Sin nada que agregar, los dejo con el primer capitulo.
EQUILIBRIUM
Sinopsis:En esta Equestria los ponis viven una vida feliz y prospera pero con una variante, aquí las parejas del mismo genero son aceptadas socialmente y pueden casarse legalmente mientras que los ponis heterosexuales son vistos como taboo, cuyas parejas deben vivir fuera del registro matrimonial y ser victimas del rechazo. Todos viven, nadie lo cuestiona, hasta ahora.
Clasificación: T (según las normas del fanfiction)
Genero: Universo alternativo
EN CAPITULOS ANTERIORES...
Capitulo 1: El Problema.
Spoiler:
Las convenciones sociales, las costumbres, las tradiciones, tienen su origen en el tiempo. Desde aquella que celebra el día de tu nacimiento con una fiesta hasta las más simples como decir "hola" cuando un poni te saluda. Saber sus orígenes nos permite conocer la sociedad en aquellos tiempos y lo que impulsó a que ese simple acto trascendiera las barreras de las generaciones hasta la actualidad y el futuro.
Es por ese mismo entramado de costumbres y tradiciones que algunas sociedades son diferentes unas de otras, incluso llegando a cuestionar su normalidad cuando en el espacio propio es diferente, repudiable y, en algunos casos, ilegal.
Muchos reinos del mundo se preguntan como Equestria llegó a ser lo que para muchos sería ir contra los mandatos de la madre naturaleza, mas los habitantes del reino poni no se preocupan por ello, sólo viven.
Pero pronto, una alicornio morada princesa de la amistad será la primera poni en mucho tiempo en preguntarse "¿Por qué?"
La puerta del castillo se abrió y cerró estrepitosamente. Twilight se apoyó contra la entrada, respirando agitadamente, giró levemente su cabeza esperando que ella no tocase insistentemente la puerta. Para su suerte, no pasó nada.
—¿Qué sucede Twilight? —preguntó Spike.
—Es… es…—dijo tratando de recuperar su aliento—Lyra, de nuevo.
—¿Otra vez quiso invitarte a salir?
Asintió agotada.
—Que insistente, ¿Por qué no le dices la verdad? —sugirió el dragón.
La mente de Twilight se detuvo un segundo al pensar en ello.
—¡Estás loco! ¿Sabes lo que pasaría si supieran que-
—No me refería a ESA verdad, digo la verdad que está dentro de esa verdad.
—Oh, —respondió apenada— pero ya lo intenté Spike, primero de forma sutil y luego le dije directamente que no quería tener nada con ella. Pero sigue insistiendo.
Se alejó de la puerta y se sentó en el trono apoyando la cabeza en su casco, resignada de vivir esta rutina casi a diario. Deseaba poder salir de su castillo y gritarle a los cuatros vientos la verdad y así evitarse estos problemas.
—No olvides que Rarity viene hoy a discutir sobre el arreglo de las cortinas del castillo —agregó Spike despertando a Twilight de su trance—, deberías hablar con ella sobre esto, tal vez te ayude a sacarte a Lyra de encima.
—Tal vez lo haga Spike, tal vez, espera, ¿de dónde sacaste esas palomitas?
—Encontré una alacena de espacio industrial con cientos de paquetes adentro, deberías inspeccionar el castillo más de cerca, tal vez encuentres algo que te guste —dijo llevándose su garra derecha llena de palomitas a la boca.
Spike salió de la sala de los tronos dejando a una Twilight pensativa, nunca le contó a las demás del problema pensando que podría resolverlo sola. Un fugaz pensamiento invadió su mente.
—¡Spike, no te comas todas las palomitas o te vas a enfermar!
En la tarde, Rarity se hizo presente con un muestrario de telas que venía en una carpeta de tapa roja. Twilight se sorprendió al ver que sólo traía una consigo, hasta que vio levitar otras diez carpetas detrás de la modista.
—Estas son las carpetas con segundas opciones, por si la principal no te convence. Ahora veamos qué podemos hacer con estas ventanas tuyas —dijo risueña.
—Agradezco que vinieras Rarity, pero no era necesario, Celestia mandó una lista con decoradores reales-
—¿Y perderme la oportunidad de ayudar a la realeza a decorar su propio castillo? ¿Quién también resulta ser mi mejor amiga en todo el mundo? Querida, es como si no me conocieras —interrumpió colocándose sus característicos lentes rojos.
Con una risilla ambas se acercaron a la primera ventana cerca de la entrada. Rarity sacó su cinta métrica y midió el marco mientras captaba con su mirada los detalles necesarios para descubrir el color y la tela perfecta que combine y le dé al castillo un aire de realeza y elegancia, sin olvidar el toque hogareño que Twilight quería conservar de su antigua casa.
—Veamos… por el color de las paredes debemos optar por un color claro que le de vida a este lugar.
«¿Debo contarle?» pensó Twilight.
—¿Qué tal estas blancas con detalles de flores?
«Es una de mis amigas, no tiene nada de malo que le pregunte».
—¿Muy comunes? ¿Qué tal estas verde agua?
«No va a sospechar, este tipo de cosas hacen las amigas».
—¿No? ¿Y qué tal esta?
«¿Y si se da cuenta y les dice a las demás? ¡Seguro dejaran de ser mis amigas!».
Durante treinta minutos siguieron así hasta que Rarity cerró la ultima carpeta de su muestrario con toda la fuerza de su magia en frente de la cara de Twilight, una suave brisa junto con el ruido despertó a la alicornio de sus pensamientos viendo como la modista la miraba algo enojada.
—Twilight, has rechazado todos y cada uno de los modelos para las cortinas, no creí que fueras tan exigente.
—Perdóname Rarity —respondió cabizbaja.
—¿Sucede algo querida? —inquirió Rarity al notar la expresión de duda.
«Ella es mi amiga…».
—No sé cómo decirlo Rarity pero —suspiró—, hay una poni-
—No digas más, si quieres conquistar a esa poni que no te presta atención, Rarity la unicornio tiene la respuesta —expresó agarrando el casco de su amiga y arrastrándola a la salida—. Cuando termine contigo, ninguna yegua te quitará los ojos de encima.
Una imagen poco agradable se formó en su mente.
—¡Espera Rarity! —exclamó deshaciendo el agarre— Ese no es el problema.
—¿Entonces?
—Pues… desde hace meses hay una poni llamada Lyra que me sigue a todos lados, me persigue, me… me…
—¿Acosa? —sugirió Rarity.
—Exacto.
La ansiedad de relatar hizo que empezara a caminar en círculo.
—Y no me deja en paz, ya le dejé en claro que no quiero nada con ella pero sigue insistiendo y ya no se qué hacer para que entienda.
—Nunca te había escuchado hablar de problemas amorosos Twilight —dijo con una risilla—, pero creo saber que podemos hacer darle un mensaje claro a esa tal Lyra. Sígueme.
Ambas salieron de la casa y emprendieron una marcha por el pueblo en busca de aquella unicornio que molestaba a Twilight. Rarity no le mencionó nada acerca del plan, cada vez que la alicornio preguntaba, respondía con un "confía en mí".
Eso sólo la ponía más nerviosa, en especial si la solución implicaba violencia física.
Mientras recorrían Ponyville, Twilight le fue dando una descripción de la unicornio culpable de sus problemas. De vez en cuando giraba su cabeza y ver a su alrededor a todas esas parejas que disfrutaban de una cita con su poni especial, cada yegua con su respectiva yegua y cada semental con su respectivo semental. Como debe ser, como siempre fue.
—Hola Sparkle.
Esa voz erizó por completo el pelaje de Twilight. Ambas giraron para ver a Lyra acercarse con paso provocador.
—¿Quién es tu amiga?
—Soy Rarity, encantada de conocerte.
—Es un lindo detalle que me presentes a una de tus amigas, pero no es mi tipo, las prefiero más… intelectuales —dijo con tono y mirada seductora.
—Disculpa, se requiere de una gran mente para ser diseñadora de modas, caso contrario asistes a las galas formales del pueblo de forma ridícula sin saber combinar tu pelaje con el color del vestido como cierta unicornio aquí presente —dijo Rarity arrojando una indirecta.
—¡¿Qué dijiste?! —exclamó Lyra.
Ambas yeguas chocaron cabezas enfrentándose y dejándose llevar por la ira.
—Rarity, no olvides a lo que vinimos —susurró Twilight.
La modista recuperó la compostura y se acomodó la melena.
—No he venido a eso señorita Lyra, entiendo que desde hace mucho a estado acosando a Twilight.
—Yo no diría acosar, sino ser… insistente —respondió despreocupada.
—Como lo quieras llamar, el punto es que he estado dejando pasar esta situación por demasiado tiempo pensando que ibas a parar, pero me vi obligada a intervenir.
—¿Y quién eres tú para decidir por ella? —inquirió molesta.
—Soy su novia —sentenció Rarity.
A Twilight y Lyra se les caía el hocico al mismo tiempo. Ninguna esperaba esto.
—¿S-su novia? ¡Mientes, nunca las vi juntas ni nada parecido! —objetó Lyra.
—A mi querida Twilight no le gusta mostrar afecto en público, además preferimos salir con todas nuestras amigas y pasar un buen rato con ellas para no dejarlas a un lado —contestó Rarity manteniendo postura.
—P-pero… pe-pe-pe-pero… ustedes nunca…—dijo con tono quebrado.
—Veo que eres persistente, perdóname Twilight, pero no nos dejará en paz hasta que le mostremos lo mucho que nos queremos —propuso con mirada seductora.
—¿A qué te-
Pero sus confusos pensamientos de la situación se hicieron mucho más erráticos cuando sintió la gentil presión del casco de Rarity detrás de su cabeza y atrayéndola en un beso, su mejilla se tiñó de color escarlata con una mirada de sorpresa. Rarity mantenía los ojos cerrados, asegurándose que sus labios siguieran conectados el mayor tiempo posible para que el mensaje le llegara fuerte y claro.
Luego de una eternidad, se separaron y Rarity volteó a ver a Lyra quien parecía estar a punto de llorar.
—Lamento eso, pero tienes que entender que lo nuestro es especial y tu constante molestia es una piedra en nuestro camino querida —comentó Rarity con sonrisa triunfante.
Twilight no salía de su asombro al igual que el rubor de sus mejillas.
«No puedo creer que me haya besado… eso significa que… oh no, esto se va a poner feo. Pobre Spike».
Sin mediar palabras Lyra salió corriendo con lágrimas en sus ojos siendo seguida por su mejor amiga Bon Bon que la estaba esperando.
—Bueno, no fue como esperaba, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Ahora sobre ese beso…
Pero al girarse para hablar con Twilight ella ya no estaba.
—"Gracias por toda la ayuda Rarity, eres una gran amiga" No hay nada que agradecer querida, siempre es un placer ayudar —refunfuño mientras caminaba a su hogar.
Tal y como había pasado en la mañana, Twilight ingresó en su castillo cerrando la puerta estrepitosamente respirando agitadamente sin poder quitarse de la mente lo sucedido hace apenas unos minutos atrás. Al menos pudo escabullirse sin que Rarity se diera cuenta.
—¿Cómo pudo haber pasado? —se preguntó a sí misma— Ella es mi amiga, no creo que Rarity me bese a menos que quiera algo conmigo, tal vez aprovechó mi problema para dar su gran paso. Oh Celestia, ¿Qué voy a hacer ahora?
Se acostó en el suelo y tapó su rostro con sus cascos. Sin percatarse que alguien escuchó todo lo que dijo.
—¿Tu y Rarity? ¿Se besaron?
Un escalofrió recorrió todo su cuerpo al percatarse que dijo todo en voz alta y que cualquiera podía escucharlo, en especial un pequeño dragón que vivía con ella desde hace muchos años. Levantó su cabeza y pudo ver a su asistente numero uno con lagrimas inundando su rostro.
—¿C-como pu-pudiste?
Soltó sus palomitas y salió corriendo hacia su cuarto. Twilight no perdió ni un segundo y apuró su paso para alcanzarlo y explicarle lo sucedido.
Ingresó a su cuarto y cerró la puerta con seguro. Twilight tocó la puerta repetidamente.
—Abre la puerta Spike, tenemos que hablar.
—¡No! Pensé que éramos amigos, ¡los amigos nunca se besarían con la poni que su otro amigo le gusta! —gritó iracundo.
