Capítulo 9
Campanas de boda
1ª Parte
Los días posteriores al anuncio de la boda entre Cadance y Shining fueron un no parar; el correo del palacio se llenó con cartas que daban la enhorabuena a los novios, y Celestia estuvo mandando un sinfín de invitaciones mientras organizaba la ceremonia, siendo ayudada por su hermana. Hasta ahora todo salía según lo previsto, y Celestia no veía muy necesario el pedir ayuda a Twilight y sus amigas; el banquete lo estaba preparando un restaurante que contrataron, Cadance eligió un conjunto diseñado por una modista de la ciudadela que su tía conocía, y todo lo demás parecía andar por sí solo. La primera semana previa a la fecha prevista había pasado sin apenas complicaciones, por lo que Celestia optó por dejar tranquilas a su estudiante y sus amigas, aunque sus invitaciones las mandaría aparte.
-Bof, qué estrés… a ver cómo le va a Cadance…-pensó Celestia, levantándose de su mesa.
Hasta ahora, su sobrina apenas se había mostrado nerviosa y parecía estar sobrellevando el asunto de la boda bastante bien; eso por un lado era bueno, pero por otro ella no podía evitar preocuparse de más por su sobrina. La encontró en su habitación cuidando de Frank, mientras que varias ponis del servicio ultimaban algunos preparativos.
-Hola, Cadance…
-Ah, hola tía… ¿querías algo?
-Tan sólo venía a verte… ¿cómo lo llevas?
-Oh, pues bien, la verdad, el vestido está listo, los anillos ya están elegidos… todo está bien…
-¿Segura, cielo?
-Claro que sí…
Ambas alicornios se miraron por un momento, Celestia alzó una ceja de forma inquisitiva.
-De verdad, estoy bien, sólo voy a casarme-insistió ella.
-¿Sólo? Se trata de un gran paso, Cadance, y va a ser el día más importante de tu vida… yo en tu lugar estaría muerta de los nervios…
Frente a eso, la alicornio rosada miró extrañada a su tía e inquirió.
-¿Acaso lo dices por algo, tía?
Celestia se quedó un tanto cortada, mirando para otro lado; fue entonces cuando Cadance lo comprendió y abrió mucho los ojos, sorprendidísima.
-Tía… tú… ¿llegaste a casarte?
Celestia tan solo suspiró hondamente antes de contestar.
-Fue hace ya tanto tiempo que parece perderse en mis propios recuerdos; yo era joven y dicharachera, y por ende, tonta e impulsiva. Apenas tenía más de veintitrés años. Me enamoré de un semental joven, miembro de la guardia, con el cual tuve un tórrido y fugaz romance. Fue como en las novelas, todo era de color de rosa, nuestro amor fiero como una llama y nos jurábamos amor eterno por las noches. Cada vez que me acuerdo, no puedo dejar de recordar lo estúpida que fui…
Por un momento Celestia hizo un receso, llegando a reírse tontamente; Cadance siguió escuchando, muy atenta e interesada.
-Una noche, en un arrebato de amor ciego o de estupidez, nunca llegué a distinguirlos bien, él me propuso matrimonio; yo, como una tonta, me emocioné lo indecible y acepté sin pensar. Fue como una marea de felicidad y delirio, empezamos a construir castillos en el aire, vislumbrando nuestra vida de casados, y formando una familia. Y sí, sé que suena tan estúpido como lo es. Y lo fue, realmente lo fue. Para la mañana siguiente, despertamos a un orfebre para que nos hiciera un par de anillos, y yo había asaltado el desván del castillo para coger prestado el viejo vestido de novia de cuando mi madre se casó con mi padre. Quedamos en una explanada fuera de la ciudad, en las ruinas de una antigua iglesia dedicada al primer alicornio; esperé y esperé, albergando la esperanza de que llegara. Pero… supongo que él mismo se dio cuenta de la situación, o simplemente huyó, o se fue sin más. Yo también me di cuenta, pero para entonces ya había sido víctima de mi propia estupidez.
Una vez que terminó, Celestia se quedó callada, mirando por la ventana y quedándose por un momento sola con sus recuerdos; sus ojos brillaban y su mirada conservaba esa calma y serenidad que tanto la caracterizaban. Cadance también guardó silencio, pensando en su historia.
-Pero ahora hay una gran diferencia entre esa tonta y débil relación y la tuya con Shining. Habéis estado cuatro años compartiendo vuestro amor, sin que nada lo rompiera. Hay veces como esta en la que me preocupo más de la cuenta…
-Oh, no pasa nada, tía… todos cometemos estupideces cuando somos jóvenes, te mentiría si te dijera que no he cometido ninguna antes, aunque lo cierto es que nunca has estado allí para verlas…-habló Cadance por primera vez.
-Entonces mejor será que así sigan…
Las dos se rieron con confidencia, Cadance hizo un inciso.
-Comprendo tu preocupación, pero ya te digo que estoy bien. Después de todo, me voy a casar con el amor de mi vida… ¿Qué puede salir mal?
-Mira, ahí tienes razón… y no será tu tonta tía con sus tontos ataques de nostalgia los que lo estropeen-añadió Celestia.
Ambas alicornios se sonrieron mutuamente y la rosada dio un fuerte abrazo a la más mayor.
-Aun así, gracias por preocuparte y estar ahí… te quiero, tía Celestia…
-Yo también te quiero, Cadance.
En ese momento oyeron un fuerte gemido, llamando Frank la atención de su prima y tía ante la falta de atención. Cadance lo cogió con su magia y lo arrulló en su pecho.
-Bueno, pues si todo está bien, te dejo ya…
-Sí, parece que Frank demanda más atención por mi parte…
-No sabe ni nada…-murmuró Celestia, haciéndole un gesto de cariño con su hocico.
Tras eso, la princesa del día se retiró y dejó a Cadance y Frank solos; Luna estaba trabajando, por lo que le tocaba a ella cuidar de él hasta que su madre estuviese disponible de nuevo. A ella no la importaba, puesto que disfrutaba cuidar de su primito y pasar tiempo con él. Incluso la idea de tener su propio hijo comenzaba a borbotear en los rincones más recónditos y lejanos de su cabeza. Tal vez, al año de estar casada, se lo podría proponer a Shining.
Pero sus pensamientos fueron opacados de golpe en cuanto vio un fino trozo de pergamino deslizándose por debajo de su puerta; extrañada, Cadance lo cogió con su magia y le dio la vuelta, para encontrarse con un extraño mensaje.
Reúnete conmigo al lado del acceso sur del palacio y cerca de la bifurcación entre el muro y el precipicio esta noche; ve sola, o atente a las consecuencias. Avisa de este mensaje a cualquier otro, o atente a las consecuencias también.
