Miasma (Fanfic MLP)

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Miasma (Fanfic MLP)

Mensaje por Angelus-Y » 27 Dic 2015, 14:44

Mientras me vuelve la inspiracion para los fics, he escrito uno, que espero que tenga buena acogida. Gracias de antemano y cualquier opinion y comentario es bien recibida y agradecida.
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MIASMA.
Capítulo 1: Caos.


En Manehattan, una pequeña poni caminaba por las ajetreadas calles de la ciudad junto con su querida madre, bajo un cielo nublado. La potrilla tenía el pelaje de un color celeste, de un color mas intenso que la de su madre, que era un azul más pálido, pero sin embargo ambas compartían el mismo color de ojos esmeralda. La crin de la pequeña destacaba por un violeta hermoso con ciertas rayas blancas, algo peculiar entre su familia. Hoy para ella y muchos más era un día especial, pues por fin hoy se estrenaba el gran musical nuevamente de “El potro de la colina” y en esta ocasión, serían los talentos más jóvenes los que podrían exponer la magnificencia de la obra.

Soft blue no cabía en si misma de la emoción, pero también a causa de los nervios. Su madre, pendiente de su hija, la calmaba continuamente, esperanzándola de que todo saldría bien, y es que si su hija tenía un talento, era actuar y cantar.

Hoy el gran teatro de Manehattan rebosaría y completaría con creces el aforo, recibiendo una cuantiosa suma gracias a la interpretación de la obra. Sobretodo ponis de alto estatus social se presentarían ante semejante acto, y serian testigos del gran acontecimiento.

Madre e hija entraron por la puerta trasera exterior para ultimar los preparativos junto con el resto de los potrillos participantes y los encargados de llevar la obra. Los asientos mullidos del teatro empezaban a ocuparse de forma alarmante, escuchándose el murmuro de los integrantes que emanaba ilusión y ansia por el musical. La mayoría de los ponis presentes eran unicornios, algunos pegasos y en segundo lugar de cantidad, ponis de tierra, entre los que se encontraban diseñadores y diseñadoras de alto reconocimiento.

Los focos del escenario comenzaron a atenuarse, el telón comenzaba a subir, y una pequeña potrilla unicornio leía su discurso inicial para dar paso al cuerpo de la obra. Todos los pequeños con sus trajes ya puestos y deseosos de demostrar su elegancia y valía. La madre de Soft Blue, la pequeña poni de tierra, le da un cálido abrazo a su querida hija, casi derramando una lagrima de dicha, y tras ello, fue a su asiento, entre el resto de los presentes y dejando sola a Blue consigo misma.

Las luces se apagaron del todo y el discurso terminó. El musical comenzaba y voces juveniles emitían una onda de sonido armoniosa que descendía sobre los presentes y deleitaba sus oídos. Soft Blue entraba en escena como una de las protagonistas principales, emitiendo un canto con letra en crescendo, nunca pensó que lo haría tan bien, y su madre terminó por romper a llorar al ver tal espectáculo ante ella. Solo había ojos clavados en el acto y algunas bocas abiertas de la melodía y el asombro, nada más. Cuando Soft Blue dio un prolongado cantico que aumentaba de tono, dando paso al final de la escena, algo ocurrió.

Nada más terminar de cantar, cuando el silencio piso el terreno, todo el teatro se vio envuelto en un mar de llamas. Una inmensa explosión ocurrió, impactando en todo el lugar y desatándose hasta salir por la misma puerta y exhalar lazos de llamas y un miasma oscuro que se extendía por los alrededores.

Gritos de desesperación y terror inundaron las calles cercanas y una columna de humo ascendía por el cielo nublado de Manehattan. Pequeñas explosiones ocurrieron dentro del lugar y unas extrañas ondas oscuras se expandían por todo el lugar, creciendo a ras del suelo una extraña neblina de tono tizón translucido.

