Twilight iba explicando quién vivía en cada vivienda y a qué se dedicaba, mientras Dragon escuchaba atentamente.
—¿Ves esa casa con forma de pasteles y con una torre coronada por un muffin? —preguntó la bibliotecaria, señalándola.
—Sí, la veo —respondió el semental.
—Es la Sugar Cube Corner —dijo Twilight—. Ahí trabaja y vive Pinkie. Es la pastelería de Ponyville, con deliciosos dulces, golosinas y…
Un fuerte rugido acalló la voz de la unicornio. Era el estómago de Dragon, quien estaba avergonzado por lo ocurrido:
—Lo… lo siento —dijo—. Cuando alguien habla de comida me entra hambre y, teniendo en cuenta que ya antes estaba famélico…
La yegua de color lavanda no pudo evitar reírse.
—No te preocupes —comentó—. Te has esforzado mucho en el entrenamiento y por eso se te ha abierto el apetito. Tranquilo, cuando acabemos la visita iremos a comer.
—¡Genial! —exclamó el semental, entusiasmado. Entonces, como si también quisiera dar su aprobación, el estómago del unicornio volvió a rugir, haciendo que el unicornio se sonrojase y sonriese tímidamente.
—Bueno, sigamos —dijo la bibliotecaria, sonriendo también.
Continuaron caminando, pero esta vez en silencio. Twilight quería que Dragon le preguntase sobre las innumerables dudas que, sin duda, debía tener, pero este se encontraba dubitativo. Cuando se quisieron dar cuenta, se encontraban en el mercado. Allí estaba Applejack, vendiendo manzanas junto a su puesto, así que los dos se acercaron para saludarla.
—¡Vaya! —voceó la campesina—. ¡Mirad a quienes tenemos aquí! ¡Hola, Twilight! ¡Hola, Dragon Heart!
—Hola, Applejack —comentó la bibliotecaria—. Veo que vas bien con la venta de manzanas.
Dragon quedó entonces petrificado por culpa de los nervios. Era algo que a veces le ocurría: se sonrojaba excesivamente a la hora de presentarse ante los demás. Así que la yegua naranja, mirándole, empezó la conversación.
—¡Ey, Dragon! —dijo, con una sonrisa—. Veo que te encuentras mejor. ¿Has recordado algo?
Applejack, la anaranjada poni terrestre, es la más confiable y trabajadora de todas las del grupo. Siempre está ayudando a los demás sin pedir nada a cambio. Trabaja en Sweet Apple Acres, cultivando manzanas para luego venderlas. Su Cutie Mark son tres manzanas rojas.
—B-bueno... Sí... —Dragon estaba indeciso, pero se armó de valor—. Creo que me encuentro mejor y voy recordando cosas, aunque el proceso es muy lento. Y tú, ¿cómo estás?
—Aquí me ves —respondió Applejack, sonriendo—, vendiendo ricas manzanas para conseguir dinero y así poder reformar la granja. La cosecha de esta temporada es buena, pero ni Big Mac ni yo podemos con todo…
Hubo un largo silencio, que volvió a cortar la yegua, aunque esta vez miraba al semental con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Ya sé! —exclamó—. Como no hay mejor cura que el trabajo, y se te ve aún bastante flojucho… ¿Por qué no vienes mañana a Sweet Apple Acres a echarnos un casco? Así fortalecerías las patas, “Azucarillo”.
Dragon se percató del apodo pero prefirió omitir un comentario al respecto.
—¡¿Quéeee?! ¡¿Trabajos forzados?! —el semental se quejó. "Debo controlarme un poco...”, pensó, tranquilizándose, “Tampoco es tan malo que me pongan ese mote. Después de todo solo he de ignorarlo".
—No es para tanto, dulzura —dijo la anaranjada poni, tratando de animar—. Verás qué bien te va a ir.
