Capítulo 29
Diez
Diez
A veces Frank prefería saltarse los recreos; un buen descanso nunca estaba de más, pero cuando dicho descanso se transformaba en un infierno, las cosas cambiaban. Demasiado.
-Hey, Frank, se me hace raro no verte trepando cual mono… ¿estás seguro de que no eres un mono?
-Déjame en paz, Low Trap…
-¿Por qué? ¿No quieres hablar conmigo? Es una pena que todavía a estas alturas no sepas lo que eres, yo solo te quiero ayudar…
-Tú no me quieres ayudar… nunca quieres ayudar.
-¿Ah, no?
-No, y lo sabes…
Frank sabía cómo tenía que comportarse en situaciones como esas, lo había hablado más veces con su madre e incluso con Chase Winter; ambas coincidían en que la ignorancia era la mejor arma, pero algo así no funcionaba con alguien como Low Trap. El gordito, como siempre le llamaba Frank a espaldas, necesitaba llamar desesperadamente la atención, y por desgracia sabía que meterse con él era la opción más inmediata y divertida. Por su parte Frank intentaba por todos los medios de ignorarle, pero el poni de las arreglaba para, irónicamente, calentarle los cascos. Su madre siempre le había enseñado a ser tranquilo y calmado, pero hasta alguien como Frank tenía sus límites.
-Pobre Frank, debe ser duro no saber lo que eres; porque claro, yo soy un poni, todos aquí somos ponis, pero… tú no. Qué pena, ¿verdad?
Aun y con sus diez años hace poco cumplidos, para Frank esa era su mayor pregunta, incluso un tema tabú; nadie le daba importancia salvo Low Trap y sus amigotes, que era una de sus tantas bazas que utilizaban para meterse con él. Por un momento notó como una furia que normalmente él mismo solía acallar comenzaba a bullir, con intenciones de contestarle. Pero antes de que pudiera expresarse, dos ponis familiares aparecieron de improviso, encarando a Low Trap y sus matones.
-¿Otra vez volviendo a las andadas, Low Trap?
-Huy, sí, parece que no ha tenido suficiente después de la última vez…
-Oh, vosotros dos otra vez… ¿así es como te defiendes, Frank? ¿Escondiéndote detrás de tus amiguitos?-le espetó el poni bravucón.
-¡Cierra la boca, Low Trap, si estamos aquí es porque queremos!
-¡Sí, los amigos están para apoyarse los unos a los otros!
-Bah, tanta palabrería barata… no sé para qué os juntáis con él, la verdad…
-¡Porque es nuestro amigo!-masculló Brave Wind, adelantándose.
Antes de que pudiera encarar a Low Trap, uno de sus amigotes se interpuso, retándole con la mirada. Sin embargo, Frank habló.
-¡Espera, Brave, no merece la pena, no tenéis por qué hacer esto por mí!
-¿¡Bromeas, Frank?! ¡No hace más que hacerte la vida imposible!
Ante eso el chico no dijo nada, tan solo bastó una mirada suya para que el poni desistiera de sus actos; en ese justo momento, el estridente sonido de la campana se oyó por todo el patio, anunciando el fin del recreo.
-Vámonos chicos…
Tanto Low Trap como sus amigotes se retiraron, dejando solos tanto a Frank como a Brave y Strong. Ambos pegasos miraron de hito en hito a su amigo, el cual bajó la vista.
-Intentábamos ayudarte, Frank…
-Lo sé, lo sé, es solo que… no puedo evitar pensar que ese poni gordo tiene razón. Dependo demasiado de vosotros, chicos, y no quiero aprovecharme de eso…
-No digas tonterías, sabes que siempre estaremos ahí-le recordó Brave.
-Sí, da igual lo que esa bola de grasa con cola diga, estamos dispuestos a defenderte.
Frank no pudo evitar esbozar una agradecida sonrisa, aunque por otro lado sentía que depender así sin más de ellos estaba mal.
-Venga, volvamos a clase…
Las cosas en la escuela iban mejor. O al menos casi mejor. El resto de ponis ya se habían acostumbrado hace tiempo a su presencia y la mayoría le trataban como a uno más; aunque para ponis como Low Trap eso no se aplicaba. Desde aquella vez que se metió con él hace ya cinco años, en la cual había acabado escaldado, se la tenía jurada de una forma bastante personal y desde entonces siempre buscaba algún pretexto para meterse con él. Aun a pesar de ser un poni orondo y poco atlético, conseguía sobreponerse por la fuerza ante los demás, y casi siempre usando a sus amigotes en vez de hacer las cosas por sí mismo. En sí el poni no tenía ni media torta, pero el resto de sus amigotes se encargaban de tapar sus debilidades por él. Frank siempre trataba de ignorarle, pero él siempre se las apañaba para hacerle hablar o entrar en su juego, lo que al final generaba discusiones por su parte y tanto Brave como Strong se encargaban de sacarle las castañas del fuego. Frank siempre les agradecía los gestos de apoyo, pero ya llegaba un punto en el que lo evidente se hacía notar demasiado.
Por otro lado la escuela le iba bien, era un chico aplicado y eso se traducía casi siempre en buenas notas y progresos adecuados para un chico de su edad. Las tardes pasaban rápidamente y tras el fin de la jornada él y Sweet siempre se iban a tomar algo a la pastelería de Joe antes de volver a casa. La época del parque y las meriendas acompañados de sus padres había pasado hacía tiempo, ahora todos preferían ir más por su cuenta, la mayoría de los ponis regresaban a casa ellos solos, los padres no se pasaban ya por la puerta para ir a recogerlos y todos querían comportarse más como ponis mayores.
-¿Cansado?-inquirió en ese momento Sweet, poniéndose a su lado.
-Sí, supongo que sí…
Ese era quizás su momento preferido del día, el momento en el que desconectaba, pensaba en nada y se alejaba de todo. Y, por supuesto, en compañía de Sweet, prácticamente su primera amiga.
-Strong y Brave me han contado que Low Trap ha vuelto a meterse contigo… no deberías pensarlo tanto…
-¿Y eso por qué?-inquirió él, mirándola con gesto taciturno.
