Amor de madre [Slice of life]

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Sg91 » 11 Mar 2015, 23:57

Capítulo 29

Diez


A veces Frank prefería saltarse los recreos; un buen descanso nunca estaba de más, pero cuando dicho descanso se transformaba en un infierno, las cosas cambiaban. Demasiado.

-Hey, Frank, se me hace raro no verte trepando cual mono… ¿estás seguro de que no eres un mono?

-Déjame en paz, Low Trap…

-¿Por qué? ¿No quieres hablar conmigo? Es una pena que todavía a estas alturas no sepas lo que eres, yo solo te quiero ayudar…

-Tú no me quieres ayudar… nunca quieres ayudar.

-¿Ah, no?

-No, y lo sabes…

Frank sabía cómo tenía que comportarse en situaciones como esas, lo había hablado más veces con su madre e incluso con Chase Winter; ambas coincidían en que la ignorancia era la mejor arma, pero algo así no funcionaba con alguien como Low Trap. El gordito, como siempre le llamaba Frank a espaldas, necesitaba llamar desesperadamente la atención, y por desgracia sabía que meterse con él era la opción más inmediata y divertida. Por su parte Frank intentaba por todos los medios de ignorarle, pero el poni de las arreglaba para, irónicamente, calentarle los cascos. Su madre siempre le había enseñado a ser tranquilo y calmado, pero hasta alguien como Frank tenía sus límites.

-Pobre Frank, debe ser duro no saber lo que eres; porque claro, yo soy un poni, todos aquí somos ponis, pero… tú no. Qué pena, ¿verdad?

Aun y con sus diez años hace poco cumplidos, para Frank esa era su mayor pregunta, incluso un tema tabú; nadie le daba importancia salvo Low Trap y sus amigotes, que era una de sus tantas bazas que utilizaban para meterse con él. Por un momento notó como una furia que normalmente él mismo solía acallar comenzaba a bullir, con intenciones de contestarle. Pero antes de que pudiera expresarse, dos ponis familiares aparecieron de improviso, encarando a Low Trap y sus matones.

-¿Otra vez volviendo a las andadas, Low Trap?

-Huy, sí, parece que no ha tenido suficiente después de la última vez…

-Oh, vosotros dos otra vez… ¿así es como te defiendes, Frank? ¿Escondiéndote detrás de tus amiguitos?-le espetó el poni bravucón.

-¡Cierra la boca, Low Trap, si estamos aquí es porque queremos!

-¡Sí, los amigos están para apoyarse los unos a los otros!

-Bah, tanta palabrería barata… no sé para qué os juntáis con él, la verdad…

-¡Porque es nuestro amigo!-masculló Brave Wind, adelantándose.

Antes de que pudiera encarar a Low Trap, uno de sus amigotes se interpuso, retándole con la mirada. Sin embargo, Frank habló.

-¡Espera, Brave, no merece la pena, no tenéis por qué hacer esto por mí!

-¿¡Bromeas, Frank?! ¡No hace más que hacerte la vida imposible!

Ante eso el chico no dijo nada, tan solo bastó una mirada suya para que el poni desistiera de sus actos; en ese justo momento, el estridente sonido de la campana se oyó por todo el patio, anunciando el fin del recreo.

-Vámonos chicos…

Tanto Low Trap como sus amigotes se retiraron, dejando solos tanto a Frank como a Brave y Strong. Ambos pegasos miraron de hito en hito a su amigo, el cual bajó la vista.

-Intentábamos ayudarte, Frank…

-Lo sé, lo sé, es solo que… no puedo evitar pensar que ese poni gordo tiene razón. Dependo demasiado de vosotros, chicos, y no quiero aprovecharme de eso…

-No digas tonterías, sabes que siempre estaremos ahí-le recordó Brave.

-Sí, da igual lo que esa bola de grasa con cola diga, estamos dispuestos a defenderte.

Frank no pudo evitar esbozar una agradecida sonrisa, aunque por otro lado sentía que depender así sin más de ellos estaba mal.

-Venga, volvamos a clase…

Las cosas en la escuela iban mejor. O al menos casi mejor. El resto de ponis ya se habían acostumbrado hace tiempo a su presencia y la mayoría le trataban como a uno más; aunque para ponis como Low Trap eso no se aplicaba. Desde aquella vez que se metió con él hace ya cinco años, en la cual había acabado escaldado, se la tenía jurada de una forma bastante personal y desde entonces siempre buscaba algún pretexto para meterse con él. Aun a pesar de ser un poni orondo y poco atlético, conseguía sobreponerse por la fuerza ante los demás, y casi siempre usando a sus amigotes en vez de hacer las cosas por sí mismo. En sí el poni no tenía ni media torta, pero el resto de sus amigotes se encargaban de tapar sus debilidades por él. Frank siempre trataba de ignorarle, pero él siempre se las apañaba para hacerle hablar o entrar en su juego, lo que al final generaba discusiones por su parte y tanto Brave como Strong se encargaban de sacarle las castañas del fuego. Frank siempre les agradecía los gestos de apoyo, pero ya llegaba un punto en el que lo evidente se hacía notar demasiado.

Por otro lado la escuela le iba bien, era un chico aplicado y eso se traducía casi siempre en buenas notas y progresos adecuados para un chico de su edad. Las tardes pasaban rápidamente y tras el fin de la jornada él y Sweet siempre se iban a tomar algo a la pastelería de Joe antes de volver a casa. La época del parque y las meriendas acompañados de sus padres había pasado hacía tiempo, ahora todos preferían ir más por su cuenta, la mayoría de los ponis regresaban a casa ellos solos, los padres no se pasaban ya por la puerta para ir a recogerlos y todos querían comportarse más como ponis mayores.

-¿Cansado?-inquirió en ese momento Sweet, poniéndose a su lado.

-Sí, supongo que sí…

Ese era quizás su momento preferido del día, el momento en el que desconectaba, pensaba en nada y se alejaba de todo. Y, por supuesto, en compañía de Sweet, prácticamente su primera amiga.

-Strong y Brave me han contado que Low Trap ha vuelto a meterse contigo… no deberías pensarlo tanto…

-¿Y eso por qué?-inquirió él, mirándola con gesto taciturno.

A eso, la alta poni le miró con gesto inquisitivo antes de contestarle.

-Lo sabes perfectamente, Frank…

-Ah, dame un respiro, por favor…

Las calles de Canterlot parecían ser más pequeñas ahora que era más alto y más mayor, como si todo a su alrededor adquiriera una nueva perspectiva; los vecinos de alrededor charlaban, atendían sus quehaceres, caminaban apresuradamente y pensaban en sus propias cosas. Al menos ahora él podía pasar a su lado sin que media calle se quedara mirándole fijamente. Eso le reconfortaba, pero aun así sabía que él era el único diferente.

-Dependo demasiado de ellos, Sweet… siempre que ese poni gordo viene a incordiar, ellos tienen que lidiar con él. Sé que son mis amigos, pero aun así… siento como si me estuviera aprovechando de ellos.

-Tonterías… siempre has dicho muchas tonterías, Frank…

-Vale, lo que tú digas…

Sweet no era de esas ponis que se pusieran pesadas ni nada parecido, y nunca habían llegado a discutir realmente, por lo que lo dejaron ahí, principalmente porque ya habían llegado a la pastelería y tenían a Joe justo delante.

-Buenas tardes Frank y Sweet ¿lo de siempre?

-Sí, gracias Joe.

Ambos se sentaron en una mesa mientras esperaban a que les trajera su pedido; habían hecho una costumbre el ir allí después de clases, por lo que ni hacía falta preguntar.

-Y cuéntame, aparte de eso ¿qué tal el día?

-Bien, como siempre, la mañana fue un poco aburrida en clase de historia, pero luego hubo gimnasia y me pude despejar un poco ¿y tú?-inquirió él.

-Pues como tú, ya sabes que no puedo con los números… pero luego en lengua la cosa mejoró.

Con el paso de los cursos, los dos acabaron separándose irremediablemente y acabaron en distintas clases, ya que la plantilla escolar tiende a moverse mucho de un curso a otro; pero eso no fue ningún impedimento y casi siempre se solían encontrar en los recreos o por los pasillos. Y, por supuesto, después de clase. En ese momento Joe llegó con su pedido, un surtido de donuts bañados en distintos sabores y dos tazas de chocolate.

-Aquí tenéis, chicos, disfrutadlo.

-Gracias, Joe…

Había algo especial en los donuts que hacía Joe, eso desde luego; quizás fuera el glaseado que siempre les ponía, espolvoreado en una fina capa de azúcar en polvo, o tal vez fuera el sirope en el que los bañaba, que solía ser de casi cualquier sabor que se preciara. Fuera lo que fuera, tenía encandilado a media juventud de Canterlot, y últimamente la pastelería de Joe era el centro en el que pivotaban todos los ponis de su edad, y más mayores incluso.

Disfrutaron del refrigerio tranquilamente mientras hablaban de naderías; rara vez había silencios incomodos entre los dos o se quedaban callados sin decirse nada, siempre tenían algo de lo que hablar. Aunque por desgracia la tarde no era eterna y cada uno tenía que volver a su casa, ya que había tareas pendientes por hacer. Pagaron por los donuts y se despidieron junto a la puerta.

-Bueno, pues nos vemos mañana.

-Sí, hasta mañana, Sweet.

-Hasta mañana Frank.

Cada uno tomó una dirección distinta, la poni se fue calle arriba mientras que Frank tomó dirección hacia la calle principal que cortaba perpendicularmente la ciudadela. Siempre la tomaba como referencia, ya que teniéndola en cuenta era casi imposible perderse, sobre todo para volver a casa. Tan solo tenía que ir todo recto por la larga y ancha calle hasta la verja del palacio, apenas tardó poco más de quince minutos en llegar.

En cuanto alcanzó la verja, los dos guardias unicornios que la custodiaban se la abrieron al tiempo que le saludaban cortésmente.

-Buenas tardes, alteza.

-Buenas, chicos.

Cruzó el sendero de piedra que separaba la verja del portón principal y, una vez frente a este, hizo mano de una de las aldabas más pequeñas para llamar. No tuvo que esperar mucho más antes de que la señora Key le abriera la puerta.

-Buenas tardes, alteza ¿qué tal en la escuela?

-Hola señora Key… bien, como siempre.

-Me alegro…

-¿Y mi madre?

-Está en su despacho, trabajando.

-Vale, me pasaré ahora a saludarla.

-¿Quiere que le lleve sus cosas a su habitación?

-No, no hace falta, ya voy yo.

Frank siempre evitaba cargar de trabajo al servicio y tendía a hacer las cosas él mismo y por su cuenta, sobre todo porque así se lo enseñó siempre su madre. Su habitación se encontraba en el último piso, antes era una de las habitaciones de invitados, pero se acondicionó especialmente para Frank en cuanto creció. Una vez que dejó sus cosas allí y se puso cómodo, fue a al despacho de su madre, que estaba a unas pocas puertas de distancia de la suya. Entró en él sin llamar, para darla una sorpresa.

-¡Hola mamá, ya estoy en casa!-exclamó él, lanzándose a su cuello.

-Hola cariño ¿qué tal en la escuela?-inquirió ella, dejando de trabajar.

-Bien, como siempre…-murmuró el chico, dándola un beso en la mejilla.

Por su parte, su madre le respondió el gesto frotando su hocico contra su cabeza.

-¿Te han dado tarea hoy?

-Sí, claro.

-Pues entonces ya sabes lo que tienes que hacer…

Ante eso Frank asintió sin decir nada más y volvió a su habitación, poniéndose a hacer su tarea a no más tardar. Desde que empezó dando clases con su madre había demostrado ser un chico aplicado en sus estudios, siempre que le mandaban deberes para hacer en casa él los hacía sin apenas dilación. Esa buena costumbre le aseguraba mucho más tiempo libre por las tardes, el cual siempre usaba para leer, jugar a su aire o pasar tiempo con su madre.

