¡Y aquí viene el primer plato fuerte!
Capítulo 6
La luz de la luna
Esas dos horas pasaron pesadamente, sobre todo para Celestia y Luna; la princesa de la noche intentó practicar un poco más, pero le fue incapaz, los nervios la agarrotaban los músculos y apenas se podía concentrar. Su hermana estuvo a su lado permanentemente, intentando mitigar sus nervios envolviéndola en su colorida melena y en cálidos abrazos.
Por otro lado, Twilight siguió presionando poco a poco a Discord para que la dijera lo que sabía acerca de Zeus.
-¡Vamos Discord, no te servirá de nada andarte por las ramas, dime lo que sabes acerca de él!-insistió ella.
-Vaya, yo pensaba que intentarías de forma más sutil… me decepcionas, Twilight Sparkle…
-¡Ese no es el punto! ¡En serio Discord, apenas sabemos nada de este rey de los dioses, cualquier cosa que tú sepas podría ayudar a Luna a derrotarle!
-¿Y yo por qué iría a contarte nada? Si no me hubierais restringido mis poderes, quizás estaría más dispuesto a colaborar contigo-le espetó él, cruzándose de brazos.
-¡Pero todos sabemos de lo que eres capaz si no te sujetamos como es debido!
-Oh, por favor, os encantáis con los mortíferos rayos del rey de los dioses pero sin embargo no sois capaces de aceptar mi preciosa magia del caos, cuanta hipocresía…
-¡No se trata de hipocresía, se trata de que cuando eres libre de hacer lo que tú quieres, eres capaz de montar una buena! ¡Imagínate por un momento que Celestia no te hubiera impuesto un límite y tú te hubieras explayado a gusto, ahora mismo Zeus nos estaría masacrando a todos! ¡Luna está en peligro mortal, Discord, y Celestia también! ¡Así que haznos un favor a todos y dinos lo que sabes!-masculló Twilight, harta de él y sus trabas.
Fue entonces cuando Discord se mostró enfadado por primera vez y la espetó seriamente.
-¿Ah, sí? ¿Después de convertirme en piedra por segunda vez y con mis poderes menguados crees que tienes carta blanca para pedirme lo que sea, para creerte la reina del mambo e imponerme órdenes a mí, al dios del caos? ¡Bastante tengo con perder el tiempo contigo cuando podría estar esparciendo alegremente un poco de fabuloso caos aunque sea valiéndome por mi mismo! ¡No tengo por qué contestar a tus preguntas, así que ya puedes ir olvidándote de que te diga nada acerca de Zeus! ¡Arrivederci!
Y tras esas palabras, se desvaneció de la vista tras un fogonazo de estrellas; Twilight gruñó, contrariada, pero en ese momento llegaron el resto de sus amigas.
-¡Twilight! ¿Estás bien?-inquirió Rainbow.
-¡Os vimos discutiendo al otro lado de la valla! ¿Está todo bien?-quiso saber Rarity.
-Sí, yo estoy bien, pero el muy tozudo se niega a decirme nada acerca de Zeus…-explicó ella.
-Vaya… ¿y a dónde ha ido ahora? ¿No habrá escapado?-masculló Applejack, bufando.
-No creo, tampoco podría hacer gran cosa sin sus poderes, estará por ahí… normalmente no me preocuparía, pero hablamos de Discord, será mejor tenerlo localizado en todo momento antes de que empiece el enfrentamiento. ¡Ayudadme a buscarlo!-pidió ella.
-¡Claro!-exclamaron todas.
Las seis se dividieron y se separaron para comenzar la búsqueda; desde lo alto de un asta de bandera, un halcón las observó irse y echó a volar, dirigiéndose hacia el palacio y entrando por una ventana abierta del último piso. El ave se posó en el brazo de Artemisa, la cual inquirió.
-Vaya, vaya ¿has visto eso, padre?
-Desde luego que lo he visto-afirmó Zeus, flotando en el aire.
-No sabía que hubiera un dios del caos ¿te suena de algo?
Zeus no contestó, tan solo frunció el ceño, pensativo; su hija acarició al halcón, agradeciéndole su buen trabajo de espionaje.
