella pensaba que “qué cojones”: si iba a jugarse el cuello persiguiendo a una organización de nigromantes y demonologistas, al menos se aseguraría de morir habiendo echado un buen montón de polvos.

Y eso por no contar que faltaban aún al menos cuatro días para llegar a Lutnia. Tenía que buscar formas de matar el tiempo.

**·-----·-----·-----**


Hope se despertó de un sobresalto en la cama de invitados de la casa de Asunrix. Miró alrededor, confundido, pues todavía era de noche.

—¿Cómo he llegado aquí?

Intentó rememorar, pero lo último que recordaba era a un amable ciervo ayudándose a servirse una bebida cuyo nombre no conocía. ¿Tanto había bebido? No, no era posible, notaría los efectos si hubiera bebido tanto. Lo que es más, probablemente estaría inconsciente. Vio sus alforjas colgadas en la pared y fue a revisarlas: No faltaba absolutamente nada. Lo que es más, todo estaba en el mismo orden, no parecía que nadie hubiera mirado dentro.

El unicornio se sentó en el suelo intentando pensar. ¿Qué había ocurrido? ¿Cuánto tiempo había pasado? Todavía no se veía el alba, así que no podía haber pasado más que unas pocas horas, a lo sumo. ¿Cómo era posible que no recordara nada? Algo... extraño había pasado.

“Los auténticos arqueólogos, aquellos que investigan cara a cara la antigüedad, jamás son demasiado precavidos”.

Hope recordó aquella lección de Sinveria y decidió que quizá tenía razón. Rebuscó en sus alforjas y sacó un pequeño tomo de magia blanca; lo abrió sobre la mesa y pasó las páginas rápidamente hasta hallar la que contenía el conjuro que necesitaba. Leyó los patrones mágicos e instrucciones antes de empezar a ejecutarlo. Su cuerno brilló con un aura verdosa durante unos segundos. Poco a poco, el cuerpo de Hope Spell fue rodeado por pequeñas hebras de magia de un brillante color blanco, las cuales fueron aumentando en número y densidad. Al cabo de unos segundos las hebras se cerraron sobre Hope y desaparecieron bajo su piel. El unicornio mantuvo el conjuro durante unos segundos más, quedando exhausto y jadeante después. Tal como decían las instrucciones, no se sentía diferente, lo cual era una buena señal probablemente. Eso significaba que, o bien lo había ejecutado mal, o bien no estaba siendo presa de la magia negra o mental. Probablemente era el segundo caso, y además el hechizo debería protegerlo durante muchas horas.

Algo más tranquilo, decidió que lo mejor era irse a dormir. Quizá esa extraña bebida ciervo había tenido un efecto inesperado en él.


Gracias a McDohl, Pandora y Wryn por hacerme de beta readers.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por horwaith » 16 Ago 2014, 10:04

1 -- Bonita la historia de Sinveria y sus explicaciones sobre ellos mismos, están realmente bien. Porque en eso me parece que Hope Spell ha sentido algo más que la tensión entre ellos, que también ha sentido algo más que se ha hecho.
2 -- jajajajajaja toda la razón en lo que piensa del barco xD Es ella en estado puro. Complicada, intransigente y que la paciencia no entra entre sus virtudes precisamente.
3 -- ¿realmente no le ha hecho nada? Supongo que habrá visto que no tiene el pergamino y le habrá dejado libre. Al fin y al cabo Sharp Mind tiene a alguien que puede servirle mejor para sus planes ya que entiende la lengua ciervo mucho mejor, al fin y al cabo se la han enseñado desde siempre.

Has clavado las situaciones y los personajes para ser lo que realmente son, como siempre, haciendo que cada situación describa lo que se pretendía.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura] [horror]

Mensaje por Pandora » 22 Ago 2014, 12:29

[quote="Volgrand";p=201081][quote="McDohl";p=201078]Ya está aquí, ya llegó; el fin de Aitana Pones :D

Aunque me repita, ratifico que me encanta como describes las nuevas razas que aparecen, así como su cultura, sus costumbres y sus relaciones sociales. Difícilmente encuentro fics con tanta riqueza cultural y en esta nueva entrega, en Cérvidas esta vez, lo vuelves a demostrar.

