En lo alto, sobre una plataforma de madera, una figura encapuchada detiene brevemente su lectura a la luz de una vela. Se gira, levanta silenciosamente una mano señalándote un cartel a tu derecha y vuelve a su tarea. Intrigado, te aproximas a la señal y lees sus indicaciones: se trata de un esquemático mapa. Consultas un trozo de papel de tu bolsillo al tiempo que escrutas el camino a seguir, y diriges tus pasos a través del lugar. En menos de un minuto andando a paso tranquilo has llegado a tu destino: una mesa en medio de un pasillo, con una única silla, un candelabro de siete brazos y, alumbrado por él, un libro abierto con una carta lacrada encima. Sin más, te sientas frente a él, rompes el sello y lees la misiva:
Sin más dilación, apartas la carta a un lado y observas que el libro está abierto por la primera historia. Dice así...Saludos, y gracias por interesarte por esta historia... si es que se le puede llamar así.
Seguramente te preguntes de qué estoy hablando. Iré pues al grano: tienes ante ti un recopilatorio de relatos inspirados por "Bronies al borde de un ataque de nervios", de Sg91. Cuando le hablé de esta idea dio su aprobación, y consiste en lo siguiente: a medida que iba leyendo el fic se me iban ocurriendo conceptos. Decisiones alternativas que cambiarían todo como un efecto mariposa, finales distintos, conclusiones lógicas de ciertas partes de la trama, meros sucesos más o menos cotidianos... Cual Heracles con Cerbero, domé todas esas ideas y me puse a plasmarlas en un tapiz mental a modo de homenaje que, ahora, puedes disfrutar aquí. Por supuesto, te encomiendo no seguir leyendo si no has terminado la obra original (algo que, obviamente, recomiendo).
El motivo de la enigmática etiqueta del todo en el título es muy simple: en este periplo presenciarás gran cantidad de géneros. Del más abyecto y cruel horror al más luminoso romance, pasando por las musicales carcajadas de la comedia y otras sensaciones. Es pues lógico utilizar una clasificación tan genérica, así como mi obligación advertirte de que te guardes de los tipos de relato que no sean de tu agrado si así lo deseas. Mas no temas, todo lo aquí mostrado será de disfrute apto para toda edad... al menos por la ausencia de contenido gráfico o/e impropio. Dos últimas anotaciones: evidentemente y en caso de duda, el canon sigue perteneciendo a la historia original. Esto solo son las humildes aportaciones de un fan. Y, a menos que diga lo contrario, estas historias no tienen relación entre si y deben por ello ser tomadas como relatos independientes.
Pero divago. Disfruta la lectura, amigo mío, y que la tinta guíe tus pasos.
LloydZelos
Felicidad
[Oscuro][Slice of life]
[Oscuro][Slice of life]
-Gracias... espero volver a verte.
−Y así, niños, es cómo conocí a vuestro padre.
Con estas palabras y una sonrisa en la cara, dirigió la mirada a sus hijos, que se hallaban sentados frente a ella tras una mesita de vidrio en un amplio sofá borgoña con dos cojines a juego. Una niña de unos diez años y tez zafiro, con pelo violeta hasta los hombros y ojos marrones tras unas gafas sin montura, se abrazaba radiante a uno de los cojines, apoyado sobre el regazo de su vestido de amapolas. A su lado, su hermano pequeño de idéntico color de piel y siete años recién cumplidos con el pelo caoba cortado a cepillo, pantalones beis cortos y sencilla camiseta naranja con una nota musical miraba el mundo aburrido a través de sus ojos morados. Fue él quien habló primero.
−Mamáaaaaa... ¿Podemos salir ya a jugar?
−¡No le hagas caso, mamá! ¡Ha sido guay!
−¡Tú calla, por tu culpa nos ha soltado todo ese rollo! ¿Para qué tenías que preguntar?