-Antes de que hubiera nada y existiera el todo, tan solo había caos… mi padre, ahí se pudra, sumió al Olimpo en el caos debido a su miedo a que uno de sus hijos le derrocara y comenzó a devorarlos uno a uno. Yo mismo instauré el orden sobre el gran caos que provocaron los titanes. Y ahora resulta que hay un dios que se dedica a propagar ese mismo mal que sumió al mundo antes de que yo llegara. No puedo tolerarlo-masculló el rey de los dioses, con los ojos brillando de furia.
-Muy mal entonces por ese pobre diablo…-murmuró Artemisa, sonriendo elocuentemente.
-No hay de qué preocuparse, hija mía, estando yo aquí ningún tipo de caos se apoderará de esta tierra. Y por eso mismo, personalmente me ocuparé de ese tal Discord… para que no vuelva a ver la luz del sol-aseguró Zeus, apretando los puños.
-Tienes tiempo de sobra, aún quedan dos horas antes de la batalla… y ahora que se ha ido, es la ocasión perfecta-añadió Artemisa.
-Sí, lo buscaré yo mismo… ahora vuelvo-dijo el rey de reyes, desapareciendo tras un fuerte chispazo en el aire.
Artemisa suspiró y acarició a su halcón mientras le decía.
-Pobres mortales de por aquí, me caían bien después de todo, especialmente Fluttershy… qué le vamos a hacer.
En el otro lado del palacio, en un apartado y solitario paseo colindante a la muralla principal, se dio un destello y Discord reapareció segundos después, manteniendo su cara de enfadado; pero rápidamente cambió su gesto, pasando de la ira a la melancolía en pocos segundos. Se apoyó en la barandilla y contempló las vistas de Ecuestria desde ese lado de la ciudadela. Dejó escapar un hondo suspiro, pensando en sus cosas. Si Luna y Celestia estaban en peligro eso le debería dar igual; debería. Pero no podía evitar pensar en lo contrario. En cuanto a Luna respecta quizás podía darse el lujo, pero en cuanto a Celestia… ese era otro cantar.
En ese momento oyó un chasquido a sus espaldas y pudo notar un aura de enorme poder dirigiéndose hacia él; sonrió levemente y se dio la vuelta, diciendo.
-Ave, rey de los dioses.
Zeus se paró a un palmo de él y le miró de arriba abajo.
-Así que dios del caos… dios…-murmuró, mirándolo fijamente.
-Sí, algo así había oído yo también…-asintió el aludido.
Los ojos del rey de los dioses centellearon con fuerza, matándole con la mirada.
-No sé si lo sabrás, pero me he pasado eones luchando contra el caos, poniendo orden sobre todas las cosas…
-Pft, orden, ya ves tú, a cualquier cosa le llaman orden hoy en día…
-El orden es el que mueve todas las cosas… habiendo orden en vez de oscuridad, mis rayos podrán alzarse sobre cualquier amenaza para mí o para el Olimpo.
-Tengo entendido que ese Olimpo es de lo más cómodo y mullido ¿crees que podría reservarme una plaza para las siguiente generaciones?
-Sólo pueden entrar en el Olimpo aquellos dioses que son reconocidos por mí como tal. Y tú, por fortuna, no estás en esa lista.
-Oh, qué decepción… seguro que conmigo sería un lugar más animado y divertido…-murmuró él.
Pero en ese momento, Zeus desechó las palabras y cogió del pescuezo a Discord, apretando con fuerza; el dios del caos no pudor responder a tiempo y le miró fijamente, sintiendo cómo le faltaba el aire.
-Escúchame bien, especie de quimera renqueante, yo soy el rey de los dioses y nada, lo que se dice nada, se opone a mí. El caos es uno de mis mayores enemigos, y no dejaré que algo tan insignificante como tú estropee mis futuras nuevas tierras-musitó, apretando un poco más.
Discord comenzó a tornarse rojo, quiso decir algo, pero no pudo.
-Esta noche se acabará el reinado de esas impostoras que se creen diosas, me alzaré sobre esta nueva especie de mortales y gobernaré sobre ellos como el rey que soy. No sé qué sabrás sobre mí exactamente, pero te aviso que no te servirá de nada.
