Amor de madre [Slice of life]

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Sg91 » 21 Ago 2014, 14:58

Capítulo 21

La ciudad que nunca duerme


-¡Vamos Twilight, que el tren espera!-oyó a Spike llamándola desde afuera.

-¡Ya voy Spike! ¡Sólo una vez más!

-¡Querida, ya es la tercera vez que lo revisas todo, dudo mucho que te estés dejando nada!

Lo más probable era que así fuera, pero casi desde que se levantó, a Twilight la invadía una extraña sensación nerviosa; quizás porque se encaminaba a su primera práctica como princesa. Se iban esa misma mañana en tren y había un largo viaje por delante, de casi cinco horas; por ello, se habían tenido que levantar a las siete de la mañana y ya casi era la hora de salida. Por lo que dejó de dar más vueltas y salió de la biblioteca, cerrando tras de sí la puerta y girando la llave con su magia.

-Aleluya…-masculló Spike.

-Sí, sí, ya estoy, vámonos…

La princesa Celestia había hecho que prepararan un tren privado para ella y sus acompañantes, para salir de Ponyville a eso de las siete y media y llegar a Manehattan a mediodía. Un pelotón de cuatro guardias solares había venido a recogerles y llevarles hasta el tren, uno de sus integrantes se dirigió hacia ella.

-Alteza, el tren espera en la estación…

-Muy bien, vamos para allá… ¿Cuántos sois en total? Celestia me dijo que me cedía un destacamento entero, no creo que sea para tanto…

-Somos diez en total, nos acompaña el sub capitán Skipper, alteza, esperan en el tren.

-Hala, qué barbaridad, sólo es una inauguración, no un recibimiento diplomático…-murmuró ella, algo azorada.

-La seguridad es la seguridad, alteza. Además, desde que sufrimos el ataque changeling se ha estado incrementado la seguridad de todos los actos reales desde entonces, no podemos arriesgarnos a que nos ataquen de nuevo. Además, a nosotros nos han estado entrenando mucho más duro desde entonces…-explicó el guardia.

-Visto así tiene sentido… aunque lo sigo viendo exagerado.

El paseo hasta la estación duró más bien poco y llegaron enseguida allí, donde el tren esperaba; éste llevaba un convoy reducido, con sólo cuatro vagones, como la última vez. Aunque esta vez, la decoración temática llevaba sus colores y no los de Luna.

Pero lo que más destacaba en el andén era la presencia de todas sus demás amigas, que habían venido a despedirles.

-¡Buen viaje a los tres!-se despidió Applejack.

-Pasáoslo bien…-les dijo Fluttershy.

-¡Haced que tiemble la ciudad!-exclamó Rainbow.

-¡Y haced fotos! ¡Muchas, muchas fotos para poder ver!-añadió Pinkie.

Se despidieron de todas ellas una por una antes de abordar el tren; una vez dentro, tanto ella como Rarity y Spike se pusieron cómodos en el vagón salón; la poni modista admiró el lujo que éste rezumaba por todos los costados.

-Oh, es fabuloso, digno de una princesa…

-Ah, no es para tanto…

-Qué modesta eres, querida… si yo fuera tú, alardearía siempre que pudiera…

Twilight rodó los ojos y no dijo nada más, tumbándose en uno de los alargados sofás y poniéndose cómoda; en ese momento la puerta de acceso lateral se abrió y apareció en el vagón el sub capitán Skipper, el cual se cuadró ante Twilight y se presentó.

-El sub capitán Cloud Skipper se presenta a su servicio, alteza.

-Gracias, descanse sub capitán-le dijo ella, aplicando el protocolo.

-Si necesita algo, lo que sea, no dude en pedírmelo.

-Así lo haré, puede retirarse.

Skipper se cuadró una vez más ante Twilight y se fue de allí; una vez solos, Spike opino.

-Qué tipo más estirado ¿no?

-Es el hombre de más confianza de Celestia después de mi hermano…

-Y el mismo que realizó el golpe ¿verdad? él y esa bat poni de la guardia lunar…-recordó Rarity.

-Sí, Midnight Blossom, llegué a conocerla mucho antes cuando fuimos a Hollow Shades… -comentó Twilight.

-Oh, sí, ya recuerdo, las columnas de cotilleos de las revistas de Canterlot comentan que esos dos están saliendo… curiosa combinación ¿verdad?

-Hombre, no se ven muy a menudo a ponis diurnos y bat ponis siendo pareja, eso desde luego…

Al poco rato de abordar el tren, oyeron su silbato tronar y, justo después, se pusieron en movimiento, comenzando así el viaje. Se asomaron por una ventana y vieron a sus amigas agitando sus cascos, ellos hicieron lo mismo para despedirse; por su parte, Pinkie echó a correr tras el tren llorando como una magdalena. En cuanto tomaron la primera curva, tanto la poni como el pueblo desaparecieron de la vista.

Como la última vez yendo en tren, éste tomó dirección norte, rodeando la montaña que alberga Canterlot, y dirigiéndose hacia el este; pero en cuanto llegaron al cruce que llevaba hacia Hollow Shades, el tren continuó todo recto, bordeando el denso bosque que lo acogía y entrando en un largo túnel que atravesaba todo Foal Mountain.

Tras salir del túnel, el viaje continuó por terrenos menos elevados y más llanos, rodeados de una vegetación más húmeda, pudiendo notar como se acercaban cada vez más a la costa. Por el camino vieron pequeños núcleos dispersos de población como granjas, comunas o haciendas; extensos campos de trigo, avena y cebada se extendían más allá donde alcanzaba la vista, así como muchos más de girasoles, tulipanes o lilas.

A eso de las once llegaron a vislumbrar por primera vez las aguas del océano Imperecedero, uno de los más grandes y extensos a ese lado del mundo conocido; con unas aguas frías y una fauna de lo más variada, el océano Imperecedero tenía fama de ser feroz y cruel, con fuertes tormentas y galernas sobre todo en verano e invierno, y con mareas más tranquilas en primavera y otoño. El tren se acercó un poco más hasta la costa y luego la bordeó dirigiéndose hacia el sur. Una hora después, pudieron ver el skyline de Manehattan recortándose en la distancia.

-Ah, mirad, ya estamos llegando…-observó Twilight.

-Y casi, casi a la hora prevista… menuda precisión-murmuró Spike impresionado, mirando el reloj del vagón.

-Oh, qué emoción, ya puedo sentir desde aquí todo el encanto y glamour que desprende una ciudad como Manehattan… estoy ansiosa por explorarla de arriba abajo…-masculló Rarity, muerta de la emoción.

-Lo malo es que no estaremos más de un día, no sé si te daría tiempo a verlo todo… y he oído que hay mucho que ver en una ciudad como Manehattan…-comentó en ese momento Twilight, preocupada.

-Oh, no te apures, querida, me he hecho un horario súper detallado y preciso para que me dé tiempo a ver todo lo que yo quiero ver, incluyendo la inauguración y la posterior recepción. Me puedo llevar a Spike conmigo si necesitas tiempo para ti-añadió la poni modista.

-Gracias Rarity, puede que se aburra si está mucho tiempo quieto…

-Eh, oye, yo no soy tan inquieto… además, puedo ayudarte…-añadió el dragón.

-Lo sé Spike, pero puede que esté ocupada durante toda la mañana, mejor vete con Rarity y haced turismo juntos…-le sugirió ella.

-Oh, bueno, está bien…

-Ya verás lo bien que lo vamos a pasar Spikey wikey y yo…-aseguró Rarity abrazando al dragón, el cual no pudo evitar que se le subieran los colores.

En cuanto se acercaron a la ciudad, el tren enfiló el puente de Manehattan que cruzaba el ancho río Hoofson hasta la Terminal Central, la estación de tren principal de la ciudad; Twilight se preparó para entrar en la ciudad, poniéndose su corona, el collarín y sus demás engalanes reales. Una vez que el tren se detuvo, cuatro guardias entraron en el vagón salón y precedieron tanto a Twilight como a los demás antes de que salieran. En el andén había todo un comité de bienvenida esperándoles, una poni de pelaje blanco, crin y cola negra, con gafas de montura de igual color y vestida de ejecutiva, se adelantó para hablar con Twilight.

-Alteza, sea bienvenida a Manehattan; soy Second Order, la teniente de alcalde de la ciudad.

-Gracias, muchas gracias, me alegro mucho de estar aquí para oficiar la ceremonia.

-El alcalde Hoofberg la está esperando en el pabellón para enseñárselo, pero antes les llevaremos a su hotel.

En la calle había una serie de carrozas esperándolas; Twilight, Rarity y Spike abordaron la primera, la segunda la utilizaron para llevar el equipaje y la tercera la usaron los guardias solares. Second Order fue con ellos en la primera, una alargada carroza tirada por dos sementales. A una señal suya se pusieron en movimiento hacia el hotel, atravesando las calles de la bulliciosa ciudad; Rarity no se perdía ni un solo detalle, admirando los altos edificios construidos en piedra y de todos los colores y tamaños.

-A Manehattan siempre se la ha considerado una ciudad adelantada a su tiempo, innovadora y muy diferente del resto de ciudades de Ecuestria-comentó Second Order en un momento dado.

-Oh, ya lo creo que sí… ni siquiera Canterlot se la compara, es mucho más clásico, pero no tiene nada que ver…-asintió Rarity.

-Si de algo nos sentimos orgullosos los manehatianos es de nuestra querida ciudad… y la gran diversidad que hay aquí también es una de las mayores señas de identidad de esta metrópolis-añadió la teniente de alcalde.

-¿A qué hotel vamos?-inquirió en ese momento Spike.

-A uno de los más lujosos de toda la ciudad, al Palace. Está en frente de la catedral.

Desde donde estaban el viaje no fue muy largo y llegaron enseguida al citado hotel; era bastante bajito en comparación con otros edificios de la ciudad, pero era muy parecido a un palacete, por lo que su nombre era de lo más acertado. Su estructura era muy similar a la de una U ensanchada, y la fachada destacaba enseguida por estar altamente recargada en cuanto a decoración se refiere, con un estilo neogótico que le encajaba a la perfección. El interior era casi tan lujoso como el palacio de Canterlot, incluso aún más, siendo particularmente incisivo en los detalles. Un botones se encargó de llevar el equipaje hasta su suite, y los guardias solares peinaron el perímetro para asegurarlo. El sub capitán Skipper acompañó a Twilight y sus demás acompañantes en el ascensor, cabiendo casi de milagro, Second Order incluida.

Su suite estaba en el último piso, y era la más lujosa de todo el hotel; tenía un total de tres habitaciones en un solo espacio, baño comunal con jacuzzi, salón de estar, mini bar con barra incluida y una espaciosa terraza con vistas a esa parte de la ciudad. La boca de Rarity se pasó abierta la mayor parte del tiempo, y Spike se quedó embelesado al ver que el jacuzzi estaba rematado con joyas en la parte superior del mismo.

-La dejo que se asiente un rato, alteza, la espero abajo en el bar-la comentó Order antes de retirarse.

-Bien, enseguida bajo.

Una vez solos, Twilight se dirigió a los demás.

-¿Y bien? ¿Qué os parece?

-Es perfecto…-masculló Rarity, sin poder salir de su asombro.

-Es precioso…-hizo lo propio Spike, sin poder apartar la vista de las gemas del jacuzzi.

-Sí, es bonito, aunque un poco exagerado ¿no creéis?

-¿¡Bromeas, querida?! Es una suite digna de una princesa como tú, han sabido cómo captar tu realeza en un solo espacio…

-Ah, no es para tanto… pero bueno, yo ahora me voy a ver con el alcalde, la ceremonia es a las seis de la tarde, supongo que comeré con las altas esferas y estaré ocupada durante el resto de la mañana, así que id a divertiros mientras tanto ¿vale? Os espero a las seis frente al Trotidson Square Garden-organizó Twilight rápidamente.

-Muy bien, querida, allí estaremos.

-Vale, divertíos.

Tras eso, Twilight se retiró y bajó al bar en compañía de su escolta; Rarity y Spike se quedaron un rato más en la suite, deshaciendo un poco el equipaje. Una vez que estuvieron del todo asentados, Rarity comenzó a organizarse.

-Muy bien, tenemos hasta las seis, así que hay tiempo de sobra para visitar lo más destacado… ahora mismo son las doce y media, hasta la hora de comer nos da tiempo a visitar el parque central, la plaza temporal, el teatro de Briddleway está de camino y puede que dé tiempo también a dar un paseo por el puente de Manehattan…

-Ajá… ¿dónde vamos a comer?-inquirió Spike.

-Oh, aquí mismo, me gustaría probar el menú del restaurante, y teniendo en cuenta lo lujoso que es este hotel, estoy segura que la comida será deliciosa…

-En ese caso no perdamos más tiempo y pongámonos en marcha…-sugirió el dragón.

-Cierto, Spike, no hay tiempo que perder… ¡Manehattan nos espera!-exclamó la poni modista.

Sin más premura, poni y dragón se pusieron en camino hacia su primer destino, el parque central; como no se encontraban muy lejos desde donde estaban, fueron andando contemplando la ciudad a ras de suelo. Justo enfrente, nada más salir del hotel, pudieron admirar de nuevo la fachada gótica de la catedral de la ciudad, con pináculos rematados con boliches y contrafuertes sosteniendo las paredes.

Lo que más destacaba de la ciudad era la cantidad de ponis que había andando por las calles, así como el fluido tráfico de carrozas rodando por los caminos empedrados, destacaban enseguida los famosos taxis amarillos. Vieron también pasar al tranvía por una ancha avenida, haciendo sonar su campana para hacerse ver y oír. Rarity se trajo consigo su cámara y estuvo todo el rato sacando fotos tanto de los edificios que los rodeaban como de cualquier otra cosa que la llamaba la atención; más de un vez tuvo que pedir a alguien que les sacara una foto a Spike y a ella con algo de fondo para resaltar.

-Se te va a acabar el carrete, Rarity…-comentó Spike.

-Oh, no te preocupes, Spike, tengo muchos más…-le tranquilizó ella, señalando a sus abultadas alforjas.

El parque central destacaba por ser el mayor espacio verde de toda la ciudad; era como un gran remanso de paz y tranquilidad justo en el medio de un atareada y bulliciosa metrópolis, un oasis en una jungla de piedra y caliza. Un enorme lago ocupaba gran parte del parque, junto con un palacete en lo alto de un risco que lo dominaba. Las extensas hectáreas que conformaban el parque siempre estaban llenas de ponis que se relajaban y pasaban el día tomando el sol, leyendo, jugando con sus mascotas, o de merendola con los amigos. En un lugar como ese Rarity se hartó de tomar fotos y llenó el carrete, teniendo que entrar en los baños públicos para cambiarlo sin que le diera demasiado la luz, para no velar las fotos.

La siguiente parada fue la plaza temporal, saliendo desde el acceso sur del parque y tomando la cuarta avenida todo recto pudieron llegar sin problemas. La plaza temporal estaba situada en el mismo centro de la ciudad, y estaba rodeada por parte de los edificios más altos; las calzadas se entrecruzaban justo en el centro y era un punto de reunión y referencia en toda la ciudad. Destacaba también por albergar en ella el teatro de Briddleway, el cual vieron desde el otro lado de la calle, y por ser el lugar donde más publicidad había en toda la ciudad, con carteles de todo tipo que anunciaban productos de lo más variados, desde la soda más famosa hasta las henoburguesas que tan de moda estaban últimamente. En este sitio Rarity gastó medio carrete y Spike degustó un perrito caliente con una zanahoria hervida y con kétchup y mostaza por encima.

El puente de Manehattan ofrecía unas magníficas vistas a la ciudad por el lado de la costa este, recortándose el skyline de la misma con el cielo azul; con calzada peatonal a ambos lados del puente, línea ferroviaria que discurría justo en el centro y un carril para las carrozas, el puente en su conjunto era todo un portento de la ingeniería y conectaba esa parte de la ciudad con el resto de Ecuestria. Las fotos desde allí eran las que mejor salían.

-¡Sonríe, Spike!-exclamó Rarity, poniéndose a su lado.

-¿Más? ¿Pero cuántos carretes te has traído?

-Oh, pues unos pocos…-murmuró la poni, guardándose una bolsa llena de ellos.

-¿¡Sólo unos pocos?! Pues menos mal…

-Oh, vamos Spike ¿Qué tiene de malo la fotografía? Cada vez que te haces una foto con alguien a quien quieres ¿no la guardas y atesoras?

Ante eso, las mejillas del dragón se encendieron sin remedio y éste balbuceó.

-Eh… sí, supongo que sí…

-En ese caso, la siguiente va para el álbum… ¡patata!

Se sacaron unas cuantas más antes de la hora de comer y, para llegar a tiempo, cogieron un taxi que les acercó hasta el hotel; un vez allí, se dirigieron directamente al comedor y pidieron una mesa para dos. La carta era variada y rezumaba lujo y alta cocina por los cuatro costados, Rarity se pidió el menú del día mientras que Spike prefirió algo más sencillo, pidiendo un buen surtido de gemas. En un momento dado, el dragón comentó.

-¿Cómo le irá a Twilight?

-Oh, en este momento debe de estar comiendo con el alcalde y su equipo… haciendo cosas de princesas, ya sabes.

-Sí… espero que no se aburra mucho…






El Trotidson Square Garden la sorprendió gratamente; tenía entendido que en una ciudad como lo era Manehattan les gustaba hacer las cosas a lo grande, y demonios, así era. Con un total de cuatro canchas para albergar partidos de deportes de todo tipo y hasta conciertos, todo el pabellón en su conjunto era gigante, con un total de setenta y seis mil metros cuadrados capaces de albergar poco más de ochenta y cuatro mil ponis en su interior. La cifra llegó incluso a marear a Twilight, tanto en sentido literal como figurado; por un lado se mostró muy impresionada, pero tampoco pudo evitar preocuparse debido a ese mismo detalle.

-¿No es esa una cifra muy elevada? ¿Qué pasaría si se llegara a llenar de ponis de una sola sentada?-inquirió ella, algo inquieta.

-El aforo máximo del pabellón no está fijado para llenarlo en su totalidad. Después de todo, ese no es el propósito, si quisiéramos podríamos llenarlo con la cuarta parte de la población de la ciudad, pero evidentemente no vamos a hacerlo-la explicó el arquitecto, un poni entrado en años y que peinaba canas.

-Lo sé, eso es indudable, pero piense por un momento en una situación, si no igual, parecida; si ocurriera algo, lo que fuera, toda esa gente querría salir del lugar y a la vez…-comentó Twilight, visiblemente preocupada.

-Ya veo por dónde van los tiros, princesa… pero no tema, en caso de evacuación esta todo pensado para evitar taponamientos y avalanchas, junto con sus protocolos y normas-añadió el arquitecto.

-Comprendo su preocupación, princesa, pero como ya le ha dicho el señor Angle, está todo pensado y calculado. Quisimos que el Trotidson Square Garden fuera tan útil y seguro como nosotros queríamos que fuera, y la puedo asegurar que se ha cumplido y con creces ese detalle en concreto-la aseguró el concejal de urbanismo.

La comida en un famoso restaurante cerca del pabellón estaba resultando mucho más entretenida de lo que en un principio Twilight pensó que sería; de alguna forma supo que tendría que lidiar con un montón de ponis importantes, y así fue, por lo que la situación era perfecta para practicar todo lo que Celestia la había enseñado hasta el momento.

Con ella se encontraban un montón de miembros del ayuntamiento, a su lado se había sentado el alcalde Hoofberg, al cual había conocido nada más llegar al pabellón; era un poni alto, delgado, de facciones rectas y de avanzada edad, de pelo ceniciento. Vestía con un pulcro traje negro con corbata roja, llevaba puesto un pin de la bandera de la ciudad y su marca de belleza consistía en un bastón de mando.

Frente a ella se encontraba sentado Angle Lens, el arquitecto del pabellón, un poni de edad aproximada a la del alcalde, de ancha frente, pelo ondulado y canoso y facciones rectas; su marca de belleza consistía en una escuadra y un escalímetro. A su lado se encontraba sentado Length Street, el concejal de urbanismo, un poni más joven, de crin oscura y ojos más claros; su marca de belleza consistía en un plano escalado. Justo al lado estaba Leisure Time la concejala de ocio, deportes y tiempo libre, una yegua de mediana edad de crin azulada y pelaje blanco; su marca de belleza consistía en una máscara teatral feliz.

El resto de asistentes a la comida eran otros trabajadores y funcionarios, pero Twilight sólo se hablaba con esos pocos; Second Order estaba sentada a la siniestra del alcalde Hoofberg, escuchando la mayoría de las ocasiones e interviniendo muy pocas veces, salvo cuando la situación lo ameritaba.

-El proyecto del Trotidson Square Garden ha sido uno de los más grandes que la ciudad ha encarado hasta la fecha, y el hecho de que finalmente lo hayamos conseguido, nos enorgullece aún más. Y, por supuesto, nos congratula su presencia en el día de su inauguración, alteza-añadió otro poni sentado cerca de ellos.

-Gracias, yo también celebro el estar aquí con todos ustedes…-asintió ella, siguiendo el protocolo y sonriendo una vez más.

-Aunque me cogió por sorpresa que la princesa Celestia no pudiera venir en este día tan especial, ¿qué la ha hecho que tuviera que delegar en usted, si no es intromisión?-inquirió en ese momento Hoofberg, genuinamente extrañado.

-Oh, simplemente tenía otros asuntos pendientes que requerían de su atención y me pidió a mí ir en su lugar, eso es todo-explicó Twilight, sin dudar en ningún momento.

-Oh, por supuesto, debí haberlo imaginado…

Era en esos momentos cuando muchas de las dudas e inseguridades que había llegado a sentir recientemente simplemente desaparecían, dando paso a un sentimiento de confidencia y seguridad en una situación típicamente formal y distendida. Incluso llegó a pensar por un momento que se podría llegar a acostumbrar y todo.

La comida se alargó un poco más hasta los postres y luego hicieron tiempo hasta la ceremonia de inauguración, descansando en un salón de fumadores y tomando unas copas; por petición de Twilight nadie fumó en su presencia puesto que a ella la molestaba el humo, y tampoco fumaba, razón de más para no hacerlo. Las conversaciones adquirieron un tinte más informal y los temas fueron variando a otros más simples y cercanos. En un momento dado, Twilight se acercó a uno de los ventanales que ofrecía unas buenas vistas a esa parte de la ciudad, recordando tanto a Spike como a Rarity.

-¿Cómo les irá? A mí también me hubiera gustado visitar la ciudad…






Después de comer, Rarity y Spike fueron a visitar el resto de los destinos que la poni modista quería conocer; pasearon por la cocina del Tártaro, un barrio situado al oeste de la ciudad y donde residían un montón de ponis inmigrantes provenientes de otras partes de Ecuestria. Se caracterizaba por ser, en sus inicios, un barrio muy conflictivo y difícil, ya que la mayor parte de la delincuencia de la ciudad por aquel entonces se concentraba en ese barrio. Pero ahora todo eso había cambiado y era un barrio residencial más tranquilo y habitable, hogar de muchos artistas y bohemios.

Otro barrio al que visitaron fue la pequeña Griffonia, una pequeña comuna de grifos en medio de una gran ciudad de ponis; aunque pequeño, era un barrio con mucha clase y la gastronomía grifo imperaba sobre un mar de plumas y calles empedradas.

Justo al lado estaba el barrio Diamante que, como la pequeña Griffonia, era una comuna habitada principalmente por perros diamante; algo más grande que la pequeña Griffonia, el barrio Diamante destacaba sobre todo por sus calles decoradas y la gran afluencia de perros diamante por sus calles, además de los ponis que pasaban por allí.

Finalmente acabaron su visita en Trottery Park City, un barrio residencial con un largo parque que bordea esa parte del río; a Rarity le hubiera gustado visitar también la isla de la amistad, el hogar de la famosa estatua de la amistad, pero no había tiempo, por lo que se conformaron con verla en la distancia desde el paseo del parque. Y, por supuesto, hubo más fotos.

-Las vistas desde aquí son maravillosas ¿no crees, Spike?-inquirió en ese momento Rarity, observando la figura de la estatua en la lejanía.

El pequeño dragón tardó un poco en contestar, ya que por un momento se había quedado embelesado contemplando la figura y el porte de la poni modista; desde que llegaron a Ponyville, nada más verla Spike supo que lo que sentía era algo que nunca se llegaría a concretar de alguna u otra forma. Rarity era una poni preciosa, elegante y fina, él tan solo era un dragón que ni siquiera alcanzaba la mayoría de edad. Y nada más. Sabía que ella le tenía mucho cariño, pero no sabía con certeza si Rarity era consciente de lo que él sentía por la poni. O igual sí.

-¿Spike? ¿Estás bien, cariño?-inquirió ella, al no obtener respuesta.

Ante eso, Spike reaccionó y habló.

-Rarity… ¿guardarás todas estas fotos?

-Por supuesto que sí, serán unos muy buenos recuerdos de viaje…

-Entonces… ¿atesorarás las mías?

Sin necesidad de que dijera nada más, Rarity supo enseguida a lo que se refería Spike y esbozó una dulce sonrisa, pensando bien lo que decirle.

-Spike… sabes tan bien como yo que eres muy especial para mí. Siempre has estado ahí, cuidando de mí, ayudándome desinteresadamente y apoyándome en los momentos difíciles. Si hay algo que quiero atesorar como lo que más, son todos esos momentos. Porque sé que siempre vas a estar ahí.

El pequeño dragón notó entonces como su corazón martilleaba en el pecho, comprendiendo sus palabras. Lo sabía. Y también supo, sin ningún atisbo de duda, que aunque fuera imposible, ella siempre estaría a su lado. Sin decirle nada más, la poni modista le regaló un suave abrazo y Spike se lo devolvió gratamente.

Justo después, una serie de campanadas melodiosas se extendieron por todo el parque, un carillón indicaba y media no muy lejos de allí; Rarity alzó la vista y vio el reloj desde la distancia, marcando las cinco y media.

-¡Ah, y media ya, se nos va el tiempo, y nosotros sin vestirnos! ¡Vamos, Spike, tenemos que volver ya al hotel! ¡Taxi!-exclamó ella, dirigiéndose hacia la salida del parque.

Cruzar la ciudad a esa hora les llevó unos buenos minutos, llegando al hotel a menos cuarto; a velocidad record, Rarity se duchó, acicaló y se puso sus mejores galas para asistir a la inauguración y posterior recepción. Por su parte, Spike se vistió con un pequeño esmoquin que la poni modista le diseñó exclusivamente para él.

-Oh, mírate, estás monísimo…

-Me tira un poco de la cola…-se quejó Spike.

-Eso es porque lo tienes recogido, espera…

Con su magia, Rarity se lo ajustó rápidamente y le quedó mejor, listo para irse al pabellón. Sin perder más tiempo, bajaron a la calle y volvieron a abordar el taxi, ya que le pidieron al semental que los llevó que les esperara.

-¡Al Trotidson Square Garden, necesitamos llegar antes de las seis!-exclamó Rarity, toda azorada.

-¡Agárrense entonces!-exclamó el taxista, antes de echar a correr.

El taxi atravesó rápidamente el tráfico de la ciudad mientras se dirigía hacia el pabellón, el cual estaba situado unas manzanas más abajo partiendo desde el hotel; finalmente llegaron a tiempo, a pocos minutos antes de que empezara la inauguración. Un montón de ponis se encontraban congregados frente a la entrada principal del Trotidson Square Garden, en las primeras filas se podían observar a un montón de periodistas cubriendo el evento; también vieron a algunos de los guardias reales apostados en sitios estratégicos y vigilando el perímetro. Un pequeño atril se erguía en lo más alto de las escaleras que llevaban hasta la entrada, la cual se encontraba precintada por una cinta roja. Rarity y Spike se abrieron paso entre la multitud hasta llegar a la primera fila.

-¿Dónde está Twilight? No veo nada, tan solo patas y más patas…-murmuró Spike, algo azorado.

-Oh, pobrecito mío, súbete a mí…-le indicó Rarity, cogiéndolo con su magia y posándolo en su lomo.

Desde lo alto del lomo de Rarity pudo ver todo mucho mejor y, en ese momento, apareció un poni al que conocían de nada, situándose detrás del atril; otra serie de ponis se encontraban dispuestos en fila detrás de él. En un momento dado, habló.

-Buenas tardes a todos los ciudadanos aquí presentes, soy el alcalde Hoofberg y la inauguración del ya terminado Trotidson Square Garden va a dar comienzo; antes que nada, me gustaría agradecer a la constructora por la gran labor realizada y también a todos ustedes, ya que sin sus contribuciones hubiera sido imposible emprender tan ardua empresa. Y ahora, den la bienvenida a la princesa Twilight Sparkle, que ha venido expresamente a inaugurar el complejo.

El alcalde dio paso a la princesa, la cual fue recibida tras una gran ovación y aplausos mientras saludaba a la multitud; Rarity y Spike la saludaron desde donde estaban, y ella les devolvió el gesto rápidamente. Una vez introducida, Twilight se colocó tras el atril, releyendo rápidamente unas notas que traía consigo antes de dirigirse a la multitud.

-Desde hace muchos años atrás, los deportes han sido y son una de las más reconocidas y disfrutadas actividades practicadas por todo el mundo; son beneficiosos para la salud, poseen un marcado carácter social y son disfrutados por ponis de todas las edades y clases sociales. Hay muchos tipos de deportes, desde el clásico fútbol, el baloncesto, el rugby, el beisbol… todos estos tienen en común que se juegan en lugares acondicionados para tal efecto, adquiriendo así un lugar único, un baluarte del deporte y de la actividad. Y el Trotidson Square Garden es, quizás, el más nuevo, grande y completo de todos esos baluartes que se han construido hasta la fecha. Aquí, ponis de toda índole vienen, no sólo a jugar, sino que también vienen a hacer música o a dar espectáculos. Esto los convierte en, no solo baluartes del deporte, sino en fortalezas multitarea de cualquier actividad física o de ocio que se precie. Y no sólo eso, sino que también se convierte en un punto de encuentro para ponis de toda Ecuestria, reforzando aún más su carácter polivalente. Por lo que es para mí un gran honor inaugurar este pabellón.

El corto pero intenso discurso de Twilight fue muy bien recibido por todos los presentes, los cuales aplaudieron a rabiar; justo después apareció una yegua portando consigo un cojín rojo sobre el que había unas tijeras plateadas. La alicornio lavanda las cogió con su magia y las usó para cortar la cinta, quedando así el Trotidson Square Garden oficialmente inaugurado. Las puertas se abrieron al público y casi todos los presentes entraron en el pabellón para verlo por dentro; Twilight se encontró con Rarity y Spike junto a la puerta y les saludó, al tiempo que fue con ellos.

-¿Qué tal he estado?

-Oh, pues fabulosa querida, un discurso muy edificante… corto, pero intenso.

-Oh, sí, te ha quedado muy bien, eres toda una princesa…

-Gracias, Spike… vendréis conmigo a la recepción ¿no?

-Por supuesto… ¿dónde es?

-En un salón de fiestas cerca de aquí, a pocos metros del hotel. Se hará dentro de diez minutos.

Aun a pesar de que iban algo justos de tiempo, pudieron ver algunas de las canchas antes de dirigirse hacia allí; tanto Rarity como Spike acompañaron a Twilight en su carroza para ir hacia el salón de fiestas, siendo escoltados en todo momento por los guardias solares.

El salón estaba situado en otro lujoso hotel, y ocupaba casi toda una planta del mismo, con unas muy buenas vistas a esa parte de la ciudad; en la recepción se reunieron un montón de ponis famosillos y del mundillo empresarial, el alcalde Hoofberg y sus concejales también estaban allí. Un extenso catering ocupaba una serie de mesas dispuestas en forma de U a lo largo de toda la espaciosa estancia, y un gramófono reproducía música de ambiente que se extendía por todo el lugar. Twilight estuvo recibiendo a un montón de ponis que la iban presentando, por lo que no pudo estar mucho tiempo con Rarity y Spike; la poni modista se aclimataba a la situación como un camaleón, aunque al pequeño dragón le resultó más aburrido de lo que esperaba. En un momento dado, el gramófono fue cambiado para poner un disco que, a esas alturas, a todos le resultaba familiar. La melodiosa voz de Frank Sinatra invadió el salón y muchos ponis comenzaron a bailar a su son, sorprendentemente animados. En un momento dado, comenzó a sonar una canción que exaltó aún más a los presentes, y no era para menos, puesto que era una muy especial, al menos para los manehatianos. Como siempre, la orquesta comenzó a sonar con unos acordes vivos y melodiosos antes de que Sinatra comenzara a cantar.

Start spreading the news, I'm leaving today

I want to be a part of it, New York, New York.

These vagabond shoes, are longing to stray

Right through the very heart of it, New York, New York


Se había hablado mucho de esta canción en concreto cuando el disco salió a la venta en Manehattan, y por una buena razón, ya que esa Nueva York de la que tanto hablaba Sinatra en ella era extrañamente similar a Manehattan, y en muchos aspectos además.

I wanna wake up, in that city that doesn't sleep.

And find I'm king of the hill, top of the heap.