Los ojos de Cadance se abrieron de golpe, alertándose sus sentidos al máximo; el mensaje estaba escrito con recortes de periódico, en un burdo pero amenazante anónimo. Por un momento pensó que se podría tratar de una especie de broma pesada, pero enseguida desechó esa opción. El mensaje en sí no la asustaba, pero lo que la aterrorizaba eran esas supuestas consecuencias. Podría ir a avisar a sus tías para que una patrulla la acompañara hasta el lugar, pero aun así las consecuencias seguían ahí. Otra opción era avisar sólo a Shining para que fuera con ella y así no alertar a toda la guardia, pero aun así, esas consecuencias seguían ahí. El problema eran esas malditas consecuencias; ¿Cuáles serían? ¿Quién la enviaría un anónimo así en un momento como ese? ¿Contra quién irían si se negaba a ir? ¿Sus tías? ¿Shining?
Pero sus temores se reforzaron en cuanto oyó un gemido proveniente de su querido primito.
-Frank…-musitó entonces, aterrorizada.
Por un momento lo apretó con más fuerza contra su pecho, en un desesperado intento por protegerle; no podía dejar que nadie estuviera en peligro por ella, era claramente una trampa, pero se negaba a sacrificar a sus seres queridos por su propia seguridad. Si lo haría, sería un gran acto de egoísmo que jamás se perdonaría. Quizás fuera una estupidez, quizás no. Pero no podía dejar que nadie de su familia sufriera por su culpa. Y rápidamente, tomó una decisión.
Esa misma noche, se aseguró de que todos dormían antes de salir para allá; por suerte, la guardia ya no se apostaba a las puertas de las habitaciones por las noches y sólo patrullaba por los pasillos, por lo que fue sencillo salir y colarse entre los huecos de cada patrulla, aprovechando las rutas prefijadas que ella bien conocía. Llevaba una capa negra como el carbón que la ayudó a moverse entre las sombras sin ni siquiera llamar la atención, en cuanto vio una ventana abierta abrió sus alas y echó a volar, planeando todo lo bajo posible para no llamar la atención.
Sabía a dónde tenía que ir, puesto que era la parte más alejada de los terrenos reales; el palacio mismo se asentaba justo al lado del borde del acantilado, sobre una enorme plataforma de piedra que sostenía todo Canterlot, la cual fue tallada directamente de la misma loma de la montaña. Un acceso de servicio, que no se usaba desde hacía años, daba hasta un prominente saliente en la roca, formando una pequeña cavidad bajo el mismo palacio; antiguamente se usaba para comprobar cada cierto tiempo la estabilidad de esa parte de la ciudad, pero dejó de usarse en cuanto los cimientos de la plataforma se asentaron del todo. De alguna manera, supo que el anónimo se refería a ese sitio en concreto, por lo que se dirigió hacia allí directamente. Evitó el tener que abrir la oxidada puerta volando por encima de ella y se pegó a la pared todo lo que pudo mientras caminaba por el borde.
Llegó al sitio rápidamente y se adentró en la cueva, pero no vio a nadie en ella; alumbró con su cuerno el interior, pero nadie se dejó ver. Algo nerviosa, decidió esperar un poco, mientras se aseguraba la capa con firmeza. Afuera, un leve viento soplaba débilmente, acompañándola esa noche. Al poco rato de estar esperando, la pareció oír algo moviéndose detrás de ella y comenzó a darse la vuelta lentamente, esperando encontrarse con el artífice del anónimo. En cuanto alzó la vista, vio un sorpresivo resplandor verdoso reflejándose en sus ojos antes de desmayarse.
-Alteza ¿está despierta? ¿Podemos pasar ya a hacer su habitación?
Normalmente, Cadance no tardaba tanto en contestar, ya era la segunda vez que la llamaba tocando la puerta, y la poni del servicio empezaba a preocuparse. Fue a llamar por tercera vez, pero en ese momento la puerta se abrió abruptamente, mostrando a una irritada y molesta Cadance.
-¡Ya voy, maldita sea! ¿¡Es que no sabéis esperar!?
La poni se quedó de una pieza, sin apenas comprender lo que acababa de pasar; ¿la princesa Cadance, la benévola, dulce y confidente Cadance, la había gritado y espetado?
-Pri… princesa ¿se encuentra usted bien?
-¡Me encontraría mucho mejor si no me hubieras estado presionando todo el rato, estaba en el baño acicalándome! ¡Pasa de una vez!
Sin poder ocultar su incredulidad, la poni pasó a trompicones, junto con el resto del servicio igual de anonadado; Cadance, con el gesto fruncido y visiblemente molesta, echó a andar a paso rápido en dirección hacia el comedor. Allí se encontró con Celestia y Luna, las cuales la saludaron amablemente, pero se quedaron extrañadas al ver su agriada expresión.
-¿A qué viene esa cara, cielo?-inquirió Celestia.
-Sí ¿no has dormido bien?-hizo lo propio Luna, sosteniendo a Frank con su magia.
-Sí, claro estupendamente ¿por qué no iba a hacerlo?
El tono con que lo digo, y la mala cara que puso mientras tanto, no hizo más que preocupar a ambas princesas, extrañadas por su repentina actitud.
-¿Qué ha pasado, Cadance?-inquirió Celestia con un tono preocupado y ligeramente autoritario.
La aludida chocó un casco contra el suelo antes de gritar.
-¡Pues que este servicio es un maldito desastre! ¡No saben hacer una derechas, no saben ni esperar! ¡Todo el rato metiendo prisa para nada! ¡Agh, me ponen de los nervios! ¡Ya no tengo hambre!
Y tras esa retahíla, cogió y se marchó, dejando a Celestia y Luna con la miel en los labios y completamente anonadadas.
-Pero, pero… ¿desde cuándo se comporta de ese modo?-inquirió Luna, incrédula.
-Desde nunca, eso desde luego… algo ha debido de pasarla, pero… no entiendo nada…
La princesa de la noche frunció el ceño, pensativa, antes de tomar la palabra.
-Tenemos que ir a hablar con ella.
-Vale, pero al menos da de comer a Frank antes-la recordó su hermana.
El aludido soltó un gemidito en el pecho de su madre, refrescándola la memoria.
-Ay, es verdad, perdona cariño…
Luna hizo flotar el biberón ante su hijo, el cual lo aceptó con ganas y empezó a chupar con avidez; el doctor las recomendó que fuera dejando poco a poco el biberón, podía seguir usándolo unas cuantas semanas más, pero enseguida tendrían que empezar a darle cosas blandas para que se fuera acostumbrando.