La piel de Discord pasó de roja a un tono más amoratado.
-Por ahora te dejaré disfrutar de tus últimas horas de libertad, pero en cuanto estas tierras pasen a mi mano, tú serás el primero en dejar de ver la luz del sol. Y ni todo el caos que puedas reunir podrá detenerme.
Tras ese monólogo, Zeus soltó a Discord, el cual cayó al suelo tomando aire y tosiendo fuertemente. El rey de los dioses lo miró con repugnancia antes de desaparecer tras otro chasquido. Una vez que estuvo solo, Discord se levantó torpemente, respirando entrecortadamente y con la garganta tomada; su expresión se tornó en una furiosa, gruñendo por lo bajo y maldiciendo su suerte. En ese momento, apareció Twilight, la cual al verle exclamó.
-¡Aquí estás! ¿Qué andabas haciendo?
El dios del caos la miró con algo de desdén, pero luego se recompuso enseguida y dijo.
-Muy bien, tú ganas… ¿Qué quieres saber exactamente?
Alrededor de las nueve y media, el último resquicio del sol comenzaba a ocultarse más allá de la distancia; en el balcón de la habitación de Celestia, ésta se encontraba bajando el sol con su cuerno brillando, inclinando la cabeza hacia abajo lentamente al mismo tiempo que éste se iba escondiendo tras la línea del horizonte. En cuanto el último rayo de luz se escondió, Celestia paró de golpe y su cuerno se apagó; inmediatamente después, el de Luna comenzó a brillar y ésta comenzó a levantar poco a poco su cabeza. La luna comenzó a asomarse desde el oeste, iluminando débilmente la noche; le tomó varios minutos hasta que el satélite estuvo en su más alta posición. Una vez que acabó de alzar la cabeza, dio un par de cabezadas hacia los lados y las estrellas hicieron acto de aparición, aclarando el cielo también. Finalmente acabó dando un toque en el aire, haciendo que la luna brillara con un poco más de intensidad y la observó atentamente. Las dos contemplaron la hermosa noche de la diosa de la noche, reflejándose en los ojos de Luna, la cual comenzó a temblar levemente.
-Ya va a ser la hora…-avisó su hermana.
Ella asintió y se retiraron, en dirección hacia el estadio, donde la mayoría de los ponis las esperaban; vieron a Zeus esperando al otro lado del campo, acompañado de su hija. Celestia, antes de retirarse al palco, miró a su hermana a los ojos, quiso decirla algo, pero no le salió nada. En cambio la abrazó con todas sus fuerzas durante un buen rato, hasta que al final se apartó de ella y la dirigió una última mirada antes de ir al palco real.
Al otro lado, Zeus miraba a su oponente desde donde estaba, sin pena ni gloria.
-Éste será un día de gloria para el Olimpo… pero un día de duelo para este pueblo-comentó Artemisa, impertérrita.
-Será divertido… acabará muy pronto-aseguró su padre, sin ningún atisbo de duda.
Artemisa sonrió a su padre antes de irse hacia el palco, donde se encontró con Celestia. Ésta se acercó al borde del palco mientras que los dos contrincantes se aproximaron hasta el centro del estadio, quedando cara a cara.
-¡La batalla entre la princesa Luna y Zeus, el rey de los dioses, está a punto de comenzar! ¡En ella, se probará la divinidad de mi hermana en y mía en batalla, ganará quien antes consiga abatir a su adversario!-exclamó Celestia, con su voz real.
Twilight y sus amigas, junto con Discord, observaban el panorama desde las gradas más anteriores al palco real. Luna y Zeus se miraban a los ojos, sin siquiera pestañear.
Celestia quiso parar esa locura de alguna forma, pero sabía que no era posible; por lo que no tuvo más remedio que indicar el comienzo.
-¡Que comience la batalla!
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Nada más pronunciar la última palabra, Zeus se lanzó y le propinó a Luna dos puñetazos fortísimos en la cara, siendo el primero un izquierdazo y rematando con un derechazo directo que tumbó a Luna y la dejó tirada en el suelo. Celestia contuvo un grito, pero Twilight y sus amigas no. Zeus cogió a Luna del pescuezo, dispuesto a seguir, pero se quedó más bien con un palmo de narices cuando vio que en sus manos no había nada.
