Equilibrium [Universo Alternativo][Aventura][Romance][5/??]

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Equilibrium [Universo Alternativo][Aventura][Romance][5/??]

Mensaje por Exelion » 06 Dic 2015, 04:48

Hola a todos, hoy les traigo el primer fanfic multichapters, el cual tiene una tematica que algunos pueden considerar algo "riesgosa" por todo lo que implica, pero no pude contenerme a intentarlo.

Sin nada que agregar, los dejo con el primer capitulo.
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EQUILIBRIUM
Sinopsis:

En esta Equestria los ponis viven una vida feliz y prospera pero con una variante, aquí las parejas del mismo genero son aceptadas socialmente y pueden casarse legalmente mientras que los ponis heterosexuales son vistos como taboo, cuyas parejas deben vivir fuera del registro matrimonial y ser victimas del rechazo. Todos viven, nadie lo cuestiona, hasta ahora.


Clasificación: T (según las normas del fanfiction)

Genero: Universo alternativo Image
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EN CAPITULOS ANTERIORES...
Capitulo 1: El Problema.
Spoiler:
Las convenciones sociales, las costumbres, las tradiciones, tienen su origen en el tiempo. Desde aquella que celebra el día de tu nacimiento con una fiesta hasta las más simples como decir "hola" cuando un poni te saluda. Saber sus orígenes nos permite conocer la sociedad en aquellos tiempos y lo que impulsó a que ese simple acto trascendiera las barreras de las generaciones hasta la actualidad y el futuro.

Es por ese mismo entramado de costumbres y tradiciones que algunas sociedades son diferentes unas de otras, incluso llegando a cuestionar su normalidad cuando en el espacio propio es diferente, repudiable y, en algunos casos, ilegal.

Muchos reinos del mundo se preguntan como Equestria llegó a ser lo que para muchos sería ir contra los mandatos de la madre naturaleza, mas los habitantes del reino poni no se preocupan por ello, sólo viven.

Pero pronto, una alicornio morada princesa de la amistad será la primera poni en mucho tiempo en preguntarse "¿Por qué?"

La puerta del castillo se abrió y cerró estrepitosamente. Twilight se apoyó contra la entrada, respirando agitadamente, giró levemente su cabeza esperando que ella no tocase insistentemente la puerta. Para su suerte, no pasó nada.

—¿Qué sucede Twilight? —preguntó Spike.
—Es… es…—dijo tratando de recuperar su aliento—Lyra, de nuevo.
—¿Otra vez quiso invitarte a salir?

Asintió agotada.

—Que insistente, ¿Por qué no le dices la verdad? —sugirió el dragón.

La mente de Twilight se detuvo un segundo al pensar en ello.

—¡Estás loco! ¿Sabes lo que pasaría si supieran que-
—No me refería a ESA verdad, digo la verdad que está dentro de esa verdad.
—Oh, —respondió apenada— pero ya lo intenté Spike, primero de forma sutil y luego le dije directamente que no quería tener nada con ella. Pero sigue insistiendo.

Se alejó de la puerta y se sentó en el trono apoyando la cabeza en su casco, resignada de vivir esta rutina casi a diario. Deseaba poder salir de su castillo y gritarle a los cuatros vientos la verdad y así evitarse estos problemas.

—No olvides que Rarity viene hoy a discutir sobre el arreglo de las cortinas del castillo —agregó Spike despertando a Twilight de su trance—, deberías hablar con ella sobre esto, tal vez te ayude a sacarte a Lyra de encima.

—Tal vez lo haga Spike, tal vez, espera, ¿de dónde sacaste esas palomitas?
—Encontré una alacena de espacio industrial con cientos de paquetes adentro, deberías inspeccionar el castillo más de cerca, tal vez encuentres algo que te guste —dijo llevándose su garra derecha llena de palomitas a la boca.

Spike salió de la sala de los tronos dejando a una Twilight pensativa, nunca le contó a las demás del problema pensando que podría resolverlo sola. Un fugaz pensamiento invadió su mente.

—¡Spike, no te comas todas las palomitas o te vas a enfermar!

En la tarde, Rarity se hizo presente con un muestrario de telas que venía en una carpeta de tapa roja. Twilight se sorprendió al ver que sólo traía una consigo, hasta que vio levitar otras diez carpetas detrás de la modista.

—Estas son las carpetas con segundas opciones, por si la principal no te convence. Ahora veamos qué podemos hacer con estas ventanas tuyas —dijo risueña.
—Agradezco que vinieras Rarity, pero no era necesario, Celestia mandó una lista con decoradores reales-
—¿Y perderme la oportunidad de ayudar a la realeza a decorar su propio castillo? ¿Quién también resulta ser mi mejor amiga en todo el mundo? Querida, es como si no me conocieras —interrumpió colocándose sus característicos lentes rojos.

Con una risilla ambas se acercaron a la primera ventana cerca de la entrada. Rarity sacó su cinta métrica y midió el marco mientras captaba con su mirada los detalles necesarios para descubrir el color y la tela perfecta que combine y le dé al castillo un aire de realeza y elegancia, sin olvidar el toque hogareño que Twilight quería conservar de su antigua casa.

—Veamos… por el color de las paredes debemos optar por un color claro que le de vida a este lugar.

«¿Debo contarle?» pensó Twilight.

—¿Qué tal estas blancas con detalles de flores?

«Es una de mis amigas, no tiene nada de malo que le pregunte».

—¿Muy comunes? ¿Qué tal estas verde agua?

«No va a sospechar, este tipo de cosas hacen las amigas».

—¿No? ¿Y qué tal esta?

«¿Y si se da cuenta y les dice a las demás? ¡Seguro dejaran de ser mis amigas!».

Durante treinta minutos siguieron así hasta que Rarity cerró la ultima carpeta de su muestrario con toda la fuerza de su magia en frente de la cara de Twilight, una suave brisa junto con el ruido despertó a la alicornio de sus pensamientos viendo como la modista la miraba algo enojada.

—Twilight, has rechazado todos y cada uno de los modelos para las cortinas, no creí que fueras tan exigente.
—Perdóname Rarity —respondió cabizbaja.
—¿Sucede algo querida? —inquirió Rarity al notar la expresión de duda.

«Ella es mi amiga…».

—No sé cómo decirlo Rarity pero —suspiró—, hay una poni-
—No digas más, si quieres conquistar a esa poni que no te presta atención, Rarity la unicornio tiene la respuesta —expresó agarrando el casco de su amiga y arrastrándola a la salida—. Cuando termine contigo, ninguna yegua te quitará los ojos de encima.

Una imagen poco agradable se formó en su mente.

—¡Espera Rarity! —exclamó deshaciendo el agarre— Ese no es el problema.
—¿Entonces?
—Pues… desde hace meses hay una poni llamada Lyra que me sigue a todos lados, me persigue, me… me…
—¿Acosa? —sugirió Rarity.
—Exacto.

La ansiedad de relatar hizo que empezara a caminar en círculo.

—Y no me deja en paz, ya le dejé en claro que no quiero nada con ella pero sigue insistiendo y ya no se qué hacer para que entienda.
—Nunca te había escuchado hablar de problemas amorosos Twilight —dijo con una risilla—, pero creo saber que podemos hacer darle un mensaje claro a esa tal Lyra. Sígueme.

Ambas salieron de la casa y emprendieron una marcha por el pueblo en busca de aquella unicornio que molestaba a Twilight. Rarity no le mencionó nada acerca del plan, cada vez que la alicornio preguntaba, respondía con un "confía en mí".

Eso sólo la ponía más nerviosa, en especial si la solución implicaba violencia física.

Mientras recorrían Ponyville, Twilight le fue dando una descripción de la unicornio culpable de sus problemas. De vez en cuando giraba su cabeza y ver a su alrededor a todas esas parejas que disfrutaban de una cita con su poni especial, cada yegua con su respectiva yegua y cada semental con su respectivo semental. Como debe ser, como siempre fue.

—Hola Sparkle.

Esa voz erizó por completo el pelaje de Twilight. Ambas giraron para ver a Lyra acercarse con paso provocador.

—¿Quién es tu amiga?
—Soy Rarity, encantada de conocerte.
—Es un lindo detalle que me presentes a una de tus amigas, pero no es mi tipo, las prefiero más… intelectuales —dijo con tono y mirada seductora.
—Disculpa, se requiere de una gran mente para ser diseñadora de modas, caso contrario asistes a las galas formales del pueblo de forma ridícula sin saber combinar tu pelaje con el color del vestido como cierta unicornio aquí presente —dijo Rarity arrojando una indirecta.
—¡¿Qué dijiste?! —exclamó Lyra.

Ambas yeguas chocaron cabezas enfrentándose y dejándose llevar por la ira.

—Rarity, no olvides a lo que vinimos —susurró Twilight.

La modista recuperó la compostura y se acomodó la melena.

—No he venido a eso señorita Lyra, entiendo que desde hace mucho a estado acosando a Twilight.
—Yo no diría acosar, sino ser… insistente —respondió despreocupada.
—Como lo quieras llamar, el punto es que he estado dejando pasar esta situación por demasiado tiempo pensando que ibas a parar, pero me vi obligada a intervenir.
—¿Y quién eres tú para decidir por ella? —inquirió molesta.
—Soy su novia —sentenció Rarity.

A Twilight y Lyra se les caía el hocico al mismo tiempo. Ninguna esperaba esto.

—¿S-su novia? ¡Mientes, nunca las vi juntas ni nada parecido! —objetó Lyra.
—A mi querida Twilight no le gusta mostrar afecto en público, además preferimos salir con todas nuestras amigas y pasar un buen rato con ellas para no dejarlas a un lado —contestó Rarity manteniendo postura.
—P-pero… pe-pe-pe-pero… ustedes nunca…—dijo con tono quebrado.
—Veo que eres persistente, perdóname Twilight, pero no nos dejará en paz hasta que le mostremos lo mucho que nos queremos —propuso con mirada seductora.
—¿A qué te-

Pero sus confusos pensamientos de la situación se hicieron mucho más erráticos cuando sintió la gentil presión del casco de Rarity detrás de su cabeza y atrayéndola en un beso, su mejilla se tiñó de color escarlata con una mirada de sorpresa. Rarity mantenía los ojos cerrados, asegurándose que sus labios siguieran conectados el mayor tiempo posible para que el mensaje le llegara fuerte y claro.

Luego de una eternidad, se separaron y Rarity volteó a ver a Lyra quien parecía estar a punto de llorar.

—Lamento eso, pero tienes que entender que lo nuestro es especial y tu constante molestia es una piedra en nuestro camino querida —comentó Rarity con sonrisa triunfante.

Twilight no salía de su asombro al igual que el rubor de sus mejillas.

«No puedo creer que me haya besado… eso significa que… oh no, esto se va a poner feo. Pobre Spike».

Sin mediar palabras Lyra salió corriendo con lágrimas en sus ojos siendo seguida por su mejor amiga Bon Bon que la estaba esperando.

—Bueno, no fue como esperaba, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Ahora sobre ese beso…

Pero al girarse para hablar con Twilight ella ya no estaba.

—"Gracias por toda la ayuda Rarity, eres una gran amiga" No hay nada que agradecer querida, siempre es un placer ayudar —refunfuño mientras caminaba a su hogar.

Tal y como había pasado en la mañana, Twilight ingresó en su castillo cerrando la puerta estrepitosamente respirando agitadamente sin poder quitarse de la mente lo sucedido hace apenas unos minutos atrás. Al menos pudo escabullirse sin que Rarity se diera cuenta.

—¿Cómo pudo haber pasado? —se preguntó a sí misma— Ella es mi amiga, no creo que Rarity me bese a menos que quiera algo conmigo, tal vez aprovechó mi problema para dar su gran paso. Oh Celestia, ¿Qué voy a hacer ahora?

Se acostó en el suelo y tapó su rostro con sus cascos. Sin percatarse que alguien escuchó todo lo que dijo.

—¿Tu y Rarity? ¿Se besaron?

Un escalofrió recorrió todo su cuerpo al percatarse que dijo todo en voz alta y que cualquiera podía escucharlo, en especial un pequeño dragón que vivía con ella desde hace muchos años. Levantó su cabeza y pudo ver a su asistente numero uno con lagrimas inundando su rostro.

—¿C-como pu-pudiste?

Soltó sus palomitas y salió corriendo hacia su cuarto. Twilight no perdió ni un segundo y apuró su paso para alcanzarlo y explicarle lo sucedido.

Ingresó a su cuarto y cerró la puerta con seguro. Twilight tocó la puerta repetidamente.

—Abre la puerta Spike, tenemos que hablar.
—¡No! Pensé que éramos amigos, ¡los amigos nunca se besarían con la poni que su otro amigo le gusta! —gritó iracundo.
—Tienes razón, en todo, pero no fue más que un plan de Rarity para que Lyra dejara de molestarme, además fue todo improvisado y me tomó por sorpresa. Y no me gustó y tu sabes porque, incluso estoy confundida porque si ella gusta de mi heriré los sentimientos de ambos y tengo miedo Spike… miedo de lo que pueda pasar.

Twilight estaba compartiendo sus temores con Spike. Miedos que desde sus días de adolescente cargaba consigo, cuando se mente y su cuerpo le recordaban a diario que era diferente a los demás ponis.

Por suerte, su fascinación por los libros y las ganas de aprender cosas nuevas desviaron su atención. Pensaba, ingenua, que al ser mayor podría manejarlos sin problemas.

Ahora, las cosas no podrían estar peor.

—Perdóname Spike. Abre la puerta por favor —rogó triste Twilight apoyando su casco en la puerta cabizbaja.

Súbitamente la puerta se abrió y Spike saltó a las patas de Twilight, abrazándola. Ambos permanecieron así, descargando su tristeza en el hombro del otro. La realidad los apresaba en una cárcel con muros y rejas invisibles que los separaba del resto.

—¿Por qué tiene que doler tanto? —preguntó entre llantos— ¿Por qué no puedo estar con ella?

Luego de lo ocurrido con Nightmare Moon, Twilight y Spike tuvieron una charla acerca de ese flechazo que tuvo por Rarity explicándole porque no podía ser, obviamente se puso triste en ese momento, pero eso no le impedía seguir yendo al carrusel y ayudarla en lo que pudiera. Cuando le contó a Pinkie sobre su flechazo tuvieron otra charla, cuando pasó lo de su ataque de codicia tuvieron otra charla.

Charlas, charlas y charlas. Ninguna aportaba alguna solución real, como una costra que se iba luego de que una herida sanara.

—Ya hemos hablado de esto Spike. Debes acostumbrarte y aceptar que los ponis no están de acuerdo con ello, no quiero imaginarme lo que haré si te pasara algo. Es por tu propio bien —respondió tristemente.
—¿Por qué? —balbuceó.
—¿Qué dices?
—¡¿Por qué?! —gritó antes de seguir llorando sobre Twilight.

¿Por qué es por su propio bien? ¿Por qué aceptarlo? ¿Por qué acostumbrarse? ¿Por qué conformarse? ¿Por qué no puede estar con ella?

Todas esas preguntas dieron vueltas en su cabeza durante todo el momento en que permanecieron abrazados. Nunca supo el porqué de verdad, el que realmente importaba. Necesitaba averiguarlo si quería consolar a Spike y a ella misma, pero por ahora, tenía otro asunto más importante en camino. La piyamada mensual en casa de Pinkie.
Capitulo 2: Investigación y revelación

Spoiler:
Faltaban tres días para la piyamada y Twilight utilizó ese tiempo para leer todos los libros habidos y por haber que se relacionen a la respuesta que ella estaba buscando. Cada libro de sociología, historia, hipología, leído dos veces, incluso tres para asegurarse. La biblioteca era un desastre al igual que su melena, bolsas de cansancio colgaban por debajo de sus ojos y su aliento era un arma mortal, su cuerpo comenzaba a emitir un hedor por la repentina falta de una ducha en su rutina.

En la mañana de la piyamada, la biblioteca se encontraba cerrada para el público, libros esparcidos por el suelo, las cortinas impedían el paso de la luz dejando el ambiente a obscuras, sólo las velas a punto de consumirse eran su única fuente de iluminación. La princesa de la amistad estaba durmiendo sobre una pila de libros, los bordes de muchos de ellos dejaron marcas en el cuerpo de la poni, pero mucho no le importaba ya que era la primera vez en días que pudo conciliar el sueño desde aquella charla con Spike.

