AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][cap16]

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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por agustin47 » 26 Dic 2015, 15:21

Genial capítulo, me encanta Hope Spell y me alegro de que volvamos a el y su nuevo entrenamiento. Esto se pone interesante, a partir de aquí creo que sólo mejorará. A Aitana le gustará la Navidad, porque lo que es la sidra :qmeparto:
Los milagros no son gratuitos.

La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por horwaith » 26 Dic 2015, 16:49

Nuevo avance y miedo me da lo que ocurra después, porque tanto lo primero como lo que hace el profesor me parecen preocupantes. Y ciertamente, menuda fiesta se esta montando Aitana sola con tanta sidra, como ha dicho agustin47
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por McDohl » 28 Dic 2015, 14:54

Pobre Hope, no solo ya por el hecho de que tenga que separarse de su familia sino también por no haber aprendido una de las normas básicas de los RPGs: NUNCA ataques al personaje instructor :sisi1: Also Aitana y su "buen" beber. Suerte que no hay una tasca con camorristas cerca :ajsmile:
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Volgrand » 12 Mar 2016, 01:01

Capítulo 16: Sospecha y familia
Spoiler:
El poder es la moneda de cambio en el Tártaro. Los demonios más poderosos establecen caóticas estructuras jerárquicas, en las que los seres más débiles obedecen con la esperanza de obtener una fracción del poder de su señor. Demonios con un poder similar competirán activamente por superar al otro y someterlo, haciéndose de esta forma con el control sobre las huestes infernales de su adversario.

Sin embargo, existe otra forma por la que un demonio podría aumentar su rango: a través de las almas de los mortales. No es una tarea fácil, pues el Muro de los Sueños impide que los demonios, sean del tipo que sean, se manifiesten en el mundo material para interactuar con los seres vivos.


Hope levantó la vista del enorme tomo que estaba leyendo y se estiró. Llevaba varias horas estudiando, y la mayor parte de conceptos eran nuevos para él. El "Muro de los Sueños" era algo que se mencionaba escuetamente en la mitología antigua que había estudiado en la universidad, pero fue en los tomos de los Arqueólogos en los que encontró su explicación exacta. Los seres vivos, al soñar, crean un laberinto onírico que se sitúa a medio camino entre el mundo material y el mundo de los espíritus; es una zona de sentimientos, donde la fantasía y la realidad se mezclan de forma salvaje. Los seres del Tártaro y los Dioses se perdían en el mismo, lo que impedía que actuaran directamente sobre el mundo.

Esto le había levantado ciertas cuestiones sobre cómo la princesa Luna lograba viajar entre los sueños.

Al estirarse, el joven semental notó el dolor de las agujetas y los golpes que había recibido en el entrenamiento del día anterior con el profesor Pones. Ignorando el mismo y el cansancio visual que empezaba a notar, Hope Spell volvió a centrarse en la lectura.

Existen métodos por los que el Tártaro puede acceder al mundo físico. El principal de ellos es a través de los tratos con los seres vivos: A través de los mismos el demonio obtendrá control del alma del mortal tras su muerte, lo que lo alimentará y lo hará más poderoso. Las criaturas que acceden a este tipo de tratos no suelen mostrar signos de afectación demoníaca aparente, pues sus recompensas suelen ser poderes sutiles. El conocimiento, o un aumento del poder mágico innato en el caso de los unicornios y otras criaturas con capacidades mágicas naturales, e incluso la obtención de algunos poderes no comunes en su raza. El demonologista está condenado a perder su alma tras su muerte, y su única salvación sería obtener más poder que el demonio con el que ha pactado en primer lugar y, de esta forma, someterlo a su voluntad.

El segundo método es menos común, pero fácil de identificar: El demonologista acepta ser poseído parcialmente por el demonio con el que ha hecho un trato. De esta forma obtiene un gran poder rápidamente, pero sus alteraciones físicas son evidentes: capacidades mágicas manifiestas en seres no mágicos, aumento de las aptitudes físicas, alteraciones del comportamiento... La posesión es controlada por la voluntad del propio demonologista, el cual permitirá que el demonio lo posea en mayor o menor medida. Cuanto más poder permita al demonio canalizar a través de él, mayores serán sus beneficios. Sin embargo, llegado cierto punto, el demonio poseerá completamente al mortal, y podrá manifestarse físicamente en el mundo, matando a su huésped y consumiendo su alma en el proceso.

Una tercera forma por la que un demonio, mayor o menor, puede manifestarse físicamente en el mundo es a través de un ritual de invocación. Estos rituales suelen ser usados por cultos diabolistas para llamar a poderosas criaturas para combatir a sus enemigos, pero lo bastante débiles para que el culto no pierda el control sobre las mismas. El principal peligro de estas invocaciones es que, de traer a un Señor o un Gran Señor demonio al mundo, podría desencadenarse la apertura de un portal al Tártaro, el cual atraería a una legión de demonios al servicio de su señor. Algunos demonologistas especialmente poderosos son capaces de crear dichos portales, contando con decenas o cientos de demonios menores a su servicio.