En cuanto terminaron de desayunar, se dirigieron directamente a la habitación de Cadance, donde se encontraron con el servicio en el pasillo, con sendas caras de desconcierto dibujadas en sus caras.
-¿Qué hacéis aquí, qué ha pasado?-inquirió Celestia.
-Ah, alteza, se trata de la princesa… está muy rara, apareció de repente hecha una furia y nos echó de mala manera…-explicó una de las ponis.
-Al levantarse nos trató rudamente también, como si algo la molestara… ¿qué la ocurre, alteza?-quiso saber otra de ellas.
-No lo sé, pero pienso averiguarlo… dejadme pasar, intentaré hablar con ella.
Luna y Celestia se acercaron a la puerta, la mayor tomó la palabra y llamó a la puerta mientras decía.
-Cadance, cariño, soy yo, abre la puerta, sólo quiero hablar…
En ningún momento se oyó nada al otro lado de la puerta, esperó un poco, lo volvió a intentar, pero aun así no obtuvo respuesta. Preocupada por ella, Celestia decidió hacerlo rápido y asió el pomo de la puerta con su magia, abriéndola ella misma.
Se asomó un poco dentro y vio a su sobrina sentada en el borde de la cama, visiblemente agitada y jugueteando con sus cascos nerviosamente.
La alicornio blanca se acercó a ella, mientras que la oscura se mantenía un poco alejada, sosteniendo a su hijo con su magia; Celestia arropó con un ala a su sobrina, la cual reaccionó sorpresivamente.
-Tranquila, soy yo…
Cadance se relajó, pero aun así siguió en alerta, como si no terminara de confiar en ella; la alicornio blanca la miró inquisitivamente, tratando de conectar con ella.
-¿Qué pasa, Cadance? Ayer estabas bien, estuvimos hablando, tú misma me dijiste que no había nada por lo que preocuparse…
La aludida no contestó, tan solo miró al suelo con gesto reprobatorio, como si se lamentara de un fallo garrafal que acababa de cometer.
-Sabes que puedes confiar en mí, cariño… soy tu tía después de todo…
Fue entonces cuando la alicornio rosada levantó la mirada hacia ella y se la sostuvo fijamente, antes de contestar.
-No es nada, tía, es sólo que… he estado pensando desde lo de ayer, y… bueno, no todos los días voy a casarme ¿no? lo que quiero decir es…
Tanto Luna como Celestia se miraron extrañadas por cómo actuaba su sobrina; por un momento, la princesa de la noche se adelantó e inquirió.
-¿Estás nerviosa?
-¡Sí, eso es! El matrimonio es una gran responsabilidad, y me siento un poco nerviosa por cómo será mi vida a partir de entonces…
Ante esa confesión, tanto Luna como Celestia se quedaron un tanto más tranquilas, aunque Celestia habló enseguida.
-Entiendo tu pesar, Cadance… aunque es un poco raro, ayer estabas muy tranquila, no entiendo que ahora te encuentres así…
Su sobrina abrió la boca para hablar, pero su respuesta tardó un poco más en salir.
-Es que… esta noche tuve un sueño en el que yo estaba con Shining… estábamos juntos, éramos felices, pero… sentía que me faltaba algo, como si no pudiera ser del todo feliz. Y… me entró miedo…
Esta vez, fue el turno de Luna de fruncir el ceño, extrañada.
-¿De veras? Estuve de patrulla esta noche y no vi nada raro… de hecho, no llegué a detectar que soñaras en ningún momento.
Cadance mantuvo una impertérrita cara de circunstancia antes de volver a hablar rápidamente.
-¿Ah, no? Pero realmente tuve ese sueño…
-Se me debió de pasar, entonces… no me suele ocurrir, vaya, pero supongo que siempre habrá una primera vez…-murmuró Luna, pensativa.
-En ese caso, no veo por qué tengas que estar más nerviosa. Es sólo un sueño, no lo pienses más y alegra esa cara-la animó Celestia, dándole un toque bajo la barbilla.
Cadance la hizo caso y esbozó una pequeña sonrisa, lo que tranquilizó un poco más a sus tías.
-Y conozco a alguien perfecto para que te relajes y desconectes un rato-añadió Luna, acercándose a ella.
-¿Ah, sí? ¿Quién?
-¡Pues Frank, claro! ¿Quién si no?
Delante de Cadance flotó el pequeño Frank, el cual miró a su prima con una cara de desconcierto bastante graciosa; la alicornio rosada se quedó mirando al pequeño con la cara en blanco, como si se observara a un extraño.
-¡Vamos, cógelo! Ya sabes que le encanta estar contigo…
Por un momento Cadance se quedó quieta, como si le diera reparo cogerlo o no estuviera segura de lo que tenía que hacer a continuación; al punto, su cuerno brilló en un aura verdosa intensa que envolvió a Frank, atrayéndole hacia ella. Pero antes de que ninguna de sus tías pudiera preguntarle acerca de ese detalle en concreto, Frank comenzó a llorar con fuerza en el regazo de su prima, la cual dio un bote, ligeramente asustada.
-¡Oh! ¿Qué te pasa, cariño? Pero si es Cadance ¿no la ves?-inquirió Luna, extrañada.
Aun a pesar de las palabras de su madre, Frank siguió llorando con la fuerza que caracterizaba a sus pulmones, llegando a penetrar hondamente en los tímpanos de los presentes; Cadance lo apartó de ella instintivamente y Luna lo cogió con su magia, llevándolo a su pecho y arrullándolo para calmarlo.
-Ya, ya está, no pasa nada, es Cadance, tu prima… ¿a qué viene esto, Frank?
-Qué raro, nunca se había comportado así con ella…-observó Celestia, igual de desconcertada que su hermana.
-Para nada… igual son los nervios…
-Puede… y quizás sea por eso mismo ese súbito cambio de color de tu magia, Cadance, suele pasar a menudo, he llegado a leer algo al respecto.
-Oh, sí, precisamente iba a preguntártelo…
-En ese caso descansa un poco, no pienses en la boda y trata de relajarte… después de todo, lo principal ya está hecho, así que…-la aconsejó su tía.
-Está bien…
Finalmente, sus dos tías la dejaron sola, y Cadance se tumbó en la cama, respirando un poco más tranquila; aunque su cara esbozó entonces un gesto molesto, al tiempo que musitaba por lo bajo.
-Maldita sea…
El resto del día pasó lentamente para ella, por suerte nadie la estuvo molestando en cuanto a lo de la boda se refería por mediación de Celestia, pero aun así se mostró más distante que de costumbre; Luna volvió a visitarla para que cuidara de Frank mientras ella trabajaba, pero resultó imposible, ya que cada vez que el pequeño se acercaba a ella, éste lloraba incontrolablemente y sin razón aparente. Luna no se explicaba a qué venia esa reacción por parte de su hijo, pero lo malo fue que no pudo dejarlo con Cadance y tuvo que cuidarlo ella misma, haciendo sus pinitos para compaginarlo con el trabajo pendiente.