Hope Spell tiene pinta de que va a ser un compañero de viaje interesante. Ahora a esperar con ansia la llegada de Aitana (y lo que suele traer consigo :sisi1: ).


Sep, gracias. Creo que Hope y Aitana tendrán unos choques de personalidad interesantes.

------Siguiente mensaje escrito en: 08 Ago 2014, 18:00 . Beep!------

[quote="agustin47";p=200977]Mi review es super corta y casi un halago. Como siempre, me encanta. Llevó ofertandote mi amor incondicional durante mucho tiempo, no creo que tengs que hacerlo más, y puedo darte uvas en tu diván, pero no soy una bella dama, por muy largo que tenga el pelo. Como siempre un placer leerte.


Yo también te quiero, Agustin47. Pero deja lo de las uvas, seguro que se ofrece alguna de las bellas pegasisters de esta comunidad :D (¿alguna voluntaria :P).


Eh, ya sabes que yo me ofrezco para las uvas, hacerte de secretaría y hasta para coserte los calcetines (esto último se hará lo mejor que se pueda (?))


A lo que vamos, me encanta que hayas vuelto, ese cambio radical que le has dado al inicio de la historia, cómo describes el hogar de los ciervos y cómo explicas su civilización y su modo de vida. Aquí como buena fangirl tuya esperaré con ansias los siguientes capítulos :3
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Sr_Atomo » 01 Sep 2014, 11:32

Acabo de leer el segundo capítulo... y me ha encantado, tanto o más que el primero.

Eres un crack, Volgrand.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
Sr_Atomo
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Volgrand » 02 Sep 2014, 23:14

Capítulo 3: Portadora de la muerte

Spoiler:
—Ven aquí, pequeña zorra.

Sin saber bien por qué, la potrilla ignoró el terror que la atenazaba y avanzó con pasos firmes hacia los tres ponis que había en su casa, los tres desconocidos que habían entrado por la fuerza. Sentía la cabeza ligera, olvidando todo lo que la preocupaba. Solo debía avanzar, y se sentía bien haciéndolo. Inconscientemente rodeó un bulto en el suelo.

Por la periferia de su visión vio que el bulto era una yegua. Su tata, su cuidadora. La yegua que cuidaba de ella cuando sus padres estaban de viaje. Yacía inerte en el suelo, con la vista fija hacia el infinito, y un reguero de sangre desde su pecho alimentaba el creciente charco sobre el entarimado.

Volvió a sentir miedo y miró de nuevo a los intrusos. Los asesinos... ¡no iría con ellos!

—¡No! ¡¿Dónde está papá?! ¡¿Dónde está mamá?! ¡Papi, mami! —lloró ella.
—¿Qué ocurre, se te resiste una mocosa? —se burló uno de los asesinos—. Hagámoslo a la vieja usanza, sin lengua no gritará mientras nos divertimos con ella, ¿verdad, p*ta?

La potrilla vio cómo el que hablaba asía un cuchillo con los dientes, y los tres intrusos se acercaron. Ella retrocedió hasta topar con un muro, gritando, pidiendo ayuda a sus padres. No sabía quiénes eran, ni qué querían de ella, pero sabía que era algo terrible.

La pequeña vio un resplandor rojizo a través de una de las ventanas; un instante después esta estalló cuando una gran criatura la atravesó. Un muro de plumas marrones y doradas aterrizó sobre uno de los ponis, clavando una garra sobre su cabeza y aplastándola contra el suelo. La gran criatura se encaró hacia los otros dos intrusos y se lanzó sobre ellos. La potrilla aprovechó para correr y esconderse tras un mueble cercano, esperando a que acabara todo, escuchando los terroríficos ruidos de la carnicería a su espalda. Pocos segundos después llegó el silencio, seguido de una grave voz.

