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CAPITULO 20
El humano llegó a los aposentos de la princesa tras atravesar medio castillo, una vez dentro, el soldado que le guió hizo una reverencia y salió cerrando la puerta. Ryner miró buscando a Celestia, la encontró cerca del balcón, observando el atardecer anaranjado que caía en el horizonte, junto a la nave de los invasores.
-¿Por qué has llamado?- preguntó el general sin miramientos.
La princesa se dio la vuelta despacio y miró a Ryner con cierto desprecio.
-Veo que sigues siendo tan poco cortés como siempre-
-Los buenos modales no nos salvarán de la destrucción Celestia, y ahora yo debería estar revisando varios informes, así que si vas a decir algo, lo dirás ahora- soltó Ryner. Era una orden, no una petición.
Celestia mantuvo la mirada un poco más, entonces cerró los ojos y suspiró.
-Quería comentarte dos cosas, la primera es que tras mucho pensar me he dado cuenta de algo que no debería ser-
-¿Y eso?- preguntó el humano sin mucho entusiasmo.
-Tengo celos, Ryner, tengo envidia y sentimientos que jamás debería tener un gobernante- dijo la princesa con frialdad.
El humano calló, esperando la continuación.
-Y los tengo por ti, Ryner-
El general alzó las cejas, pero no hizo más muestras de sorpresa.
-Cuando llegaste aquí eras un animal, una criatura de estudio…te di un hogar y una vida simplemente para colaborar en que te sintieras más a gusto y cooperaras, nunca me imaginé que acabarías así-
-¿Así cómo?-
Celestia señaló el balcón y el humano salió para ver lo que señalaba. A los pies del castillo y por toda la ciudad estaban todas las tiendas y todas las tropas preparándose para descansar.
-Has unido razas y reinos, has mantenido orden en el caos, has conseguido con meras palabras lo que aquí ningún rey o líder había conseguido, has conseguido más en el poco tiempo que llevas aquí que yo en toda mi vida-
-Dime a donde quieres llegar- dijo Rayner, pues sospechaba que la princesa no le había llamado sólo para idolatrarle.
-Quiero expresarte mi deseo de que algún día pueda ser alguien como tú-
Aquello pilló por sorpresa al general, no sabía que responder, vio a la gran yegua blanca ante él con una mirada de decisión que llegó hasta su alma.
-No tengo respuesta para eso-
-Ryner, te traté como un peligro cuando viniste porque no sabía qué eras. Cuando estabas aquí vi mi envidia cuando te ganaste un hueco en el corazón de todos y mis celos me han llegado a consumir cuando empezaste todo esto porque simplemente no quería que alguien fuera mejor gobernante que yo…-
Ryner vio como la princesa bajaba la cabeza con vergüenza.
-Pero ahora me he dado cuenta de que esos sentimientos no deben estar en un gobernante, un gobernante debe pensar antes en su pueblo que en sí mismo-
La princesa alzó la cabeza de nuevo y la inclinó ante el humano.
-Gracias por ayudarme a ver eso-
El humano sonrió levemente y tras dudar un poco se arrodilló ante la princesa.
Ahora era Celestia la sorprendida, nunca Ryner se había inclinado ante ella o Luna, nunca había mostrado respeto por rangos jerárquicos o similares.
-En mi mundo hay reyes y reinas alteza, demasiados quizás. Hay presidentes y ministros, hay demasiados líderes para nosotros…pero muy pocos a pesar de tener esos cargos se comportan como tales-
El humano se levantó poco a poco.
-Y algo vital que deben tener los reyes y reinas es humildad…saber que tanto ellos como otros podrían haber nacido de esa manera, normalmente creen que han sido escogidos porque son mejores que el resto y creen que sus palabras son leyes y órdenes que se deben acatar-
El humano miró a Celestia sonriente.
-El no admitir sus errores o sus fallos es algo común en ellos…me alegro de ver de que Equestria no tiene alguien así en el trono-
Celestia abrió los ojos ante la satisfecha expresión de Ryner.