Por otro lado, Celestia la visitó más veces para ver cómo estaba y comprobar el estado de su magia; no vio nada anormal en ella, pero por alguna extraña razón, su aura mágica había pasado a ser permanentemente verde brillante. Antes era de un color azul aciano suave, Celestia estuvo buscando las razones que pudieran explicar más detalladamente este repentino cambio de color, pero salvo por las situaciones de estrés y similares, no encontró nada más.
-Qué raro… lo normal es que, una vez pasada la crisis nerviosa, el color vuelva a su tonalidad normal… no entiendo qué puede provocar esta extraña permanencia-murmuró Celestia, ojeando sus libros.
-Bueno, igual me tarda algo más de tiempo en volver a establecerse de nuevo…-sugirió Cadance, tratando de cerrar el tema.
-Supongo… fiebre no tienes, por lo que puedo descartar influencias internas-se dijo a sí misma en voz alta, comprobando la temperatura de su sobrina con su casco.
-Estoy bien, tía, de verdad…
Aún algo preocupada por ella, Celestia la dejó estar y volvió a sus obligaciones.
Para esa tarde, recibió la visita de Shining.
-He oído que estás nerviosa o algo así ¿te encuentras bien?
-Sí, no es nada, son sólo tonterías mías…
-¿Segura? No quiero que te preocupes más de la cuenta con lo de la boda…
-Sí, estoy bien…
Los dos se miraron por un momento, Cadance pudo ver un brillo especial en sus ojos cada vez que la miraba, lo que la hacía sentirse un poco mejor cada vez que clavaba la vista en él. Sin previo aviso, la princesa se abalanzó sobre él y le besó con una pasión endiablada; Shining se mostró un poco sorprendido por su repentina acción, incluso un poco preocupado.
-Cadance, para, nos van a descubrir…
-¿Y cuál es el problema?-inquirió ella, mordiéndole el cuello.
El semental quiso decir algo, pero entonces oyó el pestillo de la puerta echándose y la devolvió el beso con fiereza; a trompicones, y andando hacia atrás, los dos alcanzaron la cama y se tumbaron en ella, siguiéndose besando cada vez con más pasión. El capitán de la guardia recorrió su cuello, Cadance dejó escapar un suspiro.
-Oh, Shining…
-Cadance…
Sus labios se volvieron a sellar y la pasión creció un poco más, haciéndose un hueco entre los dos. Ambos se revolvieron, entregándose mutuamente.
-Shining… dame tu amor… lo necesito…-susurró ella, con un deje de satisfacción en su voz.
-Por supuesto que sí, mi amor… siempre ha sido tuyo…-respondió él, regresando a su cuello.
A eso, Cadance tan solo esbozó una gran sonrisa; sus ojos centellearon en un resplandor verdoso y su cuerno se encendió débilmente, con el mismo color. Afuera, el cielo comenzaba a teñirse de naranja.
Esa misma noche, Cadance salió al jardín para dar otro paseo nocturno; esta vez se dirigió directamente al laberinto de setos y estuvo un buen rato recorriéndolo hasta llegar al centro, donde había una vistosa fuente. Una vez allí, su cuerno brilló fugazmente, escaneando las inmediaciones, y una vez que se aseguró de que estaba sola, indicó en voz alta.
-Podéis salir ya.
Al punto, cuatro guardias solares aparecieron de entre las sombras y se acercaron a ella; uno de ellos se adelantó y se inclinó ante ella.
-Majestad… me alegro ver que la infiltración ha sido exitosa…
-Desde luego, ha sido muy fácil… contadme cuál es la situación-pidió ella.
-Todo tranquilo, nadie sospecha de nosotros, el plan sigue su curso…
-Estupendo… esta mañana he tenido unos pocos problemas a la hora de adaptarme, pero ya está arreglado. Aunque hay algo de lo que no me avisasteis, malditos estúpidos…
-¿Qué? No puede ser ¿de qué se trata?-inquirió el guardia, extrañado.
-¡Pues de esa grotesca criatura que Luna tiene por hijo, por supuesto! ¡Me ha puesto en un grave aprieto, de alguna manera sabe que no soy la Cadance real, reacciona negativamente ante mi presencia! ¡Y no solo eso, también me he visto en un buen aprieto ante Luna también! Menos mal que he podido salir del paso, pero algo me dice que esa princesucha no se fía de mí…
-Lo sentimos, majestad, no creímos que sería ninguna amenaza…
-¡Pues lo es, y mucho! ¡Si esa cosa sigue reaccionando negativamente ante mí, y sin razón aparente, sospecharan! al parecer esa criatura y la princesa tienen una buena relación… y Luna lo quiere con locura-murmuró la impostora, pensando en voz alta.
-¿Y qué hay de su fortalecimiento, majestad?-inquirió uno de los guardias.
-Va viento en popa, me he asegurado al novio… no sospecha nada.
-En ese caso, si tanto quiere Luna a esa criatura ¿por qué no se aprovecha de ese amor para alimentarse?-sugirió entonces otro guardia.
-¡No, eso sería demasiado arriesgado, y aún más con Luna de por medio! No, nos ceñiremos al plan original, nada de medias tintas ni modificaciones de última hora.
-Lo que usted diga, majestad.
Por un momento hubo un leve silencio que sirvió de inciso.
-Entonces ¿para cuándo cree que estaremos listos para atacar?
-De aquí a una semana, tenemos que asegurarnos de que somos lo suficientemente fuertes como para hacer frente a toda la fuerza militar de Canterlot-reveló la impostora, dejando ver sus ojos verdosos.
-Mientras tanto ¿Qué hacemos?-quiso saber el último guardia.
-Id reconociendo el terreno, para evitar problemas, principalmente.
-Sí, majestad.
Tras ese apunte, la reunión acabó y la impostora les despidió, desapareciendo los guardias tan pronto como aparecieron; una vez sola de nuevo, la Cadance falsa se quedó quieta, pensando en sus cosas, pero poco después hizo brillar su cuerno y desapareció tras un resplandor verdoso.
Dentro de una oscura y profunda cueva, un resplandor verdoso iluminó brevemente los alrededores y la impostora reapareció; iluminando el sitio con su cuerno, echó a andar hacia una dirección concreta y llegó hasta una pared llena de cristales. Usando su magia, los apartó y entró en una pequeño hueco en la roca donde se encontraba la Cadance real; se encontraba atada al suelo por las patas mediante una sustancia verdosa y viscosa, su cuerno estaba recubierto por esta misma sustancia, imposibilitándola usar su magia. Al verla, la puso su mejor cara.