Los escritos de Starswirl El Barbudo, tras el destierro de Nightmare Moon, hablan de un cuarto tipo de posesión por la cual un ser vivo se vería totalmente sometido a la voluntad y el poder de un gran demonio en contra de su voluntad. Sin embargo, no se tiene constancia de que se haya producido una posesión como la descrita en Equestria.


Hope Spell recordó al leer esas líneas al grifo que casi lo mató en Cérvidas. Obviamente, se trataba del segundo caso, como había supuesto, una posesión consentida. Le resultaba terrorífico pensar en cómo ese grifo había perdido la razón y se había vuelto tan poderoso solo a través de un pacto con el Tártaro pero, al mismo tiempo, Aitana había logrado acabar con él en segundos. En aquel momento estaba asustado y solo recordaba el hecho como una explosión de sangre; sin embargo estaba seguro de que la arqueóloga debía haber atacado con precisión en un punto vital del diabolista. A eso se refería el profesor con que, conociendo las técnicas adecuadas, es posible combatir a los practicantes de las artes oscuras.

El unicornio verde se volvió a estirar y, al hacerlo, pasó la mirada por el reloj que tenía encima de la mesa. Las cuatro y media.

—¡Ostras! Se me hace tarde.

Se levantó de golpe y, con su magia, cerró el libro y lo metió en sus alforjas al mismo tiempo que levitaba todo el conjunto y lo asía sobre su lomo. Salió de su dormitorio, impolutamente recogido, y bajó las escaleras hacia el comedor.

—¡Al fin sales, cariño! —exclamó su madre al escucharlo bajar.

La misma surgió por la puerta de la cocina, portando un delantal. Por el olor estaba preparando muffins para el desayuno del día siguiente, como era costumbre. A Hope siempre le sorprendía que su madre pudiera mantenerse, en cierta medida, elegante a pesar de estar cocinando. Había música de violoncello sonando en la planta baja que, si no le fallaba la memoria, era de una joven artista llamada Octavia Auditor. Aunque podía reconocer el virtuosismo de la misma, Hope prefería melodías algo más animadas.

—¿Ya has terminado de estudiar?

—Sí mamá —respondió el aludido, acercándose para besarla en la mejilla. Con la tontería se había pasado todo el día en su cuarto, cuanto menos le debía un beso—. Pero me voy a tener que ir, tengo una... práctica en la universidad.

—¡Vaya! Tú siempre tan aplicado —sonrió Star Wander, devolviéndole el beso—. ¿Y de qué es esta práctica? Desde que volviste de Cérvidas estás muy poco en casa, ¿va todo bien?

—Mamá, ya te dije que sí, que todo perfecto —mintió Hope, con una perfecta sonrisa—. Fue un susto muy grande, pero ya está.

—Bueno, bueno, pero, ¿de qué es la práctica hoy?

—¡Oh! Este... de magia blanca —improvisó Hope—. Poner en práctica algunos hechizos antiguos y tal...

Su madre lo miró durante unos instantes, como si no acabar de creerse la mentira.

—¿Seguro que todo está bien, cariño? Últimamente estás un poco raro.

—Que sí mamá, todo va bien -aseguró Hope, intentando aparentar seguridad—. Seguramente todavía llevo el susto en el cuerpo.

—Bueno, vale cielo —aceptó esta—. Ten cuidado en Manehattan, ¿de acuerdo?

—Claro mamá. Hasta luego.

—Hasta luego.

Hope salió rápidamente de la casa tras despedirse, con un nudo en el estómago. Su madre empezaba a notar que algo no iba bien, y es que... ¿cómo iba a decirles lo que pasaba? ¿Cómo iba a decirles que debían marcharse, olvidarse de él, cambiar de vida? ¿Era un egoísta por haber accedido a las peticiones de los Arqueólogos? Cada vez que lo pensaba dudaba más, y no estaba muy seguro de cómo...

Frente a él, una yegua adolescente de pelaje azul oscuro y ojos violetas le detuvo solo con su presencia. Bajo el sol las crines de Bright brillaban muchísimo, contrastando con su oscuro cuerpo; sus gafas de lectura colgaban de una simple cadena bajo su cuello, y vestía un abrigo sencillo para protegerse del frío. Sobre el mismo portaba dos alforjas llenas de libros, bastante más pequeños que el que llevaba Hope en aquel momento.

—Hope, tú no estás bien —afirmó su hermana—. Algo te está pasando.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

La joven yegua se acercó unos pasos y señaló con un gesto de la cabeza al libro que llevaba.

