Escritos no poniles

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Escritos no poniles

Mensaje por JoanK » 12 Mar 2013, 15:52

Inspirado por el hilo de Dibujos no poniles, llega Escritos no poniles, para que cualquier escritorzuelo amateur o sencillamente esporádico que se pase por el foro pueda postear su última aberración verbal. Supongo que me toca empezar... *se santigua*

Escritos de...

JoanK
La Piel

Spoiler:
La piel, qué órgano más extraño, un tejido de tejidos, cubriendo nuestra desnudez interior con una desnudez exterior. La piel es una capa, un traje de astronauta ajustado al cuerpo. Una tela que se cose sola, que se teje por sí misma. La piel… qué cosa más extraña es la piel- pensaba Daniel tumbado en la cama, mirando al techo.

El techo estaba encalado, era sólo una pared más, de blanco calcáreo. Blanco, como un lienzo sin pintar, o como el imaginaba que era un lienzo sin pintar. Pero no estaba en realidad blanco para él. Ese lienzo que era el techo se llenaba de sus sueños, sus esperanzas y sus recuerdos. Todas las mañanas. Todas las mañanas se despertaba mirando al techo, solo, recordando sus sueños de la noche anterior, sueños banales, sueños especiales, sueños espaciales. Pero ese día, esa noche, había sido diferente.

El sueño había sido extraño. No más incoherente o raro que normalmente, sino extraño. Algo no encajaba. Aquella noche había visto una persecución, dentro de un tren, y el protagonista saltaba del tren a la vasta llanura nevada. Era la estepa. Pero una hermosa muchacha, azafata del tren, saltaba con él. Pasaron la noche acurrucados en un cobertizo, pero por la mañana el mundo era ya futurista…

Y pensando en el sueño movió sin pensar su mano, y encontró algo. Encontró un cuerpo. El cuerpo de la joven azafata. Entonces supo que ella era lo extraño, nunca jamás había soñado con una pareja más que como un lejano objetivo. Pero esa noche ella había dormido junto a él. Y él ya sabía lo que había que saber. Sabía que ella era perfecta, y navegó por su sueño, el mundo siendo su mano.

Mientras miraba su sueño y sus recuerdos en el techo, se fijó en su mano. Estaba tocando su nalga, en la parte más superior, en la curva de la espalda. Era una piel suave, levísimamente pilosa. Los cortos pelos, inclinados sobre el cuerpo, aún le daban un aire más suave a esa piel. Recordó entonces un anuncio, y luego su madre, y dijo “Piel de melocotón” Ella se removió imperceptiblemente, y él recordó porqué pensaba en la piel cuando despertó. Tenía la mano tocando su nalga, suave, como el culito de un bebé, que decía el anuncio. Pero ahora la tenía en el cóccix, un pequeño relieve en la base de la columna, y la siguió de aquella colina al valle entre las montañas de los omoplatos, en el cual la piel era ya completamente tersa y lisa, a su vez irregular, como la espuma fina en la que se envuelven algunos objetos frágiles.

Como frágil es la piel, dijo para sí. Se volvió sobre su costado derecho, como mirando a su nuca, cubierta de pelo castaño. Hundió la punta de su nariz en este, y aspiró. Una leve fragancia de champú le llegó a las mucosas, pero lo que llegó a su cerebro fue su olor dulce, aliviado del hedor que lleva un pelo sin lavar. Con la mano izquierda le apartó la larga melena del cuello, y se la tiró al otro lado de ese muro infranqueable de su espalda, cubriéndole sus pechos desnudos. La acercó a él y la cogió por el hombro izquierdo desde delante, con su codo sobre el costado.

Vio que estaban ambos desnudos, pero no le importó entonces. Su piel era algo único, pensó mientras paseaba tranquilamente su mano por encima del hombro, resiguiendo caminos invisibles, rutas recorridas por sus dedos sobre las minúsculas arrugas de su piel. Se fijó en ellas, y las vio a todas y cada una de ellas, diagonales, cruzándose entre sí, la una sobre la otra sobre la anterior, todas empalmadas unas con otras, trazando calles entre las manzanas que son para ellas las glándulas capilares.

Glándulas, recordó, unas en una capa, otras en otra, pero todas son la piel y todas dan al exterior. Capas y capas, células y más células, ¿cómo pueden ser algo tan bello un puñado de proteínas coordinadas por el señor ADN? Y distrayéndose con sus caminos, que le llevaban más adentro en sus pensamientos, su mano le fue cayendo hacia abajo, en un lento arco trazado por el compás de su codo, siguiendo más caminos, y encontró el cabello.

Distraídamente cogió entre sus dedos un mechón, lo tiró imperceptiblemente arriba y aspiró de nuevo. Ahora, el dorso de su mano descansaba de nuevo sobre la piel de ella, así como él se le arrimaba entre sábanas atraído por su calor, su suavidad, su no muy pronunciada curva, que marcaba la bella silueta. La piel en la que reposaba su mano, aún cogiendo el mechón, era especialmente atractiva, de nuevo suave, algo más blando el cuerpo que en el culo. Aunque bajo la mano había también el pelo, pudo notar como en el descenso de la mano, esta se alejaba más, y rozó una pequeña protuberancia.

Todo pasó en un segundo, ella se removió en su sitio y él despertando de su ensueño, se horrorizó de su acto inconscientemente, y el pelo de ella voló mientras él retiraba la mano de sobre su seno y la enviaba al otro lado de la cama, girando sobre su espalda para mirar de nuevo el techo. Recordó avergonzado lo que había estado a punto de hacer y miró fijamente una imperfección del techo.

De repente, en su concentración, esa irregularidad se transfiguró en una peca de su espalda, y sintiendo que el deseo le invadía de nuevo se fijó en otra irregularidad, lejana, pero esa peca no desapareció, sino que la nueva irregularidad devino una pequeña imperfección justo encima de la cadera. Lenta pero inexorablemente, el techo se convertía en su espalda, y él luchaba por no profanar el templo de aquel cuerpo, y cerró los ojos.

