El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

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El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 17 Feb 2015, 12:36

Ésta es una historia que llevaba tiempo pensando, y que pensé que podría ser buena, con ello no quiero decir que no vaya a continuar con mi Fanfic MI NUEVA VIDA, es solo algo que me gustaría compartir con vosotros. Aún no tiene una portada, pero la trabajaré para dejaroosla bien presentable a vostros. Ésta no será una historia tan extensa como la que estoy trabajando, pero espero que os guste tanto como esta, sin más dilación, os presento mi nuevo fanfic... El principe del Tiempo y el Espacio
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Recuerdos del pasado
Esta historia es real, y lo sé por qué lo viví en primera persona, es una historia un poco larga, con un principio no muy agradable, pero es así como la princesa Luna me lo contó. Hace mucho tiempo, tras derrotar a Discord y encerrarlo en su cárcel de piedra, Equestria fue atacada por una gigantesca criatura que, con solo rugir, desataba tormentas y los vientos chillaban, aquel monstruo, era conocido como Leviatán.

En aquella misma época, Celestia había dado a luz a un joven heredero al trono, un pequeño bebé pegaso de pelaje tan blanco como los rayos del sol cuando rompen el alba, al que puso por nombre Helios Noble.

Tras derrotar a Leviatán después de una larga y dura batalla, la enorme criatura juró que algún día destruirá lo que la soberana de Equestria mas amaba en el mundo. Temiendo la seguridad de su bebé, Celestia se vio obligada a llevar a su hijo a otro mundo, en donde el tiempo corría de forma diferente al suyo. Celestia, con el corazón destrozada, nunca le dijo a nadie el paradero de su pequeño, guardó aquel secreto con celo temiendo de que algún día Leviatán pudiera volver a hacerle daño.

Luna nos contó que, tras su regreso al trono, Celestia desaparecía por unas horas sin dejar rastro, y que, cuando volvía, su rostro estaba empapado en lagrimas, sus ojos enrojecidos y la voz temblorosa, pero el motivo de ello era desconocido para todos... Hasta ahora.

Estábamos en los últimos días de un crudo y largo invierno, terminando de recogerlo en Ponyville, mi amiga, la princesa Twilight, se dirigía a Canterlot para dar el informe de la situación a la princesa Celestia. Una vez aterrizó en el balcón de palacio, se adentró a los aposento de su mentora, pero estos estaban vacíos.
- ¿Princesa Celestia? -preguntaba Twilight mientras la llamaba.

Pero no obtuvo respuesta inmediata. La puerta que daba al pasillo del palacio se abrió repentinamente, dejando asomar a la princesa Luna.
- ¿Princesa Twilight, que haces aquí? -preguntó asombrada la soberana de la noche.
-Venia a ver a la princesa. -respondió Twilight. -Venia a informarle sobre la situación en Ponyville y la recogida del invierno. ¿Dónde está?

Luna simplemente apartó la mirada apenada, cosa que tomó por sorpresa y llamó la curiosidad de la más joven de las princesas equestrianas.
-Hoy... Es un día especial para mi hermana. -respondió Luna.
- ¿Un día especial? ¿Es un día importante? ¿Por qué no lo ha dicho? -preguntaba Twilight sin parar.
-No puedo hablarte de ello, Twilight Sparkle. -fue la respuesta de Luna. -Es algo... Que prometí no contar jamás...

Aquella reacción sorprendió a Twilight, quien deseaba una respuesta más clara.

Mientras tanto, Celestia se encontraba en una de las habitaciones ocultas en lo mas profundo del castillo donde antes gobernase con su hermana. Frente a una mohosa y descuidada puerta de piedra, bajó lo que parecía ser una palanca provocando que la desgastada puerta se elevara poco a poco. Bajo una de sus enormes y temblorosas alas, parecía llevar un paquete que se agitaba a la vez del temblor.
-Mi querido Helios... -musitaba Celestia mientras se adentraba en la habitación.

El oscuro recinto solo era iluminado por la luz de un modesto móvil que colgaba de los más alto del cabezal de una cuna de madera, el cual, dejaba sonar una melancólica y hermosa melodía que invadía la mente de Celestia.

Dirigiendo su mirada a la cuna, recuerdos empezaban a brotar del corazón de la soberana, aquellos primeros días cuando los muros del castillo eran llenados de pequeñas y joviales risas infantiles, y de unos dulces pasos rápidos de un pequeño potrillo que jugueteba cerca de los cascos de su madre.

Derrumbada, Celestia se dejó caer rompiendo en llanto, un llanto que ahora invadía los muros de aquel pequeño e infantil recinto.
- ¡Sé que debía protegerte! -gritaba Celestia hecha un amasijo de dolor. - ¡No pasa ni un día sin que lamente el haberte abandonado! ¡Ojalá pudiera volver a verte una vez más!

Como si de un deseo cumplido se tratara, una tenue luz se hizo visible en un espejo de pared que se encontraba en lo mas apartado de la habitación, era un fulgor cálido que parecía calmar el corazón de la princesa, quien se aproximaba a aquel espejo.
-Recuerdo este espejo... -se decía Celestia a si misma. -Lo usé para poder ir a ese mundo... Pensé que lo había sellado, ¿por qué brilla?

Celestia extendió su casco hacia el cristal, y éste lo atravesó como si se tratase de una cortina de agua de una cascada. Asustada, Celestia apartó el casco de repente, mirándoselo por unos segundos nerviosa y confusa, pero la sensación era familiar,
-Conozco este sentimiento... -decía para sí misma. -Es el mismo que el de aquel día... Aquel calor... Aquella tristeza... Aquel llanto.

A la mente de Celestia venían imágenes de una tormentosa noche en un lugar muy lejano, sin apenas un ápice de magia, un aire más cargado y espeso y un reino lleno de edificios de piedra tan alto como los árboles. Aquella noche, Celestia se hallaba agotada cargando un pequeño cesto del cual emanaba un llanto de un bebé, la princesa, tomó a aquel bebé entre sus largas y finas extremidades, abrazándolo contra su pecho mientras sus alas los cubrían. Aquel bebé, mostraba en su costado un extraño antojo, parecido a un reloj de sol Con una sonrisa maternal y ojos lleno de lagrimas, Celestia acunaba a aquella criaturilla mientras canturreaba una dulce nana que poco a poco la destrozaba por dentro. Pero lo que acabó por romperla fue cuando aquella criatura le sujetó un mechón de su espeso y colorido cabello, soltando una feliz risa. Celestia dio un beso a su bebé en la frente diciéndole tras eso:
-Aunque no esté a tu lado, siempre estaré velando por ti, mi precioso rayo de sol... -musitaba con voz temblorosa. -Se feliz, crece y vuélvete un Pony guapísimo... Te añoraré cada día...