—Applejack tiene razón —comentó Twilight, mirando a Dragon—. Además, así no estarás todo el día sin hacer nada y te entretendrás un rato.
—Vaaale —respondió el semental, mientras asentía. Entonces, tumbando las patas delanteras, empezó a caminar con las traseras, que estaban totalmente erguidas, y continuó hablando—. Definitivamente, queréis acabar conmigo —después paró y se incorporo, permaneciendo totalmente serio—. Mañana dijiste, ¿no? ¿Cómo llego a tu granja?
—¡Oh, muy fácil! —respondió la campesina—: Sigue la calle principal hasta salir de Ponyville. Entonces continúa por el camino de tierra. No tiene pérdida.
—De acuerdo… —expresó el unicornio—. Creo que no me perderé.
—Bueno, Applejack —cortó Twilight—. Voy a seguir mostrándole a Dragon un poco más de la ciudad, antes de… “eso”. Nos vemos luego.
—¡Oh, si! —exclamó la aludida, dándole su visto bueno—. Por supuesto, dulzura. Nos vemos luego… y a ti, Dragon, te veré mañana. Twilight, no le canses mucho con las lecciones, quiero que al amanecer esté fresco —la granjera rió de forma muy estruendosa, aunque a la vez dulcemente.
—Tranquila, no me cebare con él... —contestó la bibliotecaria, riéndose también.
—¡Jajajá! —Dragon también sonrió—. Ya os vale a las dos…
Al proseguir su camino, alejándose del puesto de Applejack, Twilight miró con gesto serio al semental.
—¿Que te ha pasado, Dragon? —preguntó—. Te he notado cohibido al hablar con Applejack, y te has sonrojado. ¿Estás bien?
—¡S-si, tranquila! —afirmó el unicornio, sonrojándose de nuevo—. N-no me ha pasado nada… Sí, nada… —entonces miró hacia el otro lado para que la yegua no siguiera hablando del tema.
Twilight seguía extrañada, pero continuaron con la visita guiada. La bibliotecaria entonces cambió de tema, más que nada para que no estuvieran callados.
—Dragon —dijo—, no conoces ni a la princesa Celestia ni a la princesa Luna, ¿verdad?
—Hmmmm.... No —contestó el semental—. Nunca he oído hablar de ellas. ¿Quiénes son?
—Son las gobernantes de Equestria —explicó la bibliotecaria—. La princesa Celestia, aparte de ser mi maestra en los estudios de la magia, durante el día, desde Canterlot, cuida de Equestria.
—Ajá, entiendo… —comentó Dragon—. Así que digamos que Celestia es la poni suprema y quien os protege, ¿no? Y además es tu educadora, por así decirlo.
—¡Exacto! —exclamó la yegua—. Todo lo que he aprendido desde que me aceptó se lo debo a ella.
—Y la otra princesa... —dijo el unicornio—. Era Luna, ¿no? ¿Qué hace? ¿También te enseña?
—No... —contestó Twilight, riendo—, no soy su estudiante, aunque también gobierna Equestria. Pero, al contrario que Celestia, lo hace por la noche. Así que a veces nos visita cuando hay celebraciones, como la Nightmare Night.
—Hmmm, interesante... —afirmó Dragon—. ¿Dónde está Canterlot, si puede saberse?
—Si miras hacia allí —la bibliotecaria señaló a una montaña hacia el este, donde se vislumbraba un castillo—, la verás.
—Así que eso es Canterlot —dijo el semental, poniéndose el casco sobre los ojos—. Da la sensación de que va a caerse en cualquier momento…
—Tranquilo —Twilight se rió—, es un efecto óptico. En realidad es muy estable.
Llegaron, sin darse cuenta, a la tienda de Rarity.
—Dragon —dijo la unicornio—, esta tienda es la Carousel Boutique. Aquí puedes comprar la ropa que quieras, o incluso te puedes hacer un traje a medida. Deberías saber que muchos ponis famosos vienen de Canterlot para encargar aquí su vestimenta.
