Decisiones [Aventura] [Cap. 4 - Act. 18/2/16]

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Decisiones [Aventura] [Cap. 4 - Act. 18/2/16]

Mensaje por agu10_play » 06 Ago 2015, 03:27

Título: Decisiones

Edad Recomendada: +12

Género: Aventura

Sinopsis: Un pueblo devastado, un clan capturado, y un vengador dispuesto a dar la vida para salvarlo. Viajando más allá de las fronteras de su hogar hacía las lejanas tierras de Equestria, donde buscará respuestas, y donde hallará al único ser capaz de auxiliarlo en esta misión de rescate. ¿Que estarías dispuesto a sacrificar, para salvar lo que más amas?

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Capítulo 1 - Siguiendo sus pasos​
El silbido de la locomotora le arrancó sin miramientos del sueño en que se encontraba sumergido. Al abrir los ojos con sobresalto una ligera jaqueca le tomó por sorpresa, antes de cerrarlos nuevamente con objeto de descansar su vista.

El viento en contra refrescaba su rostro y agitaba sus cabellos al ingresar con fuerza moderada a través de la ventana abierta al interior del vagón en el cual se encontraban dos ponis aparte de él, platicando amenamente a varios asientos de distancia. Les dedicó una mirada rápida a estas últimas, dos yeguas terrestres, aparentemente madre e hija, antes de regresar su atención al paisaje exterior. El espacio verde se extendía prácticamente hasta donde llegaba la vista aquel cálido día de verano, con los rayos del sol alcanzando hasta el último rincón que no estuviera protegido bajo las hojas de un árbol. Aquella era una vista esplendorosa.

Tanteo con el casco su oreja derecha perforada, aun no acostumbrado al hecho de que el arete de oro que llevaba desde hacía tantos años ya no estuviera ahí, pues días antes lo había vendido a un comerciante para conseguir bits ecuestrianos con los que pagar su viaje. Aún así, en su cuello aún colgaba una cruz negra con una gran gema roja en el centro, una alhaja familiar de la cual no se desprendería mientras viviera, sin importar las circunstancias, pues la misma tenía un valor incalculable para el joven poni.

Su vista se centró en el cristal por un momento, apenas reconociendo al unicornio que le devolvía la mirada. Aquel semental de ojos ámbar, cabello dorado con un mechón naranja y manto amarillo, distaba mucho del que antaño solía ser; la reciente cicatriz en su mejilla izquierda era prueba fehaciente de ello.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando una potrilla de manto rosa, melena verde y ojos esmeralda le llamó amablemente a su lado.

—Oye, ¿Quieres unírtenos? ¡Tenemos frituras de manzana! -Invitó con una amplia sonrisa. El día anterior, las dos yeguas se habían dormido prácticamente al apenas subir al vagón, por lo cual era la primera vez que tenían oportunidad de cruzar palabra. Viendo que el mismo no tenía intenciones inmediatas de aceptar la propuesta, la equina mayor de manto amarillo y melena verde también habló.

—No hay problema, en serio. Tenemos de sobra. -Advirtió desde su asiento. La verdad era que hacía más de un día que el semental no probaba bocado, dado que sus reservas se habían agotado recientemente. Siendo así, resultaba difícil rechazar semejante ofrecimiento.

—De acuerdo. –Aceptó, encaminándose en compañía de la pequeña, sentándose frente a las ponis con un gran canasto cargado de aperitivos de por medio.

—Soy Apple Fritter, y esta pequeña de aquí es mi hija, Sweet Tooth.

—¡Mucho gusto!

—Blast Fire. Es un placer conocerlas. -Se presentó, mientras la pequeña le pasaba uno de los bocadillos, el cual levitó frente a él mediante el aura dorada que su cuerno emanaba.

—Lo mismo digo. Oye, no eres de por aquí. ¿Verdad?

—¿Por qué lo dice? -Se extrañó, antes de dar el primer mordisco.

—Tu acento, es bastante singular. -Replicó sonriente.

—He pasado mucho tiempo fuera de Equestria, por aquí y por allá. -Continuó, evasivo.

—Entonces, ¿Vienes de visita, o solo por trabajo?

—Vine a visitar a una vieja amiga, pero a decir verdad lo único que sé es que vive en Ponyville. Hace mucho que no nos vemos.

—¡Quizá podamos ayudarte! -Sugirió la pequeña, con cierta ilusión.- ¿De quién se trata?

—De una cebra. -Habló finalmente, esperando una mueca de sorpresa, antes de una respuesta negativa.- ¿Conocen alguna? -La potrilla permaneció pensativa por un momento, mientras la madre observaba con un asomo de sonrisa las expresiones faciales de la pequeña.

—Mmm… nop, ni idea. ¿Y tú, mami?

—Creo... creo haber visto a una cuando vinimos aquí el año pasado, comprando en los mercados. Quizá sea quien estás buscando. -Sugirió. Blast hizo un esfuerzo para no denotar sorpresa alguna; finalmente había dado con su objetivo.

—Disculpe la molestia, pero… ¿Sabe dónde puedo encontrarla?

—Lo siento, no sé donde vive. Pero si sé de alguien que podrá ayudarte; prácticamente conoce a todo el pueblo. Creo que trabaja en la pastelería, Sugarcube Corner. Está a tan solo unas calles de la estación de trenes.

—Muchas gracias.

—No hay de qué. -Aceptó, dirigiendo su mirada al exterior y encontrando que no faltaba mucho para arribar a destino.- Vaya, parece que llegaremos en un momento.

—¿Quieres que te acompañemos? -Preguntó la potrilla.

—Estaré bien. Agradezco su ayuda.

—¡Cuando quieras!

Gradualmente, la locomotora fue disminuyendo su velocidad hasta detenerse por completo. Un gran halo de vapor escapo de la misma y, al abrirse las puertas de los vagones, los tres ponis salieron de uno de ellos. Frente a los ojos del unicornio, se extendía el bello y colorido pueblo de Ponyville. Se trataba de un lugar bastante activo, pues así como había equinos en tierra, ya fuera trabajando o simplemente recorriendo las calles del pueblo, arriba los había otros con alas, surcando los cielos o despejando las nubes.

Blast se tomó un momento para observar esta actividad con particular interés. Equestria era el primer lugar donde había visto seres con la capacidad de manipular el clima a su antojo, moldeando las nubes de la manera que deseaban, o incluso forzándolas a precipitar. Él mismo había tenido la oportunidad de tocar las nubes con sus propios cascos, pero era incapaz de manipularlas de esa forma. ¿Se trataba acaso de una habilidad única para los ponis que poseían alas verdaderas?

—Disculpa, pero iremos a visitar a una amiga. ¿Seguro que podrás ubicarte solo? -Cuestionó la madre, con cierta duda. El unicornio respondió con una sonrisa.

—Estoy seguro. Gracias de nuevo.

—No hay porque. Si vuelves a Appleloosa algún día, ven a visitarnos. Vivimos prácticamente junto al huerto de manzanos, no tiene pérdida.

—Así lo haré. ¡Hasta luego!

—¡Adiós! ¡Buena suerte! –Se despidió la pequeña potrilla por ambas, mientras poco a poco se perdían entre la multitud.

Un instante después, el unicornio había comenzado a caminar en la dirección opuesta. No se trataba de un pueblo demasiado grande, por lo que no creía fuera difícil encontrar el camino hacia la pastelería, donde aquella poni probablemente podría ayudarle con su búsqueda.

En tanto, observaba con curiosidad y fascinación el comportamiento de los equinos a su alrededor. El funcionamiento de Ponyville no aparentaba ser muy distinto al de su pueblo de origen, pero la diferencia se volvía en extremo notoria cuando examinaba con más detenimiento las construcciones, tanto de viviendas como de comercios. Además, ver a otros unicornios como él en las calles, haciendo uso de la levitación para cargar con una gran variedad de objetos le producía una sensación extraña, pues durante mucho tiempo se había sentido único en su tierra natal gracias a aquella técnica.

A pesar de no haberse criado con los de su especie, el semental conocía perfectamente su idioma puesto que de potrillo su madre, que prácticamente había vivido la mayor parte de su juventud en Equestria, se encargó de enseñarle su lenguaje natal con el pretexto de que seguramente algún día le sería de gran ayuda; cuánta razón había tenido.

Por un momento consideró entrar en la biblioteca que había avistado unos metros atrás, con objeto de conocer al menos un poco sobre la cultura de su especie, pero esa idea abandono su mente en muy poco tiempo, pues aquel no era precisamente el momento adecuado para detenerse a leer.

Quizá de regreso, cuando todo esto termine. Ahora mismo debo encontrarla… -Pero sus pensamientos de vieron interrumpidos por la exclamación de una aguda voz que parecía venir detrás de él.

—¡Hola! ¿Eres nuevo por aquí?

El unicornio se volteó para encontrarse de lleno con el rostro de una joven yegua de pelaje y crin rosa, profundos ojos azules y con una marca en forma de tres globos coloridos, que llamaba su atención.

—Pues sí, lle-… -No alcanzó a terminar la frase antes de verse envuelto en los festejos de aquella poni que de verdad parecía alegrarse por su llegada, como si de un gran amigo o de su familia se tratase.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Esto es incredisuperduperespectacular! -Exclamó con gran alegría y una sonrisa de oreja a oreja mientras saltaba a su alrededor, quedando cara a cara con el desconocido al terminar.

—¿Eso… es una palabra? -Inquirió él con una ceja en alto, extrañado por su actitud.

—¡Claro que sí! ¡Porque acabas de llegar a Ponyville! ¡Uno de los lugares más lindos y pacíficos en toda Equestria! ¡Y me asegurare de que tengas el mejor recorrido turístico en la historia! ¡Te la pasaras en grande y seremos los mejores de los mejores amigos! ¡Te enseñare todo el pueblo y haremos una fiesta con todos mis amigos para darte una gran bienvenida! Apropósito, ¡Mi nombre es Pinkie! ¿Cuál es el tuyo? –Preguntó al unicornio, casi invadiendo su espacio personal.

—Mi nombre es Blast... Fire.

—¡Es un placer conocerte Blast… Fire! –Exclamó, haciendo énfasis en la pausa involuntaria del unicornio.- ¿En verdad puedes hacer “explosiones de fuego”? -Inquirió con curiosidad mientras dirigía su mirada a la marca del poni, siendo esta una estela de fuego con sus bordes grises.

—No exactamente. -Respondió, algo incómodo.

—¿Seguro? Bueno, ¡Sea lo que sea debe ser increíble! ¿Puedes enseñarme? Tengo una amiga llamada Twilight que también era unicornio como tú, ¡Aunque ahora también tiene alas! ¿No es increíble? Le encanta leer y sabe muchos hechizos, ¡De seguro puede enseñarte algunos! ¿A ti te gusta estudiar? Tienes cara de sabiondo. ¡Sin ofender! Aunque no digo que eso sea malo. Que Twilight leyera tanto fue lo que nos salvó en muchas, muchas, muchas ocasiones. ¿Puedes creerlo? ¡Es alguien muy fuerte! Cualquiera diría que para ser fuerte tienes que hacer mucho ejercicio, ¡Pero ella no lo necesita! Es bastante genial si me lo preguntas, aunque no me lo hayas preguntado. -Rió por sus propias palabras.- Por cierto, ¿No quieres ir a la biblioteca? Estoy segura de que a Twilight le encantará conocerte y-… -Se vio interrumpida por el unicornio quien, ligeramente descolocado por la gran habilidad comunicativa de la poni de melena rizada, solo deseaba retomar su camino.

—Eso sería... muy amable de tu parte, pero temo que tengo un compromiso anterior. Asique, si me disculpas. -Dijo seriamente al rodearla, no llamando su atención las proposiciones hechas. Aun así, unos cuantos pasos después noto que la poni rosada estaba caminando justo detrás de él y en su misma dirección, aparentemente dispuesta a acompañarlo.- Eh, ¿Se te ofrece algo más? –Inquirió, mirando a sus espaldas.

—¡Pues claro! ¡Tenemos muchísimas cosas que hacer, asique si tienes algo importante que hacer ahora puedo acompañarte, mientras platicamos y espero a que termines de hacer tus cosas importantes, y luego podremos preparar la súper genial fiesta de bienvenida de la que te hablé y-…! -Fue interrumpida una vez más.

—Escucha… señorita, yo-…

—Oh Blastie, ¡Tú puedes llamarme Pinkie! Todos mis amigos me llaman así. –Le dijo, invadiendo su espacio personal nuevamente y teniendo un Deja Vú, la sensación de que realmente ya había pasado por una situación así antes. El unicornio suspiró, agotado por causa de su insistencia.

—Escucha señorita, no... no quiero ser descortés, pero en verdad tengo algo muy importante que hacer, y llevo algo de prisa. -Le dijo, algo fastidiado por la persistente actitud de la poni terrestre, dándose la vuelta y disponiéndose a seguir su camino con una vaga expresión de amargura en su rostro.

—¡Pues por eso mismo! ¡Si te acompaño y platicamos en el camino de seguro el tiempo pasará más rápido y estarás en el lugar que quieres en un santiamén! ¡Además podremos conocernos más! ¿Tú de dónde vienes? ¿Vives cerca de aquí? ¡Uh! ¿Tienes hambre? ¡Si quieres podríamos ir a-…! -El joven unicornio había comenzado a fruncir el ceño ante la actitud de la insistente yegua. Pronto, ya no fue capaz de soportar su aguda voz e incesante parloteo.

—¡Cierra la boca! –Gritó a la poni, lo cual hizo que parara su trote en seco y cayera sentada al suelo, sorprendida de la actitud de quien acababa de conocer. Recatándose, el unicornio aspiró y exhaló profundamente con ojos cerrados, intentando calmarse.

—Y-yo… yo… -Fueron las únicas palabras que la poni pudo gesticular, insegura de cómo proceder al ver que realmente había irritado al recién llegado.

—Escúchame, tengo demasiados problemas ahora mismo, y tengo prisa por seguir mi camino. Intenté ser amable, pero me lo has puesto demasiado difícil. Y lo siento, pero no estoy interesado en hacer amigos aquí, ni en ningún otro lugar. -Explicó calmadamente.

—Discul-… perdón. -Dijo la potra, mientras lágrimas de tristeza recorrían sus mejillas, mostrando la mayor de las desilusiones a través de su mirada.

El corazón del unicornio se comprimió, y su ira contenida se apaciguó lentamente al ver aquellas lágrimas que brotaban de los ojos de la poni. No podía evitar sentirse realmente culpable a causa de ello.

Pronto, algunos equinos se acercaron a la escena manteniendo su distancia y observando al recién llegado con recelo al notar la expresión de Pinkie. No pudiendo soportar esas miradas, Blast simplemente se dio la vuelta y se marchó, dejando a la joven en el mismo lugar; ya no tenía nada que hablar con ella.
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Había pasado media hora desde que había llegado al pueblo. Luego de la discusión con la poni rosada, el unicornio se dirigió a un espacio en el interior del bosque, alejándose del resto de los equinos y sus viviendas, disponiéndose a relajar cuerpo y mente para llevar a cabo su búsqueda. Se puso en una posición cómoda, cerró los ojos y relajó el cuerpo. Su respiración se volvió cada vez más pausada, mientras su percepción del mundo que le rodeaba aumentaba en gran medida.

No está aquí... -Pensó, al cabo de unos momentos. No había alcanzado a encontrar a quien buscaba, pero si detectó una presencia en las inmediaciones que se aproximaba a su posición.

—¡Oye, compañero! -Escuchó, notando un peculiar tono en aquella voz.

Al darse la vuelta, apenas alcanzó a reaccionar para tomar con sus cascos lo que le habían arrojado: una brillante y roja manzana. Examinó la misma con detenimiento, brevemente alternando su vista entre el objeto y la poni que se lo había arrojado.

—Está bien, no está envenenada. –Bromeó ella, aproximándose y tomando asiento a su lado, mientras el semental daba el primer mordisco.

La poni en efecto era una granjera, y no solo la delataba aquel sombrero campirano, sino que su cuerpo tenía una buena musculatura la cual, dedujo, solo podía ser fruto del arduo trabajo diario sobre la tierra. Tenía un precioso cabello dorado, ojos verdes, algunas pecas en el rostro, y en sus flancos una marca en forma de tres manzanas.

—¿Acaso vas por ahí arrojando manzanas a quien quiera que ves? -Cuestionó, sonriéndole.

—Nah, solo a los que lucen hambrientos. -Replicó sin reservas, devolviendo la sonrisa.

—¿De verdad luzco tan mal?

—Te vi cuando saliste de la estación, no fue difícil notar que no has estado comiendo bien. -Explicó, con un dejo casi maternal en aquel tono.

—Es posible. -Dio un nuevo mordisco.- Gracias.

—No hay de que, dulzura. -Aceptó al incorporarse.- Te diré qué, ahora mismo mi hermano está preparando una tanda de pasteles de manzana en casa. Si te apetece una rebanada, estás más que invitado.

—Pero... ni siquiera me conoces. -Se extrañó.

—¿Cómo te llamas?

—Blast Fire.

—Ahora te conozco. ¡Mucho gusto! -Lo invitó a incorporarse, agitando su casco fuertemente.- Soy Applejack, trabajo en Sweet Apple Acres, la granja a un par de calles de aquí. ¿Tú de dónde eres? -Preguntó. Solo al cesar el movimiento del poderoso casco de la granjera, el semental fue capaz de responder.

—De Appleloosa, vine aquí a buscar a alguien. Pero antes tenía que ir a la pastelería del pueblo. ¿De casualidad no-…?

—¿Sugarcube Corner? ¡Seguro! Mi amiga trabaja allí. ¿Quieres que te lleve? -Preguntó, con gran entusiasmo. Tiempo atrás, su madre le había dicho que los ponis de Equestria eran en extremo amigables, pero realmente no esperaba algo así. Al menos la presente poni no se le antojaba tan irritante como la anterior.

—Estaría encantado. –Respondió el unicornio, mostrándole una sincera sonrisa. Segundos después, ambos estaban en camino nuevamente hacia el pueblo.

