El baile flamígero y el silencio de lo profundo.

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El baile flamígero y el silencio de lo profundo.

Mensaje por Angelus-Y » 23 Ago 2016, 17:57

Nota de autor : Ha pasado mucho tiempo la verdad desde que publiqué y creo que no es necesario ser redundante en las razones, ya que son las de siempre: trabajo, tiempo, inspiración, etc. Así es la vida, pero lo bueno es que tarde o temprano se consigue y por otro lado, estoy tambien escribiendo en estricto detalle la historia de "Los cazadores de mentes" que hemos tenido que reestructurar debido a unos fallos y a elementos atractivos que hemos creido convenientes incluir.

Esta historia, muchos la recordaran de otra forma: "La leyenda del caballero de cristal" cuya historia, debido a que mi compañero por tiempo y condiciones ha debido dejar y que viéndolo de lejos, no tenia una trama muy profunda y gustosa de poder leer, pues decidí reestructurarla, al igual que ya he hecho pues, como ya tres veces, con los cazadores de mentes, es por eso, que esta ultima hasta no estar completamente segura no la publicare por no fastidiar a los que la han seguido, y en este caso, que va a ser una historia mas liviana y para mi gusto personal, la iré publicando cuando pueda, con el fin de ir mejorando y saber de posibles fallos, ademas de, por supuesto, hacer disfrutar a la gente en la medida de lo posible.

Esta historia tratara del mismo protagonista que "La leyenda del caballero de cristal" y tendrá una orientación diferente, con temática de fantasía y en especial, oscuro y aventura, además de otros géneros, pero que aparecen en menor medida. Y en esta obra quiero intentar embellecer lo posible la descripción y aunque en esta primera muestra no puedo extenderme demasiado, quiero intentar mejorar. Sin mas que decir, espero que disfrutéis de la lectura y me comentéis vuestra opinión, que siempre a todo escritor le llena.

El baile flamígero y el silencio de lo profundo.
Abstract: Glowing Faith y Bright Flame, se embarcan en una busqueda, hacia el desierto San Palomino. En su viaje descubren que algo siniestro esta creciendo oculto en las sombras . Cuando el silencio emite su rugido, solo los conocedores del mismo son capaces de escucharlo.
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Prólogo: La dama de fuego y el caballero de cristal
Autor: Angelus-Y

EL BAILE FLAMÍGERO Y EL SILENCIO DE LO PROFUNDO

Capítulo 0: El caballero de cristal y la dama de fuego.

Las llamas de una hoguera emitían continuos chisporroteos y alumbraban el pequeño claro que un bosque de hojas cálidas rodeaba, embriagado por la negrura de la noche. En su interior, recibiendo la embriagante calidez del fuego, había dos equinos.
Uno de ellos, una unicornio de pelaje pálido como la nieve yacía tumbada, arropada con una manta de tela roja y lisa, dormía plácidamente entre los susurros del plácido bosque y el abrazó de las llamas, que la protegían del frío viento que surcaba las entrañas del enorme bosque otoñal. El otro poni, también de pelaje blanco, aunque no tan brillante, tenía la melena negra azabache y por las prendas que en aquel momento llevaba, se trataba de un caballero. Su cuerpo estaba protegido por unas telas azules cian que se escondían a su vez entre una fina malla y una armadura ligera de un metal plateado con brillo cristalino.

Este poni de tierra, sentado en un tocón del claro y apoyado en su alabarda de cristal celeste, miraba pensativo a las llamas que les ofrecían cobijo del frío, mientras en su mente rebuscaba recuerdos y pensamientos. Un apretón de mandíbula, y una mirada entrecerrada denotaba una profunda exacerbación, al tiempo que las llamas se reflejaban en sus ojos rojos como la sangre. Tras un exaltado aullido del viento a los pocos minutos, la joven unicornio, que serenamente reposaba, comenzó a despertar sin que su acompañante tomara conciencia de ella, hasta que se levantó y se acercó a él.

—Hola Glowing, ¿Te sientes mejor? —preguntó la joven equina, acomodándose cerca del caballero, quien sonrió tenuemente y asintió.

—Sí, algo mejor. Gracias. Vuestra magia ha sido de gran ayuda. —inclinó su cabeza.

Ella sonrió, complacida de las palabras de su acompañante.

—No sabes cómo me alegra oír eso. Después de lo que pasó me tenías muy preocupada… —expresó con la mirada desviada al suelo.

—Lo se… perdonadme. Ojala supiera como controlar esto… —dijo en un tono alicaído mientras señalaba a su torso con el casco.

—Por favor, deja de sentirlo...está bien —animó al poni de ojos rojos. —Ya verás cómo Wikipedio sabrá como sanarte. Estoy segura. —asintió con total confianza y una dulce sonrisa.

Glowing dejó de dirigir la vista al fuego y se volteó hacia los profundos ojos color miel de su compañera de viaje. Aquellos ojos irradiaban seguridad y esperanza, en una manera que lograron apaciguar las preocupaciones de Glowing y le hicieron soltar una pequeña sonrisa.

— ¿Creéis que también podrá tener la cura para vuestra empresa? —inquirió con un tono calmado e interesado.

—Los rumores hablan de que Learning Share es conocido en el desierto por su gran sabiduría, sobre todo en historia y remedios curativos. Mi padre ha viajado más de una vez en busca de su consejo y siempre me contaba los grandes hallazgos de Learning. —contó la unicornio de cabellos rojizos.

—Soy consciente de su reputación y confío en que sus conocimientos me puedan guiar, pero… no puedo evitar que surja la duda.
La brisa agitaba las secas hojas de los árboles que les rodeaban desprendiendo un sonido relajante. La unicornio se levantó y se acercó a las llamas.

—Hay que tener esperanza… —dijo suspirando. —Y ahora, descansa, ya sigo yo con la guardia.

El poni soltó una leve risa.

—No es necesario, puedo seguir. Además aún no tengo sueño.

—No seas mentiroso. Se te ven los parpados temblarte, además, ¿Cómo vas a seguir con el sueño incordiándote? —observó sonriente la poni. —Por favor, ve a descansar, puedo encargarme. Si pasa algo te aviso.

Tras algunos segundos el poni de cabello azabache decidió aceptar la oferta de la joven unicornio, y con más razón cuando no pudo evitar soltar un lánguido bostezo.

—Está bien… os haré caso. —Lentamente comenzó a quitarse su armadura, dejándose la tela azul para ahuyentar al frío, pese a la hoguera. —Perdonad que os pida esto, pero… ¿podríais echarle un vistazo a Gold de vez en cuando?

—Que tonto eres… claro que sí. —aceptó con una cálida sonrisa. —además, no permitiré que le pase algo a esa ricura. Ahora… —empujó tenuemente al caballero. —Ve. Descasa. Mañana tenemos que llegar al desierto San Palomino.

Rio ligeramente, acomodándose a un lado de la hoguera. —Está bien…tienes razón. Avísame en cuanto amanezca. —Bright asintió alegremente en respuesta.

Los ojos del poni de cabellos oscuros se cerraron lentamente, hasta ir dejándose atrapar por el manto onírico, respirando calmadamente y con sus cascos cubriéndole el pecho.

El silencio volvió a ser quebrado solamente por el chisporroteo del fuego y la tranquilidad del bosque. Pasaron un par de horas, las cuales la joven Bright, mayormente pasó mirando el cielo estrellado que alumbraba la noche.