Esa vez prefirió jugar por su cuenta, sacando su juguete favorito y divirtiéndose él solo. Por su octavo cumpleaños le llegaron a regalar un tren de madera con un circuito propio tan largo como la propia sala del trono; podía montarse en círculo, siendo capaz de dar la vuelta a la estancia dos veces, y puesto en línea recta abarcaba todo los pasillos centrales de cada piso, que eran casi tan largos como la propia sala del trono. Aunque esa vez optó por algo más distinto. Usando la escalera como rampa, colocó el circuito de manera que serpeara desde la última planta para ver hasta dónde podía llegar. Lo colocó de manera elíptica, con amplias curvas, para que el tren no volcara o descarrilara durante la bajada. Usando todas las piezas pudo llegar hasta la primera planta, de las seis en total que había.

-Genial… voy a probarlo-pensó Frank.

Una vez que el circuito estuvo listo subió de nuevo hasta la última planta, donde el tren esperaba; lo colocó sobre los raíles de madera y lo dejó deslizarse hacia abajo. El grado de inclinación de los escalones hizo el resto y el tren cogió velocidad suficiente, consiguiendo salvar los descansillos y acelerando conforme iba bajando. Frank fue tras él, observando su bajada. Las amplias curvas evitaron que el tren se inclinara más de lo necesario y mantuvo el ritmo en todo momento, bajando las escaleras en menos de dos minutos y llegando hasta el primer piso enseguida. Sin embargo el fin de la línea no le detuvo y el tren rodó por el suelo en dirección hacia uno de los huecos de la balaustrada que daba al patio de armas.

-¡Agh, no!-exclamó Frank, echando a correr para tratar de alcanzarlo.

El niño se forzó a correr para llegar a tiempo, el tren alcanzó el borde, llegando a inclinarse hacia abajo debido al peso; sin embargo Frank se lanzó hacia delante con el brazo extendido, llegando a alcanzarlo justo a tiempo de que se callera. El niño suspiró aliviado por haber salvado su juguete favorito, aunque en ese momento un grito proveniente el patio le llamó la atención.

-¡Venga, tropa, no os durmáis, quiero ver cómo os movéis!

Frank se levantó y se asomó un momento entre los huecos para ver mejor lo que pasaba allí abajo; vio entonces a dos pelotones tanto de la guardia solar como de la lunar entrenándose, luchando entre sí mediante lanzas de madera. Eran supervisados tanto por Cloud Skipper como por Midnight Blossom, los ahora capitanes de sus respectivas guardias.

-¡Vamos, muchachos, haced que vuestra mami se sienta orgullosa!-exclamó Midnight, con firmeza.

-¡Quiero ver acción, no ballet, demostradme que tenéis agallas!-hizo lo propio Skipper.

Dado a que a Shining Armor le costaba mucho coordinarse entre ser el capitán de la Guardia Real de Canterlot y la del imperio de Cristal, decidió descargarse un poco de trabajo, cediendo su puesto al que entonces era su segundo al mando, Cloud Skipper, siendo él ahora el actual capitán de la Guardia Real. Por parte de Midnight ella misma acabó ascendiendo tras varios años siendo subcapitana, siendo Luna la que le adjudicó el puesto en cuanto el antiguo capitán se retiró. Ahora ambos dirigen y coordinan ambas facciones de la Guardia Real, combinando los entrenamientos de cada uno para aumentar la experiencia de los soldados.

Por su parte, Frank observó atentamente los movimientos de los guardias que se estaban entrenando; todos ellos se movían con gran destreza, demostrando una gran fuerza y tesón cada vez que las lanzas chocaban entre sí. Y no sólo eso, sino que también combinaban movimientos de corto alcance y cuerpo a cuerpo además de la media distancia mediante las lanzas. Fue entonces cuando una idea surgió en la mente de Frank, calando rápidamente en él y decidiendo enseguida. Dejó el tren junto al circuito y bajó el resto de escaleras hasta donde se encontraban Midnight y Skipper, a los cuales se dirigió nada más llegar.

-¡Midnight, Skipper!

-¡Anda, Frank, qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?-inquirió el pegaso nada más verle.

-Oye ¿os puedo pedir algo?

-Claro que sí, lo que sea…-murmuró Midnight, sonriéndole gratamente.

-¿Podríais entrenarme a mí también?

Esa petición cogió por sorpresa tanto al pegaso como a la bat poni, los cuales se miraron por un momento un tanto confundidos.

-¿Entrenarte? ¿A ti? ¿Y cómo así?-quiso saber Midnight, extrañada.

-¡Es que he visto como se movían los guardias y he pensado que yo también quiero ser tan fuerte como ellos!-explicó él, todo emocionado y con mucha seguridad.

-¿Quieres ser guardia tú también?-supuso Skipper.

-¡Sí! Bueno, en realidad me da igual… ¡quiero decir, que quiero ser tan fuerte como ellos! ¡Por favor, Midnight, Skipper, entrenadme a mí también!

Los aludidos se miraron por un momento, diciéndose todo en nada; aunque antes de decidir nada, prefirieron ir sobre seguro.

-Por nuestra parte se refiere no hay problema, pero…

-… háblalo primero con tu madre y pídela permiso ¿vale?

Frank les miró con un gesto difícil de discernir, aunque al final acabó por comprenderlo y exclamó.

-¡Vale, ahora vuelvo!

El niño echó a correr, pensando en solo una cosa: encontrar a su madre. A esa hora de la tarde supuso que le encontraría en la sala de estar de la cuarta planta, donde normalmente suele pasar el tiempo cuando descansaba o no tenía nada que hacer. Y así fue, aunque se encontraba acompañada por su tía Celestia, Blueblood y Trixie.

-¡Mami, mami! ¿Puedo pedirte algo?-inquirió él, algo exaltado debido a la carrera.

-Claro, aunque respira primero, cielo…

En cuanto Frank recuperó el resuello decidió no andarse con rodeos y la pidió directamente.

-¿Puedo entrenar con Midnight y Skipper?

La petición fue recibida por una genuina sorpresa por parte de los presentes, seguida de confusión al poco rato por Luna, la cual miró a su hijo un tanto ceñuda.

-¿Entrenar? ¿Te refieres a entrenar como la guardia?-inquirió la alicornio oscura.

-¡Claro! ¡Quiero ser tan fuerte como uno, por favor mami, déjame entrenar con ellos!

En ese momento Celestia dejó escapar una risita divertida al tiempo que le preguntó.

-¿Tú también quieres ser guardia real, Frank?

-¡Sí! No, bueno, en realidad solo quiero ser más fuerte…

-¿Y eso por qué?-quiso saber Luna, con gesto no muy convencido.

Frank apenas tardó poco menos de cinco segundos en contestar, aunque su respuesta fue clara y contundente.

-¡Pues porque quiero saber más sobre luchar y hacerme así más fuerte! ¡Por fa, mami, por fa, déjame entrenar con ellos!

Luna aún se veía algo extrañada e insegura por esa repentina e insistente petición, sin saber bien lo que responderle; Celestia encontraba la situación particularmente graciosa, entendiendo en parte a su sobrino, aunque Blueblood fue el primero en postularse.

-Bueno ¿y por qué no? después de todo puedo entender por qué lo dice, todos los críos pasan por esa fase, yo también quería hacerme más fuerte cuando tenía su edad…

-Ya, Blueblood, pero estamos hablando de un entrenamiento militar, no de uno que le puedan enseñar en la escuela o en un gimnasio…-apuntó Luna, un tanto contrariada.

-En ese caso es aún mejor entonces, ese tipo de entrenamiento destaca por requerir de mucha disciplina y constancia, podría ser bueno para él-comentó en ese momento Celestia.

-¿Qué? Pero Tia…

-Vamos tía Luna, déjale que lo pruebe al menos… si realmente quiere ser más fuerte, lo hará igualmente, y puede que a la larga le venga bien y todo…

-Ya, cielo, pero tampoco vas a poner a entrenar a un potrillo de diez años con un pelotón militar…-opinó Trixie en ese momento.

-¿Y qué tiene de malo eso?

-¡En que tiene diez años! ¿Qué pinta con una tropa de sementales cuarentones?

-Estoy de acuerdo con Trixie, no lo veo apropiado para alguien de su edad…-asintió Luna, con gesto serio.

Al ver esto Frank se preocupó y decidió incidir un poco más.

-¡Jo, porfa mami, te prometo que me lo tomaré en serio, me haré más fuerte por ti, para protegerte!

Ese detalle emocionó particularmente a Luna, aunque aún seguía teniendo sus dudas. Aun así pudo ver un gesto decidido en su mirada que le decía que realmente quería hacer eso, y que se esforzaría al máximo por muy difícil o complicado que fuera. Miró después a su hermana, la cual mantenía la misma sonrisita divertida dibujada en su cara, llegando a mirarla de reojo diciéndoselo todo en nada.

Finalmente, y un poco a regañadientes, acabó cediendo.

-Bueno, vale, está bien… pero dile de mi parte a Midnight que no se exceda demasiado contigo.

-¡Genial, gracias mamá, eres la mejor!-exclamó Frank dándola un rápido abrazo y saliendo de allí de vuelta al patio.

Por su parte, Luna no se había quedado del todo convencida, aunque al final su hermana habló en cuanto Frank salió de allí.

-No lo pienses tanto y déjale que lo pruebe… después de todo, a todos los potros les acaba interesando el tema de alguna u otra manera.

-Supongo que sí…-murmuró Luna, pensando en sus propias cosas.

Frank regresó al patio, donde Midnight y Skipper le esperaban; en cuanto les vio, exclamó.

-¡Ha dicho que sí, ha dicho que sí!

Ante eso el pegaso y la bat poni se miraron con gesto resignado y Skipper fue el primero en hablar.

-Muy bien, en ese caso comenzaremos con los fundamentos básicos…

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-¿Qué pasa Frank, que cuando no están tus queridos protectores contigo te acobardas?

-Low Trap, te estoy avisando, déjame en paz o atente a las consecuencias…

-¿¡Consecuencias?! ¡Ja, que risa me das! ¿Y qué me vas a hacer, eh?!-le espetó el orondo poni, acercándose a él amenazadoramente y dándole un toque en el pecho con su casco.

Esa era una de esas veces en la que cualquiera acabaría hartándose, llegando a su límite y rebasándolo; ese día Low Trap estaba especialmente pesado, se debía de aburrir, pero Frank ya había tenido más que suficiente. Además, había quedado con Sweet donde siempre para ir a tomar algo cuando él y sus amigotes le abordaron en un callejón tratando de acortar camino, por lo que decidió cortar por lo sano.

Sin mediar palabra cogió del casco a Low Trap y le hizo una llave hacia atrás, incapacitándole; las palabras de Skipper durante su entrenamiento regresaron a su mente.

Esta rápida llave dejará incapacitado a tu rival por unos valiosos segundos, no es letal, y para salvar las distancias es perfecta

Low Trap, que no se esperaba para nada algo así por su parte, dejó escapar un adolorido grito y se echó hacia atrás, llegando a caerse sobre sus ancas. Sus amigotes se quedaron demasiado impactados como para reaccionar, mirándoles con cara de lelo.

-¿¡Cómo te atreves, sucio mono sin pelo?! ¡Y vosotros! ¿¡A qué esperáis para darle una lección?!-masculló Low Trap, encolerizado.

-Je, eres un cobarde, Low Trap, y siempre lo serás…-le espetó Frank, preparado.

Los dos amigotes de Low Trap se dirigieron hacia él, Frank mantuvo la calma en todo momento en posición defensiva. Las lecciones de Skipper y Midnight volvieron a su cabeza.

Atacar y defenderse son siempre dos acciones que van a la par y se encuentran siempre a la hora de luchar, debes mantener el equilibrio tanto en ataque como en defensa, de esta forma siempre serás un luchador equilibrado y sabrás bien cómo actuar dependiendo de la situación.

Cuando te enfrentes a dos rivales a la vez nunca les pierdas de vista, observando bien sus movimientos siempre podrás adelantarte a ellos y contraatacar con más efectividad.

El que tenía a su derecha fue el primero en lanzarse con intenciones de asestarle un gancho hacia arriba, Frank esquivó ese ataque con suma facilidad para luego bloquear al de la izquierda, que pretendía pillarle desprevenido, y asestar justo después un seco golpe en la parte baja del cuello de su atacante.