—Por cierto, ¿Qué estabas haciendo aquí? Sabes que por ahí está el bosque Everfree, ¿Verdad? -Preguntó, curiosa.

—Sí. Solo necesitaba... un poco de aire fresco.
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Mientras tanto en Sugarcube Corner, una joven poni rosada se encontraba no muy alegre organizando las estanterías del local, pensativa a causa de lo que acababa de suceder hacía apenas unos minutos.

¿Acaso fue algo que dije? ¿Algo que hice? ¿Qué fue lo que hice mal? ¿De verdad soy tan... fastidiosa? ¡Pero si todos dicen que soy adorable y graciosa! ¿Por qué se molestaría así? ¿Debería ir a disculparme como hice con Cranky? Uh, ¿Qué debo hacer? -Pensaba, intentando mantener cierta actitud positiva frente a los ponis que frecuentaban la tienda.

Una vez que los últimos clientes se retiraron del lugar se dispuso a acomodar los pasteles del mostrador, cuando escuchó una vez más la campana de la puerta. Fue entonces que se incorporó rápidamente para recibir a los ponis.

—¡Bienvenidos a Sugarcube Corner! ¿En qué puedo-…? -La poni rosada se quedó helada al ver ingresar a la pastelería a una de sus mejores amigas junto al unicornio que minutos antes le había gritado, y negado su amistad.

—¡Pinkie! ¿Qué hay? –Saludó alegremente su amiga.

—Hola Applejack, y hola Blast. -Dijo Pinkie, sin mucho entusiasmo en la última parte.

Oh no... no puede ser. ¿Acaso ella es-…? -Pensó, recordando lo que había pasado poco tiempo antes.

—¡Wow! ¿Ya se conocen? Bueno, debo admitir que lo suponía, Pinkie suele recibir a los visitantes siempre que-… -Se detuvo en seco al notar las facciones del unicornio, y la vaga mueca de tristeza de su querida amiga, quien mantenía la mirada baja. El aire del lugar de pronto se tornó realmente tenso, y como era de esperarse, Applejack reaccionó rápidamente.- Um, supongo que ustedes tendrán mucho de qué hablar, así que… Blast, iré a hacer algunas compras aquí cerca. Volveré dentro de un rato, ¿Está bien?

Aquel asintió y la granjera se dispuso a salir del establecimiento. Una vez fuera no podía evitar preguntarse, ¿Qué era lo que había pasado entre ellos dos?

Una vez que quedaron solos, un incómodo silencio se hizo presente en el lugar, silencio que para sorpresa de la poni terrestre, fue el unicornio quien rompió.

—No… no sabía que trabajabas en la pastelería; era aquí a donde me dirigía en un principio. -Le dijo, manteniendo un semblante serio.

—Pues sí, vivo aquí desde hace bastante tiempo. Desde que tomé el trabajo de repostera y me establecí aquí han pasado ya 13 años, 3 meses, 25 días, y dos horas. -Dijo con un cierto aire de nostalgia, aún sin despojarse de la tristeza que la había invadido.

Espera, ¿En verdad ha contado el tiempo que ha pasado con tal exactitud? ¿O tan solo está jugándome una broma? -Pensó, aunque de cualquier forma ya no importaba, pues tenía temas más importantes que tratar.

—E-entonces… quizá conozcas a la poni que busco. Allá afuera me dijeron que aquí encontraría a alguien que conocía a todos los habitantes de este pueblo, ¿Tienes idea donde puedo encontrarla? -Inquirió con seriedad, ahora temiendo la posible respuesta.

—Claro, esa… esa soy yo. -Dijo la joven desviando la mirada, temiendo fastidiar al unicornio una vez más.

No podría tener una peor suerte. Había gritado y alejado a, quizás, la única equina en el mundo que podía ayudarlo a rastrear a quien ahora estaba buscando con urgencia. ¿Realmente ella querría ayudarlo después de cómo había sido tratada?

—Escucha, yo… siento lo que-… lo que pasó allá fuera. -Se disculpó, sorprendiendo a la poni terrestre quien, aún sin demostrarlo, se alegró un poco al escuchar sus palabras.

—No, no tienes que disculparte. Estabas muy ocupado y yo solo se estaba retrasando. Soy yo quien debería disculparse en primer lugar. -Dijo ella, algo apenada.

—No, en verdad... toda la culpa es mía. Es solo que… -Ya no era capaz de contener los recuerdos que le abrumaban, ni el fuerte dolor que invadía su pecho. Ya no podía seguir aparentando que todo estaba bien.- No he dormido bien en días. He pasado las peores semanas de mi vida, y después de todo lo que sucedió yo solo-... lo único que-... yo-… -No llegaba a completar sus afirmaciones, sintiendo un fuerte nudo en la garganta.

Pinkie notó como los ojos del unicornio se humedecían un poco y su voz se quebraba, contraria a la actitud que había tenido cuando lo conoció. En ese momento se percató de que aquella frialdad era tan solo un cascarón, una coraza, que el joven había estado utilizando para ocultar esa tristeza que al parecer realmente lo estaba consumiendo por dentro. La poni no pudo evitar preguntarse, ¿Qué era lo que le había sucedido? ¿Por qué se encontraba así? Eso no importaba por el momento, luego habría tiempo para preguntas. Ahora sabía que era lo que debía hacer. Y para sorpresa del semental, de un momento a otro se encontró envuelto bajo el cálido y delicado abrazo de la poni rosada.

—Ya, ya, ya pasó. -Le decía cariñosamente, como si estuviera tratando de calmar a un potrillo lastimado.

Y para sorpresa de ella el unicornio, en vez de romper el abrazo y molestarse por tratarlo de esa forma como temía, no tardó en responder al afecto demostrado y comenzar a sollozar en el hombro de la joven, varios años menor que él.

Y así estuvieron un largo rato, mientras en la pastelería tan solo se escuchaban los lamentos del afligido poni. Blast no recordaba cuando había sido la última vez que había llorado de aquella forma; es más, no recordaba haber llorado así nunca en su vida, ni siquiera cuando niño. Y ahí estaba el, siendo contenido por la equina a quien momentos antes había maltratado.
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Una vez su ser había encontrado la calma, Pinkie le guió gentilmente a sentarse en una de las mesas del establecimiento, no sin antes colocar el letrero de “Cerrado” en la puerta de la pastelería -para así evitar que fueran molestados por otros clientes- y acompañándolo segundos después, sentándose frente a él.

—¿Te sientes mejor? –Inquirió con cierta preocupación.

—Yo… si, me siento un poco mejor. Gracias. -Le respondió, aún algo apenado por haberse abierto de aquella forma con alguien a quien apenas acababa de conocer. Aunque a la poni rosada no pareció molestarle, es más, parecía estar un poco más alegre desde que se habían separado de su abrazo.

—Entonces, ¿Qué fue lo que te paso? ¿De dónde vienes? ¿Y…? Disculpa, no quiero molestarte con tantas preguntas, es solo que-… -Se vio interrumpida por el unicornio.

—No, no me molesta… Pinkie. -Dijo él, sonriendo gentilmente. La joven se alegró una vez más al escuchar al recién llegado por primera vez llamarla por su nombre.- Es solo que es una larga historia.

—Pues… a mi me encantan las historias y ya terminé mi turno aquí, así que tenemos tiempo de sobra hasta que lleguen los Cake. -Dijo con gran alegría. El unicornio consideró esto un momento, para finalmente acceder a compartir su historia.

—De acuerdo, entonces será mejor que vaya desde el principio, para que puedas entenderlo todo. -Blast suspiró con pesadumbre con anticipación, por causa de la historia que estaba a punto de comenzar a relatar.- Verás, todo comenzó hace veinte años, cuando-… -Su relato se vio interrumpido apenas había comenzado cuando la campana de la entrada sonó una vez más, dando aviso de que alguien había entrado.

—¡Oigan! ¡¿Que no vieron el letrero?! ¡Estamos hablando de algo importante! -Exclamó, algo molesta por la interrupción.

—Oh cielos, ¡No me molestes!, solo estoy buscando a Trixie. ¡Me prometió que nos encontraríamos en la entrada de la biblioteca para ir a divertirnos y nunca apareció! -Exclamó una muy molesta grifo, un ser cuya mitad superior correspondía a la de un ave, ya que poseía filosas garras, grandes alas, plumas blancas, y un pico. Y la mitad inferior a un felino, donde se podían notar el pelaje marrón claro, la cola, y las patas traseras.

Gilda, la grifo, luego de los eventos acontecidos muchos años atrás -en los cuales había peleado con su vieja y mejor amiga- conoció a Trixie, una unicornio de pelaje azul y crin celeste claro con marca en forma de media luna junto a una varita mágica, a la cual, al igual que a ella, le gustaba gastar bromas pesadas.

Pronto se hicieron buenas amigas y se asentaron en el pueblo para llevar una vida más tranquila. Al principio, los vecinos las veían con malos ojos por causa de sus errores pasados -más que nada por la unicornio quien, sin ir más lejos, había intentado tomar control del pueblo-.

Pero los “Elementos de la Armonía” creían en las segundas oportunidades, por lo que se encargaron de convencer a la Alcaldesa y a los pueblerinos de que se les permitiera quedarse. Claro, con la condición de que no causarían ningún alboroto ni buscarían problemas con los demás habitantes. Dicho esto, las dos accedieron a sus demandas, y se establecieron en Ponyville.

Gilda ahora ayudaba a Rainbow Dash con el clima para ganarse la vida, y Trixie pasó a trabajar en la biblioteca al lado de nada más y nada menos que la Princesa de la Armonía, Twilight Sparkle, una alicornio de pelaje lavanda, crin azul oscura con un mechón purpura y rosa, y marca en forma de estrella. Claro que a Trixie no le agradaba en lo más mínimo la idea de trabajar para quien un tiempo atrás había sido su peor enemiga, pero por lo pronto no tenía muchas opciones, así que accedió a la labor que le ofrecieron sin chistar.

Pero ahora, volviendo al presente…

—¡Oh, Gilda! Es cierto, Trixie me avisó que seguramente pasarías por aquí a buscarla. Dijo que se adelantaría para ir a la estación de trenes, y desde allí al Imperio de Cristal para comprar algunos libros que Twilight le había encargado. ¡Y que luego la alcanzaras allí! –Dijo Pinkie, recuperando su característico tono alegre.

Pero mientras ella y la grifo platicaban, ninguna notó que la expresión del unicornio presente, al ver a la recién llegada, había cambiado drásticamente. Una extraña sombra oscura apareció bajo los ojos del poni, mientras un aura mágica de color rojo comenzaba a extenderse desde la punta de su cuerno a todo su cuerpo, cubriéndole por completo. Claro que el resto de los presentes no notaron esto hasta que fue demasiado tarde. Sin mediar palabra alguna, el semental saltó sobre la mesa a toda velocidad, evitando a la poni rosada, y se precipitó rápidamente hacia la entrada, abalanzándose sobre la grifo desprevenida.

—¡¿Qué ra-…?! -No alcanzo a completar la frase pues el unicornio la embistió con tal fuerza que salió despedida hacia el exterior junto con él. De un momento a otro se encontró arrinconada contra la pared de la casa justo frente a Sugarcube Corner, con el semental oprimiendo su cuello con el casco derecho.- ¡¿Qué... estás...? -Intentando hablar mientras le tomaba del brazo, sus ojos irradiando temor cuando el aura carmesí se concentró en el casco izquierdo, tomando la forma de una gruesa estaca del mismo color.

—Desaparece. -Habló el unicornio, palabra que resonó en la mente de Gilda antes de que dirigiera el golpe contra el centro de su pecho. Los instantes se tornaron eternos mientras la grifo sentía que había llegado al final del camino.

De su incertidumbre y dolor pasando al alivio inmediato cuando algo se impactó en el rostro del unicornio, lanzándole contra una pared adyacente a menos de treinta metros de distancia, en la cual su cuerpo quedó incrustado enteramente. Inmediatamente, una pegaso azul cielo de crin arcoíris aterrizó al lado de la grifo arrodillada quien tosía bruscamente, luego jadeando en busca del necesitado aire.

—Por Celestia... ¡Gil! ¿Estás bien? -Preguntó al acercarse, con gran preocupación.

—Te tomaste tu tiempo, ¿No lo crees Dash? -Devolvió, en extremo agitada.



Continuará...​




¿UN NUEVO ENEMIGO?

Y así llegamos al final del primer capítulo, o al menos una versión bastante diferente del texto que escribí al poco tiempo de haber conocido el fandom.

A lo largo de esta "remasterización" pienso cambiar algunas escenas, darle más protagonismo a personajes que antes no lo tenían, añadir detalles que quizá olvidé mencionar en su momento, y un largo etcétera.

Con un poco de suerte, la primera parte de la historia (capítulos 1 a 10) estará lista para diciembre.

Sin más que decir, me despido atentamente. ¡Hasta la vista! ¡Y gracias por leer!
Última edición por agu10_play el 18 Feb 2016, 15:13, editado 4 veces en total.
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Re: Decisiones [Aventura] [+12] [Cap. 1 - Act. 6/8/15]

Mensaje por Angelus-Y » 06 Ago 2015, 11:43

Excelente introduccion, me ha gustado mucho y no puedo negar que estoy mas que intrigado con el desarrollo de la trama, ya que ansiaba una historia de aventuras con muchas sorpresas y eventos. Te agradezco que hayas empezado esta historia, no sabia que ya la tenias en otro lugar. Espero poder continuarla cuando vayas publicando, porque me has alegrado la mañana con la dulce escritura que tienes. He visto algun que otro fallo de redaccion tonto, pero eran cosas despreciables, en plan un guion suelto y eso, pero nada importante, la verdad.
Por el resto ya vuelvo a hacer hincapié en que a pesar del primer capitulo ha habido momentos de toda clase y eso me ha encantado. Ansio la continuacion para cuando puedas, ya tienes un seguidor para esta historia.
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Re: Decisiones [Aventura] [+12] [Cap. 1 - Act. 6/8/15]

Mensaje por agu10_play » 06 Ago 2015, 18:52

[quote="Angelus-Y";p=281021]Excelente introduccion, me ha gustado mucho y no puedo negar que estoy mas que intrigado con el desarrollo de la trama, ya que ansiaba una historia de aventuras con muchas sorpresas y eventos. Te agradezco que hayas empezado esta historia, no sabia que ya la tenias en otro lugar. Espero poder continuarla cuando vayas publicando, porque me has alegrado la mañana con la dulce escritura que tienes. He visto algun que otro fallo de redaccion tonto, pero eran cosas despreciables, en plan un guion suelto y eso, pero nada importante, la verdad.
Por el resto ya vuelvo a hacer hincapié en que a pesar del primer capitulo ha habido momentos de toda clase y eso me ha encantado. Ansio la continuacion para cuando puedas, ya tienes un seguidor para esta historia.[/quote]

¡Buenas Angelus! Un placer leerte nuevamente. En primer lugar, me alegra que te gustara el inicio de la historia. En un principio la publiqué en Taringa, y luego en fanfiction.net, pero ahora que la estoy reescribiendo aprovecho para publicarla aquí también c:

En cuanto a la redacción, siempre, pero siempre se me pasa algún detalle. No lo puedo evitar, es que no logro conseguir que el texto sea 100% correcto a nivel ortográfico pero en fin, hay que pensar que nada es perfecto en esta vida (Firma: Nada).

Un gusto volverte a ver por estos lares Angelus, y espero disfrutes de los capítulos venideros. ¡Un abrazo grande! y nos vemos luego 8)
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Re: Decisiones [Aventura] [Cap. 2 - Act. 4/1/16]

Mensaje por agu10_play » 04 Ene 2016, 18:07

Capítulo 2 – Garras y alas


—¿Qué fue eso? —Se preguntó Applejack, que estaba comprando dos sacos de harina en el mercado del pueblo. Un fuerte sonido había llegado a los oídos de todos, y venía desde unas cuantas calles de distancia—. Disculpa, ¿Puedes reservarme esto un momento? Gracias. —Pidió al vendedor, pronto partiendo en la dirección que su oído le había indicado.

Galopó a través de las calles del pueblo con cierta ansiedad, sin saber exactamente con qué se encontraría al final del camino. Un giro aquí, una vuelta allá, y al doblar en la siguiente esquina se encontró frente a la puerta de la pastelería, donde una preocupada Pinkie Pie se encontraba paralizada. A unos cuantos metros frente a ella, Gilda y Rainbow Dash permanecían juntas, mirando en una dirección en particular. La poni terrestre se sobresaltó en el momento en que vio el cuerpo del unicornio que minutos antes había conocido, incrustado de lleno en el muro de una casa cercana, con sus patas hundidas en el concreto.

—¿Qué... qué pasó? —Preguntó en un susurro, mientras la poni que vivía en la casa donde estaba el unicornio salía a la calle y se encontraba con aquel extraño panorama. Con una mueva de terror, se alejó de ahí tan pronto percibió el peligro inminente.

—¡Applejack! —Dijo Pinkie al verla, y Rainbow se volteó hacia ella.

—¡Chicas! ¿Qué diantres está sucediendo aquí? —Preguntó la granjera.

—Applejack, ¡Ten cuidado! —Advirtió la pegaso—. ¡Ese tipo intentó lastimar a Gilda!

Frente a ellas, a más de veinte metros de distancia, el unicornio abrió los ojos de manera abrupta, sobresaltando a los presentes. Su mirada irradiaba un sentimiento de odio en su estado más puro, mientras intentaba liberar sus extremidades. Estaba atascado. Muchos de los ponis que contemplaban la escena en las cercanías comenzaron a alejarse, encontrando en aquel preciso lugar un peligro creciente. Uno que, como siempre, los Elementos de la Armonía controlarían con facilidad.

—Será mejor que todas ustedes se alejen de esa criatura, si no quieren salir lastimadas. —Sentenció con frialdad. Las dos ponis terrestres presentes no ocultaron su sorpresa al oír hablar de aquella manera al unicornio que antes habían conocido. El tenso ambiente que en un instante se había formado fue cortado por la risa casi histérica de la equina rosa.