These little town blues are melting away

I'll make a brand new start of it, in old New York


Ese era uno de esos aspectos; desde hacía mucho tiempo atrás, a Manehattan siempre se la había llamado la ciudad que nunca duerme debido a su bullicio y ajetreo constante incluso en las noches más cerradas. Y no sólo eso, sino que recalcaba lo antigua que era la ciudad; y Manehattan era quizás tan antigua como esa Nueva York.

If I can make it there.

I'll make it anywhere.

It's up to you, New York, New York


Si por algo destaca la ciudad, es que a veces suele ser muy cruel, sobre todo con los forasteros; normalmente, la mayoría de los ponis de negocios afincados allí suelen recalcar que en esta ciudad es sálvese quien pueda. Y ese mismo detalle incluso se refleja fielmente en la propia canción.

New York, New York,

I want to wake up, in the city that never sleeps

And find I'm a Number 1, Top of the list, King of the hill, A number one…


Y, por supuesto, la mayoría de los ponis que se mudan a esa gran ciudad lo hacen para triunfar y escalar a lo más alto.

These little town blues, oh they're melting away

I'm gonna make a brand new start of it, in old New York


El tono con el que repetía esas líneas era tan diferente del anterior que parecían unos versos completamente diferentes, recalcando aún más lo especial que era esa Nueva York. Casi tanto como Manehattan.

And if I can make it there, I'm gonna make it anywhere

It's up to you, New York, New York!


La reiteración de Nueva York junto con el punto más álgido de la orquesta ponía la puntilla y acababa una canción que, para los manehatianos, era tan especial como su propia ciudad. Incluso ya se estaba sugiriendo hacer una versión alternativa y todo.

La recepción siguió su curso tranquilamente, Rarity tuvo la oportunidad de conocer a algunos ponis famosillos de la ciudad, llegando a llamar la atención gracias a su vestido; aunque de todos los ponis que la halagaron, una en concreto se mostró especialmente entusiasmada.

-Cielo santo, qué preciosidad de vestido, es divino ¿dónde lo ha comprado?-la preguntó una yegua joven, de crin rubia y pelaje color canela.

-Oh, querida, no lo he comprado, lo he diseñado yo misma, es mío-reveló ella, esgrimiendo su mejor sonrisa.

-Ah… ¿me está diciendo que es usted modista?-inquirió la yegua, asombrada.

-Así es… me llamo Rarity y llevo mi propia tienda en Ponyville, Carrusel Boutique, donde todo es único, fabuloso y chic.

-Uauh, es precioso, que de joyas, y que bien quedan… es usted toda una artista, señorita Rarity…

-Oh, muchas gracias, señorita…

-Ay, es cierto, no me he presentado… lo siento, soy Setting Scene, trabajo como aparejadora en el escenario de la Semana de la Moda que se va a celebrar dentro de poco… no, en serio, qué bordados, y la tela… definitivamente tiene usted que estar presente-comentó en ese momento ella.

-¿Presente? ¿A qué se refiere, querida?

-Pues a la Semana de la Moda, por supuesto… un talento como el suyo tiene que ser exhibido ante todo el mundo, estoy segura que si se presenta con algo nuevo, atrevido y exótico ganará seguro.

-¿Qué? ¿La Semana de la Moda? ¿Yo?-inquirió Rarity, sintiéndose mareada por momentos.

Conocía muy bien tal semana, era uno de los eventos de moda más prestigiosos de toda Ecuestria, y por una semana, un montón de firmas y diseñadores se dejaban caer por la ciudad para presentar sus nuevos diseños o bien participar en el concurso, que era el principal gancho del evento. Ella siempre había querido asistir, pero no tenía contactos ni el dinero suficiente como para poder conseguir una acreditación.

-Por supuesto que sí, tiene que asistir, señorita Rarity, definitivamente tiene usted que ir-insistió Setting.

-Oh, me encantaría, de veras que sí, pero me temo que no tengo el dinero suficiente como para permitirme una acreditación…-explicó ella, algo apenada.

Ante eso, Setting se quedó pensativa por unos breves momentos antes de volver a hablar.

-No se preocupe, conozco personalmente a Prim Hemline, uno de los jueces del concurso… quizás pueda conseguir convencerla, aunque necesitaría unas cuantas referencias…

Rarity se quedó con la boca abierta, incapaz de creerse lo que la estaba diciendo.

-Espera, espere ¿de verdad? ¿Haría eso por mí?

-Por supuesto que sí, eso que lleva puesto es puro talento natural, señorita Rarity, y merece ser mostrado al mundo.

Frente a ese halago, la poni modista se quedó sin palabras, llegando a emocionarse hasta las lágrimas.

-Yo… no sé qué decir… es como un sueño…-masculló Rarity, estática.

-Ni lo piense, querida… aunque, si no la importa, necesitaría esas referencias, como bien la dije.

-Oh, sí, un momentito…-asintió Rarity, saliendo de su trance y rebuscando en su bolso.

La recepción se alargó un poco más hasta que finalmente terminó a las siete y media; Twilight se retiró al hotel junto con Rarity y Spike, mientras que la poni modista la iba a contando todo.

-Oh, Twilight, no te lo vas a creer, pero puede que consiga una acreditación para ir a la Semana de la Moda y participar en su concurso.

-¿De veras? ¿Y cómo así?

-Una aparejadora me ha hecho el favor de una manera súper generosa… oh, estoy tan emocionada, siempre había querido ir, y ahora podré…

-Eso es estupendo, estoy segura de que deslumbrarás a todos con tu colección.

-Ah, eso me recuerda que tengo que diseñar algo nuevo para la ocasión… y, por supuesto, podréis venir todas conmigo-añadió ella, guiñándola un ojo.

El resto del día lo pasaron tranquilamente en el hotel, disfrutando de todas sus comodidades y servicios que ofrecía; Spike se fue con el equipo de animación y otros potrillos de su edad y tanto Twilight como Rarity aprovecharon que el hotel tenía Spa para hacerse un tratamiento completo.

La cena transcurrió en un ambiente tranquilo y relajado, y para el final del día, el sub capitán Skipper reportó a Twilight el informe de toda la jornada.

-Ha sido un día muy tranquilo, alteza, durante la inauguración no ocurrió nada fuera lo normal, aunque mis hombres tuvieron que mediar un poco con la prensa, estaban especialmente pesaditos.

-Sí, ya lo vi poco antes de empezar… ¿algo más?

-Nada más, alteza.

-Muy bien, gracias sub capitán, puede retirarse.

Skipper se cuadró ante ella antes de retirarse, dirigiéndose a la habitación especialmente acondicionada para él y sus hombres. Una vez solos, Twilight dejó escapar un suspiro cansado, quitándose todos sus engalanes reales.

-Bof, estoy agotada…-masculló ella, entrando al baño.

-Normal, querida, yo también, ha sido un día muy ajetreado-asintió Rarity, mientras se quitaba el maquillaje.

-Pero bueno, ya se ha acabado, mañana nos volvemos y todo volverá a la normalidad… ¿te ha gustado la visita?

-Oh, ya lo creo que sí, si no hubiera sido por ti, no hubiera conseguido esta gran oportunidad para asistir a la Semana de la Moda… muchísimas gracias, querida, eres la mejor amiga del mundo…

-Claro que sí… además, si te soy sincera, de todas las demás, tú eres con la que mejor me llevo. Siempre has estado ahí, apoyándome y ayudándome a salir adelante… gracias por todo, Rarity, de verdad-añadió Twilight.

Ante eso, Rarity esbozó una gran sonrisa, ligeramente emocionada, y dándola un gran abrazo. La alicornio lavanda se lo devolvió con la misma fuerza. En cuanto terminaron con el baño, salieron de él y, en ese momento, Twilight inquirió.

-¿Y Spike? ¿Ha vuelto ya?

-Sí, cayó rendido hace poco, una de las animadoras me pidió llevarlo a la cama.

Y así era, el pequeño dragón se encontraba durmiendo en su canasto, ligeramente desarropado; Twilight le volvió a arropar y le dio un beso de buenas noches en la frente.

-Es adorable incluso cuando duerme…-comentó Rarity entre susurros.

-Sí…

Tras eso las dos se dieron las buenas noches y cada una ocupó una cama, cayendo dormidas rápidamente. Afuera, Manehattan seguía despierta.

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PD. Banda Sonora Original de Amor de madre :roto2rie:

[youtube]9KJQNMqVIug[/youtube]

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por EdoNova » 21 Ago 2014, 15:14

[quote="Sg91";p=204239]
Capítulo 21

La ciudad que nunca duerme


-¡Vamos Twilight, que el tren espera!-oyó a Spike llamándola desde afuera.

-¡Ya voy Spike! ¡Sólo una vez más!

-¡Querida, ya es la tercera vez que lo revisas todo, dudo mucho que te estés dejando nada!

Lo más probable era que así fuera, pero casi desde que se levantó, a Twilight la invadía una extraña sensación nerviosa; quizás porque se encaminaba a su primera práctica como princesa. Se iban esa misma mañana en tren y había un largo viaje por delante, de casi cinco horas; por ello, se habían tenido que levantar a las siete de la mañana y ya casi era la hora de salida. Por lo que dejó de dar más vueltas y salió de la biblioteca, cerrando tras de sí la puerta y girando la llave con su magia.

-Aleluya…-masculló Spike.

-Sí, sí, ya estoy, vámonos…

La princesa Celestia había hecho que prepararan un tren privado para ella y sus acompañantes, para salir de Ponyville a eso de las siete y media y llegar a Manehattan a mediodía. Un pelotón de cuatro guardias solares había venido a recogerles y llevarles hasta el tren, uno de sus integrantes se dirigió hacia ella.

-Alteza, el tren espera en la estación…

-Muy bien, vamos para allá… ¿Cuántos sois en total? Celestia me dijo que me cedía un destacamento entero, no creo que sea para tanto…

-Somos diez en total, nos acompaña el sub capitán Skipper, alteza, esperan en el tren.

-Hala, qué barbaridad, sólo es una inauguración, no un recibimiento diplomático…-murmuró ella, algo azorada.

-La seguridad es la seguridad, alteza. Además, desde que sufrimos el ataque changeling se ha estado incrementado la seguridad de todos los actos reales desde entonces, no podemos arriesgarnos a que nos ataquen de nuevo. Además, a nosotros nos han estado entrenando mucho más duro desde entonces…-explicó el guardia.

-Visto así tiene sentido… aunque lo sigo viendo exagerado.

El paseo hasta la estación duró más bien poco y llegaron enseguida allí, donde el tren esperaba; éste llevaba un convoy reducido, con sólo cuatro vagones, como la última vez. Aunque esta vez, la decoración temática llevaba sus colores y no los de Luna.

Pero lo que más destacaba en el andén era la presencia de todas sus demás amigas, que habían venido a despedirles.

-¡Buen viaje a los tres!-se despidió Applejack.

-Pasáoslo bien…-les dijo Fluttershy.

-¡Haced que tiemble la ciudad!-exclamó Rainbow.

-¡Y haced fotos! ¡Muchas, muchas fotos para poder ver!-añadió Pinkie.

Se despidieron de todas ellas una por una antes de abordar el tren; una vez dentro, tanto ella como Rarity y Spike se pusieron cómodos en el vagón salón; la poni modista admiró el lujo que éste rezumaba por todos los costados.

-Oh, es fabuloso, digno de una princesa…

-Ah, no es para tanto…

-Qué modesta eres, querida… si yo fuera tú, alardearía siempre que pudiera…

Twilight rodó los ojos y no dijo nada más, tumbándose en uno de los alargados sofás y poniéndose cómoda; en ese momento la puerta de acceso lateral se abrió y apareció en el vagón el sub capitán Skipper, el cual se cuadró ante Twilight y se presentó.

-El sub capitán Cloud Skipper se presenta a su servicio, alteza.

-Gracias, descanse sub capitán-le dijo ella, aplicando el protocolo.

-Si necesita algo, lo que sea, no dude en pedírmelo.

-Así lo haré, puede retirarse.

Skipper se cuadró una vez más ante Twilight y se fue de allí; una vez solos, Spike opino.

-Qué tipo más estirado ¿no?

-Es el hombre de más confianza de Celestia después de mi hermano…

-Y el mismo que realizó el golpe ¿verdad? él y esa bat poni de la guardia lunar…-recordó Rarity.

-Sí, Midnight Blossom, llegué a conocerla mucho antes cuando fuimos a Hollow Shades… -comentó Twilight.

-Oh, sí, ya recuerdo, las columnas de cotilleos de las revistas de Canterlot comentan que esos dos están saliendo… curiosa combinación ¿verdad?

-Hombre, no se ven muy a menudo a ponis diurnos y bat ponis siendo pareja, eso desde luego…

Al poco rato de abordar el tren, oyeron su silbato tronar y, justo después, se pusieron en movimiento, comenzando así el viaje. Se asomaron por una ventana y vieron a sus amigas agitando sus cascos, ellos hicieron lo mismo para despedirse; por su parte, Pinkie echó a correr tras el tren llorando como una magdalena. En cuanto tomaron la primera curva, tanto la poni como el pueblo desaparecieron de la vista.

Como la última vez yendo en tren, éste tomó dirección norte, rodeando la montaña que alberga Canterlot, y dirigiéndose hacia el este; pero en cuanto llegaron al cruce que llevaba hacia Hollow Shades, el tren continuó todo recto, bordeando el denso bosque que lo acogía y entrando en un largo túnel que atravesaba todo Foal Mountain.

Tras salir del túnel, el viaje continuó por terrenos menos elevados y más llanos, rodeados de una vegetación más húmeda, pudiendo notar como se acercaban cada vez más a la costa. Por el camino vieron pequeños núcleos dispersos de población como granjas, comunas o haciendas; extensos campos de trigo, avena y cebada se extendían más allá donde alcanzaba la vista, así como muchos más de girasoles, tulipanes o lilas.

A eso de las once llegaron a vislumbrar por primera vez las aguas del océano Imperecedero, uno de los más grandes y extensos a ese lado del mundo conocido; con unas aguas frías y una fauna de lo más variada, el océano Imperecedero tenía fama de ser feroz y cruel, con fuertes tormentas y galernas sobre todo en verano e invierno, y con mareas más tranquilas en primavera y otoño. El tren se acercó un poco más hasta la costa y luego la bordeó dirigiéndose hacia el sur. Una hora después, pudieron ver el skyline de Manehattan recortándose en la distancia.

-Ah, mirad, ya estamos llegando…-observó Twilight.

-Y casi, casi a la hora prevista… menuda precisión-murmuró Spike impresionado, mirando el reloj del vagón.

-Oh, qué emoción, ya puedo sentir desde aquí todo el encanto y glamour que desprende una ciudad como Manehattan… estoy ansiosa por explorarla de arriba abajo…-masculló Rarity, muerta de la emoción.

-Lo malo es que no estaremos más de un día, no sé si te daría tiempo a verlo todo… y he oído que hay mucho que ver en una ciudad como Manehattan…-comentó en ese momento Twilight, preocupada.

-Oh, no te apures, querida, me he hecho un horario súper detallado y preciso para que me dé tiempo a ver todo lo que yo quiero ver, incluyendo la inauguración y la posterior recepción. Me puedo llevar a Spike conmigo si necesitas tiempo para ti-añadió la poni modista.

-Gracias Rarity, puede que se aburra si está mucho tiempo quieto…

-Eh, oye, yo no soy tan inquieto… además, puedo ayudarte…-añadió el dragón.

-Lo sé Spike, pero puede que esté ocupada durante toda la mañana, mejor vete con Rarity y haced turismo juntos…-le sugirió ella.

-Oh, bueno, está bien…

-Ya verás lo bien que lo vamos a pasar Spikey wikey y yo…-aseguró Rarity abrazando al dragón, el cual no pudo evitar que se le subieran los colores.

En cuanto se acercaron a la ciudad, el tren enfiló el puente de Manehattan que cruzaba el ancho río Hoofson hasta la Terminal Central, la estación de tren principal de la ciudad; Twilight se preparó para entrar en la ciudad, poniéndose su corona, el collarín y sus demás engalanes reales. Una vez que el tren se detuvo, cuatro guardias entraron en el vagón salón y precedieron tanto a Twilight como a los demás antes de que salieran. En el andén había todo un comité de bienvenida esperándoles, una poni de pelaje blanco, crin y cola negra, con gafas de montura de igual color y vestida de ejecutiva, se adelantó para hablar con Twilight.

-Alteza, sea bienvenida a Manehattan; soy Second Order, la teniente de alcalde de la ciudad.

-Gracias, muchas gracias, me alegro mucho de estar aquí para oficiar la ceremonia.

-El alcalde Hoofberg la está esperando en el pabellón para enseñárselo, pero antes les llevaremos a su hotel.

En la calle había una serie de carrozas esperándolas; Twilight, Rarity y Spike abordaron la primera, la segunda la utilizaron para llevar el equipaje y la tercera la usaron los guardias solares. Second Order fue con ellos en la primera, una alargada carroza tirada por dos sementales. A una señal suya se pusieron en movimiento hacia el hotel, atravesando las calles de la bulliciosa ciudad; Rarity no se perdía ni un solo detalle, admirando los altos edificios construidos en piedra y de todos los colores y tamaños.

-A Manehattan siempre se la ha considerado una ciudad adelantada a su tiempo, innovadora y muy diferente del resto de ciudades de Ecuestria-comentó Second Order en un momento dado.

-Oh, ya lo creo que sí… ni siquiera Canterlot se la compara, es mucho más clásico, pero no tiene nada que ver…-asintió Rarity.

-Si de algo nos sentimos orgullosos los manehatianos es de nuestra querida ciudad… y la gran diversidad que hay aquí también es una de las mayores señas de identidad de esta metrópolis-añadió la teniente de alcalde.

-¿A qué hotel vamos?-inquirió en ese momento Spike.

-A uno de los más lujosos de toda la ciudad, al Palace. Está en frente de la catedral.

Desde donde estaban el viaje no fue muy largo y llegaron enseguida al citado hotel; era bastante bajito en comparación con otros edificios de la ciudad, pero era muy parecido a un palacete, por lo que su nombre era de lo más acertado. Su estructura era muy similar a la de una U ensanchada, y la fachada destacaba enseguida por estar altamente recargada en cuanto a decoración se refiere, con un estilo neogótico que le encajaba a la perfección. El interior era casi tan lujoso como el palacio de Canterlot, incluso aún más, siendo particularmente incisivo en los detalles. Un botones se encargó de llevar el equipaje hasta su suite, y los guardias solares peinaron el perímetro para asegurarlo. El sub capitán Skipper acompañó a Twilight y sus demás acompañantes en el ascensor, cabiendo casi de milagro, Second Order incluida.

Su suite estaba en el último piso, y era la más lujosa de todo el hotel; tenía un total de tres habitaciones en un solo espacio, baño comunal con jacuzzi, salón de estar, mini bar con barra incluida y una espaciosa terraza con vistas a esa parte de la ciudad. La boca de Rarity se pasó abierta la mayor parte del tiempo, y Spike se quedó embelesado al ver que el jacuzzi estaba rematado con joyas en la parte superior del mismo.

-La dejo que se asiente un rato, alteza, la espero abajo en el bar-la comentó Order antes de retirarse.

-Bien, enseguida bajo.

Una vez solos, Twilight se dirigió a los demás.

-¿Y bien? ¿Qué os parece?

-Es perfecto…-masculló Rarity, sin poder salir de su asombro.

-Es precioso…-hizo lo propio Spike, sin poder apartar la vista de las gemas del jacuzzi.

-Sí, es bonito, aunque un poco exagerado ¿no creéis?

-¿¡Bromeas, querida?! Es una suite digna de una princesa como tú, han sabido cómo captar tu realeza en un solo espacio…

-Ah, no es para tanto… pero bueno, yo ahora me voy a ver con el alcalde, la ceremonia es a las seis de la tarde, supongo que comeré con las altas esferas y estaré ocupada durante el resto de la mañana, así que id a divertiros mientras tanto ¿vale? Os espero a las seis frente al Trotidson Square Garden-organizó Twilight rápidamente.

-Muy bien, querida, allí estaremos.

-Vale, divertíos.

Tras eso, Twilight se retiró y bajó al bar en compañía de su escolta; Rarity y Spike se quedaron un rato más en la suite, deshaciendo un poco el equipaje. Una vez que estuvieron del todo asentados, Rarity comenzó a organizarse.

-Muy bien, tenemos hasta las seis, así que hay tiempo de sobra para visitar lo más destacado… ahora mismo son las doce y media, hasta la hora de comer nos da tiempo a visitar el parque central, la plaza temporal, el teatro de Briddleway está de camino y puede que dé tiempo también a dar un paseo por el puente de Manehattan…

-Ajá… ¿dónde vamos a comer?-inquirió Spike.

-Oh, aquí mismo, me gustaría probar el menú del restaurante, y teniendo en cuenta lo lujoso que es este hotel, estoy segura que la comida será deliciosa…

-En ese caso no perdamos más tiempo y pongámonos en marcha…-sugirió el dragón.

-Cierto, Spike, no hay tiempo que perder… ¡Manehattan nos espera!-exclamó la poni modista.

Sin más premura, poni y dragón se pusieron en camino hacia su primer destino, el parque central; como no se encontraban muy lejos desde donde estaban, fueron andando contemplando la ciudad a ras de suelo. Justo enfrente, nada más salir del hotel, pudieron admirar de nuevo la fachada gótica de la catedral de la ciudad, con pináculos rematados con boliches y contrafuertes sosteniendo las paredes.

Lo que más destacaba de la ciudad era la cantidad de ponis que había andando por las calles, así como el fluido tráfico de carrozas rodando por los caminos empedrados, destacaban enseguida los famosos taxis amarillos. Vieron también pasar al tranvía por una ancha avenida, haciendo sonar su campana para hacerse ver y oír. Rarity se trajo consigo su cámara y estuvo todo el rato sacando fotos tanto de los edificios que los rodeaban como de cualquier otra cosa que la llamaba la atención; más de un vez tuvo que pedir a alguien que les sacara una foto a Spike y a ella con algo de fondo para resaltar.

-Se te va a acabar el carrete, Rarity…-comentó Spike.

-Oh, no te preocupes, Spike, tengo muchos más…-le tranquilizó ella, señalando a sus abultadas alforjas.

El parque central destacaba por ser el mayor espacio verde de toda la ciudad; era como un gran remanso de paz y tranquilidad justo en el medio de un atareada y bulliciosa metrópolis, un oasis en una jungla de piedra y caliza. Un enorme lago ocupaba gran parte del parque, junto con un palacete en lo alto de un risco que lo dominaba. Las extensas hectáreas que conformaban el parque siempre estaban llenas de ponis que se relajaban y pasaban el día tomando el sol, leyendo, jugando con sus mascotas, o de merendola con los amigos. En un lugar como ese Rarity se hartó de tomar fotos y llenó el carrete, teniendo que entrar en los baños públicos para cambiarlo sin que le diera demasiado la luz, para no velar las fotos.

La siguiente parada fue la plaza temporal, saliendo desde el acceso sur del parque y tomando la cuarta avenida todo recto pudieron llegar sin problemas. La plaza temporal estaba situada en el mismo centro de la ciudad, y estaba rodeada por parte de los edificios más altos; las calzadas se entrecruzaban justo en el centro y era un punto de reunión y referencia en toda la ciudad. Destacaba también por albergar en ella el teatro de Briddleway, el cual vieron desde el otro lado de la calle, y por ser el lugar donde más publicidad había en toda la ciudad, con carteles de todo tipo que anunciaban productos de lo más variados, desde la soda más famosa hasta las henoburguesas que tan de moda estaban últimamente. En este sitio Rarity gastó medio carrete y Spike degustó un perrito caliente con una zanahoria hervida y con kétchup y mostaza por encima.

El puente de Manehattan ofrecía unas magníficas vistas a la ciudad por el lado de la costa este, recortándose el skyline de la misma con el cielo azul; con calzada peatonal a ambos lados del puente, línea ferroviaria que discurría justo en el centro y un carril para las carrozas, el puente en su conjunto era todo un portento de la ingeniería y conectaba esa parte de la ciudad con el resto de Ecuestria. Las fotos desde allí eran las que mejor salían.

-¡Sonríe, Spike!-exclamó Rarity, poniéndose a su lado.

-¿Más? ¿Pero cuántos carretes te has traído?

-Oh, pues unos pocos…-murmuró la poni, guardándose una bolsa llena de ellos.

-¿¡Sólo unos pocos?! Pues menos mal…

-Oh, vamos Spike ¿Qué tiene de malo la fotografía? Cada vez que te haces una foto con alguien a quien quieres ¿no la guardas y atesoras?

Ante eso, las mejillas del dragón se encendieron sin remedio y éste balbuceó.

-Eh… sí, supongo que sí…

-En ese caso, la siguiente va para el álbum… ¡patata!

Se sacaron unas cuantas más antes de la hora de comer y, para llegar a tiempo, cogieron un taxi que les acercó hasta el hotel; un vez allí, se dirigieron directamente al comedor y pidieron una mesa para dos. La carta era variada y rezumaba lujo y alta cocina por los cuatro costados, Rarity se pidió el menú del día mientras que Spike prefirió algo más sencillo, pidiendo un buen surtido de gemas. En un momento dado, el dragón comentó.

-¿Cómo le irá a Twilight?

-Oh, en este momento debe de estar comiendo con el alcalde y su equipo… haciendo cosas de princesas, ya sabes.

-Sí… espero que no se aburra mucho…






El Trotidson Square Garden la sorprendió gratamente; tenía entendido que en una ciudad como lo era Manehattan les gustaba hacer las cosas a lo grande, y demonios, así era. Con un total de cuatro canchas para albergar partidos de deportes de todo tipo y hasta conciertos, todo el pabellón en su conjunto era gigante, con un total de setenta y seis mil metros cuadrados capaces de albergar poco más de ochenta y cuatro mil ponis en su interior. La cifra llegó incluso a marear a Twilight, tanto en sentido literal como figurado; por un lado se mostró muy impresionada, pero tampoco pudo evitar preocuparse debido a ese mismo detalle.

-¿No es esa una cifra muy elevada? ¿Qué pasaría si se llegara a llenar de ponis de una sola sentada?-inquirió ella, algo inquieta.

-El aforo máximo del pabellón no está fijado para llenarlo en su totalidad. Después de todo, ese no es el propósito, si quisiéramos podríamos llenarlo con la cuarta parte de la población de la ciudad, pero evidentemente no vamos a hacerlo-la explicó el arquitecto, un poni entrado en años y que peinaba canas.

-Lo sé, eso es indudable, pero piense por un momento en una situación, si no igual, parecida; si ocurriera algo, lo que fuera, toda esa gente querría salir del lugar y a la vez…-comentó Twilight, visiblemente preocupada.

-Ya veo por dónde van los tiros, princesa… pero no tema, en caso de evacuación esta todo pensado para evitar taponamientos y avalanchas, junto con sus protocolos y normas-añadió el arquitecto.

-Comprendo su preocupación, princesa, pero como ya le ha dicho el señor Angle, está todo pensado y calculado. Quisimos que el Trotidson Square Garden fuera tan útil y seguro como nosotros queríamos que fuera, y la puedo asegurar que se ha cumplido y con creces ese detalle en concreto-la aseguró el concejal de urbanismo.

La comida en un famoso restaurante cerca del pabellón estaba resultando mucho más entretenida de lo que en un principio Twilight pensó que sería; de alguna forma supo que tendría que lidiar con un montón de ponis importantes, y así fue, por lo que la situación era perfecta para practicar todo lo que Celestia la había enseñado hasta el momento.

Con ella se encontraban un montón de miembros del ayuntamiento, a su lado se había sentado el alcalde Hoofberg, al cual había conocido nada más llegar al pabellón; era un poni alto, delgado, de facciones rectas y de avanzada edad, de pelo ceniciento. Vestía con un pulcro traje negro con corbata roja, llevaba puesto un pin de la bandera de la ciudad y su marca de belleza consistía en un bastón de mando.

Frente a ella se encontraba sentado Angle Lens, el arquitecto del pabellón, un poni de edad aproximada a la del alcalde, de ancha frente, pelo ondulado y canoso y facciones rectas; su marca de belleza consistía en una escuadra y un escalímetro. A su lado se encontraba sentado Length Street, el concejal de urbanismo, un poni más joven, de crin oscura y ojos más claros; su marca de belleza consistía en un plano escalado. Justo al lado estaba Leisure Time la concejala de ocio, deportes y tiempo libre, una yegua de mediana edad de crin azulada y pelaje blanco; su marca de belleza consistía en una máscara teatral feliz.

El resto de asistentes a la comida eran otros trabajadores y funcionarios, pero Twilight sólo se hablaba con esos pocos; Second Order estaba sentada a la siniestra del alcalde Hoofberg, escuchando la mayoría de las ocasiones e interviniendo muy pocas veces, salvo cuando la situación lo ameritaba.

-El proyecto del Trotidson Square Garden ha sido uno de los más grandes que la ciudad ha encarado hasta la fecha, y el hecho de que finalmente lo hayamos conseguido, nos enorgullece aún más. Y, por supuesto, nos congratula su presencia en el día de su inauguración, alteza-añadió otro poni sentado cerca de ellos.

-Gracias, yo también celebro el estar aquí con todos ustedes…-asintió ella, siguiendo el protocolo y sonriendo una vez más.

-Aunque me cogió por sorpresa que la princesa Celestia no pudiera venir en este día tan especial, ¿qué la ha hecho que tuviera que delegar en usted, si no es intromisión?-inquirió en ese momento Hoofberg, genuinamente extrañado.

-Oh, simplemente tenía otros asuntos pendientes que requerían de su atención y me pidió a mí ir en su lugar, eso es todo-explicó Twilight, sin dudar en ningún momento.

-Oh, por supuesto, debí haberlo imaginado…

Era en esos momentos cuando muchas de las dudas e inseguridades que había llegado a sentir recientemente simplemente desaparecían, dando paso a un sentimiento de confidencia y seguridad en una situación típicamente formal y distendida. Incluso llegó a pensar por un momento que se podría llegar a acostumbrar y todo.

La comida se alargó un poco más hasta los postres y luego hicieron tiempo hasta la ceremonia de inauguración, descansando en un salón de fumadores y tomando unas copas; por petición de Twilight nadie fumó en su presencia puesto que a ella la molestaba el humo, y tampoco fumaba, razón de más para no hacerlo. Las conversaciones adquirieron un tinte más informal y los temas fueron variando a otros más simples y cercanos. En un momento dado, Twilight se acercó a uno de los ventanales que ofrecía unas buenas vistas a esa parte de la ciudad, recordando tanto a Spike como a Rarity.

-¿Cómo les irá? A mí también me hubiera gustado visitar la ciudad…






Después de comer, Rarity y Spike fueron a visitar el resto de los destinos que la poni modista quería conocer; pasearon por la cocina del Tártaro, un barrio situado al oeste de la ciudad y donde residían un montón de ponis inmigrantes provenientes de otras partes de Ecuestria. Se caracterizaba por ser, en sus inicios, un barrio muy conflictivo y difícil, ya que la mayor parte de la delincuencia de la ciudad por aquel entonces se concentraba en ese barrio. Pero ahora todo eso había cambiado y era un barrio residencial más tranquilo y habitable, hogar de muchos artistas y bohemios.

Otro barrio al que visitaron fue la pequeña Griffonia, una pequeña comuna de grifos en medio de una gran ciudad de ponis; aunque pequeño, era un barrio con mucha clase y la gastronomía grifo imperaba sobre un mar de plumas y calles empedradas.

Justo al lado estaba el barrio Diamante que, como la pequeña Griffonia, era una comuna habitada principalmente por perros diamante; algo más grande que la pequeña Griffonia, el barrio Diamante destacaba sobre todo por sus calles decoradas y la gran afluencia de perros diamante por sus calles, además de los ponis que pasaban por allí.

Finalmente acabaron su visita en Trottery Park City, un barrio residencial con un largo parque que bordea esa parte del río; a Rarity le hubiera gustado visitar también la isla de la amistad, el hogar de la famosa estatua de la amistad, pero no había tiempo, por lo que se conformaron con verla en la distancia desde el paseo del parque. Y, por supuesto, hubo más fotos.

-Las vistas desde aquí son maravillosas ¿no crees, Spike?-inquirió en ese momento Rarity, observando la figura de la estatua en la lejanía.

El pequeño dragón tardó un poco en contestar, ya que por un momento se había quedado embelesado contemplando la figura y el porte de la poni modista; desde que llegaron a Ponyville, nada más verla Spike supo que lo que sentía era algo que nunca se llegaría a concretar de alguna u otra forma. Rarity era una poni preciosa, elegante y fina, él tan solo era un dragón que ni siquiera alcanzaba la mayoría de edad. Y nada más. Sabía que ella le tenía mucho cariño, pero no sabía con certeza si Rarity era consciente de lo que él sentía por la poni. O igual sí.

-¿Spike? ¿Estás bien, cariño?-inquirió ella, al no obtener respuesta.

Ante eso, Spike reaccionó y habló.

-Rarity… ¿guardarás todas estas fotos?

-Por supuesto que sí, serán unos muy buenos recuerdos de viaje…

-Entonces… ¿atesorarás las mías?