Al instante los abrió, y para entonces el techo entero era ya su silueta sobre la cama, la piel desnuda, suave e irregular ante él, atrayente, todos sus dedos viajando felices sobre aquel páramo paradisíaco, siguiendo la columna de nuevo, escapándose por la bahía de la cintura hacia la barriga, dirigiéndose al ombligo, un pozo estriado donde la yema de su dedo corazón encontró por fin reposo. Pero la mano derecha, aún cautiva y medio atrapado el brazo bajo su propio cuerpo, intentaba encontrar con sus dedos aquellos caminos invisibles trazados intrínsecamente por aquel vestido de astronauta ajustado al cuerpo, recorrido por otros dedos en otro tiempo pasado, desesperadamente buscando el calor de aquella tierna piel, aquel hombro, aquella ligera curva, el valle entre montañas i las mil maravillas que no alcanzaba de un cuerpo cambiante.

Y al fin la mano derecha volvió al cóccix, para acabar reposando sobre la nalga, donde había empezado aquella aventura de diez minutos o diez horas o diez días o diez eternidades, tan poco importaba eso ya. Y muertas ambas manos en el reposo tranquilo de sus dedos, Daniel saboreó aquel tacto i tocó aquel olor de su pelo, y en un pequeño éxtasis cotidiano de los sentidos se durmió de nuevo, esperando a que la eternidad pasase y el tiempo se olvidase de ellos y pudiesen vivir para siempre los dos juntos, los dedos de uno en la espalda de la otra.



BizarrePony
Sin Título


Ryuka_dash
Ryuka, la cazadora sin pasado
Prólogo
Capítulo 1
Última edición por JoanK el 03 Oct 2013, 23:39, editado 3 veces en total.
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Re: Escritos no poniles

Mensaje por BizarrePony » 12 Mar 2013, 16:48

Yo dejo por aquí un escrito dramático que hice en un momento de inspiración hace 1 año o 2:

Spoiler:
Dos jóvenes de 22 y 17 años, llamados Kanako y Kaku respectivamente, se encontraban hablando en un consultorio médico, aunque no era ninguna consulta, ya que cerraban a las 6:00 PM y ambos eran conocidos y amigos del pueblo.


Al parecer, Kaku había notado a Kanako triste y ausente, y estaba animándola e intentando conocer que ocultaba.


-Está bien, te contaré algo, aunque prometí no volver a hablar de ello.- La chica bajó la cabeza con una expresión triste.


-Te escucho.- Contestó Kaku con seriedad.


-Esto sucedió hace 5 años… en aquella noche de verano que no quiero recordar…-


-No te fuerces si no quieres.-


-No te preocupes… siento que es algo que debo contarte…. Por ella.


-S-sí.- Contestó el joven con voz dudosa.


-En aquel entonces tenía 17 años… mi hermana Sanae tenía 16… ella fue con un joven de su misma clase. Me acuerdo, que ese día íbamos al parque de atracciones. Ella me invitó a ir, pero tenía una cosa que hacer y llegué tarde….- Los ojos de Kanako se empezaron a humedecer, y su voz empezó a temblar.-ella estaba esperándolo…-


7 de julio de 2006. 15:36 PM.


Me encontraba haciendo las compras con mi hermana pequeña en el supermercado… ella escogió su comida favorita; curry.


-¡Realmente no puedo esperar para comerlo esta noche!.- Dijo con su usual modo alegre.


-Ya veo.- Contesté fríamente.


La sonrisa de Sanae cambió a una expresión triste. No debí haberle contestado así… yo… la amo. Tan solo… siento que me he vuelto fría estos años… soy todo lo contrario a ella.


-¿Te ocurre algo?- Dijo ella, preocupándose por mi.


-No, olvida eso,- Reí. –Como sea, ¿siempre te ha gustado el curry, no es así?- Le pregunté.


-¡Sí!- Contestó con excitación. –El curry es la comida favorita de Sanae. Siempre procuro comerlo una vez al mes… aunque el mes pasado no lo comí, así que realmente Sanae está deseando comerlo esta noche… cuando llegue a casa.- Sanae sonrió.


Usualmente, ella se refería a si misma en tercera persona…


-Ya veo… te prepararé el mejor curry que hayas probado, te lo prometo.- Le dije con una sonrisa en la cara…. Pero quizás nunca debí decir eso.


-Oye, hermana, ¿vendrás con nosotros al parque de atracciones? Solo estará hasta mañana.-


-Mmmmm…. ¿Que no es una cita entre tu y Makoto?.- le dije, riéndome de ella.


-¡NO!- Sanae se sonrojó. –Él es un idiota.-


-Como puedes decir eso con una sonrisa en tu cara… bueno, está bien, iré esta tarde.- Le contesté.


-¿De verdad? ¿Me lo prometes?- Ella empezó a dar saltos de alegría.


-Te lo prometo, iré esta tarde… aunque no es algo para que estés tan feliz, ¿no?- Le pregunté.


-Todo lo contrario.- Me respondió. –Casi nunca compartimos tiempo juntas por lo nuestros padres, así que Sanae está realmente feliz.-


-Tienes razón… últimamente me he vuelto arisca y distante.-


-¡Eso no es cierto!- Exclamo mi hermana pequeña. –Si te hubieses vuelto distante y lejana, no irías con nosotros.- Ella sonrió.


-Supongo-.


De repente, alguien llamó a la puerta.


-Ah, debe ser Makoto, bueno, hermana, te veo esta tarde.-


-Vale, te llamaré.- Le contesté.


Luego vi como se iba… su silueta fundiéndose con la luz del sol, sus pisabas haciéndose cada vez más distantes… pero… no podía hacer nada… yo no sabía nada….


7 de julio de 2006. 19:22 PM


Se me había hecho tarde… seguramente, mi hermana pequeña volvería a las 8, para la cena, pero… se lo prometí… que iría con ella.


Tenía un recado que hacer con un amigo, y se me fueron las horas, así que salí corriendo hacia el parche de atracciones.


Ya estaba cerrando… casi todas las atracciones estaban cerradas, y ya casi no había nadie, solo permanecía abiertos algunos puestos de comida y las atracciones de parejas.


Contacté por teléfono a mi hermana pequeña, y, casi al instante, llegó hasta donde estaba yo.


-Llegas tarde.- Contestó extrañada.


-Lo siento… tuve que hacer algo, y cuando me di cuenta…!Lo siento!-


-No te preocupes… al fin y al cabo estás aquí con Sanae… comamos algodón de azúcar.-


A pesar de decirme eso, la notaba triste. Así que le dije algo… algo que nunca debí decir…


-Si quieres… mañana estaré todo el día contigo… en este parque.-


-¿De verdad?- Su cara se alegró enseguida. –¡Gracias, hermanita! Sanae está muy feliz-


-Por cierto… ¿y tu amigo?- Le pregunté.