—Tienes razón, en todo, pero no fue más que un plan de Rarity para que Lyra dejara de molestarme, además fue todo improvisado y me tomó por sorpresa. Y no me gustó y tu sabes porque, incluso estoy confundida porque si ella gusta de mi heriré los sentimientos de ambos y tengo miedo Spike… miedo de lo que pueda pasar.
Twilight estaba compartiendo sus temores con Spike. Miedos que desde sus días de adolescente cargaba consigo, cuando se mente y su cuerpo le recordaban a diario que era diferente a los demás ponis.
Por suerte, su fascinación por los libros y las ganas de aprender cosas nuevas desviaron su atención. Pensaba, ingenua, que al ser mayor podría manejarlos sin problemas.
Ahora, las cosas no podrían estar peor.
—Perdóname Spike. Abre la puerta por favor —rogó triste Twilight apoyando su casco en la puerta cabizbaja.
Súbitamente la puerta se abrió y Spike saltó a las patas de Twilight, abrazándola. Ambos permanecieron así, descargando su tristeza en el hombro del otro. La realidad los apresaba en una cárcel con muros y rejas invisibles que los separaba del resto.
—¿Por qué tiene que doler tanto? —preguntó entre llantos— ¿Por qué no puedo estar con ella?
Luego de lo ocurrido con Nightmare Moon, Twilight y Spike tuvieron una charla acerca de ese flechazo que tuvo por Rarity explicándole porque no podía ser, obviamente se puso triste en ese momento, pero eso no le impedía seguir yendo al carrusel y ayudarla en lo que pudiera. Cuando le contó a Pinkie sobre su flechazo tuvieron otra charla, cuando pasó lo de su ataque de codicia tuvieron otra charla.
Charlas, charlas y charlas. Ninguna aportaba alguna solución real, como una costra que se iba luego de que una herida sanara.
—Ya hemos hablado de esto Spike. Debes acostumbrarte y aceptar que los ponis no están de acuerdo con ello, no quiero imaginarme lo que haré si te pasara algo. Es por tu propio bien —respondió tristemente.
—¿Por qué? —balbuceó.
—¿Qué dices?
—¡¿Por qué?! —gritó antes de seguir llorando sobre Twilight.
¿Por qué es por su propio bien? ¿Por qué aceptarlo? ¿Por qué acostumbrarse? ¿Por qué conformarse? ¿Por qué no puede estar con ella?
Todas esas preguntas dieron vueltas en su cabeza durante todo el momento en que permanecieron abrazados. Nunca supo el porqué de verdad, el que realmente importaba. Necesitaba averiguarlo si quería consolar a Spike y a ella misma, pero por ahora, tenía otro asunto más importante en camino. La piyamada mensual en casa de Pinkie.
Es por ese mismo entramado de costumbres y tradiciones que algunas sociedades son diferentes unas de otras, incluso llegando a cuestionar su normalidad cuando en el espacio propio es diferente, repudiable y, en algunos casos, ilegal.
Muchos reinos del mundo se preguntan como Equestria llegó a ser lo que para muchos sería ir contra los mandatos de la madre naturaleza, mas los habitantes del reino poni no se preocupan por ello, sólo viven.
Pero pronto, una alicornio morada princesa de la amistad será la primera poni en mucho tiempo en preguntarse "¿Por qué?"
La puerta del castillo se abrió y cerró estrepitosamente. Twilight se apoyó contra la entrada, respirando agitadamente, giró levemente su cabeza esperando que ella no tocase insistentemente la puerta. Para su suerte, no pasó nada.
—¿Qué sucede Twilight? —preguntó Spike.
—Es… es…—dijo tratando de recuperar su aliento—Lyra, de nuevo.
—¿Otra vez quiso invitarte a salir?
Asintió agotada.
—Que insistente, ¿Por qué no le dices la verdad? —sugirió el dragón.
La mente de Twilight se detuvo un segundo al pensar en ello.
—¡Estás loco! ¿Sabes lo que pasaría si supieran que-
—No me refería a ESA verdad, digo la verdad que está dentro de esa verdad.
—Oh, —respondió apenada— pero ya lo intenté Spike, primero de forma sutil y luego le dije directamente que no quería tener nada con ella. Pero sigue insistiendo.
Se alejó de la puerta y se sentó en el trono apoyando la cabeza en su casco, resignada de vivir esta rutina casi a diario. Deseaba poder salir de su castillo y gritarle a los cuatros vientos la verdad y así evitarse estos problemas.
—No olvides que Rarity viene hoy a discutir sobre el arreglo de las cortinas del castillo —agregó Spike despertando a Twilight de su trance—, deberías hablar con ella sobre esto, tal vez te ayude a sacarte a Lyra de encima.
—Tal vez lo haga Spike, tal vez, espera, ¿de dónde sacaste esas palomitas?
—Encontré una alacena de espacio industrial con cientos de paquetes adentro, deberías inspeccionar el castillo más de cerca, tal vez encuentres algo que te guste —dijo llevándose su garra derecha llena de palomitas a la boca.
Spike salió de la sala de los tronos dejando a una Twilight pensativa, nunca le contó a las demás del problema pensando que podría resolverlo sola. Un fugaz pensamiento invadió su mente.
—¡Spike, no te comas todas las palomitas o te vas a enfermar!
En la tarde, Rarity se hizo presente con un muestrario de telas que venía en una carpeta de tapa roja. Twilight se sorprendió al ver que sólo traía una consigo, hasta que vio levitar otras diez carpetas detrás de la modista.
—Estas son las carpetas con segundas opciones, por si la principal no te convence. Ahora veamos qué podemos hacer con estas ventanas tuyas —dijo risueña.
—Agradezco que vinieras Rarity, pero no era necesario, Celestia mandó una lista con decoradores reales-
—¿Y perderme la oportunidad de ayudar a la realeza a decorar su propio castillo? ¿Quién también resulta ser mi mejor amiga en todo el mundo? Querida, es como si no me conocieras —interrumpió colocándose sus característicos lentes rojos.
Con una risilla ambas se acercaron a la primera ventana cerca de la entrada. Rarity sacó su cinta métrica y midió el marco mientras captaba con su mirada los detalles necesarios para descubrir el color y la tela perfecta que combine y le dé al castillo un aire de realeza y elegancia, sin olvidar el toque hogareño que Twilight quería conservar de su antigua casa.
—Veamos… por el color de las paredes debemos optar por un color claro que le de vida a este lugar.
«¿Debo contarle?» pensó Twilight.
—¿Qué tal estas blancas con detalles de flores?
«Es una de mis amigas, no tiene nada de malo que le pregunte».
—¿Muy comunes? ¿Qué tal estas verde agua?
«No va a sospechar, este tipo de cosas hacen las amigas».
—¿No? ¿Y qué tal esta?
«¿Y si se da cuenta y les dice a las demás? ¡Seguro dejaran de ser mis amigas!».
Durante treinta minutos siguieron así hasta que Rarity cerró la ultima carpeta de su muestrario con toda la fuerza de su magia en frente de la cara de Twilight, una suave brisa junto con el ruido despertó a la alicornio de sus pensamientos viendo como la modista la miraba algo enojada.
—Twilight, has rechazado todos y cada uno de los modelos para las cortinas, no creí que fueras tan exigente.
—Perdóname Rarity —respondió cabizbaja.
—¿Sucede algo querida? —inquirió Rarity al notar la expresión de duda.
«Ella es mi amiga…».
—No sé cómo decirlo Rarity pero —suspiró—, hay una poni-
—No digas más, si quieres conquistar a esa poni que no te presta atención, Rarity la unicornio tiene la respuesta —expresó agarrando el casco de su amiga y arrastrándola a la salida—. Cuando termine contigo, ninguna yegua te quitará los ojos de encima.
Una imagen poco agradable se formó en su mente.
—¡Espera Rarity! —exclamó deshaciendo el agarre— Ese no es el problema.
—¿Entonces?
—Pues… desde hace meses hay una poni llamada Lyra que me sigue a todos lados, me persigue, me… me…
—¿Acosa? —sugirió Rarity.
—Exacto.
La ansiedad de relatar hizo que empezara a caminar en círculo.
—Y no me deja en paz, ya le dejé en claro que no quiero nada con ella pero sigue insistiendo y ya no se qué hacer para que entienda.
—Nunca te había escuchado hablar de problemas amorosos Twilight —dijo con una risilla—, pero creo saber que podemos hacer darle un mensaje claro a esa tal Lyra. Sígueme.
Ambas salieron de la casa y emprendieron una marcha por el pueblo en busca de aquella unicornio que molestaba a Twilight. Rarity no le mencionó nada acerca del plan, cada vez que la alicornio preguntaba, respondía con un "confía en mí".
Eso sólo la ponía más nerviosa, en especial si la solución implicaba violencia física.
Mientras recorrían Ponyville, Twilight le fue dando una descripción de la unicornio culpable de sus problemas. De vez en cuando giraba su cabeza y ver a su alrededor a todas esas parejas que disfrutaban de una cita con su poni especial, cada yegua con su respectiva yegua y cada semental con su respectivo semental. Como debe ser, como siempre fue.
—Hola Sparkle.
Esa voz erizó por completo el pelaje de Twilight. Ambas giraron para ver a Lyra acercarse con paso provocador.
—¿Quién es tu amiga?
—Soy Rarity, encantada de conocerte.
—Es un lindo detalle que me presentes a una de tus amigas, pero no es mi tipo, las prefiero más… intelectuales —dijo con tono y mirada seductora.
—Disculpa, se requiere de una gran mente para ser diseñadora de modas, caso contrario asistes a las galas formales del pueblo de forma ridícula sin saber combinar tu pelaje con el color del vestido como cierta unicornio aquí presente —dijo Rarity arrojando una indirecta.
—¡¿Qué dijiste?! —exclamó Lyra.
Ambas yeguas chocaron cabezas enfrentándose y dejándose llevar por la ira.
—Rarity, no olvides a lo que vinimos —susurró Twilight.
La modista recuperó la compostura y se acomodó la melena.
—No he venido a eso señorita Lyra, entiendo que desde hace mucho a estado acosando a Twilight.
—Yo no diría acosar, sino ser… insistente —respondió despreocupada.
—Como lo quieras llamar, el punto es que he estado dejando pasar esta situación por demasiado tiempo pensando que ibas a parar, pero me vi obligada a intervenir.
—¿Y quién eres tú para decidir por ella? —inquirió molesta.
—Soy su novia —sentenció Rarity.
A Twilight y Lyra se les caía el hocico al mismo tiempo. Ninguna esperaba esto.
—¿S-su novia? ¡Mientes, nunca las vi juntas ni nada parecido! —objetó Lyra.
—A mi querida Twilight no le gusta mostrar afecto en público, además preferimos salir con todas nuestras amigas y pasar un buen rato con ellas para no dejarlas a un lado —contestó Rarity manteniendo postura.
—P-pero… pe-pe-pe-pero… ustedes nunca…—dijo con tono quebrado.
—Veo que eres persistente, perdóname Twilight, pero no nos dejará en paz hasta que le mostremos lo mucho que nos queremos —propuso con mirada seductora.
—¿A qué te-
Pero sus confusos pensamientos de la situación se hicieron mucho más erráticos cuando sintió la gentil presión del casco de Rarity detrás de su cabeza y atrayéndola en un beso, su mejilla se tiñó de color escarlata con una mirada de sorpresa. Rarity mantenía los ojos cerrados, asegurándose que sus labios siguieran conectados el mayor tiempo posible para que el mensaje le llegara fuerte y claro.
Luego de una eternidad, se separaron y Rarity volteó a ver a Lyra quien parecía estar a punto de llorar.
—Lamento eso, pero tienes que entender que lo nuestro es especial y tu constante molestia es una piedra en nuestro camino querida —comentó Rarity con sonrisa triunfante.
Twilight no salía de su asombro al igual que el rubor de sus mejillas.
«No puedo creer que me haya besado… eso significa que… oh no, esto se va a poner feo. Pobre Spike».
Sin mediar palabras Lyra salió corriendo con lágrimas en sus ojos siendo seguida por su mejor amiga Bon Bon que la estaba esperando.
—Bueno, no fue como esperaba, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Ahora sobre ese beso…
Pero al girarse para hablar con Twilight ella ya no estaba.