—¡Muy buena, Blastie! —Reía con gran ánimo, su expresión contrastando con la de los demás presentes—. Por un momento de verdad pensé que Gilda estaba en peligro. ¡Muy bien! ¡Realmente me engañaste!

—Pinkie, cierra el pico. —Habló en voz baja la granjera, cortando la risa de su amiga.

—¿Qué? ¿Qué dije? —Se extrañó la yegua, pero el semental la ignoró.

—¡¿Qué rayos sucede contigo?! —Inquirió la grifo, furiosa—. ¡¿Por qué estás haciendo esto?! ¡Ni siquiera te conozco!

—¡¿Vas a negar lo que tú y los tuyos hicieron en Vizuri Shetani?!

—Vizu-... ¡¿Qué?! —Se extrañó la pegaso.

—¡¿De qué estás hablando?! ¡Ni siquiera conozco ese lugar! —Se excusó la grifo, pero el semental ignoró sus palabras, no tenía motivo alguno para creer en ellas.

—Ustedes. —Se dirigió a las tres yeguas—. Aléjense de esa criatura, ahora. —Rainbow hizo caso omiso a la orden, adelantando un paso para demostrar su determinación. Applejack y Pinkie no se movieron de su lugar, inseguras de cómo debían tratar con aquel enloquecido poni—. No lo repetiré de nuevo. —Sentenció, mientras el aura carmesí que antes le había cubierto por completo comenzaba a hacerse presente, emanando desde su cuerno hacia el resto de su cuerpo. Sus extremidades fueron impulsadas por la magia hacia afuera, cayendo de pie en el suelo—. De una forma u otra, cumpliré con mi objetivo.

—¡Quisiera verte intentarlo! —Se burló Rainbow, no sin antes voltear a hacer un rápido gesto con la cabeza a la poni granjera, uno que esta no tuvo problemas en comprender. Y así, Applejack y Pinkie se alejaron galopando a toda velocidad con destino a la biblioteca del pueblo para buscar la asistencia de la Princesa de la Armonía, mientras Gilda se posicionaba junto al Elemento de la Lealtad.

—Obviamente, este tipo no sabe con quienes se está metiendo. —Sonrió Gilda, a pesar del ardor en su cuello.

—No sé que clase de problema tengas con mi amiga, pero si quieres meterte con ella, tendrás que pasar por encima de mi. —Declaró Rainbow.

—Que así sea.

Aceptó Blast, impulsándose en un salto a gran velocidad contra la grifo, dispuesto a propinarle un golpe fatal sin siquiera tocar a la pegaso, pero esta lo evitó deslizándose bajo él con una mayor velocidad y propinando una fuerte coz en su estómago, la cual lo mandó a volar.

Obviamente, no había esperado recibir un ataque semejante por parte de una poni, así como tampoco esperó la lluvia de puñetazos por parte de la grifo que se había lanzado contra él justo después, culminando con una potente patada a su estómago que lo envió directo al centro del pueblo, generando un gran cráter bajo su cuerpo. Justo después, la grifo y la pegaso descendieron al suelo rápidamente, acercándose al cráter para cerciorarse de su victoria.

—Gilda, eso fue irresponsable, estúpido... —Dijo con seriedad, pero sonriendo ampliamente después—. ¡...y asombroso!

—¿Qué te puedo decir? Es mi forma de hacerlo. —Respondió, cuando el suelo se estremeció con un temblor.

Extrañadas, las combatientes dirigieron su mirada hacia el enemigo caído, desde cuyo cuerpo comenzaba a emerger nuevamente el aura roja con una mayor intensidad, mientras se incorporaba poco a poco con una mirada tan gélida como el hielo mismo.

—Dash, elévate. —Susurró la grifo, la alarma de sus instintos sonando a todo volumen—. ¡Elévate! ¡Ahora! —Tomó a su amiga del casco, emprendiendo un vuelo en dirección vertical en poco tiempo.

Rainbow la siguió sin dudar, y ambas se detuvieron en una nube a gran distancia del enemigo. Gilda podía notar en la mirada de su amiga el cuestionamiento en relación a por qué habían escapado de allí, y no habían terminado de patearle el trasero a aquel semental. La respuesta era simple: Gilda había visto en los ojos de su enemigo el odio que le movía a intentar exterminarla, y a simple vista podía notar que aquella aura roja no era normal, pues su extraña magia generaba un calor excesivo, tal y como el hierro al rojo vivo. ¿Cómo podía luchar contra eso? Sus garras quizá pudieran resistir el combate durante un tiempo, pero aún así no sería suficiente, y cualquier contacto cuerpo a cuerpo por parte del enemigo podría poner en peligro tanto su vida como la de su amiga y compañera.

—No te preocupes, aquí arriba no podrá... —Las palabras quedaron a mitad de camino en la garganta de Gilda cuando avistó al unicornio en tierra, en cuyo lomo parecían emerger... ¿alas? Si, no podía estar equivocada. Eran alas, hechas de aquella extraña magia roja—. Oh vamos, ¡Me estás tomando las plumas!

El semental se impulsó hacia el cielo, acortando las distancias en escasos segundos. Aquellas parecían alas de pegaso, pero eran casi transparentes. ¿Qué clase de poder estaba usando el unicornio? Tanto la pegaso como la grifo podían asegurar que nunca habían visto nada parecido en sus vidas.

Pero Blast no disimulaba su desinterés hacia la pegaso, pues él había visto debilidad en la raza a la cual pertenecía, la que habitaba aquellos territorios donde reinaba la paz, y consideraba que el ataque que Rainbow le había propiciado no había sido más que un golpe de suerte. Blast despreciaba el potencial de los ponis pero no el de los grifos, pues había sido testigo de las cosas que los mismos podían lograr si se les daba la oportunidad.

—Oh no, ¡Claro que no! —Gritó Dash al percatarse de sus intenciones, e inició el vuelo más rápido que pudo, ascendiendo y descendiendo sobre el lomo de su enemigo y propinándole la coz más poderosa que había efectuado en su vida.

Blast cayó de nuevo al pueblo y su cuerpo, cual proyectil, impactó y atravesó el tejado de Sugarcube Corner. Pasó a través del suelo del primer piso, y se dio contra el suelo de la planta baja, mientras los escombros sueltos caían sobre su cuerpo. Gran parte del edificio que constituía la pastelería cedió sobre el enemigo, sepultándole bajo sus restos.

—Oh, rayos. A Pinkie no le va a gustar esto. —Se lamentó la pegaso al regresar a la nube, junto a su amiga—. ¿Estás bien? —Preguntó a la grifo, preocupada.

—Tenemos que irnos de aquí. —Respondió. La pegaso la observó extrañada durante un momento.

—¿De qué hablas? Lo peor ya ha pasado. Ahora solo tenemos que...

—¡No Dash, esto aún no ha terminado! —Dijo la grifo, interrumpiéndola—. ¡Esa cosa todavía está viva y quiere matarme! No voy a quedarme aquí a esperar a que se levante. Y luego del golpe que le diste, tu tampoco deberías. —Alertó ella, cuando alcanzó a oír el movimiento de los escombros a lo lejos—. Tenemos que salir de aquí, ¡Ahora! ¡Vamos, vuela! —La impulsó a salir de aquella nube, pronto ganando una gran velocidad en su vuelo.

—¡¿Hacia dónde?!

—¡A cualquier lugar lejos de aquí!

Fue entonces cuando, debajo los escombros de Sugarcube Corner, el enemigo emergió nuevamente, con grandes heridas a lo largo de su cuerpo dado que el aura roja que le cubría no había alcanzado a protegerle a tiempo. Una fina gota de sangre recorría su frente, y sentía un dolor intenso en su pata derecha. ¿Estaba rota, o pronta a hacerlo? No lo sabía, pero sí sabía con precisión la ubicación actual de la grifo. No la dejaría escapar, no se lo permitiría.

“Aún no he recuperado mis energías. Mi escudo está fallando, y mis ataques no tienen la misma fuerza. Pero si puedo conseguir permanecer de esta forma al menos tres minutos más, será suficiente.” —Pensó, y sus alas se extendieron nuevamente en un instante, emprendiendo vuelo a través del hueco en el techo que su propio cuerpo había formado, y voló en picada contra la grifo acompañada de la pegaso a casi quinientos metros de distancia. Ninguna de las dos alcanzó a verlo hasta que fue demasiado tarde.

—¡Es é-...! —Alertó la pegaso sobresaltada al voltearse, recibiendo de lleno el ataque del aura roja en el vientre, con una fuerza imposible que la mandó a volar a una gran distancia.

Apenas después el semental cargó contra la grifo, capturándola por la espalda y cayendo en picada hacia el suelo, tomando impulso con sus alas. Si hubiera contado con más energía, hubiera podido atravesarla de lado a lado con la estaca de su pata para así acabar con su vida de una sola vez, pero su estado actual le impedía semejante accionar. El calor del aura del unicornio comenzó a afectar el cuerpo de la grifo, y sus plumas y piel comenzaron a arder. La pegaso no perdió ni medio segundo para ir en su busca apenas se repuso del ataque.

—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Suéltame! —Intentaba zafarse la grifo.

—¡Te soltaré cuando esté seguro de que ya no volverás a levantarte! —Replicó su enemigo.

—¡¿Qué?! —Preguntó aterrorizada, su cuerpo resintiéndose por las quemaduras.

—¡Gil, resiste! —Gritó Rainbow, desesperada, con la línea sobre su vientre ardiendo como el infierno.

—¡¿Quién rayos te crees que eres?! —Le dio un codazo en el pecho al semental y logró zafarse. Del lomo de su enemigo emergió una extensión carmesí hecha del aura, que la atrajo hacia él de nueva cuenta. Ahora, ambos estaban cara a cara.—. ¡¿Quién eres?!

—¡Tu peor pesadilla! —Vociferó con una furia inigualable, a pocos metros de su destino final.

—¡Gil! ¡No! —Gritó Rainbow, habiendo aún una gran distancia que les separaba. No lo lograría a tiempo.

De repente una chispa, un resplandor, y la grifo que mantenía apresada había desaparecido. Apenas aminoró la caída con un único aleteo cuando sus cuatro cascos se impactaron en el suelo con una gran fuerza, agrietando el suelo a su alrededor. Cuando levantó la vista en busca de su objetivo encontró allí, a menos de treinta metros de su posición, a una alicornio lavanda con seria mirada, a la grifo en el lomo de esta, y a la pegaso aterrizando a su lado, respirando con dificultad a causa del esforzado vuelo que había efectuado. A simple vista, Rainbow podía ver que la grifo exponía fuertes quemaduras en pecho, abdomen y espalda, lo cual no hizo más que aumentar su furia.

Detrás de la alicornio se hallaba también un dragón púrpura de ojos verdes, protegido por lo que él reconocía como la armadura de la Real Guardia Equestriana. ¿Un soldado dragón en el reino de los ponis? Sorprendentemente, la idea no se le antojaba imposible.

—Así que tú eres quien ha estado causando tanto alboroto. —Dijo la alicornio, con seriedad.

—Parece que he llamado un poco la atención, ¿No es así? —Dijo, mirando en dirección a los presentes.

El resto del pueblo se había refugiado en sus hogares, esperando a que los Elementos de la Armonía redujeran al enemigo. Frente a él se encontraban la pegaso y la poni granjera, ambas con claros deseos de golpearle hasta la muerte, un dragón que le examinaba de arriba a abajo, y tras ellos una preocupada poni rosa . Y por último, mirándole directo a los ojos, la alicornio lavanda. Centrándose en esta última, fue cuando habló—. Les diré qué: aléjense de la grifo, y nadie más saldrá lastimado.

—¡¿Quién te has-...?! —Rainbow estuvo a punto de responder, pero Twilight la detuvo al poner un casco en su pecho.

—¿Qué es lo que quieres con ella? —Preguntó Twilight.

—Destruirla. —Dijo. La grifo abrió los ojos dificultosamente, y sintió el ardor de las quemaduras que el unicornio le había provocado. La princesa realmente le había salvado la vida.

—¿Y qué te hace pensar que vamos a permitírtelo? —Preguntó nuevamente.

—Por lo que puedo ver, tienen alguna clase de alianza con esta criatura. —Dio un paso al frente y la pegaso, la granjera y el dragón se pusieron en guardia—. No obstante, no tengo nada contra el resto de ustedes. Pero si se interponen en mi camino...

—Estoy segura de que podemos encontrar una solución al problema sin recurrir a la violencia. ¿Por qué no... dejas de destruir cosas y me acompañas a la biblioteca? —Invitó con seriedad, una que el unicornio correspondió en su respuesta.

—¿Qué te parece una contra-oferta? Ustedes me entregan a la grifo, y yo los dejo ir. Créeme, es una oferta que ahora mismo no deberías rechazar.

—Creo que no estás comprendiendo la situación en la que te encuentras. —Avanzó el dragón con una mirada amenazante, sus filosas garras expuestas.

—Por el contrario, dragón. —Permaneció inamovible, y la mayor parte del aura roja que cubría su cuerpo se concentró en su cuerno, en cuyo extremo una esfera roja comenzó a formarse—. Creo que ustedes no están comprendiendo la situación en la que se encuentran. —Continuó mientras la esfera carmesí aumentaba su tamaño poco a poco con el paso de los segundos.

—¿Qué... es eso? —Preguntó la granjera, extrañada—. Twilight, ¿Qué está haciendo?

—No tengo idea. —Parecía tan perdida como la granjera, incapaz de reconocer el hechizo del cual estaba haciendo uso—. Nunca había visto algo así.

—¿Alguna vez se han preguntado qué tan caliente puede ser el infierno? —Preguntó el semental a los presentes—. Si no se alejan de esa criatura ahora, Ponyville no tardará en averiguarlo.

—¡Déjate de bromas y termina ya con eso! —Ordenó Twilight, su autoritaria voz resonando en los cimientos—. No tenemos intenciones de pelear, solo queremos platicar.

—Aún no lo saben, ¡el verdadero peligro aquí es la criatura junto a ustedes! —Dirigió su mirada a la grifo sobre el lomo de la princesa—. No saben de lo que verdaderamente es capaz, pero yo sí. Lo he visto con mis propios ojos, y no permitiré que estos híbridos sigan caminando sobre la tierra. ¡No mientras viva! —Declaró con ira, la esfera solar en la punta de su cuerno aumentando su tamaño en mayor medida.

Twilight simplemente ya no podía seguir tomando riesgos por lo que, no tardando más de un segundo en preparar su cuerno, lanzó un hechizo inmovilizador contra el unicornio. El rayo lavanda alcanzó su cuerpo y comenzó a cubrirle bajo su resplandor, pero se desvaneció al cabo de pocos segundos, incapaz de cumplir con su objetivo.

—¿Qué sucede? ¿Por qué no funciona? —Se preguntó la hechicera.

—Es por esa aura roja. Funciona como alguna clase de aislante. —Razonó el dragón en voz alta, habiendo sido testigo de la escena—. Ustedes no pueden acercarse, así que yo me ocuparé de esto.

—¡Atrás dragón! —Ordenó el semental—. Si avanzas un paso más, volaré este pueblo en un instante. Aún puedo detener la explosión, pero solo lo haré a cambio de la grifo. Y si lo están pensando: por más que acaben conmigo aquí mismo, ¡Esta esfera no desaparecerá! —Advirtió, impactando a los presentes—. Ustedes deciden.

—Twilight... —Susurró Applejack, preocupada en extremo por los ponis refugiados en las cercanías, por su familia, y por ellos mismos. La alicornio consideraba sus opciones delicadamente, siendo que su naturaleza era resolver los problemas con diplomacia, pero tal opción resultaba imposible en estas circunstancias.

—No. —Respondió la princesa, inamovible, creando en un instante un campo de energía alrededor del unicornio, generándolo desde abajo hacia arriba y encerrándole en el centro.

—¡No pueden detenerme! —La esfera solar comenzó a brillar con gran intensidad, siendo llevada a su tamaño final de forma prematura dada la situación. — ¡He percibido tu poder princesa, y no se compara al mío en lo más mínimo! ¡No hay forma de que puedas detener este ataque con un simple-...! —La esfera estalló en el preciso momento en que el campo se había cerrado por completo, sellando el espacio en su interior.

El fuerte impacto sobre las paredes del campo generó un temblor que estremeció el pueblo con un poder aterrador. En su interior, lenguas de llamas bailaban al recorrer la esfera de un lado a otro, el enemigo invisible tras aquel espectáculo. Twilight, Pinkie, Rainbow, Applejack y el dragón observaban la escena con gran preocupación, atentos a cualquier imprevisto que pudiera surgir a continuación. El fuego dentro del campo de fuerza poco a poco se consumió por la falta de oxigeno y al poco tiempo la princesa desvaneció la protección. Ahora sólo quedaba un gran cráter humeante en el lugar donde antes había estado Blast, que había recibido de lleno la potencia máxima de su propio ataque.

Breves instantes después, el unicornio surgió de la gran columna de humo, cubierto por una débil aura roja que se desvanecía poco a poco, caminando tambaleante hacía Twilight. El cuerpo de Blast estaba gravemente lastimado, por no decir que estaba totalmente deshecho, y era casi incapaz de visualizar otra cosa a través de sus ojos dañados por su propio ataque, más allá de lo que parecía ser un bulto de color lavanda.

—Ustedes... —Habló el unicornio con voz rasposa, extendiendo su lastimado casco en dirección a la joven alicornio—. ...no saben lo que hacen. —Fue lo último que alcanzó a decir antes de caer al suelo, inconsciente.



Continuará...​





Escribir dos ficciones al mismo tiempo se está tornando más difícil de lo que esperaba, considerando que no cuento con mucho tiempo libre. Pero eh, al menos lo estoy intentando.

A lo largo de la historia, quienes leyeron la primera versión notarán una gran cantidad de cambios. Quizá algunos les agraden, quizá no, pero puedo prometerles que la esencia original va a mantenerse, dado que los eventos principales no van a sufrir mayores modificaciones (mas si lo hará el comportamiento de los personajes, su forma de reaccionar, y su repercusión en la historia).