−¡Quería saber cómo se conocieron papá y mamá! ¡Y ha sido muy romántico, para que lo sepas!
−Las chicas siempre estáis con lo mismo, sois todas unas tontas...-dijo él de morros, cruzándose de brazos.
−¡Tonto tú!
−¡No, tonta tú!
−¡Tú!
Los dos hermanos se enzarzaron en una disputa cíclica que hizo reír por lo bajo a su madre. Les conocía perfectamente y sabía que podían tirarse así todo el día, así que decidió intervenir.
−Niños, niños, tranquilos. Señorita, ya sabes cómo es tu hermano.
−Lo sé, vivo con él...-repuso fastidiada.
−Y tú, jovencito, piénsalo de este modo: os he contado todo yendo al grano. Podría haber sido peor. ¿Te imaginas que os hubiese hecho sentaros enfrente mía durante meses, contándoos todo tipo de historias sobre mi vida y la de mis amigas e intentando colarlo todo como parte de la historia?
El niño simplemente negó de lado a lado con tal terror y velocidad que parecía que la cabeza fuese a salir volando. Incluso su hermana mayor tembló ligeramente ante tal idea, cosa que no sorprendió en absoluto a su madre: pocas cosas había peores para un niño que hacerle estarse quieto. De repente, se levantó de su sillón blanco.
−Pero bueno, dejemos eso ahora, que creo que estoy olvidando algo. A ver qué hora es... ¿las cuatro y media ya? ¡Uy, qué tarde! Venga, coged las mochilas y a la puerta, que George debe estar a punto de llegar con el coche para llevaros a francés.
La niña obedeció sonriente, y salió por la puerta principal tras coger sus bártulos y darle un beso a su madre. Su hermano hizo lo mismo con una mueca de aburrimiento y, antes de cerrar la puerta rápidamente, dijo:
−Merde...
−¡¡Niño, esa boca!!
Suspiró mientras se dirigía a la ventana, desde donde les vio marchar colina abajo en un Mercedes negro tras pasar la verja corredera y perderse entre los árboles del monte. Sonrió. Le traían de cabeza, sobre todo el pequeño, pero eran su alegría y el fruto de su amor por su marido.
Y, debido a eso, tenían que ser lo más perfectos posible. Francés, tenis, esgrima, kárate... Había que irlos convirtiendo en personas increíbles. Pero poco a poco, como el herrero que templa con mimo y paciencia la mejor de las espadas.
Tarareando por lo bajo, fue al desván y encontró lo que buscaba en una caja de cartón: su álbum de boda. Ahí estaba ella, radiante, con un precioso vestido blanco de palabra de honor y un velo decorado con amapolas, que también componían el ramo. Y a su lado el que hoy era su marido, vestido de esmoquin con pajarita y agarrándola del brazo con una expresión fija y ausente. En otra de las fotos aparecía más suelta, con sus dos amigas vestidas de damas de honor y con una expresión que no sabría decir si era de triunfo forzado, hastío o a saber qué. Sobre todo ella, con la que nunca se había llevado muy bien. Bueno, eso no importaba demasiado: fue su gran día, y lo respetaron. Eso era lo que importaba.
De golpe se llevó una mano a la frente. ¡Había olvidado pasar el aspirador! Lo tenía al lado, así que se lo llevó al salón y lo enchufó, llenando la estancia su característico zumbido. Para acompañarlo, decidió canturrear por lo bajo aquella melodía de hace tiempo atrás...
Este es nuestro show, quedaros y sabréis
Es nuestro momento, el vuestro se acabó
Mientras lo hacía, pasó por delante del espejo colgado en una de las paredes y se contempló sonriente. Sonata Dusk estaba cerca de entrar en la treintena, por lo que hace poco que había empezado a dejar atrás su estilo de ropa adolescente. Sin embargo, eso no significaba que se hubiese vuelto una vieja: su conjunto de minifalda azul y camiseta de manga larga púrpura, sobre la que descansaba su colgante rojo, evidenciaban que le gustaba ir atrevida y juvenil al mismo tiempo, además de que seguía conservando su característica coleta. Y sus ojos y carácter seguían siendo los de aquella chica locuela y despistada. Hablando de despiste, se le había pasado hacer una visita a su marido, por lo que terminó rápido su tarea y se encaminó al despacho que compartían.