—"Gracias por toda la ayuda Rarity, eres una gran amiga" No hay nada que agradecer querida, siempre es un placer ayudar —refunfuño mientras caminaba a su hogar.
Tal y como había pasado en la mañana, Twilight ingresó en su castillo cerrando la puerta estrepitosamente respirando agitadamente sin poder quitarse de la mente lo sucedido hace apenas unos minutos atrás. Al menos pudo escabullirse sin que Rarity se diera cuenta.
—¿Cómo pudo haber pasado? —se preguntó a sí misma— Ella es mi amiga, no creo que Rarity me bese a menos que quiera algo conmigo, tal vez aprovechó mi problema para dar su gran paso. Oh Celestia, ¿Qué voy a hacer ahora?
Se acostó en el suelo y tapó su rostro con sus cascos. Sin percatarse que alguien escuchó todo lo que dijo.
—¿Tu y Rarity? ¿Se besaron?
Un escalofrió recorrió todo su cuerpo al percatarse que dijo todo en voz alta y que cualquiera podía escucharlo, en especial un pequeño dragón que vivía con ella desde hace muchos años. Levantó su cabeza y pudo ver a su asistente numero uno con lagrimas inundando su rostro.
—¿C-como pu-pudiste?
Soltó sus palomitas y salió corriendo hacia su cuarto. Twilight no perdió ni un segundo y apuró su paso para alcanzarlo y explicarle lo sucedido.
Ingresó a su cuarto y cerró la puerta con seguro. Twilight tocó la puerta repetidamente.
—Abre la puerta Spike, tenemos que hablar.
—¡No! Pensé que éramos amigos, ¡los amigos nunca se besarían con la poni que su otro amigo le gusta! —gritó iracundo.
—Tienes razón, en todo, pero no fue más que un plan de Rarity para que Lyra dejara de molestarme, además fue todo improvisado y me tomó por sorpresa. Y no me gustó y tu sabes porque, incluso estoy confundida porque si ella gusta de mi heriré los sentimientos de ambos y tengo miedo Spike… miedo de lo que pueda pasar.
Twilight estaba compartiendo sus temores con Spike. Miedos que desde sus días de adolescente cargaba consigo, cuando se mente y su cuerpo le recordaban a diario que era diferente a los demás ponis.
Por suerte, su fascinación por los libros y las ganas de aprender cosas nuevas desviaron su atención. Pensaba, ingenua, que al ser mayor podría manejarlos sin problemas.
Ahora, las cosas no podrían estar peor.
—Perdóname Spike. Abre la puerta por favor —rogó triste Twilight apoyando su casco en la puerta cabizbaja.
Súbitamente la puerta se abrió y Spike saltó a las patas de Twilight, abrazándola. Ambos permanecieron así, descargando su tristeza en el hombro del otro. La realidad los apresaba en una cárcel con muros y rejas invisibles que los separaba del resto.
—¿Por qué tiene que doler tanto? —preguntó entre llantos— ¿Por qué no puedo estar con ella?
Luego de lo ocurrido con Nightmare Moon, Twilight y Spike tuvieron una charla acerca de ese flechazo que tuvo por Rarity explicándole porque no podía ser, obviamente se puso triste en ese momento, pero eso no le impedía seguir yendo al carrusel y ayudarla en lo que pudiera. Cuando le contó a Pinkie sobre su flechazo tuvieron otra charla, cuando pasó lo de su ataque de codicia tuvieron otra charla.
Charlas, charlas y charlas. Ninguna aportaba alguna solución real, como una costra que se iba luego de que una herida sanara.
—Ya hemos hablado de esto Spike. Debes acostumbrarte y aceptar que los ponis no están de acuerdo con ello, no quiero imaginarme lo que haré si te pasara algo. Es por tu propio bien —respondió tristemente.
—¿Por qué? —balbuceó.
—¿Qué dices?
—¡¿Por qué?! —gritó antes de seguir llorando sobre Twilight.
¿Por qué es por su propio bien? ¿Por qué aceptarlo? ¿Por qué acostumbrarse? ¿Por qué conformarse? ¿Por qué no puede estar con ella?
Todas esas preguntas dieron vueltas en su cabeza durante todo el momento en que permanecieron abrazados. Nunca supo el porqué de verdad, el que realmente importaba. Necesitaba averiguarlo si quería consolar a Spike y a ella misma, pero por ahora, tenía otro asunto más importante en camino. La piyamada mensual en casa de Pinkie.
Capitulo 2: Investigación y revelación
Spoiler:
Faltaban tres días para la piyamada y Twilight utilizó ese tiempo para leer todos los libros habidos y por haber que se relacionen a la respuesta que ella estaba buscando. Cada libro de sociología, historia, hipología, leído dos veces, incluso tres para asegurarse. La biblioteca era un desastre al igual que su melena, bolsas de cansancio colgaban por debajo de sus ojos y su aliento era un arma mortal, su cuerpo comenzaba a emitir un hedor por la repentina falta de una ducha en su rutina.
En la mañana de la piyamada, la biblioteca se encontraba cerrada para el público, libros esparcidos por el suelo, las cortinas impedían el paso de la luz dejando el ambiente a obscuras, sólo las velas a punto de consumirse eran su única fuente de iluminación. La princesa de la amistad estaba durmiendo sobre una pila de libros, los bordes de muchos de ellos dejaron marcas en el cuerpo de la poni, pero mucho no le importaba ya que era la primera vez en días que pudo conciliar el sueño desde aquella charla con Spike.
Spike estuvo preocupado por Twilight, fue incapaz de apartarla de los libros. Se sentía culpable por ello. Incluso buscó la ayuda de sus amigas para que la sacaran de aquel transe, pero fue inútil y decidieron dejarla así, argumentando que era cuestión de tiempo para que regresara a la normalidad. Rarity, por respeto, no le contó a nadie lo sucedido aquel día, pero una situación en la boutique le hizo entender que Twilight le había contado a Spike lo ocurrido.
[center]XXX[/center][/b]
La tarde después de aquel descargue emocional, Spike fue a la boutique por un compromiso que había asumido con Rarity días atrás, pero no iba con la intención de ayudarla en lo más mínimo. Con cada paso que acortaba su destino, sus garras comenzaban a sudar y temblar, sus sentimientos por ella comenzaban a florecer entre la amargura de la noticia que todavía le afectaba. Sí, todo fue planeado, pero no cualquiera haría eso a menos que se sintiera cómodo, todo derivaba a una conclusión, una que, inconscientemente, negaba para tener una oportunidad de amar, pero que la realidad se encargaba de remarcar cada día de su vida.
Cuando menos lo supo, ya estaba en la puerta. Extendió su garra a punto de tocar, pero esta se congeló a un centímetro de llegar, ¿de verdad estaba dispuesto a hacerlo? Una de sus opciones era fingir estar enfermo para no asistir, pero entonces ella iría a verlo y con Twilight fuera de juego no habría nadie quien lo cubriera.
No tuvo tiempo de seguir pensando cuando la perilla de la puerta se envolvió en un aura azulada y giró.
—¿Hay alguien allí?
La mitad superior de la puerta se abrió, revelando la figura que él tanto amaba.
—Oh Spike, eres tú, que bueno que llegaste, tengo un pedido súper importante, y necesito de tus garras para completarlo.
—De hecho Rarity…
—Incluso conseguí unas cuantas gemas brillantes para la merienda de descanso —ofreció con una sonrisa.
—¿Gemas dijiste? Es decir, no vine a eso Rarity —expresó cabizbajo.
—¿Sucede algo Spike?
—¿Es verdad que besaste a Twilight ayer?
—¿Cómo te enteraste?
—Ella lo dijo al aire cuando llegó agitada, parece que la dejaste sin aliento.
—Spike, todo fue un plan para que Lyra dejara de molestar a Twilight, en realidad no siento nada por ella que no sea amistad. ¿Viniste por eso cierto? Seguro ella se confundió, debo ir y arreglar las cosas —dijo abriendo completamente la puerta.
—¡No son sus sentimientos los que tienes que arreglar! —gritó Spike— ¡Son los míos!
Rarity llevó a uno de sus cascos a su boca para disimular su expresión de sorpresa. Miró a su alrededor, cerciorándose que nadie estuviera cerca.
—Lo siento Spike, no tenía idea que esto iba a afectarte.
—Sólo dime una cosa Rarity, ¿a ti te gustan las yeguas?
—¿Qué clase de pregunta es esa Spike?
—Responde por favor Rarity, necesito saberlo —rogó.
—¿Por qué necesitas saberlo?
—¡Porque...! —juntó valor para decirlo al mismo que bajó el volumen para no llamar la atención de los demás ponis— Porque no puedo amar a alguien que no siente lo mismo por mí.
Rarity no estaba preparada para esa declaración. Hubo un par de ocasiones en el pasado que Spike estuvo a punto de confesarle su amor a Rarity, sin contar el obvio comportamiento que mostraba estando cerca de ella. Imaginó que era un flechazo de infante, inofensivo, y que el tiempo se encargaría de sustituir por un amor legítimo. Tal vez eso ocurrió, pero con ella siendo ambos, el flechazo y el primer enamoramiento.
—Spike, yo no sé qué decir, no tenía idea que tus sentimientos fueran tan profundos.
Spike estaba a punto de llorar. Recuerdos de su descubrimiento aparecían en su mente.
—Desafortunadamente, me atraen las yeguas, como a todas. Pero podemos ser amigos Spike, no tiene porque cambiar lo que tenemos ahora —dijo en forma de consuelo.
—No hay problema —respondió resignado ante la realidad—, sólo dame unos días para recuperarme.
—Lo entiendo Spike, perdóname, de verdad lo siento.
—No hay nada porque pedir perdón Rarity.
Con el corazón destrozado se retiró. Volvió al castillo para encontrarse con una Twilight inmersa en varios libros a la vez, se alejó de allí directo a su cuarto, a llorar en su cama.
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Spike ingresó a la biblioteca del castillo y esquivó libros caídos hasta llegar a la alicornio que dormitaba encima de ellos. Por un segundo pensó en no despertarla y aprovechar las horas extras de sueño que ganaba al no despertarse temprano, pero dejó su egoísmo de lado y agitó gentilmente a Twilight.
—Twilight, despierta, ya es mediodía, debes preparar tus cosas para la piyamada de esta noche.
Pero ella no reaccionaba, incluso hablaba dormida, repetía la palabra "respuesta". Spike sacó del desorden una hoja en blanco y con su fuego quemó la punta, liberando humo. Lo acercó al rostro de Twilight y gritó:
—¡Twilight despierta, el castillo se quema!
Al instante Twilight reaccionó, saltando y cayendo en una pila de libros.
—Spike, eso no es gracioso —dijo sacando la cabeza de la pila de libros.
—Lo siento, pero tenía que despertarte de alguna forma —comentó apagando el papel y arrojándolo a la basura.
—Mira este lugar, ¿Qué sucedió anoche? —inquirió Twilight refregando sus ojos.
—¿Anoche? Estuviste tres días seguidos leyendo, Twilight.
—¿En serio? Vaya, me duele la cabeza.
—Ven, te daré una aspirina —dijo Spike sacándola de allí, llevándola a la cocina.
Ambos caminaron por un largo pasillo hasta llegar a la lujosa cocina con lo último en electrodomésticos y una mesa redonda.
—No encontré lo que buscaba, Spike —comentó mientras esperaba por su aspirina.
—Twilight, no es necesario que hagas eso por mí, puedo superarlo —dijo Spike buscando en una gaveta.
—No es sólo por ti Spike, es muy raro que no haya nada en los libros sobre una de las partes más importantes de nuestra cultura, la que nos distingue de otras sociedades del mundo.
—Tal vez los libros no dicen nada porque siempre fue de esa manera.
—No Spike, todo tiene su origen y por más simple que sea, debe estar escrito en algún lado.
—Puedes buscarlo por ti, yo ya no necesito una respuesta, ya solucioné todo.
El tono con lo que dijo eso último llamó su atención.
—¿A qué te refieres con eso? ¿Spike qué hiciste?
—Encaré a Rarity sobre lo de su beso y luego le confesé mis sentimientos.
—Ay Spike, ¿en que estabas pensando? ¿Mira si alguien te escuchaba?
—No tienes de que preocuparte, nadie se enteró.
—¿Y qué pasó?