Celestia dejo al bebé en el cesto bien arropado para que no tuviera frío, junto a una nota. Tocó a la puerta donde se encontraban y se alejó volando, perdiéndose en la oscuridad mientras que el llanto del pequeño la destrozaba en el corazón.

Tras volver de sus recuerdos, Celestia volvió a mirar el espejo con nerviosismo.
-Si voy, podré verlo, pero... ¿Estaré dispuesta a verle sin intentar volver con él? -se preguntaba la soberana.

Tras un tiempo dudando de su inseguridad, Celestia se armó de valor corriendo hacia el espejo. Sentía como su cuerpo ardía y cambiaba, el dolor le invadía el cuerpo mientras atravesaba el espejo. Pero aquel dolor no duró mucho, Celestia cayó en lo que parecía ser un callejón entre cubos de basura, vestía una larga y blanca túnica que cubría su cuerpo, su cuerno había desaparecido y lo único que quedaba de su antigua ser, eran unas enormes alas blancas. Dio un par de jadeos mientras miraba al suelo, dolorida y con algunas náuseas debido a su transformación.
-No... No recordaba este dolor... Es intenso...

Cuando se recuperó, intentó ponerse de pie, pero sus nuevas patas le temblaban, así pues, intentando apoyarse contra la pared, empezó a enderezarse. Le costaba andar ya que, aunque no era la primera vez que se veía en ese cuerpo, si era la primera vez en mucho tiempo que volvía a tener aquel aspecto bípedo y con escaso pelaje.

Quejándose y respirando de forma entrecortada, Celestia batió sus enormes alas, levantando consigo una fuerte ventolera que salía del callejón como si de un pequeño torbellino se tratase. La princesa se elevaba por el estrecho callejón con dificultad, evitando ser vista y llegando hasta lo más alto de aquellos enormes edificios. Una vez alcanzó la cima del edificio, se apoyó en el suelo, tomando aire.

Como la otra vez, el aire de aquel mundo le pesaba al respirar, no era como el aire fresco de las montañas de Equestria, este era mas caliente y sucio, pero suficiente para recuperarla de las náuseas de la transformación.
-Éste aire... Tan sucio... No entiendo como este mundo puede sobrevivir, ni como sus habitantes pueden soportarlo. -decía Celestia en un pensamiento en voz alta.

Se asomó al borde del edificio, pudiendo ver a cientos de criaturas con el aspecto que ella poseía actualmente, admiraba como todos llevaban ropas que cubrían su piel, que ninguno poseía alas ni cuerno, y como usaban unos carruajes de metal para ir de un sitio a otro.
-Sin lugar a dudas, estoy en el lugar correcto. Helios, ¿dónde estará?

Celestia intentó hacer memoria de aquella noche, noche que para ella fue hace casi más de mil años, sabía que en ese tiempo las cosas podrían haber cambiado, pero, curiosamente, el lugar donde se encontraba no mostraba signos de haber pasado tanto tiempo. ¿Era posible que aquel mundo tuviera un tiempo diferente al de su reino? De ser así, era posible incluso que Helios no tuviera ni la edad de un niño ni la de un adulto.

La princesa estaba ansiosa por salir volando para ir a buscar a su pequeño, pero a plena luz del día podría llamar demasiado la atención, así pues, decidió esperar hasta que el el sol se pusiera.

Mientras tanto en un parque cercano, un joven que bestia una chaqueta roja, ocupaba un banco con unos cascos puestos a todo volumen, estaba tirando un puñado de migas a las palomas, quienes se acercaban a catar aquel manjar para ellas.
-Son como un rebaño de ovejas. -decía el joven. -Siempre acudiendo a quien les da de comer.

De pronto, algo llamó la atención del chico, una joven estaba siendo molestada por un grupo de chicos que no parecían mostrar buenas intenciones. Se quitó los cascos para estar atento a lo que ocurría.
- ¿Oye guapa, vienes mucho por aquí? -le preguntó uno de los chicos.
- ¿Y a ti que te importa? -respondió la joven. -Si no os importa, tengo mucha prisa.

Antes de poder marcharse, uno de los chicos la sujetó del brazo.
-Vamos, seguro que tienes un tiempo para nosotros.
- ¿¡Qué haces!? ¡Suéltame, rufián! -decía aquella chica de piel blanca y cabello bien peinado.
-Vaya, es una chica con carácter. -decía el último. -Cómo nos vamos a divertir.

Antes de que pudieran hacer nada, alguien tocó el hombre del último.
-Disculpa...
- ¿Que demonios quieres...?

Antes de poder terminar la frase, el joven de chaqueta roja le golpeó en la cara, dejando a aquel chico algo tonto. Los otros dos, soltaron a la chica e intentaron abalanzarse sobre el joven, pero este los lanzó sin mucha dificultad, arrojándolos al lado de su compañero. Muy enfadados, los tres muchachos se largaron para lamerse las heridas.
-Esto no quedará así. -dijo quien parecía el líder del grupo - ¡Nos hemos quedado con tu cara! ¡Ya ajustaremos cuentas!

Sin mediar más palabras, el joven de chaqueta roja se acercó a la chica, extendiendo su mano para ayudarla a levantarse.
¿Estás bien? -le preguntó.

Un poco desorientada, la chica tomó la mano del chico, quien tiró de ella con cuidado para levantarla.
-Si, lo estoy. -le respondió. -Muchas gracias por salvarme de esos rufianes, de no ser por ti, quien sabe lo que habría pasado.
-No es nada, no podía quedarme quieto y solo ver.

La chica esbozó una pequeña sonrisa bajo unos enormes ojos azules.
-Me llamo Rarity, ¿quién eres tu? -preguntaba aquella chica.

El chico vaciló un momento pero, tras esbozar una sonrisa, se lo dijo.
-Helios… me llamo Helios.
-Bien, señor Helios, ¿puedo invitarte a tomar algo? Es lo mínimo que puedo hacer por quien me ha salvado. -le decía Rarity tomándole una mano.

El chico, dudó.
-No sé si debería.
-Insisto.

Finalmente Rarity consiguió convencer a Helios de que fuera con ella a un conocido café de la zona muy cercana a los institutos, ahí, ambos estaban sentados con una taza de café para cada uno. Rarity quería mostrarse interesada en él.
-Dime, ¿vienes mucho por aquí?
-De hecho… no. -contestó. -Ésta es la primera vez que vengo por esta zona.
¿Ah si? ¿De dónde vienes?

Helios se quedó mirando a su taza de café durante unos segundos, tomándolo con ambas manos, dejando que el calor del mismo calentase sus manos.
-Si te soy sincero, no lo sé. -fue su respuesta.