A eso, la alta poni le miró con gesto inquisitivo antes de contestarle.
-Lo sabes perfectamente, Frank…
-Ah, dame un respiro, por favor…
Las calles de Canterlot parecían ser más pequeñas ahora que era más alto y más mayor, como si todo a su alrededor adquiriera una nueva perspectiva; los vecinos de alrededor charlaban, atendían sus quehaceres, caminaban apresuradamente y pensaban en sus propias cosas. Al menos ahora él podía pasar a su lado sin que media calle se quedara mirándole fijamente. Eso le reconfortaba, pero aun así sabía que él era el único diferente.
-Dependo demasiado de ellos, Sweet… siempre que ese poni gordo viene a incordiar, ellos tienen que lidiar con él. Sé que son mis amigos, pero aun así… siento como si me estuviera aprovechando de ellos.
-Tonterías… siempre has dicho muchas tonterías, Frank…
-Vale, lo que tú digas…
Sweet no era de esas ponis que se pusieran pesadas ni nada parecido, y nunca habían llegado a discutir realmente, por lo que lo dejaron ahí, principalmente porque ya habían llegado a la pastelería y tenían a Joe justo delante.
-Buenas tardes Frank y Sweet ¿lo de siempre?
-Sí, gracias Joe.
Ambos se sentaron en una mesa mientras esperaban a que les trajera su pedido; habían hecho una costumbre el ir allí después de clases, por lo que ni hacía falta preguntar.
-Y cuéntame, aparte de eso ¿qué tal el día?
-Bien, como siempre, la mañana fue un poco aburrida en clase de historia, pero luego hubo gimnasia y me pude despejar un poco ¿y tú?-inquirió él.
-Pues como tú, ya sabes que no puedo con los números… pero luego en lengua la cosa mejoró.
Con el paso de los cursos, los dos acabaron separándose irremediablemente y acabaron en distintas clases, ya que la plantilla escolar tiende a moverse mucho de un curso a otro; pero eso no fue ningún impedimento y casi siempre se solían encontrar en los recreos o por los pasillos. Y, por supuesto, después de clase. En ese momento Joe llegó con su pedido, un surtido de donuts bañados en distintos sabores y dos tazas de chocolate.
-Aquí tenéis, chicos, disfrutadlo.
-Gracias, Joe…
Había algo especial en los donuts que hacía Joe, eso desde luego; quizás fuera el glaseado que siempre les ponía, espolvoreado en una fina capa de azúcar en polvo, o tal vez fuera el sirope en el que los bañaba, que solía ser de casi cualquier sabor que se preciara. Fuera lo que fuera, tenía encandilado a media juventud de Canterlot, y últimamente la pastelería de Joe era el centro en el que pivotaban todos los ponis de su edad, y más mayores incluso.
Disfrutaron del refrigerio tranquilamente mientras hablaban de naderías; rara vez había silencios incomodos entre los dos o se quedaban callados sin decirse nada, siempre tenían algo de lo que hablar. Aunque por desgracia la tarde no era eterna y cada uno tenía que volver a su casa, ya que había tareas pendientes por hacer. Pagaron por los donuts y se despidieron junto a la puerta.
-Bueno, pues nos vemos mañana.
-Sí, hasta mañana, Sweet.
-Hasta mañana Frank.
Cada uno tomó una dirección distinta, la poni se fue calle arriba mientras que Frank tomó dirección hacia la calle principal que cortaba perpendicularmente la ciudadela. Siempre la tomaba como referencia, ya que teniéndola en cuenta era casi imposible perderse, sobre todo para volver a casa. Tan solo tenía que ir todo recto por la larga y ancha calle hasta la verja del palacio, apenas tardó poco más de quince minutos en llegar.
En cuanto alcanzó la verja, los dos guardias unicornios que la custodiaban se la abrieron al tiempo que le saludaban cortésmente.
-Buenas tardes, alteza.
-Buenas, chicos.
Cruzó el sendero de piedra que separaba la verja del portón principal y, una vez frente a este, hizo mano de una de las aldabas más pequeñas para llamar. No tuvo que esperar mucho más antes de que la señora Key le abriera la puerta.
-Buenas tardes, alteza ¿qué tal en la escuela?
-Hola señora Key… bien, como siempre.
-Me alegro…
-¿Y mi madre?
-Está en su despacho, trabajando.
-Vale, me pasaré ahora a saludarla.
-¿Quiere que le lleve sus cosas a su habitación?
-No, no hace falta, ya voy yo.
Frank siempre evitaba cargar de trabajo al servicio y tendía a hacer las cosas él mismo y por su cuenta, sobre todo porque así se lo enseñó siempre su madre. Su habitación se encontraba en el último piso, antes era una de las habitaciones de invitados, pero se acondicionó especialmente para Frank en cuanto creció. Una vez que dejó sus cosas allí y se puso cómodo, fue a al despacho de su madre, que estaba a unas pocas puertas de distancia de la suya. Entró en él sin llamar, para darla una sorpresa.
-¡Hola mamá, ya estoy en casa!-exclamó él, lanzándose a su cuello.
-Hola cariño ¿qué tal en la escuela?-inquirió ella, dejando de trabajar.
-Bien, como siempre…-murmuró el chico, dándola un beso en la mejilla.
Por su parte, su madre le respondió el gesto frotando su hocico contra su cabeza.
-¿Te han dado tarea hoy?
-Sí, claro.
-Pues entonces ya sabes lo que tienes que hacer…
Ante eso Frank asintió sin decir nada más y volvió a su habitación, poniéndose a hacer su tarea a no más tardar. Desde que empezó dando clases con su madre había demostrado ser un chico aplicado en sus estudios, siempre que le mandaban deberes para hacer en casa él los hacía sin apenas dilación. Esa buena costumbre le aseguraba mucho más tiempo libre por las tardes, el cual siempre usaba para leer, jugar a su aire o pasar tiempo con su madre.