—Soy yo, Dawn Hope.
—¿Tío Gilderald? —preguntó la pequeña, girándose hacia el grifo que la había salvado.
—Tenemos que irnos.
—¿Dónde están papá y mamá?
—No van a venir.


**·-----·-----·-----**

Aitana despertó y abrió los ojos, enfocando su vista rápidamente al techo de la cubierta de las hamacas. Se quedó así un rato, dejándose un tiempo para regresar del mundo onírico. Hacía mucho que aquel sueño había dejado de ser una recurrente pesadilla para convertirse en un recuerdo bastante repetitivo.

Quizá recordaba aquel día, aparte de por el trauma que tanto le costó superar, porque supuso un punto de inflexión en su infancia. Con solo cuatro años esa fue la primera noche que tuvo que huir. La primera de muchas otras en las que, junto a su padre, habían tenido que salir corriendo con lo puesto. Hasta el día que dijo “y una mierda”.

Aitana se sacudió esos pensamientos de la mente. Aquellos eventos ya eran agua pasada y, de hecho, responsables de que ella fuera la yegua que era hoy día.

El suave vaivén de la embarcación acompasaba la voz del capitán y el trotar de los marineros en cubierta. La hamaca sobre la que descansaba la arqueóloga contrarrestaba el movimiento creando, a ojos de la yegua, la extraña sensación de estar flotando en el centro de una enorme caja de madera. Tras unos minutos, se levantó y desperezó, dirigiéndose a la cubierta superior, esquivando a algún ocasional marinero que, tras una noche de trabajo, descansaba en cualquier rincón.

Aitana pensó que debían estar cerca de puerto, por lo que la tripulación debía estar preparándose para el atraque. Nada más abrir la puerta que daba al exterior pudo ver a los marineros trabajando sin prisa pero sin pausa, modificando distintos aparejos y ajustando cuerdas y demás parafernalia de navegación. En cuanto la arqueóloga dio un par de pasos al frente y dirigió la vista a la proa se quedó sin palabras.

—j*der...

Al principio le había parecido que se trataba de un inmenso árbol que, por alguna inexplicable razón, crecía en medio del mar. Pero no tardó en salir de su error: la embarcación estaba cerca de tierra. Ante ellos se alzaba un frondoso bosque, del que destacaba una gigantesca Sequoia. Sus ramas crecían cientos de metros por encima del mar, y sus se desplegaban, de hecho, a través del mismo. Aitana se avanzó tanto como pudo, estudiando lo que veía. Las raíces que crecían a lo largo del agua eran planas por arriba, y apreció que varios barcos estaban detenidos a los lados de las mismas. Detenidos no: estaban atracados.

—¿No había estado nunca en el gran puerto de Lutnia, Aitana? —preguntó el capitán, situándose a su lado. Aitana negó con la cabeza, boquiabierta.
—He estado en otras ciudades ciervo, pero nunca en Lutnia.

Pudo apreciar bastante movimiento a lo largo de las raíces -o, mejor dicho, los muelles- de la Sequoia: miembros de todas las razas cargaban y descargaban distintas mercaderías. Alrededor del puerto crecía el frondoso bosque que, tras un estudio más minucioso, demostró ser una gran ciudad.

—Había oído de las ciudades bosque de Cérvidas, pero... esto supera todo lo que habría imaginado.
—Je, todo el mundo se sorprende la primera vez —comentó el capitán—. Los ponis creemos ser buenos con las plantas, pero la verdad es que solo somos unos aficionados comparados con los ciervos.

A medida que se acercaban al muelle Aitana pasó a estudiar las embarcaciones atracadas en el mismo. Provenían de multitud de naciones diferentes: Equestria, Griffonia, Cebrania, Isaura... La arqueóloga pensó que, si Dark Art y los suyos estaban ahí, tratarían de pasar desapercibidos. Quizá recabar información usando magia negra, o organizar un gran atentado con magia demoníaca para distraer la atención de su auténtico objetivo.