-Tú otra vez… te arrepentirás de esto…
-Oh, por supuesto que no, tu querida familia es más tonta de lo que en un principio pensé, no me ha costado nada convencerles. Parece que todo se precipita a su aciago final…
-Alguien se dará cuenta, estoy segura, te descubrirán igualmente…-le espetó Cadance, furiosa.
-Ahora que lo dices, esa fea criatura sí que se huele algo… muy avispado para ser un simple infante, la verdad…
Al darse cuenta de que se estaba refiriendo a Frank, el gesto de Cadance se agrió aún más y gritó.
-¡No le hagas daño! ¡Como te atrevas a hacerle algo, te juro que…!
-¿Qué? ¿Qué me harás? ¡Nada! ¡Nadie sabe que estás aquí, ni siquiera que estas cuevas existen! Tu adorado primito es un obstáculo para mis planes, sí, pero me encargaré de él, de eso puedes estar segura…
Al oír esa jura, la cara de Cadance cambió drásticamente de furia reprimida a miedo intenso.
-No… no, por favor, es sólo un bebé, no le hagas daño ¿qué mal puede hacerte?
-¡Puede descubrirme! ¡Sabe que no soy tú! Pero tranquila, no sufrirá, no soy tan cruel…
La Cadance falsa guardó silencio por un momento y la verdadera tomó la palabra.
-¿Por qué me haces esto?
-Porque, al contrario que tú, yo tengo responsabilidades… y unos súbditos que se mueren de hambre.
Ante ese argumento, la Cadance real se quedó un tanto extrañada, pero antes de que pudiera preguntarla nada más, la impostora se dio la vuelta para irse. Fue a cerrar la pared, pero antes de eso, se dirigió hacia ella.
-Ah, por cierto, ya he conocido a tu prometido, es un poni encantador… y un fiera en la cama.
La cara de la Cadance real fue tal que la impostora se fue riendo cruelmente, dejando sola a su prisionera en un pozo de negrura sin fin; en cuanto estuvo sola, Cadance se dio el lujo de llorar amargamente, rebotando sus sollozos por las galerías más cercanas.
Los días siguientes pasaron con algo más de ritmo, al menos para la impostora; aun a pesar de que Frank seguía reaccionando mal ante ella, por ahora nadie parecía preocuparse demasiado por ese hecho en concreto, pero pudo notar que Luna no lo dejaba pasar así sin más. Más de una vez la había descubierto mirándola de forma dubitativa, y sus conversaciones se limitaban a saludos y poco más. Celestia, por su parte, seguía tratando de descubrir el porqué del cambio de color de su magia, eso la ponía especialmente nerviosa.
-Ay, tía en serio, déjalo ya, tu misma me dijiste que se iría con el tiempo…
-¡Sí, claro, pero no en un periodo de tiempo tan largo y dispar! ¡Entiéndelo Cadance, en todos mis años estudiando la magia nunca había visto nada semejante, estoy preocupada por ti!
-¡Pues no te preocupes tanto por mí y preocúpate más por ti, demonios!-exclamó ella, algo irritada.
Pero enseguida se dio cuenta de su cagada y se apresuró a arreglarla, aún más cuando vio la cara que puso Celestia.
-Oh… lo siento, tía, no era mi intención gritarte, es que…
-No, no te disculpes, tienes razón. He estado muy encima de ti últimamente, y aun y con todo lo de la boda… perdona, Cadance, no era mi intención agobiarte.
-No hace falta que seas tan dura contigo misma…
La alicornio blanca la sonrió y la hizo un gesto cariñoso bajo la barbilla, lo que hizo cabecear a la impostora.
-Hay que ver lo que has crecido… ya no eres esa potrilla que tan bien recuerdo. Y a veces me olvido de eso.
La Cadance falsa esbozó una simulada sonrisa, para aparentar, pero entonces Celestia hizo algo imprevisto; sin ni siquiera avisar, se acercó a ella y la envolvió entre sus patas en un cálido abrazo lleno de amor. Los ojos de la impostora brillaron levemente y su cuerno se encendió, pero a los pocos segundos, éste se apagó y se separó de ella.
-Sólo queda menos de una semana para la boda, así que debemos de estar todos preparados. Te dejo, tengo asuntos que atender.
-Vale.
Ella la observó irse, y una vez fuera de su alcance, pensó para sus adentros.
-Demasiado arriesgado. Ya llegará el momento más apropiado.
Aún le costaba creer que su tapadera hubiera funcionado de una forma tan buena y sencilla, pero ahí estaba, infiltrada en el palacio de Canterlot y entre sus dos princesas regentes. Estaba convencida de que su plan sería perfecto, y no veía el momento en el cual llevaría a cabo la culminación del mismo.
-Será un día perfecto-susurró para sí misma, esbozando una gran sonrisa.
Esa misma tarde, tanto Midnight como Cloud terminaban su jornada, por lo que podían retirarse a partir de las siete; el reciente ascenso de la bat poni la había tenido más ocupada que de costumbre y apenas había visto al sub capitán de la guardia solar, y él también la echaba de menos, por lo que el pegaso decidió aprovechar para llevarla por la ciudadela para terminar el resto del día en su compañía. La bat poni aceptó y, tras guardar sus armaduras, los dos juntos salieron del palacio mientras se internaban en las calles de la ciudad.
-Y dime ¿a dónde me llevas?
-¿Quieres ir a cenar? Conozco un restaurante cerca de aquí donde hacen un plato de heno con queso buenísimo.
-Vale, vamos.
Aun a pesar de que los bat ponis estaban más asentados hoy en día y eran más conocidos por los ponis diurnos, seguía siendo un poco raro verlos más allá de los terrenos del palacio, y aún más lo era cuando un poni diurno iba acompañando a uno de estos. Hubo ponis que les miraron un tanto extrañados, pero ninguno de los dos prestó atención a esto. Sólo estaban ellos dos y nada más.
El restaurante estaba unas manzanas más arriba, por lo que llegaron enseguida; la gran mayoría de los establecimientos de Canterlot destacaban por ser exclusivos y bastante caros, pero este en concreto destacaba por ser más accesible que el resto, no era tan transitado por los estratos más arraigados, por lo que el ambiente estaba libre de elitismo y superioridad clasista. Y los precios se ajustaban a unos funcionarios como ellos, por lo que no suponía ningún problema añadido.
Esa noche había cena con espectáculo, en el que un monologista amenizaba la velada contando de forma muy socarrona momentos graciosos de su vida, arrancando más de una carcajada al público en general.
