Capítulo 14
Hágase Su voluntad
Tras la revelación de intenciones por parte de Celestia, las pruebas se siguieron sucediendo a lo largo de todo ese mes y el siguiente; Luna había decidido no participar, pero sí estaba al tanto de los avances de Celestia y Discord, poniéndola su hermana al tanto.
El principal problema del hechizo era que, como la magia se concentraba tanto en un solo punto para hacer surgir las alas, ésta se acumulaba en los puntos focales de las heridas, lo que no permitía detener la hemorragia de ninguna manera, sangrando a los sujetos hasta la muerte. Los intentos de Discord por acelerar el proceso de sanación se veían frenados por la presencia de la magia de Celestia, y aunque intentaran adelantar o atrasar el momento de sanación para así dar margen de sobra entre hechizo y hechizo, los sujetos no lo conseguían.
El hechizo en sí también era muy complejo, ya que requería de un conjuro previo que se prolongaba durante todo el proceso. Los hechizos más actuales no requieren de conjuros, ya que éstos entraron en desuso hace mucho tiempo. La magia moderna permitía canalizar la magia sin necesidad de intermediarios, llamados ni rituales, por lo que hoy en día, ya nadie usaba conjuros en los hechizos. Y ese detalle en concreto, complicaba las cosas un poco más.
-¿Cómo van las cosas?
-Mal, no conseguimos hacer avances de ningún tipo, por mucho que Discord lo intenta, no logra hacer que las heridas coagulen…
-¿Qué tipo de hechizo usa?
-Uno de sanación estándar de nivel alto, pero aun así…
Luna se quedó pensativa, rumiando posibilidades.
-Las heridas son siempre las mismas ¿no?
-Sí, dos cortes en el lomo, por los que brotan las alas… -asintió Celestia.
-¿Son profundos?
-Bastante, de hecho llegan casi hasta la espina, y tanto los huesos como los músculos se recolocan, por lo que las hemorragias son bastante profundas…
-Entonces es normal que un hechizo sanador estándar no funcione, aunque sea de nivel alto. Tendría que usar otro más potente, o bien uno que sea más especializado… no tengo mucha idea sobre medicina mágica, pregúntale a la enfermera jefe del palacio, quizás sepa algo.
-Quizás…
Celestia se quedó callada por un momento, pensando en sus propias cosas; Luna aprovechó para hacer un inciso.
-Por cierto ¿has hablado ya con Twilight?
-¿Con Twilight? No… ¿de qué?
-Vamos, Tia, sabes de lo que te hablo…
Frente a eso, la aludida tan solo suspiró antes de volver a hablar.
-Luna, no hay nada de lo que hablar… se trata de Su voluntad, no de la mía…
-Ya hemos hablado de eso tú y yo, pero has de discutirlo con ella, en serio, al menos dila lo que la tienes preparado, se merece saber que, al menos, va a ver un cambio importante en su vida y…
-¿Y qué, Luna? ¿Sugieres que ignore mis creencias así sin más? Esto es importante, no sólo para mí, sino para ella también, se merece estar a nuestro lado, tiene más méritos que cualquier otro poni que yo haya conocido…
-¿Y a costa de qué? ¿Su propia vida? No es justo, Celestia, por favor, habla con ella al menos, dila lo que está por venir, hazlo por mí…
-Lo siento Luna, pero hace tiempo que ya he decidido…-murmuró Celestia, sin ganas de hablar más con ella.
Sin que pudiera decirla nada más, su hermana se retiró a su despacho, dejando a Luna con la miel en los labios; aun a pesar de que entendía a su hermana en parte, no compartía con ella el no decirle nada a Twilight. No quería que su amiga sufriera, y aunque eso pudiera hacer que su hermana la dejara de hablar, decidió hacer un acercamiento.
Esa noche, después de acostar a Frank, ella se sumió en los sueños y entró en el mundo onírico; había estado allí ya tantas veces que había perdido la cuenta hace muchísimo tiempo, pero para ella, era como dar un paseo. Un mundo de colores y sensaciones flotaba en el ambiente, apenas había gravedad, y ella podía volar libremente por el ancho espacio, mientras iba vigilando los sueños de sus súbditos; cada sueño se representaba por una esfera del color del poni en cuestión, y según el tipo de sueño, su resplandor cambiaba. Así, los sueños normales suelen tener un brillo verdoso azulado, muy agradable a la vista, mientras que las pesadillas y los malos sueños se suelen manifestar con un color rojo pardo tirando a negruzco. Los sueños más picantes suelen adquirir un tono rosado intenso, normalmente los evitaba para no importunar al poni pertinente y dejarle disfrutar.
Los sueños normales eran los más frecuentes, y rara vez había pesadillas, por lo que éstas eran fáciles de identificar cuando se dejaban ver; los potrillos más pequeños eran los que más tendían a tener pesadillas, sobre todo durante sus primeros años, y eran las más fáciles de eliminar. Una rápida pasada con un hechizo de rechazo siempre funcionaba.
Las pesadillas de los adultos siempre eran más complicadas, ya que múltiples factores más complejos suelen provocarlas, y en esos casos, el hechizo de rechazo no servía de mucho, ya que el tormento pertinente vuelve a manifestarse a la noche siguiente. Por ello, este tipo de pesadillas era mejor tratarlas más profundamente, hablando directamente con el poni en cuestión, aconsejándole y apoyándole.
Pero esa vez no buscaba pesadillas, ni tenía intención de vigilar, sino que buscaba un sueño en concreto; había muchos sueños de color lavanda, por lo que, usando su magia, filtró todos los del mismo color, apartándolos de los demás. Una vez distinguidos, los fue pasando ante ella, comprobándolos uno por uno, hasta dar con el que buscaba.
-Aquí está.
El sueño de Twilight brillaba en un resplandor azul verdoso, por lo que no había ningún problema; lo alzó ante ella y entró en él, sin saber bien con lo que se iba a topar. Se encontró entonces en lo que parecía una réplica del mundo real, a las afueras de Ponyville; un hermoso día refulgía en lo alto del cielo, y vio a Twilight tumbada junto a un árbol en un mantel de picnic, leyendo rodeada de libros. Luna soltó una risita divertida.
-Típico de Twilight…
Por un momento la observó atentamente, sin intervenir todavía; ¿realmente era su verdadero destino ser una princesa como ella? conocía bien a Twilight, y ella no era de esa clase de ponis que buscaba reconocimiento ni ser famosa, sino justo todo lo contrario. Era la típica ratona de biblioteca, que disfruta de su individualidad y no se vanagloriaba por ello. Y eran esos pequeños detalles los que la hacían dudar cada vez más.
Finalmente decidió dejarse ver y bajó volando hasta el valle; Twilight alzó la vista y, al verla, exclamó.
-¡Princesa Luna! ¿Qué hace aquí? ¿Estoy soñando?
-Por supuesto, si no, no estaría aquí ¿no crees?-inquirió ella, esbozando una sonrisita.
La unicornio lavanda asintió, algo avergonzada.
-Sí, es verdad… ¿y a qué ha venido, princesa?-inquirió ella, apartando su libro.
-Oh, solo a hablar un poco, ya sabes, para ver cómo estás y cómo te va…-explicó Luna, tumbándose a su lado.
-Oh, pues todo bien, la verdad… dentro de poco mis amigas y yo iremos al imperio de Cristal para supervisar la selección de la sede de los juegos de Ecuestria, el imperio entra como candidato, intentaremos que lo seleccionen.
-Cierto, Cadance lo llegó a comentar en su última carta… ¿y tú? ¿Cómo estás?
-Ah, pues bien, como siempre, no me quejo… tengo un trabajo que me gusta y me llena, las mejores amigas que he podido pedir y una vida maravillosa. He tenido mucha suerte, la verdad…
-Sí… no todo el mundo llega a ser portador de la armonía…-añadió Luna, guiñándola un ojo.