Spike estuvo preocupado por Twilight, fue incapaz de apartarla de los libros. Se sentía culpable por ello. Incluso buscó la ayuda de sus amigas para que la sacaran de aquel transe, pero fue inútil y decidieron dejarla así, argumentando que era cuestión de tiempo para que regresara a la normalidad. Rarity, por respeto, no le contó a nadie lo sucedido aquel día, pero una situación en la boutique le hizo entender que Twilight le había contado a Spike lo ocurrido.

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La tarde después de aquel descargue emocional, Spike fue a la boutique por un compromiso que había asumido con Rarity días atrás, pero no iba con la intención de ayudarla en lo más mínimo. Con cada paso que acortaba su destino, sus garras comenzaban a sudar y temblar, sus sentimientos por ella comenzaban a florecer entre la amargura de la noticia que todavía le afectaba. Sí, todo fue planeado, pero no cualquiera haría eso a menos que se sintiera cómodo, todo derivaba a una conclusión, una que, inconscientemente, negaba para tener una oportunidad de amar, pero que la realidad se encargaba de remarcar cada día de su vida.

Cuando menos lo supo, ya estaba en la puerta. Extendió su garra a punto de tocar, pero esta se congeló a un centímetro de llegar, ¿de verdad estaba dispuesto a hacerlo? Una de sus opciones era fingir estar enfermo para no asistir, pero entonces ella iría a verlo y con Twilight fuera de juego no habría nadie quien lo cubriera.

No tuvo tiempo de seguir pensando cuando la perilla de la puerta se envolvió en un aura azulada y giró.

—¿Hay alguien allí?

La mitad superior de la puerta se abrió, revelando la figura que él tanto amaba.

—Oh Spike, eres tú, que bueno que llegaste, tengo un pedido súper importante, y necesito de tus garras para completarlo.
—De hecho Rarity…
—Incluso conseguí unas cuantas gemas brillantes para la merienda de descanso —ofreció con una sonrisa.
—¿Gemas dijiste? Es decir, no vine a eso Rarity —expresó cabizbajo.
—¿Sucede algo Spike?
—¿Es verdad que besaste a Twilight ayer?
—¿Cómo te enteraste?
—Ella lo dijo al aire cuando llegó agitada, parece que la dejaste sin aliento.
—Spike, todo fue un plan para que Lyra dejara de molestar a Twilight, en realidad no siento nada por ella que no sea amistad. ¿Viniste por eso cierto? Seguro ella se confundió, debo ir y arreglar las cosas —dijo abriendo completamente la puerta.
—¡No son sus sentimientos los que tienes que arreglar! —gritó Spike— ¡Son los míos!

Rarity llevó a uno de sus cascos a su boca para disimular su expresión de sorpresa. Miró a su alrededor, cerciorándose que nadie estuviera cerca.

—Lo siento Spike, no tenía idea que esto iba a afectarte.
—Sólo dime una cosa Rarity, ¿a ti te gustan las yeguas?
—¿Qué clase de pregunta es esa Spike?
—Responde por favor Rarity, necesito saberlo —rogó.
—¿Por qué necesitas saberlo?
—¡Porque...! —juntó valor para decirlo al mismo que bajó el volumen para no llamar la atención de los demás ponis— Porque no puedo amar a alguien que no siente lo mismo por mí.

Rarity no estaba preparada para esa declaración. Hubo un par de ocasiones en el pasado que Spike estuvo a punto de confesarle su amor a Rarity, sin contar el obvio comportamiento que mostraba estando cerca de ella. Imaginó que era un flechazo de infante, inofensivo, y que el tiempo se encargaría de sustituir por un amor legítimo. Tal vez eso ocurrió, pero con ella siendo ambos, el flechazo y el primer enamoramiento.

—Spike, yo no sé qué decir, no tenía idea que tus sentimientos fueran tan profundos.

Spike estaba a punto de llorar. Recuerdos de su descubrimiento aparecían en su mente.

—Desafortunadamente, me atraen las yeguas, como a todas. Pero podemos ser amigos Spike, no tiene porque cambiar lo que tenemos ahora —dijo en forma de consuelo.
—No hay problema —respondió resignado ante la realidad—, sólo dame unos días para recuperarme.
—Lo entiendo Spike, perdóname, de verdad lo siento.
—No hay nada porque pedir perdón Rarity.

Con el corazón destrozado se retiró. Volvió al castillo para encontrarse con una Twilight inmersa en varios libros a la vez, se alejó de allí directo a su cuarto, a llorar en su cama.

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Spike ingresó a la biblioteca del castillo y esquivó libros caídos hasta llegar a la alicornio que dormitaba encima de ellos. Por un segundo pensó en no despertarla y aprovechar las horas extras de sueño que ganaba al no despertarse temprano, pero dejó su egoísmo de lado y agitó gentilmente a Twilight.

—Twilight, despierta, ya es mediodía, debes preparar tus cosas para la piyamada de esta noche.

Pero ella no reaccionaba, incluso hablaba dormida, repetía la palabra "respuesta". Spike sacó del desorden una hoja en blanco y con su fuego quemó la punta, liberando humo. Lo acercó al rostro de Twilight y gritó:

—¡Twilight despierta, el castillo se quema!

Al instante Twilight reaccionó, saltando y cayendo en una pila de libros.

—Spike, eso no es gracioso —dijo sacando la cabeza de la pila de libros.
—Lo siento, pero tenía que despertarte de alguna forma —comentó apagando el papel y arrojándolo a la basura.
—Mira este lugar, ¿Qué sucedió anoche? —inquirió Twilight refregando sus ojos.
—¿Anoche? Estuviste tres días seguidos leyendo, Twilight.
—¿En serio? Vaya, me duele la cabeza.
—Ven, te daré una aspirina —dijo Spike sacándola de allí, llevándola a la cocina.

Ambos caminaron por un largo pasillo hasta llegar a la lujosa cocina con lo último en electrodomésticos y una mesa redonda.

—No encontré lo que buscaba, Spike —comentó mientras esperaba por su aspirina.
—Twilight, no es necesario que hagas eso por mí, puedo superarlo —dijo Spike buscando en una gaveta.
—No es sólo por ti Spike, es muy raro que no haya nada en los libros sobre una de las partes más importantes de nuestra cultura, la que nos distingue de otras sociedades del mundo.
—Tal vez los libros no dicen nada porque siempre fue de esa manera.
—No Spike, todo tiene su origen y por más simple que sea, debe estar escrito en algún lado.
—Puedes buscarlo por ti, yo ya no necesito una respuesta, ya solucioné todo.

El tono con lo que dijo eso último llamó su atención.

—¿A qué te refieres con eso? ¿Spike qué hiciste?
—Encaré a Rarity sobre lo de su beso y luego le confesé mis sentimientos.
—Ay Spike, ¿en que estabas pensando? ¿Mira si alguien te escuchaba?
—No tienes de que preocuparte, nadie se enteró.
—¿Y qué pasó?
—¿Qué otra cosa podía pasar? A ella le gustan las yeguas, no hay nada que pueda hacer contra eso, pero seguimos siendo amigos. Por cierto, me dijo que ese beso era parte de su plan para deshacerse de Lyra, no tienes nada de qué preocuparte.

Esa noticia liberó un gran peso en Twilight, quien no había pensado en lo incomodo que sería encontrarse con ella esa noche en la piyamada. Cerró sus ojos y suspiró aliviada. Spike se acercó a ella y le entregó la aspirina con un vaso de agua.

—¿Te encuentras bien? —inquirió Twilight luego de tomar la medicina.
—Sí.
—¿No quieres un abrazo?
—No lo necesito —respondió caminando a otra sala.

De pronto, un aura mágica rodeó el cuerpo del dragón y lo atrajo hacia Twilight, atrapándolo en un abrazo. Spike se resistió por unos segundos pero luego se dejó llevar por esa sensación de calma que sólo ella podía transmitirle.

Al romper el abrazo, Twilight trotó hasta la salida, agarrando su alforja. Spike la siguió por detrás.

—¿A dónde vas?
—A la biblioteca del castillo de las dos hermanas, debe haber un libro allí que me pueda ayudar.
—¿Y la piyamada?
—Volveré a tiempo para llevar mis cosas.

Abrió la puerta y apresuró su paso para llegar lo antes posible ya que contaba con pocas horas de lectura antes de la piyamada. Mientras recorría el pueblo, volteaba a ver a los ponis a su alrededor, todos metidos en sus propios asuntos, pero sabía que sus orejas estaban al tanto de los demás. Un miedo se materializó en su mente, en el cual Spike corría peligro por haber dicho lo que dijo. Pero algo llamó su atención, sentada en un banca de una forma peculiar se encontraba Lyra, con una expresión de tristeza en su rostro, al lado se amiga Bon Bon trataba de animarla ofreciéndole un licuado de frutas, pero ella lo rechazó. Quiso acercarse y hablar con ella ahora que las cosas se habían enfriado, pero tenía cosas más importantes que hacer.
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La vista del pueblo cambió por el bosque, un camino señalizado con carteles guió a la princesa hacia el castillo de las dos hermanas, que había recuperado parte de su gloria luego de limpiarlo y ordenarlo un poco. Con un mapa mental del lugar, Twilight se guió entre los pasillos hasta llegar a la vieja biblioteca llena de libros viejos, polvorientos y escritos tradicionalmente. Se acercó al escritorio y sacó una pluma, tinta y pergaminos con anotaciones varias, abrió uno de ellos y desplegó una lista con la organización de las estanterías que ella misma se encargó de ordenar y archivar. Utilizando su magia, atrajo el primer libro de historia Equestriana y pre Equestriana y comenzó su lectura.

Las horas avanzaron y Twilight se frustraba por el mismo resultado que estaba obteniendo allí. Incluso aquellos libros que contenían historia antigua mucho antes de la fundación de Equestria eran inútiles, ninguno daba indicio a un suceso en concreto que alterara la sexualidad de los ponis, sólo sucedió, tal como Spike propuso.

—Esto no puede ser —musitó Twilight—. Estos libros son inútiles.

Al terminar de leer el ultimo, lo cerró con fuerza y lo mantuvo levitando junto a otros veinte ejemplares a su alrededor. Buscó en la lista algún libro que la ayudase, pero fue inútil, ya no había libros disponibles.

—No… hay… ¡nada! —dijo repeliendo los libros en todas direcciones.

Uno de ellos golpeó el viejo candelabro que colgaba en medio de la habitación, provocando que se balancee peligrosamente. Twilight no se dio cuenta, estaba con su cara sobre la mesa, tratando de analizar la situación. El candelabro cedió y cayó al suelo, causando un estruendo que despertó a Twilight de sus pensamientos.

Al acercarse usó su magia para limpiar, jurando que compraría uno nuevo para reemplazarlo, pero notó algo raro, no sólo se había salido el candelabro sino el bloque de piedra que lo sostenía, al inspeccionarlo notó un extraño símbolo, un circulo con ocho flechas saliendo de este. Era algo que ella nunca había visto. Con suma cautela utilizó un hechizo para romper el bloque a la mitad y revelar lo que había en su interior.

Grande fue su sorpresa al extraer un libro de allí, en su tapa resaltaba la misma marca que en el bloque. Al abrirlo quedó boquiabierta ya que no era un libro común y corriente, era un diario, pero no un diario de un poni desconocido, era del ultimo ser que esperaba encontrar.

Estaba a punto de abrirlo cuando notó la hora en el viejo reloj de pared.

—¡La piyamada!

Guardó todas sus cosas en la alforja, incluyendo aquel extraño diario y se teletransportó hasta el castillo.

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Las risas emanaban de Sugarcube Corner, allí las chicas pasaban una jornada llena de diversión y juegos al mismo tiempo que degustaban los postres hechos por Pinkie para la ocasión. Sólo faltaba una yegua.

—Bien, relájate, sólo es una piyamada, ella no quiere nada contigo, no hay porque estar nerviosa —se dijo Twilight a sí misma en la puerta del local.

Levantó su casco y tocó la puerta. Unos segundos después la puerta se abrió, revelando a una poni rosa que masticaba un postre.

—Hola Pinkie, lamento haber llegado tarde.

Ella intentó responder pero tenía la boca llena. Sacó una bebida de su cabello y la tomó rápidamente.

—Delicioso. Hola Twilight, pasa, te estábamos esperando.

Ambas ingresaron y subieron las escaleras hasta la habitación de Pinkie, allí las demás charlaban animadamente.

—Pero miren quien llegó —dijo Rainbow Dash.
—Lo siento por eso, estaba leyendo un libro y perdí la noción del tiempo.
—No hay problema terroncito, toma asiento —dijo Applejack.
—Aquí tienes Twilight, unos pastelillos y un jugo —ofreció Pinkie.
—Gracias, estoy hambrienta.

Mientras comía, notó que faltaba alguien en su círculo de amigas.

—¿Dónde está Rarity? —inquirió Twilight.

Esa pregunta alertó a Rainbow.

—¿Alguien dijo mi nombre? —preguntó Rarity saliendo del baño.

Cuando Rarity fijó su vista en Twilight, esta quedó petrificada por el estado en que se encontraba su melena y su rostro.

—¿Pero que te sucedió querida? Sólo mírate, estás, perdona mi expresión, hecha un desastre.
—¿De qué hablas?

Rarity trajo un espejo con su magia, revelando lo descuidado de su melena y las bolsas en sus ojos.

—¿Esto? Me quedé hasta muy tarde leyendo.
—Pues no voy a permitir que una de mis amigas esté en este deplorable estado en una ocasión tan especial como lo es, una piyamada. Por suerte traje conmigo mi kit de belleza —expresó abriendo una caja mediana llena de maquillaje.
—No tienes porque molestarte Rarity, voy a lavarme el rostro y-
—No es molestia, es un placer. Esto sólo va a tardar un segundo.

Con su magia levitó un cepillo con el cual peinaba su melena mientras que preparaba una mascarilla para quitar esas bolsas.

—Muy bien, antes de que la cerebrito se hiciera presente. Estábamos hablando sobre nuestros lugares favoritos en donde quisiéramos vacacionar —retomó Rainbow—. Yo dije en Cloudsdale durante la semana de vuelo, donde los Wonderbolts realizan espectáculos aéreos durante siente, días, seguidos.
—A mi me gustaría ir a Caramelandia, la fiesta de dulce más grande de toda Equestria —comentó Pinkie alegre—. Probaría todo los dulces habidos y por haber, me subiría a la rueda de la fortuna de malvaviscos, nadaría en la piscina de chocolate y luego tomaría un relajante baño en el jacuzzi de chocolate caliente, luego iría al circo a ver a los animales de gomitas…

El deseo de Pinkie se extendió por minutos, pero la mente de Twilight había dejado el establecimiento casi al empezar. Lo único que pensaba era en aquel diario que había encontrado por accidente y lo que sus páginas podrían revelarle. Tal vez estaba desesperada por encontrar su respuesta, de hecho lo estaba, pero tenía una corazonada en ese diario.

—Bueno Pinkie, ya entendimos —detuvo Rainbow.
—Pinkie, tienes que admitir que es un sueño muy loco, ¿acaso eso existe? —inquirió Applejack dudosa.
—Pues claro que existe, tontita. ¿Acaso crees que inventaría lo de colina de merengue?
—Suena delicioso —agregó Fluttershy.
—Pues a mí me suena a un delirio de azúcar más que un lugar para vacacionar.
—Relájate Rainbow, parece un lugar adorable —comentó Rarity.
—Twilight, ¿existe Caramelandia? —preguntó Rainbow.

La princesa no respondió la pregunta, sólo estaba mirando un punto fijo sin prestarle atención.

—Tierra llamando a Twilight, ¿estás aquí?
—¿Ah? ¿Eh? Perdón, no estaba escuchando.
—Estábamos discutiendo sobre la existencia de Caramelandia.
—Pues claro que existe, yo le mostré unos folletos del lugar.

Pinkie mostró una sonrisa burlona por haber ganado mientras Rainbow sólo se encogió de hombros.

—Pues, a mi me gustaría llevar a mi familia a una excursión por toda Equestria. Recorrer ciudades y despejar mi mente del trabajo por un rato —dijo Applejack.
—¿Llevarías a tu familia contigo? —preguntó Rarity algo extrañada.
—Pues claro, no me imaginó la vida sin ellos —respondió con una sonrisa—. Además, les vendría bien una escapada de la granja, a veces puede ser muy estresante.
—Tu turno Fluttershy —señaló Rainbow acariciándole gentilmente la mejilla, lo que hizo que sonrojara.
—P-pues, a mi me gustaría ir al gran árbol de las mariposas durante la migración. Ellas se quedan allí por toda una semana para descansar sus alas antes de continuar su recorrido, me gustaría estar con ellas, comunicarme y sacarme fotos, seria agradable.