Tras la cena, a la cual Cloud invitó aun a pesar de la insistencia de la bat poni a que no lo hiciera, fueron a tomar algo a un garito cerca de la salida de la ciudadela; ésta vez fue Midnight la que invitó, sin posibilidad de negarse por parte del pegaso. El sitio era muy frecuentado por la juventud más sencilla de la ciudad, y resultaba curioso encontrar un lugar así en una ciudad tan refinada y cosmopolita como Canterlot, pero para noches como esa, era el sitio ideal.
Los dos se pidieron lo mismo, una sidra, y se dirigieron hacia la pista para bailar al ritmo de la música.
-¿Desde cuándo conocías este lugar?-preguntó Midnight, curiosa.
-Desde que era joven, lleva abierto más de diez años… se adapta muy bien a los vientos de cambio, la verdad-explicó él, mientras bailaban.
-No lo conocía…
-Pero porque apenas sales…
-Como si tuviera tiempo, mira este…
-Hombre, pero tú eres una bat poni, tú sí que sabes cómo aprovechar bien la noche…
-La noche es sagrada para mí, pero no del mismo modo que los ponis diurnos.
-Qué aburrida…
-Puede…
Los dos se miraron por un momento a los ojos antes de echarse a reír, acercándose un poco más mientras bailaban; la última canción termino enseguida y el DJ, un semental de colores cálidos, habló.
-¡Bueno, la noche es joven, no ha hecho más que empezar y esto se está animando, señoras y señores! ¡Y qué mejor manera de continuar que con el genial y fantástico señor Sinatra! ¡Fua, no tengo ni idea de dónde habrá salido el disco original, pero lo único que sé es que se está ganado a media Ecuestria! ¡Volemos todos juntos!
Tanto a Midnight como a Cloud les cogió desprevenidos encontrarse a Frank Sinatra en un sitio como ese, pero poco les importó, puesto que todo el mundo comenzó a gritar entusiasmado; las primeras tonadas comenzaron a sonar antes de que la voz de Sinatra hiciera lo propio, revolucionando la pista de baile.
Come fly with me, let's fly, let's fly away
If you can use some exotic booze
There's a bar in far Bombay
Come fly with me, let's fly, let's fly away
Hasta ahora, la música de Sinatra había estado destacando bastante no solo por Canterlot, sino por toda Ecuestria; las primeras copias puestas a la venta tardaron un poco en venderse, pero en cuanto la gente las escuchó y se empezó a hablar de él, las ventas subieron como la espuma. Ahora no había ni un solo poni que no hubiera oído hablar de él aunque sólo fuera una vez.
Come fly with me, let's float down to Peru
In llama land there's one-man band
And he'll toot his flute for you
Come fly with me, let's take off in the blue
Como les venía teniendo acostumbrados, Sinatra regalaba unas letras ponderosas y llamativas, y no sólo por los términos que los ponis no llegaban a entender, sino por la fuerza interpretativa que poseían gracias a una voz como la de Sinatra.
Once I get you up there where the air is rarified
We'll just glide, starry-eyed
Once I get you up there I'll be holding you so near
You may hear angels cheer 'cause we're together
Esta canción en concreto poseía un ritmo lo suficientemente animado como para encajar en un garito como ese, pero al mismo tiempo también tenía un tono más pausado y lánguido, combinándose a la perfección.
Weather-wise it's such a lovely day
You just say the words and we'll beat the birds
Down to Acapulco Bay
It's perfect for a flying honeymoon, they say
Come with me, let's fly, let's fly away
Tras esa estrofa, vino un poderoso y muy sonoro interludio musical por parte de la orquesta que hizo estallar a la pista de baile; incluso ellos mismos se dejaron llevar por la música y bailaron a su son, llegando a alzar el vuelo por encima del suelo, como bien les indicaba el propio Sinatra.
Una vez que el interludio finalizó, se repitieron las dos últimas estrofas, conservando el mismo ritmo equilibrado y pegadizo; finalmente, la canción acabó con un remate precioso después del
Come fly with me.
Pack up, let's fly away!
Para entonces, toda la pista de baile y el resto del garito ya estaba aplaudiendo y silbando, siendo la culminación de ese mismo momento. El ambiente no podía ser el mejor, y tanto Midnight como Cloud disfrutaban de la fiesta y de la compañía del otro, alargándolo todo un poco más.
A eso de la una de la mañana, Midnight se encontraba más activa que nunca, mientras que Cloud no podía decir lo mismo, por lo que optaron por volver al palacio para que el pegaso se fuera a la cama.
-Me lo he pasado muy bien… gracias por la velada, Cloud…
-No ha sido nada… teníamos poco tiempo en nuestro haber, había que corregir eso.
-¿Y cuánto tiempo más crees que duraremos?-inquirió ella, curiosa.
-Todo el que nosotros queramos.
Ambos enamorados se miraron por un momento, parándose delante de una farola parpadeante y la entrada a un callejón; no hizo falta decir nada más, los dos lo sabían, y respetaron eso. El beso posterior lo corroboró y se apoyaron en la farola, dejándose llevar por el momento.
Los sentidos de los bat ponis están mucho más desarrollados que los de los ponis diurnos, sobre todo la vista y el oído; son capaces de oír ultrasonidos que sólo los animales como los perros y los gatos pueden captar, así como orientarse sin problema en la más absoluta oscuridad y fundirse con el ambiente. Se podría decir que nada se le escapaba a un bat poni. Y aun a pesar de su momento romántico, realmente no se le escapaba nada a Midnight.
-Hay alguien ahí…-susurró entonces, entre beso y beso.
-¿Qué?-inquirió Cloud, extrañado.
-Una sombra en el callejón, parece sospechosa… ha salido de una ventana.
-¿Allanamiento de morada?
-Puede… sigue besándome, a ver qué hace…
Para evitar llamar la atención y no alertar al sospechoso, Cloud no se dio la vuelta y volvió a posar sus labios sobre los de la bat poni, la cual se puso en alerta aun a pesar de los besos que recibía. La sombra se movió sibilinamente tras un contenedor y entonces notó una segunda sombra apareciendo por encima de los tejados.
-Hay otra, ha aparecido del tejado… se mueven muy sospechosamente, parecen estar buscando algo…
-Tenemos que pillarlos por banda… dime cuando actuar.
-Espera…
Los dos siguieron disimulando, Midnight se concentró un poco más; las dos sombras se encontraron y estuvieron hablando entre sí, la bat poni agudizó el oído y sus orejas se levantaron, dirigiéndose hacia ellos.
-¿Lo tienes ya?