-Oh, sí, eso también… hay veces que hasta me olvido y todo…-asintió Twilight, riéndose tontamente.
Luna se rio con ella y guardaron silencio por un momento, contemplando el paisaje onírico que los rodeaba; antes de entrar en materia, Luna quería que la conversación fuera todo lo fluida posible, para que fuera más fácil sacarla el tema sin que se notara abrupto.
-¿Y usted, princesa? ¿Qué tal está Frank?
-Oh, pues muy bien, crece cada día más rápido, cada vez se va soltando más y dice más palabras sueltas…
-¿Qué tal con el libro que le regalé?
-Huy, le encanta, sobre todo tirar de las solapas, le vuelve loco…
-Me alegro… ¿sabe? De pequeña siempre me he preguntado cómo sería el ser madre…
-Oh, es una experiencia maravillosa, eso desde luego. Tiene sus más y sus menos, a veces te quita más tiempo del que tienes, otras veces apenas tienes tiempo, como es en mi caso… pero aun así, el acabar la jornada y ver a mi hijo tan feliz como yo, me hace sentir completa. Nunca pensé que podría llegar a ser tan feliz como lo soy ahora.
Twilight sonrió, asintiendo con la cabeza y permaneciendo en silencio; Luna vio entonces la oportunidad perfecta y la preguntó.
-¿Por qué? ¿Tienes intención de ser madre en algún momento?
-Oh, no, qué va, por ahora no, tan solo es curiosidad…
-Nunca es tarde, eso desde luego… ¿y qué tienes pensado entonces? ¿Cuál es tu futuro más inmediato?
Antes de contestar, Twilight se quedó callada, rumiando sus palabras.
-Bueno, por ahora me gustaría acabar mis estudios con la princesa Celestia, la última vez que hablé con ella me dijo que me faltaba poco para terminar.
-Ajá… ¿y una vez que los acabes?
-He pensado en hacer un master, quizás especializarme en magia combinada, o bien dar clase en la escuela de magia. Aunque, si la soy sincera, siempre he querido ser una maga estatal, como lo fue Star Swirl el Barbudo. Lo admiro mucho, llegó a ser un gran mago, siempre he pensado que nos parecemos bastante.
-¿Sabes? Yo llegué a conocerlo, al igual que mi hermana, y puedo dar fe de que realmente tenéis un intelecto muy parecido…
Ante eso, Twilight no pudo evitar sonrojarse más de la cuenta.
-Gracias, princesa… aunque lo cierto es que no me gusta demasiado destacar o ser reconocida. Si alguna vez me llegan a recordar, prefiero que lo hagan tal y como fui, y no sólo por mis méritos o mis éxitos. Está bien triunfar en la vida, por supuesto, pero siempre he pensado que dejarse llevar por el éxito no es muy bueno que digamos. Sé de una poni a la que le pasó…
Luna observó por un momento a Twilight, pensando detenidamente; realmente se lo había dicho todo en casi nada, no concebía en ningún momento ser alguien célebre o algo por el estilo, sino todo lo contrario. La poni tenía un gran futuro por delante, planes ya hechos, y unas muy buenas expectativas. Y su hermana se lo quería quitar.
-No…
-¿Perdón?-inquirió entonces Twilight.
Luna en ese momento aterrizó y vio que la unicornio lavanda la miraba extrañada; ni se había dado cuenta de que lo había dicho en voz alta.
-Ah, no, que… Twilight, he de decirte algo…
-¿Sí, princesa?
No podía dejar que ese brillante futuro que la aguardaba fuera detenido en seco por el egoísmo de su hermana; no quería verlo así, pero hasta ella sabía que su fe la había cegado hasta extremos insospechados. Quería a su hermana, más que a nada en el mundo; la perdió durante mil años por culpa de sus propios celos y envidia, y no quería volver a perderla otra vez. Si avisaba a Twilight de lo que Celestia la tenía preparada, lo más seguro es que ésta la dejara de hablar. Ya se habían peleado otras veces y, por suerte, habían conseguido salir airosas. Pero esta vez no se trataba de orgullo o de cabezonería, se trataba de fe, de sus creencias, de su identidad. Conocía a su hermana, y era por eso por lo que tenía miedo.
Pero, por otro lado, no quería que arrebataran a su amiga su vida y su futuro, y todo por una simple creencia; vale que ahora las cosas eran muy diferentes y que tanto ciencia como religión podían explicar los hechos en sí, pero aun así, seguía siendo egoísta. Y Luna, a partir de ese punto, ya no sabía ni qué hacer. ¿A quién escogería? ¿A su amiga o a su hermana?
-¿Princesa? ¿Se encuentra bien?-inquirió Twilight, preocupada por su repentino silencio.
Luna quiso escoger, tomar una decisión ahí y ahora; pero, por más que lo intentó, la fue imposible.
-No puedo…-musitó entonces, por lo bajo.
-¿El qué no puede? Princesa ¿qué la ocurre?-quiso saber la unicornio lavanda, cada vez más preocupada por ella.
Luna se percató de esto y, en ese momento, habló.
-Lo siento Twilight, yo… estoy bien, no es nada serio, no te preocupes por mí.
-¿Qué? Pero, princesa…
-He de irme ya, he de vigilar el mundo onírico… adiós, Twilight.
Y, tras esa seca despedida, alzó el vuelo sin ni siquiera mirar atrás; oyó a la unicornio lavanda llamándola, pero ella continuó volando hasta salir de su sueño. Una vez de vuelta al mundo onírico, voló hasta arriba sin parar hasta que, finalmente, despertó. Respiró con fuerza, pensando en voz baja.
-No sé qué hacer… ¿qué hago? No quiero perder a ninguna de las dos… si dejo hacer a Celestia, Twilight perderá su futuro, pero si aviso a Twilight, Celestia me odiará de por vida.
Fue entonces cuando comprendió cuál era su situación, y la tensión pudo con ella, sin poder evitar llorar y sintiéndose más impotente que nunca. Afuera, Canterlot y Ecuestria dormían.
Durante los siguientes días, Luna estuvo bastante deprimida y desanimada, sin ganas de trabajar; ni siquiera el estar con Frank la confortaba, y éste notaba a su madre triste, contagiándole esa misma tristeza. Celestia incluso lo hubiera notado si no fuera porque estaba cada vez más volcada con las pruebas, ya que habían conseguido hacer grandes avances al cambiar de hechizo curativo; al parecer, el consejo de Luna había servido de mucho, y ahora conseguían que las cobayas sobrevivieran una vez terminado el hechizo, pero las heridas internas y el nuevo sistema óseo hacían que los animales no pudieran aguantar sus nuevas extremidades por mucho tiempo sin que acabaran mal, por lo que tenían que seguir trabajando en ello. Debido a esto, Luna se sentía aún peor, ya que había acelerado el proceso, y Twilight estaba un poco más cerca de convertirse en alicornio.
Ella sentía que debía hacer algo, pero la situación la superaba, y no sabía ni siquiera lo que hacer; tanto el respeto de su hermana para con ella como el de su amiga estaba en riesgo, y no quería a perder a ninguna de las dos, pero tampoco podía quedarse con las dos, debía elegir. Pero las circunstancias y el miedo a perder a ambas la hacían imposible elegir.
Fue entonces cuando se le ocurrió algo; le pareció una estupidez, o igual algo que se podía ahorrar, pero aun así lo consideró. El árbol de la armonía seguía donde lo dejaron, debajo de su antiguo castillo, en una cueva apartada y solitaria. Según su hermana, ese árbol era de origen divino, y en éste el Primer Alicornio dejó constancia, cual profecía, de la futura existencia tanto suya como la de su hermana. Además de los elementos, los talismanes mágicos más poderosos del mundo conocido. Ésa era su versión, la teológica. Luna se preguntaba cuál sería la versión científica que explicara el origen del árbol, pero en ese momento tenía un asunto más importante entre cascos. Esa misma tarde, dejó a Frank con su niñera y emprendió el vuelo hacia el bosque Everfree, esperando encontrar allí algún tipo de respuesta.