-No creo que la monarquía sea el mejor modo de gobierno…pero de que haya una, me alegro de saber que el gobernante sea alguien como tú, Celestia-
Celestia dejó caer una minúscula lágrima, que aquél que para todos era el mejor líder posible le dijera que podía ser una buena líder para su pueblo, la llenó de alegría. Desde el inicio de los preparativos había estado llena de celos hacia Ryner, pero Crysalis la hizo ver que lo que de verdad tenía era miedo de no llegar a ser tan buena como él, ahora sabía que podía hacerlo…podría llevar el bien a su pueblo.
Pero la realidad la golpeó de pronto, la segunda cosa de la que tenía que hablar. Se secó los ojos, a tiempo para ver como el general caminaba a la puerta.
-Aún hay algo que quiero contarte, Ryner-
-¿No puede esperar hasta mañana? Ya hemos tenido una buena charla- dijo el humano con una risa mientras abría la puerta.
-Conozco tu plan- dijo la princesa con una seriedad aterradora.
Ryner se detuvo de golpe con la puerta a medio abrir ¿cómo podía saberlo? No se lo había contado a nadie.
-No se de qué hablas- contestó el humano en un vano intento de evadir la pregunta.
-Por si lo has olvidado, fui yo la que creó el puente mental entre el purificador y tú, apenas vi nada de la mente del invasor, pero si vi tus pensamientos-
El humano cerró despacio la puerta y miró a los ojos a la princesa.
-Eso es muy descortés- dijo con molestia.
-Entonces es cierto- añadió la princesa- ¿Vas a pagar ese precio por la victoria?-
El general estuvo unos segundos en silencio antes de contestar.
-Si-
-Es un precio muy caro- añadió Celestia
-Yo no diría eso-
-Muchos no estarán de acuerdo-
-Por eso no lo van a saber-
-Podría decírselo yo-
-Entonces este mundo arderá-
-Debe de haber otro medio-
-No la hay y no hay un precio lo bastante caro para salvar este mundo-
-Lo hay cuando ese precio es tu vida, Ryner-
Tenía razón, Ryner lo supo en cuanto vio el funcionamiento de la nave, es cierto que los escudos de la nave evitarían que la explosión devorase Equestria, pero como se desviaría toda la energía de la nave al núcleo para asegurar la explosión, los escudos deberían activarse manualmente desde el panel de control y no se podría hacer hasta que hubieran recuperado la energía suficiente para ser estables. La cuenta atrás sería unos siete minutos pero los escudos no podrían activarse hasta el último segundo si se deseaba que fueran lo bastante resistentes para aguantar la explosión. Alguien tendría que conectarlos un instante antes de que el lugar explotara y Ryner era el único que sabía el funcionamiento de los mandos. Si Ryner quería destruía la nave, debería arder junto a ella.
Ryner miró a la princesa con una mirada fría.
-No lo dirás-
-Todos lamentarán tu muerte-
-Eso significa que estarán vivos- respondió el general con dureza mientras iba a salir.
-¿Sabes que a mi hermana le gustas, verdad?- preguntó Celestia con el entrecejo fundido.
El humano se detuvo otra vez y permaneció quieto unos segundos.
-Lo sé-
Claro que lo sabía, los ponies eran una raza cuyos sentimientos se expresaban con facilidad, los sentimientos se podían leer con facilidad como si fueran niños pequeños. El humano fue consciente de los sentimientos de la princesa pero no pensaba que debería corresponder. No pensaba que llevara en Equestria bastante tiempo como para mirar a las hembras locales de esa manera, simplemente había demasiadas diferencias raciales, físicas y culturales. Ryner sabía que tarde o temprano tendría que hablar con ella pero era una conversación incómoda que había pospuesto y los preparativos de la guerra no habían ayudado.
-Le romperás el corazón- dijo Celestia.
-Dos veces- añadió Ryner con tristeza- Cuando la rechace y cuando se entere de mi plan-
-¿Y se lo romperás sin más?- preguntó la princesa con enfado.
-Las cosas rotas se pueden arreglar- añadió Ryner sombrío.
-¡Es mi hermana!- gritó la yegua del sol.
-¡Y es nuestro mundo!- respondió el humano con rabia.
Celestia retrocedió un poco al ver a Ryner así de alterado.
-¿Querías aprender a ser una líder, verdad, alteza?- preguntó Ryner con rabia- ¡Pues esto es ser un líder! ¡Habrá veces en las que elijas el camino que elijas, perderás algo! ¡En situaciones así debes escoger el camino donde pierdas menos, aunque eso no lo hace menos doloroso! ¡Debo escoger entre romper el corazón de una princesa o la muerte de un mundo entero con todos los habitantes que hay en él, incluida la susodicha princesa!- gritó el humano.