—Oh, madre… —murmuró en un tono apesadumbrado. —Aguanta. Por favor… —llevó sus cascos al pecho, sintiendo el ralentizado latido de su corazón, y sintiendo como un aura de tristeza empezaba a aplastarla.

Entonces, una cálida luz, además del fuego que la alumbraba, apareció a su lado. Giró sus dulces ojos hacia la fuente de la luz y discernió a un pequeño fénix de plumajes dorados y ojos azules, el cual al verla emitió un graznido cuyo sonido era como una melodía celestial.

—Oh, hola. —saludó con una creciente sonrisa. —Gold… pequeño, ¿Cómo estás? —acarició su suave plumaje, que irradiaba una bella luz, y el fénix expresó un semblante de felicidad, acercándose a la poni y rozándose con ella en señal de cariño, a lo que esta rio tiernamente, aligerando esa tristeza que empezaba a estrujarla. —Tu amo tenía razón. Siempre estas presente en los peores momentos… —siguió acariciando al ave, pudiendo gozar de su calidez que serenaba la pena en su corazón.

— ¿Sabes? Hoy, por fin he dormido mejor. No he tenido esa horrible pesadilla. —comentó al fénix dorado, mientras este ladeaba la cabeza, sonriente. —Tenía miedo de dormir… miedo de sentir ese frío, ese penetrante y agonizante hielo en mi corazón. Y de ver a esa…esa cosa. —Su cuerpo experimentó un repentino escalofrío cuando visualizó en su mente la escena de la mencionada pesadilla. Pero, una vez más, el emplumado ser se aferró a ella, y disipó con su calor y compañía aquellas malas sensaciones. — Pronto amanecerá. Será otro día. —proclamó con una entonación más alegre, echando un último vistazo a las estrellas mientras por el horizonte la luna comenzaba a ocultarse.

Lejos, en un desierto de arena grisácea ante el cobijo de la noche, alguien se hallaba sentado en lo alto de las dunas plateadas, envuelto en harapos negros y raídos, que danzaban ante el paso del viento gélido. Aquel extraño viajero sostenía en una de sus extremidades un objeto. Una campana. Hecha de un precioso metal plateado, que resplandecía a la luz de la luna e infestado de cristales en su cubierta. Una campana de acabado refinado y elegante, de badajo acabado en un pequeño cristal negro tizón. Con un ligero movimiento de muñeca, hizo resonar el tañido de la campana, cuyo sonido se extendió por toda la árida tierra.

— ¿Podéis oírlo? —inquirió el extraño al aire. —El dulce sonido, el placer retorciéndose, la naturaleza sosteniendo vuestro corazón... —declaró mientras continuaba agitando la campana a intervalos. — Esta es una advertencia a los que ignoran el tañido de la campana. Corred, llorad, aferraos a la divinidad de vuestros creadores y la grandeza de vuestros monarcas… porque muy pronto, el silencio cerrará vuestras bocas pecadoras. —expuso con voz profunda, levantando la mirada a la inmensidad del cielo. —Gozad, aquellos que escucháis mi dulce melodía, regocijaos en el abrazo de la dama.

Y con una sonrisa, dibujada lentamente, la campana volvió a resonar una vez más y el viento aulló con suavidad en respuesta, ante el venidero amanecer que asomaba en el horizonte.

—El silencio… el grito de las palabras no dichas.
Última edición por Angelus-Y el 29 Nov 2016, 18:32, editado 3 veces en total.
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Re: El baile flamígero y el silencio de lo profundo.

Mensaje por Sasir96 » 23 Ago 2016, 18:38

Para leer esto debo haber leido antes el caballero de cristal, o da lo mismo?
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Re: El baile flamígero y el silencio de lo profundo.

Mensaje por Angelus-Y » 23 Ago 2016, 18:51

No. No hace falta, es completamente desde cero.
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Re: El baile flamígero y el silencio de lo profundo.

Mensaje por horwaith » 23 Ago 2016, 19:34

Dios, menudo nombre el del primer sabio. LOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL :qmeparto: :qmeparto: :qmeparto: :qmeparto: :qmeparto: :qmeparto:
Spoiler:
Lo primero, me chirría esta frase te la voy a poner y después lo que considero que decías
[quote="Angelus-Y";p=327250]
Las llamas de una hoguera emitían continuos chisporroteos y alumbraban el pequeño claro que un bosque de hojas cálidas, embriagado por la negrura de la noche, rodeaba.[/quote]
Las llamas de una hoguera emitían continuos chisporroteos y alumbraban el pequeño claro, embriagado por la negrura de la noche, que un bosque de hojas cálidas rodeaba.

Segunda:

[quote="Angelus-Y";p=327250]—No seas mentiroso. Se te ven los parpados temblarte, además, ¿Cómo vas a protegerme con el sueño incordiándote? —rio la poni. —Por favor, ve a descansar, puedo encargarme. Si pasa algo te aviso. [/quote]

—No seas mentiroso. Se te ven los parpados temblar, además, ¿Cómo vas a protegerme con el sueño incordiándote? —rio la poni. —Por favor, ve a descansar, puedo encargarme. Si pasa algo te aviso.
Muy bien escrito, como es habitual en cada cosa que haces, quitando esos pequeños fallos.
horwaith
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Re: El baile flamígero y el silencio de lo profundo.

Mensaje por Sasir96 » 23 Ago 2016, 20:13

[quote="Angelus-Y";p=327258]No. No hace falta, es completamente desde cero.[/quote]
Oki, esta noche te virgo, digo, te leo
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Re: El baile flamígero y el silencio de lo profundo.

Mensaje por Sasir96 » 24 Ago 2016, 08:39

Vaaaale, ya lo he leido.
De momento está interesante, aunque el comienzo parece algo cliché, ya sabes, el clásico grupo de héroes que se conoce por un desastre y comienzan a viajar juntos, conociendo a gente por el camino, forjando una amistad, y averiguando quizas al final, que sus pasados no son lo que parece.
La forma en la que está escrito es impecable, quitando un par de fallos, como:

-"Glowing dejó de divisar la vista al fuego" creo que divisar no se puede usar así, y debería usarse dirigir

-"dormía plácidamente entre el murmullo del bosque y el abrazó cálido de las llamas " ese abrazo es sin tilde

Y bueno, por lo demas me parece bastante bueno, el nombre del primer sabio m'a matao, la forma en la que has explicado cosas de los personajes sin hacer exposicion directa me ha encantado, y las descripciones son muy visuales.

Ya para terminar, un detalle gracioso:
"Pasaron un par de horas, las cuales la joven Bright, mayormente pasó mirando el cielo estrellado que alumbraba la noche."
Cuando de pronto, por no vigilar como es debido, aparecio un lobo y la mató, FIN
:D2

Eeen fin, pues a ver el siguiente capi :)
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Re: El baile flamígero y el silencio de lo profundo.

Mensaje por Angelus-Y » 30 Nov 2016, 01:41

Nota de autor: Hola de nuevo. Bueno tras algo más de tres meses me ha logrado venir la inspiración. La razón de mi tardanza como la mayor parte de las veces ocurre, es debido a temas de la universidad. Por fin he terminado el curso que estaba haciendo actualmente y hace poco pude volver a planificar y retomar esta historia junto con la otra. La verdad me ha gustado ir diseñando el lore de ambas, y aunque en este capitulo no pueda mostrar demasiado creo que puede gustaros.

Me gustaría saber vuestros comentarios, por saber que os ha parecido, si habéis sentido alguna parte pesada, quizás mas interesante que otra, etc. Y digamos consejos para mejorar y vuestra opinión personal en resumen. Se aprecia mucho y ayuda bastante, al igual que ayudaría también al resto que escribe por aquí.