Un seco golpe a la altura baja del cuello siempre pondrá fuera de combate a un adversario que no sea lo suficientemente ágil; no es un golpe letal, pero bien dirigido consigues interrumpir de golpe la circulación de la carótida, provocando un ligero desvanecimiento que no deja ningún tipo de repercusiones negativas en el que lo recibe.

El primero cayó al suelo inconsciente y Frank apartó de un ligero empujón al poni que le amenazaba como medida disuasoria; y funcionó, puesto que al ver como su compinche caía de esa forma se acobardó y salió corriendo para evitar su misma suerte, dejando a Low Trap desprotegido.

-¡¿A dónde vas, cobarde?! ¡Vuelve aquí!

-Él no es el cobarde aquí, tan solo sabe lo que le conviene, tú eres el cobarde, Low Trap, no te confundas.

Al verse solo quiso retirarse rápidamente, pero Frank no le dejó, encarándole él esta vez.

-Escúchame bien, Low Trap, como ves no soy ningún miedica, estoy harto de que me ningunees, y no pienso dejar que sigas así.

-Tú no me das órdenes…-masculló el orondo poni, ocultando como podía el canguelo que sentía.

-Oh, pero no te lo estoy ordenando, te lo estoy pidiendo de buenas a primeras… así que sé bueno ¿vale? No quiero volver a tener que vérmelas contigo.

Esa tesitura, mezclada con el hecho de que nunca se hubiera esperado que Frank llegara a responderle de esa manera, le hizo replantearse el volver a meterse con él. Y la idea declinó aún más al ver que uno de sus matones seguía aún en el suelo sin moverse siquiera.

-E… está bien, pero no me hagas daño, por favor…

-Muy bien ¿ves? No era tan difícil.

No hizo falta decir mucho más, aunque en ese justo momento el poni al que antes dejó KO despertó y salió corriendo en cuanto cruzó la mirada con Frank; Low Trap aprovechó la coyuntura para salir tras él y alejarse de Frank, el cual se quedó solo en el callejón en menos de cinco segundos, tiempo más que suficiente para hacerle pensar.

Hasta ahora no había llevado a la práctica todo lo que Midnight y Skipper le habían estado enseñando durante las últimas semanas; tampoco le había sido necesario, Low Trap le había estado atosigando igualmente, aunque esa vez había logrado cansarle, de ahí a que decidiera responder de una vez. Y ahora que lo había hecho se sentía un poco más seguro y confiado consigo mismo. Ya no tendría que depender de sus amigos o que estos tuvieran que defenderle sin que él no hiciera nada por evitarlo. Y, por supuesto, por eso mismo había decidido empezar a entrenar.

Una vez que estuvo del todo aclarado se puso en marcha enseguida al oír las campanadas del reloj de la plaza indicando y cuarto, recordándole que había quedado con Sweet.

-Oh, mierda, creo que ya llego tarde…

La poni ya le estaba esperando sentada en el sitio de siempre, en cuanto llegó se sentó casi al mismo tiempo que masculló.

-¡Ya estoy aquí!

-Bueno, tranquilo, al menos has aparecido… ¿Qué te ha pasado que has tardado tanto?

-Oh, no ha sido nada, he estado hablando un poco con un compañero antes de irme y se me ha ido el santo al cielo…

Sweet le miró detenidamente, casi estudiándole, y fue entonces cuando reparó en cierto detalle en su ropa.

-Ey ¿y esto?

Frank miró hacia donde ella le señalaba y vio que en su manga izquierda se había quedado la marca de un casco; recordó en ese momento que cuando bloqueó el ataque del segundo matón de Low Trap había usado el brazo para pararlo, de ahí la marca en la camisa. Y se acentuaba aún más al ser ésta blanca.

-Anda, ni lo había visto… debieron de manchármela cuando salimos de clase…

-¿Y a esa altura? Si hubiera sido yo, tendría un pase, pero no hay más ponis que sean tan altos como yo… a no ser que alguien se alzara sobre sus patas traseras, en ese caso sí, pero ¿para qué querrían hacer eso si estaban saliendo de clase?

Ambos se miraron por unos breves segundos que parecieron horas; Frank tenía que admitirlo, era imposible ocultarle algo a Sweet, y la mirada que le estaba echando le hacía imposible poner más pretextos, por muy elaborados que estuvieran. Para entonces la poni había empezado a deducir un poco más y le miró ceñuda, llegando a preguntar.

-Frank ¿Qué ha pasado?

Antes de que pudiera rendirse en sí, ya lo había hecho, contándoselo todo en menos tiempo de lo que él mismo hubiera esperado. La revelación dejó un tanto chocada a Sweet, la cual inquirió.

-¿Qué estás entrenando con la guardia? ¿Y sólo para eso?

-Pues claro ¿Qué querías que hiciera? ¿Que me dejara mangonear como hasta ahora dependiendo de Brave y Strong? De eso nada…

-Pero Frank, ya hemos hablado de todo esto ¿realmente quieres entrar en su juego y ponerte a su mismo nivel?

-Sweet, comprendo que te preocupes por mí, pero si no lo hubiera hecho me hubiera seguido atormentando. Puede que ahora se lo piense dos veces antes de volver a meterse conmigo, puede que incluso deje de meterse conmigo ¿realmente quieres comparar eso con una vida entera de burlas y mofas? Llevaba en ese plan desde que teníamos cinco años…

Ante ese argumento la poni se quedó un tanto pensativa, a lo que Frank siguió comentando.

-Además, no me he peleado con él, y ni falta que me ha hecho, se escudó en sus matones, como siempre hace, pero en cuanto dejé KO a uno, el otro…

-Espera, espera ¿qué? ¿Cómo que le dejaste KO? ¿Qué le hiciste?-inquirió ella, asustada.

-Nada realmente, una técnica que me enseñó la capitana de la guardia lunar, un rápido y seco golpe a la altura baja de la carótida que incapacita al que lo recibe.

El gesto de Sweet se arrugó en cuanto lo oyó, repentinamente preocupada.

-¡Cielo santo! ¿Y lo dices tan tranquilo? ¡Pero Frank, te puede caer una buena por eso! ¿Y si se lo cuenta a sus padres, o a la directora de la escuela?

-¿Y qué le van a contar, que me defendí porque ellos me amenazaron? No seas ridícula, Sweet…

-¿Pero no te das cuenta que pueden usarlo contra ti? ¡Hasta ahora no habían hecho nada más que meterse contigo, pero no golpearte ni nada parecido! ¡Ahora ha sido tú el que ha atacado, pueden culparte de que fuiste tú el que atacó sin razón!

-¿¡Qué?! ¡Pero si son ellos los que siempre se han metido conmigo, todo el mundo lo sabe!

-¡Más razón aún, todo el mundo creerá que lo hiciste por rencor!

-¡Pero vamos a ver, Sweet, eso es absurdo!-exclamó Frank, levantando de golpe la voz sin ni siquiera darse cuenta.

Debido a esto, la poni se sobresaltó, ya que no se esperaba una reacción así por su parte; de hecho, era la primera vez que la gritaba o levantaba la voz de alguna u otra manera. Frank se dio cuenta de esto y procedió a disculparse enseguida.

-Lo… lo siento, Sweet, no era mi intención gritarte, yo…

-No, tranquilo, no pasa nada, si lo entiendo, pero es que… me preocupo por ti, Frank, no quiero que cometas ninguna tontería-murmuró Sweet por lo bajo, mirándole con gesto solemne.

-Lo sé, y no creas que no lo valoro, pero estoy cansado de ser el blanco de ese poni gordo y sus matones…

Antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada más, Joe se presentó con el pedido de siempre.

-Aquí tenéis, chicos.

-Gracias, Joe.

Por primera vez entre los dos se instaló un denso e incómodo silencio mientras atacaban los primeros donuts; parecía que ninguno de los dos se atevía a romper el hielo después de ese abrupto suceso, aunque finalmente Frank decidió hablar sobre lo que ocurrió.

-Entonces… ¿crees que esos imbéciles podrían acusarme de haberles hecho daño?

-Hombre, si son lo suficientemente listos como para comprenderlo, sí… aunque teniendo en cuenta que se trata de Low Trap y los suyos, en ese caso no lo creo. Aun así debes ir con cuidado, Frank…

-Tranquila, este entrenamiento sólo es para poder defenderme en caso de lo que necesite, nada más… aunque eso sí, te agradecería que no se lo dijeras a nadie, por favor, prefiero mantenerlo en secreto-añadió él, algo inquieto.

-Está bien, no diré nada a nadie.

-Gracias Sweet, sabía que podía confiar en ti…

Frente a eso la poni le dedicó una dulce sonrisa y él la devolvió el gesto, al tiempo que el ambiente se relajaba un poco más. Ambos siguieron hablando de otras cosas mientras dejaban pasar el tiempo. Afuera, todo Canterlot seguía con sus quehaceres.

Para suerte de Frank, Low Trap no volvió a meterse con él después de ponerse a la defensiva, cosa que agradeció enormemente. Las siguientes semanas fueron de las más tranquilas en mucho tiempo, pudiendo notarlo enseguida. Los recreos eran mucho menos estresantes y podía pasar tiempo con Sweet, Brave y Strong, los cuales ya no tenían que defenderle más. No obstante Sweet guardó con celo el secreto de Frank tal y como él se lo pidió, al tiempo que seguía con su entrenamiento.

La vida parecía mejorar para Frank, y las cosas no podían irle mejor; ahora que Low Trap había dejado de meterse con él, era como si todo adquiriera un nuevo cariz. Sus amigos seguían ahí a su lado, su madre y su familia también y él no podía sentirse mejor. Y, para rizar el rizo, esa misma semana se iba a dar el día de la Apreciación Familiar, en el cual todos los alumnos traerían a sus padres para que estos hablaran sobre sus trabajos y talentos, en un ambiente familiar y festivo que duraba toda la semana.

Frank le pidió a su madre ir y Luna aceptó encantada, buscando un hueco en su agenda y encontrándolo para ese mismo miércoles. Durante el resto de días previos, muchos padres de otros potrillos fueron desfilando por el estrado, viendo de todo; Sweet trajo a su padre para exponer, al principio quería optar por su madre, pero esta se encontraba ocupada modelando durante toda esa semana, por lo que su padre era su única opción. Y tampoco fue tan malo, ya que Fancy Pants expuso de forma amena y divertida su trabajo como presidente de la Cámara Alta. Strong y Brave optaron también por su padre, el cual trabajaba en la reserva de los Wonderbolts como pegaso de apoyo por si algún volador quedaba incapacitado; aunque así en frío no sonaba muy interesante, éste hizo que lo fuera, siendo una muy buena exposición. También llegó a ver al padre de Low Trap, el cual era un hombre de negocios que se dedicaba al comercio externo con otros países y reinos adyacentes a Ecuestria; en esa temporada se encontraba haciendo negocios con comerciantes de Saddle Arabia y trajo muestras de productos que sólo se conseguían allí, dejando una muy buena impresión.

Frank aguardó con impaciencia al miércoles mientras que los demás padres iban pasando ante sus ojos. Aunque enseguida se percató de cierto detalle del que nunca antes había reparado, ni siquiera pensado; la gran mayoría de los ponis tendían a traer a sus padres, y de vez en cuando a sus madres, aunque los padres eran los que más imperaban. A lo largo de los dos primeros días llegó a ver de todo, cosa que le gustó, aunque sin embargo no pudo evitar pensar en una triste realidad: no tenía padre. Todos los demás ponis podían alegrarse y dar a conocer a sus padres, pero él no tenía esa oportunidad. Cierto era que tenía una madre genial, princesa ni más ni menos, y eso lo hacía el doble de genial; pasaba tiempo con ella siempre que podía, era muy cariñosa con él y todos los días le probaba un amor incondicional. Pero el saber que no tenía un padre con quien compartir esos tan buenos momentos, le dejó un tanto afligido.

-Hey, Frank ¿a qué viene esa cara?-inquirió en ese justo momento Brave.

-Sí, hacía tiempo que no ponías una así…-recordó por su parte Strong, pensativo.

