LOS CAZADORES DE HISTORIAS
Muchisimas gracias por la artistaza que hizo este dibujo y seguro algunos conocereis: Taila_Fox. Quiero expresarle mi mas profundo agradecimiento por su duro trabajo y recomiendo encarecidamente que visiteis su DeviantArt: http://yukiko-snowflake.deviantart.com/" onclick="window.open(this.href);return false;
Sinopsis:
Cada historia escrita, es un mundo vivo. Cada autor, escribe una obra y esa obra vive, despreocupada, siguiendo la linea descrita por su autor. ¿Pero que hay de aquellos que han sido desterrados, marginados y desechados fuera de la imaginacion y la mente de sus creadores? Nadie lo sabe, salvo ellos mismos, que caen a un lugar entre las historias conocido como el Vacuo y allí, sobre un mar de oscuridad y enfermedad, se alza el castillo de Mr.Quill, la sede de los grandes cazadores de historias. Mr.Quill, el lider de los cazadores, gobierna con mano de hierro su orden de cazadores, luchando contra otros bandos que ansian el poder de las historias. Vive la aventura de los nuevos cazadores, descubriendo el grandioso mundo del Vacuo y las diferentes historias, desentrañando el misterio del lugar.
Capítulo 1: El visitante.
Hoy llega un nuevo visitante al castillo de Mr.Quill. Una sombra de lo que podría haber llegado a ser esta criatura. Otro "Indefinido" más que se planta a las puertas de esa caótica estructura, en el Vacuo, o también conocido por pocos como "El Entremundo". Los desperdicios, las ideas, los fracasos y lo inimaginable acaba desechado aquí, vagando por ese vacío oscuro, casi sin fin, que se halla entre los mundos escritos.
El visitante acaba allí, delante del enorme portón dorado, tan vacío y triste que no sabe que hacer, tan solo se deja guiar por la obviedad y toca la puerta con ligeros toques. Se oye un forcejeo y un extraño mecanismo de engranaje correr y al abrirse por sendos lados dejando visible solo una pequeña imagen del interior. Al abrirse, el visitante no ve que nadie le reciba.
—Vaya, debes de ser el nuevo —dice una voz. Empieza a ojear sin éxito de un lado para otro, hasta que decide bajar su mirada y encuentra a quien le estaba hablando.
Un pequeño personaje, vestido de negro, algo jorobado y con una máscara metalica, partida en dos, cubriendo su cara.
—Veo que no sabes hablar. —observó el pequeño.
Pero la indefinida sombra solo se dedicaba a seguir escudriñándole con curiosidad, por dentro sentía un pequeño cosquilleo al ver el sombrero que llevaba puesto, una prenda negra alargada con un cascabel al final, como el de un duende. También sintió extrañeza por sus brazos, recubiertos de un metal ambar parecido al dorado portón, pero con piezas brillantes azuladas en las articulaciones y en sus garras.
—¿Te parezco gracioso? A muchos se lo parezco.
La sombra negó lentamente con la cabeza y volvió a su depresiva mirada cabizbaja.
—No me importa que te rías de mí. Y, no, definitivamente no sabes hablar, pero tranquilo, a todos les pasa cuando salen del mar del Vacuo. —el pequeño personaje, de metro diez de altura, se volvió, dejando que la sombra pudiera ver como un tubo metálico, también dorado, ascendía desde la plataforma antigravitatoria circular que lo sostenía, hasta su joroba. —Por favor, entra, sé bienvenido a la morada de Mr.Quill.
Al desplazarse hacia el interior, su aparato mecánico de desplazamiento desprendía un sonido monótono, procedente del motor, para ser exactos. El visitante, con lentitud y timidez, fue entrando en el castillo, deleitando su mirada con el peculiar decorado del interior. Maquinas, tubos recolectores de energía, paredes de piedra, suelos de mármol reflejantes, lámparas de araña y el tenue ruido de los engranajes, ruedas y motores funcionando en perfecta armonía. Una alfombra de tapizado rojizo daba bienvenida al nuevo.
–Esto de aquí es estancia nupcial, las armaduras e instrumentos mecánicos y mágicos son propiedad del señor, por lo que se pide a los nuevos empleados no tocar nada. —explicaba, sin dirigirle la mirada, en su recorrido. — Sígueme hasta el teletransportador. ¡Ah! —exclamó dándose la vuelta. —Perdona, mi nombre es Slivly, por si te lo preguntabas.