Sobrevoló el foso por el que el castillo estaba separado del resto del bosque y voló por debajo del puente; un poco más adelante vio el fondo del foso, y un hueco horadado en la roca bastante grande; aterrizó justo delante y, pasado el umbral, pudo ver la figura del árbol.
El interior era oscuro, pero el árbol brillaba con luz propia, alumbrando el lugar; una fauna extraña y que solo crecía allí decoraba el sitio, había extrañas setas con formas circulares en sus extremos, flores rosas con amplios pétalos que parecían crecer por efecto de la luz del árbol, hiedra verdosa que recubría las rocas cercanas, enredaderas que giraban y se retorcían por las paredes…
Luna se acercó al árbol, recordando el momento en el que ella y su hermana lo descubrieron; por aquel entonces, Discord ya se había apoderado del reino, sumiéndolo en el caos. Como resultado, el agua que cubría el foso había desaparecido, revelando entonces la cueva. Ambas entraron para explorarla, y mayor fue su sorpresa al descubrir que en su interior había un extraño y misterioso árbol que, al parecer, había estado sumergido durante todo ese tiempo. Pero eso no era lo más raro, puesto que en su tronco pudieron ver que estaban grabadas sus marcas de belleza, y en sus ramas, había una serie de joyas parecidas a gemas, las cuales irradiaban una fuerza mágica sin parangón que nunca antes habían visto hasta ese momento.
Al principio no sabían lo que eran, ni lo que hacer con ellas, pero finalmente, tras hacer varias pruebas con su magia, comprobaron por si mismas sus efectos y vieron que tenían una oportunidad de parar a Discord con las joyas; debido a que éstas sólo parecían reaccionar ante una serie de cualidades tales como la risa, la lealtad, la generosidad, la bondad, la honestidad y la magia, las dos los llamaron los elementos de la armonía y, una vez que estuvieron listas, enfrentaron a Discord con ellos. El resultado fue un draconeequs convertido en piedra y la disolución de todo el caos producido por éste, trayendo la armonía de regreso y restaurando la paz en todo el reino.
-Parezca que fue ayer…-pensó Luna en voz alta, acercándose al árbol.
Éste se veía casi como el primer día, sus ramas lucían vacías y solitarias sin los elementos en ellas, pero el árbol parecía estar tan fuerte y lustroso como el primer día. Su marca de belleza seguía en su sitio de siempre, debajo de la de su hermana. Luna alzó un casco y la tocó, nada pasó. La alicornio oscura dejó escapar un apesadumbrado suspiro, volviendo a notar esa angustiosa sensación en su pecho. Necesitaba liberarse, soltarlo, dejarlo escapar, por lo que se explayó a gusto.
-No sé qué hacer… me siento incapaz, la situación me supera. Quiero a mi hermana y no quiero volver a perderla, pero lo que está haciendo está mal. Twilight tiene derecho a saber la verdad, tiene toda una vida por delante, con un futuro aún más brillante, en compañía de sus amigas. Celestia quiere quitarla todo eso. Y aun así, no fui capaz de decírselo a Twilight. Por favor, ayúdame, quien seas, lo que seas… me da igual si te plantó el primer alicornio o vino alguien y enterró una semilla mágica, sólo quiero un poco de consejo…
Tras todo eso no pudo más y lloró débilmente, tumbándose junto al árbol, el cual apenas cambió ni hizo nada significativo; eso no hizo más que entristecer a Luna un poco más, la cual esperaba que su visita la sirviera de algo. Dejó escapar al tiempo, viéndolo pasar desde dentro de la cueva, hasta que el resto de la tarde cayó, dando paso a la noche; levantó la luna desde donde estaba, sin necesidad de tener que verla, y siguió allí, sumida en sus propios pensamientos. Hasta que al final decidió marcharse de allí, dejando atrás al árbol.
Su improductiva visita al árbol de la armonía dejó a Luna aún más desanimada si cabe; por su parte, Celestia seguía absorta con las pruebas, llegando a obtener resultados cada vez más potables. Tanto ella como Discord estaban haciendo más progresos, cada vez más y mejores, claro indicativo que pronto lo tendrían del todo pulido y listo para usar con Twilight. Las posibilidades de Luna se reducían con cada día que pasaba, y se sentía cada vez más y más acorralada. Pero entonces vio una posibilidad hablando, no con Celestia, sino con Discord. Éste era un ser poderoso, de ahí a que Celestia le hubiera pedido su ayuda; puede que ella no pudiera convencerla tan fácilmente, pero cabía la posibilidad de que, al ser su colaborador, le escucharía con más atención a él que a ella.
Por lo que decidió enseguida hablar con él, aprovechando una noche de sábado antes de irse a dormir; acostó a Frank, dándole el ya usual beso de buenas noches. Una vez lista, iluminó su cuerno, buscando un hueco entre el espacio, y llegando a detectar la puerta que daba a la dimensión en la que Discord vivía. Ésta apareció delante de ella y Luna llamó a la puerta con su casco, pero nadie contestó; lo volvió a intentar de nuevo, pero una vez más, Discord no salió a recibirla. Un tanto extrañada, comprobó ella misma la puerta y la entornó un poco, asomando la cabeza y echando un vistazo; vio entonces un extenso valle en el que el caos era el amo y señor del lugar, al fondo del todo se podía ver una extraña y rocambolesca casa hecha con materiales de todo tipo. Luna rodó los ojos y entró en la dimensión del caos, cerrando la puerta tras de sí.
Nada más entrar, sintió una extraña sensación recorriéndola todo su cuerpo, llegando a notar un escalofrío por todo el lomo. Miró a su alrededor, viendo sinsentidos de todo tipo. A un lado del valle, sobre un suelo cuadriculado, llovía chocolate de unas nubes hechas de algodón de azúcar y malvavisco. Un sendero hecho primero de piedra, luego de arena, después de jabón y por último de hierba de color naranja llevaba hasta la casa, la cual se encontraba situada en lo alto de una colina de gravilla, dominando el lugar. Al otro lado del valle vio un enorme castillo de naipes, sujetado por columnas de regaliz rojo y negro. Una serie de bisontes bailarines vestidos con tutú corrían justo al lado, junto con una manda de conejos con patas de jirafa. Por el aire volaban pájaros boca abajo, en un lago cercano nadaban peces por el aire y bajo el agua andaban castores; junto al lago, había un árbol delgado y de colores violáceos. En el cielo, un sol anaranjado daba vueltas en torno a una luna enana.
-Madre mía, qué locura…-musitó Luna, tratando de ignorar todo lo que la rodeaba.
Una vez que alcanzó el tramo de camino de jabón, decidió volar para sortearlo, pero en cuanto alzó el vuelo, la gravedad cambió sorpresivamente, flotando en el aire de manera errática y exagerada.
-¡Agh, maldita sea!-masculló ella, tratando de alcanzar el suelo.
En cuanto consiguió poner las patas en el suelo, la gravedad volvió a ser normal y caminó de forma segura, apretando ésta vez el paso.
-Este lugar es un horror, espero no tener que estar mucho más tiempo aquí del necesario…-pensó Luna, harta de tanto caos.