—Ajá... —respondió el semental—. ¿Y vive alguien aquí?
—Mi amiga Rarity —exclamó Twilight—, entremos a saludarla.
—No tengo muchas ganas —Dragon se quejó—, pero bueno...
Una vez dentro de la tienda, vieron a ésta diseñando ropa y hablando en voz alta consigo misma. Estaba tan concentrada en su trabajo que no se dio cuenta de la entrada de los dos unicornios.
—Hola, Rarity —dijo Twilight, haciendo que la diseñadora diese un respingo—. Veo que sigues, como siempre, ocupada con tus líneas de moda.
—¡Oh! Hola, Twilight —saludó la unicornio, mientras se quitaba, mediante magia, unas pequeñas gafas rojas—. Bienvenido, Dragon. Es una alegría saber que has despertado. Y lo siento, no os he oído llegar.
Rarity es la propietaria de una tienda de moda llamada Carousel Boutique. Ella es una blanca unicornio refinada, a la que le gusta que le halaguen y reconozcan por sus diseños o su belleza. Con sus amigas es muy generosa. Su Cutie Mark son tres diamantes azules.
—Veo que ya me conoces —comentó el semental—, así que sobran las presentaciones… Jejejé.
Rarity y Twilight también se rieron. Dragon no sabía de qué hablar, así que dejó el peso de la conversación a las dos yeguas, mientras él se dedicó a curiosear por toda la tienda. En un rincón vio unos ropajes un tanto extraños, con un estilo diferente al del resto de trajes y vestidos. Rarity se fijó entonces en él y, haciéndole señas a Twilight para que le acompañase, se acercaron.
—¿Has visto algo que te guste? —preguntó la diseñadora.
—Estas ropas... —comentó el semental, señalando una chaqueta, unos pantalones y diversos accesorios—, me suenan mucho.
—Seguramente porque son tuyas —respondió Rarity—. Estaban a tu lado cuando te encontramos inconsciente en la entrada del Everfree Forest… pero están rotas y necesitan un buen arreglo.
—Entiendo... —el unicornio seguía mirando la chaqueta, como si le estuviese llamando—. Si no te importa —dijo—, déjame tocarlas.
—¡Por supuesto! —exclamó la blanca yegua—. Es tu ropa.
Dragon se acerco a las indumentarias con la esperanza de que, al acariciarlas, recordara algo importante, tal como había ocurrido con su espada. Alargó el casco y rozó la cazadora.
A su mente llegó un recuerdo lejano, sobre el día en que recibió esa chaqueta y una promesa que hizo sobre ella.
Cuando volvió a la realidad, su casco aún tocaba la cazadora. El semental se entristeció, pensando que rememoraría más cosas. Entonces sonrió, pues la evocación había sido muy alegre. Miró hacia Rarity y dijo:
—Quiero que la dejes tal y como está ahora, por favor.
—¡¿Qué?! —la unicornio no podía creérselo—. ¡Pero…, pero…! ¿No quieres siquiera que le ponga alguna gema para hacerla más… presentable?
—¡No! —cortó Dragon—. Es un regalo sentimental y juré que no le cambiaría el aspecto por nada del mundo. Es una promesa que acabo de recordar. Sin embargo, te agradezco que la hayas guardado.
—Bueno… —dijo Rarity, soltando un suspiro—. Es una lástima. Me hubiera gustado decorarlo un poco...
—Si quieres —comentó el semental para animarla—, puedes coser la chaqueta. Está algo rota y necesita unos arreglos. Sé que no es mucha cosa, pero...
—¡¡¿En serio?!! —la yegua abrió los ojos como platos y sus iris adquirieron el aspecto de unos diamantes—. ¿No será una broma, verdad?
—No, no lo es —contestó el unicornio.
—¡Gracias, gracias, gracias, gracias! —expresó la diseñadora, eufórica—. No sé cómo agradecértelo, Dragon.