-Él… fue al baño, ¡ah!-. Dijo como si se percatara de algo. –Ahí viene.- Dijo, señalando a una silueta.


La silueta era sin duda la de Makoto. Un chico bajito, y delgaducho, que siempre llevaba una boina en la cabeza, como la de los conductores de taxis.


-Lo siento, había bastante cola en el baño.- contesto el chico, con su usual voz aniñada.


-No pasa nada.- Contestó mi hermana.


De repente, sentí un horrible aire frío… algo que nunca jamás sentí antes… algo que me hizo temblar.


-¿Estás bien?- Me preguntó Makoto.


-S-sí.- Le contesté con una voz temblorosa… realmente estaba bien, solo que ese frió repentino… fue como una señal de mal augurio. Aunque no les conté nada.


Miré el reloj y ya eran las 19:35. Faltaban 25 minutos para que el parque cerrara por completo.


-Bien, vayamos a alguna atracción rápido, esto va a cerrar.-


-Sí.- Contestó Makoto.


-Realmente, Sanae quiere montarse a aquello con su hermanita.- Dijo mi hermana pequeña, señalando a una atracción que decía “Túnel de la amistad”


-Pero… ya está cerrado ¿No?-


-No te preocupes, le prometiste a Sanae que irías con ella mañana ¿no?- Dijo Ella, muy feliz


-Sí.- Le contesté.


-Bueno, vayamos al puesto de algodón. Dijo Makoto.


-Te pondrás gordo.- Le dije yo, burlándome de él.


-Vaya, hermanita, no seas tan cr---.


De repente.


La voz de Sanae se quebró, y su rostro se transformó de alegría a absoluto dolor.


-Aaah… q-q-n-….- Sanae empezó a intentar hablar, pero no podía…


No podía respirar… Su cara se estaba poniendo palida, y sus rodillas callerone n el suelo… ella empezo a agarrarse la garganta…


-Sanae, ¿Qué te pasa? ¡SANAE!- Gritaba Makoto…


La cara de Sanae… de mi hermana pequeña… usualmente alegre…. Estaba palida… y su rostro expresaba un dolor infernal.


Ella… estaba muerta. Lo supe desde el momento en el que sus ojos se empezaron a poner en blanco y cayó sin fuerzas al suelo, temblando violentamente.


Yo no pude hacer nada… estaba paralizada… aterrada… aun si quisiera moverme… no podía…


-¡SANAEEEEEE!- Makoto, su mejor amigo, gritaba sin poder parar la cascada de lagrimas que atravesaba sus mejillas…


Yo estaba paralizada… cuando quise darme cuenta… estaba en una esquina de mi habitación… con mis ojos secos… mi madre me dijo que había pasado una semana… ella tenía grandes ojeras y voz temblorosa… yo no podía hablar… me dolía….


Ya había pasado los días del funeral y del entierro, pero yo no me di cuenta… yo… era como un muerto viviente… No había comido nada… ni bebido nada… ni me había movido… ni para ir al baño… era como si mi cuerpo se hubiese detenido durante días.


Mi madre me dijo, que la razón por la que no podía hablar, era porque me puse a gritar… muy fuerte… sin parar… esperando que todo fuese un mal sueño… pero… pero… no lo era… grité hasta que mi voz se quebró y me perdí el sentido…


7 de julio de 2011. 20:36 PM.


-Esa es la historia…- En ese momento Kanako rompió a llorar de manera violenta.


-Ya… veo…- Kaku también tenía lagrimas en sus ojos.


-Yo me hice medico por esa razón… no pude salvar la vida de mi hermana pequeña…-La voz de Kanako estaba rota, pero continuó hablando. -…Así que al menos, quiero salvar vidas…-


-Quizas…- Kaku empezó a sollozar… -Ella te haya estado esperando…- durante todo este tiempo.-


-Vaya… ¿Te has emocionado?- Eres una buena persona pero… como ya te dije… no hay manera… de que pueda acercarme a ese lugar…. Cada vez que me acerco…- Kanako empezó a estremecerse. -…Siento una opresión en mi pecho…-


-Iré contigo… han pasado 5 años… ella estará deseando verte…-


Kanako dejó de llorar y puso una cara seria.


-¡¿Qué demonios sabes tu?! ¡Ni siquiera estabas en el pueblo cuando eso ocurrió! ¡Deja de jugar conmigo!- Gritó muy enfadada.


-Porque… la vi en el parque… siento que ella no podrá descansar hasta que te encuentres con ella. ¡Por favor, déjame acompañarte al parque!-


-Eres un crío insolente, ¿no?... está bien, iré… pero si esto es una broma… no te lo perdonaré, jamás…-


-Gracias… ¿nos vamos?-. dijo Kaku.


Ambos salieron de casa, en dirección al parque de atracciones. Kaku miró su reloj, y vió que eran las 9:00 de la noche, una hora en la que el parque estaba cerrado y no había nadie.


En ese momento recordó el “pasadizo secreto” que le enseño Sanae, un pasadizo que sería ideal usarlo ahora, ya que todas las entradas estaban cerradas con llave.


A mitad del camino, cuando la gran noria iluminada de un rojo tenue ya podía divisarse a lo lejos, Kanako paró repentinamente, agarrándose el pecho


-¿Estas bien?- Preguntó el joven.


-Es esta opresión otra vez… no me deja respirar… tal vez no debería haber…---.


-¡Aguanta! Tenemos que ir… si quieres puedo agarrarte la mano… no dejaré que te pase nada, te lo prometo.-


-E…esta bien… ya me estoy tranquilizando…- Dijo mientras su respiración se iba normalizando.


El pasadizo estaba entre unos arbustos, era bastante pequeño, pero ambos podrían pasar con facilidad.


Kaku le hizo una señas a Kanako y ambos se arrodillaron para pasar por la verja ligeramente levantada, oculta entre el verde de los pequeños setos. Kaku se hizo un pequeño rasguño en el brazo, pero nada más interesante pasó hasta que cruzaron al otro lado… el parque estaba vacío, pero misteriosamente, las atracciones estaban encendidas… era como si el parque en sí les estuviera esperando.


Pero allí no había nadie.


-¡IMBECIL! ¡Aquí no hay nadie! Sabía que no podía confiar en ti….- Dijo Kanako con lágrimas en los ojos.