Llegó enseguida hasta la casa, la cual era físicamente imposible según su errático diseño, pero allí se mantenía estable sin problemas; tenía un total de tres pisos, el primer piso era sujetado por una serie de columnas jónicas blancas, aristadas y con volutas en las puntas. El segundo piso era sujetado por una serie de bastones de caramelo enormes, y el tercero sostenía un techo con forma de sombrero en punta. Las ventanas estaban dadas la vuelta, y todas cambiaban de diseño y aspecto, no había ninguna idéntica. La puerta se encontraba puesta al revés, Luna llamó a ésta rápidamente, sin querer tocarla más de la cuenta. Al cabo de unos pocos segundos de espera, Discord la abrió, quedándose gratamente sorprendido al ver a Luna.
-¡Anda, pero si tengo visita! ¡Por favor, princesa Luna, adelante, está en su casa!-exclamó Discord, haciéndose a un lado de forma idéntica a la de la puerta.
Como bien se esperaba, el interior de la casa era aún más caótico, si cabía; todos los muebles se encontraban puestos al revés, las alfombras flotaban en el aire, las lámparas colgaban del suelo y en vez de ser parqué, el suelo era de mármol.
-¡Bueno, bueno, bueno, esto sí que es toda una sorpresa, mi primera visita desde que me mudé aquí! ¿A qué debo tanto honor, princesa?-inquirió Discord, emocionado.
-He venido a hablar contigo, Discord…-murmuró Luna, von voz queda.
-¡Oh, pues hablemos, hablemos! Ponte cómoda querida ¿un té?
Luna no sabía la hora que era allí, buscó con la mirada un reloj hasta dar con uno, un carillón de pie que, en vez de números, tenía pequeños Discords que indicaban números. Incluso las agujas tenían forma de Discords.
-Ah, es igual… sí, dame algo suave que me ayude a dormir para luego…
-¡Por supuesto, querida, ahora vuelvo!-exclamó el draconequus, desapareciendo de improviso.
Nada más hacerlo, uno de los sillones cobró vida y salió corriendo hasta ella, haciéndola que se sentara, y luego llevándola hasta una mesita, en el salón. En ese momento, la voz de Discord vino de algún punto de la casa preguntando.
-¿Con pastitas también, querida?
-No, no hace falta, ya he cenado…
En ese momento, Discord reapareció junto a ella, con las garras vacías.
-¿Y el té?
-Está de camino, querida.
En ese momento, una bandeja del té apareció saliendo disparada de una puerta y se puso al lado de ellos, con un par de tazas, una tetera y una bandeja llena de dulces. Luna fue a echarse un poco, pero Discord la paró.
-Oh, permíteme por favor…
Discord chascó sus garras y la tetera botó hasta su taza, inclinándose para servir el té.
-Oh, no mucho, por favor…
El té salió de su boquilla describiendo una serie de bucles y acabando en la taza, la cual se quedó medio llena.
-¿Azúcar?-preguntó Discord.
-Sólo un terrón.
Al punto, un terrón de la terronera cobró vida y saltó de ésta, para salir corriendo hacia la taza y acabar dentro de ésta de un salto. Luna cogió su taza con su magia y la removió con su cuchara, aguantándose unas ganas terribles de salir de allí disparada.
-Normalmente el té no me hacía mucha gracia, pero Fluttershy me acabó por convencer… hay que ver lo persuasiva que es esta poni a veces…-murmuró el draconeequs, sirviéndose a su manera.
-Ya…
-Pero bueno, ¿de qué me querías hablar, querida?
Luna dio un trago a su té antes de contestar y se sorprendió por lo dulce y aromático que era.
-He venido para hablar de mi hermana. Creo que está cometiendo un grave error…
-¿Y eso por qué, querida?
-Oh, vamos, ahórrame toda la verborrea ¿quieres? Sabes perfectamente de lo que te hablo…
Ante eso, Discord alzó una ceja, mirando a Luna un tanto extrañado.
-Lo que me sorprende es que vengas aquí sólo para eso… pero dado que estás aquí, te escucho.
-Bien… ella está convencida de que Twilight debe ser un alicornio, por eso está perfeccionando ese hechizo contigo. Pero no tiene ningún derecho a decidir su futuro por el de la pobre chica, he intentado hablarlo con ella, pero no me escucha, he pensado que igual contigo sí que lo haga…
Discord esbozó una graciosa sonrisa, hablando justo después.
-¿Sabes? Me resulta muy curioso que Celestia no me haya dado las verdaderas razones ella misma… hasta ahora, claro está.
-¿¡Cómo?! ¿¡No te dijo para qué quería tu ayuda?!-inquirió Luna, sorprendida.
-No exactamente, ella me dijo que necesitaba mi ayuda, pero no entró en detalles. Me dio un hechizo de curación, junto con varias indicaciones, y ya. En ningún momento quise preguntarla tampoco, así que…
-Espera, espera ¿me estás diciendo que la ayudaste así sin más?
-Sí ¿por qué? Ella no me lo dijo, yo no la pregunté, ni tenía interés en hacerlo, por lo que ¿para qué hacerlo? Necesitaba mi ayuda, por lo que se la di. Es lo que los amigos hacen ¿no?
-Eh… sí, pero…
-¿Pero qué?
La costaba creer que Discord aceptara así sin más; de hecho, aun a pesar de todo el caos que les rodeaba, podía notar a un Discord ligeramente distinto, y realmente cambiado.
-Eh… no, nada, me ha sorprendido, nada más…-murmuró Luna, dando un sorbo a su taza.
-Bueno, discúlpeme si no parezco estar a su altura, después de todo estoy aprendiendo sobre la amistad y todo eso. Aunque me resulta especialmente gracioso que seas tú la que me lo diga… ¿noto acaso algo de rebeldía, princesa Luna?
-No se trata de eso… es que no quiero perderla, pero tampoco quiero que eche por tierra el futuro de Twilight. Las dos son importantes para mí, y me niego a perderlas, pero no sé qué hacer para que Celestia me escuche, está obcecada con que todo es una especie de profecía divina que debe cumplir para que se haga la voluntad del primer alicornio…
-Oh ¿de veras? Vaya, eso sí que es gracioso…-asintió Discord, riéndose tontamente.
-Por un lado entiendo que ella crea en esas cosas, pero aun así eso no quita que esté siendo egoísta… te necesito, Discord, intenta convencerla o algo…
Aun así, Discord negó con la cabeza antes de hablar.
-No es que no quiera hacerlo, querida, pero me temo que tu hermana está más allá de toda convicción…
-¿Qué quieres decir?-inquirió Luna, extrañada.
-Quiero decir que, por mucho que lo intente, va a seguir haciéndolo igualmente. Y no porque lo diga yo, sino porque lo veo en su rostro cada vez que lo volvemos a intentar. ¿Recuerdas ese momento en el que me convertisteis en piedra por primera vez?
Luna asintió brevemente, para que Discord continuara.
-Tiene el mismo gesto que aquella vez cada vez que usa ese hechizo; una expresión de absoluta seguridad y confianza en sí misma que no le cabe ni en la cara. Por intentarlo, podría hacerlo, pero seguramente no me escucharía. Y además, sabría que has hablado conmigo, lo cual no sería muy recomendable que digamos…
La princesa de la noche meditó las palabras del draconequus; la resultaba un tanto molesto, pero tenía que admitir que Discord llevaba razón, sobre todo en cuanto a lo del descubrimiento se refiere. No la convenía que Celestia supiera que había hablado con Discord de ese asunto en concreto, y el detalle de que éste no sabía nada más la había pillado por sorpresa.
-Pero… confiaba en que igual me podrías ayudar…-murmuró ella, sintiéndose algo abatida.
-Siento no poder serte de ayuda… comprendo tu pesar, aunque si lo que quieres es evitar que lo haga, no veo otra salida salvo que vuelvas a hablar con ella-comentó Discord, dando un sorbo a su té.
-Pero apenas me escuchará…
-En ese caso, ponla las cosas claras… déjala bien claro lo que está en juego, dala un ultimátum y puede que te escuche-sugirió Discord.