Un unicornio sale de entre las llamas muy malherido, con heridas ensangrentadas y gritando de dolor, siente en su cabeza miles de agujas clavándose en su cerebro y su cuerno se ve envuelto en extrañas burbujas negras de aura rojiza. Sus ojos se enrojecen y no puede parar de gemir y gritar. Pero al igual que él, muchos que pasaban cerca del teatro empiezan a sufrir los mismos síntomas. Algunos llegan a presentar manchas en su pelaje y sarpullidos en carne viva.

Temblores vigorosos, sensación gélida en sus entrañas, sangrado por el hocico o la boca. Pero los unicornios sin duda son los que peor lo pasan, sintiendo como algo oscuro se retuerce en su interior, y añadiendo a todo esto los muertos y heridos por la gran explosión. Manehattan no tarda en aullar a los cielos su mensaje de miedo y amargura. El musical y todo lo que implicaba, ha sido engullido por las fieras llamas de fuego y la cortina de oscuridad. El pánico reina
en toda la ciudad. Los equipos de rescate se despliegan para salvar al mayor número de heridos y atrapados, los equipos médicos abordan la zona y atienden a los afectados, llevándolos al hospital más cercano. Los llantos recorren los rostros de decenas de ponis, contemplando el horror en primer plano.

Y entretanto, lejos de la catástrofe, en los suburbios de la ciudad, en un apartamento, un poni entra a su vivienda, asustado y con sus ojos miel contraídos. Respira aceleradamente y su pelaje marrón se halla erizado.

—No, no, no… no puede ser…no creo que haya sido eso. Seguro que ha sido otra cosa. —se repetía asimismo, soltando las llaves de su casa y dirigiéndose hacia el sillón, pero resultaba que alguien le estaba esperando.

—Veo que todo ha salido bien… —musitaba alguien sentado de espaldas al poni, alguien encubierto en prendas negras y encapuchado.

—Tu… ¿Qué demonios había en esas cajas? ¡Contesta!—exclamó desesperado, siendo consciente de que realmente era responsable de lo ocurrido.


— Oh, perdona entonces si no detallé el contenido, pero bueno, dijiste que lo que fuera por el dinero ¿no? Además, nada de preguntas ¿recuerdas?. —y seguidamente rio entre dientes el extraño, recostándose.

Mordiéndose los labios, el poni de ojos ámbar cogió un cuchillo de la encimera de su cocina con la boca y lo empuñó al extraño, quien miró de reojo al poni, esbozando una traviesa sonrisa.

— ¿Qué se supone que estás haciendo? Vamos, sonríe…gracias a ti, cientos de ponis están sufriendo. Todo fuera por un puñado de bits ¿no? Querías salir de este pozo…¡Pues adelante!—se ríe entre dientes.

—Eres un monstruo… —musitó con el cuchillo apuntándole.

— ¿Yo? Lo que pasa es que estabas tan cegado por la recompensa que tú y tus muchachos ni siquiera os planteasteis que estabais transportando… Nada más.

Además se supone que nunca hacíais preguntas. Sabia de primera mano que un atajo de marginados y tontos ponis me harían el trabajo sucio por un puñado de monedas, pero…hay otro detalle...

Con ojos imbuidos de ira, el poni de tierra se abalanzó hacia su huésped, cuando repentinamente como si le hubieran empalado un puñal en el corazón, soltó el cuchillo y cayó al suelo. Sus pupilas comenzaron a contraerse y sus ojos se enrojecían.

—No olvidemos…el detalle de dejar respuestas en las sombras. No puedo permitir que una panda de equinos andrajosos ponga en peligro mi operación. —declaró fríamente mientras se levantaba y se quitaba el polvo de sus ropas, portando una sudadera negra con capucha y unos pantalones largos raídos del mismo color. Cogió del cajón de una mesilla una bolsa llena de bits.

—No creo que los necesites mas.

El color del poni se empezaba a tornar grisáceo, y su rostro se veía invadido por oscuras raíces en su interior como una poderosa infección expandiéndose en su interior. Tan solo respiraba cortadamente y paralizado observaba al extraño.