Esa vez prefirió jugar por su cuenta, sacando su juguete favorito y divirtiéndose él solo. Por su octavo cumpleaños le llegaron a regalar un tren de madera con un circuito propio tan largo como la propia sala del trono; podía montarse en círculo, siendo capaz de dar la vuelta a la estancia dos veces, y puesto en línea recta abarcaba todo los pasillos centrales de cada piso, que eran casi tan largos como la propia sala del trono. Aunque esa vez optó por algo más distinto. Usando la escalera como rampa, colocó el circuito de manera que serpeara desde la última planta para ver hasta dónde podía llegar. Lo colocó de manera elíptica, con amplias curvas, para que el tren no volcara o descarrilara durante la bajada. Usando todas las piezas pudo llegar hasta la primera planta, de las seis en total que había.
-Genial… voy a probarlo-pensó Frank.
Una vez que el circuito estuvo listo subió de nuevo hasta la última planta, donde el tren esperaba; lo colocó sobre los raíles de madera y lo dejó deslizarse hacia abajo. El grado de inclinación de los escalones hizo el resto y el tren cogió velocidad suficiente, consiguiendo salvar los descansillos y acelerando conforme iba bajando. Frank fue tras él, observando su bajada. Las amplias curvas evitaron que el tren se inclinara más de lo necesario y mantuvo el ritmo en todo momento, bajando las escaleras en menos de dos minutos y llegando hasta el primer piso enseguida. Sin embargo el fin de la línea no le detuvo y el tren rodó por el suelo en dirección hacia uno de los huecos de la balaustrada que daba al patio de armas.
-¡Agh, no!-exclamó Frank, echando a correr para tratar de alcanzarlo.
El niño se forzó a correr para llegar a tiempo, el tren alcanzó el borde, llegando a inclinarse hacia abajo debido al peso; sin embargo Frank se lanzó hacia delante con el brazo extendido, llegando a alcanzarlo justo a tiempo de que se callera. El niño suspiró aliviado por haber salvado su juguete favorito, aunque en ese momento un grito proveniente el patio le llamó la atención.
-¡Venga, tropa, no os durmáis, quiero ver cómo os movéis!
Frank se levantó y se asomó un momento entre los huecos para ver mejor lo que pasaba allí abajo; vio entonces a dos pelotones tanto de la guardia solar como de la lunar entrenándose, luchando entre sí mediante lanzas de madera. Eran supervisados tanto por Cloud Skipper como por Midnight Blossom, los ahora capitanes de sus respectivas guardias.
-¡Vamos, muchachos, haced que vuestra mami se sienta orgullosa!-exclamó Midnight, con firmeza.
-¡Quiero ver acción, no ballet, demostradme que tenéis agallas!-hizo lo propio Skipper.
Dado a que a Shining Armor le costaba mucho coordinarse entre ser el capitán de la Guardia Real de Canterlot y la del imperio de Cristal, decidió descargarse un poco de trabajo, cediendo su puesto al que entonces era su segundo al mando, Cloud Skipper, siendo él ahora el actual capitán de la Guardia Real. Por parte de Midnight ella misma acabó ascendiendo tras varios años siendo subcapitana, siendo Luna la que le adjudicó el puesto en cuanto el antiguo capitán se retiró. Ahora ambos dirigen y coordinan ambas facciones de la Guardia Real, combinando los entrenamientos de cada uno para aumentar la experiencia de los soldados.
Por su parte, Frank observó atentamente los movimientos de los guardias que se estaban entrenando; todos ellos se movían con gran destreza, demostrando una gran fuerza y tesón cada vez que las lanzas chocaban entre sí. Y no sólo eso, sino que también combinaban movimientos de corto alcance y cuerpo a cuerpo además de la media distancia mediante las lanzas. Fue entonces cuando una idea surgió en la mente de Frank, calando rápidamente en él y decidiendo enseguida. Dejó el tren junto al circuito y bajó el resto de escaleras hasta donde se encontraban Midnight y Skipper, a los cuales se dirigió nada más llegar.
-¡Midnight, Skipper!
-¡Anda, Frank, qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?-inquirió el pegaso nada más verle.
-Oye ¿os puedo pedir algo?
-Claro que sí, lo que sea…-murmuró Midnight, sonriéndole gratamente.
-¿Podríais entrenarme a mí también?
Esa petición cogió por sorpresa tanto al pegaso como a la bat poni, los cuales se miraron por un momento un tanto confundidos.
-¿Entrenarte? ¿A ti? ¿Y cómo así?-quiso saber Midnight, extrañada.
-¡Es que he visto como se movían los guardias y he pensado que yo también quiero ser tan fuerte como ellos!-explicó él, todo emocionado y con mucha seguridad.
-¿Quieres ser guardia tú también?-supuso Skipper.
-¡Sí! Bueno, en realidad me da igual… ¡quiero decir, que quiero ser tan fuerte como ellos! ¡Por favor, Midnight, Skipper, entrenadme a mí también!
Los aludidos se miraron por un momento, diciéndose todo en nada; aunque antes de decidir nada, prefirieron ir sobre seguro.
-Por nuestra parte se refiere no hay problema, pero…
-… háblalo primero con tu madre y pídela permiso ¿vale?
Frank les miró con un gesto difícil de discernir, aunque al final acabó por comprenderlo y exclamó.
-¡Vale, ahora vuelvo!
El niño echó a correr, pensando en solo una cosa: encontrar a su madre. A esa hora de la tarde supuso que le encontraría en la sala de estar de la cuarta planta, donde normalmente suele pasar el tiempo cuando descansaba o no tenía nada que hacer. Y así fue, aunque se encontraba acompañada por su tía Celestia, Blueblood y Trixie.
-¡Mami, mami! ¿Puedo pedirte algo?-inquirió él, algo exaltado debido a la carrera.
-Claro, aunque respira primero, cielo…
En cuanto Frank recuperó el resuello decidió no andarse con rodeos y la pidió directamente.
-¿Puedo entrenar con Midnight y Skipper?
La petición fue recibida por una genuina sorpresa por parte de los presentes, seguida de confusión al poco rato por Luna, la cual miró a su hijo un tanto ceñuda.