—Esa gran Sequoia es el centro de gobierno del Consejo Ciervo, y además sirve como primera linea de defensa en caso de ataque —explicó el capitán, sacando a Aitana de sus pensamientos—. Hace algunos años un grupo de piratas grifo intentó organizar un asalto al puerto. Según cuentan, los ciervos convocaron un maremoto que acabó con toda la flotilla.
—Cualquiera puede prepararse para resistir un ataque frontal —respondió la yegua marrón.

**·-----·-----·-----**


Aitana descendió a través de la pasarela que unía el velero bergantín con el puerto de Lutnia. Se distrajo mirando al suelo, todavía sorprendida de que evidentemente fuera una gigantesca raíz viva de la Sequoia. No tardó en oír una voz de acento Equestriano.

—¡Doctora Pones!

Un unicornio, algo más joven que Aitana, de color verde menta y crines marrones se acercó al trote a ella. Su Cutie Mark era un libro abierto rodeado por un aura mágica blanca; parecía en parte ilusionado de verla.

—Doctora, es un placer, soy Hope Spell...
—Ya, ya, el estudiante que ha mandado mi padre —respondió ella, cortante—. Llámame Aitana. ¿Has podido averiguar algo útil?

Aitana evitó a propósito mencionar el motivo exacto de su visita. Aunque ese poni cuadraba con la descripción que le había dado su padre, no iba a permitirse el lujo de revelar información sin asegurarse antes.

—Este... sí, claro. He estado trabajando con la maestra investigadora Sinveria en el pergamino. Vamos, le llevaré con ella, doctora... quiero decir, Aitana.
—Vamos.

Caminaron bastante rápido a través de la capital de Cérvidas. Aitana lamentó sinceramente el no tener más tiempo para conocer esa ciudad, o quizá visitar los centros de saber ciervo. La perfecta armonía entre el bosque original y las calles era algo digno de admirar. Hope hizo un ademán de explicar algún detalle interesante, pero Aitana no tardó en responderle.

—Mira Hope, haré turismo cuando acabe el trabajo, ¿vale? ¿Puedes llevarme a la casa de Sinveria, hostias?

Hope Spell miró a la yegua con el ceño fruncido.

—Ya me habían comentado que eras una borde. Vamos, por aquí.

Aitana siguió andando a su lado, sin que la respuesta del semental la afectara en absoluto. Pero tras varios minutos de paseo pensó en que tendría que conocer un poco a Hope Spell, por si las cosas se torcían.

—Me comentó el profesor Pones que estudias la magia blanca.
—Así es, pero a duras penas la he llegado a poner en práctica, salvo por algún pequeño hechizo de curación. No es que se vea cada día la magia negra o la nigromancia.
—Entonces supongo que sabrás identificarlas si las ves.
—Bueno, no las he experimentado, pero he estudiado los efectos y sensaciones que producen. No es que haya muchos magos negros o nigromantes en Equestria.

Aitana decidió no hacer ningún comentario al respecto. Dulce inocencia equestriana. Si ese estudiante tan solo imaginara el motivo que la había llevado a Cérvidas... O que había conocido a un nigromante en los Reinos Lobo hacía tan solo tres meses. ¿A qué demonios obedecían Dark Art y los suyos? ¿Qué es lo que buscaban? Las opciones eran tantas que era imposible reducir la lista sin tener más pistas. Si se trataba de algún ritual nigromántico, podrían estar tratando de acumular mucho poder para desatar una maldición o alzar un inmenso ejército de no-muertos. Si se trataba de un trato con el Tártaro, quizá estaban tratando de abrir un gran portal al mismo o estaban alimentando algún gran demonio con poder. Pero esto eran solo unas pocas posibilidades entre cientos.

“El señor de la sombra regresará, y tú pronto conocerás la muerte.” El vaticinio de Manresht, antes de morir, todavía resonaba en su mente. Intuía que lo ocurrido en los Reinos Lobo, los objetivos de Dark Art y “el señor de la sombra” estaban relacionados. Quizá se trataba de un gran demonio del terror, o de elementales de la sombra.