Sin necesidad de que dijera nada más, Rarity supo enseguida a lo que se refería Spike y esbozó una dulce sonrisa, pensando bien lo que decirle.

-Spike… sabes tan bien como yo que eres muy especial para mí. Siempre has estado ahí, cuidando de mí, ayudándome desinteresadamente y apoyándome en los momentos difíciles. Si hay algo que quiero atesorar como lo que más, son todos esos momentos. Porque sé que siempre vas a estar ahí.

El pequeño dragón notó entonces como su corazón martilleaba en el pecho, comprendiendo sus palabras. Lo sabía. Y también supo, sin ningún atisbo de duda, que aunque fuera imposible, ella siempre estaría a su lado. Sin decirle nada más, la poni modista le regaló un suave abrazo y Spike se lo devolvió gratamente.

Justo después, una serie de campanadas melodiosas se extendieron por todo el parque, un carillón indicaba y media no muy lejos de allí; Rarity alzó la vista y vio el reloj desde la distancia, marcando las cinco y media.

-¡Ah, y media ya, se nos va el tiempo, y nosotros sin vestirnos! ¡Vamos, Spike, tenemos que volver ya al hotel! ¡Taxi!-exclamó ella, dirigiéndose hacia la salida del parque.

Cruzar la ciudad a esa hora les llevó unos buenos minutos, llegando al hotel a menos cuarto; a velocidad record, Rarity se duchó, acicaló y se puso sus mejores galas para asistir a la inauguración y posterior recepción. Por su parte, Spike se vistió con un pequeño esmoquin que la poni modista le diseñó exclusivamente para él.

-Oh, mírate, estás monísimo…

-Me tira un poco de la cola…-se quejó Spike.

-Eso es porque lo tienes recogido, espera…

Con su magia, Rarity se lo ajustó rápidamente y le quedó mejor, listo para irse al pabellón. Sin perder más tiempo, bajaron a la calle y volvieron a abordar el taxi, ya que le pidieron al semental que los llevó que les esperara.

-¡Al Trotidson Square Garden, necesitamos llegar antes de las seis!-exclamó Rarity, toda azorada.

-¡Agárrense entonces!-exclamó el taxista, antes de echar a correr.

El taxi atravesó rápidamente el tráfico de la ciudad mientras se dirigía hacia el pabellón, el cual estaba situado unas manzanas más abajo partiendo desde el hotel; finalmente llegaron a tiempo, a pocos minutos antes de que empezara la inauguración. Un montón de ponis se encontraban congregados frente a la entrada principal del Trotidson Square Garden, en las primeras filas se podían observar a un montón de periodistas cubriendo el evento; también vieron a algunos de los guardias reales apostados en sitios estratégicos y vigilando el perímetro. Un pequeño atril se erguía en lo más alto de las escaleras que llevaban hasta la entrada, la cual se encontraba precintada por una cinta roja. Rarity y Spike se abrieron paso entre la multitud hasta llegar a la primera fila.

-¿Dónde está Twilight? No veo nada, tan solo patas y más patas…-murmuró Spike, algo azorado.

-Oh, pobrecito mío, súbete a mí…-le indicó Rarity, cogiéndolo con su magia y posándolo en su lomo.

Desde lo alto del lomo de Rarity pudo ver todo mucho mejor y, en ese momento, apareció un poni al que conocían de nada, situándose detrás del atril; otra serie de ponis se encontraban dispuestos en fila detrás de él. En un momento dado, habló.

-Buenas tardes a todos los ciudadanos aquí presentes, soy el alcalde Hoofberg y la inauguración del ya terminado Trotidson Square Garden va a dar comienzo; antes que nada, me gustaría agradecer a la constructora por la gran labor realizada y también a todos ustedes, ya que sin sus contribuciones hubiera sido imposible emprender tan ardua empresa. Y ahora, den la bienvenida a la princesa Twilight Sparkle, que ha venido expresamente a inaugurar el complejo.

El alcalde dio paso a la princesa, la cual fue recibida tras una gran ovación y aplausos mientras saludaba a la multitud; Rarity y Spike la saludaron desde donde estaban, y ella les devolvió el gesto rápidamente. Una vez introducida, Twilight se colocó tras el atril, releyendo rápidamente unas notas que traía consigo antes de dirigirse a la multitud.

-Desde hace muchos años atrás, los deportes han sido y son una de las más reconocidas y disfrutadas actividades practicadas por todo el mundo; son beneficiosos para la salud, poseen un marcado carácter social y son disfrutados por ponis de todas las edades y clases sociales. Hay muchos tipos de deportes, desde el clásico fútbol, el baloncesto, el rugby, el beisbol… todos estos tienen en común que se juegan en lugares acondicionados para tal efecto, adquiriendo así un lugar único, un baluarte del deporte y de la actividad. Y el Trotidson Square Garden es, quizás, el más nuevo, grande y completo de todos esos baluartes que se han construido hasta la fecha. Aquí, ponis de toda índole vienen, no sólo a jugar, sino que también vienen a hacer música o a dar espectáculos. Esto los convierte en, no solo baluartes del deporte, sino en fortalezas multitarea de cualquier actividad física o de ocio que se precie. Y no sólo eso, sino que también se convierte en un punto de encuentro para ponis de toda Ecuestria, reforzando aún más su carácter polivalente. Por lo que es para mí un gran honor inaugurar este pabellón.

El corto pero intenso discurso de Twilight fue muy bien recibido por todos los presentes, los cuales aplaudieron a rabiar; justo después apareció una yegua portando consigo un cojín rojo sobre el que había unas tijeras plateadas. La alicornio lavanda las cogió con su magia y las usó para cortar la cinta, quedando así el Trotidson Square Garden oficialmente inaugurado. Las puertas se abrieron al público y casi todos los presentes entraron en el pabellón para verlo por dentro; Twilight se encontró con Rarity y Spike junto a la puerta y les saludó, al tiempo que fue con ellos.

-¿Qué tal he estado?

-Oh, pues fabulosa querida, un discurso muy edificante… corto, pero intenso.

-Oh, sí, te ha quedado muy bien, eres toda una princesa…

-Gracias, Spike… vendréis conmigo a la recepción ¿no?

-Por supuesto… ¿dónde es?

-En un salón de fiestas cerca de aquí, a pocos metros del hotel. Se hará dentro de diez minutos.

Aun a pesar de que iban algo justos de tiempo, pudieron ver algunas de las canchas antes de dirigirse hacia allí; tanto Rarity como Spike acompañaron a Twilight en su carroza para ir hacia el salón de fiestas, siendo escoltados en todo momento por los guardias solares.

El salón estaba situado en otro lujoso hotel, y ocupaba casi toda una planta del mismo, con unas muy buenas vistas a esa parte de la ciudad; en la recepción se reunieron un montón de ponis famosillos y del mundillo empresarial, el alcalde Hoofberg y sus concejales también estaban allí. Un extenso catering ocupaba una serie de mesas dispuestas en forma de U a lo largo de toda la espaciosa estancia, y un gramófono reproducía música de ambiente que se extendía por todo el lugar. Twilight estuvo recibiendo a un montón de ponis que la iban presentando, por lo que no pudo estar mucho tiempo con Rarity y Spike; la poni modista se aclimataba a la situación como un camaleón, aunque al pequeño dragón le resultó más aburrido de lo que esperaba. En un momento dado, el gramófono fue cambiado para poner un disco que, a esas alturas, a todos le resultaba familiar. La melodiosa voz de Frank Sinatra invadió el salón y muchos ponis comenzaron a bailar a su son, sorprendentemente animados. En un momento dado, comenzó a sonar una canción que exaltó aún más a los presentes, y no era para menos, puesto que era una muy especial, al menos para los manehatianos. Como siempre, la orquesta comenzó a sonar con unos acordes vivos y melodiosos antes de que Sinatra comenzara a cantar.

Start spreading the news, I'm leaving today

I want to be a part of it, New York, New York.

These vagabond shoes, are longing to stray

Right through the very heart of it, New York, New York


Se había hablado mucho de esta canción en concreto cuando el disco salió a la venta en Manehattan, y por una buena razón, ya que esa Nueva York de la que tanto hablaba Sinatra en ella era extrañamente similar a Manehattan, y en muchos aspectos además.

I wanna wake up, in that city that doesn't sleep.

And find I'm king of the hill, top of the heap.

These little town blues are melting away

I'll make a brand new start of it, in old New York


Ese era uno de esos aspectos; desde hacía mucho tiempo atrás, a Manehattan siempre se la había llamado la ciudad que nunca duerme debido a su bullicio y ajetreo constante incluso en las noches más cerradas. Y no sólo eso, sino que recalcaba lo antigua que era la ciudad; y Manehattan era quizás tan antigua como esa Nueva York.

If I can make it there.

I'll make it anywhere.

It's up to you, New York, New York


Si por algo destaca la ciudad, es que a veces suele ser muy cruel, sobre todo con los forasteros; normalmente, la mayoría de los ponis de negocios afincados allí suelen recalcar que en esta ciudad es sálvese quien pueda. Y ese mismo detalle incluso se refleja fielmente en la propia canción.

New York, New York,

I want to wake up, in the city that never sleeps

And find I'm a Number 1, Top of the list, King of the hill, A number one…


Y, por supuesto, la mayoría de los ponis que se mudan a esa gran ciudad lo hacen para triunfar y escalar a lo más alto.

These little town blues, oh they're melting away

I'm gonna make a brand new start of it, in old New York


El tono con el que repetía esas líneas era tan diferente del anterior que parecían unos versos completamente diferentes, recalcando aún más lo especial que era esa Nueva York. Casi tanto como Manehattan.

And if I can make it there, I'm gonna make it anywhere

It's up to you, New York, New York!


La reiteración de Nueva York junto con el punto más álgido de la orquesta ponía la puntilla y acababa una canción que, para los manehatianos, era tan especial como su propia ciudad. Incluso ya se estaba sugiriendo hacer una versión alternativa y todo.

La recepción siguió su curso tranquilamente, Rarity tuvo la oportunidad de conocer a algunos ponis famosillos de la ciudad, llegando a llamar la atención gracias a su vestido; aunque de todos los ponis que la halagaron, una en concreto se mostró especialmente entusiasmada.

-Cielo santo, qué preciosidad de vestido, es divino ¿dónde lo ha comprado?-la preguntó una yegua joven, de crin rubia y pelaje color canela.

-Oh, querida, no lo he comprado, lo he diseñado yo misma, es mío-reveló ella, esgrimiendo su mejor sonrisa.

-Ah… ¿me está diciendo que es usted modista?-inquirió la yegua, asombrada.

-Así es… me llamo Rarity y llevo mi propia tienda en Ponyville, Carrusel Boutique, donde todo es único, fabuloso y chic.

-Uauh, es precioso, que de joyas, y que bien quedan… es usted toda una artista, señorita Rarity…

-Oh, muchas gracias, señorita…

-Ay, es cierto, no me he presentado… lo siento, soy Setting Scene, trabajo como aparejadora en el escenario de la Semana de la Moda que se va a celebrar dentro de poco… no, en serio, qué bordados, y la tela… definitivamente tiene usted que estar presente-comentó en ese momento ella.

-¿Presente? ¿A qué se refiere, querida?

-Pues a la Semana de la Moda, por supuesto… un talento como el suyo tiene que ser exhibido ante todo el mundo, estoy segura que si se presenta con algo nuevo, atrevido y exótico ganará seguro.

-¿Qué? ¿La Semana de la Moda? ¿Yo?-inquirió Rarity, sintiéndose mareada por momentos.

Conocía muy bien tal semana, era uno de los eventos de moda más prestigiosos de toda Ecuestria, y por una semana, un montón de firmas y diseñadores se dejaban caer por la ciudad para presentar sus nuevos diseños o bien participar en el concurso, que era el principal gancho del evento. Ella siempre había querido asistir, pero no tenía contactos ni el dinero suficiente como para poder conseguir una acreditación.

-Por supuesto que sí, tiene que asistir, señorita Rarity, definitivamente tiene usted que ir-insistió Setting.

-Oh, me encantaría, de veras que sí, pero me temo que no tengo el dinero suficiente como para permitirme una acreditación…-explicó ella, algo apenada.

Ante eso, Setting se quedó pensativa por unos breves momentos antes de volver a hablar.

-No se preocupe, conozco personalmente a Prim Hemline, uno de los jueces del concurso… quizás pueda conseguir convencerla, aunque necesitaría unas cuantas referencias…

Rarity se quedó con la boca abierta, incapaz de creerse lo que la estaba diciendo.

-Espera, espere ¿de verdad? ¿Haría eso por mí?

-Por supuesto que sí, eso que lleva puesto es puro talento natural, señorita Rarity, y merece ser mostrado al mundo.

Frente a ese halago, la poni modista se quedó sin palabras, llegando a emocionarse hasta las lágrimas.

-Yo… no sé qué decir… es como un sueño…-masculló Rarity, estática.

-Ni lo piense, querida… aunque, si no la importa, necesitaría esas referencias, como bien la dije.

-Oh, sí, un momentito…-asintió Rarity, saliendo de su trance y rebuscando en su bolso.

La recepción se alargó un poco más hasta que finalmente terminó a las siete y media; Twilight se retiró al hotel junto con Rarity y Spike, mientras que la poni modista la iba a contando todo.

-Oh, Twilight, no te lo vas a creer, pero puede que consiga una acreditación para ir a la Semana de la Moda y participar en su concurso.

-¿De veras? ¿Y cómo así?

-Una aparejadora me ha hecho el favor de una manera súper generosa… oh, estoy tan emocionada, siempre había querido ir, y ahora podré…

-Eso es estupendo, estoy segura de que deslumbrarás a todos con tu colección.

-Ah, eso me recuerda que tengo que diseñar algo nuevo para la ocasión… y, por supuesto, podréis venir todas conmigo-añadió ella, guiñándola un ojo.

El resto del día lo pasaron tranquilamente en el hotel, disfrutando de todas sus comodidades y servicios que ofrecía; Spike se fue con el equipo de animación y otros potrillos de su edad y tanto Twilight como Rarity aprovecharon que el hotel tenía Spa para hacerse un tratamiento completo.

La cena transcurrió en un ambiente tranquilo y relajado, y para el final del día, el sub capitán Skipper reportó a Twilight el informe de toda la jornada.

-Ha sido un día muy tranquilo, alteza, durante la inauguración no ocurrió nada fuera lo normal, aunque mis hombres tuvieron que mediar un poco con la prensa, estaban especialmente pesaditos.

-Sí, ya lo vi poco antes de empezar… ¿algo más?

-Nada más, alteza.

-Muy bien, gracias sub capitán, puede retirarse.

Skipper se cuadró ante ella antes de retirarse, dirigiéndose a la habitación especialmente acondicionada para él y sus hombres. Una vez solos, Twilight dejó escapar un suspiro cansado, quitándose todos sus engalanes reales.

-Bof, estoy agotada…-masculló ella, entrando al baño.

-Normal, querida, yo también, ha sido un día muy ajetreado-asintió Rarity, mientras se quitaba el maquillaje.

-Pero bueno, ya se ha acabado, mañana nos volvemos y todo volverá a la normalidad… ¿te ha gustado la visita?

-Oh, ya lo creo que sí, si no hubiera sido por ti, no hubiera conseguido esta gran oportunidad para asistir a la Semana de la Moda… muchísimas gracias, querida, eres la mejor amiga del mundo…

-Claro que sí… además, si te soy sincera, de todas las demás, tú eres con la que mejor me llevo. Siempre has estado ahí, apoyándome y ayudándome a salir adelante… gracias por todo, Rarity, de verdad-añadió Twilight.

Ante eso, Rarity esbozó una gran sonrisa, ligeramente emocionada, y dándola un gran abrazo. La alicornio lavanda se lo devolvió con la misma fuerza. En cuanto terminaron con el baño, salieron de él y, en ese momento, Twilight inquirió.

-¿Y Spike? ¿Ha vuelto ya?

-Sí, cayó rendido hace poco, una de las animadoras me pidió llevarlo a la cama.

Y así era, el pequeño dragón se encontraba durmiendo en su canasto, ligeramente desarropado; Twilight le volvió a arropar y le dio un beso de buenas noches en la frente.

-Es adorable incluso cuando duerme…-comentó Rarity entre susurros.

-Sí…

Tras eso las dos se dieron las buenas noches y cada una ocupó una cama, cayendo dormidas rápidamente. Afuera, Manehattan seguía despierta.

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PD. Banda Sonora Original de Amor de madre :roto2rie:

[youtube]9KJQNMqVIug[/youtube][/quote]

No ha estado mal, aunque echaba en falta la famosa aparición de Frank y Luna
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Volgrand » 22 Ago 2014, 22:37

Un bonito capítulo "de relleno" ,ya que no ocurre nada de transcendencia en la historia. No es que eso sea algo negativo :D

He notado que en algunos momentos se repiten bastante algunas expresiones. Por ejemplo:
-La seguridad es la seguridad, alteza. Además, desde que sufrimos el ataque changeling se ha estado incrementado la seguridad de todos los actos reales desde entonces, no podemos arriesgarnos a que nos ataquen de nuevo. Además, a nosotros nos han estado entrenando mucho más duro desde entonces…-explicó el guardia.
Lo vi en algunos sitios más, pero es que lo leí ayer y ahora no recuerdo xD. También he visto mejoría con los laísmos que te caracterizan, aunque aún se te coló alguno creo. Aparte de eso, muy buen trabajo. Gracias por escribir.
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Metallic Lenneth » 24 Ago 2014, 23:28

asdoasdopls :roto2rie: Este fanfic es larguísimo, me rcuerda al de BP.
Lo había empezado a leer hará ya un tiempo, y hoy me he puesto nuevamente. Me he leído el capítulo donde Luna y Twilight realizan una visita al antiquísimo pueblo de Hollow Shades, el festival y luego cuando hablan con la matriarca. sencillamente genial, me ha hecho emocionar.

Quiero seguir leyéndo aún más, me pregunto que cosas vendrán mas adelante... eso si es que el fic aún no termina. :zpalomita:
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Sg91 » 26 Ago 2014, 19:03

Capítulo 22

Tempus fugit


Tras la inauguración, la vida en Ponyville siguió su curso tranquilamente; varios días después, llegó al correo de Rarity un sobre certificado con una acreditación para la Semana de la Moda de Manehattan que se celebraría la semana que viene. En cuanto la vio, le dio un vahído a la poni modista; luego se fue corriendo por todo el pueblo loca de contenta, para dar las buenas noticias a todas sus amigas. Casi sin decidirlo siquiera, todas ellas quedaron automáticamente invitadas por Rarity para acompañarla durante toda una semana a la gran ciudad.

El resultado final de la Semana de la Moda fue esperado e inesperado al mismo tiempo; para presentarse al concurso, Rarity hizo una nueva tela especial para lucirla durante la exhibición. Pero cometió el error de pasarse de generosa con una antigua amiga, Suri Polomare, la cual la robó las telas que ella misma la dio. Por ello, no pudo presentarse con las nuevas, por lo que tuvo que improvisar sobre la marcha para hacer unas nuevas en un tiempo record, usando a sus amigas para ello y abusando de su amistad. Los nuevos diseños gustaron, y fue entonces cuando Rarity comprendió lo que había hecho. Se disculpó con sus amigas en cuanto tuvo la ocasión y estas la perdonaron; fue entonces cuando su generosidad se vio recompensada en forma de trofeo de la Semana de la Moda, ya que ella creía que había perdido, pero su antigua amiga Suri había intentado mantenerla alejada del concurso en cuanto vio que tenía una oportunidad de ganar si Rarity no reclamaba su premio. Y fue Coco Pommel, la ex ayudante de Suri, la que decidió dárselo, inspirada por su generosidad.

De vuelta a Ponyville, Twilight volvió a sus estudios de protocolo y etiqueta, los cuales entraban en su etapa final; al mismo tiempo, la vida en el pueblo seguía su curso de manera vertiginosa, al menos para Twilight. Desde que se convirtió en princesa casi todo era un no parar, o al menos esa era la sensación que le daba a ella; las demás apenas notaban nada significativo, y lo achacaban a sus nuevos deberes reales, los cuales apenas se hacían notar. Celestia la comentó a Twilight que en cuanto terminaran con las clases comenzarían con el resto de prácticas, y se mostró particularmente satisfecha con su trabajo en Manehattan.

-Para ser tu primera práctica te desenvolviste muy bien, ya me dijo el alcalde Hoffberg que todo fue sobre ruedas en todo momento.

-Sí, la verdad es que no estuvo mal, me sentí bien en todo momento y apenas me puse nerviosa…

-Eso es importante, mantener la calma es vital para poder entrar bien en cualquier situación y ambiente. Estupendo, Twilight, tu primera práctica la has sacado con nota.

-Gracias, prince… digo, Celestia. ¿Qué otras prácticas voy a hacer?-inquirió la alicornio lavanda, ansiosa.

-Tengo ya unas cuantas para hacer aquí en Canterlot, entre ellas un par de reuniones con varios comités, y también algo especial; en el próximo pleno de la Cámara Alta, tú abrirás la sesión disciplinar-anunció Celestia.

-¿De veras? Pero yo pensaba que la sesión la abría el presidente, en este caso, Fancy Pants…

-Y así es, pero en la próxima sesión se cumplirá un año desde la restauración de la cámara, y he pensado que, como celebración de tan relevante evento, tú podrías hacer los honores ésta vez.

-Vaya, será todo un honor…

En ese momento alguien llamó a la puerta y Celestia le dio paso; un guardia solar apareció en el umbral de la puerta y anunció.

-Alteza, ha llegado un grifo al palacio, solicita una audiencia con usted y la princesa Luna.

Esa noticia pilló por sorpresa a Twilight, la cual se quedó un tanto extrañada; pero Celestia comprendió enseguida de quien se trataba.

-Ah, bien, dígale que espere, ahora le recibimos. Lo dejamos aquí por hoy, Twilight, tengo asuntos que atender.

-Muy bien.

Acompañó primero a Twilight hasta la puerta y, una vez que se fue, fue a avisar a su hermana.

-Luna, ya está aquí el cocinero grifo.

-Ah ¿ya? Por fin, pensaba que no vendría nunca…-comentó Luna, parando su trabajo.

-Lo sé, yo también, algo les debió retener en el reino grifo… vamos.

La alicornio oscura acompañó a su hermana hasta el patio de armas, donde el susodicho esperaba; era un grifo de mediana edad, de plumaje ceniciento y pelaje claro, con unos ojos oscuros y una mirada profunda. Llevaba consigo un carro tapado con una gruesa lona, el cual desprendía un desagradable olor. Tanto Luna como Celestia supieron al instante lo que llevaba en él, la alicornio blanca fue la primera en hablar.

-Bienvenido a Ecuestria, mi buen señor, espero que el viaje haya sido de su agrado…

-Gracias, alteza… aunque antes que nada, me han pedido que las diga que lamentamos profundamente la tardanza, yo estuve dispuesto a venir aquí cuanto antes, pero hemos tenido problemas recientemente en nuestras fronteras y, debido a esto, me he acabado retrasando. Me llamo Gastón, a su servicio, alteza-se presentó el grifo, hablando con un marcado acento de su tierra, el cual destacaba por pronunciar las erres como si fueran ges.

-El placer es mío… yo soy la princesa Celestia, y esta de aquí es mi hermana, la princesa Luna.

-Encantada-murmuró ésta, con gesto solemne.

-Alteza... por lo que tengo entendido, es usted la que más precisa de mis servicios.

-Así es, aunque no para mí, sino para alguien muy querido…

-¿Puedo preguntar de quien se trata?-inquirió Gastón, curioso.

-Por supuesto, se trata de mi hijo.

-¿Su hijo? No sabía que hubiera sido madre, aunque… no termino de comprenderlo…

-Lo comprenderá en cuanto lo vea… acompáñenos, por favor-pidió Celestia.

Para que Gastón pudiera asentarse cuanto antes, le llevaron primero hasta las cocinas del palacio; desde que habló con el rey grifo, Celestia había mandado construir una nueva antesala separada de la cocina principal, para que el grifo pudiera trabajar tranquilo y aparte del resto de chefs equinos, y así evitar cualquier tipo de problema o conflicto. Tanto las princesas como el chef sabían bien que estaban tratando un tema espinoso para los ponis, por lo que Gastón aceptó con sumo agrado su nuevo espacio de trabajo.

Aunque no sólo la cocina era importante, puesto que la conservación de la carne que el grifo traía consigo requería de ciertas condiciones que una simple despensa no podía proveer; pero Celestia estaba en todo y había conseguido subsanar ese aspecto. Bajó a las mazmorras y, en la celda más fría y húmeda de todas, realizó un encantamiento helador que enfrió aún más la estancia, manteniendo la temperatura en óptimas condiciones para la conservación de la carne; las paredes se congelaron, el techo también y el ambiente se llenó de un vapor helado, realizando un último encantamiento de hermetismo para evitar que el frio no se escapara de la celda. Gastón recibió con gran alegría su nueva despensa helada, guardando en ella toda su carne.

-Nosotros la guardamos en cuevas profundas y húmedas, pero la verdad es que nunca antes había visto nada semejante… tiene recursos para todo, alteza…-la alabó el grifo.

-Gracias, Gastón, lo que sea para que todo vaya como tiene que ir…

Una vez que el grifo estuvo asentado del todo, dejando el resto de sus cosas en las dependencias del servicio del palacio, se dirigió directamente a conocer al hijo de la princesa Luna. Se reunió con ella en una de las salas de estar del tercer piso, nada más entrar vio a la alicornio oscura acompañada de una criatura que le sorprendió en todos y cada uno de los aspectos.

-Gastón, le presento a Frank, mi hijo. Saluda a tu chef personal, cariño…

-¡Hola!-exclamó el pequeñín, mirando atentamente al grifo.

El aludido se acercó a Frank, observándole con mucha atención y visiblemente sorprendido.

-Con todos mis respetos, alteza, pero… ¿qué es exactamente?-inquirió en un momento dado.

-No lo sabemos, lo estamos investigando, pero por el momento no tenemos ni idea de lo que se puede tratar. Lo encontré hace ya un año y medio en los jardines del palacio y decidí adoptarlo como mi hijo legítimo.

Gastón siguió estudiándolo con la mirada, mostrándose un tanto extrañado.

-Entiendo, aunque… su aspecto no le hace ver como una criatura carnívora ¿qué le dice que pueda consumir carne?

-Es muy sencillo… abre la boca, cariño… abre, no seas cabezón…

Costó un poco, pero finalmente consiguió que abriera la boca; en cuanto Gastón vio los colmillos, lo comprendió.

-Oh, ya veo… en ese caso sí que puede consumir carne…-asintió el grifo.

-Exacto, su pediatra me aconsejó que fuera dándole algo de carne en cuanto cumpliera un año, y no quiero retrasarlo mucho más… si mi hijo necesita comer carne para poder sobrevivir, que así sea, no quiero dejarle malnutrido sólo porque mi especie no coma carne-explicó Luna.

-Muy loable por su parte, alteza, es usted muy buena madre…

-Gracias… dentro de poco será la hora de comer ¿podría preparar algo para él?

-Por supuesto ¿qué quiere que haga? He traído un poco de todo, pollo, ternera, cerdo, vaca, cordero…

-Eh… bueno, empiece con algo pequeño… no sé, lo que usted vea…-murmuró Luna, sintiéndose un tanto turbada.

-Puedo asar un poco de pollo para que lo pruebe, los contra muslos siempre son los más jugosos-sugirió Gastón.

-Está bien, pues pollo, vale-asintió ella, con ganas de finiquitar la conversación.

El grifo se retiró para prepararlo y Luna decidió hacer tiempo pasándolo con su hijo, al que no había visto en toda la mañana. Para ella el tiempo también pasaba volando, sobre todo ahora que era madre; el día a día se había convertido en toda una rutina, trabajaba por las mañanas y luego pasaba un poco de tiempo con su hijo antes de comer, durante la comida y poco después de la comida. Normalmente era ella la que lo acostaba para que durmiera la siesta; luego por la tarde, después de terminar la jornada, volvía a estar con él hasta el final del día. Y, durante las horas en las que ella trabajaba, su niñera Helpful Maid se encargaba de él.

Al poco rato, una de las ponis del servicio se presentó en el lugar.

-Alteza, la comida ya está servida.

-Ya vamos… ¿has oído, cariño? A comer…

Para Frank ese era uno de sus momentos preferidos del día, ya que le gustaba bastante comer; al contrario que otras veces, el pequeño se puso de pie y echó a correr hacia el pasillo. Luna se había acostumbrado a cargarle con su magia desde que era más pequeño, y ahora que sabía andar sobre sus patas traseras le costaba un poco más tenerle vigilado, ya que se movía deprisa. Pero Frank no era tonto, y en cuanto llegaba a las escaleras se paraba de golpe y miraba hacia abajo; aún no había cogido la suficiente confianza como para bajar las escaleras él solo, por lo que su madre le ayudaba. Sosteniéndole con su magia de las garras, él iba bajando las escaleras poco a poco, sin que Luna tuviera que decirle cómo hacerlo siquiera. Le salía él solo, casi por instinto.

Tardaron un poco, pero finalmente llegaron al comedor, donde su tía Celestia les estaba esperando. Al verla, Frank la saludó.

-¡Tía Cewestia!

-Hola, Frank… qué mayor eres ya, viniendo tú solito…-le dijo su tía, divertida.

-Aún le cuesta bajar las escaleras… ¿verdad, cariño?

-¡Verdad!-exclamó él, tratando de encaramarse a una silla.

Ambas alicornios se rieron divertidas ante la dulzura del niño, y finalmente comenzaron a comer; en ese aspecto, las cosas también habían cambiado y ahora Frank comenzaba a comer por sí solo. Antes Luna le tenía que estar dando, pero Frank prefería comer él mismo sin que su madre le estuviera ayudando constantemente, aunque a veces requería de su ayuda, muy de vez en cuando.

De primer plato trajeron puré de calabacín y patata que se comió con sumo gusto; hasta ahora, con el cubierto que mejor se llevaba era la cuchara, y a él siempre le había gustado casi cualquier tipo de puré, por lo que no había problema. Esta vez apenas tuvo que pedir ayuda a su madre, comiéndoselo él solito como un campeón.

-Ya te lo he dicho antes, pero lo cierto es que Frank me sorprende gratamente, es muy precoz para su edad…-comentó Celestia en un momento dado.

-Sí, la verdad es que aprende muy rápido…-asintió Luna.

El segundo plato, al menos para Celestia y Luna, consistió en cogollos de ensalada con cebolleta, aceitunas, pimientos y espárragos; el segundo plato de Frank, el pollo, tardó un poco más en llegar, pero Luna le dio de picotear alguna que otra aceituna aprovechando que no tenían hueso. Al cabo de unos pocos minutos más, apareció Gastón por la puerta llevando consigo una pequeña bandeja en la cual se podía ver un cubreplatos estratégicamente colocado.

-Altezas… el pollo está listo.

-Ah, bien… póngalo ahí.

El grifo sirvió a Frank y destapó el plato, dejando a la vista el pollo; un olorcillo penetrante y sabroso, incluso para Celestia y Luna, invadió el comedor y Frank lo miró con atención, sin saber lo que era. Ambas ponis miraron la carne con cierta aprensión.

-Espero que esté a su gusto…

-Sí, bueno, primero tiene que probarlo… espera, cariño, que te lo parto…-murmuró Luna, sin poder ocultar un evidente nerviosismo.

La alicornio oscura cogió cuchillo y tenedor con una temblorosa magia y comenzó a trocear la carne para que Frank pudiera comerla; no fue fácil para ella, pero finalmente pudo deshuesar por completo la pieza y partirla en trocitos pequeños. Gastón se ofreció a hacerlo él mismo al ver el reparo de la princesa, pero ésta se negó.

-No, he de hacerlo yo, tan solo tengo que acostumbrarme, eso es todo…

Una vez lista la carne, cogió un trocito con el tenedor y se lo acercó a Frank.

-Toma cariño, come, tienes que comerlo.

Frank lo miró un tanto extrañado, llegando a olfatearlo un poco, pero finalmente lo aceptó y se lo llevó a la boca; al principio se mostró un tanto chocado, como si le extrañara el sabor. Pero poco después siguió masticando con gusto, llegando a opinar por el camino.

-¡Está íco!

-¿Te gusta, cariño?-inquirió Luna.

-¡Sí! ¡Más!-pidió él.

Respirando más aliviada, y principalmente por él, Luna le dio el resto de la carne, comiéndosela toda.

El resto de la comida pasó tranquilamente, siendo el postre pastelillos rellenos de crema y nata; Celestia fue la que más los disfrutó, puesto que eran uno de sus postres preferidos, como casi cualquier tarta, pastel o bollo que se preciara.

-Siempre has sido igual de zampabollos, Tia…

-Eh, oye, nada de eso, yo sólo disfruto lo que como…

-Ya, claro… tienes nata en el hocico-añadió Luna, divertida.

Celestia se limpió al tiempo que su hermana y sobrino se reían de ella; aun así, la alicornio blanca se rio con ellos, sin darle mayor importancia.

Tras la comida, Luna acostó a Frank para que durmiera la siesta y volvió al trabajo, ya que tenía papeleo pendiente; poco a poco, su hijo iba creciendo y haciéndose más mayor. Y para ella, no había nada mejor que verle haciéndolo en compañía de su familia.






