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Desolate Street
Parte 2
Deambuló por el pueblo durante un rato hasta parar frente a la fachada de una tienda. El logotipo de la tienda decía: “Risas enlatadas" ”. El nombre de la tienda era extraño, al igual que su fachada multicolor, a la que alguien había pegado guirnaldas, serpentinas, y globos. Buscando un poco de lógica en esa tienda. Se quitó las cinchas del carro, dejándolo junto a la entrada de la tienda, y entró. Una vez dentro entendió el nombre y la fachada, era una tienda de artículos de broma. Se sorprendió al ver a la maga del puesto en la calle que antes vio rebuscando en una caja de una estantería.
-El truco de antes fue intrigante, me sorprendió mucho, la verdad –le dijo Blanca, y la maga giró la cabeza para mirarla, con una radiante sonrisa.
-Me alegra oír eso, porque los ponis de este pueblo no se contentas con simples juegos de cartas, así que uno tiene que hacer lo imposible para sorprenderles –agradeció la maga. –Tú eras la dueña del objeto, ¿verdad? –Blanca asintió. –A mí me conocen por aquí como Fliphity Flash, pero en realidad me llamo Flisy Fann –se presentó la maga.
-Encantada, yo soy Blanca –dijo la blanquecina pegaso mientras Flisy guardaba un tarro de uvas pintadas como si fuesen ojos en una cesta que cargaba en el lomo.
Ambas ponis se acercaron a un mostrador sobre el cual había cestas como la de la maga y una caja registradora.
-¡¡¡Hola, holita!!! –las saludó una unicornio de crines rojas, pelaje anaranjado, y ojos marrones. -¿Qué broma queréis gastar?
Blanca se fijó en que la unicornio llevaba una placa con su nombre en el pecho, la cual, floreada y radiante de purpurina, decía: “Hi I’m: Ranya".
-Quería comprar esto –respondió la maga, dejando sobre el mostrador el tarro de uvas pintadas, y colocando la cesta en el montón de cestas.
-Son… ¡¡¡Tres fiestas!!! –dijo la unicornio.
-Sí, vale, ahora dinos el dinero que de verdad vale –apremió Flisy.
-Vale, vale, cuesta tres bits, aguafiestas –respondió Ranya, con cara de aburrimiento.
-Perfecto, aquí tienes –dijo Flisy, entregando el dinero a la unicornio y guardando el tarro en un zurrón que llevaba.
Tanto Blanca como la maga salieron poco después por la puerta de la tienda.
-Una cosa… Si no he intuido mal, eres nueva en Desolate Street –inquirió Flisy, ante el gesto interrogante de la pegaso. –El pueblo –Blanca asintió. -¿Y qué te parece si te lo enseño?
-Sería una buena idea –respondió la blanquecina pegaso, sonriente.
Blanca se colocó de nuevo las cinchas de su carro y emprendieron la marcha encabezada por la maga. Durante un rato, fueron de aquí para allá, mientras Flisy le explicaba a la pegaso del carro quien o que había en cada edificio.
-Y por último pero no por eso menos importante… -comenzó a explicar la maga. -¡La casa del consejo! Aunque también hay una granja algo alejada cuyos campos se extienden hasta aquí, pero no la consideramos parte del pueblo.
-¿Casa del consejo? –preguntó Blanca. -¿Qué quieres decir con eso?
-Verás, es que este es un pueblo tan pequeño que en lugar de tener un alcalde o alcaldesa tenemos un consejo de varios ponis que toman las decisiones más importantes –respondió Flisy.
-¿Y quiénes forman el consejo? –preguntó la blanquecina pegaso.
-Pues… Está la joyera; Crystal Yara… El jefe minero; Strong Rock… Luego está la granjera; Apple Sugar… Y por último pero no por eso menos importante… Está un enviado de no sé quien de la alta sociedad, desde no sé dónde; Golden Hair –explicó la maga.
-Entiendo… Mira, parece que sale alguien –comentó Blanca al ver salir a una poni de crines rojas recogidas en dos trenzas, de pelaje azulado, y ojos color crema, con un sombrero de paja.
-Ah, ella es Apple Sugar, y es una de las mejores ponis que he conocido nunca –explicó Flisy.
“Si no lo decía por eso”, pensó la blanquecina pegaso, sacando lateralmente la lengua.
-¡¡¡APPLE SUGAR!!! –gritó la maga.
La poni del sombrero miró hacia donde las dos estaban y se acercó, frotándose las orejas con un caso.
-¿Tienes que gritar tan alto todos los días? –preguntó Apple Sugar, evidentemente molesta.
-Es que quería presentarte a mi nueva amiga –respondió Flisy. –Blanca, ella es Apple Sugar, Apple Sugar, ella es Blanca.
-Encantada –dijo la poni del sombrero, extendiendo un casco para chocarlo con el de Blanca.
-Igualmente –dijo Blanca, chocando su casco con el de Apple Sugar.
-¿Y cuánto tiempo pasarás en Desolate Street? –preguntó la poni del sombrero.
-Pues la verdad es que no estoy segura, puede que me quede a vivir aquí –respondió la blanquecina pegaso. –Al fin y al cabo he hecho varias amigas, no sería justo irme dejándoos aquí.
-Eres una buena amiga –comentó Apple Sugar. –Vamos a comer, invito yo.
Como respuesta afirmativa, los estómagos de las tres amigas rugieron. Se echaron a reír y comenzaron a caminar en dirección al restaurante.