Tras salir del salón, giró a mano izquierda. Un pasillo era todo lo que le separaba de su destino, y mientras lo recorría posó su mirada en las paredes. Aquí y allá había alguna foto de ella, su nueva familia y sus amigas, cuidadosamente colocadas de tal modo que al seguir el camino que ella estaba tomando ahora siguiesen un patrón cronológico desde sus días adolescentes hasta la actualidad. Y esperaba poder llenar ese lugar de la casa mucho más. Finalmente, llegó a las puertas correderas del despacho y las abrió. Una amplia estancia sin ventanas le dio la bienvenida, estando su mesa de cristal a la derecha, con una silla blanca de respaldo larga y reclinable equipada con ruedas y la pared posterior cargada de discos de platino y ejemplares de sus sencillos enmarcados, así como alguna fotografía con personalidades importantes del mundo de la música y sus rúbricas. Pero, si bien estaba orgullosa de sus logros, lo que de verdad le importaba en esa sala se encontraba a su izquierda.
En una mesa de nogal, trabajando en su cómoda silla rodante de respaldo alto frente a su ordenador de sobremesa última generación y vestido con vaqueros y camisa blanca, estaba su marido. A su espalda se hallaban artículos de revista, recortes de periódico y fotografías con diversas celebridades, así como trofeos y condecoraciones puntuales, todo representando los logros de su trabajo y colocados meticulosamente allí por ella. Con una sonrisa resplandeciente, se acercó a él por detrás y le rodeó el cuello con sus brazos.
−Hola, Lloydi...-dijo con una sonrisa embriagadora mientras le besaba.
−Hola, mi dulce taco-respondió él sin apartar su ausente mirada del monitor.
−Veo que estás trabajando... ¿Qué tal va?
−Bien.
Sin soltarle en ningún momento, apoyó la barbilla en su pelo y aspiró profundamente su olor con los ojos cerrados, antes de sonreír aún mas y echar un vistazo global a la sala antes de volver a hablar con tono zalamero y satisfecho:
−Quién iba a decir que íbamos a acabar así, ¿eh?... Parece que fue ayer cuando estábamos las tres vagabundeando por las calles, y entonces tú tropezaste conmigo, invitándome a tacos... Fue gracias a ese gesto de amabilidad tuyo que te conocí, y tras hablar contigo supe enseguida que estábamos destinados a estar juntos para siempre. Y contra el destino no se puede luchar, ¿verdad?
Él se limitó a asentir mecánicamente, sin dejar de lado su trabajo.
−No fue difícil despachar a ese grupo de tontas, menos mal que ese perro salió de su escondite antes de tiempo y pudimos capturarlo antes de que consiguiese ayuda. Después de acabar nuestra actuación solo tuvimos que utilizarlo como moneda de cambio para devolver a esas Twilight y Sunset a Equestria, junto con su chucho claro, tampoco somos unos monstruos. Era gracioso, pero en fin... El caso es que luego destruimos el pedestal, por si las moscas, y con él el portal. ¿Cómo lo explicó Adagio...? Algo que le contó Sg de un espejo, luego ella razonó cosas de que sin soporte físico o algo así no podía haber comunicación... Ah, ¡yo qué sé! Digamos que adiós pedestal, adiós Equestria y adiós a esas dos. Sin ellas, las demás perdieron toda esperanza de intentar algo, y la ciudad y más tarde el estado cayeron a nuestros pies. Y eso fue solo el principio... Gracias a nuestras habilidades musicales no fue difícil hacer que las discográficas se peleasen por nosotras, y pronto generamos mucho, mucho dinero. Poco después nos casamos, y hemos tenido dos hijos preciosos...