-Eres de lo más sutil, Strong…-suspiró Sweet, algo molesta por su poco tacto.

-Ah, no es nada, es solo que… pensaba en la exposición de mi madre de mañana, eso es todo-murmuró él, con voz queda.

-¿Y que tiene eso de malo?

-Sí, de hecho deberías estar emocionado…-apuntó Brave.

-Y lo estoy, es sólo que…

Por un momento se quedó callado y los demás esperaron su respuesta, la cual no tardó demasiado en llegar.

-Para venir ha tenido que hacer un esfuerzo, y no me gusta tener que molestarla. Sé que tiene una gran responsabilidad como princesa, y no quiero interponerme en eso.

-Ah, bueno, pero eso no tiene nada de malo…

-Sí, lo de mañana es solo un día, y por unos cuantos minutos, no creo que a tu madre le importe mucho… no lo pienses más, lo piensas demasiado…-comentó Strong.

-Sí, supongo que sí…

Frank sabía que para Strong y Brave esa explicación sería más que suficiente; pero también sabía que para Sweet no, y así fue, puesto que esa misma tarde después de clase y mientras se dirigían a la pastelería, ella inquirió.

-¿Y bien? ¿Me vas a explicar realmente lo que te pasa?

-Sí, sí… agh, me conoces demasiado, Sweet.

-Sí, tengo esa suerte…-rió ella, divertida.

No tuvo más remedio que explicarla lo que había pensado, y la poni no tardó nada en opinar.

-Mira, por una vez voy a darle la razón a Strong; lo piensas demasiado, Frank…

-Ya, bueno…

-Por un lado entiendo que eches en falta un padre, pero dime algo ¿te falta cariño en casa?-inquirió ella, en un momento dado.

-No, no realmente, mi madre me quiere un montón, y yo a ella también… y no solo ella, sino que también está mi tía Celestia, mi primo Blueblood o Trixie…

-En ese caso no tienes por qué sentirte mal por el simple hecho de no tener padre… tampoco quiero decir que esté bien no tener uno ni nada parecido, ya te digo que por un lado comprendo que lo hayas pensado, pero aun y con todo, tienes a otros ponis que se preocupan por ti. Y, por supuesto, tienes a Brave, a Strong… y me tienes a mí también.

Las palabras de Sweet sonaron fuertes y seguras, y ese último comentario hizo enrojecer ligeramente a Frank; giró la cabeza y vio a la unicornio sonriéndole ampliamente, con un ligero rubor carmesí en sus mejillas que se apañó en ocultar. El chico no lo dudó ni un instante y le devolvió el gesto en forma de otra amplia sonrisa, diciéndoselo todo en nada y haciéndole olvidar a Frank las penas.

Aun así, aunque en su momento decidió no volver a pensar en ello, ese sentimiento de vacío volvió a estar presente en el mismo día en el que su madre exponía; antes de ella hubo un par de padres de dos de sus compañeros, y al final de cada exposición cada uno salió al estrado para darles un sentido abrazo. Casi sin poder evitarlo, Frank se imaginó a sí mismo haciendo lo mismo a una figura que apenas pudo dar color ni forma.

Aunque esas dudas se disiparon temporalmente en cuanto vio a su madre entrando en el aula; su sola presencia de por sí intimidaba y llamaba tanto al silencio como al respeto, algo que siempre le gustó en ella, dándole un aire regio muy distinto al que usualmente él veía todos los días en casa.

-Y ahora tenemos con nosotros a, ni más ni menos que a la princesa Luna, la madre de Frank. Cuando usted quiera, alteza-indicó Chase Winter.

Luna se subió al estrado y miró primero a su hijo, el cual la observaba emocionado y expectante; sin más dilación, comenzó a hablar.

-¿Cuántos de los aquí presentes os gustaría ser príncipes o princesas?

Esa pregunta cogió con la guardia baja a todo el mundo; algunas potras levantaron sus cascos sin dudar, otras parecían más indecisas, mientras que el resto de la clase se mantuvo sin contestar. Ningún potro levantó el casco.

-Vale, y de los que sí quieren serlo ¿qué creéis que es ser princesa?

Al principio las potras se quedaron calladas y sin saber bien qué decir, aunque una se envalentonó e inquirió.

-¿Vivir en un palacio y tener ponis que te sirvan?

Ante eso, otras también se animaron y empezaron a exponer sus cuestiones.

-¿Tener bonitos vestidos?

-¿Tomar el té todos los días?

-¿Salir a jugar por las mañanas?

Luna no pudo evitar reírse tontamente ante todas esas cuestiones, momento que aprovechó para hacer un inciso.

-Vaya, ojalá fuera así de sencillo… pero no, ser princesa es mucho más que eso. Supone tener que hacer siempre lo correcto para que todos los ponis vivan contentos y felices. No es sencillo ser una princesa, y a veces te encuentras con que no siempre lo fácil o lo cómodo es lo correcto. Ser princesa requiere de sacrificio, constancia y trabajo duro. Comprendo que tengáis esa visión de nosotras, después de todo sois muy jóvenes. Pero no estoy aquí para sermonearos sobre la responsabilidad, no, estoy aquí para enseñaros lo que significa ser una princesa. Y para que lo entendáis un poco mejor, vamos a hacer entre todos una petición formal.

A partir de ahí, Luna transformó la exposición en una suerte de clase interactiva en la que estuvo enseñando a los potros cómo redactar una petición expresa que luego tenían que intercambiar entre ellos para luego hacerla efectiva, emulando de forma muy básica y explicativa el trabajo de princesa. Fue diferente al resto, y además gustó, por lo que Luna recibió una gran ovación, sobre todo por parte de su hijo.

Aun y con todo, durante el resto del día aparecieron más padres, y a veces hasta padres y madres juntos, cosa que no hizo más que acentuar ese sentimiento de vacío que Frank experimentaba cada vez veía una escena familiar completa. Trató de no pensar más en ello, como bien le dijeron tanto Sweet como Strong, pero se mantuvo ahí, haciéndole compañía durante el resto del día hasta el mismo momento de ir a la cama.

Luna siempre le daba el beso de buenas noches antes de acostarse, el tiempo de lectura de cuentos ya había pasado, pero el beso nunca faltaba. Fue en ese instante cuando notó que algo molestaba a su hijo.

-Hey, cielo ¿Qué te pasa?

-¿Eh? No, nada…

-Vamos, tu madre es vieja pero no tonta, algo te molesta… ¿no te ha gustado mi exposición?

-No, no es por eso… quiero decir, la exposición ha sido genial, tú eres genial, mami, es solo que…

Luna le sostuvo una suave y firme mirada, sin tener que decirle nada más; Frank, por su parte, esbozó un gesto preocupado hasta que finalmente habló.

-Verás, mami, es que… he estado pensando que… bueno…

-Eh, tranquilo cariño, sabes que puedes contarme lo que sea, sin miedo. Soy tu madre y te voy a escuchar siempre.

Las tranquilizadoras palabras de Luna calmaron un poco a Frank, el cual, tras hacer una pequeña pausa, reordenó sus pensamientos y optó por explicarla un poco lo que le inquietaba.

-Verás, durante todo el día he visto a padres y madres de todo tipo, todo el mundo tenía una familia y eran felices. Sé que somos una familia, y yo te quiero un montón, mami, pero al ver a los demás con sus padres me… me han dado envidia.

Ante eso, Luna abrió los ojos en un gesto chocado, sin entender del todo por qué lo decía.

-¿Envidia? ¿Y por qué envidia, cariño?

-Pues porque… ellos tenían padres, aparte de madres. Por eso.

Fue entonces cuando comprendió del todo lo que la quería decir, la realidad la golpeó en la cara como un mazazo directo. Frank la estaba pidiendo un padre. Justo lo que no tenía.

-Ah. Bueno, cielo, entiendo por qué me lo dices, pero… no tienes por qué sentir envidia de esos potros. Me tienes a mí, a tu tía, y a tus primos… no estás solo, cariño.

-Lo sé, mami, lo sé, y os quiero a todos, de verdad.

Luna quiso decirle algo sin tener que recurrir a usar la palabra padre, pero no quiso recalcarle lo que era más que evidente. Aun así, le dio las buenas noches, junto con su correspondiente beso, y cerró la puerta tras de sí. Una vez sola, se permitió el lujo de soltar un preocupado suspiro.

-Un padre…

Y lo más gracioso de todo era que, de alguna forma, era cierto. Frank no tenía padre, había crecido sin una figura paterna, asumiendo ella el resto de funciones. En su momento llegó a pensarlo, cuando Frank solo era un bebé, pero apenas le dio mayor importancia. Ahora ese pequeño detalle le había estallado en toda la cara, y ni siquiera le había podido dar a su hijo una respuesta satisfactoria.

Preocupada, fue a la habitación de su hermana para hablarlo con ella, explicándola lo que había pasado. Una vez que estuvo enterada, Celestia opinó enseguida.

-Comprendo tu preocupación, Luna, todo potro necesita una figura paterna en la que apoyarse…

-¿Crees que lo he hecho mal entonces? ¿Debí haberle dado un padre en su momento?-inquirió su hermana, con tono nervioso.

-A ver, a ver, espera, no saques conclusiones precipitadas. Como madre lo has hecho estupendamente, Luna, Frank te adora, es imposible que lo hayas hecho mal…

-Ya, pero entonces ¿por qué me pide un padre justo ahora? No puedo evitar pensar en que tiene razón, ha crecido sin uno…

-Sabes que hay otras madres o padres que son perfectamente capaces de criar a un potrillo sin necesidad de casarse o tener pareja.

-Ya, pero aun así… ¿qué puedo hacer, Tia? Quiero que sea feliz y no le falte de nada.

Ante esa tesitura, Celestia dejó escapar un leve suspiro, con gesto pensativo. Finalmente, tras un rápido cavilo, se pronunció.

-Tal y como lo veo yo, has sido capaz de criarle tú misma sin la ayuda de nadie más. Pero si consideras que necesita un padre, en ese caso dáselo.

-Por supuesto, lo haré. Aunque, bueno…

-¿Sí, Luna?

-Lo cierto es que no conozco a nadie, es decir…

Celestia esbozó una graciosa sonrisa al ver lo que su hermana pretendía decirla, por lo que la comentó.

-Bueno, bien puedo ayudarte, conozco a muchos ponis, podemos buscar a alguien para ti…

-Gracias, Tia…

-Esto es gracioso, jamás pensé que llegaría a ayudarte a buscar un pretendiente…

-¡Oye, no tiene gracia, lo dices como si no fuera capaz de hacerlo yo misma!

-Tranquila, tonta, sólo bromeaba…-murmuró su hermana, sacándola la lengua con gesto divertido.

Ante eso Luna dejó escapar un gesto cansado, pero aun así se lo agradeció igualmente.

-Lo que sea por ti, Luna, ya sabes que ahora solo quiero lo mejor para ti y mi familia…

Ambas se dieron un fugaz abrazo y Luna se retiró a su habitación, pasando previamente por la de Frank y asomándose un poco para comprobar como estaba. Su hijo dormitaba tranquilamente, respirando suavemente y sin preocupaciones de ningún tipo.

-Duerme, cariño… te daré un padre, te lo prometo-pensó ella, antes de cerrar la puerta y dirigirse hacia su habitación.

Afuera, un cielo estrellado coronaba Canterlot.
(Continúa en el siguiente mensaje)

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Sg91 » 12 Mar 2015, 00:01

(Continúa del mensaje anterior)
-Oye Fleur ¿puedo pedirte algo?

-Claro, Luna, dime…

-¿Crees que me podrías ayudar a…? bof, esto te va a sonar un poco raro…

-Bueno, dime que es e intento ayudarte…

-Está bien… ¿podrías ayudarme a… buscar a un semental?

Por un momento hubo un denso silencio entre las dos; Fleur se la quedó mirando con la sorpresa dibujada en la cara, mientras que Luna no pudo evitar que se le subieran los colores. Normalmente en ese tipo de visitas solían hablar de otras cosas más banales y triviales, aunque esa petición había cogido con la guardia baja a Fleur, la cual no se esperaba para nada que Luna la pidiera algo así.