Agradecer a horwaith y a Sasir por sus comentarios, siento muchisimo el retraso, prometo que contestare de inmediato para que no se quede en el vacío los mensajes, que no me ha parecido del todo correcto, pero muchas gracias por mostrarme los fallos, ya están corregidos. Y bueno, me alegra saber que gusta, es un placer poder deleitar a otra gente con lo que haces.

Antes de nada muchas gracias de antemano y espero que os guste este capítulo. Un saludo y disfrutad de la lectura. Tambien quería decir, que aunque no va a ser un libro de verdad, es por eso que me gustaria añadir por mi parte temas musicales o ambientación para la propia lectura, que a veces ayuda a sumergirse y aun asi resulta mas ameno, aunque cada uno tiene sus preferencias y por eso, dejare los enlaces por si a alguien le apetece escucharlo, o en caso contrario leer tranquilo. Muchas gracias y disfrutad.

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El baile flamígero y el Silencio de lo Profundo.

Capítulo 1: El brote del veneno
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(https://www.youtube.com/watch?v=f4izWydINP8 1 Hour of Arabian Music and Egyptian Music)
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Las tierras del desierto de San Palomino siempre han sido conocidas por sus abundantes peligros. Tales como el abrasador calor que lo azota durante el día y el perforante frío que quiebra los huesos en la noche, o los vulgares ladrones que lo infestan, en guaridas o escondidos a las sombras de la sociedad, pero no hay que olvidar las acechadoras criaturas de las arenas, como los escorpiones, las cobras, incluso las ilusiones con las que las arenas engañan a sus viajeros.

Pero es aquí donde yace una ciudad llamada Puerto Dryhoof, hogar de buenas gentes y no tan buenas ocultos a las sombras del mercado negro, además de ser residencia de respetados amantes del estudio medicinal y eruditos, entre los que se encontraba el aludido “Wikipedio” el cual era objetivo de búsqueda de la joven Bright Flame, y de su acompañante de brillante armadura, el caballero Glowing Faith.

Ambos ya habían dejado atrás el bosque otoñal, para ir adentrándose en las fauces del desierto, preparados con recursos que creían suficientes para abordar las amenazas que pudieran asaltarles desde las arenas y para soportar la cruel mirada del sol, que empezaba a decaer dejando un precioso atardecer.

El desierto estaba arropado bajo dunas de dorada arena y partes que constaban de extensas tierras llanas y secas, agrietadas por más o menos profundas fisuras, y abarrotadas en parte por raquíticas raíces de retorcidos arboles sin vida. En la lejanía, grandes elevaciones rocosas se alzaban sobre el mar de arena y tierra ardiente, algunas incluso podrían confundirse con imponentes montañas escarpadas. Los vientos suaves levantaban pequeñas trazas de arena que acariciaban las rocas y algunas plantas, como cactus que adornaban el desierto.

Por suerte para los dos jóvenes viajeros, el atardecer no iba acompañado de un abrasador calor, lo cual les permitió avanzar fluidamente por las traicioneras tierras. La unicornio, Bright, iba tapada con unos atuendos viejos, algo raídos provenientes de su humilde hogar, lo necesario para ocultar su cuerpo de la vista del sol, de igual forma que el caballero de cristal llevaba su armadura del gélido norte, con propiedades excelentes para soportar temperaturas extremas, ya fuera por frío o calor, gracias a la magia de su hogar, el Imperio de Cristal. Su emplumado compañero Gold Beak, planeaba plácidamente sobre el desierto, al son de la caminata de su amo y acompañante, ya que, tal magistral criatura de orígenes lejanos, portaba un plumaje protector a las fogosas temperaturas, al igual que el resto de su raza. Ellos nacen de sus cenizas dando una cegadora llama que crea su cuerpo una vez más.

Al tiempo, Bright cayó presa de la sed y el cansancio, teniendo que parar un instante para recobrar el aliento y la hidratación, para lo cual tomó la fresca agua de su recipiente de cuero, que rellenó en el bosque de hojas cálidas.

Glowing en cambio, dado su entrenamiento como guardián, sobrellevaba el cansancio algo mejor, pero no demasiado a causa de su cuerpo y, caballero o no, la sed le agarraba la garganta.

— ¿Os encontráis bien? —inquirió el poni de cristal, cuyo pelaje blanco relucía a la luz del sol.

Bright asintió, manteniendo una suave sonrisa para seguidamente tomar unos sorbos del agua de su cantimplora.

—Sí, solo necesitaba parar un poco. Gracias por preguntar. —respiraba rápidamente, recobrando las energías poco a poco.

—Mmmm, creo que deberíamos encontrar cuanto antes un lugar en el que poder guardarnos durante la noche. —alzó la vista al sol, observando su posición. — Y rápido… — con un agudo silbido, el poni de cristal llamó a su compañero, posándose este sobre su casco. —Amigo mío, vuela alto y observa el terreno que nos rodea. Necesitamos un lugar en el que descansar.

El fénix asintió sonriente, alzando el vuelo con sus alas doradas, alejándose para buscar.

—Siento mucho estar retrasándote Glowing, habrías avanzado mucho más sin mi… —dijo culpándose por ser una carga.

Glowing la miró sorprendido por semejantes palabras.

— ¡No digáis eso! Vos me habéis ayudado mucho durante el viaje, además, aunque no lo parezca yo también estoy exhausto, pero soy poni de
aguantar las cosas, por mucho que me cueste.

—Bueno, tú llevas esa pesada armadura. Yo solo llevo un trapo que ni pesa… — observó ella, con una media sonrisa, decepcionada de sí misma.

—Creo que las apariencias os han engañado. Esta armadura no es tan pesada como parece. Si yo llevara la misma coraza que la de mis hermanos del Imperio, no podría caminar ni la mitad de lo que hemos hecho. —explicó, negando con la cabeza.

— ¿Y eso por qué? —inquirió extrañada.

—Bueno, no se me nota mucho porque llevo estas prendas, pero, aquí este caballero tiene un frágil cuerpo, que podría ser machacado por
cualquier espada. Mi armadura, al igual que la de otros protectores, se hizo con una aleación mucho más ligera, es por eso que puedo moverme con más agilidad que otros, porque carezco en la fuerza necesaria incluso para blandir adecuadamente una espada.

—Vaya, no… no lo sabía. ¿Fue muy duro para ti entrar entre los caballeros? —inquirió con reparo la unicornio de blanco pelaje.

—Por supuesto. —afirmó emprendiendo una ligera marcha, mientras tomaba un sorbo de agua de su cantimplora. —Pero, al final pude fortalecer mi cuerpo en la medida de lo posible. Aunque me hubiera gustado servir al ejército de cristal, de no haber sido protector no la habría conocido a ella…— rememoró con mirada cabizbaja.

Bright detuvo el paso, viendo la mirada afligida del caballero hacia las arenas a sus cascos. Pensó que igual no había sido buena idea hacerle recordar eso.

—Lo, lo siento Glowing, no pretendía…

—Por favor, no os disculpéis más. Pienso en lo que ocurrió casi a cada momento. Y, por eso cada noche solo pienso en dos cosas. En ella, y en ensartar mi alabarda en el corazón de ese engendro putrefacto. —aclaró, volviendo a caminar al frente con un semblante en su mirada que denotaba enfado.

Unos instantes después, la unicornio de cabellos rojizos se detuvo, siendo víctima de los pensamientos de su mente.