Eso sorprendió un poco a Rarity.
-Pero por alguna extraña sensación, algo me dice que no debo estar aquí.
- ¿De qué hablas?
-Es algo que me pasa de pequeño. -explicaba. -Es… difícil de explicar.
-Querido, créeme, estoy curada de espanto. -le decía Rarity.

Helios tomó un sorbo a su café y comenzó a explicarle.
-Desde hace mucho tiempo, tengo unos extraños sueños en los que me veo a mi mismo de bebé. -comentaba. -En ellos, estoy con una mujer que viste una toga blanca, que parece muy cansada pero que aún así me sonríe sin dejar de llorar.

Rarity no supo que responder en ese momento.
-Vaya…
- ¡Je! Debes de pensar que estoy loco o algo parecido.
-Para nada. Por un lado me parece precioso, y por otro extraño. ¿Sabes quien puede ser esa mujer? -preguntaba Rarity mostrando interés.
-No. -fue la respuesta abrupta de Helios. -Y es algo que me atormenta.

La chica no supo que responder. Finalmente, Helios terminó de tomarse el café y se levantó.
-Muchas gracias por el café. -decía Helios.
-No ha sido nada, a ti por salvarme. -respondió Rarity.

Helios salió de la cafeteria y anduvo un poco por la calle, cuando de pronto, sintió un leve dolor en su costado acompañado de un leve calor.
- ¡Ah…! -decía mientras se llevaba la mano al costado. - ¿Qué ocurre ahora? Hacia años que no me molestaba el antojo.

A la misma vez, en Equestria, en lo más profundo de los mares que rodeaban el reino, una decrépita criatura comenzaba a despertarse sintiendo una extraña sensación.
-Este poder… -decía la vieja criatura. -Vaya Celestia… ¿Creías de verdad que no me daría cuenta de donde habías escondido a tu hijo? Pobre infeliz… No creas que no te lo haré pagar por derrotarme… tu hijo será el objetivo de mi furia.

La criatura tosió levemente.
-Maldita seas… aún estoy algo débil… no te confíes, niña… no hay lugar donde puedas esconderte…

Volviendo a donde se encontraba Celestia, la noche ya había llegado, momento justo que tomó para alzar el vuelo y comenzar a investigar. De pronto, notó como su Cutie Mark empezaba a emanar calor, una sensación extraña.
- ¿Qué es esto? -se preguntaba. -No recuerdo esta sensación.

Ese calor, acabó por extenderse hasta el corazón de Celestia, lo cual la dejó sin respiración y casi sin poder volar. La princesa jadeó de golpe, como si se hubiera llevado un gran susto, llevándose las manos al corazón.
-Pu… puedo sentirlo… ¿Helios? ¿Estás cerca?

Ansiosa, Celestia comenzó a volar por la ciudad, en busca de su pequeño. Parecía feliz, y a la vez asustada, pues no sabía si su hijo le reconocería.

Mientras tanto, Helios se encontraba en medio de la calle, con una mano sobre la cabeza, que le empezaba a taladrar en una lluvia de recuerdos, veía imágenes distorsionadas y fugaces, se veía muy pequeño, correteando entre lo que parecían ser cuatro largas piernas mientras oía una dulce risa por encima suya, que le llamaba con cariño diciendo: “Helios, ¿dónde está mi principito?… ¡Aquí..!”, decía la voz. Aquella voz se le hizo más clara, y un rostro se le hizo familiar, para Helios, era como la cara de un caballo, con un colorida y ondulante cabello y un enorme cuerno blanco, algo que desconcertó al joven, que solo podía oírse reír ante la imagen de aquel ser que le sonreía con dulzura.
- ¿Qué ha sido eso? -se preguntaba Helios. - ¿Principito? ¿Qué diablos es eso?

Era posible que ninguno de los dos supiera que estaban muy cerca el uno del otro, es posible que ni siquiera pudieran reconocerse con solo verse. El ansia de Celestia por encontrarlo, nublaba su mente, y Helios, simplemente no tenía ni idea de lo que estaba pasando por su cabeza, que eso que él pensaba que eran alucinaciones o sueños no eran más que eso, simples sueños o alucinaciones pero, tan reales, que pensaba que era recuerdos.
-Maldita sea, ¿qué es todo esto? -decía Helios mientras se apoyaba en una farola sujetándose el costado sintiendo cada vez más calor. -Dios… ¿por qué me arde cada vez más?

Intentó llegar hasta su casa, una pequeña y modesta casa que se encontraba al otro lado de la ciudad, pero su odisea se truncó, ya que, en mitad de su camino, se encontró a los chicos que molestaban a Rarity.
-Vaya, pero si es el súper héroe. -decía quien parecía el líder.
- ¿Qué queréis vosotros? -preguntó Helios jadeando.
-No creerías que nos íbamos a olvidar de ti por lo de antes, ¿verdad? -le respondía. -Vamos a pagarte por fastidiarnos la diversión.
-Solo sois unos macarras que queríais aprovecharos de una chica indefensa.
-¿Y qué tiene eso de malo? No era asunto tuyo. -decía sacando un cuchillo.

Esto sorprendió a Helios, quien dio un par de pasos hacia atrás.

A la vez, Celestia volvió a sentir un gran peso en su corazón, era una sensación de nerviosismo y de miedo. Sus ojos se abrieron de par en par y se giró hacia su espalda.
-Helios… ¡Está en peligro!

Celestia comenzó a volar hacia esa dirección todo lo rápido que pudo, intentando llegar a donde creía que Helios se encontraba. En ese mismo momento, Helios se sentía intimidado ante el cuchillo, en condiciones normales podría defenderse, pero se sentía muy cansado.
- ¿Qué pasa, no puedes defenderte ahora? -decía aquel chico entre carcajadas. -Vamos a divertirnos contigo.
Última edición por EdoNova el 28 Feb 2015, 00:30, editado 5 veces en total.
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por Nahyo » 17 Feb 2015, 14:43

Es una historia curiosa a la par que interesante. Ya estoy deseosa de leer el segundo capítulo, sigue así,

un saludo,

Nahyo.
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por EdoNova » 17 Feb 2015, 14:45

[quote="Nahyo";p=253764]Es una historia curiosa a la par que interesante. Ya estoy deseosa de leer el segundo capítulo, sigue así,

un saludo,

Nahyo.[/quote]

Muchas gracias por dejar el primer comentario :)
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por horwaith » 17 Feb 2015, 15:32

Buen comienzo, a ver como termina esta saga, porque el primer capítulo es buenísimo.
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por EdoNova » 17 Feb 2015, 15:34

[quote="horwaith";p=253783]Buen comienzo, a ver como termina esta saga, porque el primer capítulo es buenísimo.[/quote]

Saga? No es una saga, simplemente es otra historia a parte. Te ha parecido bueno?
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por Angelus-Y » 17 Feb 2015, 19:14

Acaba de decirte que es buenisimo XD
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por EdoNova » 17 Feb 2015, 20:16

[quote="Angelus-Y";p=253829]Acaba de decirte que es buenisimo XD[/quote]
La pregunta estaba mal formulada, quería decir que si de verdad le ha parecido bueno y por que, en mi opinión creo que es normalita.