—No hace falta que me lo correspondas, Rarity —el semental sonrió—. Solo lo he hecho porque tienes razón. Necesita arreglarse y no me gusta que este rota y ajada.
—¡Pero tengo que agradecértelo de alguna forma! —entonces la yegua volvió a abrir los ojos como platos—. ¡Ya lo tengo! —exclamó—. Te arreglare hoy mismo tu ropa, para que estés radiante para la… —Rarity vio que Twilight, desde detrás de Dragon, le hacía aspavientos para que callase.
—¡Caray! —cortó la bibliotecaria—. ¡Qué tarde se nos ha hecho! Terminemos la visita y nos vamos a casa, ¿vale, Dragon? Nos vemos luego, Rarity.
El semental elevó la pata para despedirse de la diseñadora.
—¡Por supuesto! —respondió ésta—. Hasta luego.
Cuando Twilight y Dragon salieron, la blanca yegua exclamó “Qué educado que es Dragon”.
Una vez fuera, los dos unicornios se dirigieron al hospital de Ponyville.
—Supongo que conoces este sitio —comentó Twilight cuando llegaron—, ¿no?
—Claro —respondió Dragon—. Es un hospital. Y supongo que es el de Ponyville.
—Así es —la bibliotecaria asintió—. Si tienes algún percance, siempre puedes venir aquí.
—Entonces —el semental se quedó pensativo durante un instante—, ¿por qué no me llevasteis aquí cuando me encontrasteis?
—Pues... —Twilight miró a los ojos de Dragon—, porque no tenías heridas y tampoco se te veía tan mal.
—Ajá... —el unicornio esbozó una sonrisa—, es comprensible.
—¡En fin! —comentó la bibliotecaria—. Volvamos a casa.
Esta vez fue Dragon el que sacó un tema de conversación, ya que estaba más animado.
—Twilight, ¿puedo hacerte una pregunta? —inquirió.
—Por supuesto —ésta sonrió—. Dime, ¿de que se trata?
—¿Nunca habéis tenido problemas aquí en Ponyville? —preguntó el semental—. Es decir, ¿ha intentado alguien alguna vez conquistar Equestria?
—Ya que lo mencionas —respondió Twilight—, han aparecido varios seres malvados con esas intenciones, pero gracias a mis amigas y a los Elementos de la Armonía, les hemos vencido.
—¿Los Elementos de la Armonía? —interrogó Dragon, extrañado.
—Son unos artefactos mágicos —aclaró Twilight— de gran poder. Con ellos pudimos derrotar a Nightmare Moon, quien ahora es la Princesa Luna.
—Hmm..., comprendo —el unicornio afirmó—. ¿Y solo podéis usarlos vosotras?
—Así es —contestó la bibliotecaria—. Solo nosotras seis podemos utilizar los Elementos de la Armonía, porque cada uno de esos Elementos simboliza la personalidad de cada una de nosotras: Applejack representa la honestidad, Rarity la generosidad, yo la magia, Pinkie Pie la risa, Rainbow Dash la lealtad y Fluttershy la bondad.
—Ajá... —comentó Dragon mientras asimilaba la información.
Entonces llegaron a casa de Twilight. Cuando entraron, todo estaba a oscuras.
—Twilight —dijo el semental, intentando no tropezar con nada—, ¿donde está la luz? No veo tres en un burro.
—Espera que busco el interruptor —respondió la unicornio.
Cuando lo accionó, Dragon vio que estaba rodeado de un montón de ponis. De hecho, toda la casa estaba repleta de ellos.
—¡¡¡Sorpresa!!! —gritaron todos al unísono.
—¡Sorpresa! —exclamó Pinkie Pie, mientras se dirigía hacia él—. Te damos la bienvenida a Ponyville.
—Todo esto… —Dragon estaba abrumado—, ¿lo habéis hecho para darme la bienvenida? —entonces sus ojos se humedecieron de alegría—. ¡Muchísimas gracias, chicas! —se enjugó las lágrimas—. ¡En serio, muchas gracias!