-¿Entrenar? ¿Te refieres a entrenar como la guardia?-inquirió la alicornio oscura.
-¡Claro! ¡Quiero ser tan fuerte como uno, por favor mami, déjame entrenar con ellos!
En ese momento Celestia dejó escapar una risita divertida al tiempo que le preguntó.
-¿Tú también quieres ser guardia real, Frank?
-¡Sí! No, bueno, en realidad solo quiero ser más fuerte…
-¿Y eso por qué?-quiso saber Luna, con gesto no muy convencido.
Frank apenas tardó poco menos de cinco segundos en contestar, aunque su respuesta fue clara y contundente.
-¡Pues porque quiero saber más sobre luchar y hacerme así más fuerte! ¡Por fa, mami, por fa, déjame entrenar con ellos!
Luna aún se veía algo extrañada e insegura por esa repentina e insistente petición, sin saber bien lo que responderle; Celestia encontraba la situación particularmente graciosa, entendiendo en parte a su sobrino, aunque Blueblood fue el primero en postularse.
-Bueno ¿y por qué no? después de todo puedo entender por qué lo dice, todos los críos pasan por esa fase, yo también quería hacerme más fuerte cuando tenía su edad…
-Ya, Blueblood, pero estamos hablando de un entrenamiento militar, no de uno que le puedan enseñar en la escuela o en un gimnasio…-apuntó Luna, un tanto contrariada.
-En ese caso es aún mejor entonces, ese tipo de entrenamiento destaca por requerir de mucha disciplina y constancia, podría ser bueno para él-comentó en ese momento Celestia.
-¿Qué? Pero Tia…
-Vamos tía Luna, déjale que lo pruebe al menos… si realmente quiere ser más fuerte, lo hará igualmente, y puede que a la larga le venga bien y todo…
-Ya, cielo, pero tampoco vas a poner a entrenar a un potrillo de diez años con un pelotón militar…-opinó Trixie en ese momento.
-¿Y qué tiene de malo eso?
-¡En que tiene diez años! ¿Qué pinta con una tropa de sementales cuarentones?
-Estoy de acuerdo con Trixie, no lo veo apropiado para alguien de su edad…-asintió Luna, con gesto serio.
Al ver esto Frank se preocupó y decidió incidir un poco más.
-¡Jo, porfa mami, te prometo que me lo tomaré en serio, me haré más fuerte por ti, para protegerte!
Ese detalle emocionó particularmente a Luna, aunque aún seguía teniendo sus dudas. Aun así pudo ver un gesto decidido en su mirada que le decía que realmente quería hacer eso, y que se esforzaría al máximo por muy difícil o complicado que fuera. Miró después a su hermana, la cual mantenía la misma sonrisita divertida dibujada en su cara, llegando a mirarla de reojo diciéndoselo todo en nada.
Finalmente, y un poco a regañadientes, acabó cediendo.
-Bueno, vale, está bien… pero dile de mi parte a Midnight que no se exceda demasiado contigo.
-¡Genial, gracias mamá, eres la mejor!-exclamó Frank dándola un rápido abrazo y saliendo de allí de vuelta al patio.
Por su parte, Luna no se había quedado del todo convencida, aunque al final su hermana habló en cuanto Frank salió de allí.
-No lo pienses tanto y déjale que lo pruebe… después de todo, a todos los potros les acaba interesando el tema de alguna u otra manera.
-Supongo que sí…-murmuró Luna, pensando en sus propias cosas.
Frank regresó al patio, donde Midnight y Skipper le esperaban; en cuanto les vio, exclamó.
-¡Ha dicho que sí, ha dicho que sí!
Ante eso el pegaso y la bat poni se miraron con gesto resignado y Skipper fue el primero en hablar.
-Muy bien, en ese caso comenzaremos con los fundamentos básicos…
-¿Qué pasa Frank, que cuando no están tus queridos protectores contigo te acobardas?
-Low Trap, te estoy avisando, déjame en paz o atente a las consecuencias…
-¿¡Consecuencias?! ¡Ja, que risa me das! ¿Y qué me vas a hacer, eh?!-le espetó el orondo poni, acercándose a él amenazadoramente y dándole un toque en el pecho con su casco.
Esa era una de esas veces en la que cualquiera acabaría hartándose, llegando a su límite y rebasándolo; ese día Low Trap estaba especialmente pesado, se debía de aburrir, pero Frank ya había tenido más que suficiente. Además, había quedado con Sweet donde siempre para ir a tomar algo cuando él y sus amigotes le abordaron en un callejón tratando de acortar camino, por lo que decidió cortar por lo sano.
Sin mediar palabra cogió del casco a Low Trap y le hizo una llave hacia atrás, incapacitándole; las palabras de Skipper durante su entrenamiento regresaron a su mente.
Esta rápida llave dejará incapacitado a tu rival por unos valiosos segundos, no es letal, y para salvar las distancias es perfecta
Low Trap, que no se esperaba para nada algo así por su parte, dejó escapar un adolorido grito y se echó hacia atrás, llegando a caerse sobre sus ancas. Sus amigotes se quedaron demasiado impactados como para reaccionar, mirándoles con cara de lelo.
-¿¡Cómo te atreves, sucio mono sin pelo?! ¡Y vosotros! ¿¡A qué esperáis para darle una lección?!-masculló Low Trap, encolerizado.
-Je, eres un cobarde, Low Trap, y siempre lo serás…-le espetó Frank, preparado.
Los dos amigotes de Low Trap se dirigieron hacia él, Frank mantuvo la calma en todo momento en posición defensiva. Las lecciones de Skipper y Midnight volvieron a su cabeza.
Atacar y defenderse son siempre dos acciones que van a la par y se encuentran siempre a la hora de luchar, debes mantener el equilibrio tanto en ataque como en defensa, de esta forma siempre serás un luchador equilibrado y sabrás bien cómo actuar dependiendo de la situación.