Y tu qué Angelus? no das tu opinión?
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por McDohl » 17 Feb 2015, 21:22

No está mal, pero me recuerda mucho a cierto arco argumental del comic: el que Celestia se dedica a viajar a un mundo paralelo a visitar a otra versión del Rey Sombra.

Y a modo de crítica: el título resulta engañoso porque inevitablemente se me va la cabeza a pensar en viajeros (y viajeras) temporales y aventuras sacadas de Doctor Who :sisi1:
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por EdoNova » 17 Feb 2015, 21:26

[quote="McDohl";p=253851]No está mal, pero me recuerda mucho a cierto arco argumental del comic: el que Celestia se dedica a viajar a un mundo paralelo a visitar a otra versión del Rey Sombra.

Y a modo de crítica: el título resulta engañoso porque inevitablemente se me va la cabeza a pensar en viajeros (y viajeras) temporales y aventuras sacadas de Doctor Who :sisi1:[/quote]

Punto 1: No me basé en el comic en lo absoluto, el comic lo vi a principio de año, y esta idea la llevaba pensando desde septiembre del año pasado
Punto 2: No he visto ni tengo intención de ver Dr.Who, y el título viene dado al hijo de Celestia que introduzco en esta historia
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por Sr_Atomo » 17 Feb 2015, 22:27

Muy buen capítulo. Diferente, pero no por ello menos agradable. A la espera estoy de la continuación.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio

Mensaje por EdoNova » 17 Feb 2015, 22:30

[quote="Sr_Atomo";p=253883]Muy buen capítulo. Diferente, pero no por ello menos agradable. A la espera estoy de la continuación.[/quote]

Voy a dedicarle alguna noche para escribirlo, quisiera terminar la saga 2 y la saga 3 para continuar
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por Mishiro » 19 Feb 2015, 11:34

Bueno. Me parece que las escenas se suceden sin la suficiente distinción entre sí, pareciendo algunas un poco gratuitas... (La del Leviatán prometiendo venganza). Pero en general me ha parecido interesante y quiero seguir leyendo más.

Pero, eso sí, por si acaso, espero que no uses a la Luna humana de EG...porque...bueno...sobre palabras. :S
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 19 Feb 2015, 11:38

[quote="Mishiro";p=254097]Bueno. Me parece que las escenas se suceden sin la suficiente distinción entre sí, pareciendo algunas un poco gratuitas... (La del Leviatán prometiendo venganza). Pero en general me ha parecido interesante y quiero seguir leyendo más.

Pero, eso sí, por si acaso, espero que no uses a la Luna humana de EG...porque...bueno...sobre palabras. :S[/quote]

Aunque haya cogido elementos de EQG, no voy a usarlos todos... es el mundo humano, no quiero decir que vaya a meterlos a todos
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Re: El príncipe del Tiempo y el Espacio (Ponys & Humans)

Mensaje por EdoNova » 26 Feb 2015, 23:30

Ángel custodio


Helios se encontraba en un serio aprieto, amenazado por los tres chicos quien, el líder, portaba un cuchillo.
-Como nos vamos a divertir contigo... Te dije que nos las pagarías.

Helios gruñó levemente mientras se llevaba la mano al costado, que le ardía sin saber la causa.
-Maldita sea... Si no me doliera...
- ¿Qué farfullas? ¿Acaso tienes miedo?
-Hace mucho que deje de tener miedo.

Los tres rían con ganas ante la supuesta valentía del joven. Mientras tanto, Celestia sobre volaba las calles a toda prisa, intentando encontrar a Helios con desesperación, deseando encontrarlo.
- ¿Dónde? ¿Dónde estás, hijo? -decía en alto.

Cuando llegó a la callejuela en la que se encontraba Helios, Celestia empezó a sentir como su corazón ardía, a la vez, Helios también lo sentía, llevándose ambas manos al pecho y cayendo de rodillas mientras jadeaba.
-Suplicar por tu vida no va a servir de nada. -decía el chico mientras se acercaba con cuchillo n mano.

Sin poder moverse, Helios siguió arrodillado en el suelo mientras el otro preparaba el cuchillo. Justo antes de que se lo clavase en el costado, algo se interpuso y lo protegió, dejando que el cuchillo le atravesará el hombro. A la protección, se le acompañó un grito de dolor de una mujer, cuando quería darse cuenta, Helios se vio protegido por un abrazo y un par de alas que le cubría. Los tres chicos veían como aquella figura protegía a Helios con recelo, empezando a destaparse de entre sus enormes y blanquecinas alas, mostrando una mirada irascible en unos enormes ojos en blanco.
-Lar... Garos... -decía la mujer.
- ¿Qué haces, tía? -decía aquel joven que tenía antes el cuchillo.
-He dicho... ¡Largaros!

Las alas de la mujer se extendieron con fuerza de par en par, y una enorme ventolera salió de entre éstas, expulsado a los tres gamberros de la calle. Exhausta, Celestia cayó al suelo arrancándose el cuchillo del hombro, dejando que su sangre corriera por su brazo.
- ¡Señora! ¿Está bien? -le preguntó Helios.

Celestia alzó la vista hacia el chico sin dejar de jadear mientras se tapaba con la mano el hombro.
-S... Si... Estoy bien.

Helios se quitó la chaqueta y se la puso por encima, ayudándola a levantarse.
-Mi casa no esta muy lejos, ahí le trataré la herida. -decía Helios ayudándola a levantarse.
-Muchas gracias, te lo agradezco.

Helios la apoyó en él, y anduvieron durante un par de minutos hasta llegar a una casa un poco cochambrosa pero apta para vivir, el interior estaba ni ordenado ni muy desordenado, pero había alguna que otra prenda de ropa dejada por ahí. Helios la llevo a su habitación y la sentó en su cama, acto seguido, fue al baño a por el botiquín. No tardó ni dos minutos hasta que volvió con el cajetín en ambas manos, abriéndolo cerca de ella.
-Vamos a tratarle la herida. -le decía mientras le quitaba la chaqueta. -Vamos a...

Helios se quedó impresionado al ver que aquella tan fea de hace un momento se había cicatrizado, como si nunca le hubieran atravesado con semejante navaja.
- ¿Qué demonios...?

Celestia no respondió, simplemente apartó la mirada y se levantaba con esfuerzo, tambaleándose.
-Muchas gracias por intentarlo. -le decía. -Si no te importa, debo irme.
-Oiga señorita, no va a irse a ninguna parte, apenas se sostiene de pie, esta agotada.

