Éste es un fanfic que nació a raíz de una pregunta que me llevé haciendo mucho tiempo, ¿cómo actuaría cada mane 6 si fuera madre? Pues bien, he decidido hacer esta historia centrándome solo en una de ellas, por el título del post lo habréis podido imaginar, pero espero que la idea os agrade
Te conocí una noche de lluvia
Como cualquier día en el reino de Equestria, el sol bajaba gracias al poder de la princesa Celestia mientras que la luna era elevada por la princesa Luna, pero esa noche iba a ser diferente para nuestra pegaso amarilla. Te conocí una noche de lluvia
Las nubes de lluvia cubrían el cielo casi por completo, precipitando el agua sobre las calles de Ponyville. Fluttershy, quien se había quedado hasta tarde ayudando a Applejack en una plaga en el campo de manzanas, pero la lluvia la había cogido por sorpresa, corriendo para buscar algún sitio para resguardarse. Con un poco de suerte consiguió llegar hasta el ayuntamiento, aunque estaba empapada, y el agua chorreaba de su rosada crin y sus delicadas alas.
-Santo cielo... Estoy hecha sopa... -se decía a sí misma la joven pegaso. -No debí quedarme hasta tarde...
La lluvia sonaba relajante para Fluttershy, quien cerraba sus ojos y sonreía mientras oía el chop chop de las gotas de agua caer sobre los charcos que formaban, pero, enseguida, un extraño ruido llamó la atención de Fluttershy.
-¿Eh? ¿Qué ha sido eso? -se preguntó.
Fluttershy escuchó aquel ruido demasiado cerca, pero no estaba segura de qué se trataba. La joven pegaso rodeó el ayuntamiento, y lo que encontró al otro lado la sorprendió enormemente. Se trataba de un pequeño cesto tapado con una harapienta manta, cosa que llamó a la curiosidad de Fluttershy.
-¿Qué es esto?
Fluttershy acercó el casco hacia el cesto, pero antes de tocarlo, la manta se movió levemente acompañado de un pequeño ruidito débil. Con más curiosidad aún, se acercó nuevamente al cesto, destapándolo. La sorpresa la invadió tras descubrir lo que la manta ocultaba, se trataba de un pequeño potrillo de color café y crines rubias que tiritaba de frío y movía débilmente sus patitas.
-Oh, Santa Celestia... -decía sorprendía y nerviosa. -¿Q-qué hago? -decía nuevamente desesperada. -¿Quién habrá dejado a esta cosita aquí abandonada?
Fluttershy miró de un lado a otro intentando buscar a alguien, algún Pony que se hubiera alejado del cesto o una nota que pudiera ayudar a reconocer a su madre o padre. De pronto, sintió un pequeño tirón en su cola, al girarse, pudo ver al pequeño potrillo sujetando con sus débiles cascos su larga y sedosa cola, aferrándose a ella mientras tiritaba.
-Oh, vaya... -decía Fluttershy tapando al pequeño con la manta. -¿Qué voy a hacer?
Intentó separar al pequeño de su crin, pero el potrillo no soltaba, comenzando a llorar débilmente.
-¡Oh, no! No, no, chiquitín, no quería... -le decía Fluttershy calmando al bebé.
Al tocarle levemente con el casco, pudo sentir un tacto frío y húmedo.
-Estás empapado...
Nuevamente, miró a todas partes, intentando encontrar a alguien que pudiera hacerse cargo del pequeño, pero nadie había, y el pequeño se apegaba más a la pobre Fluttershy. Finalmente, Fluttershy lo arropó en su vieja manta, y tomó el cesto entre sus cascos, alzando el vuelo.
-Haré todo lo que pueda.
Con cuidado, Fluttershy comenzó a cargar el cesto mientras volaba, cubriéndolo con su cuerpo para evitar que se empapase mientras el pequeño se aferraba a su cola.
Un poco más tarde, la joven pegaso llegó a casa entrando de sopetón, cosa que alertó a Ángel y a unos pocos de los animales que acostumbraban a habitar la casa, los cuales, veían a Fluttershy sorprendidos al verla jadeante, empapada y cargando un cesto.