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Tanto Apple Sugar, como Blanca, y como Flisy Fann estaban sentadas a una mesa del restaurante.
-¿Y de dónde eres, Blanca? –preguntó la poni del sombrero.
-De Cloulsdale –respondió la blanquecina pegaso, mordiendo su muffin. -¿Y vosotras?
-Yo soy de aquí, de Desolate Street –explicó Flisy, mordiendo el muffin de Blanca, ante una mirada molesta de esta.
-Si no te importa, comete tu cupcake, no mi muffin –se quejó Blanca.
-Vale –dijo la maga, mordiendo su cupcake.
-Pues yo soy de Manehattan –replicó Apple Sugar, que se había quedado fuera de la conversación, y bebió un trago de su jugo de manzana.
-Ahora que lo pienso… ¿Tenéis algún hotel en el pueblo? –preguntó Blanca.
-¡Es verdad! Se me había olvidado, por desgracia no hay ninguno –respondió Flisy.
-Pero siempre podemos limpiar alguna casa medianamente decente para ella –replicó la poni del sombrero.
-Sería buena idea –observó la blanquecina pegaso.
-Pues cuando terminemos de comer buscaremos una casa adecuada –sentenció Apple Sugar, ante la sonrisa y el asentimiento de sus dos amigas.
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-Bien, creo que esta casa es idónea –comentó Blanca, cuando tanto Apple Sugar, como Flisy, como ella estaban frente a una casa de fachada rosada con espirales doradas alrededor de la puerta y de las ventanas.
-¿No era esta la casa de una tal Sugar Cream, la pastelera? –preguntó Apple Sugar.
-Sí, pero se marchó a vivir a otro pueblo junto con una unicornio llamada Dark Ghoust –respondió Flisy.
-Ah sí, es verdad, se fue con esa unicornio que se escondía en las sombras, daba miedo –rememoró la poni del sombrero.
-Entonces, ¿entramos o no? –inquirió la blanquecina pegaso.
-Por supuesto –dijo Apple Sugar.
Blanca rodeó la casa y dejó su carro en el pequeño jardín de esta. No tardó en volver frente a la puerta principal junto a sus amigas. Flisy sacó una llave plateada de la maraña de hojas que, haciendo de planta, había en una maceta junto a la entrada de la casa. Dedicó una sonrisa a sus amigas y entraron las tres. La casa estaba prácticamente vacía, solo conservaba una cama sin colchón y unas cortinas con estampado de cupcakes en la misma habitación de la cama.
-No parece que vayamos a necesitar limpiar mucho, barremos un poco y ya –observó Apple Sugar. –Yo voy a ver si alguien quiere ayudar.
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Blanca estaba barriendo la casa y Flisy estaba limpiando las ventanas cuando Ranya entró por la puerta.
-¡¡¡Quiero ayudaros!!! –exclamó, levitando un colchón que traía y colocándolo en la cama del dormitorio.
-Perfecto –dijo Blanca, asomando la cabeza por la puerta que conectaba el dormitorio y el salón. –Puedes ayudar a barrer o amueblar un poco la casa, tú elijes.
-Creo que iré trayendo más cosas –eligió la unicornio saliendo por la puerta.
No pasó mucho rato hasta que Hannai entró por la puerta de la casa como un rayo y dejó un perchero junto a la puerta. Ante la sorpresa de Blanca y de Flisy, Yara entró también trayendo consigo unas sábanas para la cama, una almohada, dos sofás y un sillón.
-He convencido a estas dos a que nos ayuden –explicó Apple Sugar, entrando por la puerta.
Blanca agradeció que hubiesen venido y se quitó la capa, colgándola en el perchero. Le sorprendió ver que todas se habían quedado paradas, con los ojos abiertos como platos. La blanquecina pegaso se miró de arriba abajo, y una vez terminó se puso roja como un tomate, recordando porque llevaba la capa, y salió a toda velocidad del salón en el que estaban las demás.
-Oye, Hannai, ¿no se supone que las pegasos tienen dos alas? –preguntó Ranya que había vuelto a tiempo para ver lo sucedido.
-Eso se supone –respondió la potrilla, mientras Ranya entraba a la casa seguida por casi todos los habitantes del pueblo, que estaban dispuestos a ayudar.
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-¡¡¡BLANCA!!! –gritaban Apple Sugar, Flisy Fann, Crystal Yara, Splash Hannai, y Ranya. -¡¡¡Ya hemos terminado, puedes salir!!!
-¡¡¡Los demás se han ido ya!!! –continuó Yara.
-¡¡¡No nos importa si solo tienes una ala!!! –añadió Ranya.
-Bravo, ahora seguro que no sale –comentó Apple Sugar.
-¿No os burlareis? –preguntó la voz de Blanca.
Las allí presentes buscaron en vano la procedencia de la voz de su amiga.
-¿Y por qué íbamos a burlarnos? –preguntó Flisy.
-Porque es lo que hace todo el mundo –respondió la voz de Blanca.
-Pero nosotras somos tus amigas, no vamos a burlarnos de una amiga –replicó Apple Sugar.
-Yo sí –contradijo Hannai, y Yara le golpeó con el casco en la cabeza. –Digo… Yo tampoco.
-Está bien… -dijo Blanca, saliendo de entre las vigas del techo y cayendo al suelo.
-Espera un momento… ¿Cuándo has…? ¿Y cómo…? –Flisy no entendía apenas nada, pero no le dio importancia.
Las seis se fundieron en un cálido abrazo.
Fin chapter 1x01