Nuevamente, los pensamientos de Twilight descarrilaron hacia el diario que había encontrado. ¿Qué oscuros secretos guardará el autor? ¿Tendría la respuesta que estaba buscando? ¿Estará en un estado legible al menos?

De pronto, el sonido de unos cascos chocando en frente de ella la despertó de su trance.

—Twilight, despierta, te estás perdiendo el increíble relato de Fluttershy —dijo Pinkie.
—¿Ah? Lo siento, lo siento, estaba distraída.
—A ver Rarity, cuéntanos lo tuyo.
—Esperen un segundo —dijo dándole los toques finales a la melena y cola de Twilight—, perfecto, ahora déjame ponerte esta mascarilla para limpiar y rejuvenecer tu piel querida, lucirás perfecta antes de ir a dormir.

Con delicadeza, Rarity untó el rostro de Twilight con aquella sustancia verdosa y luego le puso un par de rodajas de pepino en los ojos.

—Listo. Con respecto a la pregunta, a mi me gustaría viajar a la semana de la moda en Manehattan para poder estar rodeada de lo más bello en ropa y cosméticos, primero iría como turista, pero espero algún día poder viajar como diseñadora y lucir mis creaciones ante millares de ponis entusiastas.
—Sí que apuntas alto —comentó Applejack.
—Gracias.
—¡Twilight, despierta! —gritó Rainbow.
—Estoy despierta.
—¿A si? ¿Qué dijo Rarity?
—Pues… algo sobre…
—¿Lo ves? No nos escuchas.
—Lo siento, tuve mucho en mi cabeza últimamente.
—Eso nos preocupó a nosotras cuando Spike vino a avisarnos, ¿te encuentras bien terroncito?

Twilight dudó un segundo antes de responderles.

—Sabes que puedes contar con nosotras para lo que sea —dijo Fluttershy.

Esas palabras conmovieron a la princesa de la amistad, ¿pero realmente estaba dispuesta a contarles la verdad?

Aun con los pepinos en sus ojos, pudo imaginar las expresiones de inquietud y preocupación que tenían cada una de ellas. Era obvio que se preocupaban por ella. Tal vez, sólo tal vez.

—Yo sé porque estás así —afirmó Rainbow.
—¿En serio? —preguntaron las demás.

Rainbow afirmó con la cabeza.

—Prepárense, porque esta revelación va a cambiar el modo en que vemos a la cerebrito.

«Ella lo sabe» pensó Twilight atemorizada.

—Es algo que ella seguramente intentó mantener en secreto, quien sabe por cuánto tiempo.

«Se los va a contar».

—Y es por eso que vino así de desalineada esta noche.

«Es mi fin, ¿Cómo viviré ahora?».

La expresión de Twilight, aun con la mascarilla, hizo evidente que la noticia era algo de suma importancia y el hecho de que Rainbow las pusiera en suspenso como el anunciador de un programa de concursos no mejoraba el ambiente, el cual se puso pesado, el corazón se aceleraba, sus cascos comenzaron a temblar, su mente comenzó a formular infinidad de escenarios de lo que ocurriría si Rainbow la delataba. Pero era incapaz de detenerla, en el fondo quería sacarse este peso de encima.

—Ya Rainbow, escúpelo —rogó Applejack.
—Ayer estaba volando como de costumbre cuando miré hacia abajo y vi como Rarity y Twilight se besaban frente a una multitud de ponis demostrando amor verdadero. Incluso una de ellas salió corriendo con lágrimas en los ojos luego de esa demostración de afecto —dijo Rainbow velozmente, levantando ambos cascos al aire mientras recobraba el aliento.

«¡Estoy perdida! Mi vida nunca será… esperen, ¿Qué?».

Esa no es la revelación que esperaba. Twilight se sacó los pepinos de los ojos para apreciar como Rainbow la observaba con mirada picara, Applejack boquiabierta con el sombrero en su casco, Fluttershy cabizbaja con un leve rubor, Pinkie con una gran sonrisa mientras daba brincos en el lugar y finalmente Rarity también con un leve rubor por el recuerdo conteniendo una risilla. Pero su risa pudo más que ella y rompió a reír a carcajadas ante la mirada de las demás.

—Lo siento, es que no puedo creer lo exagerada que eres para contar historias, Rainbow —dijo Rarity.
—¿Entonces, no se besaron? —inquirió Applejack.

Cada vez que escuchaba esa palabra Twilight miraba hacia otro lado. Si no fuera por la mascarilla, todas podrían ver el rubor rosa que brillaba intensamente en sus mejillas.

—Claro que nos besamos —contestó Rarity—, pero no como ustedes piensan. Todo fue un plan para alejar a una insistente admiradora de Twilight que no dejaba de molestarla. Y fue muy efectivo, si me permiten decirlo.
—Mira nada más, no creí que fueras capaz de hacer algo así Twilight —alagó Rainbow.
—G-gracias, supongo.
—¿Sucede algo Twilight? —preguntó Fluttershy.
—Debe estar súper atontada porque ese fue su primer beso —afirmó Pinkie.
—No seas ridícula Pinkie. Ese no debe ser el motivo, ¿o sí? —cuestionó Rarity.

El interrogatorio acorralaba más y más a Twilight, quien pronto sintió que el aire le faltaba. Comenzó a respirar pesadamente por la boca.

—¡Alguien tráigale algo que la ayude! —alertó Applejack.
—Toma Twilight, una bolsa que solía contener caramelos, tal vez el azúcar te ayude —dijo Pinkie entregándole una bolsa para que respire.

Las chicas vieron preocupadas como Twilight respiraba por allí y poco a poco se calmaba. Mientras tanto su mente formulaba preguntas, ¿estaba dispuesta a continuar con esta rutina de incomodidad y miedo cada vez que se juntaran a dormir o charlar? No era la primera vez que ella se ponía como loca por este tipo de charla y tarde o temprano alguien la arrinconaría y le pediría explicaciones.

Eran sus amigas, ellas debían conocer la verdad. Toda la verdad.

—Lo siento, no quise preocuparlas.
—Pues, nosotras no debimos entrometernos donde no nos llaman, ¿no es cierto, Rainbow? —preguntó Applejack mirando a la pegaso.
—Está bien, lo siento. No volveré a entrometerme, verbalmente.
—Como sea querida, no volveremos a hablar de este tema si te hace sentir incomoda, pero quiero que sepas que todas estamos para ayudarte cuando más lo necesites.

Todas asintieron.

Ellas debían conocer toda la verdad.

—No —dijo Twilight sacándose la mascarilla—. Lo lamento pero nunca fui sincera con ustedes con respecto a este tema.
—No debes decirnos algo sólo porque te sientas obligada —remarcó Rarity.
—Pero quiero hacerlo —inspiró profundamente antes de continuar—. La verdad es…

Su mente se puso en blanco por unos instantes. ¿Por qué era tan difícil decirles la verdad?

A diferencia de ellas, Twilight conocía la inclinación sexual de cada una. Sabía que Applejack era lesbiana, pero como su mente y cuerpo estaban siempre en la granja y su familia, no tenía tiempo para una relación amorosa. Rarity también era lesbiana, pero tenía altos estándares para elegir parejas, por eso nunca se mostró interesada en las yeguas del pueblo, esa era el miedo de Twilight al principio, pensaba que el hecho de ser princesa llamaría la atención de la modista, después de todo, ¿Quién está más arriba de una princesa?

Pinkie Pie, bueno, era Pinkie Pie. Ella no es de hablar de estos temas porque su cabeza está llena de fiestas y diversión, pero se asume que es lesbiana.

Al final están Rainbow Dash y Fluttershy, si hay algún motivo para nombrarlas juntas es porque ellas llevan saliendo por casi dos años, desde antes de la llegada de Twilight a Ponyville. De vez en cuando se las veía por el pueblo con los cascos tomados y besándose en los límites del poblado gracias a que Fluttershy no le gusta mostrar ese tipo de afecto en público.

—Yo soy…

Pudo articular palabras, unas pocas, las últimas antes de su gran revelación.

Su rostro y cascos comenzaron a sudar. Sentía el corazón en la garganta a punto de escapar. Su mente volvió a estar en blanco. La idea del rechazo se instauró, formulando las mismas preguntas una y otra vez.

«¿Qué pensarán si les digo la verdad? ¿Lo tomarán bien? ¿Seguirán siendo mis amigas? ¿Me delatarán con el pueblo? ¿Tendré que escapar? Si vuelvo a casa de mi padre, ¿Cómo se lo voy a decir? Seguramente Equestria se enterará unos días después, ¿Cómo enfrentaré la humillación pública? ¿los ponis tratarán de derrocarla? ¿Qué sucederá con Spike? ¿Tratarán de lincharlo a él también? ¿Es mi culpa que él también haya salido heterosexual? ¿Qué pasará con los elementos de la armonía? ¿Seguiré siendo merecedora de ese poder?» pensó una y otra vez.

Sólo había un poni en toda Equestria que conocía su secreto, y esta situación le resulta igual de difícil que aquella vez.

Todos sus pensamientos desaparecieron cuando sintió el gentil toque de un casco blanco. Al levantar la mirada, vio que todas la miraban comprensivamente. No la juzgaban, ni la presionaban, sólo querían saber lo que pasaba para ayudarla.

—Heterosexual.

Al instante cerró sus ojos y cubrió su rostro con sus cascos para evitar cualquier tipo de agresión física, lo hizo instintivamente.

—¿Qué estás haciendo? —inquirió Rainbow.

Twilight abrió uno de sus ojos, observando que ninguna se movió de su lugar y la miraban extrañada.

—Calma Twilight, no vamos a hacerte daño —dijo Applejack.
—¿Ah no?
—Por supuesto que no, ¿Acaso crees que somos un grupo de barbaros como la mayoría de Ponyville? —inquirió Rarity.
—Es que creí que… pensé que me pasaría lo mismo…
—Sólo porque los demás lo sean no significa que nosotras también lo seamos —aclaró Applejack.
—Tu eres nuestra amiga Twilight. No vamos a considerarte menos sólo porque no te gusten las yeguas, como a nosotras, ni mucho menos te haríamos daño —dijo Fluttershy.
—Además, eso te hace extra especial Twilight. Bueno, ya eras especial por eso de la magia y esas cosas, pero ahora eres extra súper especial —agregó Pinkie.
—No debí desconfiar de ustedes, debí contarles en un principio.

Con una lagrima de felicidad, las seis se abrazaron. Hace mucho que no se sentía así de aliviada.

—Chicas…—dijo Twilight rompiendo el abrazo.
—Ni lo menciones querida, tu secreto está a salvo con nosotras —aclaró Rarity.
—Gracias.
—Dejemos esto de lado. Twilight, ¿Por qué no vino Spike? —preguntó Rainbow.
—Está enfermo —mintió.
—Lastima, podríamos maquillarlo a la fuerza como la ultima que vino aquí.
—Tal vez es por eso que se enfermó, recordó lo que ibas a hacerle —comentó Applejack.

Las demás rieron y la noche continuó como si nada hubiera pasado. Claro que después le hicieron preguntas sobre su infancia y cosas relacionadas a su orientación, con cada relato, su corazón se aligeraba. Al fin contaba con ponis cercanos e importantes en quienes apoyarse en momentos de duda y confusión.

[center]XXX[/center][/b]

Al día siguiente, luego del almuerzo, Twilight estaba lista para leer aquel diario que encontró en el castillo de las dos hermanas. Preparó algunos pergaminos para anotar las cosas de mayor importancia y colocó el diario en el centro de su escritorio.

Lo observó por unos segundos e inspiró profundamente. Spike había salido y contaba con una tarde en soledad para estudiar a fondo y tal vez encontrar la respuesta que necesitaba. Antes de abrirlo, creyó haber visto la marca de la portada brillar. Dejó esos pensamientos de lado y abrió el diario.

—¿Nunca te enseñaron a no leer los diarios de los demás?

Twilight gritó asustada y cayó al suelo al ver la cara del dueño del diario impreso en la primera página. A los pocos segundos, aquel ser salió de esa página y tomó el diario.

—Ups, lo siento Twilight Sparkle.
—¿Qué haces aquí Discord?
—¿Acaso no puede un buen amigo venir de visita para recuperar algo que creía perdido hace más de mil años?
—¿Cómo supiste que lo tenía? —preguntó incorporándose.
—El diario y yo estamos conectados mágicamente. Comencé a sentir un cosquilleó el día de ayer y tomé el primer tren para venir a visitarte.
—¿Sin avisarme?
—Pero si te escribí una carta, no es mi culpa que el sistema de correo sea lento —respondió Discord mientras leía algunos pasajes del diario.

En ese instante, tocaron a la puerta, al abrir Discord se encontraba vestido de cartero sosteniendo su diario en una garra y una carta en otra.

—Carta para la princesa Twilight.

Ella rodó sus ojos y abrió el sobre, encontrando una mini quesadilla en su interior, a lo cual Twilight reaccionó arrojándolo a la basura. Discord rió por su broma.

—No pude evitarlo Twilight. Estoy tan feliz por haber encontrado mi diario —dijo abrazándolo con fuerza.

Ella levantó una ceja extrañada.

—Oye, no sólo las chicas pueden tener diario, en especial si eres un ser milenario como yo.
—Eso no importa. Lo necesito Discord, estoy en medio de una investigación.
—¿Y se puede saber para qué lo necesitas?
—No te lo voy a decir.
—Ah, ahora entiendo, no confías en mí lo suficiente para decirme lo que ibas a hacer con MI diario. Entonces creo que me voy a ofender y me iré con MI diario, pero no te preocupes, te enviaré una copia, cuando cumplas los setenta y cinco años —comentó Discord marcando su salida.
—¡Espera!

Twilight suspiró en resignación.

—Te lo diré.
—¡Fantástico! —exclamó Discord haciendo aparecer un sillón con palomitas.
—Desde hace varios días estoy investigando el origen de las relaciones interpersonales de los ponis y como estos eligen a otros ponis del mismo género en lugar del opuesto como hacen en el resto del mundo. Pero al parecer ningún libro de historia o hipología brinda la respuesta que estoy buscando y-

Su relato se vio interrumpido por los ronquidos del espíritu del caos que dormía plácidamente con su diario tapando sus ojos.

—¡Discord!
—¿Ah? ¿Qué? ¿Cuándo? Lo siento Twilight, es que tu relato era aburrido, ¿podrías resumirlo para mí?
—En resumen, estoy investigando porque los ponis se inclinan a la homosexualidad y no a la heterosexualidad como el resto del mundo. Ningún libro tiene la respuesta que busco y pienso que tu diario si las tiene.
—¿Lo ves? ¿No podrías haber sido así de clara desde el comienzo?
—¿Me lo darás o no? —preguntó molesta.
—Claro, solo respóndeme esto. ¿Dónde lo encontraste?
—En el antiguo castillo de la princesa Celestia y la princesa Luna, dentro de un bloque de piedra.
—¿Me pregunto por qué Celestia lo ocultó de esa manera? No importa, lo importante es que está conmigo. Aquí tienes.

Discord chasqueó sus garras y una copia del diario apareció en frente de Twilight. Le dio un rápido vistazo para asegurarse que sea una copia autentica.

—Aunque me parezca extraño lo que estás haciendo, debo aclarar que no encontrarás la respuesta allí.
—¿A qué te refieres?
—Pues, yo no soy ningún filosofo, historiador o hipólogo, sólo fui un simple gobernante. Realmente no le prestaba mucha atención a los que los ponis hicieran con sus vidas. Lo único que podría aportar es decirte que en mis tiempos, los sementales buscaban a las yeguas y viceversa, era raro ver una pareja de la misma especie.
—Eso quiere decir… que el cambio de orientación puede haber sucedido después de tu derrocamiento. ¡Gracias, Discord, me has ayudado más de lo que imaginas! —expresó Twilight saltando y abrazándolo.
—Sí, sí, para eso están los amigos —dijo apartándola por traerle recuerdos del momento de su aprisionamiento en piedra—. Bueno, debo irme, tengo mucha lectura que hacer y muchas cosas que plasmar, estar mil años atrapado pudiendo ver y escuchar a mi alrededor dejaron muy buenas anécdotas, y creo que tu también tienes mucho que leer.
—Gracias por dejarme una copia de tu diario.
—No se lo muestres a nadie a menos que quieras que llene tu casa con queso fondue.
—Está bien, está bien, lo prometo —dijo haciendo una cruz en su corazón.
—Y recuerda, si llegas a bloquearte en tu investigación, un buen viaje podría despejar tu cabeza. Escuché por ahí que el imperio de cristal está abriendo zonas turísticas —propuso Discord haciendo aparecer un folleto.
—Lo tomaré en cuenta.
—Adiós Twilight Sparkle, mucha suerte con eso.
—Adiós Discord, gracias de nuevo.