Después de llegar de Manehattan, Twilight tenía pendiente el hablar con Lyra, ya que la dejó con la miel en los labios después de la fiesta aquella noche; en cuanto pudo hablar con ella se disculpó enseguida, ya que recordaba muy bien haberla tratado mal cuando ella tan solo intentaba ayudarla. Aun así, la unicornio turquesa no la dio mayor importancia, aunque por su parte también se disculpó; la forzó a ir a la fiesta sin saber ni siquiera que podría pasarlo tan mal. Pero al igual que ella, Twilight la disculpó sin echarle más importancia.

Desde entonces no habían retomado la investigación sobre el origen de Frank, tampoco sabían nada de Over Seeker desde la última vez que le vieron, y no habían vuelto a hablar con Zécora; las últimas semanas habían sido un no parar para Twilight, por lo que la sugirió proseguir la búsqueda consultando toda la documentación que Lyra consiguió sacar de la biblioteca de su bisabuelo. A la unicornio turquesa la pareció estupenda la idea y quedó con su amiga una tarde en su biblioteca, trayendo consigo todos los papeles, pergaminos, notas y apuntes que tenía.

El trabajo de Mythic Hearstrings resultó ser mucho más extenso de lo que en un principio parecía; aun a pesar de dedicarse a la mitología, el unicornio se había interesado por otros muchos temas de lo más variados, llegando a plasmarlos en casi todas y cada una de sus notas y observaciones.

-Caramba Lyra, sabía que tu bisabuelo fue muy prolífico, pero no hasta este nivel…-comentó Twilight bastante sorprendida, mientras consultaba varios pergaminos a la vez.

-¿A que sí? Hasta a mí me sorprende, y todo lo que tengo aquí sólo es una cuarta parte del total de su biblioteca…-apuntó ella.

Debido a esto, ya llevaban casi dos horas seguidas sin encontrar nada relevante a lo que ellas estaban investigando; todo lo que ya habían consultado lo dejaron aparte mientras iban cogiendo más apuntes de la pila principal. La alicornio lavanda cogió una serie de papeles sin encuadernar con su magia, y en cuanto los inclinó, algo se deslizó de entre estos, cayendo al suelo junto a ella; Twilight lo cogió y vio que se trataba de una foto en la que salían Lyra y Bon Bon frente a la tienda de caramelos de ésta última. Las dos sonreían a la cámara y se las notaban muy felices.

-Ey, Lyra, me parece que se te coló esto entre los papeles…-comentó ella, dándosela.

La aludida la cogió con su magia y la observó, llegando a esbozar una genuina sonrisa.

-Ah, sí… esta nos la tomamos al poco de llegar yo al pueblo…

-Ah… ¿y desde cuándo la conoces?-peguntó Twilight, curiosa.

-Pues desde hace dos años ya. La conocí casi sin proponérmelo, fue todo tan… natural…

La alicornio lavanda pudo notar cierto tono de nostalgia en su voz, y tal vez algo de alegría que no supo identificar del todo.

-Te fuiste de la ciudad poco antes que yo… casi sin avisar-recordó justo después, pensativa.

-Sí, bueno, la verdad es que podía haber avisado, pero sentía que debía buscar un cambio de aires… no me malentiendas, la vida en Canterlot no está nada mal, pero estaba cansada del bullicio de la gran ciudad. Así que me vine aquí esperando encontrar algo diferente… y la encontré a ella.

El tono y la forma con que lo dijo llamó la atención a la alicornio lavanda, la cual escuchaba atentamente; casi sin proponérselo, las dos pararon su investigación y Lyra siguió hablando, perdiéndose en sus recuerdos.

-Llegué al pueblo de mañana, buscando un hotel o una taberna en la que parar mientras encontraba algo mejor; pasando entonces por su tienda de caramelos, vi a un poni con muy mala pinta saliendo escopeteado de ella y con una bolsa llena de ellos. Entonces oí la voz de Bon Bon gritando pidiendo ayuda y no me lo pensé dos veces; usando mi magia, agarré al ladrón por las patas y éste tropezó y cayó de bruces al suelo, desparramando todo su botín. Al verse sorprendido salió huyendo, dejándose los caramelos atrás, y decidí recogerlos para devolvérselos a su dueña. Fue entonces cuando la conocí por primera vez. Me dio las gracias como unas veinte veces y se presentó; como agradecimiento, me invitó a desayunar y yo acepté, mientras nos íbamos conociendo un poco mejor. Bon Bon resultó ser todo lo que me esperaba y lo que no me esperaba también; una yegua atenta, trabajadora, honrada, y con algo de genio, pero a la vez buena y dulce, casi tanto como sus caramelos. La expliqué que era nueva en el pueblo y no tenía dónde parar, y ella me ofreció quedarme en su casa ayudándola en su tienda. Casi sin pensarlo siquiera, acepté. Esa fue quizás la mejor decisión de todas las que tomé en mi vida.

A Twilight la llamaba la atención la forma en la que contaba la historia, sobre todo por cómo lo hacía; podía notar cierta emoción y mucho sentimiento en la narración, cosa que la hacía seguir escuchando atentamente. Lyra continuó sin que ella se lo pidiera.

-Aun a pesar de su gran talento haciendo dulces y caramelos, Bon Bon apenas vendía y la costaba un mundo hacer caja. Yo apenas lo entendía, ya que había probado algunas de sus creaciones y me parecieron muy buenas. Me comprometí a ayudarla a levantar el negocio y, una mañana, descubrí por qué apenas tenía clientela; y es que su mal genio llegaba a espantar a casi cualquier poni que pasaba por allí, incluso a los potrillos más pequeños, los cuales la veían como una bruja amargada por lo que pude averiguar más tarde. La expliqué entonces cual era el problema, y digamos que… no se lo tomó del todo bien. Aun así yo no me desanimé y pensé en alguna forma de atraer clientes; entonces se me ocurrió algo y, una mañana, saqué mi vieja lira y comencé a tocar dentro de la tienda. En menos de cinco minutos, la tienda se llenó de ponis que vinieron a escucharme; y, cual efecto rebote, compraron caramelos aprovechando que ya estaban allí. Mi idea funcionó y Bon Bon hizo más caja que nunca, incluso su humor llegó a cambiar y todo. Ahora su tienda tiene más éxito que nunca, incluso ha aprendido a relajarse un poco más. Y… bueno…

La unicornio turquesa pausó por un momento su historia, llegando a enrojecer ligeramente.

-¿Y qué más? Si no te importa, claro…-inquirió Twilight, llena de curiosidad.

Lyra la miró por un momento y sonrió brevemente antes de contestar.

-Bueno, creo que a ti te lo puedo decir… después de todo, eres mi amiga.

-Claro que sí…

La unicornio turquesa suspiró y anunció.

-Desde entonces, Bon Bon y yo comenzamos a salir…

-¿Ah, sí?-inquirió Twilight, sorprendida.

-Sí… fue ella quien me lo pidió primero, al mismo tiempo que yo me declaré… en el día más feliz de mi vida.

-Vaya, qué sorpresa… no sabía que te gustaran las yeguas, pensaba que te iban los sementales… como te vi aquella vez con ese chico en la fiesta…-recordó la alicornio lavanda.

-Bueno, la verdad es que no les hago ascos a ninguno de los dos, tú ya me entiendes… pero con Bon Bon todo pasó de forma tan genuina, tan natural… nunca pensé que llegaría a enamorarme de alguien como ella, pero aun así aquí estamos. Y seguimos juntas.

-Qué bien… me alegro mucho por ti, Lyra…

-Gracias, Twi… sabía que lo comprenderías.

A esas alturas, ninguna de las dos tenía ganas de seguir investigando, por lo que siguieron charlando animadamente, dejando pasar el tiempo.

-¿Y tú? ¿Qué tal te han ido las últimas semanas? Ya me enteré que hubo una exposición de Star Swirl el Barbudo en la plaza, ¿llegaste a verla?

-Me hubiera encantado verla entera, pero apareció cierto draconequus no deseado que nos arruinó los planes a Cadance y a mí… pero al final no fue tan malo del todo…

-¿De veras? ¿Y ya confías en él? No sé tú, pero yo no me fío ni un pelo de ese tipo…

-Bueno, hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere, pero realmente ha cambiado… aunque siga siendo un metomentodo de primera…

-Brr, prefiero tocar madera… ah ¿y te acuerdas de la pedazo de fiesta que montó aquel poni con Pinkie? ¿Cómo se llamaba, Breeze, Maze?

-Cheese, Cheese Sandwich… sí, claro que me acuerdo, como para no acordarme, menuda montaron entre los dos… la verdad es que estuvo bastante bien, incluso yo misma llegué a soltarme un poco…

-Sí, me acuerdo, subiste al escenario con las demás y estuviste bailando…

-Sí, si no hubiera sido por mis amigas, me hubiera costado mucho más… ah, por cierto, te llegué a ver aquella vez en la colecta del centro de mascotas de Ponyville ¿Quién era el semental con el que estabas? No me sonaba de nada…

-Ah, sí, es Noteworthy, un compañero mío del centro de música al que estoy yendo… vamos a formar una banda y el chico es muy bueno tocando el clarinete, me invitó a ir con él, me parece que le hago tilín, pero no quiero herir sus sentimientos…

-Oh, ya veo… bueno, mientras sepas cómo decírselo…

-Sí, bueno, ya veré cuándo encuentro la ocasión… ah, por cierto, ya sabía que eras buena haciendo magia y todo eso, pero… ¿en serio convertiste a ti y a tus amigas en breezies?

-Ah, sí, encontré el hechizo en la biblioteca del antiguo castillo de Everfree y quise probarlo… fue más complejo de lo que parecía a simple vista, pero al final pude lograrlo.

-Ya, ya, me enteré por Rose, que llegó a veros cuando pasó por allí acompañando al doctor, y en cuanto me lo explicó me quedé en plan ¿en serio? Eso me lo tiene que confirmar Twilight…

-Pues sí, ya ves, no hay nada que no pueda hacer…

-Desde luego, estás hecha toda una pro…

La conversación se fue derivando en otros derroteros, haciendo la tarde enseguida; al poco rato, apareció Spike llevando una tarjeta consigo.

-¡Twilight, hay correo tardío, acaba de llegar de la oficina hace nada!

-¿Qué es?

-Una tarjeta con una postal… parece que Over Seeker se va a hacer a la mar…-anunció él.

-¿En serio? Déjame ver eso…

Twilight levitó ambas cosas con su magia y las acercó, Lyra se inclinó para verlas mejor; la postal era una en la que se podía ver una serie de paisajes de la ciudad de Fillydelphia, entre ellos parte del puerto, varias calles y el edificio histórico que alberga la rajada campana de la amistad. En la tarjeta había una foto de Seeker frente a un enorme galeón. En la otra cara de la postal había algo escrito, Twilight y Lyra lo leyeron por lo bajo.

Querida Twilight, aquí me ves a punto de partir en este fastuoso galeón que me llevará hasta la Poninesia; después de muchos dimes y diretes, he conseguido que unos comerciantes me acerquen hasta allí, y podré hacer investigaciones sobre el terreno. No te preocupes, te mantendré informada con lo que me vaya saliendo, sé que por ahora no puedes acercarte, por lo que déjamelo a mí. Saluda a Lyra y Zécora de mi parte. Over Seeker.

-Ah, entonces es por eso por lo que ha estado tan callado…-murmuró Twilight, pensativa.

-Vaya, menudo galeón… ya me gustaría a mí viajar en uno de esos…

-Sí… bueno, al menos no todo está tan parado, espero que Seeker pueda encontrar algo por allí.

Lyra se quedó allí un rato más hasta que finalmente se fue, llevándose todos los apuntes de su bisabuelo.

-Lo dejaremos para otro día… al final, entre pitos y flautas, lo hemos abandonado sin darnos cuenta…

-Ya ves, pero eso es porque tú me das mucha conversación…

-Pues anda que tú…

Las dos se miraron por un momento antes de echarse a reír de manera confidente.

-Bueno, pues nos vemos otro día…

-Sí, cuídate, hasta luego.

Una vez sola Twilight se estiró un poco, sintiéndose algo agarrotada después de estar tanto tiempo tumbada.

-¿Lyra ya se ha ido?-inquirió en ese momento Spike, saliendo de la cocina removiendo algo en un bol.

-Sí… ¿Qué estás haciendo?

-Masa de hojaldre para la cena…

-¿Quieres que te ayude?

-No, mejor no, recuerda lo que pasó la última vez que te acercaste a la cocina…

-Oh, vamos, ni siquiera me dejaste intentarlo…

-Eh, no, lo intentaste y casi lo quemas todo…

-Pero eso solo fue un pequeño accidente…

-¿Ah, sí? Pues menos mal que solo fue pequeño…

-Oh, venga, déjame ayudarte…

-Que no…

-Jo, anda, Spike…

-Te he dicho que no…

Los dos siguieron discutiendo mientras se metían en la cocina, tratando de zanjar el asunto. Afuera, la noche se echaba sobre Ponyville.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por EdoNova » 26 Ago 2014, 19:40

Vaya apuro, pobre Luna, pero a la vez, bravo por ella, supongo que para una criatura vegetariana el simple hecho de tener que tratar con la carne debe de ser duro
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por horwaith » 26 Ago 2014, 20:09

buena la dieta de Frank y bonita conversación con Lyra, pero Twilight no debe ser tan mala cocinando, ¿verdad?
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Sg91 » 29 Ago 2014, 19:05

Capítulo 23

El hijo pródigo


Cadance se despertó en cuanto los primeros rayos del sol incidieron sobre la acristalada superficie de su palacio; era en esos momentos cuando más sentía haberse despertado, y no porque fuera una dormilona y la gustara estar en la cama más tiempo de lo debido.

-Venga, cariño, hay que levantarse…

-No… otra vez no…

-Lo sé, pero no nos queda otra…

Desde que vivían en el imperio, todo había sido un no parar; a veces echaba de menos su vida como princesa heredera, sin apenas deberes reales y con más tiempo para ella. Pero el saber que tenía un imperio sobre sus hombros que llevar, conseguía despertarla del todo.

Antes de dirigirse al comedor se pasó por el baño para acicalarse un poco y terminar de despejarse; se puso su corona, collarín y demás engalanes reales y siguió a su marido por los pasillos hasta llegar al comedor, donde el desayuno ya les esperaba puesto en la mesa. Los ponis de cristal destacaban por ser bastante trabajadores, teniéndolo todo preparado enseguida; desde que ella los gobernaba, todos los días la probaban un amor y lealtad bastante grandes, cosa que la reconfortaba mucho y la animaba a seguir.

-Buenos días, altezas… ¿Qué tal han dormido?-inquirió una poni de cristal vestida cual secretaria.

-Bien, gracias Schedule Order…

Schedule Order era la poni que llevaba la agenda tanto de Shining como de Cadance, teniéndolo todo bastante bien organizado para aprovechar el día y rendir al cien por cien; si no fuera por ella, Shining y Cadance acabarían muertos de los nervios casi todos los días.

-El príncipe Shining Armor tiene esta mañana entrenamiento con la división unicornio de la guardia cristalina; luego a mediodía hay cambio de guardia, y por la tarde coincide con su esposa en una reunión con el consejo administrativo para tratar el tema del mercadillo los miércoles por la mañana, hay ciertas irregularidades que hay que tratar.

-Muy bien…-murmuró el aludido, mientras se untaba una tostada.

-En cuanto a usted, alteza, para esta mañana tiene que retomar el tema de actualización de las leyes; a mediodía se tiene que ver con la asociación de comerciantes para finiquitar el asunto de los horarios comerciales, y por la tarde coincide con su marido en la reunión que antes cité.

-De acuerdo… gracias Schedule, puedes retirarte-la indicó Cadance.

La poni de cristal se fue de allí y, una vez solos, ambos príncipes se dieron el lujo de soltar un cansado suspiro.

-Es un no parar… me tiene loca…-masculló ella, mordiéndose el labio inferior.

-Dímelo a mí… y no sólo por tener que entrenar a un ejército que lleva siglos desfasado, sino porque tengo que coordinar temas de Canterlot desde aquí. Me estoy planteando seriamente ceder mi puesto de capitán de la guardia real a Skipper…-comentó Shining, sin ningún atisbo de duda en su voz.

-Pues si puedes hazlo, cariño, a ver si así pasamos más tiempo juntos…

-Supongo que sí que podré, aunque… ah, no sé, ya veré lo que hago.

Cadance sabía y con creces que manejar un reino no era tarea sencilla, muchas otras veces había llegado a ver su tía tan estresada como ella o más cuando sólo era princesa heredera; pero ahora que era princesa regente y la tocaba a ella manejar los hilos, comprendía mucho mejor a su tía.

-Bueno, al menos tú tuviste ese día de descanso con Twilight… ¿Qué tal os fue, por cierto?

-Caótico en sí mismo, apareció Discord y nos estuvo dando el coñazo… aunque al final del día, tampoco estuvo tan mal…

-¿Ese esperpento? No entiendo cómo os fiais de él así sin más…

-Bueno, es como un potrillo encerrado en el cuerpo de un adulto, pero no es peligroso per se…

-Por ahora, dale tiempo… no entiendo por qué la princesa quiso reformarle…

Una vez que terminaron de desayunar, cada uno se fue a hacer sus tareas diarias.

Aun a pesar de que ya llevaba trabajando en el asunto desde hacía tiempo, aún no había conseguido actualizar todas las leyes del imperio, sobre todo por tiempo; la burocracia y la forma de llevar todo el papeleo también estaba desfasada, y eso hacía que el proceso de reconversión fuera lento y bastante tedioso. Hasta ahora, Cadance había hecho todo lo posible por acelerar el proceso incluyendo métodos más actuales para la tramitación y gestión de los recursos, pero aun así estos se encontraban muy limitados debido a la antigüedad de las leyes vigentes. Más de una vez había llegado a pensar en partir de cero y crear un nuevo sistema más actual e integrado, pero todos sus consejeros se lo habían desaconsejado casi al unísono. Si por algo destaca el imperio, es porque posee un sistema gubernamental que ha conseguido sobrevivir al paso del tiempo gracias a la maldición del rey Sombra, partir de cero supondría eliminar un sistema de más de mil años de antigüedad. Por lo que no la quedaba otra que tratar de reformarlo tirando por otras vías.

A diferencia de Ecuestria, todo el poder ejecutivo recaía sobre Cadance, la cual era la que tomaba todas y cada una de las decisiones; tenia consigo una serie de consejeros que la asesoraban y recomendaban en diferentes campos y materias concernientes a la administración local, pero era ella la que tenía la última palabra en casi todo. Por ejemplo, ella no tenía ninguna potestad sobre el ejército, esa tan sólo la ejercía Shining, que era ahora el capitán de la guardia Cristalina por aclamación popular; como mucho podía dar algunas órdenes menores si necesitaba la ayuda de la guardia, pero en cuanto a mando en sí se refería, sólo Shining tenía autoridad.

Debido a esto, ninguna de estas decisiones eran consultadas con el pueblo, el cual callaba y acataba las normas según éstas iban surgiendo; a Cadance no la terminaba de convencer esa situación y quería hacer algo parecido a la Cámara Alta ecuestriana, pero entre que la mayoría de sus consejeros no estaban por la labor y el pueblo en sí insistía en mantenerse al margen de su administración, poco podía hacer. Esa era otra de las situaciones que irritaba a Cadance, la sumisión total de su pueblo; ella no era ninguna gobernanta tiránica ni nada por el estilo, sino una princesa que tan solo estaba empezando. El único modelo que había visto en toda su vida era el de su tía, el cual funcionaba perfectamente, sobre todo ahora después de la reforma de la Cámara Alta. Quería aplicarlo, pero no era tan sencillo implementar un sistema de gobierno moderno en uno tan antiguo. Y al final siempre era el tiempo el que acababa alargando todos los procesos.

-Maldita sea… todo está supeditado a lo que yo decida, pero es que no quiero decidirlo todo yo sola ¿qué puedo hacer?-se preguntó ella, sintiéndose más perdida que nunca.

Era en situaciones como esa cuando más se preguntaba que qué haría su madre.

-Oh, mamá… todo este sistema es de cuando tú reinabas, pero ahora se encuentra obsoleto… ¿qué puedo hacer por mi pueblo? Quiero liderarlos, no subyugarlos ni atarlos a mis propias decisiones…

El ceño de Cadance se torció, mirando con cierta pena al retrato de su madre; desde que lo descubrió decidió subirlo hasta su despacho, donde colgaba encima de la puerta. Su despacho estaba en el último piso del palacio, al lado de su habitación y muy cerca de la parte superior de la torre. No era mucho más grande que su habitación, había una pequeña mesa de juntas a mano derecha nada más entrar, varias estanterías llenas de libros decoraban las paredes de forma ovalada y su escritorio de caoba siempre estaba hasta arriba de papeles y pergaminos. Detrás de éste, una amplia cristalera ofrecía unas fabulosas vistas de todo el imperio y alumbraba el lugar durante casi todo el día. Cadance suspiró y contempló su tierra desde lo más alto; aun a pesar de lo brillante que se veía el futuro para el imperio, ella tan solo veía dudas e incertidumbre. Y, últimamente, se sentía más y más cansada.

-Lo veo difícil, pero eso no significa que me quede de patas cruzadas y lamentándome. Tengo que seguir trabajando por mi tierra y por mis ponis-se dijo a ella misma, para tratar de animarse.

Y así, se sentó de nuevo ante su escritorio y volvió a repasar todas las leyes desde el principio.





Por parte de Shining Armor, no tenía tanto trabajo como su mujer, pero aun así había mucho camino por recorrer; al ser sólo príncipe consorte no tenía potestad administrativa como Cadance, pero sí que poseía total libertad para organizar y comandar al ejército. Ya tenía experiencia previa liderando a la guardia real de Canterlot, lo que le facilitaba un poco las cosas; pero lo malo venía a la hora de organizar y coordinar unas fuerzas tan desfasadas y antiguas como eran las de la guardia Cristalina. Hacia siglos desde que los hombres habían vuelto a coger una lanza, y menos aún habían entrenado, por lo que ponerles al día resultaba una tarea sumamente complicada. Se había traído de Canterlot una serie de instrumentos y herramientas de entrenamiento nunca antes vistos por los ponis de cristal, por lo que le tocaba enseñarles también cómo se manejaban los poyetes, las ruedas, las dianas y demás utilería.

Shining también había considerado seriamente el contratar a alguien que le ayudara, puesto que él sólo no daba abasto; desde hacía un par de semanas, había mandado a Canterlot una carta pidiendo a alguien que estuviese preparado para entrenar y enseñar a una fuerza militar con más de mil años de antigüedad. Estuvieron varias semanas sin contestar, hasta que finalmente dijeron algo; en la última carta recibida, le comunicaron que para esa misma semana enviarían al único hombre que se había presentado voluntario para ayudarle. Y, presumiblemente, llegaba ese mismo día.

-Espero que llegue hoy, no creo que mi paciencia aguante tanto…-pensó Shining, viendo entrenar a los soldados.

-Capitán…-oyó en ese momento una voz tras suyo.

Shining se dio la vuelta y vio a unos de sus hombres mirándole.

-¿Sí, soldado?

-Hay aquí un pegaso preguntando por usted, dice que viene de Canterlot…

-Dígale que pase.

Al cabo de poco rato, apareció el mencionado pegaso; se trataba de un poni joven, de pelaje anaranjado, crin y cola azul oscuro y ojos claros. Su marca de belleza consistía en un escudo azul con un rayo amarillo superpuesto.

-Muy bien ¿quién tenemos aquí? Preséntese, soldado-indicó Shining.

-¡Flash Sentry reportándose a su servicio, mi señor! ¡Vengo de la división de pegasos de Canterlot para asistirle, oí que necesitaba ayuda aquí en el imperio y vengo en calidad de voluntario!

-Su ayuda es bienvenida, soldado… y dígame ¿en qué se especializa en combate?-quiso saber Shining.

-Se me da especialmente bien el combate cuerpo a cuerpo y a media distancia, señor.

-¿Oh, sí? Me gustaría comprobar eso… muy bien, soldado, venga conmigo, se unirá a las prácticas de hoy.

Flash siguió a Shining hasta el centro del gimnasio, donde el capitán tocó el silbato, llamando a toda la división; en menos de cinco segundos siquiera, los soldados se dispusieron en fila delante de ellos.

-¡Muy bien, tropa, quiero que den la bienvenida a Flash Sentry, ha venido a ayudarme en los entrenamientos y a partir de ya será mi segundo al mando aquí, así que quiero que le muestren el mismo respeto que me muestran a mí! ¿Entendido?

-¡Señor, sí señor!

-¡Muy bien! ¡Hasta ahora hemos estado trabajando la condición física y el combate cuerpo a cuerpo, ya que la magia no siempre lo es todo para un unicornio! ¡Aún faltan varias sesiones más, pero por ahora vamos a hacer un resumen de todo lo aprendido hasta el momento! ¡Flash Sentry y yo nos enfrentaremos en esta ocasión en un combate de exhibición para ilustrar las últimas lecciones!

La noticia fue recibida con mucha expectación y los soldados se sentaron en las gradas, preparados para ver el combate.

-¿Te parece bien que compruebe tus habilidades enseñándoselas a los chicos?-inquirió en ese momento Shining.

-Por supuesto, señor…

-Muy bien… muéstrame lo que sabes hacer, te dejo que ataques primero.

Antes de empezar, los dos se armaron con sendas lanzas; a una señal de Shining, el combate comenzó y Flash se lanzó primero, blandiendo la lanza hacia el costado derecho de su oponente. Con gran velocidad y buenos reflejos, Shining pudo interceptar y bloquear la estocada, devolviéndosela rápidamente desde el otro lado; pero Flash tampoco se quedó quieto y balanceó la lanza, llegando a bloquearle al mismo tiempo.

Justo después, el pegaso atacó de frente y Shining le interceptó, comenzando a intercambiarse golpes constantemente; mientras que el unicornio trataba siempre de no perderlo de vista y que no se alejara mucho, el pegaso combinaba golpes a corta distancia con algunos a media distancia, utilizando casi todos las partes de la lanza para atacar. Si se quedaba muy desmarcado, esquivaba los golpes saltando, sin llegar a despegar del todo, y usando sus alas para mantener el equilibrio en el aire. Shining trató de usar esto a su favor para tratar de alcanzarle, pero Flash se movía deprisa y aleteaba hacia abajo, confundiendo a Shining cada vez que éste le atacaba.

-No lo haces nada mal… pero ¿y si hago esto?

Justo después, el unicornio blandió su lanza hacia los lados, girándola por encima de su cabeza y al mismo tiempo que intentaba golpearle; ante esa situación, Flash actuó deprisa. Se agachó para que no le alcanzara, y luego blandió su lanza hacia delante, llegando a interrumpir el giro de Shining; inmediatamente después, dio una estocada hacia abajo y consiguió desarmar al capitán de la guardia Cristalina y de la guardia Real de Canterlot.

El resto de soldados aplaudieron a rabiar, encantados por el gran espectáculo que habían dado ambos ponis.

-Vaya, realmente sabes desenvolverte muy bien… me gustas, chaval, tienes buena técnica-le alabó Shining.

-Gracias, señor, usted también es muy hábil-añadió Flash.

Tras ese breve intercambio de palabras, Shining se dirigió al resto de la división.

-¡Muy bien, ya habréis observado que hemos usado casi todas las técnicas que hemos visto hasta ahora, por lo que lo dejaremos aquí! ¡Mañana terminaremos con el esto y pasaremos a hacer la prueba final antes de seguir con el combate a larga distancia usando magia! ¡Podéis retiraros!

Los soldados se fueron yendo en pequeños grupos hasta que sólo quedaron en el gimnasio Shining y Flash.

-Bueno, por hoy hemos terminado, por lo que te dejaré para que te asientes un poco; a mediodía hay cambio de guardia.

-Muy bien, señor.

-Yo me retiro ya, tengo cosas que hacer.

Ambos ponis se fueron cada uno por su lado, dejando el gimnasio vacío.

El resto de la mañana pasó enseguida, a mediodía Shining asistió al cambio de guardia para comprobar que se realizaba con normalidad y, a la hora de comer, tanto él como Cadance se reencontraron en el comedor; estuvieron hablando de cómo les había ido la mañana, contando un poco los detalles y descansando también. La hora de comer era uno de los pocos momentos en los que se solían ver de un tiempo a esa parte, y lo aprovechaban bastante desde entonces. Como había un par de horas antes de esa reunión con el consejo administrativo, decidieron echar una siesta los dos juntos, para así prepararse para la que iba a ser una tarde muy larga. Pidieron que no se les molestase salvo emergencia grave y se echaron en la cama, hablando entre medias antes de dormirse.

-Ay, echaba de menos estos momentos a solas contigo… estos últimos meses apenas hemos tenido tiempo para nosotros…-murmuró Cadance, a media voz.

-Lo sé… pero ya sabes que el deber llama casi siempre…

-Sí… aunque ya podría llamar no tan de seguido, empieza a aburrirme…

Los dos se rieron tontamente, al tiempo que Cadance se acomodaba en el regazo de su marido; por un momento abrió la boca para decir algo, pero entonces vio que Shining ya se había dormido. La alicornio rosada esbozó una media sonrisa y, por un momento, le tuvo envidia, por lo que al final decidió imitarle, cerrando los ojos y durmiéndose casi al instante.





Se suele decir que, cuando se duerme, se da un salto entre tiempo y tiempo que apenas se percibe; pero para Cadance, fue un salto muy corto y efímero. Una serie de golpes en la puerta la sacaron del estado de duermevela en el que se encontraba, llegando a gruñir algo ininteligible. Una voz conocida al otro lado remató el conjunto.

-Altezas, ya sé que pidieron que no se les molestara, pero dentro de cinco minutos tienen la reunión con el consejo administrativo…

-¡Ya vamos, Schedule! Oh, maldita sea, el descanso se me ha pasado volando…-masculló Cadance, por lo bajo.

-Sí, a mí también… ¿has visto? Es el deber, que vuelve a llamar…-murmuró Shining, divertido.

-¿Ah, sí? Pues por mi dile que venga otro día…

-Ja, venga preciosa, mueve esos flancos…-la animó su marido, dándola una cachetada en uno de ellos.

Aun a pesar de sus quejas, y de las pocas ganas que tenía, Cadance se levantó de mala gana y se preparó rápidamente para asistir a la reunión.

No tuvieron que ir muy lejos ni darse mucha prisa puesto que se realizaba en una de las salas de juntas del segundo piso, por lo que llegaron enseguida en cuanto bajaron por las escaleras.

Desde que el imperio de Cristal había regresado, muchos ponis y otras razas habían estado empezando a exportar hacia éste, recuperando poco a poco el viejo prestigio comercial que antaño hacía brillar al mismo; estos intercambios comerciales eran buenos para todos, puesto que potenciaban la economía local, garantizaban puestos de trabajo y daban dinero tanto a los ponis que allí vivían como a las arcas públicas, las cuales empezaban a estar bastante saneadas desde que el imperio había vuelto a reincorporarse en el mercado global. Pero, de una forma bastante parecida a la de las leyes, las normas concernientes a mercadillos ambulantes semanales no habían vuelto a ser revisadas, y comerciantes sin escrúpulos se habían estado beneficiando de esa irregular situación; los puestos extranjeros debían de pagar un impuesto retributario por vender en el imperio, así como otros puestos del imperio afincados en Ecuestria debían de pagar un impuesto muy similar si querían vender en suelo ecuestriano. Como ese detalle se encontraba sin regular, era susceptible a que fuera abusado casi sin piedad, cosa que había estado ocurriendo desde las últimas semanas.

Cadance sugirió hablar con los comerciantes locales para buscar soluciones juntos, pero los consejeros se mostraron reticentes enseguida.

-El problema, alteza, es que los pequeños comercios de aquí se llegaron a asociar muchísimo tiempo atrás creando una especie de sindicato obrero comercial que opera independientemente frente a la corona real.

-¿Y cómo así? ¿Ya se les permitió algo semejante?

-Sí, la proclama es de los tiempos de su madre, y ésta tampoco les llamó la atención ni nada parecido, de hecho la pareció bien que el gremio se organizara y se pusiera de acuerdo entre todos ellos, puesto que consideraba que inmiscuirse en los asuntos comerciales de sus ponis estaba de más.

Ante eso, Cadance se mostró aún más chocada si cabía.

-¿Así, sin más? No llegué a conocerla, pero yo no veo a mi madre viniendo con esa idea tan absurda…

-Bueno, tenga en cuenta que eran otros tiempos… a nosotros también nos está costando bastante adaptarnos, sobre todo con todo eso de contar con el pueblo para todo… en tiempos de su madre, eso hubiera sido impensable…

-Ya, lo comprendo, pero estos ya no son los tiempos de mi madre, sino mis tiempos; hemos evolucionado, señores, y no quiero que mi imperio se quede socialmente atrasado sólo porque quieran preservar una tradición que, a efectos prácticos, se encuentra obsoleta. Si queremos que el imperio se ponga al día como el resto de reinos, debemos cambiar todas esas concepciones tan anticuadas en vez de arraigarlas aún más-insistió Cadance.