—No quiero experimentar esa sensación…

— ¿Mmm? —se extrañó el poni de ojos rojos, volviéndose a ella.

—Ya sabes, lo que te ha pasado a ti. No imagino que pasaría si mi madre… —El rostro de Bright se había paralizado casi, vislumbrando un futuro en el que todo en su vida eran sombras y eso le hizo desplegar un semblante de terror.

—Por eso estamos viajando ¿no?

— ¿Eh? —levantó la mirada, extrañada, al caballero de armadura plateada y cristalina, saliendo de su ensimismamiento. Este, desplegó una pequeña sonrisa sincera.

—Confiad en mí… No os pasará semejante atrocidad, ni a vos, ni a los que os quieren. Wikipedio nos ayudará a ambos. —dijo, tocándose el torso que cubría su pecho.

De pronto ambos escucharon un angelical graznido. Alzaron la vista y vieron al fénix descender lentamente hasta la altura de ambos, con un rostro alegre y un ala señalando hacia el sudeste.

—Parece que Gold ha encontrado algo. —observó la unicornio de cabellos rojizos con un semblante más calmado. — Gracias Glowing, me has animado mucho. —agradecida, ofreció una dulce sonrisa a este.

—No ha sido nada, siempre tenéis que ver el lado bueno de las cosas. —alegre, comenzó a seguir al fénix, a paso ligero ambos, subiendo y bajando grandes dunas de arena y atravesando tierras conquistadas por la sequía. —Sino… el mundo nos devoraría.

El sol comenzaba a ponerse y ante su inminente desaparición, el viento empezó a helarse bruscamente y las doradas arenas se volvieron plateadas poco a poco.

Llegaron hasta una pequeña depresión entre las dunas, que daba lugar a una gran elevación rocosa, bastante extensa, con una entrada a una cueva hacia su interior. Por lo que pudieron observar, ya había alguien ahí…

— ¿Quién puede ser ese? —inquirió Bright mirando preocupada a Glowing. — ¿Puede ser un ladrón o un bandido?

—Mmm, no sé, fíjate bien.

Ambos observaron con mayor detenimiento al sujeto que yacía en frente suya. Se trataba de un equino unicornio, de pelaje marrón oscuro y cuya crin gozaba de un tono pálido acompañado de unos ojos carmesí. Llevaba puesta unas prendas de cuero y tela bastante ligeras y ajustadas y entre sus cascos, mientras perdía su mirada en la pequeña llama de la hoguera que tenía en frente suya, sujetaba una larga partesana. A un lado tenía sus pertenencias y algunas de ellas pinta de ser bastante pesadas.

—No parece ser hostil, en mi opinión, pero…

Las palabras de Glowing fueron interrumpidas bruscamente cuando Bright ahogó un grito asustada y el poni de cristal sintió en la nuca un tacto frío, puntiagudo y metálico, el de una daga que tocaba su cuerpo a través de sus prendas.

—No os mováis ninguno… —dijo repentinamente una voz ronca.

Bright pudo contemplar a través de sus cálidos ojos como una poni cuyo rostro y cuerpo se ocultaban bajo prendas del desierto, sostenía en su casco, amarrado al mismo, una daga de filo blanco y curvada, extremadamente afilada. El pañuelo que recubría su hocico era negro completamente y tanto la capucha como las vestimentas que cubrían su lomo y patas, eran de una mezcla de cuero y tela marrón, iguales a las del unicornio que los viajeros habían visto allá abajo. Su repentina presencia fue acompañada de su aroma, que tenía impregnado la esencia del desierto en ella. Los ojos de la chica, ocultos bajo lentes protectoras, ocultaban el fulgor de los mismos, pero estos se encontraban entrecerrados, nada agraciados por la vista de los dos ponis a los que tenía contra las cuerdas.

Gold, que vio a su amo en peligro, se dispuso a descender en picado y tratar de liberarlo, pero aquella equina se percató de la exótica ave de fuego y cogió a Glowing con fuerza, agarrándole mientras sostenía su daga en el cuello del caballero y apuntaba su mirada hacia el pájaro.
Gold, al ver aquella situación se detuvo en seco, con mirada asustada, incapaz de poder hacer.

—Por, por favor, no hemos hecho nada… Le daremos todo, lo que quiera. —ofreció la unicornio, con el corazón acelerado ante la situación.

A pesar de que el caballero intentaba mofarse, sorprendentemente la fuerza de aquella equina era destacable y sabía cómo colocarse para evitar ser desequilibrada.

— ¿De verdad creéis que me interesan vuestras sucias baratijas? ¿Quiénes sois? ¿Por qué estabais espiando? —inquirió ella, sujetando con fuerza a Glowing mientras este gruñía del esfuerzo.

—Solamente queríamos asegurarnos de que no corríamos peligro. ¡No íbamos a hacerle nada! —respondió el poni de cristal. — ¡Ahora suéltame!

—Con mucho gusto… —musitó con voz divertida.

Atrozmente, en un súbito movimiento, la equina arrojó a Glowing por la duna, provocando que cayera por la cuesta mientras daba rodaba y levantaba la arena mediante golpes.

Bright presa del pánico gritó. — ¡Glowing! —sin pararse a pensarlo, ella se arrojó al mismo lugar, deslizándose lentamente por la duna hasta tropezarse. Ambos fueron seguidos por su emplumado aliado, Gold, que voló apresurado a socorrerlos.

Golpe tras golpe, impactando en la superficie arenosa, como si fuera piedra, el caballero terminó por caer al lado del poni que yacía en la parte baja. Al frenar en seco, el cuerpo del caballero experimentó una intensa molestia, sobretodo en sus patas y en el cuello, partes que habían experimentado un daño enorme durante la caída. Glowing siseó de dolor, gimiendo levemente cuando intentaba moverse. Su frágil cuerpo, como una pequeña rama, le pasaba factura por esos golpetazos.

—Maldita sea… hnnng… —gruñía el caballero, luchando por levantarse mientras sus delgadas patas le temblaban.

Bright siguió el mismo camino que Glowing, pero ella amortiguo mejor los golpes, logrando aterrizar a su lado, en mejor estado. Tosió abrumada por el polvo arenoso que se había levantado mientras musitaba el nombre del caballero implorando que estuviera bien.

La misteriosa equina en cambio, de una forma sorprendente, descendió por la cuesta de las dunas de una manera elegante, deslizándose como si fuera una extensión helada, sin apenas levantar los granos de arena.

Nada más aterrizar junto a ellos, apuntándoles con aquella daga, la equina recibió un duro golpetazo en la cabeza,

— ¡Ay! ¡¿Qué haces?! —exclamó furiosa, al tiempo que rechinaban sus dientes.

— ¿Estas tonta o qué? — le reprochó el unicornio, que había ido a socorrer sin dudarlo al caballero. — ¿Estáis bien? Por favor perdonad a mi compañera. Es un poco bruta y maleducada. —El poni de cristal asintió levemente con los ojos cerrados, cerrando su mandíbula fuertemente para soportar las molestias, entre que tomaba el casco del otro poni. Luego, este extendió su casco a Bright para socorrerla a ella también.

—Gra… gracias. —agradeció la joven unicornio de pelaje blanco con una forzada sonrisa. — ¿Glowing estas bien?

—S…si no os preocupéis. Estoy bien, estoy bien. —respondió mientras se frotaba la nuca con los ojos cerrados.

—Por favor, venid, acercaos a la hoguera. No sabéis cuanto siento lo que os ha hecho.