—Ese libro es demasiado antiguo para ser de la biblioteca, probablemente sea un incunable.

—Bueno, este... es un tratado de magia antigua, y contra qué se usaba la magia blanca y...

—Además hace frío y ni siquiera has cogido tu chaqueta.

Hope miró su propio cuerpo y rió ridículamente; sin moverse del sitio usó la telequinesis para tomar la chaqueta, sin ni siquiera verla, del perchero y traerla hacia él, para después deshacer las alforjas y ponérsela. Cuando terminaba de ajustarlas de nuevo sobre la prenda de vestir, sintió a su hermana conjurar.

—Bright, ¿qué estás...?

Hubo una ligerísima explosión blanca sobre el cuerno de su hermana pequeña; al instante, una línea blanca se dibujó en el césped. Poco a poco fue agrandándose hasta rodear completamente la casa de la familia y, tras unos instantes, una serie de runas se materializaron en torno a la misma, siguiendo un patrón repetitivo. Hope miró a su hermana, alucinado. A veces olvidaba lo dotada que era Bright para la magia, a pesar de tener solo dieciséis años.

—Esto... Bright, yo...

—Es un hechizo de protección —continuó la aludida—. Magia blanca, algo avanzada para tu nivel de estudios, debe haberte costado hacerlo. Si he entendido bien las runas, y sé que lo he hecho —aseguró—, te ayudará a teletransportarte de vuelta, y te avisará si entraran... ¿enemigos? Esa última parte no acabé de entenderla. Nos estás protegiendo de algo.

Hope Spell no supo bien qué responder a todo eso. Era una suerte que Bright jamás confrontara a alguien frente a sus padres, si no todo sería mucho más complejo. La joven yegua miró fijamente a su hermano.

—Hope, ¿qué está pasando? Tiene que ver con lo que pasó en Cérvidas, ¿verdad?

—No... no es eso... es que...

—No mientas. Nos dijiste que te escondiste, pero creo que combatiste contra esos no-muertos, y la lógica me dice que lo hiciste junto a la doctora Pones. Y que todavía hay más, algo que no nos quieres decir.

El semental se quedó sin palabras: no podía creer que Bright hubiera descubierto la mentira.

—¿Cómo supiste del círculo? Lo hice de noche, todos dormíais.

—Soy sensible a las corrientes mágicas —explicó ella— y noté que había más magia en el jardín de lo normal. Un hechizo para ver lo invisible me bastó para descubrir el círculo. No se lo he dicho a nadie, si vas a preguntarlo.

—Bright, yo... no es... no es fácil, ¿vale? Papá y mamá no lo entenderían, ¿sabes? No se lo puedo decir.

—Entonces dime lo que necesito saber. No se lo diré a ellos.

Hope miró a su hermana, la cual seguía aparentemente impasible frente a él, seria, pero con un gesto de preocupación en su rostro. ¿Cómo decirle todo lo que había pasado? ¿Lo que había decidido hacer?

Debía darle, al menos... una pista. Hope se sentó en el césped, y Bright hizo lo propio a su lado, rozándolo ligeramente con el lomo.

—He... tomado una decisión, Bright. Una que os puede poner en peligro.

Su hermana, aparentemente, no reaccionó ante la noticia, y tardó unos segundos en responder.

—Entonces... ¿vas a tener que marcharte?

—No. Me conocen, Bright, me conocen. No funcionaría.

Bright solo tardó un instante en levantarse y, tras unos segundos, besó a su hermano en la mejilla. Después se encaminó hacia la entrada de su casa.

—Entiendo. Ten cuidado, Hope. No diré nada.

El unicornio verde se quedó sentado en el sitio, viendo a su hermana alejarse y entrar en la casa, pasmado por lo rápido que esta había entendido lo que ocurría. Pero, especialmente, le sorprendía la serenidad con la que había tratado el asunto. Siempre había sido una yegua calmada e inteligente, pero jamás la había visto ante algo tan... serio. Bright jamás dejaría de sorprenderlo.

Los años le habían enseñado que si Bright decía que no iba a decir nada, es que no lo haría. Suspirando para si mismo, Hope se levantó y se encaminó a la estación del tren que lo dejaría cerca de la universidad.

Dentro de la casa, Bright no había acabado de quitarse la chaqueta cuando su madre salió a recibirla.

—¡Hola, Bright, cielo! ¿Cómo te ha ido?

—Mucho estudio, como siempre mamá —respondió ella con una ligera sonrisa.

—Oye, os he visto por la ventana, ¿qué hablabas con Hope? Parecía muy preocupado.

—No es nada, mamá —respondió Bright quitándole hierro al asunto—. Es que está intentando hacer un hechizo más complicado de lo que esperaba como trabajo de fin de curso y está de los nervios.