Otra vez te doy las gracias, argent1n0, por hacer de beta reader de mis historias en el último tiempo. En verdad, muchas gracias.

Y así, sin más que decir, me despido atentamente.

¡Hasta la vista! ¡Y gracias por leer!
Now when ponies get close... They feel the thorns of the rose

And I'll break them, I'll tear them apart... I'm cruel 'cause you stole my heart~ ♪♫
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Re: Decisiones [Aventura] [Cap. 3 - Act. 29/1/16]

Mensaje por agu10_play » 29 Ene 2016, 07:08

Capítulo 3 – Bajo los vendajes


Habían transcurrido dos horas desde el incidente acontecido en el pueblo de Ponyville. El sol ya comenzaba a retirarse en el horizonte mientras los ponis que antes se habían refugiado para esperar a que el peligro pasara salían de sus casas para evaluar los daños en el centro del pueblo. Más allá de unos detalles mínimos en las viviendas ya fuera por golpes fuertes o fuego mágico, no había nada que no pudiera repararse o limpiarse con facilidad. Aunque claro, quienes habían resultados realmente afectados por la situación fueron los Cake, que habían perdido su casa y establecimiento por segunda vez en sus vidas, y Gilda, quien había resultado gravemente herida.

Carrot se encontraba boquiabierto al lado de Cup, quien permanecía con la misma expresión que su esposo, con sus hijos a su lado mientras observaban los restos de lo que una vez había sido Sugarcube Corner, la pastelería del pueblo. Luego de unos minutos, el potrillo fue el primero en romper el silencio.

—¿Y ahora que haremos mami? —Inquirió un pequeño pegaso color crema de crin marrón, con una triste mirada en sus ojos.

—Yo… no lo sé, Pound.

Fue lo único que pudo decir una afligida Cup a su pequeño mientras bajaba la mirada, con los ojos humedecidos, al caer en la cuenta de que no solo habían perdido su forma de ganarse la vida, sino que también habían perdido su querido hogar. La pequeña unicornio de pelaje amarillo y crin naranja mantenía una expresión similar a la de su hermano, que ponía de manifiesto la tristeza que la invadía por dentro.

—¡Oigan, chicos! —La voz de una joven poni terrestre amarilla de crin roja que se acercaba a toda velocidad los sacó de sus pensamientos.

—¡Apple Bloom! ¡Qué gusto verte! ¿Qué haces por aquí? —Inquirió Carrot Cake, al ver a la hermana menor de una de las amigas más cercanas a la familia.

Apple Bloom ya no era una potrilla, ahora tenía casi la misma altura que Applejack y, al igual que ella, tenia un cuerpo con buena musculatura y curvas atléticas. Hace tiempo que había dejado de usar su querido listón rojo para dejarse su cabello suelto, y ahora usaba un sombrero muy parecido al de su hermana mayor. También, luego de una gran espera, había logrado conseguir su cutie mark, la cual resultó ser nada más y nada menos que una manzana en forma de corazón.

—¡Solo venía para decirles que, si lo que necesitan ahora es un lugar donde quedarse, pueden venir a Sweet Apple Acres el tiempo que deseen hasta que logren restablecerse! —Dijo la potra, dibujando una sonrisa en su rostro que proyectaba una gran confianza.

—Te lo agradecemos mucho Apple Bloom, pero no queremos molestar a nadie… —Dijo Cup con calidez, no queriendo importunar a la familia de su amiga.

—¡Oh, por favor! ¡No serán ninguna molestia! Es más, ¡estaremos más que felices si deciden quedarse en nuestra granja! —Exclamó, dispuesta a convencer a la familia.

Carrot se limitó a negar con la cabeza, haciéndole saber a su esposa que la joven no aceptaría un "no" como respuesta.

—Muchísimas gracias. —Dijo la pareja al sonreírle sinceramente, al tiempo que sus hijos festejaban y luego corrían a abrazar a la potra con mucho cariño. Era una gran amiga.
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Mientras tanto, en una de las habitaciones del hospital del pueblo, una grifo yacía en cama aún inconsciente. Sus brazos y garras estaban vendados, al igual que su pata izquierda, su cuello y la mitad izquierda de su rostro, a razón de las quemaduras que había sufrido con anterioridad.

Allí, una muy preocupada Rainbow Dash se encontraba sentada en una silla a su lado, pues no se iría tranquila hasta ver despertar a su vieja amiga.

Momentos después, la grifo abrió con dificultad su ojo derecho, examinando detenidamente la habitación y notando un bulto azul que se encontraba a su lado, a escasos centímetros de ella. Pronto fue capaz de distinguir el rostro de su preocupada amiga y compañera de trabajo.

—¿Gilda? ¡Gilda! ¡Despertaste! —Gritó una muy aliviada Rainbow, con los ojos humedecidos.

—Si, y te agradecería que no levantaras así la voz. La cabeza aún me está dando vueltas. —Susurró con dificultad la paciente mientras sonreía, feliz de que Dash se encontrara a su lado en ese momento.

—Bienvenida. —Susurro la pegaso, al tiempo que una pequeña lágrima recorría su mejilla.

—¿Acaso estas llorando? —Se burló ella—. ¿Qué paso con la antigua Dash? La que no le teme a nada, la que nunca en su vida derramaría una lágrima por nadie. —Preguntó, y la pegaso se frotó los ojos con el casco.

—Todo es culpa tuya, si le hubiéramos pateado el trasero a ese tipo... —Dijo con el mismo tono, mientras su melancólica expresión daba lugar a una fría mirada y su sonrisa desaparecía, al tiempo que acercaba sus cascos a las vendas que envolvían su vientre. La grifo no pudo evitar notar esto, tomando una expresión similar—. No te preocupes por esto, no es nada. Es solo que aún arde un poco. —Intentó restarle importancia, pero la expresión de su amiga no cambió.

—¿Qué fue lo que pasó con ese sujeto?

—Luego de que Twilight te salvó, él... amenazó con destruir el pueblo, junto con todas nosotras. —Susurró Dash, mientras mantenía una seria expresión, desviando la mirada—. Por suerte, Twilight nos salvó, y derrotó a ese loco con un solo movimiento. —Concluyó la pegaso, ahora sonriente.

—La princesita, la querida alumna de Celestia… ¿Por qué no me sorprende? —Dijo la grifo despectivamente.

—Oye, no digas eso. De no ser por ella quizá ninguna de las dos estaría aquí ahora.

—Está bien, cálmate. Tienes razón, supongo que algún día le daré las gracias. —Dijo con desdén, dejando en claro que ni en sueños agradecería a la alicornio, ni siquiera por el hecho de haberle salvado la vida. Rainbow Dash se limitó a suspirar con pesadumbre a causa de ello.

—Entonces, ¿qué hicieron con él? —Preguntó, desviando la mirada.

—Creo que las demás chicas se lo llevaron a la biblioteca para discutirlo. —Respondió Dash, algo preocupada.

—¿Por qué no fuiste con ellas? —Preguntó, confundida. La pegaso le sonrió con gran confianza.

—¿Tu qué crees? No hubiera podido estar tranquila de saber que una de mis amigas se encontraba sola en una fría cama de hospital, asique decidí esperar a tu lado hasta que despertaras y hasta que ella llegara. —Dijo felizmente, pero esto último confundió aún más a la grifo.

—¿Ella? —Preguntó intrigada al tiempo que alguien pateaba la puerta de la habitación con todas sus fuerzas, acercándose rápidamente hacia la cama donde yacía la grifo.

Se trataba de Trixie, una unicornio de pelaje azul cielo y crin celeste claro, ojos color violeta oscuro, con cutie mark en forma de media luna junto a una varita mágica. La misma saltó sobre la cama y abrazó fuertemente a la paciente.

—¡Gilda! ¡Eres una estúpida! ¡¿Cómo te atreves a arriesgarte así?! —Se apartó con los ojos humedecidos, antes de enfurecerse con la grifo y comenzar a sacudirla—. ¡Pudiste haberte matado idiota! ¡Eres una tonta! ¡Tonta! ¡Tonta!

—¡Trixie, déjala! ¿No ves que está delicada? —Intentó apartarla, con cierta dificultad en el proceso.

—¡O-oye! ¿A quién le e-estás dicie-endo delica-ada? —Protestaba la grifo.

—Basta ya. —Cortó Rainbow, y la unicornio se detuvo, calmando sus ánimos y bajando de la cama.

—Tienes razón, la tonta es la gran y poderosa Trixie por preocuparse tanto por una grifo mayor que, supuestamente, sabe cuidarse sola. —Le dio la espalda, y Gilda sonrió.

—Vaya, ¿así que te preocupaste por mi? Creí que dijiste que no te importaba nadie más que tu misma. —Dijo ella, divertida.

—Cierra el pico. —Dijo ella, exasperada.

Rainbow Dash observaba la escena con cierta ternura, al ver que la grifo y la unicornio que anteriormente habían sido unas gruñonas testarudas y antipáticas a quienes no les interesaba tener a nadie cerca, habían descubierto lo importante que era la amistad, para la una y para la otra.
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Ahora, en la habitación de la Princesa de la Armonía en la biblioteca de Ponyville, yacía en cama el unicornio amarillo de melena dorada con un mechón naranja, con un aura lavanda alrededor de su cuerno y sogas que inmovilizaban sus cascos delanteros y traseros, ahora atados a la cama. Allí, una pegaso amarilla de crin rosa y marca en forma de tres mariposas trataba sus heridas, colocando vendas y gasas con delicadeza. Al otro lado de la habitación, el dragón de escamas púrpuras y armadura dorada permanecía recostado contra la pared, vigilando atentamente el tratamiento.

La pegaso se sorprendió al notar que bajo el pelaje de Blast, en su piel, había múltiples cicatrices de heridas que no correspondían a su combate contra Gilda, pues se notaba a simple vista que llevaban al menos algunos meses ahí. La pegaso no pudo evitar pensar que esta no era la primera vez que su peculiar paciente tenía un combate así, pues al parecer ya había mantenido batallas tan feroces como la anterior mucho antes de haber llegado al pueblo.

—Oye, Fluttershy. ¿De verdad no te molesta hacer esto? —Preguntó el dragón seriamente. La pegaso amarilla estrujó los paños húmedos en un pequeño cuenco antes de continuar.

—No. —Respondió secamente.

—Sabes que esas heridas se las hizo a si mismo, cuando intentó destruir Ponyville. ¿Cierto? —Dijo, pero su amiga no respondió—. Solo digo que nadie pensará mal de ti si decides no curarlo.

—Um… disculpa, Spike. ¿Podrías pasarme las vendas? —Señaló a los pies de la cama. El dragón se incorporó con desgano y fue en su búsqueda, acercándole las vendas y solo entonces notando las cicatrices en el pecho y vientre del unicornio.

—¿Qué... cascos...? —Dijo al contemplarlo, y al examinarlo con detenimiento llegó a una rápida conclusión—. Son marcas de las garras de un grifo. Esto no se lo hizo Gilda, ¿cierto?

—No lo creo, yo diría que es de hace algunos meses. —Respondió, inexpresiva.

—Meses... —El dragón permaneció pensativo por un momento—. Este tipo de seguro acabó con otros grifos antes de venir aquí. ¿Aún así vas a seguir tratándolo? —Volvió a preguntar.

—Alguien tiene que hacerlo. —Respondió Fluttershy como si de algo obvio se tratase, mientras continuaba con el tratamiento.

El dragón continuó observando desde aquella posición en silencio y, poco tiempo después, el unicornio despertó. Un terrible dolor parecía extenderse a cada rincón de su cuerpo, y ni siquiera se sorprendió al encontrar que estaba completamente inmovilizado, privado de sus capacidades mágicas a causa de una extraña aura que rodeaba su cuerno.

Lo siguiente que notó allí fue al dragón que lo miraba directamente a los ojos. Fue entonces que, al ver que no tenía forma de responder ante un posible ataque, por primera vez en mucho tiempo, el unicornio se sintió indefenso. Luego notó a la pegaso amarilla a su lado, quien ahora trataba las heridas de energía mágica en su cuello.

—¿Qué es lo que estás haciendo? —Preguntó con severidad. La tímida pegaso apenas fue capaz de levantarle la vista.

—Pues, um… estabas muy lastimado, así que traje medicinas y vendas para curarte. —Explicó ella.

—¿Por qué?

—Estabas muy lastimado. —Dijo con cierta lástima.

—¡Esa no es una respues-...! —Intentó incorporarse, pero la garra del dragón rápidamente posicionada en su cuello le detuvo, sorprendiendo incluso a la pegaso.

—Oye, tranquilo. Ni se te ocurra hacer una tontería. —Amenazó él. Los músculos del unicornio te tensaron tanto como era posible, antes de forzarse a relajar su cuerpo poco a poco, momento en que el dragón se apartó—. Así está mejor. —Dijo, volviendo a sentarse junto a la cama.

—Spike, eso no era necesario. —Le reprochó.

—Lo siento Fluttershy, pero cuando se trata de esta clase de ponis es mejor no arriesgarse. —Replicó él, mientras la pegaso retomaba su trabajo. Al verla colocando gasas y vendas a lo largo de su pecho, brazos y piernas, el unicornio no podía dejar de preguntarse...

—¿Acaso no sabes lo que he hecho?

—Si, lo sé. —Respondió Fluttershy.

—Entonces... ¿por qué?

—Luego de lo que hiciste, nadie sería capaz de aceptarte en un hospital. Y si no se tratan tus heridas, podrías terminar con una infección, o una peligrosa enfermedad.

—No lo entiendo. —Dijo él, volteándose hacia la ventana—. No lo entiendo...
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Mientras tanto, en la sala principal de la biblioteca de Ponyville, cuatro de las seis portadoras de la armonía se encontraban discutiendo que era lo que debían hacer ahora con el prisionero, mientras esperaban pacientemente la llegada de la princesa del sol, que había sido convocada poco después del incidente.

—¡Deberíamos encerrarlo en el calabozo bajo el castillo de Canterlot y tirar la llave! ¡Es lo que merece! —Vociferó una muy malhumorada Rarity, que no veía otro castigo posible para el unicornio.

—Tengo que concordar con Rarity, Twilight. Tan solo mira lo que le ha hecho a Ponyville. Además, si tú no hubieras llegado a tiempo… no quiero ni pensar que es lo que podría haber pasado. —Dijo Applejack, considerando que el castigo propuesto por la unicornio era el más adecuado.

—No lo sé, chicas... aún no puedo entender que fue lo que lo hizo actuar así. Lo conocí antes del incidente con Gilda, y no parecía la clase de poni loco loco loco que hace algo como eso sin razón. —Dijo Pinkie, no muy convencida de la medida propuesta.

—¡Pinkie Pie! ¡No existe razón alguna para atacar a nadie de esa forma, por más que se tratara de alguien tan desagradable como Gilda! ¡Ni mucho menos para destruir nuestro pueblo, nuestro hogar! —Exclamó Rarity, cuya ira comenzaba a manifestarse al recordar las fechorías que el prisionero había cometido.

—¡No-no quise decir eso! Me refiero a que... simplemente, no parecía malo.

—No puedes juzgar un libro por su portada, supongo. —Comentó Applejack, algo desanimada.

—Así es. —Dijo Twilight, quien hasta ese momento permanecía con sus ojos cerrados, pensativa, considerando las opciones que tenían y cuál debería ser el siguiente paso—. De acuerdo, debemos evaluar la información de la cual disponemos hasta ahora: un unicornio, al parecer pacifico, llega a Ponyville via tren. El unicornio se encuentra primero con Pinkie, quien con su… extrema capacidad de socialización… —Dijo con delicadeza—. ...molesta al unicornio al punto que este le grita, pero sin reaccionar de una forma demasiado violenta, como lo hubiera sido la agresión física. Luego se encuentra con Applejack, quien le ofrece un techo al ver que el poni no tenía lugar a donde ir y se encontraba en muy malas condiciones. Este último estaba buscando a alguien que se encontraba en la pastelería, que casualmente era la mismísima Pinkie, ya que al parecer necesitaba de su ayuda para encontrar a alguien más… Pinkie, ¿Acaso te dijo a quién estaba buscando realmente?

—No, verás, antes de decírmelo él se puso muy triste. Creo que pasó por muchas cosas horribles antes de venir aquí, y no parecía estar fingiendo cuando me lo contó. —Dijo la poni rosada, con tristeza.

—Otro punto importante: al parecer el unicornio pasó por situaciones muy difíciles antes de venir a Ponyville, lo cual podríamos suponer está directamente relacionado con los grifos, basándonos en la reacción que tuvo al ver a Gilda. Luego de esto, el unicornio se precipita rápidamente contra ella al tiempo que una extraña aura roja se forma en su cuerpo, la cual al parecer le da poderes especiales. Nunca he escuchado de un hechizo con estas características, y debo admitir que estoy impresionada de la energía mágica que este sujeto fue capaz de manipular para generar aquel ataque, ya que se requiere de un nivel mágico muy elevado para lograr algo así. —Concluyó Twilight, quien ahora tenía más preguntas que respuestas.

—Entonces, ¿qué crees que debamos hacer con él, Twi? -Preguntó la poni granjera.

—No lo sé Applejack, pero no debemos tomar una decisión apresurada, no sin antes tener todas las piezas del rompecabezas.

—Así es, mi estimada Twilight. —Dijo al entrar con una voz tranquila y relajada una unicornio alada de una gran estatura, con pelaje blanco y ondulante melena azul, celeste, turquesa y rosa, ojos luminosos como estrellas, y una marca en forma de sol. Tras ella entró también la pegaso de melena arcoíris.

—¡Princesa Celestia! —Exclamaron todos los presentes al ver que la deidad del sol había arribado finalmente. Sin embargo, la alicornio blanca mantuvo una expresión seria, mientras todos asumían facciones similares y otra vez se hacía el silencio que segundos después, antes de que la princesa dijera palabra alguna, fue interrumpido por Fluttershy.

—Ya he terminado con el paciente. Ahora está despierto y Spike está vigilándolo, aunque requerirá de unos cuantos días para… ¡oh cielos! ¡Princesa Celestia! Disculpe, no la oí llegar. —Dijo una muy apenada Fluttershy, a lo que la princesa respondió con una sonrisa.