— ¡Oh, por favor! —exclamó indignada la equina encapuchada. Pero al exponer su tono de voz, recibió una dura mirada de su acompañante que hizo que se detuviera.

De pronto Gold llegó a la altura de su amo y compañera, y con un aleteo suave fue aproximándose hasta el caballero de cristal, posándose al llegar en su espalda. El unicornio, presa del impacto ante la llegada de tan magistral ave, quedó ensimismado por unos instantes, dejándose encantar por el dorado plumaje de Gold.

Mientras tanto, ambos viajeros tomaron asiento cerca del cálido fuego que protegía del repentino frío que llegaba desde el norte, azotando el nocturno desierto. El unicornio de pelaje marrón oscuro, una vez salido de su pequeño trance, decidió recoger las cosas que se le habían caído a ambos cuando tropezaron y cayeron por la duna, el contenido de sus alforjas y la alabarda de cristal de Glowing.

—Muchas gracias señor. Perdonadnos, solo queríamos encontrar un sitio donde pasar la noche. —explicó Bright, mirando a su acompañante que ya parecía encontrarse algo mejor.

—No os preocupéis. Son tiempos de desconfianza… —dijo el unicornio, tomando asiento, —Mi nombre es Pate, Trusty Pate. Y esta… es mi protectora, Night Dust. Reiterándolo, perdonad su salvaje comportamiento.

La aludida entrecerró sus ojos, desconfiando, a juzgar por su arrugada sien, de Glowing y de la dulce Bright

—No…pasa nada. —disculpó entre gruñidos el caballero con esfuerzo mientras dedicaba una molesta mirada hacia la aludida Night Dust, que se sentó a un lado, lejos de los tres, aunque abrazada por el apetecible calor de la hoguera.

—Vereis, es que la situación está siendo un poco inestable por aquí. Los ataques de ladrones y bestias se están volviendo frecuentes de noche y bueno, ordené a Night a hacer una guardia. Pero, a simple vista y por vuestras prendas, se nota que no sois de aquí ni sois ninguna amenaza.
Lo cual me alegra. —observó Pate, dedicando una curiosa mirada hacia Gold.

La fluida y calmada parla de Pate tranquilizaba cada vez más las infundadas sospechas de Bright, sin embargo, aun miraba con reparo a la otra poni.

— ¿Bestias y ladrones? —inquirió con semblante preocupado la unicornio de ojos miel.

—Oh, sí. No hace mucho que las gentes de aquí pensaron que los Scorlings habían desparecido para siempre, pero esas malas bestias han vuelto a dar la vara. Y encima un dragón escorpión anda suelto, aterrando a todo comerciante o viajero que viene buscando cobijo en el puerto Dryhoof. —informó de la situación, con una expresión asqueada, a disgusto con lo que acontecía.

— ¿Scorlings? —inquirió el caballero aún frotándose el cuello. —Nunca he oído hablar de ellos.

La poni bandida se interpuso en la tranquila conversación, destinando su mirada de pocos amigos hacia Glowing.

— ¿Nunca has escuchado hablar de los ponis escorpión? ¿De dónde demonios sales tú?

A lo que el caballero de negra melena se sintió incordiado con el irritante tono y mirada de ella.

—Igual que tú nunca has oído hablar del dragón espejo, ni del famoso Draconequus, ¿verdad Night?
Molesta, desvió su mirada con la respiración alterada hacia su acompañante del desierto, quien mostraba una pícara sonrisa, satisfecho con haberla alterado.

—Te estás pasando Pate. —amenazó la poni.

—Dicen que en boca cerrada no entran moscas. —respondió toqueteando mientras su pica.

—Bah, me voy a roncar… que os den.

— ¡Esa boca señorita!

—Que sí, que si… —respondió asqueada, arropándose con una vieja manta entre las pertenencias que tenían ellos a un lado.
Glowing y Bright miraban un tanto extrañados la escena de la relación entre ambos equinos. Cuando Pate miró a los viajeros, lo hizo con media sonrisa de satisfacción.

—No os preocupéis, es que me gusta chincharla, y hacía falta que le diesen una reprimenda por lo que ha hecho. Bueno, contadme… ¿Qué buscáis en este sitio tan poco apetecible?

—Pues… buscábamos a Wikipedio. —aclaró la unicornio, con cierto encogimiento.

—Oh, ¿de verdad? —preguntó con la mirada abierta y un tono de alegre sorpresa. —Veo que la reputación del joven erudito ha llegado a tierras lejanas ¿eh? —rio entre dientes con semblante divertido.

Bright, exaltada ante el comentario del unicornio, se apoyó en sus patas delanteras, estirando su cabeza hacia él y mostrándose nerviosa.

— ¿Conocéis a Wikipedio?

—Por supuesto, todos los residentes del puerto Dryhoof, incluso entre los ladrones es conocido…

Pero, repentinamente la joven poni cortó al morador del desierto, soltando palabras a la desesperada.

— ¡¿Es verdad lo que dicen?! Acerca de sus remedios…

—Oh. —más relajado, Pate sonrió serenamente, acomodándose en el suelo arenoso para disfrutar un poco mejor del calor del fuego. —Por supuesto, nunca he oído queja alguna de sus métodos y remedios. Al fin y al cabo, es lo que le ha hecho tan conocido ¿verdad?

—Si…tiene razón.

—Por cierto. No puedo evitar preguntar… ¿De dónde proviene esa ave tan magistral? —preguntó, mirando con asombro todavía la belleza de Gold Beak.

—Es mi leal compañero. —dijo Glowing en seco. —hace mucho que ha estado conmigo. Proviene del bosque de fuego, en tierras draconianas.

— ¡Vaya! —exclamó Pate, estupefacto, mientras enseñaba una media sonrisa. — así que un espécimen de tierras muy lejanas ¿eh? Lo que se ve cada día. —rio entre dientes. — Es increíble. Pero, bueno, dejando el tema de un lado… Supongo que entonces os dirigís al puerto DryHoof, ¿verdad?

Glowing y Bright afirmaron con la cabeza

—En tal caso estáis de suerte. Night y yo nos dirigíamos hacia allí, a visitar a un viejo camarada. Venimos de lejos en busca de tesoros y joyas para comerciar en el puerto.

Aquel resumen captó la atención de la joven de cabellos rojizos, que dibujó un semblante deslumbrado.

— ¡Vaya! ¿Sois cazadores de tesoros?

Pate rio extensamente.

—Bueno, sí, algo así. Vamos de un lado a otro, recolectando cosillas… así que, si, podría decirse que somos cazadores de tesoros. De hecho…
Rebuscando en sus propias pertenencias, Trusty Pate sacó un extraño objeto a los ojos de los viajeros.
Dicho objeto, que relucía por si solo y llevaba incrustada la belleza en él, se trataba de un reloj de bolsillo chapado en lo que parecía ser oro, era liviano aparentemente y con un diseño bastante elegante. La cadena que llevaba para colgarlo era bastante grande y cuando el poni abrió su interior, podía observarse que sin duda era material de calidad, el mecanismo y las manecillas estaban impecables, parecía haber sido recién fabricado y, curiosamente, marcaba la hora correcta y exacta.

Pero claro, ninguno de los dos, ni siquiera el propio portador, sabía que era ese objeto realmente. No podían concebir, como algo redondo, podía tener en su interior manecillas girando regularmente y que su significado fuera que indicaba el tiempo.

—Wou… es hermoso. ¿Qué es exactamente? Parece una moneda de oro gigante.

—Jamás había visto eso. ¿De dónde lo habéis sacado si se me permite la osadía?
Una risa retozona salió de la boca de Pate, viendo como sus invitados quedaban embobados ante su “descubrimiento”.