La madre guardó silencio durante unos segundos y después resopló con una sonrisa.

—¡Este hijo mío, siempre tan aplicado!

—No tiene remedio —sonrió la adolescente de pelaje oscuro—. Voy a imitarlo y encerrarme a estudiar un rato.

—¡Hija! ¡Qué ganas tengo de que lleguen tu padre y tu hermana para que armen un poco de jaleo!

Siguiéndole la risa a su madre, Bright tomó sus alforjas y se dirigió a su cuarto. El interior del mismo, adyacente al de Hope, parecía una biblioteca en miniatura; todas las paredes estaban cubiertas por estanterías llenas de libros de todo tipo. La joven tenía exactamente doscientos treinta y siete tomos, y mantenía su colección actualizada a base de intercambiar sus libros más antiguos por otros nuevos. De hecho regresaba de hacer algunos de estos intercambios; usando su magia sacó todos los volúmenes que llevaba en las alforjas y los hizo levitar, casi sin mirar, hasta el sitio que iban a ocupar en las estanterías.

Hubo uno, sin embargo, que lo dejó sobre el escritorio. Tras abrir las ventanas para que entrara el sol se sentó frente al mismo y ojeó la tapa. Le había costado conseguirlo, según le habían contado había una orden real que prohibía su posesión, y ella entendía bien la razón. Pero no se había equivocado respecto a su hermano y, si de verdad estaban en peligro, ella quería estar preparada. Le iba a costar estudiarlo, ya que no era una especialista en el idioma equestre antiguo, aunque esperaba sacar bastante en claro.

Abrió el libro y leyó las primeras líneas; no tardó demasiado en traducirlas.

La nigromancia: el arte de dominar la muerte, los muertos y el terror.

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Sorprendentemente, el tren de cercanías fue puntual, por lo que Hope llegó a las cinco en punto a la casa de Aitana. Tal como le dijo, sin ni siquiera llamar, entró en la casa y se dirigió directamente al jardín trasero. Cuando atravesó la puerta trasera pudo ver a la arqueóloga en el mismo, sobre la misma hamaca del día anterior. No llevaba ni su chaleco ni el salacot, pero sí que portaba el colgante de la brújula rota alrededor de su cuello.

—Buenas tardes, Aitana.

Como respuesta, la yegua marrón se levantó y tomó dos objetos alargados que tenía en el suelo, lanzándole uno a Hope a continuación. El unicornio lo tomó en el aire con su magia, descubriendo que se trataba de una lanza.

—Justo a tiempo, chaval —dijo esta—. Hoy vas a aprender a pelear. Suelta las alforjas y ponte en guardia.

Hope hizo lo propio y, tras desembarazarse tanto de las alforjas como de la chaqueta, tomó la lanza con su magia y la mantuvo levitando cerca suyo. No sabía cómo pelear en absoluto, ¡jamás le había pegado una coz a nadie! Por suerte observó que la punta de la lanza era de metal, pero no estaba afilada en absoluto, difícilmente podría herir a nadie con ella.

—Vale, ¿cómo empezamos? ¡Pero qué...!

Sin darle un instante para prepararse, Aitana cargó contra él; Hope no llegó siquiera a acercarse a interceptar el ataque de la yegua; la lanza de esta le golpeó en las patas delanteras, haciéndole perder los dos puntos de sustentación. Cuando intentó recuperar el equilibrio, el arma de Aitana se posó sobre su cuello y lo empujó violentamente contra el suelo, acabando con Hope completamente derrotado.

Para él, una prueba de la habilidad de Aitana es que, a pesar de la violencia del movimiento, no había llegado a golpearlo en el cuello. Primero posó la lanza y después lo empujó, aunque todo ocurrió en un instante.

—Levántate —ordenó la Arqueóloga—. Los ponis no estamos hechos para defendernos frontalmente, somos herbívoros, estamos hechos para correr. Vas a tener que mejorar tus reflejos para esquivar la mayor parte de mis ataques, y después centrarte en cómo bloquearlos y devolverlos.

Hope, al ponerse en pie, se fijó en cómo sostenía Aitana su lanza: la llevaba sobre la pata delantera derecha, pasando el asta bajo la axila, después sobre el codo y, finalmente, la sostenía con la articulación de la primera y la segunda falange de la pata. Como no tardó en comprobar en los siguientes minutos, le permitía una gran movilidad al tiempo que le dejaba tres patas libres para moverse con soltura.