-¿Eh?
Alzó la vista hacia delante y vio a la verdadera Luna alejada a varios pasos de él, no lo dudó ni un instante y preparó varios rayos para lanzárselos desde donde estaba, siendo el primero en atacar; pero Luna dio una cabezada y se sacó su vara lunar, interceptando todos los proyectiles. El último se lo devolvió con el doble de fuerza, pero Zeus lo esquivó fácilmente con tan solo moverse un poco a la izquierda. Éste siguió atacando, ésta vez cargando un relámpago que rasgó el aire en dirección hacia ella, pero Luna puso la punta de su lanza hacia delante y reventó el relámpago, acabando en nada. Acto seguido, desplegó sus alas y se lanzó contra él, dispuesta a golpearle con ella; pero en cuanto la lanza alcanzó a Zeus, el cual se había quedado flotando en el aire con los brazos cruzados, éste se disolvió de golpe y estalló, alcanzando la descarga a Luna y dejándola paralizada durante unos valiosos segundos. El Zeus real reapareció delante de ella y le propinó dos golpes similares con los que empezó, acertando ésta vez. El rey de los dioses fue a propinarla una patada, pero Luna se teletransportó a tiempo y reapareció en el aire, flotando no muy lejos de él; Zeus alzó su mano derecha y le lanzó un fortísimo relámpago, pero Luna se escudó a tiempo y el rayo rebotó, perdiéndose en el cielo. La cara de Luna estaba tocada, y comenzó a sangrar por la nariz, Celestia tan solo pudo llorar al ver esto. Pero la princesa de la noche no se rindió y formó a su alrededor una serie de tornados afilados que le lanzó sin más demora; Zeus sonrió mordazmente e impulsándose, lanzó una ristra de rayos de sus manos que paró a todos los tornados. Al ver que así no iba a ninguna parte, Luna abandonó la larga distancia y voló al raso, acercándose a él gran velocidad; él respondió echando a volar y envolviendo todo su cuerpo en electricidad que luego soltó hacia todas las direcciones, intentando alcanzarla, pero ella viendo el peligro se alejó rápidamente e intentó otra cosa. Encadenando varios hechizos de teletransporte a la vez y sin soltar su vara lunar, la princesa de la noche se acercó a Zeus y en cuanto tuvo la ocasión, se colocó delante de él y le asestó un fuerte golpe en el pecho con sus patas traseras tal y como lo haría Applejack, impulsándole hacia atrás. Pero no se quedó ahí, puesto que se volvió a teletransportar hasta quedar a su lado y, en el aire, comenzó a golpearle desde todos los ánulos posibles con su vara, sin darle tiempo a reaccionar. El último golpe consistió en un varazo a la altura de la tabla del pecho, lanzando a Zeus hacia el suelo y encajándose en él debido a la fuerza del mismo. Los ponis ovacionaron a su princesa y su hermana se quedó bastante asombrada por la rapidez que demostró.
-Vaya, eso ha estado muy bien…-masculló entonces Zeus.
Aprovechando que Luna no se había movido, lanzó una cadena de rayos hacia ella, sujetándola, y haciendo fuerza consiguió salir del hoyo que había formado, dándose impulso hacia arriba y consiguiendo llegar hasta ella. Sin que pudiera reaccionar, la atacó con fuerza asestándole un potentísimo derechazo en el pecho. Luna tosió saliva mezclada con sangre antes de acabar siendo lanzada al otro lado del estadio; cayó al suelo duramente, dando varias vueltas en el proceso y quedándose tirada panza arriba. Zeus reapareció de golpe frente a ella dispuesto a reventarle la cabeza, pero Luna interpuso su vara lunar y paró su enorme puño.
-Débil y despreciable…-masculló él.
-Yo no soy débil…-musitó ella.