—Está bien mi querida Fluttershy… —Dijo cálidamente la deidad.

—¡¿Fluttershy?! Por favor, ¡dime que no curaste a ese sujeto! —Inquirió la pegaso recién llegada.

—Um, pues… verás, yo… —Fue lo único que alcanzó a decir, antes de ser interrumpida por su amiga.

—¡Por todos los cielos, Fluttershy! ¡¿Qué sucede contigo?! ¡¿Acaso no sabes lo que le hizo a Gilda?! —Inquirió Dash con una ira que se manifestaba poco a poco a través de sus facciones.

—Lo sé, Rainbow. Pero- pero yo… —A la pegaso amarilla le costaba encontrar las palabras adecuadas al contemplar la mirada embebida en furia de su querida amiga. Para su suerte, fue la alicornio blanca quien respondió en su lugar.

—Pero ella no estaría actuando de acuerdo a su elemento si le negara su ayuda a un poni que la necesita. ¿No es así, Fluttershy? —Dijo a Rainbow relajadamente, para luego dirigir su mirada a la amable pegaso amarilla.

—Si, así es princesa. —Dijo ella con una sonrisa tímida.

Rainbow se limitó a desviar la mirada con una mueca de disgusto en su rostro, claramente aún no convencida por su actitud. Acto seguido, la princesa habló para todos los presentes.

—Estoy al tanto de todo lo acontecido y creo que antes de tomar una decisión debemos escuchar la otra parte de la historia, de boca de nuestro peculiar invitado. Twilight, te has encargado de inmovilizarlo, ¿no es así? —Preguntó a la alicornio lavanda.

—Si princesa, sus cascos están inmovilizados mediante cuerdas especiales imposibles de romper sin el hechizo adecuado, y lancé un conjuro de aislamiento sobre su cuerno, lo que impedirá que utilice magia de cualquier tipo por el momento. —Explicó ella.

—De acuerdo, entonces… creo que es hora. —Dijo con un suspiro.
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Blast Fire permanecía recostado mirando el techo, considerando las opciones que tenía. Era brutalmente obvio que pronto se lo llevarían de allí a un calabozo, donde probablemente pasaría el resto de su vida. Él lo comprendía, pues estando en el lugar de los ponis pueblerinos él habría demandado lo mismo. Lo comprendía, pero obviamente no lo aceptaba. Aún tenía muchas cosas por hacer y no dejaría que lo encerraran ni que lo asesinaran, no hasta haber cumplido su objetivo.

Un dragón lo vigilaba atentamente recostado contra la pared en un rincón de la habitación, un hechizo había incapacitado su cuerno, y era incapaz de mover ninguno de sus cascos por causa de las sogas y del dolor proveniente de sus graves heridas recientemente tratadas.

La única opción que tenía era, en el momento en que quisieran trasladarlo de allí, atacar a sus carceleros y escapar tan rápido como pudiese de aquel lugar, soportando el dolor de su cuerpo, y luego vería como arreglárselas con el hechizo que inutilizaba su cuerno. Pero sabía que de intentar este método de escape solo tendría una oportunidad, y si fallaba, todo estaría perdido.

Pronto, sus pensamientos se vieron interrumpidos al ver que la puerta de la habitación se abría, y poco a poco iban ingresando en él sus "jueces".

En el cuarto entraron dos ponis terrestres, dos pegasos, una unicornio, y dos unicornios alados, y el dragón se unió a ellos. Según su madre, los unicornios alados o alicornios eran las máximas figuras de autoridad de Equestria, quienes velaban por la paz y seguridad de sus ciudadanos, y como él bien sabía, había perturbado esa paz. Se sorprendió al ver que también ingresaban las cuatro ponis que había conocido durante su corta estancia: Pinkie y Applejack, las amables ponis terrestres que ahora lo observaban con ciertas dudas que se manifestaban en sus rostros, la pegaso amarilla que minutos antes lo había tratado, quien lo miraba seriamente, y la veloz pegaso azul que lo había agredido, Rainbow Dash, que ahora lo observaba con desprecio puro.

Sintió también cierta curiosidad al observar al dragón que estaba parado frente a él con una actitud seria, inexpresiva. Ya había tenido oportunidad de ver a otros dragones en anteriores ocasiones, pero este no parecía un adulto, sino más bien un “adolescente”. Además lo desconcertaba el hecho de que estuviera junto a las equinas, pues los dragones tenían fama de no acercarse a seres a quienes consideraran "inferiores" a ellos más que para devorarlos.

—Vaya… no pensé que mi juicio sería tan pronto. Entiendo que las autoridades estén presentes, al igual que el dragón quien probablemente sea mi verdugo, pero puedo preguntar: ¿por qué se encuentran aquí también algunos civiles? ¿Son el comité de seguridad del pueblo o algo por el estilo? —Dijo pesadamente el prisionero. La unicornio blanca dio un paso al frente.

—Somos los Elementos de la Armonía, habitantes del pueblo de Ponyville y protectoras de las tierras de Equestria al servicio de sus reales majestades, así que será mejor que cuides de tu vocabulario para con nosotras, ¡infame! —Dijo la unicornio con furia y desprecio.

Momentos después, Rarity sintió sobre ella el casco de la alicornio lavanda que la invitaba a calmar su ira, mientras el unicornio permanecía sereno en todo momento. Entonces fue la alicornio blanca la siguiente en hablar.

—Me temo que no nos estamos conociendo en las mejores circunstancias señor, sin embargo, me presentaré como es debido. Princesa Celestia de Equestria, deidad del sol, emperatriz de la luz, y gobernante de las orbitas solares. —Concluyó la princesa, esperando su respuesta. Aún así, el unicornio no se inmutó al escuchar su titulo, y solo se limito a responder a la formalidad.

—Blast Fire, habitante del pueblo de Vizuri Shetani en las tierras de Upendo Uvumilivu, miembro del clan Vivuli al servicio del honorable y poderoso jefe Felshak. —Dijo, cerrando los ojos y esperado las siguientes palabras de la princesa. Las mismas tardaron en llegar, mostrándose sorprendida al oír el lugar del cual provenía el semental mientras los demás presentes aún se miraban entre ellos, confundidos. Antes de que la princesa del sol hablara una vez más, fue Twilight quien interrumpió.

—¡Eso es imposible! ¡Upendo Uvumilivu es un lugar muy peligroso para los ponis, y sus habitantes no aceptan a forasteros! ¡Mucho menos el clan Vivuli, un clan de médicos y guerreros muy respetados! ¡Es imposible que provengas de allí! —Exclamó Twilight, irritada por tan descaradas mentiras.

—Quizá debería informarse mejor... su majestad. —Dijo el unicornio, haciendo mofa del título de Twilight, lo cual enfureció aún más a ella y a sus amigas.

—Suficiente. —Elevó la voz la princesa del sol para luego observar al prisionero, quien permanecía indiferente—. Ya habrá tiempo para despejar la dudas sobre tu procedencia, aunque eso no es lo más importante. Lo que importa aquí, es el delito que cometiste contra uno de mis súbditos. —Dijo con severidad la princesa, mientras que Blast solo se limitó a suspirar con pesadumbre.

—¿Por qué no me da su castigo, y terminamos con esto de una vez? —Inquirió el unicornio, sin muchas intenciones de platicar.

—Porque conocemos la consecuencia, pero no la causa. Es por eso que deseo escuchar tu parte de la historia, saber que fue lo que te llevó a cometer semejante acto de violencia en contra de la grifo Gilda.

—¿Acaso importa? Dudo que crean alguna de mis palabras, si ni siquiera me creen cuando les digo de donde provengo. —Dijo Blast, claramente fastidiado.

—Es cierto... no podemos creer en tus palabras ahora, pero si en tus recuerdos pues ellos no nos mentirán. —Dijo relajadamente la princesa, mientras seguía observando fríamente al prisionero.

—¿A qué se refiere? —Preguntó, confundido.

—Se dé un hechizo, uno mediante el cual podremos ver tus recuerdos, tus experiencias y prácticamente toda tu vida. Claro que, si no tienes nada que ocultar, no tendrás problema alguno en permitirnos utilizarlo en ti... —Concluyó Celestia con severidad. Twilight observaba a su mentora, confundida. ¿Acaso estaba hablando del mismo hechizo que implementó en ella poco antes de su coronación como princesa de Equestria?

Blast dudó un momento de la conclusión de la princesa. ¿Estaba acaso dispuesto a abrirse así ante un montón de extraños, quienes además lo estaban juzgando? ¿Estaba dispuesto a abrir su mente, y compartir su vida con aquellos seres? ¿Estaría realmente dispuesto a algo así?

Luego de pensarlo unos minutos, concluyó que ya no tenía nada que perder. Estaba camino a un calabozo, quizá por el resto de su vida, y no había mucho que pudiera hacer para remediarlo. Y si la princesa del sol conocía su historia, quizá pudiera minimizar su condena, quizá favorecería su situación.

—Una vez que hayamos visto lo que debamos, decidiremos tu sentencia. —Esclareció la princesa.

—Espere, ¿qué clase de cosas puede ver con ese hechizo?

—Absolutamente todo. Seremos testigos de cada instante de tu vida.

—Absolutamente todo, ¿eh? —Dijo el unicornio, con pesadumbre. Claramente, no le hacía gracia compartir sus experiencias más personales con aquellos desconocidos, pero vista la situación no le quedaba otra alternativa—. Hágalo de una vez.

La princesa se acercó lentamente a la cama para apoyar su cuerno sobre la frente de Blast, donde comenzó a brillar cual estrella mientras que la habitación se iluminaba con una luz blanca pura, cegando a todos los presentes.
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El fuerte ruido de los truenos, la luz cegadora de los relámpagos, ambos resultaban aplacados por las paredes de la habitación. A la luz de las velas, un potrillo recién despierto yacía en cama. Miró a su alrededor sin saber donde se encontraba, ni cómo había llegado a aquel lugar, y en la escasa luz de la estancia notó a una poni sentada junto a su lecho, observándole con ternura.

Se trataba de una yegua de color blanco que poseía rayas grises en todo su cuerpo, profundos ojos verdes como esmeraldas, una hermosa melena lacia de un tono gris más claro, y extraños adornos dorados como aros en su cuello y orejas. Al notar que su invitado había despertado, la poni no tardó en romper el silencio, produciendo extraños sonidos que el potrillo no alcanzó a comprender.

Desconociendo el lugar donde estaba y a la poni que se encontraba frente a él, al potrillo le fue difícil aplacar su miedo y tristeza, y no tardó en comenzar a gimotear. En ese instante la equina se apresuró a abrazarle, aún hablando con sonidos que el potrillo no comprendía, pero producidos en un tono que, de alguna forma, le resultaba tranquilizador.

Segundos después, el pequeño dejó de percibir los truenos y relámpagos pues se encontraba completamente centrado en los ojos verdes de la poni de rayas, quien no había dejado de abrazarlo en ningún momento. No mucho después, el pequeño cayó dormido en brazos de aquella poni, y supo que no había nada que temer.
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Re: Decisiones [Aventura] [Cap. 3 - Act. 29/1/16]

Mensaje por Sr_Atomo » 29 Ene 2016, 07:56

Debo decir que este fanfic fue el primero que leí y que terminó enamorándome de los tuyos, agu10play. Decir que está muy bien es quedarse corto. Solo espero que lo continúes (hasta el momento hay trece capítulos publicados, y necesito echarle el ojo a partir del decimocuarto). Ánimo, jefe, que eres un jefe.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Re: Decisiones [Aventura] [Cap. 3 - Act. 29/1/16]

Mensaje por agu10_play » 29 Ene 2016, 17:02

[quote="Sr_Atomo";p=306044]Debo decir que este fanfic fue el primero que leí y que terminó enamorándome de los tuyos, agu10play. Decir que está muy bien es quedarse corto. Solo espero que lo continúes (hasta el momento hay trece capítulos publicados, y necesito echarle el ojo a partir del decimocuarto). Ánimo, jefe, que eres un jefe.[/quote]
Gracias Atomo, no te das una idea de lo mucho que significa para mi :abrazo:

Y si, necesito continuarlo, ya que la historia no terminó en el momento en que Céfiro llegó a Equestria, todavía queda muchísimo más por delante. Also, va a haber bastantes cambios en esta nueva versión, así que yo que vos le iría echando un ojo antes de llegar al decimocuarto capítulo :P

Punto aparte, quería preguntarte: ¿vas a seguir reescribiendo Paralell Stories vos también? Para saber, dado que tenía ganas de empezar a leerlo, pero no sabía si esperar a la nueva versión, o ir a por la primera :3
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Re: Decisiones [Aventura] [Cap. 3 - Act. 29/1/16]

Mensaje por Sr_Atomo » 29 Ene 2016, 17:35

[quote="agu10_play";p=306083][quote="Sr_Atomo";p=306044]Debo decir que este fanfic fue el primero que leí y que terminó enamorándome de los tuyos, agu10play. Decir que está muy bien es quedarse corto. Solo espero que lo continúes (hasta el momento hay trece capítulos publicados, y necesito echarle el ojo a partir del decimocuarto). Ánimo, jefe, que eres un jefe.[/quote]
Gracias Atomo, no te das una idea de lo mucho que significa para mi :abrazo:

Y si, necesito continuarlo, ya que la historia no terminó en el momento en que Céfiro llegó a Equestria, todavía queda muchísimo más por delante. Also, va a haber bastantes cambios en esta nueva versión, así que yo que vos le iría echando un ojo antes de llegar al decimocuarto capítulo :P

Punto aparte, quería preguntarte: ¿vas a seguir reescribiendo Paralell Stories vos también? Para saber, dado que tenía ganas de empezar a leerlo, pero no sabía si esperar a la nueva versión, o ir a por la primera :3[/quote]

Pues vayamos por partes...

Con respecto a "Decisiones", una pregunta tengo, y es la siguiente: ¿Vas a publicar la nueva versión en fanfiction.net? Es que más que nada lo digo porque tengo un programa llamado "Fanfiction Downloader" que sirve para bajarse fanfics de esa página, y me resulta más fácil y cómodo bajarme cualquier fanfic desde fanfiction.net con ese programa que no copiarlo de aquí a un .doc y pasarlo a .pdf.

Y refiriéndome a Parallel Stories... mejor leete la versión antigua, que tiene más capítulos, a pesar de que tanto Gentle Colors como Wise Words son bastante (bastante mucho, de hecho) Mary Sue y Gary Stu respectivamente. En la nueva versión estos dos personajes bajan mucho de nivel y también el tratamiento que reciben de los demás cambia, pero solo hay un capítulo publicado. Sin embargo, los capítulos en sí serán prácticamente los mismos (cambiando por supuesto lo que he dicho antes y las situaciones que ello conlleve). Por último, decirte que con "La cumbre de Mountain Peak" voy a hacer lo mismo, es decir, sacar una nueva versión, exactamente por lo mismo (personaje Mary Sue), aunque seguirá siendo un personaje poderoso el que aparece por una circunstancia que explicaré en su momento dentro del mismo fanfic.

Lo malo... que entre que soy un perro y un vago, y entre que los estudios son muy malos para estas cosas, la escritura va entre muy despacio y prácticamente parado, pero no te preocupes, que pronto saldrán más cosas.
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Re: Decisiones [Aventura] [Cap. 3 - Act. 29/1/16]

Mensaje por agu10_play » 29 Ene 2016, 18:08

[quote="Sr_Atomo";p=306087][quote="agu10_play";p=306083][quote="Sr_Atomo";p=306044]Debo decir que este fanfic fue el primero que leí y que terminó enamorándome de los tuyos, agu10play. Decir que está muy bien es quedarse corto. Solo espero que lo continúes (hasta el momento hay trece capítulos publicados, y necesito echarle el ojo a partir del decimocuarto). Ánimo, jefe, que eres un jefe.[/quote]
Gracias Atomo, no te das una idea de lo mucho que significa para mi :abrazo:

Y si, necesito continuarlo, ya que la historia no terminó en el momento en que Céfiro llegó a Equestria, todavía queda muchísimo más por delante. Also, va a haber bastantes cambios en esta nueva versión, así que yo que vos le iría echando un ojo antes de llegar al decimocuarto capítulo :P

Punto aparte, quería preguntarte: ¿vas a seguir reescribiendo Paralell Stories vos también? Para saber, dado que tenía ganas de empezar a leerlo, pero no sabía si esperar a la nueva versión, o ir a por la primera :3[/quote]

Pues vayamos por partes...

Con respecto a "Decisiones", una pregunta tengo, y es la siguiente: ¿Vas a publicar la nueva versión en fanfiction.net? Es que más que nada lo digo porque tengo un programa llamado "Fanfiction Downloader" que sirve para bajarse fanfics de esa página, y me resulta más fácil y cómodo bajarme cualquier fanfic desde fanfiction.net con ese programa que no copiarlo de aquí a un .doc y pasarlo a .pdf.

Y refiriéndome a Parallel Stories... mejor leete la versión antigua, que tiene más capítulos, a pesar de que tanto Gentle Colors como Wise Words son bastante (bastante mucho, de hecho) Mary Sue y Gary Stu respectivamente. En la nueva versión estos dos personajes bajan mucho de nivel y también el tratamiento que reciben de los demás cambia, pero solo hay un capítulo publicado. Sin embargo, los capítulos en sí serán prácticamente los mismos (cambiando por supuesto lo que he dicho antes y las situaciones que ello conlleve). Por último, decirte que con "La cumbre de Mountain Peak" voy a hacer lo mismo, es decir, sacar una nueva versión, exactamente por lo mismo (personaje Mary Sue), aunque seguirá siendo un personaje poderoso el que aparece por una circunstancia que explicaré en su momento dentro del mismo fanfic.