Celestia le miró de reojo, dio un suspiro, y se dejó cuidar por el joven al que salvó.
-Supongo... Que puedo esperar un poco más.

Helios no sabia a lo que se refería, pero aún así sonrío.
-Puede tomarse un baño para relajarse si quiere. -le decía.
-Eres muy amable, aceptaré esa invitación. -le respondió Celestia.

La princesa se aproximó despacio, sintiéndose observada por Helios desde la cama. A su vez, Helios fue a prepararle algo caliente y una muda limpia para después.

En el baño, Celestia dejó caer la toga que la cubría mientras la bañera se iba llenando con el agua caliente que emanaba de la regadera de la misma, cuando esta se llenó lo suficiente, entró despacio, dejando que su cuerpo entrará en calor.

Mientras dejaba que el silencio del baño la relajaba, en su mente solo podía pensar en que su hijo estaba cerca, ¿pero dónde?
-Oh, Helios... Estoy cerca de ti, pero no sé donde estás... -se decía Celestia mientras dejaba caer un poco de agua sobre su cabello colorido. - ¿Qué aspecto tendrás después de ochocientos años? Aunque... Este mundo no parece que corra el mismo tiempo que Equestria... ¿Cuánto tiempo habrá pasado aquí?

Tras unos segundos de silencio, Celestia oyó que llamaban a la puerta del baño.
-Señorita, ¿está bien? -le preguntaba Helios desde el otro lado.
-Si joven, muchas gracias. -le decía. -Por cierto... Puedes llamarme Celestia.

Helios se extrañó levemente al oírla decir su nombre.
- ¿Celestia? Es un nombre raro, pero a la vez... Es bonito. -le respondió.

Celestia se sonrojó un poco.
-Gracias...
-Le he preparado algo de ropa, está al lado de la puerta, cuando usted quiera puedes ponérsela.
-Gracias de nuevo.

Celestia pudo oír los pasos de aquel joven alejándose de la puerta del baño. Sonrió levemente mientras se acariciaba el hombro, la herida ya no estaba, pero aún así, no pudo curar una hendidura que le había dejado aquel corte profundo.
- ¿Por qué me he sacrificado por ese joven? -se preguntaba. -Sentí a Helios muy cerca, y entonces...

La joven princesa recordó el momento en que se abalanzó hacia el joven para protegerlo.
- ¿Será que Helios estaba entre los tres que atacaron a aquel joven? -pensó. -No, no es posible, además, Helios tenía unos hermosos ojos, esos tres los tenían más bien... Oscuros. A él le brillaban con intensidad.

Celestia se levantó y batió sus alas para secarlas y, acto seguido, tomó una toalla, secándose el cuerpo y cubriéndose con ella. Al abrir la puerta, efectivamente, la ropa que le dijo el chico se encontraba tras la misma, era unos vaqueros algo viejos y una camiseta rasgada por la espalda, parecían unos cortes recientes.
- ¿Ha destrozado esta ropa para mi? -decía asombrada. -Es un joven atento, aunque un poco tonto...

Tras vestirse, Celestia salió de la habitación, nota o un olorcillo dulce y cálido que provenía del pasillo.
-Conozco ese olor... -decía olisqueando. -Es... Chocolate a la taza...

Celestia anduvo con cuidado y curiosa por el pasillo hasta llegar a la cocina, ahí, pudo ver al joven preparando el chocolate cuidadosamente.
-Tiene un buen olor. -decía Celestia sujeta al dintel de la puerta.
- ¡Oh! Veo que ya ha salido del baño. -le decía el joven. -Veo que mi vieja ropa le sienta bien.
-Gracias por adaptarla a mis alas. -decía Celestia mientras las batía suavemente.
-Celestia, no eres de por aquí, ¿verdad? -preguntó el chico mientras servia un tazón de chocolate con nubes a la princesa.

Celestia tomó asiento delicadamente y tomó entre sus manos el tazón, dejando que este la calentara.
-Así es... Es más, ni siquiera soy de éste mundo. -le explicaba.
-Ya me extrañaba, no es normal ver a muchas mujeres con alas por aquí. -le respondió.

Celestia dio una pequeña carcajada ante su comentario.
-Pero tampoco es la primera vez que estoy en este mundo. -comentaba mientras acercaba la taza a sus labios.
- ¿No es su primera visita?
-Así es. -respondió Celestia tras dar un prolongado sorbo al chocolate. -Hace mucho tiempo estuve aquí, pero no fue por gusto, si no por necesidad.

El joven no quiso hurgar en la herida, así que dejo de preguntar intimidades a Celestia.
-Si lo deseas, puedo ayudarla en lo que desees.
-Has hecho suficiente por mi. -le dijo con una pequeña sonrisa. -No quiero parecer que me aprovecho de tu generosidad.
-Mis padres me criaron para ayudar a los demás. -le respondió.
-Por cierto, ¿tus padres no dirán nada si tienes a una chica en casa?

El joven cayó de repente, aquel silencio sepulcral y de sopetón la sorprendió.
-Hace casi seis años que perdí a mis padres. -le respondió serenamente.
-Oh... Lo... Lo siento, no tenía ni idea.

El joven se levantó y tomó una foto de su bolsillo, en ella, estaba junto a una pareja de personas de una edad muy avanzada.
-Lo cierto... Es que no importa... -decía el joven tratando de hacerse el fuerte.
- ¿Que no importa? -dijo Celestia levemente sorprendida.
-Me enseñaron todo lo que sé, cocinar, limpiar, ordenar, a cuidar de mis amigos y de la gente que lo merece.

La impresión de Celestia cambió de pronto a empatía, pero le seguía sorprendiendo una cosa.
-Joven, ¿tus padres no son demasiado mayores como para haber tenido un hijo tan joven como tu?
-Eso es por que no sin mis verdaderos padres. -le dijo. -Soy un niño dado en adopción. Parece ser que una noche, hace casi veinte años ya, estaba delante de su puerta, en un cesto envuelto en mantas.

Eso si impresionó con fuerza a Celestia.
- ¿Hace veinte años?
-Así es. -respondió nuevamente el joven. -Me dijeron que no sabia como llegué ahí, solo me dijeron que al llegar, iluminé sus vidas.

Celestia escucha con atención aquella historia.
-No sé nada en absoluto de mi pasado, pero les agradezco por haberme criado.

Celestia sonrió ante su historia.
-Les entiendo. -dijo. -Yo una vez tuve un hijo.
- ¿Tuvo un hijo?

Celestia asintió.
-Era un bebé monísimo... Siempre estaba correteando entre mis patas y llenaba mi hogar de risas, todos le querían.
- ¿Qué fue de él?