—De nada —Twilight sonrió—. Casi toda la fiesta la ha organizado Pinkie, aunque las demás hemos ayudado un poco.
—Así que... —comentó el unicornio—, la visita guiada y todo lo demás, ¿era una pantomima?
—Claro que no —exclamó la bibliotecaria—. Pero había que hacer algo para darle tiempo a Pinkie a preparar la fiesta, y se me ocurrió que una visita guiada sería perfecta.
—¡Oh! —Dragon cayó entonces en la cuenta—. Así que entonces mañana tendré que ir a ayudar a Applejack con la cosecha, ¿no?
—Así es, Dulzura —dijo ésta mientras reía—. No creas que te vas a librar tan fácilmente… Pero tranquilo, no te voy a forzar el primer día.
—Jejeje, ya veo... —el semental también sonrió—. Bueno, ¡a disfrutar de la fiesta! ¡Mañana será otro día!
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Entonces todos los presentes gritaron de alegría, empezando la fiesta. Había de todo… dulces, música y ponis con los que socializar. Dragon fue directamente a la zona de comidas, ya que tenía tanta hambre que sentía que su estómago era un agujero negro. Y empezó a coger, de forma desconsiderada, todo lo que veía: tartas de manzana, muffins y manzanas de la cosecha de Applejack.
—Cálmate, Dragon —dijo Twilight quien, con sus amigas, se habían acercado—. Si comes muy rápido te sentará mal.
—“Ej que tenyo yun gambre jorrible...” —contestó el unicornio, con la boca llena de comida. Tragó y continuó hablando—. Además, esta comida está realmente deliciosa...
—Ya veo —replicó la yegua de color lavanda, riendo—, creo que yo también cogeré algo antes de que te lo acabes todo.
—¡Hey, Dragon! —comentó Applejack—. ¿Has probado los pasteles de manzana? Las he hecho yo…
—¿En serio? —este abrió los ojos como platos y tragó de un bocado el bizcocho que estaba comiendo—. Ahora mismo me como uno.
Al dirigirse el semental hacia la mesa que aún señalaba la campesina, todas vieron que el tablero donde había estado este estaba prácticamente vacío, quedando únicamente uno o dos muffins espachurrados.
—¡¡Ooooooh!! —Dragon se deleitaba con la visión de los pasteles de manzana—. Qué buena pinta tienen estos dulces —dijo justo antes de coger unos cuantos y devorarlos. La mermelada del relleno de los pasteles se deslizó por la comisura de sus labios y cayó sobre el mantel, algo que ignoró el unicornio—. ¡¡Mmmmmm!! “¡Que wricosh!” —exclamó con la boca llena.
—Me alegro de que te gusten, vaquero —expresó Applejack, feliz—. Jeje.
—Dragon —dijo Twilight—. No te he presentado a todas mis amigas… faltan las dos pegasos. Esta es Rainbow Dash —señaló a una yegua de color celeste con la crin multicolor, que le estaba mirando de forma traviesa y desafiante, mientras se mantenía suspendida en el aire, agitando lentamente sus alas—. Le encantan las carreras y superarse a sí misma… Y ella es Fluttershy —apuntó hacia Rarity, lo que hizo que Dragon se extrañara, aunque entonces advirtió que, detrás de ella, había una pegaso amarilla intentando ocultarse—. Le gustan los animales y, como habrás notado, es algo tímida.
—¡Hola, Dragon! —exclamó Rainbow Dash, pavoneándose—. Yo soy la encargada del tiempo en este lugar aunque, como bien ha dicho Twilight, me encanta hacer carreras, bien sobre la tierra o volando… Y no hay mejor atleta que yo en todo el pueblo.