Celestia miró al humano con tristeza y suspiró.
-Solo deja que te recuerde y suéltaselo suave-
El humano abrió con fuerza la puerta.
-Deberá olvidarme- dijo con pesar mientras salía de la habitación- Es fácil que te disparen mientras estás distraída pensando en alguien-
En plena noche, en las profundidades del suelo, en una de las galerías, el viejo Lucky buscaba a alguien.
La encontró debajo de una tuneladora, apretando varias tuercas.
-Jade, ya vale, los demás hace un rato que se han ido-
-Ya, porque los demás no aguantan tanto como yo- rió la joven minera.
-No deberías apretarla tanto, así le costará más girar al taladro- dijo molesto el viejo perro.
-Pero así será más seguro y será menos probable que salga volando el taladro- respondió Jade con una sonrisa- Me lo ha aconsejado un compañero grifo-
-Bah, no me des lecciones, te juntas demasiado con esos, se te va a pegar sus manías-
Jade se levantó sonriente de un salto y se sacudió el polvo.
-Con suerte también se me pegará su aroma, desde luego huelen mejor que sudor y óxido constante-
El chamán suspiró molesto.
-Aún no puedo creer que seas un perro joyero, incluso accediste a darles gemas sin más-
-El tiempo de esconderse bajo tierra se acabó, vejestorio- Jade le palmeó la cabeza a Lucky, haciéndole rabiar ya que la joven era el doble de alta que el abuelo- Podría decirse que he evolucionado respecto al resto de vosotros-
El viejo perro resopló.
-Por desgracia cada vez hay más como tú, jóvenes sobretodo que están dejando las tradiciones y las costumbres atrás…tú dejaste de estudiar para ser chamán y te convertiste en minera y mecánica, ¡en mis tiempos se doblegaba la piedra para que saliesen las vetas con las zarpas y a veces con algún pico cuando era dura, si mi abuelo levantara la cabeza!-
Jade ahogó una risa pero se volvió con expresión dulce.
-Te agradezco que me criases como a tu hija y que me enseñaras todo eso, sin embargo ya has visto que el mundo no es una piedra inamovible, el mundo cambia y se mueve constantemente…como un río, hay que cambiar con él-
El viejo resopló molesto, era demasiado tozudo para admitir que su hija adoptiva tuviera razón.
-Te aseguro que me aseguraré de que mis hijos y mis nietos conozcan las viejas costumbres de los ancestros y las respeten- dijo con una sonrisa y dándose un golpe en el pecho.
Lucky soltó un gruñido agudo.
-¡Ni hablar! ¡Ningún maldito chucho se acercará a mi hija mientras lo pueda evitar!-
-¿Oh? ¿He tocado una fibra sensible?- río Jade, sabía que Lucky, a pesar de ser gruñón, malhumorado y gritar mucho, hubiera bajado al infierno dos veces con tal de evitar que su pequeña tuviera una cita.
-¡Ni se te ocurra acercarte a ninguno de esos apestosos chuchos!- exclamó furioso el chamán.
-Venga ya, eres un exagerado- sonrío la minera mientras caminaba a los barracones- ¿Cuándo me dejaras salir con chicos, entonces?-
-Cuando me muera- escupió Lucky- ¡No, espera! Una semana después de morirme, quiero estar bien muerto-
La minera río con ganas mientras hacía rabiar a su padre adoptivo en la vuelta al lugar de descanso.
En Una de las tabernas, a altas horas de la noche, el comandante grifo Talon y el minotauro Boulder charlaban animadamente con la cara roja, a su lado había un buen puñado de grandes jarras de sidra vacías.
-¿Crees que *hic* esos hojalatas serán duros?- preguntó Boulder mientra se tambaleaba ligeramente.
-¡Más vale, *hic* si he venido hasta aquí con los míos es para encontrar un buen combate, hace mucho que mi raza no ve batalla y estamos empezando a perder la sed de luchar- respondió el grifo golpeando la barra con su puño cerrado.