Lo malo... que entre que soy un perro y un vago, y entre que los estudios son muy malos para estas cosas, la escritura va entre muy despacio y prácticamente parado, pero no te preocupes, que pronto saldrán más cosas.[/quote]

Respondiendo a lo de "Decisiones", estoy reemplazando los capítulos en fanfiction.net a medida que van saliendo, colocando "(RE)" al final de cada título para identificar los "remasterizados" con más facilidad. Eventualmente, cuando llegue al capítulo trece, voy a retirar todos los "(RE)" de los títulos y continuaré posteando el resto con normalidad. Ese sería más o menos el plan :P

Seh, me acuerdo que Volgrand lo había mencionado en su podcast, pero de cualquier forma tengo curiosidad por conocer la historia. Also, gracias por responder lo de Mountain Peak también, tengo muchas ganas de saber como continúa c:

Es así hermano, por desgracia no podemos dedicarnos enteramente a esto, por más que queramos. Siempre va a haber algo más de lo que ocuparse :T
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Re: Decisiones [Aventura] [Cap. 3 - Act. 29/1/16]

Mensaje por Volgrand » 29 Ene 2016, 18:24

Leído el primer capítulo. A ver que deje mis reviews y esas cosas que a los escritores nos gustan tanto, ¿no?

Cabe destacar en primer lugar la excelente calidad narrativa del escrito; sí que he echado de menos, sin embargo, un poco más de descripción. A veces suena raro meter descripción del entorno en un momento dramático -como cuando Blast se está sincerando con Pinkie-, pero describir un poco la escena, la estancia y demás ayuda bastante a situar al lector en escena.

No he podido evitar pensar que Pinkie estaba ligeramente "Out of character" cuando le ha gritado molesta a Gilda, pero ha sido solo en ese momento. El resto de la historia me ha parecido muy acorde el personaje.

Respecto a Blast Fire, veamos. Tenemos a un personaje que:
1) Ha sido criado o ha pasado gran parte de su vida con las cebras (no es de Equestria, el aro en la oreja, el extraño pendiente...) :sherlock: .
2) Tiene algún tipo de poder oscuro y muy poderoso que le permite placar a Gilda y practicamente matarla en un parpadeo :/ .
3) Parece haber sufrido mil y se le va la pinza rápidamente ante los grifos :S

Ufffff.... es pronto para decirlo, pero ya veo bastante elementos en común con los Stus: Personaje extraño, poderoso, y con pasado traumático. Espero que solo sea una impresión mía, y que en los próximos episodios me demuestres equivocado.

Aún así es muy interesante, seguiré leyendo.
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Re: Decisiones [Aventura] [Cap. 3 - Act. 29/1/16]

Mensaje por agu10_play » 29 Ene 2016, 20:43

[quote="Volgrand";p=306095]Leído el primer capítulo. A ver que deje mis reviews y esas cosas que a los escritores nos gustan tanto, ¿no?

Cabe destacar en primer lugar la excelente calidad narrativa del escrito; sí que he echado de menos, sin embargo, un poco más de descripción. A veces suena raro meter descripción del entorno en un momento dramático -como cuando Blast se está sincerando con Pinkie-, pero describir un poco la escena, la estancia y demás ayuda bastante a situar al lector en escena.

No he podido evitar pensar que Pinkie estaba ligeramente "Out of character" cuando le ha gritado molesta a Gilda, pero ha sido solo en ese momento. El resto de la historia me ha parecido muy acorde el personaje.

Respecto a Blast Fire, veamos. Tenemos a un personaje que:
1) Ha sido criado o ha pasado gran parte de su vida con las cebras (no es de Equestria, el aro en la oreja, el extraño pendiente...) :sherlock: .
2) Tiene algún tipo de poder oscuro y muy poderoso que le permite placar a Gilda y practicamente matarla en un parpadeo :/ .
3) Parece haber sufrido mil y se le va la pinza rápidamente ante los grifos :S

Ufffff.... es pronto para decirlo, pero ya veo bastante elementos en común con los Stus: Personaje extraño, poderoso, y con pasado traumático. Espero que solo sea una impresión mía, y que en los próximos episodios me demuestres equivocado.

Aún así es muy interesante, seguiré leyendo.[/quote]

Primero que nada es un gusto leerte de nuevo, mi estimado Volgrand c:

Segundo: con respecto a las descripciones y demás, básicamente estoy editando un texto que escribí hace poco más de tres años, y en algún momento es probable que se me pasen detalles como esos :P Obvio, voy a tratar de que no se me pase nada, pero a veces se complica.

Tercero: tengo que diferir, ya que Pinkie a veces suele gritarle a los demás cuando se exaspera por una razón u otra. No es todo dulzura las veinticuatro horas :P

Cuarto: No creo que debas preocuparte por ese lado, mi estimado. Allá por el año 2013 tuve a una amiga que me ayudó en la creación de este personaje, siempre guiándome para que no se me fuera la olla y lo convirtiera en un Stu de la peor clase. La habilidad que tiene está justificada, y no con demonios interiores, ni maldiciones, ni un linaje especial. Tuvo una buena vida, pero todo se fue al traste unos meses atrás por causa de un grupo de grifos, justamente. Y... creo que es todo lo que puedo decir de momento, sin spoilear el resto :P
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Re: Decisiones [Aventura] [Cap. 4 - Act. 18/2/16]

Mensaje por agu10_play » 18 Feb 2016, 15:12

Capítulo 4 – Recuerdos de una vida pasada

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Era una noche de tormenta en el lejano pueblo de Vizuri Shetani, donde las fuertes ráfagas de viento huracanado parecían ser capaces de arrasar con todo a su paso, mientras que la fuerte lluvia resonaba en los techos y cristales de los hogares del pequeño asentamiento, rodeado por el bosque.

En el interior de una pequeña vivienda, una cebra de crin lacia y ojos verdes se encontraba abrazando a un pequeño unicornio amarillo de crin dorada, el cual tenía la frente y los cascos vendados. El pequeño no tardó en caer profundamente dormido, y la joven se quedó allí, abrazando a aquel potrillo del cual no sabía nada más que su nombre: Blast.

En aquel instante, todo lo que había acontecido a lo largo del día parecía lejano, como un sueño. Pero estaba segura de algo: ese pequeño era real y estaba allí, en sus brazos. Una extraña determinación sacudió su corazón, y entonces lo decidió: protegería a ese pequeño sin importar qué, y se aseguraría de que nada malo le sucediera. Sabía que era lo correcto.

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El día anterior...

Transcurría una hermosa tarde en una isla en medio del gran lago Zira, a una considerable distancia del pueblo de Vizuri Shetani. Faltaba poco para el atardecer; la tierra era tocada por los agradables rayos de sol a través de las hojas de los arboles, y había un gran silencio en el lugar, uno que solo se veía opacado por los pájaros que emitían su maravilloso canto desde los pinos cercanos.

Allí, dos cebras de la rama guerrera del clan Vivuli se encontraban en una labor especial de recolección, pues se habían propuesto conseguir hierbas medicinales especiales que crecían mas allá de sus territorios, donde los recolectores de la rama médica del clan no eran capaces de llegar pues no contaban con la capacidad necesaria para enfrentar los peligros que allí podían encontrar.

La pareja estaba conformada por Shin de las Flores, la hermosa hija de Felshak del Trueno, líder del clan, y por Kanto de la Noche, una cebra de pelaje algo más oscuro que el de su compañera, con franjas casi negras alrededor de todo su cuerpo. Tenía ojos grises, crin en punta, una marca en forma de estrella en sus flancos, anillos de oro en su brazo derecho, y un colgante en forma de cruz negra con una gema romboidal roja en el centro. Ambos tenían canastos en sus costados, hechos a casco, para realizar su labor.

—Nos estamos alejando mucho del pueblo, ¿no crees? A este paso quizá no podamos volver antes de la puesta de sol, y estos lares pueden ser muy peligrosos durante la noche. —Decía Shin, algo preocupada.

—¡Tranquila!, venimos preparados para esto. Además, no podemos volver hasta que encontremos flores de Neim y hojas de Xianú. Se lo prometimos a tu padre, y no pienso faltar a esa promesa. —Dijo Kanto, con determinación.

—Te lo tomas muy en serio. Además, esas hierbas son cicatrizantes y hemostáticos, dudo que las necesitemos mucho de momento. Quizá deberíamos volver al pueblo ahora, e intentarlo de nuevo dentro de unos meses, cuando llega el verano y los días son más largos, ¿qué dices?

—No te preocupes, ¡terminaremos rápidamente con la recolección y volveremos antes de que te des cuenta! ¿Qué acaso no confías en mí? —Preguntó con gracia.

—¡Claro que sí! ¡De otra forma no estaríamos casados! —Respondió, casi ofendida por la pregunta.

—¡Entonces sígueme! ¡Creo que puedo ver brotes de Neim por allí! —Dijo sonriente mientras apuntaba con su casco a un claro del bosque no muy lejos de allí, antes de galopar hacia él.

Shin se quedó allí parada, y suspiró pesadamente por causa de la actitud de su esposo para luego sonreír. Shin siempre había considerado que era más “madura” que Kanto, quien a pesar de ser una excelente cebra, un gran compañero, amigo, confidente, y no menos importante, un gran guerrero, tenía la costumbre de comportarse de una manera extremadamente infantil por momentos. Había ocasiones en que esto la molestaba, pero también había otras en que la hacía romper en carcajadas. A causa de ello, a veces le costaba distinguir si aquello era un defecto o una virtud, pero aún así era una de las tantas cosas que la hacían amarlo aún más, pues cuando ella estuviera triste o se sintiera sola, el siempre estaría a su lado, tratando de acompañarla, de hacerla sonreír, y de hacerla feliz.

“Siempre ha estado a mi lado.” —Pensó mientras veía a su marido recolectar las flores cual niño emocionado.

—¡Oye! ¿Acaso no vas a ayudarme? —Preguntó Kanto, sacándola de sus pensamientos. Shin se acercó a su marido y comenzó a recolectar las flores en su canasto, con cuidado de no dañar el resto de las plantas—. ¿En qué pensabas? —Preguntó con curiosidad, al haber notado la mirada de la cebra poco antes de acercarse. Su pareja rió para sus adentros una vez más, antes de contestar.

—En lo mucho que te amo. —Dijo ella con ternura, mientras le dedicaba una cálida mirada.

—¿Y tenemos que estar tan lejos de nuestro hogar para que te des el lujo de pensarlo? —Inquirió con una ceja en alto. Ciertamente lo decía en broma, pero su pareja no lo tomo así, pues al instante su mirada pasó de ser cálida y dulce a gélida como el hielo mismo—. ¡Tranquila, era solo una broma! —Exclamó con nerviosismo, pues a pesar de que sabía que podía bromear con ella, también sabía que había un cierto límite, uno que no tenía intenciones de cruzar. Shin suspiró con pesadumbre—. Oye, sabes que yo también te amo, no tienes porque enfadarte así. —Habló con un tono cálido, tratando de sonar lo más convincentemente posible al tiempo que dejaba su labor y se acercaba a su esposa, mientras ella desviaba la mirada con el ceño fruncido.

—Lo sé, pero pero tú sabes que no me gusta que bromees cuando te lo digo. Es como si insinuaras que no estoy siendo sincera, o que estoy haciendo una especie de broma. Y no me gusta qu-…

La joven se vio interrumpida al sentir los labios de su esposo posarse sobre los suyos. Shin se sorprendió, encontrándose en medio de un tierno beso al cual no tardó mucho en responder, abrazándose fuertemente a su amado al tiempo que ambos se sentaban en el césped. El momento era ideal, pues la calma era casi absoluta en aquel lugar. Eso sumado al agradable canto de los pájaros a su alrededor y los cálidos rayos de sol del atardecer posándose en la escena constituían un pequeño fragmento de paraíso, uno que ninguno de los dos iba a desperdiciar. Antes de lo que el joven hubiera querido, Shin rompió el beso.

—Te amo demasiado, ¿sabes? —Dijo Kanto, con una sincera sonrisa.

—¿Crees que esto te funcionará cada vez que me hagas enfadar? —Inquirió ella con una ceja en alto.

—Tu dímelo, ¿funcionó? —Se atrevió a preguntar, aunque no esperaba una respuesta realmente.

Sin embargo, Shin no contestó la pregunta con palabras, sino que acercó su rostro al de su marido una vez más al encuentro de otro beso. Y así pasaron los minutos que, para los dos enamorados, fueron tan solo segundos.

Poco tiempo después se separaron para recuperar el necesitado aire, mientras aún permanecían abrazados, disfrutando del calor y la compañía del otro. Pasados unos minutos, fue Shin quien rompió el agradable silencio que se había formado.

—Nunca te apartes de mi lado. —Susurró ella, recargando su cabeza en el hombro del guerrero.

—No en esta vida, Shin. —Respondió con calidez, abrazando a su esposa protectoramente.

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Ahora, ambos permanecían sentados contra un viejo roble en una zona elevada de la isla, mientras contemplaban el cálido atardecer. En tanto el sol, reflejando sus cálidos rayos en el lago, ya se retiraba en el horizonte, dando paso a la majestuosa noche.

—Es tan hermoso. —Musitó Shin, no recordando cuando había sido la última vez que había disfrutado de un espectáculo así.

—No tanto como tú. —Respondió Kanto, sonriéndole sinceramente, mientras su esposa lo miraba con ternura.

—Quisiera quedarme aquí junto a ti, para siempre. —Dijo ella, y dirigió su vista una vez más al horizonte.

—Bueno, sabes me encantaría, de no ser por el hecho de que pronto va a oscurecer, las criaturas salvajes comenzaran a salir de sus cuevas y-… —Fue silenciado por el casco de su esposa, quien suspiró una vez más.

—¿Por qué siempre tienes que hablar tanto? —Preguntó, divertida.

—Si acaso te molesta, sabes bien como callarme. —Respondió, arqueando una ceja. Ambos acercaron sus rostros a la espera de otro beso, pero algo los interrumpió.

Kanto se separó de su esposa abruptamente, sobresaltado, poniéndose de pie y en estado de alerta. Shin lo observó confundida, y pronto se acercó a él.

—Amor, ¿Qué su-…? —Fue silenciada por uno de los cascos de su esposo. Shin lo observó molesta un momento al apartarlo, pero antes de hablarle alcanzó a oír una especie de zumbido, aunque este no parecía provenir de ningún animal salvaje que ella conociera—. ¿Qué es ese soni-…? —Kanto chistó para interrumpirla, mientras intentaba ubicar con su vista y oído el origen del sonido, cada vez más fuerte. Shin lo comprendió, e hizo lo mismo. Luego de unos segundos, finalmente fue capaz de divisar el origen de aquel zumbido.

—Santo cielo. —Susurró Kanto al ver que el objeto que lo originaba se aproximaba por aire a toda velocidad a su posición. Se trataba de un gigantesco objeto ovalado con un rectángulo metálico adherido a la parte inferior, envuelto en llamas, y que avanzaba a una velocidad imposible en su dirección—. Corre… ¡Corre!

Shin no tardo en reaccionar, y en menos de un segundo la pareja se encontraba huyendo, galopando lo más rápido que podían a través del bosque en un intento desesperado por salvar sus vidas. Cerraron los ojos un instante mientras aun estaban a la carrera en medio de la galería de árboles, y una vez que los abrieron su mirada había cambiado. Una sombra negra había aparecido bajo sus ojos, y ahora eran capaces de galopar a una velocidad mayor.

Segundos después, el titan envuelto en llamas se estrelló contra el suelo, y aún así su marcha no se detuvo. Aquella bestia de metal seguía avanzando por tierra a toda marcha, arrasando con todo a su paso. Kanto y Shin tenían a aquella monstruosidad prácticamente pegada a sus cascos; sabían que a ese paso no lograrían superar la velocidad del artefacto, por lo que huir en esa dirección ya no era una opción. El guerrero empujó a su esposa a un lado del camino para luego saltar hacia el lado lado contrario. Gracias a ello, evitaron que la bestia metálica arrasara con ellos en aquel preciso instante.

Luego de caer en la maleza cercana, las dos cebras se incorporaron adoloridas y se reunieron en el medio del camino creado por el arrastre del titan, al tiempo que sus ojos volvían a la normalidad, solo para notar como la gran bestia seguía su camino, arrasando con todo hasta quedar fuera del alcance de su vista. Poco tiempo después oyeron como ésta impactaba a una distancia considerable, y vislumbraron una creciente columna de humo en aquel punto.

La pareja aún se encontraba atónita, incrédula de lo que acababan de ver, y de cómo su tranquilo paseo por el bosque se había convertido en una odisea por salvar sus vidas. Algunos árboles habían comenzado a arder alrededor del camino que había formado la gran máquina, pero no parecía que hubiera peligro de que el fuego se extendiera rápidamente; contaban con algo de tiempo para escapar antes de que eso sucediera.

—Por los ancestros. —Musitó Shin, pues había visto pasar su vida entera frente a sus ojos poco antes de que su esposo la salvara.

—¡¿Qué cascos fue eso?! —Gritó Kanto en dirección a la zona de impacto, con una mirada y voz afectadas por el miedo y la confusión.

—No-… no lo sé, parecía un dirigible.

—¡¿Estarán atacando nuestras tierras?! —Preguntó el guerrero, su cuerpo y mente preparándose para la batalla.

—No, no creo que eso haya sido intencional, seguramente hubo un accidente, o algo así. —Respondió seriamente, mientras se calmaba e intentaba razonar la situación—. Deberíamos ir a investigar, puede que haya heridos.

—No, lo que debemos hacer es regresar a la aldea y advertir a tu padre sobre lo que sucedió aquí. —Replicó él, no estando dispuesto a dejar que su esposa se arriesgara de esa manera.

—Para cuando regresemos otra vez, podría ser demasiado tarde. —Susurró casi para si misma, para luego mirar a su esposo con gran determinación—. ¡Debemos apresurarnos! —Dijo al tiempo que se iniciaba un rápido galope.

—¡Espera! ¡Shin! —Exclamó el guerrero, corriendo tras su esposa.

En poco tiempo, siguiendo el sendero de destrucción que se había creado, las dos cebras llegaron al lugar del impacto. El dirigible había chocado contra un enorme árbol que doblaba su tamaño, y ahora resultaba en una gran linterna que iluminaba el bosque a su alrededor en medio de la noche. Estaba hecho pedazos, no había forma de que aquella maquina pudiera ser puesta en el aire otra vez. También había fuego por doquier, dentro y fuera de la nave, que poco a poco comenzaba a extenderse a la flora cercana.