—No sería adecuado revelar la fuente de mis tesoros. —rio, seguido de un lánguido bostezo. —La verdad creo que es de lo mejor que hemos conseguido, lo encontré de camino hacia aquí, en este mismo desierto, reluciendo entre las arenas. Puedo considerarme realmente afortunado. —apuntó, soltando una sonora risa, que contagió a los otros dos.

—Entonces, ¿tendremos el placer de que nos acompañéis hasta el puerto?

—Por supuesto, pero el placer es nuestro…bueno, más bien mío. —rio entre dientes.

Bright, cada más serena por la placentera charla bajo el agradable calor del fuego, podía imaginarse que en poco tiempo obtendría aquello que buscaba, aquello que su corazón anhelaba para poder retornar a su hogar, pudiendo suspirar con la mayor tranquilidad del mundo.
Glowing por otro lado, pese al gustoso rato al fuego, con el gélido viento del desierto intentando agarrarle, mantenía un semblante serio, tenía muchas cosas que pensar, cosas que le llegaron repentinamente a la mente, en medio del jolgorio entre Bright y el recién conocido Trusty Pate.

Con la mirada perdida en el fuego, en su cabeza comenzaron a resonar gritos, y el agudo sonido de una hoja cortando el aire, seguido de un borboteo… después, sintió en su pecho una aguja clavarse en su interior. La cara de Glowing fue estropeada con una melancólica sonrisa y una mirada dolorida.

— ¿Esta bien? —inquirió Pate, sacando al caballero de su ensimismamiento.

— ¿Eh?

Pate le miraba un tanto consternado, sin apartar su mirada de él, al igual que la joven de ojos miel.

—Sí, sí, solamente estaba divagando, nada más. —sonrió fingiendo alivio.

—Un tormento del pasado ¿tal vez?

—No quisiera ser irrespetuoso, pero es un asunto que me concierne solo a mí. Gracias por su preocupación de todos modos. —aclaró este, apartando su mirada a otro lado.

El tono seco y carente de emoción del poni de cristal, hizo que Pate asintiera comprensivo y volviera de nuevo a sus quehaceres. Gold, sintiendo empatía ante el repentino abatimiento de su amo, se acercó al mismo ofreciéndole el embargador calor de sus alas y sus apesadumbrados pero aliviadores graznidos de consideración.

—Estoy bien…estoy bien. — musitó en voz muy baja.

Bright no apartó un instante la mirada de su acompañante. Solamente había silencio en aquel instante, que únicamente se rompía con el chisporroteo de la hoguera.

—Bueno, creo que es hora de descansar. Pero alguien debe quedarse de guardia. Si necesitáis dormir ya un poco, puedo ofrecerme voluntario y vigilar. —propuso el unicornio de pelaje marrón, poniéndose erguido y dejando su preciada partesana a un lado.

—Pues la verdad, es que estoy exhausta. Pero debemos partir nada más amanecer, nos es urgente ver a Wikipedio.

—No os preocupéis, nuestra intención es llegar allí tan pronto como sea posible. Así que yo…

—Lo haré yo. —alzó la voz Glowing, interrumpiendo a Pate.

—Yo haré la primera guardia. Espero que eso no os suponga molestia. —musitó entonando agriamente.

—En absoluto. —respondió con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa. —me viene mejor. Así que en tal caso. —bostezando, el poni unicornio de cabello blanco, fue acomodándose a un lado, más cercano a Night Sand, para disponerse a dormir. —Tengan buenas noches. Mañana espera un día largo.

La equina de pelaje blanco y trapos de tela, se acercó a Glowing, con aire apesadumbrado. Posó un casco sobre el hombro del caballero que miraba el cielo oscurecido.

— ¿Glowing que te ocurre? —inquirió ella con una pequeña mueca de dolor.

—Es que… bueno, no me fio mucho de ellos. Acabamos de conocerlos y si, parece buena gente pero no me siento muy seguro si se encargan ellos. —confesó, cuando realmente eran otras cosas las que le perturbaban.

—Entiendo… pero tal vez deberías depositar tu confianza con un poco más de facilidad.
Glowing reunió sus ojos con los de su compañera. La tierna sonrisa que le ofrecía esa joven poni, le inspiraban serenidad, pero aun así, la
gélida sensación de su interior seguía ganando terreno.

—Pero dar confianza al equivocado podría significar la muerte. Soy culpable de ser sobre seguro, así que, por favor, permitidme que sea yo el que permita nuestra llegada al puerto.

—Vale Glowing, pero si necesitas descansar por favor avísame.

Gold dio un graznido encantador, dispuesto a acompañar a su querido maestro durante la larga noche en el desierto. No sin antes, aproximarse a las patas de Bright y restregarse en ellas, como si fuera un felino.

—Oh, Gold… —rio divertida acariciando al emplumado ser.

—Vamos, debéis descansar para mañana.

Asintiendo en silencio, la poni se retiró cerca de allí, bajo el abrazo del fuego. Glowing empuñó entre sus cascos la querida alabarda de cristal, mitad hacha mitad lanza, de su lejano hogar del norte. Un regalo de su triunfo ceremonial en la selección para ser uno de los protectores de la guardiana del conocimiento. Con el mango de metal y la parte superior hecha del cristal mágico del imperio, que gozaba de un color celeste y una superficie impoluta. Glowing mantenía entre sus cascos un arma formidable con la que pudo proteger de muchos peligros a la guardiana. Alguien de cabellos rojizos y pelaje blanquecino, al igual que su actual compañera de viaje, lo cual infundía en la misma una mayor confianza
de la que se esperaba tuviera Glowing con ella.

La creciente desconfianza en su interior, nació a raíz de la espantosa sensación que le abordó en medio de la calidez de la previa situación. En su memoria volvió a encontrar, que ser precavido, es más que necesario. Y con tan poco tiempo para haberse conocido, por muy buenos que fueran los modales del buen unicornio y con tal acompañante desconsiderada, Glowing no deseaba correr riesgos.

La noche fue avanzando. Todos dormían plácidamente gracias al calor de la hoguera. Los ojos del poni de cristal, se mantuvieron alerta durante todo el transcurso de la noche. El viento helador fue levantando pequeñas trazas de arena, y solamente su aullido, al son de las llamas que los envolvían, era lo único que ahuyentaba al silencio.

Una noche en soledad era la ocasión idónea para que, pese a su deber de vigilancia, el caballero fuera presa de recuerdos y pensamientos.
Repentinamente, en medio de la noche escuchó una campana resonar. Sus orejas se irguieron al escuchar aquel tañido, suave pero profundo, que provocó un tremendo escalofrío que recorrió la espalda del frágil poni de cristal. No era la primera vez que lo escuchaba, ese sonido que acariciaba sus orejas y luego ahondaba en su cabeza y se precipitaba hacia su corazón. No, lo escuchó varias veces, pero todas antes de que encontrara a Bright en su camino, no pensó que volvería a oír ese tañido que le hacía rechinar los dientes y que le ponía tan nervioso…
Gold, en vela junto a su amo, se percató de su alterado estado. Se colocó a su lado, y con sus alas de oro, le embriagó en un placentero calor que calmó los nervios y el malestar del mismo. Se podían oír los suspiros de alivio, cada vez más hondos. Gold, como muchos otros de su raza, procedentes de los bosques de fuego, tenían un mágico poder derivado de la propia naturaleza del bosque que un día fue su hogar, el poder curativo del calor, capaz de apaciguar tanto el cuerpo como el corazón, pero, al fin y al cabo solo era un alivio, no una cura.
Glowing rio lentamente. Mirando a Gold, acariciándole.