-¡Pero si hago eso lo más probable es que se enfade conmigo o algo peor!-exclamó Luna, preocupada.
-Eso no lo sabes. Celestia tiene mala baba, sí, pero sabes bien que bajo presión suele mostrarse más receptiva. Intenta jugar con eso, sé clara y concisa, no te andes con rodeos, y entonces puede que te atienda.
Por un momento rumió todo lo que Discord la había dicho; podía hacerlo, o bien optar por algo más sibilino y discreto. Pero por otro lado ¿podía fiarse de Discord? Estaba reformado, sí, pero no tan reformado. ¿Y si en realidad estaba jugando con ella?
-Oh, vamos ¿por qué esos ojos desconfiados? Comprendo que tengas miedo de perderla, la situación es más delicada de lo que parece… y además, cuando la fe se pone en medio, la razón no suele servir de mucho. Por eso prefiero creer en mí mismo, por ejemplo.
Luna rodó los ojos, dando otro sorbo a su té para no tener que responder a eso, terminándoselo de golpe.
-Pero bueno, en todo caso tú tienes la última palabra, y eres la que decide lo que hace o deja de hacer, así que… aunque, si yo fuera tú, la dejaría las cosas claras.
-Ya… bueno, gracias por tu ayuda de todos modos, Discord, ya me las apañaré…-anunció ella, levantándose.
-Mucha suerte entonces…
Discord la acompañó hasta la puerta para despedirla, junto con el sillón, la tetera y la taza, las cuales botaron alrededor de Luna cuales cachorrillos juguetones.
-Vaya, parece que les has caído bien… gracias por tu visita, querida, espero verte por aquí más a menudo…-murmuró Discord, todo animado.
-Ah, claro, claro, a ver si saco tiempo…
Luna se despidió de él y echó a andar a paso ligero, con unas ganas locas de salir de esa jaula de grillos; en cuanto alcanzó la puerta de salida, la abrió y la cerró de seguido tras de sí, soltando un aliviado suspiro una vez de vuelta a la realidad.
-Oh, sí, orden y concierto, me encantan…
Se asomó por un momento a la cuna de Frank para verle, dormitaba como un bendito; Luna sonrió, algo más tranquila, y se metió en la cama, aunque tardó un poco más de lo esperado en conciliar el sueño. Todo de lo que había hablado con Discord aún seguía rondando por su mente, ella se sentía más incapaz que nunca, y seguía sin saber bien qué hacer. Aun así, trató de olvidar todos sus problemas para dormir. Finalmente lo consiguió y se sumió en sueños, uniéndose a ellos de seguido. En el cielo, las estrellas brillaron con un poco más de fuerza.
Tras la visita a Discord, no la quedaban muchas más opciones; no quería traicionar a ninguna de las dos dirigiéndose a cualquiera sin que la otra se enterara, por lo que optó por volverlo a intentar una vez más hablando con Celestia a solas, para tratar de convencerla, dejando el ultimátum como último recurso. Esa misma tarde estuvieron las dos paseando por el laberinto de setos del jardín; Celestia la iba contando cómo iban las pruebas, mostrándose contenta y feliz con los buenos resultados.
-Hemos conseguido reducir en un sesenta por ciento la probabilidad de muerte de los sujetos, ya no mueren ni por desangramiento ni por heridas internas, justo ayer conseguimos que un gato montés se adaptara bien a sus alas. ¡Tendrías que verlo! Ahora está muy elegante y todo…
-Me alegro…
Esa seca y pasiva respuesta alertó entonces a Celestia por primera vez, dirigiéndose a su hermana preocupada.
-¿Qué te pasa, Luna? ¿A qué viene esa cara tan larga?
-Nada…
-Oh, vamos, no seas así, sabes que puedes contármelo…
-No, no puedo…
-¿Por qué no? decidimos que ya no habría secretos entre nosotras, Luna… ¿Qué me estás ocultando?-inquirió Celestia, levantando la mirada a su hermana.
Ésta suspiró y dijo con desgana.
-Si te lo cuento, no te gustará…
-Pero eso no lo sabes…
-Sí, lo sé bien… y tú también.
Celestia se quedó callada por un momento, extrañada por la repentina desconfianza por parte de su hermana pequeña. Finalmente anunció.
-Está bien, puedes contármelo sin miedo, ni me enfadaré ni diré nada…
-Por favor, Celestia, que ya no tenemos ocho años…-murmuró Luna, con desdén.
-Por eso mismo, Luna. Cuéntamelo, por favor.
Las dos alicornios se miraron fijamente a los ojos, Luna suspiró y se decidió a hablar sin tapujos.
-Está bien, te lo diré, pero luego no me digas que no te lo dije. Creo que lo que vas a hacer con Twilight es cruel y egoísta, no tienes derecho a jugar con su futuro, ella se merece algo mejor que un par de alas y un título real, se ha labrado su camino ella misma y quiere seguir haciéndolo. Comprendo que creas en el Primer Alicornio, pero no puedes escudarte así sin más en él, diciendo que sólo cumples su voluntad, cuando en realidad es algo que tú y sólo tú has decidido. Abandona todo esto, Tia, deja a Twilight crecer por sí misma.
Una vez que Luna se explayó a gusto, miró a su hermana fijamente, sin ni siquiera apartarle la mirada; Celestia cerró los ojos, con gesto apenado, y habló.
-Oh, Luna… ya hemos hablado de esto…
-¿Ah, sí? ¿Y qué me vas a decir ahora? Oh, no, espera, déjame adivinar… mi fe me lo impide. Tengo que hacer esto, Luna. Es su voluntad.
Celestia miró a su hermana con una cara de póker envidiable, sin ni siquiera contestarla; Luna negó con la cabeza y volvió a hablar.
-Por favor, Tia, háblalo con Twilight, dila lo que tienes pensado, dale la opción de elegir. Te quiero, hermana, pero no quiero que cometas ningún error. Twilight merece al menos saberlo. Por favor…
Sin embargo, Celestia no dijo nada, parecía no tener ninguna intención de hablarlo con ella, por lo que la ignoró y comenzó a irse de allí sin ni siquiera despedirse. Luna trató de mantenerla allí, y recordando el consejo de Discord, anunció con voz contundente.
-Si no se lo dices tú, se lo diré yo.
Ante eso, Celestia paró de golpe, mostrándose interesada por primera vez. Sin darse la vuelta siquiera, giró un poco la cabeza y murmuró.
-No serás capaz…
-Huy, sí, Tia, ya lo creo que sí… y no por mí ni nada parecido, sino por las dos, por ti y por ella. Estoy dispuesta a aceptar lo que quieres hacer, pero sólo si Twilight es consciente de ello.
Ésta vez Celestia se dio la vuelta, mirando fijamente a Luna, analizando la situación fríamente y pensando en algo con lo que rebatirla. Finalmente, tuvo algo.
-Dices que soy egoísta con ella. ¿Y tú qué? Te respeto a ti y a tu decisión de no seguir el camino que marcan las escrituras, pero ni siquiera tú respetas mi propia decisión, sino que la desprecias y la humillas estando dispuesta a traicionarme por ello. ¿Y eso no es egoísta? Cuanta hipocresía…
Su comentario hizo a Luna mucho más daño de lo que ella misma aparentó, pero se mantuvo fuerte y con una buena cara de póker para poder contestarla.
-No es hipocresía, Celestia, es compasión. Y además, en ningún momento te he despreciado a ti a tus creencias, eso te lo has inventado tú.
-¿Y ahora me llamas mentirosa? Qué bien, mi propia hermana me repudia, es tan maravilloso…
-¡Nada de eso! ¡Yo te quiero, Tia, de verdad, pero tu fe te ciega!
-¡Ajá, entonces admites que has despreciado mis creencias! ¡Y encima sigues mintiéndome diciéndome que me quieres! ¡Si me quisieras, no harías nada de lo que estás haciendo ahora!