Hasta ahora, todos los sementales con los que Luna se había visto por mediación de su hermana eran los típicos nobles ricachones que se habían mostrado particularmente interesados por conocer a Luna, no por hacerlo, sino por el simple hecho en sí. Y es que no todos los días se tenía la oportunidad de salir con una princesa así sin más.

-Eh… bueno, aclárame algo, cuando me dices eso ¿a qué te refieres exactamente?-quiso saber Fleur, al poco rato.

-Ya sé que suena un poco… bueno, no, bastante raro de mi parte, pero es eso mismo. Me gustaría conocer a algún semental con el que salir y… bueno, conocernos mejor, tú ya me entiendes-explicó Luna, con las mejillas ligeramente encendidas.

-Ah, vale, bien. Je, perdona, es que… no me esperaba nada de esto, la verdad.

-Sí, lo sé…

-¿Y cómo así? Hasta ahora no parecías interesada en tener ningún tipo de relación con nadie más.

-Bueno, es complicado de explicar…

En ese momento las dos oyeron la puerta principal abriéndose, al tiempo que el ruido de unos cascos bajaban zumbando las escaleras. La voz de Fancy Pants resonó por el pasillo justo después.

-¡Ya estoy en casa!

-¡Papi, papi, has vuelto!

-¡Hey, aquí está mi potrilla favorita! ¿Qué tal en la escuela, cariño?

-¡Bien, como siempre, aprendiendo un montón de cosas!

-Eso es bueno… ¿y mamá?

-Está en el salón con la princesa Luna…

-¿Ah, sí? Vaya, qué sorpresa…

El poni noble hizo acto de presencia en el salón, saludando a las dos.

-Hola, cariño… princesa Luna, me alegro de verla.

-Buenas tardes, Fancy Pants…

Tras el saludo se retiró a su despacho, dejándolas solas de nuevo. Fleur aprovechó el inciso para hablar.

-Bueno pues ¿qué me querías contar?

-Ah, sí. Bueno, de hecho… ¿cómo es criar a Sweet con Fancy de tu lado, Fleur?

La pregunta cogió desprevenida a la poni, pero al mismo tiempo le hizo comprender al instante lo que Luna la quería decir. No tardó mucho en opinar.

-Oh ¿en serio es por eso? No tiene nada de malo ser madre soltera, Luna…

-Ya, lo sé, pero es que… no lo haría si no fuera por Frank, de hecho él mismo me lo pidió, se sintió tan solo el día de la Apreciación Familiar que me fue imposible decirle que no.

-¿Se sintió solo? ¿Por qué haría eso?

-Vio a otros ponis con sus padres y pensó en ello. Aunque es obvio que lo hiciera, en algún u otro momento me esperaba que me hiciera esa pregunta, pero aun así no supe contestarle apropiadamente. Siento que le debo un padre…

-No digas tonterías, hasta ahora has sido una madre maravillosa con él, comprendo que Frank eche en falta una figura paterna, pero hasta ahora has sido capaz de criarle tú sola sin mayores complicaciones ¿por qué ibas a necesitar a alguien que te ayude ahora?

Las palabras de Fleur resonaron en su cabeza como un deja vu olvidado; su hermana le dijo exactamente lo mismo aquella vez cuando lo estuvieron hablando, pero tal y como lo veía ella sabía que era algo que necesitaba hacer.

-No quiero que le falte de nada. Quiero que sea feliz, esté libre de preocupaciones, y viva una buena vida sin que le tengan que recordar que es diferente. Le quiero tanto, Fleur, es lo mejor que me ha pasado en mi larga vida. Y si él es feliz, yo soy feliz.

-¿Y estás segura de que un padre es lo que más quiere?

-Por supuesto, conozco a mi hijo, Fleur, sé cuándo algo le molesta. Él siempre ha sido muy metódico, piensa mucho en las cosas. Y, como bien sabrás, una madre siempre sabe cuándo su hijo necesita algo.

-Sí, eso es cierto. Yo no le daría tanta importancia, pero si crees que Frank necesita un padre, en ese caso te ayudaré-anunció Fleur, muy segura.

-¿De veras? Oh, gracias, amiga-murmuró Luna, abrazándola.

-No es nada. Ahora que lo pienso conozco a un pintor, un poni bohemio cuarentón, que está en busca de una musa que le inspire. Te lo presentaré, es un poni interesante, puede que te guste-comentó Fleur, haciendo memoria.

-Oh, eso sería estupendo… ¿Cuándo sería?-quiso saber Luna rápidamente.

-Vaya, sí que tienes prisa…

-Sí, bueno, me urge un poco, no te voy a mentir…

-Bueno, intentaré tener algo para mañana, te aviso si eso-añadió Fleur, guiñándola un ojo con complicidad.

Luna sabia, y con creces, que podía confiar en Fleur; desde que se conocieron hace más cinco años llegaron a conectar muy bien, casi instantáneamente, y la confianza entre ellas no hizo más que crecer y crecer conforme iban hablando y pasando tiempo juntas, sobre todo después de que Fleur tuviera a Sweet. Ahora la yegua era una de las mejores amigas que había tenido nunca, estando casi a la misma altura y confianza que Midnight, aunque no de la misma forma.

Aunque, por encima del querer conocer al poni solo por conocerle, a Luna le entró una genuina curiosidad, sobre todo por la vaga descripción que le había hecho del mismo. Cuarentón, bohemio, y de profesión pintor. De por sí se le antojaba como un poni interesante, y tenía ganas de conocerle mejor y saber cómo era, por lo que estuvo esperando con cierta impaciencia al día siguiente.

Finalmente, y tras una larga y tediosa mañana que a Luna la pareció que se hacía interminable, le llegó un rápido aviso por parte de Fleur por escrito indicándola que se encontrara con ella cerca de unos apartamentos situados en la periferia de la ciudadela, cerca del borde este con la montaña, a eso de las cinco de la tarde. Por su parte, Luna acudió presta a la hora convenida y en el sitio indicado, encontrándose con Fleur esperándola justo al lado de la entrada de un condominio de apartamentos.

-Ah, ya estás aquí… ven, nos está esperando en su apartamento-indicó Fleur en cuanto llegó.

-Pensaba que iríamos a conocerlo en otro sitio…-comentó Luna, algo chocada.

-Sí, aunque últimamente no sale de aquí puesto que el pobre está bloqueado, de ahí a que te comentara que estaba buscando una musa. Ya sabes cómo son a veces los pintores, un tanto excéntricos…

-Sí, aunque eso les hace interesantes…

-También. Le he dicho que va a venir alguien a verle, pero no que fueras tú, por lo que en ese sentido quería darle una sorpresa.

El condominio tenía un total de cuatro pisos, los más lujosos estaban arriba, que fue a donde se dirigieron; el apartamento era el número 35, al otro lado de un largo pasillo. Una vez allí, Fleur llamó a la puerta con su casco, la cual se entreabrió lentamente.

-¡Largo, no quiero panfletos, ni sagradas escrituras, ni unirme a organizaciones de ningún tipo!-exclamó una grave voz al otro lado de la puerta.

-Long, soy yo ¿puedo pasar?-inquirió Fleur, ignorando el comentario.

-¿Fleur? Ay, perdona, pasa, pasa…

Ambas yeguas entraron en el apartamento, Luna se sorprendió al ver que se trataba de un loft, aunque todo a su alrededor era un gran y enorme desorden; había cajas de embalaje por todas partes, objetos de decoración sin colocar, además de muchos y muy variados materiales de pintura.

-¿Sigues sin inspiración, Long?-inquirió Fleur en un momento dado.

-Cuéntame algo que no sepa, no me sale absolutamente nada, esto es frustrante…-masculló la voz al otro lado del loft.

-Bueno, pues sal un momento, ha venido alguien que quiere ayudarte…-le sugirió la poni modelo, guiñando un ojo a Luna con complicidad.

A eso la voz tan solo dejó escapar un molesto gruñido, al tiempo que varios pasos de cascos en la madera comenzaban a acercarse a ellas.

-Agh, pues espero que ese alguien merezca la pena, porque cada vez me cuesta más levantar… me…

No pudo terminar esa frase por razones más que justificadas; Luna se quedó un tanto interesada por lo que vio. El semental era un unicornio más alto de lo normal, aunque no tanto como Fleur, y aun a pesar de tener cuarenta años aparentaba ser mucho más joven. A Luna se le antojó bastante guapo y apuesto aun a pesar del pobre aspecto que presentaba, su morena crin se encontraba revuelta y sin peinar, su pelaje azul oscuro estaba algo enredado, con manchas de pintura en la parte del pecho; sus ojos eran de color verde, y su marca de belleza consistía en un pincel esbozando una larga pincelada blanca con forma oblicua.

-Luna, te presento a Long Brushwork… Long, la princesa Luna-hizo las presentaciones Fleur.

Antes de que Luna pudiera decir encantada, Long reaccionó de seguido, andando precipitadamente y exclamando.

-¡Oh, cielo santo, princesa, siento todo este desorden y mi pobre aspecto, si hubiera sabido que iba a venir me hubiera puesto presentable! ¡Estás cosas se avisan, Fleur!

-Tonto, si te hubiera avisado, no hubiera sido una sorpresa…-le contestó ella, esbozando una divertida sonrisita.

-¡No tiene gracia! ¡Oh, alteza, perdóneme, de verdad, encantado de conocerla, yo… esto…!

-Tranquilo, no pasa nada… y por favor, llámame Luna-le quitó importancia ella, esbozando una dulce sonrisa.

-Ah… está bien, alte… digo, Luna.

Hubo un breve silencio en el que ambos se miraron por un momento, el poni pintor parecía no saber lo que decir a continuación; Fleur aprovechó el inciso para hablar.

-Bueno, yo tengo cosas que hacer, por lo que os dejo solos. Suerte con tu inspiración, Long…

-Nos vemos, Fleur.

-Hasta luego…

Una vez solos, Luna decidió romper el hielo comentando sobre ese detalle en particular.

-Bueno, pues dime ¿cómo te puedo ayudar a que te inspires de nuevo?

-Ah, sí, de hecho creo que tengo algo… podemos empezar con un retrato ¿ha modelado alguna vez, prince… digo, Luna?

-Sólo un par de veces, hace ya bastante tiempo…

-Oh, eso es estupendo, entonces… oh, siento todo este desastre-masculló Long, evitando un par de botes de pintura.

-No, tranquilo, no pasa nada, de alguna manera me esperaba algo así… quiero decir, sé que los artistas soléis tender a ser creativos y a tenerlo todo más a casco.

-Oh, bueno, sí, se podría decir así… vale, póngase al lado de la ventana, me gustaría trabajar con la luz.

Rápidamente el unicornio montó un improvisado escenario con una columna dórica de atrezo, un jarrón con flores y un chal de seda blanco que puso a Luna sobre los hombros. Tras eso, puso a punto un lienzo en blanco, pintura, varios pinceles, trapos, agua y diluyente. Una vez que estuvo todo listo, Luna posó para él mientras iba trazando unos primeros bocetos al carboncillo, hablando de vez en cuando.

-¿Siempre te has dedicado a esto, Long?

-Oh, sí, pintar siempre ha sido mi gran pasión y talento, descubrí mi marca de belleza enseguida, aunque me viene de familia.

-¿Y qué te consideras?

-Naturalista, se me da bien pintar paisajes, me gusta plasmar lo que veo, y retratos también suelo hacer, aunque no demasiados…

-Ya veo, espero que te sirva para inspirarte.

-Oh, ya lo creo que sí, es usted muy fotogénica, prin… digo, Luna.

-Lo sé, cuesta acostumbrarse…

Ante eso los dos se rieron confidentemente, de forma muy natural y espontánea.

-Bueno, sí, un poco… la verdad es que no me esperaba que viniera a verme.

-Fleur me habló mucho de ti, y a mí siempre me ha gustado la pintura. En cuanto a lo de la formalidad no te preocupes, puedes tutearme, hay veces que acabo cansada de tanto formalismo.

-Supongo que la vida en palacio debe ser muy refinada…

-No necesariamente, aunque suele ser en los actos públicos y demás actividades donde me suelen avasallar, y de alguna forma acabo harta de tanta altanería. Desconectar y hablar de tú a tú con alguien siempre es reconfortante en ese sentido.