-¡Ángel! -le dijo Fluttershy. -Toallas, traed varias toallas.
El conejo, raudo y veloz, asintió, llamando la atención de los pájaros, ardillas y ratones que vivían en la casa, pidiendo que les ayudase a traer las toallas.
Con delicadeza, la pegaso colocó el cesto sobre el suelo y lo destapó. El pequeño seguía abrazado a la sedosa cola de Fluttershy, no quería soltarse. Ángel, y el resto de animales llegaron rápidamente con las toallas.
-Gracias, chicos. -decía Fluttershy mientras las tomaba.
Cubrió al pequeño con una de ellas y lo tomó entre sus cascos, sacándole del cesto y arropándole entre sus cascos. Mientras lo secaba, el pequeño parecía tranquilizarse, incluso respiraba con normalidad, pero Fluttershy no lo sacaba de las toallas, y aún así le preocupaba que iba a hacer con ese potrillo.
-Ya está pequeño... Tranquilo...
De pronto, el pequeño frunció el ceño produciendo un pequeño llanto.
-¿Qué... Qué te pasa? -le preguntaba.
Con un poco de dificultad, pudo escuchar un pequeño gruñido que procedía de la tripa del potrillo, no fue difícil deducir para ella que era lo que necesitaba el pequeño. Fluttershy alzó el vuelo levemente con el bebé en sus cascos.
-Vamos a ver... Manzanas, zanahorias... Supongo que no tendrás aún dientes, chiquitín.
El bebé se quejaba levemente con sus ojos cerrados y el ceño fruncido.
-Oh... ¿Qué voy a hacer ahora?
Unos pequeños ruiditos se escucharon en la ventana, llamando la atención de Fluttershy. En la ventana se encontraban un par de pajarillos que tocaban el cristal, deseando que la joven pegaso les abriera. Sin soltar al débil potrillo, Fluttershy abrió la ventana, dejando que los pajarillos entrasen y, seguidamente, una pequeña cabrita saltó a través de ella, entrando a la casa.
La cabrita baló suavemente, ofreciéndose para darle su leche al pequeño.
-Muchas gracias cabritilla. -decía Fluttershy aliviada.
Tras ordeñar a la cabrita, Fluttershy comenzó a preparar un improvisado biberón para el pequeño, él ya nombrado era entretenido por Ángel y algunos de los animalitos de la casa, pero el pequeño no hacía más que quejarse levemente. Al rato, Fluttershy volvió con el biberón.
-Vamos a ver...
Se echó un par de gotas sobre su casco, asegurándose de que no fuera lo suficientemente caliente para el potrillo.
-Perfecto.
La joven pegaso tomó con cuidado al pequeño entre sus cascos, quien lloraba levemente, manchando su rostro de sus lágrimas. Con cuidado, Fluttershy lo acunó entre sus cascos, cantándole levemente.
-Calla chiquitín, es hora de dormir cielin, calla chiquitín, es hora de soñar...
El pequeño potrillo empezaba a calmarse, dejando de llorar y escuchando la melosa voz de la pegaso. Cuando el pequeño se tranquilizó, Fluttershy tomó el biberón, acercándolo al potrillo. Con rapidez, el pequeño tomó el biberón entre sus pequeños cascos y empezó a comer de él. A medida que bebía, Fluttershy podía ver que el pequeño se tranquilizaba cerrando sus ojitos en calma, sonreía mientras miraba al pequeño potro dormitarse poco a poco.
-Que cosita más mona eres... -decía.
El pequeño potro soltó el biberón, quedándose profundamente dormido, momento que Fluttershy aprovechó para hacer que soltase los gases, dándole ligeros golpes con el casco en la pequeña espalda del potrillo. Tras eructar en sueño, los animales se acercaron a los dos Ponys, miraban curiosos a su amiga sosteniendo al potro como si fuera su madre. Al percatarse, Fluttershy miró a sus amiguitos.
-Lo siento chicos, este pequeño estaba abandonado en el ayuntamiento. -les decía. -No podía dejarlo ahí.