Aitana se sorprendió cuando notó que el silencio crecía a su alrededor. Los ciervos se detenían a su paso, observándola con... ¿miedo? Una madre escondió a sus hijos detrás suyo, y algunos jóvenes se apartaron del camino de los dos ponis. Miró perpleja a Hope Spell, que parecía tan sorprendido como ella.

—j*der, ¡que tampoco soy tan fea! —bromeó ella, disimulando lo alerta que estaba ante cualquier posible ataque.
—No sé, Aitana, nunca los había visto así.

Ante el creciente silencio se escuchó el galopar de dos criaturas. Aparecieron dos ciervos, dos guerreros druida. Iban equipados con una armadura verde y dorada hecha de madera y cuerdas trenzadas, cuyos cascos se ajustaban en torno a sus cornamentas. Aparentemente no iban armados, pero Aitana conocía lo bastante bien a los druidas para saber que no era una buena idea iniciar una pelea, y menos aún en su propio terreno. Los dos guerreros se detuvieron ante los ponis y los estudiaron durante largos segundos. Especialmente a Aitana.

—Almin dar radug?

La arqueóloga fue a decir algo, pero Hope Spell se adelantó chapurreando “no entiendo” en el idioma de los ciervos. El otro druida tomó la palabra, hablando en Equestriano con fluidez.

—¿Dónde os dirigís, ponis?
—Al bosque de la sabiduría —respondió Hope—. Somos invitados de la maestra investigadora Sinveria, y yo estoy siendo acogido por el maestro de la guerra Asunrix.
—¿Qué motivo os trae a Cérvidas?
—Este.... —Hope dudó—, una investigación. Pero creo que solo la maestra investigadora responsable de la misma puede decidir si divulgarla.

Los dos ciervos se miraron, intercambiando algunas palabras en su idioma.

—Os escoltaremos. Caminad delante, ponis, y no hagáis movimientos extraños.
—¡Hay que joderse! —exclamó Aitana—. Esperaba que trataran mal a los ponis en los Reinos Lobo, ¿pero en Cérvidas? ¿Dónde quedó la hospitalidad de los druidas?
—No es por vuestra raza, poni. Caminad.

Con los guardias vigilando desde atrás, la comitiva se puso en camino. Aitana no lograba entender lo que ocurría; no se habían dirigido a ella por su nombre, ni siquiera como “maestra arqueóloga” como habría esperado si la hubieran reconocido. No la estaban deteniendo, pero todos parecían temerla. ¿Por qué? ¿Qué veían los ciervos que ella no podía? Pasaron cerca de un grupo de cervatillos y pudo escucharlos decir algunas palabras entre asustados susurros. Una de ellas logró entenderla: “muerte”. Notó la cadena que le colgaba del cuello y se perdía entre los pliegues de su chaleco. “No me jodas”.

Tardaron varios minutos de silencioso caminar en llegar al Bosque de la Sabiduría. Hope Spell guió hasta el hogar de Sinveria. El silencio se rompió con el agudo y corto aullido de un zorro, seguido del ulular de varias lechuzas. Cuando estaban a punto de entrar en el árbol, Aitana sintió cómo los dos guardias retrocedían un par de pasos. Sin esperar a ver lo que ocurría, saltó hacia un lado empujando a Hope.

Allí donde estaba ella hacía un segundo se alzó una columna de tierra que la habría lanzado al suelo. Un gran ciervo de pelaje castaño salió del hogar de Sinveria y se encaró a Aitana. Sus cuernos se iluminaron en verde durante un segundo, y la arqueóloga sintió las plantas bajo ella cobrar vida. Rodó sobre si misma, levantándose y evitando ser atrapada por las mismas; las plantas persiguieron a la poni dispuestas a atraparla. Aitana pasó a la ofensiva, cargando directamente contra el druida que la atacaba. Pero para su sorpresa este se movió rápidamente, esquivando su carga y conjurando una lanza de madera y piedra que surgió del suelo mismo. La poni esquivo un par de lanzadas antes de acortar distancias con su adversario, pero las plantas le atraparon las patas traseras haciéndola caer; en el último segundo vio la lanza del druida dirigirse a su cuello, justo a tiempo para desviarla con un golpe de pezuña, haciendo que el arma se clavara en el suelo junto a su cabeza.