Celestia guardó unos segundos de silencio algo dolorida.
-No puedo decirlo.
-Comprendo, lamento haber preguntado.
-No te preocupes, no lo sabías... Era normal. -concluyó Celestia. -Pero debía alejarle de mi.
- ¿Cuánto tiempo hace de ello? -preguntó el joven.
-Hace casi ochocientos años.
- ¡¿Ocho... Cientos años?! -dijo el joven sorprendido. - ¿Qué edad tienes, Celestia?
-Una dama no debe hablar nunca de su edad, pero tengo más de mil quinientos años.

El joven se quedó sin habla ante la confesión de Celestia. Intentando cambiar de tema, se levanto de la mesa.
-Bueno, ¿quiere unas galletas con el chocolate?
-Me encantaría. -respondió Celestia sonriendo.

Helios alzó el brazo hasta una despensa en la que habían galletas y algunos botes de comida en conserva. Se prolongó para alcanzar el paquete de galletas del fondo, sin percatarse de que un bote de pimientos pendía del borde de la despensa. Helios tiró del paquete, tirando el bote contra el pollo de forma accidental, golpeando el mango de un cuchillo que había cerca y provocando que saliera disparado por la cocina, callando al otro lado, pero no sin llévese un buen corte en el costado.
- ¡Ah! -quejaba el joven llevándose la mano al costado.
- ¡¿Estás bien?! -dijo Celestia levantándose rápidamente y aproximándose al joven.
-Si... Tiene gracia... Me salvaste de una navaja, y voy y me araño con un cuchillo.

Celestia le sentó en la silla.
-Déjame ver el corte. -le dijo.
-No es necesario. -le decía el chico.
-No sabemos si se puede infectar, deja que te cure. -decía Celestia mientras le levantaba la camiseta.

En cuanto levantó lo suficiente le camiseta del joven, Celestia no pudo evitar sorprenderse y dar pasos hacia atrás como si algo le hubiera aterrado.
-No creo que el corte sea tan serio. -comentaba el chico.

Dirigió la mirada hacia Celestia, era sorprendente, estaba temblando de miedo, su cuerpo, sus alas... Parecía una hoja temblando al viento.
- ¿Está bien?

Celestia tardó en responder.
-Esa marca... -decía con la voz entrecortada.
-Oh, es de nacimiento, sé que no es bonito. -le contestaba. -Nunca me ha gustado, pero no creo tampoco que sea desagradable.
-No... Esa marca... Es la misma que él tenía. -decía Celestia con falta de aire en sus palabras.
- ¿Él? -preguntó el joven extrañado.

Nerviosa, Celestia se le acercó, las manos le temblaban igual que sus piernas cayendo de rodillas frente al chico, extendiendo una mano a su rostro y mirándole detenidamente a los ojos.
-O... ¿Ocurre algo? -preguntó el chico extrañado ante la reacción de Celestia.
- ¿Cómo te llamas? -le preguntó.
- ¿Qué?
- ¿Cómo te llamas? -repitió. -Por favor, dímelo.
- ¿A qué viene esto? ¡¿Por qué actúas de forma tan rara ahora?!
- ¡Te los suplico, dímelo por favor!
- ¡Helios, me llamo Helios! -gritó el joven

Al oír el nombre, rápidamente Celestia se llevó las manos a la boca y al corazón, dando nuevamente temblorosos pasos hacia atrás mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Cuando Helios recuperó la compostura, se levantó de la silla tapándose la herida con la mano.
- ¿Se puede saber que le pasa tan de repente? -exigía Helios. -Hace nada estaba bien, y ahora...

Celestia se llevó las manos a la cara, rompiendo a llorar sin control, su cara, inmediatamente quedó empapada en sus lagrimas que corrían como torrentes.
- ¿Celestia? ¿Estás bien, que te ocurre?

Celestia no podía responder, solo lloraba y lloraba sin control alguno.
-Helios... -musitaba la princesa mientras se encogía sobre su cuerpo.
-Dime.
- ¿Sabes cómo llegaste a manos de aquella pareja?
- ¿A estas alturas realmente importa? -le respondió.
- ¿De verdad no te acuerdas? -le volvió a preguntar Celestia.

Helios empezaba a molestarse ante aquella extraña y repentina insistencia.
- ¿Acordarme de qué? -preguntó mientras se alejaba un poco.
-Era una noche de tormenta... -empezó a explicar Celestia. -Yo sostenía a un pequeño bebé entre mis patas mientras mi corazón se quebraba a cada segundo que pasaba. Me horrorizaba y atormentaba la idea de abandonarlo en éste mundo... Pero debía hacerlo para protegerlo.
- ¿Que tiene que ver eso ahora? -preguntó el chico cada vez mas molesto. - ¡¿Qué quieres decirme con todo esto?!

Levantando la cabeza poco a poco, y con los ojos inundados en lágrimas, Celestia comenzó a canturrear una nana. Las notas que salían de esos labios impactaron como una flecha en los recuerdos de Helios, poco a poco, era como si su mente recordara a Celestia de hace mucho tiempo. Sus labios comenzaron a temblar mientras que parecía que de los mismos no pudiera pronunciar ni una sola palabra.
-No... No es verdad... ¿Quién eres?

Celestia se intentó levantar con esfuerzo mientras su cuerpo temblaba, llevándose una mano al corazón.
-Helios... Soy la madre que tuvo que abandonarte.

Helios volvió a dar pasos torpes hacia atrás, intentando alejarse de Celestia.
-Aléjate de mi. -le dijo.

Aquellas palabras sentaron como una puñalada en el corazón de Celestia, quien intentaba acercarse él extendiendo su otra mano.
-Helios, por favor...
- ¡Qué te alejes, no quiero verte! -le respondía. - ¡Eres una desconocida para mi!
-No Helios, si me dejaras explicarte...
- ¡No hay nada que explicar! -le volvió a gritar. - ¡No quiero verte!
-Helios, te lo suplico, yo...

Sin querer escucharla, Helios salió de la casa a la vez que un relámpago cruzaba el cielo nocturno y, poco a poco, la lluvia comenzaba a caer por la calle. Celestia quiso seguirle, pero las palabras que Helios le había lanzado le dolían de verdad.
-Helios... Si supieras toda la historia...

El joven, anduvo todo lo rápido que podía mientras gruñía y la lluvia le empapaba por completo, era tal la frustración que en aquel momento le carcomía por dentro, que no prestaba especial atención a su alrededor.
- ¡¿Por qué?! -gritaba por la calle. - ¡¿Por qué ahora?! ¡¿Por qué tras veinte años?!

Helios comenzó a dar patadas a las bolsas y latas que encontraba por el camino, estampándolas contra las farolas y los muros mientras los rayos surcaban el cielo.
- ¡¿Por qué me abandonaste?! ¡¿A caso no me querías?! ¡¿No era el hijo que querías?! -gritaba lleno de frustración. - ¡¿Por qué lo hiciste?! -dijo dándole un puñetazo al muro, consiguiendo que de su mano emanase algo de sangre por el impacto.