En ese momento sus ojos brillaron y usó la misma técnica con la que se lució en la exhibición; una luz azul se extendió hacia todas las direcciones, obligando al rey de los dioses a retirarse de encima de ella y siendo arrastrado por ella hasta el otro lado del campo. Inmediatamente después apareció el enorme núcleo de energía brillante, el cual Luna lanzó con todas sus fuerzas hacia él. Sin embargo, Zeus pudo interceptarlo a tiempo lanzándole otro relámpago tan potente que, por un momento, paró al núcleo. Segundos después se sucedió una tremenda explosión que hizo temblar de arriba abajo la estructura de madera del estadio y emitió una luz potentísima, cegando a todos los presentes y los combatientes momentáneamente. Sin pensar, los dos se lanzaron a la carga, Luna con su vara lunar en alto y Zeus con varios rayos en sus manos a modo de dagas; se encontraron en el medio del lugar y comenzó una lucha encarnizada al más puro estilo de esgrima antigua, los dos atacaban a la vez, los rayos colisionaban contra la vara lunar, produciendo chasquidos similares a las de dos espadas chocando. Luna bloqueaba muy bien las estocadas y daba fuertes mandobles cuando tenía la ocasión, pero Zeus también bloqueaba con rapidez. En un momento dado los rayos y la vara se encontraron y ambos estuvieron haciendo fuerza el uno contra el otro, la punta en forma de luna menguante afilada estaba muy cerca de la cara del rey de los dioses, al igual que los rayos a la cara de la princesa de la noche. Los dos se miraron a los ojos por un momento.
-Vaya, vaya, me estás dando mucha cancha… ¿tienes miedo?
-No, pero tú sí que deberías tener miedo…
-Oh, jo, jo, qué risa…
Zeus fue el primero en soltar, pero Luna se percató a tiempo de eso y se teletransportó lejos de él; desde donde estaba creó una serie de proyectiles usando la luz de la luna, las flores, las briznas del campo y las lanzó contra él de forma ininterrumpida, casi como una metralleta. El rey de los dioses alzó sobre él un campo de energía que le protegió de la andanada y lo mantuvo el tiempo necesario. En cuanto Luna dejó de atacar, lanzó otro relámpago potenciado, pero ella se protegió también con su escudo mágico; justo después se lanzó de nuevo volando en raso, con la intención de hacerle caer, pero antes de que llegara hasta él, Zeus dio una palmada en el aire y nada más hacerlo un enorme trueno retumbó justo a su lado, dejando a Luna alelada perdida y en el punto de mira. El dios no desperdició tamaña oportunidad y le asestó un terrible golpe en el lomo con sus rayos, la alicornio profirió un grito desgarrador, cosa que quebró el corazón de Celestia. Pero Luna no se paró y le golpeó en el pecho con su vara lunar, llegando a cortarle varias veces con la punta afilada. Zeus contuvo como pudo un grito y le dio otro derechazo a Luna en la cara, arrastrándola y cayendo al suelo, muy herida. El lomo estaba parcialmente quemado, un ala había salido tocada, tenía cortes y magulladuras por todo el cuerpo, la cara algo abotargada y las piernas le flaqueaban un poco, pero conseguía mantenerse en pie. Ya no sangraba por la nariz, pero tenía restos por la cara y en ese momento escupió flemas con sangre. Zeus también estaba algo herido, pero en comparación no lo estaba tanto como ella.
El rey de los dioses se alejó un poco y comenzó a lanzarla más relámpagos, ésta vez Luna los interceptó cargando energía en su cuerno y soltándola en forma de proyectiles de luz. Luego trató de acercarse a él de nuevo, pero le costó caro debido a que Zeus lanzó una ráfaga de relámpagos poderosísimos que le alcanzó de lleno y sometió a su cuerpo a fortísimas descargas eléctricas que la dejaron semi paralizada; Luna trató de contraatacar lanzando más proyectiles luminosos, pero apenas llegó a golpearle.
-¿¡Eso es todo?! ¡¡Vamos, atácame!!-masculló él, animándola.