Aitana bajó bastante el ritmo de sus ataques, dando tiempo a Hope para ver por dónde iba a ir; aun así el joven semental se llevó varios y dolorosos golpes que le sirvieron como recordatorio de un fallo en su defensa. Tal como ella le había dicho, primero se centró en intentar esquivar todos los lanzazos, dejando su propia arma a un lado. La yegua marrón, al ver poco a poco la mejoría de su pupilo, aceleró el ritmo del entrenamiento, poniéndoselo cada vez más y más difícil.

Hope Spell notó que pronto iba a fallar, que cada vez estaba más cerca de recibir otro golpe; cuando notó que no podía esquivar el siguiente ataque, usó su magia por puro instinto. El chocar de la madera contra la madera fue como un canto victorioso de que había logrado interceptar con éxito el ataque de su maestra en el combate.

La alegría le duró poco tiempo. Aitana se deslizó a un lado, bajo la defensa de Hope, y giró sobre sí misma para volver a golpearlo en las patas delanteras. Al igual que hizo antes, al volver a su posición inicial, usó su lanza para lanzarlo al suelo empujándolo del cuello.

—Menuda mierda de guardia, Hope —se burló Aitana antes de retirar la lanza y permitirle levantarse—. Nunca dejes de moverte, y jamás dejes que una pequeña victoria te haga comportarte como un idiota.

—Ya... vale, lo haré —murmuró él, levantándose—. Pero esto es solo un entrenamiento, ¿no? Déjame un poco a mi ritmo y ya iré...

Se dio cuenta en el último momento de que Aitana se estaba girando, atacando con su lanza en una amplia parábola. Esta vez Ho pe estuvo ágil e interpuso su propia arma, pero descubrió dos cosas rápidamente. La primera, que su magia no era rival para la fuerza del ataque de Aitana, que hizo que ambas armas le golpearan en la cara.

Lo segundo es que un golpe así dolía mil infiernos; el unicornio retrocedió unos pasos, soltando su agarre mágico y llevándose una pezuña a la cara. Aitana lo observó, impasible.

—Si esto no fuera un entrenamiento ahora estarías muerto. Aquí no tienes años para entrenar, así que no me toques los cojones y tómatelo en serio. Con la Hermandad moviéndose contra nosotros no puedo permitirme llevar a un lastre.

La Arqueóloga entró en su casa, caminando sin prisa. Poco después salió con una jarra de agua, de la que bebió un largo trago antes de hacerle un gesto a Hope para que se sirviera. Este, recuperándose del dolor, pegó un largo trago a la jarra y se sentó en el césped. No era la primera vez que observaba que, a pesar de las palabras que había usado, Aitana no parecía realmente enfadada. Más bien parecía... ¿estricta? No sabía si esa era la palabra adecuada que lo definiera, pero no se le ocurrió otra cosa mejor. Aun así, Hope aprovechó ese tiempo para preguntar algunas dudas que tenía.

—Aitana, una cosa de lo que he estado leyendo. Un gran diabolista o un señor de los demonios puede abrir una "puerta al Tártaro", ¿verdad? Pero no entiendo a qué se refiere el texto exactamente, yo tenía entendido que estos portales se encontraban en templos... Ya sabes, arcos de obsidiana y esas cosas.

La Arqueóloga se giró sobre la hamaca para mirar a Hope.

—En la cultura popular se confunde el término "ventana" con "puerta". Una ventana al Tártaro es lo que estás describiendo: tiene una localización física clara parece un portal a simple vista; muchas veces se construyen con obsidiana, y suele requerir muchos sacrificios y ofrendas reunir el poder para abrirlas. A través de una ventana al Tártaro un culto o un gran demonologista puede obtener poder directamente del Tártaro, saltándose el muro de los sueños. Así es como Manresht pudo resucitar en los Reinos Lobo; una ventana al Tártaro hizo que su cuerpo volviera a la vida con todo su poder.

—¿Y no pueden atravesarla los demonios?

—No directamente, aunque es más fácil invocarlos en su cercanía.

—¿Y qué es una puerta al Tártaro? —preguntó Hope.

—Una putada.

La yegua marrón volvió a meterse en la casa y salió con varios papeles y un lápiz; colocó uno sobre el suelo y, en primer lugar, dibujó dos círculos concéntricos.

—Este es nuestro mundo —indicó señalando el círculo central—. Y, protegiéndonos, tenemos el Muro de los Sueños —señaló el hueco entre los dos círculos.

Hope no dijo nada, atendiendo bien a la explicación. Aitana dibujó un poni en el círculo central y, fuera del mismo, una burbuja ovalada en la que escribió "Tártaro".

—Para contactar con el Tártaro la magia de un ritual debe atravesar, por así decirlo, el Muro. A medida que un demonologista adquiere poder, este agujero se va haciendo más grande, permitiéndole ganar más poder, y al demonio aumentar su influencia en el mundo. ¿Me sigues?

—Perfectamente.