Helios comenzó a jadear tras gritar durante tanto rato, pero no conseguía calmarse, ni mucho menos.
- ¿Por qué...? -volvió a preguntarse.

Tras desahogarse levemente, Helios continuó su camino por la calle, pasando por los pasos de peatones sin prestar especial atención a si algún coche pasaba, mientras que en su mente no desaparecía la imagen de Celestia, cosa que le provocaba un cierto desprecio.
-Maldita sea... -decía mientras su cabeza quedaba empapada por la lluvia. -Ojalá nunca me la hubiera encontrado.

Al cruzar el siguiente paso de peatones, no se percató de que un camión empezaba a aproximarse, ya era tarde, Helios estaba ya a la mitad del cruce cuando quiso darse cuenta, y no supo cómo reaccionar, pensó por un momento si así iba a acabar, abandonando el mundo entre rabia y frustración. Aceptando su inminente destino, Helios se dejó llevar por la situación.

Antes de que el camión le alcanzase, alguien embistió contra él, alejándole del camión. De pronto, se encontró acomodado en algo cálido que empezaba a rozarse contra el suelo hasta llegar a un muro, donde se detuvo.

Aquella cosa no le soltaba, lo abrazaba con fuerza, parecía no querer soltarle. Cuando consiguió zafarse del fuerte abrazo, pudo ver que se hallaba sobre un cuerpo femenino, alzó la vista, y pudo ver a Celestia. Se encontraba desmayada y en un estado deplorable, sus enormes y blanquecinas alas ahora estaban llenas de rasguños y sucias, y de su cabeza emanaba un pequeño hilo de sangre. Al verla así, Helios entró en pánico.
-Oh no... Celestia... ¡Celestia, dime algo, por favor!

Con esfuerzo, Celestia abrió los ojos teniendo una borrosa imagen de Helios, quien la miraba nervioso. Pudo notar como le temblaban las manos en sus hombros, notando el calor de estas. En respuesta, la princesa esbozó una débil sonrisa.
- ¿Estás bien? -le dijo sin dejar de sonreír.
- ¿Que si estoy bien? ¡¿Pero tu estás loca?! -le respondió. - ¡¿Por qué te has lanzado?!

Con esfuerzo, Celestia quiso responderle.
-Una madre siempre se sacrifica por sus hijos... -respondía con esfuerzo mientras intentaba batir las alas doloridas. -Aunque éstos la odien, no dejaran jamás de dar hasta su vida por ellos...

Helios comenzaba a arrepentirse de todo lo que le dijo en ese momento.
- ¡Oye, por favor, vamos a casa, te volveré a cuidar, te daré otro baño si quieres, pero por favor, no te quedes aquí! -le decía lleno de preocupación.

Con un poco de esfuerzo, Helios la cargó en su espalda, cosa que sorprendió a Celestia mientras que el joven le cargaba sin apenas esfuerzo, trotando levemente bajo la lluvia.

Podía oírle jadear mientras corría a la casa, en cierto modo se sentía avergonzada, ella era quien debía cuidarlo y cargarlo cuando él era pequeño, pero ahora, era Helios quien debía cargarla sobre su espalda.

Al llegar a casa, Helios la dejó con cuidado sobre el sofá, hiendo rápidamente a por el botiquín. Enorgullecida por él, Celestia esbozaba una sonrisa mientras sus ojos se cerraban de cansancio. Al volver, Helios sacó el bote de alcohol y un gran pedazo de algodón, apartó ligeramente el cabello de Celestia para tratar la herida de la cabeza, pero para su sorpresa, esta empezaba a cerrarse, dejando de emanar la sangre.
-Claro... ¡Es que soy tonto! -dijo. -Puedes recuperarte rápidamente.

Cuando quiso darse cuenta, pudo percatarse de que Celestia se había quedado dormida profundamente, ante ello, Helios se quitó la chaqueta y la extendió sobre ella, tapándola para que no cogiera frío.
-Buenas noches, Celestia.

A la mañana siguiente, Celestia despertó sobre el sofá de la casa de Helios, recordó de inmediato todo lo del día anterior y miró a su alrededor.
-Ya recuerdo... -dijo esbozando una sonrisa. -Helios, ¿dónde está?

Al segundo pudo escuchar un repentino y fugaz sonido de una campanita proceder de la cocina, se acercó a ella, y le pudo ver preparando unas tazas de leche caliente. Al darse la vuelta, Helios pudo verla de pie bajo el umbral de la puerta, sus heridas estaban sanadas, pero sus alas seguían sucias y descuidadas.
-Buenos días. -le dijo Helios.
-Buenos días.
-He preparado un café con leche, pensé que lo necesitarías tras lo de anoche. -le dijo.
-Muchas gracias. -respondió Celestia entrando despacio a la cocina.

Al tomar asiento, el silencio volvió a invadir el lugar, era incómodo para los dos.
-Sé que debes de tener muchas preguntas. -decía Celestia rompiendo el silencio.
-Ahora no es el momento. -le respondió. -Desayuna primero, luego limpiaré y cepillaré tus alas.

Celestia no pudo responderle, simplemente le tomó la palabra y comenzó a desayunar tranquilamente a la vez que Helios, sin dirigirse demasiado las miradas.

Tras el desayuno, Helios dispuso una palangana con agua bajo las alas de Celestia, comenzando a pasar sobre ellas una esponja enjabonada, limpiando con cuidado sus alas. La suciedad de las mismas, poco a poco empezaba a desaparecer, recuperando el brillo natural de las mismas.
-Mira como las has dejado. -le decía Helios. -Están hechas un desastre.
-Es irónico que un hijo llame la atención a su madre. -decía Celestia tras una leve carcajada.

Tras limpiarlas, Helios secó con cuidado las alas, procurando no hacerle daño. Tras ello, tomó un cepillo y comenzó a acicalar las plumas con cuidado. Celestia mantuvo la cabeza baja mientras sonreía.
-Eres bueno en esto. -le dijo.
-De vez en cuando le cepillaba el pelo a mi madre. -le dijo.

Celestia suspiró sin perder la sonrisa.
- ¿Por qué me abandonaste? -le preguntó Helios.

Aquella pregunta cortó la respiración de Celestia, apretando los puños sobre sus piernas.
-Yo... -intentaba decir la princesa. -Yo... Tuve que hacerlo para protegerte.
- ¿Protegerme de que?

Celestia no supo que responderle al joven Helios. Era una situación muy delicada.
-Soy una princesa, mi deber era velar por la seguridad de todos mis súbditos. -le respondió. -Eso te incluía a ti.