Calló por un momento, con solo el ruido de las teclas de fondo acompañando a sus pensamientos.
−Por supuesto, tuve que tomar precauciones. Lo primero fue casarnos enseguida, desde luego. No podía dejar que nadie te separase de mi lado, así que además nos fuimos lejos. Construir una mansión aislada en las montañas, protegida por máximas medidas de seguridad y atendida por los más fieles mayordomos para relacionarnos con el exterior fue una de las mejores ideas que he tenido para estar seguros de entrometidos, hasta Aria lo admitió... Me pregunto qué será de ella, a pesar de que le caía mal deberíamos volver a hablar... pero eso ahora mismo da igual. Y hablando de mayordomos, me sorprende que Adagio siga teniendo agarrado a Sg como chico para todo, ¡creía que le iba a tirar por ahí! Aunque, a diferencia de mi, ella no ha tenido hijos con él ni se ha casado...
Suavemente se levantó, acuclillándose a su lado y acariciándole el pelo mientras seguía hablando ronroneante como un felino, con una creciente sonrisa digna de un monstruo de pesadilla y unas pupilas diminutas.
−Ah, ¿qué va a saber ella de amor? Solo se preocupa de tener a tooooodo el mundo comiendo de su mano y de tener todas sus necesidades atendidas. Pero yo sí que lo sé, lo he sabido desde que te conocí... Mira todo lo que he hemos conseguido, cariño. Aparte de mis logros como cantante, fue todo un descubrimiento el saber gracias a Sg tu talento para criticar escritos con mala baba. No me costó mucho meterte en el mundo de la crítica literaria y ajustar el hechizo para que pudieras usar todo tu potencial... hemos hecho mucho dinero y hemos conseguido mucha fama, siempre juntos. Siempre juntos...
Volvió a alzarse, pero esta vez permaneció a su lado, hablando suavemente en su oído.
−Pero, por supuesto, lo que mejor hemos hecho juntos ha sido tener a nuestros hijos. Nuestros preciosos niños... Ya solo por eso los amo y les doy todo el cariño, y por eso hice otro ajuste al hechizo para que siempre les trataras como un padre cariñoso en su presencia, pero quiero que reflejen la perfección que conlleva ser de ti y de mi. Los mejores tutores, los idiomas más útiles, los instrumentos más prestigiosos... Sembrar lo que recoges. Creo que era así, al menos. Y pronto empezaré a investigar si la niña ha heredado mis poderes, quién sabe si el día de mañana podrá hacer aún más orgullosa a su madre heredando su modo de ganarse la vida... ¡Igual hasta podríamos actuar juntas! ¡Oh, eso sería tan guay!
Pronto su tono de voz empezó a volverse un susurro, al tiempo que ocasionalmente aplicaba algún suave mordisco y lametón a su oreja.
−¿Sabes? Tuviste suerte de conocerme, esa tal Pinkie no habría sabido tratarte tan bien como yo, qué va... ¿Habría alguien más hecho todo esto por ti? ¿Darte éxito profesional, dos preciosos hijos, una casa con todos los lujos? No, nadie, porque mi amor por ti es mucho más grande. Oh, cómo me enfadé cuando encontré esa foto vuestra en tu taquilla... Pero eso ya no importa, sus gritos de dolor llamándote mientras lloraba desconsolada el día de nuestra boda fueron música para mis oídos, ¡jiji!. Fue bastante tonto por su parte aparecer con sus amigas ese día, como si pensasen que podrían recuperaros... ¡si Sunset estaba lejos de ellas para siempre, además! No creo que tuviese ánimos para volver al segundo mundo en el que había perdido todo, y cuando se fue por el portal miró a Sg con esa cara tan triste llena de lágrimas... Pero bueno, el caso es que no fue difícil ahuyentarlas entre los asistentes y la policía, y después de eso no volvimos a verlas más. Hmmm, he oído por ahí que se separaron, seguramente movidas por el dolor y la derrota y haber perdido a esas dos, y creo que ella en concreto se fue de Canterlot con su familia, rota por la pena... Oh, ¿qué será de ella? ¿Habrá hecho nuevas amigas, habrá encontrado a alguien? ¿O se habrá quedado como un juguete roto? No me extrañaría... con su forma de ser, el perderlo todo ha debido de afectarla mucho, casi me da hasta pena. Tal vez incluso se haya suicidado... Pero eso no me importa un pimiento, la verdad... Al fin y al cabo, yo he ganado todo lo que podía desear...