—¿Qué otra cosa podía pasar? A ella le gustan las yeguas, no hay nada que pueda hacer contra eso, pero seguimos siendo amigos. Por cierto, me dijo que ese beso era parte de su plan para deshacerse de Lyra, no tienes nada de qué preocuparte.
Esa noticia liberó un gran peso en Twilight, quien no había pensado en lo incomodo que sería encontrarse con ella esa noche en la piyamada. Cerró sus ojos y suspiró aliviada. Spike se acercó a ella y le entregó la aspirina con un vaso de agua.
—¿Te encuentras bien? —inquirió Twilight luego de tomar la medicina.
—Sí.
—¿No quieres un abrazo?
—No lo necesito —respondió caminando a otra sala.
De pronto, un aura mágica rodeó el cuerpo del dragón y lo atrajo hacia Twilight, atrapándolo en un abrazo. Spike se resistió por unos segundos pero luego se dejó llevar por esa sensación de calma que sólo ella podía transmitirle.
Al romper el abrazo, Twilight trotó hasta la salida, agarrando su alforja. Spike la siguió por detrás.
—¿A dónde vas?
—A la biblioteca del castillo de las dos hermanas, debe haber un libro allí que me pueda ayudar.
—¿Y la piyamada?
—Volveré a tiempo para llevar mis cosas.
Abrió la puerta y apresuró su paso para llegar lo antes posible ya que contaba con pocas horas de lectura antes de la piyamada. Mientras recorría el pueblo, volteaba a ver a los ponis a su alrededor, todos metidos en sus propios asuntos, pero sabía que sus orejas estaban al tanto de los demás. Un miedo se materializó en su mente, en el cual Spike corría peligro por haber dicho lo que dijo. Pero algo llamó su atención, sentada en un banca de una forma peculiar se encontraba Lyra, con una expresión de tristeza en su rostro, al lado se amiga Bon Bon trataba de animarla ofreciéndole un licuado de frutas, pero ella lo rechazó. Quiso acercarse y hablar con ella ahora que las cosas se habían enfriado, pero tenía cosas más importantes que hacer.
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La vista del pueblo cambió por el bosque, un camino señalizado con carteles guió a la princesa hacia el castillo de las dos hermanas, que había recuperado parte de su gloria luego de limpiarlo y ordenarlo un poco. Con un mapa mental del lugar, Twilight se guió entre los pasillos hasta llegar a la vieja biblioteca llena de libros viejos, polvorientos y escritos tradicionalmente. Se acercó al escritorio y sacó una pluma, tinta y pergaminos con anotaciones varias, abrió uno de ellos y desplegó una lista con la organización de las estanterías que ella misma se encargó de ordenar y archivar. Utilizando su magia, atrajo el primer libro de historia Equestriana y pre Equestriana y comenzó su lectura.
Las horas avanzaron y Twilight se frustraba por el mismo resultado que estaba obteniendo allí. Incluso aquellos libros que contenían historia antigua mucho antes de la fundación de Equestria eran inútiles, ninguno daba indicio a un suceso en concreto que alterara la sexualidad de los ponis, sólo sucedió, tal como Spike propuso.
—Esto no puede ser —musitó Twilight—. Estos libros son inútiles.
Al terminar de leer el ultimo, lo cerró con fuerza y lo mantuvo levitando junto a otros veinte ejemplares a su alrededor. Buscó en la lista algún libro que la ayudase, pero fue inútil, ya no había libros disponibles.
—No… hay… ¡nada! —dijo repeliendo los libros en todas direcciones.
Uno de ellos golpeó el viejo candelabro que colgaba en medio de la habitación, provocando que se balancee peligrosamente. Twilight no se dio cuenta, estaba con su cara sobre la mesa, tratando de analizar la situación. El candelabro cedió y cayó al suelo, causando un estruendo que despertó a Twilight de sus pensamientos.
Al acercarse usó su magia para limpiar, jurando que compraría uno nuevo para reemplazarlo, pero notó algo raro, no sólo se había salido el candelabro sino el bloque de piedra que lo sostenía, al inspeccionarlo notó un extraño símbolo, un circulo con ocho flechas saliendo de este. Era algo que ella nunca había visto. Con suma cautela utilizó un hechizo para romper el bloque a la mitad y revelar lo que había en su interior.
Grande fue su sorpresa al extraer un libro de allí, en su tapa resaltaba la misma marca que en el bloque. Al abrirlo quedó boquiabierta ya que no era un libro común y corriente, era un diario, pero no un diario de un poni desconocido, era del ultimo ser que esperaba encontrar.
Estaba a punto de abrirlo cuando notó la hora en el viejo reloj de pared.
—¡La piyamada!
Guardó todas sus cosas en la alforja, incluyendo aquel extraño diario y se teletransportó hasta el castillo.
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Las risas emanaban de Sugarcube Corner, allí las chicas pasaban una jornada llena de diversión y juegos al mismo tiempo que degustaban los postres hechos por Pinkie para la ocasión. Sólo faltaba una yegua.
—Bien, relájate, sólo es una piyamada, ella no quiere nada contigo, no hay porque estar nerviosa —se dijo Twilight a sí misma en la puerta del local.
Levantó su casco y tocó la puerta. Unos segundos después la puerta se abrió, revelando a una poni rosa que masticaba un postre.
—Hola Pinkie, lamento haber llegado tarde.
Ella intentó responder pero tenía la boca llena. Sacó una bebida de su cabello y la tomó rápidamente.
—Delicioso. Hola Twilight, pasa, te estábamos esperando.
Ambas ingresaron y subieron las escaleras hasta la habitación de Pinkie, allí las demás charlaban animadamente.
—Pero miren quien llegó —dijo Rainbow Dash.
—Lo siento por eso, estaba leyendo un libro y perdí la noción del tiempo.
—No hay problema terroncito, toma asiento —dijo Applejack.
—Aquí tienes Twilight, unos pastelillos y un jugo —ofreció Pinkie.
—Gracias, estoy hambrienta.
Mientras comía, notó que faltaba alguien en su círculo de amigas.
—¿Dónde está Rarity? —inquirió Twilight.
Esa pregunta alertó a Rainbow.
—¿Alguien dijo mi nombre? —preguntó Rarity saliendo del baño.
Cuando Rarity fijó su vista en Twilight, esta quedó petrificada por el estado en que se encontraba su melena y su rostro.
—¿Pero que te sucedió querida? Sólo mírate, estás, perdona mi expresión, hecha un desastre.
—¿De qué hablas?
Rarity trajo un espejo con su magia, revelando lo descuidado de su melena y las bolsas en sus ojos.
—¿Esto? Me quedé hasta muy tarde leyendo.
—Pues no voy a permitir que una de mis amigas esté en este deplorable estado en una ocasión tan especial como lo es, una piyamada. Por suerte traje conmigo mi kit de belleza —expresó abriendo una caja mediana llena de maquillaje.
—No tienes porque molestarte Rarity, voy a lavarme el rostro y-
—No es molestia, es un placer. Esto sólo va a tardar un segundo.
Con su magia levitó un cepillo con el cual peinaba su melena mientras que preparaba una mascarilla para quitar esas bolsas.
—Muy bien, antes de que la cerebrito se hiciera presente. Estábamos hablando sobre nuestros lugares favoritos en donde quisiéramos vacacionar —retomó Rainbow—. Yo dije en Cloudsdale durante la semana de vuelo, donde los Wonderbolts realizan espectáculos aéreos durante siente, días, seguidos.
—A mi me gustaría ir a Caramelandia, la fiesta de dulce más grande de toda Equestria —comentó Pinkie alegre—. Probaría todo los dulces habidos y por haber, me subiría a la rueda de la fortuna de malvaviscos, nadaría en la piscina de chocolate y luego tomaría un relajante baño en el jacuzzi de chocolate caliente, luego iría al circo a ver a los animales de gomitas…
El deseo de Pinkie se extendió por minutos, pero la mente de Twilight había dejado el establecimiento casi al empezar. Lo único que pensaba era en aquel diario que había encontrado por accidente y lo que sus páginas podrían revelarle. Tal vez estaba desesperada por encontrar su respuesta, de hecho lo estaba, pero tenía una corazonada en ese diario.
—Bueno Pinkie, ya entendimos —detuvo Rainbow.
—Pinkie, tienes que admitir que es un sueño muy loco, ¿acaso eso existe? —inquirió Applejack dudosa.
—Pues claro que existe, tontita. ¿Acaso crees que inventaría lo de colina de merengue?
—Suena delicioso —agregó Fluttershy.
—Pues a mí me suena a un delirio de azúcar más que un lugar para vacacionar.
—Relájate Rainbow, parece un lugar adorable —comentó Rarity.
—Twilight, ¿existe Caramelandia? —preguntó Rainbow.
La princesa no respondió la pregunta, sólo estaba mirando un punto fijo sin prestarle atención.
—Tierra llamando a Twilight, ¿estás aquí?
—¿Ah? ¿Eh? Perdón, no estaba escuchando.
—Estábamos discutiendo sobre la existencia de Caramelandia.
—Pues claro que existe, yo le mostré unos folletos del lugar.
Pinkie mostró una sonrisa burlona por haber ganado mientras Rainbow sólo se encogió de hombros.
—Pues, a mi me gustaría llevar a mi familia a una excursión por toda Equestria. Recorrer ciudades y despejar mi mente del trabajo por un rato —dijo Applejack.
—¿Llevarías a tu familia contigo? —preguntó Rarity algo extrañada.
—Pues claro, no me imaginó la vida sin ellos —respondió con una sonrisa—. Además, les vendría bien una escapada de la granja, a veces puede ser muy estresante.
—Tu turno Fluttershy —señaló Rainbow acariciándole gentilmente la mejilla, lo que hizo que sonrojara.
—P-pues, a mi me gustaría ir al gran árbol de las mariposas durante la migración. Ellas se quedan allí por toda una semana para descansar sus alas antes de continuar su recorrido, me gustaría estar con ellas, comunicarme y sacarme fotos, seria agradable.
Nuevamente, los pensamientos de Twilight descarrilaron hacia el diario que había encontrado. ¿Qué oscuros secretos guardará el autor? ¿Tendría la respuesta que estaba buscando? ¿Estará en un estado legible al menos?
De pronto, el sonido de unos cascos chocando en frente de ella la despertó de su trance.
—Twilight, despierta, te estás perdiendo el increíble relato de Fluttershy —dijo Pinkie.
—¿Ah? Lo siento, lo siento, estaba distraída.
—A ver Rarity, cuéntanos lo tuyo.
—Esperen un segundo —dijo dándole los toques finales a la melena y cola de Twilight—, perfecto, ahora déjame ponerte esta mascarilla para limpiar y rejuvenecer tu piel querida, lucirás perfecta antes de ir a dormir.
Con delicadeza, Rarity untó el rostro de Twilight con aquella sustancia verdosa y luego le puso un par de rodajas de pepino en los ojos.
—Listo. Con respecto a la pregunta, a mi me gustaría viajar a la semana de la moda en Manehattan para poder estar rodeada de lo más bello en ropa y cosméticos, primero iría como turista, pero espero algún día poder viajar como diseñadora y lucir mis creaciones ante millares de ponis entusiastas.
—Sí que apuntas alto —comentó Applejack.
—Gracias.
—¡Twilight, despierta! —gritó Rainbow.
—Estoy despierta.
—¿A si? ¿Qué dijo Rarity?
—Pues… algo sobre…
—¿Lo ves? No nos escuchas.
—Lo siento, tuve mucho en mi cabeza últimamente.
—Eso nos preocupó a nosotras cuando Spike vino a avisarnos, ¿te encuentras bien terroncito?
Twilight dudó un segundo antes de responderles.
—Sabes que puedes contar con nosotras para lo que sea —dijo Fluttershy.
Esas palabras conmovieron a la princesa de la amistad, ¿pero realmente estaba dispuesta a contarles la verdad?
Aun con los pepinos en sus ojos, pudo imaginar las expresiones de inquietud y preocupación que tenían cada una de ellas. Era obvio que se preocupaban por ella. Tal vez, sólo tal vez.
—Yo sé porque estás así —afirmó Rainbow.
—¿En serio? —preguntaron las demás.
Rainbow afirmó con la cabeza.
—Prepárense, porque esta revelación va a cambiar el modo en que vemos a la cerebrito.
«Ella lo sabe» pensó Twilight atemorizada.