—Deduzco que habrán muerto…unos doscientos, tal vez más. Si ya contamos al número de infectados, la cifra debería ascender a cuatrocientos y quizás más.
—calculaba mientras cogía el cuchillo que había dejado el equino de ojos ámbar. —Las efímeras vidas de esos equinos no me importan en absoluto, es más, me alegro de que esa escoria se haya carbonizado y que el resto este retorciéndose gusanos. —Explicaba con profunda voz mientras con sus patas de reptil movía el rostro del poni, que sangraba por su hocico y miraba indefenso a su “agresor” —Ahora si me disculpas, tengo que irme. El veneno que recorre tu cuerpo tardara un par de horas, y mientras tanto empezaras a ver cosas…Desearas gritar y demás. Bueno, es algo doloroso.

A lo que el poni de tierra tan solo temblaba y respiraba con dificultad, contemplando los pasos del misterioso ser andando hacia la puerta.

—Y no te preocupes por los tuyos, ya se han debido de reunir con su creador…Si es que tienen alguno.

La puerta se abrió con un chirriante crujido, y la criatura salió con andar sigiloso por ella, volteándose una última vez para contemplar a su víctima, cuya sangre se iba congelando.

Seguidamente la puerta se cerró, y todo quedó en silencio. En el pasillo del apartamento, sucio y agrietado por las paredes, con lámparas fundidas y una alfombra de terciopelo que recorría todo el corredor hasta el ascensor del final. Allí alguien esperaba recostada en la pared al encapuchado.

— ¿Has terminado? —inquirió el encapuchado al segundo individuo.

—Si… —afirmó una voz suave y elegante, mientras alzaba de sus prendas, similares a las del extraño, una especie de hoz ensangrentada. —No más cabos sueltos.

—Perfecto…en tal caso vamos. —asintió llamando al ascensor del lugar. —pero antes… —alzó su garra hacia la segunda extraña y mediante la magia canalizada en su garras, la transmutó en un proceso lento y algo doloroso en una equina de estatura media y de radiantes ojos amarillos. Tras ello, el mismo se aplicó el mismo hechizo de transmutación, gruñendo ante el proceso…

— ¿Qué te costaba traer a unos changelings? —inquirió la hembra, algo disgustada por la transformación.

—Los changelings son difíciles de encontrar y adiestrar correctamente, además el coste es más alto y no me fio un pelo de esas criaturas poni-insecto.

—El líder no opina lo mismo. Nos fueron muy bien en Fillydelphia.

—Aun así no me fio, prefiero depender de estos tontos ponis y después librarme de ellos. Además, así es más discreto. Desde el ataque de Canterlot han estado diseñando medidas para evitar posibles ataques changeling.

—Eso no puedo negarlo… —coincidió al tiempo que ambos se metieron en el ascensor. — ¿Qué hacemos con la segunda?

El encapuchado sonrió mientras sacaba una especie de mando con un botón rojo con un casco, y con el otro lo apretaba. Se escuchó en la lejanía una estruendosa explosión y la misteriosa dama sonrió al son de la sonrisa de su acompañante.

—Las maravillas de la ciencia y la magia…deliciosa.

Las puertas del ascensor se cerraron y silenciaron una conjunta risa discreta de ambos.
De nuevo en las calles se escucharon gritos de terror y llantos de dolor. La noche se cernia iluminada por las llamas.

—La cifra, ha ascendido… —musitó el aparente “mago” para sí mismo, envolviéndose ambos en la oscuridad de las calles. —Volvemos a informar.
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Re: Miasma (Fanfic MLP)

Mensaje por horwaith » 27 Dic 2015, 15:48

Un prologo precioso, que empieza con una bonita escena de madre e hija para después meternos en la realidad de lo que se narra, cuando ocurre el evento. Tras eso y si no he entendido mal, aparecen los "culpables" que lamentan lo sucedido, mostrando al llegar al verdadero artifice de los sucesos, como siempre consigues que nos metamos en una historia creada en tu mente que se percibe en la realidad, lo cual me encanta y me gustará saber si continua, aunque no sé si se necesita.
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