-Comprendemos su punto, alteza, pero compréndanos también a nosotros. Los ponis de nuestra quinta nos hemos quedado en los tiempos de su madre, y es muy difícil que todos y cada uno de ellos se adapten tan rápido a un entorno que para ellos les es desconocido; por supuesto que queremos actualizarnos e integrarnos en la nueva sociedad equina, pero necesitamos tiempo-argumentó uno de sus consejeros, obteniendo gestos de asentimiento por parte de sus compañeros.

-Claro, eso es obvio, pero el problema es ese mismo tiempo, cuanto más pase y menos resultados hayan, más dificultades habrán para los ponis a la hora de integrarse en esta nueva sociedad. Para que se pueda suceder esa integración, debemos cambiar primero las pautas y la forma de realizar las cosas. Y contar con el pueblo a la hora de tomar las decisiones es lo primero que se debe hacer.

Las palabras de Cadance sonaron claras y poderosas, haciendo que todos y cada uno de los presentes la escucharan con atención; Shining no había dicho absolutamente nada desde que empezó la reunión, y ni falta que hacía, aunque el poni miraba a su mujer con unos ojitos tiernos destacables.

Los consejeros se miraron entre sí, rumiando las palabras de la princesa. Uno de ellos se levantó y tomó la palabra.

-Alteza, si realmente cree que el pueblo debe involucrarse en la toma de decisiones, respetaremos su deseo. Pero primero debería hablarlo con el pueblo para ver si realmente quieren éste nuevo cambio que propone.

-Por supuesto, se les informará a su debido tiempo, yo misma me dirigiré a la población si es necesario.

Cadance no se esperaba poder convencer a sus consejeros de forma tan sencilla, pero fue todo un alivio para ella ver que por fin había conseguido que la escucharan. Durante el resto de la reunión se acordó revisar desde cero las normas comerciales y reforzar la vigilancia todos los miércoles para asegurar que todos los puestos extranjeros pagaran lo que les tocaba.

Una vez que finalizó, eran las ocho y media de la tarde, y Cadance y Shining se fueron a descansar a uno de los salones para esperar a que les avisaran para ir a cenar; por el camino, Shining la comentó.

-¿Sabes, cariño? Me encanta cuando te pones tan autoritaria, te da un aire muy regio…

-¿Eso me lo dices por algo en concreto o por nada en específico?-inquirió ella, con mirada zalamera.

-No, simplemente te digo; además, también te vuelves muy… sugerente-añadió él, haciendo un ademán de ir a morderla la oreja.

-Ay, Shining, para, aquí no…

Sin embargo, la princesa acabó cayendo en los juegos de su marido y se unió a ellos, haciéndose mimos cariñosos por el camino y riéndose por lo bajo; algunos ponis del servicio llegaron a verlos de refilón y se retiraron algo azorados y sonrojados.

Durante la cena estuvieron algo más tranquilos, y después de esta, Cadance le sugirió a su marido ir a dar un paseo nocturno para relajarse un poco después de un día tan ajetreado; Shining aceptó y salieron del palacio los dos solos, un par de soldados de la guardia se ofrecieron a escoltarlos, pero ellos los rechazaron, puesto que preferían estar solos.

Durante las noches refrescaba bastante, incluso en verano, ya que el imperio se enclavaba muy cerca de las montañas de cristal y el helado norte, siendo la región más fría a ese lado de la frontera ecuestriana. Aunque en invierno eran mucho más frías, por lo que en esa época del año la temperatura era perfecta para dar un paseo nocturno. Las brillantes farolas del imperio alumbraban las calles, siendo alimentadas por la magia del corazón de cristal, el cual giraba constantemente en el centro de la plaza del palacio; de la punta del mismo, una aurora boreal se extendía hasta donde alcanzaba la vista, reflejándose en el cielo estrellado.

-Siempre me han gustado los paseos nocturnos ¿a ti no?

-Sí, estamos los dos solos, sin nada que nos moleste, con una preciosa noche… la verdad es que es agradable…

Las calles lucían vacías y solitarias, poco después de anochecer los ponis de cristal se metían en sus casas y no salían durante el resto de la noche; Cadance no entendía a qué se debía ese confinamiento colectivo, aunque sospechaba que eran restos del miedo que tuvieron durante el reinado de Sombra y que aún siguen ahí, haciéndolos susceptibles a la oscuridad de la noche. En parte ella lo entendía, pero por otro lado se preocupaba por sus ponis; sabía que habían pasado por mucho, pero debían de dejar atrás todos sus miedos para así poder vivir mejor consigo mismos. Más de una vez había intentado hablar con ellos y convencerlos de salir afuera a contemplar la obra de su tía, pero por ahora era complicado.

Los dos estaban bastante callados, cada uno pensando en sus cosas; aunque Cadance habló en un momento dado.

-Shining… ¿te acuerdas que llegamos a hablar sobre lo de ser padres?

El aludido dio un cabezazo repentino, como si de repente se hubiera acordado de algo perdido en lo más recóndito de su cabeza.

-Ondia, es verdad… antes de venir aquí ¿no?

-Sí… ya sé que últimamente estamos que no paramos, pero… ¿aún sigue en pie?

Shining miró a su mujer, llegando a ver un brillo de confidencia y seguridad en sus ojos.

-Yo ya te dije que estoy dispuesto, sólo si tu así lo deseas… ¿quieres ser madre?-inquirió él.

Cadance miró a su marido, regalándole su mejor sonrisa.

-Sí, sí que quiero… deseo formar una familia contigo.

Ambos ponis se sonrieron y luego sellaron la decisión con un suave beso en los labios. En ese momento, llegaron a oír una serie de ruidos en un callejón cercano y Shining se puso en alerta; sin embargo, Cadance se mostró más curiosa de lo normal y siguió los ruidos hasta el patio trasero de una casa cercana. Desde donde estaba, vio entre la penumbra a un poni escarbando en un cubo de basura en busca de comida; Cadance se quedó gratamente sorprendida y algo intrigada, puesto que los índices de mendicidad desde que el imperio regresó habían sido mínimos. Shining trató de pararla, pero ella se adelantó y le habló.

-Esto… perdona que te interrumpa, pero por favor, no hagas eso, si tienes hambre puedes venir con nosotros, podemos darte algo de comer…

El poni mendigo se reincorporó y, en cuanto le vio la cara, Cadance se quedó sin habla e incrédula por lo que veía; y es que el poni mendigo era ni más ni menos que su primo Blueblood, el cual estaba hecho una verdadera pena. Su pelaje, alguna vez blanco, era ahora de un color gris oscuro muy sucio y feo, el cual llegaba a ocultar su marca de belleza. Su usual crin rubia y exquisitamente peinada era una mata de pelo sucio, enmarañada y grasienta, pegada incluso a su pelaje. Estaba más delgado que de costumbre y sus pómulos también habían adelgazado. Ambos ponis se sostuvieron la mirada hasta que, finalmente, Cadance logró decir algo.

-Blue… oh, cielo santo, Blue ¿Qué te ha pasado?

Blueblood no contestó, tan solo se quedó en el sitio mirándola fijamente. Cadance se acercó a él, pero el unicornio cabeceó hacia atrás, tirando el cubo de basura al suelo y causando un gran alboroto.

-¡No! Espera, Blue, no te vayas, soy yo, Cadance, tu prima…

-No te acerques más, cielo, parece enajenado…-murmuró Shining.

-¡No pienso dejarle en este estado si es eso lo que estás sugiriendo! ¡Es mi primo, Shining, mi familia, y aun a pesar de lo que hizo lo sigue siendo!-exclamó Cadance, alterada.

Blueblood miraba a los presentes como si fueran apariciones o algo por el estilo, no parecía reconocer a Cadance, al menos aparentemente. Ésta volvió a intentar acercarse a él hablándole suavemente.

-No tengas miedo, Blue, no voy a hacerte nada malo… ven conmigo, Blue, por favor… no puedo dejarte aquí, no voy a dejarte aquí. Por favor… vuelve conmigo…

El unicornio miró de arriba abajo a la alicornio, como si le dijera algo su aspecto o estuviera considerando hacerla caso; sin que se diera cuenta siquiera, Cadance le cogió del casco y lo llevó consigo poco a poco, para no asustarle. Como un cachorrillo perdido y asustado, Blueblood se dejó llevar por ella, mirando todo el rato al suelo con la mirada perdida.

Recorrieron todo el camino de vuelta hacia el palacio dados de los cascos y sin decir nada; Blueblood guardaba un silencio sepulcral, y Cadance no sabía ni lo que decir. Verle en ese estado la producía una pena enorme, y en ese momento estaba visiblemente preocupada por él. Al llegar al palacio, el guardia que custodiaba la puerta le paró, pero Cadance le cortó y le ordenó que prepararan una de las habitaciones contiguas a la suya y un baño caliente.

Todo estuvo listo enseguida, el servicio se encontraba un tanto alterado, y los ponis cuchicheaban entre sí, preguntándose por qué la princesa había traído consigo a un mendigo tan sucio; sin embargo, Cadance ignoró todos esos comentarios y subió arriba a Blueblood, dispuesta a lavarle ella misma.

-Puede hacerlo una de las criadas, Cadance…-murmuró Shining, algo cortado.

-No, es mi primo, Shining, no el primo de ellas… además, mírale, ni siquiera sería capaz de hacerlo por sí mismo…

El unicornio blanco estaba acostumbrado a la bondad y buen hacer de su mujer, pero no comprendía por qué quería ayudarlo después de todo lo que había hecho; casi desde el principio había estado en contra de que estuviesen saliendo, y se metía con ellos siempre que podía. No era que se alegrara de la penosa situación en la que se encontraba ahora el ex noble, pero le daba reparo ayudarle así sin más.

Al principio Blueblood se mostró un poco reticente a meterse en la tina, cual perro callejero que se asusta del agua cada vez que la ve, pero con paciencia y mucha maña, Cadance logró que se estuviera quieto y se dejara hacer. La espuma y la esponja hicieron milagros en el pelaje de Blueblood, el cual volvió a ser blanco y a brillar, aunque el agua se ensuciaba enseguida y tuvo que cambiarla varias veces. Varios minutos después de frote continuo y mucha espuma y jabón, Blueblood volvía a ser el que era después de todo ese tiempo tan sucio y descuidado; Cadance le secó bien y le peinó como a él le gustaba, pero en ningún momento dijo nada.

Una vez limpio, Cadance le llevó hasta el comedor y mandó que trajeran las sobras de la cena, las cuales Blueblood se comió con ansias, como si llevara meses sin comer. La alicornio rosada intentó varias veces hablar con él, pero el unicornio blanco seguía tan mudo como antes y todos sus intentos quedaban en nada. Debido a esto, Cadance estaba muy preocupada por él, por lo que lo tumbó en la cama en la habitación contigua a la suya y mandó que el médico de cámara le atendiera. El doctor le estuvo reconociendo durante unos largos minutos, llegando a hacer gestos para llamarle la atención, ruidos y demás, pero nada parecía hacerle reaccionar.

-¿Qué le pasa, doctor, por qué está así?-inquirió Cadance, ávida de respuestas.

-No estoy del todo seguro, pero parece estar en un estado entre la enajenación mental y la catarsis… no está herido ni presenta contusiones de ningún tipo, pero por lo que veo, este poni ha pasado por mucho. No soy un experto en psicología motriz, debería verlo alguien más especializado.

-Pero entonces… ¿seguirá así indefinidamente?-inquirió Cadance, aterrada.

-Puede que sí, a no ser que algo le haga reaccionar. Tengo entendido que las experiencias extremas ponen a los ponis al borde de sus facultades y, para impedir esto, el cerebro se bloquea para evitar que no se haga más daño. Ya la digo que no sé mucho de esto…

-Ya… gracias, doctor, puede retirarse.

El poni de cristal se fue, dejándolos solos; a esas alturas, Cadance miraba a su primo con lágrimas en los ojos, sintiéndose peor que nunca. Alzó un casco y le tocó la cara, sin que reaccionara a ese gesto.

-Oh, Blue… ¿qué te hemos hecho?-musitó ella, antes de abrazarle con fuerza y llorar en su hombro.

Por un momento no hubo nada y Cadance mantuvo el abrazo, llorando sin consuelo; pero justo después, y sin previo aviso, notó cómo unas patas la envolvían, devolviéndole el abrazo. Cadance se separó y vio que Blueblood la miraba atentamente, pestañeando y como si estuviera recobrando el sentido.

-¿Blue?

-¿Cadance?-inquirió entonces él, con la voz un tanto tomada.

-¡Oh, Blue, has reaccionado, estás bien, estás bien!-exclamó ella encantada, volviéndolo a abrazar con fuerza.

-Cadance… yo… ¿dónde estoy?

-En mi palacio, en el imperio de Cristal…

-¿En tu palacio?-repitió él, confuso.

-Sí, bueno, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi…

Ante eso, Blueblood no dijo nada, mirando hacia otro lado; sin embargo, ella quería saber por qué había aparecido tan de repente y en el estado en el que lo encontró, por lo que decidió hacer un acercamiento.

-Y… bueno, ¿dónde has estado? Estuvimos mucho tiempo sin saber nada de ti, la tía estaba preocupada…

El unicornio blanco al principio no dijo nada, pero luego habló.

-¿Realmente lo quieres saber?

-Bueno… sí, yo también estuve preocupada por ti… todos estuvimos preocupados por ti, así que…

Ante eso, Blueblood tan solo suspiró y se decidió a hablar.

-Está bien, te lo contaré. Después de irme de casa decidí volver a Tall Tale para tratar de recuperar mi antiguo hogar y vivir allí permanentemente. Pero al poco de llegar, descubrí que la casa había sido vendida desde hacía mucho tiempo y ahora vivía en ella una familia de ponis aburguesados. Intenté reclamar la casa como mía por derecho de patrimonio familiar, pero debido a que la tía Celestia me llegó a adoptar en su día, renuncié tácitamente a todos mis bienes anteriores que no podía usar al ser menor de edad. Aun a pesar de que me había ido, legalmente seguía siendo miembro de la familia real, y la que fue antes mi casa ya no pudo volver a ser mía de ninguna otra manera. Al ver que no podía hacer nada, decidí irme de allí, ya que por aquel entonces el golpe seguía siendo reciente y mucha gente me reconocía por la calle. Ante esa tesitura, y con todo el dinero que aún me quedaba, decidí irme al único sitio donde podría estar sin que nadie más me juzgara por haber hecho lo que hice: Las Pegasus. Allí todo es juego y fiesta, todo el mundo se ocupa de sus propias cosas y casi nadie observa lo que hay a su alrededor, por lo que era el sitio perfecto.

Hizo una pausa por un momento, mientras bebía un poco de agua; Cadance le escuchaba atentamente, sin decir nada y dejándole hablar. Justo después, continuó.

-Como bien predije, nadie parecía reconocerme y decidí quedarme, alojándome en uno de los tantos hoteles de la ciudad. Pero la vida allí era aburrida, monótona y repetitiva, por lo que decidí empezar a jugar para entretenerme y olvidarme de mi pésima vida; al principio sólo tocaba las tragaperras, con las que me llevaba bastante bien, era todo un mañoso con la palanca y conseguí llevarme el premio gordo unas cuantas veces. Luego vino el blackjack, al principio me costó un poco, pero le cogí el tranquillo enseguida y se me dio especialmente bien, llegando a ganar a la banca varias veces, lo que me dio bastante más dinero del que ya tenía. Casi sin darme cuenta me convertí en todo un ganador, llegando a hacerme un nombre en el casino en el que jugaba. Parecía que la suerte estaba de mi lado y no me quería dejar, por lo que seguí jugando y ganando más dinero. Mi fama me consiguió llevar a fiestas, darme lujos y vivir la vida a tope, despilfarrando a gusto y a cascos llenos. Tenía dinero, me lo podía permitir, por lo que lo hacía. Del blackjack pasé a la ruleta, donde seguí triunfando casi sin proponérmelo. Pero entonces, casi sin darme cuenta, la suerte me abandonó tan pronto como me acompañó. Un día arriesgué demasiado, apostando todo lo que tenía, y la bola cayó dónde no tenía que caer, condenándome inmediatamente después. Todo lo demás vino solo, y mucho antes de lo esperado, me vi tirado en la calle, sin nada que llevarme a la boca y sin un sitio donde caerme muerto.

Esta vez, un denso silencio se echó sobre los dos en cuanto Blueblood hizo otra pausa; Cadance miraba a su primo sintiendo una infinita pena por él, y sin saber qué decir. Poco después, continuó.

-Luego vino lo peor. Comencé a vagabundear por toda Ecuestria, tratando de sobrevivir; di la vuelta a todo el reino, viajando de tapadillo, y consiguiendo cualquier cosa comestible que llevarme a la boca. Llegué a comer cosas que nunca pensé que llegaría a comer, dormía a la intemperie la mayoría de las veces y hacia auténticos malabares para sobrevivir; de vez en cuando me daban algún que otro trabajito de jornalero que luego apenas me pagaban, pero el poco dinero que conseguía me lo gastaba en alcohol, con el que ahogaba mis penas. La gente dejó de reconocerme enseguida y pasé a ser un mendigo más, arrastrándome por las calles y maldiciendo mi suerte. En los recientes días me enteré que el imperio de Cristal estaba al alza y supe que allí sería más sencillo encontrar algo para comer, por lo que fui de polizón en el primer tren que conseguí encontrar hasta acabar aquí. Y, luego, tú me encontraste.

En cuanto terminó, no dijo nada más. Cadance miraba a su primo con la consternación grabada en su cara y lágrimas inundándola los ojos; en cuanto pestañeó, dos gruesos goterones corrieron por sus mejillas y consiguió llegar a decir algo.

-Bluey… lo siento tanto…

Y, tras ese gemido, abrazó con todas sus fuerzas a su primo, llorando por lo bajo; ese gesto ablandó al unicornio blanco, el cual se expresó por primera vez y lloró incluso más fuerte que ella. Entre balbuceos, sollozos y jadeos, consiguió llegar a decir algo.

-Lo siento… lo siento, lo siento, lo siento…

-No, soy yo quien lo siente…-masculló Cadance.

-Nada de eso, yo soy el culpable de todo… lo siento, de verdad, ojalá puedas perdonarme, lo siento, lo siento…

Pero Cadance tan solo negó con la cabeza y abrazó con más fuerza a su primo, que siguió llorando en su pecho. Los minutos se convirtieron en horas y el unicornio blanco siguió llorando sin parar, dejando escapar todo lo que sentía; frustración, impotencia, decepción… Cadance pudo sentir todo por lo que su primo había pasado y compartió su dolor con él, llorando las mismas lágrimas.

No supieron cuánto tiempo estuvieron así, pero Blueblood fue el primero en dejar de llorar; Cadance vio que había caído dormido y decidió dejarlo descansar. Le limpió la cara y abandonó la estancia, apagando las luces con su magia. Nada más salir se encontró con su marido, al cual abrazó con fuerza y aún con el semblante lloroso.

-Es culpa mía…-musitó.

-No, por supuesto que no…

-Sí, sí que lo es, pude pararle, así hubiera podido evitar todo esto…

-Pero fue él el que decidió irse, Cadance…

-Lo sé, y aun así… mira como está por nuestra culpa, ni mis tías ni yo llegamos a detenerle cuando tuvimos la ocasión…

-Pero sabes que no se podía hablar con él… por eso Celestia le dejó marchar…

-Oh, tía… tengo que informarla inmediatamente…-masculló Cadance, yendo a redactar una carta para su tía.

La alicornio rosada corrió hacia su despacho y Shining la observó hasta que desapareció en él; no pudo evitar sonreír, sintiendo orgullo por la bondad y dulzura de su esposa. Y, aunque nunca se hubiera llegado a imaginar que llegaría a hacerlo, sentía verdadera lástima por Blueblood, aun a pesar de todo.

Afuera, la luna y las estrellas coronaban el cielo, en una cerrada noche.





-¡Tía Celestia, tía Celestia, mira lo que he encontrado!

-¿De qué se trata, Blueblood?

-¡Mira, mira, es un mapa del tesoro!

-Vaya ¿de verdad? déjame verlo…

Celestia se tumbó en su cama observando el trozo de pergamino, al tiempo que un pequeño Blueblood se ponía a su lado, visiblemente emocionado.

-¡Mira, estas son las cocinas del palacio, y esto de aquí los jardines! ¡La equis marca el lugar, por lo que el tesoro debe de estar enterrado allí!

-Eso parece… ¿dónde has encontrado este mapa?-inquirió la alicornio blanca.

-¡Estaba arriba, en el desván! ¡También encontré este sombrero!-explicó Blueblood, el cual llevaba un sombrero negro de pirata.

-Vaya, estás hecho todo un pequeño piratilla… muy bien, entonces vayamos a por ese tesoro ¿te parece?

-¡Sí, tesoro, tesoro, vamos a por el tesoro!

Celestia tan solo esbozó una ligera sonrisa, mirando con un infinito cariño al potrillo, el cual echó a correr con el mapa en alto. Antes de dirigirse hacia el jardín, Celestia le sugirió ir primero a por un pico y una pala para poder desenterrar el tesoro. Encontraron cada cosa en la caseta del jardinero y Blueblood echó a correr en dirección hacia el lugar donde marcaba la equis, bajo un lustroso nogal.

-¡Es aquí, es aquí, mira, el mismo nogal aparece en el mapa!

-Entonces podemos a empezar a remover la tierra con el pico…

Usando su magia, el pequeño Blueblood comenzó a picar la tierra con fuerza y energía, cada vez más emocionado por encontrar el tesoro; Celestia le estuvo ayudando apartando la tierra con la pala y abriendo un agujero en el césped. Tras unos pocos minutos cavando, Blueblood llegó a encontrar algo con el pico y Celestia lo sacó haciendo palanca con la pala; un pequeño cofre de madera apareció entonces ante ellos, la mirada de Blueblood se transformó en una de pura felicidad.

-¡El tesoro!

Sin perder más tiempo, el potrillo abrió el cofre y descubrió entonces su contenido; un montón de monedas de chocolate acompañaban a una serie de gominolas con forma de joyas y otros dulces de todos los colores.

-Vaya, es un dulce tesoro…-murmuró Celestia.

-¡Oh, genial, es el mejor tesoro de la historia!-exclamó Blueblood, comenzando a comérselo.

La alicornio blanca tan solo le observó, sintiéndose tan feliz como lo era él; en un momento dado, el potrillo la entregó una gran parte de su botín.

-¿Son para mí?

-¡Claro que sí, me has ayudado a encontrar el tesoro, esta es tu parte! ¡Gracias, tía Celestia!

-Oh, no ha sido nada, cariño…

El potrillo la sonrió gratamente y, sin previo aviso, la dio un gran abrazo.

-Te quiero un montón, tía Celestia…

La aludida tan solo sonrió un poco más y le devolvió el abrazo, sintiéndose más feliz que nunca.

-Yo también te quiero, cariño…





-Yo también te quiero…

Celestia abrió entonces los ojos, dándose cuenta de que ya estaba despierta; hacía tiempo que no había vuelto a saber nada de su sobrino, y aunque no lo pareciera, todos y cada uno de los días se acordaba de él. Y ese sueño no hizo más que recordarla que tenía demasiadas faltas por pagar.

Se reincorporó en la cama y fue entonces cuando lo vio, un trozo de pergamino enrollado con el sello de su sobrina en él; llena de curiosidad, lo desenrolló y lo leyó. En un momento dado abrió los ojos como platos y justo después se levantó de la cama de golpe, poniéndose en movimiento enseguida.





En el imperio de Cristal, esa mañana se sentía muy distinta a la de tantas otras; Blueblood se sentó en la mesa del comedor junto con su prima y cuñado y desayunaron los tres juntos.

-¿Qué tal has dormido, primo?-inquirió en un momento dado Cadance.

-Mejor que nunca desde hace mucho tiempo… gracias por dejar que me quedara, prima…

-Por supuesto que puedes quedarte, todo el tiempo que quieras… aunque estaría bien si avisaras a las tías, estaban tan preocupadas como yo por ti…

-Eh… bueno, ya veré lo que haré…

Shining y Cadance se miraron por un momento, algo preocupados por él. El resto del desayuno pasó entre algún que otro comentario dispar y, después, Blueblood estuvo visitando el palacio acompañado por su prima, que se lo estuvo enseñando; acabaron en la sala del trono, contemplando el imperio desde las alturas.

-Vaya, sin duda alguna has triunfado, prima… no como yo…-murmuró Blueblood, mirando al suelo con gesto apenado.

Cadance miró a su primo preocupada por él, pero en ese momento oyó que alguien llamaba a la puerta y vio a una de sus criadas llamándola con gestos apremiantes.

-Ahora vuelvo, primo, será sólo un momento.

Blueblood tan solo asintió y oyó a Cadance irse hasta que sus pisadas enmudecieron; él tan solo se quedó allí, contemplando el éxito de su prima, hasta que poco después oyó otras pisadas más lentas y acompasadas.

-¿Ya estás de vuelta?-inquirió él, sin volverse.

-Sí.

La voz que oyó no era la de Cadance, sino la de alguien que conocía demasiado bien; se dio la vuelta lentamente, como si no quisiera hacerlo, y luego alzó la vista hasta encontrarse con la mirada de la princesa Celestia. La alicornio blanca se veía bastante azorada, mirando a su sobrino con un deje de alegría mezclado con otro de preocupación. Los dos se miraron por un momento sin decir nada hasta que ella tomó la palabra.

-Estás bien…

-Ahora sí…

Tras esa seca respuesta, Blueblood bajó la mirada, como si le avergonzara sostenérsela; Celestia se acercó a él y alzó un casco para tocarle y verle mejor, pero él se apartó un poco.

-Te he echado mucho de menos… no sabía lo que había sido de ti…

-Bueno, supongo que ahora lo sabes…

Ante eso, Celestia entrecerró los ojos, esbozando una mirada llena de pena y arrepentimiento; justo después suspiró y habló.

-Sé que ya lo sabrás, y no querrás escucharlo, pero… lo siento tanto. No debí ocultarte la verdad así sin más. Debí decírtelo desde el principio, nada más verte. Pero, en vez de eso, te separé de lo que tu más querías y te alejé de ellos pensando en mí en vez de en ti. Estaba tan sola, Blueblood, yo… necesitaba a alguien a quien querer. Entonces te vi a ti, tan solo como lo estaba yo, y sentí que debía hacerte feliz… pero a costa de mi propia felicidad. Lo siento. Lo siento de verdad. Ojalá puedas perdonarme algún día… aunque no merezca tu perdón. Lo siento, Blueblood. Lo siento, cariño…

Para entonces Celestia lloraba a moco tendido, mirando a un Blueblood que apenas podía contener sus propios sentimientos; finalmente él también estalló y se echó sobre ella, musitando por lo bajo.

-Soy yo quien lo siente… todo es culpa mía, sólo pensé en mí, y no en ti… lo siento, tía, lo siento…

-Nada de eso, yo también tengo parte de la culpa… fui tan egoísta contigo… nunca debí haberte hecho lo que te hice. Siempre fuiste mi dulce tesoro…

A eso, Blueblood no pudo decir nada y siguió llorando en el pecho de su tía, al mismo tiempo que ella se unía a él. Estuvieron un buen rato así, soltando todo lo que sentían y dejando que sus sentimientos hablaran por ellos. Finalmente, los dos se fueron calmando poco a poco hasta que finalmente estuvieron mejor. En ese momento, Cadance se unió a ellos y los tres se dieron un último gran abrazo.

-Me alegra tanto que volvamos a ser una familia…-susurró Celestia, más feliz que nunca.

-Y yo…-asintió Cadance.

-Yo también…-añadió Blueblood.

Shining y parte del servicio observaban la bella estampa visiblemente emocionados desde la puerta.

Una vez que estuvo todo hablado, Celestia se quedó un rato allí para hacer un poco de compañía a su sobrina, hablando en uno de los salones y tomándose esa mañana medio libre. No estuvieron mucho tiempo, ya que cada una tenía que volver a sus deberes reales, pero antes de irse, Celestia se quiso asegurar.

-¿Todo bien por aquí entonces?

-Sí, sin problemas.

-Genial, ya sabes que si necesitas mi ayuda, vendré enseguida.

-Lo sé, gracias tía.

Por su parte, Blueblood también se despidió de su prima, ya que se volvía a Canterlot con Celestia.

-Gracias por todo, prima… si no hubiera sido por ti, yo…

-Ah, no lo pienses más, hice lo que tenía que hacer… te quiero, Bluey…

-Y yo a ti, Cady.

Previamente se había disculpado también con Shining por todas sus burlas tiempo atrás, aceptándolas éste con honor.

En cuanto terminaron con las despedidas, Celestia y Blueblood montaron en el carro en el que ella había venido, el cual despegó enseguida en dirección hacia Canterlot; Blueblood no dijo nada más, tan solo respiró tranquilo y apoyó su cabeza en el costado de su tía, la cual esbozó una gran sonrisa y arropó a su sobrino con un ala. El día se veía más despejado y brillante que nunca.

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por EdoNova » 29 Ago 2014, 20:32

Justo en los sentimientos, nunca pensé en ver así a Blueblood, en un semblante tan tierno, solo puedo decir: bravo.
Ha sido una historia muy tierna, no me la esperaba, pero lo digo y lo mantengo, echo en falta un escena sentimental de Luna y Frank, son esas historias las que realmente me gustan en éste fanfic.

Sigue así, adelante
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por horwaith » 29 Ago 2014, 21:38

[quote="EdoNova";p=206606]Justo en los sentimientos, nunca pensé en ver así a Blueblood, en un semblante tan tierno, solo puedo decir: bravo.
Ha sido una historia muy tierna, no me la esperaba, pero lo digo y lo mantengo, echo en falta un escena sentimental de Luna y Frank, son esas historias las que realmente me gustan en éste fanfic.

Sigue así, adelante[/quote]
Si, están bien las historias de Luna y Frank, pero centrarse solo en eso hace que se pierdan muchos detalles que sin duda son encantadores.

Me gusta como has hecho que los ponis de cristal sean demasiado "conservadores" por no decir sumisos y como encuentran a Blueblood, también el enfoque sorprendente de que los ponis de cristal tienen miedo a la oscuridad. Esta hecho como siempre, con un enfoque de los sentimientos de la sociedad como de los ponis que han salido en particular, lo cual me encanta

Y coincido con él, sigue adelante, que quiero leer más y ver como van descubriendo todo
horwaith
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Sg91 » 01 Sep 2014, 12:12

Capítulo 24

Y todos quedaron saciados


Tras el regreso de Blueblood, las opiniones por todo Canterlot no se hicieron esperar; al poco de llegar, el unicornio blanco se disculpó con todo el servicio y la guardia por todo lo que había hecho la última vez que estuvo allí. Al principio no supieron cómo tomárselo, mostrándose visiblemente extrañados, pero también desconfiados. Por parte del servicio aceptaron sus disculpas sin decir nada más, pero la guardia no fue tan benévola con él. Los guardias solares se negaron a aceptar órdenes suyas, y se requirió de todo un pelotón compuesto de guardias lunares y solares para evitar que Midnight se lanzara sobre él en cuanto lo vio. Tanto Luna como Celestia se vieron obligadas a mediar en la situación y obligaron a ambas guardias a aceptar órdenes de Blueblood, al ser un miembro de la familia real más. Una mirada de Luna bastó para que Midnight se lo pensara mejor.

De puertas para fuera del palacio, Canterlot y el resto de Ecuestria aún guardaban rencor a Blueblood por lo que hizo; algunas columnas en periódicos y revistas cargaron contra él sin piedad, mientras que otras decidieron darle el beneficio de la duda, sin mucha confianza por su parte.

En cuanto a Blueblood en sí, se esperaba que todo el mundo cargara contra él, pero por otro lado eso mismo hacía que su asentamiento fuera más duro de lo que él mismo se esperaba. Su tía le animaba a seguir.

-Sé que no va a ser fácil, pero estoy segura de que podrás demostrar a todos que realmente has cambiado y que no tienen por qué guardarte rencor. Ya sabes que yo creo en ti, cariño.

-Lo sé, tía, y te lo agradezco, pero aun así… algo me dice que va a ser mucho más duro de lo que yo mismo me esperaba…-murmuró el unicornio, algo desanimado.

La alicornio blanca se quedó pensativa por un momento, rumiando posibilidades, hasta que finalmente habló.

-Bueno, creo que podríamos hacer algo al respecto…






-¿¡Que Blueblood va venir conmigo?! ¿¡Lo cuálo?!

-Sé que la última vez no fue muy cortés con tu amiga Rarity, pero ahora mi sobrino está haciendo todo lo posible por cambiar, y pensé que le podría hacer bien ir contigo. Simplemente va a acompañarte, dale una oportunidad, ahora es un buen chico…

Twilight no se esperaba para nada esa petición; ella tan solo había venido a hacer su primera práctica en Canterlot y había quedado en el palacio con Celestia antes de ir para allá. Llevarse a Blueblood no entraba dentro de sus planes.

-Sé que ahora ha cambiado, pero… ¿en serio quieres que me acompañe a abrir la sesión en la Cámara Alta? ¿No es eso un poco… ambiguo?-inquirió la alicornio lavanda, no muy segura de qué decir exactamente.