En ese momento, Kaku vio una silueta conocida que le llamaba con la mano… y que salió corriendo.


-No. Ella si está. Sígueme.-


Kaku continuó persiguiendo a esa sombra por el parche, hasta que se paró delante de una de las atracciones. El joven levantó la vista y vio el nombre de la atracción, “Túnel de la amistad.”


-Esto es…- Dijo Kanako, comenzándose a emocionar.


-No, eso no es lo importante… mira quien está delante de ti…-


Como si de repente hubiese aparecido una cosa perdida, Kanako se sorprendió al ver a una silueta… pero no podía ver quien es, ya que la luz de la atracción hacía sombra en su cara.


Kanako empezó a acercarse a esa silueta, pero fue detenida por Kaku.


-Creo que a ella le haría ilusión si la llamases…- le dijo el joven.


Kanako empezó a sollozar, y de su boca salio un nombre…


-¿Sanae?- Preguntó emocionada.


Hubo unos eternos segundos de silencio, hasta que una voz los detuvo… una voz que no era ni de Kanako, ni de Kaku.


-¿Herma… Hermanita?- Dijo esa silueta… que iba acercándose poco a poco, y que se reveló como Sanae.


Kanako rompió a llorar, y, gritando el nombre de su hermana pequeña, corrió a abrazarla.


-¡SANAEEE!-


-Si… Sanae está aquí… hermanita…-


La emoción del momento hizo que el mismo Kaku empezara a llorar.


-Sanae-chan… por fin ella regresó…- Dijo Kaku con una inusual voz temblorosa.


-Sí…- Contestó Sanae emocionada. –Te he estado esperando 5 años… cada día… hasta que regresaras.-


-¡LO SIENTO! Yo no podía acercarme…- Dijo Kanako gimoteando.


-Lo sé… no te preocupes…-


-Además… no pude salvarte…-


-No hubieses podido hacer nada…-Sanae empezó a llorar. –En ese momento, Sanae estaba muy malita, pero ni ella misma lo sabía.-


-Sanae… yo… me hice médica…-


-Lo sé… haces un trabajo admirable… Sanae está muy orgullosa de ti.-


-¡SANAE!- Kanako berreó el nombre de su hermana, abrazándola con más fuerza.


-¿Qué?- Se preguntó Sanae. –Esa falta de respiración constante que sentía Sanae… se está quitando…- Sanae empezó a lagrimear… -Puede que Sanae ya se esté yendo para siempre…-


Kaku y Kanako se impactaron al oír eso…


-¡NO! ¡NO TE VAYAS!- Gritó violentamente Kanako.


-No quiero… irme…- Sanae empezó otra vez a llorar.


-Vamos… subamos a esta atracción… te lo prometí hace 5 años ¿recuerdas?- Preguntó, llorando.


-Te acuerdas… Sanae está muy feliz…- El cuerpo de Sanae empezó a brillar, y a emitir partículas de luz.


-¡NOOOO! ¡Subamos a la atracción…!- Kanako cada vez estaba llorando con más fuerza.


A pesar de que jalaba a Sanae del brazo, ella estaba rígida, con la mano extendida hacia el cielo.


-¿¡Que acaso no era una promesa!? ¡NO TE VAYAS!- Gritó Kanako.


-Está bien… realmente… lo que quería… era despedirme de ti…-


-¡SANAE!- Gritó Kaku en lagrimas.


-Gracias… Kaku… gracias a ti… Sanae…- Sanae dejó de hablar por un momento, y en ese momento, su mano extendida al cielo empezó a evaporarse en millones de partículas blancas. –Vaya… Sanae ya se tiene que ir…- Sanae se emocionó.


-¡SANAE! ¡TE QUIERO! ¡NO TE VAYAAAAAAAAAS!- Kanako empezó a abrazar con fuerza a Sanae.


-Adios… Kanako… mi querida hermana mayor…-


-¡SANAEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!-


En el momento en que Kanako gritó su nombre, Sanae se desvaneció del todo, haciendo que Kanako cayera al suelo, totalmente desconsolada.


Kaku también cayó al suelo, llorando.


Y en ese momento, ambos se acercaron el uno al otro, y se abrazaron, llorando desconsoladamente…


8 de julio de 2011. 7:20 AM


Al día siguiente, Kaku salió de su casa, como usualmente hacía para ir a la escuela, sin embargo, salió más temprano, ya que iba a pasar delante de la consulta para ver como se encontraba Kanako.


A mitad del camino, una extraña perrita blanca comenzó a seguirlo…


-Oye… vete de aquí… fuera, fuera…- Dijo mientas le hacía aspavientos a la perra.


La perra ladró en respuesta.


-Demonios… ¿Qué pasa con esta perrita?-


Eventualmente, el joven y el perrito llegaron a la casa-consulta de Kanako, allí, se encontraba ella, limpiando la entrada, con una cara feliz.


-Hola, Kanako-


-Oh, hola, Kaku... ¿Qué es esto?- Kanako señaló a la perra, que se había acercado a sus piernas. –Que linda.-


-Me lleva siguiendo desde hace rato…- Contestó Kaku. –Como sea, ¿Cómo estas?-


-Muy contenta… me hace feliz que ella esté bien… y ver este perrito, me hace recordar algo muy feliz…-


-Algo feliz… dices…-


Kanako afirmó, y comenzó a contarle una historia del pasado, una historia de hace varios años atrás…


14 de junio de 2001. 16:57 PM


Estaba viendo un anime de fantasmas con Sanae. Recuerdo que era el episodio final, y el protagonista, un fantasma, se reencarnaba en un halcón. Entonces ella me preguntó algo


-Hermanita… ¿crees en la reencarnación?… Sanae sí cree.- Dijo la pequeña.


-Supongo.- Contesté.


-¿En que animal te quisieras reencarnar?-


-Mmmmm… supongo que en un zorro…o un ave…- Dije.


-Ya veo… yo me reencarnaría en un perro.-


-¿Por qué?-


-Para agarrar tu pata con mi boca, y estar siempre junto a ti…- Sanae sonrió.


8 de julio de 2011. 7:28 AM


-Esa es la historia.-


-Vaya…- Contestó Kaku, sorprendido.


-¿No es curioso? – Mencionó Kanako.


-Ya veo ¿Cuidaras de ella?- Preguntó Kaku.