Para este punto, ella ya estaba jadeando profusamente, besándolo apasionadamente y aplicando un último y deliberadamente lento lametón en su mejilla, tras lo que le miró intensamente a los ojos con una mirada entrecerrada presa del deseo.
−¿Sabes? Aún tenemos algo más de una hora hasta que los niños vuelvan... ¿Qué tal si vamos a la habitación a divertirnos un poco? Espérame tumbado en la cama, ahora voy...
Él asintió con la cabeza y, como un autómata, emprendió el camino. Ella se quedó un momento para guardar el trabajo que estaba haciendo, tras lo que hizo algo de tiempo dando una vuelta general por la casa, como un juego del gato y el ratón. Solo que ese ratón estaba esperando dócil a caer en las fauces del gato que sabía que tenía la cacería ganada de antemano y que por ello retrasaba su final un poco, para darle algo de emoción antes de darse el festín.
Finalmente, el hambre la ganó. Llegó a su destino a paso ligero respirando entrecortadamente y con la sangre aflorando a sus mejillas, donde le encontró esperándola mirando al techo. Por un momento pensó en desvestirse antes de apagar la luz, pero finalmente su mano fue primero al interruptor que la regulaba: era más excitante prepararse y encontrar a su presa en la oscuridad antes de despojarla de toda protección y devorarla. Lo último que desapareció en la creciente negrura fue una gigantesca sonrisa blanca.
Sí... definitivamente, esto era FELICIDAD.
N.A.: pido disculpas si alguien se ha sentido decepcionado tras el principio, estaba buscando hacer una presentación a lo Hitchcock pero tras encontrar esa imagen no pude resistirme a cambiar la introducción. Además, quería practicar de nuevo mis descripciones tras tanto tiempo sin escribir, y he podido probar algo nuevo: la escritura en segunda persona. Espero haber cumplido en ese sentido, y si además ha gustado ese comienzo, mejor que mejor.
Os presento mi primer relato de horror, si no cuento ciertas partes de aquel fic de Warhammer 40000 que escribí hace tiempo, y mi primera incursión en... ciertos temas (que no género que jamás tocaré, quien tenga ojos que entienda), nada gratuitos si tenemos en cuenta el contexto y adecuados a los límites del foro. Sonata empezó a despertarme mal rollo desde la escena de Taco Bell, y tras una serie de conversaciones con agustin47 desarrollamos la teoría, que acabó por cumplirse, de que era una yandere. A partir de entonces empezó a fraguar este relato en mi cabeza (más aún tras la terrorífica escena del lametón del penúltimo capítulo y el encuentro con Pinkie con posterior empujón, que me dieron más madera sobre lo loca que podía estar) acerca de qué habría podido pasar si hubiesen ganado y dejándome llevar por algo tan peligroso y poderoso como la obsesión por una persona, y finalmente lo tenéis aquí. Espero que os haya gustado y que os haya transmitido al menos la décima parte de mal rollo, escalofríos, pesadumbre y puro terror que he sentido escribiéndolo. Nos vemos en el siguiente corto... y dulces sueños.