-¿Aunque apenas conozca a ese alguien?

-Sobre todo cuando apenas conozco a ese alguien. Es como si de repente dejara de ser princesa, aunque solo sea por unas horas o unos minutos, y hace que me acerque aún más a los ponis de una forma que normalmente no haría.

-Entiendo…

Sin que ninguno de los dos se diera cuenta, el resto de la mañana y parte de la tarde se les pasó volando, mientras hablaban de banalidades, conociéndose poco a poco, y dejando que el arte se fuera plasmando en el lienzo. Se olvidaron hasta de comer, pero el tiempo invertido mereció la pena, puesto que el retrato ya había tomado forma, empezando enseguida con las primera pinceladas y colores. Hicieron un alto en cuanto sus tripas rugieron con demasiada evidencia, viendo el resultado ellos mismos.

-Vaya, realmente eres todo un artista, Long.

-Oh, gracias Luna, me halagas… aún le queda varios días de trabajo, aunque no hace falta que vuelva modelar para este, la base ya está terminada.

-Estupendo… aunque me gustaría seguir viniendo a ayudarte, si no te importa.

-Por supuesto que no, siempre serás bienvenida.

De esa forma, ambos comenzaron a verse más de seguido, conociéndose cada vez más y cogiendo confianza a cada visita que pasaba. Por parte de Luna sus expectativas se habían cumplido en cierta medida, Long era un poni interesante, abierto, virtuoso y muy apasionado, lo que la hacía considerarlo como un futuro, y quizás seguro, candidato con el que pudiera compartir su maternidad.

-¿Crees en las oportunidades, Long?

-Sí, claro ¿por qué no creer en ellas? Cuando no sabemos a qué atenernos, nos aferramos a ellas, y la esperanza las acompaña. Todos nos merecemos una oportunidad, para lo que sea. Son lo que nos anima a seguir.

-¿Y qué te anima a ti?

-La pintura, el saber que lo puedo hacer cada vez mejor, el querer hacer cosas nuevas… siempre me he considerado muy alegre y optimista, el ver siempre las cosas buenas de la vida, y de los momentos. ¿Y qué hay de ti, Luna?

-Oh, bueno, por mi parte se refiere tengo mucha experiencia por todo lo que he vivido, pero a veces siento que aún me falta mucho por ver y experimentar. El tiempo es algo demasiado amplio, y aun así tan efímero. A veces pienso en todo lo que he vivido, y eso me abruma un poco…

-Entiendo lo que dices, aunque no deberías anclarte tanto en el pasado… lo que haya pasado antes ya no es relevante, lo que importa es el ahora. Si conoces el ahora, podrás conocer cómo será el mañana. Yo siempre vivo la vida a cada minuto, esperando expectante a mañana.

Su filosofía era bastante inusual, al menos para Luna, y le gustaba sobre todo por cómo la aplicaba a todos los ámbitos posibles de la vida; quizás fuera por eso por lo que le gustaba tanto, al menos en cuanto a su forma de pensar se refería.

Hasta el momento la relación entre ambos no pasaba de lo meramente amistoso, aunque, por su parte, Luna comenzó a desplegar algunos de sus encantos y armas de yegua con los que poder indicarle entre líneas que le interesaba. Hasta ahora le había parecido un poni encantador, buen conversador, un tanto filósofo y muy divertido también, cosa que también la gustaba de él. Sin embargo, Long no parecía darse cuenta de sus señales, aunque Luna tampoco quiso precipitarse, ya que tampoco quería parecer desesperada, por lo que le dio un tiempo, llegando incluso a traer en algunas de sus visitas a Frank para que lo conociera.

-Mira Frank, este es Long Brushwork, un amigo mío pintor; Long, este es Frank, mi hijo.

-Hola Frank, me alegro de conocerte…

-¡Hola! ¿Eres tú el que ha estado pintando a mi mamá?

-Sí ¿quieres ver lo que he estado haciendo?

-¡Me encantaría!

-Pues ven por aquí, estoy seguro de que te van a gustar mis cuadros.

Estuvieron viendo todos los cuadros y retratos que había hecho hasta el momento, llamando mucho la atención a Frank. El primer retrato fue una de las tantas obras que realizó inspirándose en ella, llegando a realizar algunos paisajes nocturnos, así como otros retratos en los que salía ella con su hermana o su hijo. Gracias a Luna, su inspiración regresó y la princesa de la noche se convirtió en su musa particular, ayudándole a despegar de nuevo y haciéndole conocidillo en el mundillo del naturalismo en todo ese lado de Ecuestria.

Tanto Fleur como Celestia estaban al tanto de los progresos de la relación, mostrándose particularmente interesadas; su hermana ya lo había conocido previamente, y le pareció un buen partido, por lo que la estuvo ayudando en todo momento para que la cosa cuajara. En cuanto a Frank se refería también le había caído bien, llegando a aprender alguna que otra cosa sobre pintura y dibujo, llegando a comentárselo más de una vez.

-Long es un poni muy majo, me ha estado enseñando a pintar ponis, aunque no me salen muy bien…

-Bueno, pero estoy segura de que si sigues practicando te saldrán tan bien como a él…

-Sería genial si Long pudiera venir aquí también para enseñarme, así no tendríamos que estar yendo allí…

Si bien podría haber sido un comentario sincero, a Luna la dio la sensación de que su hijo lo decía por algo más, cosa que la animó bastante, ya que consideró que le gustaba como padre.

Aunque, aun a pesar de sus esfuerzos por atraerle, y tras más de varias semanas viéndose, Long no parecía verse atraído por ella, cosa que frustraba a Luna.

-¿Qué estoy haciendo mal, Tia? Lo he intentado todo, no he querido ser muy directa por obvias razones, pero no parece responder a mis señales…

-Dale algo de tiempo, quizás sea algo tímido con las relaciones…

-¿Más aún? ¡Llevamos viéndonos más de cinco semanas!

-Bueno, en ese caso sé más directa con él… quizás, si le confiesas tus sentimientos, puede que reaccione.

-¿Así sin más? Pero…

-Luna, si realmente quieres tener algo con él, entonces díselo. Puede que no quiera dar el paso por temor a cómo se lo puedan tomar sus amigos, o conocidos, puede ser cualquier cosa. ¿No querías darle un padre a Frank?

-Sí, claro que sí, de hecho le cae muy bien, y más de una vez me ha comentado indirectamente que le encantaría que estuviéramos juntos…

-Entonces ve a por él… sé directa, como una tigresa-murmuró Celestia, esbozando una divertida sonrisita.

-Bueno, no hace falta que te pongas en ese plan…-comentó Luna, algo cortada.

Ante eso ella tan solo se rió tontamente, guiñándola un ojo con complicidad.

Aunque no era algo que haría normalmente, Luna optó por seguir el consejo de su hermana. Mañana habían quedado por la mañana para otra sesión de modelaje aprovechando que su agenda estaba libre por un par de horas, por lo que decidió confesarse en ese mismo momento.

Como siempre, se dirigió ella misma hacia el apartamento sin escolta, para no llamar la atención; era de buena mañana, los ponis comenzaban a llenar las calles, y las campanadas del reloj de la plaza anunciaban las nueve de una mañana fresca y clara. Luna se dirigió directamente hacia su apartamento, sabía que a partir de esa hora Long siempre estaba despierto, cosa que aprovechó. Nada más llegar se encontró con la puerta entreabierta, por enésima vez.

-Otra vez, que manía…-pensó ella, un tanto molesta.

Desde que le conoció, Long tenía la mala costumbre de dejar la puerta abierta la mayoría de las veces, incluso estando en casa; según él lo hacía porque solía recibir muchas visitas a lo largo del día, aparte de que no le gustaba estar en espacios cerrados, de ahí a que viviera en un loft. Aun así, Luna lo consideraba una manía arriesgada, ya que cualquiera podría entrar, aun a pesar de que cerraban la puerta comunal del condominio por las noches. Prefirió dejarlo estar y tocó levemente la puerta, al tiempo que le llamó a media voz.

-¿Long? ¿Estás levantado?

No obtuvo respuesta, por lo que optó por entrar hasta el recibidor, llamándole de nuevo sin obtener respuesta por segunda vez. Luna frunció el ceño, un tanto extrañada. Normalmente Long no era de esos ponis que se durmieran por el simple gusto de hacerlo, de hecho siempre se despertaba temprano para aprovechar el día. Incluso el saber tan nimio detalle la hizo darse cuenta que le conocía ya muy bien, tanto que incluso ya era de por si relevante, cosa que la hizo esbozar una media sonrisa.

Pero el hecho de que no la contestara la preocupó, por lo que se tomó la libertad de pasar al salón, donde tampoco lo vio. En la cocina tampoco estaba, por lo que obvió que debía de estar en la habitación, dormido. Esbozando una tonta sonrisita, entró en esta comentando en voz alta.

-Bueno, qué raro que te hayas quedado dormi… do…

Lo que vio apenas la dejó terminar su frase; Long se encontraba acurrucado en su cama, junto a un semental que no conocía de nada, con las mantas enredadas entre sus patas y en una posición un tanto sugerente. Luna se quedó sin habla, con la boca abierta y sin poder decir nada más. Aunque su comentario hizo despertar a los dos ponis, siendo Long el primero. En cuanto vio a Luna, dio un bote y exclamó.

-¡Luna! ¡Esto, yo, eh…! ¡No es lo que parece!

-¿Qué pasa, Long…? ¡Ah! ¿¡Princesa Luna?! ¡¿Qué hace aquí?! ¿¡Y por qué la tuteas?!

Para Luna la cosa estaba más que clara, aunque no se esperaba para nada algo así; se sentía confusa, y no solo eso, sino que también algo dolida, no por el hecho en sí, sino por esa sensación de desengaño que la atenazó el corazón nada más ver la escena.

-Luna, yo…-murmuró Long, levantándose.

-No, no hace falta que me expliques nada, lo entiendo, es sólo que…

Por un momento Luna quiso decir algo, pero no la salió nada, cosa de la que reparó Long, como si de repente hubiera entendido sus palabras y lo que había detrás de ellas. Por su parte ella no dijo nada más, tan solo se despidió con un simple adiós y se fue por donde había venido.

Por el camino varias sensaciones comenzaron a oprimirla, mientras se dirigía a paso ligero a casa de Fleur; pudo distinguir algunas, tales como tristeza, desilusión, pena, resignación… Aunque lo mejor de todo era que no sabía cómo sentirse. Sabía que lamentarse no serviría de nada, pero sin embargo sentía esa angustiosa necesidad de soltarlo todo, liberarse. Eso mismo fue lo que la hizo encaminarse hacia casa de Fleur, su mejor amiga.

Una vez allí llamó a la puerta con premura, abriendo al poco rato la propia Fleur.

-Ya voy, ya voy… ¡ah, Luna! ¿Qué estás…? Eh ¿Qué te pasa? ¿Y esa cara?

Luna quiso decirla algo de seguido, pero se encontró con que no podía; ambas entraron en casa y se dirigieron al salón para hablar.

-Vale, a ver, con calma ¿Qué ha pasado?-inquirió la alta poni, algo intranquila por su amiga.

Luna trató de serenarse para poder contestar, optando por hacerlo directamente.

-Long es gay.

Fleur se quedó pasmada ante esa revelación, respondiendo de seguido.

-¿Qué? ¿Gay? Pero… pero si no tiene pluma…

-Pues no la tendrá, pero el semental con el que estaba acurrucado en su cama tampoco es que la tuviera…

-Madre mía, me dejas muerta, le conozco desde hace un tiempo, pero… ¿gay?

Ante eso Luna dejó escapar un quejumbroso suspiro, notándolo Fleur enseguida.

-Lo siento, Luna, ha debido de ser un palo tremendo… porque sí que llegaste a sentir algo por él ¿verdad?

Ante eso ella tan solo asintió brevemente con la cabeza, esbozando una triste mirada.