Slivly y el nuevo visitante llegaron hasta la parte izquierda de la sala, donde un teletransportador, basado en una plataforma circular, conectada por cables y en cuya periferia se alzaban tres agujas que conectaban entre sí la energía.
—Colocate en el centro, con sumo cuidado...al principio puede que sientas algún calambre, pero nada de que preocuparse. — De forma mecánica, se acercó hasta el pequeño panel del teletransportador, programándolo para el funcionamiento automático. Cada tecla que pulsaba daba lugar a un agradable sonido como las teclas de un piano. —Listo... —Ambos se colocaron y entre las tres agujas empezó a elevarse una elevada carga de energía que se entrecruzó y empezó a envolver a los sujetos, haciéndolos desaparecer al cabo de escasos segundos.
Era como bucear por el agua, el proceso de teletransportación y hacía cosquillas además. Pronto llegaron hasta otra estancia completamente diferente. Se bajaron del segundo teletransportador al cual llegaron, y se toparon con una gran puerta, decorada con hebras de marfil y cristales en forma de rombo. Slivly se aproximó a otro panel al lado de la puerta, e introdujo una contraseña secreta de varias letras. Los cristales de la puerta brillaron fuertemente y la puerta comenzó a abrirse lateralmente, dando lugar a una inmensa sala.
—Esta es la sala del trono...donde yace el gran Mr.Quill. Ponte erguido y ofrece tu aspecto mas duro... —aconsejó el pequeño.
La sala del trono era esplendorosa: Coronada en los extremos por inmensas columnas de superficie de oro, pero en cuyo interior, ya que se avistaba por algunas fisuras de las mismas, se contemplaba un inmenso circuito recorriendo sus entrañas .La alfombra que decoraba la sala esta vez era de color azul cielo y el suelo estaba hecho de un cristal transparente, del cual más allá bajo el visitante y Slivly se contemplaba una red de cables tubos y lo que aparentaban ser generadores cilíndricos que bombeaban energía hacia todos lados, incluso a los circuitos de las columnas. Unas pequeñas escaleras de azul tapizado elevaban hasta el trono, el cual estaba con el respaldo puesto al revés, mirando hacia un cristal blindado que ofrecía bellas vistas al llamado Vacuo, en forma de un inmenso horizonte que daba una mezcla de gélidos colores y luces intermitentes en un denso mar oscuro.
—Mr. Quill, mi señor. Perdonad la interrupción. —dijo con una leve inclinación, juntando sus extremidades metálicas en señal de respeto. —Ha llegado el Indefinido en el que habíais puesto interés.
La sombra miró al frente, y divisó como el trono se giraba lentamente para dar a conocer al feudal de Slivly. Un elegante individuo, sentado con las piernas cruzadas, quien se hallaba leyendo un pequeño libro de tapadera de cuero.
— ¡Ah! El nuevo cazador de fanfics que pedí. He estado observándote.
Lentamente se puso erguido y derecho, levantándose de su recomfortable asiento mullido, ajustándose sus guantes de cuero marrón. El aludido "Mr Quill" llevaba consigo un porte de exaltada elegancia, en especial denotado por sus simples pero refinadas prendas: Un sombrero negro de tres picos, adornado con una pluma roja, que recordaba a antiguos tiempos de mosqueteros y leales sirvientes. Su larga capa oscura, colgada por ambos lados y se unia mediante un precioso broche de color rojo de remates dorados. Su camisa de cuero marrón oscuro, adornado con un anillo de plata sujetado por amarres. Y sus mallas negras adornada con botas marrones, de cuero, para variar.
—Como ya debes saber, mi nombre es Mr.Quill. Soy el viajero del Vacuo, maestro de aquellos despojados de gozar de una historia: Los Indefinidos.
La sombra se quedó un tanto sorprendida, aunque como detallista que era, se fijó en el cinturón oscuro que portaba el señor, y en el cual guardaba algo inusual: Un estoque de pálido metal, quizás plata, metido en su vaina. Por no mencionar que su rostro estaba oculto tras una máscara lisa de metal claro, con dos ojos afilados dibujados en su faz y con dos marcas rojas verticales bajo los mismos, con forma de colmillos.
La sombra no sabía como actuar, hasta que sin querer miró a Slivly y le indicó con disimulo que hiciera una reverencia. Por ello, respondió como se le dijo e inclinó la cabeza.