Los animales lo comprendían, era de esperar de que su amiga hiciera eso, siempre les había ayudado a conseguir comida, o a enseñar a los polluelos a volar, nos les parecía sorprender que Fluttershy fuera capaz de recoger a un bebé de la calle.
-Oh... ¿Pero qué voy a hacer con este pequeño? -se decía en voz alta. -No puedo dejarlo de nuevo donde lo encontré, sería cruel por mi parte.
Para su sorpresa, el pequeño Pony comenzaba a aferrarse al pecho de Fluttershy, aún tiritaba de frío, llorando levemente a la vez que su pequeño cuerpo temblaba.
-Madre mía... Será mejor que lo acueste.
Se acercó al cesto donde lo había encontrado e intentó dejarle ahí tumbado, pero el pequeño no se soltaba, es más, se aferraba a ella mientras parecía llorar más.
-¡Sshhh...! ¡Sshhh...! Sshhh... Tranquilo chiquitín... -le decía. -No te va a pasar nada. Esta noche dormirás conmigo... -decía mientras se lo llevaba volando levemente a su habitación.
Una vez ahí, deshizo la cama y se sentó en ella, meciendo un poco más al potrillo.
-Calla chiquitín, es hora de dormir cielin... Calla chiquitín, es hora de soñar... Vete a dormir que hoy mucho has jugado... Vete a dormir que estás muy cansado... -le cantaba sin dejar de mecerlo.
Las pequeñas y cálidas lágrimas del potrillo dejaron de brotar, dejándose llevar por la melosa voz de la Pony, que repetía una y otra vez la misma estrofa. Finalmente, quedó profundamente dormido, hecho una bola contra el pecho de Fluttershy.
Tras eso, Fluttershy se empezaba a quedar dormida, así pues, la joven pegaso se acostó de lado, dejando al potrillo lo más cómodo posible. Fluttershy podía oír y sentir sobre su piel la pequeña y rápida respiración, junto con el rápido latido de su corazón.
-¿Quién ha sido capaz de dejarte ahí tan solo con lo rico que eres? -volvió a preguntarse Fluttershy.
El pequeño seguía dormitando en el pecho de Fluttershy, respirando con normalidad. Poco a poco, el sueño fue venciendo a la joven pegaso, quedándose profundamente dormida.
En su sueño, Fluttershy podía escuchar un pequeño llanto que provenía de alguna parte. Corrió y corrió intentando hallar el sitio de donde procedía hasta que, finalmente se encontró frente a una puerta. Con cuidado, la abrió, al otro lado había una especie de cuna; se acercó con cuidado y la destapó. Lo que ocurrió después, la dejó de piedra, en aquella cuna había una yegua de piel reseca y mirada cansada que se abalanzó contra ella. Fluttershy chilló, logrando así despertar, respirando agitada mientras su frente sudaba.
De pronto sintió algo acariciar su pecho, bajó la mirada y vio al pequeño potrillo mover sus patas delanteras mientras lloraba en sueño, gimoteaba casi sin parar.
-Santo cielo. -dijo Fluttershy aún sorprendida mientras tomaba al potrillo y lo acunaba entre sus cascos. -¿Qué fue lo que te ocurrió, chiquitín?
El pequeño no dejaba de mover sus patas en sueños sin dejar de llorar. Apenada, Fluttershy frotó su morro contra la cara del pequeño intentando consolarlo.
-No sé que te ha pasado, pero te cuidaré todo lo bien que pueda. -le decía.
Nuevamente, Fluttershy comenzó a cantarle aquella melosa nana, pasaría la noche despierta si era necesario para tranquilizar al pequeño potrillo que parecía estar sufriendo.
-Tranquilo chiquitín. -le dijo. -Yo te protegeré, te prometo que no te pasará nada.
Comenzó a acariciarle la crin con suavidad, sin dejar de cantarle con dulzura mientras el pequeño se iba calmando poco a poco, sus lágrimas dejaban de brotar y volvía a dormirse.
Pero Fluttershy no pudo conciliar el sueño entre la pesadilla y el estado del potrillo. Así pues lo tomó y paseó por su cabaña mientras lo abrazaba y todos dormían, en cierto modo, Fluttershy se sentía muy cómoda con el bebé en su pecho, era como si algo despertase dentro de ella.