-Hacía tanto tiempo que no conectaba tanto con nadie, Fleur. Más de mil años sin poder compartir mis sentimientos con nadie más que mí misma. Me duele por eso mismo, no por el hecho de que él sea gay, ni mucho menos.

-Te entiendo perfectamente, Luna.

Ante eso la alicornio dejó escapar un par de silenciosas lágrimas, al tiempo que era arropada por su amiga; no quería que le afectara más de lo que debería, después de todo no era algo que fuera fundamental, pero aun así ese sentimiento de dolor estaba ahí, y no sólo por ella.

-Me duele sobre todo por Frank, estaba muy emocionado por tenerle como padre…

-Bueno, no pasa nada, hay muchos más peces en el mar, como quien dice…

-Puede, pero… prefiero dejarlo por ahora. Gracias por tu ayuda, Fleur, pero ahora mismo no quiero conocer a nadie más-murmuró Luna, con tono apagado.

Fleur lo comprendió y no la dijo nada más sobre ese aspecto, cambiando de tema para que pensara en otra cosa.

Estuvieron hablando un rato más hasta que al final la alicornio se retiró, ya que tenía cosas que hacer, aunque en realidad tan solo quería estar sola y pensar en sus cosas. Regresó al palacio y se fue directamente a los jardines, donde estuvo paseando con gesto taciturno hasta tumbarse bajo un nogal al otro lado del mismo.

Nunca antes había llegado a relacionarse con alguien de la misma forma que lo hizo con Long durante todo ese tiempo; entre su vida atareada al ser una princesa, su depresión previa al destierro y el destierro en sí, apenas llegó a relacionarse apropiadamente con nadie antes. Más de mil años así pasaban factura en el terreno amoroso, y Luna sentía que había fracasado de la manera más estrepitosa posible.

-Con todo lo que me ha costado integrarme después de tanto tiempo… y no voy a poder darle un padre a mi hijo.

Ese pensamiento estuvo ahí durante un buen rato, rondándola la cabeza como una nube de tormenta; aunque en ese momento, una vocecilla que le era particularmente familiar comentó.

-Bueno, bueno, pero menuda carita me traes, Luna… ¿a qué viene tanta tristeza y aflicción?

La aludida dejó escapar un respingo, al tiempo que comentaba.

-No estoy de humor, Discord…

El draconequus surgió de una pequeña nubecilla que salía de su cabeza y la miró inquisitivamente.

-Oh, vamos, se supone que ahora eres la madre más feliz del mundo, no veo qué podría afligirte tanto…

-¿No tienes nada más que hacer, Discord?-inquirió Luna con gesto cansado.

-Oh, pero querida, yo tan solo me preocupo por ti, ahora que somos amigos y todo ha quedado atado y bien atado pensaba que las cosas serían diferentes. Ya sé que no os visito tanto como a mí me gustaría, pero cuando lo hago me gusta saber que todo está bien. Y déjame que te diga que muy bien no te veo…

Ante eso, Luna suspiró, no muy segura de si contárselo o no; desde lo que pasó con Tirek muchos ponis comenzaban a aceptarle poco a poco, incluso su hermana estaba más permisiva con él. Aunque no era algo que haría siempre, decidió confiar en él y contarle en líneas más generales lo que la pasaba, sin necesidad de entrar en detalles. Discord la estuvo escuchando tumbado en una de las ramas del nogal, pensando por su cuenta. Una vez que estuvo enterado, no tardó mucho en opinar.

-Oh, bueno, por un lado lo entiendo, aunque teniendo en cuenta que eres un princesa no te sería complicado encontrar a alguien ¿no crees?

-No se trata solo de eso, Discord, quiero lo mejor para mi hijo, pero también quiero encontrar a alguien que esté dispuesto a estar conmigo por quien soy, no por lo que soy…-argumentó Luna.

-¿Y aun así no hay nadie por ahí que no sepa ver más allá de esa capa de realeza?

-Aparentemente no…

Por un momento ambos guardaron silencio, pensando en sus propias cosas; en un momento dado, Discord retomó la conversación.

-Bueno, en ese caso… quizás yo pueda ayudarte.

Ante eso Luna abrió mucho los ojos, exclamando de seguido.

-¡Ni en broma pienso salir contigo, Discord!

-¿Cómo? Ja, pues claro que no, querida, después de todo no eres mi tipo. No, yo me refería al asunto de Frank.

-¿Cómo?

-Claro, si lo que necesitas es una figura paterna para él, yo puedo echarte un cable con eso.

Luna se quedó ciertamente chocada por esa declaración de intenciones.

-¿Qué? ¿Así sin más? ¿Realmente lo harías?

-Pero por supuesto querida ¿por quién me tomas? Después de todo sé que Frank me tiene mucho cariño… y quien mejor que yo para hacer el papel de padrazo que tanto necesita-aseguró él, con gesto solemne.

Al principio no supo bien qué pensar de todo esto, aunque las intenciones de Discord parecían ser genuinas, por lo que decidió rápidamente.

-Está bien, inténtalo, te estaría muy agradecida…

-Estupendo ¿a qué hora vuelve?

-Sale a las cinco, aunque antes de volver se va a tomar algo con una amiga, estará aquí a eso de las seis y media.

-Es bueno saberlo. Seré el mejor padre para él, ya lo verás.

-Gracias Discord.

El resto del día pasó lentamente, como si los minutos pesaran un quintal, pero a eso de las seis y media, como bien pronosticó Luna, Frank volvió a casa.

-¡Estoy en casa!-se oyó su voz por todo el pasillo.

Como era usual, Frank se dirigió al despacho de su madre para ir a saludarla, pero se encontró el sitio vacío y solitario.

-¿Mamá?

Algo extrañado por no encontrarla donde siempre, se dirigió un momento a su habitación para dejar sus cosas. Una vez allí vio entonces a una figura tumbada en su cama, tapada por completo con las sábanas.

-Jo, mamá, si lo que quieres es darme un susto lo estás haciendo mal…

Sin embargo la figura no reaccionó, quedándose ahí sin moverse. Aún extrañado, Frank se acercó a la cama, con gesto de circunstancia.

-Mamá déjalo, en serio, no te va a salir…

En cuanto estuvo justo al lado, la figura se reincorporó sorpresivamente, dando un buen susto a Frank, al tiempo que exclamaba.

-¡Sorpresa!

En cuanto Frank vio de quien se trataba exclamó.

-¡Tío Discord!

-¡En carne y hueso! ¿Qué te ha parecido mi susto? ¿Creías que no me iba a salir?

-¡Pero yo creía que eras mamá! Que por cierto ¿Dónde está?-quiso saber él.

-Oh, tu madre está ocupada trabajando y me ha pedido que cuide de ti… si a ti no te importa-explicó Discord, con una sonrisita.

-¡Claro que no! Eres el mejor, tío Discord…

-Oh, qué dulce de tu parte. Y dime ¿Qué te apetece hacer?-inquirió el draconequus.

-Oh, ahora mismo nada, tengo deberes que hacer…

-¿Deberes? Ah, qué aburrido ¿qué tiene de divertido eso?

-Pero mamá siempre me dice que primero tengo que hacer mis deberes…

-Puede, pero esta vez tu madre no está aquí… además, por una vez que los postergues tampoco va a pasar nada.

Por un momento Frank lo estuvo rumiando, sin saber bien lo que hacer, pero al final decidió enseguida.

-Está bien, nunca he probado a cambiar el horario, juguemos.

-¡Estupendo!

A un chasquido de sus garras ambos se teletransportaron fuera de allí y reaparecieron en una sala de juegos acondicionada por el propio Discord, la cual sería el sueño de cualquier potro hecho realidad. Juguetes del tamaño de casas y con vida propia corrían, danzaban y hacían todo tipo de locuras, de esas con un encanto irresistible, incluso para el niño más disciplinado.

Frank se dejó llevar y estuvo jugando un buen con Discord, liberando tensiones y relajándose del todo. El draconequus estuvo muy receptivo con él en todo momento, compartiendo todos esos momentos juntos y riéndose de lo mismo.

En un momento dado en el que estuvieron descansando Frank le comentó.

-Jo, eres genial tío Discord, podríamos hacer esto más a menudo…

-Cuando tú quieras, Frank, ya sabes que yo siempre estoy dispuesto a ayudarte.

-¿De verdad?

-¡Pues claro! ¿Qué clase de señor del caos sería yo si no lo hiciera?

Ante eso, Frank decidió agradecérselo dándole un rápido abrazo, cosa que pilló con la guardia baja a Discord.

-Gracias, tío Discord… ojalá tuviera un padre tan molón como tú.

Al oír eso el draconequus no pudo evitar sentir como una especie de pinchazo en el pecho que le hizo sentirse especialmente bien, e incluso emocionándose más de la cuenta.

-En ese caso no hace falta que sigas imaginando…

Frank esbozó una alegre sonrisa ante eso, abrazándole un poco más.

El resto de la tarde pasó enseguida, Luna regresó al poco rato con su hermana de la reunión en la que habían estado en la Cámara Alta y Frank aprovechó para hacer los deberes que había retrasado.

Esa misma noche antes de acostarse, Luna fue a dar las buenas noches a su hijo, aprovechando para preguntarle por la tarde.

-¿Qué tal esta tarde con Discord?

-¡Genial, estuvimos todo el rato jugando y divirtiéndonos, me llevó por los aires, montamos en un tren gigante, y hasta esquiamos en nata! ¡Fue divertidísimo!

-Qué bien…

-Sí, es muy divertido…-murmuró Frank, sin poder ocultar un sonoro bostezo.

-Huy, alguien tiene sueño…

-Un poco…

-En ese caso no te molesto más. Que descanses cariño-le dijo ella, dándole un beso en la frente.

Luna apagó ella misma las luces de la lámpara, pero antes de cerrar la puerta, Frank la llamó.

-Mamá…

-¿Si, cariño?

Hubo un breve silencio entre los dos antes de que Frank llegara a contestar.

-Eres la mejor madre del mundo. No necesito nada más que eso.

Ante eso, Luna tan solo esbozó una dulce sonrisa, sintiendo como su corazón se alegraba como nunca antes lo había hecho.

-Y tú eres lo mejor que me ha podido pasar. Buenas noches, cariño.

-Buenas noches, mamá.

La alicornio oscura cerró la puerta y la habitación se quedó parcialmente a oscuras, siendo débilmente iluminada por la luz de una luna llena, en la cual se recortó por un momento la silueta de un cuerno de cabra y otro de antílope. Frank esbozó una divertida sonrisa al tiempo que susurró.

-Buenas noches, papi Discord.

Image

La Fiesta del Hogar era una época del año muy especial para los ponis; aunque sólo se celebraba durante un día en concreto, el periodo de las vacaciones de invierno se solían denominar vacaciones festihogareñas, las cuales solían empezar el 21 de diciembre y se extendían hasta el 8 de enero, al menos para colegios, institutos y universidades. Durante ese tiempo los potros no tenían clase y se entretenían jugando afuera con la nieve y disfrutando de tan señaladas fechas, en las cuales conmemoraban el nacimiento del reino de Ecuestria antes de dar la bienvenida a un año más.

Aunque los potros eran los que salían ganando, ya que no tenían clase; durante esas semanas la afluencia de potrillos y jóvenes aumentaban por las calles de Canterlot, siendo un detalle más de los tantos que hacían a ese momento del año tan especial. Esa misma tarde densas nubes blancas taponaban el cielo, dejando caer suaves y pequeños copos de nieve que caían sobre el asfalto y las crines de los ponis, los cuales estaban bien resguardados del frío gracias a sus suaves y cálidos pelajes. Aunque para desgracia de Frank, él no tenía pelaje con el que protegerse, por lo que tenía que abrigarse especialmente si quería salir a la calle. Debido a esto, para él el invierno era la estación más engorrosa de todas, aunque tampoco le disgustaba, ya que ver a Canterlot nevada en esa época del año era algo digno de verse. Una fría brisa peinó en ese momento la calle por la que pasaba, haciéndole apretar el paso.

Había quedado con Sweet donde siempre para ir a tomar algo, y casi podía distinguir el humeante olorcillo de una buena taza de chocolate caliente de Joe, haciéndole la boca agua y dándole una razón más para andar más deprisa.