Cuando te enfrentes a dos rivales a la vez nunca les pierdas de vista, observando bien sus movimientos siempre podrás adelantarte a ellos y contraatacar con más efectividad.
El que tenía a su derecha fue el primero en lanzarse con intenciones de asestarle un gancho hacia arriba, Frank esquivó ese ataque con suma facilidad para luego bloquear al de la izquierda, que pretendía pillarle desprevenido, y asestar justo después un seco golpe en la parte baja del cuello de su atacante.
Un seco golpe a la altura baja del cuello siempre pondrá fuera de combate a un adversario que no sea lo suficientemente ágil; no es un golpe letal, pero bien dirigido consigues interrumpir de golpe la circulación de la carótida, provocando un ligero desvanecimiento que no deja ningún tipo de repercusiones negativas en el que lo recibe.
El primero cayó al suelo inconsciente y Frank apartó de un ligero empujón al poni que le amenazaba como medida disuasoria; y funcionó, puesto que al ver como su compinche caía de esa forma se acobardó y salió corriendo para evitar su misma suerte, dejando a Low Trap desprotegido.
-¡¿A dónde vas, cobarde?! ¡Vuelve aquí!
-Él no es el cobarde aquí, tan solo sabe lo que le conviene, tú eres el cobarde, Low Trap, no te confundas.
Al verse solo quiso retirarse rápidamente, pero Frank no le dejó, encarándole él esta vez.
-Escúchame bien, Low Trap, como ves no soy ningún miedica, estoy harto de que me ningunees, y no pienso dejar que sigas así.
-Tú no me das órdenes…-masculló el orondo poni, ocultando como podía el canguelo que sentía.
-Oh, pero no te lo estoy ordenando, te lo estoy pidiendo de buenas a primeras… así que sé bueno ¿vale? No quiero volver a tener que vérmelas contigo.
Esa tesitura, mezclada con el hecho de que nunca se hubiera esperado que Frank llegara a responderle de esa manera, le hizo replantearse el volver a meterse con él. Y la idea declinó aún más al ver que uno de sus matones seguía aún en el suelo sin moverse siquiera.
-E… está bien, pero no me hagas daño, por favor…
-Muy bien ¿ves? No era tan difícil.
No hizo falta decir mucho más, aunque en ese justo momento el poni al que antes dejó KO despertó y salió corriendo en cuanto cruzó la mirada con Frank; Low Trap aprovechó la coyuntura para salir tras él y alejarse de Frank, el cual se quedó solo en el callejón en menos de cinco segundos, tiempo más que suficiente para hacerle pensar.
Hasta ahora no había llevado a la práctica todo lo que Midnight y Skipper le habían estado enseñando durante las últimas semanas; tampoco le había sido necesario, Low Trap le había estado atosigando igualmente, aunque esa vez había logrado cansarle, de ahí a que decidiera responder de una vez. Y ahora que lo había hecho se sentía un poco más seguro y confiado consigo mismo. Ya no tendría que depender de sus amigos o que estos tuvieran que defenderle sin que él no hiciera nada por evitarlo. Y, por supuesto, por eso mismo había decidido empezar a entrenar.
Una vez que estuvo del todo aclarado se puso en marcha enseguida al oír las campanadas del reloj de la plaza indicando y cuarto, recordándole que había quedado con Sweet.
-Oh, mierda, creo que ya llego tarde…
La poni ya le estaba esperando sentada en el sitio de siempre, en cuanto llegó se sentó casi al mismo tiempo que masculló.
-¡Ya estoy aquí!
-Bueno, tranquilo, al menos has aparecido… ¿Qué te ha pasado que has tardado tanto?
-Oh, no ha sido nada, he estado hablando un poco con un compañero antes de irme y se me ha ido el santo al cielo…
Sweet le miró detenidamente, casi estudiándole, y fue entonces cuando reparó en cierto detalle en su ropa.
-Ey ¿y esto?
Frank miró hacia donde ella le señalaba y vio que en su manga izquierda se había quedado la marca de un casco; recordó en ese momento que cuando bloqueó el ataque del segundo matón de Low Trap había usado el brazo para pararlo, de ahí la marca en la camisa. Y se acentuaba aún más al ser ésta blanca.
-Anda, ni lo había visto… debieron de manchármela cuando salimos de clase…
-¿Y a esa altura? Si hubiera sido yo, tendría un pase, pero no hay más ponis que sean tan altos como yo… a no ser que alguien se alzara sobre sus patas traseras, en ese caso sí, pero ¿para qué querrían hacer eso si estaban saliendo de clase?
Ambos se miraron por unos breves segundos que parecieron horas; Frank tenía que admitirlo, era imposible ocultarle algo a Sweet, y la mirada que le estaba echando le hacía imposible poner más pretextos, por muy elaborados que estuvieran. Para entonces la poni había empezado a deducir un poco más y le miró ceñuda, llegando a preguntar.
-Frank ¿Qué ha pasado?
Antes de que pudiera rendirse en sí, ya lo había hecho, contándoselo todo en menos tiempo de lo que él mismo hubiera esperado. La revelación dejó un tanto chocada a Sweet, la cual inquirió.
-¿Qué estás entrenando con la guardia? ¿Y sólo para eso?
-Pues claro ¿Qué querías que hiciera? ¿Que me dejara mangonear como hasta ahora dependiendo de Brave y Strong? De eso nada…
-Pero Frank, ya hemos hablado de todo esto ¿realmente quieres entrar en su juego y ponerte a su mismo nivel?
-Sweet, comprendo que te preocupes por mí, pero si no lo hubiera hecho me hubiera seguido atormentando. Puede que ahora se lo piense dos veces antes de volver a meterse conmigo, puede que incluso deje de meterse conmigo ¿realmente quieres comparar eso con una vida entera de burlas y mofas? Llevaba en ese plan desde que teníamos cinco años…
Ante ese argumento la poni se quedó un tanto pensativa, a lo que Frank siguió comentando.
-Además, no me he peleado con él, y ni falta que me ha hecho, se escudó en sus matones, como siempre hace, pero en cuanto dejé KO a uno, el otro…
-Espera, espera ¿qué? ¿Cómo que le dejaste KO? ¿Qué le hiciste?-inquirió ella, asustada.