—La gran mayoría de demonologistas mueren antes de alcanzar el culmen de su poder. Los que lo consiguen son capaces de canalizar las energías del Tártaro a través de su ser con total libertad y crear lo que llamamos un "Portal". Este portal permite a los demonios pisar este mundo libremente, pero el creador del mismo decidirá quién puede atravesarlo o no. En otras palabras, los demonios que lo atraviesen servirán irremediablemente al demonologista.

El semental verde comprendió pudo hacerse una imagen mental de lo que eso supondría.

—Entonces el portal es el propio demonologista, ¿verad?

—Lo has pillado de p*ta madre —exclamó Aitana con su habitual burricie—. A través de un portal pueden aparecer cientos, sino miles de demonios menores al servicio del demonologista.

—Pero se pueden matar, ¿no?

—No.

Hope miró a Aitana sin creerse lo que había. Esta, por su parte, dibujó dos flechas en el papel, una que señalaba del mundo material al Tártaro y viceversa.

—Los demonios nunca mueren, solo podemos matar su forma física para devolverlos al infierno del que han salido. Pero los muy hijos de p*ta, si hay un portal que puedan atravesar, volverán en cuestión de minutos. La única solución es matar al bastardo que ha desatado el infierno en la Tierra. Solo así se cierra un portal demoníaco.

—¿Y esto... es muy común?

—Mi padre acabó con un demonologista capaz de abrir y cerrar el portal a su antojo sobre sí mismo, hace casi treinta años. Y si yo no hubiera parado a Manresht, tarde o temprano habríamos tenido un ejército de demonios en los Reinos Lobo. Así que no, no es muy común, pero porque nosotros estamos ahí para evitarlo.

Aitana dio por terminada la lección levantándose y tomando su lanza. Hope fue a hacer lo propio con la suya, usando su magia, pero la yegua lo paró.

—No. Esta vez quiero que aprendas a manejarla con las patas, como hago yo, te ayudará a entender cómo la utilizan la mayoría de los cuadrúpedos.

Hope Spell intentó tomar el arma de la misma forma que Aitana y adoptó posición de guardia. Un instante después cayó al suelo, desarmado y con un fuerte golpe en el costado. La yegua marrón se retiró de nuevo, suspirando entre dientes.

—Disculpe, princesa —murmuró sarcástica—, ¿demasiado duro para usted?

—No, no, espera.

Hope se levantó de nuevo, aunque esta vez el golpe le había dolido bastante. A pesar de la rápida y humillante derrota, había apreciado en seguida a qué se refería Aitana al hacerle luchar con los cascos.

—Vamos otra vez, pero ve un poco más despacio. Que pueda entender tus movimientos.

Aitana se puso en guardia de nuevo con una ligera sonrisa en la cara. Hope no se rendía fácilmente, y eso era algo indispensable para cualquier Arqueólogo.

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—Los faraones de Egiptrot aspiraban a proteger sus mausoleos por toda la eternidad. Es por ello que, además de las impresionantes Pirámides que nos dejaron como legado para la posteridad, utilizaron distintas trampas y hechizos como protección.

El profesor Pones caminó por el estrado de la clase, acompañado por el chirriar de su silla de ruedas. Casi medio centenar de alumnos, principalmente de Historia de Arqueología y algún interesado que escogió la asignatura "historia antigua" como optativa, prestaban atención. Las clases del profesor eran famosas por ser de las más entretenidas, a la par que muy instructivas. Este se puso al lado de la pizarra y, usando su magia, desenrolló una lámina blanca que la cubrió por completo. Con un nuevo hechizo las luces de la clase se apagaron y el proyector se puso en marcha.

—Los primeros intentos de acceder a las pirámides acabaron en un desastre. Hace 150 años, sir Deep Dig encontró la cámara funeraria del faraón Im-halten, a la cuál accedió por la fuerza. Sin embargo, antes de hacerlo tomó esta instantánea que nos da una buena pista de lo que iba a ocurrir.

La fotografía, en blanco y negro y con muy baja calidad, mostraba bastante claramente una puerta de piedra rodeada por un marco con múltiples jeroglíficos tallados. El profesor se tornó hacia sus alumnos.

—¿Algún estudiante de arqueología o de magia antigua puede leer lo que dice?

Pronto se alzó la pezuña de una yegua de tierra de espesas crines marrones y rizadas y pelaje amarillo.

—¿Sí, señorita Apple Granger?

—Dice "los espíritus habitan este hogar de reposo. Que el amigo entre acompañado por mi guardián y obtenga parte de mi conocimiento; que el ladrón entre y me acompañe por toda la eternidad, pues mi alma guarda este lugar".

—Muy buena traducción, gracias señorita. Sir Deep Dig no se molestó en intentar traducir el escrito, rompió la puerta y entró con todos sus acompañantes. Ninguno de ellos volvió a ver el sol.