La princesa de la noche le miró, entrecerrando los ojos y pensando en las posibilidades; finalmente cargó mucha más energía en su cuerno y lanzó ésta vez un rayo de energía plateado bastante potente. Zeus se hizo a un lado, pero el rayo aumentó su flujo de energía, llegándole a golpear de refilón y quemándole el brazo derecho; fue en ese momento en el cual Luna aprovechó y se acercó a él teletransportándose, llegándole a golpear varias veces con su vara lunar. Pero haciendo acopio de fuerzas. Zeus cogió a Luna por el pescuezo con la mano izquierda y luego le asestó otro derechazo. Pero ella echó todo el peso de su cuerpo hacia delante para evitar salir disparada hacia atrás, y aprovechó ese inciso para golpearle de nuevo con su vara en las piernas, dejándole brevemente incapacitado. En ese momento Luna vio su gran oportunidad y exclamó con su voz real.
-¡¡Suficiente, voy a acabar contigo!!
Acto seguido alzó el vuelo forzadamente y en ese momento empezó a cargar muchísima energía en su cuerno; la luz de la luna se reflejó en él y esto sirvió para cargarlo por completo, haciendo brillar todo su cuerpo y sus ojos también.
-¿¡Pero qué?!-masculló Zeus al verla.
-¡¡Mírala bien porque será la última luz que verás!! ¡¡Rayo lunar!!-musitó la princesa.
Al segundo siguiente disparó un enorme rayo de energía plateada que se precipitó sobre Zeus; éste quiso moverse para evitarlo, pero debido a sus heridas en las piernas no pudo y recibió de lleno el poderoso ataque. Todo el mundo contempló en silencio como el rayo de energía impactaba sobre Zeus. Fueron unos segundos eternos, en los que todo el mundo dio por sentado la victoria de Luna, todos estaban eufóricos al ver semejante despliegue de fuerza sobre el rey de los dioses. Sin embargo, Artemisa lo contempló esbozando una ligera sonrisita.
En cuanto el rayo terminó, se vio a Zeus agachado y muy tocado, con quemaduras bastante graves por todo su cuerpo y temblando levemente; pero para sorpresa general, se levantó acto seguido con la mirada encendida y todavía con ganas de luchar, Luna no se lo creyó en cuanto lo vio.
-No es posible-susurró entonces.
-¿¡Eso es todo?! ¿¡Eso es todo?!! ¡¡¡Ya me he cansado!!!-aulló Zeus entonces.
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Comenzó entonces a flotar por el aire y se ocultó tras el otro lado del estadio; por un momento pareció que había abandonado, pero en ese momento el suelo comenzó a temblar y una serie de rayos enormes salieron del suelo hacia arriba. De golpe y porrazo un Zeus del tamaño del palacio de Canterlot surgió del mismo suelo, rompiéndolo tras su paso y asomándose al interior del estadio como quien observa el paisaje desde una ventana. Alzó su puño derecho y lo bajó para aplastar a Luna, pero ésta se movió deprisa y consiguió esquivar el golpe, el cual hizo temblar todo Canterlot. Zeus no se rindió e hizo lo mismo con la otra mano, pero Luna alzó el vuelo a duras penas y se libró de nuevo; pero al verla en el aire, el rey de los dioses sonrió malvadamente y puso sus dos manos a ambos lados en el aire. El resultado fue un relámpago dirigiéndose de mano a mano, alcanzando a Luna justo en medio. El golpe fue brutal, la descarga tremendamente fuerte, el grito de Luna heló la sangre de todos los ponis y partió el alma de Celestia en dos.
-¡¡¡Luna!!!-chilló ella, rompiendo a llorar.
El cuerpo de la alicornio de la noche cayó al campo de batalla, hecho unos zorros y con convulsiones muy fuertes. Zeus regresó a su tamaño normal y se acercó a ella, dando por zanjado el combate.
-Al final me has dado una buena lucha, pero no te ha servido de nada. Se ha acabado-la dijo.
-No… se ha… acabado…-musitó ella, tratando de levantarse.
-¿Cómo?-inquirió él, divertido.
-Que no se ha acabado-repitió entonces, con una voz mucho más grave, cosa que desconcertó a todos.
En ese momento los ojos de Luna cambiaron de golpe, mostrando unos iris verdosos, con aspecto de felino. Todos los ponis reaccionaron cuando vieron esto, y Celestia masculló.
-No puede ser.