Con un chascar de su garra, Discord desapareció en un destello, dejando a Twilight en la soledad de la biblioteca del castillo. Esperando que no hubiera más visitas sorpresas, puso el diario de Discord en el escritorio y lo abrió en la primera pagina.

—Hora de leer.[/size][/font]
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Última edición por Exelion el 10 Ene 2016, 05:30, editado 7 veces en total.
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Re: Equilibrium [Universo Alternativo] [Aventura] [1/??]

Mensaje por Quetzal » 06 Dic 2015, 09:48

Me recuerda a este comic: http://kahum.deviantart.com/art/Declaraciones-372440203" onclick="window.open(this.href);return false; Y en alguna parte creí haber oído ese título antes, no sé.

Está bien el fic, mantiene bastante fielmente las personalidades de Rarity, Spike y Twilight, sólo cambiar "... sucedido hace apenas unos minutos atrás." que no me cuadra.
¿En ese universo se reproducen por espejos mágicos como en anteriores generaciones?
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Re: Equilibrium [Universo Alternativo] [Aventura] [1/??]

Mensaje por Exelion » 10 Dic 2015, 19:35

[quote="Quetzal";p=299639]Me recuerda a este comic: http://kahum.deviantart.com/art/Declaraciones-372440203" onclick="window.open(this.href);return false; Y en alguna parte creí haber oído ese título antes, no sé.

Está bien el fic, mantiene bastante fielmente las personalidades de Rarity, Spike y Twilight, sólo cambiar "... sucedido hace apenas unos minutos atrás." que no me cuadra.
¿En ese universo se reproducen por espejos mágicos como en anteriores generaciones?[/quote]

Recuerdo haber leido ese comic hace mucho. Por parte de la reproduccion, se utilizan metodos alternativos como en la realidad.
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Re: Equilibrium [Universo Alternativo][Aventura][Romance][2/

Mensaje por Exelion » 13 Dic 2015, 05:30

Nuevo capitulo agregado. Espero que el formato de multi capitulos sea comodo para ustedes, disfruten la lectura.
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Re: Equilibrium [Universo Alternativo][Aventura][Romance][2/

Mensaje por Exelion » 20 Dic 2015, 02:56

Capitulo 3: Camino al imperio de cristal.
Spoiler:
Una figura sobrevoló el cielo asegurando que nadie estaba en las cercanías del castillo de las hermanas cuando este descendiera. Cubierto con un manto que ocultaba su cuerpo, ingresó al castillo y recorrió sus pasillos sabiendo exactamente a donde ir. Al llegar a la antigua biblioteca, la figura se acercó al bloque de piedra con la marca del caos en ella y confirmó sus sospechas, el diario fue robado.

Golpeó su casco en el suelo con furia y salió volando de allí, desapareciendo en el horizonte. Miles de ideas y teorías cruzaron por su mente, quien tuviera en su poder aquel diario milenario, podía desentrañar antiguos secretos que juró mantenerlos así por el resto de su existencia. Debía atender otros asuntos por lo pronto, pero ahora el extraño poni estaría al tanto de cualquier pista que lo condujera al ladrón.

[center]XXX[/center][/b]

Pasaron dos días desde su encuentro con Discord y su diario, los cuales utilizó para leerlo y analizarlo a fondo, esta vez sin desconectarse del entorno como la última vez. A diferencia de la última sesión de estudio, de vez en cuando se tomaba un descanso de leer para despejar su mente, no es que lo necesitara, sino que el diario era demasiado absurdo para su mente.

Pasajes y pasajes de sus hazañas y locuras como gobernante de Equestria. El trato con los súbditos, el caos que provocaba por diversión, los amoríos que tuvo con las hembras, no sólo del reino poni sino de todo el mundo, alguno que otro pensamiento vago y sin contexto, sus descubrimientos de artefactos mágicos que celosamente escondió de los mortales y decenas de páginas de fantasías con yeguas que nunca llegó a concretar entre las cuales se encontraban Celestia y Luna.

—Al menos no era un violador —musitó Twilight mientras despejaba su cabeza de aquellas fantasías hacia su mentora.

Por suerte para ella, esas eran las últimas anotaciones del diario, el resto estaba en blanco, dando a entender que fue aprisionado poco después de esa entrada.

Twilight dio un suspiro de resignación, Discord tenía razón, en su diario no había nada que indicara un cambio en el comportamiento de los ponis.

—¡Esto es imposible! —exclamó frustrada.
—¿Qué sucede? —preguntó Spike entregándole una taza de té.
—Gracias —agradeció bebiéndolo de un sorbo—. Es sólo que… el diario no brindó información alguna y otra vez estoy en un callejón sin salida.
—¿Ahora si puedo echarle un ojo?
—Ni lo sueñes, no hasta que seas mayor —respondió alejándolo de sus garras.
—Vamos, por favor, me voy a saltar las partes inapropiadas.
—Todo el diario es inapropiado Spike, deja de insistir.

Para finalizar la discusión, Twilight guardó el diario en un pequeño cofre con una cerradura mágica para que el dragón no intentara leerlo.

—Está bien, ¿y ahora que harás? —inquirió derrotado.
—No lo sé. No puedo pensar en una solución.
—¿Sabes lo que yo hago cuando no puedo pensar?
—Si Spike, tomas una siesta.
—Exacto, eso me ayuda a relajarme. Tal vez tú debas hacer lo mismo.
—Tienes razón Spike, tal vez deba hacerlo, pero últimamente el castillo no ha sido el mejor para descansar.
—¿Y si vas de viaje? —preguntó Spike recogiendo la taza y llevándola a la cocina.

Esa pregunta hizo que una neurona del cerebro de Twilight uniera varias piezas sueltas del rompecabezas y llegara a una conclusión que estuvo frente a ella todo el tiempo y que decidió ignorar por provenir de una fuente que no esperaba.

Después de todo, ¿en qué lugar de Equestria uno podría encontrar pruebas de relaciones amorosas y sus cambios?

Sus ojos se abrieron como platos y un suspiro inspirador hizo que Twilight saliera de su escritorio y tomara por sorpresa a Spike con un abrazo, provocando que volteara y rompiera la tetera y la taza.

—¡Eres un genio Spike!
—Ya lo sabía, ¿pero tenías que romper todo para decírmelo? —comentó Spike señalando el piso.
—¡Yo lo arreglo! —exclamó trayendo una pala y su recogedor— Es tan obvio, como no pude darme cuenta de ello, incluso Discord me lo dijo cuando me entregó esto.

Con su magia, hizo aparecer un volante vacacional del imperio de cristal.

—¿El imperio?
—Si Spike, el imperio —respondió mientras limpiaba rápidamente los escombros—, el imperio de cristal seguro debe tener registro sobre actividades relacionadas al amor luego de la caída de Discord, la respuesta que busco debe estar allí.

Su sonrisa se expandía imaginando la posibilidad de terminar con su investigación en el imperio de cristal, en especial si eso significaba visitar a su ex niñera favorita de todos los tiempos.

—Voy a viajar al imperio Spike, tu quedas a cargo del castillo hasta que vuelva.

Twilight salió corriendo del castillo dispuesta a tomar el primer tren al imperio, pero Spike la siguió y le dijo:

—Espera Twilight, deberías preparar una alforja para viajar y no creo que una escoba con recogedor te sea útil.

Twilight se detuvo y observó que, efectivamente, traía consigo esos elementos de limpieza flotando a su lado. Sus mejillas se tiñeron de un leve rosa por la vergüenza.

—Creo que tienes razón —dijo dando vuelta y regresando al castillo—. De hecho, quiero que tomes nota, se a quien le encantaría venir a este viaje conmigo.

Ambos ingresaron nuevamente al castillo y Spike escribió una carta que le brindaría a Twilight un acompañante que tal vez necesitaba de este viaje.

[center]XXX[/center][/b]

Mientras tanto, en Canterlot, Shining Armor continuaba con las tareas diarias que desempeña cualquier capitán de la guardia real, dirigir tropas, organizar recorridos de vigilancia, asignar turnos, supervisar cadetes recién ingresados, entre otras cosas. Pero algo en su mente lo mantuvo con una sonrisa durante toda la jornada, y al mismo tiempo lo ponía nervioso mientras se acercaba a la sala del trono donde la princesa Celestia y la princesa Luna también realizaban sus tareas diarias como co-gobernantes.

Al llegar a la puerta, le dijo al guardia que avisara de su presencia, este obedeció sin chistar.

—Sus majestades, el capitán de la guardia real desea verlas.
—Dile que pase —dijo Celestia.

Luna asintió a la par. Shining recorrió la alfombra roja hasta llegar allí.

—Princesas —dijo Shining con una reverencia.
—¿Cuál es el motivo de tu audiencia, capitán? —inquirió Luna.
—Sus majestades, necesito pedirles un adelanto de mis días de descanso.
—¿Y ese pedido a que viene, capitán? Si es que podemos saberlo, claro.
—Recibí una carta de Twilight y me pidió que la acompañe en un viaje, parece que soy su única opción para esto.
—Shining, tienes un historial de asistencia perfecta, claro que te concedemos un adelanto de tus días de descanso —expresó Celestia sin objeción de Luna—. Sólo asegúrate de asignar un reemplazo durante tu ausencia, ¿Cuántos días vas a necesitar?
—Una semana, dos como máximo.
—Si se presenta o necesitas algo, avísanos con antelación, puedes retirarte. Envíale saludos de nuestra parte —dijo Celestia.
—Muchas gracias majestades, compensaré mi ausencia con mucho trabajo dura cuando regrese, lo juro —agradeció Shining feliz de salida.

Al cerrarse las puertas, Luna trajo con su magia un pequeño conjunto de papeles reales que debían ser revisados.

—Pensé que le preguntarías más cosas antes de darle permiso, hermana —comentó Luna leyendo detenidamente el papel antes de firmarlo.
—Es un pedido de la princesa de la amistad, si lo negábamos tal vez iniciaríamos un conflicto real —explicó Celestia mientras atraía una gran pila de papeles a su lado.
—Twilight Sparkle no sería capaz de eso —expresó Luna dejando el quinto papel terminado a su lado.
—Lo sé, pero sabes cómo son los diarios, exageran las noticias, esto sería una primicia para ellos —respondió Celestia dejando la hoja numero veinticinco a su lado.
—¿Cómo es que lo haces tan rápido? —inquirió Luna.
—Cientos de años de práctica, tú debes ponerte al corriente.

[center]XXX[/center][/b]

Twilight esperaba mirando con atención la puerta del castillo. Había pasado un día desde que envió esa carta y no obtuvo respuesta alguna. Deseaba que su hermano viniera para acompañarla en esta aventura, después de todo, él era el único que sabía su secreto hasta hace poco, ni siquiera Night Light, su padre, lo sabía. Por algo era su H.M.M.A.P.S.

¿Pero por qué confiaba más en su hermano que en su padre para confiarle un secreto tan grande? La respuesta estaba en una experiencia que ambos habían compartido durante su infancia, más específicamente, cuando Cadence era la niñera de Twilight.

Su mente rápidamente reaccionó cuando las puertas de su castillo se abrieron en par.

—Tal vez debas tomar mi consejo de poner unos guardias aquí, cualquiera puede entrar como si fuera su propia casa.
—¡Hermano!

Twilight corrió y lo abrazó, Shining correspondió el gesto.

—¿Cómo estuvo el viaje?
—Agotador, no recuerdo la última vez que viaje en tren —dijo acariciando su cuello adolorido.
—¿Te duele? Ven, tengo una pomada que me dio Zecora para esos dolores.

Ambos fueron a la cocina, Shining dejó su alforja en el suelo y esperó sentado a que Twilight le trajera la solución mágica.

—Entonces… ¿vas a decirme por qué me llamaste de urgencia, hermanita?
—Estuve investigando sobre un tema delicado y para la siguiente fase necesitaba la ayuda de alguien que me comprendiera.
—¿Tus amigas no pueden ayudarte con eso?
—¿No lo entiendes verdad? Estoy hablando de NUESTRO problema Shining.

Shining primero mostró una cara de confusión, luego sus ojos se abrieron a la par al entender a lo que se refería.

—Ohhhhh, te refieres a ESO, perdona, es que hace mucho no hablamos de eso —dijo con sonrisa apenada— ¿Y en que te puedo ayudar?
—Acompáñame hasta el imperio de cristal para buscar información que necesito para develar el misterio de porque se forman parejas del mismo sexo en vez del opuesto.

Pero Shining tenía una mirada de horror cuando escuchó el lugar a donde irían, sin prestar atención al resto de la oración.

—Aquí está la pomada —dijo sacándola de una alacena—, ¿Qué sucede? —inquirió al ver el estado de su hermano.
—Twilight, no puedo ir.
—Por favor Shining, no empieces, sabes lo importante que esto puede ser para nosotros y para todos los ponis allí afuera que no pueden expresarse como quieren.
—Pero sabes cómo me pongo cuando la veo, esto podría causar mi despido como capitán de la guardia real, ¿Qué dirían los diarios de mí? ¿Y qué dirían los diarios de ti? ¿Qué diría nuestro padre si se entera?
—Pero-
—Pero nada —dijo Shining cruzando sus cascos mientras giraba su cabeza hacía otro lado para ignorarla.

El tronido de su cuello produjo un sonido que hasta Twilight fue capaz de oír. El dolor instantáneo hizo que Shining dejara escapar una lágrima que ella no pudo ver. De pronto, sintió el frio toque de una sustancia pegajosa en su pelaje, la cual iba de arriba hacia abajo haciendo pequeños círculos en distintos sectores de su cuello. Esto no sólo fue reduciendo su dolor sino que además enfrió la situación, su desenfreno negativo poco a poco se fue sofocando.

—Por favor Shining, no te lo pediría sino fuera urgente, además, estoy segura que tú harías lo mismo si tú investigaras y yo estuviera enamorada de un príncipe.
—Te equivocas.

El rostro de Twilight reflejó tristeza y confusión ante la posibilidad de que Shining no la ayudara.

—Yo no permitiría que tuvieras novio aunque fuese lo más normal del mundo —comentó celosamente.

Twilight rodó sus ojos ante la respuesta.

—¿Significa que me ayudarás?
—Sigo pensando que es muy arriesgado, pero si eso te hace feliz hermanita, lo haré.
—¡Gracias, gracias, gracias!

Rompió distancia y lo abrazó enérgicamente, olvidando por completo que tenía aquella pomada en su cuello.

—Qué asco —dijo separándose al ver lo que hizo con su melena.
—Parece que tendrás que darte una ducha, ¿Dónde está la habitación de huéspedes?
—Respecto a eso —respondió mientras ambos se dirigían al pasillo con infinidad de puertas—, tendrás que ayudarme a buscarlo.

Shining echó a reír por ese comentario.

—¿Acaso no conoces tu propio castillo?
—Es un castillo muy grande y nuevo, no me culpes.
—Otra cosa, ¿vas a comentarme que bichito te picó para que quisieras investigar esto?
—Es una larga historia.
—Puedes contármela antes de dormir, como cuando te leía esos cuentos cuando eras una potranca.
—Está bien, pero no tiene final feliz, ni siquiera tiene final.
—Tal vez no ahora, pero pronto puede que si la tenga —dijo atrapándola en un abrazo.

Ella estaba a punto de corresponderlo cuando recordó algo.

—¿Sabes que tienes esa cosa en tu cuello todavía, cierto?
—Espero que tengas jabón extra —respondió con sonrisa burlona.

[center]XXX[/center][/b]

La noche en el castillo de la amistad transcurrió con normalidad, hermano y hermana dormitaron ansiosos por emprender el viaje. La luna marcaba una noche tranquila como muchas para los habitantes de Canterlot, las calles de la ciudad capital estaban prácticamente vacías, sin un alma que las recorrieran, pero en un edificio de tres pisos en las cercanías de la muralla se estaba por llevar a cabo una reunión importante.

La misma figura encapuchada que visitó el castillo de las dos hermanas yacía esperando en medio de una habitación oscura que resguardaba su identidad. De pronto, alguien tocó la puerta, cuatro toques rápidos y luego de unos segundos, un toque final.