-Por supuesto, idiota…-Kanako rió –Mi cuerpo se siente muy bien… no hay duda de que…-


En la lejanía, una silueta transparente se encontraba mirando a la pareja. Era Sanae. Estaba trasparentada, con un brillo dorado, y sonriendo…


-Veo que no te has olvidado de eso… Sanae-san esta muy feliz, así que… cuida mi alma… hermanita.-


Después de decir eso, Sanae se desvaneció para siempre. Kanako miró en dirección a donde estaba Sanae, aunque ella no podía verla.


-¿Algún problema?- Dijo Kaku.


-No… solo que… ya sé como llamaré a esta perrita.-


-¿Sanae… verdad?-


Kanako afirmó y empezó a reír, mirando al horizonte del sol naciente con una sonrisa
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Re: Escritos no poniles

Mensaje por JoanK » 12 Mar 2013, 18:10

También voy a colgar algo en lo que estoy trabajando. Lo escribí hara una o dos semanas y podría ser el principio de algo grande, pero lo más probable es que lo deje a un lado y tarde o temprano escriba algo de la misma longitud.

Acantilado

Spoiler:
Con paso firme, un hombre se acerca al abismo. Hace ya rato que se ve el abrupto corte en la colina que indica el punto donde el acantilado se adentra más en el mar. Calmada y tranquilamente se acerca, sin prisas, a sabiendas de que el destino le llevará más allá de donde sus pies pueden sostenerlo, con la implacable certeza de su inevitable muerte, de una apoteosis final antes de que el mar o las rocas despedacen su cuerpo y lo priven de vida.

La hierba es verde, y llega al borde mismo del acantilado, donde el hombre se encuentra cuidadosamente mirando más allá de la pared, y abajo, las negras rocas, por mojadas y cubiertas de algas, y las oscuras aguas del Mediterráneo en un día nublado. Por un instante se extasía en la contemplación de la brava naturaleza, el embate de las olas contra la roca imperenne aun vencida, retrocediendo a cada vez un tramo tan imperceptible como la vez anterior. El acantilado, allá donde se unen sus pasiones de mar y de montaña, donde la hierba huele a mar y el mar es frío como las viejas rocas que de antiguo lo contemplan, aguardando el momento en que se precipiten a él que destruye sus bases y fundamentos con la constancia y la paciencia de quien vive eones y muchos de ellos aún por delante.

Y se despide. Aspira el olor del mar que le trae la tramontana allá del acantilado, empujando su melena atrás en locas y bellas formas e impregnándola de la sal que llevan las microscópicas gotitas de rocío oceánico que son empujadas entre ráfagas. Se sienta en el suelo, se estira sobre la hierba y extiende sus brazos. Acaricia la hierba y la tierra, hasta que sus brazos se extienden formando una vertical con el resto del cuerpo, y se da media vuelta, con la cara hundida en las frescas briznas de hierba que crecen a salvo de la inclemente brisa por el saliente de roca. De nuevo los brazos se extienden a su alrededor, pero esta vez no solo acarician la tierra, sino que la mutilan de vida. Al fin se trae las sucias manazas a la cara, y se la refriega con las hierbas y la tierra que hay en ellas, y las huele, y huele a hierba y a tierra fresca, huele a Naturaleza y a Madre Tierra, y aún con los puños cerrados y sucios y llenos de hierba se impulsa con ellos hacia arriba, se pone en pie de espaldas al viejo y eterno mar, cuyas olas retumban cada vez con más fuerza si cabe contra las rocas, desesperadas, cuyos recovecos braman desesperados por la ofrenda del hombre.

Una última respiración sella todo. El mar se funde con la tierra en su mente y en su nariz, y los puños se abren al fin para esparcir sobre la tierra una verde y reducida lluvia de briznas diezmadas y terrones de tierra descompuestos. Ya nada importa, pero todo hay que hacerlo como es debido, así que la antaño impecable camisa negra, ya arrugada, en algún punto desgarrada y en muchos ahora verde, sirve una última vez a su portador, como paño. Demasiado sucia para tal función, el hombre se desabrocha la camisa, algo enojado, pero siempre resignado a su sino. Los dedos entumecidos por el frío y cortante viento se mueven con menos agilidad de la que deberían, y los anillos vuelan por encima del acantilado, de la comunión, del decimoctavo cumpleaños y el del abuelo, todos van abajo. Las olas ahogan el sonido que hacen los dos primeros al entrar directamente en el agua, pero el tercero rebota con un agudo “Ping!” en una roca, y logra superponerse al estruendo del mar que llama furiosamente al hombre.

El último botón desabrochado, la camisa se escapa de las torpes e insensibles manos, empujada por el viento, y revelan una inmaculada camiseta interior blanca. Mientras el confuso suicida intenta coger de nuevo los extremos ondulantes del paño aún sujeto por las mangas, el sonido del anillo llega a sus oídos, y en un reflejo instintivo el hombre levanta la vista para mirar al horizonte, y ve que alguien corre desde el blanco e inmenso prisma de la casa hacia él. Aunque apenas una figurita negra a lo lejos, nuestro hombre sabe que este personaje puede evitar su realidad, y se apresura. Finalmente agarra la camisa y se quita las mangas, gira la camisa y se le va de las manos de nuevo. Con una agilidad inusual, la atrapa al vuelo apenas una fracción de segundo después, y finalmente se sacude la suciedad de las manos como puede. Y mientras la tramontana sigue subiendo de intensidad y le azota la espalda apenas protegida y el frío penetra sus brazos como invisibles agujas de hielo, a lo lejos siente un relámpago y oye el trueno al instante. Son los elementos que en fin lo reclaman para sí.

Y completada su función, la camisa es libre al fin, y vuela hacia la cada vez más grande figura, que corre desesperada. Y al volar la camisa arrastra por sólo un segundo al cuerpo que la sostenía, que cae de rodillas. Y por un instante siente el remordimiento. Puede ver ya la cara angustiada de aquél que viene a salvarle de sí mismo y de su estúpido Destino, y no puede soportar su visión, y cuando otro truena suena detrás suyo y una ola acaricia tan sólo el borde del acantilado, estremeciendo a las rocas que profieren su grito más estruendoso y suplicante, se arranca las gafas para no ver esa cara, ni ese pelo que el viento agita, como el suyo propio, en patrones indefinibles. Y mientras se da cuenta de que su salvación es inminente, se levanta al fin con los brazos en cruz y la cara en alto, la visión ahora bloqueada parcialmente por los mechones que el viento azuza contra su cara. Una sonrisa en sus labios, observa la belleza de las oscuras nubes y percibe el Sol a través suyo por aquella región algo más clara, donde casualmente brilla un relámpago, una señal.