Pones pasó a la siguiente diapositiva; en ella se podía apreciar a un grupo de ponis de tierra armados y algunos unicornios posando en el desierto, frente a la que parecía la misma pirámide.

—Unos meses después, Celestia envió a varios soldados a investigar qué había ocurrido. Lo que encontraron fue que, literalmente, el espectro de Im-halten guardaba la cámara y atacó a los arqueólogos en cuanto entraron.

El sonido de una campana resonó por el campus. El profesor usó su magia para encender las luces y parar el proyector, y concluyó la clase mientras sus alumnos empezaban a recoger sus pertenenccias.

—Si participan ustedes en excavaciones arqueológicas recuerden que las maldiciones pueden ser muy reales. Por favor lean el tema 16 del tratado sobre Egiptrot para la próxima clase.

Como era su costumbre, el profesor Pones se situó junto a la puerta de salida para despedir a sus alumnos. Muchos de ellos se detenían un instante para darle las gracias por la clase o despedirse a su vez. En esa ocasión ninguno le preguntó ninguna duda o recomendación de lectura, por lo que en menos de un minuto la clase se había vaciado.

El unicornio en las puertas de la anciandad se encaminó a su propio despacho, saludando a algunos conocidos y deteniéndose de tanto en tanto a charlar con alguno. Aquel día no iba a entrenar a Hope Spell, necesitaba algo de tiempo para encargarse de otros asuntos de los Arqueólogos, pero eso no era excusa como para no ser cortés, o para negarse a tomar un café con un conocido. Eran esas pequeñas cosas las que le ayudaban a sobrellevar el gran estrés de coordinar a la orden de la que formaba parte.

Finalmente llegó a su despacho, cerrando la puerta a su espalda, y se dirigió al escritorio. Se sentó frente al mismo e hizo un conjuro que iluminó uno de los cajones, hasta que este hizo un extraño ruido similar al del papel arrugado. Cuando lo abrió, como si se tratara de una bomba de confetti, un montón de pergaminos fueron lanzados al aire en medio de una llamarada verde. Ágil a pesar de la edad, el profesor usó su magia para atraparlos en el aire y acumularlos en una montaña a un lado de su escritorio.

Se trataba de los informes que le mandaban a diario sus contactos; la gran mayoría eran personas que habían tenido contacto con los practicantes de las artes prohibidas y que, aunque no luchaban activamente contra las mismas, servían como ojos y oídos de los Arqueólogos. El profesor se encargaba de darles información sobre qué pistas debían observar: pesadillas recurrentes para la nigromancia, desapariciones y sensación de terror para el diabolismo, lagunas mentales para la magia negra... Con todo ello obtenía una gran cantidad de información que le servía para hacerse a la idea de lo que estaba ocurriendo en Equestria.

También había algunos pergaminos de los Arqueólogos en si, pero se dedicaría a ellos al final.

El profesor fue leyendo cada informe y tomando nota mental de lo que podían significar. Parecía haber algo nigromántico en Trottingham, pero nada mayor. Habían sido denunciadas algunas desapariciones más en Baltimare, y la guardia solar había hecho presión para encubrir el hecho. Pero, de todos estos informes, el más preocupante llegó Fillydelphia.

"Operación de agentes Batpony en Blotster Ville. Los vecinos hablan de terror, pesadillas durante semanas. Han aparecido muertos muchos ponis y potrillos. Rituales al Tártaro, más de veinte cultistas muertos. La guardia solar ha cerrado la zona."

El profesor Pones notó un ligero cambio en el pulso al comprender todo lo que su contacto había observado. Más de veinte cultistas muertos, eso era un gran culto. Un gran culto que había sido destruído por nada menos que los Cazadores Batpony, solo ellos podrían enfrentarse con tanto sigilo a un culto tan grande. Y si habían aparecido tantos ponis muertos, no tenía duda de que estaban haciendo un gran ritual.

Sin perder tiempo tomó otro de los pergaminos, esta vez de un Arqueólogo que firmaba como DD.

"P.P.:

Movimiento en la selva. Dos hermanas han atacado a nuestro amigo el mono, y lo han hecho con fuerza. Son hermanas de la familia de la que me has hablado.

D.D."


El segundo pergamino, también de un Arqueólogo que firmaba como Z.

"P.P.:

Ataque a la naturaleza, ha sido rechazado con presteza, pero no atrapamos todas las piezas. Una ancestral armadura deseaban, cuando huyeron solo una parte llevaban.

Z."


Y aún había un tercero, y por el sello reconoció enseguida que se trataba de un viejo amigo, también Arqueólogo.