—Puedes pasar —dijo el ente de voz extremadamente grave.

El unicornio, a quien sólo podía distinguirse por sus ojos escarlata, abrió la puerta e ingresó a la habitación, cerrándola rápidamente para evitar cualquier intrusión no deseada.

—Generalmente me contactan en ambientes un poco más iluminados, digo, no estaría mal un poco de… ¡luz! —exclamó encendiendo su cuerno con toda la intensidad de su magia.

Pero la sonrisa de triunfo que pensaba mostrar al iluminar la habitación se vio opacada por la oscuridad que no se inmutaba ante su destello.

—Tus trucos de chantaje no funcionarán aquí, detective —comentó el ente luego de ese intento fallido.
—¿Cómo es que…?
—Magia oscura —respondió.
—Muy bien, definitivamente tienes mi atención quien quiera que seas, si eres capaz de esto seguro el trabajo debe ser algo grande.
—Quiero que sigas los pasos de Twilight Sparkle, la princesa de la amistad, y me informes de todos sus movimientos —dijo el ente sin más.
—Es la primera vez como detective privado que me piden seguir a un miembro tan alto de la realeza, eso tiene sus riesgos, y mientras más riesgo, más cobro —aclaró.

En vez de responderle, el misterioso poni dejó caer una bolsa en los cascos del detective, al inspeccionar su contenido, sus ojos brillaron por las monedas de oro en su interior.

—Vas a seguir a Twilight Sparkle durante dos semanas o hasta que termine su viaje y regrese a su castillo, si ella tarda más de lo esperado, se te pagarán los días extras. Quiero que envíes escritos y fotografías de tu investigación cada dos o tres días a esta dirección.
—Lo que usted diga, quien quiera que sea —dijo agarrando la bolsa de monedas y dirigiéndose a la salida, pero algo lo detuvo—. Una cosa más si no le molesta, ¿Qué marca es su aparato para cambiar su voz?

La pregunta con voz ronca del investigador dejó mal parado a su cliente, ¿Cómo era posible que se diera cuenta?

El silencio posterior le dio la razón.

—Es magia.
—¿Magia dices? Quien quiera que seas, la princesa Twilight debe ser un gran problema si no puedes resolver el problema por ti mismo.
—Vete —ordenó con enojo en su profunda voz.
—Está bien, está bien, estaremos en contacto.

El detective privado dejó la habitación, dejando al ente rodeado por la capa de magia oscura que impedía el paso de la luz. Quedo pensativo unos momentos antes de deshacer su hechizo, poco a poco la luz de la luna fue iluminando el lugar.

El misterioso poni se acercó a la ventana y la abrió, debía pasar desapercibido por lo que saltó al vacío desde el tercer piso, pero antes de chocar contra el suelo extendió sus alas, amortiguando su caída. Rápidamente corrió por las calles de Canterlot hasta perderse entre los callejones de este, tratando de descifrar las intenciones de Twilight.[/size][/font]
Capitulo 4: Viaje y recuerdo

Spoiler:
A la mañana siguiente, ellos estaban listos para partir al imperio. Shining estaba leyendo una revista mientras Twilight chequeaba la lista con los elementos que llevaba en su alforja, por decima vez.

—Plumas de emergencia —enunció Twilight.
—Listo —dijo Spike marcando la casilla en la lista.
—Plumas de emergencia para las plumas de emergencia.
—Listo.
—Libreta de anotaciones.
—Listo.
—Libreta de anotaciones de emergencia.
—Listo.
—Spike, no olvides cuidar el castillo en mi ausencia, y nada de fiestas.
—Listo, es decir, entendido Twilight, ¿y qué tal una reunión de amigos?
—Eso es aceptable —dijo Twilight guardando cosas en la alforja.
—Y dile a Pinkie que si hace fiestas aquí, que limpie todo el lugar.
—Espera, ¿Por qué ella puede hacer fiestas aquí y yo no? —inquirió cruzando sus brazos.
—Porque ella es responsable, la última vez que tú hiciste una en la biblioteca tuve que hacer una remodelación para reparar todos los daños —respondió Twilight.

Shining, quien estaba inmerso en su revista de armaduras de batallas modernas, dio una pequeña carcajada ante el sermón de la princesa.

—Y tú no te rías, todavía recuerdo lo que pasó en tu primera fiesta cuando papá estuvo fuera todo el fin de semana, ¿quieres que le cuente a mis amigas sobre ello?
—No, no, no, no. No es necesario, seguiré con mi revista —comentó cambiando de pagina rápidamente.
—Seguiré con la lista, fuego de mensajería instantáneo.
—Aquí —dijo Spike entregándole la pequeña botella con fuego verde en su interior.
—¿Qué es eso? —preguntó Shining acercándose a observar el objeto.
—Es una botella mágica con el fuego de Spike en su interior —explicó Twilight.
—Con ella puedo enviarles cartas a ustedes donde quiera que vayan, ¿genial no?
—Es increíble —expresó Shining.

Twilight guardó la botella y los tres encaminaron sus pasos a la salida.

—Si llegas a tener problemas, mándame una carta y te responderé al instante. Si necesitas algo, lo que sea, puedes pedírselo a las otras ponis. ¿Ya sabes dónde está la despensa?
—Sí.
—Recuerda regar las plantas.
—Entendido.
—No comas mucho helado o palomitas, o helado y palomitas, sino te vas a enfermar.
—Claro —dijo molesto por la insistencia.
—¿Recuerdas como usar tu fuego mágico para enviar mensajes?
—Ahora creo que estás exagerando.
—¿Lo estoy?
—Sí, y mucho —agregó Shining.
—Era una pregunta retorica, ¿y si sucede lo mismo que en los juegos de la amistad y no puedes enviar mensajes en un momento de emergencia?
—Gracias por abrir una vieja herida, Twilight —dijo golpeando el suelo con su pata.
—Spike, no te pongas así.
—Pero tiene razón hermanita, no es la primera vez que dejas a Spike por su cuenta.
—Es la primera en un castillo como este.
—¿Y cuál es la diferencia con la vieja biblioteca? A parte de que el pequeñín tiene su propio cuarto ahora.

Twilight quiso seguir contestando, argumentando y demás. Pero ya estaban cerca de la puerta y no quería perder el tren.

—Creo que tienes razón, cuida bien el castillo Spike y cuando regrese hablaremos sobre dejarte organizar una fiesta.
—¿En serio? Siendo así, no dejaré que nada le pase a este castillo, lo encontrarás mejor cuando regreses, lo prometo.

Ambos se dieron un abrazo, luego Shining le hizo un coscorrón amigable y salieron del castillo camino hacia la estación. Twilight había hablado con sus amigas sobre el viaje, y entendieron que era algo que ella debía hacer sola, o en este caso acompañada de su hermano. A parte de su padre, el único poni que no sabía sobre su investigación era la princesa Celestia, pero prefería enviarle detalles cuando estuviera en camino seguro con su investigación y no siguiendo suposiciones.

[center]XXX[/center][/b]

Al llegar a la estación, esperaron sentados en una banca y a los cinco minutos el tren emblema del imperio llegó a la estación. De esta descendieron ponis del imperio que hacían turismo en Ponyville y algún que otro poni normal que regresaba de su viaje, encantado por las maravilla que el recién llegado imperio tenía para ofrecer. Twilight y Shining subieron al tren y escogieron unos asientos cerca de la puerta de salida. Pronto el transporte se llenó de ponis, pocos asientos quedaban libres, cuando el guardia anunció la pronta partida de este, no habían más que quisieran ingresar, o eso se pensaba hasta que se vio no muy lejos a uno que corría desesperado por llegar. Justo antes de cerrar la puerta, este ingresó al vagón de un salto.

—Justo a tiempo —dijo para sí mismo mientras acomodaba su sombrero de fieltro negro.

Observó disimuladamente a su alrededor, algunos ponis allí lo miraban extrañados, no les dio importancia y buscó a su objetivo, pero no estaba en ese lugar. Se acomodó en el primer lugar y esperó a que el tren arrancara para buscar sin contratiempos a Twilight.

Las puertas se cerraron y el tren comenzó su marcha. El paisaje exterior comenzó a viajar con ellos, los arboles al costado de la vía pasaban por la mirada de los ponis como una mancha de color, capaces de desaparecer al mínimo pestañeo. Predominaban los paisajes de llanuras y arboledas, con montañas en el horizonte que se asomaban poco a poco.

Los hermanos compartían un silencio de compañía, no incomodo, pero si disfrutable, en especial para ponis como ellos que gozaban con el silencio, ella leyendo y él patrullando. Twilight se encontraba inmersa en un libro que había llevado consigo mientras Shining miraba por la ventana. Todo marchaba bien, pero tener una princesa como Twilight viajando en un tren de pasajeros no era normal, el vagón en el que estaban se llenó de susurros sobre la presencia de la princesa de la amistad, las miradas de muchos cayeron sobre ella, de pronto, un gentil toque en uno de sus cascos llamó la atención de la alicornio morada, dejó el libro a su lado para apreciar mejor a la pequeña poni que estaba parada a su lado, con una gran sonrisa en su rostro mientras sostenía una pluma y un trozo de servilleta en su boca.

—¿Te puedo ayudar pequeña? —preguntó Twilight.

Los ojos de aquella potranca se iluminaron ante la pregunta. Sin poder responder, sólo atinó a cortar distancia entre ellas y acercar el papel y la pluma.

—¿Quieres mi autógrafo? Estoy muy halagada —dijo agarrando la servilleta y la pluma con su magia, luego inspeccionó la servilleta y decidió dejarla de lado—. Tengo algo mucho mejor.

De su alforja sacó una hoja de papel en blanco, en ella hizo su rúbrica con un pequeño mensaje de aliento y se lo entregó.

—Aquí tienes, disfrútalo.
—¡Mami, mami, mira lo que me dio la princesa Twilight! —exclamó la pequeña corriendo de nuevo a su asiento llena de felicidad en su cuerpo, que se reflejaba en el movimiento de su cola cual perro.

Twilight suspiró feliz, pero un segundo después su sonrisa desapareció ante la incertidumbre.

—¿Qué ocurre? —inquirió Shining.
—Estuve pensando en mi secreto, en la sonrisa de esa niña, ¿Qué pasaría si el mundo descubre lo que realmente soy? ¿Crees que me tratarán igual? —inquirió sin mirar a su hermano.
—Twilight, hablas como si fueras un monstruo en el cuerpo de un poni, ya relájate.
—Pero no puedo evitarlo, es decir, he tenido este secreto por tanto tiempo que a veces, siento que debo gritarlo a los cuatro vientos. Luego recuerdo lo que los ponis de Ponyville hicieron al último que reveló su heterosexualidad y ahogo mis deseos.
—Espero que no estés hablando de alcohol.
—Me refiero a la lectura.
—Menos mal —comentó aliviado—. Imagino que debe ser difícil para Spike, con lo que me contaste sobre lo sucedido con Rarity.

Twilight asintió. Instintivamente se acercaron para poder susurrar y seguir con la conversación sin que nadie escuchara.

—Pero no estás sola. Mira, entre los guardias reales se formaron parejas homosexuales, tanto entre sementales como entre yeguas, pero también hay heterosexuales que son capaces de llevar el secreto a su tumba porque sus familias son demasiado cerradas como para apoyarlos con su orientación. Son ellos y ellas a quienes admiro de verdad porque aunque me vean como una figura rígida de autoridad, confiaron en mi como para compartir su secreto, pensando que iba a castigarlos y echarlos por ser como son, debiste verlos Twilight, incluso lo más rudos mostraban un miedo que nace de lo más profundo de su mente.

Twilight entendía ese sentimiento. Era lo mismo que sintió cuando les contó a sus amigas su secreto. El miedo, la inseguridad, el temor de ser rechazada, de ser castigada, de ser olvidada, de ser desterrada, de ser marginada.

—Obviamente no les hice nada, son buenos guardias, iba a ser un desperdicio si los echaba por algo como eso, pero aun así, dos de ellos renunciaron a los pocos días de contarme por miedo a que los demás se enteraran.
—Parece que no confiaban en ti después de todo.
—Aun después de prometerles que no lo haría, el miedo lleva a los ponis a hacer cosas impensadas Twilight. Yo también tengo secretos de ese tipo.
—¿Tu también los tienes? —preguntó sorprendida— ¿Puedes contarme?
—Ahora no —respondió sentándose a observar el paisaje nuevamente.
—Por favor, Shining.
—No Twilight, además, tenemos compañía, mira atrás tuyo.

Ella obedeció y giró. Para su sorpresa, un tumulto de ponis estaban mirándola fijamente, todos con la misma sonrisa que aquella pequeña, de niños hasta adultos, algunos con hojas y plumas en sus bocas, otros con cámaras y los demás simplemente querían sacarle una foto mental. Los más desesperados sacaron objetos personales para firmar.

—Es mejor que aproveches ahora, mira cuantos admiradores tienes —dijo bromista.

Twilight observó por unos segundos la multitud antes de abrir su boca.

—Hola…

Sólo esa palabra bastó para que los ponis se abalanzaran contra ella y la arrinconaran para pedirle fotos y autógrafos. De todos los flashes de las cámaras presentes, uno era diferente a los demás, más profesional y preparado para la ocasión. Luego de sacar unas cuantas fotos, volvió a su asiento no muy lejos de donde se encontraba la princesa y visualizó las tomas para elegir cual mandar a la princesa Celestia.

Mientras el detective se deleitaba con su vista sobre aquella multitud, un mozo se acercó desde el otro vagón cargando una bandeja con un vaso en ella.

—¡Todos háganse para atrás! —gritó el mozo agresivamente.

Todos los ponis se hicieron atrás rápidamente asustados. El semblante agresivo de aquel mozo se diluyó rápidamente cuando se acomodo su moño y se acercó a la princesa.

—Princesa Twilight, es un honor tenerla aquí hoy.
—Es un placer.
—¿Quisiera tomar un jugo de moras de cristal?
—Suena bien.
—¿Y para el caballero?
—Yo estoy bien, gracias.
—Muy bien —dijo entregándole la copa con el jugo, luego se dio media vuelta para marcharse—. Pueden proseguir con su hostigamiento.

Todos obedecieron sin chistar. Nuevamente la princesa fue asediada por sus fans.

—Creo que deberías tener tu propio tren privado —comentó Shining.

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Luego de una eternidad para Twilight, el tren se detuvo en la última estación de su recorrido, el imperio de cristal. Al descender, el grupo de ponis la atrapó en un círculo, pronto más y más ponis de la estación ajenos a la situación comenzaron a juntarse, haciendo imposible que los hermanos pudieran salir.

—¡Buenos, esto es demasiado para una princesa, fuera ponis, shu! —gritó Shining Armor alejando a los ponis.

El circulo se disolvió, quedando ellos dos solos en aquella estación.

—Gracias.
—No hay porque, ahora dime, ¿Qué haremos primero? ¿Dónde nos hospedaremos? —inquirió Shining.
—Sobre eso, hay algo que no te dije —dijo Twilight evitando el contacto visual.
—¿Twilight? ¿Qué hiciste?

Del cielo, un carruaje tirado por dos pegasos de cristal se aproximó a su posición, esto era una señal de lo que Twilight le había ocultado. Al aterrizar, una alicornio rosa descendió gentilmente, revelando una sonrisa genuina por su visita. Twilight estaba feliz por encontrarse con su amiga y ex niñera, Shining por su parte estaba invadido de una mezcla de emociones, entre miedo y coraje, entre lógica y sentimientos, entre realidad y fantasía.

La última vez que ambos estuvieron en presencia de la princesa del amor fue durante la realización de los juegos de la amistad, ahora lucía más radiante por alguna razón.

Cadence hizo una seña para que los guardias los dejaran a solas y estos despegaron para perderse en el horizonte.

—Hola Twilight.
—¡Cadence! —gritó Twilight.

Como si ambas hubieran leído la mente de la otra, se acercaron e hicieron su típico baile de cuando eran niñera y potrilla. Al terminar, Cadence se dirigió hacia Shining.

—Hola Shining, ha pasado tiempo.
—Sí, no puedo creer que hayan pasado tres meses desde los juegos.
—¿Acaso llevas la cuenta? —inquirió con mirada y sonrisa acusadora.
—¡¿Qué?! No, no, es que tengo buena memoria —excusó.
—Bien, ¿Qué tal si nos dirigimos al castillo? Tengo habitaciones preparadas para su estadía.
—Está bien —respondieron ambos.