-Nada realmente, una técnica que me enseñó la capitana de la guardia lunar, un rápido y seco golpe a la altura baja de la carótida que incapacita al que lo recibe.
El gesto de Sweet se arrugó en cuanto lo oyó, repentinamente preocupada.
-¡Cielo santo! ¿Y lo dices tan tranquilo? ¡Pero Frank, te puede caer una buena por eso! ¿Y si se lo cuenta a sus padres, o a la directora de la escuela?
-¿Y qué le van a contar, que me defendí porque ellos me amenazaron? No seas ridícula, Sweet…
-¿Pero no te das cuenta que pueden usarlo contra ti? ¡Hasta ahora no habían hecho nada más que meterse contigo, pero no golpearte ni nada parecido! ¡Ahora ha sido tú el que ha atacado, pueden culparte de que fuiste tú el que atacó sin razón!
-¿¡Qué?! ¡Pero si son ellos los que siempre se han metido conmigo, todo el mundo lo sabe!
-¡Más razón aún, todo el mundo creerá que lo hiciste por rencor!
-¡Pero vamos a ver, Sweet, eso es absurdo!-exclamó Frank, levantando de golpe la voz sin ni siquiera darse cuenta.
Debido a esto, la poni se sobresaltó, ya que no se esperaba una reacción así por su parte; de hecho, era la primera vez que la gritaba o levantaba la voz de alguna u otra manera. Frank se dio cuenta de esto y procedió a disculparse enseguida.
-Lo… lo siento, Sweet, no era mi intención gritarte, yo…
-No, tranquilo, no pasa nada, si lo entiendo, pero es que… me preocupo por ti, Frank, no quiero que cometas ninguna tontería-murmuró Sweet por lo bajo, mirándole con gesto solemne.
-Lo sé, y no creas que no lo valoro, pero estoy cansado de ser el blanco de ese poni gordo y sus matones…
Antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada más, Joe se presentó con el pedido de siempre.
-Aquí tenéis, chicos.
-Gracias, Joe.
Por primera vez entre los dos se instaló un denso e incómodo silencio mientras atacaban los primeros donuts; parecía que ninguno de los dos se atevía a romper el hielo después de ese abrupto suceso, aunque finalmente Frank decidió hablar sobre lo que ocurrió.
-Entonces… ¿crees que esos imbéciles podrían acusarme de haberles hecho daño?
-Hombre, si son lo suficientemente listos como para comprenderlo, sí… aunque teniendo en cuenta que se trata de Low Trap y los suyos, en ese caso no lo creo. Aun así debes ir con cuidado, Frank…
-Tranquila, este entrenamiento sólo es para poder defenderme en caso de lo que necesite, nada más… aunque eso sí, te agradecería que no se lo dijeras a nadie, por favor, prefiero mantenerlo en secreto-añadió él, algo inquieto.
-Está bien, no diré nada a nadie.
-Gracias Sweet, sabía que podía confiar en ti…
Frente a eso la poni le dedicó una dulce sonrisa y él la devolvió el gesto, al tiempo que el ambiente se relajaba un poco más. Ambos siguieron hablando de otras cosas mientras dejaban pasar el tiempo. Afuera, todo Canterlot seguía con sus quehaceres.
Para suerte de Frank, Low Trap no volvió a meterse con él después de ponerse a la defensiva, cosa que agradeció enormemente. Las siguientes semanas fueron de las más tranquilas en mucho tiempo, pudiendo notarlo enseguida. Los recreos eran mucho menos estresantes y podía pasar tiempo con Sweet, Brave y Strong, los cuales ya no tenían que defenderle más. No obstante Sweet guardó con celo el secreto de Frank tal y como él se lo pidió, al tiempo que seguía con su entrenamiento.
La vida parecía mejorar para Frank, y las cosas no podían irle mejor; ahora que Low Trap había dejado de meterse con él, era como si todo adquiriera un nuevo cariz. Sus amigos seguían ahí a su lado, su madre y su familia también y él no podía sentirse mejor. Y, para rizar el rizo, esa misma semana se iba a dar el día de la Apreciación Familiar, en el cual todos los alumnos traerían a sus padres para que estos hablaran sobre sus trabajos y talentos, en un ambiente familiar y festivo que duraba toda la semana.
Frank le pidió a su madre ir y Luna aceptó encantada, buscando un hueco en su agenda y encontrándolo para ese mismo miércoles. Durante el resto de días previos, muchos padres de otros potrillos fueron desfilando por el estrado, viendo de todo; Sweet trajo a su padre para exponer, al principio quería optar por su madre, pero esta se encontraba ocupada modelando durante toda esa semana, por lo que su padre era su única opción. Y tampoco fue tan malo, ya que Fancy Pants expuso de forma amena y divertida su trabajo como presidente de la Cámara Alta. Strong y Brave optaron también por su padre, el cual trabajaba en la reserva de los Wonderbolts como pegaso de apoyo por si algún volador quedaba incapacitado; aunque así en frío no sonaba muy interesante, éste hizo que lo fuera, siendo una muy buena exposición. También llegó a ver al padre de Low Trap, el cual era un hombre de negocios que se dedicaba al comercio externo con otros países y reinos adyacentes a Ecuestria; en esa temporada se encontraba haciendo negocios con comerciantes de Saddle Arabia y trajo muestras de productos que sólo se conseguían allí, dejando una muy buena impresión.
Frank aguardó con impaciencia al miércoles mientras que los demás padres iban pasando ante sus ojos. Aunque enseguida se percató de cierto detalle del que nunca antes había reparado, ni siquiera pensado; la gran mayoría de los ponis tendían a traer a sus padres, y de vez en cuando a sus madres, aunque los padres eran los que más imperaban. A lo largo de los dos primeros días llegó a ver de todo, cosa que le gustó, aunque sin embargo no pudo evitar pensar en una triste realidad: no tenía padre. Todos los demás ponis podían alegrarse y dar a conocer a sus padres, pero él no tenía esa oportunidad. Cierto era que tenía una madre genial, princesa ni más ni menos, y eso lo hacía el doble de genial; pasaba tiempo con ella siempre que podía, era muy cariñosa con él y todos los días le probaba un amor incondicional. Pero el saber que no tenía un padre con quien compartir esos tan buenos momentos, le dejó un tanto afligido.