La respuesta de que era una princesa, tomó por sorpresa a Helios, pero evidentemente no era la respuesta que quería.
-Eso no responde a mi pregunta. -le dijo.
-Tienes razón. -volvió a pronunciar Celestia muy a su pesar. -Hace ochocientos años, en nuestro reino apareció una enorme criatura cuyo rugido despertaba enormes tempestades. -explicaba. -Se hacía llamar Leviatán, y amenazaba con destruir el Reino que yo y mi hermana gobernábamos si no accedíamos a sus demandas.

Helios escuchaba atento.
-Durante ese periodo, naciste tu, eras tan pequeño... Tu pelaje era brillante, y tenias una risa encantadora y contagiosa, llenabas las paredes del palacio con esa dulce risa mientras correteabas. Juré que debía protegerte para que esa risa no desapareciera.

Más preguntas invadían la mente de Helios.
-Cuando finalmente derrotamos a Leviatán lanzó una última amenaza. -decía Celestia tomando aire. -Dijo que destruiría lo que más amaba... Tu.

Al oírlo, Helios soltó de golpe el cepillo, dejando que calera dentro de la palangana. Durante unos minutos no dijo nada, finalmente, lo que hizo fue tomar una silla y sentarse frente a Celestia, echándose hacia delante mientras intentaba asimilar toda la información. Otra pregunta le vino a la mente.
- ¿Quién es mi padre?
-Tu padre fue un capitán de la guardia real, se llamaba Quasar, era un pegaso muy valiente...
- ¡Alto, espera! -le dijo. -Necesito asimilarlo, ¿Leviatán? ¿Pegaso? ¿Qué es esto, una loca historia de una niña de ocho años?

Celestia parecía extrañada.
-Ahora me dirás que ésta no es tu verdadera forma y que eres un unicornio, o algo así.
-En realidad soy un alicornio.

Helios se quedó sin palabra.
-Espera... ¿De dónde eres?
-Somos... -le corrigió. -Somos de un reino llamado Equestria. -dijo. -Y tu eres mi hijo y heredero al trono, eres Helios Noble, mi príncipe.

Nuevamente se hizo el silencio.
-Bueno, vamos a ver... Punto uno, resulta que soy un príncipe, de lo cual no tenía constancia. Punto dos, tuviste que abandonarme para protegerme de una amenaza de muerte. Punto tres, ni siquiera soy humano, soy un caballo.
-Un pegaso.
-Ya... Un pegaso...

Helios no pudo contener la risa.
- ¿Te das cuenta de la locura que suena eso? -le decía.
-Supongo que tras tanto tiempo era normal que olvidaras todo. -dijo Celestia. -Es normal, apenas tenias un mes cuando tuve que abandonarte.
- ¿Y por qué no me ocultaste en tu reino... Equestria? -le preguntó.
-Leviatán podría haberte localizado. -le respondió nuevamente la princesa. -No era seguro.
-Y si lo era llevarme a este mundo. -contestó Helios con reproche.

Se pasó la mano por la nuca y resopló.
-Una ultima cosa más, pasaron veinte años, ¿por qué no podías venir a verme?
-Simplemente no podía. -le respondió. -Intenté varias veces llegar hacia ti, pero el portal que conectaba este mundo con el nuestro me lo impedía, aún desconozco la razón por la que me ha permitido volver a por ti.

Celestia se apartó un poco el pelo de la cara, mientras intentaba alzar la vista hacia Helios.
-Entiendo que estas disgustado conmigo. -volvió a decirle. -No he sido una buena madre para ti, ni siquiera he tenido la oportunidad de serlo.

Helios la miraba mientras recitaba aquellas palabras.
-Me he perdido tanto de ti... Tu primera palabra, tu primer diente, tu crecimiento... Todo... Ahora eres todo un semental.
-Hombre. -le corrigió Helios. -Soy un hombre.

Le dio la espalda.
-Helios, tienes la oportunidad de volver a casa. A tu verdadera casa.
-Yo ya estoy en casa, Celestia. -le dijo. - ¿De verdad esperas aparecer sin más tras tanto tiempo y que vuelva contigo a tu mundo de arco iris y fantasía?
- ¿Fantasía? -dijo Celestia asombrada. -Mi mundo es tan real como este. Eres un príncipe.
- ¡Solo soy un chico normal! -le respondió. - ¡¿Esperas de verdad que vuelva contigo solo por lo que me has contado?! ¡Lamento decirte lo así Celestia, pero así es la vida!

Tras esas palabras, Helios volvió a apartar la vista de quien decía ser su madre. A los pocos segundos, Celestia se levantó de la silla y tomó a Helios, dirigiendo su vista hacia él para, acto seguido, abrazarle fuertemente contra ella. Helios entró el shock al sentir el abrazo de Celestia, como le aplastaba contra su pecho, y el calor que ella desprendía. Era como estar una tarde bajo el sol.
-No tengo perdón, Helios. -le dijo. -Es verdad que no puedo convencerte, pero lo que te digo es real.

Helios no respondía, simplemente se dejo abrazar mientras entrecortaba su mirada.
-Año tras año... Durante ocho siglos... Las lagrimas que he derramado son todo cuanto tengo como prueba para demostrarte lo mucho que deseaba que volvieras a mi lado, pero solo lo hice para protegerte... Entenderé que no quieras volver a Equestria conmigo... Pero siempre tendrás a alguien en nuestro mundo que deseará que vuelvas.

Dicho esto, Celestia soltó a Helios de su abrazo, quien aún mantenía la vista a un lado y con la semejanza de un muñeco de trapo inexpresivo.
-Hasta siempre, Helios.

La princesa se dio la vuelta para salir de la cocina, pero en ese momento, algo tomó su mano. Con sorpresa, Celestia se giró, y lo que pudo ver, fue a Helios sujetándole la mano con fuerza, cosa que no esperaba.
-Iré. -decía Helios.
- ¿Qué? -decía Celestia sin salir de su asombro.
-Quieres que me crea tu historia, ¿verdad? Pues llévame contigo.

Celestia dudó.
-No sé si debería. -le dijo.
-Tu misma lo has dicho, ¿no? Tu deber es velar por la seguridad de todos. Si me pasa algo, tomarás responsabilidades.

Había convicción en aquellas palabras, una convicción que Celestia no podía ignorar.
- ¿Estás seguro? -le preguntó. -No es seguro de que puedas volver aquí.

Ahí fue cuando Helios dudó.
-Da igual, buscaré la forma.

Por una parte, Celestia estaba alegre, cosa que no podía disimular en su rostro, pero por otra, aun le carcomía la amenaza lanzada hace tanto tiempo.
-Esta bien, te llevaré a Equestria: mi hogar, y el tuyo.
Última edición por EdoNova el 28 Feb 2015, 00:30, editado 1 vez en total.
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