-Sé que puede parecer algo inapropiado, pero lo hago por una razón… quiero que los representantes vean que se puede volver a confiar en él, aun a pesar de todo lo que hizo en el pasado. No te preocupes, todo saldrá bien.

-Está bien…

Poco después se presentó Blueblood vestido con un elegante esmoquin y se puso al lado suyo, al tiempo que una escolta fue con ellos para acompañarlos hasta allí. Durante el viaje, los dos permanecieron incómodamente callados, sin apenas dirigirse la palabra. En un momento dado, el unicornio blanco habló.

-Sé que llega muy tarde, pero quería disculparme contigo… desde hace mucho no te traté muy bien… lo siento, Twilight.

-Ah… bueno, pero eso fue hace mucho ya… está bien, no te preocupes.

-Gracias…

Como bien dijo ella, hacía mucho tiempo desde entonces, tanto ya que había olvidado casi por completo que él también se metía con ella; cuando sólo era un potrilla e iba a clases particulares con Celestia, se encontraba con él por los pasillos y él la espetaba y la llamaba plebeya, puesto que lo era por aquel entonces.

-Aún me queda mucho por lo que disculparme… sobre todo con esa amiga tuya, Rarity… aquella Gran Gala Galopante no fue la mejor de todas, que digamos…-añadió él.

-Sí, al poco de volver Rarity quemó todos tus posters y demás… y estuvo muy enfadada durante toda una semana, no sé qué decía algo sobre tu culo…

Ante eso, el aludido enrojeció ligeramente y bajó la cabeza, visiblemente apenado.

-Bueno, realmente merezco una buena coz en el culo… fui un imbécil. ¿Me ayudarías a disculparme con ella?-inquirió entonces.

-Bueno, podría, otra cosa es cómo se ponga en cuanto te vea…

-Sí, bueno, asumiré el riesgo…

Ante eso, los dos se rieron por lo bajo antes de que Twilight contestara.

-Está bien, la haré venir un día de estos aquí… podría organizar un encuentro en la pastelería de Joe… ¿te parece?

-Está bien…

Twilight conocía desde hace un tiempo a Blueblood, y enseguida pudo notar que realmente había cambiado; antes solía decir alguna impertinencia o soez cada cuatro o cinco palabras, ahora se podía hablar perfectamente con él y de muy buenas maneras además. La alicornio lavanda se mostró bastante impresionada ante semejante cambio, llegando a comentárselo de pasada.

-La verdad es que me sorprendes, Blueblood, has cambiado de verdad… ¿qué fue lo que hizo que te lo replantearas?

Ante esa pregunta, el gesto de Blueblood se apenó y murmuró.

-Bueno… la verdad es que lo aprendí por las malas…

Twilight quiso saber más, pero en ese momento llegaron a la Cámara Alta y lo dejaron para después; la guardia les escoltó hasta el interior, Twilight fue la primera en entrar, seguida de Blueblood. Los primeros en ver al aludido fueron algunos de los representantes del hemiciclo, algunos se le quedaron mirando como si no hubieran visto bien, mientras que otros iban pasando la misiva por los escaños. Fancy Pants, que estaba sentado en la tribuna superior, fue el siguiente en verlo, pero mantuvo la compostura e impuso orden.

-Orden, por favor, silencio… muy bien, antes de comenzar la sesión, la princesa Twilight Sparkle será la encargada de abrirla con motivo del aniversario de la reforma de la Cámara Alta. Princesa, cuando usted quiera.

Twilight se subió a la tribuna inferior, echó una rápida mirada a unos papeles que llevaba consigo, y comenzó a hablar.

-La sesión de hoy es una muy especial, puesto que se cumple un año desde la reforma de la Cámara Alta; desde entonces, la gestión y tramitación de los recursos es más transparente que nunca, y el pueblo tiene representación en el órgano consultivo más antiguo de la historia de Ecuestria. Desde su creación, la cámara ha sido un mudo testigo de los acontecimientos acaecidos que fueron escribiendo su propia historia, entre los que se encuentran…

En ese momento, y de golpe y porrazo, una voz se levantó repentinamente y añadió ella misma.

-… ¡el intento de robo por parte de cierto poni no deseado que no debería siquiera estar aquí!

Justo después, una serie de gritos a favor de esa frase se levantaron del hemiciclo; Twilight parpadeó, reprimiéndose unas ganas enormes de contestar, y con toda la profesionalidad del mundo trató de seguir. Fancy Pants, por su lado, trató de poner orden.

-¡Pero bueno! ¿¡Qué falta de respeto es esa?! ¡Amonestación para el representante de Trottingham, no quiero oír ni una mosca, al siguiente que hable le expulso de la Cámara! Continúe, alteza.

-Gracias. Como decía, la cámara ha sido testigo ha sido un mudo testigo de los acontecimientos acaecidos que fueron escribiendo su propia historia, entre los que se encuentran la exclusión de los representantes populares en tiempos del unigobierno de Celestia, hasta los más recientes como el golpe de estado en el que…

Una vez más, otra voz se elevó de entre los escaños diciendo.

-… ¡cierto indeseable se adueñó de la Cámara para tenerla para sí solo!

La segunda interrupción valió otra amonestación, ésta vez para Baltimare, y Twilight tuvo que respirar como la enseñó Cadance para evitar perder su profesionalidad.

-… en el que todo el pueblo ecuestriano se unió y volvió a tener representación en el hemiciclo. Ahora, la Cámara Alta se encamina hacia un futuro brillante que promete ser…

-… ¡igual de brillante, pero sólo si el indeseable se encuentra lejos de ella!

Fancy Pants quiso mediar, más enfadado que nunca, pero ésta vez Twilight desechó su profesionalidad y optó por llamar ella misma la atención.

-¡Basta ya!-exclamó entonces con la voz real de Canterlot.

El grito retumbó por toda la sala y todo el mundo calló, mostrándose visiblemente sorprendidos al ver a la princesa Twilight utilizando por primera vez la tradicional voz real de Canterlot. En su momento, Luna llegó a enseñar a Twilight a usarla, aun a pesar de que la poni lavanda no la veía de utilidad, pero fue en ese momento cuando más veía necesaria su uso. En cuanto tuvo la atención de todo el mundo, habló con voz normal, pero igualmente potente, demostrando su enfado.

-¿¡No les da vergüenza?! ¡No me están faltando el respeto sólo a mí, sino a él también! ¡Es verdad que cometió un error en el pasado, pero ha cambiado, y ahora quiere enmendarlo! ¿¡Es que no son capaces de darle, al menos, una segunda oportunidad!? ¡Todo el mundo se merece una!

Ante esa bronca, ésta vez nadie dijo nada, bajando sus cabezas como potrillos arrepentidos. Sin embargo, Twilight no se quedó ahí.

-¡Antes todo el mundo le tachaba como el malo de la película, y con razón! ¡Pero ahora le siguen señalando con el casco cuando esta vez lo único que quiere es corregir sus faltas! ¿¡Quienes son ahora los malos de la película?!

Ese acertado símil hirió profundamente a los presentantes, algunos levantaron la cabeza con gestos consternados.

-¡Denle una segunda oportunidad y podrán comprobar por sí mismos que realmente quiere cambiar! ¡Y empezando por él mismo, que quiere decirles unas palabras!-añadió ella, haciéndole gestos a un inseguro Blueblood.

Finalmente, ante la insistencia de Twilight, el aludido subió a la tribuna inferior, ocupó el lugar de la princesa, la cual se había hecho a un lado, y habló nerviosamente.

-Sé que soy el último poni al que les gustaría ver… pero no estoy aquí para recordarles lo que hice, sino para demostrarles que sé que hice mal. Lo siento, de verdad, lo siento mucho. Lo que hice no tiene nombre, es verdad, y es por eso por lo que quiero cambiar. Sólo quiero volver a vivir una vida normal y olvidarme del pasado. Por favor, denme una oportunidad.

Por un momento, nadie dijo nada. Pero poco después, una serie de aplausos comenzaron a extenderse por todo el hemiciclo hasta resonar por todo el lugar; la agujereada pared frontal y la rajada cúpula de vidrio, que se decidió dejarlas sin tocar como recuerdo del golpe, también hicieron retumbar la gran ovación. Ante esa respuesta, Blueblood esbozó una sincera sonrisa de felicidad, mirando a Twilight con gran agradecimiento.

Una vez que estuvo todo arreglado, la alicornio lavanda retomó su discurso hasta abrir la sesión disciplinar de ese día. Una vez abierta, los dos volvieron al palacio, durante el camino el unicornio preguntó a Twilight.

-Oye, Twilight ¿por qué me has ayudado así sin más?

Ante esa pregunta, la aludida tan solo sonrió y le contestó.

-¿No es obvio acaso? Porque somos amigos ahora…

Blueblood no necesitó volver a preguntar nada más, puesto que de alguna forma lo entendió, sintiendo un gran alivio y alegría en su corazón.

Desde ese día, la relación entre ambos mejoró y las noticias se hicieron eco de lo que pasó esa mañana en la Cámara, lo que mejoró bastante la figura de Blueblood de cara al pueblo.

Por su parte, Blueblood siguió acompañando a Twilight a sus prácticas, llegando a participar un poco en algunas de ellas y aprendiendo cosas nuevas por el camino; de la misma forma que Celestia enseñó a Twilight, ahora Twilight comenzó a enseñar a Blueblood, reforzando aún más su nueva amistad y haciendo que Celestia se sintiera un poco más orgullosa de su sobrino.

Aunque aún había ponis que todavía no se fiaban del todo de él; una noche, mientras se dirigía a su habitación para irse a dormir, vio a alguien moviéndose entre las sombras y se paró por un momento, no muy seguro de lo que había visto. De golpe y porrazo, cierta bat poni apareció de improviso, encarándole y asustándole un poco.

-Contigo quería yo hablar…

-Ah, espera, por favor, no me hagas daño, yo sólo quiero enmendar mis errores…

-Sí, sí, todo eso me parece estupendo, pero escúchame bien…-le espetó Midnight, cortándole.

-Sí, sí, te escucho…

-Hasta ahora has sido un buen chico y me has demostrado que esta vez vas por buen camino… pero te digo una cosa…

-¿Qué cosa?-inquirió Blueblood, amedrentado.

Midnight miró de cabo a rabo a Blueblood, manteniendo su mirada de seriedad en todo momento y acercándose un poco más a él; el unicornio blanco reculó hasta la pared, donde se quedó muy quieto.

-Como vuelvas a montarla de alguna u otra manera, te las verás conmigo… así que sigue así de bien como hasta ahora, o tú y yo tendremos una charla mucho más seria. ¿He sido lo suficientemente clara?

-Como el agua…-musitó él, acongojado.

-Bien…

Y, en un visto y no visto, Midnight se escondió entre las sombras, yéndose de allí. Blueblood echó a correr hacia su habitación y no volvió a salir de allí.

Con su tía Luna y su sobrino Frank también se llegó a disculpar; aunque éste apenas fue consciente en su día, él sentía que se lo debía, por lo que fue a verles una tarde en uno de los salones.

-Hola tía Luna… ¿puedo pasar?

-Claro que sí, sobrino… ¿venías por algo?-inquirió Luna, con Frank entre sus patas y jugando con sus peluches.

-Sí, bueno… me gustaría disculparme contigo y con Frank por lo rudo que fui con vosotros…

-Oh, sí… por mi parte te perdono, ya nos has demostrado que realmente has cambiado… aunque Frank por aquel entonces era más pequeño y apenas te recuerda, por lo que preséntate si eso…-le sugirió Luna.

-Oh, está bien…

Blueblood se acercó hasta el pequeño, el cual le miró atentamente y dejando sus peluches a un lado.

-Hola Frank… quizás no me recuerdes, pero yo soy tu primo Blueblood… ¿cómo estás?

Frank le sostuvo la mirada por un momento, como si tratara de recordarle, hasta que finalmente esbozó una tierna sonrisa, al tiempo que le saludaba.

-¡Hola, Blublu!

Tanto Luna como el aludido se llegaron a reír ante la ternura de Frank, el cual le sostuvo uno de sus peluches para que lo cogiera.

-Hala, qué chulo, es un león… ¿te gustan los animales?

-¡Sí!

-¿Y qué más tienes?

Frank le estuvo enseñando el resto de sus peluches sin ningún tipo de reparo, haciéndose a su presencia enseguida sin problemas. Tanto él como Luna supieron entonces, sin ningún atisbo de duda, que no habría nada más de lo que preocuparse a partir de ese momento.

Frank no fue el único con el que se disculpó, ya que después del pequeño vino quizás el perdón más difícil de todos: el de Rarity. Twilight se comprometió con Blueblood a que le ayudaría a verse con ella, por lo que la alicornio lavanda aprovechó una de sus visitas a Canterlot por prácticas para quedar con ella en la pastelería de Joe. No le dijo nada de que en realidad iba a ser para verse con él, ya que eso la hubiera echado para atrás y se hubiera negado a verle de ninguna manera.

Para que no sospechara, y ni lo viera mínimamente raro, Twilight estuvo con ella durante la primera parte de la quedada, hablando un rato mientras tomaban un chocolate con varios donuts para mojar. En un momento dado Twilight se retiró con la excusa de ir al baño para que Blueblood cambiara su lugar sin que ella se diera cuenta; y funcionó, puesto que la poni modista se había estado maquillando mientras esperaba, por lo que ni vio llegar a Blueblood y ni mucho menos le vio sentándose delante de ella. Por un momento, Rarity pensó que Twilight había vuelto y murmuró.

-Bueno, pues como te iba diciendo, querida, justo ayer me llegó un pedido de telas nuevas y me…

La poni modista se cortó de golpe al ver delante de ella al que le había arruinado la que se suponía que hubiera sido la mejor noche de todas; los dos se sostuvieron la mirada por un momento hasta que el príncipe habló.

-Eh… hola, Rarity.

Justo después, ella reaccionó.

-¡Tú! ¡De todos los ponis con los que me podría encontrar, tú eres, sin duda, el peor! ¿¡Qué haces aquí, dónde está Twilight?!

-Espera, déjame que te…

-¡No, no quiero oír tus excusas baratas! ¡Me diste la peor noche de toda mi vida, fuiste el peor príncipe de la historia, y no sólo eso, sino que trataste fatal a tu pobre tía comportándote de esa forma! ¡Vil, crápula, truhán, fuera de aquí!

-¡Rarity, por favor, escúchame!

-¡Pero yo no quiero escucharte, sal de aquí, no vuelvas más, fuera de mi vista!

La poni modista trató de agredir al unicornio con su bolso, mientras que media clientela, incluyendo Joe, veían el espectáculo alucinados. Blueblood aprovechó el momento para hacer una declaración de intenciones.

-¡Que sólo he venido a disculparme!

Al oír eso, Rarity paró de golpe, como si no hubiera oído bien.

-¿Perdón?

-Yo sólo he venido a disculparme, nada más… sé que no te traté de la mejor manera aquella noche, y quería pedirte perdón por eso mismo. Sé que hace ya varios años desde entonces, pero sentía que te lo debía. Lo siento, Rarity.

La aludida se quedó en el sitio, todavía sin creerse lo que había pasado delante de sus narices; al cabo de unos pocos segundos de silencio forzado, murmuró.

-¿En serio?

-Muy en serio…

Rarity le volvió a mirar e inquirió.

-¿Quién es usted y qué ha hecho con Blueblood?

-Soy yo de verdad…

Costó un poco convencerla, pero al final la unicornio blanca acabó por creerle, mostrándose sorprendidísima ante semejante cambio.

-Vaya, que me aspen, jamás pensé que llegaría a conocer al Blueblood que alguna vez quise conocer…

-Pues aquí me tienes, no ha sido tan horrible ¿no?

-Oh, no, qué va, para nada…

El resto de la conversación fue agradable y distendida, hablando de todo un poco y perdiéndose en banalidades. Twilight les observaba desde afuera, contenta tanto por su amiga como por Blueblood.

El resto de prácticas se fueron sucediendo una tras otra, Twilight fue cogiendo soltura a la hora de hablar tanto en público como en privado ante personalidades distinguidas, mejorando sus formas y aumentando su experiencia. Blueblood siguió acompañándola a todos estos actos, convirtiéndose rápidamente en una figura más respetable y mejorando su imagen de cara al pueblo. En la última de todas, una recepción en un salón de fiestas en Canterlot, cerró junto con Twilight el evento.

-No ha estado nada mal ¿verdad?-inquirió ella.

-Sí, los canapés estaban muy buenos…

-Oh, vamos, sabes de lo que te hablo…

-Sí, lo sé, pero era por comentar…

Los dos se rieron divertidos, mientras iban saliendo hacia la calle; pero en cuanto alcanzaron la puerta de salida, aparecieron frente a ellos dos ponis vestidos con sendas togas cardenalicias.

-¿Puedo ayudarles?-inquirió en ese momento ella, extrañada.

-Princesa Twilight Sparkle…-murmuró uno de ellos.

-Su excelencia, el obispo Order Faith, desea hablar con usted…-continuó el otro.

-La está esperando en la catedral.

Y, tras esas secas y escuetas palabras, ambos se retiraron calle abajo. Twilight se quedó aún más extrañada si cabe. ¿Por qué el obispo querría hablar con ella así de repente? ¿Y por qué ahora? Nunca se había considerado creyente, y apenas recordaba cuando fue la última vez que se pasó por una iglesia. Aun así ese llamado la tenía intrigada, por lo que decidió pasarse para ver qué era lo que quería.

-Ve yendo tú al palacio, iré a ver qué quiere el obispo.

-¿Segura? ¿No prefieres que te acompañe?

-No, no hace falta, después de todo sólo es el obispo…

Blueblood aceptó y se fue hacia el otro lado de la calle, acompañado por un par de soldados, mientras que ella tomaba dirección contraria, acompañada por otro par de soldados. Desde donde estaba no había mucha distancia y llegó al lugar enseguida, las puertas estaban abiertas y un murmullo apagado salía del interior.

-Quédense aquí, no tardaré mucho-indicó Twilight a los soldados, los cuales se quedaron fuera guardando la puerta.

Nada más pasar al interior, sintió un agradable frescor y oyó una voz extendiéndose por todo el diáfano lugar; vio entonces que aún estaban en misa, la nave estaba bastante llena de ponis que escuchaban al cura, el cual se encontraba pronunciando su correspondiente sermón.

-… y es por eso que debemos ser nosotros los que practiquemos la bondad y prediquemos las enseñanzas de nuestro Señor. Porque es en nosotros y en nuestros corazones donde reside el verdadero espíritu de la fe primalicorniana. Él y sólo Él es el verdadero camino para poder conseguir un lugar en las planicies eternas a su lado. Y juntos, como hermanos, podremos conseguirlo. Es palabra del Señor.

-Gloria a ti, Señor-contestaron los fieles.

Twilight tan solo rodó los ojos, tratando de pensar en otra cosa; nunca la había convencido el método y las enseñanzas de la iglesia primalicorniana. Cuando era una potrilla acataba todo lo que la decían puesto que era pequeña y apenas podía opinar; iba a misa, rezaba todos los días e incluso llegó a ser monagilla un par de veces por mediación de Celestia.

Pero en cuanto comenzó a crecer, comenzó a cuestionar muchas cosas, entre ellas las formas de la iglesia e incluso las escrituras; según éstas, el camino hacia el Primer Alicornio era la única forma de alcanzar la salvación eterna y gozar de su gloria en las planicies eternas. ¿Sólo su camino era la única forma? ¿Y qué había del resto de religiones? La respuesta la encontró mucho más rápido de lo que pensó; el resto de religiones no tenían cabida en el reino del Primer Alicornio. Eso la pareció egoísta y poco armonioso. Y las estrictas y restrictivas formas que tenía la iglesia por aquel entonces, terminaron de convencerla. Desde entonces abrazó el ateísmo, para desilusión de Celestia, aunque ésta respetó su decisión.

Tras el sermón vinieron varias oraciones, los ruegos y luego las ofrendas; después estuvieron cantando un poco, acompañados por el coro y el órgano. Finalmente acabaron la misa orando un poco más y siendo despedidos por el cura.

-Que la bendición del Primer Alicornio descienda sobre todos vosotros.

-Amén.

-Podéis ir en paz.

-Demos gracias al Señor.

Durante el resto de la misa Twilight estuvo esperando a que terminara, oculta entre los pilares del lado izquierdo de la nave para no montar un revuelo y observando una talla de madera cercana. Los ponis fueron vaciando el lugar, las voces se fueron apagando y, en cuanto estuvo sola, salió al pasillo central. El ruido de sus cascos alertó al cura, el cual se dio la vuelta y quedándose gratamente sorprendido al verla.

-Oh, princesa Twilight Sparkle, qué honor… ¿qué hace aquí? La misa ya ha acabado…

-He venido a ver al obispo, me han dicho que quiere hablar conmigo y que me estaría esperando aquí…-explicó ella, con voz queda.

-¿El monseñor quiere hablar con usted? Qué raro, a mí no me ha dicho nada…

-Pero eso es porque no tengo que estar contándotelo todo, Dense Lecture…-murmuró entonces una voz desde el otro lado del altar.

Tanto Twilight como el cura giraron la cabeza para ver a Order Faith saliendo de la sacristía; nada más verlo, Dense Lecture le habló.

-Oh, monseñor, por supuesto que no, no era mi intención inmiscuirme en sus asuntos de esa manera…

-Ahórrate tus lisonjas, Lecture, tu servicio ya se ha acabado, puedes retirarte.

-Ah, por supuesto, monseñor, gracias, hasta más ver.

El cura salió atropelladamente de allí, dejando a solas a Twilight y al obispo, el cual la miró de arriba abajo.

-Twilight Sparkle… te recuerdo muy bien de años pasados, cuando sólo era un simple sacerdote… creo que llegaste a ser monaguilla mía alguna vez…

-¿Ah, sí? Yo ya ni me acuerdo…

-Sí, lo cierto es que hace mucho tiempo que no te pasas por aquí… sobre todo ahora, siendo una princesa…-murmuró Faith, como quien no quiere la cosa.

-Los dos sabemos que Celestia es la creyente y Luna la agnóstica… por mi parte, preferí tomar mi propio camino-argumentó ella, con voz queda.

-Lo sé… es una pena, últimamente hay muy poca vocación entre los más jóvenes…

-¿Y no se ha preguntado nunca que a qué se deberá eso?-inquirió ella, ceñuda.

-Sí, y creo haber dado con la respuesta…

-¿Ah, sí? Ilumíneme…

Por un momento el obispo no dijo nada, dirigiéndose hacia el altar y mirando a la vidriera que representaba al Primer Alicornio. En un momento dado, habló.

-Es por fe, señorita Sparkle… los jóvenes de hoy en día prefieren escucharse a sí mismos en vez de a sus padres, y ese es un grave problema. A mí me llena de tristeza ver cómo esos ponis se alejan de la iglesia en vez de acercarse e interesarse por ella… es una pena.

-Quizás es porque la iglesia no sepa cómo acercarse a ellos… ni siquiera ésta intenta estudiar la sociedad que les rodea o adaptarse a los nuevos tiempos. Sigue estancada en su propio mundo, sin poder llegar a la gente que busca repuestas o algo en lo que creer. Eso sí que es una pena…

Frente al argumento de Twilight, Order Faith tan solo esbozó una graciosa sonrisa.

-Ah, juventud, divino tesoro… qué gran novicia ha perdido la iglesia con usted, señorita Sparkle. Hubiera sido toda una modelo a seguir…

Ante eso, el ceño de Twilight se frunció aún más, extrañada por la verborrea del poni.

-¿Qué es lo que quiere de mí, obispo?

-Oh, nada en especial, tan solo hablar con usted…

-Ya, claro, cuénteselo a otro… sabe perfectamente que soy atea, y aun así me viene con todo eso de la fe, la vocación y demás chorradas sin sentido, al menos para mí. He venido con toda mi buena intención, y usted me trata como si fuera tonta, y no sólo a mí, sino al pobre sacerdote de antes también. Así que déjese de patrañas, a mí no me engaña. ¿Qué quiere de mí?

Order Faith la miró fijamente, sin quitarla la vista de encima y manteniendo una cara de póker envidiable; Twilight le devolvió la mirada, visiblemente molesta. En un momento dado, el obispo volvió a hablar.

-Supongo que una yegua tan atenta y perspicaz como usted se habrá dado cuenta enseguida de cierto detalle…

-¿Cuál de ellos? ¿Lo impertinente que está siendo conmigo o que desde que empezamos a hablar no me ha tratado como a una princesa?

-Exactamente… muy bien. ¿Y por qué cree que no lo hago?

-No lo sé, dígamelo usted.

-Ah, pero yo pensaba que ya lo sabía…

-¿Saber? ¿Saber el qué? ¿De qué me habla?

Frente a eso, Order Faith tan solo esbozó una ligera sonrisa de satisfacción y murmuró.

-Pues de los pecados de su querida mentora, por supuesto… del pecado en sí misma que es usted… y de lo que la espera si todo el mundo supiera de lo que es en realidad…

-¿De qué demonios me está hablando?-le espetó ella, algo amedrentada por sus palabras.

-Oh, pero ya pensaba que lo habría averiguado… ¿no la dijo nada su querida mentora sobre su… ascensión? ¿Acaso no habló con ella sobre ello?

Las palabras del obispo la dieron qué pensar, sobre todo porque no la decían casi nada; trató de recordar algún tipo de conversación con ella sobre el asunto, pero no había nada por mucho que intentaba sacar algo en claro. Cada vez que trataba de recordar por qué se había convertido en alicornio exactamente, una densa cortina se echaba ante ella, como si no ésta no quisiera que viera lo que había tras ella. Intentó apartarla, pero tan solo obtuvo un intenso dolor de cabeza. Twilight no pudo evitar quejarse en voz alta y llevarse un casco a la cabeza, sintiendo los pinchazos en su cuerno. Su gesto hizo comprender un poco mejor a Order Faith, el cual se regodeó aún más.

-Oh, la pena, el dolor de saber que ha cometido tal falta… su querida maestra es una pecadora sin perdón y usted no es más que una abominación de la naturaleza que no debería ni existir. No hay nada más sagrado que Él, señorita Sparkle. Y usted ni siquiera posee ni un ápice de santidad en su sangre. Es una simple marioneta creada para la ocasión, por una traidora que creyó que podría jugar a ser el Primer Alicornio. Y si no me cree, pregúntela a ella…

Tratando de ignorar el tremendo dolor de cabeza que sentía, miró por un momento a ese poni, totalmente asqueada, y le espetó.

-Aléjese de mí…

Y, tras eso, echó a correr hacia la salida. Por su parte, Order Faith tan solo la observó desde donde estaba, sonriendo vilmente.

Twilight regresó al palacio rápidamente y subió las escaleras hasta el despacho de Celestia, sintiendo una extraña sensación de enfado recorriéndola todo su cuerpo, mientras iba pensando por sí misma. No llamó a la puerta, tan solo entró de golpe en él y se dirigió a ella directamente.

-¿Por qué no puedo recordar nada?

-Twilight ¿Qué te pasa? ¿A qué viene todo esto?

-Respóndeme, Celestia ¿por qué no puedo recordar nada?

-Pero ¿a qué te refieres?-quiso saber la aludida, sin entenderla.

-¡A mi ascensión! ¡Intento recordar por qué se dio y no puedo! ¿¡Por qué, por qué no puedo?!-acabó chillando ella.

En cuanto comprendió lo que la decía, el gesto de Celestia cambió al de sorpresa repentina, sin saber bien qué decir.

-Yo…

-¿¡Un hechizo, verdad?! ¡Un maldito hechizo bloqueador de memoria, por eso no puedo! ¿¡Qué me hiciste, Celestia?! ¿¡Acaso ese desgraciado tiene razón?!

-¿Desgraciado? ¿Qué desgraciado?

-¡Ese horrible poni que tiene por confesor! ¡Order Faith, el obispo!

En cuanto pronunció su nombre, el gesto de Celestia se torció un poco más y la alicornio blanca comenzó a sudar.

-¿Qué te dijo?

-¡Muchas cosas, que si usted es una traidora pecadora, que si soy una marioneta, una aberración natural! ¿¡A qué se refería, por qué me decía todo eso?! ¿¡Qué está pasando, Celestia?!-gritó Twilight, verdaderamente enfadada.

Llegados a ese punto, la alicornio lavanda sentía que Celestia la había mentido casi desde el principio, y la cara de esta no hacía más que confirmar lo evidente. Viéndose acorralada, Celestia suspiró y, llena de pena, musitó.

-Lo siento… lo siento tanto, Twilight, yo…

-¡Libere mis recuerdos!

-¿¡Qué?!

-¡Deshaga el hechizo, ahora! ¡Hágalo!-la ordenó Twilight, con voz imperiosa.

Totalmente rendida, y empezando a llorar, Celestia hizo lo que la pidió y juntó su cuerno con el de Twilight, al tiempo que éste comenzaba a brillar.

Por la cabeza de Twilight comenzaron a pasar todos esos recuerdos retenidos, volviendo a recordarlo todo; las conversaciones con Luna en las que le revelaba los planes de su hermana, el hechizo, el libro de Star Swirl el Barbudo… todo volvió a su sitio y las palabras de Order Faith cobraron sentido, comprendiendo lo que significaban y todo lo que había detrás de ellas. Y la realización final fue tan amarga como el mismo hecho en sí. Los ojos de Twilight se anegaron y miró a Celestia con desprecio antes de hablarla.

-¿¡Cómo ha podido?! ¡Yo confiaba en usted, lo hice por usted y por su hermana! ¿¡Y así me lo paga?! ¡¿Escondiendo y ocultándome lo que soy?!

-Lo siento tantísimo, Twilight, no quería hacerlo, pero yo… compréndeme, por favor, estaba asustada, y…-masculló Celestia, llorando a mares.

-¡No, cállese, no quiero oír nada de lo que tenga que decirme! ¡Entonces es verdad, soy una marioneta, no soy más que el resultado de un horrible experimento!-chilló Twilight, llorando de igual forma.

-¡No, si lo hice fue por ti, Twilight, para que estuvieras a mi lado de igual forma!

-¡Mentira, lo hizo por usted creyendo que era parte de una especie de plan divino! ¡Sabe que yo no creo en el Primer Alicornio, y aun así me usó para satisfacer sus propias creencias! ¡Ya veo lo que he significado para usted!

-¡No, Twilight, por favor, escúchame, tú eres muy especial para mí y lo sabes, te quiero como si fueras mi hija!

-¡Pero yo no soy su hija, y tampoco usted es mi madre! ¡Si realmente me quisiera tanto como bien dice, hubiera confiado en mí y me lo hubiera explicado todo, pero no, tan solo me lo ocultó para mantener a salvo su fe y su credibilidad!

-Twilight… por favor…

-¡No! ¡No quiero oír nada más de usted, no quiero saber nada! ¡No la perdonaré jamás!

-Twilight…

Pero la alicornio lavanda no dijo nada más, yéndose de allí a paso firme y llorando por el camino; Celestia quiso ir tras ella, pero en cuanto cruzó el umbral de su puerta vio a su hermana mirándola fijamente con la decepción grabada en su rostro.

-Luna… lo siento tanto, hermana, por favor, ayúdame a hablar con ella…

Sin embargo, la alicornio oscura no dijo nada, dándose la vuelta y alejándose de ella.

-Luna… no, Luna, por favor, tú también no… escúchame, por favor, escúchame…

-¿Y qué es lo que tengo que escuchar, Celestia? ¿Cómo la reprimiste sus recuerdos y conversaciones conmigo? Ya hablamos de esto, pero no pensaba que fuera por algo así, creía que aún te atormentaba el hecho en sí. Y, por lo que veo, me equivoqué…-murmuró su hermana, sin darse la vuelta.

-Luna…

-Confiaba en ti, Celestia… te perdoné, y aun así ¿por qué me vuelves a hacer daño otra vez?

-Yo…

-Ese es tu problema, tú, tú, sólo tú… no piensas en nada más que en ti, Celestia. No me voy a ir, pero tampoco voy a hablar contigo. No hasta que dejes de pensar en ti y pienses en los demás.

Las duras palabras de su hermana rompieron el corazón de Celestia en mil pedazos, sintiendo cómo se hundía en un pozo negro de pena y desesperación. Luna no dijo nada más y se retiró a su habitación, dejando sola a Celestia en el pasillo.