-Hey, Frank ¿a qué viene esa cara?-inquirió en ese justo momento Brave.
-Sí, hacía tiempo que no ponías una así…-recordó por su parte Strong, pensativo.
-Eres de lo más sutil, Strong…-suspiró Sweet, algo molesta por su poco tacto.
-Ah, no es nada, es solo que… pensaba en la exposición de mi madre de mañana, eso es todo-murmuró él, con voz queda.
-¿Y que tiene eso de malo?
-Sí, de hecho deberías estar emocionado…-apuntó Brave.
-Y lo estoy, es sólo que…
Por un momento se quedó callado y los demás esperaron su respuesta, la cual no tardó demasiado en llegar.
-Para venir ha tenido que hacer un esfuerzo, y no me gusta tener que molestarla. Sé que tiene una gran responsabilidad como princesa, y no quiero interponerme en eso.
-Ah, bueno, pero eso no tiene nada de malo…
-Sí, lo de mañana es solo un día, y por unos cuantos minutos, no creo que a tu madre le importe mucho… no lo pienses más, lo piensas demasiado…-comentó Strong.
-Sí, supongo que sí…
Frank sabía que para Strong y Brave esa explicación sería más que suficiente; pero también sabía que para Sweet no, y así fue, puesto que esa misma tarde después de clase y mientras se dirigían a la pastelería, ella inquirió.
-¿Y bien? ¿Me vas a explicar realmente lo que te pasa?
-Sí, sí… agh, me conoces demasiado, Sweet.
-Sí, tengo esa suerte…-rió ella, divertida.
No tuvo más remedio que explicarla lo que había pensado, y la poni no tardó nada en opinar.
-Mira, por una vez voy a darle la razón a Strong; lo piensas demasiado, Frank…
-Ya, bueno…
-Por un lado entiendo que eches en falta un padre, pero dime algo ¿te falta cariño en casa?-inquirió ella, en un momento dado.
-No, no realmente, mi madre me quiere un montón, y yo a ella también… y no solo ella, sino que también está mi tía Celestia, mi primo Blueblood o Trixie…
-En ese caso no tienes por qué sentirte mal por el simple hecho de no tener padre… tampoco quiero decir que esté bien no tener uno ni nada parecido, ya te digo que por un lado comprendo que lo hayas pensado, pero aun y con todo, tienes a otros ponis que se preocupan por ti. Y, por supuesto, tienes a Brave, a Strong… y me tienes a mí también.
Las palabras de Sweet sonaron fuertes y seguras, y ese último comentario hizo enrojecer ligeramente a Frank; giró la cabeza y vio a la unicornio sonriéndole ampliamente, con un ligero rubor carmesí en sus mejillas que se apañó en ocultar. El chico no lo dudó ni un instante y le devolvió el gesto en forma de otra amplia sonrisa, diciéndoselo todo en nada y haciéndole olvidar a Frank las penas.
Aun así, aunque en su momento decidió no volver a pensar en ello, ese sentimiento de vacío volvió a estar presente en el mismo día en el que su madre exponía; antes de ella hubo un par de padres de dos de sus compañeros, y al final de cada exposición cada uno salió al estrado para darles un sentido abrazo. Casi sin poder evitarlo, Frank se imaginó a sí mismo haciendo lo mismo a una figura que apenas pudo dar color ni forma.
Aunque esas dudas se disiparon temporalmente en cuanto vio a su madre entrando en el aula; su sola presencia de por sí intimidaba y llamaba tanto al silencio como al respeto, algo que siempre le gustó en ella, dándole un aire regio muy distinto al que usualmente él veía todos los días en casa.
-Y ahora tenemos con nosotros a, ni más ni menos que a la princesa Luna, la madre de Frank. Cuando usted quiera, alteza-indicó Chase Winter.
Luna se subió al estrado y miró primero a su hijo, el cual la observaba emocionado y expectante; sin más dilación, comenzó a hablar.
-¿Cuántos de los aquí presentes os gustaría ser príncipes o princesas?
Esa pregunta cogió con la guardia baja a todo el mundo; algunas potras levantaron sus cascos sin dudar, otras parecían más indecisas, mientras que el resto de la clase se mantuvo sin contestar. Ningún potro levantó el casco.
-Vale, y de los que sí quieren serlo ¿qué creéis que es ser princesa?
Al principio las potras se quedaron calladas y sin saber bien qué decir, aunque una se envalentonó e inquirió.
-¿Vivir en un palacio y tener ponis que te sirvan?
Ante eso, otras también se animaron y empezaron a exponer sus cuestiones.
-¿Tener bonitos vestidos?
-¿Tomar el té todos los días?
-¿Salir a jugar por las mañanas?
Luna no pudo evitar reírse tontamente ante todas esas cuestiones, momento que aprovechó para hacer un inciso.
-Vaya, ojalá fuera así de sencillo… pero no, ser princesa es mucho más que eso. Supone tener que hacer siempre lo correcto para que todos los ponis vivan contentos y felices. No es sencillo ser una princesa, y a veces te encuentras con que no siempre lo fácil o lo cómodo es lo correcto. Ser princesa requiere de sacrificio, constancia y trabajo duro. Comprendo que tengáis esa visión de nosotras, después de todo sois muy jóvenes. Pero no estoy aquí para sermonearos sobre la responsabilidad, no, estoy aquí para enseñaros lo que significa ser una princesa. Y para que lo entendáis un poco mejor, vamos a hacer entre todos una petición formal.