-¡No, sólo quieres ver lo que a ti te interesa, ni siquiera estás contemplando todas las posibilidades! ¡Yo te quiero, Tia, te quiero como no quiero a nadie, pero has de entender mi posición! ¡No es justo ni para ella ni para ti!
-¡Sí, claro, excúsate ahora en la justicia, como si todo lo demás fuera lo correcto y mi forma de pensar no! ¡Eso ya no es hipocresía, es mero egoísmo, eso sí que es egoísmo!
-¡Aquí la única egoísta eres tú, que tienes que hacer lo que te dice un pedazo de papel mugriento, dejándote llevar como una simple marioneta!
Pero fue entonces cuando ambas supieron que todo había acabado; Celestia notó como si su corazón hubiera estallado en mil pedazos, y Luna se dio cuenta de lo que había dicho, pero ya era demasiado tarde, el daño ya estaba hecho. Luna quiso arreglarlo, pero sabía que sería inútil, no haría más que aumentar el daño dijera lo que dijera; aun así lo intentó, en un desesperado intento por mantener a su hermana a su lado.
-Lo… lo siento tanto, no era mi intención, yo… perdóname hermana, de verdad, yo…
Se acercó a ella un poco, pero Celestia la rechazó golpeándola su casco con el suyo; Luna ni siquiera trató de contener las lágrimas, sintiéndose cada vez más y más miserable. La alicornio blanca habló.
-¿Para qué quiero yo a una hermana que no hace más que mentirme, despreciarme y hacerme daño?
Nada más oírlo, el corazón de Luna fue el siguiente en partirse en mil pedazos, dejando escapar un gemidito agudo y prolongado. Celestia la dio la espalda y se fue de allí, dejándola sola en el centro del laberinto de setos.
Luna finalmente se desmoronó, dejándose caer al suelo y llorando con todas sus fuerzas. Había perdido a su hermana. Su mayor temor se había hecho realidad, y había pasado como ella misma había predicho. Ya nada la quedaba ahora, excepto Twilight, pero ni siquiera pensar en su amiga podía ayudarla en ese difícil momento. Por lo que siguió llorando, haciéndose una bolita en el suelo y dejándolo escapar. El cielo comenzó a nublarse, amenazando con lluvia a Canterlot.
Ya nada quedaba entre ellas, sólo ruina y desolación; si los días previos fueron como un sinvivir para Luna, las horas posteriores tras la ruptura entre ella y su hermana se convirtieron en un auténtico infierno. Ya nada tenía sentido, todo a su alrededor parecía retorcerse y transformarse. Ni siquiera su hijo la daba las suficientes fuerzas para seguir adelante. Se encerró en su habitación, dejándolo con su niñera, y se lamentó, dejando que el tiempo pasara sin ella. Así, las horas pasaron pesadamente, hasta que esa noche tomó una decisión. Ahora que había perdido a su hermana, sólo le quedaba Twilight; ya no tenía nada más que perder, por lo que decidió contárselo todo. Le costó bastante dormirse, por lo que optó por inducirse sueño para poder acceder al mundo onírico. Ésta vez ya tenía localizado desde el otro día el sueño de Twilight, por lo que fue mucho más rápido entrar en él. Como la última vez, vio a la unicornio lavanda en el paisaje campestre del otro día, pero esta vez el sol no lucia, y unos grises nubarrones decoraban el cielo; encontró a Twilight tumbada junto al árbol, con gesto preocupado y tristón. Pero al ver a Luna, su cara cambió de golpe y las nubes dejaron pasar la luz del sol en algunos puntos.
-¡Princesa Luna! Oh, estaba tan preocupada por usted, el otro día se fue así sin más, y me dio la sensación de que algo malo la pasaba ¿se encuentra bien?-inquirió ella, aún preocupada por la princesa.
Luna miró por un momento a su amiga, sin poder evitar que sus sentimientos afloraran.
-No… no estoy bien…
Entonces la alicornio oscura se echó a llorar, abrazando con todas sus fuerzas a Twilight, la cual la sostuvo, preocupándose aún más; varias nubes se movieron en el cielo, tapando algunos rayos del sol. Luna tardó un buen rato en calmarse, en cuanto su llanto amainó, Twilight la preguntó.
-Princesa… ¿qué la ocurre? Cuéntemelo, por favor, sólo quiero ayudarla…
-Ya no me queda nada, Twilight, sólo tú…
-¿Eh? ¿Por qué dice eso, princesa? Tiene a su hermana…
-No, ya no…
-¿¡Qué?! Pero… ¿qué ha pasado?
Luna no pudo más y se dispuso a contárselo prácticamente todo; su inminente alicornificación, los planes de Celestia, lo que había estado haciendo hasta ahora… no se dejó nada, se lo contó absolutamente todo.
Al enterarse, Twilight abrió mucho los ojos, incrédula.
-Pero… no lo entiendo ¿por qué querría la princesa Celestia convertirme en alicornio?
-¡Porque cree que debe hacerlo, piensa que es voluntad del primer alicornio, está obsesionada con las escrituras, piensa hacerlo sí o sí!
-Pero… si ni siquiera soy creyente…-murmuró la unicornio lavanda, ceñuda.
-La da igual, piensa hacerlo aun a pesar de todo… tú tienes un gran futuro por delante, Twilight, no permitas que mi hermana te lo quite así sin más, cuando te llegue el libro de Star Swirl no lo toques, dámelo a mí y no hagas nada, así evitarás que ella te convierta en alicornio.
-Pero sigo sin entenderlo ¿su hermana la ha dejado de hablar por ello?
-No, es más complicado… dije algo que no debí decir, nos hemos hecho mucho daño, no creo que vuelva a hablarme…-musitó Luna, con amargura.
-Pero eso es terrible… siempre han estado juntas, tanto en lo bueno como en lo malo, incluso aquella vez durante el golpe pudieron arreglarlo ¿por qué no podrían hacerlo esta vez?-inquirió Twilight, angustiada.
-Lo que hecho, ya no se puede deshacer. Es culpa mía, pero aun así... la herida es demasiado profunda ahora. Celestia es demasiado orgullosa con sus creencias, ya no me escuchará por mucho que la hable. La he perdido para siempre… y esta vez sin tener que irme. Soy una poni horrible…
Sin poder evitarlo, Luna volvió a echarse a llorar; Twilight la apoyó y la dio un hombro en el que hacerlo, tratando de confortarla. Aun así, nada podía consolar el dolor que Luna sentía, y lloró por ello.
Por su lado, Twilight no podía sentirse peor; había sido por ella por lo que ambas hermanas se habían peleado hasta separarse. Celestia quería convertirla en alicornio ¿era eso siquiera posible? Debía serlo si tan obsesionada estaba. Como bien decía Luna, no entraba en sus planes ser princesa ni nada parecido. Pero verla así de mal, totalmente derrumbada y con la esperanza casi perdida, la partía el corazón. Debía hacer algo, tenía que arreglar esa situación. No podía dejar que ambas hermanas se separasen para siempre así sin más.
-Gracias por escucharme, Twilight, eres la única que lo hace ahora…-murmuró Luna, en cuanto estuvo mejor.
-Princesa, yo…
-No dejes que el egoísmo de mi hermana se apodere de tu vida. En cuanto tengas el libro ni lo toques, tú solo avísame y vendré a recogerlo.
-Pero…
-No voy a permitir que mi hermana se salga con la suya, eso por descontado. Ya nada me ata a ella ahora.
-No diga eso…
-Si ella cree que debe hacerlo por su fe, pues ahora yo debo hacerlo por ti. Por nuestra amistad.
-Sus palabras me halagan, princesa, pero…
-No lo pienses más, es mejor así, es mejor para todos.