—Es algo que ella seguramente intentó mantener en secreto, quien sabe por cuánto tiempo.
«Se los va a contar».
—Y es por eso que vino así de desalineada esta noche.
«Es mi fin, ¿Cómo viviré ahora?».
La expresión de Twilight, aun con la mascarilla, hizo evidente que la noticia era algo de suma importancia y el hecho de que Rainbow las pusiera en suspenso como el anunciador de un programa de concursos no mejoraba el ambiente, el cual se puso pesado, el corazón se aceleraba, sus cascos comenzaron a temblar, su mente comenzó a formular infinidad de escenarios de lo que ocurriría si Rainbow la delataba. Pero era incapaz de detenerla, en el fondo quería sacarse este peso de encima.
—Ya Rainbow, escúpelo —rogó Applejack.
—Ayer estaba volando como de costumbre cuando miré hacia abajo y vi como Rarity y Twilight se besaban frente a una multitud de ponis demostrando amor verdadero. Incluso una de ellas salió corriendo con lágrimas en los ojos luego de esa demostración de afecto —dijo Rainbow velozmente, levantando ambos cascos al aire mientras recobraba el aliento.
«¡Estoy perdida! Mi vida nunca será… esperen, ¿Qué?».
Esa no es la revelación que esperaba. Twilight se sacó los pepinos de los ojos para apreciar como Rainbow la observaba con mirada picara, Applejack boquiabierta con el sombrero en su casco, Fluttershy cabizbaja con un leve rubor, Pinkie con una gran sonrisa mientras daba brincos en el lugar y finalmente Rarity también con un leve rubor por el recuerdo conteniendo una risilla. Pero su risa pudo más que ella y rompió a reír a carcajadas ante la mirada de las demás.
—Lo siento, es que no puedo creer lo exagerada que eres para contar historias, Rainbow —dijo Rarity.
—¿Entonces, no se besaron? —inquirió Applejack.
Cada vez que escuchaba esa palabra Twilight miraba hacia otro lado. Si no fuera por la mascarilla, todas podrían ver el rubor rosa que brillaba intensamente en sus mejillas.
—Claro que nos besamos —contestó Rarity—, pero no como ustedes piensan. Todo fue un plan para alejar a una insistente admiradora de Twilight que no dejaba de molestarla. Y fue muy efectivo, si me permiten decirlo.
—Mira nada más, no creí que fueras capaz de hacer algo así Twilight —alagó Rainbow.
—G-gracias, supongo.
—¿Sucede algo Twilight? —preguntó Fluttershy.
—Debe estar súper atontada porque ese fue su primer beso —afirmó Pinkie.
—No seas ridícula Pinkie. Ese no debe ser el motivo, ¿o sí? —cuestionó Rarity.
El interrogatorio acorralaba más y más a Twilight, quien pronto sintió que el aire le faltaba. Comenzó a respirar pesadamente por la boca.
—¡Alguien tráigale algo que la ayude! —alertó Applejack.
—Toma Twilight, una bolsa que solía contener caramelos, tal vez el azúcar te ayude —dijo Pinkie entregándole una bolsa para que respire.
Las chicas vieron preocupadas como Twilight respiraba por allí y poco a poco se calmaba. Mientras tanto su mente formulaba preguntas, ¿estaba dispuesta a continuar con esta rutina de incomodidad y miedo cada vez que se juntaran a dormir o charlar? No era la primera vez que ella se ponía como loca por este tipo de charla y tarde o temprano alguien la arrinconaría y le pediría explicaciones.
Eran sus amigas, ellas debían conocer la verdad. Toda la verdad.
—Lo siento, no quise preocuparlas.
—Pues, nosotras no debimos entrometernos donde no nos llaman, ¿no es cierto, Rainbow? —preguntó Applejack mirando a la pegaso.
—Está bien, lo siento. No volveré a entrometerme, verbalmente.
—Como sea querida, no volveremos a hablar de este tema si te hace sentir incomoda, pero quiero que sepas que todas estamos para ayudarte cuando más lo necesites.
Todas asintieron.
Ellas debían conocer toda la verdad.
—No —dijo Twilight sacándose la mascarilla—. Lo lamento pero nunca fui sincera con ustedes con respecto a este tema.
—No debes decirnos algo sólo porque te sientas obligada —remarcó Rarity.
—Pero quiero hacerlo —inspiró profundamente antes de continuar—. La verdad es…
Su mente se puso en blanco por unos instantes. ¿Por qué era tan difícil decirles la verdad?
A diferencia de ellas, Twilight conocía la inclinación sexual de cada una. Sabía que Applejack era lesbiana, pero como su mente y cuerpo estaban siempre en la granja y su familia, no tenía tiempo para una relación amorosa. Rarity también era lesbiana, pero tenía altos estándares para elegir parejas, por eso nunca se mostró interesada en las yeguas del pueblo, esa era el miedo de Twilight al principio, pensaba que el hecho de ser princesa llamaría la atención de la modista, después de todo, ¿Quién está más arriba de una princesa?
Pinkie Pie, bueno, era Pinkie Pie. Ella no es de hablar de estos temas porque su cabeza está llena de fiestas y diversión, pero se asume que es lesbiana.
Al final están Rainbow Dash y Fluttershy, si hay algún motivo para nombrarlas juntas es porque ellas llevan saliendo por casi dos años, desde antes de la llegada de Twilight a Ponyville. De vez en cuando se las veía por el pueblo con los cascos tomados y besándose en los límites del poblado gracias a que Fluttershy no le gusta mostrar ese tipo de afecto en público.
—Yo soy…
Pudo articular palabras, unas pocas, las últimas antes de su gran revelación.
Su rostro y cascos comenzaron a sudar. Sentía el corazón en la garganta a punto de escapar. Su mente volvió a estar en blanco. La idea del rechazo se instauró, formulando las mismas preguntas una y otra vez.
«¿Qué pensarán si les digo la verdad? ¿Lo tomarán bien? ¿Seguirán siendo mis amigas? ¿Me delatarán con el pueblo? ¿Tendré que escapar? Si vuelvo a casa de mi padre, ¿Cómo se lo voy a decir? Seguramente Equestria se enterará unos días después, ¿Cómo enfrentaré la humillación pública? ¿los ponis tratarán de derrocarla? ¿Qué sucederá con Spike? ¿Tratarán de lincharlo a él también? ¿Es mi culpa que él también haya salido heterosexual? ¿Qué pasará con los elementos de la armonía? ¿Seguiré siendo merecedora de ese poder?» pensó una y otra vez.
Sólo había un poni en toda Equestria que conocía su secreto, y esta situación le resulta igual de difícil que aquella vez.
Todos sus pensamientos desaparecieron cuando sintió el gentil toque de un casco blanco. Al levantar la mirada, vio que todas la miraban comprensivamente. No la juzgaban, ni la presionaban, sólo querían saber lo que pasaba para ayudarla.
—Heterosexual.
Al instante cerró sus ojos y cubrió su rostro con sus cascos para evitar cualquier tipo de agresión física, lo hizo instintivamente.
—¿Qué estás haciendo? —inquirió Rainbow.
Twilight abrió uno de sus ojos, observando que ninguna se movió de su lugar y la miraban extrañada.
—Calma Twilight, no vamos a hacerte daño —dijo Applejack.
—¿Ah no?
—Por supuesto que no, ¿Acaso crees que somos un grupo de barbaros como la mayoría de Ponyville? —inquirió Rarity.
—Es que creí que… pensé que me pasaría lo mismo…
—Sólo porque los demás lo sean no significa que nosotras también lo seamos —aclaró Applejack.
—Tu eres nuestra amiga Twilight. No vamos a considerarte menos sólo porque no te gusten las yeguas, como a nosotras, ni mucho menos te haríamos daño —dijo Fluttershy.
—Además, eso te hace extra especial Twilight. Bueno, ya eras especial por eso de la magia y esas cosas, pero ahora eres extra súper especial —agregó Pinkie.
—No debí desconfiar de ustedes, debí contarles en un principio.
Con una lagrima de felicidad, las seis se abrazaron. Hace mucho que no se sentía así de aliviada.
—Chicas…—dijo Twilight rompiendo el abrazo.
—Ni lo menciones querida, tu secreto está a salvo con nosotras —aclaró Rarity.
—Gracias.
—Dejemos esto de lado. Twilight, ¿Por qué no vino Spike? —preguntó Rainbow.
—Está enfermo —mintió.
—Lastima, podríamos maquillarlo a la fuerza como la ultima que vino aquí.
—Tal vez es por eso que se enfermó, recordó lo que ibas a hacerle —comentó Applejack.
Las demás rieron y la noche continuó como si nada hubiera pasado. Claro que después le hicieron preguntas sobre su infancia y cosas relacionadas a su orientación, con cada relato, su corazón se aligeraba. Al fin contaba con ponis cercanos e importantes en quienes apoyarse en momentos de duda y confusión.
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Al día siguiente, luego del almuerzo, Twilight estaba lista para leer aquel diario que encontró en el castillo de las dos hermanas. Preparó algunos pergaminos para anotar las cosas de mayor importancia y colocó el diario en el centro de su escritorio.
Lo observó por unos segundos e inspiró profundamente. Spike había salido y contaba con una tarde en soledad para estudiar a fondo y tal vez encontrar la respuesta que necesitaba. Antes de abrirlo, creyó haber visto la marca de la portada brillar. Dejó esos pensamientos de lado y abrió el diario.
—¿Nunca te enseñaron a no leer los diarios de los demás?
Twilight gritó asustada y cayó al suelo al ver la cara del dueño del diario impreso en la primera página. A los pocos segundos, aquel ser salió de esa página y tomó el diario.
—Ups, lo siento Twilight Sparkle.
—¿Qué haces aquí Discord?
—¿Acaso no puede un buen amigo venir de visita para recuperar algo que creía perdido hace más de mil años?
—¿Cómo supiste que lo tenía? —preguntó incorporándose.
—El diario y yo estamos conectados mágicamente. Comencé a sentir un cosquilleó el día de ayer y tomé el primer tren para venir a visitarte.
—¿Sin avisarme?
—Pero si te escribí una carta, no es mi culpa que el sistema de correo sea lento —respondió Discord mientras leía algunos pasajes del diario.
En ese instante, tocaron a la puerta, al abrir Discord se encontraba vestido de cartero sosteniendo su diario en una garra y una carta en otra.
—Carta para la princesa Twilight.
Ella rodó sus ojos y abrió el sobre, encontrando una mini quesadilla en su interior, a lo cual Twilight reaccionó arrojándolo a la basura. Discord rió por su broma.
—No pude evitarlo Twilight. Estoy tan feliz por haber encontrado mi diario —dijo abrazándolo con fuerza.
Ella levantó una ceja extrañada.
—Oye, no sólo las chicas pueden tener diario, en especial si eres un ser milenario como yo.
—Eso no importa. Lo necesito Discord, estoy en medio de una investigación.
—¿Y se puede saber para qué lo necesitas?
—No te lo voy a decir.
—Ah, ahora entiendo, no confías en mí lo suficiente para decirme lo que ibas a hacer con MI diario. Entonces creo que me voy a ofender y me iré con MI diario, pero no te preocupes, te enviaré una copia, cuando cumplas los setenta y cinco años —comentó Discord marcando su salida.
—¡Espera!
Twilight suspiró en resignación.
—Te lo diré.
—¡Fantástico! —exclamó Discord haciendo aparecer un sillón con palomitas.
—Desde hace varios días estoy investigando el origen de las relaciones interpersonales de los ponis y como estos eligen a otros ponis del mismo género en lugar del opuesto como hacen en el resto del mundo. Pero al parecer ningún libro de historia o hipología brinda la respuesta que estoy buscando y-
Su relato se vio interrumpido por los ronquidos del espíritu del caos que dormía plácidamente con su diario tapando sus ojos.
—¡Discord!
—¿Ah? ¿Qué? ¿Cuándo? Lo siento Twilight, es que tu relato era aburrido, ¿podrías resumirlo para mí?
—En resumen, estoy investigando porque los ponis se inclinan a la homosexualidad y no a la heterosexualidad como el resto del mundo. Ningún libro tiene la respuesta que busco y pienso que tu diario si las tiene.
—¿Lo ves? ¿No podrías haber sido así de clara desde el comienzo?