Con el relámpago y el rayo y el trueno y la primera gota de lluvia y la última ola atronadora que vuelve a precipitarse sobre el mar, el corazón de nuestro hombre se nubla de emociones en sentirse uno con la indómita naturaleza, y al fin cierra los ojos y se deja caer hacia atrás, donde le espera, como un guardaespaldas limpiando el camino, la ola que cae y el mar que se retira y forma un hueco, un pequeño vacío entre su masa y la isla para acoger su cuerpo aun vivo, y lanzarlo y aplastarlo y despedazarlo contra la pared de roca, contra sus aristas afiladas, sus vértices punzantes y sus recovecos opresivos.

Y detrás viaja la figura, que se apresa con más furor que gritaba el mar, el maldito y hosco mar de su perdición que ahogó sus súplicas y gritos cuando aún había tiempo, y la maldita brisa que lanzó la camisa contra él y le retardó apenas un segundo, y el segundo hombre llega al borde del acantilado mientras el otro se deja caer, se lanza hacia él y contra el suelo, para cogerlo, agarrarle, sujetarlo contra él, abrazarle y besarle y decirle que le ama, pero al otro la gravedad lo ha vencido ya, inclinado hacia atrás con los brazos en cruz, los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro, y en un instante de increíble silencio de los elementos, que saborean su presa y su victoria, se oye en el mundo un solo “NO” que lo llena todo y congela el corazón del ser más desalmado.


Y algo que escribí como introducción de mi personaje en un juego en otro foro. En inglés. Es quizá mi mejor texto en la lengua de Shakespeare.

Death of a Samurai

Spoiler:
In the garden of the Fujieda Castle, a man is dying. Around him, only trees and sparse bushes witness his death. Laying on his back, under a Japanese cherry and surrounded by momijis and azaleas, he cries in pain. Strangely enough, this one man is blond, undoubtedly a westerner, but he’s wearing a kimono and, most shockingly, a daisho, symbol of the samurai that that very same year had been banned by the Emperor. His wazikashi is missing, the sheath hanging empty on his belt. It is quite clear, then, that it is in fact his own sword that he has been stabbed with. Had he remembered that he was wearing a kusari gusoku, he could have had removed it before trying to commit seppuku, but the alcohol running along his veins veiled his mind.

Under the Japanese moonlight, the crimson stain on the kimono shines bright red, and the edge of the blade reflects the light towards the eyes of the semi-unconscious moribund. He suddenly moves, as if awaken by the sudden stream of light into his eyes, crying in an agony he fears too long. He sees his kimono, showered in blood as he retires the blade from his abdomen, his face twisting into a grimace of pain and fear, his voice emitting low groans that express the most supreme pain a man has ever experienced. As the blade exits the body, rhythmic spasms splash drops of blood all around the deadly wound, and the blade itself is stain with and covered in blood. The mail he wears is tingling at every inch of the sword that is pulled away, and it all shakes when, finally, the edge is out and catches a link, lifting it and letting it fall again.

No words can describe the pain that haven’t been already used, as the wazikashi is lifted horizontally, moonlight reflecting on the edge and shining over the blood. Soon, though, the spectacular image disappears as the arm falls hopelessly to the ground, letting go of the carefully made handle and leaving the precious item forgotten on the floor. With the momentum gained and the slight slope of the garden, the sword bounces once and rolls twice, stopping a good two yards away from the man, who has moved and lays now on a gravel path leading to an external pavilion. Said path is a mere two feet away from the Japanese cherry under which our man was first, and is fully illuminated by the moonlight, which now falls mercilessly over his eyes, pulling him into consciousness, unwillingly keeping him awake, forcing him to experience the full pain as his blood thins and extends over the floor. Leaving behind a trail of blood, he crawls and tries to scream in infinite pain, as he tries to reach for the pavilion.

His sight, already blurry thanks to alcohol, is now nearly non-existent, he is nearly blind, and his brain desperately checks his eyes over and over again, anxious to know again, to regain the perception of its surroundings. His screams of pain are no more, fear, and anxiety dying its sound to a mourn for his lost soul, set adrift in the tribulations of this unique person. Memories strike the mind with a melancholic feel, his Nippon mother’s memory violated by his failure to honour it, his American father’s memory dishonoured by the knowledge of taking such a cowardly decision, all in all striken by rage and disappointment at himself for his repeated failures and his useless mastery of weapons, that now failed to him in providing a night-long agony of excruciating pain. Carried over by his feelings of rage, he continues his struggle as the moon descends to let the sun give birth to a brand new day. Thus, when the moon has hidden behind the farthest wall and many hours have passed, he finds himself at the doors of the pavilion that is his home.

Blind, he stumbles against them, and clumsily tries to find the edge to pull them open. A full minute later, he is pushing against them to get inside, still crawling over his belly, teeth clenched and trying to stand the pain. But when he hits the edge of the pavilion’s floor, which is higher than the floor, that is impossible, and he contorts and screams as loudly as a man would think he is not able to. To his dismay and surprise, it comes with a rain of blood, as he feels something coming up his oesophagus. Waving his arm widely, fiercely and desperately, for he fears choking more than any other death imaginable to him, he hits a low and ornate table over which his daisho stand can be found. The violence of the impact has some of his hand bones crack, and the surprise is such he can’t avoid groaning. Wrong, now he has blood in his lungs as it also pours from his mouth with the low sound. But he cannot fail now, he must go on, and pulls the table down to the floor with his broken hand.

The table hits the floor and the surface crashes, revealing a hidden compartment, whereas the daisho stand falls over his unprotected chest and hits him in the wound. Once again, his scream is suffocated by the blood flooding his lungs and his mouth. Feeling more pain now stinging his helpless lungs, touches the table fast and desperate and clumsy, looking for the crack he misses thrice. But the fourth is the good time, and introducing his hand through it, grabs the Colt M1861 Navy that is inside.