El resto del día pasó lentamente. El ambiente se enrareció y volvió brumoso, pero sólo para Celestia, la cual apenas había reaccionado desde que Luna la rechazó. Después de sus duras palabras, la alicornio blanca no dijo nada y se encerró en la capilla del palacio, sin querer ver a nadie más. Llevaba allí varias horas, no había comido, tampoco rezaba, no hacía nada, simplemente estaba ahí. Tratando de procesar que había vuelto a perder a su hermana, otra vez, y esta vez a Twilight. En su mente se repetían una y otra vez las palabras de ambas yeguas. Todo era por su culpa. No había otra forma de verlo, al principio trató de negar categóricamente los hechos en sí, pero tanto Luna como Twilight tenían razón. Sólo pensó en ella y trató de satisfacer sus propios deseos y creencias en vez de los de los demás. En un momento dado, Celestia levantó la vista y miró la vidriera del Primer Alicornio. Al principio tan solo se quedó contemplándola, sin hacer ni decir nada; pero al poco rato, comenzó a notar cómo la pena y la desesperación comenzaban a bullir en su interior, transformándose poco a poco. Su blanco semblante se arrugó, su ceño se torció, sus labios se doblaron y, entonces, miró a la figura con ira. Sin darse cuenta siquiera, se levantó, comenzando a gritar con todas sus fuerzas y a usar su magia; levitó los bancos y los destrozó, cogió las velas y las tumbó, volcó el agua bendita y rompió la talla de madera que allí tenían. Luego cogió el cirio rojo y lo fundió, quedándose sólo con el candelabro de pie que lo sostenía; miró por un momento a la vidriera del Primer Alicornio y, sin dudarlo, lo levantó sobre su cabeza y lo lanzó contra esta con un grito de rabia. El candelabro golpeó en la vidriera y ésta se resquebrajó, deformando la figura en esta representada.

Celestia no pudo más y se dejó caer al suelo, llorando con todas sus fuerzas y sintiéndose más miserable que nunca. Por culpa de sus creencias había perdido a las dos ponis más importantes de su vida, y fue entonces cuando empezó a cuestionar, por primera vez en su vida, todo en lo que ella creía. ¿Realmente había merecido la pena probar el hechizo? ¿Consideraba ahora divino algo que tan sólo la traía dolor y sufrimiento cada vez que intentaba probarlo? Y, lo más importante, si el Primer Alicornio era tan bueno y misericordioso ¿por qué la hacía sufrir de ese modo? Cada vez que trataba de agradarlo y hacer cumplir con su voluntad, él la hacía daño y la quitaba lo que más quería en el mundo. No era justo. Ella misma no era justa. Y ahora lo podía ver, aunque demasiado tarde. Llena de rabia y dolor, se dirigió a la agrietada vidriera y la espetó.

-¿¡Por qué?! ¿¡Por qué me haces esto?! ¿¡No se supone que velas por mí y recompensas a los que te honran?! ¡Durante toda mi vida he estado volcada en ti y mi fe, siempre he tratado de agradarte, pero tú no haces más que quitarme lo que quiero! ¡No es justo! ¡No es justo!

Tras esa retahíla de agravios y despecho, Celestia volvió a echarse a llorar, sintiéndose peor que nunca, no por el hecho en sí, sino por todo lo que se suponía que representaba el Primer Alicornio. La respuesta anhelada nunca la llegó, y tan solo quiso seguir llorando y lamentando su propia existencia. Pero en ese momento oyó a las puertas abrirse y masculló.

-¡Fuera, no quiero ver a nadie!

-¿Tía?-inquirió una voz conocida.

Esa voz no hizo más que darla motivos para seguir llorando; haciendo un esfuerzo por no ser ruda con él, murmuró.

-Blueblood, por favor, ahora no quiero hablar con nadie…

-Pues a mí no me lo parece… me he enterado hace poco, y bueno… se te oye por todo el palacio.

Celestia tan solo dejó escapar un respingo, comentando después.

-Entonces ahora todos sabrán que soy una poni horrible… y que ni soy digna de ser llamada princesa…

-No digas eso… todos cometemos errores, tía, mírame a mí…

-Esa es otra… tus errores son culpa de los míos. Eché tu vida a perder… y ahora he echado a perder la mía propia…

-No, nada de eso… puede que hayas cometido graves errores, pero eso no significa que no puedas subsanarlos. Cuando estaba mendigando por toda Ecuestria, muchas veces llegué a pensar que para qué vivir una miserable vida cuando ya no me quedaba nada. Y, aun así, seguía adelante, sin ni siquiera saber bien por qué. Ahora que vuelvo a estar aquí contigo, y que he podido darme cuenta de todo lo malo que hice, comprendo mucho mejor por qué seguí adelante. Porque si no lo hubiera hecho, no hubiera podido volver.

Las palabras de su sobrino conmovieron a la alicornio blanca, la cual tan solo le abrazó con fuerza, llorando por lo bajo. Blueblood la devolvió el gesto, sin decir nada más y ayudándola a sentirse un poco mejor. La luz de la tarde se colaba por la vidriera agrietada y se proyectaba sobre ellos.






En el pueblo tampoco había consuelo para Twilight; volvió teletransportándose y, nada más llegar, comenzó a romper todo lo relacionado con Celestia mientras no dejaba de llorar desconsoladamente. Sus copias de los reportes de amistad, sus respuestas, cartas u otros consejos escritos, algunos regalos varios… y, tras eso, estuvo a punto de cortarse las alas si no hubiera sido por Spike, que la paró a tiempo arrebatándola un cuchillo de sierra tamaño grande.

-¿¡Pero qué haces, Twilight?! ¿¡Qué te pasa?!

-¡Dame eso, Spike, ahora!

-¡Pero Twilight! ¿¡A qué viene eso de querer cortarte las alas?!

-¡Estas alas no valen nada, no son de verdad, son sólo de cartón! ¡No tiene sentido que las siga teniendo!

-¿¡Pero qué dices, te has vuelto loca?! ¡Dime qué demonios te pasa!

Pero la alicornio lavanda no dijo nada más, intentando recuperar el cuchillo; Spike evitó que lo volviera a tener quemándolo con su fuego. Al verse desarmada, Twilight se echó a llorar una vez más y se encerró en el sótano. Preocupado por ella a niveles extremos, Spike decidió ir a buscar a sus demás amigas para que trataran de hablar con ella y descubrir lo que la atormentaba de esa forma. En cuanto las explicó la situación, fueron corriendo hacia la biblioteca y las cinco ponis bajaron hasta la puerta del sótano, donde intentaron hablar con ella.

-¡Twilight, cariño, abre por favor, sólo queremos hablar!

-¡Sí! ¿Qué es eso de querer cortarte las alas así sin más? ¡Exigimos explicaciones, dulzura!

-¡No nos iremos hasta que hayamos hablado contigo!

-¡Abre, Twilight, tengo una sorpresa para ti!

-Por favor, Twilight, abre la puerta… si no te importa…

Pocos segundos después, la puerta se entreabrió y las demás entraron en el sótano; nada más poner los cascos en él, la alicornio lavanda se echó sobre ellas y siguió llorando como si no hubiera un mañana. Las costó bastante calmarla, pero en cuanto estuvo mejor, la reclamaron explicaciones. Entre lloriqueos y jadeos, las explicó absolutamente todo lo que había pasado. Cada una lo interpretó a su manera.

-¡No! ¡Es imposible que la princesa te hiciera eso, no es propio de ella!

-¡Pero lo hizo, Rainbow, realmente lo hizo! ¡Me escondió mis propios recuerdos para que no supiera por qué soy un alicornio en realidad!

-¿¡Cómo ha sido capaz, esa hija de yegua!?

-¡Applejack, no digas eso, sus razones tendría!

-¿¡Razones?! ¿¡De qué razones me hablas, Rarity, o acaso estás sorda?! ¡Lo hizo porque creía que así cumplía voluntad divina! ¡¿Qué tipo de razones son esas!?

-¡No veo nada de divertido en eso!

La única que no opinó fue Fluttershy, la cual se mostró demasiado impactada como para poder hablar. Twilight siguió expresando su dolor.

-No sabéis lo que es saber que tu vida ha sido planeada así sin más… estas alas no valen nada, por eso quise cortármelas… tampoco vale nada lo que he aprendido hasta ahora porque no soy ninguna princesa, sólo una cobaya experimental exitosa…

-No, no digas eso, cariño, tú eres más que eso, eres nuestra amiga, y nunca te vamos a abandonar…

-Eso es verdad, y menos aún ahora, no después de lo que esa princesucha te ha hecho…

-Creía que Celestia era buena y sabia… me duele por mi orgullo, pero ya no seré más leal a ella, sólo a ti y porque eres mi amiga.

-Te queremos, Twilight, jamás te dejaremos sola…

-¡Y siempre con una sonrisa!

Ante las muestras de amistad y apoyo de sus amigas, Twilight tan solo pudo sonreír, sintiéndose esta vez un poco mejor.

-Gracias, chicas…. Yo también os quiero.

Sin decir nada más, las seis se dieron un abrazo grupal y lo mantuvieron durante un tiempo indefinido. Afuera, comenzaba a atardecer.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por EdoNova » 01 Sep 2014, 13:30

Uf... Ese cambio tan radical de la opinión de Twilight y sus amigas con respecto a Celestia ha sido un duro golpe para mi, por otra parte, todo lo que ha surgido de Blueblood ha sido perfecto, bravo
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Sg91 » 12 Sep 2014, 10:01

Capítulo 25

Sin salida

1ª parte


Después del descubrimiento de Twilight acerca de la verdad de su transformación en alicornio, ésta repudió a Celestia y su relación se enfrió por completo; no hubo absolutamente nada, tan solo la dejó de hablar, tratándola como si no existiera, para desgracia de Celestia, la cual intentaba por todos los medios volver a hablar con ella. Pero carta que la enviaba, carta que la devolvía al poco rato y sin abrirla siquiera.

Debido a esto, tanto Cadance como sus propios padres se terminaron enterando de lo que había pasado; en un principio, Twilight no quiso decirles nada para no preocuparlos demasiado, y así se lo dijo ella misma en cuanto estuvo hablando con ellos. Pero para ambos no había nada más importante que su hija, por lo que lo comprendieron. En cuanto al asunto en sí, fue toda una sorpresa descubrir que la buena, justa y sabia princesa Celestia la había estado manipulando de esa forma. Debido a esto, Twilight Velvet fue directamente al palacio a hablar con ella, soltándola todo lo que tenía sobre ella; Celestia ni siquiera se defendió, tan solo dejó que Velvet se quedara a gusto, recibiendo de todo. Desagradecida, mala poni, fanática, chovinista… simplemente aceptó todos esos términos y acepciones contra su persona porque, en el fondo, sabía que todos ellos eran ciertos. Esto pilló con la guardia baja a Velvet, la cual la espetó.

-¿¡Y bien?! ¡¿No tienes nada que decir?!

Celestia tan solo la miró, con un profundo deje de pena grabado en su rostro, antes de murmurar.

-No. Tienes razón, Velvet. Soy una poni horrible.

Y, tras esas palabras, Celestia se retiró, dejando a una chocada y desconcertada Velvet mirándola atentamente antes de desaparecer tras la puerta.

Por parte de Cadance, la alicornio rosada no supo ni cómo tomárselo siquiera, ya que la primera revelación fue como un mazazo para ella; conocía bien a su tía, o eso era lo que creía. Desde pequeña había sido su mayor modelo a seguir, una figura que inspiraba confianza, amor y cariño. Pero ahora todo eso había desaparecido de un plumazo, para ser reemplazado en su lugar por confusión, dudas e incertidumbre.

Al contrario que Twilight o Velvet, quiso hacer sus propias averiguaciones y habló ella misma con su tía. Para su sorpresa y consternación, la alicornio blanca se deshizo en lágrimas mientras la confirmaba todo lo que la habían dicho sobre ella.

-¡Lo siento tanto, Cadance! ¡He defraudado a todos, incluida a ti! ¡No merezco que me llames tía, no merezco nada! ¡Lo siento! ¡Lo siento muchísimo!

Aunque al principio no supo cómo tomárselo, ver así de herida a la que había sido como su madre durante más de diez años hizo que se apiadara de ella.

-Tía, yo… me parece muy bien que creas en el Primer Alicornio, pero… hacerle eso a Twilight…

-Lo sé, lo sé, fue horrible… yo…-masculló Celestia, sin poder seguir siquiera.

-Pero ¿por qué creías que debías hacerlo? Intento comprenderte, tía, ayúdame a comprender por qué lo hiciste.

Las suaves palabras de su sobrina la tranquilizaron un poco, pero aun así no estaba del todo segura de si decírselo así sin más.

-Podría decírtelo, pero… no creo que te guste.

-Pero si no me lo dices, no lo sabré.

Ambas alicornios se miraron por un momento, Celestia observó a su sobrina con un deje de pena en su rostro, al tiempo que Cadance la sostenía la mirada con determinación. Finalmente, la alicornio blanca suspiró y habló.

-Lo hice porque debía hacerse… su marca de belleza aparece en el tronco del árbol de la armonía, el origen de los elementos de la armonía, lo que prueba la divinidad del árbol, ya que nosotros los alicornios somos de origen divino. Y, a la vez, el hechizo que usé sobre ella también lo prueba, tanto desde un nivel teológico como científico.

Ante todo eso, Cadance se quedó de una pieza, sin hacer ni decir nada durante unos breves segundos. Justo después, habló.

-Pero tía… todo eso que dices… ¿hasta qué punto es demostrable?

-Puedo volver a hacer el hechizo para que lo veas… aunque habría que sacrificar a un ser vivo, y realmente no quiero volver a hacerlo.

Ante eso, la cara de Cadance se torció en un gesto incrédulo, llegando a musitar.

-¿Cómo?

-Esta no es tu carga, Cadance; he hecho algo imperdonable y deberías odiarme por ello, como todos los demás. Porque lo merezco, realmente lo merezco. Este es mi castigo.

Antes de que pudiera decir algo más, la voz de Cadance se levantó y dijo con fuerza.

-No.

-¿Cómo?-inquirió Celestia, extrañada.

-No, tía, no pienso odiarte. Es verdad que lo que has hecho es grave, pero no podría odiarte, ni por eso ni por ninguna otra cosa. Odiar es una palabra demasiado fuerte para mí. Te quiero, tía, y lo sabes. Y aun a pesar de todo, te sigo queriendo. No voy a pedirte que me sigas explicando nada más si no quieres, pero sí te voy a pedir que hables con Twilight; no podéis seguir así, necesitáis arreglarlo.

-Ya lo he intentado tantas veces que he perdido la cuenta… no quiere hablar conmigo ni escucharme, me odia, y con razón.

-Entonces dala motivos para que te escuche… muéstrala que realmente te arrepientes de lo que has hecho.

-¿Y cómo puedo hacer eso si actúa como si no existiera?

Cadance se quedó callada, sopesando posibilidades; en un momento dado, comentó.

-Quizás pueda ayudarte… dentro de pocas semanas tendremos esa reunión con los duques de Maretonia, trata de invitarla para que nos acompañe, si te vuelve a ignorar dímelo y se lo diré yo, a ver si podemos hacer que te escuche.

Celestia se quedó anonadada, sin poder comprender por qué su sobrina la ayudaba así sin más, llegando a expresárselo ella misma.

-Pero… no lo entiendo ¿por qué me ayudas después de todo lo que he hecho?

Ante eso Cadance no dijo nada, tan solo miró a su tía brevemente antes de abrazarla con fuerza; Celestia lo compendió sin necesidad de que la dijera nada más y la devolvió el abrazo con el doble de fuerza.

Pero aunque tenía el apoyo de Cadance, Luna seguía sin apenas dirigirla la palabra salvo por el trabajo o poco más; las comidas y las cenas transcurrían en un denso silencio, y era como volver a repetir la misma situación de cuando se hicieron daño la última vez. Celestia intentó hablar con ella, pero Luna apenas la escuchó.

-Lo siento, Luna, de veras que lo siento, no era mi intención mentirte…

-¿Ah, sí? ¿Y entonces por qué lo hiciste?

-¡Porque tenía miedo, Luna, miedo de perderos!

-Pues menuda ironía, porque ahora nos has perdido… si hubieras sido honesta desde el principio, nada de esto hubiera pasado. Pero tuviste que pensar sólo en ti, como siempre haces…

-Lo sé, he sido una egoísta, perdóname, por favor…

-¿Te crees que un lo siento lo arregla todo? Ya te perdoné una vez y, aun así, me volviste a mentir. Si quieres que te perdone, vas a tener que trabajártelo mejor. Y ahora, si me disculpas, tengo que cuidar de mi hijo.

Aunque sabía que toda la culpa era suya, por otro lado el causante de toda esa situación era su bueno para nada confesor personal y obispo de la ciudad, Order Faith. Seguramente quiso castigarla aún más diciendo todo eso para que Twilight atara cabos y enemistarla con ella. Y, evidentemente, Celestia no se quedó de patas cruzada ni mucho menos.

-¿¡Cómo te has atrevido a usar mis pecados en mi contra?! ¡Eres un monstruo! ¡Ella no tenía nada que ver!

-Sabes, y muy bien, que ella tiene mucho que ver en todos tus pecados… que estés así tan solo demuestra que realmente te apoyabas en ellos para excusarte de todas tus acciones.

-¡Pero mis pecados son mis pecados, no los de Twilight! ¡Lo has hecho a propósito y lo sabes!

-Tales acusaciones… debería mostrar a todo el mundo lo que eres en realidad, Celestia… una despreciable e imperdonable pecadora que juega a ser el Primer Alicornio sin ningún otro criterio que el tuyo mismo… es una pena…

Ante esa amenaza, Celestia decidió atacarle con la misma moneda y murmuró.

-Muy bien, hazlo, y de paso escribiré una carta en la que revelaré a todo el mundo la teoría, más que demostrable, de Star Swirl sobre el origen de los alicornios.

La mirada de Order Faith se volvió como una cuchilla, llegando a esbozar una tonta sonrisita.

-Je… no serás capaz… te conozco, Celestia, no serás capaz…

-Oh, ¿quieres probarme? Porque yo sí… y en el caso de que alguien quisiera comprobarlo, podría hacerlo perfectamente. Twilight es la prueba viviente de que el hechizo funciona y que el origen de los alicornios es perfectamente demostrable tanto por hechos científicos como teológicos.

Ambos se sostuvieron la mirada duramente, Order Faith parecía no sólo especialmente molesto, sino intimidado por las duras y aparentemente seguras palabras de la alicornio blanca; por parte de Celestia, el obispo tan solo recibió una fría y penetrante mirada. Al cabo de unos pocos segundos, el unicornio rio tontamente, como si le hubieran contado un chiste malo.

-Buen intento, Celestia, pero eso no hará que te perdone tus pecados ni por asomo. Y los dos sabemos muy bien que por mucho que quieras hacer eso, no lo harás.

-¿Ah, no? ¿Y qué te lo dice?

-Tu fe.

Ante eso, Celestia no supo qué responder, lo que sirvió al obispo como evidencia.

-¿Lo ves? Te conozco demasiado bien, Celestia… y ese es un punto a mi favor. Sólo lo harías si estuvieras lo suficientemente loca o fueras una insensata. Y ambos sabemos que no eres ninguna de esas cosas.

Celestia siempre pensó que la mayoría de las veces la gente tenía una figura muy equivocada sobre su persona; y era en un momento como ese cuando más se lo parecía. No fue capaz ni de rebatir a Order Faith, el cual se fue de allí con aire triunfal, satisfecho por haber ganado en esa contienda verbal.

El resto de semanas pasaron lentamente, haciendo un poco más de daño a Celestia; Twilight siguió ignorando a la que fue su maestra, dejando de ir a Canterlot para hacer las prácticas y abandonando sus estudios de protocolo y etiqueta. Incluso dejó bien claro de forma oficial y abierta frente al pueblo que se declaraba completamente independiente de la familia real de Canterlot; decidió mantener sus derechos y obligaciones como princesa, pero sin tener nada que ver con el reino de Ecuestria, del cual se escindía de manera total y no rebatible.

Esto pilló por sorpresa a todo el reino, que no se esperaba un movimiento así por parte suya; tanto la prensa convencional como la rosa comenzaron a hacer divagaciones y teorías sobre las verdaderas razones de Twilight, la cual no quiso hacer declaraciones de ningún tipo.

Debido a esto, se desvinculó oficialmente tanto de los organismos públicos como del gobierno del reino en sí, por lo que sus antiguas responsabilidades para con éste ya no eran aplicables a ella, dejando solas a Luna y Celestia en ese aspecto y desbarajustando la agenda de varios meses seguidos. La Feria de Intercambio de Rainbow Falls de ese año se quedó sin princesa que la llevara, lo que obligó a Celestia a improvisar, mandando en su lugar a Blueblood; hubiera mandado a Cadance, pero entre que ella ya estuvo en la del año pasado y que seguía tan ocupada como siempre, la era imposible ir.

Tampoco se pasó por los juegos de Ecuestria en el imperio de Cristal, los cuales se dieron normalmente; Rainbow Dash y Fluttershy sí que tuvieron que ir ya que estaban inscritas en el equipo de relevos y dispuestas a competir, pero Twilight no quiso ir, ni siquiera para animar a sus amigas. Allí donde Celestia estuviera, no quería formar parte de ninguna manera, así de claro lo dejó en su día; por su parte, sus amigas no se lo tuvieron en cuenta dado que la entendían perfectamente, incluso la apoyaban en ese aspecto. De hecho no llegaron a cruzar ni una sola palabra con Celestia incluso cuando tuvieron la ocasión de hacerlo, apenando un poco más a ésta, la cual veía cómo incluso las amigas de Twilight la hacían el vacío.

Teniendo en cuenta los acontecimientos precedentes, no era de extrañar que, por mucho que se lo pidiera, Twilight se negara a asistir a la reunión con los duques de Maretonia; aun así lo intentó, esperando algún tipo de respuesta, pero una vez más, Twilight la devolvió el pergamino sin abrirlo siquiera. Celestia se lo comentó a su sobrina, y Cadance lo volvió a intentar ella misma, dirigiéndose a su cuñada y pidiéndole por favor que al menos estuviera allí para saludarla. Por su parte, Twilight la contestó para solo decirla que no la interesaba lo que la tuviera que decir la princesa Celestia, y que se negaba a compartir la mesa con ella de ninguna manera. La alicornio blanca supo que así sería, por lo que no tuvieron más remedio que recibir a los duques ellas tres solas.

-¡El duque y la duquesa de Maretonia!

Ese llamado la sacó de su ensimismamiento y saludó a los presentes inclinando levemente la cabeza ante ellos. Desde que Twilight la dejó de hablar, el tiempo pasaba mucho más rápido que de costumbre, y apenas se acostumbraba a esa sensación de vacío y desilusión que la acompañaba desde entonces.

-Tía, baja de las nubes, que te están hablando…-oyó en ese momento la voz de su sobrina a su oído.

Celestia bajó la vista y vio que el duque de Maretonia le había dicho algo y ella no le había escuchado; tratando de ocultar una incipiente vergüenza por su repentina mala educación, trató de salir del paso rápidamente.

-Mil perdones, duque, pero ¿podría repetírmelo, por favor?

-La preguntaba, alteza, que dónde está esa cuarta princesa que ha sido recientemente coronada, Twilight Sparkle…-murmuró el duque, un tanto molesto.

-Ah, no ha podido venir, está ocupada...

Ambos duques se miraron por un momento, sin decir nada más, mientras que se dirigían hacia el salón del trono para hablar.

Maretonia era una antigua colonia poni afincada al sur de Ecuestria, mucho más allá de las tierras baldías, que llegó a crecer y prosperar bastante en torno a las últimas décadas antes del destierro de Nightmare Moon; tras este mismo, la colonia decidió ir por su cuenta y proclamó su independencia pocas semanas después. En su día, Celestia aceptó las condiciones que la colonia la pedía y ésta pasó a ser un ducado independiente, pero que seguiría manteniendo relaciones comerciales con Ecuestria y el resto de reinos occidentales.

En esa misma reunión trataron, sobre todo, de seguir manteniendo esas relaciones revisando las antiguas leyes que las regulaban, y también con la intención de crear unas nuevas con el imperio de Cristal, las cuales fortalecerían un poco más al recién restaurado imperio, cuya potencia económica se reforzaría un poco más. Cadance se mostró dispuesta en todo momento a firmar convenios y tratados con ellos, por lo que durante el resto de la reunión los duques estuvieron hablando con ella mientras iban redactándolos sobre la marcha.

La reunión siguió su curso hasta acabar a las ocho y media de la tarde; los duques se fueron poco después y Luna se retiró enseguida para estar con su hijo, ya que se lo había traído consigo junto con su niñera, la cual lo estuvo cuidando durante todo el día. Celestia y Cadance salieron al balcón presidencial, hacía tiempo que había anochecido y un cielo estrellado y sin luna era coronado por una aurora boreal proveniente de la punta del palacio.

-Lo haces bien, Cadance, contigo al frente el imperio saldrá adelante en menos tiempo de lo previsto.

-Gracias, tía, aunque la verdad es que no es fácil…

Ambas se quedaron en silencio por un momento, Celestia contempló la aurora boreal al tiempo que Cadance observaba a su imperio.

-Entonces… no quiso venir.

-No. Por ti, mayoritariamente. Se niega a verte de ninguna manera.

Frente a eso, Celestia dejó escapar una triste mirada junto a un hondo suspiro.

-Sé que me lo merezco, sobre todo después de lo que la hice. Este es mi castigo y he de cargar con él por mucho que me pese. Pero… no es tan sencillo…

-Sé que será difícil para Twilight volver a confiar en ti después de todo esto, pero dala tiempo, puede que así se lo piense mejor.

-¿Has hablado con ella?-inquirió Celestia, inquieta.

-Lo he intentado, pero no quiere ver a nadie, contestó a todas mis cartas diciendo lo mismo… y tampoco ha querido hablar con sus padres, según me ha contado Shining. Comprendo su enfado, pero estoy preocupada por ella…

-¿Y crees que yo no? todos los días me pregunto si estará bien o si alguna vez volverá a hablar conmigo… y Luna apenas me dirige la palabra…

Celestia bajó la cabeza, sintiéndose peor que nunca y con unas ganas tremendas de llorar; su sobrina se acercó a ella y la consoló lo mejor que pudo, abrazándola con todas sus fuerzas. La alicornio blanca aceptó el gesto, sintiéndose un poco mejor, aunque no demasiado.

-Gracias Cadance… podrías haber hecho lo mismo que el resto, pero tú sigues ahí…

-Ya hablamos de eso, tía…

Ambas se sonrieron, sin decir nada más y entrando de nuevo en el palacio para ir a cenar.

La cena transcurrió en un denso silencio que de vez en cuando era roto por las risas de Frank y Cadance, la cual se mostraba más cariñosa con el pequeño que nunca; desde que se mudaron al imperio no se habían vuelto a ver, incluso Frank se puso como loco de contento al volver a verla. Cenaron algo ligero, una ensalada de pasta para los ponis y un poco de lomo adobado para Frank que Gastón hizo para el viaje y que se podía comer bien en frío.

El resto de la noche la pasaron en uno de los salones, Cadance estuvo jugando con su primo hasta que éste cayó dormido debido al cansancio. Luna se lo llevó para acostarlo y, al poco rato, Celestia fue la siguiente en retirarse a su habitación. Últimamente se notaba más cansada que de costumbre, y apenas conseguía descansar bien, por lo que prefirió no irse muy tarde a la cama; normalmente tenía la costumbre de leer un poco antes de acostarse, pero esa vez prefirió hacerlo directamente. Se arropó sólo con la sabana y cerró los ojos, llegando a conciliar el sueño mucho antes de lo esperado.






Rabia, podía sentir mucha rabia, mucho odio recorriéndole el cuerpo y dándole la sensación de vacío, de hambre. Ansiaba aunque fuera solo un poco de ese grato poder que tan injustamente se le fue negado; sabía que era grande, sabía que era fuerte, y el resto de mortales no eran sino simples títeres y marionetas a las que poder controlar a su antojo. Y ahora, en ese mismo instante, se sentía un poco más poderoso que antes; sabía lo que tenía que hacer. Y lo haría, por supuesto que lo haría. Reclamaría lo que era suyo por derecho y nadie, absolutamente nadie, sería capaz de detenerle. Empezando por ese pequeño e insignificante poni que había un poco más adelante, llevando una cesta de naranjas. Se escondió para que no lo viera y, en cuanto tuvo la oportunidad, se adelantó y le sorprendió de golpe; no huyó, tampoco pidió ayuda, tan solo se quedó ahí mirándole como si tal cosa. Aprovechando su tonta ignorancia, cogió él mismo lo que le pertenecía, sintiéndose un pelín más poderoso. Y, entonces, sonrió, dejando a la vista unos pequeños y diminutos ojos amarillos.

-Voy a por ti, Celestia…






La alicornio blanca se despertó de golpe, reincorporándose en la cama y esbozando una mirada de puro terror; antes de que pudiera decir nada más, las puertas de su habitación se abrieron de golpe y apareció su hermana en el umbral, con el mismo gesto asustado y mirando a su hermana gravemente.

-Dime que lo has visto…

-Sí, pero… sólo fue un sueño… o eso creo…

-Sabes tan bien como yo que eso no ha sido un sueño, Celestia…

Ambas se miraron por un momento, sin decir nada más. Luna miró hacia un lado, recordando entonces que estaban peleadas.

-¿Y qué sugieres? Si es verdad que está suelto, no podemos quedarnos paradas, tenemos que actuar ya, estamos todos en peligro…

-¿Crees que no lo sé? Pero eso no es lo que más me preocupa…-masculló Luna, con un deje apremiante dibujado en su cara.

-¿Ah, no? ¿Y qué es entonces?

Sin tener que decirla nada, Luna se retiró y Celestia la siguió hasta su habitación; las dos se acercaron hasta la cuna de Frank, donde éste dormitaba profundamente.

-Mi hijo… me preocupa mi hijo, Celestia, más que nada…

-Pero sabes que no es ninguna amenaza para él, ni siquiera tiene magia que pueda darle…

-Lo sé, pero aun así… ¿y si, por lo que sea, quiere hacerle daño o algo peor? No puedo dejar que mi hijo caiga en manos de ese monstruo… tengo que protegerlo…

-Comprendo tu preocupación, Luna, pero no se me ocurre nada que pueda ayudarle… a no ser…-murmuró Celestia, pensativa.

-¿A no ser que qué? ¿En qué has pensado?

Ambas alicornios se miraron por un momento antes de que Celestia hablara de nuevo.

-Si lo que quieres es protegerlo, no estará seguro de ninguna forma si se queda en Ecuestria. Lo único que veo viable es… enviárselo a mamá.

-¿Enviárselo a mamá? ¿Así sin más?

-¿Se te ocurre algo mejor? Podrías dejarlo aquí con Cadance, pero ¿y si se las apaña y cruza las montañas hacia aquí? En el caso de que fracasemos y no podamos detenerle, se volverá imparable, y ni la más alta montaña podrá frenarlo. A no ser que se quede con mamá mientras arreglamos esto.

Luna se quedó callada, sopesando las posibilidades, mientras miraba a su hijo.

-Sabes que no se puede acceder allí a no ser que sepas cómo ir… es el lugar más seguro del mundo, Luna, ni siquiera él podría poner una pata allí por mucho que quisiera. Es lo mejor que puedes hacer por Frank.

Finalmente, sin apenas opciones, Luna aceptó la sugerencia de su hermana.

-Está bien… ayúdame a prepararlo mientras la escribo algo.

Sin despertarle en ningún momento, Celestia la cogió y lo arropó bien, para luego ponerle en una cesta grande de viaje; Luna buscó pergamino y tinta y estuvo escribiendo algo rápidamente, dejando el pergamino enrollado al lado de su hijo. Metieron también en la cesta un par de biberones, uno con agua y otro con leche, además de un par de pañales y un poco de carne junto con una notita aparte. Una vez que estuvo listo lo dejaron en la mesa, y, antes de enviarlo, Luna le dio un suave beso en la frente a modo de despedida.

-Volveré muy pronto, cariño. Pórtate bien con la abuela-le susurró en voz muy baja para no despertarle.

En cuanto estuvo todo listo, ambos alicornios encendieron sus cuernos y proyectaron su magia sobre la cesta, la cual acabó envuelta en un aura de color verdoso al combinarse ambas tonalidades de su magia; mantuvieron ese efecto durante unos breves segundos antes de aumentar la potencia del brillo. La cesta refulgió y, antes de lo esperado, se oyó una ligera detonación, desapareciendo justo después.






Esa mañana era clara y brillante, no se veía a nadie por las empedradas calles y tan solo se oía el piar de los pájaros en la distancia; la figura de una alicornio de pelaje blanco y crin y cola pelirrojas se recortó en la lejanía y su sombra se proyectó en la calzada, al tiempo que el sonido de sus cascos rebotaba en las piedras del suelo. Una serie de casas asimétricas, perfectamente alineadas, de diseños rectos, muy opulentos y de techos muy empinados decoraban la larga calle, en la cual la alicornio era el único peatón.

Tarareando por lo bajo una canción, ésta se acercó hasta una de las casas, subiendo unas cortas escaleras hasta la puerta principal; pero antes de llegar hasta esta, se encontró entonces con una cesta de viaje grande puesta encima del felpudo de bienvenida.

-Vaya, vaya ¿qué tenemos aquí?-se preguntó entonces la alicornio en voz alta, mirando al objeto delante de su puerta.

Se percató entonces de que las sábanas que la cubrían se movían ligeramente, por lo que las apartó con su magia para descubrir entonces a una criatura dormida que al principio no le dijo absolutamente nada, pero cuya forma la resultaba extrañamente familiar. Vio entonces que a su lado había un trozo de pergamino doblado con un sello que ella conocía bien, por lo que lo cogió, lo desdobló y leyó su contenido.