—Asunrix, ¡basta! ¡Es la hija del profesor Pones!

Asunrix pareció dudar; Aitana no perdió tiempo en golpearlo con las patas traseras para sacárselo de encima y ponerse en pie. Cuando lo hizo se percató de que los otros dos guardias ciervo estaban inconscientes en el suelo. Hope Spell, algo alterado, explicó:

—Hechizo de sueño. Siempre es útil.
—¿Cuál es tu nombre, poni? —preguntó Asunrix, sin bajar la lanza.
—Me llamo Aitana Pones, ciervo. ¡¿Por qué cojones has intentado matarme?!
—Portas la oscuridad contigo.
—¡j*der, y luego dicen que yo soy impulsiva!

Una cierva joven, Sinveria, salió del árbol. Todavía portaba una ballesta unida a su pata delantera derecha, con la que, dedujo Aitana, le había apuntado desde alguna ventana de su casa. Cuando la vio, la miró de arriba a abajo y dijo:

—Soy la maestra investigadora Sinveria. Por el gran espíritu de Gaia, ¿qué clase de demonio llevas encima, maestra arqueóloga?

**·-----·-----·-----**


Un rato después, Sinveria, Asunrix y Aitana pasaron dentro de la casa de la primera. Los dos guardias ciervo se quedaron en la puerta, todavía recelosos de Aitana a pesar de que Sinveria había explicado que no había qué temer. Hope Spell, por petición de la arqueóloga, esperó fuera; aunque supo que no valía la pena ocultársela, no quería que se supiera en Equestria que portaba desde hacía años a Kolnarg encima.

Aitana bebió un trago de té y puso cara de pensarse bien sus siguientes palabras.

—Vale, voy a intentar ser diplomática y no cagarme en tus ancestros por haber intentado matarme —dijo dirigiéndose a Asunrix—. Pero supongo que yo habría hecho lo mismo si fuera tu y notara... lo que sea que habéis notado en mi.

El aludido frunció el ceño, pero mantuvo un tono neutro en su respuesta.

—Es comprensible que te sientas ofendida, maestra arqueóloga. Me alegro que comprendas mis actos y espero que aceptes mis disculpas. Eres una gran luchadora.
—¿Puedes explicarnos qué es esa presencia? —preguntó Sinveria, visiblemente incómoda.

Aitana siguió la cadena que colgaba de su cuello hasta sacar la brújula, se la descolgó y la posó obre la mesa.

—No os preocupéis, no os podrá hacer nada siempre que no la toquéis. En resumen, en esta brújula está atrapada el alma de un poderoso lich de la antigüedad.

Sinveria observó a Aitana con expresión de incredulidad.

—¿Y por qué llevas un ser tan poderoso contigo? Veo en tu alma que has sido víctima de la magia negra y la magia de la muerte en el pasado, mas no veo en ti la mancha de haberlas usado en tu beneficio.
—Pues porque yo tengo la cabeza lo bastante dura como para aguantar a este bicho cuando intenta dominarme. No quiero dejar el objeto para evitar que lo encuentre algún estúpido, y no sé cómo destruirlo sin liberar al lich.
—Nos ocultas información, maestra arqueóloga.

Todos miraron a Asunrix.

—Yo sí que veo la mancha de la muerte en ti. Has usado ese objeto, a ese lich. Se ha manifestado a través de ti, ¿verdad?
—Así es. Supongo que todos sabéis lo que ocurrió en Manehattan con el diabolista Manresht, ¿verdad? —todos los presentes asintieron—. Llevo enfrentándome a diabolistas, magos negros y nigromantes toda la vida. Este bicho llegó a mi brújula por pura mala suerte cuando tratamos de destruirlo. Pero me ha ayudado a enfrentarme a cosas contra las que normalmente estaría indefensa.