—Señor, déjeme decirle que el portal está...
— ¡Callate Slivly! Ahora no es el momento, ¡retírate de inmediato! —interrumpió el enmascarado.
—S-Si, señor. Lo siento...—y con pesar se dirigió a otro teletransportador, dejando a maestro y visitante solos.
—Bueno... ¿Por dónde iba? Ah sí, tú eres el llamado antiguamente, Xuroan ¿Te suena ese nombre? —inquirió, pero la sombra no respondió, tan solo negó con la cabeza. —Es mejor así...a partir de ahora, tendrás un propósito, no navegarás sin rumbo, sin nombre, ni sin conciencia por el mar del Vacuo, yo te daré un fin, un destino...
La sombra, agradecida, aunque de forma inconsciente, se inclinó nuevamente.
—A ti...por lo pronto, responderás por el nombre de Runoa. De ahora en adelante, formas parte de los cazadores de historias. Con el propósito de ganar lo que tu escritor nunca te dio... —explicaba con una mano puesta en la espalda.
El visitante se extrañó.
—Es normal que ahora estés confundido, tan solo sientes una profunda depresión y vacío, por lo que te hicieron...poco a poco empezarás a recordar, a sentir más emociones. Pronto.
La sombra se revolvió pero no dijo nada...
—He estado estudiando lo que un día fuiste, y se cómo te vas a sentir, has debido sufrir mucho...pero eso, es tu pasado, yo, y solo yo, te daré lo que ahora careces...Un proposito, tus deseos...
No existía alguna otra causa por la que estar allí, no sentía necesidad, ni desconfianza. Solo dulces palabras salidas de un señor dispuesto a acogerle, que en ese mar de olvido que por siempre hasta ahora ha flotado, hasta que una voz le llamó y la siguió hasta este castillo...su voz.
Se inclinó, dando a afirmar.
—Excelente. Ahora...permíteme que te ofrezca una forma más...definida, a cómo te querrías ser... —Levantando su capa con delicadeza, mientras que abría la otra mano, hizo levitar su estoque, desenvainándolo hasta que llegó a su mano. Dejo caer su capa y empuñó su arma, de lo más peculiar: La empuñadura y el inicio de la hoja parecían ser corrientes, pero la punta de la misma se asemejaba a la parte final de una pluma de tinta. Con semejante instrumento empezó a moldear la sombra que conformaba el cuerpo del visitante: Le ofreció, en forma de silueta oscura, las garras de un lagarto, una cola, un caparazón en su espalda, armado con púas y unas patas poderosas. Alargó su nariz hasta convertirla en hocico y le dio un toque intimidante con ojos de color miel. Cuando acabó su labor, envainó el estoque.
—Maravilloso, esto ya es otra cosa... —expresó Mr.Quill.
La sombra se miró a sí misma, parecía otra cosa...pero se sentía feliz. Aunque solamente fuera una silueta de lo que debería ser, ella sonreía al ver su nueva forma, su aspecto mejorado...El vacío que sentía quedó un poco atrás. Tal fue su agradecimiento que se postró ante él, Mr.Quill.
—Aún no me lo agradezcas...esto es un incentivo para que te esfuerces en lo que te espera. Se te adiestrará como Indefinido y cobrarás historias para mí. Con tu deuda saldada, llegará un momento en el que te sentirás completo... ¿Lo entiendes?
La sombra asintió vivamente, se levantó y esperó órdenes de su nuevo maestro.
—Como te he mencionado, aún debes mostrar tu eficacia...Slivly te preparará para tus pruebas, si las superas, irás con el primer grupo, aunque sino... Bueno, ya hablaremos de eso. —indicó Mr.Quill, quien al apartar su mirada de él, prosiguió sus palabras. —Todos los Indefinidos estamos ahogados en una profunda injusticia, debes asimilar que todo esto, lo hacemos por justicia, por llegar a donde otros no han llegado. Tu vida es lealtad a mí. Todo por tener una vida mejor. ¿Ha quedado claro?
Nuevamente asintió.
El enmascarado feudal se acercó su muñeca, donde llevaba puesto un brazalete electrónico de arcano aspecto, manipulando una serie de botones, logró contactar con su sirviente.
—Slivly, ven ahora mismo, lleva a nuestro "huésped" a su nueva recámara para que comience su adiestramiento.
—Si, mi señor —contestó por el brazalete.