—Amigo mío, ¿Qué habría hecho sin ti? Gracias. —por un momento, los ojos sangre del caballero, se vieron humedecidos por un arrebato de tristeza. Y su voz, temblorosa, era corroída por una creciente amargura. — No hay un solo momento en que no me sienta culpable Gold… Parece que no va a acabar nunca.

Un gemido triste del fénix acompañado de un abrazo suyo, intento calmar su depresión. Fue entonces cuando alguien le habló al poni.

—Una noche difícil ¿eh? —Pate, que se levantó al escuchar la escena del caballero, se acercó a este con el semblante aun adormilado.

—Perdonadme. —se disculpó el poni de plateada y cristalina armadura, mientras se secaba sus húmedos ojos. —de nuevo, estaba siendo hostigado por mis pensamientos. Siento mi anterior comportamiento.

—Lo imaginaba, la verdad. No debéis disculparos—gruñó al sentarse a un lado, distrayéndose con el fénix de plumas doradas, cuyo resplandor atraía su curiosidad. — Desde que os he visto, la verdad es que se os notaba continuamente fustigado por un secreto. No me gusta ser entrometido pero supongo que ni a la chica le habéis confesado los demonios que os atormentan. A veces es mejor hablarlo, lo digo por experiencia.

Oteando los alrededores, Glowing guardaba silencio. No creía convenientes semejante cosa. La sien arrugada y la pesada mirada, habían alarmado al unicornio de pelo blanco.

—Lo siento, de nuevo os estoy molestando. Disculpadme, tan solo quería daros consejo.

—Oh, no, no. En absoluto. Es solo que, bueno, no me hallo en las condiciones de compartir secretos. —explicó sin ser irrespetuoso.

El poni de pelaje marrón sonrió, comprensivo y alzando su mirada al cielo.

—Bueno, no te preocupes, pero ya digo, puede que te venga bien soltar algo de lastre. La chica es encantadora, y tímida por lo que he visto.
Glowing asintió.

—Es demasiado buena. Pero, lo mío es muy delicado y tampoco quiero deprimirla más. Es muy empática.

—Ya veo… y por lo que he observado debe tener a alguien enfermo en casa.
Glowing se sorprendió, miró repentinamente al unicornio, con una faceta de asombro. Aunque cuando indagó en lo que ocurrió al principio de
la noche, realmente no era demasiado difícil de adivinar.

—Su reacción ante los remedios curativos, su continua preocupación… Si, si busca algo así es por una buena razón. Muchos ponis lo hacen. Viajan de un lado a otro del desierto para buscar remedios que no pueden conseguir en el resto del reino. Es así.

—Si…

Pasaron los minutos, el chisporroteo del fuego fue menguando lentamente. Glowing se sentía incómodo ante ese silencio que se prolongaba en aquellos instantes.

—Y, ¿Qué hay de tu compañera? ¿Por qué lleva siempre esas lentes? —inquirió este, observando como aquella poni de tan pocos modales llevaba puesta sus prendas, incluidas las gafas, aun estando dormida.

—Je. —Pate rio divertido. —No le gustan sus ojos.
Eso llamó la curiosidad del joven caballero.

—Si, como lo oyes. Detesta que la gente la mire tan fijamente, por su aspecto, aunque yo siempre le digo que no son más que tonterías suyas.
Pero, ya has visto lo terca y cabezota que es. No hay forma de que las cosas se le metan en esa mollera que tiene.
Glowing no puedo evitar soltar una pequeña risa ante esos comentarios. Suspiró mucho más sereno de cómo se encontraba antes. Las pestañas de sus ojos le estaban siendo cada vez más pesados y su cuerpo ya empezaba a flaquear. Dichos signos inequívocos de cansancio no pasaron inadvertidos ante el unicornio de ojos carmesí.

—Creo que sería mejor que descansaras un poco. Ha sido un día muy largo para vosotros, y mañana queda mucha caminata. —sonrió abiertamente. —Yo me encargare de vigilar el resto de la noche.

Pese a ello, Glowing sentía reparo en irse a dormir. Aunque ahora no sentía tanta inseguridad con el unicornio, y su cansancio, innegablemente, le arrastraba a la decisión de tener que dormir aunque solo fueran escasas horas.

—Está bien. —asintió derrotado. —Me vendrá bien descansar un poco. Gracias.

Pate inclinó su cabeza, contentado de haber convencido al exhausto poni a retirarse para descansar. Antes de colocarse para acostarse,
Glowing condujo sus ojos rojizos hacia la joven Bright, quien dormía profundamente, respirando con plena tranquilidad. Mientras la contemplaba, le dedicó una cálida sonrisa, dando gracias en su pensamiento por su presencia. Aquella poni fue una bendición en su largo y solitario viaje, al igual que Gold. El fénix dorado se posó a un lado de la hoguera. Estando cerca de su amo, para poder atrapar el calor del fuego, encogió su cabeza entre las alas y desprendió ruiditos de confortabilidad. El caballero de cristal, solamente se recostó en el arenoso suelo, presa del sueño que le iba inundando con suma rapidez, mañana seria otro día. La luna fue descendiendo en el horizonte, y los vientos helados fueron perdiendo su fuerza mientras todos salvo Pate soñaban eludiendo sus adversidades por unos momentos, hasta que Night, despertó.

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(https://www.youtube.com/watch?v=4MrmpUTn9e0 Dodongo's Cavern - The Legend of Zelda: Ocarina of Time )

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Durante aquella noche, en el interior de la cueva cuyas fauces yacían en frente de los ponis que se encontraban en el desierto, el silencio extendía sus dominios por su interior, pero en las profundas entrañas de aquella montaña, un viajero recorría su interior, vagando sin un rumbo claro mientras alzaba una antorcha, ahuyentando la oscuridad.

Cada paso suyo hacia resonar cada traza de metal de la armadura que portaba. Una armadura de hierro aparentemente carbonizado por sus oscuras manchas y el propio tono sucio del grisáceo metal. El hierro conformaba sus polainas, la placa de su torso y el yelmo tosco y cuadriculado, adornado con viseras cuyo aspecto se asemejaban a las heridas faciales causadas por las afiladas garras de un halcón. Los pantalones anchos que llevaba eran de cuero negro, al igual que los guantes con los que sujetaba tanto su antorcha con la izquierda como la liviana hacha de un solo filo que sostenía con la derecha. Estas prendas estaban cubiertas por un uniforme elegante hecho de gruesa tela roja con remates plateados, que se ajustaban a la complexión de aquel errante, y que se sujetaba por un cinturón de plata, adornado con una raída falda carmesí que proporcionaba estética a su figura.

Aquel viajero, sin presentar temor a la oscuridad que circundaba a su alrededor, atravesaba un panorama realmente siniestro, tal y como sus ojos podían observar gracias a la luz de la antorcha. Encontró un número alarmante de cadáveres, tirados en el suelo y en medio de charcos de un espantoso color verdoso teñido levemente con un feo rojo.

Un olor nauseabundo y podrido infestaba las cuevas. Cristales de cuarzo que fulguraban con una luz verdosa iluminaban tenuemente las lejanías oscuras donde el fuego no podía alumbrar.

—Mmmm… me pregunto que ha podido pasar aquí. —musitaba en voz baja aquel soldado, atormentando su vista con pilas de cuerpos, de diferentes clases, siendo corroídos por la podredumbre, la degradación, e infinidad de insectos y parásitos que devoraban los restos.