Rainbow Dash es la pegaso más rápida de Ponyville. A menudo presume de su gran talento y de sus logros. Sin embargo, es una amiga muy leal, aunque es muy competitiva y, en algunas ocasiones, también holgazana. Su mayor sueño es llegar a formar parte de los Wonderbolts (un grupo de pegasos acrobáticos, a los que ella admira). Su Cutie Mark es una nube con un rayo.
—H-hola, D-Dragon —la amarillenta pegaso susurró—. Yo... yo soy Fluttershy... Parece... que estás... bien…
Fluttershy es una pegaso que ama a los animales y cuida de ellos. Es bastante tímida con los demás ponis y suele emplear un tono muy bajo al hablar. Su Cutie Mark son tres rosáceas mariposas.
—¡Ey! —exclamó el semental, dirigiéndose hacia Rainbow Dash—. No hace falta que te pongas tan chula conmigo. Con decir “Un placer conocerte” es más que suficiente —entonces cambió la expresión de su cara hasta adquirir un gesto amigable—. Hola, Fluttershy —dijo suavemente, mirando a la tímida pegaso—. No temas, no muerdo.
Entonces Dragon extendió su casco de forma amistosa hacia ella. Esta al principio se asustó pero, al ver que no pasaba nada, extendió su casco también, hasta llegar a rozar el del unicornio.
—Eso no mola... —Rainbow Dash estaba enfurruñada—. ¡Ya sé! —exclamó para sí misma—. Voy a gastarle una broma... Una que no olvidará…
Se dirigió hacia la fuente de ponche y, cogiendo una botellita de tabasco de una mesa cercana, lo vació dentro de la gran copa.
—Jejejé… —la pegaso celeste se rió por lo bajo, imaginando la escena que ocurriría en cuanto Dragon fuese a beber del ponche “especiado”.
—Uuuuf —estando con las demás, el semental resopló—. Tanto comer me ha dado muchísima sed. Estoy sediento.
—¿Por qué no tomas un poco de ponche, Dragon? —dijo Rainbow Dash, señalando la fuente a su lado.
—Muchas gracias, Rainbow —afirmó el blanco unicornio, acercándose a la mesa donde estaba la bebida—. Voy a beber un poco.
Una vez llegó, cogió un vaso, lo llenó y se lo bebió de un trago.
—¡¡Yummm que bue-…!! —pero Dragon no pudo terminar la frase, ya que un gran picor le empezó a recorrer toda la garganta hasta la boca—. ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!!! ¡¡¡¡QUEMAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!! —gritó exasperado, mientras empezó a correr por la zona central de la casa buscando desesperadamente agua, pues por su boca literalmente salía fuego.
Al no encontrar nada en la casa, salió de ella tan rápido como pudo, buscando un lago o un simple charco que calmase la picazón de su garganta. Todo el mundo se sorprendió, a excepción de Rainbow, que se carcajeaba sin parar.
—Ay, por Celestia… —expresó la pegaso, aún riéndose—. Pero cómo ha podido caer en una broma tan vieja.
—Eso no ha estado bien, Rainbow —riñó Applejack—. Esa broma ha sido de mal gusto y bastante descortés, teniendo en cuenta que la fiesta era para darle la bienvenida a Dragon.
—¡Oh, no! —Twilight abrió los ojos como platos—. Él aún no conoce Ponyville. Si se aleja demasiado, puede llegar a perderse. Voy a buscarle… Luego hablaré contigo sobre esto, Rainbow.
Mientras tanto, en las afueras de Ponyville, el unicornio seguía buscando un lugar idóneo para calmar el dolor.
—¡¡¡¡AGUAAAAAA AGUAAAAAAAAAA!!!! —chilló el pobre semental.
Finalmente encontró un lago en las afueras de Ponyville y galopó directamente hacia allí. Cuando llegó, hundió la cabeza entera en el agua para calmar su garganta. Alrededor de ésta salió, a la vez, humo y burbujas, señal inequívoca de que respiraba aliviado.