-No, pero para el día de la boda lo podré tener… ¿hay vía libre?
-Sí, ya está, ha sido fácil, hay una salida desde el otro lado, la ventana está abierta, es entrar y salir.
Midnight se despegó de su novio y masculló por lo bajo.
-Van a entrar.
-En ese caso mejor pillarles con las manos en la masa, avísame y entramos al trapo.
Cloud la dio una serie de besitos en el cuello, lo que permitió a Midnight alzar la vista un poco más de manera disimulada; fue entonces cuando vio que los dos comenzaron a revolotear hacia la ventana.
-¡Ahora!
Ambos guardias se dieron la vuelta de golpe, echando a volar, descubriendo de golpe a los intrusos.
-¡Guardia Real, quietos, están detenidos!-exclamó el pegaso, con voz autoritaria.
Las dos sombras resultaron estar tapadas con sendas capas negras que les ocultaban de la vista, pero se podía notar que eran dos pegasos; al verlos, éstas echaron a volar hacia arriba y ellos les siguieron, pero una vez por encima de los tejados, se separaron.
-¡Ve tras ese, yo voy a por el otro!-indicó Cloud.
-¡Vale!
La bat poni viró hacia la derecha y vio al fugitivo volando por encima de los tejados.
-No escaparás de mí-masculló ella en voz baja.
Agitó entonces sus alas de murciélago y se echó hacia delante, volando todo lo rápido que podía; en cuanto a estuvo a menos de un metro del sospechoso, éste se coló por un callejón y voló bajo, pero eso no paró a Midnight. Volando al raso, y evitando de forma magistral los tenderetes y las coladas nocturnas, no apartó la vista en ningún momento de su objetivo, el cual volaba un poco más alto. Aun a pesar de la oscuridad de los callejones más profundos de la ciudad, ella podía verle perfectamente.
-Puedo estar así toda la noche, si me distas…-murmuró entonces, esquivando un mantel mojado colgado de una cuerda.
En cuanto tuvo vía libre y el suficiente espacio, Midnight aceleró de golpe y se abalanzó sobre él, llegando a placarle en el aire.
-¡Te tengo!-exclamó entonces.
Acto seguido trató de inmovilizarlo, pero el sujeto se defendió bien y trató de asestarla una coz desde detrás; pero la bat poni, rápida de reflejos, lo bloqueó a tiempo, respondiendo con un rápido golpe en las narices. Los dos forcejearon en el aire, hasta que una repentina ráfaga de aire les tiró hacia abajo, aterrizando sobre una tienda de ropa cercana y atravesando el cristal; Midnight agitó sus alas para tratar de estabilizarse y las abrió, vio entonces que su sospechoso trataba de escabullirse, por lo que se lanzó rasgando el aire. Tan centrada estaba en él, que no se dio cuenta que estaban rodeados de vestidos de todo tipo, llegando a desgarrarlos con sus alas. Localizó a su objetivo tras una estantería y no lo dudó en ningún momento, tumbándola hacia su lado para tratar de atraparla con ella; pero el sospechoso alzó el vuelo a tempo y lo evitó, cayendo la estantería al suelo estrepitosamente, desparramando todo tipo de productos de costura. Aprovechando entones esto, la figura encapuchada se lanzó sobre Midnight y la embistió hacia atrás, tumbando varios maniquíes en el proceso. Notó entonces una fuerza sobre ella que comenzó a golpearla con saña, pero ella contraatacó enseguida, devolviéndola los golpes con todas sus fuerzas. Fue entonces cuando al fugitivo se le ocurrió algo y la tiró un par de vestidos a la cabeza, para tratar de desorientarla; pero Midnight, lejos de amilanarse, abrió sus alas de golpe, quitándose de encima los vestidos y oyéndose claramente como la tela se desgarraba. Acto seguido, con los ojos encendidos y un gesto de furia en su cara, se lanzó sobre su atacante, dispuesta a todo. Pero en ese momento, se oyó una puerta abriéndose y una luz proveniente de una vela.
-¿¡Pero que es todo este alboroto, que está pasando aquí?!
Entonces el encapuchado aprovechó esa distracción para lanzarla su capa y pasó al lado de la poni con la vela; ésta se apagó de golpe y cayó al suelo, al tiempo que la poni soltaba un grito, asustada. Midnight se quitó la capa de la cara y voló por encima de la poni, la cual, al ver el estropicio, chilló.
-¡Mi tienda, mis vestidos! ¡El encargo especial!
Pero no llegó a oír nada más, puesto que salió despedida en busca de su sospechoso, el cual comenzaba a perderle el rastro.
Por su parte, Cloud también iba tras su fugitivo, el cual volaba bastante rápido, pero él tampoco era manco; no poseía los mismos atributos que Midnight, pero en cuestión de persecuciones era el más rápido, por lo que puso todo su empeño en no perderle de vista. Volaba todo recto, sin ni siquiera molestarse en tratar de despistarle, lo que permitió a Cloud seguirle con la mirada mientras le daba alcance.
-¡Alto a la Guardia Real, no se lo digo más veces!
Pero la figura, lejos de parar, siguió huyendo, bajando hacia la calle esta vez; por suerte, ya no había nadie paseando por allí, lo que facilitó la persecución. Enfilaron entonces una ancha avenida, la cual permitió a Cloud ganar un poco más impulso, agitando sus alas con todas sus fuerzas y lanzándose sobre él. Pero iba tan rápido que no le dio tiempo a girar, por lo que, tras embestirle, los dos acabaron precipitándose sobre un escaparate, rompiendo el cristal y acabando dentro de un restaurante que, dado a su exquisita decoración, debía de ser uno de los más caros de la ciudad. Aterrizaron sobre una mesa, tirándola al suelo y destrozando una vajilla de porcelana. Pero la figura, lejos de querer enfrentarse a Cloud, se reincorporó y echó a volar de nuevo en dirección hacia las cocinas.
-¡No escaparás!
Yendo tras él, el pegaso accedió al sitio, encontrándose entonces con todo un mar de delicias y platos ya preparados, dispuestos de forma que estuvieran listos para servir; una enorme tarta de varios pisos era lo que más destacaba entre tanto manjar.
Echando un rápido vistazo al sitio, pudo ver que no había ningún otro lugar por donde salir, y no había ventanas, por lo que se puso en guardia enseguida.
-¡Salga ahora mismo, está atrapado, no tiene a dónde ir!
Hubo un denso silencio tras esa orden, por lo que el pegaso estuvo preparado para cualquier cosa. Excepto para un tartazo en toda la jeta, lo que le dejó del todo alelado.
-¡Maldita sea, eso es jugar sucio!-masculló Cloud, furioso.