—Dudo que aún haya alguien con vida ahí. —Kanto trató de convencer a su esposa de escapar, pues podría ser muy peligroso permanecer en ese lugar mas tiempo. En tanto, ella cerró los ojos por un momento, y aquella extraña sombra no tardó en aparecer.

—Puedo sentirlo, hay al menos dos supervivientes. ¡Tenemos que salvarlos! —Intentó acercarse rápidamente al dirigible, y su pareja se interpuso.

—¡No, es demasiado peligroso! Esa cosa podría explotar en cualquier momento y, aunque no lo hiciera, el fuego dentro de poco consumirá este lugar. Mira a tu alrededor, Shin. Por favor, no quiero que te arriesgues así. –Dijo Kanto con desespero, tratando de hacer reaccionar a su esposa. Aquella le dirigió una fría mirada, una que el guerrero supo reconocer.

—¿Confías en mi?

—¿Qué-... qué has dicho? —Respondió él, anonadado. Aquella pregunta lo había tomado por sorpresa.

—¿Confías en mi? —Inquirió nuevamente, sin cambiar su expresión.

—¡Por todos los cielos Shin! ¡Por supuesto que confío en ti! Pero-… —Se vio interrumpido.

—¡Entonces ayúdame en esto! ¡Y si no tienes deseos de ayudarme, al menos no te interpongas! —Dijo ella, evitando a su cónyuge y corriendo hacia la nave mientras esquivaba los restos encendidos a su alrededor.

No dispuesta a desperdiciar un solo segundo, se acercó a lo que parecía ser una de las entradas: una gran puerta de hierro que se encontraba cerca del suelo. Luego de cerrar un momento sus ojos, y apareciera la misma sombra bajo estos de antes, comenzó a empujar la puerta hacia un lado con intenciones de forzarla, aunque era incapaz de lograrlo sola, y ella lo sabía. Luego de unos momentos sintió otros cascos apoyarse sobre la puerta, y notó entonces que su marido se encontraba junto a ella, con la misma sombra bajo sus propios ojos.

—De acuerdo, ¡Hagámoslo! —Exclamó con gran confianza.

Shin sonrió ampliamente al ver que su amado, tal y como ella esperaba, no iba a dejarla sola en aquel momento. Ella asintió sonriente y, uniendo sus fuerzas, fueron capaces de arrancar la puerta de hierro fácilmente, arrojándola a un lado después. Ambos intercambiaron una seria mirada por un instante, e inmediatamente después ingresaron en el interior de la nave preparados para lo que fuera, sin saber que lo que encontrarían en su interior cambiaría sus vidas para siempre.
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Una vez en el interior del dirigible, investigaron con la mirada velozmente la estancia, sin alejarse mucho de la entrada. Una alarma sonaba en intervalos de dos segundos, mientras que una luz roja que indicaba “emergencia” iluminaba el lugar débilmente. Había varias puertas y corredores secundarios en el lugar, pero ellos no contaban con tiempo suficiente para explorar todo el transporte; requerían de una guía específica.

—Ten cuidado, no sabemos si son hostiles. Si notas algo extraño, lo que sea, no dudes en atacar ni por un segundo, ¿de acuerdo? —Previno Kanto, pues había una posibilidad de que los supervivientes no fueran del todo amistosos.

—Sé cómo defenderme cariño, no tienes porque preocuparte por mí. —Dijo ella con confianza. Su esposo suspiró.

—Si, a veces olvido que estoy casado con una de las mejores guerreras del clan. —Comentó en tono de burla, mientras ambos se preparaban para avanzar.

Haciendo uso de su capacidad para percibir la energía natural de otros seres vivos, se acercaron rápidamente a la última puerta del corredor, forzándola casi al instante, subiendo las escaleras de caracol tras esta, y forzando también la puerta que daba acceso al segundo piso.

Al llegar se encontraron con otro pasillo, aunque este se encontraba invadido por las llamas, y había cuerpos de seres distintos de su raza en el suelo, que no parecían presentar señales de vida. Con cuidado, ambos se acercaron para investigar los cuerpos, encontrándose con criaturas equinas, con y sin alas.

—Por los ancestros, son… son ponis. —Musitó Shin, sorprendida de que tales criaturas se encontraran en su territorio.

—Y no parecen ser guerreros, ni mucho menos… son civiles. —Dijo Kanto con seriedad mientras investigaba los cuerpos sin vida, cerca de su esposa.

Shin sin embargo no hizo caso a las palabras de su marido, dado que ella estaba perdida en sus propios pensamientos pues no esperaba volver a ver a aquellas criaturas, mucho menos en sus tierras.

La joven cebra siempre había tenido un espíritu aventurero, incluso desde pequeña, y es por eso que cuando cumplió trece años, con el permiso de su padre (aunque muy a su pesar) dejó el pueblo de Vizuri Shetani para cumplir su sueño de viajar a tierras desconocidas. Luego de algunos meses, y de haber conocido el territorio de los minotauros, de los perros diamante y de los búfalos, llegó a un bello y pacifico lugar llamado “Equestria”, donde habitaba toda clase de criaturas equinas. La joven decidió entonces establecerse en aquel maravilloso lugar, dispuesta a aprender todo lo que la cultura poni tenía para dar en cuanto a conocimientos de medicina e historia, e incluso tuvo el honor de conocer a la mismísima princesa del alba durante la celebración del verano en la capital del lugar.

Cumplidos sus veinte años, Shin añoraba su pequeño pueblo, pues a esta altura se había dado cuenta de que realmente nunca podría adaptarse a la forma de vida en ciudades y pueblos tan ajetreados. Fue cuando decidió emprender el viaje de regreso a Upendo Umuvilivu, junto a su amado padre.

Al volver, se encontró una vez más con su familia, sus compañeros, y en especial, con su mejor amigo de la infancia, quien había crecido para ser un honorable guerrero, aunque en el fondo seguía siendo el mismo niño inocente que había conocido años atrás. Fue entonces que se enamoraron, y unos años después, se casaron, dispuestos a formar una familia y a pasar el resto de sus vidas juntos.

—¡Shin! ¡¿Qué sucede?! —Inquirió Kanto, y sacando a la cebra de sus pensamientos.

—¿Eh? Nada, no es nada, es solo que… no importa. ¡Vamos! ¡Es por aquí! —Dijo Shin, acercándose rápidamente a la anteúltima puerta del pasillo del lado izquierdo, y abriéndola rápidamente con una potente coz. Así ingresó en lo que parecía ser un camarote, destruido casi por completo.

La mitad del techo de la habitación se había derrumbado, y la gran cama en el centro, junto con los muebles cercanos, estaban completamente cubiertos por los escombros. Pero lo que llamó su atención realmente fueron las dos figuras que yacían abrazadas en el suelo cerca del lecho, visiblemente heridas, bajo los escombros del dirigible. La cebra se acerco rápidamente a ellos, seguida de su marido, para levantar sin demasiada dificultad los restos del transporte que los cubrían, y dedicar una mirada más detallada a las víctimas. Se trataba de una unicornio de pelaje amarillo pálido, crin lacia color marrón oscuro, ojos cafés, y marca en forma de un libro en sus flancos. En sus brazos yacía inconsciente un potrillo de pelaje amarillo pálido y crin dorada con un pequeño mechón naranja. Probablemente su hijo.

—¡Señora! ¡Señora despierte! ¡Por favor, despierte! —Gritó Shin, intentando hacer reaccionar a la joven unicornio.

La misma entreabrió los ojos con dificultad, oyendo lejanas las palabras incomprensibles pertenecientes al dialecto de la cebra. Kanto ahora permanecía al lado de su esposa, esperando poder ayudarla en algo más, alegrándose de que ella conociera tan perfectamente el idioma equestriano.

—Señora, ¡¿puede usted oírme?! ¡Resista, la saldremos de aquí! —Le gritó, disponiéndose a ayudar a la unicornio a ponerse de pie, pero la misma se negó a incorporarse.

La unicornio no era capaz de responder con palabras no solo porque no comprendía el idioma de quien intentaba salvarla, sino también porque se encontraba extremadamente débil. A razón de ello, solo fue capaz de extender sus patas con dificultad, empujando al pequeño hacia Shin. El potrillo estaba realmente lastimado, pero no más que su madre, quien tenía graves heridas en el pecho y en su cabeza, pues había recibido de lleno el impacto de los escombros en un intento por proteger al pequeño.

La unicornio era consciente de sus lesiones, y sabía que quizá no lo conseguiría. Sabía también que si aquellas criaturas intentaban ayudarla no conseguiría más que retrasar su huida, poniéndolos en peligro a ellos y a su propio hijo. La cebra dudo un momento, pero al darse cuenta de lo que la madre pensaba, no perdió tiempo para tomar al pequeño con un brazo, mientras que la joven unicornio le sonreía con dificultad.

—Por favor, cuida de mi hijo. —Musitó con una voz ahogada. Shin quedó paralizada—. Cuida... de mi Blast. —Dijo llena de aflicción mientras su mirada escurría angustia, y sus ojos, lágrimas de dolor.

Sin pensarlo un instante, Shin asintió, al tiempo que veía con dolor como aquella madre cerraba sus ojos al dar un último suspiro, para finalmente partir de este mundo. La pareja cerró los ojos en señal de luto unos segundos, para luego de abrirlos y dedicar una mirada más detenida al pequeño en brazos de la guerrera.

Shin no sabía qué era lo que había ocurrido en aquel lugar, pero eso no le importaba. Lo que importaba ahora era que el unicornio en sus brazos necesitaba atención médica, y ese no era precisamente el lugar para proporcionársela. Una explosión más cercana la sacó de sus pensamientos, al igual que los gritos de su esposo.

—¡Shin! ¡Debemos irnos, ahora! —Exclamó con desespero, y sus gritos se vieron opacados por las explosiones que ahora ocurrían en distintos puntos del dirigible, algunas muy cerca de su posición.

La guerrera le dedico una última mirada a la unicornio que ahora yacía en el suelo, con una expresión tranquila en su rostro, y asintió.

—Lo prometo. —Dijo seriamente, para luego darse la vuelta y correr hacia la salida, siguiendo a su marido.

Salieron del cuarto y galoparon a través del corredor en llamas hacia la puerta que daba acceso a la escalera de caracol, solo para encontrarse con grandes escombros que caían frente a ellos, bloqueando totalmente el acceso al piso inferior.

—¡Estamos atrapados! —Exclamó la guerrera con el potrillo en brazos, llena de horror, no encontrando otra salida posible.

Kanto consideró la situación rápidamente y dio media vuelta, galopó al final del corredor del lado contrario seguido por su esposa, esquivando las llamas, y al llegar concentró todo su poder en sus cascos traseros, volteándose y propinando una potente coz a la pared, la cual salió despedida hacia el exterior casi en fragmentos.

—¡Deprisa! ¡Es ahora o nunca! —Gritó Kanto.

Shin se apresuró y se acercó a su marido con el potrillo aún en brazos, y en un segundo ambos saltaron al exterior de la nave, aterrizando a unos cuantos metros de ella justo cuando el interior del lugar por el cual acababan de escapar se veía invadido por una fuerte explosión.

Ambos respiraban agitadamente, luego de su milagroso escape al encuentro con la muerte. Aún así no perdieron tiempo y, evitando las llamas, se alejaron rápidamente del lugar que, tal y como Kanto había previsto, se había convertido en un completo infierno. El bosque a su alrededor ahora estaba ardiendo con una gran intensidad, y los arboles en llamas cedían a su paso.

Segundos después el dirigible mismo voló en pedazos, los cuales se esparcieron por todo el lugar. La pareja le dedicó una última mirada a los restos del transporte estando a una distancia segura del incendio, para luego observar con preocupación al niño que permanecía en brazos de la joven Shin, aun inconsciente. El pequeño necesitaba atención médica urgente, por lo cual no podían perder más tiempo; debían volver al pueblo lo más rápido posible.

La pareja de cebras se apresuró a volver a la orilla de la isla y subieron a la canoa en la cual habían arribado a aquel lugar. Kanto tomó los remos con sus cascos, y no tardaron más que unos cuantos segundos en ganar velocidad y alejarse de la costa.

Allí, en aquella isla, se había perdido un gran tesoro de hierbas medicinales, al igual que la vida de decenas de criaturas que allí habitaban y habían sido incapaces de escapar por agua o aire. Pero ellos lo habían conseguido, habían logrado escapar con vida junto con un niño de otra raza cuyo origen ambos conocían: Equestria.

Una vez que estuvieron a una distancia segura de la peligrosa isla Rafiki, Kanto se detuvo en medio de las oscuras aguas del lago, pues estaba realmente cansado. La flota en la que iban ahora estaba iluminada por una lámpara de combustible colocada en el centro, que el guerrero había llevado por precaución por si acaso la noche los alcanzaba antes de regresar.

—Te dije que sería mejor si... si veníamos preparados. —Dijo Kanto con una sonrisa de confianza, respirando agitadamente, mientras la sombra bajo sus ojos desaparecía.

Shin le sonrió a su esposo en respuesta, para luego observar al pequeño en sus brazos. Lo importante ahora era atender sus heridas, pues no estaba totalmente fuera de peligro. Sin embargo, no podía dejar de hacerse la misma pregunta una y otra vez: ¿qué sería de aquel pequeño de ahora en adelante?

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Todos los habitantes del pueblo estaban fuera de sus casas, observando con temor la columna de humo que se divisaba a lo lejos, en el medio de una noche iluminada por la luna llena. Delante de todos ellos se encontraba el líder del clan: una cebra mayor de pelaje gris y rayas negras, aros de oro en sus orejas y brazos, colgante en forma de cruz negra en su cuello, y una marca en forma de rayo en sus flancos. Aquel guerrero era temido en todo el país de Upendo Uvumilivu dado su historial de guerras pasadas, y eran contados los adversarios que habían sido capaces de hacerle frente en el campo de batalla.

Y así, aún después de haber enfrentado peligrosas batallas a lo largo de su vida, solo ahora, en este preciso instante, sentía miedo. Miedo porque en la mañana su hija y su yerno se habían marchado en la dirección donde la columna de humo se levantaba, y no había tenido noticias de ellos desde entonces. Su instinto le gritaba que debía ir a aquel lugar y asegurarse de que su familia estuviese con bien, pero la parte lógica de su mente le indicaba que aquello bien podría ser la treta de un enemigo para tenderle una emboscada, o para atacar la aldea en el preciso instante en que él partiera. De momento no podía arriesgarse, debía confiar en los centinelas que habían partido rumbo a aquel lugar horas antes. Finalmente, dos de ellos salieron del bosque y se acercaron al jefe.

—Señor Felshak, hemos confirmado que el incendio se originó en la isla Rafiki, del lago Zira. —Dijo uno de ellos con seriedad. Aquellas palabras fueron como un puñal para el viejo Felshak, quien encontró cierta dificultad para mantener su usual expresión serena. La otra centinela notó esto, y actuó rápidamente en consecuencia.

—Aún así, no podemos tener la certeza de que Shin y Kanto hayan estado allí presentes cuando sucedió. Nosotros volvimos para informarle una vez tuvimos la certeza del lugar donde ocurrió. Los demás avanzaron para buscar rastros de su familia. —Dijo la joven guerrera, tratando de calmar a su lider.

—Está bien. Lai, Narae… gracias, pueden regresar a su puesto. —Dijo el jefe relajadamente, cerrando sus ojos. Ambos asintieron y se alejaron en silencio, volviendo a su lugar en dos de las elevadas torres que se ubicaban alrededor del pueblo, recuperando la sombra bajo sus ojos para continuar con su labor.

Felshak del Trueno era una cebra de cincuenta y dos años que había asumido como líder del clan a la edad de veinticinco, luego de perder a su padre y a su amada esposa a garras de los leones durante la última gran guerra, la cual se había desatado por el vasto territorio que las cebras habitaban. Luego de eso, Felshak tomó su merecido lugar como líder del clan a una temprana edad, habiendo quedado viudo, y con una pequeña hija de dos años que no entendía el por qué de la ausencia de su madre.

Años después, otra gran desgracia golpeó a su familia. Su nieto de cinco años, Akim, el primer hijo de Shin de las Flores y Kanto de la Noche, perdió la vida a causa de una terrible enfermedad que había afectado a los niños y ancianos de Vizuri Shetani. Para cuando los curanderos encontraron una combinación de hierbas adecuada para tratar los síntomas, para algunos ya era demasiado tarde. La pareja lloró a su querido ángel durante años, antes de poder continuar con sus vidas. Aunque claro, ni Shin ni Kanto habían vuelto a ser los mismos desde aquel entonces.

El líder no solo tuvo que cargar con el sufrimiento de sus seres queridos más cercanos, sino también con el suyo propio. Aún así, esto nunca le impidió guiar a su clan con responsabilidad y sabiduría pues debía seguir adelante, al igual que el resto su familia.

—¡Señor! ¡Se acercan! —Gritó Lai desde la torre, percibiendo mediante sus habilidades a un grupo numeroso que se acercaba rápidamente por el norte.

Felshak vio interrumpidos sus pensamientos mientras hacía uso de las mismas habilidades que el guardián, y una sombra oscura apareció bajo sus ojos. Pudo entonces sentir la energía de los dos seres por quienes tan preocupado estaba, y una extraña energía que no fue capaz de identificar, que se acercaba junto con ellos.

Segundos después los guerreros se abrieron paso entre la maleza que delimitaba el pueblo del bosque, y cuál fue la dicha del viejo jefe al ver llegar a su hija sana y salva, al igual que su yerno y el equipo de centinelas que los habían escoltado.

—¡Shin! —Exclamó Felshak, galopando hacia la joven.

—¡Padre! —Gritó Shin, apresurándose a abrazarlo con uno de sus brazos cariñosamente, mientras que su ser querido la abrazaba con ambos, no habiendo reparado en la criatura que llevaba con ella. Kanto permanecía junto a los demás rastreadores mientras los habitantes se aproximaban a ellos, dichosos de su regreso.