-Te entiendo *hic* en mi tribu para ser un guerrero se debe cargar una roca tan grande como tú y llevarla al otro lado de las montañas *hic* una vez allí le das un cabezazo para dejar la marca de tu cuerno y que una parte de ti repose con la tierra- contestó alegre el minotauro.
-Bah, eso son tonterías…nosotros hacemos justas y combates de armas en el aire, a veces incluso hacemos peleas con dirigibles *hic*-
-Vosotros dependeis mucho de vuestras armas y vuestros *hic* vehículos y cosas voladoras…¡Deberíais ser como *hic* como nosotros e ir al combate solo con los cuernos, los puños y el coraje de la tribu!-
Talon se levantó y en respuesta inmediata, Boulder se alzó también, ambos eran colosos que rozaban el techo con sus cabezas.
-¿Nos estás llamando debiluchos?- preguntó el grifo, borracho y con rabia.
-¿Y qué me vas a hacer si es así?- provocó el minotauro.
Durante diez segundos ambos se miraron con furia pero enseguida estallaron en carcajadas tan fuertes que se volvieron a sentar en sus taburetes.
-¡Me *hic* me caes bien, plumífero, si salgo con vida de esta guerra iré a tu tierra a luchar en una justa!- dijo Boulder alzando su jarra.
-¡Lo mismo digo cara de cuero *hic* si no me matan en este lío, iré a dejar una roca como el resto de tus guerreros…y tendrá el agujero de cabezazo más grande!- añadió Talon mientras alzaba su jarra también.
-¡SALUD!- exclamaron ambos mientras chocaban sus bebidas y reían.
Cuando amanecía, en el jardín del palacio, Rafiki caminaba despacio y con calma, disfrutando de las últimas horas antes de que las tropas se levantasen a hacer sus actividades, en una zona solitaria, junto a un árbol, vio al Espíritu del bosque, Árbol junto al viejo chamán búfalo, Halfhorn.
-Vaya, no esperaba encontrar a mas gente a estas horas- dijo con amabilidad el ñu.
-Es lo que tenemos los ancianos, nos levantamos pronto- exclamó sonriente el chamán.
El ñu, tras pedir permiso, se sentó junto a los ancianos.
-Ya estamos viejos para estos trotes- dijo Rafiki.
-Lo dices cómo si sobrásemos aquí- inquirió el búfalo ciego.
-No es eso, simplemente me alegro de que al menos cuenten con nosotros, yo ya esperaba que nunca volvería a sentir las emociones de la juventud-
-Las flores jóvenes siempre crecen mejor bajo la sombra de los viejos árboles- dijo el gran alce despacio y con una sonrisa.
-No creas que yo me voy a conformar con dar sombra, mi cuerno sano aún puede dar guerra- exclamó con ánimo Halfhorn.
-Me alegro de que tengas ese espíritu compañero- añadió el ñu- somos viejos, pero desde luego no me voy a quedar sentado esperando la muerte…hay muchas cosas nuevas que he visto en esta ciudad estos meses y tengo intención de conocerlas mejor-
-Es la suerte que tenéis los que podéis ver- dijo con una risa el búfalo.
-Es irónico que el miedo a desaparecer me haya devuelto las ganas de vivir- explicó Rafiki con nostalgia- Cuando esto acabe quiero ver el mundo que habremos salvado.
El búfalo asintió en señal de estar de acuerdo y dejó que los rayos de sol de nuevo día bañasen su rostro.
Árbol alzó su gran cornamenta y las runas se tiñeron de colores verdosos al bañarse de luz solar.
-Los bosques desean vivir y desean que vivamos nosotros….y yo también- dijo con una sonrisa y voz calmada y profunda.
-Entonces no les decepcionemos, gran espíritu- dijo Rafiki optimista- creo que aún puedo aprender a disparar alguno de esos cañones-
Las tropas cooperaban cada vez más entre ellas, cada vez actuaban más como una familia que como una mera alianza, muchos comían juntos, se entretenían juntos, conversaban de más cosas a parte de la guerra y la muerte. Se hablaba de familias, de tierras y ciudades, se hablaba de tradiciones y entretenimientos, se hablaba de acontecimientos pasados y de planes futuros. Se hablaba de esperanza.
Pero el tiempo pasaba y antes de que se diera uno cuenta, había pasado por completo el mes restante.
Faltaban tres días para el principio del fin.