Los tres emprendieron camino hacía el castillo, seguidos muy de cerca por el detective privado contratado por el misterioso poni, quien mantenía una distancia prudente para no ser descubierto.

Mientras recorrían las calles, los gentiles habitantes se detenían a saludar a la princesa Twilight, algunos le ofrecían flores para degustar, otros bocadillos más elaborados, pero ella los rechazaba con cortesía. Sus ganas de iniciar la investigación le quitó el apetito desde que subió al tren. La charla entre las princesas era fluida, lo que dejó a Shining apartado por un rato, tal vez eso era bueno, con su atención fijada en Twilight el capitán podía darse el lujo de observar detenidamente a Cadence, aquella melena de tres colores que cubría parcialmente su lindo rostro, su esbelto cuerpo que terminaba en un flanco con figura pequeña, pero perfecta, suave al tacto y firme a simple vista, y una cola que se meneaba de un lado a otro con cada paso que daba.

—¿Y cómo va esa vida de capitán de la guardia real, Shining? —inquirió Cadence.

Shining tardó dos segundos en reaccionar a la pregunta. Súbitamente desvió su mirada para que la princesa no notara el sonrojo fulminante que adornaba sus mejillas, luego aclaró su garganta antes de responder.

—Lo usual, dar órdenes, patrullar, estar parado, y muchos papeles.
—Que bien, suena divertido.

Cuando por fin fue capaz de borrar su sonrojo, ya habían llegado al castillo, un par de guardias abrieron las puertas y se adentraron en el complejo.

—Todavía me sorprende recibir esa carta tuya para venir aquí —comentó Cadence.
—Es el único lugar que podría darme las respuestas que estás buscando.
—Espero que sea así. Todos nuestros escritos sobre temas amorosos se encuentran en la biblioteca, incluso pude contactar a uno de nuestros hipólogos para que te ayudara. ¿Tú la ayudarás Shining?
—No, sólo vine de apoyo emocional. Ella es el cerebro, yo soy el guapo y apuesto —respondió Shining sin pensar.

Cuando se dio cuenta de lo que dijo, se tapó la boca con ambos cascos. Las chicas dejaron escapar una risilla.

Mientras Cadence llevaba a Twilight y Shining a sus habitaciones, el detective buscó el hostal más cercano donde hospedarse mientras duraba su visita.

—¡¿Doscientos bits por noche?! Usted debe estar bromeando si cree que voy a pagar eso, ¿en serio es su habitación más barata? —preguntó indignado.

La recepcionista sin dejarse atrapar por el enojo del detective respondió:

—Así es señor.
—¿No hay otro hostal cerca del castillo donde me pueda alojar?
—Lamentablemente no señor, somos el único hostal de la zona que cuenta con una increíble vista del castillo del imperio. Los demás hoteles de los alrededores tienen los precios por las nubes —respondió sonriente.

Golpeó con furia la mesa de la recepción, los demás ponis turistas lo miraron extrañado. Agachó la cabeza y sacó una pluma de su saco de detective.

—¿Tienen servicio de desayuno?
—Así es señor, también contamos con servicio de cena.

Atrajo la planilla de registro y llenó el espacio con sus datos, en la hoja figuraba el nombre de "Magnifying Glass D.P", luego recordó que no era su tarjeta de presentación y borró las siglas de detective privado antes de regresarle la planilla a la recepcionista, quien había cambiado ligeramente su expresión a una ganadora.

—Muy bien señor Magnifying, que disfrute su estancia en la herradura de oro —dijo entregándole la llave de su habitación.
—Gracias —agradeció agarrando su equipaje y adentrándose en el hostal—. Herradura de oro, seguro se harán unos pares con mis monedas —refunfuñó ingresando a su habitación.

[center]XXX[/center][/b]

Tiempo después, Twilight estaba preparando sus cosas para ir a la biblioteca, su mente no dejaba de pensar en las infinitas posibilidades de escenarios que encontraría al ingresar allí. Tenía toda la tarde para leer y mientras más tardara, más tiempo tendría Shining Armor para pasar con Cadence. Una sonrisa se dibujó en su rostro, realmente quería que su hermano fuera feliz, y nunca lo vio más feliz desde que Cadence era su niñera.

—Soy toda una cupido —se dijo a sí misma.

Una vez ordenado todo lo necesario, partió a la salida, no sin antes despedirse de Shining y Cadence en el camino.

En una casa en las orillas del imperio, un poni terrestre dormía con la cabeza apoyada sobre un montón de papeles, exhausto del esfuerzo y todo el trabajo extra que tenía por realizar. Las cortinas evitaban que el sol de la tarde ingresara y lo despertaran. Un rastro de saliva humedecía el papel donde se apoyaba. En un movimiento inconsciente, apoyó parte de su brazo en un libro cerrado que estaba en la orilla del escritorio, lo que provocó que cayera al suelo junto con parte de su material de trabajo.

Dio unos alaridos mientras sobaba su cabeza por el golpe, el cansancio le hizo imposible la tarea de levantarse, sólo pudo atinar a sacarse el libro de su cara y mirar el techo, luchando por no dormirse en el suelo.

No pudo articular pensamiento alguno por unos segundos. Vio la hora en su reloj de pulsera y regresó a su labor de mirar el techo, por unos segundos.

—¡Voy a llegar tarde! —exclamó incorporándose rápidamente.

Miró hacia todos lados, fue ahí cuando se dio cuenta que el lugar era un desastre, pero eso no le importaba, debía apurarse para no llegar tarde a su cita. Lavó su rostro, cepilló sus dientes, todo velozmente. Abrió la cortina, dejando entrar la luz a su oficina, algunas cucarachas buscaron refugio en la oscuridad de sus muebles y algunos libros tirados en el suelo. Corrió a la cocina y sacó un batido del refrigerador, lo tomó rápidamente para saciar su hambre al menos hasta que terminara su deber de hoy. Pero como era de esperarse, terminó en el suelo con ambos cascos en su cabeza, refregando sus sienes enérgicamente para que el dolor pasara rápidamente.

—¡Cerebro congelado! —exclamó acostado en el suelo.

Nuevamente se incorporó y regresó a su oficina.

—¿Cuál necesito? ¿Cuál necesito? —preguntó para sí mismo mientras ojeaba en su librero.

De allí sacó diez libros de temáticas variadas, luego se dirigió a un gabinete repleto de pergaminos y sacó unos treinta. Trajo su vieja alforja y puso los libros allí, buscó bolsas para guardar los pergaminos pero no encontró por ninguna parte, al observar su reloj, se alarmó aun más. Sacó de su perchero su prenda característica, un chaleco simple de color marrón con dos bolsillos, y se vistió. Revisó lo que iba a llevar por última vez, checó su aliento y partió con todas sus cosas. Cerrar la puerta fue un desafío, una vez que lo logró, con sus pergaminos rebalsando de su alforja, salió corriendo hasta su encuentro en la biblioteca del imperio.

[center]XXX[/center][/b]

Twilight había llegado a la biblioteca, la cual no había visitado desde su prueba, y se encontró con la bibliotecaria, que casi no reconoció gracias a su brillo de cristal.

—Princesa Twilight, es un honor tenerla en mi biblioteca —dijo con una reverencia.
—Gracias, pero no es necesario hacer una reverencia —comentó.
—No sea modesta. La princesa Cadence me informó de su visita, ¿necesita que la ayude en algo?
—No se preocupe, Cadence ya se encargó de buscar a alguien que me ayudará con mi investigación.
—Está bien, cualquier cosa, lo que sea, estaré a su disposición, incluso si quisiera comer o beber algo aquí, podría permitírselo —dijo guiñándole un ojo.
—Es muy amable pero-
—Pero nada —interrumpió—, le informaré a su ayudante cuando llegue.

Twilight agradeció y buscó una mesa donde instalarse, mientras se alejaba de la mesa de recepción, pudo escuchar como la bibliotecaria repetía una y otra vez lo increíble de tener a la princesa de la amistad aquí. Seguramente Cadence tenía su propia biblioteca en su habitación y por eso no necesitaba venir a este lugar, pensó.

Eligió la última mesa al otro lado del pasillo, sentándose en la cabecera de la misma para poder observar de vez en cuando la puerta de entrada. Sacó un par de libros y un cuaderno de anotaciones, plumas, tinteros y elementos varios. Abrió su cuaderno para releer lo que tenía descubierto hasta ahora, que no era mucho, pero sería un buen punto de inicio.

A diferencia del tren, había pocos ponis en aquella biblioteca, un par acomodaban los libros desordenados de los estantes, los más jóvenes realizaban un trabajo para la escuela mientras bromeaban entre ellos y en un rincón olvidado había un anciano acompañado de su perro mascota, este se rascaba mientras su dueño leía el periódico. De vez en cuando la bibliotecaria miraba de reojo a la princesa.

Pasaron cuarenta y cinco minutos de la hora pactada pero el hipólogo no aparecía, la mente de Twilight comenzaba a divagar entre pensamientos varios, primero sus amigas, luego Spike, lo que ocurrió con Discord, Lyra, su confesión. Todo pasó tan rápido, en una semana su vida había cambiado significativamente, y todavía quedaba mucho por hacer. Pronto recordó lo que dijo Shining en el tren, sobre el secreto que estaba guardando, y por el tono en que lo dijo era muy serio, tal vez relacionado a lo que estaban discutiendo en ese lugar. Ese recuerdo llevó a Twilight a rememorar lo sucedido entre su hermano y su niñera cuando ella era sólo una potranca.

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Todo comenzó hace muchos años atrás, concretamente en sus años de secundaria. En su casa en Canterlot, Shining vivía una vida normal con su padre y su hermanita Twilight Sparkle. Ambos nacieron de la amiga de papá llamada Twilight Velvet, quien prestó su vientre y veintidós meses de vida para hacerlo feliz. Night Light nunca tuvo un trabajo fijo y estable, por lo que sus horarios eran confusos, gracias a eso contrataron a una bella alicornio llamada Cadence, que casualmente asistía a la misma escuela que Shining, para que cuidara a Twilight en las tardes y noche y así evitar que Shining descuidara sus estudios por cuidar a su hermanita.

Mientras pasaba el tiempo, Shining comenzó a desarrollar sentimientos por la niñera, primero eran miradas discretas a su bello rostro, luego eran miradas fijas a través de la ventana que daba al patio mientras ellas jugaban. Escribió cartas y cartas con sus sentimientos que nunca entregó, poemas, frases de libros, y las más simples sólo tenían la oración "Te amo, Cadence" repetidas por toda la carilla de la hoja. Obviamente, nunca se lo contó a nadie, sus amigos, su hermanita, incluso su propio padre eran ajenos a lo que estaba sucediendo.

Llegó a pensar que estaba enfermo, no podía sentir cosas por una yegua, era inapropiado, era malo. Pensó que era una simple atracción por su belleza física, trató de buscar la solución a eso enfocándose en los sementales más atractivos de la escuela, pero fue inútil, desde que la conoció a ella no podía encontrar belleza en los machos.

Supo que tarde o temprano alguien iba a enterarse, necesitaba arreglar sus pensamientos antes de que fuera demasiado tarde. Gracias a un artículo de una revista, supo lo que tenía que hacer.

Un día, mientras Twilight y Cadence hacían tarea, Shining se preparaba mentalmente para lo que estaba planeando hacer, si las cosas salían mal, tal vez nunca la iba a volver a ver, sin olvidar que podría contárselo a su padre y arruinar su vida para siempre. De sólo imaginar lo que Night Light era capaz de hacer le provocaba escalofrió. Eso no importaba ahora, sacudió su cabeza para olvidarse de las consecuencias y enfocarse en la acción.

—¡¿Cadence, puedes venir un momento?! —gritó Shining desde su cuarto en el segundo piso.

Desde su cuarto pudo escuchar que le dijo algo a Twilight, tal vez un simple ya regreso. El sonido de sus cascos se hacían más audibles a medida que estos pisaban la alfombra, luego las escaleras, y por último el pasillo donde estaba su habitación. Shining sudaba, pudo ver la sombra de Cadence asomarse por afuera de la puerta entrecerrada. Cadence arregló su melena antes de dar tres toques a la puerta.

—¿Qué sucede Shining? ¿Está todo bien?
—Pasa, necesito hablarte —dijo nervioso.

Ella abrió la puerta y vio al semental sentado en el borde de su cama. Tenía la mirada fija en el suelo, evitando el contacto visual el mayor tiempo que fuera posible. Era la primera vez que estaba en la habitación de Shining, se tomó el tiempo de apreciar las cosas que tenía, unos cuantos libros, comics, posters de sus héroes de historietas y de sus grupos favoritos.

—Suenas raro, ¿Necesitas ayuda con tu tarea también? Prometo que no se lo diré a Twilight si eso es lo que te preocupa.
—No es eso, por favor, siéntate —dijo señalando el espacio vacío a su lado.

Cadence, extrañada por el pedido y la forma en que lo hizo, obedeció a su ruego y tomó asiento a su lado. Al ver que se había sentado muy cerca de él, Shining se corrió un poco, aumentando la distancia entre ellos.

—Hay algo que necesito decirte, pero debes prometerme no decírselo a nadie o salir corriendo, o gritar, o espantar.
—¿Sucedió algo malo? Si es así, creo que deberías contárselo a tu padre antes que a mí.
—Por favor, prométemelo —rogó Shining mirando a Cadence a los ojos.

Ella pudo verlo, sus ojos estaban vidriosos, angustiados, asustados.

—Está bien, lo prometo, ¿Qué ocurre?
—La cosa es… desde hace mucho yo…

Su mente se puso en blanco, no supo como continuar. Esas palabras, tan mágicas para unos y malditas para otros, eran difíciles de pronunciar para formar el resto de la oración. La mirada de Cadence era neutral, trataba de descifrar lo que Shining quería decir, era la primera vez que alguien se ponía de esa manera para hablarle.

—Yo… desde que llegaste a esta casa, eras linda… es decir, no es que en la escuela no seas un bombón ni nada parecido, eres hermosa allí también.

La mirada de Cadence permaneció neutral al principio, pero pronto fue cambiando por una simpática sonrisa. Shining volvió a desviar la mirada, tratando de articular pensamientos que lo ayudaran a salir de este predicamento.

—No es como si yo te mirara a todas horas cuando estás aquí cuidando a Twilight.

Cada palabra lo hundía más y más, su pelaje blanco se vio invadido por un sonrojo fulminante. Cadence sólo atinaba a sonreír, esta expresión se hacía más grande con cada palabra de Shining.

—No es como si yo te hubiera escrito cientos de palabras dedicadas a ti en un diario privado.

Su mente estaba fuera de control, era incapaz de encarrilar sus pensamientos. Rápidamente tapó su boca con ambos cascos para callarse a sí mismo, siguió hablando aun con eso, pero era inentendible. Cadence soltó una risilla ante esta acción, pero no se estaba riendo de él, sino con él. Era lo más tierno que había visto. Sin notarlo, ella también tenía un rubor que oscurecía su pelaje rosa.

Luego de segundos eternos, Shining retiró sus cascos de su boca, sin nada más que decir. Pero eso no duró mucho.

—¡¿Por qué es tan difícil?! —gritó furioso consigo mismo.

El silencio tomó control de la situación. Shining tapó su rostro con sus cascos avergonzado. Quiso echar a llorar, pero pudo contenerse lo suficiente para dejar salir un par de lágrimas. ¿Por qué era tan difícil confesar sus sentimientos?

Algo dentro de Cadence apareció repentinamente, como una chispa que enciende la pólvora. Con una sonrisa comprensiva, se acercó a Shining y atrajo su casco con su magia, al principio se resistió, luego se dejo llevar, la puso encima de la cama y así pudo estrecharla con la suya. Un escalofrió recorrió el cuerpo de Shining al sentir el gentil toque de su amada.

—Sé que es difícil.

Shining, con un ápice de esperanza, tuvo el valor de verla a los ojos, sólo para encontrarse con una mirada que derritió su corazón. Un brillo se vio en los ojos de ambos.

Ella no podía mentir, estaba igual o peor que Shining en cuanto a su enamoramiento, desde el primer momento que lo vio, supo que estaban destinados el uno al otro. Pero el miedo la carcomía, su mente dibujaba escenarios sobre lo que diría Celestia si se enteraba que ella era heterosexual, lo que diría la sociedad sobre el ejemplo que dejaba la princesa del amor a las generaciones jóvenes sobre un amor burdo, inmoral e impuro como lo es la relación de dos seres de distinto. Su titulo, su poder, lo que ella representaba, eran sus cadenas que oprimían su corazón.