Querida mamá

Ya sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos y estuvimos hablando, pero antes de que digas nada, no te asustes por el contenido de la cesta; la criatura que ves dormida en ella se llama Frank, y es mi hijo, tu nieto. Lo encontré hace ya un año y medio en los jardines del palacio y decidí adoptarlo como mi hijo legítimo. Ha crecido mucho desde entonces y es capaz de hablar más o menos fluidamente, repitiendo palabras y conceptos. Es muy precoz para su edad, y muy inteligente también. La razón por la que te lo envío es para protegerlo. El antiguo centauro demoníaco Lord Tirek ha escapado de su confinamiento en el Tártaro y temo por su seguridad. Sé que estando contigo no le ocurrirá nada malo y estará a salvo del peligro hasta que consigamos detenerlo. También sé que te estoy pidiendo mucho, pero sólo será por unos pocos días. En cuanto hayamos conseguido detener a Tirek, te avisaré para que puedas devolvérmelo. Te he dejado algo de comida para él y unos pañales por si tuvieras que cambiarlo. Le gusta mucho que le lean cuentos, se duerme enseguida con ellos. Gracias por todo, mamá.

Tu hija,

Luna


Una vez que terminó de leer la carta, la alicornio suspiró, resignada, mientras cogía la cesta con su magia y sacaba una llave de sus alforjas.

-Pues nada, a hacer de abuela… estas cosas se avisan, Luna…

La alicornio abrió la puerta y se internó tras esta, cerrando al pasar. Afuera, la calle siguió vacía.






En Ponyville se dormía desde hacía ya buen rato; pero las luces de la biblioteca seguían estando dadas, al menos las de la parte superior. Twilight había estado ocupada desde que empezó la tarde. Sin decir absolutamente nada, cogió varios kilos de pergamino, una serie de pastillas de tinta y muchas plumas recién cortadas y biseladas, listas para escribir, a las que estuvo dando buen uso durante toda la tarde. Apenas había parado a descansar, salvo para cenar, para luego retomar su escritura hasta altas horas de la madrugada.

Normalmente Spike no la diría nada si no fuera porque Twilight no había cruzado con él ni una sola palabra desde que empezó, a eso de las siete y media; empezaba a preocuparse, por lo que decidió decirla algo.

-Twilight, es casi la una de la mañana ¿no deberías irte ya a la cama?

-Ahora mismo no puedo, Spike, estoy en mitad de algo importante…-murmuró ella, sin dejar de escribir.

-¿Y qué es eso tan importante? ¿Qué estás escribiendo?

-Algo que nos puede beneficiar a largo plazo…

La contestación de la alicornio lavanda dejó más extrañado al dragón si cabe, pero por lo visto tenía intención de trasnochar, por lo que prefirió dejarlo así. Se dio la vuelta para irse a la cama cuando, de buenas a primeras, sintió una arcada sobreviniéndole; al principio no soltó nada, pero luego lo dejó escapar, surgiendo una carta con el sello de Celestia.

-Ya sabes lo que hay que hacer con ella-murmuró en ese momento Twilight, mientras mojaba la pluma en el tintero.

-¿Estás segura, Twilight? ¿Y si es algo importante?

-Me da igual, tan solo devuélvela-insistió Twilight con contundencia.

Spike quiso decir algo, pero prefirió dejarlo así; aunque antes de soplar quiso saber por un momento el contenido de esa carta y decidió echar un rápido vistazo, sólo para asegurarse. El contenido de la carta lo dejó perplejo, por lo que se lo comentó a la poni.

-Twilight, creo que deberías ver esto…

-Y yo creo que deberías haberlo devuelto ya.

-Pero es que es importante, parece que sucede algo malo…

-Me da igual, Spike, devuélvelo, no te lo repito más veces…

-Pero es que, según esto, toda Ecuestria está en peligro…

Ante ese detalle, Twilight dejó de escribir por un momento y se giró hacia Spike, mirándole ceñuda.

-¿Cómo?

-Sí, dice que un viejo enemigo suyo ha escapado… parece algo serio…

La alicornio lavanda se levantó por primera vez de su mesa y cogió la carta con su magia, leyéndola atentamente.

Querida Twilight

Sé que puede que ignores esta carta como hiciste con el resto, pero esta vez necesito que la leas, ya que es importante. Ha sucedido algo terrible y puede que estemos ante las puertas del desastre. Un viejo enemigo mío ha escapado de su confinamiento y ahora se dirige hacia aquí, con intenciones no muy buenas y amenazando, no sólo a toda Ecuestria, sino al resto del mundo. Te detallaría los detalles, pero es mucho lo que hay que contar y hay poco espacio en un pergamino como este. Necesito que vengas al imperio de Cristal tan pronto como puedas y ya allí te lo explicaré todo. Sé que estás enfada conmigo, y con razón, pero necesito que esta vez me escuches, Twilight, por favor, probablemente necesitaremos tu ayuda y la de tus amigas si las cosas se tuercen. Ven cuanto puedas hacia aquí.

Princesa Celestia


Una vez que terminó de leerla, Twilight tan solo dejó escapar un leve bufido y murmuró mientras la tiraba al suelo.

-No es mi problema.

-Pe… pero Twilight, Celestia dice que estamos todos en peligro…

-En tal caso es su problema, no el mío… y no quiero saber nada de sus problemas-argumentó ella, recalcando los posesivos.

-Bueno, eso lo entiendo, pero resulta que estos también podrían ser tus problemas… ¿y si ese enemigo suyo nos amenaza a nosotros?

-En tal caso, nos defenderemos.

-Pero no sabes nada de él…

-Bueno, pero bien lo puedo averiguar sobre la marcha…

-¡Eso no nos da ninguna oportunidad de victoria si nos amenaza!

-Eso si nos amenaza…

-¡Pero eso tampoco lo sabemos! ¡Por favor, Twilight, no seas tan cabezona y ve al menos para ver contra quien nos enfrentamos!

-¡No, Spike! ¡No pienso ir allí a que esa desgraciada me pase la pelota así sin más, como seguramente hará! ¡No pienso ser su títere nunca más, y me da igual si viene aquí la madre de las amenazas, no pienso ir!-exclamó ella, con un deje de ira en su voz.

-¿¡Entonces dejas a la suerte nuestro destino, eso es lo que quieres decir?! ¡¿No te importa nada lo que me pase a mí o a tus amigas sólo porque odias a Celestia?! ¡Comprendo que lo hagas, pero eso no justifica que te desentiendas de nosotros así sin más! ¡No es propio de ti!

Poni y dragón se miraron fijamente, sin decirse nada más; la expresión de Twilight se mostró fría e impasible, pero al cabo de unos pocos segundos ésta comenzó a flaquear hasta que, finalmente, no pudo más.

-Lo siento, yo… no quería decir eso, es que…

Spike no dijo nada, tan solo abrazó a una llorosa Twilight, la cual le devolvió el gesto con una mueca arrepentida.

-Sé que lo estás pasando mal desde que lo supiste todo, realmente Celestia no se ha portado bien contigo… pero tus amigas sí que confían en ti, Twilight. Y yo también.

-Lo sé, Spike. Y casi lo olvido. Lo siento, de verdad… iré a ver qué quiere, pero sólo por ti por mis amigas.

Para no perder más tiempo, y dado lo apremiante del mensaje, Twilight decidió llevarse a Spike consigo; fueron volando durante la primera parte del trayecto hasta Canterlot, para luego coger un tren expreso hacia el imperio de Cristal.

Cuando llegó ya no había trenes, puesto que la línea ya se había cerrado, pero Twilight se impuso para que sacaran un convoy de las cocheras de la estación que la pudiera llevar al imperio; al principio no quisieron atenderla por el asunto de que se había escindido de la corona real, pero ella le recordó al encargado de la estación que seguía siendo princesa, por lo que era obligación suya obedecerla. Costó un poco, pero al final consiguió que sacaran un convoy reducido que la llevara rápidamente para allá.

-Tengo que pulir bien el detalle de derechos y obligaciones para evitar cosas como estas en el futuro-pensó ella, recordando los escritos que había dejado pausados.

El viaje fue bastante rápido puesto que así lo pidió expresamente, la locomotora llevó a sus bielas a la máxima velocidad y el tren atravesó raudo la estepa norteña y el puerto de montaña, llegando a ver el imperio de Cristal en la distancia en poco menos de hora y media. En la estación no salió nadie a recibirla, pero no la importó.

-Bueno, iré al palacio. Quédate aquí guardando el tren, no dejes que se vaya sin nosotros.

-¿Seguro que no quieres que te acompañe?-inquirió Spike, algo preocupado.

-No, prefiero que te quedes aquí, por si tenemos que irnos deprisa.

-Está bien…

Se despidió de Spike y voló hacia el palacio, entrando directamente en él por el palco presidencial para ganar tiempo.

Encontró a las tres en una de las salas de juntas de los pisos inferiores, saludó tanto a Luna como a Cadance, pero ni siquiera dijo nada a Celestia, a la que simplemente la dedicó una reprobatoria mirada por el rabillo del ojo.

-Vale, ya estoy aquí ¿cuál es la situación?

-No lo sabemos con exactitud, estamos al corriente de que el prófugo aún anda suelto, pero no dónde está exactamente ni cómo localizarlo-comentó Luna, con gesto preocupado.

-Aunque antes de avanzar más en el asunto, déjame que te explique un poco quien es exactamente-añadió Celestia justo después.

Por un momento ambas alicornios se cruzaron la mirada, Celestia miró a Twilight con un profundo gesto de pesar grabado en su cara, al tiempo que en los ojos de Twilight sólo se podía leer rencor y desengaño. Tratando de reprimir las ganas de pedirla perdón por enésima vez, Celestia se centró y comenzó a explicarse.

La amenaza tenía nombre y forma; se llamaba Tirek y era un muy antiguo centauro demoníaco muy versado en las artes oscuras y con la habilidad de robar y quedarse para sí la magia de cualquier criatura mágica que se preciara. Su poder era una fuerza a considerar, y aunque fue encarcelado en su día por sus crímenes, consiguió escapar cuando cerbero abandonó su puesto en las puertas del Tártaro. Twilight recordaba muy bien aquel día, hace ya un par de años, y no vio nada raro estando allí cuando fue acompañando a la criatura para que regresara a su lugar correspondiente. La resultaba extraño ese detalle en sí, aunque prefirió no hacer comentarios al respecto. Por lo visto, el tal Tirek iba tras la magia ecuestriana, y no tenía intención de parar hasta que obtuviera lo que quería.

-¿Y por qué quiere tanto la magia ecuestriana?-inquirió Twilight en un momento dado.

La pregunta pilló por sorpresa tanto a Luna como a Celestia, la cual trató de responder enseguida.

-Supongo que por pura megalomanía… lo cierto es que nunca nos lo habíamos planteado, aunque por aquel entonces nuestra preocupación más inmediata era defendernos.

-Si no hubiera sido por su hermano Scorpan, quien nos dio el soplo, no hubiéramos tenido tiempo de reaccionar. Star Swirl llegó a conocerlo en una de sus incursiones para reconocer el terreno, y pudo convencerle para que no atacaran Ecuestria. No sé de qué hablaron, pero algo le dijo para que Scorpan encarara a su hermano-detalló Luna un poco más.

-¿Cuánto hace ya de eso?

-Miles de años… nosotras éramos bastante jóvenes y llevábamos poco tiempo en el trono, la ayuda de Star Swirl fue vital para detener a Tirek.

Ese detalle en concreto dejó bastante pensativa a Twilight, cuya mente comenzaba a divagar en sus propias mareas; aunque había algo que no terminaba de cuadrarla del todo.

-¿De dónde vinieron Tirek y Scorpan?

-De tierras lejanas de más allá de los Mares Lánguidos, aunque entraron por las tierras baldías… no sabemos exactamente de donde son, Star Swirl tampoco consiguió sacarle mucho a Scorpan sobre ese detalle en concreto.

-Y si Star Swirl llegó a congeniar con Scorpan ¿por qué no aparece ese encuentro en ninguna de sus memorias y biografías?-volvió a preguntar Twilight, con el ceño fruncido.

-Por aquel entonces Star Swirl era joven y, por lo que tenía entendido, no empezó a llevar un diario hasta poco después de conocernos a nosotras. Lo cierto es que fue un consejo mío, aunque no sé si al final lo siguió-murmuró Celestia.

-¿Y cómo conseguisteis detener a Tirek y encerrarlo en el Tártaro?

-Star Swirl fue el que se encargó de la mayor parte de la operación… no le fue sencillo, puesto que se tenía que defender de los intentos de Tirek por robarle su magia, pero al final consiguió llevarlo a su terreno, cansarlo y dejarlo encerrado en el Tártaro. Su estancia en él lo dejó muy débil, pero suponemos que ahora ha recuperado el suficiente poder como para empezar a actuar por su cuenta-explicó Luna.

Twilight se quedó callada, pensando en sus propias cosas; la llamaba la atención que fuera Star Swirl, y no ellas, el que se encargara de la mayor parte de la operación.

-¿Y que hicisteis vosotras mientras tanto?

-Defender la retaguardia por si las cosas se torcían. Cierto es que puede parecer un poco cobarde por nuestra parte, pero por aquel entonces habíamos empezado y no teníamos mucha experiencia manejando este tipo de conflictos-reveló Celestia, algo azorada.

-Ya veo… pero me sigue extrañando que Star Swirl no dejara ningún tipo de referencia…

-Star Swirl era un poni duro, aunque retraído, y no le gustaba alardear de sus logros ni nada por el estilo. Además, nos tenía en alta estima, supongo que prefirió darnos todo el mérito a nosotras para no acaparar toda la atención. Odiaba tener que lidiar con la prensa-recordó Luna.

-Eso es verdad, recuerdo que una vez llegó a ponerse nervioso y chamuscó el bloc de notas a un periodista…

-¡Ah, sí, lo recuerdo! Y tampoco le gustaba que le tocaran el sombrero ¿te acuerdas de aquella vez cuando…?

Antes de que Luna pudiera seguir, Twilight la cortó aclarándose la garganta y murmurando.

-Creo que nos estamos desviando…

-Ay, es verdad, perdona.

-Vale, entonces… ¿Cuál es el plan? ¿Qué hacemos para detenerle?-inquirió la alicornio lavanda, reencauzando la conversación.

Celestia tomó la palabra enseguida, hablando rápidamente.

-En su día, Star Swirl llegó a hacerle frente de forma exitosa, pero ahora no tenemos a ningún mago estatal lo suficientemente poderoso como para desafiarle en condiciones. Tampoco sería prudente enfrentarle directamente, ya que corremos el riesgo de que robe la magia de los ponis que lo intentaran; y tampoco podríamos arriesgarnos nosotras mismas por la misma razón.

-Pero si no lo intentamos, no haremos nada. ¿Qué pasa, princesa, teme chamuscarse su hermosa crin en el proceso?-la espetó Twilight, molesta por su actitud.

Celestia se quedó un tanto chocada ante esa respuesta; Luna y Cadance se miraron por un momento, preocupadas por la situación.

-No se trata de no defendernos, Twilight, se trata de ser prudentes, tú no sabes cómo es Tirek, roba magia indiscriminadamente y es muy rápido haciéndolo, es más poderoso de lo que parece-argumentó Celestia.

-Ya, claro, y por eso mismo es preferible escondernos y no hacer nada mientras él avanza y gana terreno… qué genialidad…-murmuró Twilight, cargando de sarcasmo cada silaba.

-No, Twilight, se trata de enfrentarlo con las mismas cartas…

-¿Ah, sí? ¿Y en qué ha pensado?

Antes de contestar, Celestia dejó escapar un ligero suspiro.

-En Discord.

Todos los presentes abrieron mucho los ojos, mirando a Celestia como si no hubieran oído bien. Twilight fue la primera en opinar.

-¿Discord? ¿Discord? ¿Está de broma?

-No, la magia de Discord es muy poderosa y podría enfrentar a Tirek en igualdad de condiciones; además, es capaz de detectar cambios en el flujo de la magia, por lo que le será fácil localizarlo. Es el aliado perfecto, con él quizás podamos detenerle antes de que se haga más fuerte-explicó la alicornio blanca.

-Es una opción, aunque… ¿es lo más sensato?-inquirió en ese momento Cadance.

-Exacto, Discord está reformado, pero no tan reformado, eso lo sabemos bien tanto Cadance como yo, sigue haciendo lo que le da la gana, no podemos confiar plenamente en él-asintió Twilight.

-Puede, pero no tenemos nada mejor en estos momentos. Confío en Discord, y sé que será capaz de hacer esto si se lo pido.

Hubo un silencio incómodo por unos cuantos segundos, antes de que Twilight saltara bastante molesta.

-Vale, genial, para esto me molesto en venir aquí y perder el tiempo con usted… si no me necesita ¿para qué me ha llamado entonces? Podría haberme ahorrado todo un viaje y varias horas de sueño, pero no, tenía que hacerme venir aquí. Haga lo que le dé la gana, use a Discord si quiere, no me importa, pararé yo misma a Tirek.

-¿¡Qué?! ¡No, espera Twilight, es demasiado peligroso!

-¡Me da igual! ¡Usted no hace nada más que quedarse sentada y delegar sus obligaciones en otros para que le hagan el trabajo sucio y no tenga que mancharse los cascos en el proceso! ¡Justo como hizo conmigo durante todo este tiempo! ¡Pues eso se acabó, no pienso seguir jugando más a su juego, Celestia, estoy harta, búsquese a otra princesa porque yo no pienso ayudarla!-chilló ella, cada vez más y más enfadada.

La aludida quiso decir algo, pero no salió nada de sus labios; tan solo miró a Twilight con un deje de infinita tristeza en su rostro, casi dándole la razón a la alicornio lavanda, la cual no dijo nada más y se marchó de allí pisando fuerte. Cadance trató de ir tras ella, pero se teletransportó una vez en el pasillo y no la pudo alcanzar. La princesa de cristal miró a su tía, la cual tenía los ojos llorosos y miraba al suelo sin decir nada. Luna miraba hacia otro lado, con la consternación grabada en su rostro.






Twilight reapareció en el andén de la estación, dirigiéndose directamente al único vagón.

-¡Spike, nos vamos!-exclamó ella, con voz queda.

En ese momento, el aludido apareció tras la puerta de éste y, al verla, musitó.

-¡Lo siento, Twilight, lo siento!

-¿Qué? ¿Por qué, qué pasa?

-¡Sé que me dijiste que no dejara que el tren se marchase, pero el maquinista y el fogonero se han ido! ¡Decían que estaban cansados y que se negaban a trabajar para una desertora! ¡Intenté detenerlos, pero no pude hacer nada!

Twilight miró a la locomotora con gesto molesto, la cual aún seguía encendida; la chimenea soltaba un fino hilo de humo blanco y se podía ver un brillo rojizo saliendo del hogar.

-En ese caso tendremos que irnos nosotros mismos…-masculló ella, dirigiéndose hacia la máquina.

-¿Qué? Pero ¿ya sabes cómo se maneja una locomotora?-inquirió él, siguiéndola.

-Algo he leído… creo que podré hacerlo yo misma, aunque necesitaré tu ayuda.

Desde pequeña a Twilight la habían fascinado los trenes y había leído cosas al respecto; no sabía bien para qué servían todos y cada uno de los mandos de la cabina, pero podía distinguir el freno, el regulador, el volante de cambio de marchas, los inyectores y poco más. En el hogar la temperatura había disminuido y apenas había presión en la caldera. Quiso hacer un chequeo antes de salir, pero no había tiempo, por lo que asumió que la máquina ya estaba chequeada desde que salieron de Canterlot y decidió saltarse esa parte.

-Vale, tenemos que aumentar la presión, coge la pala y empieza a palear carbón al hogar-indicó Twilight.

Sin perder más tiempo, Spike echó tres paleadas y el carbón se encendió enseguida, avivado por las brasas que aún había en el interior del hogar; Twilight cerró la puerta y, al cabo de unos pocos minutos, la presión comenzó a subir. Usando los inyectores envió agua a la caldera para empezar a crear vapor y, después, comenzó a accionar el regulador para que el vapor fuera moviéndose hacia los cilindros. El tren comenzó a moverse lentamente, abandonando la estación.

-Ey, nos movemos… -murmuró Spike.

-Sí… menos mal que me leí todos esos libros ferroviarios…

Para acelerar, Twilight movió un poco el volante de cambio de marchas y siguió manipulando el regulador; pronto, la maquina comenzó a coger ritmo dirigiéndose de vuelta hacia Ecuestria. Spike vio entonces un cordel colgando de la parte superior de la cabina e inquirió.

-¿Eso es lo que yo creo que es?

-Sep… ¿quieres tocarlo?

-Oh, sí, por favor…

Sonriente, Twilight le indicó que se subiera a su lomo para que pudiera alcanzarlo y Spike lo accionó un par de veces; el silbato bufó al tiempo que la locomotora avanzaba cada vez a más velocidad.

Aunque no fueron tan rápido como en la ida para evitar accidentes, ya que Twilight no era ninguna experta, llegaron a Canterlot a las cuatro y media de la madrugada. Hasta ahora Twilight no había dormido y comenzaba a notarlo, pero la situación era delicada, y si para ello tenía que trasnochar, pues trasnochaba. El tren se paró por completo en una estación de Canterlot vacía y silenciosa, ambos se bajaron de un salto de la cabina.

-¿Y el tren?-inquirió Spike.

-¿No nos dejaron tirados el maquinista y el fogonero? Pues ahí se queda, que lo retiren por la mañana-murmuró Twilight secamente.

Sin perder tiempo, se dirigieron al palacio y entraron en el ala de Star Swirl el Barbudo de la biblioteca.

-¿Qué buscamos exactamente?-inquirió Spike, ceñudo.

-Algo que hable sobre un tal Tirek o bien Scorpan, o algo relacionado con las memorias de Star Swirl.

-Vale, me pongo a ello.

Twilight se había pasado tantas veces por esa ala que había perdido la cuenta hace tiempo; también conocía bien su contenido y sabía dónde buscar lo que estaba buscando, pero eso mismo también la hacía dudar. Todas las biografías que ella había consultado sobre la vida y obras de Star Swirl no decían nada sobre lo poco que sabía de Tirek y Scorpan. Aunque quizás, y sólo quizás, podría llegar a encontrar algo en el depósito de allí.

-Espero poder encontrar algo, lo que sea…-pensó ella, bajando las escaleras.

Todas las bibliotecas, o al menos la mayoría de ellas, tenían un depósito en el cual se guardaba el resto de la colección que no se podía exhibir en las salas de consulta; el ala de Star Swirl el Barbudo no era ninguna excepción, aunque su depósito correspondiente era uno más bien pequeño y bastante revuelto, puesto que apenas se usaba públicamente. Twilight había bajado sólo una vez para consultar algo, pero al final prefirió tirar de lo que había expuesto arriba. Hasta ahora.

Abrió la puerta y encendió la luz con su cuerno, encontrándose con una pequeña y austera cámara subterránea de no más de veinte metros cuadrados; los papeles, rollos y pergaminos se amontonaban casi sin orden en unas inclinadas y muy usadas baldas. No la apetecía montar más caos del que ya había de por sí, por lo que optó por algo más práctico. Usando su magia, hizo flotar a los documentos más cercanos y los fue consultando uno por uno rápidamente, leyéndolos y dejándolos donde estaban. En poco menos de diez minutos ya tenía comprobada media sala, pero aún quedaba un buen trecho, por lo que siguió buscando. Pero aun a pesar de sus ganas por saber más, el cansancio comenzaba a hacer mella en ella y, por un momento, cabeceó, haciendo que su magia se detuviera y tirando los documentos al suelo.

-Oh, maldita sea…

Enfurruñada, y sacudiendo la cabeza para despejarse, comenzó a recoger todo lo que se había caído; pero de entre varias hojas y pergaminos sueltos, llegó a ver algo que la llamó la atención. Era una página arrancada de lo que parecía haber sido un cuaderno o un bloc de notas de tamaño grande, aún con los cordeles de la encuadernación enrollados en su pliego. La página estaba emborronada en la parte inferior, pero lo interesante se encontraba en las líneas superiores, en las cuales se podía leer.

…trataba todo el rato de arrebatarme mi magia por todos los medios, pero esto mismo era su punto débil. Aprovechando que no hacía más que atacarme, usé mi propia magia como escudo para repeler sus ataques. Esto puede parecer contraproducente, pero en realidad no lo es. Se trata de mantenerle lo suficientemente ocupado como para que no se diera cuenta de que malgastaba energías de forma indiscriminada. Y así, para cuando quiso darse cuenta, era demasiado tarde. Hice acopio de fuerzas y…

Pero para su desgracia, la parte legible terminaba ahí. Twilight dejó escapar un ligero gruñido, pensando en lo que había leído. Tenía sentido lo que el supuesto Star Swirl había escrito ahí ya que, si tan obsesionado estaba por poseer magia ecuestriana, era sencillo hacer que sólo se fijase en un punto en concreto sin atender a nada más, ni siquiera a sí mismo. Podría ser una buena estrategia que, tal vez, pudiera funcionar. Pero la resolución final era desconocida para ella.

-Bueno, quizás pueda improvisar sobre la marcha… ahora hay que volver al pueblo cuanto antes-pensó ella.

Salió de allí rápidamente y buscó a Spike para luego salir a la calle y echar a volar en dirección hacia Ponyville; la noche era cerrada y aún quedaban varias horas más por delante, por lo que confiaba poder descansar un poco antes de ponerse en movimiento y alertar tanto a sus amigas como a todo el pueblo. Si Celestia no iba a moverse de ninguna manera, entonces lo haría ella. Quizás así pudiera limpiar su figura de cara al pueblo ahora que era una princesa independiente.

-Sé que esto no va a ser fácil, Spike, pero ya he tomado una decisión, y esa decisión implica proteger a todo el mundo. Celestia me da igual, pero vosotros no.

Al notar que el dragón no contestaba, giró la cabeza hacia atrás y vio que se había dormido encima de su lomo. Twilight esbozó una dulce sonrisa y voló un poco más rápido, en dirección hacia Ponyville. Las estrellas brillaban con más fuerza que nunca.






A Discord se le daban bien los recados, o al menos esa era la sensación que le daba de un tiempo a esa parte; aunque la propia Celestia le hubiera pedido expresamente que detuviera a Tirek, él tenía sus dudas. No era que no quisiera hacerlo, aunque notó a Celestia muy desanimada y alicaída. Trató de acercarse a ella, pero la alicornio blanca no le dijo nada más salvo el típico limítate a hacer lo que te he pedido. Como si le importara… ¿o realmente le importaba?

-Bueno, soy Discord, el maestro del caos… porque lo sigo siendo, claro.

Ahora estaba reformado, sí, pero eso no significaba que tuviera que renunciar a su título; durante todo ese tiempo conviviendo con los ponis podía notarse un poco más abierto, sociable y bueno, por así decirlo. Pero él no quería renunciar a la libertad que le confería tener unos poderes como los suyos; podía crear, amoldar y escenificar la realidad a su antojo, y desde siempre se había considerado el mejor en su clase. Pero no a todo el mundo le gustaba su caos. Y de todos los ponis que había conocido hasta ahora, Fluttershy había sido la más comprensiva de todas, llegando a dejarle ser él mismo la mayoría de las ocasiones en las que se veían. No podía negarlo, la poni era adorable, y sería capaz de ablandar hasta al draconequus más intransigente… como él.

Pero en esos momentos se encontraba siguiendo el rastro de Tirek; había notado una serie de flujos mágicos irregulares sucediéndose en una pequeña comuna a las afueras de Las Pegasus, por lo que decidió pasarse para investigar. Decidió hacerse pasar por un poni haciendo magia para atraerle y cogerle desprevenido; la estrategia surtió efecto y notó a alguien acercándose hacia él. En cuanto se dio la vuelta, se reveló.

-¡Bu!

Una figura encapuchada se echó hacia atrás y Discord chascó sus garras; al punto, unas gruesas cadenas aparecieron entre sus brazos, inmovilizándole.

-El cazador cazado… menuda gracia ¿verdad?-inquirió él, sonriente.

-¿Discord? ¿Eres libre?-inquirió Tirek, dejándose ver de entre las sombras de la capucha.

-Cual pajarillo… aunque no se podría decir lo mismo de ti…

-Ah, debí suponer que andarías suelto por ahí… obviamente no se puede controlar una naturaleza como la tuya…

-Oh, pero en realidad no es lo que tú te piensas… has sido un chico malo, Tirek, y escapar del Tártaro no es la mejor forma de que te den la condicional…

-Me harté de esperar… y por lo que veo, tú también…

-Yo ya esperé, y ahora me han dado una prórroga… los beneficios de ser civilizado, supongo…

Tirek miró por un momento al draconequus, comprendiendo enseguida lo que quería decir.

-Agh, ¿en serio, Discord? ¿Tenías que elegir el camino fácil? Que penita que das…

-Bueno, eso es solo tu opinión… después de todo, yo he salido ganando y tú has salido perdiendo…

-¿Estás seguro de eso?-inquirió Tirek, mirándole ceñudo.

Por un momento Discord se quedó un tanto extrañado ante esa pregunta, aunque se apresuró a contestar.

-Sí, claro que sí…

-Ah, bien… y dime ¿has podido explayarte a gusto y como a ti te gusta? ¿Te han dejado ser tú mismo? ¿Has sido realmente… libre?

-Claro que sí… me dieron un espacio en el que jugar…

-Ja, qué gracia, apartándote a una esquina cual perro sarnoso… ¿y qué más? Seguro que te pidieron ayuda…

-Sí, claro, y yo se la di…

-Muy bien ¿y qué te dieron a cambio?

-Pues… su amistad.

Ante eso, Tirek soltó una risotada que resonó por todo el callejón, el cual permanecía vacío exceptuando por ellos dos.

-¿Ves a dónde quiero llegar? Puede que te liberaran de tu cárcel de piedra, pero en realidad sigues siendo prisionero… y todo ese rollo estúpido de la amistad sólo sirve como moneda de cambio para garantizar que te estés quieto… no eres realmente libre, Discord, aunque tú pienses que lo eres. Sólo eres libre cuando tienes poder para serlo. Y yo lo estoy recuperando, por lo que soy mucho más libre que tú en comparación.

Discord se quedó callado, rumiando las palabras del centauro; en cierto modo tenía razón, aunque de alguna forma sabía que lo único que quería era llevarlo a su terreno… ¿o era por algo más? Aun y con todo, decidió seguirle el juego para ver a dónde quería llegar.

-Bueno, puede que tú lo veas así, pero yo hice una promesa en su día y pienso cumplirla…

-Por favor, qué patético suena todo eso… está claro que habrás tenido que abandonar tu propia naturaleza para poder doblegarte a la voluntad de esos endebles ponis… sí, tan débil como él…-masculló Tirek, balanceando un colgante que llevaba puesto.

-Eso solo lo dices tú…

-Sigue excusándote así y acabarás por ver a lo que me refiero. Por favor, tú eres más grande que todo eso, eres Discord, el maestro del caos, toda una leyenda… ¿y qué eres ahora? Un simple chico de los recados de los ponis… ¿si te dicen que hagas esto? Lo haces sin más. Da pena ver lo bajo que has caído, Discord…

-Deja de pelarme la pava, no te va a funcionar…-le espetó el draconequus, algo amilanado.

-Sigues aferrándote pobremente a tus convicciones, pero sabes que tengo razón. ¿De qué sirve tener amigos si luego no puedes ser libre para hacer lo que te plazca? ¿Realmente quieres estar atado a lo que ellos te digan? No dejes que te manipulen de esa forma, Discord…

-¿Qué quieres exactamente de mí, Tirek? Ve al grano…-le cortó él, harto de su menosprecio.

-Únete a mí, Discord, y reclama tu grandeza. A no ser que prefieras seguir como hasta ahora, siendo esclavo de sus propios designios. Tienes la oportunidad de ser libre de verdad…

Llegados a ese punto, era más que evidente lo que pretendía Tirek; Discord no era tonto, ni mucho menos, aunque no podía evitar pensar en todo lo que le decía. ¿Realmente era todo así de simple? ¿Significaba algo para los ponis? ¿Importaba a alguien?

-A Fluttershy, quizás…

Esas palabras sonaron lejanas y distantes, al mismo tiempo que las de Tirek iban calando hondo en su subconsciente. Él tenía una misión, que era detener a Tirek, así se lo pidió Celestia. Pero quizás, y sólo quizás, podría tener una oportunidad de detenerle si se lograba acercar lo suficientemente al susodicho. No podía fiarse de él, pero tampoco podía dejarle ir así sin más. Decidió entonces seguirle el juego. Podría ser arriesgado, pero la oportunidad que se le presentaba era única. Y, justo después, Discord decidió.

-Muy bien… ¿y qué hacemos ahora?

Tirek no contestó, tan solo esbozó una satisfecha sonrisa. A pocos metros de donde estaban, la ciudad de Las Pegasus brillaba en la noche.
Última edición por Sg91 el 12 Sep 2014, 11:07, editado 1 vez en total.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por EdoNova » 12 Sep 2014, 10:59

Uy! qué rápido hemos llegado a la parte de Tirek, genial, me ha parecido bien eso de meter a la ponificación de Laurent Faust en la historia, pero pensé por un momento que Frank tendría un papel grande en ésta parte de la historia, bravo, bravo, a ver que sorpresa me deparas en la segunda parte
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