—¿Me lo darás o no? —preguntó molesta.
—Claro, solo respóndeme esto. ¿Dónde lo encontraste?
—En el antiguo castillo de la princesa Celestia y la princesa Luna, dentro de un bloque de piedra.
—¿Me pregunto por qué Celestia lo ocultó de esa manera? No importa, lo importante es que está conmigo. Aquí tienes.
Discord chasqueó sus garras y una copia del diario apareció en frente de Twilight. Le dio un rápido vistazo para asegurarse que sea una copia autentica.
—Aunque me parezca extraño lo que estás haciendo, debo aclarar que no encontrarás la respuesta allí.
—¿A qué te refieres?
—Pues, yo no soy ningún filosofo, historiador o hipólogo, sólo fui un simple gobernante. Realmente no le prestaba mucha atención a los que los ponis hicieran con sus vidas. Lo único que podría aportar es decirte que en mis tiempos, los sementales buscaban a las yeguas y viceversa, era raro ver una pareja de la misma especie.
—Eso quiere decir… que el cambio de orientación puede haber sucedido después de tu derrocamiento. ¡Gracias, Discord, me has ayudado más de lo que imaginas! —expresó Twilight saltando y abrazándolo.
—Sí, sí, para eso están los amigos —dijo apartándola por traerle recuerdos del momento de su aprisionamiento en piedra—. Bueno, debo irme, tengo mucha lectura que hacer y muchas cosas que plasmar, estar mil años atrapado pudiendo ver y escuchar a mi alrededor dejaron muy buenas anécdotas, y creo que tu también tienes mucho que leer.
—Gracias por dejarme una copia de tu diario.
—No se lo muestres a nadie a menos que quieras que llene tu casa con queso fondue.
—Está bien, está bien, lo prometo —dijo haciendo una cruz en su corazón.
—Y recuerda, si llegas a bloquearte en tu investigación, un buen viaje podría despejar tu cabeza. Escuché por ahí que el imperio de cristal está abriendo zonas turísticas —propuso Discord haciendo aparecer un folleto.
—Lo tomaré en cuenta.
—Adiós Twilight Sparkle, mucha suerte con eso.
—Adiós Discord, gracias de nuevo.
Con un chascar de su garra, Discord desapareció en un destello, dejando a Twilight en la soledad de la biblioteca del castillo. Esperando que no hubiera más visitas sorpresas, puso el diario de Discord en el escritorio y lo abrió en la primera pagina.
—Hora de leer.[/size][/font]
En la mañana de la piyamada, la biblioteca se encontraba cerrada para el público, libros esparcidos por el suelo, las cortinas impedían el paso de la luz dejando el ambiente a obscuras, sólo las velas a punto de consumirse eran su única fuente de iluminación. La princesa de la amistad estaba durmiendo sobre una pila de libros, los bordes de muchos de ellos dejaron marcas en el cuerpo de la poni, pero mucho no le importaba ya que era la primera vez en días que pudo conciliar el sueño desde aquella charla con Spike.
Spike estuvo preocupado por Twilight, fue incapaz de apartarla de los libros. Se sentía culpable por ello. Incluso buscó la ayuda de sus amigas para que la sacaran de aquel transe, pero fue inútil y decidieron dejarla así, argumentando que era cuestión de tiempo para que regresara a la normalidad. Rarity, por respeto, no le contó a nadie lo sucedido aquel día, pero una situación en la boutique le hizo entender que Twilight le había contado a Spike lo ocurrido.
[center]XXX[/center][/b]
La tarde después de aquel descargue emocional, Spike fue a la boutique por un compromiso que había asumido con Rarity días atrás, pero no iba con la intención de ayudarla en lo más mínimo. Con cada paso que acortaba su destino, sus garras comenzaban a sudar y temblar, sus sentimientos por ella comenzaban a florecer entre la amargura de la noticia que todavía le afectaba. Sí, todo fue planeado, pero no cualquiera haría eso a menos que se sintiera cómodo, todo derivaba a una conclusión, una que, inconscientemente, negaba para tener una oportunidad de amar, pero que la realidad se encargaba de remarcar cada día de su vida.
Cuando menos lo supo, ya estaba en la puerta. Extendió su garra a punto de tocar, pero esta se congeló a un centímetro de llegar, ¿de verdad estaba dispuesto a hacerlo? Una de sus opciones era fingir estar enfermo para no asistir, pero entonces ella iría a verlo y con Twilight fuera de juego no habría nadie quien lo cubriera.
No tuvo tiempo de seguir pensando cuando la perilla de la puerta se envolvió en un aura azulada y giró.
—¿Hay alguien allí?
La mitad superior de la puerta se abrió, revelando la figura que él tanto amaba.
—Oh Spike, eres tú, que bueno que llegaste, tengo un pedido súper importante, y necesito de tus garras para completarlo.
—De hecho Rarity…
—Incluso conseguí unas cuantas gemas brillantes para la merienda de descanso —ofreció con una sonrisa.
—¿Gemas dijiste? Es decir, no vine a eso Rarity —expresó cabizbajo.
—¿Sucede algo Spike?
—¿Es verdad que besaste a Twilight ayer?
—¿Cómo te enteraste?
—Ella lo dijo al aire cuando llegó agitada, parece que la dejaste sin aliento.
—Spike, todo fue un plan para que Lyra dejara de molestar a Twilight, en realidad no siento nada por ella que no sea amistad. ¿Viniste por eso cierto? Seguro ella se confundió, debo ir y arreglar las cosas —dijo abriendo completamente la puerta.
—¡No son sus sentimientos los que tienes que arreglar! —gritó Spike— ¡Son los míos!
Rarity llevó a uno de sus cascos a su boca para disimular su expresión de sorpresa. Miró a su alrededor, cerciorándose que nadie estuviera cerca.
—Lo siento Spike, no tenía idea que esto iba a afectarte.
—Sólo dime una cosa Rarity, ¿a ti te gustan las yeguas?
—¿Qué clase de pregunta es esa Spike?
—Responde por favor Rarity, necesito saberlo —rogó.
—¿Por qué necesitas saberlo?
—¡Porque...! —juntó valor para decirlo al mismo que bajó el volumen para no llamar la atención de los demás ponis— Porque no puedo amar a alguien que no siente lo mismo por mí.
Rarity no estaba preparada para esa declaración. Hubo un par de ocasiones en el pasado que Spike estuvo a punto de confesarle su amor a Rarity, sin contar el obvio comportamiento que mostraba estando cerca de ella. Imaginó que era un flechazo de infante, inofensivo, y que el tiempo se encargaría de sustituir por un amor legítimo. Tal vez eso ocurrió, pero con ella siendo ambos, el flechazo y el primer enamoramiento.
—Spike, yo no sé qué decir, no tenía idea que tus sentimientos fueran tan profundos.
Spike estaba a punto de llorar. Recuerdos de su descubrimiento aparecían en su mente.
—Desafortunadamente, me atraen las yeguas, como a todas. Pero podemos ser amigos Spike, no tiene porque cambiar lo que tenemos ahora —dijo en forma de consuelo.
—No hay problema —respondió resignado ante la realidad—, sólo dame unos días para recuperarme.
—Lo entiendo Spike, perdóname, de verdad lo siento.
—No hay nada porque pedir perdón Rarity.
Con el corazón destrozado se retiró. Volvió al castillo para encontrarse con una Twilight inmersa en varios libros a la vez, se alejó de allí directo a su cuarto, a llorar en su cama.
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Spike ingresó a la biblioteca del castillo y esquivó libros caídos hasta llegar a la alicornio que dormitaba encima de ellos. Por un segundo pensó en no despertarla y aprovechar las horas extras de sueño que ganaba al no despertarse temprano, pero dejó su egoísmo de lado y agitó gentilmente a Twilight.
—Twilight, despierta, ya es mediodía, debes preparar tus cosas para la piyamada de esta noche.
Pero ella no reaccionaba, incluso hablaba dormida, repetía la palabra "respuesta". Spike sacó del desorden una hoja en blanco y con su fuego quemó la punta, liberando humo. Lo acercó al rostro de Twilight y gritó:
—¡Twilight despierta, el castillo se quema!
Al instante Twilight reaccionó, saltando y cayendo en una pila de libros.
—Spike, eso no es gracioso —dijo sacando la cabeza de la pila de libros.
—Lo siento, pero tenía que despertarte de alguna forma —comentó apagando el papel y arrojándolo a la basura.
—Mira este lugar, ¿Qué sucedió anoche? —inquirió Twilight refregando sus ojos.
—¿Anoche? Estuviste tres días seguidos leyendo, Twilight.
—¿En serio? Vaya, me duele la cabeza.
—Ven, te daré una aspirina —dijo Spike sacándola de allí, llevándola a la cocina.
Ambos caminaron por un largo pasillo hasta llegar a la lujosa cocina con lo último en electrodomésticos y una mesa redonda.
—No encontré lo que buscaba, Spike —comentó mientras esperaba por su aspirina.
—Twilight, no es necesario que hagas eso por mí, puedo superarlo —dijo Spike buscando en una gaveta.
—No es sólo por ti Spike, es muy raro que no haya nada en los libros sobre una de las partes más importantes de nuestra cultura, la que nos distingue de otras sociedades del mundo.
—Tal vez los libros no dicen nada porque siempre fue de esa manera.
—No Spike, todo tiene su origen y por más simple que sea, debe estar escrito en algún lado.
—Puedes buscarlo por ti, yo ya no necesito una respuesta, ya solucioné todo.
El tono con lo que dijo eso último llamó su atención.
—¿A qué te refieres con eso? ¿Spike qué hiciste?
—Encaré a Rarity sobre lo de su beso y luego le confesé mis sentimientos.
—Ay Spike, ¿en que estabas pensando? ¿Mira si alguien te escuchaba?
—No tienes de que preocuparte, nadie se enteró.
—¿Y qué pasó?
—¿Qué otra cosa podía pasar? A ella le gustan las yeguas, no hay nada que pueda hacer contra eso, pero seguimos siendo amigos. Por cierto, me dijo que ese beso era parte de su plan para deshacerse de Lyra, no tienes nada de qué preocuparte.
Esa noticia liberó un gran peso en Twilight, quien no había pensado en lo incomodo que sería encontrarse con ella esa noche en la piyamada. Cerró sus ojos y suspiró aliviada. Spike se acercó a ella y le entregó la aspirina con un vaso de agua.
—¿Te encuentras bien? —inquirió Twilight luego de tomar la medicina.
—Sí.
—¿No quieres un abrazo?
—No lo necesito —respondió caminando a otra sala.
De pronto, un aura mágica rodeó el cuerpo del dragón y lo atrajo hacia Twilight, atrapándolo en un abrazo. Spike se resistió por unos segundos pero luego se dejó llevar por esa sensación de calma que sólo ella podía transmitirle.
Al romper el abrazo, Twilight trotó hasta la salida, agarrando su alforja. Spike la siguió por detrás.
—¿A dónde vas?
—A la biblioteca del castillo de las dos hermanas, debe haber un libro allí que me pueda ayudar.
—¿Y la piyamada?
—Volveré a tiempo para llevar mis cosas.
Abrió la puerta y apresuró su paso para llegar lo antes posible ya que contaba con pocas horas de lectura antes de la piyamada. Mientras recorría el pueblo, volteaba a ver a los ponis a su alrededor, todos metidos en sus propios asuntos, pero sabía que sus orejas estaban al tanto de los demás. Un miedo se materializó en su mente, en el cual Spike corría peligro por haber dicho lo que dijo. Pero algo llamó su atención, sentada en un banca de una forma peculiar se encontraba Lyra, con una expresión de tristeza en su rostro, al lado se amiga Bon Bon trataba de animarla ofreciéndole un licuado de frutas, pero ella lo rechazó. Quiso acercarse y hablar con ella ahora que las cosas se habían enfriado, pero tenía cosas más importantes que hacer.
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La vista del pueblo cambió por el bosque, un camino señalizado con carteles guió a la princesa hacia el castillo de las dos hermanas, que había recuperado parte de su gloria luego de limpiarlo y ordenarlo un poco. Con un mapa mental del lugar, Twilight se guió entre los pasillos hasta llegar a la vieja biblioteca llena de libros viejos, polvorientos y escritos tradicionalmente. Se acercó al escritorio y sacó una pluma, tinta y pergaminos con anotaciones varias, abrió uno de ellos y desplegó una lista con la organización de las estanterías que ella misma se encargó de ordenar y archivar. Utilizando su magia, atrajo el primer libro de historia Equestriana y pre Equestriana y comenzó su lectura.