—¡Gracias a los ancestros que están bien! ¡Estaba tan preocupado, mi niña! Yo-… ¿Qué es esto? —Preguntó el jefe al notar al potrillo en brazos de su hija.

—¡Padre, este niño está muy mal herido, y necesita de cuidados médicos inmediatos! Por favor, se lo que piensas sobre las demás razas, distintas a la nuestra. Pero te suplico, te imploro, que hagas una excepción y que nos permitas tratar a este pequeño, pues de no hacerlo quizá vea un nuevo amanecer. —Suplicaba Shin, pues conocía bien la postura de su padre con respecto a los forasteros luego del ataque de los leones hacia ya tantos años.

Su padre ahora se debatía entre permitirle la entrada a un completo extraño, por más que de un niño se tratara, o negarle la necesitada ayuda a su ser más amado en el mundo lo cual, aunque parecía una decisión simple, no era nada fácil para el viejo jefe. Por más que la idea no le agradara en lo más mínimo, decidió permitir esto, pues no podía decirle que no a su hija en ese momento. Más tarde meditarían que hacer con el niño, ya que lo que importaba ahora era salvarle de los fríos cascos de la parca, que ansiaban posarse sobre él y llevarse su alma antes del alba.

—¡Kuhn de las Sombras! ¡Acércate! —Llamó Felshak mirando a su derecha, buscando a alguien en particular que pronto se abrió paso entre la multitud.

—Aquí estoy mi señor, descuidad. Puedo preguntar, ¿cuál es su voluntad? —Dijo Kuhn, una vieja cebra de pelaje blanco con muy pocas rayas grises que solo cubrían su rostro, parte de su espalda y sus patas. De ojos marrones, crin corta en punta, aros en ambas orejas, y una marca en forma de cruz en sus flancos.

—Ve a casa de mi hija junto con ella y su esposo, y cuida de este niño haciendo uso de tus habilidades. Asegúrate de proporcionarle cuantos cuidados necesite, pues cuando sus heridas hayan sanado y se halle recuperado, decidiremos de qué forma lo devolveremos a sus tierras. —Concluyó Felshak mirando seriamente al viejo doctor del clan, uno de los más capacitados de la rama médica.

Kuhn asintió, y rápidamente los cuatro se retiraron a la morada de la pareja mientras que Felshak, con un gran cansancio a sus espaldas, ordenó a todos volver a sus hogares antes de apartarse con el grupo de centinelas que habían escoltado a Shin y a Kanto. Los demás habitantes del pueblo aún se miraban entre sí, preguntándose si la decisión que había tomado el jefe había sido la correcta pues tener a un niño de otra especie allí, en el futuro podría traerles problemas. No mucho después decidieron que era muy tarde como para preocuparse por eso, pues los niños debían descansar al igual que los adultos, quienes al día siguiente deberían reiniciar sus labores normalmente. Minutos después, casi todos se habían retirado a sus hogares para dormir bajo el abrazo de la noche.

—No quiero molestar a mi hija por el momento, así que explíquenme que fue lo que sucedió. —Dijo con seriedad el jefe del clan. Una de las cebras dio un paso al frente.

—Gran Felshak, la señorita Shin nos relató los infortunios por los cuales pasaron en la isla Rafiki hace apenas algunas horas. Un gran dirigible, un transporte muy utilizado en las tierras de Equestria, cayó casi en el centro de la alejada isla, pues al parecer hubo un accidente mucho antes del impacto. Todos los equinos que iban a bordo, civiles, perecieron en aquel lugar, y solo aquel pequeño sobrevivió a tal fatalidad. Su hija y su yerno salvaron a aquel potrillo y escaparon oportunamente, y nosotros los interceptamos cuando venían hacia aquí. —Concluyó el centinela. Felshak suspiró.

—De acuerdo, pueden retirarse. Mañana reiniciaremos las labores normalmente, y cuando el fuego en la isla se haya extinto por completo, ustedes irán allí para investigar el lugar con más detenimiento. Probablemente dentro de poco tendremos invitados provenientes de Equestria, una vez que aquellos no tengan noticias de las víctimas del dirigible. —Concluyó el líder, luego de lo cual los centinelas asintieron y se retiraron.

Ahora Felshak se encontraba sentado en una vieja silla en el exterior de su morada, pensativo, considerando cuales eran las opciones que tenía entonces y qué debería hacer luego para devolver a su patria al pequeño unicornio recién llegado.

Por un segundo lo imaginó como una amenaza, como un agente infiltrado solo para hacer daño a su pueblo, a su familia. Ante aquel pensamiento, la sombra apareció bajo sus ojos, y no tardó más de unos instantes para hallar la presencia del unicornio. Examinó el aura que proyectaba de punta a punta, y no tardó en descubrir que se trataba de una criatura común y corriente, profundamente dormida. Su poder actual apenas sería suficiente para hacer daño a una hormiga toro, y Felshak se dio cuenta de que sus miedos eran infundados.

Pronto aquellas ideas se vieron opacadas por el gran cansancio que lo invadía. La preocupación por su familia lo había desvelado, pero ahora que sabía que su hija y su yerno estaban a salvo, por fin se retiró a su lecho, disponiéndose a dormir.

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Unas horas después, bien entrada la madrugada, el pequeño yacía en cama con la frente vendada, en una pequeña habitación débilmente iluminada por algunas velas. Kuhn, un doctor de la rama médica del clan, concluía su tratamiento para luego alejarse del lecho del paciente junto con Kanto, mientras la esposa de este último permaneció en todo momento junto al potrillo.

—¿Cómo crees que se encuentre? —Inquirió Kanto al salir de la habitación, con cierta preocupación.

—Muchos conocimientos poseo yo sobre nuestra anatomía, más la de los ponis, es una cosa completamente distinta. Su cuerpo no ha sufrido un daño mayor, sin embargo, requerida de algún tiempo para ponerse mejor. —Dijo el curandero, con seriedad.

—Entiendo pero, ¿Tu que-...? ¿Que cre-...? Uh. —No era capaz de completar la pregunta—. ¿Qué crees que debamos hacer cuando despierte? ¿Debemos decirle lo que le ocurrió a su madre, o...? —Inquirió finalmente, desviando la mirada. Kuhn apoyó un casco en su hombro.

—Un paso a la vez amigo mío, en cuanto de su sueño salga, llámame inmediatamente, pues no deberá levantarse de su cama. Yo lo examinaré una vez más, para así un diagnostico definitivo poder dar. —Respondió Kuhn, luego de lo cual le sonrió para darle ánimos, notando que el joven estaba realmente preocupado por el niño.

—De acuerdo, te lo agradezco mucho Kuhn, has sido de gran ayuda. —Dijo él, con una sincera sonrisa en señal de agradecimiento. El doctor asintió, luego de lo cual se retiró a su hogar.

Una vez que quedaron solos, Kanto se acercó a su esposa notando como ella, sentada al borde del lecho, continuaba acariciando la melena del pequeño unicornio, con una triste mirada. El guerrero notó esto y actuó en consecuencia.

—¡Tranquila! No te preocupes tanto por él, ya fue atendido por uno de nuestros mejores curanderos. Dentro de algunos días estará bien, ¡ya lo verás! —Animó él, tratando de relajar el ambiente.

—Sí, lo escuché. Pero, ¿y después? —Preguntó mirando al niño, quien respiraba pausadamente.

—¿A qué te refieres?

—Me refiero a que-... uh, piénsalo por un momento. Su madre falleció hace algunas horas, y no sabemos si su padre iba o no en ese dirigible cuando ocurrió el accidente. Quizás aquel esté bien, a salvo en Equestria, pero... ¿Y si no tiene padre? ¿Y si solo tenía a su madre? Entonces, ¿qué será de él? —Preguntó. ahora mirando a su esposo.

Kanto comprendió cual era el punto de su esposa, pues él había estado pensado exactamente lo mismo unas horas atrás, mientras se dirigían al pueblo.

—Creo que deberíamos dejarle ese asunto a la gobernante de Equestria. Tú misma me contaste que es una princesa sabia y justa, sé que hará lo mejor por el niño. —Respondió con una sonrisa, pero ello no tuvo efecto alguno en su esposa.

—He visto a potrillos de su edad, sin familia, que terminan en orfanatos sin que nadie los adopte, pues las parejas que no pueden concebir solo buscan para ello a los más pequeños. Los demás crecen solos, apartados de todo, sin nunca conocer el cariño y el amor de una madre o un padre. Y solo una vez cumplida su mayoría de edad, los dejan a su suerte en el vasto mundo, solos, sin nadie que los guíe, ni que los acompañe. —Dijo con tristeza, recordando aquellas escenas de las cuales había sido testigo durante su estadía en Equestria.

Kanto pronto se acercó al lecho y abrazó a su esposa protectoramente, susurrando en sus oídos.

—No debes preocuparte por eso ahora, amor mío. Si esa es la causa de tu tristeza, puedo asegurarte que haremos todo lo que esté a nuestro alcance por el bien de este pequeño, te lo prometo. —Dijo con determinación, y un cálido tono de voz que inspiraba paz en la guerrera. Shin no pudo evitar enternecerse al escuchar estas palabras.

—Gracias. —Susurró ella, sonriendo.

Unos minutos después, ambos se apartaron de la cama, apagando las velas que iluminaban el lugar y retirándose del cuarto, dedicándole una última mirada al pequeño que ahora dormía plácidamente. La pareja se retiró a su lecho en la habitación continua, repasando en sus mentes todo lo que habían vivido ese mismo día, y no pudiendo sacar de sus cabezas el hecho de que el pequeño unicornio ahora descansaba en la habitación que una vez había pertenecido a su querido hijo.

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Al día siguiente, el sol brillaba una vez más sobre Vizuri Shetani. La columna de humo proveniente de la isla Rafiki ahora apenas era visible, pues el fuego se había extinto del todo durante la noche. Las cebras se disponían a comenzar sus labores diarias mientras que los más pequeños aún seguían dormidos, pues se habían desvelado la noche anterior.

En las primeras horas de la mañana, luego de haber desayunado, Shin tomó lugar en un cómodo sillón colocado al lado de la cama del unicornio, no dispuesta a dejar que se encontrara solo al despertar. Kanto aún permanecía sentado a la mesa del comedor, preocupado por Shin. Con un profundo suspiro salió de sus pensamientos, pues era hora de iniciar con sus labores de recolección diarias. Y así, luego de despedir a su querida esposa, salió de su hogar al encuentro de los demás miembros del clan que conformaban su equipo, y partieron con dirección al sur.

Unos minutos después, el jefe Felshak se presentó en la morada de la joven pareja, dirigiéndose al cuarto del pequeño donde sabia, probablemente, hallaría a su hija.

—Buenos días, Shin. —Saludó el líder del clan, cruzando la puerta de la habitación.

—Buenos días, padre. —Respondió Shin, sonriéndole dificultosamente y sin muchos ánimos, pues no había dormido bien. El jefe se sentó al borde de la cama, observando con detenimiento a la criatura que su hija custodiaba. Su situación no había cambiado desde el día anterior.

—Entonces, ¿cómo está? —Preguntó a su hija, sin dejar de mirar a la criatura.

—Kuhn dice que ya está fuera de peligro, pero sufrió un fuerte golpe en la cabeza, así que requerirá de algún tiempo para reponerse.

—Entiendo. Hija... ya he escuchado lo que sucedió de boca de los centinelas que los trajeron a ti y a Kanto a salvo, pero ahora me gustaría escucharlo de ti, y por favor no omitas ningún detalle por pequeño que sea, ¿de acuerdo? —Solicitó el jefe, que iba a requerir de toda la información posible si lo que deseaba era tomar una decisión adecuada, por el bien del pequeño, y el de su pueblo.

Shin asintió, y procedió a relatar los sucesos ocurridos el día anterior en aquella isla, los cuales les habían llevado a salvar al pequeño de un destino fatal. Le contó sobre la muerte de su madre, y también de sus miedos, sobre lo que probablemente ocurriría con él al volver a su reino. Felshak, mientras tanto, escuchaba atentamente cada palabra.

Una vez que Shin hubo concluido su relato, su padre cerró sus ojos y suspiró, pensando que era lo que debía hacer o decir, pues no quería preocupar a su hija más de lo que ya estaba.

—Shin, como dije antes, el pequeño podrá quedarse hasta que despierte y se recupere por completo. Y cuando ese momento llegue, decidiré seriamente qué es lo que debemos hacer con él. Solo te pido... que no te encariñes con él, pues no estará aquí para siempre. ¿De acuerdo?

—Si, lo sé. Solo quiero... solo quiero que se recupere, y que este bien. —Respondió ella, mirando con tristeza al potrillo durmiente. Su padre se incorporó, disponiéndose a salir.

—Disculpa si no es lo que querías escuchar hija mía, pero así son las cosas. —Dijo con seriedad, saliendo de la habitación sin esperar una respuesta por su parte. Una vez Felshak había salido, Shin cerró los ojos fuertemente, sintiendo una gran tristeza invadir su corazón.

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El día pronto llego a su fin, y en un abrir y cerrar de ojos la noche cayó sobre el pueblo, más no era una noche estrellada, como muchas otras, pues había nubes de tormenta aproximándose, las cuales rápidamente cubrieron el cielo. Una fuerte lluvia se desató en la zona mientras que los habitantes que aún permanecían en el exterior resguardaban todos los bienes materiales que pudieran resultar dañados por la tempestad, antes de buscar refugio en sus hogares.

La joven Shin, sin embargo, había permanecido en su hogar todo el día, más precisamente al lado de la cama del unicornio, pues no podía evitar preocuparse por él. Y ahora que aquella gran tormenta se había desatado, se sentía incapaz de dejarle solo.

En un momento, la puerta de la casa se abrió de par en par y un muy agitado Kanto la atravesó, pues la tormenta lo había tomado por sorpresa justo en el momento en que regresaba a su morada.

—¡Shin! ¡¿Estás aquí?! —Debió gritar Kanto mientras cerraba la puerta, pues el sonido de los truenos y la fuerte lluvia golpeando el techo y los cristales no favorecían mucho la audición.

Sin obtener respuesta, se dirigió rápidamente a la habitación del muchacho, hallando a su esposa en el mismo lugar, y prácticamente en la misma posición en que se encontraba cuando se había marchado en la mañana.

—Buenas noches, querido. —Saludó ella, sonriendo con dificultad tal y como cuando su padre la había visitado.

—¿Has estado aquí todo el día? —Preguntó, extrañado.

—Si, le he dicho a mi padre que no continuaría con mis labores diarias hasta que el pequeño se hubiera repuesto, por si acaso me necesitaba.

—Shin. —Susurró él, con una clara mueca de preocupación.

—Oye, no te preocupes por mi. Estoy bien, es solo que... no quería que estuviese solo al despertar. —Dijo cálidamente la guerrera, observando al niño durmiente. Kanto suspiró, para luego sonreírle.

—Está bien. De cualquier forma, ¿ya has comido algo?

—Uh... no, en realidad. Olvidé preparar la cena por completo, lo siento. —Se disculpó ella, en extremo apenada.

—No te preocupes por eso, ¡hoy cocina tu esposo! —Exclamó alegremente.

—¿El mismo que evita hacerlo cada vez que puede, acaso? —Preguntó ella, con tono de burla y arqueando una ceja.

—¿Qué puedo decir? ¡Me gusta mucho más la comida que preparas tú! —Se excusó él—. En fin, ¿qué te gustaría cenar?

—Bueno, lo que tú quieras por mi está bien. Además, no puedo ser tan exigente con alguien que no es precisamente un cocinero profesional, ¿no crees? —Bromeó ella.

—Bueno... Kuhn me enseño hace mucho como preparar sopa de hongos, y hay algunos en la alacena, ¿qué tal? —Sugirió él.

—Suena bien para mi, avísame cuando este lista. Iré a comer y luego regresaré aquí, ¿está bien?

—¡Claro! —Exclamó alegremente el joven, dirigiéndose a la cocina a preparar el plato prometido.

Ahora Shin permanecía pensativa, escuchando cada vez más lejanos los estruendos de aquella tormenta, mientras observaba al niño de cabellos cálidos con una tranquila expresión en su rostro. La guerrera no podía evitar preguntarse: ¿Estaría soñando? Y si así era, ¿con quién? ¿Los habría escuchado a ella o a Kanto?

Pronto todas sus preguntas perdieron lugar en su mente, al ver al unicornio finalmente moverse, tocando su frente con uno de sus cascos y un gesto de molestia en el rostro. Shin se quedó ahí, petrificada, y observó con alegría al pequeño que, poco a poco, abría sus ojos.

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Ahora, Shin centraba su atención una vez más en el pequeño unicornio en sus brazos, que permanecía tranquilamente dormido en esta noche de tormenta. La cebra acercó el rostro para besar su frente cariñosamente, justo en la base de su cuerno, para luego apartarse y abrazarlo una vez más, disponiéndose a dormir en esa posición.

—Siempre te cuidaré, Blast... y siempre estaré a tu lado. —Musitó ella, mientras poco a poco cerraba sus ojos, quedando profundamente dormida. Minutos después, Kanto regresó a la habitación en busca de su esposa.

—¡Shin, la cena ya esta lista! ¿Quieres que-...? —Se detuvo en seco al notar que su esposa estaba abrazada al niño, durmiendo plácidamente junto a él, con una sonrisa en su rostro.

Kanto, no menos sorprendido, no pudo evitar enternecerse con tal escena. En silencio, se acercó a una de las cómodas de la habitación para sacar una blanca sabana, para luego arropar a esposa y al niño con ella.

—Dulces sueños. —Susurró Kanto, besando la frente de la dulce dueña de su corazón.

Luego apagó las velas que iluminaban el cuarto, y se acomodó en el sillón junto al lecho, disponiéndose a dormir allí mismo, en compañía de su cónyuge y del pequeño unicornio. Al día siguiente la fuerte tormenta había cesado, las nubes se alejaron, y el sol ascendió radiante en el cielo azul una vez más, dando inicio a un nuevo día.
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