Fue entonces cuando el cuerpo de Luna se elevó en el aire solo, para desconcierto de Zeus, que no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Hubo un fogonazo de energía oscura sobre Luna y en cuanto éste pasó, se mostró a una Luna muy distinta, con un pelaje completamente negro y una crin y cola con aspecto de niebla estrellada. Todos los ponis presentes exclamaron a la vez.
-¡¡¡Nightmare Moon!!!
-¿Nightmare Moon?-repitió Zeus, ignorante.
La ahora cambiada Luna no dijo ni una sola palabra, tan solo miró al rey de los dioses con una siniestra sonrisita y en ese momento se envolvió tanto a ella como a Zeus en un campo de energía tan oscura como la propia noche.
-¿¡Pero qué?! ¿¡Que es esto, que está pasando?! ¡¡No puedo ver nada!!-masculló Zeus.
En ese momento notó como una energía oscura le rodeaba, impidiéndole moverse ni hacer nada más que estar quieto y contemplar esa pesadilla de oscuridad.
-¡¡¡Basta de juegos, da la cara, vamos!!!-masculló Zeus, tratando de alumbrarse con sus rayos, pero fue entonces cuando descubrió con temor que no servían de nada contra esa extraña negrura.
-Oscuridad… dolor… desazón… pesadilla… noche…-oyó entonces decir a una voz profunda y cadavérica.
-No… no… ¡¡no!!-musitó Zeus, asustado por primera vez.
No pudo más y soltó el mayor alarido de su vida, retumbando por toda Ecuestria como el mayor de los truenos jamás oídos. Artemisa comenzó a preocuparse por su padre por primera vez y se puso en pie, chillando.
-¡¡¡Padre!!!
Al segundo después la burbuja donde estaban encerrados estalló y los dos salieron disparados, quedando tendidos en el suelo; tanto Artemisa como Celestia se asomaron todo lo que pudieron, animando desde lejos a cada uno.
-¡¡Por favor Luna, levántate por favor, dime que sigues ahí Luna, por favor, no me dejes!!
-¡¡Padre, tienes que levantarte, arriba, esto no es propio de ti!! ¿¡Qué diría Ares?! ¡¡¡Padre!!!
De alguna forma los gritos de ánimo consiguieron levantar a ambos, Luna aún seguía con el aspecto de Nightmare Moon, mirando fijamente a Zeus, el cual también le sostenía la mirada; se encontraron en el centro del campo y en ese momento Luna cabeceó, regresando a su forma normal y cayendo a los pies de Zeus. Celestia soltó un respingo.
-Tú… eres la oscuridad…-musitó Zeus.
Luna no dijo nada, tan solo le miró fijamente con todo su cuerpo severamente dañado, casi tanto como el de Zeus.
-Eres la oscuridad… eres el miedo, la confusión, el terror… y por eso… ¡¡debes morir!!
El rey de los dioses alzó un rayo para apuñalar a Luna, pero en ese momento algo zumbó en el aire e interceptó el rayo antes de que Zeus lo bajara; Celestia lo paraba con un escudo mágico.
-¡¡¡Basta!!! ¡¡¡Basta, basta, basta!!! ¡¡¡Ya has tenido suficiente con machacar a mi hermana hasta la extenuación, ya basta!!! ¡¡¡Deja a mi Luna en paz!!!-sollozó Celestia, abrazando a su hermana pequeña.
Zeus bajó el rayo y lo disolvió en el aire, tambaleándose un poco.
-Esto… no ha terminado… no sois diosas…
-¡¡¡En ese caso ya lucharé yo mañana contra ti, te mataré si es necesario, pero ya deja a mi hermanita tranquila!!! ¡¡¡Déjanos en paz!!!
El rey de los dioses asintió con la cabeza, tomándolo como un sí, y se dirigió hacia la salida a trompicones; su hija llegó enseguida y le sostuvo, ayudándole a caminar y regresando al palacio. La princesa del sol siguió llorando con su hermana en brazos, rebotando sus sollozos por todos los jardines; Twilight y sus amigas también lloraban y Discord se mantenía un poco al margen, pero no podía evitar dibujar una mirada nerviosa.
Los ponis, aun chocados, se fueron retirando muy consternados por su princesa de la noche, a la cual subieron hasta su habitación, donde la estuvieron tratando más de seis ponis médicos reales de cabecera; en un momento dado, Celestia apareció tras las puertas y ordenó.