-Oh, vaya... ¿Por qué te habrán abandonado? Pareces un potro tan dulce y tierno... Tan pequeño... Tan dependiente de alguien...
Fluttershy comenzaba a enternecerse del pequeño, empezaba a tomarle cariño, más que nada por lo mono que le parecía.
-Espero que sueñes con los angelitos... -decía en voz baja sobre el potrillo. -Ojalá la princesa Luna vele por tus sueños.
Entonces, Fluttershy comenzó a escuchar unos pequeños pasos que se aproximaban a ella, se giró, y pudo ver a Ángel quien le miraba con preocupación.
-Oh Ángel, ¿te he despertado?
El conejo blanco simplemente negó con la cabeza y se acercó a su dueña dando leves saltitos.
-Oh... Ángel... ¿Qué voy a hacer? -le preguntaba. -No puedo dejar a este pequeño solo de nuevo en el ayuntamiento, me da mucha pena.
Fluttershy miraba al potrillo, quien seguía durmiendo, había dejado de temblar y de llorar, respirando con normalidad.
-Se ve tan frágil, tan inocente... ¿Quién sabe lo que podría ocurrirle en el cruel y frío mundo?
Ángel se encogió de hombros ante la pregunta.
-Jo... ¿Qué debería hacer? -seguía preguntándose. -No quiero que este pequeñín sufra, pero no puedo dejarlo donde lo encontré... Ángel, no puedo ser su madre, apenas me atrevo a hablar con otras Ponys que no sean mis amigas...
Ángel le miró con seriedad.
-No me mires así, me encantaría tener a este pequeño, pero... Pero...
Fluttershy no encontraba la respuesta adecuada. Pudo sentir al potrillo frotar su cara contra su pecho, aquello acabó por derretir el corazón de la pegaso, estaba a punto de llorar de ternura.
-Ángel, no va a ser lo mismo que cuidar de los animalitos, pero espero poder cuidar bien de este chiquitín, al menos, hasta que sepa qué hacer.
Ángel, le acarició el casco mientras le miraba, como si dijese que estaba con ella en esto para ayudarla. Fluttershy bostezó.
-Será mejor que vuelva a la cama. -dijo. -Yo también necesito dormir.
De vuelta a su habitación, Fluttershy se acostó con el potro sobre su pecho, acariciando su lomo mientras dormía más relajado, su rostro aún tenía los surcos de sus lágrimas que, con cuidado, iba limpiando.
-Así es... Mira que carita tan preciosa... -le decía con ternura.
El potrillo se llevó el casco a la boca y comenzó a mordisquearse el casco mientras dormía.
-¿Cómo puedo llamarte a partir de ahora?
Fluttershy estuvo pensando mientras sus párpados empezaban a pesarle sin soltar al pequeño entre sus cascos, entre bostezo y bostezo, empezó a musitar un curioso y a la vez extraño nombre.
-Li... Little... Wish... -decía quedándose profundamente dormida.
El potrillo agitó la oreja al oír ese nombre sin despertarse, podía sentir el suave latido del corazón de Fluttershy bajo de él, lo cual le calmaba y le ayudaba a dormir.
Una noche de tormenta, en donde dos corazones se han encontrado, una dulce canción de cuna ha calmado el llanto del corazón herido, ¿cómo será la vida de Fluttershy a partir de ahora que ha encontrado al pequeño potrillo de tierra? Su tiempo lo dirá.
A la mañana siguiente, Fluttershy empezó a sentir un poco de cosquillas sobre su pecho, se despertó y pudo ver al potrillo sobre ella, buscando para amamantar. Sonrojada, Fluttershy lo tomó entre sus cascos.
-Buenos días, Little Wish.
Al oír eso, el pequeño potrillo le miró a sus intensos ojos turquesas. Fluttershy contempló unos grandes ojos amarillos bajo esas crines rubias que casi le tapaban la cara, era como si supiera que ese fuera su nombre.
-Te has despertado con hambre, ¿verdad? Ahora mismo desayunaremos, pero primero, vamos a darnos un bañito. -decía tomándolo entre sus cascos.