"P.P.:

Amigo, algo ocurre todavía en Germarenia. Sigue habiendo desaparecidos, y no hay casi pistas de quién está detrás de esto. He encontrado varios demonologistas, pero creo que hay magos negros por enmedio. Si dices la verdad, deben ser parte de la hermandad de la que hablas.

G."


El profesor Pones apartó los tres pergaminos mientras procesaba la críptica información. La hermandad había atacado la selva de occidente, combatiendo directamente a Ahuitzol y sus seguidores para recuperar algún tipo de objeto. Mientras que, casi a la vez, lanzó un ataque al bosque Everfree para conseguir una armadura ancestral. Y era de sobra conocido que el bosque no era una fuerza con la que jugar, probablemente fue ese combate el que desató la tormenta que cubrió buena parte de Equestria.

Y, finalmente, más desaparecidos en Germarenia. Si su buen amigo no estaba consiguiendo encontrar a los culpables... es que algo iba muy mal. La hermandad estaba jugando con demasiada ventaja, ¿cómo era posible? ¿Cómo podían estar superándoles en todo? El profesor se levantó y caminó hacia la ventana, mirando el sol ocultarse tras el horizonte.

—Algo se me está escapando...

Fue entonces cuando le vino la idea a la cabeza. Una idea que era demasiado... impensable como para ser cierta, pero...

Mientras cavilaba, su cuerno brilló y una botella de sidra "Sweet Apple Acres" salió de una vitrina y, por si misma, sirvió una copa que el profesor tomó con su telequinesia. Tras beber un par de tragos supo qué es lo que tenía que hacer. Deseaba con todas sus fuerzas estar equivocado pero... no podía arriesgarse.

Volvió a su mesa y tomó un pergamino en el que escribió un escueto mensaje.

"Reunión urgente. Donde siempre, dentro de tres días

P.P."

Después enrrolló el pergamino y, usando una botella con fuego alquímico verde, lo quemó. Las cenizas se acumularon en un remolino en el centro del despacho y, en pocos segundos, se dividieron en cuatro volutas brillantes que salieron a través de los resquicios de la ventana y volaron hacia el horizonte.

**·-----·-----·-----**[center][/center][/b]

NOTA DEL AUTOR:

A ver si últimamente consigo inspirarme un poco más para seguir escribiendo. Sé que Aitana Pones parece una historia compleja, pero de hecho es mucho más compleja de lo que parece. Estoy gestionando de fondo movimientos de la Hermandad que el lector todavía no conoce que afectan tanto a Equestria como al Imperio de Cristal y otras zonas que están por aparecer dentro de poco.

Ya pronto vamos a conocer en persona a todos los Arqueólogos, sus relaciones y lo que sabe cada uno. Y, como pronto veréis, nada es lo que parece. El Tártaro no es un reino con el que se pueda jugar con impunidad, te tortura, te retuerce y te manipula sin que ni siquiera seas consciente de ello.

Un saludo y si os gusta esta historia, recomendadme a vuestras amigas!
¡OH! Y muchísimas gracias SG91 por hacerme de beta reader :).
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Sr_Atomo » 16 Mar 2016, 21:32

Capítulo leído y disfrutado. Tengo ganas de saber cómo se comportan en la reunión, y si Hope será aceptado por el resto de Arqueólogos.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Volgrand » 19 May 2016, 23:30

Chicos es justo que os comente algo.

Hace tiempo me puse a revisar Aitana Pones y a cambiar varias cosas. Entre ellas quería alejar su aspecto del de Daring Do y... al hacerlo y releerme todo el fic...

No os imagináis cuántos Facepalms

¡En serio! Empezando por el "no conozco a Macdolia de nada pero voy a confiar en ella con mis mayores secretos" a escenas narradas fatal, poca descripción, y otros aspectos de la historia absurdos.
Así que básicamente estoy haciendo una revisión a fondo de todo el fic... y voy por el capítulo 6 del primero. Voy a tardar lo mío pero, cuando esté, republicaré todo aquí.

Así que mis disculpas por la tardanza, pero os aseguro que valdrá la pena. Inclusive para los que ya lo habéis leído.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Mensaje por Angelus-Y » 20 May 2016, 12:02

Por mi parte me parece genial que hagas un "rework" de la historia, si encima se mejora mucho mas y nos traes una experiencia deliciosa como la primera vez. De hecho es una buena forma de embellecer el trabajo que se hace, y hay muchas personas que lo hacen para sacar el maximo rendimiento de sus proyectos y sentirse bien y hacer sentir satisfechos en la plenitud a quienes lo leen.

Tarda lo que tengas que tardar y sacale el maximo partido mientras asi te veas feliz al escribirlo. Mucho animo con ello y lo mismo digo para todo aquel que planee hacer lo mismo. La espera sera larga pero como valdra la pena, por mi no existe inconveniente.
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