Las horas avanzaron y Twilight se frustraba por el mismo resultado que estaba obteniendo allí. Incluso aquellos libros que contenían historia antigua mucho antes de la fundación de Equestria eran inútiles, ninguno daba indicio a un suceso en concreto que alterara la sexualidad de los ponis, sólo sucedió, tal como Spike propuso.
—Esto no puede ser —musitó Twilight—. Estos libros son inútiles.
Al terminar de leer el ultimo, lo cerró con fuerza y lo mantuvo levitando junto a otros veinte ejemplares a su alrededor. Buscó en la lista algún libro que la ayudase, pero fue inútil, ya no había libros disponibles.
—No… hay… ¡nada! —dijo repeliendo los libros en todas direcciones.
Uno de ellos golpeó el viejo candelabro que colgaba en medio de la habitación, provocando que se balancee peligrosamente. Twilight no se dio cuenta, estaba con su cara sobre la mesa, tratando de analizar la situación. El candelabro cedió y cayó al suelo, causando un estruendo que despertó a Twilight de sus pensamientos.
Al acercarse usó su magia para limpiar, jurando que compraría uno nuevo para reemplazarlo, pero notó algo raro, no sólo se había salido el candelabro sino el bloque de piedra que lo sostenía, al inspeccionarlo notó un extraño símbolo, un circulo con ocho flechas saliendo de este. Era algo que ella nunca había visto. Con suma cautela utilizó un hechizo para romper el bloque a la mitad y revelar lo que había en su interior.
Grande fue su sorpresa al extraer un libro de allí, en su tapa resaltaba la misma marca que en el bloque. Al abrirlo quedó boquiabierta ya que no era un libro común y corriente, era un diario, pero no un diario de un poni desconocido, era del ultimo ser que esperaba encontrar.
Estaba a punto de abrirlo cuando notó la hora en el viejo reloj de pared.
—¡La piyamada!
Guardó todas sus cosas en la alforja, incluyendo aquel extraño diario y se teletransportó hasta el castillo.
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Las risas emanaban de Sugarcube Corner, allí las chicas pasaban una jornada llena de diversión y juegos al mismo tiempo que degustaban los postres hechos por Pinkie para la ocasión. Sólo faltaba una yegua.
—Bien, relájate, sólo es una piyamada, ella no quiere nada contigo, no hay porque estar nerviosa —se dijo Twilight a sí misma en la puerta del local.
Levantó su casco y tocó la puerta. Unos segundos después la puerta se abrió, revelando a una poni rosa que masticaba un postre.
—Hola Pinkie, lamento haber llegado tarde.
Ella intentó responder pero tenía la boca llena. Sacó una bebida de su cabello y la tomó rápidamente.
—Delicioso. Hola Twilight, pasa, te estábamos esperando.
Ambas ingresaron y subieron las escaleras hasta la habitación de Pinkie, allí las demás charlaban animadamente.
—Pero miren quien llegó —dijo Rainbow Dash.
—Lo siento por eso, estaba leyendo un libro y perdí la noción del tiempo.
—No hay problema terroncito, toma asiento —dijo Applejack.
—Aquí tienes Twilight, unos pastelillos y un jugo —ofreció Pinkie.
—Gracias, estoy hambrienta.
Mientras comía, notó que faltaba alguien en su círculo de amigas.
—¿Dónde está Rarity? —inquirió Twilight.
Esa pregunta alertó a Rainbow.
—¿Alguien dijo mi nombre? —preguntó Rarity saliendo del baño.
Cuando Rarity fijó su vista en Twilight, esta quedó petrificada por el estado en que se encontraba su melena y su rostro.
—¿Pero que te sucedió querida? Sólo mírate, estás, perdona mi expresión, hecha un desastre.
—¿De qué hablas?
Rarity trajo un espejo con su magia, revelando lo descuidado de su melena y las bolsas en sus ojos.
—¿Esto? Me quedé hasta muy tarde leyendo.
—Pues no voy a permitir que una de mis amigas esté en este deplorable estado en una ocasión tan especial como lo es, una piyamada. Por suerte traje conmigo mi kit de belleza —expresó abriendo una caja mediana llena de maquillaje.
—No tienes porque molestarte Rarity, voy a lavarme el rostro y-
—No es molestia, es un placer. Esto sólo va a tardar un segundo.
Con su magia levitó un cepillo con el cual peinaba su melena mientras que preparaba una mascarilla para quitar esas bolsas.
—Muy bien, antes de que la cerebrito se hiciera presente. Estábamos hablando sobre nuestros lugares favoritos en donde quisiéramos vacacionar —retomó Rainbow—. Yo dije en Cloudsdale durante la semana de vuelo, donde los Wonderbolts realizan espectáculos aéreos durante siente, días, seguidos.
—A mi me gustaría ir a Caramelandia, la fiesta de dulce más grande de toda Equestria —comentó Pinkie alegre—. Probaría todo los dulces habidos y por haber, me subiría a la rueda de la fortuna de malvaviscos, nadaría en la piscina de chocolate y luego tomaría un relajante baño en el jacuzzi de chocolate caliente, luego iría al circo a ver a los animales de gomitas…
El deseo de Pinkie se extendió por minutos, pero la mente de Twilight había dejado el establecimiento casi al empezar. Lo único que pensaba era en aquel diario que había encontrado por accidente y lo que sus páginas podrían revelarle. Tal vez estaba desesperada por encontrar su respuesta, de hecho lo estaba, pero tenía una corazonada en ese diario.
—Bueno Pinkie, ya entendimos —detuvo Rainbow.
—Pinkie, tienes que admitir que es un sueño muy loco, ¿acaso eso existe? —inquirió Applejack dudosa.
—Pues claro que existe, tontita. ¿Acaso crees que inventaría lo de colina de merengue?
—Suena delicioso —agregó Fluttershy.
—Pues a mí me suena a un delirio de azúcar más que un lugar para vacacionar.
—Relájate Rainbow, parece un lugar adorable —comentó Rarity.
—Twilight, ¿existe Caramelandia? —preguntó Rainbow.
La princesa no respondió la pregunta, sólo estaba mirando un punto fijo sin prestarle atención.
—Tierra llamando a Twilight, ¿estás aquí?
—¿Ah? ¿Eh? Perdón, no estaba escuchando.
—Estábamos discutiendo sobre la existencia de Caramelandia.
—Pues claro que existe, yo le mostré unos folletos del lugar.
Pinkie mostró una sonrisa burlona por haber ganado mientras Rainbow sólo se encogió de hombros.
—Pues, a mi me gustaría llevar a mi familia a una excursión por toda Equestria. Recorrer ciudades y despejar mi mente del trabajo por un rato —dijo Applejack.
—¿Llevarías a tu familia contigo? —preguntó Rarity algo extrañada.
—Pues claro, no me imaginó la vida sin ellos —respondió con una sonrisa—. Además, les vendría bien una escapada de la granja, a veces puede ser muy estresante.
—Tu turno Fluttershy —señaló Rainbow acariciándole gentilmente la mejilla, lo que hizo que sonrojara.
—P-pues, a mi me gustaría ir al gran árbol de las mariposas durante la migración. Ellas se quedan allí por toda una semana para descansar sus alas antes de continuar su recorrido, me gustaría estar con ellas, comunicarme y sacarme fotos, seria agradable.
Nuevamente, los pensamientos de Twilight descarrilaron hacia el diario que había encontrado. ¿Qué oscuros secretos guardará el autor? ¿Tendría la respuesta que estaba buscando? ¿Estará en un estado legible al menos?
De pronto, el sonido de unos cascos chocando en frente de ella la despertó de su trance.
—Twilight, despierta, te estás perdiendo el increíble relato de Fluttershy —dijo Pinkie.
—¿Ah? Lo siento, lo siento, estaba distraída.
—A ver Rarity, cuéntanos lo tuyo.
—Esperen un segundo —dijo dándole los toques finales a la melena y cola de Twilight—, perfecto, ahora déjame ponerte esta mascarilla para limpiar y rejuvenecer tu piel querida, lucirás perfecta antes de ir a dormir.
Con delicadeza, Rarity untó el rostro de Twilight con aquella sustancia verdosa y luego le puso un par de rodajas de pepino en los ojos.
—Listo. Con respecto a la pregunta, a mi me gustaría viajar a la semana de la moda en Manehattan para poder estar rodeada de lo más bello en ropa y cosméticos, primero iría como turista, pero espero algún día poder viajar como diseñadora y lucir mis creaciones ante millares de ponis entusiastas.
—Sí que apuntas alto —comentó Applejack.
—Gracias.
—¡Twilight, despierta! —gritó Rainbow.
—Estoy despierta.
—¿A si? ¿Qué dijo Rarity?
—Pues… algo sobre…
—¿Lo ves? No nos escuchas.
—Lo siento, tuve mucho en mi cabeza últimamente.
—Eso nos preocupó a nosotras cuando Spike vino a avisarnos, ¿te encuentras bien terroncito?
Twilight dudó un segundo antes de responderles.
—Sabes que puedes contar con nosotras para lo que sea —dijo Fluttershy.
Esas palabras conmovieron a la princesa de la amistad, ¿pero realmente estaba dispuesta a contarles la verdad?
Aun con los pepinos en sus ojos, pudo imaginar las expresiones de inquietud y preocupación que tenían cada una de ellas. Era obvio que se preocupaban por ella. Tal vez, sólo tal vez.
—Yo sé porque estás así —afirmó Rainbow.
—¿En serio? —preguntaron las demás.
Rainbow afirmó con la cabeza.
—Prepárense, porque esta revelación va a cambiar el modo en que vemos a la cerebrito.
«Ella lo sabe» pensó Twilight atemorizada.
—Es algo que ella seguramente intentó mantener en secreto, quien sabe por cuánto tiempo.
«Se los va a contar».
—Y es por eso que vino así de desalineada esta noche.
«Es mi fin, ¿Cómo viviré ahora?».
La expresión de Twilight, aun con la mascarilla, hizo evidente que la noticia era algo de suma importancia y el hecho de que Rainbow las pusiera en suspenso como el anunciador de un programa de concursos no mejoraba el ambiente, el cual se puso pesado, el corazón se aceleraba, sus cascos comenzaron a temblar, su mente comenzó a formular infinidad de escenarios de lo que ocurriría si Rainbow la delataba. Pero era incapaz de detenerla, en el fondo quería sacarse este peso de encima.
—Ya Rainbow, escúpelo —rogó Applejack.
—Ayer estaba volando como de costumbre cuando miré hacia abajo y vi como Rarity y Twilight se besaban frente a una multitud de ponis demostrando amor verdadero. Incluso una de ellas salió corriendo con lágrimas en los ojos luego de esa demostración de afecto —dijo Rainbow velozmente, levantando ambos cascos al aire mientras recobraba el aliento.
«¡Estoy perdida! Mi vida nunca será… esperen, ¿Qué?».
Esa no es la revelación que esperaba. Twilight se sacó los pepinos de los ojos para apreciar como Rainbow la observaba con mirada picara, Applejack boquiabierta con el sombrero en su casco, Fluttershy cabizbaja con un leve rubor, Pinkie con una gran sonrisa mientras daba brincos en el lugar y finalmente Rarity también con un leve rubor por el recuerdo conteniendo una risilla. Pero su risa pudo más que ella y rompió a reír a carcajadas ante la mirada de las demás.
—Lo siento, es que no puedo creer lo exagerada que eres para contar historias, Rainbow —dijo Rarity.
—¿Entonces, no se besaron? —inquirió Applejack.
Cada vez que escuchaba esa palabra Twilight miraba hacia otro lado. Si no fuera por la mascarilla, todas podrían ver el rubor rosa que brillaba intensamente en sus mejillas.
—Claro que nos besamos —contestó Rarity—, pero no como ustedes piensan. Todo fue un plan para alejar a una insistente admiradora de Twilight que no dejaba de molestarla. Y fue muy efectivo, si me permiten decirlo.
—Mira nada más, no creí que fueras capaz de hacer algo así Twilight —alagó Rainbow.
—G-gracias, supongo.