Vio entonces que una figura pasaba justo a su lado y no se lo pensó dos veces, placándolo con todas sus fuerzas y lanzándolo contra los entremeses, tirándolos todos al suelo; acto seguido, y sin ni siquiera darle margen, le volvió a embestir, saliendo despedido hacia el fondo de la cocina y desparramando el contenido de un buen número de bandejas de todo tipo de comida. Al siguiente segundo ambos se lanzaron, dispuestos a todo, y se encontraron en el aire, cayendo al suelo con gran estrépito y dándose un buen golpe contra la mesa central. El porrazo fue tal que la mesa se tambaleó, y con ella la enorme tarta de varios pisos, la cual se balanceó hasta que al final acabó cayendo hacia la derecha, convirtiéndose en una masa compacta de merengue y nata inservible.
Por un momento, pareció que el fugitivo se daba por vencido, pero sorpresivamente reaccionó y golpeó a Cloud con fuerza, el cual respondió con lo mismo, repartiéndose leña entre los dos durante un buen rato; en un momento dado, Cloud aprovechó que sólo atacaba para pillarle desprevenido y agitó sus alas, creando una fuerte ventolera que echó hacia atrás a su atacante, empotrándole contra más bandejas llenas de exquisiteces, acabando todo por el suelo. El guardia real fue a contraatacar, cuando las puertas se abrieron, apareciendo entonces una serie de ponis llevando candiles con ellos.
-¿¡Pero que es todo esto?!
Fue entonces cuando el encapuchado aprovechó la coyuntura para tirarle a la cara la última tarta que quedaba entera y salió zumbando de allí, pasando por encima de los nuevos ponis. Cloud, rojo de la rabia y embadurnado de crema y chocolate, se lanzó a por él, sin pensar en nada más. Uno de los ponis que entró, al ver el estropicio, masculló antes de desmayarse.
-¡No, el convite especial no!
Antes de que los demás pudieran quejarse a los causantes, éstos ya habían desaparecido.
Para el día siguiente, todo el mundo estaba enterado, incluyendo las princesas; tanto Cloud como Midnight no pudieron atrapar a los encapuchados, ya que huyeron a tiempo. Pero para las princesas, el caso era aún más grave.
-¡Pero esto es un desastre, ese banquete era el de la boda, sub capitán! ¡Y usted, señorita Blossom, ha destrozado el vestido de mi sobrina! ¿¡Qué tienen que decir al respecto?!-masculló Celestia, furiosa.
-Lo sentimos muchísimo, alteza, hemos sido unos imprudentes, en ningún momento quisimos estropearlo todo-se disculpó Cloud, hincándose de rodillas ante ella.
-Pueden descontarnos de nuestros sueldos el importe necesario para pagar todo el estropicio-añadió Midnight, totalmente avergonzada y sin querer ni poder mirar a la cara a Luna.
Celestia les miró de hito en hito, con el cabreo aún presente; pero entonces, en un momento dado, se calmó y tomó aire.
-Bueno, pero según tengo entendido perseguíais a alguien… ¿de quienes se trataban?
-No estamos seguros, alteza, parecían querer entrar a robar en una casa con gente dentro, pero al ver que huían, los perseguimos.
-¿Sólo eso? ¿Montáis todo este follón por unos simples ladrones?
-Hay algo más, alteza-comentó entonces Midnight.
-¿El qué?-inquirió Celestia.
La bat poni hizo un breve silencio antes de contestar.
-Antes de ir a por ellos, les estuve escuchando; comentaron que tendrían algo para el día de la boda, no creí que fuera nada importante, pero aun así sus palabras me dieron qué pensar, por eso preferí actuar.
El ceño de Celestia se arrugó, mostrando una mirada preocupada.
-¿Y qué sabéis de esos ladrones? ¿Pudisteis identificarlos?
-No nos fue posible, iban totalmente cubiertos por capas negras.
Ese detalle asustó aún más a la princesa, la cual dejó escapar un gesto intranquilo.
-Puede que sea una mera coincidencia, o bien algo más. No quiero echar las cartas al vuelo, pero la seguridad es lo primero, y no pienso dejar que nada ni nadie atente contra nosotros en un día tan especial. Vamos a tener que reforzar la seguridad y los efectivos, además de proporcionar protección adicional.
-Princesa, si me lo permite…-murmuró en ese momento Shining, tomando la palabra.
-¿Si, capitán?
-Soy un experto en magia defensiva, y se me dan especialmente bien los campos de fuerza a larga distancia. Podría levantar uno en torno a Canterlot para garantizar su seguridad y protección durante el día de la boda.
Todos se quedaron bastante sorprendidos por esa sugerencia, Cadance miró a su prometido como si no hubiera oído bien.
-¿Se ve capaz de crear semejante fuerza mágica? Tendría además que mantener su poder al máximo para garantizar su efectividad-inquirió Celestia, ceñuda.
-Puedo intentarlo, alteza, quiero que el día de mi boda sea seguro tanto para mí como para mi novia-aseguró Shining, muy seguro de sí mismo.
-En ese caso, adelante, cuento con usted, capitán.
-Gracias alteza, no la defraudaré.
-Aunque aún queda el asunto del banquete, el vestido y la organización…-recordó Luna, meciendo a Frank en su regazo.
Frente a eso, Celestia se quedó pensativa, rumiando en posibilidades; Midnight murmuró.
-Aceptaremos las sanciones que usted crea pertinentes, alteza.
Recordando que estaban allí, Celestia comentó.
-En ese caso, restaré de sus sueldos los gastos perdidos. Pueden retirarse ya.
Ambos guardias se fueron de allí, dejando solos a las tres princesas y Shining. Celestia suspiró y decidió una solución.
-Dados los actuales acontecimientos, no me queda otra alternativa que pedir ayuda a Twilight y sus amigas. No quería molestarlas, pero tras este desastre, y esa posible amenaza, el tiempo se nos echa encima. ¿Alguna pregunta más?
Todos negaron con la cabeza, antes de que Celestia les despidiera y saliera de allí; Cadance miró al suelo, con la mirada perdida, y luego miró a Luna, llegando a encontrarse a Frank con la mirada. Éste se la apartó, abrazándose al cuello de su madre con fuerza. Por su parte, la princesa de la noche la dedicó una ceñuda mirada antes de irse de allí.
-No te preocupes cariño, todo va a estar bien-la aseguró Shining a su novia, frotándola su hocico contra su cuello.
-Sí, por supuesto…-murmuró ella, perdiéndose en sus propios pensamientos.
Afuera, el día era tan radiante como siempre.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
PD. Banda Sonora Original de
Amor de madre
[youtube]HmQq6yLe2ww[/youtube]