A partir de ahí, Luna transformó la exposición en una suerte de clase interactiva en la que estuvo enseñando a los potros cómo redactar una petición expresa que luego tenían que intercambiar entre ellos para luego hacerla efectiva, emulando de forma muy básica y explicativa el trabajo de princesa. Fue diferente al resto, y además gustó, por lo que Luna recibió una gran ovación, sobre todo por parte de su hijo.
Aun y con todo, durante el resto del día aparecieron más padres, y a veces hasta padres y madres juntos, cosa que no hizo más que acentuar ese sentimiento de vacío que Frank experimentaba cada vez veía una escena familiar completa. Trató de no pensar más en ello, como bien le dijeron tanto Sweet como Strong, pero se mantuvo ahí, haciéndole compañía durante el resto del día hasta el mismo momento de ir a la cama.
Luna siempre le daba el beso de buenas noches antes de acostarse, el tiempo de lectura de cuentos ya había pasado, pero el beso nunca faltaba. Fue en ese instante cuando notó que algo molestaba a su hijo.
-Hey, cielo ¿Qué te pasa?
-¿Eh? No, nada…
-Vamos, tu madre es vieja pero no tonta, algo te molesta… ¿no te ha gustado mi exposición?
-No, no es por eso… quiero decir, la exposición ha sido genial, tú eres genial, mami, es solo que…
Luna le sostuvo una suave y firme mirada, sin tener que decirle nada más; Frank, por su parte, esbozó un gesto preocupado hasta que finalmente habló.
-Verás, mami, es que… he estado pensando que… bueno…
-Eh, tranquilo cariño, sabes que puedes contarme lo que sea, sin miedo. Soy tu madre y te voy a escuchar siempre.
Las tranquilizadoras palabras de Luna calmaron un poco a Frank, el cual, tras hacer una pequeña pausa, reordenó sus pensamientos y optó por explicarla un poco lo que le inquietaba.
-Verás, durante todo el día he visto a padres y madres de todo tipo, todo el mundo tenía una familia y eran felices. Sé que somos una familia, y yo te quiero un montón, mami, pero al ver a los demás con sus padres me… me han dado envidia.
Ante eso, Luna abrió los ojos en un gesto chocado, sin entender del todo por qué lo decía.
-¿Envidia? ¿Y por qué envidia, cariño?
-Pues porque… ellos tenían padres, aparte de madres. Por eso.
Fue entonces cuando comprendió del todo lo que la quería decir, la realidad la golpeó en la cara como un mazazo directo. Frank la estaba pidiendo un padre. Justo lo que no tenía.
-Ah. Bueno, cielo, entiendo por qué me lo dices, pero… no tienes por qué sentir envidia de esos potros. Me tienes a mí, a tu tía, y a tus primos… no estás solo, cariño.
-Lo sé, mami, lo sé, y os quiero a todos, de verdad.
Luna quiso decirle algo sin tener que recurrir a usar la palabra padre, pero no quiso recalcarle lo que era más que evidente. Aun así, le dio las buenas noches, junto con su correspondiente beso, y cerró la puerta tras de sí. Una vez sola, se permitió el lujo de soltar un preocupado suspiro.
-Un padre…
Y lo más gracioso de todo era que, de alguna forma, era cierto. Frank no tenía padre, había crecido sin una figura paterna, asumiendo ella el resto de funciones. En su momento llegó a pensarlo, cuando Frank solo era un bebé, pero apenas le dio mayor importancia. Ahora ese pequeño detalle le había estallado en toda la cara, y ni siquiera le había podido dar a su hijo una respuesta satisfactoria.
Preocupada, fue a la habitación de su hermana para hablarlo con ella, explicándola lo que había pasado. Una vez que estuvo enterada, Celestia opinó enseguida.
-Comprendo tu preocupación, Luna, todo potro necesita una figura paterna en la que apoyarse…
-¿Crees que lo he hecho mal entonces? ¿Debí haberle dado un padre en su momento?-inquirió su hermana, con tono nervioso.
-A ver, a ver, espera, no saques conclusiones precipitadas. Como madre lo has hecho estupendamente, Luna, Frank te adora, es imposible que lo hayas hecho mal…
-Ya, pero entonces ¿por qué me pide un padre justo ahora? No puedo evitar pensar en que tiene razón, ha crecido sin uno…
-Sabes que hay otras madres o padres que son perfectamente capaces de criar a un potrillo sin necesidad de casarse o tener pareja.
-Ya, pero aun así… ¿qué puedo hacer, Tia? Quiero que sea feliz y no le falte de nada.
Ante esa tesitura, Celestia dejó escapar un leve suspiro, con gesto pensativo. Finalmente, tras un rápido cavilo, se pronunció.
-Tal y como lo veo yo, has sido capaz de criarle tú misma sin la ayuda de nadie más. Pero si consideras que necesita un padre, en ese caso dáselo.
-Por supuesto, lo haré. Aunque, bueno…
-¿Sí, Luna?
-Lo cierto es que no conozco a nadie, es decir…
Celestia esbozó una graciosa sonrisa al ver lo que su hermana pretendía decirla, por lo que la comentó.
-Bueno, bien puedo ayudarte, conozco a muchos ponis, podemos buscar a alguien para ti…
-Gracias, Tia…
-Esto es gracioso, jamás pensé que llegaría a ayudarte a buscar un pretendiente…
-¡Oye, no tiene gracia, lo dices como si no fuera capaz de hacerlo yo misma!
-Tranquila, tonta, sólo bromeaba…-murmuró su hermana, sacándola la lengua con gesto divertido.
Ante eso Luna dejó escapar un gesto cansado, pero aun así se lo agradeció igualmente.
-Lo que sea por ti, Luna, ya sabes que ahora solo quiero lo mejor para ti y mi familia…
Ambas se dieron un fugaz abrazo y Luna se retiró a su habitación, pasando previamente por la de Frank y asomándose un poco para comprobar como estaba. Su hijo dormitaba tranquilamente, respirando suavemente y sin preocupaciones de ningún tipo.
-Duerme, cariño… te daré un padre, te lo prometo-pensó ella, antes de cerrar la puerta y dirigirse hacia su habitación.
Afuera, un cielo estrellado coronaba Canterlot.
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