Twilight quiso hablarla, decirla lo que pensaba, pero Luna se levantó para irse.
-En cuanto todo esto acabe, lo más probable es que me vaya… no sé a dónde, pero no podré quedarme a su lado nunca más. Me llevaré a Frank también. Puede que vuelva con mi madre, hace años que no la veo… no sé, ya veré.
-¡Ya basta!-gritó entonces Twilight en ese momento.
Al hacerlo, un rayo coronó las densas nubes, las cuales volvieron a tapar la luz del sol; Luna se quedó muy quieta, mirando a Twilight sin entender su arrebato.
-¡Deje de decir todo eso, usted no se puede ir así sin más, es parte de este reino! ¡Y tampoco puede abandonar a su hermana de igual modo! ¡Por favor, princesa, debe de haber alguna forma de hacer entrar a Celestia en razón, no se deje vencer tan fácilmente, hágalo por usted, hágalo por su hermana, hágalo por Frank!
Las palabras de Twilight, aunque fuertes e inspiradoras, no consiguieron calar en una abatida y derrotada Luna; ésta sonrió dulcemente, dirigiéndose a su amiga.
-Oh, Twilight, admiro tu fuerza… pero no puedes hacer nada por mí. Celestia seguirá adelante con sus planes por mucho que intentes hablar con ella, y además, en cuanto se dé cuenta de que lo sabes, a saber lo que podría hacer entonces. Es mejor así, créeme.
-No… por favor, princesa… no se rinda…-musitó Twilight, con lágrimas en los ojos.
-Lo siento Twilight, pero ya he tomado mi decisión. Gracias por tu amistad, eso sí… jamás la olvidaré.
La unicornio lavanda trató de detener a Luna, pero ésta alzó el vuelo, mirándola con todo el cariño propio de una madre.
-Adiós, Twilight… recuerda no tocar el libro.
-Princesa… ¡espere, princesa!
Aun así, Luna se dio la vuelta, ignorando sus llamados, y ocultándose más allá de las nubes.
-¡Luna!-chilló entonces Twilight, con todas sus fuerzas.
Pero ella ya no estaba allí. La unicornio lavanda bajó la vista, sintiéndose cada vez peor consigo misma, dejando escapar todo lo que sentía y llorando sin consuelo. Al tiempo, comenzó a llover en el valle, empapando la hierba y su pelaje. Mientras tanto, en el mundo onírico, la vida seguía.
Los días posteriores al aviso fueron un tanto diferentes; sin decirle nada a nadie, Luna comenzó a prepararlo todo para marcharse, para así tenerlo todo a punto para irse en cuanto recibiera el libro por parte de Twilight. Desde entonces, no se había vuelto a hablar con su hermana, no se dirigían ni siquiera la mirada durante las comidas, y las dos actuaban como si la otra no existiera. De golpe y porrazo, se convirtieron en una especie de extrañas viviendo bajo un mismo techo; y eso le dio más motivos a Luna para marcharse. Estuvo arreglando también el asunto de su título, preparando los papeles de renuncia y dejando estipulado que se harían efectivos en cuanto ella se marchara. Una vez que dejara las dependencias reales, automáticamente dejaría de ser princesa regente. Y su hijo, al ser menor, y por decisión de su madre, también renunciaría a su título de príncipe heredero.
Una noche, repasando bien todo su equipaje, llegó a recibir una visita que no esperaba. La silueta de una bat poni entró por la terraza.
-Alteza, la guardia se pregunta que por qué se comporta tan fríamente con…
Pero al ver todo el equipaje, se quedó callada; Luna se asustó en cuanto la vio.
-¡Midnight! ¿Qué haces aquí, que formas son esas de entrar?
-Lo siento, alteza, pero es que estaba preocupada… ¿Qué es todo esto? ¿Se marcha?
Luna suspiró, sintiéndose descubierta, por lo que finalmente admitió.
-Sí, me voy a ir… en cuanto reciba un aviso de una amiga, me marcharé.
-¿Qué? Pero princesa, no puede hacer eso… ¿y qué pasa con su hermana o la corona?-inquirió Midnight, confusa.
Al oír esa palabra, el gesto de Luna cambió de golpe, por lo que quiso dejar las cosas claras.
-Yo ya no tengo nada de lo que hablar con la princesa Celestia… si tienes alguna duda, pregúntasela a ella.
-¿Princesa Celestia? Alteza, no entiendo nada…
-No te he pedido que lo entiendas, respeta mi decisión, Midnight, ya la he tomado.
-Pero…
-Por favor, no insistas más…
-Por favor, alteza…
-¡He dicho que no insista, es una orden, sub capitana!-masculló entonces ella, poniéndose firme.
Ante eso, Midnight no pudo decir nada más, por lo que murmuró antes de retirarse.
-Sí, alteza.
Una vez sola de nuevo, Luna volvió a sus quehaceres, sin poder evitar sentirse mal por ella.
-Lo siento, Midnight. Pero he de hacer esto.
Al día siguiente, se las pasó en su habitación junto a su hijo, negándose a salir y esperando a que Twilight la informara que tenía ya el libro; hizo tiempo leyéndole a Frank, jugando con él y picando entre horas para evitar bajar al comedor.
Aun así, y a pesar de que sabía de muy buena tinta que Celestia ya la había mandado el libro, concretamente ayer por la noche, en toda la mañana no tuvo noticias de Twilight; esto la preocupó sobremanera, y empezó a temer que hubiera decidido someterse a los deseos de su hermana.
-No, no puede ser, Twilight no sería tan tonta… oh, espero equivocarme…-pensó ella, más agitada que nunca.
Las siguientes horas fueron las más angustiosas de todas, ni siquiera el estar con su hijo la calmaba; pero entonces, desde un plano alejado, pero audible para ella, un grito familiar la llamó la atención. Al principio sonó algo débil y lejano, pero en cuanto agudizó el oído, pudo percibirlo mejor; esta vez, el grito sonó con más fuerza, y supo quién lo había emitido.
-Twilight…
Fue entonces cuando lo oyó a plena voz, sonaba como si la estuvieran arrancando las entrañas.
-¡Twilight!
Luna se levantó y alzó a su hijo hasta ponerlo en su cuna, alumbrando su cuerno y posándolo en su frente, induciéndole sueño.
-Necesito que duermas, cariño, ahora vuelvo…
Le dio un beso en la frente e, inmediatamente después, apuntó con su cuerno a un espacio concreto y buscó un acceso a otro plano apartado del suyo; notó el de Discord, pero siguió buscando, hasta encontrar uno que no conocía. Sin dudarlo lo abrió, entró en él y pudo verlo.
-¡Twilight, no!-exclamó Luna, asustada.
Luna quiso acercarse, pero en ese momento hubo un sopetón de energía recorriendo todo el cuerpo de la pequeña poni y sus ojos se pusieron totalmente blancos; tanto Discord como Celestia se mostraron chocados ante esta repentina reacción, el hechizo comenzó a descontrolarse y el cuerno de la alicornio blanca parpadeó.
-¡Mantente firme, Celestia, se ha sobrecargado!-exclamó Discord.
-¡No puedo controlarlo, es mucha magia, de por sí ya es poderosa, pero ahora lo es mucho más!-hizo lo propio ella, tratando de estabilizarla.
Las alas semi formadas temblaron, así como todo su cuerpo, las heridas en su lomo sangraron más que antes y sus ojos brillaban con gran fuerza. Luna se adelantó y se dirigió a su hermana.
-¡Celestia, para, la vas matar!
Fue entonces cuando la aludida vio que su hermana estaba allí, y en cuanto la vio, la pidió.
-¡Luna, ayúdame a estabilizarla, por favor!
-¡Pero si sigues así morirá!
-¡No morirá, no dejaré que muera, confía en mí, por favor, Luna, necesito tu ayuda!