—Y sólo quería decirte que…

Y Shining era la llave de su liberación.

—Yo también —expresó sonrojada.

El corazón de Shining latía a toda velocidad, sus piernas temblaban por la revelación.

—¿T-tu también? —inquirió dudoso.

Ella asintió.

No había nada más que decir, si alguno abría la boca, eran palabras de sobra, que sólo destruirían la atmosfera que ambos habían creado. Él dijo todo lo que tenía que decir, ella por su parte, lo único y necesario.

Esta vez, Shining acortó la distancia entre ellos sin soltar el casco de Cadence ni dejando de mirarla a los ojos. Sus rostros se acercaron, poco a poco, con sus corazones sincronizados, poco a poco, con sus respiraciones entrelazándose en el aire, poco a poco, cerrando sus ojos antes del contacto final…

[center]XXX[/center][/b]

Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no escuchó el retumbar de la puerta de entrada y el posterior ingreso de un poni sudado y con una alforja a punto de explotar.

—¿Ella está aquí? —preguntó el poni fatigado a la bibliotecaria.
—Mira nada más como vienes Dry Ink.
—Lo sé, lo sé, pero es trabajo, seguramente nunca volveré a ver a este poni en mi vida.
—Espera, ¿no sabes para quien vas a trabajar? —inquirió ella casi burlonamente.
—No me dijeron.
—Prepárate. Está sentada en la última mesa.

Dry Ink miró extrañado a su amiga y luego partió a encontrarse con su cliente. Mientras se acercaba pudo notar como este estaba leyendo un libro que le tapaba el rostro.

—Hola, mi nombre es-

La repentina explosión de su alforja interrumpió el saludo del hipólogo, todos sus papeles, pergaminos y libros se esparcieron por el suelo, algunas hojas revoloteaban en el aire antes de tocar el suelo.

—¡Por favor, no ahora! —exclamó Dry Ink recogiendo rápidamente todo.

Twilight, quien se sorprendió por lo sucedido, bajó su libro y no dudó en ayudar al misterioso poni.

—Déjame ayudarte.

Mientras recogían las cosas nunca hicieron contacto visual, él recogía los libros y los apilaba en la orilla de la mesa a su vez que ella agrupaba los papeles y pergaminos en la mesa. La bibliotecaria a lo lejos reía con lo sucedido.

—Creo que eso es todo —dijo Twilight dejando el ultimo papel.
—Sí, muchas gracias por su ayuda —afirmó apilando el último libro, luego giró para saludarla—. Me llamo Dry Ink.
—Soy Twilight Sparkle.
—¿Twilight Sparkle? ¿La princesa Twilight Sparkle?

Twilight asintió. Rápidamente Dry Ink adoptó una posición de reverencia frente a ella.

—Su alteza, me postro ante su presencia real, oh majestuosa princesa de la amistad.
—Gracias, pero no es necesario.

Avergonzado, levantó la cabeza, pero esta se golpeó con la orilla de la mesa, lo que hizo que Dry terminara en el suelo adolorido, seguido de eso, la pila de libros cayó encima de él. Twilight se bajó de su silla, y ayudó al joven a pararse.

—¿Te encuentras bien?
—Sí, sí, ya estoy acostumbrado a estos golpes, perdón por eso, no me comunicaron que trabajaría para la princesa de la amistad en persona.
—Pues, a mi no me dijeron que me ayudaría un estudiante de la carrera de hipología.

Dry miró confundido a Twilight.

—¿Disculpe?
—¿Acaso no es estudiante de la carrera?

Entonces entendió porque lo confundía como tal, sólo atinó a reír como respuesta. Unos segundos después, Twilight también lo dedujo, lo que provocó un pequeño rubor de vergüenza.

—Lo siento, no quería ofenderlo.
—No pasa nada, muchos ponis me restan años por mi apariencia, pero le aseguro que soy todo un profesional dispuesto a todo para resolver sus dudas.

No era para menos, su estatura era un poco menor a la media para los ponis comunes y su rostro de facciones juveniles provocaba un sinfín de situaciones donde su edad era cuestionada. Afortunadamente aprendió a vivir con ello.

—¿Entonces podemos comenzar?
—Claro, tome asiento y dígame que necesita saber.

No muy lejos de allí, el detective privado sacaba fotos a los dos ponis, de vez en cuando disimulaba su accionar leyendo su novela de investigación periodística favorita. Siempre vigilante, atento a cualquier movimiento que la princesa hiciera.[/font][/size]
Última edición por Exelion el 10 Ene 2016, 05:41, editado 3 veces en total.
Que picardia

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Re: Equilibrium [Universo Alternativo][Aventura][Romance][3/

Mensaje por Exelion » 01 Ene 2016, 22:44

Nuevo capitulo disponible, se aprecian comentarios.
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Re: Equilibrium [Universo Alternativo][Aventura][Romance][4/

Mensaje por Exelion » 10 Ene 2016, 06:12

Capitulo 5: Amor en el imperio
El poni terrestre de color azul pizarra oscuro y melena rojo oscuro con una cutie mark de un pergamino con un corazón en el medio y una pluma encima, escuchaba atentamente el relato de Twilight sobre su duda.

—Lo que me plantea es una gran interrogante, princesa, debo saberlo, ¿de dónde surge tal razonamiento? —inquirió Dry Ink una vez que Twilight le planteó su duda.
—Tengo un amigo que está en un predicamento y decidí investigar por mi cuenta, pero ningún libro de historia, hipología, sociología y demás dice algo sobre el origen de este comportamiento. Es como si-
—La historia hubiese olvidado lo ocurrido —dijeron al mismo tiempo.
—Exacto —afirmó Twilight.
—O tal vez, alguien no quiere que la historia lo sepa —agregó Dry.
—¿A qué se refiere? —preguntó Twilight confundida.
—Sólo piénselo princesa, hay muchos secretos en el mundo que quedaron en el olvido porque los responsables se llevaron todo a su tumba y no quedó registro de ello. Tal vez esto es una de esas cosas.

Los ojos de Dry denotaban un extraño brillo causado por la emoción de una posible conspiración.

—Pero no estamos hablando de un tesoro antiguo señor Dry, ¿en serio cree que algo o alguien esté ocultando la verdad sobre el cambio de orientación sexual?

Dry asintió entusiasmado.

—Digamos que lo que usted dice puede ser remotamente correcto, ¿Qué ganaría el responsable con ocultarlo?
—No tengo idea princesa, pero esa es la razón por la cual usted está investigando, podríamos dejarlo como una hipótesis y continuar hasta llegar al fondo del asunto.
—No sé si quiero llegar tan lejos, sólo quiero saber el porqué.
—Tal vez su respuesta esté ligada al responsable, ¿nunca lo pensó así?

Twilight negó. De verdad, nunca pensó que hubiera algo o alguien detrás de todo. Ella pensaba que todo era un simple agujero en la historia cultural equestriana que tal vez podía resolver para por fin responder a la interrogante que la llevó a su aventura.

—Imagine, descubriendo la verdad, desenmascarando al posible culpable, saliendo en todos los periódicos de Equestria, tal vez del mundo. Su nombre quedaría grabado en la historia, ¡mi carrera se impulsaría por las nubes! —exclamó llamando la atención no sólo de Twilight sino de todos los presentes.

A lo lejos pudo observar a su amiga bibliotecaria mirarlo con ojos de enojo penetrante. Una mirada capaz de sofocar cualquier intento de quebrar las reglas sagradas de la biblioteca.

—Claro que usted y sus inquietudes vienen primero —corrigió bajando la voz.

Twilight dejo escapar una risilla por la escena.

—¿Entonces qué dice? —inquirió Dry.
—Creo que podamos dejarlo como hipótesis mientras investigamos —respondió Twilight.

Dry levantó sus cascos al aire, estaba a punto de gritar, pero al recordar la mirada, sin mencionar que estaba en presencia de una princesa, bajó lentamente sus cascos y se puso los lentes de lectura.

—Es mejor que comencemos —dijo aclarando su garganta.
—¿Tiene material para investigar?
—Sobre eso… no hay muchos libros actuales sobre lo que estamos buscando.
—¿En serio?
—Por desgracia es verdad, desde el regreso del imperio de cristal, todos los hipólogos como yo hemos estado atareados sin cesar recopilando información sobre temas amorosos y hechos importantes relacionados al mismo durante los mil años que estuvimos ausentes. Aun con toda la dedicación, solo hemos logrado recolectar unos ciento cincuenta años de historia amorosa partiendo del regreso del imperio hacia atrás.
—Suena a mucho trabajo.
—Lo es, gracias a ello llegué tarde a nuestro encuentro.
—No hay problema.
—Si me disculpas, voy a buscar los aburridos libros —comentó parándose para ir a buscarlos.
—¿Aburridos? —preguntó Twilight confundida por la palabra que usó para describirlos.

Dry se detuvo en seco. Generalmente trabajaba con ponis a quienes no les importaba mucho leer, sólo buscaban resolver dudas con alguien especializado en la materia, por lo que al comentar eso, no esperaba contestación alguna más que un simple "está bien" o unas palabras que afirmaran lo dicho.

—Los libros no son aburridos —agregó Twilight.

Era la primera vez que trabajaba para alguien que demostrara un genuino interés por lo libros.

—Discúlpeme alteza, a mí también me encantan los libros, sólo que usted es la primera poni que conozco que parece gustarles.
—No hay porque disculparse, y para agregar, AMO los libros —dijo entusiasmada.
—¿En serio?

Twilight asintió. Se miraron por unos segundos con sonrisas plasmadas en sus rostros, al menos no sería el típico trabajo aburrido de todos los días si tenía una poni con quien compartir sus horas de lectura.

—Siendo así, déjeme ir por los libros, hay mucho que leer.

XXX


Más temprano ese día, Shining despidió a su hermanita y quedó en soledad en su cuarto del castillo finamente decorado. Él lo sabía, no iba a pegar un ojo en toda la noche viendo esos adornos, tal como hizo en el castillo de Twilight. Estuvo toda la noche despierto, incapaz de cerrar sus ojos, pero la verdad era que la situación podía más, ella le podía. No quiso salir de su habitación por miedo a perderse en ese castillo, y que al abrir una de las decenas de puertas se encuentre con Cadence, vestida con una piyama transparente de un color similar a su pelaje que no dejaba nada a la imaginación, deseosa de tener una charla que seguramente desembocaría en algo más salvaje y romántico, de ansias y caricias, de besos y embestidas.

Shining no pudo contener sus ganas de descargar sus emociones en una sesión de autocomplacencia con sus cascos, usando las imágenes mentales que había almacenado en el rincón más oscuro y placentero de su mente, recuerdos de aquella noche. Hizo lo mejor de sí para no ensuciar las sabanas, pero tuvo que darse una ducha de agua fría después para no dejar rastro de su esencia en su blanco pelaje.

Y allí estaba él, sentado en el borde de su cama, leyendo la misma revista que en el tren, tratando de despejar su cabeza hasta la hora del almuerzo, evitando cualquier contacto innecesario con ella.

Pero no siempre las cosas salen como uno quiere.

—Capitán, la princesa lo espera en el comedor para el almuerzo —dijo un guardia luego de tocar la puerta.
—Ahora bajo —respondió.

Incrédulo, miró el reloj de pared de la habitación, llevándose una sorpresa al ver que, efectivamente, era hora de comer.

—Esta revista es muy interesante —comentó para sí mismo.

Luego de darse una rápida lavada de rostro, bajó escoltado por el guardia hasta el comedor, donde otros guardias lo saludaron y tomó asiento al lado de la cabecera de la mesa donde se supone estaba Cadence.

—Disculpe las molestias capitán, Cadence tuvo que atender asuntos reales, volverá en unos minutos —dijo el guardia usando un tono distinto en asuntos reales.

Haber pasado tanto tiempo sirviendo a las princesas le dio suficiente conocimiento para saber cuándo "asuntos reales" significaba realmente eso o una variante elegante de ir al baño.

—No hay problema, esperaré.

Y lo hizo, observando la vajilla real, era de un color similar a las armaduras del imperio, tenían una pequeña joya purpura incrustada. La mesa era larga para una princesa que prácticamente vivía sola, a menos que los guardias y la servidumbre usaran la mesa también. Shining tomó la copa de cristal con su magia, estaba tan pulida que podía ver su reflejo en ella, gracias a ello pudo ver como Cadence se acercaba por su espalda.

—¿Te gusta? Es una de mis piezas favoritas —dijo Cadence.
—Es hermosa —respondió mirándola a través del reflejo de la copa—, la copa.
—Se lo haré saber a la poni que me trajo eso, seguro estará encantada —dijo con una sonrisa.

Cadence tomó asiento y unos momentos después las mozas trajeron el plato de entrada, el cual parecía constar de pequeñas esferas dulces.

—No hay porque ser tan formales, podemos empezar.
—¿Y Twilight? —preguntó Shining.
—Seguro debe estar entretenida en la biblioteca como para venir a comer, dejémosla en paz.
—Si tu lo dices.

Shining observó el platillo y con el tenedor sujetó una de las pelotitas, llevándosela a la boca sin más. Cadence estuvo a punto de detenerlo, de advertirle, pero era demasiado tarde, todo lo que podía hacer era escuchar un "crack" dentro de la boca del capitán seguido de los quejidos de dolor mientras evitaba escupir deliberadamente parte de la entrada en frente de ella. Ella dejó escapar una risilla mientras le alcanzaba una servilleta.

—¿Qué son estas cosas? —inquirió dejando la servilleta con la esfera a un lado.
—Es la entrada maestra del chef, son bolitas con los sabores típicos del imperio, comprimidas de tal forma que se endurecen como un cristal y sólo con esto —explicó abriendo un pequeño recipiente junto al plato el cual contenía salsa—, se pueden degustar.

La princesa mojó una de las bolitas en esa salsa y se la llevó a la boca, masticándola gentilmente antes de tragarla ante la mirada nerviosa de Shining.

—¿Te duele? ¿No quieres hielo?
—No, no, estoy bien, además, esto está delicioso —dijo llevándose otra bolita a la boca para degustarla.

Esta vez Shining llevó ambos cascos a su boca en señal de dolor mientras la princesa rodaba los ojos y llamaba a los enfermeros.

Luego de un almuerzo y revisión rápida, Shining estaba preparado para volver a su habitación y pasar el resto de la tarde encerrado para evitar meter la pata como hizo en el almuerzo. Sonaba como un plan perfecto.

—¿Quieres ir conmigo a una pequeña excursión a los espejos de cristal?

La pregunta lo tomó por sorpresa, en especial porque estaba a punto de ingresar a su habitación luego de un silencioso recorrido con Cadence. Nada parecía indicar que fuera a suceder, pero sucedió.

—Ya que Twilight está divirtiéndose por su cuenta, no veo porque nosotros no podamos hacer lo mismo.

Los ojos de Shining se abrieron a la par. La última vez que escuchó esas palabras salir de su boca fueron en otra circunstancia muy diferente a esta. Su corazón comenzó a latir rápidamente.

—¿Qué dices? —volvió a preguntar ante el silencio.
—E-está bien.
—Excelente, un guardia vendrá a buscarte.
—Entendido.

Cadence se despidió y dejó a Shining solo en la puerta de su habitación. Una mezcla de alegría y confusión se presentaba en su interior, sabía exactamente lo que ella sentía por él, pero al mismo tiempo recordaba el acuerdo al que habían llegado hace ya muchos años. Ahora con el recuerdo de aquella última noche juntos presente en su mente, las cosas se complicaban.

XXX


Horas más tarde, un guardia escoltó a Shining hasta los jardines, donde una cuadriga, la princesa y dos pegasos lo esperaban para partir. Sin perder tiempo, levantaron vuelo hacia las afueras del imperio, durante su trayecto los ponis saludaban a la princesa,mientras ella devolvía los saludos, Shining aprovechaba para observarla detenidamente, el viento jugaba con su melena de una forma celestial. Lo cautivaba, hacia latir su corazón como sólo ella podía hacerlo.

—¿Y que son los espejos de cristal exactamente? —preguntó rompiendo el silencio.

Cadence dejó de saludar a sus súbditos para responderle.

—Es una especie de laberinto natural lleno de cristales que asemejan a paredes, su pulido natural producen reflejos. Fue encontrada hace poco por nuestros exploradores y puesto como punto turístico para todos los visitantes. Generalmente hay mucho público, pero hoy sólo seremos tu y yo.