Llegó al lugar enseguida, justo al mismo tiempo que Sweet, a la cual saludó al mismo tiempo que ella hacia lo mismo.

-¡Hola!

Por un momento se quedaron callados, pero luego se rieron tontamente por la súbita coincidencia.

-Ni que nos hubieran sincronizado…-comentó ella, divertida.

-Pues casi, casi… tu primero.

-Gracias, muy amable.

Aunque se esperaban que una agradable oleada de calor les diera la bienvenida, junto con el esperado olor a pasteles y donuts recién hechos, no lo hizo; de hecho no había nadie en ese momento, el característico olor brillaba por su ausencia, cosa que les extrañó aún más, y Joe tampoco se encontraba tras la barra.

-Qué raro encontrar esto vacío…

-Desde luego… ¿Joe?-llamó Frank.

Sin embargo la nada le contestó en su lugar. Frank se quitó del grueso abrigo de franela que llevaba, diseñado por Rarity, y lo dejó en la mesa donde usualmente se solían sentar. Sweet se asomó tras la barra, por si oía a Joe en la cocina.

-No parece estar… qué raro, en ese caso que hubiera dejado la tienda cerrada.

-Comentó la semana pasada que estaría abierto a esta hora, era hoy cuando volvía de su viaje a Fillydelphia.

La semana pasada les comentó que iba a ir a visitar a sus padres a la ya mencionada ciudad, por lo que la tienda había estado cerrada hasta hoy, que era cuando regresaba. Era raro ver a la tienda tan silenciosa y desprovista de ese tan sabroso olor que normalmente impregnaba su ambiente.

-Qué pena, con lo que me apetecía un donut… voy a asomarme un momento a la cocina, siempre he tenido curiosidad-avisó en ese momento Sweet, pasando tras la barra.

Frank la siguió, también guiado por la curiosidad, y entró en la cocina, donde Sweet se encontraba mirando una serie de ingredientes puestos en una de las mesas de allí.

-Mira, ha estado aquí, lo tiene todo preparado.

-Sí, eso parece… en ese caso mejor esperamos-comentó Frank.

-Sí, aunque… vaya, está todo aquí para hacer donuts, no falta nada.

Y así era, había tanto levadura como harina para poder hacer la masa, además de huevos, azúcar, leche y mantequilla. Aparte también había sirope de varios sabores.

-Hey, vamos a intentar hacer unos donuts-sugirió en ese momento Sweet.

-¿Qué? Pero Sweet, yo no sé cómo hacer donuts…

-Ya, bueno, yo tampoco sé mucho, pero más de un vez le he visto a Joe hacerlos… creo que podré hacerlo-asintió ella, muy segura de sí misma.

-¿No crees que sería mejor esperar a Joe y no revolver sus cosas?

-Puede, pero… siempre he tenido curiosidad por esto, la verdad.

-¿Ah, sí?

-Sí, hasta ahora no me había atrevido a decirte nada, ya que no estaba muy segura de si hacerlo o no. Pero creo que es una gran oportunidad, me gustaría intentarlo-explicó Sweet.

-Bueno, en ese caso te ayudaré.

-¿Lo harás? Genial, gracias Frank…

Entre los dos, y siguiendo las indicaciones de Sweet de lo que se acordaba, fueron preparándolo todo para hacer la masa, que era lo más importante. Aunque Frank ya sabía que a Sweet le encantaban los dulces, hasta ahora desconocía que a su amiga le interesase cómo hacerlos, cosa que la señaló.

-Pues qué raro que no me lo hayas contado…

-Ya, bueno, no ha sido algo que hubiera pensado desde hace mucho, la verdad, sino más bien desde hace relativamente poco. Hasta ahora tenía intención de ser modelo, como mi madre, pero me he dado cuenta de que realmente no me llama esa profesión. Veo lo ocupada que está mi madre siempre y me echo para atrás.

-Comprendo, aunque los donuts…

-Lo sé, no es algo que vaya con una modelo, en ese sentido mi madre es muy estricta con su propia dieta. No como yo, que soy muy golosa…

-Sí, doy fe de ello-asintió Frank, divertido.

Los dos se rieron confidentemente, mientras iban preparando la leche y mezclándola con la levadura.

-Es por eso por lo que no me había atrevido a contárselo a mi madre, no sé qué pensaría sobre la idea-murmuró Sweet, algo dudosa.

-Bueno, pero si es algo que realmente quieres probar, vale la pena comentárselo ¿no crees?

-Sí, supongo, aunque…

Por un momento la potra se quedó callada, pensando en sus propias cosas; Frank la conocía bien y sabía que era mejor no molestarla cuando estaba en ese plan, por lo que optó por seguir ayudándola.

Una vez que obtuvieron la masa la estuvieron amasando entre los dos, Sweet con un amasador y él usando sus propias garras, las cuales le ayudaban bastante con ese cometido. Una vez que estuvo lo suficientemente amasada la dejaron reposar en la despensa, que estaba bastante fría, aunque con el frio que hacía allí al no estar el horno ni los fuegos encendidos ayudó a que se enfriara antes, adquiriendo un mayor volumen.

Partiendo de esa misma masa, y usando un cortador de donuts, fueron sacando varias unidades, un total de seis. Una vez que las tuvieron prepararon una sartén con aceite para freírlas.

-Vaya, para no conocer esto pareces saber lo que estás haciendo…-comentó Frank en un momento dado.

-Sí, bueno, es que he estado leyendo sobre ello recientemente…-admitió ella, algo cortada.

-Eso lo explica todo. Me pongo en tus cascos, Sweet, aquí eres la que sabe.

Ante eso ella tan solo sonrió confidentemente, mientras que los donuts iban tomando forma. Frank no se esperaba para nada algo así de ella, pero la vio tan emocionada y dispuesta que la quiso ayudar igualmente. El tiempo pareció fluir con más rapidez mientras trabajaban juntos, el olorcillo característico de los donuts comenzó a fluir por la cocina.

En poco menos de cinco minutos estuvieron listos para ser bañados con sirope, cosa que hizo Frank mientras que Sweet los iba sacando de la sartén.

-Bof, se me está haciendo la boca agua…-comentó él en un momento dado.

-A mí también…

Finalmente todos los donuts salieron de la sartén y esperaron unos pocos minutos más para que se enfriaran; faltaba el chocolate, pero esta vez optaron por comerlos a palo seco.

-Bueno, pues… a ver qué tal-murmuró Sweet, cogiendo uno con su magia.

-A ver… salud-añadió Frank, chocando su donut con el suyo.

Ambos se rieron tontamente y les dieron un buen mordisco, emitiendo casi a la vez un gemidito de placer; la cara de Sweet era un poema, no parecía haberse esperado que la hubieran salido tan bien. Fue entonces cuando, en sus flancos, se dio un destello que solo Frank vio, quedándose anonadado en cuanto lo vio. Una marca de belleza consistente en una masa con forma de donut y un rodillo superpuesto se podía ver grabada en ellos.

-Sweet…

-¿Qué pasa?

-Mira…-indicó él, señalándole a su flanco.

La poni giró la cabeza y en cuanto vio la marca contuvo un gritito; sus ojos estaban abiertos de par en par, como si no se creyera lo que veía.

-Mi marca de belleza… mi marca de…

Fue entonces cuando se dio cuenta de algo; miró por un momento al donut que sostenía, luego a Frank y de nuevo a su marca.

-Mi marca de belleza… ¡mi marca de belleza! ¡Oh, Frank, me has ayudado a conseguirla, gracias, gracias, gracias!-exclamó ella de seguido, echándose sobre el chico y abrazándole con fuerza.

-Vaya, no ha sido nada… de hecho, no me lo esperaba, la verdad…-comentó él, particularmente sorprendido.

-¡Ni yo! ¡Quiero decir, tenía la certeza, aunque no estaba segura, pero entonces hicimos estos donuts, y yo… yo…! ¡Oh, Frank, gracias de verdad, es el mejor regalo que me han podido dar!

Ante eso Frank tan solo sonrió, devolviéndola el abrazo con ganas.

-Lo que sea por ti, Sweet… feliz Fiesta del Hogar.

-Igualmente, Frank.

En ese momento oyeron la puerta trasera cerrarse y una voz conocida comentar.

-Bueno, me ausento por unos cuantos minutos y pasan un montón de cosas…

Los dos se dieron la vuelta y vieron a Joe mirando a la bandeja de donuts con interés.

-Mira lo que tenemos aquí… ¿puedo?

-Ah, claro…-asintió Sweet.

Joe cogió uno con su magia y lo probó concienzudamente, masticándolo varias veces y deleitándose en su sabor. En cuanto tragó, lo valoró.

-Jugoso, consistente y muy sabroso, eso desde luego… bonita marca de belleza, por cierto.

-Ah, gracias…-dijo la poni, sin poder evitar enrojecer ligeramente.

-Sí, lo valen, sin duda alguna… ¿te interesaría saber más acerca del negocio, Sweet?-inquirió en ese momento Joe.

Ella tan solo asintió enérgicamente, sin apenas contener su emoción. Frank se alegró por ella, contento por haberla ayudado a descubrir su talento. Para Sweet esas se habían convertido la mejor Fiesta del Hogar de la historia, y ahora tan solo podía mejorar aún más.

Mientras tanto, afuera comenzaba a nevar con un poco más de fuerza.

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Al otro lado del hemisferio, una cerrada, oscura y húmeda noche se cernía sobre la Poninesia; los sonidos de la selva se entremezclaban con los de un ancho y caudaloso rio que serpeaba por un mar de árboles y frondosa vegetación. La luz de la luna bañaba las copas de los árboles, pero apenas conseguía atravesar la espesura de sus ramas.

La única luz allí cerca provenía de un gran lamparón dentro de una tienda de campaña situada en un pequeño y modesto campamento; dentro de la tienda un Over Seeker ya entrado en años se encontraba escribiendo algo en un largo pergamino. Sujetaba el cálamo de una pluma con sus dientes, la cual se movía frénicamente por la superficie del material escriptorio, junto con algún que otro rápido y corto movimiento hacia el tintero para poder seguir escribiendo. El pegaso tenía el pelo canoso, algunas arrugas bajo los ojos, y apenas podía ocultar una cansada expresión en su cara. En un momento dado la mandíbula le castañeó y la pluma temblequeó, trazando un rayón involuntario sobre el pergamino. Seeker dejó escapar un agudo suspiro, al tiempo que soltaba la pluma.

-Estoy ya muy viejo para esto…-musitó entre dientes.

Con una esponja bien escurrida trató de borrar la errata, pero enseguida pudo notar como el cansancio se apoderaba de él, faltándole fuerzas incluso para sostener la esponja.

-Agh, necesito descansar un rato…-masculló el explorador, dejando la esponja en una pequeña palangana.

Con algo de dificultad, Seeker se encaminó hacia un colchón colocado en el suelo y se arropó un poco. Se encontraba en medio de una redacción importante, por lo que descansaría un rato y luego continuaría. El pegaso trató de relajarse, respirando entrecortadamente y cerrando los ojos. Al cabo de unos silenciosos minutos, una ligera brisa nocturna sacudió la tienda, llegando a balancear la lámpara colgada de un clavo. Justo después, ésta se apagó.

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Volgrand » 15 Mar 2015, 22:46

Genial capitulo. el pintor gay era bastante de esperar Jajaja. tengo que decir que frank me parece demasiado maduro para tener diez años pero aún así es un personaje que se está desarrollando muy bien.
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por Sg91 » 15 Mar 2015, 23:03

[quote="Volgrand";p=258691]Genial capitulo. el pintor gay era bastante de esperar Jajaja. tengo que decir que frank me parece demasiado maduro para tener diez años pero aún así es un personaje que se está desarrollando muy bien.[/quote]

Ya, no eres el primero que me lo señala, no estoy acostumbrado a escribir críos de diez años, sus diálogos me han costado ya que he tratado de que sonara como tal, pero como estoy acostumbrado a escribir diálogos más adultos y maduros no me ha salido del todo bien :S

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Mensaje por EdoNova » 16 Mar 2015, 01:44

Buf... Papi Discord, eso me ha desmontado por completo
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