He knows his death is inevitable, he has known all night long, when he stabbed himself under the cherry, but now his fate is sealed, he can’t breathe any more, and the body is running out of oxygen. He is now aware that his efforts have been in vain, that by the time he pulls the trigger, he will be dead already, but still he pulls the pistol out of the compartment, his hand now stung by a thousand little pieces of wood. As his mind vanishes and his last gulp of oxygen is gone, he pulls the trigger and fires the gun against the wall, the blowback turns him around and he dies, laying on his belly, pouring blood from his mouth, the kimono now crimson-black as the first rays of sun enter the pavilion and give colour to the stains and the scene.
Última edición por JoanK el 03 Oct 2013, 23:33, editado 2 veces en total.
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Ryuka, la cazadora sin pasado [Relato]

Mensaje por Ryuka_dash » 02 Oct 2013, 15:04

Lo primero no se si ponerlo aqui o en fanfic, movedlo si hace falta.

Es el prologo de una relato que escribi en su dia, para mi personaje, no tubo mucha acogida que digamos, asi que lo deje parado, pese a tener cosas ya pensadas, me gustaria que le echarais un ojo y opinarais que os parece :3

He repasado y modificado algunas cosas, pero no se si habre pasado algo por alto :trixieshrug:

Bueno, aqui os lo dejo :maredrid3:

Spoiler:
Prologo

-Bueno, deberia empezar por hablaros de mis origenes, si fueron buenos, si fueron malos, ya sabeis, pero desgraciadamente, me temo que esto no sera posible, lo primero que recuerdo, fue despertarme a la orilla del mar, resguardada por un tigre blanco, me intente levantar pero no pude, me encontraba demasiado debil, asi que me limite a observar el animal, el cual parecia estar inconsciente, al tocarle el cuello, pude notar algo duro al tacto, resulto ser un collar con una placa pequeña, solo tenia grabado un nombre: “Rÿuka”.

Me encontraba intentando adivinar donde estaba, pero el terreno no me resultaba conocido, roca roja y poca vegetacion, definitivamente no tenia ni idea de donde me encontraba. En ese momento los vi, un orco y un troll, venian caminado hacia mi posicion, debieron percatarse de mi presencia, porque se aceleraron el paso, el tigre parecio percatase, ya que se levanto como pudo y se puso delante mio cubriendome, mas, poco duro en pie, porque cayo al suelo como un fardo, permitiendome ver, que tenia bastantes heridas por el cuerpo, como si se hubiera golpeado contra algo.

Me gustaria poder decir que pude hablar con aquellos que me encontraron en ese momento, pero volvi a perder el conocimiento, cuando volvi a despertar, estaba acostado en una rudimentaria cama, observando pude ver a una orca dandome la espalda, tras una leve tos por parte mia, debio percatarse de que ya estaba despierta, me explico que me encontraba en Orgrimmar, capital de la horda, me habian encontrado inconsciente en la orilla del mar y me habian traido urgentente para curarme lo que fuera necesario.

Tarde varios dias en poder levantarme de la cama, pero cuando me vi capaz de ello, pedi ver al tigre junto al que me habian encontrado, su cara se ensombrecio al pedirle aquello, pero no dijo nada en contra, cuando llegamos a una zona con bastantes animales, me llevo junto a un orco que parecia ser el encargado de aquello, se acerco a el y le dijo algo que no pude oir, pero poco tiempo me dio para pensar en ello , ya que vino directo hacia mi, me entrego la placa metalica con el nombre grabado y me dijo que el animal habia muerto al poco de llegar, estaba muy herido y fatigado, no habian podido hacer nada por el, aquello me afecto mas de lo que pensaba, senti como si algo dentro de mi se rompiera, pero por desgracia, no sabia porque, habia sido ese animal alguien importante para mi? no podia recordarlo.

Se me informo que si queria permanecer en la ciudad, deberia hablar con el Jefe de guerra y unirme a ellos si ese era mi deseo, por lo que fui llevado ante el, se presento ante mi como Thrall, Jefe de Guerra de la Horda, preguntandome si queria unirme a el, a la horda, y lo que ello implicaba. Acepte la oferta, al fin y al cabo, no recordaba nada de mi anterior vida, era una forma de empezar una nueva, cuando me dirigi a la salida me pregunto por mi nombre, pero ni tan siquiera eso sabia, me limite a apretar la placa en mi mano y le respondi:

-No recuerdo mi autentico nombre, pero a partir de hoy, podeis llamarme Rÿuka.
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Re: Ryuka, la cazadora sin pasado [Relato]

Mensaje por edgareo » 02 Oct 2013, 15:10

Hey...estoy saliendo con un gran escritor! (?)

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Re: Ryuka, la cazadora sin pasado [Relato]

Mensaje por intervención » 02 Oct 2013, 16:04

osti ryuka, no conocía yo esto ¬¬ mal mal! :P (me ha molado :3)

[quote="edgareo";p=107697]Hey...estoy saliendo con un gran escritor! (?)

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Ryuka... tenemos que hablar...
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Re: Ryuka, la cazadora sin pasado [Relato]

Mensaje por edgareo » 02 Oct 2013, 16:05

Inter, supongo que habras entendido la broma (?)
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Re: Ryuka, la cazadora sin pasado [Relato]

Mensaje por Sr_Atomo » 02 Oct 2013, 16:10

Buen relato... me ha gustado el prólogo... aunque no sé si debería ir aquí o en el subforo de fanfics (depende de si Rÿuka es un poni o no...

Eso sí, los acentos se te han olvidado :P

Postdata: Inter, no sé quién me da más miedo, si la mujer o el niño sin ojos que hay detrás.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Re: Ryuka, la cazadora sin pasado [Relato]

Mensaje por Ryuka_dash » 02 Oct 2013, 17:28

[quote="Sr_Atomo";p=107719]Buen relato... me ha gustado el prólogo... aunque no sé si debería ir aquí o en el subforo de fanfics (depende de si Rÿuka es un poni o no...

Eso sí, los acentos se te han olvidado :P

Postdata: Inter, no sé quién me da más miedo, si la mujer o el niño sin ojos que hay detrás.


No, no es un pony, es una goblin que se unio a la horda, antes de la epoca de TLK, es decir, antes de que en Cata se uniera el Cartel Pantoque

Sobre los acentos, jiji, es que en el pc no suelo usarlos :maredrid4:

[quote="edgareo";p=107697]Hey...estoy saliendo con un gran escritor! (?)

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:tsblush:

[quote="intervención";p=107713]osti ryuka, no conocía yo esto ¬¬ mal mal! :P (me ha molado :3)

[quote="edgareo";p=107697]Hey...estoy saliendo con un gran escritor! (?)