Esa última oración hizo que Shining abriera los ojos nuevamente, nuevamente, otra frase que le hizo recordar lo sucedido aquella noche.

—¿En serio? —preguntó tratando de disimular su emoción.

Cadence asintió.

—Beneficios de la realeza —agregó guiñándole el ojo.

Luego de unos eternos minutos, la cuadriga los dejó en la entrada del lugar y salieron volando. La atracción tenía una entrada semicircular natural, salvo por los carteles con el nombre, las advertencias y los precios, todo lo demás estaba tal cual lo habían encontrado tiempo atrás. El personal del lugar preparó todo para su visita, estos reverenciaron a la princesa y le dieron la bienvenida a ambos.

—Todo está listo para su diversión princesa, espero que disfrute del paseo, usted también capitán —dijo el semental encargado de cobrar las entradas.
—Les agradezco —respondió Cadence.
—Gracias por las molestias —agregó Shining.
—No hay problema, es un placer, ahora si nos disculpan, no los vamos a molestar.

Shining miró extrañado a los ponis mientras estos se alejaban. Sus miradas insinuaban, imaginaban, dilucidaban lo que ellos iban a hacer dentro del laberinto. Eso lo aterraba, ¿tan obvio era? Pensándolo bien, si era inusual que la princesa reservara este lugar para ella y un acompañante.

—¡Rápido Shining, no te quedes atrás! —gritó Cadence galopando rápidamente a la cueva.
—¡Espérame! —exclamó en respuesta.

El lugar estaba iluminado por pocas antorchas, los cristales se encargaban de reflejar su luz por todos lados. La cueva tenía muchas formaciones naturales, como un candelabro, una estatua, e incluso el corazón de cristal, todas formas que ambos observaban detenidamente mientras lo recorrían. Pero la mente de Shining estaba en otra parte, realizando preguntas sobre todo lo que estaba sucediendo, ¿Qué pensaba Cadence? ¿Por qué se comportaba como si nada de aquella noche hubiera sucedido? La única conclusión de todo eso era que ella era una buena actriz, capaz de disimular su situación por el bienestar de su imperio.

—Este debe ser el lugar —dijo Cadence al llegar a un espacio vacío con las paredes a su alrededor que formaban un circulo.

Shining volvió a su realidad al escuchar la voz de su amada.

—¿A qué te refieres?
—Ya lo verás, espera aquí, no tardaré.

Estuvo unos momentos en soledad cuando de repente, todos los espejos a su alrededor reflejaron una misma imagen.

—¿Qué te parece? —preguntó sin mirar a Shining con un ligero rubor en su rostro.

Definitivamente, era lo más hermoso en su vida, lo único que lo hacía feliz, lo único que estaba tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, inalcanzable. Ni siquiera pudo mantenerse en cuatro patas, tuvo que sentarse, incapaz de expresar palabra alguna. De repente, un recuerdo claro como el agua apareció en la mente de Shining.

XXX


Luego de aquel primer beso, ambos hablaron sobre lo que llevar una relación a escondidas implicaba para ambos, de todos los pros y los contras, pero al ser dos jóvenes enamorados se dejaron llevar por sus emociones y continuaron viéndose por años.

Al principio fue fácil, Cadence tenía una excusa para ir hasta su casa y besarse a escondidas con el hermano de la potranca que cuidaba. Poco después se animaron a salir en público como amigos, ante los ojos de la sociedad, los grupos a favor del matrimonio igualitario y los extremistas que objetaban que Equestria era la única sociedad pura del planeta, ellos eran sólo amigos que les gustaba pasar tiempo juntos, llevar a Twilight a muchas de sus "citas" ayudó con eso.

Su relación creció tanto que ambos dejaron sus miedos de lado y llevaron su relación al siguiente nivel al perder su virginidad entre ellos.

Todo parecía ir por buen camino para ambos, hasta aquel fatídico día.

Sucedió dos años después de que Cadence dejara de cuidar a Twilight porque esta había llegado a la edad de cuidarse sola. Las visitas de la princesa del amor se hicieron menos frecuentes ya que debían tener en cuenta muchos factores presentes. Eso hacía que sus encuentros fueran más apasionados, con besos y caricias que ofuscaban sus sentidos casi en su totalidad, impidiendo que escucharan cosas importantes, como los pasos de una poni morada que se acercaba con un libro de historia levitando con su magia.

—Oye Shining —dijo abriendo la puerta sin tocar—, ¿podrías ayudarme con esta tarea de historia sobre…?

La escena quedó congelada en el tiempo, como si un pintor hubiera pedido a la pareja que quedaran estáticos para poder retratarlos. Shining y Cadence no deshicieron su abrazo, sólo atinaron a mirar fijamente a Twilight mientras esta tenía el hocico colgando. Los había atrapado en su sesión de besos apasionados, con Cadence encima de su hermano, abrazados, uno de los cascos de Shining sobre la cutie mark de ella.

—Creo que mejor me voy, adiós Shining —dijo Cadence saliendo rápidamente de la habitación.
—¡No, espera!

Twilight se hizo a un lado y Cadence pasó rápidamente sin mirarla a los ojos. Shining trató de detenerla, pero una vez que salió de allí se resignó a poder hablar con ella más tarde, ahora había algo más importante que hacer.

Twilight seguía sin poder procesar lo sucedido, pero cuando al fin pudo articular sus pensamientos, lo único que dijo fue:

—Shining y Cadence sentados en un árbol, b-e-s-a-n-
—¡No lo digas! —gritó.
—No lo niegues hermano, yo sé lo que vi.
—Por favor Twilight, no se lo digas a papá, no se lo digas a Celestia, no se lo digas a nadie, te lo ruego —dijo nervioso.

Shining, a punto de quebrar en llanto, fue hasta su cama y se recostó boca abajo sobre su almohada. Al ver su estado, Twilight sintió pena por él, dejó su libro en el suelo y se sentó en la cama.

—No le voy a decir a nadie Shining, lo prometo.

Las orejas de Shining se pararon y giraron hacia donde estaba su hermanita.

—¿Lo dices en serio? —preguntó sin despegar la cara de su almohada.
—De verdad.

Un poco más aliviado, tomó asiento al lado de Twilight.

—Gracias, no seque haría si nuestro padre se enterara, no quiero imaginar lo que le haría Celestia a ella, ¡es la princesa del amor, Twilight, tiene que dar el ejemplo! —exclamó frustrado.

Twilight se vio reflejada en Shining, en sus miedos, en sus preocupaciones, en el hecho de cargar un peso sofocante para poder ser feliz, verdaderamente feliz con la persona que ama. Tal vez no tenía un semental a quien amar, pero el hecho de ser la estudiante estrella de la princesa Celestia creaba una imagen de ella que debía adaptarse al contexto, a la sociedad. Esa empatía por su hermano reforzó la confianza que ellos ya tenían, hasta el punto de poder decir su mayor secreto sin miedo.

—Yo sé lo que sientes, Shining —dijo poniendo su casco en su hombro.
—¿Cómo puedes saberlo? Nunca has tenido que ocultar algo que amas por temor a lo que digan los demás.
—Tienes razón, nunca hubo alguien que me amase como ustedes dos se aman, ahora lo veo, pero se lo que se siente tener un secreto que puede obligarte a no ser feliz para no correr el riesgo de salir herido, o herir a alguien más. Lo sé porque…

Shining miró a su hermanita a los ojos.

—Porque yo soy heterosexual también.

Un peso en el corazón de ambos parecía borrarse instantáneamente.

—¿Es en serio? —preguntó incrédulo.

Twilight asintió.

Ambos se unieron en un abrazo, Twilight hacia círculos y daba palmaditas en la espalda de su hermano para reconfortarlo. Para cortar un poco la tensión y la tristeza Shining dijo.

—Pobre del quien quiera ser tu novio.
—Ya estoy lo suficientemente grande para decidir con quién salir y con quien no hermano.
—Para mí siempre serás mi pequeña hermanita.
—¿Hubieras sido igual de sobreprotector si me gustaran las yeguas?
—Por supuesto, ese es mi deber de súper hermano mayor.

Una vez calmados, ambos pactaron guardar el secreto del otro, incluso de su propio padre. Shining y Cadence arreglaron su situación, pero su relación se fue deteriorando gracias al miedo de ser descubiertos por alguien que realmente pudiera arruinar sus vidas. Los tres fueron cómplices de sus actos desde entonces.

XXX


—¡Ya estamos cerca de la salida, corre!

El grito de Cadence despertó a Shining, quien galopó rápidamente entre los últimos pasillos de la atracción hasta visualizar la salida y con ella, la silueta de su amada esperándola paciente.

Una vez que se encontraron, salieron del complejo turístico para regresar al castillo.

—Espera un momento, ¿Qué hora es? —inquirió Shining al ver que el sol estaba a punto de ponerse.
—El laberinto es más grande de lo que parece en el folleto, estuvimos horas adentro.
—Horas que se hicieron minutos gracias a ti —dijo Shining.
—Yo también disfrute tu compañía —respondió Cadence.

Se miraron por unos segundos, deseosos de poder unirse en ese instante en una danza salvaje de besos que tanto deseaban, pero ambos eran lo suficientemente pacientes como para guardar sus ansias hasta llegar al castillo. Shining no pudo evitar notar que los ojos de la princesa tenían un brillo peculiar, uno que nunca antes había visto, pero no le dio mayor importancia y ambos regresaron al castillo para cenar.

XXX


Ahora Shining estaba con el corazón en la garganta, con los nervios de punta y con una imaginación que lo obligó a soñar despierto con las situaciones más eróticas jamás pensadas, todo gracias a que Cadence lo invitó a su habitación real luego de terminar su cena. Imaginaba muchos escenarios donde él y la princesa del amor terminaban encamados liberando la tensión de estos tres meses sin tener relaciones.

Tal vez era por eso que imaginaba esas situaciones.

Pero sabía que no podía entrar y simplemente abalanzarse contra ella. Debía aguardar unos momentos. Con eso en mente se aseguró que su melena estuviera bien peinada y que su aliento oliera a menta antes de tocar la puerta nerviosamente usando el mismo código que aquella vez.

—Pasa~

Con ese permiso melodioso, Shining ingresó a la habitación. Allí estaba ella, sentada en el borde de la cama, sin sus adornos reales, con el cabello suelto, con la tenue luz de su mesita de luz iluminando su pelaje en combinación con la luz de la luna que formaba una combinación perfecta sobre ella. Los corazones de ambos comenzaron a latir con velocidad.

—Toma asiento —dijo Cadence dando un par de golpecitos al lado suyo.

Shining se acercó tímidamente y tomó asiento a su lado. Antes de que pudiera decir alguna palabra, el capitán le entregó una rosa, un pequeño detalle que derritió el corazón de la princesa, provocando que olvidase lo que le iba decir a Shining en primer lugar.

Shining tomó el casco de Cadence gentilmente, el calor hizo que ambos se sonrojaran. Permanecieron unos segundos mirándose a los ojos, las palabras no eran necesarias en ese momento, todo el día estuvieron hablando sobre cosas sin importancia, relleno de obra que a nadie le importa. Si había un momento para pasar a la acción era ahora, en especial porque no había un alma cerca para escucharlos gozar, ni siquiera Twilight estaba presente para sorprenderlos como en aquella vez hace muchos años.

Acortaron distancia al mismo tiempo que cerraban sus ojos, siendo guiados por sus instintos para encontrarse el uno al otro. Sus alientos chocaban entre sí para dar paso a sus labios. Primero fue un beso casto, simple, que les permitiera conectarse como ambos extrañaban, deseaban. Luego pasaron a uno más profundo, uno donde sus lenguas danzaran coordinadas, no era una batalla, era deseo. De vez en cuando buscaban su espacio para recuperar aire, ansiosos de volver a unirse y sentir aquello que tanto extrañaban. Los recuerdos de aquella última noche se convirtieron en la nueva realidad.

Con más confianza, Shining comenzó a deslizar su casco por el cuerpo de su amada siguiendo un camino que sólo él conocía de memoria, aquel sendero que le sacaba los primeros gemidos angelicales a Cadence, quien no tardó en responder. Todo pensamiento quedó ajeno, apartado a un rincón del subconsciente mientras todo lo demás se pintaba de blanco, tanto en mente como en vida, lo único tangible era la cama matrimonial de Cadence.

Se separaron una vez más, pero ahora Shining tomó la iniciativa y comenzó a plantar besos en el cuello de Cadence. Ella se inclinó levemente mientras sus gemidos aumentaban, de vez en cuando susurraba el nombre de su caballero en brillante armadura. Todo era placer sin límites, ella estaba entregada a todo, ni siquiera recordaba porque había llamado en primer lugar, al igual que él, estaba nerviosa por el encuentro, estuvo planeando su paseo desde el momento que terminó de leer la carta que Twilight le había enviado, pero la razón de su nerviosismo no era su encuentro romántico precisamente, sino algo más urgente.

Pronto se lo haría saber.

—¡S-Shining, espera! —exclamó Cadence.
—Oh no, ¡¿te lastimé?! ¡¿fui demasiado rápido?! ¡¿tengo mal aliento?!
—No es eso, es que no podemos hacerlo —dijo recuperando su aliento después de toda la agitación.

Sintiendo un puñal en su corazón, Shining preguntó:

—¿Acaso ya no me amas?
—No te atrevas a pensar eso Shining, si por mi fuera te hubiera traído a mi habitación el segundo después de que Twilight se fue del castillo, y tal vez un par de veces más antes de irnos a ese viaje.

Sus palabras eran sinceras, Shining se sorprendió de lo ansiosa que podía ser.

—Pero no pude, porque estuve todo el día juntando el valor para decirte…
—¿Decirme que?

XXX


Eran horas avanzadas de la noche. No había un alma en el castillo, lo cual era algo bueno para Twilight, quien regresaba de su investigación. Hacía lo posible para no hacer ruido y poder llegar a su habitación sin ser interceptada por Shining y su sobre protector sentido de la hermandad. Tanto ella como Dry estuvieron leyendo por horas paginas de temas relacionados al amor en años pasados, aun así les quedaban unos pocos libros para poder terminar, pero llegar a eso significaba alcanzar un punto muerto nuevamente, después de todo, ¿si en el imperio de cristal no está la respuesta, donde más podía estar?

Twilight agradecía que la bibliotecaria se tomara la molestia de llevarles algo de té y galletitas para sobreponer el hambre que la expuso a una situación embarazosa frente al hipólogo cuando su estomago decidió rugir con la fuerza necesaria para que él escuchara. Ambos estaban tan inmersos que olvidaron comer apropiadamente. Por eso, Twilight llevaba un sándwich de margaritas de cristal levitando con su magia para degustar con un vaso de agua antes de irse a dormir.

Al llegar, abrió la puerta, la habitación estaba a oscuras, lo único que brillaba era su aura mágica. Todo seguía silencioso. Con su magia buscó el interruptor de la luz, luego de unos segundos, encendió la luz.

Su magia se deshizo, dejando que el plato se partiera en mil pedazos, arruinando su bocadillo. El sonido del plato roto se mezcló junto con el grito de sorpresa, lo que perturbó el silencio latente en el castillo.

—Shining, me asustaste, ¿Qué haces en mi habitación?

Pero él no respondió. Adelantándose a su sermón de la hora de llegar, Twilight dijo:

—Se que ya es tarde, pero estuvimos investigando mucho, con pocos resultados, pero seguro mañana conseguiremos algo.

Pero él no respondió, tenía su mirada fija en la ventana que daba al exterior, observando la luna. Twilight recogió los restos de su sándwich y lo botó a la basura.

—Está bien, lo siento por llegar tarde, no lo volveré a hacer —dijo pensando que eso era lo que le preocupaba.

Pero no era así.

—¿Sucede algo hermano?

Pero él no respondió, no sabía cómo. La noticia cayó como un baldazo de agua helada, apagando todos sus pensamientos, sin saber si estar feliz o triste.

—¿Pasó algo entre tú y Cadence? ¿Algo malo? ¿Algo bueno? Ya dime —rogó acercándose a su lado, compartiendo la vista hacía la luna.

No tuvo el valor de mirar a su hermanita a los ojos al susurrar la noticia.

—¿Dijiste algo? —inquirió.

No tuvo el valor de mirarla cuando masculló la noticia.

—Habla más fuerte que no te escucho.

No tuvo el valor de mirarla cuando, de algún modo, logró articular las palabras suficientes para decir:

—Cadence está embarazada.

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Espero que hayan disfrutado del capitulo, nos veremos proximamente, aprecian comentarios.
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