-¡Te ayudo yo también!-añadió Discord en ese momento.
-¡No, a ti te necesito en plena forma para que la cures, déjanoslo a nosotras!
Ante eso Discord no discutió y permaneció al margen; ambas alicornios se miraron por un momento, las dos querían ayudar a Twilight, por lo que Luna decidió rápidamente.
-¡Está bien, vamos allá!
Las dos juntaron sus cuernos y dirigieron su energía hacia la unicornio medio alada, cuya magia seguía fuera de control; entre las dos, y realizando un esfuerzo descomunal, trataron de sujetar toda esa magia desbordada, llegándola a contener dentro de su cuerpo y estabilizándola rápidamente. En cuanto tuvo la ocasión, Celestia continuó con el hechizo y Luna la proveyó de energía para garantizar que saliera bien. Fue entonces cuando se dio un gran resplandor, y entre los destellos, pudieron ver cómo las alas de Twilight terminaban de formarse, cubriéndose de plumas y completando la transformación. Pero las heridas seguían abiertas, y había perdido mucha sangre.
-¡Ahora Discord, ahora!-masculló Celestia, tumbándola en el suelo.
Al punto, el draconeequs se puso a trabajar y un aura de color rosada cubrió las heridas, las cuales comenzaron a curarse y a cicatrizar, dejando de sangrar paulatinamente; Celestia y Luna se acercaron a Twilight, la cual seguía consciente.
-Oh, Twilight ¿por qué? ¿Por qué lo has hecho?-musitó Luna, con lágrimas en los ojos.
Las palabras de su hermana hicieron comprender a Celestia, pero ésta no dijo nada; por su parte, Twilight, al verlas juntas, esbozó una débil sonrisa y alzó una pata hacia ellas, compartiendo entre las dos un cariñoso gesto en sus hocicos. Los ojos tanto de Luna y como de Celestia se abrieron como platos, comprendiéndolo al instante. La ahora alicornio lavanda cerró los ojos y dejó caer la pata, asustando a las princesas.
-No… Twilight… ¡Twilight!
-Tranquilas, sólo se ha desmayado, se encuentra estable… ahora mismo la hago una transfusión…-las tranquilizó Discord, vestido de enfermero y usando su magia.
Tanto Luna como Celestia respiraron un poco más tranquilas y se miraron por un momento, recordando que estaban peleadas. Celestia fue la primera en romper el hielo.
-Entonces… se lo dijiste…
-Sí… pensaba que te había perdido para siempre, por eso decidí decírselo. Ella siempre quiso arreglarlo entre nosotras, pero apenas la escuché. Ahora lo entiendo…
-Yo también… en todo momento se mostró serena por todo lo que había pasado, en ningún momento me hizo preguntas, eso me extrañó bastante. Si realmente no hubiera querido hacer esto, no hubiera ni tocado el hechizo, pero aun así lo hizo. Vino aquí ella misma, por su propia voluntad, y sin cuestionar nada. Porque así lo decidió.
Luna cerró los ojos, dejando escapar un par de lágrimas.
-Yo sólo quería que viviera por sí misma… y aun así ha sacrificado su propia vida… por nosotras…
Ambas alicornios se miraron por un momento y, sin previo aviso, se envolvieron en un gran abrazo, llorando a mares.
-Lo siento tanto… lo siento, lo siento, nunca quise decirte eso, te quiero Tia, de verdad…
-No, soy yo quien lo siente… realmente fui una egoísta, sólo pensaba en mí. Sé que puede sonar muy tardío ahora, pero yo te quiero, Luna, siempre te he querido, y siempre te querré.
La princesa de la noche apoyó su cabeza en el hombro de su hermana y ésta hizo lo propio, sin poder siquiera dejar de llorar. Discord las miró de reojo mientras curaba a Twilight, llegando a notar un escozor en los ojos.
-Agh, se me ha metido algo en el ojo…
Una vez perdonadas, el resto de la tarde pasó rápidamente; Twilight permaneció inconsciente durante todo el tiempo que duró la intervención de Discord, haciendo un trabajo estupendo. Las heridas acabaron totalmente curadas y cerradas, sin apenas dejar cicatrices; las alas se movían adecuadamente, completamente funcionales, y el poder arcano de los alicornios ahora residía también en ella, confiriéndola así un poder aún más grande del que ya tenía. Y además, era la primera alicornio no nata.
Una vez lista, el cuerno de Celestia brilló y lo posó en el de Twilight, separándolo inmediatamente después.
-La he borrado parte de sus recuerdos para que no rememore esos momentos de dolor…
-¿Y ahora?-inquirió Luna.
-Ahora a presentarla…
Al punto, Celestia hizo levitar a Twilight, teletransportándola fuera de allí; ella la siguió poco después, pero antes de irse se dirigió a su hermana.
-Puedes irte ya, hablaremos luego… y tú también, Discord, gracias por tu ayuda, sin ti no lo hubiera podido hacer.
-Un placer trabajar contigo, Celestia…-asintió el draconequus.
Una vez solos, Discord se dirigió a Luna.
-Bueno, al final todo ha salido bien…
-Sí… aunque, de alguna forma, Celestia se ha salido con la suya. Después de todo, siempre lo ha hecho, desde pequeña-recordó ella.
-Bueno, es posible, pero al menos ésta vez habéis ganado algo… incluida Twilight-añadió Discord.
Ante eso, Luna esbozó una ligera sonrisa.
-Gracias por todo, Discord…
-Ah, no ha sido nada, de verdad… en fin, yo me retiro ya, hasta más ver…-se despidió él, abriendo la puerta a su dimensión y desapareciendo tras ella.
Por su parte, Luna se encontraba especialmente cansada, por lo que regresó al palacio para descansar un rato. Mañana sería otro día.
Al día siguiente, la coronación de Twilight se organizó en tiempo record y consiguieron montarlo todo en menos de cuatro horas; Luna aprovechó para deshacer todo su equipaje y romper las cláusulas que ella misma escribió anunciando su dimisión si se iba. La niñera de Frank se encargó de él durante todo el evento para darle un poco de margen a su madre.
Casi toda Ecuestria iba a estar allí, por lo que tanto Luna como Celestia se prepararon a conciencia, usando unos antiguos vestidos que su madre llegó a seleccionar para ellas hace muchísimo tiempo para acontecimientos importantes, como ese mismo, además de usar unas coronas forjadas para la ocasión. También vinieron desde el imperio de Cristal Cadance y Shining para asistir al evento.
El acto se realizó en la sala de celebraciones, la misma en la que se dio la boda, y Celestia presidió la ceremonia, coronando ella misma a Twilight, la cual también iba vestida para la ocasión; su elemento de la armonía fue forjado de nuevo en una nueva corona, más sencilla y discreta que la anterior, para que fuera más cómoda de usar y llevar.
Una vez que finalizó la coronación, Twilight y sus amigas salieron a las calles de Canterlot en un fastuoso desfile para ir a saludar a la población de Ecuestria; tanto Luna como Celestia la observaron desde lo alto del balcón presidencial.
-Bueno, pues… ya está ¿no?-inquirió Luna.
-Sí… gracias por ayudarme aquella vez, Luna… sé que te costará un poco volver a confiar en mí, por lo que lo entenderé perfectamente…-murmuró Celestia, mirando hacia otro lado.
-Ah, no digas eso, a estas alturas sería una tontería guardarte rencor o algo parecido. Al final Twilight lo supo, y aceptó lo que la proponías, no por ella, sino por nosotras, para que volviéramos a estar juntas. Ahora todo va a estar bien…
-Gracias por entenderlo, Luna… te quiero, hermanita.
-Y yo a ti, Tia, y yo a ti.
Ambas se dieron un gran abrazo, mientras contemplaban la brillantez de un nuevo día. Definitivamente, todo iba a estar bien. Ahora sí.