El maestro de la guerra clavó su mirada en Aitana con furia.

—Entonces me estás diciendo que usas a un ser que representa un peligro para todo el mundo en tu beneficio.
—No me toques los cojones, Asunrix —exclamó la poni—. Sería una gilipollas si no aprovechara todo los ases que tengo para enfrentarme a seres más poderosos que yo. Y mi objetivo sigue siendo destruir a Kolnarg en cuanto pueda. No te atrevas a acusarme de maga negra o algo por el estilo.
—En ese caso te invito a demostrarlo, maestra arqueóloga.
—¿De qué hablas?
—¿Estás pensando en usar el campo de los druidas, Asunrix? —interrumpió Sinveria.
—Sí —respondió este, y después se dirigió a Aitana—. Existe un gran círculo ritual en Lutnia, maestra arqueóloga. Un círculo que podríamos utilizar para obligar al espíritu que mora en la brújula a regresar al flujo de Gaia. A trascender.

Aitana se incorporó en el taburete, apoyándose en la mesa. Sintió un ligero cambio en la intensidad de los latidos de su corazón, y una sutil sensación nerviosa en la boca del estómago.

—¿Lo dices en serio? ¿Crees que podrías obligar a uno de los liches más poderosos de la historia a... trascender?
—Sí —aseguró él—. Los nigromantes evaden a la muerte aislándose de la corriente espiritual de Gaia. Los druidas podemos romper la burbuja que los mantiene al margen de la naturaleza. Podemos hacerlo, y puedo organizarlo para esta misma noche.

Aitana estuvo a punto de soltar una carcajada. Tanto de alegría como de incredulidad. ¿Realmente creía ese druida que ella deseaba la magia de Kolnarg, o algo por el estilo?

—¡Cojonudo! j*der, tantos años buscando... debería haber venido antes de Lutnia. Supongo que tendrás que hacer preparativos, ¿verdad?
—Así es.
—Vale... Sinveria... quiero decir, maestra investigadora, ¿lograsteis traducir el pergamino?

La cierva asintió mientras apuraba su té.

—Casi. Hace poco recibí la clave del Círculo para poder escribir el contra hechizo Todavía tardaré varias horas, pero confío en tenerlo listo para esta noche.
—¡Perfecto! —exclamó la arqueóloga—. Esto está saliendo casi demasiado bien...
—Dale las gracias también al maestro de la magia Hope Spell, sin su inestimable ayuda habría tardado varios días más.

Aitana calibró sus posibilidades. No iba a perder una oportunidad de destruir de una vez a ese maldito lich, pero le inquietaba que alguien pudiera atacar a Sinveria en su ausencia. Tenía que ordenar prioridades y, siendo franca, podía esperar un poco para acabar con Kolnarg de ser necesario.

—Supongo que tú, Sinveria —dijo, olvidándose del protocolo ciervo—, sabes lo que hay en juego, ¿verdad?
—No, no lo sé. Pero conozco a tu padre, maestra arqueóloga, y sé que hay mucho más en juego de lo que parece.
—Creo que debería quedarme hasta que el pergamino ya no esté en tus pezuñas. Asegurarnos que nadie te ataca mientras investigas.

Tanto Asunrix como Sinveria negaron al mismo tiempo.

—No será necesario —explicó el maestro de la guerra—. Como viste supimos de tu llegada antes de que estuvieras cerca del árbol. Además yo permaneceré con ella mientras realizas el ritual. Tenemos la suerte de que no hay ningún ritual planeado para esta noche, si esperas es posible que pierdas esta oportunidad de hacer acabar con la amenaza que portas contigo.
—¿No habéis notado nada extraño los últimos días? ¿Otras presencias oscuras aparte de la de mi brújula?
—No —aseguró Sinveria—. Lancé todos mis hechizos defensivos en el mismo instante que recibí el pergamino de las pezuñas de Hope Spell. No existe mago negro o nigromante que pueda acercarse a este lugar sin que yo me entere.

La arqueóloga se lo pensó durante unos segundos.