A escasos segundos de tiempo, el pequeño sirviente volvió por uno de los teletransportadores entre una maraña de rayos. Se acercó hasta Runoa y le indicó el camino.
—Ven conmigo Runoa, te llevaré al lugar que te corresponde.
Y ambos fueron abandonando la sala, mientras que Mr.Quill ansiaba retornar a su cómodo trono, para seguir contemplando el extenso mar oscuro del Vacuo.
Tras un pequeño tour por el encantado castillo, Runoa fue llevado a su nueva estancia: Una pequeña habitación cuyo techo y paredes era cruzado por varias tuberías, las paredes eran de madera, al fondo yacía una cama, de aspecto confortable, y una mesa de estudio a cuyo lado había varias válvulas. Sobre la mesilla, había colocado un tomo de lo más peculiar, con cubierta de tapiz oscuro y hojas viejas escritas en una forma que, curiosamente, Runoa podía leer sin tan siquiera saber o haber aprendido algo de ellas, como algo innato.
—Esta será tu estancia temporal, te recomiendo descansar un poco, antes de emprenderte en la lectura de este libro. Es el "manual del Cazador" te explicará todo lo necesario para comprender tu situación, cómo funcionan las historias y las claves para ser un "cazador"— explicó Slivly señalando el libro. — Me he tomado la molestia de introducir datos adicionales sobre el campo de fics que estamos ahora en proceso de "asimilar" yo que tu, le echaría un vistazo.
Runoa miró sonriente a Slivly y agitó la cabeza.
—Bueno, eso es todo...descansa, mañana registraré tus avances, aprendiz. —Y dando la vuelta, abandonó la nueva habitación de Runoa, cerrando la puerta de madera oscura con cautela, para no hacer mucho ruido.
Runoa no podía expresar lo que sentía, el pasar de un olvidadiza y vacía existencia a tener un propósito y poder recordar todo lo que le fue arrebatado al caer al Vacuo. El horizonte del Entremundo se esclarecía en una luz crepuscular.
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Al cabo de unos minutos, en la sala del trono...
—Señor...Runoa ya está asentado. Como ordenasteis.
Mr.Quill seguía oteando el Vacuo...
—Magnifico, dentro de setenta y dos horas comenzarán las pruebas de promoción. Quiero que todos estén listos para el nuevo campo objetivo. —exigió el misterioso dueño del castillo.
—Me tenéis intrigado señor. ¿Qué tienen de especial esas historias o fanfictions?
Mr.Quill, soltó una risa entre dientes.
—Son un campo ideal para explotar y asimilar, con historias complejas, tramas interesantes y de una gran energía...te lo aseguro mi fiel ayudante, esto será único, en comparación con las porquerías que nos hemos encontrado hasta ahora... —especificó el señor.
—Regla número 4: "Si los poderes del OC, o personaje original, perteneciente a la historia, no concuerdan, escapan a la lógica o tienen poca continuidad respecto a la historia "primigenia" el Indefinido que haya asesinado al OC no obtendrá poder alguno, pero si el control de la historia, aunque no tendrá relevancia, ni Ideacidad en cantidad"—recitó Slivly.
—Exacto, pero en este caso, va a cambiar.—confirmó Mr.Quill.
—No lo dudo, mi señor. —coincidió asintiendo levemente.
— ¿Has leído y estudiado los fanfics que te dije? —inquirió Mr.Quill, dándose la vuelta hasta su leal sirviente.
—Si...y ya he seleccionado los dos primeros a abordar entre ellos. Aunque según he visto, la historia "primigenia" de este campo, es curiosa, y según he comprobado, hay muchos elementos mágicos, las reglas de esos mundos serán estrictas, siempre que los OCs de ese mundo sean adecuados.
— ¿Y crees que lo son?
—Por supuesto, doy mi más sincera aprobación, mi señor. —sinceró Slivly.
—Puedes retirarte Slivly, luego me darás los detalles.
El pequeño jorobado en su plataforma antigravedad, se retiró a inspeccionar el resto del castillo, mientras que su feudal, se quedó pensativo...
—Un campo de fanfics, ideal para mis pruebas...-rio entre dientes - mi momento de gloria está a punto de llegar, al igual que los llantos de sus escritores. —Rió sonoramente, envuelto en soledad en su trono, sintiendo el placer de su recompensa. —Pronto, muy pronto... - cerró el puño. - Demostraré que no hay autor que se me resista.