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Ryuka... tenemos que hablar...


No? Pensaba que te si :S
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Re: Escritos no poniles

Mensaje por McDohl » 03 Oct 2013, 22:35

Pinta interesante. Me gustan las historia def fantasía épica :3

Ah, y ya que es un escrito no ponil, lo he fusionado con el hilo para dichos escritos en el foro de Aficiones y Hobbies :)
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Re: Escritos no poniles

Mensaje por Ryuka_dash » 03 Oct 2013, 22:40

[quote="McDohl";p=108193]Pinta interesante. Me gustan las historia def fantasía épica :3

Ah, y ya que es un escrito no ponil, lo he fusionado con el hilo para dichos escritos en el foro de Aficiones y Hobbies :)


Gracias por partida doble, ahora ando con el capitulo 1 :3
Última edición por Ryuka_dash el 03 Oct 2013, 22:49, editado 2 veces en total.
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Re: Escritos no poniles

Mensaje por JoanK » 03 Oct 2013, 22:45

Qué bien. Así quizá alguien lea algún día este hilo.
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Re: Escritos no poniles

Mensaje por Ryuka_dash » 03 Oct 2013, 22:50

Capitulo 1 terminado, queria añadir mas cosas, pero he optado por contarlas en los siguientes capitulos y no hacerlos tan largos :3

Spoiler:
Capitulo 1 Inicios

Tras un par de semanas, por fin me encontraba recuperada del todo y lista para lo que fuera. Con estos pensamientos, me despedi de la orca que se habia encargado de cuidarme durante mi recuperacion, dandole las gracias por su ayuda. Antes de partir, me entrego una chaqueta y unos pantalones de cuero, junto a unas botas, por lo visto eran hechas por ella misma, teniendo en cuenta mi diminuto tamano en comparacion a los otros habitantes de la ciudad, otra cosa mas por lo que estarle agradecida.

Dado que no conocia apenas la ciudad, me dirigi al lugar donde pude hablar con el Jefe de guerra anteriormente, para ver en que podia ser de ayuda. Una vez alli, me dirigi a uno de los guardias que encontre en el interior, cuya atencion no fue necesario llamar, ya que el mismo me encaro.

-Que deseas Goblin?-Guardia

-Querria hablar con el jefe de guerra o algun otro. para ver en que podria ayudar-Ryuka

-Bueno, eso es facil, siempre necesitamos guerreros valientes para luchar contra nuestros enemigos, te interesa?-Guardia

-Por supuesto!-exclame encantada-A donde me dirijo?-Ryuka

-Simple, ves aquel edificio de alli?-senalo a lo lejos el guardia-Ve alli y pregunta por Razlek, el se encargara de entrenarte si fuera necesario-Guardia

-Gracias, hasta la vista-tras despedirme con un ademan me dirigi rauda hacia el edificio indicado.

Cuando llegue al edificio, pude ver que estaba rodeado de dianas y muñecos vesticos con sacos acolchados, claramente pensados para entrenar, una vez dentro del edificio, escuche sonidos de lucha, por lo que siguiendolos, sali a una especie de patio interior, en el cual un orco de aparente edad medianamente avanzada, a juzgar por su pelo y barba blancas, luchaba contra 2 orcos mas jovenes a la vez, espadas en mano.

Durante unos minutos, simplemente me dedique a contemplar, como, estando los dos jovenes armados con espadas de madera, no podian siquiera golpear al orco mayor, el cual portaba solo una vara de escacos 30-40 centimetros. Al final, parecio percatarse de mi presencia, por lo que dando por finalizado el combate si dirigio hacia mi, cuando lo vi mas de cerca, pude observar que tenia no pocas cicatrices, permitiendo intuir una larga vida combatiendo.

-Que buscas aqui, Goblin-??

-Estoy buscando a Rezlak, me dijeron que podia encontrarlo aqui-Ryuka

-Yo soy Rezlak, cual es el motivo de que me estes buscando?-Rezlak

-Deseo combatira los enemigos de la horda y me dijeron que tu podrias
entrenarme-Ryuka

-Por supuesto, una nueva recluta nunca viene mal, lo primero sera ver con que estilo de lucha te encuentras mas comoda, sigueme-Rezlak

Segui al orco hacia un estante lleno de armas y me indico que cogiera una de las espadas para probar mi habilidad con ella, en un principio acepte encantada, pero cuando fui a cogerla...aquellas espadas eran casi mas grandes que yo!
Lo cual no era de extranar, dado que cualquiera de los que me podia encontrar alli, era como minimo el doble de alto que yo.
Haciendome el animo, cogi la espada, pude levantarla, si, pero el peso fue demasiado para mi y acabe en el suelo con la espada encima y sin poderme levantar. Rezlak me quito la espada de encima con una sonrisa socarrona y comentando que claramente lo mio no era la fuerza fisica.

Ahora nos adelantaremos un poco en la historia, para evitaros saber mi inutilidad con practicamente cualquier arma que me pusieron en las manos, hasta que finalmente, me dio a probar un arco, con el cual podria decirse que era bastante buena, pese a no recordar haber usado uno antes, el arco se complementaba con una pequeña daga, pensada para dar un golpe esporadico si el objetivo estaba demasiado cerca como para usar el arco.

Tras la extensa mañana probando armas y practicando con el arco, Rezlak me comento que tenia un conocido que era bastante diestro con el arco, un antiguo aprendiz suyo y se ofrecio a presentarmelo, tanto como para poder observar a alguien mas experimentado como para tener alguien con quien ir alla donde fueramos necesarios. Me dijo que lo buscaria para que lo conociera el dia siguiente, por lo que era libre de seguir entrenando o de explorar la ciudad mientras tanto, tambien que podia dormir en el edificio, pero que este cerraba a la caida de la noche.

Dado que no conocia la ciudad y no me hacia especial ilusion perderme, opte por quedarme entrenando el resto del dia, pese a que aparentemente no era demasiado necesario, ya que conseguia acertar todas las flechas en el objetivo, una vez cayo la noche, opte por retirarme a descansar, el proximo dia, parecia que seria bastante largo y ajetreado con mi posible futuro compañero.
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Re: Escritos no poniles

Mensaje por Exori » 04 Oct 2013, 15:22

Mola, es mi goblin cazadora del wow! xD
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