De pronto de entre el silencio de la cueva surgieron algunos ruidos extraños, que se acercaban paulatinamente hacia él. Ronroneos temblorosos, quejidos de intenso dolor y ruidos quebradizos. Tras una gran roca, en medio de la abierta cavidad de las entrañas subterráneas, recubierta de un húmedo y pringoso musgo, provenía aquella fuente de desagradables sonidos.

Empuñó la antorcha al frente, pudo mirar como una extraña bestia de complexión poni estaba bebiendo de un charco podrido y apestoso.

—Por el santo fuego, que es… eso. —pensó horrorizado por el aspecto de la criatura.

Un ser con cuerpo de poni, carente de pelaje y piel oscura con detalles propios de un insecto. Un exoesqueleto de color rojo oscuro y unos ojos de débil fulgor de color amarillo. Sus patas escuálidas y agujereadas y una larga cola de escorpión que emergía de sus partes traseras. Cada ápice de su cuerpo estaba recubierta de suciedad, podredumbre y extrañas ronchas.
(https://www.youtube.com/watch?v=iSbjIFx4Hxg Dark Souls 2 music, Rat authority.)
El soldado alzó su hacha, en posición para atacar por si fuera necesario. La bestia levantó la mirada hacia este con desgana y abriendo sus fauces, mostrando sus poderosos dientes afilados, y el contenido del charco escurriéndose entre sus colmillos y cayendo al suelo. La bestia emitió un rugido y levantó su extensa cola de escorpión.

—Ningún demonio hará que mi pulso tiemble. Prepárate a desaparecer bestia repugnante. De uno de sus bolsillos sacó una pequeña bolsa de cuero hecha a mano, cuyo contenido resplandecía parpadeando. Abrió la bolsa, de la cual salió una esfera incandescente, que directamente se impregnó en su hacha, volviéndola un arma incandescente, imbuida en el fuego que portaba. Alzó el hacha en alto y gritó:

— ¡Diarka Ignea!

Arremetió en carrera contra la bestia, pero antes de poder ensartarla con el ardiente filo de su hacha, aquella criatura emitió un aullido ensordecedor. El filo de fuego de la gruesa hacha silencio el estruendo agudo de la bestia, hundiéndose en su cráneo y conduciendo el fuego por todo el interior de su cuerpo.

—Purifícate demonio envenenado…

El hacha relució con un cegador brillo solar y el cuerpo de la criatura fue encandeciéndose por dentro, a causa del efecto ígneo del hacha. Una vez cayó muerto, el soldado extrajo su arma de un filo, pero nuevos sonidos perturbadores le pusieron en alerta.

Por los múltiples agujeros, desde la propia tierra, incluso del techo, empezaron a surgir una marabunta de aquellas criaturas. El viajero las observó a la luz de su antorcha y de su hacha encantada con magia ígnea. Todas le miraban como una presa fácil al que destripar y devorar.

—Hmph, sé que os gustaría que me quedara a cenar, pero siento deciros que tengo otras prioridades. —abriendo su mano, extrajo el fuego de su hacha, reuniéndose en su primitiva forma, la esfera incandescente, la cual, ante un rápido soplido del soldado, brilló de forma cegadora, confundiendo a las bestias poni escorpión por unos instantes, lo suficiente para que aquel varón corpulento pudiera salir huyendo de allí.

Numerosas veces, los monstruos se abalanzaron contra él durante su fuga, pero no podían atraparle entre sus rápidos esquives y su habilidoso manejo del hacha que bloqueaba su ataque.

Sin embargo, vagando sin seguridad por las entrañas de la tierra y las montañas, el viajero de uniforme sangriento se topó con un punto y final, colocado por un enorme agujero cuya profundidad no podía discernir.

—Je, atrapado como una rata. —murmuró contemplando el abismo frente a él, e, inmediatamente, se volteó con la antorcha y vio a todas las bestias mirándole con expresión famélica, todas con ojos infectados y podredumbre por su cuerpo, babeando como fieros depredadores de carne. — ¡Por el fuego perpetuo! —Volvió a encantar con su misteriosa esfera de luz, su preciada hacha y agitando vigorosamente la antorcha,
fue logrando espantar a los escorpiones ponis que intentaban buscar un hueco para arremeterle. Uno saltó con las fauces abiertas pero se topó con el fogoso filo del hacha. Otros intentaron clavar su aguijón como puntas de lanza, pero no surtía efecto.

Los ataques parecían interminables. Él lograba ejecutar varios monstruos con su hacha, pero cada vez su cansancio se volvía palpable, a mayor velocidad de la que él pensaba, mientras esquivaba aguijones y colmillos.

— ¡Poder de la llama perpetua! Aliento de Ignis. —Retiró el encantamiento de su hacha a la antorcha y de un largo soplido, como si fuera un traga fuegos, expulsó las llamas como si fuera el aliento de un fiero dragón, pudiendo envolver a varios de los escorpiones en llamas, pero no se percató en medio de las luces del fuego que una bestia trepó el techo encima suya, y cayó en su retaguardia, hincando profundamente su aguijón en su espalda.

Lo siguiente fue un grito de dolor. La sangre brotaba de su espalda mientras el veneno del monstruo poni se inyectaba en su cuerpo. Pero no titubeó en propinar un brusco tajo de su sólida hacha en la boca del responsable, partiendo en dos su mandíbula, al tiempo que su grito se imbuía de furia y dolor.

Las bestias encontraron la oportunidad perfecta de atacar, pese a que su presa agitaba vigorosamente la antorcha esperando ganar algo de tiempo para lo que fuera. La vista del caballero con traje se vio emborronada, discerniendo cosas que le aterraban. El pulso le temblaba sin cesar, tanto que tuvo que sostener la antorcha con ambas manos, pero incluso así las piernas le traicionaron y cayó en el filo.

—Que…humillación… ¿Cómo pude ser tan vanidoso? —declaró con la voz temblando, entre los rugidos de las bestias. Pudo oír cómo se acercaba a su cabeza uno de los monstruos, con las fauces abiertas de par en par. Preparó su hacha, inseguro de si acertaría con el fin de dar la mayor guerra posible, todo era cuestión de suerte.

—Os va a costar hincar el diente al primer plato, hijos del demonio…

Entonces, de repente escuchó un pesado aleteo venir desde arriba. No pudo esclarecer su vista para saber su procedencia, solo escuchó un sonido abrupto de un filo de metal cercenando en dos al poni escorpión que trató de despiezarle, al son de un fuerte y grave gruñido de esfuerzo.

—¡Resistid! —parecía decirle al soldado. — ¡Vamos ratas! ¡Pelead! —gritaba entre lo que parecían ser pesados espadazos. — ¡Yo, Galian de
Griffonia, no mostraré piedad contra vosotros! —Gritos de guerra resonaron entre las cuevas, además del inconfundible sonido del hierro cercenando las extremidades y la tierra temblando.

El encantador de fuego sintió como el poderoso veneno le nublaba los sentidos, pero antes de quedar inconsciente, pudo notar como unas garras le sostuvieron y despegó del suelo, pero, de pronto sintió la oscuridad, aderezada con un intenso aullido de dolor.

De pronto un poderoso estruendo hizo temblar las cuevas y los equinos escorpión desaparecieron en la oscuridad, atemorizados por el acontecimiento, que fue acompañado de un atroz rugido, proveniente de una bestia mucho mayor que ellos…

Una campana resonaba desde las profundidades.

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