-Dejadnos solas, ya sigo yo.
-¿qué? Pero princesa…
-He dicho.
Los médicos acataron la orden y Celestia retomó el trabajo, lavando las heridas y desinfectándolas con preparados especiales hechos con hierbas medicinales, vendándolas después. Trató también su ala herida y las quemaduras de su lomo con un ungüento especial, así como los cortes de las piernas. Tenía cortada tanto su preciosa crin y cola en algunos puntos, ahí no podía hacer nada salvo esperar a que le volvieran a crecer. En cuanto terminó ya eran las dos de la madrugada y contempló a su hermana envuelta en vendas y mantas, profundamente dormida. No pudo más y lloró de nuevo, ésta vez en silencio.
Por otro lado, Artemisa también cuidaba de su padre por sus propios medios.
-Jamás había visto semejante poder oscuro…-masculló ella.
-No era de este mundo… no podía ver nada, hija, era como sí…
-… si tus miedos se hubieran apoderado de ti-acabó su hija la frase por él.
Zeus asintió con la cabeza y lloró por primera vez, no por la batalla en sí, sino por lo que había visto allí. Artemisa lo consoló con palabras dulces y suaves, mientras trataba sus heridas con ungüentos especiales del Olimpo que sanaban en cuestión de segundos. La diosa de los animales cantó algo para que se relajara y lo consiguió.
En los pasillos del palacio, una Twilight desvelada no podía dormir, no después de haber presenciado algo así. Jamás había visto tanta violencia sin sentido gratuita, y encima con su querida princesa de la noche. Y lo que era peor, la mismísima princesa Celestia había jurado que mataría a Zeus delante de todo su pueblo. Su propia mentora, la benévola y justa Celestia, asegurando que mataría.
-¿Por qué?-masculló ella, soltando varias lágrimas.
-Porque debe haber algo que justifique la debilidad de los hombres-dijo entonces una voz.
La unicornio lavanda alzó la vista y vio a Discord, mirándola entre las sombras.
-¿Justificar? ¿Qué hay que justificar, el gusto por la sangre, la debilidad ante la bondad, lo bueno frente a lo malo? No tiene sentido, Discord-susurró Twilight.
-Lo sé… hacía tiempo que no me sentía así ¿sabes? Yo esparcía mi caos a mi manera, creyendo que era divertido y cruel al mismo tiempo; puedo corromper almas y volverlas contra su propia naturaleza, pero nunca, repito, nunca he peleado de la forma que lo ha hecho Zeus. Y eso mismo me ha recordado porqué me negué a usar el caos de otra manera que no fuera la mía propia.
Los dos se miraron por un momento, la luz de la luna se colaba por la ventana e iluminaba a Twilight, pero apenas alcanza a Discord, sumido entre las sombras.
-Pensaba que te daba igual todo…
-Yo también lo pensaba.
Otro denso silencio se echó entre los dos, pero Discord anunció.
-Debes saber algo, Twilight. Zeus no se detendrá ante nada hasta que consiga su propósito. Y si su propósito es quitarse de en medio a Celestia y Luna e imponerse él por la fuerza, lo hará, créeme que lo hará.
-¿Y qué podemos hacer para detenerlo?
-Ya sabes que no hay nada que pueda detener a Zeus.
-¡¡No es verdad, tiene que haber algo, Discord, algo que podamos hacer!!-masculló ella, frustrada.
El espíritu del caos se quedó en silencio, sopesando posibilidades.
-Hay algo que quizás funcione, pero… no sé si podré hacerlo si no es con mis poderes completos-anunció entonces.
Twilight entrecerró los ojos y murmuró.
-Discord… si me dices que usarás tus poderes solo para evitar un desastre, yo puedo intentar quitarte el sello de la princesa. Pero por favor, te lo pido por favor, tienes que prometerme que lo harás.
Él no dijo nada, Twilight insistió.
-Por favor…
Finalmente Discord dijo.
-Lo haré.
Ambos se miraron una vez más a los ojos, sellando el trato. En cuanto parpadeó, él ya no estaba. Afuera, la luna seguía alumbrando débilmente la noche.