—¿Sucede algo Twilight? —preguntó Fluttershy.
—Debe estar súper atontada porque ese fue su primer beso —afirmó Pinkie.
—No seas ridícula Pinkie. Ese no debe ser el motivo, ¿o sí? —cuestionó Rarity.
El interrogatorio acorralaba más y más a Twilight, quien pronto sintió que el aire le faltaba. Comenzó a respirar pesadamente por la boca.
—¡Alguien tráigale algo que la ayude! —alertó Applejack.
—Toma Twilight, una bolsa que solía contener caramelos, tal vez el azúcar te ayude —dijo Pinkie entregándole una bolsa para que respire.
Las chicas vieron preocupadas como Twilight respiraba por allí y poco a poco se calmaba. Mientras tanto su mente formulaba preguntas, ¿estaba dispuesta a continuar con esta rutina de incomodidad y miedo cada vez que se juntaran a dormir o charlar? No era la primera vez que ella se ponía como loca por este tipo de charla y tarde o temprano alguien la arrinconaría y le pediría explicaciones.
Eran sus amigas, ellas debían conocer la verdad. Toda la verdad.
—Lo siento, no quise preocuparlas.
—Pues, nosotras no debimos entrometernos donde no nos llaman, ¿no es cierto, Rainbow? —preguntó Applejack mirando a la pegaso.
—Está bien, lo siento. No volveré a entrometerme, verbalmente.
—Como sea querida, no volveremos a hablar de este tema si te hace sentir incomoda, pero quiero que sepas que todas estamos para ayudarte cuando más lo necesites.
Todas asintieron.
Ellas debían conocer toda la verdad.
—No —dijo Twilight sacándose la mascarilla—. Lo lamento pero nunca fui sincera con ustedes con respecto a este tema.
—No debes decirnos algo sólo porque te sientas obligada —remarcó Rarity.
—Pero quiero hacerlo —inspiró profundamente antes de continuar—. La verdad es…
Su mente se puso en blanco por unos instantes. ¿Por qué era tan difícil decirles la verdad?
A diferencia de ellas, Twilight conocía la inclinación sexual de cada una. Sabía que Applejack era lesbiana, pero como su mente y cuerpo estaban siempre en la granja y su familia, no tenía tiempo para una relación amorosa. Rarity también era lesbiana, pero tenía altos estándares para elegir parejas, por eso nunca se mostró interesada en las yeguas del pueblo, esa era el miedo de Twilight al principio, pensaba que el hecho de ser princesa llamaría la atención de la modista, después de todo, ¿Quién está más arriba de una princesa?
Pinkie Pie, bueno, era Pinkie Pie. Ella no es de hablar de estos temas porque su cabeza está llena de fiestas y diversión, pero se asume que es lesbiana.
Al final están Rainbow Dash y Fluttershy, si hay algún motivo para nombrarlas juntas es porque ellas llevan saliendo por casi dos años, desde antes de la llegada de Twilight a Ponyville. De vez en cuando se las veía por el pueblo con los cascos tomados y besándose en los límites del poblado gracias a que Fluttershy no le gusta mostrar ese tipo de afecto en público.
—Yo soy…
Pudo articular palabras, unas pocas, las últimas antes de su gran revelación.
Su rostro y cascos comenzaron a sudar. Sentía el corazón en la garganta a punto de escapar. Su mente volvió a estar en blanco. La idea del rechazo se instauró, formulando las mismas preguntas una y otra vez.
«¿Qué pensarán si les digo la verdad? ¿Lo tomarán bien? ¿Seguirán siendo mis amigas? ¿Me delatarán con el pueblo? ¿Tendré que escapar? Si vuelvo a casa de mi padre, ¿Cómo se lo voy a decir? Seguramente Equestria se enterará unos días después, ¿Cómo enfrentaré la humillación pública? ¿los ponis tratarán de derrocarla? ¿Qué sucederá con Spike? ¿Tratarán de lincharlo a él también? ¿Es mi culpa que él también haya salido heterosexual? ¿Qué pasará con los elementos de la armonía? ¿Seguiré siendo merecedora de ese poder?» pensó una y otra vez.
Sólo había un poni en toda Equestria que conocía su secreto, y esta situación le resulta igual de difícil que aquella vez.
Todos sus pensamientos desaparecieron cuando sintió el gentil toque de un casco blanco. Al levantar la mirada, vio que todas la miraban comprensivamente. No la juzgaban, ni la presionaban, sólo querían saber lo que pasaba para ayudarla.
—Heterosexual.
Al instante cerró sus ojos y cubrió su rostro con sus cascos para evitar cualquier tipo de agresión física, lo hizo instintivamente.
—¿Qué estás haciendo? —inquirió Rainbow.
Twilight abrió uno de sus ojos, observando que ninguna se movió de su lugar y la miraban extrañada.
—Calma Twilight, no vamos a hacerte daño —dijo Applejack.
—¿Ah no?
—Por supuesto que no, ¿Acaso crees que somos un grupo de barbaros como la mayoría de Ponyville? —inquirió Rarity.
—Es que creí que… pensé que me pasaría lo mismo…
—Sólo porque los demás lo sean no significa que nosotras también lo seamos —aclaró Applejack.
—Tu eres nuestra amiga Twilight. No vamos a considerarte menos sólo porque no te gusten las yeguas, como a nosotras, ni mucho menos te haríamos daño —dijo Fluttershy.
—Además, eso te hace extra especial Twilight. Bueno, ya eras especial por eso de la magia y esas cosas, pero ahora eres extra súper especial —agregó Pinkie.
—No debí desconfiar de ustedes, debí contarles en un principio.
Con una lagrima de felicidad, las seis se abrazaron. Hace mucho que no se sentía así de aliviada.
—Chicas…—dijo Twilight rompiendo el abrazo.
—Ni lo menciones querida, tu secreto está a salvo con nosotras —aclaró Rarity.
—Gracias.
—Dejemos esto de lado. Twilight, ¿Por qué no vino Spike? —preguntó Rainbow.
—Está enfermo —mintió.
—Lastima, podríamos maquillarlo a la fuerza como la ultima que vino aquí.
—Tal vez es por eso que se enfermó, recordó lo que ibas a hacerle —comentó Applejack.
Las demás rieron y la noche continuó como si nada hubiera pasado. Claro que después le hicieron preguntas sobre su infancia y cosas relacionadas a su orientación, con cada relato, su corazón se aligeraba. Al fin contaba con ponis cercanos e importantes en quienes apoyarse en momentos de duda y confusión.
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Al día siguiente, luego del almuerzo, Twilight estaba lista para leer aquel diario que encontró en el castillo de las dos hermanas. Preparó algunos pergaminos para anotar las cosas de mayor importancia y colocó el diario en el centro de su escritorio.
Lo observó por unos segundos e inspiró profundamente. Spike había salido y contaba con una tarde en soledad para estudiar a fondo y tal vez encontrar la respuesta que necesitaba. Antes de abrirlo, creyó haber visto la marca de la portada brillar. Dejó esos pensamientos de lado y abrió el diario.
—¿Nunca te enseñaron a no leer los diarios de los demás?
Twilight gritó asustada y cayó al suelo al ver la cara del dueño del diario impreso en la primera página. A los pocos segundos, aquel ser salió de esa página y tomó el diario.
—Ups, lo siento Twilight Sparkle.
—¿Qué haces aquí Discord?
—¿Acaso no puede un buen amigo venir de visita para recuperar algo que creía perdido hace más de mil años?
—¿Cómo supiste que lo tenía? —preguntó incorporándose.
—El diario y yo estamos conectados mágicamente. Comencé a sentir un cosquilleó el día de ayer y tomé el primer tren para venir a visitarte.
—¿Sin avisarme?
—Pero si te escribí una carta, no es mi culpa que el sistema de correo sea lento —respondió Discord mientras leía algunos pasajes del diario.
En ese instante, tocaron a la puerta, al abrir Discord se encontraba vestido de cartero sosteniendo su diario en una garra y una carta en otra.
—Carta para la princesa Twilight.
Ella rodó sus ojos y abrió el sobre, encontrando una mini quesadilla en su interior, a lo cual Twilight reaccionó arrojándolo a la basura. Discord rió por su broma.
—No pude evitarlo Twilight. Estoy tan feliz por haber encontrado mi diario —dijo abrazándolo con fuerza.
Ella levantó una ceja extrañada.
—Oye, no sólo las chicas pueden tener diario, en especial si eres un ser milenario como yo.
—Eso no importa. Lo necesito Discord, estoy en medio de una investigación.
—¿Y se puede saber para qué lo necesitas?
—No te lo voy a decir.
—Ah, ahora entiendo, no confías en mí lo suficiente para decirme lo que ibas a hacer con MI diario. Entonces creo que me voy a ofender y me iré con MI diario, pero no te preocupes, te enviaré una copia, cuando cumplas los setenta y cinco años —comentó Discord marcando su salida.
—¡Espera!
Twilight suspiró en resignación.
—Te lo diré.
—¡Fantástico! —exclamó Discord haciendo aparecer un sillón con palomitas.
—Desde hace varios días estoy investigando el origen de las relaciones interpersonales de los ponis y como estos eligen a otros ponis del mismo género en lugar del opuesto como hacen en el resto del mundo. Pero al parecer ningún libro de historia o hipología brinda la respuesta que estoy buscando y-
Su relato se vio interrumpido por los ronquidos del espíritu del caos que dormía plácidamente con su diario tapando sus ojos.
—¡Discord!
—¿Ah? ¿Qué? ¿Cuándo? Lo siento Twilight, es que tu relato era aburrido, ¿podrías resumirlo para mí?
—En resumen, estoy investigando porque los ponis se inclinan a la homosexualidad y no a la heterosexualidad como el resto del mundo. Ningún libro tiene la respuesta que busco y pienso que tu diario si las tiene.
—¿Lo ves? ¿No podrías haber sido así de clara desde el comienzo?
—¿Me lo darás o no? —preguntó molesta.
—Claro, solo respóndeme esto. ¿Dónde lo encontraste?
—En el antiguo castillo de la princesa Celestia y la princesa Luna, dentro de un bloque de piedra.
—¿Me pregunto por qué Celestia lo ocultó de esa manera? No importa, lo importante es que está conmigo. Aquí tienes.
Discord chasqueó sus garras y una copia del diario apareció en frente de Twilight. Le dio un rápido vistazo para asegurarse que sea una copia autentica.
—Aunque me parezca extraño lo que estás haciendo, debo aclarar que no encontrarás la respuesta allí.
—¿A qué te refieres?
—Pues, yo no soy ningún filosofo, historiador o hipólogo, sólo fui un simple gobernante. Realmente no le prestaba mucha atención a los que los ponis hicieran con sus vidas. Lo único que podría aportar es decirte que en mis tiempos, los sementales buscaban a las yeguas y viceversa, era raro ver una pareja de la misma especie.
—Eso quiere decir… que el cambio de orientación puede haber sucedido después de tu derrocamiento. ¡Gracias, Discord, me has ayudado más de lo que imaginas! —expresó Twilight saltando y abrazándolo.
—Sí, sí, para eso están los amigos —dijo apartándola por traerle recuerdos del momento de su aprisionamiento en piedra—. Bueno, debo irme, tengo mucha lectura que hacer y muchas cosas que plasmar, estar mil años atrapado pudiendo ver y escuchar a mi alrededor dejaron muy buenas anécdotas, y creo que tu también tienes mucho que leer.
—Gracias por dejarme una copia de tu diario.
—No se lo muestres a nadie a menos que quieras que llene tu casa con queso fondue.
—Está bien, está bien, lo prometo —dijo haciendo una cruz en su corazón.
—Y recuerda, si llegas a bloquearte en tu investigación, un buen viaje podría despejar tu cabeza. Escuché por ahí que el imperio de cristal está abriendo zonas turísticas —propuso Discord haciendo aparecer un folleto.
—Lo tomaré en cuenta.
—Adiós Twilight Sparkle, mucha suerte con eso.
—Adiós Discord, gracias de nuevo.
Con un chascar de su garra, Discord desapareció en un destello, dejando a Twilight en la soledad de la biblioteca del castillo. Esperando que no hubiera más visitas sorpresas, puso el diario de Discord en el escritorio y lo abrió en la primera pagina.
—Hora de leer.[/size][/font]
CAPITULO 5 DISPONIBLE