—Supongo que ya tenemos un plan, entonces.

Aitana recogió la brújula e invitaron a Hope Spell a pasar de nuevo. Asunrix partió hacia el Campo de los Druidas para hablar con el Líder de los rituales, y después volvería para proteger a Sinveria. Ahora estaba convencido de que había realmente algo muy grande en juego relacionado con ese pergamino, y no permitiría que nadie dañase a su vieja amiga.

**·-----·-----·-----**


Cerca del puerto de Lutnia el mercado estaba en pleno apogeo. Miembros de todas las razas intercambiaban todo tipo de mercaderías, y algunos osados tentaron a la suerte vendiendo suculentos manjares extranjeros.

Sharp Mind se acercó al puesto de un comerciante lobo y, tras curiosear por los manjares vegetarianos de su desértica nación, se decidió por unos higos chumbos asados. Pagó lo acordado y se alejó para curiosear las artesanías en metal de un grifo. Un guardia ciervo, fuera de servicio, se acercó al mismo puesto y se situó a su lado, aparentemente interesado en los mismos productos.

—La cazadora de demonios ha llegado —informó, sin establecer contacto visual con el unicornio rojo—. Está en compañía de la maestra investigadora. Porta un espíritu malvado con ella.

El semental asintió en silencio, trasteando entre los ornamentos de hierro del grifo. Encontró especialmente bonito un collar con un pequeño e intrincado nudo metálico como colgante.

—¿Debemos... actuar?
—No —respondió—. El objetivo está en pezuñas de la investigadora. Todo lo demás es secundario.
—El lugar muy seguro, lo mantienen vigilado con muchos hechizos. No será fácil acercarse sin ser detectado.

Sharp Mind decidió comprar el collar, dedicando una amable sonrisa al vendedor.

—Ese no es vuestro trabajo. No actuéis hasta nueva orden.

El unicornio rojo se giró, alejándose del puesto sin haber mirado ni una sola vez a su interlocutor. Se colgó el collar y degustó uno de los higos chumbos. Eran realmente sabrosos.

**·-----·-----·-----**

**·-----·-----·-----**


Nota del autor:

Bueno, aquí estamos de vuelta. Os pido perdón por la tardanza, he tenido un poco de "bloqueo del escritor", pero creo que ya he logrado salir de él. Y bueno... será tiempo de contar un poco más de la vida de nuestra buena amiga Aitana, ¿no creéis?

Como siempre, agradezco muchísimo favs, follows y reviews. También ofertas de amor incondicional serán gratamente apreciadas.

Un saludo y gracias por leerme.[
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por horwaith » 02 Sep 2014, 23:48

esta vez no se si traer las uvas, porque menudo capítulo nos has montado y el próximo me espero cualquier cosa menos alguna buena. Buena llegada y "buen plan" tiene montado, sea por una parte o por otra. Por cierto, "bonito collar" el de Sharp Mind y espero que no le des el uso que pienso
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Volgrand » 03 Sep 2014, 00:02

[quote="horwaith";p=208156]esta vez no se si traer las uvas, porque menudo capítulo nos has montado y el próximo me espero cualquier cosa menos alguna buena. Buena llegada y "buen plan" tiene montado, sea por una parte o por otra. Por cierto, "bonito collar" el de Sharp Mind y espero que no le des el uso que pienso


No te he entendido lo de las uvas. ¿No te ha gustado?
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por horwaith » 03 Sep 2014, 00:39

[quote="Volgrand";p=208163][quote="horwaith";p=208156]esta vez no se si traer las uvas, porque menudo capítulo nos has montado y el próximo me espero cualquier cosa menos alguna buena. Buena llegada y "buen plan" tiene montado, sea por una parte o por otra. Por cierto, "bonito collar" el de Sharp Mind y espero que no le des el uso que pienso


No te he entendido lo de las uvas. ¿No te ha gustado?

si, pero quiero matarte (posiblemente a besos) y las uvas pueden ser un buen metodo xD

Si quieres saber la historia de este personaje, pulsa aqui
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